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A.

Markushevich

TEORIA DE LAS
FUNCIONES
ANALITICAS
Tome I

Editorial Mir Moscú


EDITORIAL M1R
\ . H. MAPKyüIEBWH

TEOPHH
AHAJIHTH^ECKHX (DVHKIIHII
TOM I IIA4AJIA TEOPMH

U3AAT£J12>GTBO «HAYKA» MOCHBA


A. MARKUSHEVICH

TEORIA
iD E L A S

FUNCIONES ANALITICAS

TRADUCIDO DEL RUSO

POR

EMILIANO APARICIO BERNARDO

CANDIDATO a DOCTOR EN CIENCIAS FISICO-MATEMATICAS,

CATEDRATICO DI¿ MATEMATICAS SUPERIO RES

EDITORIAL MIR
MOSCU

1970
CDU 517.5 = 60

Impreso en la URSS
Derechos reservados

J /a ucnaucKOM msuk *
PROLOGO Es sabido que las funciones analí­
DEL ticas se emplean con frecuencia
en distintas disciplinas teóricas y
TRADUCTOR aplicadas: en la teoría analítica de
ios números, ecuaciones diferencia­
les, geometría, hidromecánica, me­
cánica celeste, etc. El conocimiento
de los principios fundamentales de
la teoría de las funciones analíticas
es una premisa indispensable en la
educación matemática moderna.
Actualmente esta teoría se ba de­
sarrollado tanto que resulta difícil
abarcar en un solo libro todas
sus múltiples ramificaciones. Entre
las diversas obras que se han escrito
sobre esta disciplina, la «Teoría
de las funciones analíticas» de
A. I. Markushóvich posee una serie
de méritos particulares. En primer
tallar, abarca un amplio material,
dcdrtdo a lo cual se edita en dos
tomos. Por otra parte, es accesible
para aquel que no conozca aún
los elementos de la teoría de las
funciones de variable compleja y
desee emprender un estudio indivi­
dual de la misma. Además, consi­
deramos que es una de las obras
más completas y mejores de la teoría
on cuestión. Para poder compren­
derla basta con tener los conoci­
mientos que se exigen en los dos
primeros cursos de la Facultad de
Matemáticas de la Universidad.
Puede ser útil también para los
que preparan la tesis doctoral y
deseen especializarse en teoría de
funciones. Posiblemente, para al­
gunos lectores esta obra servirá de
punto de partida para ampliar sus
investigaciones sobre algún tema.
El autor expone en este curso
tanto los elementos de la teoría de
las funciones analíticas como sus
secciones modernas. Las demostra­
ciones de los teoremas y, en ge-
neral, las cuestiones más difíciles,
se analizan con todo detallo y de
manora muy razonada.
El libro contiene numerosos
ejemplos que, frecuentemente,
ilustran los temas que son objeto de
estudio. En muchos casos estos ejem­
plos desempeñan un papel decisivo,
comprobando que el teoroma estu­
diado pierde su valor en condicio­
nes más moderadas.
Al final del segundo tomo y como
apéndice, se incluye un artículo del
mismo autor «Sobre la baso en el
espacio de las funciones analíticas».
Los enunciados y teoremas expues­
tos f en él se deben también al
profesor Markushévich.
Al final de cada tomo se inserta
una amplia bibliografía sobre los
distintos problemas estudiados.
Esperamos que la edición espa­
ñola de esta obra sea bien acogida.
Al final del primor tomo de la pre­
sente edición española incluimos un
apéndice del traductor—«Seudopo-
linomios ortogonales»—en el que
so hace una generalización de los
polinomios de Legendro, expuestos
en el libro.
Quedaremos muy agradecidos
a todos aquellos que deseen dar­
nos su opinión acerca de la traduc­
ción.

E. Aparicio Bernardo
PREFACIO En el presente curso de «Teoría de
A LA las Funciones Analíticas» en dos
volúmenes se han recopilado las
EDICION lecciones dadas a lo largo de varios
ESPAÑOLA años por el autor en la facultad
Mecánico-Matemática de la Uni­
versidad Lomonósov de Moscú.
Abarca con suficiente amplitud la
teoría de las funciones de una varia­
ble compleia, incluyendo las
transformaciones conformes, inter­
polación de las funciones por poli­
nomios, elementos de la teoría
de las funciones armónicos y subar­
mónicas, fundamentos de la teoría
de las funciones enteras y mero-
morfas, el concepto de superficie de
Riemann y prolongación analítica.
El lector que desee estudiar I09
importantes problemas de la teoría
moderna de las funciones analíticas
de varias variables complejas de­
berá' consultar otros libros.
El autor espera que su obra será
útil para los que deseen estudiar
una de las partes más interesantes
del análisis clásico y de la teoría
de las funciones.
Es para mí sumamente grato que
a las ediciones en ruso, inglés
y chino venga ahora a sumarse esta
edición en uno de los idiomas uni­
versales, como es el español.
Aprovecho la ocasión para ex­
presar mi sincero agradecimiento al
traductor, E. Aparicio, por su esme­
rada y competente traducción.

A. Markushévich
INDICE

CAPITULO PRIMERO
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
§ 1. El objeto de la teoría 11
§ 2. Los números complejos 16-
§ 3. Conjuntos y funciones. Teoría de limites. Las funciones
continuas 24
§ 4. Conexividad de los conjuntos. Curvas y recintos 51
§ 5. El infinito. Proyección estereográfica y plano ampliado 68-

CAPITULO 8EOUNDO
LA DERIVABILIDAD Y SU SIGNIFICADO GEOMETRICO.
LAS FUNCIONES ELEMENTALES
§ i. La derivada. Condiciones de D'Alombert — Euler 85-
§ 2. Significado geométrico de la derivada. Transformación
conforme 06
r $ 3. Polinomios. Función exponenclaL Seno y coseno 103-
§ 4. Funciones racionales. Función homográfica. Geometría
de Lobachevski. Funciones trigonométricas 128>
§ 5 Funciones multiformes elementales 175

CAPITULO TERCERO
INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS
§ 1. Curvas rectificables. Integrales 206
§ 2. Teorema integral de C&ucby 216-
$ 3. Integral de C&uchy. Fórmulas de Y. Sojotski 250
§ 4. Series de funciones y productos infinitos 271
§ 5. Series de potencias. Relación con las seríes de Fourler.
Desarrollo de una función analítica en serie do potencias 292
§ 6. Unicidad- ¿-puntos de una función analítica. Principio
del módulo máximo. Puntos singulares del elemento do una
función analítica 31 >
§ 7. Métodos de dosarrollo de las funciones en series de
potencias. Comportamiento do la serio de potencias en
la frontera del círculo de convergencia 347
JO INDICE

CAPITULO CUARTO
DIVERSAS SERIES. RESIDUOS. FUNCIONES INVERSAS
E IMPLICITAS
§ 1. Principio de compacidad v 380
§ 2. Serio de Laurent. Serios de Dirichlot. Teorema de Runge 392
§ 3. Puntos singulares aislados. Residuos. Principio del
argumento 416
§ 4. Aplicación de la teoría de los residuos al desarrollo de las
u ncionos en seríes. Interpolación 450
§ 5. Funciones inversas e implícitas 476
Apéndice del traductor 499
Bibliografía 502
Indice alfabético 507
CAPITULO
PRIMERO

CONCEPTOS
FUNDAMENTALES

§ 1. EL OBJETO DE LA TEORIA
1.1. La disciplina matemática que se expone en este iihro lleva
dos denominaciones: t e o r í a d e l a s f u n c i o n e s a n a -
l í b i c a s y t e o r í a de l a s f u n c i o n e s de v a r i a ­
b l e c o m p l e j a . Cada una de éstas está justificada.
Una función de variable realt definida en cierto intervalo (a, ó)
se llama a n a l í t i c a en un punto x„ de este intervalo, si en nn entorno
de esto punto la función se puede expresar en forma de la suma de
una serie de potencias convergente, dispuesta según las potencias
de x — x0:
a0-\~at(x — x0) + a2(x — x0)* + . . . + a„(x—x0)"-{- ..
Una función quo es analítica en cada uno de los puntos del inter­
valo se llama analítica en este intervalo. Todas las funciones ele­
mentales que se estudian en el análisis son analíticas en toda la
Tegión de su definición, a excepción, posiblemente, do algunos pun­
tos. Por ejemplo, un polinomio Pm (x) = a0 4- axx + . . . + amxm,
la función exponencial ¿x, las funciones trigonométricas (son x
y eos x), son analíticas en todos los puntos, puesto que para cual­
quier Xq subsisten los desarrollos:
¡>m (X) - p m ( * , ) + - (*—* ) + . . . + (x -x ^ r.

e* = e*» + - ^ ( x —x<,)+ . . . (*—*#)"+•

sen x = sen x<>-i----^ —*o) + • • • ’ n] ( x - x 0) " + . . . .

senxo eos (x0+ )


eos x —eos Xo 1! (x—x0) + . . . «I (x—x0)n-b • • • ;
12 GAP. J CONCEPTOS FUNDAMENTALES

la función •—-j- es analítica para x ^ a %puesto que


1 1 1
a—x0 * —XQ
1— « — Xq

a—xq -— j r (* - * o ) + • • • + -? — >s r r <*-**>” + • • • •


si xo¥=a y - t — ^- I < 1 ; la función es analítica para s ^ O ,
I a—*0 I
puesto que

= *o-í— t (x ~ xo) + • ' •


n]’X0
X (x —ar0)nH“

si x o ^ O y | ~X [ •< f ; la función lnx es analítica en todo el


campo de su definición, puesto que
inx —Ina^ + ln f\ 1 -f Xq l/ = ln Xq-f —
Xq {x — Xq) —
— é f < * -* )■ + • • • + ( - i r i -¿ñ-

si i | > O y |-~ ¿ -X|1 [< * » otc-


Como el resultado de las principales operaciones algebraicas
y analíticas (suma, resta, multiplicación, división, derivación
e integración), efectuadas con las series de potencias, se expresa
también, generalmente *), por una serie de potencias convergente,
es posible hacerse ahora una idea de la amplitud e importancia de
la clase de las funciones analíticas. En realidad, su importancia
es todavía mayor puesto que son también analíticas, en los corres­
pondientes intervalos, por ejemplo, las funciones analíticas de
funciones analíticas, las funciones inversas a las analíticas, las
funciones que satisfacen a una ecuación de la forma
P0 (X) + ( * ) / < * ) + . . . + Pn (* ) [ / ( * ) r = 0

*) En el caso de la división, Bon excepcionales solamente los puntos ais­


lados eü los quo se anula el divisor.
s 1. E L OBJETO DE LA TEORIA 13

■(ecuación algebraica de grado n con respecto a f (x)) o a una ecua­


ción de la forma
Po (*) / (*) -4-Pl (*) + • • • ■‘rPn (x) = q(x)
(ecuación diferencial linoal de orden n con respecto a / (a:)), donde
p0 ( x ) , . . ., pn (x), q (x) son funciones analíticas.
Por lo tanto, no os de extrañar que todas las clases más importan­
tes de funciones que aparecen en el análisis clásico y en sus apli­
caciones a los problemas de mecánica y física, sean analíticas
a excepción de algunos puntos s i n g u l a r e s de estas funciones.
De aquí se deduce la extraordinaria importancia que tiene un
estudio especial de las propiedades generales de las funciones ana­
líticas.
1.2. A posar de lo amplia que es la clase de funciones analíticas,
ésta forma solamente una parte regular de la clase de funciones
i n f i n i t a m e n t e d e r i v a b l e s (o sea, de las funciones
que poseen derivadas de cualquier orden). Aquí demostraremos la
siguiente proposición: una función f (x), definida en un entorno de
un punto x0, es analítica en este punto cuando, y sólo cuando, se cum­
plen las condiciones:
1) ésta es indefinidamente dertvable en cierto entorno de este puntot
2) existen unos números positivos ó y M tales, que para cualquier x
del intervalo (x0 — ó, x0 -1- ó) y para cualquier natural fc, se verifican
las desigualdades:
| / “‘, (* ) |< M - g - . (i.2:l)
D e m o s tr a c ió n . Las condiciones son necesarias. En efecto,
si f(x) es analítica en el punto x0, en cierto intervalo (x<>—p,
x0-{-p) se expresa por una serie de potencias
/(x)=*ao-4-ai (x—x0) + . . . +U/»(x—s0)n4- • ■• . (1-2:2)
que, com<? es sabido por el análisis, admite derivación término a
termino la cantidad de veces que se desee, de modo que existen
derivadas de cualquier orden k f expresables también por series de
potencias:
/"■'(*) = k\ ah + (*+ 1i>)1 (* _ *0) + <*+«'*♦» ( * _ * „ )» + ...
(1.2:3)
(| x —x0] ■< p). Fijemos ó de manera que sea: 0 <. 2Ó < p. Entonces,
la serie (1.2:2) convergerá ¡para x = xo + 2Ó; por consiguiente,
lim a»(2ó)n = 0, de donde se deduce que La sucesión {an (2Ó)n} es
14 CAP. I CONCEPTOS FUNDAMENTALES

acotada, o sea,
|a„(2ó)n | < A r (* = 0, 1, 2, . . . ) • (1.2:4)
Acotemos ahora | / (h)(a;)| en el intervalo (ar0—ó, x0+ ó); apli­
cando (1.2:3) y las desigualdades (1.2:4), obtenemos:
I/im(x)1< a i |o >I + 6 + J *.± 2M.i a»^i a»+ . . .

.. <fc!
M' (*+1)1 iV ¿ J (fc+2)! M'
(26)'* 1! (26)'*+‘ 21 (26)h+*
k \M 'r . , * + l (7~, (*+l) (* + 2) I , n
yrL1 ^ - ii“ \T+ ---- 2 !
2*6'* W+ ••J
MM' 11 __ iM\-{h+n .2 M f k\
“ 2'*6“ V 2/ 6k
Ahora no quoda más que poner 2M ' — M para obtener las desi­
gualdades (1.2:1).
Demostremos que las condiciones del teorema son suficientes.
Sea / (r) una función indefinidamente derivablc en el intervalo
(*0 — ó, ar0 -h ó), y supongamos que se cumplen las desigualdades
(1.2:1). Escribamos / (z) según la fórmula de Taylor con el tér­
mino complementario en forma de Lagrango:
/< * > » /(Zq) + L & l ( x - z 0) + . . . ■+/<(7 ^ | ^ ) X

X (j - * o)b-*-I- “ (1. 2:5)


Se tiene:

y, por consiguiente, el término complementario tiende a cero


cuando rc ^ o o , si \ x —ar<>|«<0. De esto se deduce que en el
intervalo (x0—ó, x0-í-ó) la función f (x) se expresa en serie de
potencias:
Ux) = /<x0) + O p->(;e- * o ) + . . . + & $ * (* -a * )k+ • .. .
es decir, es analítica en el punto x 0.
El criterio de analiticidad establecido en este teorema es satis­
factorio en el sentido de su detorminabilidad absoluta y su per­
fección. Sin embargo, resulta muy incómodo para las aplicaciones,
asi como para las cuestiones teóricas, puesto que está basado en el
conocimiento del comportamiento de las derivadas de c u a l ­
q u i e r orden en cierto entorno del punto dado (desigualdades
( 1 .2 :1).
i 1. EL OBJETO DE LA TEORIA 15-

1.3. El mérito de Caucliy consiste en haber desarrollado los


fundamentos de la teoría general de las funciones analíticas saliendo
al campo de la variable compleja. Para las funciones analíticas
esta salida se efectúa de un modo simple y natural. No hay más que
generalizar los principios básicos de la teoría do límites al campo
de los números complejos y observar que la serio
0o+ 0| (#—2o) + • • • + 0« (a—£o)n + .. . ,
que es convergente para todos los valores de la variable real x que
cumplen la condición | x — x 0 | < p, sigue siendo convergente tam­
bién para todos los valores de la variablo compleja z = x + iy que
cumplen la condición | z — x 0 | < p y, por consiguiente, dotorrnina
una función de la variable compleja z que se puede considerar como
la p r o l o n g a c i ó n (o generalización) de la función anal!tica
de variable real al campo de ios números complejos. Ya hace mucho
que so empleaban prolongaciones de este género. Estas son bien
conocidas en el álgebra para el caso de polinomios donde, por cierto,
no se necesitan estudiar las cuestiones do convergencia, sino que
es suficiente establecer las reglas de las operaciones algebraicas sobre
los números complejos, y también en el curso de análisis, por ejem­
plo, para el caso de la función exponencial e*, donde de un modo
semejante se deduce la fórmula clásica de Euler
elx = cosa;+ ¿sen x.
El mérito histórico de Cauchy, mencionado anteriormonto, nn
radica en que él comenzó a reemplazar en las series de potencias
la variable real x por la variable compleja z. Esto ya lo hacían
antes, en el siglo XVIII. Su mérito consisto en quo Cauchy fundó
una teoría sistemática de las funciones de variable compleja, seme­
jante a la teoría de las funciones de variable real (aquí tenemos
en cuenta el análisis clásico), que incluye la teoría de límites, el con­
cepto de descontinuidad, la derivada, la integral y la teoría do
series. Con esto, quedó claro el hecho fundamental de que el concepto
do función de variable compleja, analítica en un recinto (?, es decir,
de función que admite una representación de la forma
/ ( z ) = 0o + fll (2 — zo) + • • • + fln (2 “ “ 2o)n + • • • ( 1. 3 : 1)
en cierto entorno de cada punto z0 del recinto (todos los números quo
figuran aquí son complejos y, en particular, reales), coincide total­
mente con el concepto de función derivable en el mismo recinto.
Uno de ellos implica ol otro, y la existencia de la derivada primera
de la función / (z) da lugar a que la función sea desarrollablo enserio
de potoncias. Ya se vio en el apartado 1.2 lo complicada que es la
relación entre la derivabilidad do la función y su analiticidad cuando
nos limitamos solamente a valores reales de la variable indepen-
GAP. 3 CONCEPTOS FUNDAMENTALES

diente. La salida al plano complejo tione también muchas más ven­


tajas ante el estudio de las funciones en el campo real solamente.
En particular, aquí se observa que las propiedades de analiticidad
so pueden caracterizar también muy sencillamente considerando
la integral de la función compleja / (z), o estudiando sus desarrollos
en series de polinomios arbitrarios, etc.
Esta pluralidad de propiedades y relaciones simples entre ellas
sirven de verdadero fundamento de la teoría de las funciones analí­
ticas de variable compleja, llamada también frecuentemente teoría
de Las funciones de variable compleja. Desde luego, las conclusiones
•obtenidas acerca de las funciones analíticas de variable compleja
.aclaran también, particularmente, las cuestiones referentes a las
funciones analíticas de variable real en las que se convierten las
primeras funciones cuando ios números a 0« . . ., an, . . ., z0, en la
•expresión (1.3:1) son reales y a la variable z se le atribuyen valo­
res reales.
El p r e s e n t e cur so est á d e d i c a d o a la t e o ­
r í a de l a s f u n c i o n e s de v a r i a b l e c o m p l e j a .

§ 2. LOS NUMEROS COMPLEJOS


2.1. Se suponen conocidos por el curso de álgebra *) los n ú ­
m e r o s c o m p l e j o s , su representación geométrica y las ope­
raciones con los mismos. Para facilitar la lectura, haremos aquí
un resumen de las definiciones y conclusiones fundamentales rela­
tivas a los números complejos.
Todo número complejo os de la forma a -1- 6£, donde a y b son
números reales. El primero de ellos se llama p a r t e r e a l , y el
segundo, p a r t e i m a g i n a r i a del número complejo. Desig­
nando a -h bi mediante c, escribiremos:
a = Kec y ft = lmc,
•donde Re son las primeras letras de la palabra latina realis (real)
o lm son las primeras letras de la palabra imaginarius (imaginario).
Dos números complejos se suponen iguales cuando, y sólo cuando,
son iguales las partes reales e imaginarias por separado. Un número
complejo con la parte imaginaria igual a cero: c => a -+■ O í, se
•escribe así: c = a, y se identifica con el número real a. En particular,
el número 0 -f se identifica con el cero. Por lo tanto, los núme-
ros reales representan un caso particular de los complejos. Un número
•complejo con la parte real igual a cero: c = 0 -}- b i t se escribe
así: c = bi. Si también b = 0, entonces, c es como antes igual a cero
{a = b = 0). Si b 0, el número c se llama i m a g i n a r i o
•) A. K u r o s c h , Curso de álgebra $uperior9 Editorial MIR, Moscú, 1968.
$ 2. LOS NUMEROS COMPLEJOS 17

p u r o . En particular, cuando b = 1 resulta l a u n i d a d i m a ­


g i n a r i a : 1-i = i. En general, un número compiojo a -f bí
sollama i ni ag i na rio , si su parle imaginaria es distinta rio cero. Por
lo tanto, los números imaginarios puros representan un caso parti­
cular de los imaginarios (que corresponden al caso, en que la parle
real es igual a cero).
Los números complejos forman un c a m p o *). Esto significa
que para ellos están definidas las operaciones de sumar y multi­
plicar, cumpliéndose las leyes conmutativa, asociativa y distributiva

(para la mullíplicación con respecto a la suma), y adornas, para


la suma existe la operación inverna: la resta, y para la nniltiplica­
ción, la operación inversa: la división. En otras palabras, las ecua­
ciones a 4- x = b y a-x *= b siempre tienen solución con respecto
a la incógnita x (esto último con lá condición complementaria de
que a =?*= 0).
Los números 0 y 1 se llaman c e r o , y u n i d a d , respectiva­
mente, del campo de números complejos. Desde el punto do vista de
las operaciones en el campo de los números complejos, todo número
imaginario puro bi puede sor interpretado como el producto del
número roal b por la unidad i ipaginarla ¿, y toflo número complejo
a - j - biy como la suma del número teal ¿ y eí número imaginario
puro bi.
2.2. Lo más sencillo para representar geométricamente los núme­
ros complejos son I03 puntos o los vectores del plano, en el que se
ha elegido un sistema cartesiano "de coordenadas rectangulares.
Por imagen geométrica del número complejo c = a 4- bí se puede
tomar con igual ventaja, tanto ol punto de abscisa a y ordenada b
(011 este caso, el número a -f bi se Uamp a f i j o de osle punto,
que proviene de la palabra latina aff ixu$- que significa, sujeto a algo)
como el vector cuya proyección sobre el eje dé abscisas es igual
n a y su proyección sobre el ejo do ordenadas, igual a b.
*) O sea, un cuerpo conmutativo. (Nota del T.)
2-1100
18 CAP. I CONCEPTOS FUNDAMENTALES

Empleando ol idioma geométrico se puede hablar entonces del


punto o del vector, en lugar de hablar del número complejo corres­
pondiente.
Conservando para la abscisa y ordenada las designaciones ordi­
narias x c y, escribiremos frecuentemente los números complejos
en la forma z = x + iy. Él plano, cuyos puntos (o vectores) se
utilizan para representar geométricamente a los números complejos,
lo llamaremos p l a n o c o m p l e j o , o bien z-p l a ñ o ; el eje
de abscisas, e j e r e a 1, y ci eje de ordenadas, e j e i m a g i ­
n a r i o . Está claro quo los números reales se representan por puntos
dol eje real (o por vectores paralelos al mismo); los números imagi­
narios puros, por puntos del eje imaginario (o por vectores paralelos
al mismo), y, en general, los números imaginarios, por puntos no
situados en el eje real (o por vectores no paralelos al mismo). Si
un número complejo es diferente de cero, su punto determinativo
es distinto del origen de coordenadas. En este caso, para su determi­
nación, además de las coordenadas cartesianas x e y pueden utili­
zarse también las polares; el radio vector r > 0 y el ángulo polar cl>
(que se determina salvo un entero arbitrario, múltiplo de 2jt).
Con respecto al afijo del punto z — x -1- iy, estos números se lla­
man m ó d u l o y a r g u m e n t o , respectivamente, y se desig­
nan del siguiente modo:
r —-1z (P=A rgz.
Para z — 0 el módulo es igual a 0, mientras que el argumento
no está definido (carece de sentido).
Como, evidentemente,
x = rcos<D e y = rsen<D,
so tiene
z x + iy = r (eos <1) -j- i sen O).
Hemos obtenido la expresión de un número complejo en coorde­
nadas polares (o, como suele decirse, la f o r m a t r i g o n o ­
m é t r i c a del número complejo). Es comprensible que el módu­
lo de un número complejo es al mismo tiempo la longitud del vector
que representa a este número,, mientras que el argumento, es ol
ángulo que forma este vector con la dirección positiva del eje real
(determinado, como siempre, salvo un entero arbitrario, múltiplo
de 2n).
Entre los valores del argumento del número z 0, existe uno,
y sólo uno, comprendido entre —Jt y -f-Jt (posiblemente, incluyendo
este último valor). Este se denomina v a l o r p r i n c i p a l
d e l a r g u m e n t o y se designa mediante arg z. Así, pues,
— ji < arg z < n
s 2. LOS NUMEROS COMPLEJOS 19

y
Argz = argz-|- 2nn,
donde n recorre todos los números enteros (0, ± 1, zt 2, ...) .
Señalemos las relaciones:
|z | = ]/** + {/*,
lg (arg z) = - j - .
De esta última se puede sacar la conclusión que el arg z coincide
con uno de los valores de Arctg ~ . Designando el valor principal
de Arclg -y- , o sea, el valor comprendido entre - y y j (incluyendo,
posiblemente, este último), mediante arctg -7-, tendremos:
arg z = arctg -j£- , si X > 0,
arg * —n + arclg - j - , si x < 0, y > 0,
arg z — — ji —arctg — , sí * < o , y < 0,
n si x = 0, y > 0,
a r g í= T ,
a rg z = - f , si 3 = 0, y < 0.

Los números complejos x + iy e x — iy se llaman c o n j u ­


g a d o s (entre sí). Estos se representan por puntos simétricos con
respecto del eje real, y son iguales entre sí sólo cuando son nú moros
reales. Si x -f iy — z, el número conjugado con éste se designa
mediante z: x — iy — z.
Como el conjugado con x — iy es x + iy, resulta (z) = z.
De la definición misma do números conjugados se deduce que sus
módulos son iguales y los valores de sus argumentos se obtienen
uno del otro permutando sus signos, o sea, son opuestos. Obsérvese,
por otra parte, que si z = x < 0, entonces, z — x < 0, y los valores
principales do los argumentos de los números z y z son iguales
entre sí:
argz = argz = n.
2.3. Las operaciones sobre los números complejos se efectúan
según las siguientes reglas:
+ *s = (*i+ x2) + i (yi+yz),
•*2 = (XiXz —VlVi) + i + XtU,),
2*
20 CAP. I CONCEPTOS FUNDAMENTALES

de donde so obtienen las reglas para las operaciones inversas:


—*2= (*l —*l) — i (.Vi —Vi).
*|J3-r»igj¡ , , JaPi—J|g 2 (zj —y‘ =5É=0).
*? + gS i"
Si los números complejos z, y z2 vienen expresados ou coorde­
nadas polares
z4= rA(eos el), + ¿s e n <l)t), z2—■r2 (eos <D2-i- i son <l>2) ,
las reglas de la multiplicación y división proporcionarán los
siguientes resultados:
z{•z¿ rxrz [eos (cD, + C>2>-j- i sen (CDj + <I>2)],
-r-
*2'
- r2
lcos (^i —^ 2) + i sen (<Di —<1>2)1 (r2=£ 0).
os decir, al multiplicar dos números complejos se multiplican sus
módulos y se suman sus argumentos, mientras que al dividirlos
se dividen sus módulos y se restan sus argumentos.
Todas estas operaciones tienen un significado geométrico sen­
cillo. Representando zt y z2 Por vectores del plano complejo sacamos
la conclusión de que la suma zx -f- z2 se representa por la diagonal
del pnrolelogramo construido sobre los vectores z¡ y z2. Para repre­
sentar geométricamente la diferencia es conveniente representar
los punios zt y z2 por puntos (o, lo que al fin y al cabo se reduce
a lo mismo, por vectores que parten del origen de coordenadas).
Entonces, la diforencia z¡ — z2 se representará por un vector cuyo
•origen coincide con el punto z2 y 311 extremo, con el punto Zj. Do
■aqirí se deduce que el módulo d e ' ^ ‘diferencia | zx — z2 | es igual
a la distancia entre los puntos zx y z2; esta observación resulta muy
útil. En particular, la ecuación | z — z0 | = p representa una cir­
cunferencia con centro 011z0 y de radio p; la desigualdad. | z — za | *< p
representa el interior do esta circunferencia. .
.... La suma de unos cuantos números complejos se representa por un
vector que cierra la poligonal construida con los vectores que repre­
sentan a los sumandos.
Mediante el significado gcojffitélrico indicado de las operaciones
de adición y sustracción (o bien, directamente, es decir, de un modo
puramente nlgobraico) se establecen unas desigualdades muy impor­
tantes que permiten acotar el módulo de la suma o el módulo de la
diferencia de números complejos. Estas son:
|*i + *2 * ■• • -+ * * |< |* i| H zzH - • • •
.. I*1—*aa1 >11 *í| — |*a|l-
§ 2. LOS NUMEROS COMPLEJOS 21

En cada una de estas desigualdades se alcanza el signo de igual­


dad cuando, y sólo cuando, los argumentos de los números complejos
3,, z2, • ■•» hi «on iguales entre sí, es decir, cuando los vectores
correspondientes son paralelos a una misma recta y llevan una m ism a
dirección.
Obsérvese que, para expresar el módulo de la suma de unos cuan­
tos números complejos por estos números. írecubn temen te proceden
del siguiente modo. De la regla de multiplicación de los números
complejos se deduce que z-z = x* -f y2 = | z | 2, os decir, | z | —
= V -h y2*). Haciendo aquí z =* zx -f- z2 -t- . . . j- Y obser­
vando que onlonces z = zx~r z2 -\- . . . + zh, obtenemos:
] Z | — |Z i - |- Z 2 - | . . . 'I Zn | ^ V - f ( Z , - [ - Z 2 -l- . . . 4 - Z „ ) ( Z , -\ Zs + . . . - ~ Z n).

Este es el resultado que se necesita.


El significado geométrico de la multiplicación se observa ionio
dlatamente de la regla enunciada anteriormente. Precisando, el
vector que representa •ni producto z, z2 se oblicuo del vector z,
haciéndole girar un ángulo igual a Arg z2 (es decir, igual a uno de los
valores de A rgz2), y alargándolo, o sea, cambiando su longitud
| z2 | veces. En particular, a la multiplicación por un número com­
plejo z2, cuyo módulo es igual a la unidad:
z2= eos 0 2 4- i son
corresponde solamente una rotación del vector z¡ alrededor del
origen do coordenadas on el ángulo <t>2.
De un modo análogo se interpreta el significado geométrico de
la división. De las reglas de sustracción y división se deduce inme­
diatamente que el ángulo bajo el que se ve desde el punto z0 ol par
de puntos zt y z2, es igual (salvo un entero múltiplo de 2ji) al argu­
mento del cociente de Jas diferencias zt — z0 y z2 — z0

Aquí liemos tomado z¡ — z0 por dividendo y z2 —z0 por divisor.


Esto corresponde a suponer que el ángulo con el vórtice on el punto
z0 se calcula desde el vector z2 — z0 hasta el vector Zj — z0 on direc­
ción contraria a la del movimiento de las agujas del reloj.
Detengámonos, finalmente, en las operaciones de elevación a po­
tencia y extracción de raíz. Como ordinariamente, por potencia de
un número complejo z, siendo natural el expononto n, se entiende
el producto de n factores, cada uno de los cuales es igual a z.

*) Medíanle y +r designamos el valor positivo do la raíz de grado n del


número positivo r, os decir, el valor aritmético de la raíz.
22 CAP. I CONCEPTOS FUNDAMCKTAL.ES

Si
z = r (eos O i son <!>),
de aquí se deduce que
zn —r" (eos n<l>+ i sen n<I>);
para r = 1, obtenemos:
(eos U) -h i sen <D)n = eos n<S>-\- i sen
que es la f ó r m u l a d e M o i v r e .
El lector puede convencerse fácilmente de que la regla de ele­
vación a una potencia (en particular, la fórmula de Moivre) con­
serva su valor también para cualquier exponento entero m, si se hace
* •“ * y r m = - ^ .

Se llama raíz yr z de grado n (n es natural) del número com­


plejo z cualquier número complejo £ que satisfaga a la ecuación

Si z = 0, se tiene J = 0. Si z ^ O , haciendo las notaciones


z 5= r (eos <D+ i sen (D) y g = p (eos A + i sen A), obtenemos:
pu (eos nA -f i sen nA) = r (eos -i- i sen <D),
de donde
pn = r, p = í/"+ 7
y
= <D+ 2kn = Arg z, A =
Por consiguiente,
£ = V z = V + r (eos Ar** -f- i sen •
Para unos mismos valores de z y n se pueden obtoner distintos valo­
res de la raíz, tomando valores del Arg z que se diferencien entre
sí on 2knt donde A: no es divisible por n. Por ejemplo, considerando
los siguientes valores del Arg z:
argz, a r g z r 2n, . . . . a ig z - f2 (rc— 1) ji»
hallamos n valores distintos de la raíz, con los cuales se agotan
todos sus valores posibles, puesto que cualquier valor del Arg z
se diferencia de uno de Los elegidos previamente en un número
de la forma 2/nroi, donde ni es un número entero. Así pues, la raíz
de grado n del número z tiene n valores distintos (siendo z 0),
8 2. LOS N U M ERO S C O M P L E JO S 23

quo están contenidos en la fórmula:


n . í ‘7 i l ( c o S A a i - + ÍSc a ^ i i ) .
Al valor de ¡Vz, igual n

llamaremos v a l o r p r i n c i p a l de la raíz y lo designaremos


mediante +z (cuando z es un número roal positivo, su valor
principal coincide con el valor aritmético).
Como Arg z — arg z + 2nw — arg z H- Arg 1, se tiene:
»» r - « n —I / arg s + A re l . . ^ arg s-}-Arg i \
|/ z - Y »l«|(c(w g- » . + *scn-> n * •) =

X ( c o s -^ S l + ís e ii-^ -! -) =

o sea, lodos los valores de z se pueden obtener del principal mul­


tiplicando este último por los valores distintos de la raíz del mismo
grado de la unidad.
Finalmente, introduzcamos la potoncia con un oxponente racio­
nal arbitrario haciendo por definición:

(m es un número entero, n es natural, m y n son primos entre


sí). Lntonces, tendremos:

Z» = | v A z \ [ C0S ~ T ~ “ vf— ] }

= 0 C í * l ) m- (cos-^-A igs + íscn — A rgz) .


IR

Si convenimos en entender p o r|z | ’1 el número positivo y +|z|m,


la última relación se escribe así:
wt m
ZT‘ = 121* (cos“7f Arg 2+ íSfii Argz j .
Proponemos al lector comprobar que la dcíinición de potencia
con exponente racional mediante la igualdad

es equivalente a la anterior.
24 CAP. I CONCEPTOS FUNDAMENTALES

$ 3. CONJUNTOS Y FUNCIONES. TEORIA DE LIMITES.


LAS FUNCIONES CONTINUAS
3.1. A continuación, hablando do números complejos, empleamos
el idioma geométrico. Por lo tanto, el estudio de diversos conjuntos
de números complejos se reduco al estudio do distintos conjuntos
do puntos en el plano.
Sen jtí un conjunto de puntos del plano z. Suponemos que éste
no es vacío, es decir, que contiene al menos un punto y que, en gene­
ral, es un conjunto infinito de puntos. Si a cada punto z £ E*)
se lia puesto en correspondencia algún conjunto de puntos no vacío
&z, se dice que en E está definida (o determinada) una f u n c i ó n
para la cual las puntos z 6 E representan l o s v a l o r e s d e 1 n
v a r i a b l e i n d e p e n d i e n t e (o del argumento) y los pun­
tos do # x, l o s v a l o r o s d o l a f u n c i ó n . Por ejemplo,
Arg z os una función definida en el conjunto de todos Jos puntos del
plano, distintos de cero, y el conjunto está formado aquí por
los números arg z -p 2/bi {k = 0, ± 1, =fc2, . . .).
En nuestra definición se supone que, en general, las funciones,
son m u l t i f o r m e s. Si cada contiene solamente un punto,
obtenemos una función u n i f o r m e .
Designemos los valores do la función mediante w = u + iv.
Entonces, las funcionas definidas en E se pueden representar en la
forma w = / (z), w —F(z), w = <p (z), . . . (z £ E)\ por cierto, la
indicación del conjunto E se puede omitir siempre que esto no dé
lugar o incoinpresiones. Como z toma valores complejos que, gene­
ralmente, son imaginarios, se dice que so trata de funciones de
variable compleja.
Particularmente, lodos los valores de la función pueden ser
reales: w — u (o — 0). En esto caso, la función de variable compleja
puedo considerarse como una función de dos variables reales, x e ?/,
que toma valores reales u. En efecto, si al complejo z = x -| ¿y
se ha puesto en correspondencia el número (o los números) /*, esto
significa que al par de números realas x e y se lia puesto en corros-
ppndencia el número real u.
Veamos el caso general. Como todo número complejo w se doler-
mina por su parte real u y su parte imaginaria vs definir una función
w — f (z) en el conjunto E significa definir en este mismo conjunto
dos funciones do dos variables reales x ey: u = (z, y), v = i|> (¿t, y).
Kocíprocainento, si en el conjunto E están definidas dos funciones
u = <p (x, y) y v — (x, y), que toman valores reales una inde­
pendientemente de la otm, entonces, queda definida también una

*) Escribimos i ^ £’ para decir que z es un punto del conjunto E (z perte­


nece a E).
§ 3. CONJUNTOS Y PUNCIONES. TEORIA DE LIMITES

función compleja:
w = U +’iv=*ip(xt y) + ¿i|>(x, y) = f(z).
Por ejemplo, teniendo la ítinción do variable compleja
w = z2 —(x -f ly)z = z- —y - -h 2-rzj/,
tenemos a la vez también dos funciones reales de x e y:
u= x*1— yz y 2xy.
A las dos funciones reales: u —x 2—y2, v — correspondí*
la función de la variable compleja z = x-\- iy:
w = ti -j- iv — (x2—yz) -|- ¿e**+3v* = f(z).
listas observaciones muestran que toda la teoría do la función
de la variable compleja z se podría interpretar como la tooria de los
pares do funciones de dos variables reales x o y. A veces, utilizaremos
esta interpretación.
Do lo anterior so deduce que el concepto do función real de dos
variables reales es un caso particular del concopLo de función de
variable compleja. Del mismo modo, el concepto de función real
do una variable está contenido en el concepto de función de variable
compleja como un caso particular. Para obtenerlo, es suficiente
suponer que ol conjunto J£'estn situado en el eje real (entonces,
z = x) y que los valores de la función son números reales (w — u).
A continuación, hablando de funciones tendremos en cuenta tas
funciones do variable compleja.
3.2. Supongamos que E es el conjunto de todos los números natu­
rales: 1, 2. 3, 4, . . /i, . . . Toda función uniformo definida en E
se llama s u c e s i ó n , y sus valores, términos de la sucesión.
Designóndolos mediante wl% wnJ . . do inodo que wn
corresponde al valor z ~ «, denotaremos la sucesión mediante el
símbolo {u?,,}. Si /ct, A:2, /í3i . . . es algún conjunto infinito de núme­
ros naturales (distintos entro sí), los términos correspondientes de
la sucesión {zz>n} : wft\< wlt^ wit9..........wknt . . ., forman una nueva
sucesión {!*>*„} que, con respecto a la sucesión {u;n} so denomina
s u c e s i ó n p a r c i a l (o contenida en {«>„})• Así, por ejemplo,
U?l, , . . ., Wzh -I» • • •» Us2' ^4» M’é. Wg, . . ., !#2Jn • • •• ^ 1» ^*4»
u?u, . . ., wun . . . . son distintas sucesiones parciales de la suce­
sión {irn}.
Sea z0 algún punto dol plano. Cualquier círculo que contenga
en su interior a este punto, se llama e n t o r n o del mismo. En
particular, todo círculo con centro en z0, se denomina entorno del
punto z0: | z — z0 J < p (p > 0).
El punto z0 se llama p u n t o d e a c u m u l a c i ó n d o
l o s u c e s i ó n {u>n}, si Parn cualquier enlomo dol punto z0
2tí CAP. J CONCEPTOS FUNDAMENTALES

existe una sucesión parcial {^inJ cuyos términos todos pertenecen


a osle entorno. Por ejemplo, el punto 0 es un punto de acumulación
para la sucesión 1, y *T » • • •• 4 *' . . los puntos 0 y 1 son puntos
de acumulación para la sucesión 0, 1, 0, 1, 0, 1, . . . (para el punto 0
la sucesión parcial que figura en la dofinición de punto de acumula­
ción está formada por los términos de índice impar: 0, 0, 0, 0 , . . .;
para el punto 1, por los términos de índice par: 1, 1, 1, 1, . . .).

Obsérvese que, si {o?^} es una sucesión parcial de la sucesión


y {^An} es una sucesión parcial de la sucesión entonces,
{u?in} os una sucesión parcial do la sucesión {n>,t}. De aquí se deduce
que todo punto de acumulación de una sucesión parcial es también
punto de acumulación de la sucesión misma. Lo recíproco puede uo
ser cierto, como muestra el ejemplo 0, 1, 0, 1, . . ., donde la suce­
sión parcial 0, 0, 0, . . . tiene solamente un punto de acumulación,
mientras que la sucesión misma tiene dos puntos de acumulación.
Se dice que una sucesión {u/n} es a c u t a d a, si existe un entor­
no del origen de coordenadas que contiene todos los términos de la
sucesión, es decr, si existe un p > 0 tal, que | wn | < p (n = 1, 2,
3, . . .). Demostremos ahora el siguiente teorema:
T e o r e m a 1. ( P r i n c i p i o d e B o l z a n o - W e i e r -
s t r a s s p a r a l a s s u c e s i o n e s ) . Toda sucesión acotada
{u>n } tiene al menos un punto de acumulación.
D e m o s t r a c i ó n . Sea D1 un cuadrado con los lodos para­
lelos a los ojes coordenados y con el centro en el origen de coorde­
nadas que contenga a todos los términos de la sucesión. Los ejes
coordenados le dividen en cuatro cuadrados, al menos uno de los
5 3. CONJUNTOS Y FUNCIONES. TEORIA DE LIMITES 27

cuales, sea este Z>2, contiene en su inlorior o cri sus lados un conjunto
infinito de términos de la sucesión. Dividiendo a éste en cuatro
cuadrados iguales obtenemos un nuevo cuadrado Z>3, que contiene
un conjunto infinito de términos de la sucesión (íig. 2). Continuando
estos razonamientos, hall aromos una sucesión de cuadrados encajados
• D, Dz zd Z>3 D4 => Ds => De => . . . => Dn => . . . *),
cada uno de los cuales contiene en su interior o en los lados un con­
junto infinito de términos de la sucesión.
Sus proyecciones sobre los ejes x o y forman dos sucesiones de
segmentos encajados
rfj Z> rfj Z ) CÍj D . . . Z 2 d n Z2 . . . ,
ó ^ Ó h D Ó jD . . . r> 6n zd . . . ,
que se ciñen a los puntos i y ti, respectivamente. El punto £ per­
tenece a cada uno de los segmentos dn, el punto ti, a cada uno do los
segmentos ón; por lo tanto, el punto £ = | + iq pertenece a cada
uno de los cuadrados Dn. Demostremos quo £ os un punto de acu­
mulación de la sucesión {w„}. En efecto, cualquiera que sea el entor­
no U: | z — £ | < p del punto £, os posible elegir n tan grande que
el cuadrado Dn esté completamente contenido en £/. Para esto es
suficiente exigir que la diagonal dol cuadrado sea menor que p.
Pero su longitud es, evidentemente, igual a , donde / es la lon­
gitud del cuadrado D it y nuestra condición so cumplirá si < p.
Como Dn contiene un conjunto infinito de términos do la sucesión
{wn}, también U contendrá un conjunto infinito de éstos, do donde
so deduce que £ es un punto de acumulación de La sucesión {u?n}.
El teorema queda demostrado.
Una sucesión acotada {u?n}, que tiene solamente un punto de
acumulación z0, so llama c o n v e r g e n t e , y z0 so llama l í -
m i t o de la sucesión.
También se dice quo {u\,} converge a z0 (o hacia z0) y se denota
así: wn — z0 para /i-> o o (o, cuando n —>- oo), o bien, lim wn = z0.
n~*oo
Evidentemente, toda sucesión parcial {u>*n} do una sucosión
convergente {u>„} converge al mismo limite z0. En efecto,
es acotada, puosto que es acolada toda la sucesión {ü;,,}; por con­
siguiente, (según el teorema 1) {u^} tiene al monos un punto do
acumulación. Poro los puntos de «acumulación para {w/tn} son a la
vez puntos de acumulación para {u>n}; por esto, {u>fcn} tiene sola-

*) Escribimos: Dn _j Z3 queriendo decir quo Dn contieno a Dn .


28 CAP. I CONCEPTOS FUNDAMENTALES

monte un punto de acumulación z0, de donde so deduce nuestra


afirmación.
Demostremos que {u>„} converge a z0 Cuando, y sólo cuando, cual­
quier ontorno del punto z0 contione todos los términos de la sucesión
{«>n} comenzando desde uno de ellos; en otras palabras, si para cual­
quier p > 0 se cumplen las desigualdades: | wn — z0 | < p para
n > N (p).
En electo, supongamos que {u>n} converge n ¿0. Si, para cierto
p > 0, en ol exterior do la circunferencia \ z — zQ| = p, o en esta
misma circunferencia, hay un conjunto infinito de términos do la
sucesión {wn}: w«n w;„2, • • •» . (nx < n2 < nz < . . .
. . . < n* < . . .), éstos forman a su vez una sucesión que, al
igual que la sucesión dada, seré acotada. Por consiguiente, según
o! teorema 1, ésta tiene que tener al menos un punto de acumulación
zi. Pero zt z0, puesto que el entorno | z — z0 | < p del punto z0
no contiene ningún punto de {wnf(); por otra parte, zl( siendo un pun­
to de acumulación para tiene que ser también un punto de
acumulación para toda la sucesión {wn}.
Hornos obtenido un punto de acumulación de {trn}, distinto de
z0» lo cual contradice a la hipótesis. De aquí so deduce que. en el
exterior de la circunferencia | z — z0 | — p y en la circunferencia
misma, solamente puede haber un número finito de términos do la
sucesión (<#„}, y que, por consiguiente, lodos los términos de esta
sucesión, comenzando desdo ciorto mnuoro, están situados en el
interior de Ja circunferencia.
Así, pues, la condición mencionada es necesaria para la conver­
gencia de la sucesión. Pero ésta es también suficiente. En efecto,
la sucesión {n?n), I>**ra la que se cumplo esta condición, es acolada,
puesto que todos los puntos do {a\,}f comenzando desde uno de ellos,
ostán situados en el interior del circulo | z — z0 | < 1 (aquí p = 1),
y siempre so puedo tornar un entorno del punto z = 0 de un radio
Un grande que incluya también al círculo | z — z0 | < 1, así como
a los puntos {ivn} (que hay una cantidad finita de ellos), quo no
están situados eu el interior del último círculo. En virtud del teo­
rema 1, la sucesión considerada tiene que tener al menos un punto
de acumulación. Poro, ningún punto zu distinto de z0, puede ser
punto do acumulación do osla sucesión. En efecto, tomando p <
< Y | Z| — z0 I y observando que sólo un número finito de términos
de la sucesión {u;n} puede astar situado fuera del círculo | z — z0 | <
< p, hacemos la conclusión de que solamente un número finito
de ellos está situado on el círculo ¡z — zx | < p. Pero esto signi­
fica que zx no es un punto de acumulación. Por lo tanto, z0 es el
único punto de acumulación de la sucesión {w„}, es decir, {«>„} con­
verge hacia z0.
a. CONJUNTOS Y PUNCIONES. TBOH1A DE LIMITES 20

Demostremos que cualquier sucesión acotada {wn} posee una


sucesión parcial convorgente. Sea, en efecto, z 0 un punto do acumu­
lación de la sucesión {w„} (tal punto existo en virtud del teorema 1).
Entonces, cualquier entorno del punto z0 contieno un conjunto
infinito do términos u>n. Consideremos ol entorno | z — z0 | < 1
y sea u>n, uu punto'cualquiera situado en oslo entorno. Tomemos
luego el entorno | z — z0 | C -i- 1 y del conjunto infinito de términos
wu contenidos en élt tomemos un término wfl7 con un subíndice mayor
que nj. Supongamos quo ya liemos tomado los términos wlfl, wnz> . . .
.. situados respectivamente on los entornos: | z — z0 | C 1,
I 2 — I < y , . • | z — z0 I < -i- y tales que nt < n2 <
< n3 < . . . < nh.Entonces, entre el conjunto infinito de tér­
minos wu situados en el entorno | z — z0 | <C p —, , Loma romos
por »0n/f+1 un término cualquiera con el subíndice mayor que nk.
Por lo tanto, existo una sucesión parcial de la sucesión {wn}
tal, que | w«h — z0 | < — .
Evidentemente, todos los términos de osla sucesión, cuyos sub­
índices nk cumplen la condición k ;> r están situados en ol entorno
| z — z0 I <C f>. De aquí so deduce que {w„h} converge hacia z,„ o sea,
{w„} posee una sucesión parcial convergente.
Veamos un criterio de convergencia quo no se basa en ol cono­
cimiento del límite de la sucesión ( c r i t e r i o d o G a n e h y).
T o o r e iii a 2. Para que una sucesión {w„ > sea convergente, es
necesario y suficiente que, para cualquier e > 0 exista cierto N (e) Uily
que se cumpla la desigualdad \ wn — w„ l]t | < » para todos tos n >
> X (e) y cualquier número natural p.
D e m o s t r a c i ó n . La condición es necesaria. En efecto,
si {wn} converge hacia un límite z0, so tiene

para /i> A r (e) y, por consiguieiiLe,


K W p— * o |< T
para los mismos valores de n y para cualesquiera números natura­
les p. De aquí que
| wn — Wn+P I = I (wn — z0) — (wn+p — Zo) | < I Wn— 2o I 4 -1wn+p — z0 1< e
para~n>Ar (e)r es decir, se cumple la condición.
30 CAP. CONCEPTOS FUNDAMENTALES

Demostremos ahora que csla condición también es suficiente


para la convergencia. En efecto, tomando e = l , obtenemos
| wn —H'a-hp | <£ 1 1
comenzando desdo cierto valor de n. Fijando uno de tales n, por
ejemplo n = n0. obtonemos que | — Wn^¡, | < 1, es decir, todos
los puntos u?„0+i, u;M
(,+2» « . . están situados en el círculo de radio
1 con centro en el punto u?ni).
Tomando ahora un entorno | z | •< p del origen do coordenadas
que contenga el círculo indicado y también todos los puntos wiy

w2% . . ., wno> obtenemos un entorno que contiene todos los tér­


minos de la sucesión, de donde se deduce que {u?n} es una sucesión
acotada. Por consiguiente, según el teorema 1, ésta tiene al menas
un punto de acumulación.
No queda más que demostrar que no pueden existir dos puntas
de acumulación distintos. Supongamos, por el contrario, que z&
y , z0=j¿=zj, son dos puntos de acumulación de la sucesión {wn}.
Haciendo e = -q- | z, — z0 | , hallamos que las desigualdades
|u>„ —ttWpIC-g- !*!- ;Sol (3.2:1)
se cumplen comenzando desde un valor de n suficientemente grande:
n > A \ Por otra parte, cada uno de los entornos
\z — z0\ < - j \ z t — 2o| y |z —2, | < 4 -I zi— Sol
de los puntos z0 y zt tiene que contener un conjunto infinito de
términos de la sucesión {u>„}. Sea un término de subíndice mayor
que JVy perteneciente al primero de estos entornos, y sea ií^ ,*
un término perteneciente al segundo entorno. Entonces, evidente­
mente, (íig. 3),
1WfiQ ^no+PoI > "5" Izi *o|.
lo cual, sin embargo, contradice a la desigualdad (3.2:1). De esta
contradicción se deduce que {u^} posee solamente un punto de acu­
mulación, es decir, es convergente. El teorema queda demostrado.
§ 3. C O N JU N T O S Y P U N C IO N E S . T E O R IA D E L IM IT E S 31
3.3. Hagamos tvn = un + donde un y vn son las partes real
e imaginaria de wn. Entonces, junio con la sucesión de números
complejos {t¿*n}T obtenemos dos sucesiones de números reales {i/*}
y
Demostremos la siguiente proposición.
T e o r e m a . Una sucesión {w?ft = un ivn} converge hacia el
límite z0 •— x 0 -j- iy0 cuandot y sólo cuando, las sucesiones de núme­
ros reales {un} y {i;n} convergen hacia los limites x 0 e //0, respecti­
vamente.
D e m o s t r a c i ó n . Supongamos que lim wn = z0; entóneos,
n -.o o
para cualquier e :> 0, la desigualdad | wn — z0 | < c se cumplirá
para n > N (e) Pero
| Uu — Xa | -= | Re (wH—Z 0) | < | W n — Za|
y
I ^ —yoh-l im (^/l — so|:
por Jo tanto, para ra>*Ar (e) se cumplen las desigualdades
\un — x0| < e y |i/n —y0|< « .
de donde se deduce que
lim un ^ x o y lim vn ^ y 0.
n-*•oo n-¥ oo
Reciprocamente, si se sabe que
lim un = Xq y lim vn = y0*
n -» oo n -f»

entonces? para cualquier e > 0 se cumplen las desigualdades


| «n— * o \< -y y K —y o K - f -
para n>-Ar (e). Pero
| U>„ — Zol = | (Un~~x 0) - J - i (vn — yQ) | <s¿ | un — x Q14* |i/* —yol;
por consiguiente,
| u yn — Z o | < €
para n>AT(e), de donde se dcduco que
lim wn = z0.
71-+QO
El teorema queda demostrado.
En virtud de este teorema, cualquier cuestión acerca de la con­
vergencia de una sucesión de números complejos es equivalente al
32 CAP. I CO N C E PT O S FUNDAM ENTALES

problema do la c o n v e r g e n c i a do dos sucesiones de números reales.


