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HENRÍQUEZ Y CÁRDENAS VS.

ALEMÁN

Francisco Estrada Correa

Hay dos versiones de una reunión que tuvo lugar en marzo de 1951 entre Miguel
Henríquez Guzmán y el ex presidente Lázaro Cárdenas. La de Enrique Quiles
Ponce y Francisco Pérez Aguirre, ayudantes del primero, éste último testigo de la
misma, y la del propio Cárdenas. Fue una reunión histórica porque en ella se
decidió la candidatura presidencial de Henríquez y se selló un compromiso: hacer
una nueva revolución o un golpe de Estado “con apoyo del pueblo” para defender
la democracia. De acuerdo con la versión de los ayudantes, Cárdenas le habría
dicho a Henríquez en ese encuentro lo siguiente: “Mire, mi general, usted es
patriota y debe de asumir la gran responsabilidad. Alemán se quiere perpetuar en
el poder, y eso no lo vamos a permitir”. Y a la pregunta que le hiciera Henríquez:
“Pero mi general, en la oposición no hay probabilidad de triunfo, porque para eso
hay que derramar sangre”, Cárdenas habría respondido de este modo: “Aunque
haya sangre yo estaré con usted”. Sin embargo, en el diario del ex presidente se
consigna lo siguiente: “Me visitó el general Miguel Henríquez Guzmán y me hizo
conocer su decisión de participar en la próxima campaña política como candidato
a la Presidencia de la República y al preguntarme mi opinión, le manifesté que a la
representación nacional sólo se llega por uno de dos caminos, por voluntad
unánime del pueblo a tal grado que el gobierno se vea obligado a reconocer el
triunfo o cuando el gobierno simpatiza con la candidatura en juego y siempre que
no haya oposición mayoritaria”. Nada más.
El hecho es que contaba José Muñoz Cota, quien fuera secretario privado del ex
presidente y en 1951 fungía en el servicio diplomático, que por esos mismos días
visitó al general Cárdenas y cuando le expresó sus deseos de retirarse a escribir
un libro acerca de la Revolución Mexicana, éste le contestó imperativo: “¿No le
parece que para escribir de la revolución, primero hay que hacerla?... Vaya usted
a hablar con el general Henríquez Guzmán”. Y así fue como se sumó al
henriquismo.
Cuando Muñoz Cota fue a visitar a Henríquez, éste le confió: “Tú sabes que yo no
soy un político. Lo que es más, nunca me ha agradado la política. Yo soy, por
vocación, un soldado. Pero hemos conversado el señor general Cárdenas y yo, y
advertimos un momento grave para la Patria y para la Revolución. Si permitimos
que el régimen imponga al nuevo presidente, violando la Constitución en su
esencia y haciendo nugatorio el sufragio efectivo, rehuiremos nuestro deber cívico.
El general Cárdenas ve otro peligro: el de la reelección o el del alargamiento del
poder. Tenemos que poner fin a las posibilidades de un maximato abierto o
disimulado”.
José C. Valadés decía de plano que fue la mente de Cárdenas la que ideó
empujar a Henríquez a la política, y aprovechar su enorme popularidad para crear
un partido político alterno al PRI, capaz de defender y garantizar la herencia de la
Revolución Mexicana, amenazada por el alemanismo. Según Gustavo De Anda
hasta el nombre le puso a la Federación de Partidos del Pueblo Mexicano (FPPM).
No fue casualidad que el 8 de enero de 1951, cuando en la sala de su casa de
San Angel hizo pública Henríquez su candidatura, lo hiciera al pie de un enorme
retrato de don Lázaro.
Existen, además, los textos de los discursos de Henríquez, el que pronunció
cuando protestó como candidato de la FPPM el 19 de julio de 1951, que no sólo
es la reivindicación casi textual del programa cardenista sino que está corregido
de puño y letra por don Lázaro.
Durante toda la campaña sus reuniones eran frecuentes, y tan poco disimuladas
que hasta eran reseñadas en la prensa. Incluso, cuando el 6 de marzo de 1952
aparecieron publicadas unas declaraciones de su hermano Dámaso Cárdenas y
de otros ex integrantes del gabinete cardenista asegurando que el “Tata” Lázaro
no tenía nada que ver con la candidatura de Henríquez, que el henriquismo
tomaba su nombre sin su autorización, y que en realidad era “amigo” del candidato
del PRI Adolfo Ruiz Cortines, el ex presidente no dudó en desmentirlo: “En los
periódicos se han publicado declaraciones políticas que dicen ser del C.
Gobernador de Michoacán y de otros ciudadanos, y en las que se menciona mi
nombre y se incluyen expresiones denigrantes contra varias personas para las que
pretenden los declarantes interpretar en mí sentimientos de enemistad que no
existen. Dichas declaraciones deben catalogarse en su fondo político como
opiniones muy personales de quienes las dieron”.
Y por cierto que ese desmentido lo escribió y firmó Cárdenas en la residencia de
Henríquez, y lo hicieron de común acuerdo.
Lo que pasó después de las elecciones, frente al fraude, es muy nebuloso. Es
justo cuando los rumores de un levantamiento se multiplican, amenazantes. Y a
pesar de todo, no dejan Henríquez y Cárdenas de frecuentarse. Los servicios de
inteligencia del Estado dan cuenta, por ejemplo, de una entrevista entre ambos,
ocurrida el 12 de julio de 1952 que, por cierto, también aparece consignada en los
Apuntes del ex presidente, asegurando que en ella “hablaron de la inconformidad
y mala táctica del PRI” porque se estaba “echando de enemigos a todos los
partidos de oposición”. Casualmente, ese mismo día manda Henríquez a todos los
periódicos un manifiesto advirtiendo que “continuaría en la lucha”, llamando a toda
la oposición de izquierda a unirse para combatir el fraude, y diciendo que
rechazaría “toda proposición que tienda a ponerme en el caso de faltar a este
compromiso único”.
Cárdenas, por su parte, se mantiene en silencio. No apoya a Ruiz Cortines, lo que
molesta a los priístas, y no deja de estar presente en los preparativos de
levantamiento del henriquismo, él mismo, o a través de sus ayudantes, que
diariamente acuden a la casa de Henríquez en Paseo de la Reforma.
Hasta que sobreviene la invasión de Guatemala y la caída de Jacobo Arbenz, y se
desata en el país una feroz campaña anticomunista y una verdadera cacería de
brujas para eliminar a la oposición. Los señalamientos oficialistas acusan a
Cárdenas de instigar la revolución contra el gobierno y a Henríquez de disolución
social. Los amenazan con la cárcel. Entonces aparecen unas supuestas
declaraciones de Henríquez anunciando su ruptura con Cárdenas y días después
éste publica otras declaraciones desmintiendo que fuera un conspirador y
declarando su apoyo al gobierno: “¿Cuartelazos? No seré yo el que vaya contra la
Revolución y las instituciones que representa el señor presidente Ruiz Cortines”.
La historia oficial da por terminada ahí la relación entre Cárdenas y Henríquez,
mientras éste seguía sólo, sus planes de rebelión. Sin embargo, hay evidencias de
que no fue así. Abundaremos en ello en la siguiente entrega.

francescomx2000@yahoo.com.mx

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