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E.E.S.P.

P: “GAMANIEL BLANCO MURILLO”

HACIA UNA CIENCIA MAS HUMANA Y


SABIA
DOCENTE:
 Roberto Neil, AGUIRRE VIGILIO
ESTUDIANTE:
 FERNANDEZ BENAVIDES Milka Abigail
 FERNANDEZ NEGRETE, Natali Karina
 MEZA VALLE, Luis Mariano
 PALMA ROBLES, Pamela Arassely

SEMESTRE: IX
ESPECIALIDAD: E.P.I.B.

CERRO DE PASCO-PERÚ
2021

1
AGRADECIMIENTO:
Agradezco a Dios, sin él no tendría la fuerza para
este trabajo, agradezco a mis colegas que con el
apoyo de cada uno logramos realizar este trabajo
monográfico.

PRESENTACIÓN
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La ciencia es un saber transcendental que genera un auge económico en la sociedad. Su
aportación al desarrollo sustentable consiste en la generación de capacidades sociales que
permiten mostrar la autonomía socioeconómica para la resolución de los problemas más
apremiantes. En el presente manuscrito se hace una exploración de este rol para enfrentar los
desafíos actuales en un marco de carácter regional para América Latina y el Caribe. Muchas
personas se horrorizan ante la libertad. Prefieren, antes de elegir, que les digan lo que tienen
que hacer.
La libertad exige esfuerzo, aunque no sea más que en el supermercado. Cuando uno va a un
supermercado decente, tiene bastantes productos donde elegir: 20 marcas de café, otras tantas
de té, de leche, de galletas,
Hay otras tiendas en las cuales el café se llama Pepe, y si no lo quieres, no compras café. Hay
gente que quiere que le digan lo que tiene que hacer y se aguantan y están contentas con eso.
Hay una novela de Vicente Blasco Ibáñez, La araña negra, que retrata cómo los curas
convencían a las viudas ricas para que donasen sus riquezas para asilos, hospicios, guarderías,
etc. sin que aquellas tuviesen voluntad propia, aceptando lo que les decían.

HACIA UNA CIENCIA MAS HUMANA Y SABIA


 LA INSERCIÓN DE LA NATURALEZA EN LA CULTURA

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Seguramente uno de los problemas más interesantes para los seres humanos es el de su propia
definición. Es bastante común que nos entendamos a nosotros mismos a partir de la
contraposición con las cosas que ocurren a nuestro alrededor; diferente”.
Esa experiencia, por la que todos hemos tenido que pasar, configura uno de los principales
mecanismos de clasificación de la realidad para el ser humano: lo “mío”, que está dentro de mí
(de alguna manera), y lo “no mío”, que es externo a mí, y con lo que interactúo. En esta relación
bipolar elemental parece excluirse una cosa que no es “mía” pero que se comporta “como yo”: el
resto de los seres humanos. Aunque pueda parecer muy elemental, tal mecanismo de inclusión-
exclusión funciona no sólo en tanto que individuos, sino en cuanto especie, con el resultado de
que, con mayor o menor grado de comunión con la naturaleza, el ser humano en todas las
culturas se ve como una singularidad en la realidad, y una singularidad que se integra de algún
modo en el todo de su cosmovisión. Precisamente ese “de algún modo” es lo que configura la
relación simbólica hombre-naturaleza.
En efecto, el ser humano, que de manera constante se pregunta por sí y por la relación con las
demás cosas, articula la realidad en torno a lo que se viene llamando “cul-cohetura”. Bajo este
término se conjuntan modos de vida, costumbres, arte, tecnología, relaciones políticas y demás
de los diversos grupos humanos y en diversos momentos de la historia. Ahora bien, en muchas
ocasiones, al entenderse que la cultura tiene que ver con el “espíritu” –y, por lo tanto, con el
ámbito en que cada quién adquiere conciencia de sí y le da sentido a la realidad–, parece
dejarse de lado a la naturaleza, determinándola nada más como ese sustrato material en que se
desarrolla. Es más, la reflexión sobre la cultura de buena parte del siglo XX –eurocéntrica en sus
raíces– se cebó en la idea de que sólo las culturas más primitivas conceden a la naturaleza un
valor preponderante en el discurso antropológico, mientras que las más desarrolladas o
evolucionadas la ven tan sólo como un sustrato. De este modo, a medida que una cultura va
madurando y se va haciendo más compleja, parece querer abandonar paulatinamente su
dependencia de la naturaleza, esto es, del orden de lo “físico”.
Así, de manera general podemos afirmar que el ser humano se sabe unido a la naturaleza, mas
al mismo tiempo poseedor de algún rasgo cualitativo que lo distingue de ella; esa relación
paradójica se expresa en la cultura de múltiples maneras, como pueden ser las manifestaciones
artísticas (naturaleza como expresión de los estados de ánimo), religiosas (la vuelta a la
simplicidad natural taoísta o el acceso a lo divino a través de la unión mística con la naturaleza) o
científicas (todos los procesos de explicación del universo a partir de conjuntos de leyes). Sin
comprender esa tensión cultural, es imposible plantear escenarios sostenibles realistas, pues la
voluntad de sobrevivir de nuestra especie, en este momento histórico, no parece ser suficiente si
va ligada tan sólo al desarrollo científico-tecnológico. Para que el sistema tecnocientífico sea
realmente una herramienta de desarrollo humano, debe insertarse en el universo simbólico de
las diversas culturas (en la medida en que éstas lo demanden), y hacerlo de forma propositiva e
integradora de lo humano en el orden natural.
 LA COSMOVISIÓN OCCIDENTAL