Por olio, por ejemplo, las proposiciones conocidas sobre el Jímile
do Ja suma, diferencia, producto o cociente de dos sucesiones con­
vergentes se extienden sin cambio alguno al caso de sucesiones de
términos complejos. Precisando, si las sucesiones {w'n\ y {ufn} con­
vergen hacia los límites z¿ y z¡, las sucesiones {w’n 4* ufnh {^ñ — wñ},
{u?,'t • iv"n} también convergen hacia los límites z' -¡- z*, z' — z¡¡,
respectivamente. Si wm n ^ 0 {n =■ 1, 2, . . .) y z¡ ^ 0, la
sucesión í ^ \ también es convergente y su límite es igual a .
1**74J •o
Observóse que la proposición expresada por el último teorema
so podría tomar por definición de convergencia de una sucesión
de términos complejos. Entonces, todos los teoremas del precedente
apartado se podrían deducir de los teoremas correspondientes sobre
lus sucesiones do números reales.
Para resolver el problema de la convergencia dp la sucesión
{u?n}t en lugar de considerar las sucesiones de las parles real e imagi­
naria {í¿n} y {i?n}, se pueden considerar las sucesiones do Jos mó­
dulos y de los valores principales de los argumentos: { | u>ti | }
y (argu*n). Por ejemplo, esto resulta convonicnlc al estudiar las
sucesiones quo convergen hacia cero, puesto que, para que una suce­
sión do números complejos {w*} tienda a cero, es necesario y sufi­
ciente que tienda a cero la sucesión de los módulos { | wn | }. (En
este caso no hace falta examinar la sucesión {arg ésta pue­
de ser incluso divergente.) Para convencerse que es cierto lo
dicho, es suFíciente observar que el cumplimiento de la desigualdad
| lon — 0 | = | wn | < e para n > jV (e) significa, si multa non mente,
la convergencia a cero, tanto de la sucesión de los nú meros comple­
jos {«;„} como de la sucesión de los números reales { | wn | }.
lili ol caso general, la convergencia simultánea do las sucesiones
{ J wn I } y {arg wn) es suficiente para la convergencia déla sucesión
además, si liin | wn | = r y lim arg wn = q, entonces,
fl—
*» n-*?o
lim wn r (eos q 4- i son q). En efecto, tenernos: = He (wn) =
n->oc-
I wn I eos (arg m?„), vn = lm (u?#l) = | wn | son (arg u>n)\ por lo
tanto, lim un = lim l j wn | eos (arg u;rt)| = r eos q y lim vn =
n-n» n->oo n-*oo
= lim [ | wn | sen (arg u*n)l = r sen q, de donde se deduce la afir-
TI-VOO
mación pedida.
Recíprocamente, si la sucesión {¿¿?rt} os convergente, también lo
os la sucesión de los módulos: { | wn | }. En efecto, | wn | ~
— V Un 4- y como las sucesiones {^.} y {¿*rt} son convergentes:
lim wn = u, lim un = vt existe también el límite: lim i wn \ ,
n-¥0O ti-*»
$ 3. C O N JU N TO S Y FU N C IO N E S. T E O R IA D E L IM IT E S 33

igual a V u* -r v2. Obsérvese que la sucesión de los argumentos


{argi¿>u} de una sucesión convergente {u>n} puedo ser divergente
incluso cuando lim wn ^ 0. Supongamos, por ejemplo, que wn =
n-Ko
= —1 -r (—l)n —. En este caso,
lim wH= —1,

argW2k = n —arctg y arg w2kn = —a f a r c t g ^ - j ;


está claro quo la sucosión {argwn} es divergente. No obstante, se
puede hallar una sucesión convergente de valores Arg wn. Designe­
mos, para esto, mediante <pn el valor Arg wn comprendido entre 0

y 2n: 0 ^ <: 2ji. Entonces, evidentemente, tendremos que


y¿h = n — arctg ^ y <p2*+1 = ji 4* arctg . La sucesi6n {?»)
converge hacia el límite ji.
Si, en general, lim u;n = i^=?í=0ycpes alguno de los valores del
n-vD
Arg w, entonces, comenzando desde cierto valor do n — N y
todos los puntos de la sucesión {u>n} estarán situados dentro del ángu­
lo formado por los rayos cuyos ángulos de inclinación con el eje x
son y 9 + y que contiene al punto w (fig. 4). Por lo
tanto, para los argumentos Arg wN+ít Arg u>.v+2» . . ., se pueden
tomar los valores «p^+j, cpiV+2l . . . que cumplen las desigualdades
| <p_v-n — q) | < y . Tomando para Arg wu • • ■, Arg . . . sus
valores (pt, . . cpjV, . . se puede afirmar que la sucesión {<pn}
es convergente y su límite es igual a‘<p. En efecto, para cualquier e,
0 < e < y , se puede indicar un N t (e) N tal, que los puntos de
3 -1 1 0 9
34 C>K . I CO N C E PT O S F U N D A M E N T A L E S

la sucesión {u>n} cuyos subíndices sean mayores que N t (e) estarán


situados dentro del ángulo formado por los rayos cuyos ángulos de
inclinación con el eje real son iguales a i p - e y i p + e . y que con­
tiene al punto w. Para olios, los valores <pn están comprendidos
entre los límites ip — a < qpn < <p 4- e, es decir, para n > N t (e)
so cumple la desigualdad | <pn — 9> I <1 de donde se deduce que
lim (pn = <p*
n-»eD
Obsérvese que, cuando w 0 no es un número real negativo, se
pueden lomar por q> y q>n los valores principales del argumento.
Entoncos, tendremos:
lim arg wn = arg wt
n-*oo

Así pues, si la sucesión {u?n} es convergente y su límite u>^t= 0,


entonces, para cualquier valor <p — Arg w existe una sucesión de
valores <pn = Arg wn que converge hacia Arg w. Procisamento en este
sentido entenderamos a continuación la expresión lim Arg wn =
71-+CO
= Arg w. Guando 0 no es un número negativo, en particular,
tendremos:
lim arg wn *=»arg
fl—*■OQ
Proponemos al lector demostrar como ejercicio que, si lim wn
n-4oa
^ 0, entonces, cualquier sucesión de valores = Arg wn que
cumpla la condición | >pnn-t — tyn I < 31 desde cierto valor de n =7V\
sorá convergente (claro, hacia uno de los valores = Arg w).
3.4. Apliquemos los resultados obtenidos al problema de las
series do términos complejos.
Sea
^1 + ^ 2 + • - • •• • (3.4:1)
una serie de términos complejos y
u?n} (3.4:2)
la sucesión de sus s u m a s p a r c i a l e s . Según la definición,
la serie se llama c o n v e r g e n t e si es convergente la sucesión
do sus sumas parciales. El límite de esta sucesión se llama s u m a
de la serie. Si s = lim escribimos:
TJ—
»QO
W1 + W2 + ••• +«>/»+ . . . = s.
Una serio que no es convergente, se llama d i v e r g e n t e .
Haciendo wn = un-\-ivn y sn = an ixn = (ut -f- . . . -h un) —
i 3. C O N JU N T O S Y F U N C IO N E S . TlSO U lA D E L IM IT E S 35

-f i (Ui + . . . + y*), según Jo anterior, obtendremos que la serie


(3.4:1) es convergente cuando, y sólo cuando, son convergentes las
dos sucesiones:
(i¿i ■+"w#+ • • ■-r Un)t {yi 4~ “h • • • 4~ ^V*}-
Pero estas últimas son las sucesiones de las sumas parciales
de las dos series de términos reales:
Uí + t¿2-b • • • + un + • • • » (3.4:3)
t>i + v2 + • • • “h vn + . . . (3.4:4)
De este modo, una serie de términos complejos es convergente
cuando, y sólo cuando, son convergentes las series formadas por
las partes reales e imaginarias de los términos de la serio dada.
Además, si las sumas de las series (3.4:3) y (3.4:4) son iguales
a a y t , respectivamente, es decir,
lim (ui + . . . + u n)*=o y Um (vt + . . . h vn) = t,
n~ +oo n -+ «

se tiene,
s = lim (ii?t - 1 - ... + i¿*n) = a-\- ¿t,
n^oo

o sea, las sumas de las series (3.4:3) y (3.4:4) son, respectivamente,


las partes real e imaginaria ae la suma de la serie (3.4:1).
Aplicando el criterio de Cauchy a la sucesión de las sumas par-
cíales (3.4:2) y observando que
Sn+p*— •- • *4- U?u+p,
obtenemos la siguiente proposición:
La serie (3.4:1) es convergente cuando, y sólo cuando, para cual­
quier e > 0 existe un N (e) tal, que para cualquier n > N (s) y para
todos los números naturales p, se cumple la desigualdad
| U>n+14“ • • • 4" | e.
En particular, de aquí resulta que la condición limipn -- 0 es nece-
n-*oo
saria para la convergencia de la serie.
La serie (3.4:1) se llama a b s o l u t a m e n t e c o n v e r ­
g e n t e si es convergente la serie de ios módulos de sus términos:
I wt | + 1 14- • • • 4- [upn | + — (3.4:5)
Como
1 4" • • • 4 “ Wn+p | < I U>n\ 1 14" • • • 4" | U?n+j> |,
do la convergencia absoluta de la serie de términos complejos se
deduce la convergencia de la misma serie. Naturalmente, lo recí-
3*
36 CAP. i co ncepto s fundam entales

proco no es cierto, como lo muestra el conocido ejemplo do la serie:

De las desigualdades
|»«|<|«»I.I y |U’n l < | u n l + |fnl
se deduce que la serio (3.4:1) es absolutamente convergente cuando,
y sólo cuando, son absolutamente convergentes las series (3.4:3)
y (3.4:4).
Hagamos una permutación arbitraria de los términos en la serie
absolutamente convergente (3.4:1). Se obtiene una nueva serie:
wni -f u>»a -f - - • + wnft + . . . , (3.4:6)
donde la sucesión niy n2, . . n ht . . . contiene todos los números
naturales y cada uno de éstos aparece una sola vez.Las series de
las partes reales e imaginarias do los términos de la serie (3.4:6)
tienen la forma:
uni + Un2H- • *• 4- “nh + . . • ,
vni + vni + • • • + *>»*+- • • .
y como estas serlos se obtienen mediante una permutación de los
términos en las series absolutamente convergentes (3.4:3) y (3.4:4),
ellas también convergerán hacia las sumas anteriores a y t . De
esto se deduce quo la serie (3.4:6) también converge hacia la suma
anterior s = a ¿t. Así, pues, on las series absolutamente con­
vergentes de términos complejos es legítima cualquier altoración
de los términos.
Como la convergencia absoluta de la serie (3.4:1) significa la
convergencia de la serio (3.4:5) do términos reales no negativos,
cualquier criterio conocido de convergencia de las series de términos
no negativos se puede utilizar como critorio de convergencia abso­
luta. Soñalomos, en particular, los criterios de D'Aleinbert y Cauchy.
Para la convergencia absoluta de la serie (3.4:1) os suficiente
que, comenzando desde cierto valor de rc, so cumplan las desigual­
dades
| U>n+I | < 9 1 u;„ I (0 < í < 1)
( c r i t e r i o de D’A lc r a b o r t) o bien
V\ v>n I< q (0 < q < 1)
( c r i t e r i o do' Ca u c h y ) .
Este último criterio os más general, en el sontido de que, cumplién­
dose el primero se cumple también el segundo, mientras que puede
cumplirse el segundo a pesar do que el primero no se cumpla.
I 3. C O N JU N T O S T F U N C IO N E S . T E O R IA D E L IM IT E S 37

La siguiente proposición, que a menudo se empleo, proporciona


una condición suficiente de convergencia (por lo general, no abso­
luta):
Si
wh **= a,tbky
donde
|2 f f A|< M (» = 1 , 2, ...) , limbA= 0

y la serie | bk — | es convergente, la serie 2 también lo es.


m
D e m o s t r a c i ó n . Designemos la suma 2 a* mediante a m;
\
*+p
entonces, tendremos am = a m — a m_,, y la suma se escribirá
»+i
del siguiente modo:
«+P n+p n+p n+p «+p
2 ~ 2 2 (aA—a A_|)bA— 2 2 ak-\bh—
n+1 «+1 n+1 n+1
n+p n + p -1 n + p —i
= 2 2 = &n+pbn+p —^n^n+l*- 2 bA)*).
n+1 n n-|-1
(3.4:7)
De aquí se deduce que
n+P n - f p —i
| 2 I^ | a n+p I I bn+p | "f- | &n | | bn-M| + 2 | a A] | &A~ ll <
n+l n+l
n+p-1
M ( | bn+p | + | bfttl I4 2 |&A—&A+i|)>
n+i

y si se cumplen las desigualdades


n+p

1kn I < W y S —bA+1| < - ^ r >


n+l

n+p
*) La transformación (3.4:7), a que hemos sometido la suma 2 ak^h* 56
n+l
llama t r a n s f o r m a c i ó n do A b e l ; ésta es completamente análoga
a la integración por partes.
38 CA P. I CO NCEPTOS FU N D A M E N T A L E S

para n > J V (e ) y cualquier p natural, entonces, en las mismas


condiciones
n+P
| 2 u ? * |< e ,
n+1
00

de donde se deduce la convergencia de la serie 2


i
Las proposiciones conocidas referentes a las operaciones con las
series de términos reales se generalizan tam bién a las series de tér­
minos complejos.
Señalemos las siguientes proposiciones, que fácilm ente se de­
muestran:
1) Para cualquier número natural n, las series
K>1 + u>n-f-u’n+1 4 ••• y u>*+1 4 . . . -rWn+p 4 .. -
son sim ultáneam ente convergentes o divergentes.
2) Si la serie Wi 4 . . . + wn 4 . . . es convergente y su suma
es igual a s, la serie ku>\ 4 ku?2 4 - . . 4 Xu?n + . . . también lo
es y su suma es igual a te,
3) Si la serie wt + w2 + . . . 4 wn 4 . . . es convergente y su
suma es igual a s, la serie
(wi 4 . . . 4 u?ni) -(■ 4 ... 4 i) 4 • •«

también lo os y su suma también es igual a s (/ilf n2t . . . , nh, . . .


es una sucesión creciente arbitraria de números naturales).
4) Si
4 ••• 4 w'n4 • • • — s' y 4 • •• 4 4 .• . = s \
entonces,
K ± u>i) 4
(w'n± W») 4 ...= s ' ±s".
•••4
00 oo
5) Si las series 2 7 2 u>k son absolutam ente convergentes
1 i oo
y sus sumas son iguales a / y s*, entonces, la serie 2 4
4 w'2Wk- 1 4 . . . 4 wíivx) es absolutam ente convergente y su
suma es igual a s's*.
Para demostrar esta últim a proposición, examinemos la serie:

k i i »; i+ k i k i + k i i «í i +..*
•• • i+ ••• + | b'íii »íi + ••• (3.4:8)
§ 8. C O N J U N T 0 8 Y F U N C IO N E S . T E O R IA D E U M J T E S 39

E videntem ente, ésta es convergente (como producto de dos serios


00 oo
absolutam ente convergentes 2 I w'k I y 2 I | de térm inos reales).
1 , i
Por con sigu iente, la serio de términos com plejos
w[w[ + w[w9z-{~wtzw~+ .. . + w[Wh + ... • •- (3.4:9)
os absolutamente convergente. Realicemos alguna permutación de
los términos do la últim a serie, colocando sus térm inos dol modo
sig u ien te:
w[w[ - 1- w[u\ 4 w'#>\ -I- 4 - w[u?l 4 4 - wzw”
a4 . w\w\ + + ...
Con esto no se altera la suma. Pero, las sumas parciales do uno,
cuatro, nueve y , en general, de n* térm inos ado la últim a serio
son iguales, respectivam ente, a
w'lwm
í = s[-Syt
w\w\ 4 - w[w\ 4 w’zwz = w*%w\ — sz• s',
4- iv[\rl 4- 4- w&l 4- - • • + ^ •V

w[w[^w[wi^-. . . -pu^u?;
OO a>

(s’n y Snson las sumas parciales respectivas de las series 2 u>í y 2


Do aqní se deduce que la sum a de la serie (3.4:9) es igual a lim s'ns"n =>
n-KB
= s's". En virtud do la propiedad 3 ), la serio
“’X + K « £ + “X ) ■+■•••
. . . 4- (wjvl+wji’l-i 4 - . . . 4- -1- . . . (3.4:10)
tiene la misma suma que la sorie (3.4:9), es decir, s' ■s". Además,
ésta os absolutam ente convergente, puesto que
\w’xw\ + w'lwk-i+ ... + m'Kw\I < | u>l I • I I + • • • + 1“’á |. |u ^ |,
v la serie
K I K I + (K IK I+I«4IK I>H -.--
• • • + ( l «>\ I• I w"h14- . . . 4 - 1">» 11 »\ i > + • • •
es convergonte (en virtud de la convergencia de la serie (3 .4 :8 )).
A sí, pues, hemos dem ostrado quo la serie (3.4:10) es absoluta­
mente conveigente y que su suma os igual a s's", lo cual se quería
demostrar.
co
Dem ostrem os que toda serie absolutam ente convergente 2 wi
i
posee las propiedades asociativa y conm utativa en el sigu iente
40 CAP. I CONCEPTOS FUNDAM ENTALES

sentido generalizado. Supongamos que la sucesión de todos los núme­


ros naturales se ha descompuesto de algún modo en un conjunto
infinito de sucesiones parciales crecientes:
{***}» • • •» ••• »
tales que cada número natural n figura en una de ellas, y sólo
en una, y, además, solamente una vez. Examinemos la serie
(«>»; + kv»j + . + + + - • •) Jr
• • • -h (wnitn) + wnjm) + •••) + (3.4:11)
Esta serie se obtiene de la dada mediante una alteración del orden
de los términos y una consiguiente división en grupos (cada uno
contieno un conjunto infinito de términos). Además, cada uno de
los términos de la serio inicial figura en uno de los grupos indicados,
y sólo en uno. Cerciorémonos de que la serie (3.4:11) es convergonte
•JO

y quo su suma coincide con la suma or de la serie dada 2 u>j> En


esto consiste, precisamente, la propiedad de la serio absolutamente
convergente de que se trataba.
Ante todo, demostremos que son convergentes cada una de las
oo
series 23 u>nk (P1) (fn = 1* 2, . . .), que representan términos de
*=-i
la serie (3.4:11). En cfocto, para la suma de los módulos de cual­
quier suma parcial de tal serie, so tiene:
I I + • • • + | N'nW | < | | + | ^2 I4 • • • + | | + I l I+ • • • —S'
I k
de donde se deduce la convergencia (y además, absoluta) de las
series indicadas.
Para demostrar que la serie (3.4:11) también es absolutamente
convergente, formemos primero Ja siguiente suma:
( Itt’n; I+ 1U>„¡ 14 ■-. + 1wn’k I) + ( Iu?n; | | wn; | + • • •
1Wn- | ) + « • ■ + ( | ^(m) | + • ■• + | W„(m) | )•
n 1 fe
OO

Evidentemente, ésta no es superior al valor <le la suma 2 l u,./| —s-


Con más razón,
U>„; + . . . + K'n; | + . . .
• • • + IU>n(m) + wn(m, + • • • + | < *•
$ 3. CONJUNTOS Y PUNCIONES. TEORIA DE LlMíTES 4f

Manteniendo aquí m constante y haciendo crecer a k indefini­


damente, obtendremos:

I S wnk I+ I 2 | + • • • + I S ^ ním) I< s,


es decir, la suma de los módulos de cualquier cantidad m do tér­
minos de la serie (3.4:11) no es superior al número fijado De aquí
so deduce que esta serie es convergente (y además, absolutamente).
No queda más que demostrar que la suma de la serio (3.4:11) coin-
oo
cide con la suma de Ja serie inicial a =* 2 wt- Formemos la dife­
rencia ontre la suma a y la suma parcial am do la serie (3.4:11).
Como todos los términos de la suma parcial indicada son términos
on
do la serio 2 al restar se efectuará una simplificación mutua,
i 00

y on la resta quedarán solamente aquellos términos de la serio 2 &}


que no figuran en el sustraendo.
De la forma en que está construida la serio (3.4:11) se deduce
que para cualquior número natural N se puede señalar un ÁJ = M (N)
tal que siendo m > A/, Ja suma parcial
oo oo «o

contendrá todos los términos u>t, wi% . , wK (yf además, también


una infinidad de términos). Entonces, en la diferoncia o — crm,
que representa una serie infinita absolutamente convergente, estarán
contenidos solamente los términos wf cuyos subíndices sean mayores
que N. Por lo tanto, para m > M (iV)
\o —c m | •< | m>jy+i | -1-1 | “h • • • •+ I **?.v+p|-I- • • •
Pero la cantidad que figura en el segundo miembro puede hacerse
arbitrariamente pequeña para valores de N suficientemente grandes.
Por consiguiente, el primor miembro se puede hacer lo pequeño
que se quiera para valores do ni suficientemente grandes. Así, pues,
lím om= a,
ÍM—►01»
o sea,
oo oo
2 K,(m>
m=i í a+ “V".( -!-••• + “»„<
h «.) + ...1 = 0 = 21 wh
con lo que se termina la demostración.
42 CAP. I CONCEPTOS FUNDAMENTALES

La serie (3.4:11) puede ser escrita en forma de una s e r i e


dobl o
2 2
m «ÍHl
La notación del término general de esta serie se puede simplificar
suprimiendo la letra nt ya que no figura en la sumación,
y poniendo
wnm = u>km.
k
Entonces, se obtiene la serie

2 h—
m=-l 2 l «*!».
Desde el punto de vista de la proposición demostrada, esta serie
doble representa solamente una de las infinitas formas posibles de
expresión de la serie absolutamente convergente 2 wj-
3.5. Sea E un conjunto arbitrario de puntos del plano complejo.
Se dice que z0 03 un p u n t o d e a c u m u l a c i ó n p a r a
e l c o n j u n t o E (o del conjunto £), si cualquier entorno del
punto z0 contiene un conjunto infinito de puntos pertenecientes a E.
Es evidente que un conjunto que consta de un número finito
de puntos no posee puntos de acumulación. Comparemos entre sí
los conceptos de punto de acumulación de una sucesión y de punto
do acumulación de un conjunto. Supongamos que los puntos del
conjunto E representan los términos de una sucesión {u>„}. Entonces,
cada punto z0 que sea un punto de acumulación para el conjunto E ,
será también un punto de acumulación para la sucesión, puesto que
cualquier entorno del punto z0 contiene un conjunto infinito de pun­
tos de E y, por consiguiente, contiene también un conjunto infi­
nito de términos do la sucesión {u/n}.
Sin embargo, puede ocurrir que un punto zu perteneciente a E,
no sea un punto de acumulación para É, a pesar de quo represente
un conjunto infinito de términos distintos de la sucesión (wn}:
w¡ily u>h2* • • wkn* • • • Tal punto será un punto de acumulación
para la sucesión {u?n} y no lo será para el conjunto E. Como ejemplo,
es suficiente examinar la sucesión 0, 1, 0, 1, 0, 1, . . ., que posee
dos puntos do acumulación 0 y 1, mientras que el conjunto E que
representa los términos de esta sucesión consta solamente do dos
puntos 0 y 1, por lo cual no tiene ningún punto de acumulación.
Refiriéndose a cualquier conjunto £ , demostremos que un punto
z0 es un punto de acumulación para este conjunto siy y sólo si, existe
una sucesión {i¿v} de puntos de E y distintos entre sí, que converge
| 3. CONJUNTOS Y PUNCIONES. TEORIA DE LIMITES /»3

hacia z0:
lim wn = z0.
n-*.oo

En efecto, sea z0 un punto de acumulación del conjunto E. Con­


sideremos el entorno | z — z0 [ < 1 del punto z0- En éste está con­
tenido un conjunto infinito de puntos de E. Sea wt uno de ellos.
Como en el entorno | z — z0 | <1 y también hay un conjunto infi­
nito de puntos de E t tiene que haber entre éstos un punto w2 ¥= wi-
Supongamos quo ya se han hallado los puntos wz> . . wn,
pertenecientes a E y distintos entre sí, talos que (A: = 1, 2, . . n)
están contenidos en los entornos | z — z0 | < -i-, respectivamente.
Como el entorno | z ~ z0 | C — j contiene un conjunto infinito
de puntos de entre éstos existe un punto mn+i perteneciente a E
y distinto de los puntos wít w2* . . wn. De aquí se deduce que
existe una sucosión {wn} de puntos do É, distintos entre sí, tales
que | wn — z0 | < —. Por lo tanto, lim wn =■ z0. Recíprocamente,
n n-*x>
si se sabe que existe una sucesión {w„} de puntos distintos de E %
tales que lim — z0, entonces, en cualquier entorno del punto z0
está contenido un conjunto infinito de puntos wn pertenecientes
a E, de donde se deduce que z0 es un punto de acumulación del
conjunto E. Con esto, nuestra proposición queda demostrada. Evi­
dentemente, a los puntos wn se les podría someter a la condición
complementaria: suponer que todos ellos son distintos de z0.
Diremos que un conjunto E es a c o t a d o si existe un cír­
culo | z | < R que contiene a todos los puntos de este conjunto.
Demostremos que todo conjunto infinito acotado posee al menos un
punto de acumulación. En efecto, sea w\ algún punto de E\ como E
es un conjunto infinito, existe un punto w1 perteneciente a E y dis­
tinto de Supongamos que ya se han hallado n puntos distintos
pertenecientes a E: w2, . . ., entonces, del conjunto infi­
nito E so puede extraer otro punto más distinto de cada uno
do estos puntos. Por lo tanto, existe una sucesión {i¿>„} do puntos
de E distintos entre sí. Esta sucesión es acotada, al igual que el
mismo conjunto E . Por esto, ésta posee al monos un punto do acu­
mulación z0. Este último tieno que ser también punto do acumula­
ción para el conjunto E, puesto que cualquier entorno del mismo
contiene un conjunto infinito de puntos wn pertenecientes a E.
La afirmación queda demostrada.
De las proposiciones demostradas en este apartado se deduce
en particular que, todo conjunto infinito acotado contiene una suce­
sión convergente de puntos de este conjunto, distintos entre sí.
44 CAP. I CONCEPTOS FUNDAMENTALES

3.6. Sea E un conjunto infinito arbitrario, sea / (z) una función


definida en este conjunto y z0 un punto de acumulación de E.
Supongamos que para c a d a sucesión de puntos zA, pertenecien­
tes a É y distintos do z0, convergente hacia z0 (tales sucesiones exis­
ten en virtud de lo demostrado en el apartado precedente), la suce­
sión de los valores correspondientes de la función {/ (zn)} es conver­
gente. Entonces, para dos sucesiones distintas {z'n) y {zñ} que satis­
facen a las condiciones indicadas, los límites lim / (zñ) y lim / (zñ>
n -K » n~too
tienen que ser iguales entre sí. En efecto, es evidente que la sucesión
^1» 2it zai z2» *• • • Znt •• • i
converge hacia el punto z<> y consta de puntos del conjunto E y
distintos do z0; según la hipótesis, también tione que converger
la sucesión de los valores correspondientes de la función
/<*;>. /<*;>. /<*o. /« ) - /(«a, /«>. - --
Por lo tanto, cualquiera sucesiones parciales de ésta tienen que
tener un mismo límite; en particular:
lim /(*») — lim /(*;>.
w-*-oo n-*-oo
quo es lo quo afirmábamos.
Designando con A el valor común del límite de las sucesiones
{/ (*«)}♦ Para todas las sucesiones posibles {zn} convergentes hacia
z0 (y compuestas de puntos Zn pertenecientes a E y distintos do z0),
escribiremos simplemente:
lim 1(z) = A (3.6:1)
y diremos que A e s e l l í m i t e d e / (z) en el punto z0 (respec­
to al conjunto E).
Demostremos que la condición (3.6:1) es equivalente a lo
siguiente:
Para f (z), z0 y cualquier e > O existe un ó (e) > O, tal, que de
z £ E, | z — z0 | C ó (e) y z z0 se deduce que
\f(z)-A \C e (3.6:2)
Supongamos que se cumple la condición (3.6:2). Entonces, para
cualquier e > 0 y para una sucesión de puntos za pertenecientes
a E y distintas de z0 que converge hacia z0, se tiene:
\Z n — 2«|<6{e)
para n' > N [Ó(e)] = N ' (e). Por lo tanto, también se cumplen las
desigualdades
\f(zn) - A \ < e
S 3. CONJUNTOS Y FUNCIONES. TEORIA DE LIMITES 45

para n > N* (e), lo cual significa que la sucesión {/ (zrt)) os con­


vergente y que lini / (zn) = A .
71—
*OQ
Como esta conclusión es válida para cualquier sucesión de pun­
tos {zn} tal que lim zn = zD, zn £ E y zn ^ z0> se tiene lim / (z) =
ri-»oo z-vzo. zgii’
— i4. Así, pues, de la condición (3.6:2) se deduce (3.6:1).
Supongamos ahora cumplida la condición (3.6 :1) y que no so
cumple la condición (3.6 : 2). Entonces, para cierto e > 0 no existirá
«un valor ó > 0 tal, que de z £ E t | z — z0 [ < ó y z =j¿= z 0 se doduzca
Ja desigualdad | / (z) — A | < e. Tomando ó = 1, y1 , 1 ...,

obtenemos que en cada entorno | z — z0 | <C ¿ (/t = 1, 2, . . .)


•existe un punto zn £ E, z0, tal que | f (zn) — A | > t . Es
evidente que la sucesión {zn} convergo hacia z0 y, por consiguiente,
dim f (zn) = A . Pero esto contradice a la desigualdad | / (z„) — A
A-»:»
e >■ 0, con lo que se termina la demostración de la equivalencia
•de las condiciones (3.6 :1) y (3.6 : 2).
La definición introducida de límite de una función en mi punto
.abarca como casos particulares las definiciones conocidas en el
.análisis de límite de las funciones deVina o dos variables reales,
•que toman valores reales. En efecto, si, por ejemplo, / (z) =
—u y) es una función real de dos variables reales x e y
<z = x -f- iy), zq = Xq -f- iy0 y A es un número real quo representa
«1 límite de la función / (z) en el punto z0:
lim f (z) = A,
z-»¿o
« 0100068, según lo anterior, esto significa que para cualquier
•existe un ó ( e ) > 0 tal, que
\ f (z) — A\ = \u(x, y) — A | < e para O c \ z — Zo\ =
= V { x — x«)* + ( y — y o)* < 6 (e).
Evidentemente, las desigualdades obtenidas coinciden con aque­
llas, mediante las cuales se introduce el concepto de límite en el
curso de análisis.
Volviendo a examinar el caso general de una función que toma
valores complejos
f ( z ) ^ u ( z t y) + i»(xy y),
demostremos que la relación
lim / (z) = A, (3.6:f)
z-»*o
donde z = x -fíy , z0= x0-\-iy0, A — a + ib, es equivalente a dos
relaciones en las que figuran solamente las funciones reales
46 CAI». I CONCEPTOS FUNDAMENTALES

u ( x 9 y ) ^' Re f(z ) y v (z, p) = Im f (z):


lim u ( x , y ) = a 1 ljm v ( x , y ) = b . (3.6:3)
x-*xo, y-*vo x-*xo, j/-*t/o
En electo, supongamos que se cumple (3.6:1). Entonces, para
cualquier e > 0 existe un ó ( e ) > 0 tal, que
¡f(z) — A \< t. pata \ z — Za\ = y (x— x<,)*+ (y — y0)2<6(e).
Pero
\w(x, y) — « | = |R e[/(z )—^ 4 | | < | / ( a ) —A \ < e
y
\o{x, y) — b| = |Im [/(*) — í 4 ||< |/( * ) — A \ < e .
de donde, debido a que e > 0 es arbitrario, se deducen las igualda­
des (3.6:3).
Reciprocamente: si se cumplen las últimas relaciones, entonces
para cualquier e < 0, se tiene:
l«(*. y) — y H ** y)—
si es que
V (*—*,,)* + (y — p»)®= | z — ¡¡o| < 6' (e).
P<\ lo tanto, en las mismas condiciones,
|/ (s) - A I- y ( « - « ) » + <P—*>• < e,
de donde se deduce (3.6:1).
De la oquivaloncia demostrada de (3.6 :1) y (3.6 :3) se deduce que
las proposiciones elementales referentes a los límites de Jas funcio­
nes, conocidas en el curso de análisis, son válidas sin alteración
alguna para el caso de funciones de variable compleja. Precisando,
si existen los límites
lim }{z) = A y lim <p(s) =

entonces, también oxiston los límites


lim {f(z)-±<f(z)) = A - ± B , lim [/ (») -qp(z)] — A -B
z-»zo, 2j£E -tzo, z£E

A_
lim B
2-410. Z$E V (*)
(lo último, suponiendo que B=&0).
3.7. Examinemos ahora el concepto de continuidad de una
función de variable compleja. Si el punto de acumulación z0 de un
$ 3. CONJUNTOS Y FUNCIONES. TEORIA DE LIMITES 47

conjunto infinito E pertenece al conjunto mismo y para una función


/ (z), definida en E t se tiene:
lira / ( z ) = f (zo)> (3.7:1)
z-*zo
la función / (z) se llama c o n t i n u a e n e l p u n t o z0. Una
función que es continua en cada punto del conjunto E , se .llama
c o n t i n u a e n e s t e c o n j u n t o . Como, en el caso parti­
cular de las funciones que toman valores reales, el concepto de
límite en un punto coincide con el conocido en el análisis, la defini­
ción de continuidad que acabamos do introducir coincide, en el
mismo caso particular, con la que se conoce por el análisis. Hagamos,
2 =» x + ¿y, z0 = x 0 4- ¿y0 y / (z) =* u (x, y) -f iv (xt y). Entonces,
según lo expuesto en el apartado anterior, se puede sustituir la
relación (3.7:1) por dos equivalcntos a ésta:
lim u (x, y) = u teo» y0)

y
lim v(xy y) —v(x0t y0). (3.7:2)
*-*#0» V-*VO
De aquí se deduce que una función compleja / (z) es continua
en el punto z0 = x 0 4- ¿yo s*» y sólo si, las partes real e imaginaria
de / (z), consideradas como funciones de dos variables reales x e y,
son continuas en el punto (a:0l y0).
Señalemos las propiedades elementales de las funciones conti­
nuas de variable compleja que se deducen de la definición.
Si / (z) y q> (z) son continuas en ol punto z0, las funciones / (z) ±
± 9 (z)» / (z) *9 (*) y “ pr (ésta última, suponiendo que <p (z) ^ U>
9 \z)
también son continuas on el mismo punto.
Supongamos ahora que / (z) es continua en el conjunto E en el pun­
to zQy que sus valores w = f (z) forman ellos mismos un conjunto
infinito % para el cual w0 = f (zQ) es un punto de acumulación.
Sea, finalmente, q> (u>) una función definida en % y continua en ol
punto u;0. Demostremos que entonces la f u n c i ó n c o m p u e s ­
t a cp í/ (z)] =* F (z) es también continua en el punto z0. En efecto,
si (zn) es una sucesión arbitraria do puntos de E %convergente hacia
z0, la sucesión de puntos {u?n = / (zn)}, en virtud de la continuidad
de / (z), tiene que converger hacia el limito w0 = / (¿o)* Debido
a esto, la sucesión (wn) = 9 1/ (Z*)] = E (zn)}, en virtud de la
continuidad de <p (o?), tiene que converger hacia q> (u>0) — F (z0).
Así, pues, lim F (z) = F (z0), con lo que queda demostrada nuestra
z-+zo, zgE
afirmación.
48 CAP. 1 CONCEPTOS FUNDAMENTALES

Como consecuencia do la relación que hemos establecido entre


la continuidad de una función compleja / (z) y la continuidad de las
funciones reales u (x, y) =* Re (/ (z)] y v (x, y) = Im [/ (z)], para
las funciones complejas continuas también son válidas las demás
propiedades de las funciones reales continuas.
Antes de ocuparnos de éstas, introduzcamos el concepto de con­
junto cerrado.
Un conjunto F se llama c e r r a d o , si contiene todos sus puntos
de acumulación.
Los conjuntos que carecen de puntos de acumulación (por ejem­
plo, los conjunios ñ ni tos, el conjunto vacío o el conjunto do los
números naturales 1, 2, 3, . . n, . . ., etc.), también se consi­
deran conjuntos cerrados. Para obtener una definición que abarque
explícitamente a estos casos particulares, es conveniente enun­
ciarla en forma negativa.
Un conjunto F se llama c e r r a d o, si un punto no perteneciente
a F no puede ser punto de acumulación para F.
He aquí otros (ejemplos de conjuntos cerrados: el conjunto de
todos los puntos del plano, el conjunto de todos los puntos de una
recta o de una circunferencia, el conjunto de puntos pertenecientes
a un segmento arbitrario de la recta, etc. Para el primer ejemplo
(el plano), esto es evidente; en los demás, la prueba es inmediata,
puesto que para un punto z no perteneciente a uno cualquiera de
oslo» conjuntos Ft so puede trazar un entorno quo no contenga
ningún punto de F. Por consiguiente, tal punto z no puede ser
para F un punto de acumulación, y F es cerrado.
Examinemos una función / (z) que sea continua en un conjunto
acotado y cerrado F. Esta posee las siguientes propiedades:
1) P r o p i e d a d de c o n t i n u i d a d uniforme.
Para todo e > 0 existe un Ó (e) > 0, talt que la desigualdad
| j (z') — / (z*) | < e se cumple para cualquier par de puntos z' y z"
que cumplen la condición | z' — z* | < ó (e).
Lo nuevo que hay aquí, en comparación con la propiedad de con­
tinuidad de una función en un punto determinado z0, es que ó (e)
no deponde de cómo se hayan elegido los puntos en el conjun-
to F.
2) A c o t a c i ó n d e l m ó d u l o d e l a f u n c i ó n .
Existe un número real positivo M tal, que en todos los puntos del con­
junto F se cumple la desigualdad

3) A l c a n z a m i e n t o d e l e x t r e m o s u p e r i o r
(e i n f e r i o r ) d e l m ó d u l o . En el conjunto F existe al menos
un punto Z 0 (z0) tal, que en todos los puntos de F se cumple la desigual­
dad \ f (z) \ < \ f ( Z 0)\ (|/(* > | > l / ( * 0) I)-
$ 3. CONJUNTOS Y PUNCIONES- TEORIA DE LIMITES 49

Las propiedades análogas para las funciones continuas que toman


valores real os se demuestran ordinariamente en los cursos de análi­
sis; demostremos que éstas se generalizan inmediatamente al caso
de funciones complejas. En efecto, sea / (z) = u (x, y) -f iv (x, y).
Si / (z) es continua en todos los puntos del conjunto acotado y cerra­
do F, también Jo serán las funciones u (x, y) y v (x, y) en todos sus
puntos (considerando a estas como funciones reales de dos variables
reales). Por lo tanto, éstas también serán uniformemente continuas
en este conjunto, es decir, para cualquier e :> 0 existe un b (e) > 0
tal, que para cualquier par de puntos (x\ y') y (x*? y") que cumplan
V [ x ‘ —x’)s + Jy’ —í/T < ó (€)
se verifican las desigualdades
I«(*'. y')— « (A y") l< -^=- y I»(*'. y') —*»(A y") I < .
Pero entonces, también
I /(*') — / (i") I - l', | •*(*'. y') — u (x \ ¡/”)I2- r (x \ y-) — v{x’, ;/')|¿ < e.
para | z' — z" | <; b (e) (zf = x' 4- ty \ z* = xH+ iy*)%es decir,
también es válida la propiedad do continuidad uniformo en el caso
de una función compleja.
Para obtener las otras dos propiedades es suficiente observar
que ol módulo de una función continua también es una función
continua. Esto se deduce inmediatamente de la desigualdad

3.8. Sea <í>algún conjunto no vacío de puntos del plano, acotado


y cerrado, y sea z un punto arbitrario del plano. Llamemos d i s t a n ­
c i a p (z, <D) dol punto z al conjunto <i> al oxtremo iníorior de las
distancias desde z hasta los distintos puntos pertenecientes a <P.
Como 2 — í (£ £ cp) es una íuución continua de £, definida en <P,
también | z —- £ | será una función continua de £ en <P y, por con­
siguiente, alcanzará su extremo inferior p (z, <P) en cierto punto
So 6 ^ p (z. cp) = | z - So |.
Así, pues, la distancia del punto z hasta el conjunto <P coincide
con la distancia del punto z hasta cierto punto dol conjunto *P. Por
consiguiente, p (z, O) se anula solamente para los puntos que per­
tenecen a <D; si z no pertenece a <l>, se tiene: p (z, cp) > 0.
Demostremos que, considerando a p (z, cp) como función de z,
definida en todo el plano, resulta una función continua. En efecto,
sea p (z, Ó) = | z — So |, So € <1>. Entoncos,
K - E o | = l(*' — *) + (*— £ o ) ! < l *'—*1 + 1* — So I=-p(*»< 1)) + | * ' — *|.
4—1190
50 GAP. II CONCEPTOS FUNDAMENTALES

y, por consiguiente,

de donde
p(a',(li)—p(2, < D )< |z '-z |.
Cambiando do lugar en estos razonamientos z' por z, halla remos
p(z, (D)—p(z',<J>)«|z—z'|.
Por lo tanto
|p (* . 0>)— P ( 2 't Cl>)<|z — z '|.
y os suficionto tomar \z —z' |< ó ( e ) = e para tener también
|p(z. ® ) - p ( * '. ® ) |< « .
De la continuidad demostrada do la función p (z. <J>) se deduce,
en particular, que si z pertenece a algún conjunto de punios Ft
acotado y cerrado, la función p (z, O) también será continua sobre
el mismo y, por consiguiente, alcanzará en cierto punto za £ F su
extremo inferior
inf p (z, <í>) = p(z0, O).
Este último poseo la propiedad de que para cualquier par He
puntos z £ F y £6<D se tiene:
l«—s l > P ( z* ^)>P(2o» <&)■
Por otra parte, en virtud de las propiedades que ya conoiemc*
de la distancia píz©»^)» existe un punto tal. que
P (z0y — | 20 &>|*
El número hallado es, evidentemente, el extremo inferior de
las distancias entre los pares de puntos pertenecientes a los con­
juntos F y <D, respectivamente. A la vez, nos hemos convencido
de que este extremo inferior es alcanzado por cierto par de puntos
z0 E F y £o € Esto número se llama distancia entre los dos con­
juntos F y <!>. y se designa mediante p (Ft O):
p(F9 cD)= inf |z —£|=»inf p(z, tf>).
i£F.
En esta definición los conjuntos F y O desempañan exacta
monto un mismo papel. Por esto, podríamos cambiarlo* de sitio
(en la expresión):
p (Ff <\>) = p (O), F) = inf p (£, F).
t€‘P
s 4. CONEXIVIDAD DB LOS CONJUNTOS. CURVAS Y RECINTOS 5l

Está claro quo el concepto de distancia de un punto hasta un


conjunto es un caso particular del concepto de distancia entro dos
conjuntos F y <D (cuando F consta de un solo punto z).
Como la distancia entre dos conjuntos acotados y cerrados F y O
es ol mismo tiempo la distancia entre los puntos de cierto par
20 6 F y £0 é ^

p ( /\ CD) = |z0—So|.
la magnitud p (Ft (D) se anula cuando, y sólo cuando, los conjuntos
F y O tienen al monos un punto común. E11 particular, si F y O
no tienen puntos comunes, so tiene: p {F, cj>) >. 0.
Fácilmonto se observa que, cuando F o O no son cerrados, o bien,
son cerrados pero no son acotados, el oxtromo inferior de las distan­
cias entre los pares do puntos pertenecientes a F y <I>, respectiva-
monte, puede ser igual a cero incluso cuando estos conjuntos carecen
de puntos comunes. Como ejemplo es suficiente tomar por F el con­
junto de los puntos de acumulación del conjunto d> no pertenecien­
tes a tf) (si <D no es cerrado), o tomar por F el conjunto de lodos los
puntos situados en las asíntotas de una hipérbola, y por (1), el con­
junto do puntos de la hipérbola misma.
No obstante, el lector demostrará sin dificultad alguna quo,
si F y <1> son conjuntos cerrados no vacíos y solamente uno do ellos
no es acotado, existe de nuevo un par de puntos z0 € E y £0 € tal,
quo la distancia entre z0 y £0 coincide con el extremo inferior de las
distancias entre todos los pares posibles de puntos z € F y £ £ O.
Por consiguiente, en este caso, el extremo inferior de las distancias
entre z £ F y £ g G> también será distinto de cero, siempre quo F
y no tengan puntos comunes.

§ 4. CONEXIVIDAD DE LOS CONJUNTOS.


CURVAS Y RECINTOS
4.1. Un conjunto E se llama c o n e x o si on cualquier división
del mismo en dos subconjuntos no vacíos disjuntos (sin puntos
comunes) E { y £ 2< al menos uno de estos conjuntos contiene un
punto de acumulación del otro conjunto.
El conjunto vacío y el conjunto que consta de un solo punto tam­
bién se consideran conexos. Esto tiene su justificación, si se expresa
la definición de conexividad en la siguiente forma negativa: un
conjunto E se llama c o n e x o, si no existe una división del mismo
en dos conjuntos no vacíos disjuntos E t y £ 2, ninguno de los cuales
contieno puntos de acumulación del otro.
Puede servir do ojempio de conjunto dcsconexo cualquier con­
junto finito que conste de más de un punto, o más generalmente, e)
f>2 GAP. I CONCEPTOS FUNDAMENTALES

conjunto formado por los puntos de un número finito de conjuntos


cerrados Fln FZy . . Fn% sin puntos comunes dos a dos.
Forman una clase do conjuntos cerrados y conexos de suma im­
portancia los conjuntos de puntos pertenecientes a las curvas con­
tinuas.
Con respecto a cada función compleja z = f (t) de la variable
real t, definida y continua en cierto segmento a t ^ p (es decir,
los pares de funciones reales continuas x — x (¿), y == y (¿)), se
dico que ésta d e f i n e o determina una c u r v a (una línea)
c o n t i n u a en el plano z. En este caso, los valores de la función
se llaman p u n t o s d o l a c u r v a ; el conjunto de todos los
valores de la función so llama c o n j u n t o d e p u n t o s d e
l a c u r v a (frecuentemente, para abreviar, se dice simplemente
curva).
En particular, los puntos z0 = / (a) y Z = / (|3) se denominan
plinto i n i c i a l y punto f i n a l de la curva. Eslos pueden coin­
cidir, en cuyo caso se dice quo la curva es c e r r a d a .
Ordinariamente, la variable real t se llama parámetro y la
igualdad z — f (í)y que liga los valores del parámotro con los puntos
de la curva, se llama ecuación paramótrica de la curva o, simple­
mente, e c u a c i ó n d e l a c u r v a .
Dos curvas L y A, determinadas por las funciones z = f (t)
(« < << &) y í - <P (x) (a ^ t fi), se consideran i d é n t i c a s ,
si la ecuación do una de ollas se puede transformar en la ecuación de
la otra mediante una sustitución continua y estrictamente monótona
del parámetro, es decir, si existo una función continua y estricta­
mente monótona t = \ (¿) (a ^ i ^ ó) tal, que la función z —
= q> U (í)l coincide con la función 2 = / (t) en el segmonto 1a%b] *).
Además, cuando la función x = X (f) que realiza la sustitución
de una representación paramétrica por la otra os crecionle, se dice
que on ambas curvas está determinada una d i r e c c i ó n (o un
sentido) i g 11 a 1; si es decreciente, se dice que las direcciones son
c o n t r a r i a s . En el último caso, el punto inicial de L sirve de
punto final para A y viceversa. La curva A, que solamente so dife­
rencia de L en el sentido del recorrido, la designaremos a veces
mediante L Como Jas notaciones L y A son equitativas, se puede
también designar L mediante A ..
Un mismo punto 2 que corresponde a distintos valores del pará­
metro, entre los cuales al menos uno os distinto de sus valores
extremos, se llama punto m ú l t i p l e de la curva. La curva que
carece de puntos múltiplos se llama c u r v a d e J o r d á n .
Ilustremos con ejemplos todas estas definiciones.

*) Entonces, naturalmente, también / (t)J coincide con (x) on el


.segmento |a , p|. Aqui X”* (x) es lu función inversa con respecto a i
} 4. C0NEX1VIDAD DE LOS CONJUNTOS. CUnVAS Y RECINTOS 53

1) Las funciones z = t, z = z = 1 — t (0 ^ t ^ 1) determi­


nan una misma curva continua, representada por el segmento del
eje real comprendido entre los puntos z = 0 y z = l . A l a primera
y segunda expresiones corresponde una misma dirección (o un mismo
sentido) en la curva (el punto inicial está situado en el cero y el punto
final en la unidad); a la tercera expresión, la dirección contraria
(el punto inicial está situado en la unidad y el punto final en el
cero). Es obvio que esta curva no tiene puntos múltiples y, por
consiguiente, es de Jordán. Como sus puntos inicial y final no coin­
ciden, ésta es una curva de Jordau uo cerrada.
2) Las funciones z — t y z sen nt (0<[ 1) determinan
curv,$s continuas distintas L y A, puesto que no existo una trans­
formación monótona del parámetro que transformo una do ellas en la
otra. En efecto., una transformación tal tendría que transformar
la función monótona f (t) = t do nuevo en una función monótona,
mientras que la función <p (t) = sen ni no es monótona en ol seg­
mento (0, lj.
Obsérvese que los conjuntos de puntos de las curvas z = t
y z — sen nt (0 ^ t ^ 1) coinciden con el conjunto do puntos dol
segmento [0, 1], a pesar de que ambas curvas son distintas. Por
consiguiente, la coincidencia de' Jos conjuntos de puntos do dos
curvas continuas, siendo condición necesaria para la identidad do
estas curvas, no es, sin embargo, condición suficiente.
, Obsérvese también que, en este ejemplo, la curva z — t es de
Jordán y no es cerrada. No obstante, la curva z — sen nt ticno pun­
tos múltiples (sen nt = seit n (1 — /)» 0 < *< y ) y» por consiguien­
te, no es de Jordán. Ademas, esta última es cerrada, puesto que su
punto final coincide con el inicial (sen (jt-0) = sen (ji-1) = 0).
3) Sea At, A2i . . ., An un sistema de segmentos rectilíneos,
orientados de un modo determinado y situados en el plano de tal
manera que el oxtremo del segmento precedontc Aj (/ = 1, 2, . . .
. . ., n — 1) coincide con el origen del siguiente A¿+i. Designando
mediante a, el número complejo representado por el vector A¿ y me­
diante z0 el punto inicial del segmento Aj, podemos obtener en el
segmento 0 t ^ n una función continua oiemental que deter­
mina la curva representada por el sistema de los segmentos dados:
z = Zq-j- at -j- . . . + aj~i 4- aj (t — j 4-1)
(; — / = 1, 2, ...,n ) .
Esta curva so llama p o l i g o n a l , o q u e b r a d a , y los segmen­
tos Aj (/ = 1, 2, . . ., n)t l a d o s de la poligonal. La poligonal
puede ser cerrada o no, según que el extremo del segmento A„ coin­
cida con el origen dol soginento As o no. Esta será una curva de
Jordán solamente cuando no haya intersecciones consigo mismo,
W CAP. I CONCEPTOS FUNDAMENTALES

de modo que dos lados distintos no pueden tener más de un punto


común; además, esto punto común sólo puede ser el extremo del
lado antorior y el origen del siguiente, y cuando la curva poligonal
es cerrada, también puede ser el extremo del último lado y el
origen del primoro.
4) Fácilmente se observa que la circunferencia con centro en
el punto z0 de radio r:
z = -f r (eos t isen <) (0 < f< 2 jt),
es una curva cerrada de Jordán.
Un conjunto no vacío, acotado, cerrado y conexo se llama c o n -
t i n a o*); demostremos que ci conjunto de puntos de cualquier
curva continua es un continuo.
En efecto, sea L una curva continua, definida por la ecuación
a = / (t) (a < * P), y sea £ un punto de acumulación del con­
junto de puntos de la curva. Entonces, según el apartado 3.5, existe
una sucesión {zn} do puntos distintos de la curva L que converge
«cía £. Hagamos zn = / (tn); entonces, lim / (íft) — £. E xtraiga-
n-voo
mos luego de la sucesión infinita de puntos {¿„}, pertenecientes al
conjunto acotado a ^ t ^ p, una sucesión parcial convergente
} (ap. 3.2). Entonces, tendremos: lim tnh — ¿o» donde ¿0, evi-
* JC-M*
dente mente, pertenece al segmento [a, pj. Por consiguiente, como
1'k(t) es continua, so tiene: lim } (fn )= f (¿o)- P°r otra parte, {/ (*„)},
siendo una sucesión parcial contenida en la sucesión {/ (fn)}, tiene
que tener el mismo límite £: lim / (¿„ ) = £. Por lo tanto, £ = / (¿)*
h~+rx> k
o sea, £ pertenece a la curva L. Queda demostrado que el conjunto
de puntos do una curva continua es cerrado. Demostremos ahora
que oste conjunto es conexo. Suponiendo lo contrario, tendremos una
división de L en dos conjuntos no vacíos L t y L lt sin puntos comu­
nes, tales que ninguno de éstos contiene puntos de acumulación
del otro. Respectivamente, el segmento a ^ t < p se dividirá en
dos conjuntos no vacíos E\ y E.¿ , sin puntos comunes: uno de ellos
estará formado por aquellos valores del parámotro t a los cuales
corresponden los puntos de Lt, y el otro, por aquellos valores de t
a los cuales corresponden los puntos de L z. Cerciorémonos de que
ninguno de los conjuntos Eu Ez puede contener puntos de acunniln-
ción del otro. En efecto, si, por ejemplo, el punto i' 6 E i fuese para
E2 un punto de acumulación, entonces en Ez se podría hallar una
sucesión de puntos {/ñ} que convergería hacia V (ap. 3.5). Como
/ (/) es una función continua, de aquí resultaría que lim / (C) =
Ti—►OO

') Según osla definición, cada punto es un continuo.


