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LO QUE QUEREMOS LOGRAR… Comprender y valorar que todos somos


partícipes de la misión evangelizadora de la Iglesia y que nuestra Madre
María, nos acompaña cada día en nuestra vida eclesial.

María, la madre de Dios, está siempre con nosotros en el camino sinodal, porque es
también 'Madre de la Iglesia' (Mater Ecclesiae); madre de todos los que son
compañeros y discípulos de su hijo.
Siempre que nos sintamos perdidos, confundidos o dudosos sobre el camino, sólo
tenemos que mirarla para que nos indique el camino.

María no habla. Ella no necesita hacerlo. Solo necesita dirigir nuestra mirada a su hijo.
En su gesto sin palabras, resume toda la misión de la Iglesia. Incluso cuando el Pueblo
de Dios está “in via” en camino, siempre está en misión.

Los dos (Jesús y María) no pueden separarse, porque no hay más que un camino y
un objeto de nuestro deseo, una fuente de nuestra vida y nuestra esperanza:
Jesucristo. (Hacia una espiritualidad para la sinodalidad, p.45)

El documento de la Comisión
Teológica Internacional “La
sinodalidad en la vida y en la
misión de la iglesia” nos da luces
sobre este camino sinodal que la
Iglesia universal y especialmente
nuestra iglesia diocesana de
Chimbote ha emprendido.

En primer lugar, el concepto de sinodalidad se refiere “a la corresponsabilidad y a la


participación de todo el Pueblo de Dios en la vida y la misión de la Iglesia” donde
“todos los miembros de la Iglesia son sujetos activos de la evangelización” según el
Papa Francisco, y todo aquél que se siente miembro de la iglesia debe asumir esta
misión: niños, jóvenes y adultos, laicos, religiosos y sacerdotes, mujeres y varones,
nadie puede escapar a la vida y participación en la misión de la iglesia.

En la historia de la salvación, Dios “convoca” a su pueblo, esta palabra que ha sido


traducido en su raíz hebrea y griega como “Iglesia” por tal en la Iglesia todos somos
convocados y todos los convocados somos visitados hace dos mil años por el
“peregrino del Reino de los Cielos”, enviado del Padre para dar salvación a sus
convocados y por gracia del Espíritu Santo, fortalecidos para continuar con la misión
hasta el último de los días, la segunda venida de nuestro Señor. Entonces, todos
podemos sentirnos “convocados” a seguir la misión salvífica dentro de la iglesia.
En este mensaje de salvación recibida por la Palabra de Dios hecha carne, se nos
muestra el “camino, la verdad y la vida”, y que ello debe ser asumido por todo
creyente con los dones y carismas que cada uno ha recibido para continuar la misión
evangelizadora que comenzó con Jesucristo y que continua a través de su Iglesia y
que a través del Espíritu Santo que ha sido “derramado sobre la Iglesia en
Pentecostés, guía y orienta este camino” (Hch 2,2-3).

Los discípulos, sin importar la vocación elegida, en pleno ejercicio de sus respectivos
roles, dones y carismas, tienen la responsabilidad de ponerse en actitud de escuchar
la voz del Señor para discernir el camino que se debe seguir (Hch 5,19-21;
8,26.29.39; 12,6-17; 13,1-3; 16,6-7.9-10; 20,22). “Por ejemplo, en la elección de
siete hombres de buena reputación, llenos de Espíritu Santo y de sabiduría, a los que
los Apóstoles confiaron el oficio de servir las mesas (Hch 6,1-6), y en el
discernimiento de la cuestión crucial de la misión entre los paganos (Hch 10).

En todo este trabajo de las primeras comunidades cristianas por seguir la misión
evangelizadora dejada por Jesucristo, vemos la presencia de María a quién Jesús la
puso al cuidado de sus hijos adoptivos “ahí tienes a tu hijo”, recibiendo también el
Espíritu Santo en Pentecostés y acompañando el crecimiento de las primeras
comunidades cristianas. María se convierte para los cristianos en modelo de fidelidad
a Dios, modelo de santidad para todos los cristianos y modelo de discípulo del
maestro. Guardando y meditando todo en el corazón.

Sinodalidad es participación de todos, donde


cada uno hace según la vocación recibida, y es
María que nos enseña que no se tiene que ser
pastor, sacerdote o religioso para seguir este
discipulado, sino que todos, sin excepción
somos discípulos y que tenemos la obligación de
ser partícipes en la vida y misión de la Iglesia.

◙ Luego de esta reflexión ¿Qué es la


sinodalidad? ¿te sientes parte de esta
sinodalidad?

◙ ¿Reconoces cuál es tu misión dentro de


la Iglesia?

◙ ¿Qué puedes hacer por la Iglesia?


María, Madre de Dios y de la Iglesia, que “reunía a los discípulos para invocar al
Espíritu Santo (Hch1,14), acompaña hoy también la peregrinación sinodal del Pueblo
de Dios, indicando la meta y enseñando el estilo hermoso, tierno y fuerte de esta
nueva etapa de la evangelización. Fue María quién hizo posible la explosión misionera
que se produjo en Pentecostés y que perdura hasta nuestros días. La sinodalidad de
hoy, nos invita ser partícipes de esta vida y misión evangelizadora.

Nosotros acudimos a Dios, al Padre quien formó la Iglesia, a su Hijo Jesucristo quien
la instituyó, y al Espíritu Santo quien la santifica, pero también tenemos la oportunidad
de acudir a María quién con su manto maternal la protege y esta en continua
intercesión por sus hijos queridos que siempre están velando a su lado.

Después de la Ascensión de su Hijo, María "estuvo presente en los comienzos de la


Iglesia con sus oraciones" (LG 69). Reunida con los apóstoles y algunas mujeres,
"María pedía con sus oraciones el don del Espíritu, que en la Anunciación la había
cubierto con su sombra" (LG 59). (CEC 965)

El camino sinodal convoca a todos sin excepción a participar en la vida y la misión de


la Iglesia. María como Madre de la Iglesia, ayuda a sus hijos en este camino sinodal.
Y nosotros como miembros de la iglesia desde nuestro bautismo nos preguntamos:

◙ ¿Cómo vives la sinodalidad en tu


comunidad?

◙ ¿Te sientes parte de la Iglesia o te


identificas más como un
funcionario dentro de ella?

◙ ¿Quién debe ser el protagonista


en la vida sinodal de la Iglesia?

◙ ¿Invocas a María como madre e


intercesora entre Dios y su
Iglesia? ¿Le pides ayuda a
nuestra madre?

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