En toda cultura aparece una idea general de la realidad, una composición de lugar que permite
ordenar simbólicamente todo lo que acontece y da sentido, en definitiva, a cuanto sucede, al
tiempo que dinamiza los proyectos personales y colectivos en la
certeza de que lo real tiene una solución de continuidad coherente con ese “universo simbólico”.
A todo ello lo denominamos cosmovisión, y en buena medida podemos comprender los avatares
de cualquier cultura si somos capaces de entender la lógica
interna de su cosmovisión particular. Por lo tanto, para intentar dar respuesta a los retos de la
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sustentabilidad, no hemos de fijarnos sólo en nuestro horizonte temporal, por el que somos
“hombres del siglo XXI”, sino que debemos hacerlo también en el horizonte de nuestra
cosmovisión, por el que somos “hombres del siglo XXI con una cosmovisión occidental”. Estos
dos parámetros –el histórico y el de la idea de mundo– son los que nos permiten ubicarnos en el
modo de afrontar cualquier problema cultural, y el caso de la sustentabilidad no es una
excepción; desde los hallazgos que hagamos desde nuestro tiempo y nuestra cultura, podremos
hacer propuestas sobre ella, de modo que sean factibles, coherentes con nuestra mentalidad y
compartibles con otras culturas.
Dicho esto, pasemos a revisar, al menos en sus características básicas, cómo ha venido
acaeciendo la relación hombre-naturaleza en la cosmovisión occidental, para así ver de qué
manera estamos incluyendo la naturaleza en nuestro actual universo simbólico. Para ello, vamos
a fijarnos en el devenir de uno de sus productos culturales más característicos: la filosofía.
El discurso filosófico occidental, como en el resto de las culturas, pretende ser una búsqueda
genuina de la sabiduría, entendida ésta como un saber práctico que hace posible, a quien hace
buen uso de él, saber vivir. En este sentido, la filosofía occidental busca arrojar luz sobre la
paradoja misma en que consiste la existencia humana en su relación con el mundo. El modo en
que por lo común lo resuelve es mediante la exaltación de lo humano con respecto al resto de la
realidad, y muy especialmente con relación a la naturaleza.
En efecto, a pesar de que los primeros filósofos afirmaron que el principio explicativo de lo real
era un elemento natural (agua, aire, fuego, lo indeterminado, etc.), podemos afirmar que el
Occidente encuentra la clave de su comprensión del mundo a partir de dos autores: Pitágoras y
Protágoras. El primero da un salto teórico espectacular en la propia tradición occidental al afirmar
que el principio de lo real son los números (y, por ende, unos conceptos racionales), mientras
que el segundo acuña para nuestra cultura la lapidaria frase “el hombre es la medida de todas
las cosas”. A partir de la interpretación que se hace de ambos –fundamentalmente del segundo–,
se consolida en la mentalidad occidental la idea de que la naturaleza es un bien que está al
servicio del hombre, y que puede ser explotado adecuadamente para hacer que el ser humano
tenga una vida más plena y digna. Como puede verse, no sólo hay una escisión tajante entre
hombre y naturaleza, sino que además es una escisión que subordina uno de los elementos al
otro.
En los siglos posteriores, diversos fueron los factores que sirvieron para apuntalar esta escisión,
aunque entre ellos debemos tener en cuenta al derecho romano, que cimienta nuestra moderna
concepción del derecho a la propiedad, y el cristianismo, que asume literalmente el mandato
“creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla”. Estas ideas, lentamente acrisoladas en la
mentalidad occidental, ayudan a entender el éxito de la distinción sujeto-objeto que, desde el
comienzo de la Modernidad y hasta bien entrado el siglo XX, sirvió para ratificar la separación
entre el hombre y la naturaleza, que aparece como el “escenario” en que se da lo humano, como
algo objetivado (se entiende básicamente como “recursos naturales”), supeditado a la
racionalidad humana (pues el principio de lo real es algo de tipo conceptual, al alcance de la
inteligencia humana y manipulable a través de las teorías científicas y las prácticas
tecnológicas), y fundamento material para el progreso de la humanidad.
Por supuesto, esta constelación de ideas entra en agudo conflicto con la realidad de estas
últimas décadas: graves problemas ecológicos, ineficacia en el uso de esos recursos naturales, y
brechas cada vez más grandes entre sociedades ricas y pobres que evidencian el fracaso del
modelo moderno de progreso. Es este conflicto entre el modelo de la cosmovisión y el resultado
real de su praxis uno de los factores –si no el más importante– que obligan a replantear el modo
en que estamos concibiendo y aplicando culturalmente nuestra relación con la naturaleza.