» 4 CONEXIVIDAD DE LOS CONJUNTOS. CURVAS Y RECINTOS 55

= j (t')y es decir, el punto / {t') 6 ¿i sería un punto de acumulación


para £ 2*)t Id cual contradice a la hipótesis relativa a L, y L2.
Así, pues, la suposición de que la curva L es desconexa implica
la suposición análoga relativa al segmento de la recta [a, p¡; no
queda más que refutar este último. Obsérvese con este fin que E x y E 2
son conjuntos cerrados. En efecto, cada punto de acumulación
do E i pertenece al sogmento la , pl, y como dicho punto no puede
pertenecer a E z Liene que pertenecer por lo tanto a E x. Por consi­
guiente, Ei es cerrado. Del mismo modo, E 2 también es cerrado.
Como E\ y E 2 son conjuntos cerrados no vacíos sin puntos comunes,
la distancia entre ellos p (Eu E 2) es distinta de cero.
Dividamos el segmento [a, en segmentos iguales de longitud
Ó c p (/?i, E 2): Ój, ó2, . . ., ón, de modo que el punto final de
cada uno de ellos sea el punto inicial del siguiente. Evidentemente,
cualquiera de estos segmentos 1, 2, . . n) pertenece
enteramente a uno de los conjuntos E\ o E 2\ en caso contrario llega­
ríamos a la conclusión absurda de que la distancia entre E\ y E 2
no superaría a Ó, o sea, sería menor quo p (Z£t, Z?2). Supongamos,
por ejemplo, que Ój pertenece a E x. Entonces, también el punto ini­
cial dol segmento ó2 (que coincide con el punto final del segmento ót)
y, por consiguiente, todo el segmento ó2 pertenece a E x. Si se ha esta­
blecido que ó* pertenece a E\ (k < n), entonces el punto inicial del
segmento ó*+1, que coincide con el punto final dol segmento Ó*,
también pertonece a E i y, por consiguiente, todo el sogmento ó*+t
pertenecerá a E%. Por lo tanto, todos los sogmentos (/ = 1, 2, . . .
. . . . n) tienen que pertenecer solamente a uno de los conjuntas
E x o E Zy de modo que el otro resultará vacío, lo cual contradice a la
hipótesis. Con esto, queda terminada la demostración.
Ahora podemos domostrar que, en general, es conexo todo conjun­
to E para el cual dos puntos cualesquiera del mismo z' y zn pueden
unirse mediante una curva continua L (es decir, quo se puede construir
una curva para la cual uno de los puntos z \ z" es el punto inicial,
y el otro, el punto final), cuyos puntos pertenecen a E. (Obsérvese
que, sin embargo, la condición suficiente de conexión comprendida
aquí no os necesaria).
En efecto, supongamos que el conjunto E se ha dividido de
algún modo on dos subconjonlos no vacíos E x y E 2 que carecen de
puntos comunes. Sea z' un punto fijo de E x y z", do Zs2. Unamos z'
y z" mediante una curva continua L cuyos puntos lodos pertenezcan
a E t y sean L\ y los subconjuntos del conjunto do los puntos do

*) En el caso considerado, / (/'), siendo un punto do acumulación de la


s u c e s i ó n (/ (fñ)}, será también un punto de acumulación para el c o n ­
j u n t o que representa loa términos do esta sucesión, puesto que ninguno de
los puntos / (¿ñ) coincide con / (O (£j y L*¿ no tionuu puntos comimos).
56 CAP. I CONCEPTOS FUNDAMENTALES

la curva L formados por todos los puntos de L que pertenecen a E x


0 a respectivamente. Evidentemente, éstos son conjuntos no
vacíos (z' £ L íf zH£ L2) Quc no tienen puntos comunes. Como L es
conexo, al menos uno de ellos, por ejemplo L u tiene que contener
un punto do acumulación dol otro. Soazi este punto. Este pertenece
a L { y, por consiguiente, a £ t. Además, es un punto de acumulación
para L z y, por lo tanto, también es un punto de acumulación para
Ez ^ L>2-
Así, pues, resulta que cualquiera que sea la división del conjun­
to E on conjuntos no vacíos sin puntos comunes, al menos uno de ellos
tiene que poseer un punto de acumulación del otro. Con esto queda
demostrado que el conjunto E es conexo. Como dos puntos cualesquie­
ra del plano pueden unirse, por ejemplo, mediante un segmento
recto, de aquí se deduce, en particular, que el plano es un conjunto
conexo.
Para un conjunto cerrado y acotado, la condición de conexividad
puede expresarse del modo siguiente: Un conjunto cerrado y acotado F
es conexo, es decir, es un continuo, si para cualesquiera dos de sus
puntos z0 y z' y para cualquier e > 0 es posible señalar un número
finito de puntos de este conjunto'. z0, zit . . zn = z \ tales que
1Zk — 2fc-i I < c (k « 1, . . n).
En efecto, supongamos que so cumple esta condición y que f
no es conexo. Entonces F puede dividirse en dos subconjuntos no
vacíos Fi y Fz, sin puntos comunes, tales que ninguno de ellos con­
tiene puntos de acumulación del otro. Como todos los puntos de
acumulación del subconjunto Fj (/ = 1, 2) tienen quo pertenecer
a Ft deducimos que éstos pertenecen a F es decir, Fj es un conjunto
cerrado. Así, pues, Fx y Fz son acotados, cerrados y carecen de pun­
tos comunes. Por lo tanto, la distancia p (Fí% F2) > 0; tomando un
punto zQ£ Fi y un punto z' 6 Fz ao podremos indicar, evidente­
mente, un número finito do puntos de F: z0t zu . . zn = z\
talos que | zh — zk -i I < P F2) (/c = 1, 2, . . ., n). En efecto,
entre éstos tiene que haber dos puntos con subíndices consecutivos:
zn -i y Z/,, ot primero de los cuales perloneco a Ft y el segundo a Fz,
por lo cual | z* — Zk -\ | p ( f i, F2)- 'De esta contradicción se
deduce la proposición enunciada.
Apliquemos este criterio de conexión para la demostración del
siguienlo teorema; si es una sucesión de continuos tales que
Fn +t ci Fní entonces su intersección F (es decir, el conjunto de
puntos comunes a todos los Fn) es también un continuo.
Consideremos nnn sucesión de puntos {zn}, donde zn £ Fn. En
virtud de la condición f n+%cz Ffl, los puntos zn, zn+lt . . . perte­
necen a Fn\ de aquí so deduce que todos los puntos de acumulación
de la sucesión {zn} pertenecen a Fn (n = 1, 2, . . .), y por consi­
guiente, también a F. Pero el conjunto de los puntos de acumulación
$ 4. C0NUX1V1DAD DE LOS CONJUNTOS. CURVAS V RECJNTOS 57

de la sucesión \zn) no es vacío (puesto que la sucesión {zn} es acota­


da); por esto, F es un conjunto no vacío. Si éste carece de puntos de
acumulación, entóneos F es cerrado. Supongamos que existen puntos
de acumulación de F y que z0 es uno de ellos. Como F ci Fn, el pun­
to z0 es para Fn un punto de acumulación y, por consiguiente, per­
tenece a Fn (n = 1, 2, . . .); por lo tanto, z0 £ F. Así pues, F es
un conjunto no vacío, cerrado (y, evidentemente, acotado).
Demostremos, finalmente, que F es un conjunto conexo. Supo­
niendo lo contrario, hallaremos que F puede dividirse en dos con­
juntos no vacíos, acotados y cerrados F0 y F \ sin puntos comunes.
Supongamos que z0 £ F0 y z' £ F'; como z0 £ Fn y z' £ Fn paro
cualquier », existen unos puntos z0l zi, . . ., z v= del conjunto
Fn tales que | zh — z*_i | < (F0l F') = e (k = 1............v).
Entre éstos tiene que haber al menos un punto Zt» cuya distancia
hasta F0 y hasta F' y, por consiguiente, también hasta F* es supe­
rior a e.
En efecto, si para cada punto z0, 2i* • • •» zv, la distancia hasta
uno de los conjuntos F 0 o F' no fuese superior a e, entonces todos
estos puntos podrían dividirse en dos clases no vacías de modo qué,
para los puntos de una de ellas, las distancias hasta F q no superarían
a b, y para la otra, las distancias hasta no superarían a e. Eviden­
temente, la distancia entre dos puntos cualesquiera de clases distin­
tas tíeno que ser mayor que s, puesto que e = «|-p (,F0, F'). Pero, por
otra parte, si p < v es el subíndice superior de los punios de la
primor» claso, entonces ol punto de subíndice p -f- 1 tiono que per­
tenecer a la segunda clase, obteniendo para los puntos y z^+1
de distintas clases la desigualdad:
Izn+i ■”■2|i | <C 8.
De esta contradicción se deduce la existencia del punto pedido
z*. Este punto lo designaremos mediante £n, para señalar su perte­
nencia al conjunto Fn.
Así, pues, Sn 6 í ’, y P (ín. / ) > 8 (» = 1. 2, . . .).
Para cualquier punto de acumulación ?0 do la sucesión {£n}
tendremos que p (£0, /'*) 8. Pero esto es imposible, puesto quo
todos los puntos de la sucesión {£„} pertenecen a F. Así, pues, F
tienen quo ser un conjunto conexo. La demostración del teorema
queda terminada.
4.2. Un conjunto O se llama a b i e r t o , si para cada uno de sus
puntos existe un entorno cuyos puntos todos pertenecen a O. Son
ejemplos de conjuntos abiertos: ol conjunto de todos los puntos del
plano, el conjunto de todos los puntos no pertenecientes a un con-
CAP. 1 CONCEPTOS FUNDA M EN TA LES

junto finito dado do rectas o circunferencias, el conjunto de todos


los puntos situados on el interior de un círculo dado, etc. El con­
junto vacío también se considera abierto.
Un conjunto abierto y conexo se llama r e c i n t o . En virtud
de lo demostrado anteriormente, un conjunto abierto será conexo y,
por consiguiente, será un recinto, si dos puntos cualesquiera del
mismo pueden unirse mediante una curva continua perteneciente a O.
Pero se verifica también lo recíproco: dos puntos cualestiulera de un
recinto arbitrario pueden unirse mediante una curva continua perte­
neciente al recinto.
Demostráronos esta proposición por reducción a lo absurdo.
Si fuese injusta, en cierto recinto G existirían dos puntos z' y zn
que no podrían unirse mediante una curva continua perteneciente
al recinto. Designemos entonces mediante Gj el conjunto de aquellos
punios de G que pueden unirse con z' mediante una curva continua
perteneciente a O, y mediante G2, el conjunto de todos los demás
puntos. Como zr pertenece a G junto con cierto entorno suyo
| z — z' | < p (según la definición de conjunto abierto), todos
los puntos de este entorno quedarán incluidos en G\\ éstos pueden
unirse con z' mediante segmentos rectos. Por lo tanto, Gi y G2 son
conjuntos no vacíos (z* £ G2) que no tienen puntos comunes. Supon­
gamos que zt £ G\\ entonces existe una curva continua L\ que une
z* con z, y pertenece a G. Si l z — zt | < p, es un entorno del punto
zi, perteneciente a G, entonces cualquier punto z de este entorno
puede unirse con z4 mediante un segmento recto At, también perte­
neciente a G. Por consiguiente, tal punto se une con z mediante
una curva continua Li 4- Ai perteneciente a G; así, pues, z £ Gu
es decir, el entorno ) z — z1 | < pi del punto Zj pertenece totalmente
a G|. Vemos que el punto zt no puede ser de acumulación para el
conjunto G2.
Supongamos, finalmente, que z2 £ Ga; entonces tomamos de
nuevo un entorno | z — z2 | < p2 del punto z2, perteneciente a G.
Si algún punto z de este entorno perteneciese a Gt, entonces este
punto podría unirse con el punto z' mediante una curva continua L2,
perteneciente a G; pero z puedo unirse con z2 mediante un segmento
recto A2, también perteneciente al recinto G. Por consiguiente, el
punto z2 se uniría con el punto z' mediante una curva continua
¿2 4- A2, perteneciente a G, por lo cual pertenecería a Gj en contra
•le la hipótesis (z2 £ G2). Así, pues, ningún punto del entorno
| z — z2 | < p2 puede pertenecer al conjunto Gt. Por lo tanto, nin­
gún punto dol conjunto G2 puede ser de acumulación para G{. Vemos
que el conjunto G se divide en dos conjuntos no vacíos Gt y G2
sin puntos comunes, ninguno de los cuales contiene puntos de acu­
mulación del otro. Pero esto contradice a la condición de conexividad
del conjunto G. La demostración queda terminada.
í 4. CONEXIVIDAD DE LOS CONJUNTOS. CURVAS V RECINTOS 59

De lo expuesto se deduce que ia definición de recinto puede


enunciarse del modo siguiente:
Un conjunto abierto O se denomina recinto, si dos puntos cua-
lesquieru del mismo pueden unirse mediante una curva continua L
cuyos puntos todos pertenecen a 0.
Sea O un conjunto abierto arbitrario y z0, alguno de sus puntos.
Consideremos el conjunto de t o d o s los puntos de O que puedeD
unirse con z 0 mediante curvas continuas, pertenecientes a O. Evi­
dentemente, este conjunto no es vacío (pertenece al mismo el punto
Zq junto con su entorno, perteneciente a O), es abierto (si z¡ puede
unirse con z0 mediante una curva continua y , entonces cualquier
punto z del entorno del punto z it perteneciente a O, puede unirse
con z0 mediante una curva continua, constituida por y y por el
segmento roctilíneo con los extremos Zj y z2) y, según la definición
misma, es conexo. Por lo tanto, el conjunto indicado es un recinto.
Este recinto se llama c o m p o n e n t e c o n e x a de O (que
conlione al punto z0).
Se puede caracterizar también la componente conexa de O como
el recinto mayor, perteneciente a O y que contiene al punto dado z0«
Es evidente que dos componentes de O que tengan un punto común
tienen que coincidir totalmente. Si O no es un recinto, es decir, si O
es desconexo, entonces existen al menos dos componentes de O distin­
tas. El conjunto de componentes de O puede ser infinito (figurémo­
nos, por ejemplo, el conjunto O formado por los círculos de radio
í
y , con centros en los puntos 0, ± 1 , ± 2 , . . en este caso, los
círculos por separado son componentes de O). En todo caso, este
conjunto tiene que ser a lo sumo numerable. En efecto, tomemos
uu punto en cada componente de O, de coordenadas racionales x o y.
Entonces, obtenemos una aplicación biyectiva del conjunto de todas
las componentes sobre cierto subconjunto de un conjunto numerable,
de donde se deduce lo que se afirmaba.
Respecto de cualquier conjunto abierto y, en particular, de un
recinto O, todos los puntos del plano se dividen en los siguientes
tres categorías:
1) puntos pertenecientes a 0\ éstos se llaman p u n t o s i n t e ­
r i o r e s a O;
2) puntos no pertenecientes a O que son para O puntos de acumu­
lación; éstos se llaman p u n t o s f r o n t e r a de O;
3) puntos no pertenecientes a O que no son para O puntos de
acumulación; óstos se llaman p u n t o s e x t e r i o r e s a O.
El conjunto de los puntos interiores coincide con O y, por consi­
guiente, no es vacío, siempre que O no sea vacío. El conjunto de los
puntos frontera — denominado frontera del conjunto abierto (del
recinto) — será vacío cuando O sea todo el plano. Si el conjunto O
CAP. I CONCEPTOS FUNDAMENTALES

es distinto do todo el plano, entonces tiene que existir un conjunto


de puntos no vacío E t no pertenecientes a O. Este conjunto pnodc
constar solamente de puntos frontera y de puntos exteriores. Si
no hay puntos exteriores, entonces E consta de puntos frontera, los
cuales tiene que haber, por lo tanto, no menos de uno. Si para E hay
puntos exteriores, tiene que haber, evidentemente, un conjunto
infinito de éstos (puesto que para un punto exterior existe un entorno
cuyos puntos son también todos exteriores). Cerciorémonos que,
on ton eos, el conjunto de puntos frontera también tiene que ser
infinito. Precisando, demostremos que eu cualquier segmento recti­
líneo, uno de cuyos extremos es un punto interior y el otro, exterior
n O, tiene que haber al menos un punto frontera. En caso contrario,
todo el segmento quedaría dividido en dos conjuntos no vacíos
Ex y E2 de puntos interiores y exteriores a O. Pero ningún punto del
conjunto E\ (punto interior a O) puede sor punto do acumulación
del conjunto E2 (conjunto do puntos exteriores a O), del mismo modo
que ningún punto del conjunto E¿ puede ser punto de acumulación
de Ei. Esto contradice a la propiedad de conexión del segmento, de
donde se deduce que el segmento, además de puntos interiores
y exteriores, tiene que contener también puntos frontera de O (al
menos uno). De lo expuesto se deduce que, si el conjunto abierto O
no es todo el plano, el conjunto de sus puntos frontera no puede ser
vacío. No obstante, en esto caso también puede no haber puntos
de tercera categoría: puntos exteriores. En efecto, cada punto exte­
rior se caracteriza, evidentemente, en que existe un entprno del
mismo, ninguno de cuyos puntos pertenecen al conjunto dado O.
Por consiguiente, si el conjunto de puntos no pertenecientes1a O
no contiene ningún círculo, entonces no puede contener tampoco
ningún punto exterior a O, es decir, todo el conjunto consta de
puntos frontera. Esto ocurre, por ejemplo, cuando O está formado
por todos los puntos no pertenecientes a una recta (o a una circun­
ferencia). Esta última es la frontera de 0\ en este caso no hay puntos
exteriores.
4.3. Demostremos que la frontera V de cualquier conjunto abier­
to O es un conjunto cerrado. Para esto es suficiente demostrar que nn
punto z0 no perteneciente a I\ no puede ser para T un punto de
acumulación. En efecto, tal punto tendría que ser interior o exterior
a O. En ambos casos, existe un entorno de z0 que no contiene ningún
punto de T. Por consiguiente, z0 no puede ser para r un punto de
acumulación, lo que muestra que el conjunto T es cerrado.
Agregando a un conjunto abierto O todos sus puntos frontera,
obtenemos un conjunto O, denominado c l a u s u r a del conjunto
O. Demostremos que O es un conjunto cerrado. Para esto es sufi­
ciente demostrar que ningún punto z0 no perteneciente n O, puede
5 4. ÍXINEXIVIDAD DE LOS CONJUNTOS. CURVAS Y RECINTOS *H

ser un punto de acumulación para O. En cfecLo, Lal punió solamente


puede ser exterior a O. Por lo tanto, existe un entorno dol punto
z0 que no contiene ningún punto de O, y que, por consiguiente,
tampoco contiene puntos frontera de O. En el entorno indicado
no habrá ningún punto de O, de donde se deduce que z0 no es para O
un punto de acumulación. De aquí que 5 es un conjunto cerrado.
Cuando O es un recinto, la clausura del conjunto O se llama
recinto c e r r a d o (o dominio). Por ejemplo, el conjunte»
de todos los puntos situados en el interior de una circunferencia
y en ella misma forma un círculo cerrado; el círculo cerrado se
distingue del círculo abierto, pues este último es el reciento formado
por todos los puntos que están situados en el interior do la circunfe­
rencia.
Sea G un recinto acotado, es decir, un recinto cuyos puntos
están contenidos todos en cierto círculo con centro en el origon do
coordenadas | z | < R. Entonces todos los puntos que están situa­
dos fuera de este circulo también serán exteriores con respecto a G
De aquí se deduce que los puntos frontera del recinto G tienen que
satisfacer a la condición | z | ^ /?, de modo que la fronlora T do
un recinto acotado G es un conjunto cerrado y acotado.
Llamaremos a un recinto acotado G s i m p i e m e n t e c o n e ­
x o o m ú l t i p l e m e n t e c o n o x o , según que su frontera
sea un conjunto conexo o desconexo. Un ejemplo simple de recinto
simplemente conexo es el interior do un círculo, y un cjornplo de
recinto múltiplemente conexo es el conjunto de puntos situados
entre dos circunferencias concéntricas.
La clase de los recintos múltiplemente conexos admito una sub­
división consiguiente. Los recintos simplemente conexos se caracte­
rizan en que su frontera es un continuo. Si la frontera do un recinto
múltiplemente conexo consta do un número finito n (n ;> 1) de
continuos, sin puntos comunes dos a dos *), el recinto G se llama de
*) Es fácil comprobar q[uo si nn conjunto dado admite alguna división
en un número finito de continuos, que carecen do puntos comunes dos n cla«,
entonces esta división os única. En efecto, sean U..........fn y q-»lt * - •, Tm.
dos divisiones distintas de un mismo conjunto en continuos. Entonces, al menos
uno de los continuos de una división (sea éste <p¿) tiene quo contener tanto puntos
que pertenecen como puntos quo no pertenecen a cierto continuo do otra división
(sea éste fh). Designemos mediante el conjunto de los puntos del continuo <p¡
quo pertenecen a fk y mediante <p^, ol conjunto de todos los demás puntos de|
continuo <p/ (éstos tloncn que pertenecer i\ alguno de los continuos / lt . . fh
Evidentemente, todo punto de acumulación del conjunto yjft es también
para fh un punto do acumulación, por lo cual está contenido en fh y no puede
pertenecer a «pía. Del mismo modo, un punto de acumulación del conjunto
tiene que ser Je acumulación para alguno de los continuos f¡ (1 4= k)\ por jo
Unto, este punto ostá contenido en // y no puede pertenecer a q^h. Hemos oble-
«2 CAP. I CONCEPTOS FUNDAMENTALES

c o n e x i ó n f i n i t a o más precisamente, se dice que el o r d o n


d e c o n e x i ó n e s n. Finalmente, si la frontera do un recinto
rnúltiplomento conexo no puede dividirse en un número finito de
continuos, sin puntos comunes dos a dos, entonces el recinto se llama
do c o n e x i ó n i n f i n i t a .
Si dentro de algún círculo abierto K se toman n — 1 (rc ;> 1)
círculos cerrados K u K 2, > • ., Kn- it sin puntos comunes dos a dos,
entonces el conjunto do todos los puntos del círculo K no pertenecien­
tes a ninguno de los círculos K¡ (j = 1, 2, . . ., n — 1), representa
un recinto C de orden de conexión n. Su frontera consta de n circun­
ferencias; C y Cj, que limitan los círculos K y (/ = 1, 2, . .
. . . » n — 1), respectivamente.
Si, para fijar ideas, tomamos ©l círculo unidad | z | < 1 y excluí
moa de éste los círculos cerrados I| z ---- «- | ^^ -r—(n7 í— l) (n
x =-
— 2, 3, 4, . . .), y también su centro z — 0, obtenemos un recinto
de conexión infinita cuya frontera consta de Jas circunferencias
1*1=- í. [* - 4~l~5T (.l + l) 3 . 4 , . . . ) y del punto
z = 0.
4.4. Consideremos un conjunto cerrado de puntos arbitrario F
El conjunto O de todos los puntos del plano no pertenecientes a F
es un conjunto abierto. En efecto, si O no es vacío (en este caso la
proposición resulta evidento), sus puntos, al no pertenecer a F.
no pueden ser tampoco puntos de acumulación de F. Por lo tanto,
para cada uno de ellos existe un entorno que carece do puntos ilol
conjunto F y que, por consiguiente, pertenece totalmente a O.
Supongamos que z0 £ 0; designemos con G0 el conjunto de todos
los puntos de O que pueden unirse con z 0 mediante curvas continuas
pertenecientes a O. Es obvio que C0 es un recinto. Esto se denomina
c o n t i g u o con respecto al conjunto cerrado F. Fácilmente
se observo que puede haber una infinidad de recintos distintos,
contiguos a F.
Como ojomplo, es suficiente figurarse que todo el plano se lia
ruad rico la do mediante rectas equidistantes, paralelas a los ejes
de coordenadas. Aquí, el conjunto F está formado por todos los pun­
tos de estas rectas, mientras que los puntos que están situados
dentro de cada cuadro forman los recintos contiguos a F.
Cuando F es una curva de Jordán cerrada y. existen dos y sólo
dos roe i utos distintos contiguos a y. En este caso, y es su frontera
común. Esta afirmación, que fácilmente se comprueba en cada
nido que i>I continuo admite una división en do» conjunto» no vacio»
y sin puntos comimos, ninguno do los cuales contiene punios de acumulación»
del otro. Pero esto contradice n la definición de continuo: do este modo, nuestra*
afirmación queda demostrada.
I 4. C O N E X IV ID A D D B LO S C O N JU N T O S# CU RVA S Y R E C IN T O S 63

caso concreto (por ejemplo, cuando y es una circunferencia), forma


el contenido del teorema de JordAn. A continuación emplearemos
este teorema, recomendando al lector que vea la demostración
en algún curso de topología. Obsérvese que uno de los dos recintos
siempre es acotado: el i n t e r i o r de la curva de Jordán; el otro
es no acotado: el e x t e r i o r a la curva de Jordán (por ejemplo,
las partes interior y exterior de una circunferencia). Mediante estos
conceptos es fácil establecer la siguiente propiedad de los recintos
simplemente conexos, que es fundamental para la teoría de las
funciones: si y es una curva de Jordán cerrada, perteneciente a un
recinto simplemente conexo C, entonces el interior de y también perte­
nece al recinto G.
En efecto, sea £ algún punto de y. Como £ es un punto
del recinto G, existo un entorno de este punto perteneciente n 0.
En este entorno tiene que haber una infinidad de puntos exterio­
res a y, así como lina Infinidad de puntos interiores a y (esto es
debido a quo £ es un punto frontera para uno y otro recintos). De
aquí se deduce que tanto en el exterior como en el interior de y hay
puntos del recinto (7. Pero el exterior de y no puede pertenecer total­
mente a G, puesto que en caso contrario G sería no acolado (y esto
contradice a la definición admitida anteriormente de recinto simple-
monte conexo). Por consiguiente, en el exterior de y tiene que haber
tanto puntos pertenecientes al recinto G como puntos que no perte­
necen a G. De aquí se deduce que en el exterior de y tiene que haber
puntos frontera de G. En efecto, suponiendo lo contrario haríamos
la conclusión de quo el exterior de y se dividiría en dos conjuntos
no vacíos sin puntos comunes: uno de puntos extoriores y otro de
puntos interiores a Gy sin contener ninguno do ellos puntos do acumu­
lación del otro, lo cual contradice a la conexividad del exterior de y.
Ahora es fácil demostrar que el interior de y pertenece totalmente
a G. En cfocto, en caso contrario en el interior de y habría puntos
pertenecientes a í í y puntos no pertenecientes a G< y aplicando los
mismos razonamientos que antes hallaríamos que entre éstos
habría puntos frontera del recinto G. Luego obtendríamos de aquí
que toda la frontera do G quedaría dividida en dos conjuntos no
vacíos sin puntos comunes: uno en el interior y otro en el exterior
de y. Como ninguno de éstos puede contener puntos de acumulación
del otro (un punto del interior de y no puedo sor do acumulación
para el exterior y viceversa), llegaríamos a la conclusión de que
la frontera del recinto G es un conjunto desconexo, lo cual contradice
a la hipótesis hecha de que el recinto G es simplemente conexo. Así.
pues, el intorior do y pcrtonece totalmente a G< y nuestra afirmación
queda demostrado.
Se puedo demostrar, sin dificultad alguna, que es simplemente
conexo cualquier recinto acotado que posea la propiedad de que
CA P. 1 C O N C E PT O S F U N D A M E N T A L E S

para cualquier curva de Jordán cerrada y perteneciente a G el inte­


rior de y también pertenece a G.
Entre los recintos no acotados, para los cuales no hemos definido
por ahora ios conceptos de simple o múltiplemente conexos,
hay algunos que poseen 1a propiedad indicada de los recintos simple­
mente conexos: si una curva de Jordán cerrada pertenece al recinto,
entonces su interior también pertenece al mismo. A tal génoro de
recintos también denominaremos simplemente conexos, extendiendo
para éstos la definición primaria de recinto simplemente conexo.

FIG. 5

Por lo tanto, serón simplemente conexos: el plano, un seiniplano


(fig. .5, a), un ángulo (fig. .4, b)%una franja (íig. 5, c), una semiíranja
(íig. 5, d), etc. Por el contrario, ol exterior de un círculo, por ejemplo,
no será un recinto simplemente conexo según esta última definición.
4.5. Demostraremos ahora unas cuantas proposiciones auxilia­
res a las que habrá que hacer referencia a continuación. *)
| I-Iagamos primero la siguiente observación general: si z0 es mi
punto del recinto G y A es su distancia hasta la frontera de este recin­
to (cuando la frontera sea un conjunto vacío, supondremos que
A = oo, entonces el círculo | z — z0 | < A está contenido en el
recinto G. Esta afirmación es evidente cuando la frontera del recinto
es un conjunto vacío, puesto que entonces G coincide con todo el
plano y el círculo indicado también coincide con todo el plano. Su­
pongamos que la frontera del recinto G no es un conjunto vapío y,
por consiguiente, A < oo. El círculo | z — z0 | < A no puede con­
tener puntos frontera de G%puesto que todos ellos están situados
fuera de este círculo o en la circunferencia | z — z0 1 = A (al monos
un punto frontera está situado en esta circunferencia). Poro éste
*) El lector puede omitirlas durante la primera lectura, aludiendo u las
proposiciones de osle apartado solamente cuando encuentre referendos en lu
exposición ulterior.
$ 4. C O N E X IV ID A D DE LOS CO NJU NTOS. CU RV A S Y RECIN TO S 5

no puede contener tampoco puntos exteriores a G, puesto que en el


segmento rectilíneo z<pi% que uno el punto interior z0 con el punto
exterior zlt tiene que haber al menos un punto frontera. Así, pues,
el círculo | z — z0 | < A está contenido en el recinto G.
a) Dos punios cualesquiera del recinto pueden unirse mediante
una curva de Jordán y, en particular, mediante una línea quebrada.
Sean z' y z" dos puntos del recinto G. Según la propiedad conocida
del recinto, demostrada en el ap. 4.2, existe una curva continua L\
z = f (/) (a t ^ P), que pertenece a G y une los puntos z' y z \
Designemos mediante A (A ;> 0) la distancia entre la curva L y la
frontera del recinto G. Como la función / (/) es continua, el segmento
la, pj puede dividirse por los puntos t0 = a < lt < tz C . . .
... c = P en partes tan pequofias, de modo que se cumplan las
desigualdades
|/ ( 0 +i ) - / { 0 ) l < A (j = 0, 1.......... n - 1 ) .
Como todo círculo | z — / (lj) | c A pertenece al recinto G (pnos
la distancia desde / (¿y) hasta la frontera del rocinto G no es inonor
que A) y contiene el punto / (fy+i), los segmentos de las rectas Ay,
que unen / (t}) con / (fy+i) (J = 0, 1, . . . . n — 1), también
pertenecen n G. Por lo tanto, la quebrada A con los lados A0, Af, . ..
.. An _i, que une z' con z", está situada on el recinto G. Si ésta no
se corta consigo mismo, es decir, si carece de puntos múltiples,
nuestra afirmación queda demostrada. En caso contrario, existen
dos lados Ay y A* (0 ^ k) quo tienen un punto común z0; ade­
más, cuando los lados son contiguos (k = / H- 1), se puede suponer
que este punto es distinto del punto final del lado Ay (quo es el
punto inicial del lado Ay+j). Si k :> jf 4* 1, suprimiendo de A la
quebrada cerrada que consta: de la parte del lado Ay desde el punto
z0 hasta su punto final, de todos los lados de la quebrada A cuyos
subíndices estén comprendidos entre / y k, y finalmente, de la parto
del lado A* desde el punto inicial de este lado hasta el punto z0,
obtenemos una nueva quebrada A' que une como anteriormente
z' con z", pero que contieno por lo menos un lado menos que A.
Si A* — ; -h 1, entonces uno de los lados Ay y Ay+,, que tienen el
punto común z0, además de otro punto común, como lo es el punto
final de Ay y el punto inicial de A/+J, tiene que ser parte del otro
lado. Por ojomplo, supongamos que Ay es una parte de Ay+.|. Enton­
ces, de la quebrada A suprimimos la querbrada cerrada que consta
de Ay y de la parte del lado Ay+j desde el punto inicial de os te lado
hasta el punto inicial del lado Ay. Resulta una nueva quebrada A'
que une z' con z* y quo contiene uno o dos lados monos que A. Así.
pues, en todos los casos, cuando la quebrada A se corto consigo
misma, es posible sustituir dicha quebrada por otra A' o A", situada
do nuevo en el recinto G y que une los mismos puntos z'y z", pero
5—1 i 99
W C A P. I CO N C E PT O S F U N D A M E N T A L E S

que contieno por lo menos un lado menos que A. Repitiendo una


cantidad finita de veces esta operación de supresión de quebrarlas
cerradas obtendremos, finalmente, una quebrada X que carecerá
de intersecciones consigo misma (posiblemente, compuesta de un
solo lado) y quo unirá z' con z" dentro del recinto G. Con esto, se
termina la demostración de nuestra afirmación.
6) Para cada conjunto de puntos cerrado y acotado F, perteneciente
a un recinto <7, se? puede señalar otro conjunto cerrado y acotado E y per­
teneciente también a G, que contiene a cada punto de F junto con su
entorno cerrado de un radio jijado p > 0.
Esta proposición confirma Ja posibilidad de inmersión de todo
conjunto cerrado F de puntos del recinto G en el interior de otro
conjunto cerrado E . perteneciente también a este recinto.
Supongamos primero que C es todo el plano. Si | z | ^ p es un
círculo que contiene a todos los puntos del conjunto F , se puede
tornar por E el círculo cerrado do doble radio: | z | 2p. Evidente­
mente, se cumple todo lo que se pide en el teorema.
Supongamos ahora que G no es todo el plano. Entonces, la fron­
tera del recinto G no es un conjunto vacío y se puedo hablar de la
distancia de F basta ia f ron tora del recinto <7. Designemos esta
distancia con d (d > 0) y consideremos el conjunto E de aquellos
puntos del plano cuyas distancias hasta el conjunto F no son supe-
d
ñ o re s a — .

Está claro que todo punto del conjunto F es interior con respecto
de E %y además, junto con cada punto z0 £ F pertenece también al
conjunto E el círculo | z — z0 | ^ -- . En virtud de la observación
hecha al comienzo del presente apartado, el conjunto E mismo
pertenece al recinto G.
No quedo más que demostrar que E es uu conjunto cerrado. Sea
z’ un punto do acumulación del conjunto E y supongamos que {zn}
es una sucesión do puntos de E t convergente hacia z'. Como la distan­
cia del punto al conjunto es continua, la sucesión de números
p (zn, F) converge hacia ol número p (z\ F), y como p (zn. F) ^
(debido a la definición del conjunto E), se tiene también: p (z\ F) <¿
De aquí so deduce que z' pertenece a E. Así, pues, el teorema
quotlu demostrado por completo. El numoro indicado p se puede
tomar igual a ~ .
c) Sea E un subconjunto abierto no vacio del recinto C, que posea
la propiedad deque cada uno de sus puntos de acumulación pertenecien­
tes al recinto G, pertenece también a E\ entonces, E necesariamente
coincide con todo el recinto G.
5 4. C O X E X IY IP A D DE LOS CO NJU NTOS. CURVAS Y RECIN TO S 67

D e jii o s t r a c i ó n. Supongamos quo el teorema no os justo.


Entonces cu el recinto G existen puntos no pertenecientes a E,
Designemos ol conjunto do tales puntos mediante Et. Como ol recinto
es conexo, al menos uno do los conjuntos E o E x tiene quo contener
puntos de acumulación del otro. Tul conjunto no puedo ser puesto
que éste es abierto (todos los puntos quo figuran en un entorno sufi­
cientemente pequeño de un punto de £ , también pertenecen a E).
Por lo tonto tiene que existir un punto de E i que es de acumulación
para E. Según la hipótesi» del teorema» tal punto tiene que perte­
necer a E. liemos llegado a una contradicción con ol hecho de que
este punto pertenece a E\. De esta contradicción se deduce que el
teorema es justo.
Obsérvese que las condiciones del teorema se cuín píen particu­
larmente también cuando para cada punto z0 £ E el entorno del
mismo, de radio d (z0), igual a la distancia desde z0 hasta la frontera
del recinto G, también pertcnicce a E. En efoclo. sea zt un punto de
acumulación de E y sea d (Z |) su distancia hasta la frontera del
recinto G. Entonces, para el punto z0 £ E . situado en el círculo
| z — Zj | C , la distancia d (z0) hasta la frontera del recinto G
sera mayor que , y por consiguiente» ol círculo \z — z9 | <
< d (zrt). que por la hipótesis pertenece a E %contendrá ai punto Z\.
Así, pues, todo punto z¡ £ G* que es de acumulación para E , perte­
nece a E. Por lo tanto, se cumplen las condiciones del teorema,
y E ■=■- G.
d) L o m a d e 11 o i n e — B o v e l. Sea F un conjunto cerrado
y acolado* y sea {A} un sistema de círculos que cubren a F* en el sentido
de que cada punto de F es interior al menos para uno de los círculos
de K. En estas condiciones, aísle un número finito de circuios:
KiiJíz* • • Kn (n ^ 1), pertenecientes al sistema dado de circuios,
que cubren a F.
Demostremos esta proposición por reducción a lo absurdo. Sea
D: un cuadrado con los lados paralelos a los ejes coordenados y con
el centro en ci origen de coordenadas, que contenga al conjunto F-
Los ejes coordenados dividen a ésto en cuatro cuadrados iguales,
que contienen orí el interior y en los lados algunos subcoujuntos
del conjunto F (algunos do estos cuatro subcoujuntos pueden ser
vacíos). Si ol teorema íiioso justo para cada uno de estos subcoujuntos
y cada uno de ellos se cubriese con un número finito de círculos del
sistema (/v), lo mismo sería cierto también para todo ol conjunto F.
Por esto, negando la jlisteza del toorcma para todo ol conjunto F ,
tenemos que negarla también al menos para hilo de los subconjuntos
indicados del conjunto F. Sen D 2 el cuadrado que contiene n este
suheon junto. Dividiéndolo en cuatro cuadrados iguales obtenemos
C A P. 1 C O N C E P T O S F U N D A M E N T A L E S

un nuevo cuadrado D3 que contiene algún subconjunto del conjun­


to F y para el cual no se cumple el teorema. Reiterando indefini­
damente estos razonamientos obtendremos una sucesión de cuadra­
dos encajados:
D í ^> D2^> . . . zd On ZD . . . ,
las Longitudes de cuyos lados, evidentemente, tienden a cero, y cada
cuadrado contiene algún subconjunto del conjunto F y al cual no es
aplicable el teorema que demostramos.
Designemos con £ el punto del plano al cual se ciñe la sucesión
{Dn}. En virtud de que cada uno de estos cuadrados Dn contiene
un conjunto infinito de puntos de F (si hubiera un número finito
de éstos hallaríamos inmediatamente un número finito do círculos
del sistema {A'} que cubriría a este conjunto), £ es un punto de
acumulación de F. En efecto, cualquier entorno del mismo contiene
todos los cuadrados, comenzando desde uno de ellos, y por consiguien­
te, contiene un conjunto infinito de puntos de F. Como F es un
conjunto cerrado, resulta que £ pertenece a F y. por lo tanto, según
la hipótesis del teorema, existe un círculo dol sistema {K } que con­
tiene al punto £. Esto mismo círculo contione a todo cuadrado D„
cuyo subíndice n sea suficientemente grande, do donde rosulta que
contiene al subconjunto de) conjunto F que pertenece a Dn. Esto
está en contradicción con la hipótesis, según la cual ninguno de los
subconjuntos indicados puede cubrirse con un número finito de
círculos del sistema {/£}. Con esta contradicción se termina la
demostración del teorema.
Obsérvese que en las aplicaciones de esto teorema el sistema {/£}
consta generalmente de círculos con centros en puntos del conjunto
F t es decir, de una colección de entornos de puntos de este conjunto.
Naturalmente, para un sistema finito de entornos que cubren a
solamente un número finito de puntos del conjunto F estarán situa­
dos en los centros de los ontornos; los demás punios do F oslarán
situados on los círculos Kny sin coincidir con sus centros.

§ 5. EL INFINITO. PROYECCION ESTEREOGRAFICA


Y PLANO AMPLIADO
5.1. En la teoría do las funciones de variable compleja desem­
peña un papel muy importante el i n f i n i t o (oo), que lo conside­
raremos como un número complejo impropio. Para definir adecuada­
mente este concepto introduciremos previamente una interpreta­
ción de los números complejos que es muy natural en las cuestiones
de carácter analítico. Examinemos, con este fin, todas las sucesio­
nes convergentes posibles do números complejos y distribuyámoslas
§ 5. E L IN P IN IT O , P R O Y E C C IO N E S T E R E O G R A F IC A 69

en clases, colocando dos sucesiones en una misma clase cuando,


y sólo cuando, sus límites son iguales.
Esta clase la designaremos con el símbolo a , donde es el número
complejo hacia el cual convergen todas las sucesiones de ia clase,
y la llamaremos número complejo p r o p i o . En lo que se refiero
a cada una de las sucesiones que convergen hacia a , di romos que
ella p e r t e n e c e a a (sobreentendiéndose que a es una clase de
sucesiones).
Si a y p son dos clases (distintas o iguales) y {m*} y {i?n} son dos
sucesiones pertenecí ontes a a y P, respectiva mente, de modo quo
lim = a y lim vn = (3, entonces las sucesiones {un 4* *>„}, (un — vn).
n-»oo n -M »

Y { ¡ r l (en esta última se supone que p ^ O y que todos los


números vn 0) convergen hacia los números p, a — p, a-|3
y ^ f respectivamente, os decir, pertenecen a las clases designadas por
los mismos símbolos. Tomando en lugar do {an} y {t>n} otras suce­
siones {tfn} 6 ol y {vi»} 6 P. obtenemos de nuevo que
{wí» d i v'n) € CCz t P» {l¿n • t^,} g Cl-fl y

O sea, las sucesiones que se obtienen al efectuar una operación


algebraica sobre los términos de unas sucesiones arbitrarlas de dos
clases dadas a y p, pertenecen a una clase determinada, respectiva­
mente: a -f* P» a — p, a «P y -p-. Por esto, resulta natural denominar
a estas últimas clases suma, resta, producto y cociente de las cla­
ses a y p. Evidentemente, con tal aofinición, el conjunto do todas
las clases representa un campo (o cuerpo conmutativo), que es isu-
raorío al campo de los números complejos: se obtiene ol isomorfismo
poniendo en correspondencia a la clase do todas las sucesiones conver­
gentes hacia a , el número mismo a . Hemos obtenido la representa­
ción que necesitábamos del campo de ios números complejos: el
número complejo a puede interpretarse como la clase de todas las suce­
siones que convergen hacia a.
Para representar geométricamente a las clases usaremos como
antes los puntos del plano. Una sucesión de números complejos
{i¿n} pertenece a la clase a cuando, y sólo cuando, el (único) punto
de acumulación do la sucesión de puntos que representan los núme­
ros ti», coincide con a. Ahora construiremos el conjunto ampliado
de números complejos adjuntando a los n ú m e r o s c o m p l e ­
j o s p r o p i o s (a las clases do sucesiones convergentes) un
número i m p r o p i o : una nueva clase de sucesiones. Pre­
cisando, reuniremos en una clase todas aquellas sucesiones {un} de
números compiojos, para cada una de las cuales y para cualquier
70 CA P. I C O N C E PT O S F U N D A M E N T A L E S

positivo M > 0 so puede señalar un N tal (dependiente de la suce­


sión y del nú moro M ), que | | >> M para n ;> Ar. A este clase
la llamáronlos n ú m e r o c o m p l e j o i m p r o p i o o i n ­
f i n i t o y la designaremos con el símbolo oo. En lo que se refiere
a cada una de las sucesiones {i¿n} que pertenecen ai mismo, se dirá
que converge hacia el infinito y escribiremos: 11ni un = oo.
n-MJO
Análogamente al modo con que se introdujeron las oporacionos
sobre los números complejos propios, se pueden establecer también
las operaciones para el conjunto ampliado de números complejos.
Supongamos de nuevo que a , f>son dos clases (propias o impropias)
y que {un}, {t>n} son unas sucesiones cualesquiera pertenecientes
a ellas. Si la sucesión {u„ -f t;n} pertenece a cierta clase y de nuestro
conjunto ampliado, y el cambio de {wn} £ a y {i>n} £ P por cuales­
quiera otras sucesiones {wj,} £ a y {i;*}' £ p no influye en el resul­
tado, es decir, i>;j pertenece, igual que anteriormente, a la
clase y, entonces y se llama suma de a y j$: y — « - r P- Poro SL
no existo en general una clase a la que podría pertenecer la sucesión
{^n 4- Pn). 0 si esta clase puede variar al sustituir {u7i} por {n»}
y {*>*} por entonces se dirá que a y p no tienen suma, es decir,
que la expresión a + P caroco de sentido. Evidentemente, ol concepto
de suma introducido de oste modo para el conjunto ampliado de
números complejos concuerda con el anterior, cuando a y P eran
números propios (en este caso, siempre existe la suma). Si al monos una
de las clases a y p es impropia, llegamos a los siguientes resultados:
1) a + oo s oo + a = oo (a es un número propio), la expre­
sión oo -f oo carece de sentido.
Para convencerse de lo último os suí¡cíente tomar, por ejemplo,
dos sucesiones de la clase oo: 1, 3, 3, 5, T», 7, 7, 9, 9, . . . y
—1, —2, —3, —ú, —5, —6, —7. —8, —9, . . . Sumándolas tér­
mino a término, obtenemos la sucesión 0 ,1 , 0. 1, 0, 1, 0, 1, . .
que, evidentemente, no pertenece a ninguna clase propia y tampoco
a la clase impropia.
Del mismo mudo se consideran las oLras operaciones también: la
resta, multiplicación y división de las clases a y p. Lo único que eo
ol caso de la división hay que exigir es que sean distintos de cero
los términos de la sucosión que figura como divisor.
Se obtienen los siguientes resultados:
2) a — oo = oo — a = oo (a es un número propio), la expre­
sión oo — oo carece de sentido;
3) a oo = oo -a = oo (a es un número propio, distinto de
cero), oo *oo == oo;
4) ^ — 0, ^ = oo (a es uu número propio), la expresión —
careco de sentido;
| 6. E L IN F IN IT O . PR O Y ECCIO N ESTEREO GRA FIC A 71

5) ^ = oo (a os un nú moro propio, distinto de cero), la expresión


-jj- carece do sentido.
5.2. Como observó por primera ve/. Ri emano, para la ropreson-
t ación goométrica del conjunto ampliado de los nó meros co ni piojos
es conveniente omplear la esfera. Consideremos alguna esfera S de
radio 1 y un plano II que pase por su centro O (fig. 6). Tomando gil 11
un sistema de coordenadas rectangulares xy con el origen en O. se
puedon representar todos los números complejos propios en el pla­
no II. Á cada uno de ellos ponemos en correspondencia un pmiLo

determinado do la esfera. Con este fin, trazamos por O un diámetro


PPr perpendicular al plano II y unimos uno de sus extremos P con
un punto arbitrario A £ 11 mediante un segmento recio. Este seg­
mento (o su continuación) se cortará con la esfera en cierto punto
A \ distinto do P. Al punto A ponemos en correspondencia es Lo
punto do la esfera. Evidentemente, de este modo se establece una
correspondencia biunívoca entre Jos puntos dol plano y todos los
puntos de la esfera (a excepción del punto P). Este método de
hacer corresponder a los puntos del plano los do la esfera, se denomi­
na proyección e s t e r e o g r á f i c a (de la esfera sobre el plano
o del plano sobro la esfera). Si el punto A representaba en el plano
un número complejo determinado a, aquí consideraremos a su
punto correspondiente A ' de la esfera como la imagen del mismo
número complejo.
Para mayor facilidad en la expresión emplearemos la termino­
logía geográfica, denominando ecuador de la esfera a la circunferen­
cia obtenida en la intersección de la esfera S con el plano íl; los
puntos P y P' se llaman»o polo norto y polo sur, respectivamente;
los círculos máximos que pasan por los puntos P y Pf se llamarán
72 CA P. r C O N C E PT O S PU N D A M EN TA LES

mondianos y, en particular, el meridiano situado 011 el piano POx


se llamará meridiano inicial, etc. Entonces, fácilmento so observa
que los puntos del plano II situados dentro de Ja circunferencia
unidad (la cual coincide con el ecuador), se representan en la esfera
por puntos del hemisferio sur (el cual contiene a P'), mientras que
los puntos situados fuera de la circunferencia unidad se representan
por puntos del hemisferio norto (el cual contiene a P). Del mismo
modo, los puntos dol somiplano superior (y >■ 0) so representan por

puntos del hemisferio oriental (con el cual so corta ol semieje posi­


tivo Oy)%mientras que los puntos del semiplano inferior {y C 0)
se representan por puntos del hemisferip occidental, etc.
lntroduzxamos en S las coordenadas osfericas (geográficas):
la 1 a l i t u d cp, que se mide desde el ecuador, desde 0 hasta
oti el hemisferio norte y desdo 0 hasta — y en el hemisferio sur, y la
l o n g i t u d X, que se mide desdo el meridiano inicial (o con más
precisión, desdo su punto do intersección con ol semieje positivo x)
on dirección positiva desde 0 hasta a (inclusive) y en dirección
negativa desde 0 hasta —ji (exclusive).
Do la fig. 7 se deduce que en la proyección estereográfica
arsa = * y 1 * 1 - ^ .
Por consiguiente, el punto do la esfera de coordenadas X y <p repre­
senta al número complejo
2= tg h -y ) (eos X+ ¿sen X). (5.2:1)
§ i. |? L IN F IN IT O . P R O Y E C C IO N E S T E R E O G R A F IC A 73

Reciprocara ente: el número complejo z ^ 0 se representa por


el punto de la esfera do coordenadas k = aig z y q> =
—2 arctg |z| —y .
Señalemos también las fórmulas que relacionan las coordenadas
cartesianas de los puntos d éla esfera A ' (£, i\, t) y los puntos del
plano A {£, y , U) en la proyección estereográfica.
Como
5 = eos <p-eos X, Tj —eos <p•sen X, £=-senq>

{ * . \ 21* ( t + t ) 2UI
eos<p = sen — , - ¡A , ^ ~ rR 7 F ’
<+ '«’ ( t + Í )

■ ~ *** 1-Ia—i
sen q> - —eos
■t+ i *!5.

se tien e
r - 2 1z I eos X 2x
¡*—eos <peos A = ... —
*+ 1*1» ^ + ^4-h 1
t| = eos q)sen a = 2 12 1suu X (5.2:2)
1+ M 2 **+*»+!
i
£ = **+**+ 1 *
Por otra parto,
1+ tg-
2 = tg^-^-----(eos X• - ¿sen X) ------ ------- — (eos k-\ i sen X)
t ^ o
5 -r sen ~ X) = eos <D (eos k ! i son X) =
(cos k i sen i — sen qp
' i-i '

de donde
(5.2:3)
Las fórmulas obtenidas resuelven por completo el problexnA do
la proyección estereográfica.
Do ollas, en particular, se deduce la p r o p i e d a d h o m o -
c í c l i c a de la proyección estereográfica: en esta proyección»
14 C A P. I C O N C E PT O S F U N D A M E N T A L E S

■a las circunferencias do la superficie de la esfera corresponden en el


plano también circunferencias o rectas (estas últimas corresponden
a las circunferencias de la esfera que pasan por su polo norte). En
efecto, cualquier circunferencia de la osíora S so obtioue en la inter­
sección de S con cierto plano
A l -l Br] -K'C - D = 0. . (5.2:4)
De aquí, en virtud do las fórmulas (5.2:2) se deduce que los pun­
tos correspondientes del plano satisfacen a la ecuación
Ax + Sy + j (C-i- D) (** r y ‘) ¡- i- (D - C) = 0. (5.2:5)
Esln última os la ecuación de una circunferencia si C + D 0
y la ecuación de una recta si C + D — 0. Pero C -f- D es el resultado
de sustituir en el segundo miembro de la ecuación (5.2:4) las coorde­
nadas del polo norte (0, 0, 1). Así, pues, en el plano 11 se obtiene una
recia o una circunferencia, según que pase por el polo norte o no la
circunferencia de la esfera.
Señalemos, en particular, que- cuando el plano (5.2:4) sea parale­
lo al plano del ecuador, es decir, cuando la circunferencia de la
esfera sea uno do Jos paralelos, entonces A — fí — 0 y en el plano
resulta una circunferencia con el centro en ol origen de coordenadas:
(C D)(x* \ y 2) - C —D .
Si el plano (5.2:4) pasa por el ejo P P 't es decir, si la circunferencia
do la esfera os uno de los meridianos, entonces C — D = i) y en el
plano resulta una recta que pasa por el origen de coordenadas:
Ax 4 fíy - 0.
Claro, estos resuliados podrían observarse también parliendo
directamente de la definición de proyección estereográfica.
'Poda circunferencia y do la superficie de la esfera, quo no pase
por un punto dado M* do la esfera, divido la esfera en dos partes,
ana de las cuales contiene a M* y la otra no lo contiene; a la primera
de ellas la llamaremos e n t o r n o del punto M*.
(Jna vez definido el concepto de entorno de un punto de la esfera,
so puede generalizar inmediatamente el concepto de punto de acumu­
lación, de conjunto cerrado y abierto, de curva continua, de recinto,
etc, para los conjuntos do puntos considerados en S .
Por ejemplo: un punto de la esferu se llamará plinto de acumula­
ción de un conjunto dado E cuando, y sólo cuando, cualquier entorno
del mismo contiene un conjunto infinito de puntos pertenecientes a E.
Respecto de cada torna de funciones reales 6 = cp (í), r\ = (í),
£ — X (*) del parámetro real t %definidas y continuas en un seg­
mento a t ^ ó, que cumplen además la condición I<p (f)l* •+■
$ 5. E l, INFINITO. PROYECCION ESTEREOGRAFICA 75

-b Ity U)IZJ ÍX (0l2~ Ir se dirá que ésta determina una curva conti­
nua (esférica), ote.
Con si deremos una sucesión de números complejos {u,,}, conver­
gente hacia el número a (propio), el cual os el afijo del punto A.
Si los números u^ son los afijos do los puntos Un, entonces A es un
punto de acumulación ele la sucesión {(/„} (y además el único).
Fácilmente se observa que el punto A \ que representa en la esfera el
punto a, es también un punto de acumulación (y además, el único)
de la sucesión de puntos de la esfera que representan los núme­
ros nn.
Supongamos ahora que la sucesión de números compiojos {/>„}
pertenece a la clase impropia oo. Entonces, para cualquier M >■ O
los puntos Vn, que representan a los números vn en el plano, comen­
zando desde cierto subíndice n > iV, estarán situados fuera del
círculo de radio M. Los puntos correspondientes V'n do la esfera so
situarán en el entorno del polo norte, limitado por el paralelo cuya
proyección sobre el plano es la circunferencia | z | = M. Do aquí
se deduce que el polo norte será el único punto de acumulación
para ciialquior sucesión do imágenes de puntos, que pertenezca a la
clase impropia.
Recíprocamente: toda sucesión de puntos de la esfera, para la
cual el polo norte sea el único punto de acumulación, representa
cierta sucesión de la clase impropia. Por cierto, todo esto se cleduco
de la relación (5.2:1) hallada anteriormente: | z | - tg ^ h y ) •
En efecto, para la sucesión {z„} la relación
lim | zn | = -J- oo
«-+UO
es equivalente a la relación
lim q)*—-£■.
ti-. \n *
De acuerdo a esto, aquí consideraremos e l polo norte
de la esfera como la imagen geométrica
del número impropio oo.
5.3. Ya vimos que mediante la proyección estereográfica se
obtiene una representación hiunívoca (o aplicación biyectiva) y con­
tinua de la esfera, a excepción del polo norte, sobre todo ol plano *),
do modo que la esfera puede servir para representar los números
complejos propios igual que el pluno. La existencia en la esfera

•) Es decir, que a cada sucesión de puntos de la esfera, convergente hacia


el punto A \ distinto éste del polo norte, corresponde en el plano una sucesión
de puntos, convergente hacia el puuto A , que es la proyección de A 't y viceversa.
76 CAP. I CONCEPTOS FUNDAMENTALES

de un punto más, precisamente del polo, que representa naturalmente


al número complejo impropio, permite considerar a la esfera como
un modelo de p l a n o a m p l i a d o , obtenido dol p l a n o
f i n i t o u ordinario mediante la adjunción do un punto más:
del punto i m p r o p i o o punto del infinito. A continuación, efec­
tuando la proyección estereográfica, representaremos el plano
ampliado (la esfera) en forma de un plano finito, completándolo
mentalmente con un punto impropio: con el punto del infinito del
plano. En este caso, el entorno del punto del infinito se representará
por el exterior de un circulo arbitrario, por ejemplo, do un círculo
con contro en el origen de coordenadas.
Obsérvese que no se debe confundir el plano ampliado con el
plano p r o y e c t i v o que se obtiene del plano finito por
adjunción de un conjunto infinito de puntos impropios que forman
una recta impropia. Para construir un modelo de plano proyectivo,
es suficiente tomar una esfera que sea tangente al plano en el polo
sur. Proyectando sobre el plano, desde el centro de la esfera, los
puntos del hemisferio sur, se establece una correspondencia biunl-
voca y continua entre todos los puntos del plano y los puntos doi
hemisferio sur (excluyendo de este último los puntos del ecuador).
A cada recta del plano le corresponderá en el hemisferio la mitad
de un círculo máximo; al conjunto de rectas paralelas entre sí, le
corresponderá el conjunto de mitades de los círculos máximos que
pasan por un mismo par de puntos diametral mente opuestos del
ecuador. Este par do plintos se considera como la imagen de un
punto del infinito del plano proyectivo, que es común para todas
las rectas que llevau la misma dirección.
A todos los puntos del infinito posibles del piano proyectivo
les corresponderá ol conjunto de todos los pares de puntos diametral­
mente opuestos del ecuador. Este conjunto se considera como la
imagen de la recta del infinito.
Por lo tanto, el modelo del plano proyectivo se obtiene del hemis­
ferio identificando cada par de puntos diametral mente opuestos
del ecuador.
Señalemos que en el plano ampliado cualquier sucesión de puntos
posee al menos un punto de acumulación. En efecto, si la sucesión
está acotada, la existencia de un punto de acumulación se deduce del
teorema do Bolzano-Weierstrass. Si no os acotada, el exterior de
cualquier círculo, es decir, cualquier entorno del punto del infinito,
contiene un conjunto infinito de términos de la sucesión. De aquí se
deduce que el punto del infinito es un punto de acumulación para
cada sucesión no acotada.
En resumen, en el plano ordinario existen sucesiones que carecen
do puntos de acumulación, mientras que en el plano ampliado (en
la esfera) cualquier sucesión posee un punto do A cum ulación. Esta
s 5. E L IN F IN IT O . P R O Y E C C IO N E S T E R E O G R A F IC A 77

circunstancia se expresa diciendo que el plano n o o s c o m p a c -


t o y que el plano ampliado e s c o m p a c t o.
Generalizando el concepto de límite, llamaremos convergente
a cualquier sucesión de puntos del plano ampliado que contenga
solamente un punto de acumulación. Este último se llamará límite
do la sucesión.
Si G es un conjunto infinito no acotado del plano ampliado, el
punto del infinito será un punto de acumulación para el mismo.
Debido a esto, el conjunto G no puede ser cerrado si a él no perteneco
ol punto oo.
Por ejemplo, el conjunto 1, 2, . . rc, . . . no es cerrado en ol
plano ampliado, mientras que en el plano finito es cerrado.
Si G es un recinto no acotado, el punto oo puede ser o punto fron­
tera, o punto interior al mismo. Como ejemplos del primor caso
se pueden «cñalar: un semipleno, un ángulo, cualquiera de los dos
recintos limitados por una parábola o por una de las ramas de una
hipérbola, una franja o una semifranja, etc.
En el segundo caso tiene que existir un entorno del punto oo
que pertenezca al recinto y, por consiguiente, que no contenga puntos
frontera dol recinto G. Por lo tanto, en este caso, la frontera del
recinto G es un conjunto acotado. Pnede servir do ejemplo el exte­
rior G ele cualquier curva de Jordán T, por ejemplo de una circun­
ferencia, añadiendo también a G el punto oo. Si esto último no so
hiciese, resultaría otro recinto G \ cuya frontera constaría de la
curva P y dol punto aislado del infinito.
La definición de orden do conexión de un recinto en ol plano
ampliado se introduce independientemente de que el recinto sea
acotado o no. Así, pues, un recinto G se llama simplemente conexo
en el plano ampliado, si su frontera es un continuo. Esta definición
concuerda con la anterior (pág. 61) en el caso de un recinto acotado.
También concuerda con la definición generalizada dada en la pág. 64
puesto que la frontera de un semiplano, de un ángulo, de una franja,
etc, representa un continuo del plano ampliado. No obstante, en el
caso del exterior G de una curva de Jordán F, la nueva definición
da lugar a otro resultado. Precisamente, el exterior mencionado
(si se le añade el punto del infinito) es un recinto simplemente cone­
xo del plano ampliado.
Los recintos que no son simplemente conexos los llamaremos múl­
tiplemente) conexos. Por ejemplo, excluyendo del exterior G do una
curva do Jordán T el punto oo, obtenemos un recinto múltiplemente
conexo G*. Si la frontera del recinto G puede representarse en forma
de un número finito p de continuos, que carecen de puntos comunes
dos a dos, entonces se dice que G es de conexión finita, precisamente,
de conexión de orden p. Por ejemplo, el exterior de un círculo del
cual se ha excluido el punto del infinito, es un recinto conexo de
78 CA P. I CO NCEPTOS F U N D A M E N T A L E S

segundo orden. Si la frontera de G no puede agotarse con un número


finito de continuos que carezcan de puntos comunes dos a dos, enton­
ces se dice que el recinto G es do conexión infinita.
Se puede demostrar que la definición admitida de recinto simple*
mente conexo del plano ampliado es equivalente a la siguiente:
Un recinto G se llama simplemente conexo, si para cualquier
curva cerrada de Jordán y, perteneciente a C?, el interior o él exte­
rior doy pertenece a G.
Lo demostración de la equivalencia de una y otra definición
dejamos a cuenta del lector.
El concepto introducido de punto del infinito permite generalizar
un poco el concepto do función de variable compleja. Precisamente
ahora el punto del infinito puede estar Incluido eri el conjunto de
valores del argumento o en el conjunto de valores de la función,
o bien, finalmente, en uno y en otro.
Debido a esto so puede hablar del valor de la función en el punto
del infinito (este valor mismo puede ser finito o infinito} o del valor
infinito de la función en un punto finito. El motivo de tal generali­
zación del concepto do función so basa en la continuidad. Adornas,
admitimos la siguiente generalización del concepto de límite para
los casos en los cuales el punto z0 o el Jírnile A %o bien, finalmente,
zQy Ay son impropios:
lim f(z) = A,

si para cualquier sucesión convergente hacia z<,, se tione;


lim /($,,) —A
n-vi
La función se llama c o n t i n u a en ci p u n t o z0 (en sentido
generalizado) si
lim /(z)=-/(zo).
Z->Z(l

