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Tema 02 - Iglesia Sinodal y Mariana
Tema 02 - Iglesia Sinodal y Mariana
María, la madre de Dios, está siempre con nosotros en el camino sinodal, porque es
también 'Madre de la Iglesia' (Mater Ecclesiae); madre de todos los que son
compañeros y discípulos de su hijo.
Siempre que nos sintamos perdidos, confundidos o dudosos sobre el camino, sólo
tenemos que mirarla para que nos indique el camino.
María no habla. Ella no necesita hacerlo. Solo necesita dirigir nuestra mirada a su hijo.
En su gesto sin palabras, resume toda la misión de la Iglesia. Incluso cuando el Pueblo
de Dios está “in via” en camino, siempre está en misión.
Los dos (Jesús y María) no pueden separarse, porque no hay más que un camino y
un objeto de nuestro deseo, una fuente de nuestra vida y nuestra esperanza:
Jesucristo. (Hacia una espiritualidad para la sinodalidad, p.45)
El documento de la Comisión
Teológica Internacional “La
sinodalidad en la vida y en la
misión de la iglesia” nos da luces
sobre este camino sinodal que la
Iglesia universal y especialmente
nuestra iglesia diocesana de
Chimbote ha emprendido.
Los discípulos, sin importar la vocación elegida, en pleno ejercicio de sus respectivos
roles, dones y carismas, tienen la responsabilidad de ponerse en actitud de escuchar
la voz del Señor para discernir el camino que se debe seguir (Hch 5,19-21;
8,26.29.39; 12,6-17; 13,1-3; 16,6-7.9-10; 20,22). “Por ejemplo, en la elección de
siete hombres de buena reputación, llenos de Espíritu Santo y de sabiduría, a los que
los Apóstoles confiaron el oficio de servir las mesas (Hch 6,1-6), y en el
discernimiento de la cuestión crucial de la misión entre los paganos (Hch 10).
En todo este trabajo de las primeras comunidades cristianas por seguir la misión
evangelizadora dejada por Jesucristo, vemos la presencia de María a quién Jesús la
puso al cuidado de sus hijos adoptivos “ahí tienes a tu hijo”, recibiendo también el
Espíritu Santo en Pentecostés y acompañando el crecimiento de las primeras
comunidades cristianas. María se convierte para los cristianos en modelo de fidelidad
a Dios, modelo de santidad para todos los cristianos y modelo de discípulo del
maestro. Guardando y meditando todo en el corazón.
Nosotros acudimos a Dios, al Padre quien formó la Iglesia, a su Hijo Jesucristo quien
la instituyó, y al Espíritu Santo quien la santifica, pero también tenemos la oportunidad
de acudir a María quién con su manto maternal la protege y esta en continua
intercesión por sus hijos queridos que siempre están velando a su lado.