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 LA CIENCIA AL SERVICIO DE LA SOCIEDAD
La ciencia es la mayor empresa colectiva de la humanidad. Nos permite vivir más tiempo y
mejor, cuida de nuestra salud, nos proporciona medicamentos que curan enfermedades y alivian
dolores y sufrimientos, nos ayuda a conseguir agua para nuestras necesidades básicas –
incluyendo la comida–, suministra energía y nos hace la vida más agradable, pues puede
desempeñar un papel en el deporte, la música, el ocio y las últimas tecnologías en
comunicaciones. Finalmente, aunque no por ello menos importante, la ciencia alimenta nuestro
espíritu.

 CIENCIA Y TECNOLOGÍA PARA UN DESARROLLO PERDURABLE


La ciencia y tecnología (CyT) son elementos clave del bienestar sustentable en las sociedades
modernas, ya que enriquecen el patrimonio cultural de las naciones y estimulan la capacidad
para innovar
que el conocimiento tecnocientífico es “fuente de autonomía y de creación de capacidades, [y]
puede ser un instrumento decisivo del desarrollo”. Reconoce que la ciencia y tecnología, deben
de utilizarse para satisfacer las necesidades básicas del ser humano como son: la salud, el
abastecimiento del agua, la gestión de los residuos, la gestión de energía, en la agricultura para
el abastecimiento de alimentos, entre muchos aspectos más Para lograr esto, actualmente se
advierte en la investigación tecnocientífica uno de los principales baluartes para el progreso de
las sociedades contemporáneas, constituyéndose en el principal material de insumo para el
impulso del desarrollo económico y social. Donde aunado a la innovación se ha constituido en el
medio para transitar hacia la transformación de todas las sociedades. El presente documento
tiene como fin brindar un aporte que examina la CyT para el desarrollo integral sustentable de la
sociedad, como también esboza los desafíos que esto plantea en un marco regional para
América Latina y el Caribe (ALyC).
CÓMO LA CIENCIA TRANSFORMÓ AL MUNDO EN 100 AÑOS Y POR QUÉ DEBEMOS
INVOLUCRARNOS, SEGÚN EL NOBEL VENKI RAMAKRISHNAN
Si pudiéramos transportar milagrosamente a las personas más inteligentes desde alrededor de
1900 al mundo actual, se asombrarían al ver que ahora entendemos cosas que desconcertaron
a los humanos durante siglos.
Hace poco más de cien años, la gente no tenía idea de cómo heredamos y transmitimos
nuestros rasgos o cómo una sola célula podía convertirse en un organismo.
No tenían idea de cómo empezaron las cosas, ya fuera la vida en la Tierra o el Universo mismo.
En estos días, gracias a descubrimientos fundamentales, podemos despejar o al menos
comenzar a develar esos misterios.
Eso ha transformado la forma en que vemos el mundo y, a menudo, nuestra vida cotidiana.
Gran parte de lo que damos por sentado hoy es el resultado de una interacción entre la ciencia y
la tecnología, con una impulsando a la otra hacia adelante. Ni los motores a reacción ni los
cohetes serían posibles sin el conocimiento de las leyes de movimiento de Isaac Newton, por
ejemplo.