Hay dos casos fundamentales en los que es conveniente introdu­


cir los valores impropios del argumento o de la función.
1) Si la función f (z) está definida en un conjunto E pura el
cual el punto del infinito es un punto de acumulación, y / (z) en
el conjunto E tiende a un límite determinado A (finito o infinito)
cuando z tiende al infinito, entonces es conveniente generalizar
también la definición de / (z) para el punto del infinito haciendo
/ (oo) ■= A .
Así, por ejemplo, si / (z) es una función racional

im -S & Z ir r l & r
$ 5. EL INFINITO. PROYECCION ESTCREOGRAKICA. 7í>

entonces existe eJ límite: lim / (z), igual a 0, si m > n, igual


Z—« X / «

a si m —n, y finalrnonle, igual a oo, si /n < n. De acuerdo


a esto, hacenias:
0
/ <°°)— am
*>>n'
oo
2) Si la función / (z) está definida en un conjunto /?, para el
cual zo es un punto de acumulación, y / (z) tiende hacia oo cuando
el punto z del conjunto E tiende hacia z0, entonces es conveniente
generalizar tañí bien la definición do / (z) pura el punto z0, haciendo
f (z0) — °°-
Así, si Zq es un cero del polinomio b{) btz + . . . hnxz1>l y no ea
un cero del polinomio a0 I- fliZ -|- - • - -r auzn, entonces / (z) =
= ^o-f
bo + b t z 0m z "'> tiende hacia oo cuando z —► lo cual sirve
de base para hacer / (z0) = oo.
En virtud de la definición admitida, la función / (z) es c o n t i -
n u a e n e l s e n t i d o g e n e r a l en cada uno de estos
casos en el punto correspondiente: en el primer caso, en el punto
z -= oo y en el segundo, en el punto z0.
5 A. Demostremos que en la proyección estereográfica Los ángulos
entre las curvas de la esfera son iguales a los ángulos entre sus imágenes
en el plano. Sea ( |0, *10* So) 11,1 punto cualquiera de la esfera
(distinto del polo norte) y y \ una curva continua que ¡tase por el
punto y que tenga tangente en el mismo. Esto significa que
entre las distintas representaciones parain ¿trica* de la curva y'
existe una
5 = <P<*), n = ♦(<). C - x (0 (Iq>(0 la + l 4>(0 lst--íx{rtl 3 i).
tal quo las funciones <p, if y yw son diferencia bles para t - 1y, y
1< p W i K W - l x ' W J ^ O .
La imagen del punto M ’u en la proyección estereográfica sera
el punto del plano Af0 (*<>, yo* z0) y la imagen de la curva y \ la
curva y:
x- 5 = 9(0 fl _
t-s i - x ( o ’ y ~~ t - ; i-xw
Para los números x f (l0) y </'{/<,) que caracterizan la dirección
do la tangente en el punto AI0, se tiene:
*■» V (i—Eo)~i~£'&o _ n’ (i—so) + ^^10
- (i—U)2 ’ y (i--&))*
80 CAP. 1 CONCEPTOS FUNDAMENTALES

y
+ H 'a) ( 1 - to)* + 2 (Sor-+ n o n 'K ' (1 - S o ) + C '« (s5 -M 8)
*'* + ¥'*
< l~ S o ) 4
Pero
S + T¿ —1 —£J y Éo£' + TioTi/ = —ío?/;
por consiguiente,

* ±y - (t-w *
g'«-<r») o -£n)«+;,> d -to )1 1 '*+**-*-?*
(i-W « - (i-Eo)* •
Considerando ahornados curvas y' y y¡ que pasen por el punto
M0 de la esfera y sus imágenes y y Yi en ©1 plano, que pasan por el
punto M0t para el coseno del ángulo a entre las curvas y y Yi en ©1
punto Al o hallamos:
c « « = ~ g a + ,;f ia .=s -
V*'*+»'* V*í’+»ía
_ !£'(!—£»)+ £'lol ISiU-Sol + titol-HV (i-td+C 'm i Ini O-^H-tino) _
(i-W * Vlí*+ni, +~Síi
(6*6>+ti'ti¡) (<-&>)»+(IA' + W1') Ci (i - so)
(i -&,)* VE's+n'í+t'* V s'H uP+ fc1
, (£oV,+rnn;)e, (>-to)+£,K(a-n!i)
0 - W* VT^+n^+í'* V 5¡*+n¡’+K*'
Pero = l —e , &)V+ »lo»)' — —Co£' y dtíl mismo modo,
Solí ‘I’ *lo^li = ~wli*
por lo tanlo
rtu, „ (rs; -rn'ni) (t - t o P - u ; f o - g j - r c i ( t o - t s m 's ; <t -s?.) ^
(i - w* V 6’*+■** ■+í'* v i ’•+'ni'+ tí*
S'Si+ti'niH-t'Ci = cosa'.
’V6'*+»t'*+C'* V5'*+t|'*+ f»
Aquí, evidentemente, a ' es el ángulo entre las curvas esféricas
Yi y YÍ ©n el punto Af9. Con esto queda demostrado lo que se afirmaba.
La representación (o aplicación) de una superficie (o de un recinto
sobre una superficie) sobre otra se llama c o n f o r m e si en ella
no varían (se conservan) los ángulos entre las curvas. Se puede decir
ahora que La proyección estereográfica de la esfera sobre el plano es una
representación (o aplicación) conforme.
La proposición demostrada permite sustituir la medición de los
ángulos entro las curvas de la esfera por la medición de los ángulos
entre sus imágenes en el plano, y viceversa. Consideremos, en partí-
§ 6. EL INFINITO 1’ROYECCION ESTEREOGRAFICA 81

cular. los ángulos formados por las curvas que pasan por ol punto
del infinito. En ol plano, tales curvas ( c u r v a s c o n t i n u a s
d e l p l a n o a m p l i a d o ) so representan en forma de proyec­
ciones de las curvas esféricas que pasan por el polo norte.
Si l = qp (í), q = (t), í = X (¿)< ¿ son las ecuaciones
paraniétricas de una curva continua y de la esfera, la ecuación de
su proyección T tendrá la forma
. 6 <P(t>+ _ ,/.v
H T T — 1—x«>
La función / (i) está definida y es continua para todos los valores
de t del segmento la, ó], a excepción de aquellos valores t = t
para los cuales x (0 = 1 (y» Por consiguiente, [<p(í)l2 ■+■ l^ (f)l* ■“
= 1 — Ix (¿)12 = 0, o sea, <p (f) = ip (f) = 0). Pero, cuando t t,
ol punto de la curva y tiendo hacia el polo norte y, por lo tanto,
/ (í) -*• oo. Debido a esto, se puede definir / (¿) en todo el segmento
[a, ó], conservando la continuidad (en el sentido generalizado),
haciendo / (r) = oo.
Supongamos que, en general, se tiene alguna función z = F (í),
definida y continua en el sentido generalizado en el segmento la, b1
(que ahora puede ser infinito hacia uno o hacia ambos lados). En­
tonces, las coordenadas (£, q, £) de los puntos de la esfera quo se
proyectan sobre z = F (t) serán, evidentemente, funciones de t,
definidas y continuas on la, bl en sentido ordinario (si el segmento
es infinito, por ejemplo, b = oo, estas funciones tendrán unos límites
determinados cuando t oo; pasando a otro parámetro: t' =
= arctg t, podemos reducir el problema al caso de un segmento
finito). De aquí se deduce que toda función z = F (¿), definida y
continua en sentido genoraiizado en un segmento [a, b\, determina
uno curva continua en ol plano ampliado.
Puedon servir de ejemplos: la recta z = (ai -f- P) 4- i (yt ■+• ó),
donde a 8 •+• y2 ^ 0 y la función z so hace igual a oo para t = oo; la
parábola, por ejemplo, z = ai2 4- + y) 4 * * 4 * ®)» donde
a 2 + ó8 0 y la función z se hace igual a oo para t = oo; la hipér­
bola (por ejemplo, z = a + ? donde a 0, b # 0 , y la
función se hace igual a oo para t = 1). etc.
Dos curvas planas r t y r 2 forman un ángulo con el vértice en el
punto del infinito, si las curvas y que les corresponden en la
esfera (fi y r 2 son las proyecciones estereográficas de T[ y r¿) forman
un ángulo en el polo norte (es decir, poseen tangentes en este punto).
Por definición, el valor de este último ángulo se toma por valor del
ángulo entre las curvas l?i y T2 en el punto del infinito.
Consideremos, en particular, dos rayos rectilíneos y T2 que
partan de un punto M 0 del plano bajo un ángulo a. A ellos, en la
6-1190
82 CAI*. I CONCEPTOS FUNDAMENTALES

esfera, les corresponderán, dos arcos de circunferencias y 1^,


que unen el punto de la esfera con el polo norte P. Según lo
demostrado en el presente apartado, T[ y V'2 forman en el punto M'0
un ángulo igual a a; pero, en virtud de las conocidas propiedades
de la esfera, y T'2 tienen que formar el mismo ángulo en el pun­
to P %es decir, el ángulo a. De aquí se deduce que los rayos r t y r 2
también forman en el punto del infinito un ángulo igual a a.
Tomemos ahora por T\ y T2 dos rectas paralelas; en la esfera
a ellas les corresponderán dos circunferencias \ \ y V’2 que pasan por
P y que poseen aquí tangente común. De acuerdo a esto, el ángulo
entre Tt y y por consiguiente, también entre I \ y V2 será igual
a cero.
El lector tiene que acostumbrarse a considerar la parte del plano
comprendida entre dos rayos rectilíneos (un ángulo) o entre rectas
paralelas (una franja) como un biángulo con dos ángulos iguales.
Uno de los vértices de este biángulo (en el caso del ángulo) o ambos
(en el caso de la franja) están situados eti el punto del infinito.
5.5. A las transformaciones elementales de la esfera en sí misma,
mediante la proyección estereográfica, les corresponden ciertas
transformaciones del plano en sí mismo. Hagamos girar la esfera
en el ángulo n alrededor del diámetro que lleva la dirección del eje x.
Entonces, el hemisferio norte pasará al sur y el sur al norte; en
particular, se cambiarán de sitio los polos norte y sur, es decir, los
puntos que representan al oo y al 0. Además, so cambiarán de sitio
los hemisferios occidental y oriental. El ecuador y el meridiano
coro se quedarán en sus sitios. De todo esto se doduco que la trans­
formación considerada de la esfera es equivalente a la siguiente
transformación de las coordenadas esféricas:
cp se sustituye por —
A se sustituye por —A*
Veamos cuál es la transformación del plano que corresponde a
esta transformación de la esfera. Sustituyendo en la fórmula (5.2 : 1)
q> y A por —<p y —A, en lugar do z obtenemos el nuevo punto:

E= tg ( 4 2 )
(eos A— i sen A) = — — ------ ------------------ z
tg Í-J- + -2-J (cosA -fisen A)

Por lo tanto, a la rotación de la esfera en el ángulo n alre­


dedor del eje real le corresponde la transformación del plano
expresada por la ecuación
$ 5. EL* INFINITO. PROYECCION ESTEREOGRAFICA 83

En esto caso, ol exterior de Ja circunferencia unidad (correspon­


diente al hemisferio norte) se transformará en el interior de la misma
(correspondiente al hemisferio sur). Los semiplanos superior o
inferior (correspondientes a Jos hemisferios occidental y oriental)
también se cambian de sitio. La circunferencia unidad (imagon del
ocuador) y la parto positiva del ejo real (imagen del meridiano
cero) se transforman en sí mismos.
Es de particular importancia el hecho de que en la transforma­
ción indicada so cambian do lugar el origen de coordenadas y el
punto del infinito, que representan los imágenes de los polos sur
y norte. También so cambian de lugar los entornos do estos puntos.
Lo expuesto concuerda con las conocidas igualdades, referentes al
número compiojo impropio oo:

Estas expresan la correspondencia existente entre los puntos 0 y cx>


del plano ampliado, ostablccida medianto la transformación £ = 4" •
Esta última transformación se emplea constantemente en todas Las
cuestiones en las que figura el punto del infinito. Ella reduce oh
estudio de este último punto y de cualquier entorno del mismo al
estudio del punto cero y de su entorno correspondiente.
Obsérvese que como la proyección estereográfica es conforme y
posee la propiedad homocíclica, la transformación £ = también
es conforme y posee también la propiedad homocíclica. Comprobemos
la primera afirmación.
Si y °s una circunferencia cualquiera o una recta del plano z,
la circunferencia de la esfera que le corresponde en la proyección
estereográfica, después de habor realizado la rotación considerada
de la esfera, se transformará también en una circunferencia. Pero
a esta última en la proyección estereográfica le correspondo on el
plano una circunferencia o una recta y'. Esta es procisamcnLe Ja
imagen de la línea y en la transformación £ = -i-. Por cierto, la
propiedad homocíclica de la última transformación se expresa en
que las imágenes de las rectas y circunferencias on esta transfor­
mación son también rectas o circunferencias. De un modo semejante
se comprueba también que la transformación £ = -- es conforme.
Señalemos que ambas propiedades indicadas se establecerán para
unas transformaciones más generales en los apartados 2.3—2.4 y 4.3
del segundo capítulo, sin aplicar la proyección estereográfica.
5.G. Consideremos de nuevo la definición de ángulo con el ver*
tico en el punto del infinito. En lugar de la definición formulada
al final del apartado 5.4, se puede dar otra equivalente.
6*
84 CAP. I CONCEPTOS FUNDAMENTALES

Sean T, y r 2 dos curvas continuas del plano ampliado que pasen


por el punto del infinito y que formon en el mismo un ángulo a.
Según el apartado 5.4, esto significa que r s y r 2 son las proyecciones
estereográficas de unas curvas continuas y y 2 de la esfera, que
pasan por el polo norte y forman en el mismo el ángulo a.
Haciendo girar la esfera en ol ángulo n alrededor del eje ¿r, las
curvas Yi y Yi so transforman en unas curvas nuevas y' y y2 que
pasan por el polo sur de la esfera y que forman en él también el án­
gulo cc. Sus proyecciones estereográficas sobro el plano serán unas
curvas continuas T[ y que forman en el origen de coordenadas
(la proyección del polo sur) el ángulo a. Poro, por otra parte, según
lo expuesto anteriormente, las curvas T[ y T‘s pueden obtenerse de
las curvas y T2 mediante la transformación £ *= •—. De aquí se
deduce que, si dos curvas I\ y F2 del plano ampliado forman un
ángulo a en el punto del infinito, entonces, sus imágenes r¡ y-F¿,
obtonidas mediante la transformación £ = —, forman entre sí
en el origen de coordenadas el mismo ángulo a.
Siguiendo nuestros razonamientos en orden inverso nos conven­
cemos de que si se sabe que T' y T'2forman en ol origen de coordenadas
un ángulo <x, de aquí se deduce que sus imágenes Fi y F2 en la trans­
formación £ = forman también en el punto del infinito el án­
gulo a. Por lo tanto, se puede sustituir la definición inicial de án­
gulo con el vórtice en el punto del infinito por la siguiente defini­
ción equivalente: so dico que las curvas continuas Ti y T2 del plano
ampliado, que pasan por el punto del infinito, forman en este punto
un ángulo a cuando, y sólo cuando, las imágenes de estas curvas,
obtenidas como resultado de la transformación £ = y , forman
en el origon de coordenadas el ángulo a.
CAPITULO
SEGUNDO

LA DERIVABILIDAD Y SU SIGNIFICADO
GEOMETRICO.
LAS FUNCIONES ELEMENTALES

§ 1. LA DERIVADA. CONDICIONES
DE D’ALEMBERT — EULER
1.1. Sea / (2) una función (le variable compleja, definida y uniforme
en cierto conjunto E , y sea z0 algún punto do acumulación de este
conjunto, perteneciente al mismo. Formemos la razón do diferencias
/(*)-/(*<>)
Z—Zo
Evidentemente, ésta representa una función de z, definida para
todos los puntos del conjunto E, distintos de ¿o. Si existo el
límite
lim Ü íh -L M ,
x-vzo. *££ z~~z0
este se llama d e r i v a d a d e l a f u n c i ó n / (z) s o b r e
e l c o n j u n t o E en e l p u n t o z0 y s e designa mediante
Ve (20) ° más abreviadamente, / ' (z0). La función / (z) quo posee
i

derivada se llama d e r i v a b l e (o d i f e r e n c i a b l e ) o
m o n ó g e n a s o b r e e l c o n j u n t o / ? e n e l p u n t o z0.
En el caso particular, cuando E es un intervalo del ejo roo!
(finito o infinito), / (z) es una función de la variable real z — x, que,
on el caso general, toma valores complejos: f (z) = f (x) — q (r) 4 -
Hr ft|> (#)• Si (x) = 0, es decir, si los valores ae / (z) también son
reales, las definiciones dadas de derivada y derivabilidad coinciden,
evidentemente, con las definiciones ordinarias del cálculo dife­
rencial. Siip (x)^feO, escribiendo en la forma y X — X T {**)-f
q

_l_ ¿ ^ r o) * en virtud del ttP* 3.6 del primer capítulo, sacamos


la conclusión de que la derivada / ' (x) existe cuando, y sólo cuando,
existen las derivadas q>' (x) y if' (x); en esto coso, / ' (x) = cp' (x) -f
60 CAI». II LA D 12IU V A B1LID A D . LAS FU N C IO N ES E L E M E N T A L E S

4- nj>' (x). Así, por ejemplo, si f (x) = a eos x + ib sen x %se tiene,
V (x) — — a son x - ib eos x .
Designando / (z) — / (z0) mediante A/ (z) (ol incremento de la
función) y z — z0 mediante A* (el incremento de la variable inde­
pendiente), escribimos la condición de derivabiüdad así:
= /'(*#)-- « (*o. Aa),
donde e(z<), Az)—>>0 para Az—*0(z£tf). De aquí se deduce que el
incremento de una función derivable puede representarse en la
forma:
A/ (z) = ¿4 •Az 4- e (Zj, Az) Az (A = /'(z 0)) (1.1:1)
donde A no depende de Az y a Hondo a cero junto con Az.
Recíprocamente: toda función, para la cual el incremento puede
representarse en la forma (1.1:1) con las mismas condiciones res­
pecto de A y e (z, Az), es una función derivable y su derivada es
igual a A . En efecto, de (1.1:1) se deduce que el límite
lim ■ (A z^z —z0; z£E )
existe y es igual a A . Por lo tanto, la representación del incremento
de la función en la forma (1.1:1), donde A no depende de Az y e
tiende a 0 junto con Az, es la condición necesaria y suficiente para
la dorivabilidad do la función. Obsérvese que de (1.1:1) se doduco
inmediatamente quo una función derivable en un punto z0 6 E es
continua en este punto (sobre este conjunto).
Designando Az medianto dz (diferencial de la variable indepen­
diente) y .4-Az — í'e (z0) dz mediante df (z) — de¡ ( z ) (diforcncial
de la función), obtoneinos para la derivada la siguiente expresión
mediante diferenciales:
Ve (zo) =■*En=)
ái *
Aclaremos con un ejemplo el papel que desempeña en la defini­
ción del concepto do derivabilidad el conjunto E sobre el cual se
toma la derivada. Supongamos primero que E es el eje real y / (z) =
= / (x) =-■ x. Entonces, la derivada Ve (x) existe para cualquier
x £ É y es igunl a uno, es decir, la función es derivable en todo el
conjunto E . Prolonguemos ahora la función / (x) a todo el plano
complejo E í% poniendo como antes / (z) = x. Evidentemente, esta
función es continua para cualquier z y coincide con la función inicial
cuando z £ E (es decir, cuando y = 0). La razón de diferencias es
aquí igual a:
/ (*)—/<gp) _ (-r—-Cp)
z — z0 ( x — x 0) i ’ i (y — Vo) *
§ 1. LA D E R IV A D A . CONDICIO NES D B D*ALEMBEBT— E U L E R 87

Esta no tiene límite para z z0 (zQes un punto arbitrario del plano),


puesto que es igual a 0 cuando x = x 0 y y y0»Y es igual a 1 cuando
z x0 y y = p0. Resumiendo, la función / (z) = x no es derivablc
sobre el plano en ningún punto.
1.2. De la definición de derivada y de las propiedades de los
límites de las funciones de variable compleja se deduce que las
reglas fundamentales, conocidas en el cálculo diferencial, son válidas
también para las derivadas de las funciones de variables complejas
sobre un conjunto.
He aquí estas reglas:
1. Si /(z) = c, entonces — 0.
o d[ c f ( z ) \ _df(z)
c dz ‘

/. d ,j , j /_\ i i 4 /^ m _df\ (t) , df 2(í) i | dfn (a)


4. -jg * l / i ( z ) + 7 2 ( 2 ) 4 ' • • • - r l n (2 )1 — ^ H------ ----------r • • • H fo •

5. [ / | (a ) h (* ) • • • /n (2 )] - h ( Z) U ( 2 ) • . • / » ( 2 ) +

+ / . (2 ) / , (2 ) ^ (2) h (2 ) • • • / » - , (2 ) ^ •

e. — i / ( 2 ) r = « [ / (2)i"-i / ' w - 4 - ( * ’* ) =

7. <a0 + (i,z-t- . . . -t-a.s") = a i + 2 . . . + nanz"'1.

8. ¿ f fi (2) 1 _
dz Lh (z) J 1/2<*)12
Aquí se supone que todas las funciones / (z), U (2), / 2 (z), . . .
son dorivables en el punto dado z del conjunto £ . En la regla 8,
se exige, además, que / 2 (z) sea distinta de cero.
9. R e g l a de d e r i v a c i ó n de l a s f u n c i o n e s
c o m p u e s t a s . Supongamos que la función w = f (z) es deri-
vable on uii punto z0 ¿ E y que u^0 = / (z0) es un punto de acumu­
lación para el conjunto F de los valores que toma esta función en E.
Consideremos una función Z = <p (u?), definida en F y derivable
en el punto w0 sobre esto conjunto. Entonces, la función compuesta
Z — q) [/ (z)l es derivable on el punto z0sobre el conjunto E , y además,
dgip!/(*)] . dp^(w) dBf(z) <1. 2 :1)
dz dw dz
CAP. II la d e r iv a b il id a d . l a s f u n c io n e s e l e m e n t a l e s

En efecto, supongamos primero que en cualquier entorno del


punto z0 existen puntos z £ E t z z0, tales que / (z)= / (z0) =
Entonces existe una sucesión de puntos {zn} del conjunto E , conver­
gente hacia z0 y tal que / (zn) — / (z0) (n = 1 , 2 , . . .). Para esta
sucesión lim LiZn^ ^ z°) = 0 y como, por la hipótesis, existe la
*n~*°
derivada ds{ ^ — lim í , ésta tiene que ser igual a cero.
2-+XQ z~*o
Por lo tanto, el segundo miembro de la relación (1.2:1) es igual
a cero, y es suficiente demostrar que también es igual a cero el
primer miembro.
Examinemos la relación de diferencias
<pr/(2)l-<P(/(so)l .

ésta se anula para cada z ^ z0 tal que / (z) = / (z0)- Por consiguiente,
es suficiente establecer que esta relación posee un límite igual a cero
para cualquier sucesión {z'n} z0 tal quo / (zn) = wrn ^ u>o- Pero
entonces,
<P[/ (2n)l (/(*<>)) _ 9 <P(^o) Vn—ro
zn —r0 < —“"O zn“ *0
<pK)-<p(*o) / ( * ; ) - / (*o) ? <*g/(*) _ 0 a z^ z
V'n—W0 zn—*0 du> dz ^ 0*
Así, pues, bajo la hipótesis hecha, se cumplo la relación (1.2:1).
Supongamos ahora que existe un entorno del punto z0, en el
cual / (z) = w Wq para todos los puntos z pertenecientes a E .
Entonces, tendremos:
<P [ / ( * ) ) — <p í / f c o ) ! <p(cpp) Uf— U?q _
Z ----- Zq Uf----- U?Q Z------ Z q
<p(itf> — qp(ii?0) /(z) — / (zq) ^ dpy (u>) d Bf (x)
para z Zfl,
Uf----- Ufo z --- Zq dw dz
es decir, de nuevo obtenemos la relación (1.2:1).
10. R e g 1 a d e d e r i v a c i ó n de las funciones inversas.
Supongamos que la función w = / (z) establece una corres­
pondencia biunívoca entre los puntos de dos conjuntos E y F %y
que la función inversa z = <p (w) es continua en F . Entonces, si / (z)
es dcrivable en el punto z0 6 E y Je (z0) ^ 0, la función inversa
z = cp (u>) también será derivable en el punto w0 = / (z0) € ^ y

En efecto, como la aplicación w = f(z) es* biyectiva, se tiene,


Zz^Zo para w^=uf0l por lo cual la relación de diferencias para la
$ 1. LA D E R IV A D A . C O N D IC IO N ES D E D’A L B M B E R T — B U L B R 89

función q>(w) se puede representar en la forma


qp (u>) — qp (uíq) _ z—z 1
W — Wq W— Wq W — Wy 9
í —«0
y como para w —> w0 también z = cp(w) —*► z0= (p (itfo) , se tiene:
lim v M —9(^o)_ 1 ____ 1__________1__
-« * . lim £ = a t lim n*)—f M ~ ñ n * 3 ’
Z - » 2Q 1 *0 2-¥ÍQ *—*0
que os lo que so quería demostrar.
1.3. Aquí, fundamentalmente, estudiaremos las funciones defi­
nidas en un recinto E — G y, en este caso, en lugar de fe (z) o de
dEj ~ escribiremos abreviadamente: / ' (z) o •
Sea / (z) = u (x, y) + iv (x, y); recordemos que una función
de dos variables reales u (a:, y) se llama diferenciable en el punto
(x0, yo) del recinto de su definición, si se cumple la relación:
u (x, y) —u (x0, y0) “ A (x0, y 0) (x —a*) -f B (x0, y0) (y—yo) +
-I- Ct (x, y; x0, y0) (*—z 0) -i- e2(x, y; x0, y0) (y — y0),
donde
lim ej (xt y; Xo, y0) = lim e2{x, y; x0i y0) = 0.
x-fjeo, l/-*l/o *-*xo. V-+VQ
Los coeficientes A (x0t y0) y B (x0, y0) del segundo miembro de
la igualdad, son las derivadas parciales de la función u (x, y):
A (x0, y0) = (s, v) flu (j. y)
dx XaXo ' B (*o. yo) dy
V=>Vo v—yo
Demostremos la siguiente proposición importante:
T e o r e m a . Para que una función f (z) = u (x, y) + tv (x, y),
definida en un recinto G, sea dertváble en un punto z de este recinto
como función de variable compleja, es necesario y suficiente que las
funciones u (x, y) y v (x, y) sean dlferenciables en este mismo punto
(como funciones de dos variables reales) y que y además, se cumplan en
este punto las condiciones'.
Ou dv du __ do
dx dy * dy dx
(1.3:1)
Si se cumplen todas las condiciones del teorema, la derivada
f (z) puede expresarse en una de las siguientes formas:
Vi \ óu | 4 do do t du da . du
* dx ' dz dy dy ~ dx dy

Oy 4 - ¿ —
dx . (1.3:2)
90 CAP. II LA DERIVABIL1DAD. LAS PUNCIONES ELEMENTALES

Las condiciones (1.3:1) son de fundamental importancia en la


teoría de Las funciones analíticas y en las aplicaciones de esta teoría
a los problemas de la mecánica y física. Estas se llaman c o n d i ­
c i o n e s (o e c u a c i o n e s ) d e C a u c h y — R i e m a n n .
Es necesario señalar que esta denominación, universal mente ad­
mitida en los libros do enseñanza y científicos, está injustificada
desde el punto de vista histórico, puesto que las condiciones (1.3:1)
se estudiaron ya on el siglo XVIII por D’Alembert y, fundamental­
mente, por Eulor, en los trabajos dedicados a la aplicación de las
funciones de variable compleja a la hidromecánica (D’Alembert y
Euler), cartografía y cálculo integral (Euler). Por lo tanto, sería
justo cambiar la terminología corriente y llamar a las ecuaciones
(1.3:1) e c u a c i o n e s d e D’A l e r a b e r t - E u l e r .
Veamos la demostración del teorema y demostremos primero
que las condiciones del mismo son necesarias para la derivabilidad
de la función / (z).
En efecto, si / (z) es derivablo en el punto z dol recinto £, se
tiene^
A/ (z) = /' (z) Az -f &Az, (1.3:3)
donde
Az = Zj —z = (xt —x) + i (yt — y) — Ax-\~ ¿Ay,
M (*) = /(* i)—/(*)«=
= lu(*i. i/0 —uj(a:, y)] + M"(£ft 3/i) —v(x, y)l —Au-MAp,
/' (z) = a -f- ib, 8 = e, -h ¿82.
y 8| y e2 tienden a cero cuando Ax y Ay tienden simultáneamente
a cero.
Separando en la relación (1.3:3) las partes real e imaginaria,
tendremos:
Au = aAx —bAy -f- etAx —^ A y ,
Ai; = bAx 4- aAy -j- e2A* —6jAy.
Como lim 81 = lim 82 = 0, de aquí resulta que:
A x, Ay—0 A x , A y—0
1) las funciones u (x , y) y v (.x, y) de dos variables reales x
e y, son diferenciales en el punto (x, y);
2) sus derivadas parciales en este punto son:
d u ._ du _ d u ___, du
dx ~ a ' dy ~
b, ~¿hT~0' ~dy = o
y, por consiguiente, satisfacen a las condiciones:
du du du du
5 i* LA DERIVADA. CONDICIONES DE D’ALEMBERT — EULBR 91

Finalmente, para / ' (z) obtenemos:


du . . dv dv . du du . du dv . . dv
f (2)=<.+ » = 1 F + ( 7 r = ¥ - ! -¥ = ¥ - ¡ 1¡r = ¥ +t ¥ .
Así, pues, queda demostrado que las condiciones del teorema
son necesarias.
Demostremos que las condiciones del teorema son suficientes.
Supongamos éstas cumplidas. Entonces
Au = — ■Aa:-h-^AyH-a,Ax-i o^Ap, 1

Aí> = -Jj- A* -+• Ay + PiAa: 4- feAy, J


donde ai, a2, pt y P2 tienden a cero cuando Ax y Ay tienden
a cero. Además,
du dv _ du dv .
dx dy íl' dy dx
(1.3:5)
Por consiguiente,
Au = aAx —bAy ajAx -4 a2Ay,
Ai; bAx + aAy -|- ptAx (ízAy
y
A/ (z) = A it-¡r iAu =
= a (Ax -f iAy) + ib (Ax + lAy) + (at + *Px) Ax + (02 + ¿P2) Ay =
= ( fl + i b ) A z - f - £ (0 C j + * P i) + (a2“h $ 2) Az = A A z eA z.

(1.3:6)
Como
Ie I = | (a i + # 1) t («2 -f- ¿P2) 1<

< |aí j |•3 7 |+ |a 2+ $ 2 |


< | a l H - ¿Px | 2
| <^2 - h I P | < |a l | | Pl I+ Ia 2 I -1“ | p 2 | |

tenemos que e, junto con a l f p 1? a 2 > p 2 , tiende a cero cuando


Az — Ax-\-iAy tiende a coro. De aquí y de las relaciones (1.3:6),
se deduce que la función / (z) es derivable y su derivada / ' (z) es
igual a A:

Con esto se termina la demostración.


02 CAP. II LA DSRCVAB1LIDAD. LAS FUNCIONES ELEMENTALES

Por el curso general del análisis se sabe que para que las funciones
u (*i y) y v (*» y) sean diferenciablcs, es suficiente quo existan
y sean continuas sus derivadas parciales: ^ ^ . Por esto*
para que la función / (2) — u 4- tv sea derivable, es suficiento que
existan las derivadas parciales ^ , quo éstas sean con­
tinuas y que satisfagan a las ecuaciones (1.3:1).
Una función / (z), derivable en cada punto del recinto G, se lla­
ma derivablo (diferenciable) en este recinto, o también h o 1 o -
m o r í a, o a n a l í t i c a (a veces, r e g a l a r ) . La denominación
bolo moría (semejante a entera, de las palabras griegas ó'Xo£ total,
entero, y p.opq>vj — forma) fue introducida por los alumnos de
Cauchy: Briot y Bouquet. «Con esta denominación señalamos —decían
ellos— quo ella (es decir, la función holomorfa —autor) es semejante
a las funciones enteras (es decir, a los polinomios.— autor), que
poseen las mismas propiedades en todo el plano». El significado del
vocablo «analítica», empleado anteriormente por Lagrangc y más
tardo por Woierstrass, y universalmente admitido en la actualidad,
se explicó en el § 1 del primer capítulo; su aplicación a las funciones
de variable compleja, que son derivables on cierto recinto, será
justificada en la exposición ulterior, cuando demostremos que
una función tal puede expresarse en un entorno de cualquier punto
del recinto en forma de suma de una serie de potencias convergente..
Por ahora emplearemos la denominación de «función analítica»
como sinónimo de la denominación «función de variable compleja,
derivablo (o diferenciable) en un recinto dado».
Como ejemplo, oxaminemos la función / (z) = e* (eos y -f i sen y),
definida en todo el piano. En esto caso,
it í'x eos //, v -ex sen y.
üu
- —ex sen y — do
do
~dx e eos y = óy Oy
Por lo tanto, se cumplen las condiciones (1.3:1) y la función
/ (z) es analítica cu todo el plano. Para su derivada, se tiene:
i ’ (*) •= -I-1 -fj|- ^ «* eos y -t- iex sen y — í (z).
En el ejemplo examinado al final del ap. 1.1, / (z) = x , u = x v
v ¡= 0, = 1, ~ = = 0 y no se cumplen las condiciones
de D’Alcmberl — Euler; . Ya se vio que esta función no
es derivable en ningún punto (sobre el plano).
| LA DERIVADA. CONDICIONES DE D’ALEMBERT — EULER 03

Las condiciones (1.3:1) pueden expresarse en una forma más


co«npacta aplicando el concepto de las llamadas derivadas formales»
que resulta útil en diversas cuestiones de la teoría de las funciones
de variable compleja. Examinemos en un recinto una función com­
pleja / (* !í) = u (x, p) 4- iv (i, y ), diíerenciable en el mismo
respecto de x c y. Efectuando un cambio de variables:
*=<*£4-0*1» y = YE+ 0»|,
donde a ó —Py«?£0,
se obtiene una tunción diíerenciable de 6 y r|, para la cual
if df , df df o Of . . df
-5|- = a - 5 r + 7 - ^ r . lí¡ - = P lS - + 6 -^r-
Desde luego en estas fórmulas» a , 0, Y Y ó son números reales.
Sin embargo podemos asignar a éstos valores imaginarios» convi­
niendo en que los segundos miembros de las fórmulas servirán en­
tonces do definición de los primeros. Precisamente haremos:
A 1 t €> Í
a = 0= Y » Y= y» ^ = y í
on este caso,
\ = x -\-ty ^ z, r \^ x — iy = z
y nuestras fórmulas proporcionan la definición de las d e r i v a d a s
formales:
O f__ l / fl/ . df \ X t du , dv_ \ ^ / dv Ou \
dz ~ 2\ dx dy ) 2 VOx "r dy ) 2 \ dx dy ) 1
Of _ i fOf | ♦ Of \ _ 1 / Ou dv \ . i i do du \
di ~~ 2V dx dy ) ~ 2 \ Ox dy )2 Vdx dy ) *
Del teorema demostrado en el presente apartado se deduce que,
una función / = u -f iv, diferonciable en el recinto C con respecto
de x c y, será analítica en este recinto cuando, y sólo cuando, en
todos los puntos del recinto se cumple la condición

on este caso.
*1 iJ L - v
dx dy Oz
En muchos casos es importante que las condiciones para que
una función de variable compleja f (z) — u iv sea diferonciable
en un punto z =?£ 0 vengan expresadas en coordenadas polares:
94 CAP. II LA DKIUVABILIDAD. LAS PUNCIONES ELEMENTALES

I 3 I — r y Arg z = <T>. Estas condiciones (necesaria y suficien­


tes) son:
1') u y v son funciones difercnciables de r y d>;
2') sus derivadas parciales están ligadas por las ref adunes
Ou _ 1 Oy Q y ____ i du
dr r 0G>* dr r cHP * \ ')
Para convencerse de esto, es suficiente demostrar que u y v son
difcrenciablcs como funciones de r y (P ( r # 0) si, y sólo si, son
diferenciables corno funciones de x e y, y que en estas condiciones
las ecuaciones (1.3:7) son equivalentes a las ecuaciones (l.3:ll. Poro
el cumplimiento de lo primero quo se pide es consecuencia del hecho,
conocido en el curso general de análisis, de que una ‘función dife­
renciare (por ejemplo, u = u (xy y)) do fundones difercnciables
(por ejemplo, de x = r eos 0 e y — r sen <J>) también es diferencia-
ble (respecto de las variables r y <P). La segunda afirmación se
comprueba inmediatamente. Por ejemplo, si se .cumple la condi­
ción 1') y, además, se cumplen las condiciones (1.3:1), se tiene:
Ou du * du _ dv _ dv _ 4 i)u \
-3—
tir
= —-
Ox
eos <P +1 ~Oy sen <D—-r—
Oy
eos O — dx
=—sen O = — ^ ,
rdO
)I
-..
-do = —
do
co¡l<i)-r i ¡ r,seii
do
<t>= _ _ c o dn i d*1
S< I)+ _ se n (D = ^ i
. duJ (
(1.3:8)
El lector fácilmente realizará también el paso inverso do las
condiciones (1.3:7) a las condiciones (1.3:1).
Escribiendo las ccuacionos (1.3:8) de la forma
-^-=-|.coSCD-^.Sena». -^ = £ c<.SCD+ -g-sen<D,
de ellas obtenemos
A . dv
du
— du
-=--coi<t> + - ^ sen ^a», l dor = - 7dur scn(I) +. ldvr cos.®,
^

y, por consiguiente,
/' (z) = -£ii -t- i -jL = (eos Cl)—i sen O) -|- i (eos <D—l son <D) ^

= ( i r + i - ^ ) ( cos® - ísen®>= T ( - i f + £- ^ ) - (13:9>


Esta fórmula es útil para calcular /'(z) mediante las coorde­
nadas polares. Las ecuaciones (1.3:7) permiten también expresar
/ ' (z) en la forma:
(1.3:10)
s 2. S IO N I PICA D O G EO M ETRICO D E LA D E R IV A D A 9,r.

Como ejemplo, examinemos la función potencial:

2
"ür i t mArgz , . m Arg z \ / mú) , . me1»\
" = | z ]_£ f e o s — — b ¿ s c n — -2-^1 = r n f eos—— 4- i son — J ,

donde m es un número ontero y n es natural. Esta función está de­


finida en el recinto G : z ^ 0, y es multiforme si el número racional
~ no es entero (véase el cap. 1, ap. 2.3). Esto último os debido a
que el argumento O también es multiforme. Para tener la posibilidad

de hablar de la derivada de esta función multiforme en cierto punto


z del recinto G, tomemos en este recinto algún entorno del punto z
que no contenga al origen de coordenadas y, fijando uno de los
valores quo toma <X> en el punto z, tomemos en todos los domas
puntos zt dol mismo entorno los valores que cumplen la condición
| <Dj — O | < (fig. 8 ). En tone os, obtendremos on el entorno
considerado una rama u n i f o r m e y c o n t i n u a * ) de la
m
función zn . Esta función uniforme se designará con la misma nota-
m
ción: f{z) = 2 ” .
Evidentomente, en este caso
w
— m<D —-
w _
m<D
u = rt " e o s -----
n
1 v = r !1 sen — - ,
t n

Ou i m.<I> 1 Ou
dr « r+ eos ~h r 5üt»
dv m md> 1 Ou
dr n
sen r 0<H ’
•) Sobro las ramas uniformes de las funciones multiformes habla romos
más detalladamente en adelante, en el § 5 del presente capitulo.
96 CAI*. II LA DERIVABIUDAD. LAS PUNCIONES ELEMENTALES

y, por consiguiente, / (z) es una función diferonciable. En virtud


do la fórmula (1.3:9), para su derivada, obtenomos:
—— i m<D mt]> \
r V i--. (t ' J COJ — sen — i =
+ t -T

Por lo tanto, el lector puede observar que la regla de derivación


TO
do la «potencia fraccionaria» z n se conserva formalmente igual que
m
para la función correspondiente de variable real x n . Solamente
hay quo tener en cuenta que nuestro cálculo se efectuaba con la
condición de que z^= 0 , condición que puede omitirse solamente
cuando — sea un número entero no negativo.
Como ejercicio, proponemos al lector convencerse de que la
función / (z) = ln r ■+- ¿O, definida en el mismo recinto (7, es dife-
renciablc y su derivada es igual a -j- (aquí también hay que separar
las ramas uniformes y continuas de la función).

§ 2. SIGNIFICADO GEOMETRICO DE LA DERIVADA.


TRANSFORMACION CONFORME
2,1. Consideremos primero una función compleja z = k (i) de
variable real f, definida y continua en un segmento E : ía, p] (lcl
ejo real. Como so señaló en el ap. 4.1 del capítulo primero, tal fun­
ción determina una curva continua L. Supongamos que en cierto
punto del segmento [a, p] existe la derivada (sobro el conjunto E)
X (¿) 0. Demostremos que entonces existo en ol punto correspon­
diente z0 =» X (¿o) de la curva L la tangente T do ésta (entendida
como la posición limite de la secante que pasa por el punto z0) y
que el ángulo entre T y el eje real coincide con Arg X (í0).
En efecto, tracemos una secante por los puntos z 0 = X (¿0) y
Z\ = X (ti) de la curva L. Se puede suponer quo estos puntos no
coinciden para todos los valores t x, distintos de t Qy suficientemente
próximos a ¿0 (en caso contrario, existe una sucesión {¿j^} ¿0,
tal que
^ i«) —A»(¿o) ^ 0
para tod<X9 w, y por consiguiente,
X'(t0) = ltm —(t,ln)— =o) .
i 2. SI QNI LIGADO GEOMETRICO DE DA DERIVADA 97

Observando que la dirección de la secante coincide con la di­


rección del vector Si~~*° sacamos la conclusión de que la secante
h—
tendrá una posición lim ite para ¿j t0 (zj -► z0), solamente si
el ángulo entre el último vector y el eje real, igual a Arg~-~^-° ,
*1 ^0
tiene lím ite cuando ¿, -► l0. Foro, según la condición, existo el
límite
- X' (to) 0;
f1—
*><0 —*0
por lo cual también existo ol límite
Uin A rg* = £ = Arg X' (t0) *),
con lo cual se termina la demostración.
Resumiendo, para una junción compleja de variable real, la exis­
tencia de derivada distinta de cero significa la existencia de tangente
a la curva correspondiente; el ángulo de inclinación de la tangente
al eje real coincide con el argumento de la derivada.
Examinemos ahora una función de variable compleja w = / (z).
definida y continua en un recinto G, y supongamos que en un punto
z0 € G existe la derivada /' (z0) *^= 0. Trazemos por el punto z 0 alguna
curva L: z = X (<), (a P, X (a) = z0), para la cual exista la
derivada X' (/0) ¥* 0 ; según lo expuesto anteriormente, la curva i.
posee tangente en el punto z0 = X (a) con el ángulo de inclinación
igual a Arg X* (¿0)* Mediante la transformación w — / (z) esta curva
se transforma en una curva A, situada en el plano w: w = f IX (01 -
= p (0 (a < / C P, p (/<>) = / (zo) = wo)- Según la regla de deri­
vación de las funciones compuestas (ap. 1 . 1 ), la función p (l) os
derivable on ol punto t = í0 y p' (*0) = /' (z0) X' f¿0) ^ 0, por lo
cual la curva A posee tangente en el punto wQ — f (z0), y el ángulo
entre la tangente y el oje real es igual a
Arg p' (¿o) = Arg \X' (/<>) /' (z0)] = Arg X' (t0) + A rg/' (z0).
Do aquí se deduce que, al pasar de la curva L a su imagen A, el
ángulo de inclinación de La tangente en el punto inicial de la
curva varía en la magnitud ^
A rg p' (t0) — Arg X’ (t0) =- A rg /' (z0),
que no depende de la curva. Si del punto z 0 parten dos curvas cua­
lesquiera ¿ i y L2, que posean tangentes ti y t 2 en el punto z0. entóneos­
las tangentes Tj y xz a sus imágenes A| y A 2 en el punto wQ = / (z0)
se obtendrán de lt y t2 mediante un giro en un mismo ángulo Arg/' (z0)»
•) V6n.se ol final del ap. 3.3, cap. i .
7-1190
98 CAP. II LA DEFIVABILIDAD. LAS FUNCIONES ELEMENTALES

y t por consiguiente, el ángulo entre las curvas L\ y L 2 será igual


(en valor y en el sentido de la dirección) al ángulo entre A( y A 2.
Por lo tanto, al hacer una transformación mediante una función
continua w = / (z), que posea derivada f (z0) distinta de cero,
todas los curvas del plano z que pasan por el punto z« y que posean
tangente en este punto se transforman en curvas del plano w que
pasan por el punto iz?0 = / (z0) y que también poseen tangente en
este punto; en esta transformación se conservan los ángulos entre
las curvas. La transformación mediante una función continua, que
conserva los ángulos entre las curvas que pasan por el punto dado,
se llama c o n f o r m e e n e s t e p u n t o .
Si, además, se conservan no solamente los valores de los ángulos,
sino también los sentidos de sus direcciones, se dice que la t r a n s ­
f o r m a c i ó n es c o n f o r m e de p r i m e r a e s p e ­
c i o * ) , si los sentidos de las direcciones de los ángulos se cambian
por los contrarios, se dice que la t r a n s f o r m a c i ó n e s
c o n f o r m e d e s e g u n d a e s p e c i e **).
Resumiendo, una transformación mediante una función de variable
compleja, analítica en un recinto G, es una transformación conforme
de primera especie en lodos los puntos en los que la derivada es distinta
de cero. Si la transformación es conforme en todos los puntos del
recinto G sin excepción, entonces se llama t r a n s f o r m a c i ó n
c o n f o r m e d e l r e c i n t o G.
Puede servir de ejemplo de transformación conforme de segund.i
especie la s i m e t r í a con respecto del eje real: w = z. Sirven
de ejemplos más generales las transformaciones que se realizan me­
diante las funciones conjugadas con las analíticas: w = f (z) (se
supone que /' (z) ^ 0 ).
Proponernos demostrar al lector que si la derivada es igual a
cero en cierto punto, los ángulos pueden conservarse o variar (exa­
mínense las transformaciones
f y (z) = r2 (eos 0 -r ¿sen CP)
f 2 (z) = r* (eos 2 <D-\~ i son 2 0 ) — za
en el punto z = 0 ).
2.2. En el apartado anterior se demostró que Arg /' (z0) repre­
senta el ángulo de rotación de la tangente a la curva L en el punto
z0 de la misma al pasar a su imagen A y al punto wQ — f (z0). En
particular, si /' (z0) es un número real positivo, entonces los vectores
tangentes a L en z 0 y a A en / (z0) son paralelos y tienen una misma
dirección.

*) O conformo dirocta. (Af. del r.)


••) O conforme inversa. ( N. d t l T.)
i 2. SIGNIFICADO GEOMETRICO DE LA DERIVADA 99

Veamos ahora el significado geométrico que tiene el módulo de


la derivada | /' (,z0) |. Con este fin, obsérvese que

y que los números | z — z0 | y | / (2 ) — / (z0) I oxpreson las distan­


cias entre los puntos 2 y z 0 del plano z y entro sus imágenes / (z)
y / (zo) del plano w, respectivamente. Si la razón ' se puede
considerar como la dilatación del vector z — z0, obtenida al hacer
la transformación mediante la función w = / (2 ) (osta dilatación
puede ser menor que la unidad, igual a la unidad o mayor que la
unidad), el módulo de la derivada | /' (z0) | se puede considerar como
la dilatación en el punto z0 en la transformación mediante la función
w = / (2 ). De lo que acabamos de exponer se deduce que la magnitud
de dilatación en el punto z 0 no depende del vector 2 — z 0 que se
tome con ol origen en este punto; no obstante, ésta no coincide con
la dilatación del vector 2 — zQsino que representa el lím ite de esta
dilatación cuando 2 tiende a z0.
2 .3 . Como ilustración, estudiemos la f u n c i ó n Ii o m o g r á -
f i c a *) L (z) = (al menos uno de los números c o d es
distinto de cero). Supongamos primero que c = 0. Entonces, L (z)
puede expresarso en la forma £ (z) = az - f p ( a = y , P = - j ) ;
ésta es una f u n c i ó n l i n e a l e n t o r a . Está definida para todos ios va­
lores dez y posee derivada U (z) — a , que conserva un valor constante
y distinto de cero, si a 0. Por consiguiente, la función L (z) realiza
una transformación conforme do todo el plano de la variable com­
pleja z. En esta transformación, las tangentes a todas las curvan
del plano z giran un mismo ángulo, igual a Arg a , y la dilatación
en todos los puntos es igual a | a |. Si a = 1 , se tiene, Arg a = 2fcn,
| a | = 1, y realmente no existe ni rotación ni dilatación. Como,
en este caso, la transformación toma la forma w = 2 -j- p, ésta,
evidentemente, se reduce a una traslación del plano como un todo
en el vector p. Si a ^ 1 (y a ^ 0), la transformación puede expre­
sarse en la forma w — y = a (2 — v)» dondo y se determina por la
ecuación y = ay + p. De aquí se deduce que en la transformación
cada vector 2 — 7 que parta del punto 7 , gira un ángulo igual a
Arg a y se dilata en | a | veces, convirtiéndose en el vector w — 7
que parte del mismo punto 7 . Esto significa que la transformación
L (2 ) = a z -f* p, siendo a =?¿= 1 (y a ^ 0 ), se roduco a una rotación

+) La denominación do esta función dada por el autor es: función fracciona­


ria lineal. (Af. d*l T.)
7*
100 CAP. II LA DBRIVAB1LIOAO. LAS FUNCIONAS BLKMKXTALKS

a
del plano como un todo, alrededor del punto y = j en ol ángulo
Arg a , y a una dilatación de razón | a | con respecto de este punto.
Evidentemente, ésta es una transformación homotética con centro
en el punto 7 — de raz^n (o coeficiente de semejanza) | a |,
seguida de una rotación en ol ángulo Arg a alrededor del mismo
punto. Tal es la transformación conforme en el caso más simple.
Circunferencia

Supongamos ahora que c 0. Entonces, para z =?¿= ó — — *7 -


existe la derivada
T , /mX a d —be u d —be 4
L W — { c z + d p ~~ 35 (z — ¿)2 •

Si el determinante ad — be ^ 0 (la igualdad a cero de la expresión


ad — be significa el cumplimiento de la proporción = de

donde a — cX, b = d \ y L (z) = 7 ^ 7 -p r s * se tien e’


l¿ (j%
) sfs 0 para todos los puntos z ^ Ó. Por consiguiente, la trans­
formación w = L (z) es conformo en todos los puntos finitos, dis­
tintos de ó. En esta transformación, las tangentes a las curvas que
pasan por un punto arbitrario z ó, giran un ángulo igual a
Arg U (z) = A rg ad~ bc _ 2 Arg (z — 6 ).

Evidentemente, ol ángulo do rotación de la tangcnlo varia al pasar do


un punto a otro, conservando el mismo valor en los puntos, para los
cuales Arg (z — ó) conserva un mismo valor, es decir, en los puntos
$ 2. SIGNIFICADO GEOMETRICO DE LA DERfVDA 101

<le cada uno de los rayos rectilíneos que parlen del punto ó. La
dilatación de la longitud en el punto z en esta transformación es
igual a | L' (z) | = | | : | z — ó J® y también varía al pasar
de un punto a otro. Esta conserva el mismo valor en los punios para
los cuales la magnitud | z — 6 | es la misma, es decir, en los puntos
de cada circunferencia con el contro en el punto ó. En particular,
esta dilatación es igual a la unidad en cada punto de la circunfe­
rencia y : J z — ó | = |-|-r | ad — be | ( c i r c u n f e r e n c i a i s o-
m é t r i c a d e l a t r a n s i o r m a c i ó n h o m o g r á f i c a); es mayor
que la unidad en el interior de y, tendiendo al infinito cuando
z tiende a ó, y os menor que la unidad en el exterior de y» tendiendo
a cero cuando z tiende al infinito (fig. 9).
2,4. Supongamos, como anteriormente, que c O y ad — be ¥=
=*=■ 0. Entóneos, evidentemente.
az —h
lim a cz+d
— i”? - °° lim rz -p d

En correspondencia con esto, obtenemos:


L (6 )— oo y L (oo) —cc.
Por lo tanto, ei punto finito ó so transí orina mediante la función
w = L (z) en el punto del infinito, y el punto del infinito, en el
punto finito a . Demostremos que la transformación también es
conforme en estos puntos. En efecto, sean yt y y2 dos curvas quo
pasan por el punto ó y forman en ol mismo un ángulo 6, y sean r (
y r 2 sus imágenes en el plano w. Queremos doinosl.rar que Pf y P2
forman también el ángulo B en el punto deJ infinito. Hagamos con
este fin la transformación del plano wi £ - ~ ■ Entonces, los curvas
r t y P2 so transformarán en las curvas P¡ y y el punto del infi­
nito, ou el origen de coordenadas (fig. 10). Está claro que el paso
de y, y y2 en el plano z a y r 2 en el plano £ se efectúa mediante
la transformación homográficn
„ __ l_ __ cz l- d
* w ~ az f- b *
que es conforme en el punto z = ó = — ^ . Por consiguiente, P,
y r 2 también forman el ángulo 0 en el origen de coordenadas. De
aquí que, en virtud de la definición del ap. 5.6 del capítulo primero,
las curvas r t y P2 forman también entre sí el ángulo 6 en el punto
del infinito. Así, pues, queda demostrado que la transformación
w =- L (z) es conforme en el punto z =- ó.
102 CAP. II LA D E B IV A Ü lL ID A D . LAS PUNCIONES ELEM ENTALES

De un modo análogo se demuestra que también es conforme en


el punto del infinito. Precisando, 9i las curvas y { y vs pasan por el
punto del infinito en ol plano z, sus imágenes y r 2 en el plano w
pasan por el punto a. Supongamos que Yí y y 2 forman entre sí uu
ángulo 0 en el punto del infinito. Esto significa que sus imágenes
Yí y Y2, obtenidas como resultado de la transformación £ = — ,

forman el ángulo 0 en el origen de coordenadas. Pero, evidentemente,


se puede pasar de y\ y y'2 a T| y T2 mediante la transformación
1 1h
az + b a £+ q -h ^
cz-^d c-jr-rd,
1 c-f-d£b

Esta transformación es homográfica y, por lo tanto, conforme en


el punto £ = 0. Do aquí se deduce que Fi y I\¿ forman también entre
sí el ángulo 0 en ol punto a = ^ , con lo que se termina la demos­
tración do que la transformación w = L (z) os conforme en el punto
del infinito.
Cuando c — 0, resulta la función lineal entera
w = L (z) = az-\-§ (a ^ 0).
Aquí se supone L (oo) - oo y mediante la transformación auxiliar
i 1
£ = —= se reduce este caso al que se acaba de examinar (al
punto del infinito del plano z corresponde el origen (le coordenadas
del plano w).
Proponemos al lector hacer la demostración completa.
| 3. PO LIN O M IO S. PUNCION EX PO N P.N C IA L. SENO Y COSENO ll>-<

Resumiendo, se puede decir que la función homográftea w =


= L (z) realiza una transformación conforme del plano amplia­
do sobre sí mismo.
§ 3. POLINOMIOS. FUNCION EXPONENCIAL.
SENO Y COSENO
3.1. Las funciones uniformes y analíticas en todo el plano a
excepción del punto dol infinito, forman la clase mas importante
y simple de funciones diferenciables. Tales funciones se llaman
enteras.
Un polinomio:
a0-r ciiz + a2z2+ . . . + anzn « P(i (z).
es un ejemplo muy particular de función entera. Esto puede reducirse
a una constante (n = 0). Si n > 0 y on 0, se tiene: lim Pn (z) —
Z -* OO
= oo. Por consiguiente, un polinomio de grado superior a cero se
hace igual a oo en el punto del infinito. Gomo se sabe por el álgebra,
si w es un número complejo arbitrario (propio), la ecuación Pn (z) =
- w tiene n raíces, algunas de las cuales pueden ser iguales entre
sí (raíces múltiples). Por lo tanto, en la transformación w = Pn (z)
cada punto del plano w pertenece a la imagen del plano z; además,
este punto tendrá n preimágenes: zt, z2, . . zn. Agreguemos a
esto que Pn (oo) = oo y , por consiguiente, oo pertenece a la imagen
del plano ampliado. Las proimágenes del punto del infinito w = oo
son las raíces do la ecuación Pn (z) = oo, es decir, es también el
punto del infinito. Para simetría, a éste le consideraremos corno raíz
múltiple de esta ecuación, de orden n. Asi, pues, un polinomio de
grado n (an =?± 0, n > 0) transforma el plano ampliado sobre sí mismo,
de modo que cada punto de la imagen w tiene n preimágenes: zif z2, . . .
. . zn. Por cierto, como ya se advirtió, para algunos valores ex­
cepcionales de tu (entre los cuales también está incluido w — oo)
e) número de preimágenes puede ser también menor que n.
Fácilmente se observa que la cantidad de tales valores excep­
cionales no es superior a n. En efecto, si - oo y la ecuación
Pn (z) = w0 tiene raíces múltiples, entonces, como se sabe por el
álgebra, para cada una de ellas P'n (z) = 0. Pero esta última ecua­
ción tiene n — 1 raíces (entre las cuales también puede haber igua­
les entre sí): £1( £2, . . ., £n _t. De aquí se deduce que w0 tiene
quo tener alguno de los siguientes n — 1 valores: Pn (íj), . . .
. . ., Pn (£„ -i), y agregando aquí el punto del infinito, obtenemos
aquellos n puntos (no más) del plano w que poseen menos que n
preimágenes cada uno en el plano z.
3.2. En virtud de la teoría general, la transformación w —
= Pn (z) es conforme en todos los puntos, a excepción de los puntos
K*í CA»> J1 D hlH IS A H lL ID A D . LAS FU N CIO N ES E L E M E N T A L E S

Ci. C2. • • •j C« _!» on los cuales Ja derivada so anula, y también,


posiblemente, a excepción del punto z = oo.
Cuando n — 1, el polinomio es una función lineal entera, y en
as le caso, la transformación es biunívoca y conforme, incluyendo
también el infinito (vóanso los np, 2.3—2.4). Cuando n >> 1, la trans­
formación deja de sor conforme cu los puntos indicados.
En efecto, supongamos que P ’n (z0) — 0. Entonces, z = z0 es
una raíz múltiplo do la ecuación Pn (z) — Pn (z0) — 0 y, por consi­
guiente, Pn (z) — Pn (z0) puede expresarse en Ja forma:
pn (2) P n (z0) — (2— Zq)1í Q ( z ) ,
donde k¿?2 es el orden de multiplicidad do la raíz z — z0 (como
es sabido, el numero k es una unidad mayor que el ordon de mul­
tiplicidad de la raí/, z = zu para la ocuación Pñ (z) =« 0) y el poli­
nomio Q (z) no se anula en el punto z — z0. Poniendo Pn (z) — u?
y M = Wo» obtenemos de aquí, que
A rg (u? —wo) —■Arg (z —z„)h-i- A rg Q (z),
de donde
lim (A rg (ir —u>o) — A rg (z — z,)"} Arg Q (z„).

Supongamos ahora que z — X(¿) es una curva L que pus» por


ol punto z0 (z,>—X(í0)) y que en este punto tiene tangente cuyo
ángulo do inclinación al eje real es igual a
Arg (í0) - lim Arg

(véase ol ap. 2.1). La imagen A de esta curva en el plano w será:


w — Pu [X (¿)l = p, (t). De aquí no podemos sacar inmediatamente
la conclusión de que existe tangente a A en el punto w0 (t = ¿0)
(puesto quo p' (t0) = P'n (z0) X' (*0)= 0 ). Pero, para el ángulo de
inclinación de la secante que pasa por los puntos wa y w =¿= w0,
según la anterior, obtenernos:

—A r g 4. fe A rg íl^ i^ —>ArgQ(z0)-i-A: ArgX'(¿o) cuando


(*—x0) 1—
de donde se deduce que existe la tangente.
Si L\ y Lz son dos curvas: z = Xf (í) y z = X2(0* que pasan
por el punto z0 y forman en éste un ángulo 9:
Ü—Arg Xj (tz) —Arg X4(/i) (Xj (/j) — (íg) = 2o).
s 3. PO LIN O M IO S. PUNCION EíX PO N EN C lA L- SlüNO Y COSENO ior>

entonces, les imágenes At y A2 de estas curvas pasan por el


punió w'o y forman en éste el ángulo
íArg Q (Zo) 4* k Arg X; (í2)l — íArg Q (z<>) -f k Arg X[ (/*)] =
= k [Arg X; (t2) — Arg X; (í,)] = XO.
Resumiendo, en la transformación w = Pn (2 ) todos los ángulos
con los vértices en los puntos, en los cuales se anula la derivada Pn (z),
se alteran; precisando: estos ángulos aumentan k veces si el orden de
multiplicidad de la raíz correspondiente de la ecuación Jyn (z) — 0
es igual a k — 1.
Aplicando la transformación £ = 4-, d lector se convoncorá
fácilmente que cuando n > 1 la transformación deja de ser conforme
también en el punto del infinito. Precisamente, en la transforma­
ción w — Pn (2), los ángulos con el vértico en el punto del infinito
aumentan n veces.
3.3. Examinemos, en particular, la transformación de la forma
w = ( 2 — a)” (n :> 1). Esto transforma el plano ampliado sobre
sí mismo, de modo que cada punto w posee n preimágenes en el pla­
no z. Son una excepción los puntos iv = 0 y w = 00, para los cuales,
las preimágenes se confunden en un punto: a y ooT respectivamente.
Las preimágenes z =a, =7^00) se determinan de la ecuación
w=>(z~a)nt
de modo que
Z=a + YTr~n | n/ > - | ( c w ^ + í m » *2S) .

Evidentemente, estos n puntos están situados en los vérticos de un


polígono regular de n lados con el centro en a.
La transformación w — (z — a)Hes conforme en todos los puntos,
a excepción de los puntos z = a y z = 00. En este caso los ángulos
con los vértices en los dos últimos punios aumentan n veces.
Para obtener una idea más clara de esta transformación, seña­
lemos que
|u j|= :|z —a\n y Argiv = n Arg(z—a).
De aquí se deduce que cada circunferencia de radio r con el centro
en el punto z = a so transforma en una circunferencia de radio rn
con el centro on el punto u? = 0. Si, en este caso, el punto z recorre
una vez la circunferencia |z —a \= r en dirección positiva (es
decir, que el Arg (z — a), creciendo continuamente, aumenta en
2ji), el punto w recorrerá n veces la circunferencia |w | —rn on la
misma dirección (es decir, que el Arg wt creciendo continuamente,
aumentará en 2nn), Hagamos ahora recorrer al punto z a lo largo
106 CAP. II LA D£fUVABILIDAD. LAS FUNCIONES ELEMENTALES

dol rayo rectilíneo Arg (z — a) = <p0-f 2knf desde el punto a


hasta el infinito. Nuestras fórmulas musirán que el punto corres­
pondiente w recorrerá entóneos el rayo rectilíneo Arg w = n<p0 +
J-2mn, desde el origen de coordenadas hasta el infinito.
Consideremos ahora la región gT que representa el interior del
ángulo de magnitud 0, 0 < 0 ^ ~ , con el vértice en el punto a.
Supongamos que este ángulo está limitado por los rayos rectilíneos:
A rg (z—a) ca <p0+ 2kn
y
Arg (z—a) = <pf 4- 2mji ,
(q>t —<Po=0).
De lo dicho se deduce que la imagen de la región g en el plano w
es una región d que representa un ángulo de magnitud *6 con el

vértice en el origen de coordenadas, limitado por rayos roctilíneos


(fig. 11). La correspondencia entre g y d, establecida mediante la
función w = (z — a)n, es biunívoca. En efecto, como la función
w = (z — a)n es uniforme, para comprobar esta afirmación es sufi­
ciente establecer que cada punto w do la región d tiene solamente
una preimagen en la rogión g. Obsérvese para esto que todas las n
preimágones del punto w se sitúan en el plAno z on los vértices de
un polígono regular de n lados con el centro en ay de modo que dos
de ellas podrían situarse dentro de un mismo ángulo con el vértice
en a solamente cuando la magnitud del ángulo fuese mayor que ^ .
Pero la medida del ángulo g no es superior a 2—ji
, por consiguiente.
al ángulo g solamente pertenece una imagen de cada uno de los
puntos de dy con lo cual queda terminada la domostración de nuestra
proposición.
i 3. POLINOMIOS. PUNCION EXPONENCIAL. SENO Y C09ENO 107

Así, pues, la función w = (z — a)n realiza una transformación


biutúvoca y conforme del interior de cualquier ángulo de lados recti­
líneos, con el vértice en el punto a y de magnitud 0, 0 < 0 ^ ~ ,
sobre el interior de un ángulo correspondiente de lados rectilíneos tam­
bién, con el vértice en el origen de coordenadas y de magnitud n0.
Por esto mismo, se recurro a la función considerada siempre que
sea necesario transformar un ángulo do lados rectilíneos en otro
/mgulo que soa unas cuantas veces mayor.
Indudablemente, seria erróneo creer que eu la transformación
ir = (z — a)n (n > 1) cualquier recta se transforma en rocta y cual­
quier circunferencia en circunferencia. Supongamos, por ejomplo,
que a = 0 y n = 2. Entonces se obtiene la función w — z2. Veamos
en qué se transforman, mediante la función w = z2, las rectas que
no pasan por el origen de coordenadas y que son paralelas a uno do
I09 ejes coordenados. Tomemos, por ejemplo, una recta paralela
al eje imaginario: z = c it, c^= 0, — oo <; f < -f- «>. Como
imagen obtendremos la línea w = (c + ¿O2* ° bien, poniendo
ir = u + iu y separando las partes real e imaginaria:
u = c2 —t2, v = 2cí, —OO< / < f oo.
Estas son las ecuaciones de la línea transformada, expresadas
en coordenadas cartesianas on la forma paramótrica. Excluyendo
entre éstas el parámetro í, resulta:
i ^ ó c ^ c 8—u).
Esta es la ecuación de una parábola, cuyo eje va dirigido por el
eje real hacia el lado negativo, con el foco on el origen de coorde­
nadas y con el parámetro p — 2c2. Del mismo modo se observa que
cada recta paralela al eje real: z — t + ic' se transforma on la
parábola
v2= Ac'2(u + c'2)
cuyo eje lleva la dirección del eje real hacia el lado positivo, con
ol foco en el origen de coordenadas y con el parámetro p ' = 2c'2.
Resumiendo, las dos familias de rectas paralelas a los ejes coordena­
dos se transforman mediante la función w =» zz en dos familias de
parábolas con el foco común en el origen y cuyos ejes están situados en
el efe real (fig. 12). Como la9 familias de rectas son ortogonales ontre
sí y la transformación es conforme, las familias do parábolas obte­
nidas también serán ortogonales entre sí; esto so comprueba también
fácilmente mediante un cálculo inmediato.
Naturalmente, el lector tiene que tener presente que la trans­
formación de todo el plano z mediante la función w — z2 no es biu-
oívoca, puesto que cada punto w, distinto de coro y del infinito,
1U>> CAP. 11 LA DK1UVAÜ1LIUAD. LAS FUNCIONES ELEMENTALES

poseo dos proí ni ágenos. En particular, las proimágonos de Ja pará­


bola o1 —4c2 (c2 — u) son dos rectas simétricas respecto dei eje
imaginario: z = c -h ¿t y z = — c it; del mismo modo, las
preimágenes do la parábola l»2 = 4c'2 (u -f- c'2) son dos rectas simé­
tricas respecto del eje real: z =* / -f ic' y z — t — ic\ Pero si se
consi dora solamente la imagen de algún semipleno g, limitado por
una recta que pase por el origen do coordenadas (tal serniplano

representa el interior de un ángulo con el vértice en el origen de coor­


denadas de magnitud ji), entonces, según lo expuesto anteriormente,
la correspondencia entre g y su imagen d será biunívoca; d represen­
tará aquí un ángulo de magnitud 2 j i con el vórtice en el origen de
coordenadas; ambos lados de aste ángulo se confunden en un rayo
rectilíneo que parto del origen de coordenadas.
3.4. Las funciones enteras distintas de los polinomios, se lla­
man funciones trascendentes enteras. La más simple de éstas os la
función exponencial exp z o ez. Esta se obtiene como resultado de la
generalización de la función exponencial de variable real e* al
plano complejo. Como es sabido, la función f (x) = e* se caracteriza
completamente por sus propiedades: esta
1) está definida unívocamente pura todos los valores reales *r,
torna valores reales y para x = 1 el valor
2) satisface al teorema de la suma
f(x,-*-xt) = f(x ,)f(x 2)
para cmilesquiera «rf y xz\
§ 3. POLINOMIOS. FUNCION EXPONR.NT.lAi, SENO Y COSENO ton

3) es continua en el punto x = 0.
Aquí construiremos la función exponencial de variable compleja
J (z) = exp z, exigiendo el cumplimiento do las siguientes condi­
ciones: ésta
1') está dofiuida unívocamente para todos los valores complejos
(finitos) de z, pavo los valores reales z — x toma también valores
reales y para x = 1 torna el valor e;
2') satisface al teorema de la suma
f(z, -z¿) = f(z,)f(zi)
para cualesquiera z{ y z%\
3') es diferenciable en el punto z — 0.
Do las condiciones 1') y 2') se deduce que / (O) 1. En efecto,
J (O)-/ (1) = / (1) =¿=O y, por consiguiente, / (0) •■= 1. Luego, saca­
mos la conclusión de que / (z) 0 para todos los valores de z. En
efecto, / (z)-/ (— z) = / (0) = 1, de donde se deduce que / (z) ^ 0.
Aplicando 2') y 3'). obtenemos para cualquier z:
m W i„ _ ^ ;w

cuando Az—>0. Esto significa quo f (z) es una función analítica


cu todo el plano (entera), y satisface a ln ecuación diferencial
/ ' W - f (0)7(2,. (3.4:1)
En particular, /' (¿r) = /' (0) / (x), de donde / (x) = <°>*+ do
las condiciones / (0) = 1 y / (1) =* e se deduce que C = 0 y /' (0) —
-= 1. Así, pues, / (x) ~ ex; por cierto, esta conclusión so deduce
inmediatamente de que / (x) satisfaco a las condiciones 1), 2) y 3).
Poniendo en (3.4:1) el valor /' (0). resulta:
/ '« = / « . (3.4:2)
Expresemos f(z) ou la forma
/< *)= /(* iy) = /(* )/ (£'/) = <■* (y) -+- Ifi (,V)|. (3.4:3)
Entonces,
1' <«>= - i ,p. (¡,) _ ,«■ <„)].
l)e bi ecuación (3.4:2), obtenomos:
= < *'(y)= — p(p),
de donde p" (y)-f-p (y) = 0 y, por consiguiente:
P (i/) — C\ eos y i C2se n y , a (y) = p ' (y) = — C, sen p i-C2 v m y .
lio CAP. I I LA D ER IV A DI L ID A D . LAS F U N C IO N E S E L E M E N T A L E S

Pero / (0) = a (0) + J{W0) ~ 1, es docir, a (0) *= 1 y p (U) = 0; por lo


tanto, Cx-—0 y C1= 1. En resumen,
a (y) = eos y, P(y)= seny
y según la fórmula (3.4:3)
/ (z) = ex (eos y -f i sen y).
liemos obtenido la única función que satisface a las condiciones 1')
2') y 3'). Esta se llama función exponencial (de variable compleja)
y se designa mediante expz o e*. Así, pues, según la definición
exp2 = eir= e ír(cosy-l-iseny). (3.4:3)
Obsérvese que si la condición 3') se sustituye por otra más general:
3*) la función / (z) es continua en el punto z = 0, entonces se puede
hallar un conjunto infinito de funciones distintas que satisfacen
a las condiciones 1'), 2') y 3*)- Todas ellas están comprendidas en
la fórmula
/ (z) = (eos ay -f- i sen ay),
donde a y a son números reales. Sin embargo, solamente una de
ollas, la que se obtiene cuando a = 0, a = 1, es analítica y además
entera.
3.5. De la definición do función exponencial
exp 2 = ex (eos y + i sen y) (3.5:1)
se deduco que ésta no so anula para ningún valor de z y que
|expz| = <?* y Arg(expz) = y - f 2kx.
Para z —iy (x = 0) obtenemos:
exp (iy) = eos y -f- i sen //.
Esta relación permite utilizar, en lugar de la forma trigonométrica
del número complejo
c —r (eos <p+ i sen q>) (r^O ),
la forma exponencial
c = r exp (¿q?) = re1*,
que es inás compacta.
De las fórmulas (3.5:1) vemos que la función exponencial poseo
período, igual a 2 j i ¿ (puesto que, al variar y en 2n, z varía en 2rt¿,
v el valor de la función no se altera):
exp (i + 2n¿) = exp z.
| 3. POLINOMIOS. FUNCION EXPONENCIAL. SENO Y COSENO

Demostremos que 2nt es el p e r í o d o f u n d a m e n t a l


(p r i m i t i v o) de la función exponencial, es decir, que cualquier
otro período de la misma tiene que tener la forma donde A-
es un número entero.
En efecto, sea ca = a -f- P¿ un período de la función exponencial.
Entonces
exp (z-4-ü)) = expz
para cualquier z y, en particular, para z = 0
exp co = exp ( a -j- ¿p) = ea (eos p i sen P) = 1.
Pero esto significa que ea —1, es decir, a = 0 y eos P4-¿senP — I,
es decir, P=2A:n. Por consiguiente,
+ ¿P = 2/cju,
como se quería demostrar.
La expresión exp oo carece de sentido, puesto que Jim ez no
existe. Para convencerse de esto es suficiente observar que ex — oo
cuando x !> 0 y tiende a oo, y e* 0 cuando í c O y tiende a — oo.
De aquí, en particular, se deduce que exp z no coincide con nin­
guno de los polinomios, es decir, que verdaderamente es una fun­
ción trascendento entora. En efocto, lodo polinomio, que no se
reduce a uria constante, tiendo al infinito cuando z oo.
En adelanto (en ol cap. 4 ap. 33), se demostrará que ninguno
función trascendente entera puedo tener límite en el punto z = oo.
Para la derivada de la función exponencial obtenemos:
(eXp Z)' — 9 ^'■+ Í ? ^ eX^CQSy _|_ i s0n y) pXp Z.
Por consiguiente, la derivada de la función exponencial no se ariulir
para ningún valor z.
Estudiemos el comportamiento geométrico do la función w =
= exp z o, lo que es lo mismo, la transformación que esta función
realiza. Ya se observó que esta función no toma el valor w ~ ()
en ningún punto z. Esto significa que el origen de coordenadas del
plano w no pertenece a la imagen del plano finito z en la transfor­
mación w = exp z. Demostremos que cualquier otro punto finito
del plano w porten eco a esta imagen. En efecto, de la ecuación w =
=■ exp z, donde w 0 está dado mientras que z = x -h ¿y es la
incógnita, obtenemos:
\w\ — ex, de donde a: = ln 1 | y Arg w = y 2nk, o sea // = Argu'.
Resumiendo, solamente pueden ser preimágenes de los puntos w
los puntos de la forma
z ln |w>| + ¿Arg u;.
1 12 CAP. 11 LA I>LNI VABILI DAD. LAS FUNCIONES KLEMENTALKS

Evidentemente, liay una infinidad do puntos de éstos, puesto que


Arg i¿> toma un conjunto infinito de valores, que se diferencian dos
a dos en múltiplos onteros de 2n. Además, cada uno de los puntos
hollados es verdad era monto una proimagen del punto w. ya que
exp(In | í£>| }- ¿Argí¿,) = e,nlu,l (eos Argw-h¿sen A rgw )^
= | w | (eos Arg w ~r i sen Arg w) ■■
Ku resumen, el conjunto de todas las raíces de La ecuación
w~-ez (w^=0) se expresa por lo fórmula
2 —1ii | u?| r i Argi¿>^= in|u?| + ¿(argu;-|-2&Ji>, (3.5:2)
donde k = 0, d= 1. ± 2 , . . .
Todos estos puntos están situados en una recto, paralela al eje
imaginario, a las distancias onlrc sí do 2jt.

Vemos, pues, que la función w = exp z transforma el plano fi­


nito z en el recinto que se obtiene del plano finito w excluyendo un
punto w = 0; esta transformación no es biunívoca, puesto
que cada punto w ^ 0 posoe un conjunto infinito do preimágenes
(3.5:2).
Como la derivada de la función exponencial siempre es distinta
de cero, esta transformación os conforme en todos los puntos del
plano finito z.
Supongamos quo z recorre alguna recta paralolu a uno de los
ojes coordenados (fig. 13). Si ésta es una recta z = c + it paralela
al eje imaginario, entonces w — (cosx£ ■+■ i son í), «s decir, w
estará situado en una circunferencia de radio con ol centro en
el origen de coordenadas. Además, si el punto z recorre la recta uaa
sola vez, de modo que la ordenada do este punto, igual a Z, crece
continua monte desde —oo hasta -foo, entonces w describirá infi­
nitas veces la circunferencia correspondiente en una misma dirección
positiva.
§ 3. POLINOMIOS. !• UNCION EXPONENCIAL, SENO Y COSENO 113

Si el punto 2 recorre una recta z — i -f- ic' paralela al eje real,


entonces w — el (eos c ' -+- t son r'). recorrerá, evidentemente, un
rayo rectilíneo que parte del origen do coordenadas y forma el ángu­
lo c' cou la parte positiva del eje real. En este caso, cuando z recorra
lu recta una solu vez, do modo que la abscisa de este punto, igual
a crezca continuamente desde —oo hasta t oo, el punto w descri­
birá una sola vez el rayo correspondiente, de modo que la distancia
desde este punto hasta el origen de coordenadas crecerá continua­
mente desde 0 hasta oo (naturalmente, se excluyen tanto mi extre­
mo como el otro, puesto que | w \ — c1).

J.
1
1“

F!G. M
R esum iendo, en la transform ación del p la n o z m ediante la. fu n c ió n
w — e \ la fa m ilia de rectas p a ra lela s a l eje im aginario se transform a
en la fam ilia, de circunferencias con centro en el origen de coordenadas,
y la fa m ilia de rectas p a ra lela s a l eje re a l , en la fa m ilia de rayos
rectilíneos que p a rte n del origen de coordenadas.
Consideremos la región g formada por el interior de ia franja
rectilínea de anchura A, 0 < h 2ji, paralela al eje real. Supon­
gamos que esta franja está limitada por las rectas: y — <f0 o y *-
= ipi (qij — <p0 =- h). De lo expuesto anteriormente se deduce que
la imagen de la región g en el plano w será la región d formada por
el ángulo de magnitud k con el vértice en el origen de coordenadas,
limitado por los rayos rectilíneos \Arg u? —<p0 -f- 2ka y Arg iv —
— -|- 2/ji (fig. 14). La correspondencia"'‘entro las regiones g y </,
establecida mediante la función w — exp z, es ahora biunívoca.
Para comprobur osto, es suficiente observar que solamente pueden
ser preimágenes de algún punto w de la región d los puntos in | w | -!-
-|- i Arg w, que se diferencian entro sí por los valores en la parte
imaginaria. Dos puntos de éstos están situados en una recta paralóla
al eje imaginario a una distancia múltiple de 2ji. Pero nuestra
franja h tiene una anchura no superior a 2ji, por lo cual, puede con­
tener en su interior solamente una preimagen del punto w. Por lo
tanto, cada punto z £ g posee solamente una imagen y cada punto
8—11U9
114 GAP. II LA DER1VABILIDAD. LAS FUNCIONES ELEMENTALES

w ¿ d solamente una preimagen on el ¿ntorior de g, lo cual demuestra


que la transformación es biunívoca.
Vemos, pues, que la función exponencial w = exp z realiza una
transformación biunívoca y conforme de una franja de anchura h <1 2ji,
paralela al eje real, en un ángulo de magnitud h con el vértice en el
origen de coordenadas.
Por esto mismo se recurre a la función exponencial siempre que
se necesita transformar conformemente) alguna franja rectilínea
en el interior do un ángulo.

Si la recta del plano z no es paralela a alguno de los ejes coor­


denados. su imagen en el plano u? no será ya una recta o una circun>
forcncia, sino una espiral logarítmica. En efecto, si esta recta es
z = / (1 —
(- ia) + — oo < í < + oo
(a es el coeficiente angular de la recta y ó, la ordenada en ct
origen), entonces su imagen será la curva
w = exp 11+ i (ai + b)J —el Jcos (at sen (at — ó)J.
Aquí
\iv\ —r = et, yc=Avgw = at-\-b-\-2mnt
o bien, eliminando el parámetro t: r = exp mp cro Arg w
o el ángulo polar q> se determina salvo un entero múltiplo de 2n.
Por lo tanto, designando de nuevo <p — 2mn mediante qp, obtenemos:
2 —^
r —cea t donde c — e a.
Esta es la ecuación de una espiral l o g a r í t m i c a (fig. 15).
Como ásla es la imagen de la recta z — t (1 + ¿a) 4- bi-%la cual
i 3. POLINOMIOS. FUNCION EXPONENCIAL. SENO Y COSENO 115

se corta con Jas rectas paralelas al eje real bajo un ángulo constante
igual a are tg a, y como al transformación os conformo, la espiral
logarítmica se cortará bajo ol mismo ángulo con las imágenes de
dichas rectas, es decir, con todos los rayos (fue partan del origen de
coordenadas, liemos obtenido la propiedad característica do la
espiral logarítmica.
Las transformaciones que se realizan mediante las funciones
w — (z — a)" y w “ oxp z experimentan cierta semejanza entre si.
Esta semejanza puede aclararse mediante la fórmula
e x p z = lim (l+ ^ y \
n->oo ' n•
cuya demostración proponemos hacer al lector como ejercicio.
Examinémosla transformación w — ( l + ~ ^ Iz — (—>1)1"
con relación a la cual la transformaición w = exp z es límite. En

virtud de lo expuesto en el ap. 3.3, esta función transforma el ángu­


lo de magnitud 2n) con el vértice en ol punto An (— n),
limitndo por la parte del eje real x > — n (y =■- 0) y el rayo
Arg (z -f- «) -- “ + 2/«r, en el ángulo de magnitud h con el vértice
en el origen de coordenadas, limitado por los rayos Arg w = 0 y
Arg w = h 4* 2mn (fig. ltí). Cuando n tiende al infinito, el vértice
/l7l se aleja al infinito a lo largo de la parto negativa del eje real
y la longitud del segmento OBn tiende al límite lim n tg — — A,
n 00 H
de modo que la posición límite del rayo AnBn es la recta y = h> la
cual, junto con el eje real, limita una franja de anchura h. Además,
es evidente que la posición limite para los rayos que parten del
vértice del ángulo serán unas rectas paralelas ai eje real, y las posi­
ciones límites para los arcos de las circunferencias con centro en
el punto A n serán los segmentos de las rectas perpendiculares al
eje real comprendidos en el interior de la franja. Como vemos, el
cuadro de la transformación realizada por la función exponencial

110 CA P. I I LA D G llIV A H IL ID A D . LAS FUN CIO NA S E L I*M E N T A L E S

puede obtenerse del cuadro correspondiente de la transformación rea­


lizada por la función potencial, mediante el paso debido al límite.
3.6. Pásennos ahora a definir el seno y el coseno de un argumento
complejo. l)e Jas fórmulas
cxp(i.z) . eos .r H- i son r y exp ( —fcr) —eos .<—i sen x
obtenemos las fórmillas conocidas de Euler:

¿ '¿i
que, por lo tanto, son válidas para cualquier valor real de x. Como
los segundos miembros de estas fórmulas están definidos para cual­
quier valor complejo de z (z =¿- oo) y, evidentemente, son funciones
analíticas do s, leñemos aquí dos funciones enteras de z:
exp(í3) | i x|)( — í:) .. exp (/*) — exp ( — i z )
2 y 21 *
que para valores reales de z = x toman valores reales que coinciden
con eos x y sen x x respectiva intuito. Es natural que, por definición,
la primera do ellas se denote mediante eos z, la segunda mediante
sen z y que se llamen funciones trigonométricas principales — coseno
y seno de z:
c o <“ >+ «><-*•>. (3.0:1)

Las fórmulas (3.6:1) so denominan f ó r m u l a s d e C o l o r .


También se llama fórmula de Euler la que se obtiene al multiplicar
ambos miembros de la segunda fórmula por i y al sumar después
el resultado con la primera fórmula
exp (iz) = eos z-¡- ¿sen z. (3.6:2)
De las fórmulas (3.6:1) so deduce inmediatamente que cosz os
una función par, y senz, una función impar:
eos (—z) - eos z, sen ( —z) -= —sen z. (3.6:3)
De las mismas fórmulas (3.6:1) so deduce que eos z y seo z poseen
período, igual a 2j i (puesto que, al variar z en 2j i , los argumentos
de las funciones exponenciales en los segundos miembros de las
fórmulas varían en d=2ft¿, los cuales son periodos de la función
exponencial). Demostremos que 2n es el período primitivo (prin­
cipal) de las funciones eos z y sen z. En efecto, si u> es un poríodo
de la función eos z, se tiene:
eos (z (o) =■ eos z,
fi :i POLINOMIOS FITXr.IOX EXPONENCIAL- SENO Y COSENO ti7

y para s = -J- obtenemos:


COS ^ü) h -y ) *■=0.
Pero tic* aquí so deduce que

<wp[‘ ( * » - i- - y ) ] - l - c * p [ — « ( < a ! - r ) ] - 0 ,
o bien
exp |i (2<o ¡ ji)J - —1.
Por consiguiente, según la fórmula (3.0:2) i (2o> |- ji) — lo f — 1 | +
4- i Arg (— 1) — / (ai -h 2£ji). o sea, a» -- kn%y como eos to —
= eos 0 — 1, el número k es par y u> *= 2&ji.
De mi modo semejante se demuestra que 2n es también el perío­
do primitivo de la función sen z.
Dediquémonos ahora a demostrar los teoremas do adición para
las funciones eos z y sen z, es decir, n buscar las relaciones existentes
entre eos (r4 + l ) y son (2, 4- z2)* de un lado, y coszj, eos z2,
sen Z\ y sen z2. de otro 1/idn (2, y z2 son unos números complejos
arbitrarios). Las relaciones pedidas se obtendrán como consecuencia
del teorema de adición para la función exponencial.
Sustituyendo en la fórmula (3.ü:2) z por zt -+■ z2, hallamos:
cos(z, \ 32)-t-í8ini(Z| ! Z2 ) = exp (i (2 | | z^)] =-
- oxp (iz x) •exp (izz) —(eos z x -- i sen 2,) (eos z2 \- i sen s2)
o Ilion, efectuando la m ultiplicación;
eos (Zt 4 z-j 4- i sen (zí 4 23) —
= (eos Z\ eos Zo—sen z, sen z¿) i (sen z t coa z2 I eos z { son Zg).
Poniendo aquí —zAy —z2 en lugar de zk y z2 y aplicando las
relaciones (3.0:3), resulta:
eos (2| 4" z¡¡) i se 11(Z| 4" z^) —
—(eos Z| eos Z2—son Zj sen z2) —i (sen zAco*s z* f eos z( sen z2).
Sumando y restando estas fórmulas término a término, obtendremos:
eos (Zj 4 Zj) —eos z, •eos z2—sen 2, •sen Zo, 1
, , „ . / (3.(>/i)
son (Zi 4Z2) —sen z, •eos Zo+coa Zj-sen z2. J
Estas fórmulas son fundamentales en la teoría de las funciones
trigonométricas. En particular, éstas contienen las denominadas
«fórmulas de reducción del urgumonto». En efecto, poniendo en
118 CAP. I I LA D E M V A B IL ID A D . LAS FUNCIONES E L E M E N T A L E S

las fórmulas (3.6:4) zt = z y zz = —, obtenemos:


eos ( 2 -I- cos 2 COíi "f— í¡eu 2?on 4n = —sen z,
sen ( z | —sen z eos -¡- eos z sen -ÍJ- - eos z.
Haciendo z¡=z y z*—ji, hallamos otro par de fórmulas de reduc­
ción:
eos (z-f-n) -- —senz,
sen (2 | t i) — —eos z,
etc.
Poniendo en la primera de las fórmulas (3.0:4) zt = z y z$— —z,
obtenemos Ja siguiente relación entre sen z y cosz:
1 =-- eos2z H- sen* z. (3.6:5)
Ya vernos que todas las relaciones conocidas de la trigonometría
entre las funciones trigonométricas do argumento real se conservan
también en el campo complejo. No obstante, de las fórmulas (3.6:5)
no se puede sacar la conclusión de que | eos z | 1 y | sen z | < 1,
puesto que, por lo genoral, eos2 z y sen2 z no son números reales no
negativos.
Con las funcionas trigonométricas sen z y eos z están estrechamen­
te ligadas las f u n c i o n e s h i p e r b ó l i c a s oh z y sli
definidas por las fórmulas
ch*= > , s h 2 = «R-— « p ( - : > . . (3. B:ri)

Cuando z - x es real, estas funciones toman, evidentemente, valores


reales y coinciden entonces con las funciones ch x y sh x, conocidas
en el análisis. La primera de éstas (es par) decrece en el seiuiintervulo
— oo < x a'> 0 desde oo hasta 1 y después crece desdo 1 hasta oo
en el senil intervalo 0 x < oo; la segunda (es impar) crece on todo
el intervalo infinito — oo < x <; 4- oo desde —oo hasta -f oo.
anulándose para x — 0.
Comparando las fórmulas (3.0:6) con las fórmulas (3.6:1) se
deduce que entre las funciones trigonométricas e hiperbólicas existen
las siguientes relaciones:
ch z ~ eos (¿z), shz - —¿son (tz). (3.6:7)
Do aquí, en particular, se deduce que
ch2z —sh2 z (eos (¿z)l2+ (son (iz) l2= i . (3.6:8)
Determinemos las parles reales c imaginarias, y también los
módulos de las funciones cosz y sonz. Poniendo z = x-My, obte-
§ 3. PUL1N0M10S. FUNCION EXPONENCIAL. SENO Y CoSL.VO Mí»

nomos según las fórmulas (3.0:4) y (3.6:7):


eos (x iy) = eos x eos (iy) —sen x son (iy) —eos x olí y — i*en x sh y,
(3.0:V)
son (£ 4* iy) —son x eos (iy) —eos x sen (iy) = son x rh y 4- i eos x sh y.
De aquí
Re [eos (x —íy)\ — eos x ch y, Im [eos (x iy)J = —son x sh y,
| (3.0:«)
Re[sen(.r 4-iy)] = senxch y, Im [son (x + iy)\ = cosssh y.
Paríi los módulos de las funciones eos z y sen z obtenemos las
.siguientes expresiones:
| eos z | —Y (eos ch y)2+ (son x sh y)* =
- Kch2y (1 —sen2x) -f sen* x •sh2 y = Y ch2y — sen* x
+ ~r
y ana logoinente, | son z | = V sh2y 4- sen2x.
Así, pues,
|cosz| = y ch*y—sen*a:, |sen c| ^=]^sh* y 4-sen3*. (3.6:10)
+ +
De aquí se deducen las desigualdades:
chy > | eos z | > |Kch2y — 1 —| sh y |,
(3.6:11)
V/sh2y T Í = ch y > | son 21> | sh|/|.
+
Por cierlo, estas desigualdades se deducen inmediatamente de las
fórmulas (3.6:1). Por ejemplo:
| eos 21< h|o«p(-*s)l ^ exp(—y) + expy = ch y'
[exp (iz) j—| oxp (—ig) 1 I exp (—n)—exp»/1 = |sh y |.
| eos z | > o 2
Vemos que los módulos de las funciones eos z y sen z crecen inde­
finidamente junto con | y | a medida que z se aleja del eje real,
y que so cumplen las siguientes fórmulas asintóticas:
| eos z | ;^ --exP | y ¡, | sen z | « y exp | y |.
En la fig. 17 está representada la superficie: u — | sen z |, denomi­
nada r e l i e v e d e l s e n o * ) . Como sli y =t¿ 0 para y ^ 0,
*) El dibujo está adoptado do la «Tabla do funciones» do Jnlmkc y Emdc.
I2i* CAI* II LA D E R I V A » ! LID AD- LAS PURCIONISS E L E M E N T A L E S

ilc las desigualdades (3.6:11) so deduce luego que eos z y son z no


pueden anularse fuera del eje real, es decir, que las ecuaciones eos z =
0 y sen 2 - 0 no poseen raíces imaginarias. Por consiguiente.

F ia. 17

todas las raíces de estas ecuaciones se reducen a las conocidas en la


trigonometría:
z ;(2k — 1)-j- para la ecuación cosz - 0
y
z —kn para la ecuación scuz —0.
Señalemos también las fórmulas para las derivadas de las
funciones trigonométricas e hiperbólicas:
(e o s* )' - [ *'M>(<•)-_"*()(—'-) J _ ¿ w K t e ) - e x p ( - i r ) ^ _ sen

(sen zY -cosz, (chz)' = shz, (ch2)'=chz.


3.7. Ocupémonos dei estudio del comportamiento geométrico
de las funciones trigonométricas, fin este caso podemos limitarnos
a estudiar la transformación
w - eos z,
puesto que la transformación ir —sen z puede expresarse en la forma
w = —eos ( z -{- )
§ 3. POLINOM IOS PUNCION I X PO M SN C IA L SENO Y COSENO 121

y, por consiguiente, se reduce « la traslación <lel plano en dirección


del eje real zx ~ z | , a la transformación z.¿ — eos 2, y, final­
mente, a la rotación de lodo el plano alrededor del origen de coorde­
nadas en el ángulo ji: w =■■ — z.¿.
Examinemos primero Jas preimágenes del punto w en Jn trans­
formación to - eos 2. 0 3 decir, las raíces do la ecuación
w = eos 2, (3.7:1)
donde w es un número complejo arbitrario, distinto de 00. Susti­
tuyendo cosz según la fórmula do Eider (3.6:1) y poniendo para
abreviar
exp (« ? )-/. (3.7:2)
para delcrminni t obtenemos la ecuación

o bien
i~ -2ivt f 1 = 0, (3.7:3)
de donde
lj = w -fY w * — i ( / - 1 . 2 ) (3.7:4)
(ante la raíz cuadrada no ponemos el signo doblo, puesto quo esta
raíz misma posee dos valores). Evidentemente, el producto de los
números t% y U es igual a 1, por lo cual cada uno de ellos os distinto
de cero. Designando uno do estos mediante x y el otro mediante —,
obtenemos de (3.7:2) dos ecuaciones para determinar z:
oxp(íz) T(¥=0) y c x p (< z )-i-(=*=(>). (3.7:5)
Según el ap. 3.3, cada una de oslas ecuaciones posee infinitas
soluciones, que se expresan según la fórmula (3.5:2)
iz' ■= In | x | —i Arg t
y
iz” - in | Y | —i Arg Y = —(lo | t|- |- i Argx),
o bien.
z' = Argx—¿ ln |x | y ——(Argx — ¿ ln |x |), (3.7:6)
Hemos obtenido dos conjuntos infinitos de puntos, situados sobre
el par de rectas y = ± In | x |, paralelas al oje real. En cada una
de éstas los puntos vecinos z \ respectivamente zw, están situados
122 CAP. II LA DEIUVADIL1DAD. LAS PUNGIONOS ELEMENTALES

a la distancia 2ji unos do otros; además, para cada punto z't situado
e n la recta y — — ln | t |, existe en la otra recta y = ln | t | un
punto z" simétrico con z' respecto del origen de coordenadas (véase
la fig. 18, donde | t | < 1). Cuando w = rfc 1 las raíces t y i do
la ecuación (3.7:3) son iguales a ± 1. En este caso, ambas rectas se
confunden con el oje real y los dos conjuntos de puntos z' y zwtam­
bién coinciden.
Resumiendo, la ecuación (3.7:1) siempre posee soluciones y el
conjunto de las soluciones siempre es infinito. De aquí se deduce,
en primer lugar, que la función w — eos z transforma el plauo finito
y¡ (*>
Z-2 f .', ¿ó Z>'
/ . -ln \r[
7 \> -^ i
k k Z-T Z-2

FIG. 18

z sobro todo el plano (finito) w, y, en segundo lugar, que cada punto w


posee infinitas preimágones en el plano s. Esta transformación os
conforme en todos los puntos en los cuales (eos z)' — — son z =¿=0,
es decir, para z ^ k n (h = 0, ± 1 , ± 2 , . . .).
Supongamos que z recorre una recta cualquiera paralela a uno
de los ojes de coordenadas. Si ésta os la recta z — c + it, paralela
al eje imaginario, entonces la imagen será la curva L: w = eos z
— eos c ch t — i sen c sh t (véase la primera de las fórmulas
(3.6:4'))* Si c = /en, obtenemos u? -= eos kn ch t — (— 1)* ch t
(— oo ■< t <z -|- oo) o sea. w recorro dos veces la parte u :$ 1 del
eje real cuando k es par y la parte u — i cuando k es impar.
Si c — (2k — l ) y obtenemos w = (— l)*i sh t. o sea, w describe
una vez todo el eje imaginario en dirección del crecimiento de u
cuando k es par y en dirección del decrecimiento de u cuando k es
impar.
Supongamos ahora que c =?¿= (para cualquier entero ni). Es­
cribamos la ecuación de la curva L eu la forma:
w= cosc*ch/, —senc-shí (— o o < / < o o ) (3.7:7)
o bien, eliminando el parámetro /(cosc=^0 y son c=7¿0):
_u2_____ p2
eos2 c sen4 c
(3.7:8)
5 3. POLINOiM103 FUN CIO N E X P O N E N C IA L . SENO Y COSENO 123

Hemos obtenido la ecuación de una hipérbola con los somiojos


| eos c | y | son c | y con los focos en los puntos ± 1 .
Sin embargo, no hay que creer que la curva L coincido con toda
osta hipérbola. Be la representación paramétrica (3.7:7) de L se
deduce que u conserva todo ol tiempo un mismo signo, que coincide
con el signo do eos c, mientras que v varía de una manera continua
y monót/ona desde —oo hasta -{-oo (o al revés). De aquí se deduce
que la curva L solamente coincide con una de las dos ramas de la
hipérbola (3.7:8), precisamente con la rama de la derecha si eos c 0,

y con la rama de la izquierda si eos c < 0 (fig. 19, en la cual en la


mitad de la derecha están representadas las imágenes de tres rectas
del plano z:
T(.c- ji). II = y III (* = «, d o n d e - |^ < c < 2 ji ) ) .
Además, la transformación do la rocta z = c + it en la rama co­
rrespondiente es biunívoca y cada una de las (los semirrectas, en las
que se divide nuestra recta por el eje real, se transforma biunivo-
camcnte en una de las semirramas, en las que se divide la rama de
la hipérbola en el vértice.
Supongamos ahora que z describe una recta V: z = t -|* ic\
paralela al eje real. Su imagen será la curva L ' :
w = eos z — eos t ch c' — i sen i sh c'.
Cuando c' = 0, V es el eje real y L ' tiene la ecuación w — eos t
(— oo < t c H- oo); por consiguiente, w describe infinitas veces
el segmento — 1 <1 u 1 del eje real, correspondicndolc a cada
segmento de la recta V de longitud 2ji un doble recorrido del seg­
mento indicado. Supongamos que c' 0; entonces escribimos la
ecuación de la curva U en la forma:
u — eos /c h e ', — sen ts h c ', ( - o o < l < oo) (3.7:9)
CAP. II LA DERIVABILIDAO. LAS PUNCIONES ELEMENTALES
y, eliminando el parámetro í( c h o '^ 0 , sh c'^ G ). obtenemos:
ia = 1. (3.7:10)
cll* f' sh * c '

Esta es la ecuación de una elipse con Jos semiejes | cli c \ y


| sli c' | y con Jos focos en los puntos ±1. De la representación paro-
métrica (3.7:9) de la curva L ' se deduce que el punto w recorre in­
finitas veces la elipse en una misma dirección, correspondiendo
cada recorrido a un desplazamiento doi punto z a lo largo de la recta

z ... I — ic' a la distancia 2n (fig. 20, donde en la niitml de la derecha


es Un representadas las imágones de dos rectas del jlkuio z: I (y = 0)
y II (ff = c ^ 0)).
Resumiendo, la transformación w = eos z hace corresponder a la
red ortogonal de rectas paralelas a los ejes coordenados, la red de elip­
ses e hipérbolas con los focos comunes ± 1 . Como la transformación
es conforme en todos los puntos del plano z, a excepción de los puntos
de la forma z — fai (/c = Ü, ± 1 . + 2, . . .) (las imágenes de los
cuales son, precisamente, los focos indicados), la rod de elipses e
hipérbolas homofoculcs también tiene quo ser ortogonal.
3.8. Tomemos en el plano z una región g que so transformo lmi-
nívocaniontG mediante la función w — eos z en 1« región correspon­
diente del plano w. Esta región se puede elegir de muchos modos.
Hay que preocuparse solamente de que a ésta no Le pertenezcan dos
preimágenes de un misino punto w. Elijamos por g, por ejemplo, la
semifranjn de anchura h (0 < h 2ji), paralela al eje imaginario,
con la base en el eje real (fig. 21). Evidentemente, ésta satisface
a las condiciones podidas. En efecto, si para algún punto z0 6 g.
eos zj = «?0, outunees, como ya se sabe (pág. 121—122), todas las demás
preimágenes dei punto w0 en el plano z tienen que estar situadas,
en una desús partes, en la recta paralela al eje real que pasa por el
punto z0, y en la otra parte, en la recia simétrica a la primera con
respecto al eje real. Pero las preimágones situadas en la primera
recta están a unas distancias del punto z0 que son múltiples de 2ji;
como la anchura do la setnifranja no os superior a 2ji, ninguna de
§ 3. POLINOM IOS. KÜNCION EX PO N EN C IA L SENO V COSENO r¿:>

éstas so situará dentro de la semillan ja o en su frontera. La secunda


recta carece de puntos comunes con la seinifranja. En resumen, la
función w eos z transforma biunívoca y conformemente la región
g cu cierto conjunto do puntos del plano w.
Para construir este conjunto, hagamos describir «I. punto z la
frontera y de la región g de modo que éste recorra continua y suce­
sivamente, primero el lado I de la semifranja, después la base II y,
íiiialmente, el otro lado III de la semifranja. Entonces, el punto

w = eos z describirá también continua y sucesivamente la semirra-


ma {]') de una hipérbola, después pasará por la parle (II') de la
curva que es la imagen del eje real y se representa por el segmento
— 1 ^ m ^ 1, *.* — 0 (como la longitud déla base de la semifranja
no es superior a 2:x, el punto w recorrerá el último segmento no más
de dos veces), y, finalmente, pasará una semirrania más (III') de
ciortn hipérbola.
La imagen completa obtenida en el plano w de la frontera de
la región g —designémosla mediante T— divide el plano en dos
regiones: afirmamos que una de éstas es Ja imagen buscada d de la
región g. Indiquemos dos métodos generales mediante los cuales
es posible señalar cuál de las regiones halladas es precisa mente la
imagen de la región g.
EL primer método consiste en que se toma algún punto z0 6 &'
y se señala su imagen wQ— eos z0. Esta imagen no puede pertenecer
al circuito F, ya que en caso contrario una de las preimágenes del
punto w0 pertenecería a la región g y la otra, a la frontera y do esta
región, lo cual, como ya se vio, es imposible. Por consiguiente, el
punto w0 se situará en una de las regiones indicadas anteriormente.
Esta región será la buscada.
11ÍG CAP. II LA DC1UVABILIDAD. LAS PUNCIONES ELEMENTALES

El otro método consiste on que se señala el sentido del recorrido


de la frontera y de la región g. Esto se puede hacer, por ejemplo,
figurándose un observador que se desplaza a lo largo de la frontera
de la región g junto con el punto z y que anota hacia qué lado del
mismo se encuentra el interior de la región. Durante el recorrido
admitido en nuestra figura, la región g quedará, evidentemente, ala
izquierda del observador. Obliguemos ahora al observador a des­
plazarse por T junto con el punto w = eos z. Entonces verá la imagen
de la rogión g del mismo lado, es decir, en nuestro ejemplo, a su
izquierda.
Expongamos la demostración de todas estas afirmaciones.
Supongamos que para el punto z0 £ g su imagen u;0 pertenece a la
región d. Demostremos que, entonces, para cualquier otro punto
z¡ £ g su imagen también pertenece a la misma región d. Tracemos
por ol punto zt una recta paralela al eje imaginario hasta la inter­
sección on el punto z2 con ln recta qne pasa por el punto z0 y es para­
lela al eje real. Al moverso desde el punto z0 por el segmento de la
última recta hacía s2, el punto correspondiente w = eos z se moverá
por el arco de elipse con los focos ± 1 , que pasa por w0 hacia el punto
w2 = eos z2. En el camino no se encontrará con ningún punto de ln
frontera T do la región d. En caso contrario, habría un punto w que
sería imagen de uno de los puntos situados en y y tambiéu, imagen
de algún punto de la región g (del segmento ZqZ2)> lo cual, como es
sabido, es imposible. Así, pues, todo el arco de elipse w0w2 pertenece
a la región d. También pertenece a ésta el punto w2. Supongamos
ahora que z so mueve por el segmento de la recta desde ol punto z2
hasta el punto zt. El punto correspondiente w = eos z se moverá
por el arco de una hipérbola con los focos ±1» desde el punto
hasta el punto wt — coszlt y como de nuevo no es posible encon­
trarse con ningún punto do T, todo esto arco de hipérbola, inclusive
su extremo i¿*lT pertenecerá a la región d. Así, pues, la imagen de
cualquier punto z¡ £ g pertenece a la misma región d a la que por-
toneco también la imagen del punto z0 € g• Por consiguiente, toda
ln imagen de la región g está contenida en d. No queda más que
demostrar que dicha imagen coincide con d, para lo cual hay que
verificar que cada punto i¿/ £ d es la imagen de cierto punto z' £ g.
Tracemos por w' un arco de hipérbola con los focos dzl hasta la
intersección en el punto w" con el arco de la elipse que pasa por el
punto wn. De este modo, obtenemos un arco de olipse w^w* y un
arco do hipérbola w*w' pertenecientes por completo a d. llagamos
describir al punto z el segmento de la recta paralela al eje real que
pasa por ol punto 20, desde ol punto de intersección con el lado I
hasta el punto de intersección con el lado III. El punto correspon­
diente describirá un arco de elipse, comprendido en la región d,
desde el punto de intersección con la somirrama de la hipérbola I'
§ J . POLINOMIOS. FUNCION EXPONENCIAL. SENO Y COSENO 127

hasta el punto de intersección con la setnirrarna 1ÍJ', yt por consi-


guionto, pasará por ol punto io”. De aquí se deduce que el segmento
indicado de recta contiene la preimagen z" del punto w”. Describamos,
iitmlmonte, la semirrecta paralela al eje imaginario quo pasa por
ol punto z '. Su imagen será la semirrarna de la hipérbola con los
focos ±1. que pasa por el punto w". Pero esta semirrarna pasa por
ol punto w . Por consiguiente, la semirrecta indicada contiene a la
proimagen z' del punto w'.
Queda demostrado que w' pertenece a la imagen g, de donde, en
virtud de la arbitrariedad del punto u>', se deduce la coincidencia
de la imagon de )a región g con la región d. Ahora ya es fácil argu­
mentar el método do olección de la región que es la imagen de la
región g, basándose cu la correspondencia entre los recorridos de
los circuitos y y 1\ Supongamos, por ejemplo, que recorremos el
lado I de la sciniíranja g on la dirección señalada por la flecha, de
modo quo la región g so mantiene a nuestra izquierda. En algún
punto a 6 1 tracemos hacia dentro do la región un segmento de la
normal a Ja frontera. En este caso, el segmento irá por una recta
paralela al eje real. La imagen de este segmento tiene que pertenecer
a la imagen de la región g. En el caso considerado ésta representa
un arco de la elipse que pasa por uii punto p — eos a, situado en
la semirrarna de la hipérbola T, y, por consiguiente, por imagen de
la región g so debo elogir aquella región (ya se ha verificado que la
imagen de la región g es una do Jas regiones limitadas por el circui­
to T) hacia la cual está dirigida este arco elíptico. Recordemos ahora
que en la transformación conforme no sólo se conservan los valores
de los ángulos sino también los sentidos de sus direcciones. También
tiene que conservarse el sentido de la dirección del ángulo compren­
dido entre la parte de la frontera y que parte del punto a en la
dirección del recorrido y la normal interior. Pero la indicación de
que durante el recorrido del circuito y la región se mantiene a la
izquierda del observador es equivalente al hecho de que el obser­
vador, situado en el punto a, tiene quo girar un ángulo recto de la
derecha hacia la izquierda para ver por la normal el interior de la
región g. Debido a esto, el observador que recorre V y se encuentra
en el punto p = eos a también tiene que girar un ángulo recio de
la derecha hacia la izquierda para ver en la dirección de la imagen
de la normal (del arco de elipse) ol interior de la imagen do la región g.
Esto significa que la imagen buscada de la región g estará situada
a la izquierda del observador, lo cual se afirmaba.
Señalemos en conclusión que, por lo general, la forma de la
región d varía junto con la variación de la disposición y anchura
de la semifranja g. En la fig. 22 se ha representado el caso quo tiene
lugar cuando la baso do la semifranja pertenece a uno de los ínter-
12» CAI*. II IjA OüitlV r\BJl.ll'Al*. LAS FUNUunibS RLRMRXTAI KS

valos de la forma (Am, (le -}- 1) n). El caso reprosoutado en la fig. 21,
que se caracteriza por que la base de la franja, al hacer la iransfor

mación, parece partirse en el punto w — 1 o w — —1, tiene lugar


cuando la base de ln sem ifranja contiene en su interior un punto de
la forma fcn.

§ 1. FUNCIONES NACIONALES. FUNCION HOMOGHAF1CA.