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Hay grandes momentos en la ciencia, como el descubrimiento de la estructura del ADN que
cambió nuestras perspectivas. Pero incluso ese descubrimiento fue un hito que se basó en el
trabajo deCharles Darwin y Gregor JohannMendel y presagió la biotecnología de hoy en día en
la que todo el ADN de un ser humano, el genoma humano, ha sido secuenciado.
Eso a su vez nos ha dado la capacidad de descubrir cómo suceden las enfermedades genéticas
y, potencialmente, cómo solucionarlas.
Recientemente, los científicos pudieron modificar los genes de una niña para curar su cáncer.
Ya no somos una caja negra completa, aunque nuestra complejidad es tal que apenas estamos
empezando a comprender cómo nuestros genes regulan el cuerpo y cómo interactúan con
nuestro entorno.
Es probable que las tecnologías genéticas confronten a la sociedad con
cuestionamientos importantes sobre la manera en la que nos vemos a nosotros mismos y para
qué queremos utilizar nuestra mayor comprensión y capacidad.
Eso también es cierto de la teoría del Big Bang sobre cómo el Universo nació.
Hace cien años, misterios como la manera en la que el Universo llegó a existir estaban, para
muchos, firmemente bajo el dominio de la fe.
Estimulados por la observación de que el Universo no es constante, sino que las galaxias
siempre se están expandiendo, alejándose de las otras, pudimos determinar que el Universo
comenzó con un Big Bang a partir de un punto. Este conocimiento nos da una idea sobre la que
quizás sea la más importante de todas las preguntas:
¿DE DÓNDE VINO TODO?
La idea hace que nuestro pequeño punto azul parezca cada vez más pequeño, pero nuestra
búsqueda del conocimiento de lo que está afuera no muestra síntomas de un complejo de
inferioridad.
¿CUÁL ES EL VÍNCULO ENTRE EL SER HUMANO Y LA CIENCIA?
En la actualidad el ser humano no puede dejar de depender de los avances científicos y
tecnológicos. Las investigaciones han alcanzado grandes dimensiones y han repercutido
económica y socialmente. Por eso, se dice que se está viviendo una revolución científica y
tecnológica.
¿CUÁL ES LA FRASE MÁS IMPORTANTE DE TODA LA CIENCIA?
"Creo que es la hipótesis atómica (o el hecho atómico, o como quieran llamarlo) que todas las
cosas están hechas de átomos: pequeñas partículas que se mueven en movimiento perpetuo,
atrayéndose entre sí cuando están a poca distancia, pero repeliéndose cuando se les trata de
apretar una contra la otra".
¿CUÁL ES LA INFLUENCIA DE LA CIENCIA Y LA TECNOLOGIA EN LA SOCIEDAD?
La ciencia y la tecnología constituyen hoy un poderoso pilar del desarrollo cultural, social,
económico y, en general, de la vida en la sociedad moderna. ... Se entiende por ciencia a aquella
esfera de la actividad de la sociedad, cuyo objeto esencial es la adquisición de conocimientos
acerca del mundo circundante.
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CONCLUSIÓN
La ciencia ofrece esa libertad. Si nos dicen que una bola de rodamiento cae 19,62 metros en 2
segundos, todos lo podemos comprobar. Si nos dicen que tras la muerte vivimos sin cuerpo, no
se sabe dónde, hasta un juicio final que nadie dice cuándo puede tener lugar, no hay forma de
comprobarlo.
La ciencia nos permite a todos aceptar o rechazar las afirmaciones de los demás
comprobándolas nosotros mismos. Nos hace personas en vez de meros esclavos.
Hoy, muchas personas se dejan llevar por estafadores con labia, capaces de convencerlas de
que los huevos son cuadrados o que a las 12 del medio día es de noche. Son gentes que
buscan tronos, para ellos y sus familias, posiciones de poder casi eternas.

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REFERENCIAS:

https://www.bbc.com/mundo/noticias-41762804

https://prezi.com/ioah4tvzrgre/relacion-hombre-ciencia/

http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1024-94352001000100005

https://www.eleconomista.com.mx/tecnologia/inventos-cientificos-y-tecnologicos-20200207-
0064.html

https://www.uv.mx/cienciahombre/revistae/vol19num3/articulos/ciencia/index.htm

https://www.elmundo.es/blogs/elmundo/elporquedelascosas/2017/07/31/por-que-es-la-
ciencia-hoy-mas-necesaria.html

https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1575-18132008000500003

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