GEOMETRIA DE LOBACITEVSKI.
FUNCIONES TRIGONOMETRICAS
4.1. En el párrafo precedente se estudiaron unas cuantas repre­
sentantes más elementales de la clase de funciones enteras. Siguiendo
el orden de aumento de generalidad, después de la clase de funciones
enteras viene la el aso de f ii u c i o n o s m c r o m o r f a s. Así
se llaman las funciones que pueden expresarse en forma de una
razón de dos funciones enteras. El vocablo mismo «meromorfa»
proviene do las palabras griegas p,epía (parto, fracción) y yopipr,
(forma) y significa «semejante a una fracción». Está claro que cada
función ontora / (z) es a la vez mcromorfa, puesto quo puede expre­
sarse en la forma —-. Naturalmeiite. lo recíproco no es justo, como
muestra el ejemplo do la función —. Esta función os mcromorfa
poro no os entera, ya que torna el valor oo en el origen de coorde­
nadas.
Las representantes más simples de la clase do las funciones mcro-
morfas en el sentido propio de ost» palabra (es decir, que por lo
general no se reducen a las enteras), son las f u n c i o n e s r a -
c i o ri a 1 e s. Así se llama toda función que puede expresarse en
forma de una razón do dos polinomios:
(4.1:1)
} " Q{*)
I 4. PUNCIONES RACIONALES 129
(el denominador no os idéntica mentó igual a cero). Supondremos
que la fracción es irreducible, es decir, que las ecuaciones
P (z) = 0 y Q (z) s= 0 carecoo de raíces comunes. Supongamos,
además, que an ~¿ 0 y b,„ 0, es decir, quo P (z) y Q (z) son de
grados (¡exactos!) n y m, respectivamente. Designemos por <X|, . . .
. . ., ap todas las raíces distintas entre sí do la ecuación P (z) = 0,
y por k lt k2, . . kJtt sus órdenes de multiplicidad; del mismo
modo, sean Pi, . . ., todas las raíces distintas cutre sí do la
ecuación Q (z) = 0, y llt . . ., /,,, sus órdenes de multiplicidad.
Entonces (4.1:1) puede escribirse así:
4í P(z) a i ) h l . - . ( 2— * p )k "
I{Z)- Q(m) ~ (4.1:2)

Evidentemente, cualquiera do los números a¡, . . ., cc,, es distin­


to de cualquiera de los mí moros p,, . . |34; en caso contrario los
polinomios P (z) y Q (z) no serían primos entre sí. Además, kt 4-
-j- . . . 4- kp = n y íj + . . . -f lq = m. En cada uno de los
puntos s — a* la función ) (z) so anula y en cada uno de los puntos
z = Pf toma el valor oo. Los puntos a s so llaman c o r o s y los
puntos p o l o s de la función racional / (z). Los números ka
y lt que les corresponden, se llaman ó r d e n e s d e m u l t i ­
p l i c i d a d do l o s c e r o s o do l o s p o l o s . Si el orden
de multiplicidad ks (o lt) es igual a uno, el cero a s (o el polo p, ) se
llama s i m pí o, si el orden de multiplicidad es mayor quo uno,
se llama m ú l t i p l e .
De esta definición so deduce que los ceros de la función / (z) son
polos de la función — , y los polos dc/(z) son ceros de—^ conserván­
dose sus ordeños respectivos de multiplicidad ni pasar de / (z) &
(es decir, que el cero de un orden determinado so convierte en polo
del mismo orden, y viceversa). La función racional está definida en
los puntos p, por las condiciones / (P,) = oo (¿ = 1 , 2, . . ., q)\
definámosla ahora en el punto del infinito haciendo / (oo) =
= lirn / (z). Obtenemos, evidentemente,
2-+CO
1) / (oo) = 0 si n < m .
2) / ( < » ) - 4a- si n= m ,
3) /(o o ) — oo si n > m .
En el caso 1) se dirá que / (z) tiene un cero en el punto del infi­
nito, y en el caso 3), que tiene un polo en el punto del infinito.
Para atribuir a este punto un orden de multiplicidad determinado,
9-1100
130 CAP. I I LA D ER IY A B IL IJD A D . LAS F U N C IO N E S E L E M E N T A L E S

hagamos la transformación previa 2 = 4-. que hace corresponder


a 2 = oo el punto £ — 0. Entonces resulta:
, i , . i
° 0 - M i *v"-r • • • “1-^rtTTT
w g»
‘« + i|4 -+ ... + frm^r
£ tfn-Mn-l£-h 4-gg£n
£m-M/in-l5 + -f*cCm -q> r a ­
so distinguen los siguientes casos:
1) n < m\ entonces
fc/»v r - K + g q . & + ...+ *0in)

Esta función racional posee un cero de orden m — n en el punto


5 = 0 . De acuerdo a esto, se dirá que / (2) posee un cero del mismo
orden m — n on el punto z = 0 0 .
2) n — m\ entonces
an ~f~
q>(£) = lfn-+■&*-i5+
-M*"
+ *
Esta función racional no tiene ni cero ni polo en el punto 5 = 0
^se hace aquí igual a ^ ) . De acuerdo a esto, / (2) tampoco tiene cero
ni polo en ol punto z = 00 ^so hace aquí igual a .
3) n z> m\ entonces
«n+ g»-1$—•• • + fl0Írt
9 © -

Esta función racional tionc un polo do orden n — m en el punto


5 = 0. Respectivamente» se dirá que / (2) tiene un polo del mismo
orden n — m en ol punto z = 0 0 .
Determinemos el número total de ceros o de polos do la función
racional en el plano ampliado, contando cada uno de ellos de acuerdo
a su ordon de multiplicidad. Anto todo, obtenemos /c, -f- . . .
. . . + *p = n ceros finitos. Si m no hay cero en el infinito.
Si n < m, obtenemos otro coro eu el punto del infinito, de orden
m — ti, y el número total de ceros se hace igual a n -r (m — n) =
= m. Si en todos los casos designamos cou jV ol mayor de Jos tiúhio-
ros ni y n:
iV= max (m, n),
5 4. FU N C IO N ES r a c io n a l e s 131

y li> llamamos o r d e n de l a f u n c i ó n racional


/ (z), obtenemos que ol númoro total de ceros de la función / (z)
en el plano ampliado es igual al orden de esta función. El número
tota! de polos resulta exactamente igual. Precisando, si n ^ m, la
función / (z) no tiene polo on el punto del infinito y todos sus polos
son finitos. Pero el mi mero de estos últimos es + . . . -f lq =
= m = Ar. Si n > m, además de los m polos finitos, la función
/ (z) posee también un polo de orden n — m on el punto del infini­
to. Por consiguiente, su número total de polos es m -¡- (n — m) =
= n = ,V.
Sea ahora A un número complejo arbitrario, distinto de 0 y do oo.
Averigüemos todas las raíces de la ecuación

o, lo que es lo mismo, las raíces de la ecuación

(I)= 0 -
Si se aLribuyo a cada raí/, de la ecuación (4.1:3) el mismo orden
de multiplicidad que tiene esta misma raíz en la ecuación (4.1:4),
se puede afirmar, según lo anterior, que el numero total de raíces
de la ecuación (4.1:3), igual al número de ceros de la función F (z) =
= - ^ » tiene que coincidir con ol orden do esta última.
Poro, si n ;> /íí, el grado del polinomio P (z) — AQ (z) es igual a n
y, por consiguiente, el orden de la función F (z) también es igual
a n t es decir, coincide con ol orden de la función / (z). Cuando n =* m,
ol grado del polinomio P (z) — AQ (z) no es superior a n%y como el
grado del polinomio Q (z) es igual a n, el orden do la función F (z)
es igual a n, o sea, de nuevo coincide con el orden do la función
/ (z). Finalmente, si n <; m, el grado del polinomio P (z) — AQ (z)
es igual a m (A 0), y corno el grado del polinomio Q (z) también
es igual a w, el orden do la función F (z) es igual a m. Por consi­
guiente, en este caso, el orden de la función F (z) también coincide
con el orden de la función / (z). Resumiendo, en todos los casos, los
órdenes de las funciones / (z) y F (z) son iguales, de donde se deduco
que el número total de raíces de la ecuación (4.1:3) en el plano ampliado
es igual para todos los valores A y coincide con el orden N de la jun­
ción f (z).
Queda revelado, pues, que la conocida propiedad de los polino­
mios de tomar cualquier valor A en un mismo númoro de puntos del
planu, igual al grado del polinomio, so extiende a cualquier función
racional sustituyendo el grado por el orden.

132 C A P I I L A D E R IV A D IL 1 D A D . LA S F U N C IO N E S E L E M E N T A L E S

Como ejemplo, examinemos la función / (z) = rjj—J - Esta


tiene dos ceros simples: ±^i y dos polos simples: ± 1 . Para el valor
A = 1 la ecuación
a * rl = 1 o sea 2
z*-—1 S*—t = 0
no tiene raíces. Pero tiene una raíz doble en el oo, puesto que el
grado del denominador de la fracción es dos unidades superior al
grado del numerador.
De los resultados obtenidos se deduce que una función racional
w = f (z) de orden N transforma el plano ampliado en el plano ampliado
de tal modo, que cada punto w = f (z) posee generalmente N preimá­
genes en el plano z. Para algunos valores w el número de preimágenes
distintas entre sí puede resultar menor que Ar. Así, por ejemplo,
si / (z) tiono ceros múltiples o polos múltiples, a los puntos w = 0
o w — oo les corresponderán menos de N distintas preimñgenas
eri el plano z.
Los demás valores w (u? 0, w ^ oo) de este genero se obtienen
buscando los condiciones según las cuales la ecuación
Pj*) = w o sea P ( z ) - w Q { z ) 0
Vi*) Vi*)
tiene raíces múltiples. Todas las raíces múltiples finitas de la
última ecuación coinciden con las raíces múltiples de la ecuación
P (z)~ w Q (z) = 0,
y, por consiguiente, satisfacen también a la ecuación
(Z) = 0
y, finalmente, a la ecuación de grado no superior a m + n —1,
P (i) Q '(z )- P - (2) Q (z) = 0. (4.1:5)
Esta última poseo no más do m + n — 1 raíces distintas y„ yt , y r,
a las cuales corresponden no más de m + n —1 distintos valores

W }= q w k (}^ U 2 .......... r)'


que poseen un número menor que N de preimágenes.
Obsérvese que todos los ceros múltiples finitos de f(z) satis­
facen a las ecuaciones
/ ?W = o y P'(Z) = Q,
y los polos múltiples finitos, a las ecuaciones
<?(z) = 0 y <?'(z) = 0.
$ 4. FUNCION HOMOGBAFICA 133

Por consiguiente, tanto unos como otros satisfacen también a la


ecuación (4.1:5), o sea, so encuentran entre sus raíces yj. Debido
a esto, los números 0 y oo también se encontrarán entre los r números
Wj (cuando existan coros múltiples finitos o polos múltiples fini­
tos). Sin embargo, puede ocurrir quo la ecuación / (z) = / (oo)
posea raíces múltiples solamente en el punto del infinito; entonces
el número f (oo) (posiblemente, igual a cero o a infinito) no se encon­
trará entre los números wj (/ = 1, . . ., r) y, por consiguiente, habrá
que añadirle a éstos. El número do punios obtenidos no será supe­
rior a m -f- n.
Resumiendo, en iodos los casos, el número total de aquellos puntos
del plano w que poseen, cada uno de ellos, menos de M preimágenes,
no es superior a ni -f- n. El conjunto de todas las proimágenes do estos
puntos consta de los puntos y t, . . yr; a voces, a estos puntos
hay quo agregar también el punto oo.
Si z es distinto do los polos do la función / (z) y del punto del
infinito, la función / (z) posee derivada
P' (a) (?(»)—/■U)Q'(i) .
/'(*>= tewi*
para que ésta no sea igual a cero, hay que exigir también que el
punto z no coincida con ninguno do los puntos yj (J =* t, . . r).
De aquí se deduce que la transformación w = / (z) es conforme en
lodos los sitios, a excepción, posiblemente, do un número finito
de puntos.
Dejamos a cuenta del lector la demostración de que la transfor­
mación es conforme también en cualquier polo simple do la fun­
ción/ (z), y también en el punto del infinito, suponiendo que z = oo
no es una raíz múltiple de la ecuación f (z) = f (oo). Del mismo
modo se puede demostrar que la transformación no es conforme en
cada uno de los puntos yj (J = 1, 2, . . r), a los cuales hay que
añadir también yo = oo, si z = oo es una raíz múltiplo de la ecua­
ción / (z) = f (oo). Precisamente, el ángulo con el vértice en el
punto y} aumenta en la transformación w = / (z) en un número de
veces, igual al orden de multiplicidad de la raíz y, en la ecuación
/ ( * ) - / (Yj) 0 - 0, 1, 2..........r).
4.2. De los resultados del apartado anterior se deduce que la
función racional de primer orden, es decir, la función holaográfica
w = L (z) = . es la única de las funciones racionales que rea­
liza una transformación blunívoca del plano ampliado sobre sí mismo•
(En este caso hAy quo exigir además quo el determinante de la fun~
ción L (z) sen distinto do cero: ad — be ^ 0; cuando no se cuinpl®
esta condición, L (z) se hace idénticamente igual a una constante»
o sea, transforma el plano ampliado en un punto). Ya so vio en el
134 C A P. I I L A D E IU V A B IL 1 D A D . LA S P U N C IO N E S E L E M E N T A L E S

ap. 2.3 que la transformación w = L (z) es conforme en todos los


puntos del plano ampliado. En las cuestiones más diversas do la
teoría de las funciones de variable compleja se suele recurrir a esta
transformación (a sus distintos casos particulares). Debido a asto,
mereco un estudio particular. Consideremos aquí sus propiedades
principales.
Estudiaremos el conjunto M de todas las transformaciones
homográficas con el determinante diferente de cero. Dos transfor­
maciones
¿ t (z) = £i£±ÍL y L t ( z ) = a* + bf -
se consideran iguales cuando, y sólo cuando, L t (z) — (z) para
todos los valores de z. Para esto es suficiente que los coeficientes
correspondientes sean proporcionales entre sí:
a2 — Xai, , c2 = Xct y d2 = Xdi (k ^ O ).
Estas mismas condiciones son necesarias. En efecto, si Li(z) —
— L 2 ( z ) , entonces, en particular,
L t {0) = L z (0), ¿,(1 ) = ¿ 2(1) y L1(oc) = /,a(oo);
lo cual significa que
f r | __f e _„ fl| ± b t ___ q 2~^- ^2 a i_ a 2 ___a
di “""3Í P% íl-l-rfl <^+ ¿2 ’ C\ c'¿ q'
Poniendo en la igualdad del medio
b, = d ip , bz = d2p, d\ = cKq y a2 = czq
obtenemos
Ctq+djP cg7-f- d<¿p o sea, (CjCÍa— c2d,) (</ — />) = 0.
cz-hdz
Pero q^=p (en caso contrario sería — es decir, a,rfj —biCt —0
lo cual contradice a la hipótesis^ . Por consiguiente,
_£l__ _£2_
di d2
Las rolaciones obtenidas pueden escribirse en la forma
J*2___ _ e*¿ ____ c2. __ ^
ai bt “ ci — di *
que es lo que se quería demostrar.
De lo expuesto so deduce que ol valor del determinante de la
transformación homográfica no es, de por sí mismo, característico
para esta transformación. E 11 efecto, al pasar de los coeficientes
$ 4. FUNCION HOMOGRAFTCA ías

tfj, biy C| y d{ a los coeficientes Xai%>.6,» tai y (X ^ 0) el deter­


minante se multiplica por X2. Pero, en todo caso, este determinante,
siendo distinto de cero para algunos valores de los coeficientes,
so mantiene siempre distinto de cero.
La transformación
U (z) = z,
perteneciente, evidentemente, al conjunto Af, se llamará t r a n s ­
f or maci ón i d é n t i c a o unidad.
Llamaremos i n v e r s a con respecto a una transformación

a la transformación según la cual para cada z se toma por imagen


su preimagen zt en la transformación dada. La transformación
inversa es
dZj —b
—CZi-f « *
La transformación inversa con respecto a L se designará me­
diante Zr1.
Si
z, = L(z) = í ~ y z » = £ ,(z t) ajij -f- bi
cjZj-f-dj
son dos transformaciones liomográficas arbitrarias (como siempre,
con los determinantes distintos de cero), la transformación que
se obtiene al realizarlas consecutivamente una tras otra en cierto
orden, se llama p r o d u c t o de las transformaciones dadas. Supon­
gamos qnc se ofcctóa primero la transformación zt = L (z), y después
la transformación z2 = Li (zt). Entonces su producto so designa
mediante L\ L (z). Para éste se tiene:
z2= ¿ I¿(z) = [o 1^ ± ^ + í»1] : [ e , =
= l(í*ai H-có,) z-h(óa, H-cfó|)): |(oc, + cdt) z-f- (6c, + ddt)\.
Por consiguiente, zz = L%L{z) también os una transformación homo-
gráfica; para su determinante obtenemos:
(aai J- cbj) (¿Cj dd,) —(bax - dbi) (acj + cdt) =
= (ad—be) (ajdj — ójC,) 0.
Así, pues, la transformación L lL(z) pertenece al conjunto M.
Evidentemente,
L L -1 (z) = L~XL (z) = ü(z).
IHt» CAP II LA D E ÍIIV A B IU D A D - LAS FU N C IO N ES E L E M E N T A L E S

Obsérvese que la transformación z2 — LLt (z), obtenida al


realizar primero la transformación zt = L\ (z) y después la trans­
formación z2 = £ (Zj), se diferencia, generalmente, de la transfor­
mación L¡L (z). Así, por ejemplo, si
L (*) — i | r r y ^.w=í=r.
SO LiOlio
L\L (z) = —2z —1, mientras que L L X(z) - *- .
La operación definida de multiplicación de transformaciones
es asociativa, es decir, para cualesquiera transformaciones homo-
gráficas L, y Z,2« se cumple la igualdad
( ¿ ¿ ^ = ¿ ( ¿ , ¿ 2).
Esta propiedad se comprueba fácilmente. En efecto, supongamos
que L2 (z) - z2. Entonces
(LLi) L-¿ (z) ~ LL\ [Lz (z)| = L,Lj (z*)
y
L (LiLz) (z) = L [L i (2)) = L L 1(z2)>
as i, pues,
(¿ £ 1)A2(z)=/>(L iZ.2) (2).
La propiedad asociativa so extiende al producto de cualquier
número de transformaciones. Esta nos libra de la necesidad de
poner los paréntesis en esto producto. Así, por ejemplo,
L [Z/j {L2^ 3)] (z) -= (Z/3/^3) (z) = L Z»3(z) = . .. = L f u \ (z).
Como ol conjunto M %junto con cada dos transformaciones L
y Z/j, contiene también su producto L^L (y L L \). y junto con la
transformación L contione también la inversa Z/"1, éste forma un
grupo de Lransformacionos *).
4.3. Voamos la demostración do la p r o p i e d a d h o m o -
c í c l i c a (o circular) do la transformación homogrúfica, que se
expresa 011 que la imagen de una recta o una circunferencia en la
transformación tv = L (z), es una recta o una circunferencia; la
imagen de 1111a recta puede sor una recta o una circunferencia y,
do! mismo modo, lo imagen de una circunferencia puede sor una
recta o una circunferencia.
1‘ara una función lineal entera L (z) = az 4- (5 esta propiedad
es inmediata, puesto que la transformación w = L (z) so reduce
*) Véaao, por ojemplo, A. Kurosch, Curso de álgebra superior , Editorial
Mir, Moscú, 1968, § 63.
i 4. FUNCION IIOMOÜRAPICA 137

a una traslación (cuando a = 1) o a una rotación seguida do uno.


homolecia (o dilatación) (si a =£ 1); véase el ap. 2.3.
Consideremos ahora la transformación
w = A (2) = 4-.
que utilizamos ya varias voces.
Evidentemente, la ecuación de cualquier recta o circunferencia
puede expresarse en la forma
>1 (i* -f- y*) 2,Bx -f- 2,Cy -p D — 0.
Cuando A = 0 y D y C no son simultáneamente iguales a cero*
resulta una recta, y cuando A 0 y B* C2 — AD > 0, resulta
una circunferencia. Sustituyendo aquí x%+ y%por zz. 2x por i -j- z-
y 2y por —i (z — z), representamos esta ecuación en la forma
A zi- ( /y — ¿6) z + (li + tC) z + D = 0,
o bien
A zi— Ez W¿Tz-1-0 = 0, (4.3:1)
donde E = B -{- Ci. Aquí A = 0, y el número complejo E es distin­
to do cero en el caso de una recta y A 0 y EE — AD > 0 en el
caso de una circunferencia. Recíprocamente: cualquier ecuación
do esta forma con coeficientes realas A y D y coeficientes complejos
conjugados E y E sera la ecuación do una recia si A = 0 y el núme­
ro E os distinto de cero, y la ecuación de una circunferencia, si
A syfc 0 y EE — AD > 0. Para cerciorarse de esto, es suficiente-
pasar de z a x e y según las fórmulas
zz = x- -¿-y-, z = x-\~ty, z = x —iy.
Queriendo obtener la imagen de la línea (4.3:1) en la trans­
formación « ;= 4 -, sustituyamos z en la ecuación (4.3:1) por -
Obtenemos:
A -L .- \..E ± + E ± D —0t
uw w w
o bien
D w w -\-E w -\-E w A-A = 0. (4.3:2)*
La ecuación (4.3:2) tiene la misma forma que la ecuación (4.3:1)
con ia sustitución de A por Z?, D por A y E por E . De aqui se deduce
que si D = 0 ésta es la ecuación de una recta (puesto que entonces
será v4 = 0 y £ # 0, o bien A ^ 0 y EE — AD = EE > 0, es-
1 38 CAP. II LA DEBIVABIL1DAD. LAS FUNCIONES ELEMENTALES

decir, de nuevo E 0), y si D 0, la ecuación de una circunferen­


cia (puesto que cuando A ^ 0 la ecuación (4.3:1) representaba juma
circunferencia y, por consiguiente, se cumplía la condición EE —
— AD *> 0, mientras que cuando A = 0 ésta representaba una
recta, por consiguiente, E era distinto de cero, de donde EE — AD =
= EE ;> 0). Queda domostrado que la imagen de una recia o de una
circunferencia en la transformación w = A (2) = — es una recia
o una circunferencia.
Considerando una función houiográfica arbitraria

representémosla de la forma
_ a , be — atl
W c 1 c { ú Z -|- d )
Pongamos
m = Lj (z) = cz - d, 23 —A (z,) = —
y
w = Lr z (z,) a H1-----
/ v= — f,c—-— zj-,
entonces L(z) se escribirá en forma del producto de tres trans­
formaciones:

Como, en cada una de las transformaciones Ltl A y L 2j la imagen


de una recta o circunferencia es una recta o circunferencia, la trans­
formación L posee la misma propiedad. Queda demostrada por
•completóla propiedadhomocíclica de la transformaciónhomográfica.
Designemos medianto ó = — ~ el polo de la fuación homográ-
íica L (z) = cz-f-aí (c 0). La imagen de’cada recta o circunferen-
cia que pasa por Ó tiene que contener al punto dol infinito L (ó) =
= 00, y, por consiguiente, no puede ser una circunferencia. En
virtud de la propiedad homocíclica, esta imagen es una recta. La
imagen de una recta o una circunfereucia que no pase por el punto ó,
no puede contener al punto del infinito y, por consiguiente, no
puede ser una recta. En virtud de la propiedad homocíclica, esta
imagen es una circunferencia. Resumiendo, en la transformación
w = L (z) todas las rectas y circunferencias que pasan por el polo ó
de esta función se transforman en rectas del plano wt mientras que las
rectas y circunferencias que no pasan por ó se transforman en circunfe­
rencias del plano w.
§ 4. FUNCION JIOMOGRAFICA m

Supongamos que w — L (z) os una función hoinogrúfica arbitra­


ria; sea y una recta o circunferencia del plano z, y sea T su imagen
en el plano u? (os decir, también una recta o circunferencia). Consi­
deremos las rogiones gi y g2 limitadas por la linca y en el plano z;
éstas son do$ semiplanos o el interior y el exterior de una circun­
ferencia. Demostremos que la imagen de una de éstas es una de las
dos regiones limitadas por la línea T en el plano w, mientras que
la imageu de la otra es la segunda de dichas regiones. En efecto, sea
z, un punto de la región gt y z2 un punto de la región g2. Como zx

y zz no están situados en y, las imágenes de estos puntos wt y w2


no pueden estar situados en T y, por consiguiente, se sitúan en las
regiones en las que T divide el plano u?. Si éstos estuviesen situados
en una misma rogión, entonces podrían unirse mediante un segmen­
to A de recta (o arco de circunferencia) que no tuviese puntos comunes
con r (fig. 23). La proimagen del segmonto A en el plano z tiene que
sor un segmento de recta (o de arco do circunferencia) 6 que una
Zi yz2 y que no tenga puntos comunes con y. Pero la existoncia de tal
segmento contradice a que zt y z2 están situados en distintas regiones
gi y &2 mPor lo tanto, si los puntos zt y z2 pertenecen a distintas
regiones gx y g2, sus imágenes y wz también pertenecen a distin­
tas regiones limitadas por la línea I\ Designemos mediante Gt la
región que contiene a wx y modiante <72, la quo contiene a i/>2, y de­
mostremos que la imagen de la región gx es Git y la imagen de la
región g2 es 6V
En efecto, si, por ejemplo, z' es algún punto de la región gt,
entonces el hecho do pertenecer z' y z2 a distintas regiones gt y g2
implica, según lo demostrado, que sus imágenes w' y w2 pertenecen
a distintas regiones G\ y (72. Pero wz pertenece a G2, por lo cual
w' pertenece a Gt. Así, pues, la imagen de cada punto de la rogión
pertenece a G\\ del mismo modo, la imagen de cada punto de la
región g2 pertonoce a G2. Tomemos, finalmente, un punto arbitrario
w de la región G{. Este tiene que ser la imagen de uno de los puntos
z de la región gt o g2* Pero z no puede ser un punto de la región
140 CAP. II LA DEIUVADILIDAD. LAS FUNCIONES ELEMENTALES

g2, puesto que en caso contrario w sería un punto de la región G2.


Por consiguiente, w es la imagen del punto z, perteuocionte a gt.
Resumiondo, G\ es la imagen de la región gt, y G2. la imagen cío la
región g%. Por consiguiente, queda demostrado que dos regiones
limitadas por la línea y so transforman en dos regiones limitadas
por la línea I\ además, queda vorificado que para saber cuál pre­
cisamente de las dos regiones, limitadas por la linea I\ es la imagen
de la región dada g,, limitada por la línea y . es suficiente observar
la imagen wx do un solo punto zx € gi‘>la región Gx a la cual pertenez­
ca W\ será la imagen de la región gj.
?iA. Si la transformación homográfica w — L (z) es distinta
de la idéntica, ontonces, por lo general, w es distinto de z. No obstan­
te, aquí también oxisten p u n t o s inmóviles de l a
t r a n s f o r m a c i ó n , caracterizados por la ecuación
. . v az + b
Z= L(Z) = -
Supongamos primero que c = 0(d=fcQ). Entonces L{z) repre­
senta una función lineal entera
Z(2) = ew-i-p ( a = - |- , •
Como l (oo) = oo, uno de las puntos inmóviles de la transformación
lineal entera es el punto del infinito del plano, z = oo. Si a =^= 1,
existe también otro punto inmóvil, doterminado por la ecuación
z —otz + p.
a
Este es el punto z = . Si a = 1 y p ü, no existe ningún
punto finito inmóvil. Pero si a # 1, p ^ 0 y a - > * i , entonces el
punto finito inmóvil tiendo hacia el punto del infinito. Debido
a esto, en el caso do la transformación / (z) =: z -f P (P =»¿=0)i el
punto del infinito se puede considerar como dos puntos inmóviles
confundidos.
Supongamos ahora que c ^ 0. Entonces L (oo) = ^ oo, o sea,
el punto z = oo no es inmóvil. Del mismo modo, no es inmóvil
tampoco el. p u n to -----d , pues

Resolvamos la ecuación
CZ+ d, '
f 4. FUNCION HOMOORAFICA 141

suponiendo que z=^=oo y z*/= — , o sea, la ecuación


cz¿—(a —d) z — b = 0.
Obtenemos:
a — d -h * \/( a — d )a + 4 ¿ c
' Te
Si (a — d)4 -r 4óc ^ 0, de aquí se hallan dos puntos inmóviles
f i tutos distintos. Cuando (a — d)2 -}- 4be = 0, estos dos puntos se
confunden en un solo punto inmóvil finito .
En resumen, la transformación homográfica distinta de la idéntica
posee solamente dos punios inmóviles, que en el caso particular pueden
confundirse en wno.pjas transformaciones lineales enteras se carac­
terizan por completo en que al menos uno do los puntos inmóviles
es el punto del infinito.^
La transformación homográfica que posee más de dos puntos
inmóviles puede ser solamente la transformación idéntica Ü (z) —
= z (para la cual todos los puntos son inmóviles). De aquí se puedo
deducir que para la coincidencia do dos transformaciones hoinográ-
ficns L (;z) y A (z) es suficiento que se cumpla la igualdad L (z) —
— A (z) para tres puntos distintos Zj, zz y Zj. En efecto, sea L (z*) —
= A (zft) — wk (le = 1 , 2 , 3); enlonces A"1, (w^) — z* (k — 1, 2, 3)
y, por consiguiente, la transformación A L (z) hace corresponder
a los puntos z* de nuevo los mismos puntos, o sea, A‘ lL (z*) =
z h (k = 1, 2, 3) (puesto que L (z*) = wh y A-1 (u?*) = zft). Es decir,
la transformación A~*L tiene tres puntos distintos inmóviles:
zt, z 2 y z3* o *ca* la transformación idéntica:
A~l L =- U.
Por consiguiente,
A (A -lL )~ A U .
Pero
A (A -'L ) = (AA-») L = UL = L
y
Ai/ —A.
Definitivamente, obtenemos:
L = A.
como so quería demostrar.
En resumen, para determinar una transformación homográfica
es suficiente señalar tres puntos distintos: w2 y w$, correspondientes
a tres puntos distintos dados: zXl z2 y z2.
1 42 CAP. II LA DLR1VABILIDAD. LAS PUNCIONES ELEMENTALES

Propongámonos hallar la función homográfica que realiza esta


transformación, y supongamos primero que zit zz y z3 son puntos
finitos y quo wt = 0, w2 = oo y ws — 1.
Para quo la función homográfica
a z -i-b
w ^ A (z) cs-f d
tome el valor 0 para z = zt y el valor oo para z = z2í es necesario
y suficiente quo z = Zj sea un coro del numerador az 4- by o sea,
quo el numerador tenga la forma n (z — z,), y que z = z2 sea un
coro del denominador, o son, que el denominador tonga la forma
c {z — z¿). Por lo tanto, la función buscada tiene que poseer la forma

c « —-2
^ue ser ig
a
1 - c *:t —
’3—*2
obtenemos:
m'
1.

de donde
w ~ A (z) * ~ z\ . z3
— zi
«—^2 23—z2
Esta es la función homográfica buscada, que hace corresponder
a los puntos zit z2 y z3 los puntos 0, oo y 1, respectivamente.
Supongamos ahora que u>i, w2 y w3 son unos puntos finitos arbi­
trarios (distintos) y que w — L (z) es la transformación homográfica
que satisface a las condiciones:
L{z%
)^w u L ( z2) = w 2 y />(z3) = U'0.
Según lo domostrado, la función £ = A| (w) = ha­
ce corresponder a los puntos irj, wz y w3 los puntos 0, oo y 1.
Debido a esto, la función AXL (z) hace corresponder a los puntos
Z|, z2 y za los puntos 0, oo y 1, es decir,
A1¿(2) = A ( 2 ) = ^ i 2;>—gj
z2’
De la relación
At¿-= A
so deduce que
A :l (A,L) = A71A.
$ i . FUNCION HOMOORAF1CA 143

o sea,
L — A~'A
(puesto que A 7 1 (A ,L ) = (A ^ A ,) L = UL = L).
Esta últim a rolación resuelve el problema, ya que las trans­
formaciones A y Aj son conocidas:

A® = ’i A — » l . * 3
— UH

I—z2 z3 2 1^ ¿— * U>3—W2
Por cierto, para el estudio de la transformación w = L (2) es
mejor u tilizar directamente la relación:
A i L (2 ) = A (z),
de donde, después de su stitu ir L (z) por w, se deduce que:
A, (u>) = A (z),
o bien,
w\ _ ;ga—-1 _ (4.4:1)
M»— U>2 ’ « ’j — E0¿ z — Zo *^3 — ^ 2 ' \ ' */

Esta ecuación determina la función homográíica w = L (z) en forma


im plícita.
Hemos resuelto el problema planteado, bajo la hipótesis de
que todos los puntos zlt z2, z3, wit w2 y w>3 sean fin itos. S i, por ejem­
plo, zt = 0 0 , la función A (z), que a los puntos zt = 0 0 , z2 y z3 hace
corresponder los puntos u;i = 0, wz = 00 y u;3 = 1, adquiere la
forma
i . 1
- —Zz Z3—*2 X
A (z) =

Por lo tanto, la ecuación (4.4:1) so sustituyo por la ecuación


w—wX' tgv—wt _ 1 . I (4.4I17)
W— w3—w2 z—z2 z3—z2 ' *’ *
(suponiendo que son fin itos los puntos wít w2 y u>3). Si z2= o o ,
la función A (z) que a lo s puntos zit z2 = 00 y z3 hace corrcs-

*) Se puede llegar a esta expresión así: suponiendo 3j finito, se escribe


la rolación
S—*1 . *3—3|
~—*2 '~3—z2
en la forma

¿_Z2 Z3—¿2
y se pasa al límite para
144 CAP. I I LA D E R IV A B 2L 1D A D . LAS FU N C IO N ES E L E M E N T A L E S

pender los puntos wi = 0, i£>2= oo y toma la forma


A(z) = (z —s ,):(2a —z,)
y, por consiguiente, la ecuación (4.4:1) se sustituyo por la ecua-
ción
W — W I —wi (4.4:1')
W—W2 w¿—w2 ==(z —z,) :(z,—*,).
Si zH= oo, la función A (2) que a los puntos zif z* y z;j —00 hace
corresponder los puntos irt = 0, w»2=oo y í¿\,= 1, loma la forma
A (2) = - ÍL
=2
y la ecuación (4.4:1) se sustituye por la ecuación
w—wi . ^3 —w\ z — -1 (4.4:1"')
w —w 2 * ID3 —U ?2 - —S o * \ ' m i

Del mismo rnodo, el primer miembro de La ecuación (4.4:1) se


-debe sustituir por
—-— : —
W — W2
-— ,(ip —W\):
u>3 — V
(m?3' —1iPi), w
-w ——
— 1¿’2

según que sea u>i = 00, w2 = 0° o wz = 00-


En resumen, llegamos a la siguiente regla mnemolécnica: si
Zt, = 00 o wi = 00 (k = 1, 2, 3; 1 = 1. 2, 3), entonces en la ecua­
ción (4.4:1) las diferencias en las que figuren zk o wt deben susti­
tuirse por í. El lector fácilmente confirmará la justoza de esta regla
mediante el paso al límite en la ecuación (4.4:1) (para z» —►00
o Wi 00).
Do la ecuación (4.4:1) se deduce una importante propiedad gene­
ral de las transformaciones homogrúficas. Sean a, b, c y d unos núme­
ros complejos distintos (finitos) arbitrarios. Llamemos a
c— a # d— a
c— b ’ d — b
r a z ó n d o b l e o a n a r r a ó n i c a de c u a t r o n ú m e r o s u de
l o s p u n t o s a, ó, c y d. Esta razón la designaremos con la
notación (a, b, c, d):
e— a md— <2
(a, ó, c, d) = 7~ :lí—b ’
La definición de razón doble la extenderemos también al caso
en que uno de los cuatro puntos a, b, c, d sea ol del infinito. Preci­
sando, llamaremos razón doble de cuatro puntos, entre los cuales
uno es el del infinito, al límite de la razón doble de cuatro puntos
finitos, do los cuales tres coinciden con los puntos dados y el cuarto
s 4. FUNCION HO MOGUAFlCA 14o

tiende hacia el pimío del infinito. Siguiendo esta definición, tendre­


mos:

(o, oo, c, d) = (c—o ): (d—a),


(o, b, ,
(a, 6, c. oo) = - ^ - .
Supongamos ahora que u; — (z) es una transformación homo-
gráfica arbitraria. Designemos mediante A , B, C y D los punios
homólogos a los cuatro puntos distintos: a, b, c, y d. Como los tres
puntos a, b y d se transforman en los puntos A , B y D, los puntos
u> — L (z) y z estarán ligados por la relación (4.4:1):
w—A ' D — A z — a # d— a
w— B : D— B “ z — b ' d— b *

en la cual so deben sustituir por 1 aquellas diferencias en las que


figura el punto del infinito. Haciendo z = ct tenemos que poner
w = C (puesto que on nuestra transformación al punto c corresponde
ol punto C). Por consiguiente,
C— A m D — A c— a m d — a
C—B : D— B ~ c— b : d — b

(las diferencias en las que figura el punto del infinito se deben


sustituir por 1), o
(A%B %Cy D) = {a, 6, c, d). (4.4:2)
Resumiendo, en la transformación homográfica la razón doble
de cuatro puntos cualesquiera no varía; en otras palabras, la razón
doble es un invariante de la transformación homográfica.
4.5. Basándose on la propiedad homociclica de la transformación
homográfica y en la posibilidad de transformar cualquier terna de
puntos Zt, zz, z3 en otra terna previamente dada wi%wZy u;3, demostre­
mos la siguiente proposición:
Cualesquiera que sean las rectas o circunferencias y y V y dos ternas
de puntos zu z2, z3 y wíy w2t w3, pertenecientes a y y V, respectivamente.
existe una transformación homográfica w = L (z) que transforma y
en T y hace corresponder a los puntos zu *2, H tos puntos wu w2, wz,
respectivamente.
En efecto, escribamos la transformación homográfica w = L (z)
que satisface a las condiciones L (zf) = u?j (/ = 1, 2, 3). Según
lo expuesto anteriormente, tal función existo y os la única que satis­
face a estas condiciones. Esta transforma la recta o circunferencia y
10—1199
MO CAP. 11 LA DERIVABILJDAD. LAS FUNCIONES ELEMENTALES

on una recta o circunferencia T'. Pero y pa9a por los punios zj, z2 y
z3; por lo tanto, T' posa por los puntos wtí w2 y w3, y como por tres
puntos no se pueden trazar dos roctas o circunferencias distintas,
T' coincido con T. Así, pues, w = L (2) satisface a todas las condi­
ciones de la proposición enunciada.
Tome mas de nuevo unas rectas o circunferencias arbitrarias y
y T (distintas o coincidentes) y sea g una de las dos rogiones limi­
tadas por la línea y, y Gt una de las dos regiones limitadas por la
línea É. Evidentemente), tanto una como la otra pueden ser un semi­
pleno, el interior de una circunferoncia o el exterior de uua circun­
ferencia. Elijamos una terna arbitraria de puutos z2 y z3 situados

011 y y supongamos para fijar ideas que al moverse el observador


a lo largo de y, en la dirección del punto zí al punto z3, pasando
por z2t la región g se mantiene a su izquierda. Sea iv2l w3 una
terna do puntos situados on T tal que, al moverse el observador a lo
largo de T en la dirección del punto W\ al punto ir3, pasando por el
punto w2, la región O se mantenga a su izquierda. En lo domas, los
puntos wu w2%w3 son arbitrarlos. Formemos, como so mostró ante­
riormente, una función liomográfica w = L (z) que satisfaga a las
condiciones = L (zj)(j = 1, 2, 3), la cual, por consiguion te, trans­
formará y en T. Demostremos que esta función transforma también
la región g en la región G. En efecto, sea ó el segmento de la norma)
a la línea y, trazada por el punto z2 hacia el interior de la rogion g,
es decir, a la izquierda del observador situado en el punto z2t que
mira a lo largo de y en la dirección establecida anteriormente; enton­
ces, como la transformación w = L (2) es conformo, la imagen A
de este segmento (que será un segmento de recta o de arco de circun­
ferencia) también estará dirigida hacia la izquiorda del observador
situado en el punto w2que mira a lo largo de T en la dirección estable­
cida en T (íig. 24)* Por consiguiente, sogíin la condición, A pertene­
ce a G. De este modo, queda ya establecido que la región G contiene
las imágenes de ciertos puntos pertenecientes a g (precisamente.
* 4. INUNCION I10.M 00RAFICA 147

las imágenes de los puntos del segmento 6). Pero, según el ap. 4.3,
L (g) es una do las regiones cuya frontera coincide con la imagen
de la frontera de la región g, es decir, con r = L (y). Como solamen­
te hay dos regiones de éstas y una do ellas, G%contiene las imágenes
de los puntos de la región g, ésa es la imagen buscada de esta región g:
G~L{g). , ^
Aclaremos lo expuesto con un ejemplo. Supongamos que hay que
transformar conformemente ol seiniplano superior y > 0 en el
interior del círculo unidnd.
Para resolver el problema hagamos, por ejemplo, z± = —1,
= 0 y z3 = 1, de modo que el semipleno quede a la izquierda del,
observador que vaya por el eje real en la dirección de z¡ a z3 pasando
por z2, y elegimos también en la circunferencia unidad tres puntos:
u>Ay w2 y u>3, de modo que el interior del círculo quede a la izquierda
del observador que vaya por la circunferencia en la dirección de
W\ a w3 pasando por w2. Para mayor soncillez, se pueden tomar:
Wi = 1, w2 — i y Wz — —1. Entonces, la transformación liomogrú-
fica que cumple las condiciones Wj = L (zj) (j = 1, 2, 3), será
la buscada. Esta puede expresarse en la forma
u>— 1 . — 1 ~ l s + i . 1+ 1
w—i ¿ - * i
o bien

4.(>. Sean z« y z2 dos puntos simétricos con respecto a cierta


recia y. Entonces, el centro de una circunferencia arbitraria ó
que pase por zí y z2 estará situado en y y, por consiguiente, 6 será
ortogonal a y. Será también ortogonal a y la recta que pasa por los
puutos Zi y z2- Fácilmente se observa que también es justo lo recípro­
co: si cualquier ci reuní oronda o recta que paso por un par de puntos
Zi y os ortogonal a la recta y, entonces z¡ y z2 son simétricos res­
pecto de y.
Hagamos una transformación del plano medianto una función
homográfica w = L (z), de modo que la recta y se transforme en una
recta o circunferencia JL\ Entonces, el par de puntos z¡ y z2, simé­
tricos respecto de y, se transformará en cierto par do puntos wt y w2t
y cada circunferencia o recia ó que pase por zt y z2 se transformará
en una circunferencia o recta A que pasa por w¡ y w2t y viceversa:
cualquier recta o circunferencia que pase por wt y wz será la imagen
de cierta recta o circunferencia que pasa por Z\ y z2. En virtud de la
simetría de los puntos Zi y z2 respecto de y y debido o quo la transfor­
mación w — L (z) es conforme, las rectas y circunferencias que pasan
por Wi y w2 serán todas ortogonales a T. Por consiguiente, si T es
una recta, los puntos W\ = L (z4) y w2 = L (z2) serán simétricos
10*
m CAP l i LA DEH1VABILIDAÜ. LAS PUNCIONES ELEMENTALES

rospee Lo de P. Generalizando el concepto de simetría, diremos que


dos puntos son simétricos respecto de una circunferencia, sí cualquier
recta o circunferencia que pase por ellos es ortogonal a la circunferencia
dada. Entonces se podrá decir que si la recta y se transforma en una
circunferencia V mediante la función homográfica w = L (z), enton­
ces cualquier par de puntos simétricos respecto de la recta se trans­
forma en un par de puntos simétricos respecto do la circunferencia,
y recíprocamente. De aquí so deduce que, dada la circunferencia T
y el punto wit el punto simétrico a wí respecto de Y se determina
unívocamente. En cfocto. si existiesen dos puntos distintos w2 y w'2
que fuesen simétricos a wyrespecto de P, entonces en la transformación
homográfica de T en la recta y los puntos wi%w2 y w'2 se transforma­
rían en los puntos z,, z2 y z^^Zg, donde los puntos zt y z^, y también
Zj y z!.f serían simétricos respecto de y, lo cual, evidentemente, es
imposible.
Los razonamientos expuestos aquí sobre la transformación de
una recta y en una recta o circunferencia P se extionden sin cambios
algunos al caso en que una circunferencia se transforma en una cir­
cunferencia, obteniendo que en la transformación homográfica
cualquier par de puntos simétricos respecto de una circunferoncia y
se transforma en un par de puntos simétricos respecto de la circun­
ferencia T que es la imagon de y. Asi, pues, hemos obtenido la
siguiente propiedad general de c o n s e r v a c i ó n d e l a
s i m e t r í a en las transformaciones homográíicas:
i | Si los punios zx y z2 son simétricos respecto de una recta o circunfe­
rencia y, entonces en cualquier transformación homográfica w = L (z)
sus imágenes W\ y w2 serán simétricas respecto de la imagen r — L (y).
Señalemos un caso particular de esta proposición. Supongamos
que y se transforma en una circunforoncia í \ y que zy es el punto que
se transforma en el centro de la circunferencia r. Entonces el
punto z2, simétrico a ztt tiene que transformarse en un punto w2
del plano ampliado, simétrico a wy respecto do J\ Pero tal punto es el
del infinito. En efecto, la roela que une wy y w2 = 00, os decir,
cualquier recta que pase por el centro do la circunferencia P será
ortogonal a P. En virtud de la unicidad del punto simétrico (al
punto dado respecto de la circunferencia dada), el punto 00, y sólo
ésto, sera simétrico al con tro de la circunferencia Y ros poeto de P.
Sea y una recta o circunferencia arbitraria. La transformación
del plano ampliado que consiste on que cada punto z se transforma
en un punto z*, simétrico a z respocto de y, se llama t r a n s f o r ­
m a c i ó n d e s i m e t r í a respecto de y. Cuando y es una
circunferencia, esta transformación so llama también i n v e r ­
s i ó n respecto de y.
Hallemos las expresiones analíticas para la transformación
de simetría. Supongamos primero que y os una recta. Esta se deter-
} 4. FUNCION HOMOGHAF1CA 149

mina completamente por uno de sus puntos a y el vector unitario


eie = eos 0 -r i sen 0, que lleva su dirección.
Realicemos la transformación lineal
z~—a-\-ei0iv= L(u?).
que, evidentemente, transforma el eje real en la recta considerada
(es una traslación que lleva el origen de coordenadas al punto a,
seguida de una rotación en el ángulo 6 alrededor del último punto).
Como la transformación w = Z"1 (2) transforma y en el eje real, la
misma transforma a cada par de puntos z y z * , simétricos respecto
de y* en un par de puntos 10 y w1 , simétricos respecto del eje real.
Estos últimos se expresan por números complejos conjugados w = t
y w* = t. Debido a esto, 2 — a = elflí, o bien 2 — a — ci9t y
2* — a = ei0u>* = eiQL Eliminando t entre las dos últimas igual­
dades, obtenemos:
r* —a = c2i0(z—«). (4 . 0 :1)
Esta ecuación muestra que para realizar la transformación de
simetría respecto de la recta y que pasa por el punto a formando con
el eje real el ángulo 0, se debe pasar del vector 2 — a a su simétrico
respecto del eje real z — a y girar luego este último el ángulo 20
alrededor del punto a.
Consideremos ahora la transformación de simetría respecto de
una circunferencia T do radio /? (0 < R < 00) con centro en a.
Realizemos una transformación homográfica quo transforme T en el
eje real. Lo más sencillo es tomar la transformación

z = a J R -T=rB-x= L(U!)’
la cual a los puntos del eje real w t = —1, w 2 — 0 y w 2 = 1 hace
corresponder los puntos de la circunferencia T: zt = a — iR, z2 =
= a «+- R y 23 = a iR y, por consiguiente, transforma el eje
real en I \ La transformación inversa w = I r 1 (z) transforma T en
el eje real y a cada par de puntos 2 y z*, simétricos respecto de I \
hace corresponder un par de puntos w y w * %simétricos respecto del
eje real. Como w y w* se expresan por números complejos conjugados:
w = t y w* = I, se tieno, 2 — a — R \ o bien, z — a = R —
1—íi - i + í*
y z* — a = R . Multiplicando término a término estas dos
últimas relaciones, obtenemos:
(z— a) (z* — a) = R 2
CAP- II LA DKR1VAB1LIDAD. LAS PUNCIONES ELEMENTALES

o sea
(4.0:2)
z—a
De aquí se deduce: primero, que
Arg (z+— fl)= —Arg (z —a) a Arg (z — a)
y, segundo, que
| z* —a (|z —a | = 7?4.
Por consiguiente, los puntos 2 * y z están situados en un mismo rayo
que parte del centro de la circunferencia y se encuentran a tales
distancias del centro que ol producto de estas distancias es igual
al cuadrado del radio. Por estas dos condiciones, o lo que es lo mismo,
por la fórmula (4.6:2), se determina completamente la posición de
uno de los puntos z, z* siendo dado el otro, es decir, so detormiua la
transformación de inversión respecto de la circunferencia | z — a |=
= R.
De las igualdades (4.6:1) o (4.6:2) se deduce que la transformación
general de simetría se reduce a la realización consecutiva de una trans­
formación lineal (entera o fraccionarla) y una transformación de sime­
tría respecto del efe real.
Así. por ejemplo, la transformación de simetría rospecto de una
recta puedo expresarse en la forma:
Zl = a d -e -2i0(z —a) y z* = zit (4.0:1')
y la transformación de simetría respecto de una circunferencia,
en la forma
(4.6:2')
Como la transformación linoal es conforme y posee la propiedad
homocíclicn, y la transformación do simetría respecto del oje real
posee las mismas propiedades con la única diferencia de que, con­
servando las magnjtudas de los ángulos, so cambian sus sentidos por
los opuestos, la transformación de simetría en el caso más general
posee también las propiedades indicadas. Precisamente, ésta es una
transformación conforme de segundo género y transforma las rectas
y circunferencias en rectas o circunferencias.
4.7. ilustremos con dos ejemplos la aplicación do la propiedad
de conservación de la simetría en las transformaciones homográficas.
E j e m p l o 1. Transformar conformemente el scmipluno supe­
rior on el interior del círculo | | C 7? de modo que a un punto dado
del semiplano le corresponda ol centro del círculo: w = 0.
La función buscada, si existe, se anula para z — a : L (a) — 0.
Así, pues, ya conocemos ol cero z — a de la función L (z). Pero el
5 4 FUNCION HOMOORAFICA 151

punto a, simétrico a a respecto del eje real, tiene que transformarse


en un punto simétrico al centro do la circunferencia respecto
de la circunferencia misma, es decir, en el punto del infinito. Por
consiguiente, ya conocemos también el polo z = a de la transfor­
mación homográfica L (z). Por lo tanto, L (z) tiene la forma
» -L < s ) = i £ = ^ - X - i = 2 - , (4.7:1)
c (2—a) z—a
donde X es un número complejo distinto de cero.
Demostremos que la función hallada transforma el scmiplano
en el circulo | w | < | X | de modo que el punto a se transforma en
el centro del circulo w = 0. Evidentemente, esta última condición
se cumple para la función (4.7:1) con cualquier No queda más
que comprobar que el eje real se transforma en la circunferencia de
radio | X | con el centro en el origen de coordenadas. En efecto, si
z = x es un número real arbitrario, los números x — a y x — a
son complejos conjugados y, por consiguiente,

I x—a l j x— a |

Hemos oblen id o que las imágenes de todos los puntos del eje real
están situados en la circunferencia | w | = | X |, de donde, en virtud
de la propiedad liomocíclica, se deduce que la imagen del eje real
es esta circunferencia.
Para obtener la transformación del somiplano en un círculo de
radio R se debe tomar | X | “ R. Queda indeterminado todavía el
argumento del número X. El significado geométrico de esta inde­
terminación es completamente claro. El paso en la fórmula (4.7:1)
de un valor X a otro manteniendo invariable el módulo | X | « R
equivalo a la variación de los argumentos de todos los puntos en una
misma magnitud, es decir, a la rotación del círculo alrededor de su
centro w = 0. En tal rotación, el círculo se transforma on sí mismo,
su centro se mantiene en su sitio, y no se infringen las condiciones
del problema.
Si se quiere que el problema planteado posea solución única, es
necesario introducir una condición complementaria. Se puede exigir,
por ejemplo, que:
a) un punto dado del eje real x = so transforme en el punto
u' = 7? de la circunferencia, o
b) la derivada V (a) sea un número real positivo (geométrica­
mente esto significa que las tangentes a las curvas que pasan por el
punto a no tienen que cambiar la inclinación al hacer la transfor­
mación).
152 CAP. II LA DER1VABIL1DAD- LAS FUNCIONES ELEMENTALES

En efecto, en la condición a), obtenemos de (4.7:1):


fí = L(xo) = \ jq—a
de donde
x0— g
x0—a
y
z—a
L{t) = R ^ (4.7:2)
z— a
Evidentemente,
A gp—a
i*i x0—a = /?.
W
Supongamos ahora que a ^ S -h ú ). dondo r|>-0. Como

con Ja condición b) sacamos la conclusión que — = —r , lo


a —a ¿n*
cual significa que j- es un número real positivo. Pero, por otra parte,
el módulo | X 1 tiene que ser igual a R. Por lo tanto, X = IR y
H z) = ¿ R ^ Í . (4.7:3)
E j e m p l o 2. Transformar conformemente el círculo | z | <
< R en sí mismo, de modo que el punto dado z = a de este círculo
se transformo en su centro w = 0.
La función homográfica L (z) buscada, si existe, se anula para
2 = a: L (a) = 0. Así, pues, ya conocemos un cero z - a de la
función L (z). Pero el punto a*, simétrico a a respecto de la circun­
ferencia | z ) = R t tiene que transformarse en el punto simétrico
al centro respecto de la misma circunferencia. Por esto, ya conocemos
también el polo z = a* de la función L (z). Por consiguiente, la
función homográfica L (2) tiene que tener la forma

donde X es un número complejo distinto de cero. Según la fórmu­


la (4.6:2), el punto a*, simétrico al punto a respecto de la circun­
ferencia |z | = V?, es:
a' R*
i 4 FUNCION HOMOORAFICA 153

Por lo tonto,
(4.7:4)

Demostremos quo la función buscada transforma el círculo


| z | < E en el círculo | w \ <. Lji!, de modo que el punto a so trans-
forma en ol centro del círculo 0. Evidentemente, esto último se
cumple para la función w = L (z) con cualquier \x. No queda más que
demostrar que la circunferencia | z | = R se transforma mediante
(4.7:4) en la circunferencia ] w | — MU . Pero, en efecto, sea
z = Eei0 (0 < 0 < 2n)
un punto arbitrario de la circunferencia |z | = i?. Entonces, pora
su imagen
MeiB— *
¡1eiQ

se tione:

(puesto que | | = 1 y | - iein—= | = 1), de donde se deduce


He a
que la imagen de la circunferencia | z | = E es la circunferencia
11» i = .
Para obtener la transformación del círculo de radio H en sí
mismo es debido, evidentemente, tomar en la fórmula (4.7:4) | p | =
= Ti2. El argumento del número p, continúa manteniéndose inde­
terminado. Para que el problema de la transformación tenga solución
única se puede imponer una de las siguientes condiciones complemen­
tar a?:
a) un punto dado a de la circunferencia | z | — E se transforma
en el punto w = E do la misma circunferencia;
b) la derivada L' (a) es un número real positivo.
Dejamos a cuenta del lector la comprobación de que, en el
caso ):
L(z) = E R*« ——aa
a
z— a
— (4.7:5)
y en el caso b ):

(4.7:6)
154 CAP. II LA DKRIVABILIDAD. LAS PUNCIONES ELEM ENTALES

4.8. A rriba so demostró que toda función <le La forma


» .A ( .| = p ^ l - ( | a | < i , lu l^ ) (4-8:»)
/?* — az
transform a el círculo K : | z | < . B en sí mismo. En particular, junto con cada
función A (z) = p *^ . posee tnmbióu la misma propiedad la función
R*—ax
|t que convendremos en designar m edíante A (z). E videntem ente

<z) ‘
Fácilm ente se obsorva que, eligiendo vil la fórm ula (4.8:1) a y p de todas
las m aneras posibles, conservando Las condiciones | a | < /?, | p | = i?2,
o 1)lorio ¡nos toa&s las transform aciones hom ográficas posiblos dol circulo K
en sí mismo. En efecto, si w = L (z) es una do ellas, entonces ésta transform a
algún punto dol círculo z = a en su centro y, por consiguiente, según el ap. 4.7
Meno quo tener la forma (4.8:1).
Si Ai y A2 son dos transform aciones del círculo K en si mismo, su producto
A — Ai As posee la misma propiedad; del mismo modo, la transform ación
inversa a una cualquiera de las transform aciones (4.8:1) transform a el círculo K
en sí mismo, o soo, es una transform ación de la forma (4.8:1). De aquí se deduce
que todas las trunsfonnacionos posibles do la forma (4.8:1) (estando fijado
R ;> 0) forman un grupo. Designémoslo m ediante T\ éste es un subgrupo del
grupo de todas Las transform aciones homográficas. El grupo T adm ite una
interpretación geométrico adm irable; precisam ente se puede considerar como
i‘ l g r u p o d e l o s m o v i m i e n t o s d e l p l a n o e n l a g e o ­
metría de L o b a c h o v s k i .
Ai interior del círculo K lo llam arem os p l a n o d o L o b a c h e v s k i ,
a los puntos del circulo A, p u n t o s d o L o b a c h e v s k i y a los arcos
do circunferencias o a los segmentos de rectas, pertenecientes a A y ortogonales
a la circunferencia V: \ z | = R%r o c t a s d o L o b a c h o v s k i, o bien,
abreviadam ente: -plano, J£-puntos, «S?-rcetas. Por cierto, a continuación,
en lugar de j?-p u n to airem os sietnpro sim plem ente: punto. E stas denominaciones
quedan justificadas por el hocho de que entre el interior del círculo, sus puntos
y los arcos de circunferencias o segmentos de rectas indicados en la geom etría
de E lididos se verifican las m ism as relaciones que entre el plano, sus puntos
y rectas en la geometría do Lobachevski. Ante todo, en el X -plano se verifican
las siguiontes proposiciones (axiom as de H ilhort *)):
A x i o m a s do u n i ó n :
J|. Para cada dos puntos A y B siempre existe una J2?-recln quo pasa por
A y fí.
I2. Pura dos puntos A y B existe no más de una X -recta que pase por A
y R-
la. En cada i?-recta existen al menos dos puntos. E xisten al menos tres
punios no situados en una X -recta.
A x i o m a s de o r d e n :
TIi. Si j4, B y C son puntos de una J£-recta y B está situado entre A y C.
entonces B tam bién esté situado ontre C y A .
l í a - Si A y C son puntos do una j?-recta, existo al menos n n punto B tal.
ijuo C está situado entre A y //.

*) Véase D. Tí i 1 b e r t. Fundam entos de la geometría.


| 4. GEOMETRIA DB LOBACHEVSKT 155

IIS. Entro tros puntos cualesquiera de una J£-r©cta oxiste uo más do un


plinto situado entro los otros dos.
IT4. Soan A , B y C tros puntos no situados en una JE-recla y a, una Jí-recta
quo no pase por ninguno de los puntos A t B %C\ si ésta posa por un punto del
segmento A B, entonces pasa indispensablemente por un punto del segmento AC
o por un punto del segmento JíC.
Para demostrar que se verifican los axiomas Ii y I2 *)> supondremos prime­
ro que uno do los punios dados, por ejemplo A, coincide con el centro del cír­
culo K. Entonces oí diámetro del círculo que pasa por el punto B será la X -recta
que satisface a la condición lj. Supongamos, en contra del axioma l2, que existe
otra Jf-rccta inás que pasa por los puntos A y B. Esta tendrá que ser un arco
do circunferencia ortogonal a T y, por consiguiente, los radios de T trazados
<1 los extremos de este arco tendrán que ser tangentes u éste. Pero esto es impo­
sible, puesto que cada uno de los radios posee dos puntos comunes distintos
con ol arco (el punto A y uno de los extremos del arco). Supongamos ahora que
ninguno do los puntos A y B c-oincide con el centro del círculo. Entonces, efec­
tuando una transformación do la forma (4.8:1), donde a es el afijo del punto /l,
roduciroos la cuestión al caso que acabamos <10 considerar y, después, mediante
la transformación inversa, obtonomos la única J£-rccta que pasa por los punios
dados (la imagen del diámetro del círculo K en ln última transformación). Deja­
mos a cuenta del lector la comprobación de La justeza do los demás axiomas.
Llamaremos m o v i m i e n t o de L o b n c h e v s k i (abreviada­
mente, X - m o v i m i e n t o ) a cualquier transformación homográfica de la
forma (4.8:1), ©s decir, a la transformación homográfica del círculo K en sí
mismo. Cada X -movímiento transforma biunívocamento el .£*-plano en sí
mismo, do modo que los puntos se transforman en puntos y las J£-rcct&s en
tr o c la s (aquí nos basamos ©n la propiedad homocíclica y en que la transfor­
mación homográfica es conforme). _
Consideremos un conjunto E do juntos del J£-plano y ol conjunto E de los
puntos simétricos a éste respecto del ejo real. Si F es otro conjunto do puntos del
¿-plano, diremos que E e s c o n g r u e n t e a l c o n j u n t o / 'o n o l
s e n t i d o d e L o b a c h e v s k i (abreviadamente: X~c o n g r u o n t ©)
cuando, y sólo cuando, oxiste un ^ m o v im ien to L que transforma F en E o
en Ej de modo que L (F) = E o L (F) — E.
De la dofinición do X -congruencia se deduce quo cada conjunto E es X -
congrucnte a si mismo, y también ni conjunto E simétrico a él con respecto al
eje real. Además, de la definición so deduce quo si E es X -congruente a F\ enton­
ces F os ^-congruente a E . E 11 efecto, si L (F) = £ , entonces F = L~x (£).
y si L (F) = E, entonces también F = L~l (E) y F = L~x (E) = (.£).
Supongamos, finalmente, que E es X -congruente a F y F es X -congruente a G;
demostremos que entonces E es -congruente a G. En efecto, supongamos pri­
mero que F = A (C) y E =» L (F) o "É = L (F). En el primer caso, tendremos
R L A (G), y en el segundo caso, E = L A (G); en uno y otro caso, según la
dofinición, obtenemos quo E_e& ¿-congruente a G. __
Supongamos ahora quo F » A (G); entonces, si Ej== L (F). se tiene E —
- ¿ (f) = L A ((»), y si E L (F), resulta E — L (F) = LA (G). D© nuevo
obtenemos que E es -congruente a G.
*) A nosotros no nos debe desconcertar ©1 hecho do que demostremos
los axiomos. Para nosotros éstos son solamente unos teoremas de la geometría
de Euclidcs, referentes al interior del círculo, a sus puntos y a los segmen­
tos de rectas y arcos de circunferencias situados en este círculo; demostrán­
dolos, tonomos el derecho de aplicar todas las proposiciones y conceptos
conocidos de la geometría de Euclidcs.
15*5 CAP. II LA DERIVA BILI DAD. LAS FUNCIONES ELEMENTALES

Ea resumen, el concepto introducido aquí de «S?-congruencia posee todas


las propiedades do equivalencia, pues ésta es r e f l e x i v a (cada conjunto*
es Jg-congruente a sí mismo), s i m é t r i c a (si £ es Jg-congruento a F, en­
tonces F es ¿-congruente a ¿ ) y t r a n s l l i v a (si £ os Jg-congruouto a F
y F es ¿-congruente a G, entonces E es Jg-congruente a G). Desicpiemos la
relación de congnicncia entre E y F con el signo = . Entonces tendremos: 1>
F. =3 E\ 2) si E s F, entonces F s E\ 3) si E s¡ F y P so G, entonces £ sa C ■
Ahora se pueden formular y domostrar las siguientes proposiciones:
A x i o m a s do c o n g r u e n c i a :
II1,. Si A y B son dos puntos do una Jg-recta o y A' es un punto de i»
misma o de otra £-recta a', entonces en la recta a'. hacia un lado dado del

punto A 't siempre so puede hallar un punto B ' , y sólo uno, tal que ol segmenta
A'B ' sea Jg-congruonto al sogmonto AB.
I l l2. Si AD' = A 'B ' y AB m A ”B~. entonces A B' a A mB".
111a. Sean AB y BC dos segmentos de una Jg-recta a sin puntos interiores
comunes; senil luego A 'B ' y B'C* dos segmentos do esta misma o de otra Jg-recta
a , también sin puntos interiores comunes. Si en estas condiciones, AB s A 'B '
y BC 3 B'C', ontonces también AC m A'C'.
Antes de enunciar los otros dos axiomas de congruencia, demostremos los
axiomas que acabamos de formular.
Aludiendo a la demostración del axioma 11 Ilt designemos mediante C
uno do loa extremos del arco de circunferencia (o del segmento de meta) que
represéntala Jg-rccta a. Según ol ap. 4.7 so puede hallar una transformación del
círculo K on si mismo do modo quo lleve el punto A al centro O del círculo K
y ol punto C al punto R do la circunferencia F de este círculo (fig. 25). Como*
resultado, obtonemos un Jg-raovimiento L que transforma a en la Jg-recta d,
representada por ol diámetro del circulo situado en el eje real, y a la Jg-semi-
rrocta AC, on la ^-semirrecta OR.
Si AC contenía al segmento AB, la imagen B t = L {B) del punto B estará
situada en OR. Sefialemos on la Jg-recta a la semirrecta A'C' que ostá situada
hacia ol lado dado de A'. Sea L' ei Jg-mov imiento que transforma a' en d y
A'C' on OR, y sea B' el punto de la Jg-recta a* para el cual V (B1) *■ B t . Enton­
ces, evidentemente, ol ¿-sogmonto A'B' estera situado en a' hacia el lado dado
de A ' y el Jg-mov imiento L~lL' transformará a7 en a y el segmento A 'B en AB-
Hay que demostrar también quo B ‘ es el único punto que satisface a las
condiciones del axioma. Pero, en cfocto, suponiendo que existióse otro punto
más Bm, situado en la semirrecta A 'C ' y tal quo el segmento A 'B ' fuese con­
gruente a AB, existiría en la semirrecta OR un punto B2 ^ Bt (Bz = L' (£*)>
tal quo OBx = OBt. Do aquí, según la definición, so deduciría que existe un
§ 4. G E O M ETR IA DE LOBACHEVSKI 157

«ff-mov i miento A tai que OBz ■» A (OBi). (La consideración del conjunto
O B i%simétrico a 0 B Z respecto de) eje rea), es aquí superfina, puesto que OBz
coincide con OBz). Esto significaría quo w = A (i) soda una transformación dol
círculo K en sí mismo ta), que el segmento rectilíneo OB, se transformaría en
OB2 y, por consiguiente, ol diámetro situado en el oje real so transformaría en
<1 mÍ9mo. A priori existen dos posibilidades:
1) que el punto O so transformo on O y B% en B z\ entonces [según la fórmula
(4 8:1), donde a = 0 1 A (z) tiene que tener la forma
u>-*A(z) —^ - z ,

y como = rosultu |u>|=^jz|; pero esto contradice al lieclio de que />(


se transiórma on /?2 ( | | ) =H B2 \ );
2) que el puuto B\ se transforme en O y O en /f2; entonces
(a —¡¡i), /í2=A(0) = - Í ^ .

<ie dondo | \ — t i íl i |i¿, | = | B, |, lo cual de nueva contradice a la con-


diciÓn | B z | ^ | Bt |.
Así, pues, la negación de la unicidad dol punto B' en las condiciones dol
axioma III, conduce a una contradicción. Quena establecido ol contenido fun­
damental acl axioma.
El axioma II12 es consecuencia inmediata do las propiedades simétrica
y transitiva de la ¿f-congruencía.
Voamos el axioma I I I . ? . Transformemos a en d mediante uu X -movimiento
L, de moilo que el punto B so transforme en el centro del circulo B t = O y el
punto C en un punto situado en la parte positiva del eio real. Entonces, en
virtud do las hipótesis del axioma, el punto A so transformará en un punto
situado en la parto negativa del eje real. Supongamos que Ai y Ci son los pun­
tos homólogos de A y C (fig. 26). Si consideramos un J£-movimionto análogo,
formado a partir de la J2?-rocta a obtendremos que el punto A 2 estará situado
en la parto negativa del eje real, B z = O y C2 estará situado en la parto positiva
del ojo real.
Do las relaciones A B a A B \ A B =? AiB¡ y A'B* m A 2B2 se deducirá
entonces quo A tBi = A-¿BZ, os docir, A tO s A zO, y, análogamente, CiO m C20 .
Poro Ai y A 2 están situados en d hacia un lado do O. Debido a osto, do A \0 s A ¿O
se deduce que A , = Á 2\ análogamente, obtenemos, C% =■ Cz y. por consiguien­
te, AiC, = A 2C2. Do aquí, finalmente, aplicando la propiedad transitiva de
la «¡¡^-congruencia, obtenemos quo AC ss A C*, como se quería demostrar.
Introduzcamos oí concepto ae i?-ángulo (como fígurA geométrica). Llama­
remos X - k n g u 1 o ul conjunto do dos j?-semirroctu9 h y fe, quo parton de un
**N.
punto A y pertenecen a distintas Jtf-rcctas. El ángulo se designa mediante h. k
o k, h\ el punto A so llama vértice y h y fc, lados dol «¡rf-ángulo (fig. 27).
Evidentemente, los lados do un Jf-ángulo dividen el Jg'-plann on dos re­
giones tolos, quo cualquier par do puntos pertenecientes a una de las regiones
pueden unirse modianto un segmento do «5?-r«cta quo no se corla con los lados
del ángulo (región convexa), mientras que existen paros do puntos, pertenecientes
a la otra región, para los cuales es imposible una unión somojanto (región no
convoxa). Para convencerse de lo dicho, lo más fácil es transformar el punto A
modiante un X -movimiento en Os debido a lo cual las semirrectas h y h so trans­
formarán en radios do la circunferencia. A la primera do las regiones indicadas
la llamaremos interior, a la segunda, región oxtorior dol ^-ángulo. Cercioré-
158 i ;AP. II LA DERIVABILIDAD. LAS PUNCIONES ELEMENTALES

monos do la justczn do los siguientes axiomas planos de congruencia (los axio­


mas considerados anteriormente se Llaman lineales).
lll*. Soan dados un -ángulo hy ky una JC-recta a' y su X--semirrecta h*
que parte de un punto A de erta -recta. Entonces hacia un lado dado de a'
existo una, y sólo una, jf-sennrrocta k* que parte do A , tal que el ángulo h* y A*'
es congruente ai ángulo h%k . Coda ángulo es congruente a si mismo, es decir.
hy k aa hy k y también h y k /*, h.
La formulación do este? axioma y la comprobación do su jusloza son se me
jautos al axioma 1111. Lo único es que en la demostración de la unicidad de la
je-semirreotu k* hay que basarse ahora en la conservación de la magnitud (la
medida) del ángulo en el Jf-mov i miento. Según esto, es evidente que dos X -
óngulos h* y k* y h \ k° cun un vértice común A y un laclo común h \ para los
cuales k* y km están situados hacia un lado do a* y representan distintas X -
semirrectas, no pueden ser «Jif-congruentes.
Consideremos, finalmente, tres segmentos A B y BC y CAy pertenecientes
h distintas Jtf-rectas. Estos segmentos forman un X -triángulo, para el cual
los puntos j4, B y C son los vértice», y A B y BC y CA, los Lados. Si h y k son
unas semirrectas que parten de A y contionen a Los lados A B y A C y ontonces
el ángulo (b, k) se llama ángulo del triángulu ABC c o m p r e n d i d o enln:
los lados AB y A C u o p u e s t o al ludo BC. Dentro del mismo están situados
todos los puntos interiores del triángulo ABC\ se designa mediante BAC o A.
IIFs. Si en los triángulos A BC y A* B' C’: AB = A*B*y AC =r A' C* y BAC =
= B' A* C' y ontonces, ABC - A'B'C* y ACB e A ^ 'B * .
Para comprobar esto último axioma de congruencia, traslademos los
triángulos ABC y A'B'C*, de modo quo los vertiros A y A' caigan al punto
i = 0 y los lados AB y A'B* coincidan con un mismo segmento de la recta OH.
Entonces los lados A B %A D' , AC y A'C* se representarán ñor segmentos do
radios que parten del vórtice común O {A y A*). 5i AC y A 'C f se sitúan en este
caso hacia un lado del diámetro d de la circunferencia que lleva^ el segmento-.
AB = A ’B \ entonces, en virtud de la congruencia de los ángulos BAC y B*A*C,
AC y A*C* tienen que estar situados en una misma X -semirrecta que parte de O.
Por esto coinciden los puntos C y C' (puesto que AC m A'C*) y, debido o la
coincidencia do los puntos A y A ' y C y C', coincidirán los lados AC y A'C'
y también BC y B ' C do donde se deduce la congruencia de los ángulos ABC
y A'B'C* y BCA y B'C*A* (y junto con ello lo congnicncin do los triángulos
misinos). Si AC y A 'C ' se sitúan hacia diversos lados del diámetro </, entonce*,
mullíanlo la transformación de simetría respecto do esto diámetro, llegamos al
caso ya estudiado.
Introduzcamos ahora el concepto de magnitud de un ángulo y longitud
de un segmento. Estos conceptos, que denominaremos con el vocablo general
de «modido», tienen que satisfacer a las siguientes condiciones:
I. La medida tiene que ser un númoro no negativo.
II. La medida no tiene que variar en los J£-movimicntos, es decir, a los
ángulos o segmentos congruentes tienen que corresponder medidas igualos.
II(\ La medida tiene que poseer la propiedad aditiva, en el sentido de
que la medida de un segmento AC tiene quo sor igual a la suma de las medidas
de AB y BC para cualquier punto interior B de esto segmento y la medida del
i 4. OROMETRIA DE LOBACHEV3KI I5t>

ángulo (A, k) tiono quo ser igual a lu suma de las medidas do los ángulos (A, l)
y (l, k) para cualquior semirrecta l quo parla del vértice del ángulo y estécon-
tonida dentro del ángulo.
El problema do la medida de loa ángulos se resuelve con una facilidad cu ­
ticular. Por medida del -ángulo (A, k) se toma la medida euclídea del ángulo
formado por los arcos de las circunferencias que ropresentan h y k. Evidente­
mente, on esto caso se cumplen las condioionos 1 y I í 1 ; en lo que se refiere a la
condición I!f ésta también so cumple debido a la conservación de las magnitudes
do los ángulos en los ^-movimientos.
Consideremos ahora ln medida de los segmentos. La longitud euclídea del
arco de la circunferencia que representa el segmento AB también satisface a las
condiciones 1 y TU. Sin embarco, ésta no satisface a la condición 11, p u e s t o q u e
lo» ^-movimientos fa excepción de la rotación alrededor del punto O y r í e ln
transformación de simetría respecto del diámetro) hacen variar la longitud
euclídea. Para hallur una medida que satisfaga a lodus las tros c o n d i c i o n e s ,
apliquemos lu invariabilidad on los ¿'•movimientos do la razón doble de c u a t r o
puntos situados en cualquier recta o circunferencia euclídea.
Sean a y 6 los afijos de los extremos del segmento AB y sean a y (5 los
afijos de los extremos del arco de circunferencia que lleva este segmento. Elijamos
las designaciones para estos dos últimos puntos do modo que los cuatro puntos:
a, p, a y ó se sitúen on el arco de la circunferencia en el orden a, a, b y p. En
el -movimiento los puntos a, a, b y P se transformarán en nuevos p u n t o s :
a ', a \ b' y p \ ademas, los puntos a ' y P' so quedarán en la circunferencia
y no se alterará el orden relativo de los puntos a ', a \ b' y P' en el arco, en
el quo 9 e transformará ol arco inicial. No variará tampoco la razón doble (a, p.
— a a— a
6, a ) = bb— Demostremos que éste es un número positivo mayor
p * a-
que la unidad. Con este fin, hagamos coincidir, mediante un «^-movimiento,
la J£-recla quo Lleva el segmento AB con el diámetro d situado en el eje mol,
de modo que el punto a se traslade al punto O. Supongamos que, en esto cuso,
el punto a se transforma en R, entonces P se transformará en —R y el punto ó,
on un punto b' tal, quo 0 > bf >■ — R (esto último es consecuencia de la con
scrvaciónde la posición relativa de los puntos do la «S?-rcctacn el «S£-movimien-
to). Obtendremos: (a. p, b. a) = (« , - / ? , b \ 0) =
= jj, > 1, como so quería demostrar. Por lo tanto, la razón dóblela, p,
0. u) como medida del segmento AB poseo las propiedades I y II. No obstante,
fácilmente se observa quo no posee la propiedad aditiva 111. En efecto, pura
un punto C do afijo <r, perteneciente a AB, so tiene:
/ Ü x c — a a — a . 0 , . ó—a e—a
«x. P. *. : — p . (a. P. *. e - p r p : ~ {j
y por consiguiente
(a, P, ó, o)
b— a a — a / f - a a— g \ / b— a c — a ^
í - p : tí~ p " " l c - p : a- pj U - p : 7 ^ p r "
- ( a , P, e, «)-ía. P, ó, c),
o sos, la razón doblo (a, p. b, a) no es igual a la surna do las razones dobles
(a, p, e, a) y (a, p, ó, r), sino a su producto (que. por lo general, no es igual
a la suma).
Pero ahora está claro que se satisfacen todas las condiciones que se exigen
para la medida si se loma por longitud del segmento el logaritmo do la razón
UM) CAP. II LA DEHIVADILIDAD. LAS PUNCIONES ELEMENTALES

<lohle: ln (a, 0, 6 , a). En efecto, como (a, (5, 6 , a) > 1 , se tiene ln (a, 0, b, «)>
> 0. Por otra parte, ln (a, 0, a) no varía en los J£-movimiontos, pues esto
se cumple para (a, 0, 6 , a). Finalmente, para cualquier punto C perteneciente
al segmento Ai?, so tiene:
ln(a, p, 6 , a) = )n(a, 0 , c, a)-fln(cc, P, b, c).
Obsérvese que on nuestra definición de Jf-longitud de) segmento A B (o.
Jo quo es lo mismo, de Jg?-di$tancia entre los puntos A y B) los puntos do ln cir­
cunferencia se pueden considerar como puntos del infinito del X -plan o, En efecto,
fijando on la J£-recta un punto A (a), hacomos al punto B {b) aproximarse
indefinidamente a p (o fijando 2?, hacemos que A se aproxime indefinidamente
a —a
a a). Entonces ln razón doblo (at p, ó, a) crecerá indoíini-
damonlo y, por consiguiente, la ¿^-longitud del segmento AB: ln (a, P, b, a)
(tenderá hacia -hoo.
Continuando la verificación do los sistemas de axiomas de Hilbert para
nuestro modelo de geometría de Lobachevski, omitimos por ahora el IV grupo
de axiomas (el axioma de paralelismo), pasando inmodiataroonto al último,
V grupo do a x i o m a s d e c o n t i n u i d a d .
V| (a x i o m a d e A r q u i m e d e s). Sea A t un punto cualquiera de
una Jff-recta, situado entre unos puntos A y B arbitran amento dados; tracemos
•los puntos A2 , As, A4, • • . do modo que el punto A x esté situado entre A y
A 2 , A 2 entro A x y A3, As entre A¿ y A4« etc. y además, que los segmentos A Ai,
A jA2, A 2A 3, A3 A4, . . . sean congruentes entre sí; entonces en la serie de pun­
tos At, Á3 , Ait . . . siempre existe un punto An tal, que el punto B está situado
■entre A y An.
Para convoncorso de que este axioma es justo es suficiente observar que,
•on virtud do las propiedades II y 11T de la medida, la longitud del segmento
AAn os igual al producto de la longitud del segmento A A t por n. Por consiguien­
te, la longitud ael segmento AAn crece indefinidamente junto con n y el punto
An tiende hacia uno do los extremos del arco que reprosonta la X -recta. Como
el punto B ostá situado entro A y este extremo, resulta que comenzando desde
cierto n en adelante ésto quedara sitando ontre A y An.
Como segundo axioma de continuidad, en lugar del axioma de Hilberl
do plenitud, tomaremos el axioma de continuidad de Cantor.
V2. Si on una X -recta existen dos sucesiones de puntos A ÍT A2t . . .. An,
. . . y 2 ?t, if2, . . ., Bni . . . tales que, cualesquiera quo sean p y q, Bq está
situado entro Ap y B» _i, y Ap entre Bq y Ap entonces en esta J£-recta existe
ai menos un punto C situado entre Ap y Bq para cualesquiera p y q.
Considerando esta proposición como un toorcma do la gooraotría ouelidea,
que expresa una propiodad dol arco do circunferencia que representa a nuestra
¿-recta, nos convencemos inmediatamente do 9u justeza.
Hasta ahora observábamos una semejanza completa do las dos geometrías:
la geomotría de Euclfdos y la de Lobachevski. Esta semejanza so expresaba on
quo todos los axiomas de unión (relativos a la geometría plana), orden de con­
gruencia y continuidad se formulaban ignalmento on estas geometrías. De aquí
so deduce que todos los teoremas do la geometría ouelidea son válidos también
en la geometría de Lobachevski. La diferencia entre las dos geometrías se ma­
nifiesta solamente al considorar los axiomas del IV grupo de la geometría eucli-
doa, procisamonto, el a x i o m a d o p a r a l e l i s m o . Este no se cumple
en la geometría de Lobachevski. Aquí, por cada punto A del X -p la n o , no situado
en la X-recta dada a , se puede trazar un conjunto infinito de X-rectas distintas
ue no tengan puntos comunes con a. Esta proposición queda clara con solo mirar
? afig. 28. Aquí, por el punto A se han trazado dos arcos Aa y AP, ortogonales
* la circunferencia J\ de modo quo cada uno de ellos posee un extremo común
i 4. GEOMETRIA DB LOBAC11EVSKI 1(M

con ol arco aP que roprcscnta la J£-recta a. Los arcos A a y ropresentan X -


roctas quo no tienen punios comunes con la JE-rocta a (recordemos al lector que,
según la definición, son puntos del X -plan o solamente los que están situados en
el interior de la circunferencia T). Estas dos -S?-rectas se llaman X - p a r e l ó l a s
a a trazadas por ol punto A - Cada una de éstas tienen con a un punto del infinito
común (a y p, respectivamente). Evidentemente, toda <£-rccta que pase por A
y esté comprendida en ol ángulo formado por las X -paralelas, no tiene puntos
comunes con a. no sólo finitos sino tampoco del infinito. Las últimas JE-rectas
no se llaman X -paralelaa.
Del hocho indicado se deducen una serie de consecuencias importantes.
Demostremos ante todo el siguiente teorema: la suma de los ángulos de un X -
triángulo es menor que ji. Sea A B C un JE-triángulo con los ángulos a, p y y.

FIG. 28 FIG. 29

Apliquéraosle un J£-movimicnto que lleve el vértice A al centro z = 0 del


circulo. Entonces este JE-tr ¡ángulo tomará la forma indicada en la !¡p. 29.
Evidentemente, el arco B 'C \ que representa la j?-recta en la cual está situada
el lado B C del JE-trióngulo, tendrá la convexidad dirigida hacia el vértice A .
En efecto, este punto es el punto de intersección do las tangentes al arco B'B CC'
trazadas en los puntos B f y C y, por consiguiente,, está situado fuera de la cir­
cunferencia a la cual pertenece ol arco B 'B l C . Uniondo B y C con un segmento
de recta (euclidea), obtenemos un triángulo euclídeo A B C %cuya suma de ángu­
los Á 4- B C es igual a n. Pero a — A , p < B y y < C, por lo tanto,
a + (B+ 7 << ji, como se quería demostrar.
Demostremos otro tcoroma más que no hay en la geometría euclidea: dos
X-triángulos con ángulos iguales son X-congruentes.
Sean ABC y AíB^Cí triángulos con ángulos iguales, es decir, sean a = a lt
p = B4 y y =* Vi. Sometamos estos triángulos a sendos JE-rnovimientos, que
transformen los puntos A y A t en el punto 0, y los lados AB y AtBi en segmentos
de un mismo radio h de la circunferencia T (claro, estos movimientos serón dis­
tintos). Si, en este caso, los lados A C y A tC i no caen en un mismo radío de la
circunferencia, entonces, debido a la igualdad de ios ángulos a y a lf se situa­
rán en radios simétricos respecto de h. Por lo tanto, aplicando a uno de estos
triángulos la transformación do simetría respecto de A, hacemos coincidir a los
radios en los cuales están situados los lados AC y AiCx. Si, entonces, los trián­
gulos no comcidon, nos encontraremos con una de las dos posibilidades señaladas
en la fig. 30.
En el caso a) los lados BC y B%Ct se cortan en cierto punto D, gracias a lo
cual se forman dos JE-triángulos: B D B X y CDC\ (si D coincide con B y Bt o
con C y Cu entonces uno de estos últimos degenera en un punto). Calculando
los ángulos del JE-triánguIo B D B U tendremos, por ejemplo, para el caso repre-
1i —1109
162 CAP. II LA DERIVABILIDAD. LAS PUNCIONES ELEMENTALES

sentado on la fig. o):


B \ —Pi» á ^ . T —p y Ó>0.
Por lo tanto
+ # + ^ —7l + Pi —P-r /5 = n-f-D (puesto que Pi«=P).
Así, pues, hornos Llegado a la conclusión do quo la suma do los ángulos dol X -
triángulo fíDBx es mayor que n, lo cual es imposible.
En ol cuso b), los ángulos dol ¿^-cuadrilátero B B XCCX son:
D= n—P , ¿ i = Pi, C —zi— y y ¿ i = Vi-
Por lo tanto
H- C -\-Ó x = 2n-f~p1— P + Yi — V * 2 n .
Poro la suma de los ángulos de osto mismo -cuadrilátero se puede calcular
dividiéndolo por la ¿^-diagonal B XC en dos ¿?-triúnguios B C B X y B XCC\ y

PIG. 30

hallando la suma do todos los ángulos de estos últimos. Como tiene que resultar
un número menor quo 2n, do aqui obtenemos do nuevo una contradicción.
Resumiendo, como resultado de los -^-movimientos señalados, los X -
triángulos A B C y A \B XCX tienen quo coincidir, es decir, son congruentes.
Para la construcción do la geometría de L obachevski tiene gran importancia
el denominado á n g u l o d e p a r a l e l i s m o . Sea a una ¿?-rocta y A
un punto fuera de ella. Tracemos por A dos ^-p aralelas a a y una J£-porpendi-
cular a a (fig. 31). Las paralelas forman con esta perpendicular dos ángulos
en el punto A . Estos ángulos se llaman ángulos de paralelismo y dependen sola­
mente de la -distancia del punto A hasta la J£-TOcta a (esta distancia se mide
por la ¿^-longitud ó de la perpendicular A B bajada de A a a). Para estudiar
el ángulo de paralelismo como función de ó —esta función 90 designa mediante
n (ó) — aplíquomos el ^-m ovim iento que lleva la ¿?-recta perpendicular a a
al diámetro d de modo quo el punto A se transforme en el punto A ' ■= O (fig. 32).
Entonces las .g-naralelas a a se transformarán en los radios de la circunferencia.
Do ln simetría del dibujo se observa la igualdad de los ángulos entre las J5-
paralelas y la perpendicular A 'B '.
Designemos mediante b' ol afijo dei punto B ' y sea, para fijar ideas, 6' > 0.
Entoncos, para la -distancia del punto A ' hasta la recta a', tendromos:

C= l n ( —i, 1, b’, 0 ) = U n ( * + J •
$ 4. GEOMETRIA DE LOBACHtSVSKI m

do dondo
1± ± / y b'
e « -i
i-b ‘
Tracemos por el punto fl' Ja tangente a la circunferencia unidad hasta su
Intersección con ol eje real en ol punto C \ Evidentemente, C’ será el centro do
la circunferencia cuyo arco representa lo X -recta n \ y C*jy p, su radio.

Como A*$' es un segnicnto tangente a esta circunferencia, resulta: A'{Y¿ —


— A'B' (A'B' ■+■ 2p) o sea.
b' (ó' + 2p),
do donde

—y* 1 __
26' cb_c-6 sh 6 *
2
donde alió es el seno hiperbólico de ó. Definitivamente, del triangulo A ’$'C
hallamos:
n(4)-«retgfi^f-«K lgi¿í .
De aquí se deduce que el ángulo do paralelismo II (ó) está comprendido
entre 0 y :

0 < n< ó) < 4r .


además, IT (ó)-»-
íX a medida que ó /
0 f puesto que sh 6 0,
1

y, por consiguiente, arctg yn (ó) -*■ 0 cuando ó -►c© (puesto que

shft^ 00> y arct*sifft 0)•


11*
164 GAP. II LA D E R IV A B ILID A D . LAS FUNCIONES ELEMENTALES

La fórmula que acabamos de deducir para fl (ó) es básica para toda la geo­
metría do Lobachevski.
Aquí no vamos a desarrollar más la geometría do Lobachevski, recomendan­
do al lector que lea obras especiales +).
4.9. Entre las funciones racionales de grado superior al primero,
en el ap. 3.3 estudiamos la función de la forma w =* (z — a)n, donde
n es un numero natural (n > 1).
Detengámonos también en la función w = ~ (2 + = X(z),
que frecuentemente aparece en la resolución de diversos problemas.
Por todas las aplicaciones de esta función que N. Joukowski halló
para la aeromccánica (véase el cap. V)f se llama f u n c i ó n d e
J oukowski.
Evidentemente, ésta es una función de segundo orden
que satisface a la condición X(z) = X (-i-) . De aquí se deduce que cada
punto del plano w tieno en la transformación w = X (z) dos (no
más de dos) proimágenes Zj y z3, ligadas por la relación zLz2 =* 1. Si
una do éstas pertenece al interior del círculo unidad, la otra per­
tenece a su exterior y viceversa. Por consiguiente, los conjuntos
de valores w — X (z) que se toman en el interior y en el exterior del
círculo unidad, tienen que ser iguales. Demostremos que la función
w a X (z), siendo continua (en el sentido genoralizado) en el dominio
| z | ^ 1 (o | z | > 1) y tomando distintos valores eu los puntos del
recinto | z | < 1 (o | z \ > 1), transforma biunívoca y continua­
mente el recinto | z | <C 1 (o | z | > 1) en cierto recinto G del pla­
no w. Para hallar la frontera T de esto recinto hay que hallar la ima­
gen de la circunferencia unidad y : \ z | = 1. Pero, si
z = í»u f 0 < f < 2 n , entonces w = y (elt - | - e " u ) = co s ¿ (0 < ¿ < 2 n ),

es decir, la imagen de la circunferencia unidad y es el segmento del


eje real l—1, 11, recorrido dos veces. Por lo tanto, se puedo esperar
que el recinto G está formado por todos los puntos del plano w, a ex­
cepción de aquellos que pertenecen al segmento del eje real V :
—1 < 1.
Para demostrar esto, hagamos un estudio más detallado de
esta transformación; con este fin, consideromos (fig. 33) las imáge-
nos de las circunferencias | z | = r y los radios Arg z — a 2á:ji.
Podemos limitarnos a considerar, por ejemplo, el interior de la
circunferencia unidad | z \ *< 1.
Hagamos
z = r^ í, 0 < í < 2 ji (0 < r < 1);
*) N. Lobachevski. Tres obras de g eo m etría . E s tu d io s geom étricos sobre la
teoría de las lin ea s p a ra lela s. Véase también N. Efíinov, G eom etría su p erio r.
| 4. LA PUNCION DE JOUKOWSKI 165

entonces

W~Y [re<
<+T'e~“] =T(t+O 003 4 ( r - r) scn*
o bien
u = y (-^ -+ r) cosí, í>= —y r ) s e n í ( 0 < t< 2 n ) . (4.9:1)
Do aquí, eliminando el parámetro f, obtenemos:
V2
i —1- (4.9:2)

Esta es la ecuación de una elipse con los semiejes a — y ( y + r)

y b — 3" ( y — r) y locos ± 1 . De las fórmulas (4.9:1) se deduce que,

FIC. 33

cuando t crece continuamente desdo 0 hasta 2 n (es decir, que el


punto z describe una sola vez toda la circunferencia | z \ = r en direc­
ción positiva), el punto correspondiente describe una sola vez toda
la elipse (4.9:2) en dirección negativa. En efecto, cuando 0 < í < y ,
u es positivo y decroce desde a hasta 0, mientras que v os negativo
y decrece desdo 0 hasta —6; cuando y < t < j i , u continúa decre-
tie n d o desdo O b a s ta — a, m ie n tr a s q u e v c re c e d e s d e — b b a s ta 0;
cuando ji < T / < T y , u c r e c e d e s d e — a h a s t a O, m i e n t r a s q u e is c r e c e
166 CAP. l í LA DBIUVABILIDAD. LAS FUNCIONES ELEMENTALES

desde 0 hasta 6; finalmente, cuando y < * < 2j i , u crece desde 0


hasta «, mientras que v decrece desde b hasta 0.
Variando ol radio r de la circunferencia | z | = r desde 0 hasta 1,
hacemos decrecer a a desdo oo hasta 1 y b, dosde oo hasta 0; las
elipses correspondientes describirán todo el conjunto de olipses del
plano w con los focos ± 1 . De esto ya so doduce que u? = \ (z) trans­
forma hiiinivocamcnto el círculo unidad en el recinto G que repre­
senta el exterior dol segmento 1\ Además, la imagen del centro del
círculo unidad es el punto del infinito, y la imagen do la circunfe­
rencia unidad es el segmento P (doblemente recorrido).
Para la imagen del radio z = íefu, í < 1, obtenemos pri­
mero la ecuación

u’==T ( T + <) cosa“ í T ( T - í ) se n a ’


o bien
w= t ( t -l’ * )008®* *>=—y ( l — í ) seMa ( 0 < « 1 ) . (4.9:3)
De aquí se ve que las imágenes (lo dos radíos, simétricos respecto
del ojo real (si a uno do ellos le correspondo el ángulo a, entonces
al otro le corresponderá el ángulo —a), también son simétricos res­
pecto del eje real, mientras que las imágenes de dos radios, simétri­
cos respcslo del eje imaginario (si a uno do ellos le corresponde el
ángulo a, entonces al otro lo corresponderá el ángulo n —a), son simétri­
cas respecto del eje imaginario. Por lo tanto, es suficionto considerar
solamente las imágenes de los radios pertenecientes, por ejomplo, al
primor cuadrante: 0 a y .
Obsérvese que para a = 0 se tiene:

Esto es un sem i intervalo infinito del eje real: 1 < C u^ o o . El inter­


valo simétrico a éste — o o ^ u < —1 es la imagen dol radio que
correspondo a a - z .
Para a — y , se tiene:
U — 0, U= — y ( y — t) (0 * ú < < 1 ).

Esto es ol semioje imaginario: — o o ^ v < 0. El otro semioje ima­


ginario 0 < v ^ oo es la imagen del radio que corresponde a a =*
2’
s 4. LA PUNCION DE JOUKOWSKI i 07

En resumen, la imagen del diámetro «horizontal» de la circun­


ferencia unidad es el intervalo infinito del eje real que va desde
el punto —1 hasta el punto + 1 pasando por oot mientras que la ima­
gen del diámetro «vertical» es todo el eje imaginario, a excepción
del origen de coordenadas (incluyendo el punto del infinito).
Supongamos ahora que Entonces, eliminando el
parámetro t entre las ecuaciones (4.9:3), obtonemos:
u* v* (4.9:4)
eos* a sen* a
Esta es la ecuación de una hipérbola con el semieje real a = eos a;
con el semieje imaginario b = sen a y con los focos drl. Sin embar­
go, el punto w no describe toda la hipérbola por completo cuando
el punto z describe todo el radio z = teia (0 t < 1). En efecto,
de las ecuaciones (4.9:3) so deduco que, al crecer t desde 0 hasta 1,
u decrece desde oo hasta eos a, mientras que v croce desdo —oo
hasta 0. Por consiguiente, el punto describe una vez solamente la
cuarta parte de toda la hipérbola perteneciente al cuarto cuadrante.
En virtud de lo observado anteriormente, la cuarta parte pertene­
ciente al primer cuadrante, es decir, la simétrica a la dada respecto
del eje real, será la imagen dol radio simétrico al radio dado respecto
dol eje real, es decir, del radio correspondiente al ángulo —a. Pero
no seria justo decir que toda la rama de la hipérbola que pasa
por el primero y cuarto cuadrantes es la imagen del par de radios
indicados. En efecto, el vértice de la hipérbola u = a, v = 0 no per­
tenece a esta imagen (no olvidemos que nuestros radios se toman
sin sus puntos extremos y que el vértice de la hipérbola es la imagen
de cada uno de estos puntos: t = 1).
Luego obtenemos que las imágenes de los radios quo corresponden
a los ángulos ti — a y a 4- n (o a — n), son las cuartas partos de la
misma hipérbola, situadas en el tercero y segundo cuadrantes.
La hipérbola completa, a excepción de sus dos vértices, es la
imagen do la cuaterna de radios: ±<x, n ± a. Obsérvese que la
imagen de cada uno de los diámetros formados por estos radios será
la parte de la hipérbola formada por los pares de sus cuartas partes
que son simétricas respecto del origen de coordenadas y quo están
ligadas entre sí en el punto del infinito.
| 1\
Resumiendo, la función w = \ (z) — í z J *ransforma blu~
nlvocamente tanto el interior como el exterior del círculo unidad en el
exterior del segmento —1 ^ u ^ + 1 (del efe real).
En este caso, las circunferencias \ z \ = r se transforman en elipses
con los focos ±_\. y semiejes: 1 ± r | , y los pares de diámetros simé-
168 C A P. I I L A D E B IV A B IL 1 D A D . LA S P U N C Iu N E S E L E M E N T A L E S

tríeos respecto de los ejes coordenados (formados por los radios z —


= ± re+ ltt (0 r < 1) se transforman en hipérbolas con los focos
± 1 ^ semiejes | eos a |, | son a | , a excepción de los vértices de estas
hipérbolas.
Como la derivada de nuestra función
u ; = X ' ( Z) = i - ( l - - )

es diferente de cero para z =?¿= =hl, la transformación es conformo en


todos los puntos de los recintos considerados (el interior y el exte­
rior del circulo unidad). De aquí se deduce que las hipérbolas se
cortan con las elipses bajo ángulos iguales a los formados en las
intersecciones de los radios y las circunferencias, es decir, bajo
ángulos rectos. Esta deducción ya se hizo antes (ap. 3.7).
Consideremos también las imágenes de las circunferencias que
pasan por los puntos ± 1 . De la igualdad

®ss t ( * + 7 ) =M *)
obtenemos:
... t _**—2*4-1 _(*-!)* ..... *»+2 * + l (*+ !)*
w — l = ---- 5 ------------— • lü~r i --------2¡----- 2z •
de donde
w —1 t z —i \ 2
w + t ~ Vz - M / *
Fácilmente se observa que esta ecuación es equivalente a la
dada. Haciondo — —z' y —w’, hallaremos que la transfor­
mación w = X(z) puede sustituirse por las siguientes:

»' = £ r . w' = z ' a y S t í - " ' - (4-9:5)


La primera transforma las circunferencias que pasan por los
puntos =fcl en rectas que pasan por el origen de coordenadas, la
sogunda transforma cada una do estas rectas en un rayo que parte
del origon de coordenadas, y, finalmente, la última transforma cada
uno de estos rayos en el arco de la circunferencia que une los puntos
dbl. De las fórmulas (4.9:5) se ve fácilmente que, si ol ángulo entre
la circunferencia y la dirección positiva del eje real en el punto
z 1 era igual a 0, entonces el ángulo en el punto w = 1 entro
su imagen (ol arco de la circunferencia) y la dirección positiva del
eje real será igual a 20 (fig. 34).
Así, pues, la función w = X (z) transforma cada circunferencia y,
que pase por los puntos dzl y que forme en el punto 1 el ángulo 0 con
8 4. LA FUNCION DE JOUKOWSKl 169

la dirección positiva del eje real» en un arco ó de circunferencia que


pasa por los puntos ± 1 y forma el ángulo 26 con la dirección positiva
del eje real. Las mismas fórmulas (4.9:5) muestran que en este caso
cada uno de los arcos do y por separado, con los extremos ± 1 , se
transforma en el mismo arco ó.
Obsérvese que en la primera de las transformaciones (4.9:5)
el exterior de la circunferencia y se transforma en un semiplano,
en la segunda obtenemos un recinto limitado por un rayo rectilíneo
que parte del origen de coordenadas» y, finalmente, en la tercera,

un recinto cuya frontera es el arco ó. Como todas estas transforma­


ciones son biunívocas en los recintos correspondientes, la función
w = X (z) realiza una transformación biunívoca y conforme del
exterior de la circunferencia y (y también del interior de esta circun­
ferencia) en el recinto cuya frontera es el arco de la circunferencia ó
que une los puntos ±1.
Conviene señalar que la función w = X (z) transforma el semicír­
culo | z | C Í , situado en el semiplano superior, en el semiplano
inferior wt y el semicírculo k2 situado en el semiplano inferior, en el
semiplano superior w, Pero, en virtud de la relación X (z) = X ( i ) ,
la función toma en los puntos del semicírculo k2 los mismos valo­
res que en los puntos del semiplano superior que son exteriores al
semicírculo k t. Designando el conjunto de estos últimos puntos
mediante K 2 (fig. 35), so puede afirmar que la imagon del recinto
Kz también es el semiplano superior. Tengamos en cuenta, final­
mente, que la imagen do la semicircunferencia que separa kt y K%
es el intervalo —1 < u < 1, recorrido una sola vez. De aquí se dedu­
ce que la imagen del semiplano superior en la transformación w =
= X (z) consta de los semiplanos superior e inferior y del intervalo
del eje real: —1 < u < 1, es decir, es todo el plano, a excepción del
segmento infinito del eje real que une los puntos —1 y +1 mediante
el panto del infinito.
470 CAP. I I LA D E R IV A B IL ID A D - LAS F U N C IO N E S E L E M E N T A L E S

Como aplicación de las observaciones hechas aquí, proponemos


al lector estudiar la transformación de la franja 0 c o: <C je modian-
te la función w = eos z, considerando esta transformación como el
resultadoJde las transformaciones
Zi = izy u?s=z3= - - ( z 24 ~ ) ,
efectuadas sucesivamente, una tras otra. El lector tiene que demos*
trar que w — eos z transforma biunívoca y conformemente la

FIO. 35

franja indicada en el recinto dei plano w limitado por el segmento


infinito dei eje real que une los puntos —1 y 1 mediante el punto
del infinito.
4.10. Aquí nos detendremos brevemente en las f u n c i o n e s
m e r o m o r í a s t r a s c e n d e n t e s elementales (es decir,
funciones mero mor fas no racionales). Entre las más elcmontalcs
(a excepción de las funciones enteras) figuran, por ejemplo, las fun­
ciones
tg**z —eos z , ctgz
h = sea z ’, sec z = coa
——z , cosec z --=seo
—i —z.
Que éstas no son racionales, se deduce inmediatamente de que cada
una do estas funciones poseo un conjunto infinito de polos, es decir,
de puntos en los cuales la función se hace infinita, mientras que
la función racional posee solamente un número finito de polos.
Las funciones indicadas, así como las funciones enteras eos z
y sen z%figuran en la clase de las funciones trigonométricas. Esta
última se define como la clase de funciones moromorFas / (z) que admi­
ten la representad >n
_ 4m <*iz) + •. ■+«n*nit (410.
IX> <?(<?**) &D+ V 4*+ ^ aU+ ---+*m«m4* * V*
$ 4. F U N C IO N E S T M G O N O M E T R IC A S 171

Está claro quo obtenemos la misma clase al considerar las


funciones expresables on la forma

2 V Jt
F& --------• (4.10:2)
2 b# ik*
—m
Esta última expresión puedo escribirse así:
n
« o + S HaJ~ "->) cos iz + i <a¡— «-j) «en jz\
F ( í - ----- =-------------------------------------------
*0 + 2 eos fc + » sen k:\

H0+ 2 cm -1” scn


----------tn!---------------------------. (4.10:3)
v
60-f cí,s ** " 50,1
i
En ol caso particular, cuando el denominador es constante (en­
tonces so puede suponer que bo es igual a 1), obtenemos un p o 1 i -
nomi o t r i g o n o m é t r i c o :
?*
F (*) -= <*o+ S M ícos Jz 4- ^ j son 72).
Si al menos uno de los números A'n o A"n es diferente de cero, se dice
que F (2) es un polinomio trigonométrico de orden n.
Volvamos a considerar do nuevo la fórmula (4.10:1) y bagamos
eiz = t\ entonces obtenemos:

w - m - S {t)’ ‘ = eí‘’
es decir, una función trigonométrica arbitraria es una función racio­
nal de la exponencial. Evidentemente, toda función trigonométrica
es periódica, de período 2n. Por lo tanto, es suficiente estudiarla
en una franja cualquiera g: xQC x < o*0 ■+■ 2ji. En cada una de
las franjas
gh : x0 + 2á:ji J x < x0+ (2k -+- 1) n
esta función, debido a la periodicidad, tendrá un mismo comporta­
miento. Supongamos que z describo la franja g (incluyendo en ella
la recta x = x0); entonces z¿ = iz describirá una franja z0 < y1 <
< aro 4- 2ji de la misma anchura 2ji, parallela al eje real. Por consi-
172 GAP. I I LA D B R IV A B IU D A D . LAS FUNCIONES ELEM EN TALES

guíente, t = eiz describirá un ángulo de medida 2ji con el vértice


en el origen de coordenadas. Los lados de esto ángulo se confunden
en una semirrecta Arg t — x0 4" 2/cji, que también es recorrida
por el punto t, precisamonte cuando z describe la recta R ez = x0.
Al fin y al cabo, cuando z describe la franja g, t describe todo el
plano, a excepción de los puntos t — 0 y t = oo.
Si N es el orden do la función racional w = S (í), ésta, como ya
se sabe por el ap. 4.1, toma cada uno de sus valores, por lo general,
en N puntos del plano ampliado t. Como en nuestro caso se han exclui­
do los valores t = 0 y t = oo, solamente se puedo afirmar que w
tomará todos los valores, a excepción, posiblemente, de los valores
S (0) y S (oo), para N valores de t (entre los cuales algunos pueden
ser iguales entre si para valores especiales de w).
Pero la correspondencia entre t y z es biunívoca dentro do los
límites de la franja g\ debido a esto la función trigonométrica w =
= S (eil) toma cada valor complejo (a excepción, posiblemente,
de los números S (0) y S (oo)) en N puntos de la franja g y, por con­
siguiente, de cada franja gh. Entre estos N puntos puede haber algu­
nos coincidentes; pero esto último es posible solamente para algunos
valores de w (la cantidad de éstos no es mayor que n ■+■m, donde
n y m son los grados de P (t) y Q (t)\ véase el ap. 4.1).
De lo expuesto se deduce que cada ecuación de la forma
f(z) = S(ei') = A,
donde f (z) es una función trigonométrica const) y A es un número
complejo cualquiera, posee un conjunto infinito de raíces (N raíces en
cada franja gh)y a excepción, posiblemente, de dos valores especiales
de A: A = S (0) y A = £ (oo), para los cuales la ecuación puede no
poseer ninguna raíz.
Ejemplos.
1) / (z) = einz = íw, t^e**.
Aquí S (t) = tn%S (0) = 0, S (oo) = oo y la función S (í) no toma
los valores 0 y oo cuando ¿^=0, oo; debido a esto, f(z) no
toma los valores 0 y oo para ningún valor do z,
2) / (z) = secz = 26 — ~ , t — e*23.
9 W í + e*iz 1-H*

Aquí S (¿) = S (0) —S (oo) - 0 y S (t) no se anula cuando


t=j= 0, / ^ o o . Por lo tanto, /(z) = secz no se anula para ningún
valor de z.
ox
3)
v * i i i a —i
/(z) = t g ^ T - iI7-p7 = T<-n R , 1 *= etz.
| 4. FUNCIONES TRIGONOMETRI CAS 173

Aquí 5 (í) = y , 5(0) = ¿, S ( o o ) = —i y S(¿) no toma los


valores i y —i cuando t=£oo. Por lo tanto, /(z) —tgz no
toma los valores i y — i para ningún valor de z.
,, . coa z _g*i*+g*< <•+ < i = Cix.
4) ' C O S 22 Í4-J-1 *

Aquí S (I) = ^ , S (0) =* S (oo) = 0. Sin embargo, S (f)


se anula también en puntos distintos de 0 y oo, precisamente, cuando

t ~ Por lo tanto, / (z) = toma todos los valores com­


plejos sin excepción (y cada uno de ellos en un conjunto infinito
de puntos).
1 t* 1
Examinemos más detalladamente la función tg z = y ¡T+i
(t =■ ¿u). En la fig. 36 está representada la superficie u = | tg z |,
es decir, el relieve de la tangente *). Para obtener la transformación
w =* tg z, representémosla en forma de las siguientes transformacio­
nes, realizadas sucesivamente una tras otra:
£ = iz , t = et, í, = í*, w = t2= Y r ^ \ ■
♦) El dibujo so ha copiado de las «Tablas de funciones» do lahnke y Emde.
174 CAP. II LA DEJUVABELIDAD. LAS FUNCIONES ELEMENTALES

Si g ©s la franja x0 ^ x x0 + K clondo 0 <c h ^ n, entonces


£ = iz transforma a ésta en la franja aro < 7) x * + K t = £
transforma esta última franja en un ángulo de magnitud h con el
vértice en el origen de coordenadas y con los lados Arg t = x0 -f-
4- 2¡en y Arg t — ¿r0 4- h 4- 2nn\ por otra parte, la transformación
ti " tz nos da un ángulo de magnitud 2k con los lados Arg ¿t =
= 2x0 4- 2Jen y Arg t{ ~ 2z0 4- 2h 4- 2fin y, finalmente, u; =
—— j , como transformación homográfica, transforma los

FIG. 37

lados del ángulo en arcos de circunferencias que unen ios puntos


w = i (ti = ()) y w = —¿ (ti = oo), y el mismo ángulo, en una
lúnula circular (biángulo) con los mismos ángulos 2h. Como la deri­
vada — —2 i y Arg ( —2¿) = — - ^ 4 “ Ihs tangentes
a las curvas que parten del punto U = 0 giran on la transformación
w= — el ángulo — ■—; por esto, las tangentes a los arcos de
las circunferencias que limitan el biángulo tienen que formar con
la dirección positiva del eje real, on el punto iv — i, los ángulos
2tf0 — 4r
A y 2:&o 4-2& — ~¿ . Con estos condiciones, el biángulo con los
vórtices i y —i queda completamente determinado (fig. 37).
Cada una de las transformaciones consideradas por separado
es biuiuvocu y conforme. Debido a esto, la transformación resultante
w — tg z transforma biunívoca y conformemente la franja x0 ^ x =
— lie z xQ 4- h de anchura h (h ^ ji) en un biángulo circular de
ángulos iguales a 2h, con los vértices en los puntos —i y i.
| 5. PUNCIONES MULTIFORMES ELEMENTALES 175

En particular, si h = , los ángulos del biángulo se convierten


en n, y el biángulo mismo, en un círculo o en un semiplano. De aquí
se deduce que la función w = tg z transforma cada franja x0 < x <Z
< Xq + y de anchura y en un círculo o en un semiplano.

§ 5. FUNCIONES MULTIFORMES ELEMENTALES


5.1. Las funciones enteras y meromorfas w —/ (z), estudiadas
en los apartados anteriores, toman por lo general un mismo valor w
en unos cuantos (dos o más) puntos del plano z. Forma una excepción
solamente la función homográfica, que realiza una transformación
biunívoca dol plano ampliado sobre sí mismo. Dejando de un lado
esta excepción, en todos los demás casos la transformación inversa
z = / -1 (u?) no es unívoca. Esto significa que las íuncioues inversas
a los consideradas son multiformes.
Para que sea posible aplicar a las funciones multiformes los
conceptos y resultados obtenidos para las funciones uniformes,
es necesario saber separar las r a m a s (o d e t e r m i n a c i o ­
n e s) u n i f o r m e s d e e s t a s f u n c i o n e s .
tío aquí cómo se consigue esto ordinariamente.
Sea z = f (ü?) una función definida, uniformo y continua (en
sentido generalizado) en un recinto G del plano ampliado. Suponga­
mos que se ha conseguido dividir de algún modo el recinto G en un
conjunto finito o numerable do recintos gi, • • ■» <lue carecen
do puntos comunes dos a dos, de modo que cualquier punto dol
recinto G sea interior para un solo recinto gk o sea punto frontera
común al menos para dos recintos gj o ghl y que en cada uno de estos
recintos la transformación z — f (w) sea biunívoca. Entonces la
imagen de cada gh será también un recinto f (gk) = Gh (en el cap. V
esta afirmación fue demostrada con la condición de que / (w>) sea
analítica) y toda la imagen / (G) se cubrirá por los recintos Gh
y también por las imágenes de las partes comunes de las fronteras
de los recintos g*.
Consideremos la función inversa w = F (z) en cada uno de los
recintos Gh definiéndola por la condición complementaria de que
sus valores pertenezcan a gk, que es la preimagon del recinto Gk-
Entonces la función F (z), generalmente multiforme, se expresará
mediante unas cuantas, posiblemente infinitas, funciones Fh (z)
uniformes y continuas (en sentido generalizado). A cada una de
éstas llamaremos r a m a (o d e t e r m i n a c i ó n ) u n i f o r ­
mo do la función F (z) en el recinto correspondiente Gh. Es impor­
tante tener en cuenta en esta definición que el carácter do los recin­
tos Gk% y también el do las ramas uniformes Fh (2 ) de la función,
dopende esencialmente de la forma en que se ha dividido el recinto G
176 CAP. II LA DBRIVABILIDAD. LAS FUNCIONES ELEMENTALES

en recintos g*. En los casos más elementales, el recinto G admite


una división en recintos g* tal, que los recintos correspondientes Gh
coinciden entre sí. Supongamos, por ejemplo, que Ghl, Gk2, . . .
coinciden con un mismo recinto G'. Entonces la función multi­
forme w = F (z) posee muchas, posiblemente infinitas, ramas uni­
formes en el recinto G \ precisamente: F (z), Fk2 (z), . . .
A todo lo dicho anteriormente hay que añadir que para una fun­
ción continua arbitraria z = f (z¿>) la división del recinto G en
recintos gkt que satisfagan a las condiciones indicadas anteriormente,
es generalmente imposible. Sin embargo, cuando la función z —
— f (w) es analítica en el recinto G (a excepción de puntos aislados
on los cuales ella puede ser igual a oo), en el ap. 3.4 del octavo
capítulo se demostrará que semejante división siempro es posible
y además de infinitos modos.
A una función z = / (w), analítica en cierto recinto g (a excep­
ción, posiblemente, de los puntos en los cuales ella es igual a oo)
y que tome en distintos puntos del recinto diferentes valores
if i) ¥= í (itf*)) si Wt wt y wu £)> llamaremos u n i v a ­
l e n t e e n e l r e c i n t o g. Si existe en el recinto al menos
un par de puntos distintos on los cuales / (w) toma un mismo valor:
/ (w>i) = / w i ^ u>t , diremos que la función es m u l t i v a -
l e n t e en este recinto.
El hecho al que alegábamos anteriormente, se puede enunciar
así: si una función analítica z = f (u?) es multivalente en un recinto
Gt éste puede dividirse en un conjunto finito o numerable de recintos
en cada uno de los cuales / (u>) es univalente. Los recintos correspon­
dientes gh se llaman r e c i n t o s d e u n i v a l e n c i a de
la función f (w).
Por lo tanto, el método descrito anteriormente de separación
de ramas uniformes siempre es aplicable a las funciones que son
inversas respecto de las multivalontos.
En este párrafo se ilustrará el método indicado para el caso de
funciones elementales; mas no tendremos que basarnos en el teorema
que se ha señalado sin demostración, puesto que la división del
recinto G on recintos de univalencia se obtendrá cada vez aplicando
las propiedades conocidas de las funciones elementales.
Además de las funciones inversas a las elementales, estudiaremos
también aquí otras funciones multiformes, obtenidas como funcio­
nes compuestas de la forma qn|> (z) (donde <p (z) o ij> (z) son funciones
inversas de las elementales), o como combinaciones racionales
de tales funciones.
5.2. Consideremos el radical w = V z, que representa una fun­
ción inversa a la función potencial z = wn (n es un número natural,
mayor que la unidad).
$ 5. FUNCIONES MULTIFORMES ELEMENTALES 177

Para cada z, distinto de coro e infinito, ol radical posee n valores


distintos, dados por la fórmula
u, ^ ( eos ^ v isen * £ -! ) • (r*.2:1)
Cuando z = 0 o z = oose obtiene cada vez un solo valor de la
función, w — 0 o w = oo, respectivamente. Los n valores (5.2:1),
que representan aquellos puntos del plano w en los cuales wn toma
un mismo valor z, se sitúan en los vértices do un polígono regular
de n lados inscrito en una circunferencia | w | — ? ' +\ z |.
Recíprocamente: los vórtices de cualquier polígono regular de n
lados con el centro en ol origen do coordenadas so pueden considerar
como n valores de y z . Debido a esto, un recinto g del plano w será
un recinto do nnivalencia para z = wft cuando, y sólo cuando, de
los n vértices de cualquier polígono regular con el centro w — t)
éste contieno no más do un vórtice.
Evidentemente, a esta condición satisface cada ángulo de medida
— con el vórtice on el origen de coordenadas. Tracemos desdo ol
origen de coordenadas n rayos rectilíneos que formen entre sí ángulos
iguales. Entonces hallaremos que todo el plano, on el cual está de­
finida la función multivalcnlc z = wn%se dividirá en n recintos
de unívalencia do esta función: gJt g2, . . ., gTl. La imagen de cada
uno de éstos será un mismo recinto G' dol plano z cuya frontera es
un rayo rectilíneo L que parto del origen de coordenadas. Si el
recinto gh está limitado por los rayos que forman los ángulos tyy +
í y <Po+ —■ con la parte positiva del eje real, entonces
el rayo L formara con la parto positiva del eje real ol ángulo nq0.
De acuerdo con lo dicho en el ap. 5.1, obtendremos en el recinto
G’ n ramas uniformes de la función y z. Cada una de ellas: y z
k
(k = 1, 2, . . ., n) se determina completamente por la condición
de que sus valores w - V z pertenecen al recinto gh. Como z = u n
u
posee derivada diferente de cero en todos los puntos del recinto
gk: z' = mi**1"1, las ramas z también poseerán derivadas diforen-
u
tes de cero:
(7 V )' =
n tr /,*)""
Tomemos ahora un sisLeina de rayos rectilíneos que partan del
origen de coordenadas, y que se obtiene del anterior mediante una
rotación alrededor del origen de coordenados en un ángulo a, 0 <
12—1199
178 CAP II LA DERIVABILIDAD. LAS PUNCIONES ELEMENTALES

Entonces el nuevo sistema dividirá el plano w en n


recintos du . . dnt cada uno de los cuales dh tendrá partes comunos
con dos recintos vecinos gk y g k+t (si k = «, entonces gn+i debe
sustituirse por gt) (fig. 38).
La imagen do cada uno de los recintos dh del plano w será un
mismo recinto D \ limitado por el rayo rectilíneo M que parte del
origen de coordenadas y forma con la parte positiva del eje real

el ángulo nrpo -f* noc. En este recinto también obtendremos n ramas


uniformes de la función cada una de las cuales se determina
porquo sus valores pertenecen al recinto correspondiente dh. Desig­
nemos estas ramas mediante Estas son diferenciabas en D*
y para sus derivadas se tiene:

Comparémoslas con las ramas ^ z ; como parto de la prcimagen


h
dk del recinto D' en ol plano w pertenece al recinto gk y porte al
recinto gh+i% la rama (J^z)* en la parte del recinto D' que repre­
senta la imagen de la parte común de los recintos dk y gh, coincidirá
con \ f z, mientras que en la otra parte del recinto D' (que representa
5 5. FU N C IO N E S M U L T IF O R M E S ELEM ENTALES 179

la imagen de la parte común de los recintos dh y gk+,) coincidirá


con
to-M
Vemos, pues, que al sustituir unos recintos de univalencia por
otros cada nueva rama uniforme se obtiene mediante la unión
de la parte de definición de una de sus ramas anteriores con la parte
de definición de otra rama anterior.
Si el ángulo de rotación a = 0, entonces dk coincide con ght Df
coincide con G* y cada rama {^rz)h coincido con / z. Cuando el
h
ángulo a, aumentando continuamente, se aproxima a el recinto
dk so aproxima a gk+u el rocinto correspondiente D' se aproxima
a G’ y la rama z)k en mayor y mayor parte del recinto D' coin­
cide con la rama \íz (en lugar de gn+i y \íz se debe tomar gt y / ! ) .
fe-H n+l I
Cuando dh coincide con gk+u D' coincide con G' y
la rama se convierte en la ram ada.
M-i
También se puede observar el paso de una rama ^ z a otra y^z
h fc-f-l
haciendo describir al punto z una circunferencia completa con el
centro en el origen de coordenadas. Si el valor de en el punto
2q se suponía perteneciente a la rama / z y se representaba por el
h
punto w0 del recinto gk:
u > o = ^ r ^ ( CM- ^ + ise n -íír) *
al moverse continuamente el punto z por la circunferencia | z \ «=
= | z0 | en la dirección positiva, el valor correspondiente del radical
w = Y \ zq \ ^cos-^-f-isen-2.)

variará continuamente junto con qp, y después de un recorrido


completo al volver el punto z a la posición inicial z0» &1 valor
del radical se convertirá en

»t= V fc1 ( 0 0 S * ± S i+ Í 8 « a ± ^ ) .
Este último se obtiene de w0 mediante una rotaciói^ alrededor
del origen de coordenadas en el ángulo ; por consiguiente, el
12*
180 CAI* II LA DER1VAB1LIDAD. LAS FUNCIONT.S RLQMT5XTALIÍS

punto Wi pertenece al recinto g*+t, vecino de gjl%y es el valor de


la rama ^ z en el punto z0.
Esta conclusión se puede aplicar a cualquier punto del recinto
G’j de donde se deduce que al recorrer el punto z una circunferencia
de cualquier radio con el centro en el origen de coordenadas, los
valores de variando continuamente, pasan de la rama a la
h
rama V z .
fc+i
Se necesita un recorrido n-múltiple del punLo z alrededor dol
punto 2 = 0 en la dirección positiva para que las ramas del radical
1^2, sustituyéndose una por otra ( y z por yr z%/ z por \^z, . . .
h h-f 1 h-j-1 fc-f-2
)/"z por ^ z , . . z por V z ) yvuelvan a las rumas iniciales.
n 1 h—1 li
El punto que posee la propiedad de que un recorrido completo
(do una vuelta) por una curva cerrada de Jordán alrededor del punto,
en cualquier ontorno del mismo, sustituye una rama continuamente
variable de la función multiforme por otra rama de esta función,
se llama p u n t o d e r a m i f i c a c i ó n d e l a f u n c i ó n .
El hecho de que después de dar n vueltas en una misma dirección
obtenemos la rama inicial, se expresar diciendo que el punto dado
de ramificación es de orden finito, precisamente de o r d e n n — 1,
llamándose punto a l g e b r a i c o d e r a m i f i c a c i ó n * ) .
Resumiendo, el puuto z = 0 es un punto algebraico de ramifi­
cación do ordon n — 1 para la función nf z .
Evidentemente, el punto z = oo también se puede considerar
como punto algebraico de ramificación de orden n — 1 do la fun­
ción ^ 2 , puesto que cada recorrido alrodcdor del mismo a lo largo
de una circunferencia de radio arbitrariamente grande con el centro
en el origen de coordenadas es a la vez un recorrido alrededor del
origen de coordenadas. Por esto, la función multiforme w = V z
posee dos puntos de ramificación en el plano z: z = 0 y z — oo.
ambos de orden n — i.
Las ramas uniformes de esta función descritas anteriormente
fueron construidas para los recintos del tipo G' o D \ cuyas fronteras
representaban un rayo rectilíneo que unía ambos puntos de ramifi­
cación. Se obtiene un tipo más general de un recinto semejante si
en lugar de un rayo rectilíneo se traza una curva de Jordán arbitra­
ria del plano ampliado que una los puntos 0 y oo. Sea T esta curva
•) El último concepto supone también que en el punto dado existe el Jíniito
de la función (finito o infinito).
§5. PUNCIONES MULTIFORMES ELEMENTALES 181

y Gy ol recinto limitado por ella. Si z describe la curva V desde el


11 r —
punto inicial (0) hasta el final (oo)> entonces los n puntos w = v z
que lo corresponden describen n curvas de Jordán yh que unen el
punto 0 con el punto oo. Estas curvas no tienen otros puntos comunes,
además de 0 y o o , y forman a pares (y* con Ya+i) curvas de Jordán
corradas del plano ampliado.
Soa gh aquel de los dos recintos limitados por las curvas y!t
y y,l + | que no contieno a las curvas Yi» • * Y a- i« Y a+ i .......... Y»-
Al girar el plano z alrededor del origen de coordenadas el ángulo
la curva y k% debido a su construcción, pasa a yi-M» Ia curva y^+zi
a Yfc+s y el recinto gh al recinto gh-\-\- Como gft y gh+1 no tienen pun­
tos comunes, ninguno do estos recintos contendrá un par de puntos
quo pasen uno a otro como resultado de tal giro. Por esta razón,
todos los recintos gh (k — 1, 2, . . ., n) son recintos de univalen-
cia para z = wny y obtenernos n ramas uniformes de la función p^z
en el recinto G, exigiendo que los valores de cada rama pertenezcan
al recinto correspondiente gh- Para fijar una rama es suficiente seña­
lar el valor de z on un punió cualquiera z0 dol recinto G; si esto
valor es w0t existirá uu recinto único gh que contendrá el punto i/?0,
y junto con él una rama única V~z en el recinto G, que tomará el
valor wQeu el punto z0. So obra de este modo, precisamente, cuando
se desea fijar una rama determinada y^z on un recinto del tipo G.
Sean \Tz y y^z dos ramas de y~z en el recinto G y supongamos
h i
que sus valores en cierto punto z0 son iguales a w‘0 y respectiva­
mente. Como
^ = V Z z = V j T \ ( eos « * ± ^ 5 H- i sen ) ,
= P V - V 3 T \ (eos •£ S ± ^Ü + i so„ I d l 2 ü S ) ,
donde m9 y m” son números enteros, el valor w"0 puede obtenerse
de w’0 multiplicándolo por
q = eos 2 (w*— mf) n -I- i sen 2(m*—m') n
n n
os decir, por uno de los valores de y^l. Pero, al multiplicar la fun­
ción i / z por el número q so obtiene, evidentemente, una fuución
q yvi, uniforme y continua en el recinto G, cuyos valores represen­
tan V z y pertenecen al mismo recinto al cual pertenece el punto
q V zq ~ za. Por consiguiente, ii " /z = |Kz en todo el recin-
h i h i
182 CAP. II LA DERIVABJUDAD. LAS FUNCIONES ELEMENTALES

to G. Vemos, pues, que las dos ramas de Y z en un mismo recinto G


pueden obtenerse una de otra multiplicando por cierto valor de K l.
Todas las conclusiones de este apartado se extienden, con las
evidontes variaciones correspondientes, a las funciones de una forma
más general:
w = nyrz —a o bien
Recomendamos al lector estudiar estos ejemplos, observando
que estas funciones son inversas a las funciones z — a + wn y z =
= , para las cuales ios recintos de univalencia son los mismos
que para la función z = wn. Hay que observar en este caso que los
puntos de ramificación de la función w = Y% — fl son a y oo, y los
n/z a
puntos de ramificación de la función w = J / son a y b, y que
la separación de una rama uniforme de la función es posible en
cualquier recinto cuya frontera sea un arco de Jordán que una los
puntos de ramificación.
5.3. Para aclarar mejor ol concepto de punto de ramificación,
consideremos la función multiforme
u > ~ f(z)= V P (z)t (5.3:1)
donde P (z) es un polinomio arbitrario. Sea N el grado de este
polinomio, au aa, . . am, todos sus ceros distintos y a 4, a a, . . .
. . . a m, sus órdenes de multiplicidad (at 4- a 2 + . . . -f- a m =
= N). Entonces P (z) puede expresarse en la forma
P(z) = A { z - ai)u' . . . (z—am)ar'\
de donde
/ (2) = V A { z - a >)ai . . . (z—am)°m- (5-3:2)
Consideremos una curva de Jordán cerrada arbitraria y (por
ejemplo, una circunferencia) que no pase por ninguno de los puntos
ah (k = 1, . . ., m). Supongamos que z recorre una vez esta curva
en una dirección determinada. Fijemos los valores de los argumentos
para z — at, . . ., z — am en algún punto z0 de la curva y. Sean
estos valores <p[°\ . . ., <p{£\ Al recorrer el punto z la curva y,
el ángulo rptt entre el vector z — ah y la dirección positiva del eje
real variará continuamente, partiendo dol valor inicial <pj,0>, y como
resultado de recorrer una vez la curva y éste volverá a tomar el valor
inicial q>¡,#> (si el punto ah estaba situado en el exterior de y) o bien
adquirirá un incremento ±2*1 (si el punto ak estaba situado en el
5 5. FUNCIONES MULTIFORMES ELEMENTALES 183

interior de yk) *) (fig. 39). El signo H-o — dol incremento depende


solamente de la dirección del recorrido de la curva 7; llamaremos
positiva la dirección según la cual los ángulos correspondientes
adquieren un incremento positivo 2n. Supongamos, para fijar ideas,
que el punto z describe y en la dirección positiva. Si ninguno de los
puntos ah está situado en el interior de 7, entonces todos los ángulos
<pA, después del recorrido, volverán a sus valores iniciales <pí*0>, y la
función / (z) (5.3:2) volverá a tomar su valor inicial. De aquí se
deduce que ninguno do los puntos finitos £ del plano, distintos de
ak, puede ser, punto de ramificación para esta función. En ofccto,

para tal punto se puede señalar un entorno del mismo que no conten­
ga ningún punto ak\ entonces el recorrido a lo largo de cualquier
curva de Jordán cerrada 7, que pertenezca a este entorno y contenga
en su interior al punto £, conservará la rama elegida de nuestra función.
Así, pues, ningún punto finito 5, distinto do todos los puntos ak,
puede ser punto de ramificación para la función f (z).
Consideremos ahora un entorno tan pequeño de algún punto ah
que en él no estén contenidos otros {puntos: ait . . ak- 1%ak+u
. . ., am. Entonces, al recorrer una curva 7 que pertenezxa a este
entorno y contenga ak en su interior, el ángulo cpA variará en 2n,
mientras que los demás ángulos <pt, . . ., (ph_lt <pfc+1..........q)m,
volverán a tomar sus valores anteriores. De aquí se deduce que,
como resultado del recorrido de la curva 7, el argumento de la
expresión subradical que figura on Ja fórmula (5.3:2) variará en
2jiaÍT y por consiguiente, el radical (5.3:2) adquirirá el factor
COs Ti -1- i sen ^7*n
, que, evidentemente, es diferente de la unidad
cuando, y sólo cuando, a h no es múltiplo de n. Así, pues, cada cero
ak del polinomio P (z), cuyo orden de multiplicidad a* no sea un
número entero múltiplo de n, es un punto de ramificación de la
*) Todo esto se comprueba fácilmente en los casos más simples (por ejemplo,
cuando y es una circunferencia, una elipse o un polígono), y puede demostrarse
en ol caso más general.
184 CAP. II LA DERIVABIL1DAÜ- LAS FUNCIONES ELEMENTALES

función / P (z). Para determinar el orden do este punto, supongamos


que ófc (óft <C n) es el máximo común divisor do a* y n. Entonces,
haciendo ath — 6kaí y n — ühvh (v* >►1), escribimos el binomio
eos n _j_ ¿ Sün n en ia forma eos \ h + ¿ sen v/i .
Como resultado de un recorrido p-múlliple de la curva y en una
misma dirección. Ja función f (z) adquirirá el factor eos ^ aht
, yfi
4- i sen én*!i£ que, evidentemente, será igual a la unidad cuando,
y sólo cuando, p os múltiplo de \ h. El menor valor correspondiente
do p es v*. De aquí que el orden del punto de ramificación af, es vft — 1.
Consideremos, finalmente, un entorno del punto del infinito
que no contenga ningún punto ah% y en este entorno, una curva
de Jordán y que contenga en su interior todos los puntos ah. Entonces
el exterior de y contendrá al punto oo y no contendrá a ninguno de
los puntos ah. Hagamos un recorrido simple (una vuelta) de la
curva y. Todos los ángulos <p adquirirán el incremento 2ti, por con­
siguiente, el argumento de la expresión subradical en la fórmu­
la (3.3:2) variará en 2n (tx¡ 4- a 2 4- . . . -p a m) y toda la función
/ (z) adquirirá el factor
eos * ( « . + - + « » ) + i SCI| ( « ,- ■ - ■ ■ ■ + « ,) = c o s 2nN 2n #
n n n n
Este será igual n la unidad o distinto de la unidad según que N
sea múltiplo de n o no lo sea. En el primer caso, oo no sera, y, en el
segundo cnso, será un punto de ramificación de la función / (z). Sí d
es el máximo común divisor de N y n (ó < n) y n =* 6v, entonces
el orden dei punto del infinito, considerado como punto de ramifi­
cación, sera igual a v — 1.
Hemos observado que, cuando a* es múltiplo do el recorrido
de la curva de Jordán y. que contiene en su interior al punto ah
y no contiene a ninguno do los demás plintos a¿, no altera el valor
de / (z). Del mismo modo, si N es múltiplo de », el recorrido de una
curva y que contenga en su interior a todos los puntos ah, no altera
los valores de / (z).
Supongamos que, on general, a/tl, . . ., ak ^ es un grupo tal de
puntos do ramificación, para los cuales la suma apt| 4- . . - + auq
es múltiplo de n; entonces el recorrido de cualquier curva do Jordán
cerrada y, que contenga en su interior a los puntos indicados y no
contenga ningún punto ak distinto do ellos, no puede alterar los
valores de / (z). Por esta razón, en cualquier recinto O que contenga
solamente a aquellas curvas de Jordán cerradas que no abarcan en
su interior a ningún punto de ramificación akt o bien, que abarcan
s 5. FUNCIONES MULTIFORMES ELEMENTALES 185

un grupo do puntos de ramificación, para ios cuales la suma do sus


números respectivos a k es múltiplo do n, os posible separar ramas
uniformes de la función / (z).
Para esto es suficiente fijar un valor w0 de la función / (z) en
uno do los puntos z0 de este recinto. Entre las n imágenes / (iG)
del recinto G en el plano wt una contendrá al punto i¿>0; supongamos
que esta imagen es gh. Entouccs. la rama uniforme de la función
/ (z) en el recinto G quedará completamente determinada si se exigo
que todos sus valores pertenezcan a gk. El valor de esta rama en
cualquier punto z¡ del recinto G se puede obtener también del si­
guiente modo: Unamos el punto z0 con o) punto zt mediante alguna
curva continua yt perteneciente al recinto G, y recorramos esta curva
desde el punto z0 hasta el punto atendiendo a que el valor co­
rrespondiente de / (z) varíe continuamente comenzando desde el
valor Entonces llegaremos al punto Zj con uno de los n valores
de / (z), que designaremos con wx. Este valor depende solamente del
valor tPo elegido en el punto z0 y del mismo punto Zj y no depende
de cómo .se haya elegido ol camino que una z0 con zt, y, por consi­
guiente, representa una función uniformo do z¡ en el recinto G.
En efecto, si ya es otra curva que una z0 y z¡ en el recinto G, entonces
al recorrer la curva cerrada y, formada por yj y ya, obtendremos
primero, moviéndose desde z0 hasta zt a lo largo do ylt el valor wx
en el punto Zj, y después, moviéndose a lo largo de y2 desdo zx hasta
z0, tendremos que volver al valor inicial w$ (puesto que, según la
condición el recorrido por una curva cerrada en el recinto G no
puede conducir a la variación do ios valores de la función / (z)). De
aquí se deduce que, moviéndose a lo largo do y2 desde z0 hacia z*,
obtendremos en el punto zx al mismo valor u\ que so obtenía al
moverse a lo largo de Yi-
Aclaremos lo dicho con ejemplos:
1. w = V^(l — z2) (1 — kzz2), donde 0 < h < 1. Esta es una
función biforme con cuatro puntos de ramificación: ±1» ifc-y.
N ~ 4 es múltiplo de n = 2, por lo cual oo no es un punto do rami­
ficación.
Como todos los números a /t son iguales a 1 (±1, ± 4 * son ceros
simples de la expresión subradical), ol recorrido a lo largo do cual­
quier curva cerrada y que contenga en su interior solamente a dos
puntos de ramificación, no altera los valores de la función. Por
esta razón, es posible separar sus ramas uniformes, por ejemplo,
en el recinto G cuya frontera consta de los dos segmentos:—-j-
^ x —1 y 1 < i < y , o en el recinto G' cuya frontera consta
186 GAP. II LA DERIVABJLIDAD. LAS PUNCIONES ELEMENTALES

de los segmentos: —1 x <; 1 y el segmento infinito del eje real


•quo une los puntos — y y -^-mediante ol punto del inifinito (fig. 40).
En el primero de ellos, las ramas A (z) y / 2 (z) pueden distin-
;guirse por el valor que toman éstas en el origen de coordenadas.
Por ejemplo, f t (0) — 1 y / 2 (0) = —1.

(z)

FIG. 40

2. w = ViT< — g& — g3, donde g2 y g3 son unos números com­


plejos que satisfacen a la condición g* — 27gJ ^ 0, lo cual significa
■que el discriminante del polinomio 4z9 — gzz — g3 es diferente de
♦cero y, por consiguiente, son distintos los ceros ll%l2 y l3 de este poli­
nomio. Como en este ejemplo N = 3 no os divisible por n = 2, el

FIG. 4i

punto oo también es un punto de ramificación. De nuovo el recorri­


do a lo largo do una curva de Jordán cerrada en torno de cualquier
par de puntos de ramificación no hace variar los valores de la fun­
ción. Por esto, uniendo con curvas de Jordán yt y y 2 el punto l\ con
A y ¿3 con oo, obtenemos un recinto G con la frontera compuesta
por Yi y y2, en el cual es posible separar las funciones uniformes de
la función dada (fig. 41).
3. Consideremos la función inversa respecto de la función z —
= y (u? -h y ) , es decir, w = q>(z) = z + V 1- Esta es una fun­
ción bi forme, que posee los mismos puntos de ramificación que la
íunción V # — 1, o sea, ±1*
i 5. FUNCIONES MULTIFORMES ELEMENTALES 187

Para obtener el recinto G en el cual se pueden separar las ramas


uniformes de la función considerada, unamos los puntos — 1 y 1
mediante un segmento finito del eje real. Se obtiene un recinto que
se transforma biunívocamente mediante la función w = z -}- K z2—1
en cada uno de los dos recintos: el interior del círculo unidad
y su exterior (g¿) (véase el ap. 4.9). Se puede separar cualquiera de
ellas fijando uno de los dos valores de w en un punto cualquiera del
recinto G, por ejemplo, en el punto del infinito. Como se ve cu la
fórmula z — y(u> + -jj-) , * toma el valor oo cuando w = 0 o cuando
w = oo. Por esta razón, una de las ramas de la función <p (z) se
caracteriza porque, para ella, q> (00) = 0; ésta transforma G en el
interior del círculo unidad. La otra rama se caracteriza porque,
para ella, q> (00) = 00; ésta transforma el recinto G en el exterior
del circulo unidad.
Podríamos haber tomado en lugar del recinto G%por ejemplo,
el recinto G' cuya frontera consta dol segmento infinito del eje
real que une los puntos —1 y 1, o los recintos G" y G~ cuyas fron­
teras son las semicircunferecias unidad superior e inferior, respecti­
vamente.
Dejamos a cuenta del lector aclarar, basándose en los resultados
del ap. 4.9, en qué género de recintos del plano w transforman las
ramas uniformes respectivas de la funcióu <p (z) los recintos G\
G* o G*.
Todo el contenido del presente apartado se refería a las funciones
multiformes de la forma P (z), donde P (z) es un polinomio.
El lector extenderá sin dificultad alguna los resultados obteni­
dos al caso más general de la función Y R (z), donde R (z) es una
función racional arbitraria. Para hallar los puntos de ramificación
de la función / R (z) habrá que considerar uo sólo los ceros sino
también los polos de la función racional R (z).
5.4. La función inversa respecto de la función
z — ew= eu (eos v -f- i sen u),
está definida para cualquier z diferente de 0 y oo, y se expresa
por la fórmula (véase la fórmula (3.5:2)).
w = ln | z | -|-1 Arg z.
Esta función que, evidentemente, es multiforme e incluso de
infinitas determinaciones, se llama l o g a r i t m o , y se designa
por Lnz.
Así, pues, según la definición
w = Ln z = ln | z | -J- ¿ Arg z. (5.4:1)
i88 CAP H LA DERXVABILIDAD. LAS FUNCIONES ELEMENTALES

Denominando v a l o r p r i n c i p a l (dotorminación principal)


al valor del logaritmo igual a In | z | + i arg z, y designándole
mediante lnz, para el Lnz tendremos:
Ln z = In z 4- 2A:ju\ (5.4:2)
donde k — 0, rfcl, ± 2 , . . .
De aquí se deduce que cada número complejo > diferente de cero
y del infinito, posee un conjunto infinito de logaritmos (es decir, de
valores de la función logarítmica); dos valores cualesquiera de éstos
se diferencian en un entero múltiplo de 2jit. Si z es un numero real
positivo, el valor principal del logaritmo coincide con ln | z | y,
por consiguiente, es aquel número real quo conocíamos en el curso
do análisis matemático cuando considerábamos el logaritmo como
una función real de variable real. Así. obtenemos: ln 1 = 0, Jn e ~ 1,
ln 2 = 0,ft9314718 . . . » etc.
Pero, además de estos valores reales, los logaritmos de los núme­
ros positivos poseen también un conjunto infinito de valores imagina­
rios que se obtienen por la fórmula (5.4:2). Así, por ejemplo, Ln 1 =
— 2kn¿. Ln e = 1 + Ln 2 = 0,09314718 . . . + 2/mi, etc.
Para los números negativos y para los números imaginarios, el
valor principal dol logaritmo es un número imaginario
ln \z |-M a rg z (argz =7^0, |a r g z |< J t).
Todos los demás valores del logaritmo también son números
imaginarios, y se calculan por la fórmula (5.4:2).
Por ejemplo,
Ln< — 1) - ( 2 A - f l) ni, L n( —2) = 0,69314718 . . . + (2/<r + 1)
Ln (1 — i) — ln V~2 4- i ( — 4- 2kn ) =

= 0,34657359 . . . - (8* —1 ) etc.


Las reglas conocidas del logaritmo del producto y dol cociente
conservan su valor también para ol logaritmo multiforme del
número complejo, precisando:
Ln (ziz2) =- ln | ztz2| + i Arg (zjZ*) =
= ln | z4| + ln | z21+ i (Arg Zj 4- Argz8) = Ln zt 4- Ln z2, (5.4:3)
Lu = ln I “^14- ¿ Arg i l -= 1n 12i | — ln | Z21 + * (Arg zt —Arg z2) =
*2 I ^2 I *%
= Lnzj — Ln z2- (5.4:4)
Aquí zt y z2 son unos números complejos arbitrarios, diferentes de
0 y oo. En cada una de estas igualdades el primero y segundo miem-
s 5. PUNCIONES MULTIFORMES ELEMENTALES 189

bros, pora valores dados de zt y za, representan conjuntos infinitos


<le números complejos. Las igualdades dobcn entenderse on el sen­
tido de que estos conjuntos son iguales, es decir, constan de unos
mismos números. El olvido de esta circunstancia puede conducir
a errores.
Veamos, por ejemplo, el siguiente sofisma, perteneciente u
J. Bernoulli.
Se afirma que Ln (—2) = L11 z para cualquier z 0.
Para la demostración se considera la siguiente cadena do igual­
dades:
1) Ln [( — z)‘4| = Ln (z2), 2) Ln ( —z) 4- Ln ( —z) - Ln z -r Ln 2,
3) 2 Ln ( —z) ~ 2Lnz y 4) Ln( —z) = Lnz.
Pero esta conclusión es errónea, puesto que
Ln z = 1n | 2 1-|- i Arg z = ln | z 14- i arg z —2knt,
Ln (—z) = ln | —z | + i Arg (—z) = ln | z | + i arg z + (2Ic + 1) ni
y, evidentemente, ninguno de los números que son valores de
Ln z puede coincidir con alguno de los números que son valores de
Ln (—z).
El error en la demostración expuesta anteriormente fue cometido
al pasar de la igualdad 2) a la igualdad 3). Claro, la primera de éstos,
obtenida sobre la base do la fórmula (5.4:3), es justa. Pero la suma
Ln (—z) + Ln (—z) no puede sustituirse por 2Ln (—z), puesto que
Ja suma indicada se obtiene del conjunto do números L11 (—z) sumando
cualquiera de estos números al mismo o a otro número d i s t i n t o
del mismo conjunto, mientras que el conjunto 2Ln (—z)
se obtieno duplicando cada uno de los números Ln (—z), es decir,
sumando tal número s o l o c o n s i g o m i s m o . Así, pues,
Ln (—z) + Ln (—z) ^ 2Ln (—z); por la misma razón
Ln z + Ln z 9^ 2 Ln z.
El lector acabará de ontender el sentidu de esta objeción exami­
nando'el sencillo ejemplo. Designemos con A el conjunto que consta
do dos números: 0 y 1. Entonces A + A designa el conjunto que
consta de tres números: 0 + 0 = 0, 0 + i = 1 y 1 + 1 — 2,
mientras que el conjunto 2A consta solamente do dos números:
2-0 = 0 y 2,1 = 2 .
Obsérvese también que, haciendo en la relación (5.4:4) zt =
= = z 0, obtenemos:
Ln 1 = Ln z —Ln 2.
Esta es uña relación justa; pero aquí no se puede sustituir el segundo
miembro por cero, puesto que se trata del conjunto do todas las
190 CAP. II. LA DERIVABILIDAD. LAS PUNCIONES ELEMENTALES

diferencias entre los pares de valores del logaritmo de un mismo


número. Este conjunto consta de todos los enteros posibles que son
múltiplos del número 2ju, o sea que, de acuerdo a la verdad, se
tiene:
L n l = 2kni (k= 0, ± 1 , ± 2 , . ..).
Pasando a considerar las ramas uniformes del logaritmo, halle­
mos primero los recintos de univalencia de la función z = e*, para
la cual el logaritmo es la función inversa.
Como todos los valores de wy en los cuales e'° toma un valor dado
z (z ^ (I y 2 ^ oo), vienen dados por la fórmula (3.5:2).
= l n | z | 4 ¿ Argz
y estos valores se obtienen de cualquiera de ellos mediante un tras­
lado en la magnitud 2kni (k = rfcl, ± 2 , . . .), el recinto de univa-
lencia de la función exponencial no tiene que contener ningún par
de puntos de los cuales uno pueda obtenerse del otro mediante una
traslación semejauto.
Lo más sencillo para satisfacer a estas condiciones es tomar
alguna franja rectilínea g0, paralela al eje real, que tenga la anchura
2ji: v0 < v < v0 4 2ji.
Además de ésta, obtenemos también un conjunto infinito do
recintos de univalencia gh: u0 4 2/cn < v < n<> 4* (2fc 4 2) n
(k = ±1- ± 2 , . . .).
Evidentemente, cada punto del plano w o bien es interior para
uno de los recintos g* o bien es punto frontera común de dos recintos
Sh Y ffh+i (fi£« 42). La imagen de cada franja g* en el plano z os un
mismo recinto G; es precisamente un ángulo do magnitud 2n con el
vértice en ol origen de coordenadas. La frontera del recinto G es un
rayo rectilíneo que parto del origen de coordenadas formando el
ángulo v0 con el eje real.
En ol recinto G obtenemos un conjunto infinito numerable de
ramas uniformes distintas de la función Ln z. Cada una de estas
ramas Lnh z se caracteriza completamente en quo sus valores tienen
que pertenecer a una franja determinada g*. Por cierto, es suficiente
fijar el valor u>o de la función Ln z en un punto z0 del recinto Gy
puesto que entre todos los recintos gh uno, y sólo uno de los recintos
gh* contendrá al punto u>0-
Consideremos una rama cualquiera del logaritmo:
Ln/tz = l n| zl 4 i Arg*z,
donde Arg*z es el valor del argumento que satisface a la condi­
ción
vQ4 2kn < Arg* z < vQ4 (2k 4 2) ju
S 5. FUNCIONES MULTIFORMES ELEMENTALES í9 t

(Precisamente esta condición significa que los valores Lnhz perte­


necen a la franja gk).
Gomo la función w = Lnhz realiza una transformación biunívoca
y continua del recinto G en la franja gh y su función inversa z =*

posee derivada diferente de cero en todos,los puntos del recinto.


ght según la regla de derivación de las funciones inversas la función*
Lnkz también posee derivada, la cual se calcula por la fórmula
(Ln* z) = -^ y = —.
192 CAP. II LA DERIVAB1LIDAD. LAS PUNCIONES ELEMENTALES

Los puntos do ramificación de la función Ln z son el cero y el


punto del infinito. En efecto, cuando z describe una vez alguna
circunferencia con el centro en el origen de coordenadas (de radio
arbitrariamente pequeño o arbitrariamente grande), el valor Arg z,
variando continuamente, partiendo de cierto valor inicial Argh z0.
al volver al punto inicial, obtiene un incremento zt2ji (en depen­
dencia dol sentido del recorrido do la circunferencia) y, por consi­
guiente, la rama
Ln* z = ln | z | = i Arg* z
se conviorto en otra rama:
Lnfcj i z — ln 12 | -i- ¿ (Argft z rh 2n) —1n | z | -J i A rg ^ 4z.
Evidentomente, describiendo la circunferencia cuantas veces
se quiera en una misma dirección (por ejemplo, en la dirección
positiva), obtendremos cada vez nuevas ramas:
I-mA+i2» Ln/,+2z, Ln/r+jZ, . . .
y, por consiguiente, nunca volveremos a la rama inicial Ln*z. Por
esta razón, los puntos de ramificación 0 y oo se llaman aquí p u n ­
t os de r a m i f i c a c i ó n de orden infinito, o
p u n t o 9 de r a m i f i c a c i ó n l o g a r í t m i c o s .
Trazando cu el plano z, por ejemplo, una curva de Jordán f ' que
una ol punto z — 0 con el punto z — oo, se obtiene un recinto de un
tipo más general que G, en el cual es posible separar las ramas uni­
formes de Ln z. Las imágenes do esta curva en el plano u\ en la trans­
formación w = Luz, serán las curvas de Jordán yi, (k — 0, z tl,
± 2 , . . .), que dividon el plano w en un conjunto infinito de franjas
curvilíneas cuyas fronteras están formadas por los pares de curvas
YÁ y Y¿*i« • • En el recinto G' cuya frontera es la curva T \ obtenemos
un conjunto numerable de ramas uniformes do Ln z: (Ln z)/M cada
una de las cuales transforma G' biunívocumente en el recinto corres­
pondiente
Cualquiera de las funciones (Ln z)h se puedo obtener de cualquie­
ra otra do las funciones (Ln z)rn agregando un entero respectivo,
múltiplo de 2ni.
Para la derivada de (Ln z„) so tiene la fórmula anterior.

O-’” *)» —-j- -


La independencia del último resultado do la elección de la rama
de Luz permite escribir en general:
(L n z )'= -i- , ,
§ 5. FUNCIONES MULTIFORMES ELEMENTALES 103

entendiendo el primer miembro como la derivada do una rama uni­


forme arbilraria de Ln z, elegida en ol recinto que contieno al punto
dado z.
5.5. En osle apartado consideraremos la función potencial
general y la función exponencial general, y también ol logaritmo
de base arbitraria. Previamente tenemos que definir el concepto de
potencia de exponento arbitrario.
Sea a un número arbitrario diferente de cero. Si n es un número
entero» entonces, como ya sabemos, a“ se define por la relación
an = | a |n [eos (n Avga)-^ ¿sen (n.Arga)].
Si n es un número racional arbitrario, igual a —, donde q es un número
0 _p
natural y la fracción y es irreducible, entonces a * poseo q valores
distintos, obtenidos por la fórmula (véase el ap. 2.3 del primer cap.):

aP = |fl|j [eos Arg a) + i sen (■£■Avga)] .


lista fórmula abarca también el caso de un ex ponente entero.
Supongamos ahora que p os un número real irracional. Fijemos
un valor arbitrario <p = Arg a y consideremos una sucesión de nú-
moros racionales rn convergente hacia p. La sucesión de valores
determinados do arn:
| a [eos (rn Arg a) ■+- i sen (rn Arg a)],
converge, evidentemente, hacia el límite
| a IJ Icos (p Arg a) 4-¿ sen (p Arg a)],
que tomaremos por uno de los valores de aP. Para obtener todos los
valores de la potencia oP de expolíente irracional p, asignamos a
Arg a en la expresión obtenida todos los valores posibles.
Como dos valores distintos de p Arg a se diferencian en un núme­
ro de la forma 2/ípn, que no puedo ser entero múltiplo de 2a (k es
un número entero, distinto de coro, y p es un númoro irracional),
todos los valores do aP, correspondientes a distintos valores de
Arg a. son diferentes entre sí.
Así, pues, hemos definido la potencia a° para el caso en que a
es un número real arbitrario. Todos los valores de la potencia están
comprendidos en la fórmula
a? = | a |J |cos (a Arg a)-{-¿sen (a Arg a)]. (5.5:1)
Si ex es un número entero, so obtiene un valor de la potencia; si
a es un número racional que se expresa por la fracción irreducible ^ ,
O — J 199
194 CAP 11 LA DER1VABILIDAD. LAS FUNCIONES ELEMENTALES

se obtienen unos cuantos valores» precisamente q valores distintos»


y» finalmente, si a es un número irracional, resulta un conjunto
infinito (numerable) do valoros distintos.
Para definir el concepto de potoncia aa en el caso de un exponen­
to complejo cualquiera a» observemos que la fórmula (5.5:1) puede
expresarse en la forma
aa = c° ln 1nI |cos (a Arg a) + i son (a Arg a)\
= exp (a 1n | a | + ia Arg a) = exp (a Ln a).
DI segundo miembro de esta fórmula tiene sentido no sólo cuando
a es real, sino que para cualquier a complejo. De acuerdo a esto,
bagamos por defiilición para cualquier a complejo:
aa = exp(aLna). (5.5:2)
Evidentemente, si a os imaginario, todos los valores de aa que
corresponden a distintos valores do Ln a, o lo que es lo mismo, que
corresponden a distintos valores de Arg a, también son distintos
entre sí. En efecto, dos valores distintos de a Ln a se diferencian
en un numero do la forma 2nia, que siendo a imaginario no puede
ser entero múltiplo de 2ni.
Comparando las expresiones
aPaP = exp (a Ln a) •exp (|3 Ln a) = oxp (a Ln a -1- (3Ln a) =
—exp f(ce-r|3) ln A4- 2jti {Jíol-|- /p)|
y
= exp ((a-|- P) Ln a\ = exp [(a-f P) ln a + 2m/n (a -f p)],
donde /c, l y ni son números enteros arbitrarios, sacamos la conclu­
sión de que entro los valores del producto auaD están comprendidos
todos los valores de la potencia pero, en el caso general, exis­
ten también otros valoros. Para que so cumpla la igualdad

es necesario y suficiente que para cualesquiera enteros k y /


existan unos entoros m y /i, tales que
ka + /p = m (ci H- P) + n.
Puede no cumplirse esta condición incluso cuando a y p sean
números racionales; por cierto, os suficiente la condición
a = m (a 4 P) -j- n ( por ejemplo, p = i, a — j .
Análogamente, comparando las expresiones
(a®)p= |exp (a Ln a)]* =* exp (P (a Ln a 2Zjt/)) =
= oxp (ap ln a -f- 2jt¿P (ka -j- /)|
s 5. FUNCIONES MULTIFORMES ELEMENTALSF. 195

y
aa&^ exp (ap Ln q) = exp (afi In a -f 2mníaP),
donde Ar, J y m son números enteros arbitrarios, sacamos la conclu-
sión do quo entre Jos valores (a“)f* están contenidos lodos los valores
de aaP, pero en el caso general hay también otros valores- Para que
se cumpla la igualdad

es necesario y suficiente que para cualesquiera enteros k y i


existan unos enteros m y n tales, que
kafi + ¿fl —map 4- n.
Puede no cumplirse esta condición incluso cuando a y p son números
racionales; por cierto, os suficiente la condición 0 =» map ■+- n
(por ejemplo, p — t, a = .
Aclaremos con ejemplos la definición de potencia:

1) iY^ =*■oxp ( V 2 Ln 1) =. oxp (2km ]/2) ■=


= eos {2kn Y ¿T) H- i sen (2/píi V2) (k —0, ± 1, ± 2 , ...) ;
2) ez = oxp (z Ln <?) = exp \z (1 4- 2Aji¿)| = exp z o.vp (Ikniz)
. ( * - 0 . ± i, ± 2 , ...)♦
Vemos, pues, que solamente uno de los valores do la potencia
es coincide con exp z. Los otros val oros son: exp z exp 2jwz,
exp z exp (—2ji¿2), etc. En particular, solamente uno do los valores de
ex (z es un número real) coincide con el número real positivo exp x.
Los otros valores son: exp :c exp 2jiíx , exp x exp (—2aiz), . . .
Habrá un número finito de valores distintos si x es racional y un
conjunto infinito si * os irracional.
A pesar de esto, en nuestro curso utilizamos el símbolo ez así
como estamos acostumbrados a entenderlo en el curso de análisis,
donde éste coincide con exp z. Este uso del símbolo multiforme es
completamente análogo a como ordinariamente se entiende ol sím­
bolo ifa en el análisis (a es un número real positivo), es decir, como
el único valor positivo («aritmético») del radical.

3) i1— exp (i Ln i) = exp [í —2£ju) j =

= exp[(4fc — 1)— (* .,o , ± 1 , ± 2 , . . . ) .


13*
m CAP. II LA r>E(llVADIIjÍUAD. las f u n c io n e s e l e m e n t a l e s

Por lo lanío, todos los valores de la potencia P son números


reales positivos, entre los cuales hay arbitrariamente pequeños
y arbitrariamente grandes.
Basándose en la definición de la potencia, se pueden considerar
las dos siguientes funciones multiformes:
z« y az.
Lo primera de éstas —la potencia de expolíente arbitrario— está
definida, por lo general, solamente para z =¿= 0.
Si a es un número real entero, 2a representa una función racional
de forma particular. Entonces ésta está definida también para
2 — 0, donde tiene un cero (si a > 0) o un polo (si a < 0). Cuando a
es mi número real racional no entero: a = -^ (q es un número natural
y la fracción es irreducible), za puede expresarse on la forma
2a 3=
Esta es una función multiforme; es precisamente ^-forme. Para ella,
los puntos z — 0 y z = oo son puntos de ramificación de orden
q — 1. En cualquier recinto G, obtenido del plano ampliado después
de haber trazado una curva de Jordán que una ios puntos de ramifi­
cación, se pueden separar q ramas uniformes diícrenciables distin­
tas do la función. Estas ramas se convierten continuamente una en
otra al recorrer ol punto i por curvas que encierren al origen de
coordenadas (o al punto del infinito).
Si, finalmente, a no es un número real racional (o sea, a es real
irracional o es un número imaginario), la función 2° es do infinitas
determinaciones. Todos sus valores están contenidos on la fórmula
za —exp (a Ln z).
Para ésta los puntos z = 0 y s = oo también son puntos de ramifi­
cación. Pero ahora estos puntos son do orden infinito.
En efecto, al dar una vuelta en torno del punto 2 = 0, por ejem­
plo, en la dirección positiva, el valor del Arg z, variando continua­
mente, aumenta en 2n; debido a esto, el valor a Ln 2 varia en 2nia,
y el valor de la función adquiero un factor exp (2ji¿a) 1.
Vemos ahora la función exponencial general a2 (a ^ 0). Esta
se define para cualquier valor de z por la fórmula
a2 = exp (z Ln a).
Para obtener una rama uniformo determinada es suficiente
fijar uno de los valores Ln a = b.
Suponiendo que esto ya so ha hecho, obtenemos una función
exp (6z), uniforme y diferenciadle on cualquier punto. Tornando
8 5. FUNCIONES MULTIFORMES ELEMENTALES |í)7

lodos los valores posibles de Ln o, obtenemos todas las ramos uni­


formes posibles de la función a1. Como dos valores de Ln a se dife­
rencian en un sumando de la forma 2kni, las dos ramas do la función
so diferenciarán en un factor de la forma exp (2¡miz), el cual repre­
senta también una función uniformo que es diferonciable cu todos
los sitios y que toma el valor 1 solamente pora valores reales enteros
de z. No obstante, en el caso considerado, las ramas de- la función
uniformo se diferenciarán esencialmente por su carácter do las ramas
de todas las funciones multiformes consideradas anteriormente.
Precisando, en todos los ejemplos anteriores existían tales puntos
del plano ampliado (puntos de ramificación), que moviéndose en
torno de los mismos por curvas de Jordán cerradas y haciendo
variar continuamente los valores de la función (de una rama
determinada), teníamos la posibilidad de convertir continuamente
una rama en otra.
Aquí queda excluida tal posibilidad, precisa mente porque cada
rama representa una función continua y uniforme en todo el plano
finito. Independientemente de la curva cerrada por la que nos mova­
mos al volver al punto inicial obtendremos el mismo punto inicial z
(no importa que resulte otro valor dol argumento), y por consiguien­
te, el mismo valor de la función exp (bz) (b es un valor fijado de
Ln a).
Por lo tanto, la función multiformo a: no tiene ningún punto de
ramificación y sus ramas uniformes continuas tío puoden convertirse
continuamente una en otra. Todo esto permite considerar a estas
ramas como funciones independientes entre sí que son uniformes
y diferenciables en todos los sitios, y por consiguiente, enteras:
exp(zlna), exp[z(lna'-f 2ju)L exp|z (lna —2jw)], . ..
El hecho de que todas estas funciones enteras distintas puedan
expresarse como ramas de una función a: de infinitas determinacio­
nes, no tiene para nosotros más importancia que, por ejemplo, el
hecho de que las funciones senz y —sen z puedan considerarse como
ramas de la función biforme V 1 — eos2 z, o que las funciones hiper­
bólicas sil z y ch z se consideren como dos ramas do la función bifor­
me -i- [exp z -|- j/oxp (—2z)|. {Advertimos al lector quo las funcio­
nes V i — eos2 z y ^ ICXP z + V^exp (—2z)l, igual quo la función
<z2, no poseen puntos de ramificación).
Fijando una do las ramas do la función z - a" = exp (úu?),
donde b es uno de los valores de Ln a, podemos considerar la fun­
ción inversa respecto do esta rama. Obtenemos, evidenlcmonte:
ií? = -i-Lnz (b — ln a + 2A*<>nO* (5.5:3)
198 cap. u la D c n r v ahí l il a o , l a s f u n c io n e s e l e m e n t a l e s

Esta función se diferencia ele la función Ln z solamente en el


factor constante y . Como do las relaciones (5.5:3) se deduce que
z - - e\p (bw) = a'c (uno de los valores de a*),
se puede considerar que u? es el 1o g a r i t m o d e z d e b a s o a.
Así. pues, definimos el logaritmo de un número complejo arbi­
trario respecto de Ja base a (a es un número complejo, diferente de
coro) mediante la fórmula
Ln s
Loga z Ln a
(5.0:3')
donde en el denominador está fijado uno de los infinitos valores
de Ln a (un mismo valor b para todos los z).
Por lo tanto, esta definición no sólo exige que está indicada
la base a del sistema de logaritmos, sino también que esté fijado
uno do los valores de Ln a.
Aclaremos lo dicho con ejemplos.
1) a = e. Si se fija el valor de Ln e, igual a 1, se obtiene:
Logtt z — Ln z.
Esta es la definición ordinaria del logaritmo natural. Pero podría
tomarse el valor do Lnc, igual, por ejemplo, a 1 -+* 2ni. Entonces
tendríamos:
Log* z = Ln *
El lector comprobará fácil mentó que, con tal definición, entre
todos los números positivos, solamente los de la forma e* (A: es un
número entero) tendrían, cada uno de ellos, un valor real del loga*
ritmo natural.
2) a = 10. Tomando el valor de Ln 10 igual a 2,302585 ... =
“ = JI ■ lo,"lremos:
Logio z -- M Ln z —0,43429 — Ln z.
Esta definición del logaritmo decimal do un número complejo arbi­
trario z ( 2 ^ 0 ) concuerda con La definición ordinaria de los loga­
ritmos decimales do los números reales positivos, pues, si z — x :> 0,
lomando los valores principales de los logaritmos, tendremos:
Igx = 0,43429 . . . lnx.
3) a — 1. En este caso, para la definición del valor principal
del logaritmo do buso 1 no se puede utilizar el valor principal del
Ln 1, igual a coro. Tomemos ol valor do Ln 1, igual a 2ni. Entonces.
* 6, FUNCIONES MULTIFORMES ELEMENTALES 199

según la definición, tendremos:

De aquí so deduce que todos los valores de Logi z, son reales si


| z | = 1, y son imaginarios si | z \ =& 1. Por consiguiente, poseen
logaritmos roalcs de base 1 aquellos números, y sólo aquéllos, que so
representan por puntos de lu circunferencia unidad. Para estos
números los valores del logaritmo coinciden con los valores de sus
argumentos (medidos en fracciones de 2n). En resumen, ^ Arg z
coincide con el logaritmo de z de base 1 para los números complejos
cuyos módulos son iguulcs a uno.
5.6. En este apartado nos detendremos en las funciones trigono­
métricas inversas Are eos z y Are tg z. La función w — Are eos z
se define mediante la ecuación
z = eos w. (5.6:1)
Sustituyendo cosu; mediante »P<'*>+“ P(-««> y poniendo, para
«brovinr, cxp(iw) —l, escribimos la ecuación (5.6:1) en la forma
(5.6:2)
- ,+r .
de donde
t* — 2zt + l=--0 (5.6:3)
y
t = z + y & —\. (5.0:4)
Como ambas raíces de la ecuación cuadrada (5.0:3) son diferentes
de cero (su producto es igual a 1), la ocuación
exp (iw) —i
posee raíces (respecto de la incógnita t¿?). Obtenemos:
-= 4 -Ln í =-j-Ln (* + Kz*—T). (5.0:5)
En resumen, la función muItiformo w = Arccoaz se expresa
modiante el Logaritmo y la raíz cuadrada
w = Are eosz = -j-Lii(z-t )/z 2-—l). (5.6:6)
Sus puntos do ramificación son, ante todo, z = dLl. En efecto, al
dar una vuelta el punto z a lo largo de alguna curva de Jordán cerra­
da que encierre en su interior solamente uno de estos puntos, uno
2ÚU CAP. II LA DER1VAB1LIDAD. LAS PUNCIONES ELEMENTALES

de los valores d e / 22 — 1 se sustituye por el otro, el cual se difo-


rcncia del primero en el signo, fil valor z -f- Y z- — 1 = t, que es
la raiz de la ecuación cuadrática (5.0:3), se sustituye por la otra
raíz de la misma ecuación, igual a y (ya so indicó que ol producto de
ambas raíces es igual a 1). Por consiguiente, de los valores w —
= y1 Ln t pasamos a los valores y1 Ln
1 — , que son distintos de los ini­

ciales, si / Pero i puede ser igual a y sólo criando t - ±1;


como se vo en (5.0:3) o en (5.6:4), esto es posible solamente cuando
z = ;fcl. Como las curvas de Jordán recorridas no pasan por los
puntos z = ± 1 , el caso indicado no puede aparecer y verdaderamen­
te se puedo afirmar que, como resultado do los recorridos señalados
varían los valores do w = Are eos z. Por lo tanto, los puntos ±1
son puntos de ramificación para Are eos z. Estos deben su existencia
a Ja presencia del radical cuadrática en la fórmula (o.6:6). Mas lu
fórmula (5.6:6) poseo la forma w = y Ln t (t --- z -b Y z 1 -f- 1),
y podemos esperar también puntos de ramificación correspondientes
a los dos puntos de ramificación do Ln í: t 0 y t = 00.
Ya se sabe por el ap. 4.9 de este capítulo, que a cada recorrido
de una vuolla del punto í, a lo largo de una circunferencia con centro
en el origen de coordenadas, corresponde en el plano z un recorrido
de una vuelta del punto z a lo largo de Una olipso con los focos =hl
y viceversa.
En resumen, a un recorrido de una vuelta del punto z, a lo largo
de una elipse con los focos ;fcl, corresponde una variación del
Arg t en ±2ji y una variación do y Ln t on ±2n. Como tal elipse
puede pertenecer a cualquier entorno del punto z = 00 previamente
asignado, ésto es un punto de ramificación de Are eos z de orden
infinito.
Claro, el recorrido de cualquier elipse con los focos en los pim­
íos ±1 se puede considerar también como un recorrido alrededor
de! punto z - 0. Pero ninguna de estas elipses puede estar situada
completamente on el enlomo | z | p, si p ^ 1.
Demostremos que ni el punto z — 0 ni, en general, ningún punto
¿o del plano ampliado, a excepción de los indicados anteriormente
( 2 — ±1 y z = 00), puedo ser punto de ramificación para Are eos z
En efecto, la fórmula (5.6:4) para z = z0 nos da dos valores distin­
tos: y diferentes do 0, ±1 y 00, que satisfacen u La condición
t'^tl = 1. Se pueden tomar unos entornos U' y U* de estos puntos
tan pequeños que no contengan a los puntos 0 y 00 y quo ninguno de
ellos contengan dos puntos tit ts quo cumplan Ja condición ttts — 1.
§ 5. FUNCIONES MULTIFORMES ELEMENTALES 20t

En efecto, si el punto t'n no está situado en la circunferencia unidad,


por ejemplo | t'0 | <C d, entonces tampoco estará situado en esta
circunferencia y | t¡¡ | > 1. En este caso, os .suficiente tomar los
ontornos de modo que uno de ellos (£/') esté situado en el interior
de Ja circunferencia unidad, y el otro (£/"), fuera do la circunferencia
(J¡g. 43). Si t'0 está situado en la circunferencia unidad y csiá, por
ejemplo, en el se mi plano superior, entonces — -fr, estará situado
*0

también en la circunferencia unidad, y además, en el semiplano-


inferior. En este caso, es suficiente tomar un entorno (£/') en el’
scmiplano suporior y otro (£/“), en el semiplano inferior. En coda
uno délos entornos U' y Va%la función 2 = y + y ) será univalente
(ésta toma un mismo valor solamonle en los pares de puntos que
están ligados por la relación t? •i" = 1) y, por consiguiente, trans­
formará biunívocamonte Ür y ó/"en unos recintos g' y g" del plano z
que contienen en sus interiores al punto z0 (la imagen de los ceñiros
1'0 y Q Ios entornos U' y U*)•
Tomemos las circunferencias | z — z0\ = p con contro en z0 l»n
pequeños, que estén contenidas tanto en el recinto g' como en el
recinto g". Evidentemente, todas las circunferencias de radio sufi-
cientcmonte pequeño sntisfacon a estas condiciones. Entonces, debido
a la transformación (5.6:2). a cada una do estas circunferencias
corresponderán unas curvas de Jordán cerradas y' y y" situadas cada
una do ellas en uno de los entornos U' y U", respectivamente. Ningu­
na de estas curvas contendrá en su interior al punto O. Por esto,
cuando z recorre la circunferencia | z — z0 I — P» t recorrerá o la
curva y ' (que corresponde a una de las ramas de la función (5.6:4)),
o la curva y ” (que corresponde a la otra rama de la función (5.6:4))
202 CAP. II LA UERIVABILWAD. LAS FUNCIONES ELEMENTALES

Si antes del recorrido se fija un valor de Arg t en algún punto de y'


•(o de v"), entonces, después del recorrido éste, variando continua­
mente, volverá a lomar el valor anterior (debido, precisamente,
a que ni y' ni y" contienen en su interior al punto i = Ü). Por esta
razón, como resultado del recorrido volverá también a tomar su
valor inicial el valor de -y Ln t = Arceos z.
En resumen, un punto z„, distinto de ±1 y no puede sor un
'punto de ramificación para Arceos z.
Para obtener algún recinto del plano z en el cual sea posible sepa­
rar ramas uniformes continuas do Arceos z, hay que unir entre sí
los puntos de ramificación de esta función mediante curvas de
Jordán. Tomomos, por ejemplo, el segmento infinito A del eje real
que uno los puntos —1 y -f-1 mediante ol punto del infinito. Este seg­
mento A os 1a frontera de un recinto G.
De lo quo ya se sabo de la función (5.0:2), se deduce que esta
función transforma biunívocamente en el recinto G tonto el soinipla-
no superior i como el inferior. A su v o z , la función w — -- Ln t trans­
forma cada uno de éstos en franjas del plano w paralelas al eje y,
de anchura n; precisamente, el semiplnno superior se transformo
•oí» las franjas gih-\'
(2/c —f)n < u < L ¿‘ hn (k=Q, d r l, ± 2 , . . .)
y el semipleno inferior, cu las franjas
2 k n < u < (2 k -1- i ) n.
En resumen, las imágenes del recinto G en e! plano w son las fran­
jas gn indicadas.
Para fijar alguna rama uniformo de Arceos z en el recinto G%
•es suficionte indicar a qué franja gu pertenecen sus valores. Así,
•obtenemos las ramas: Arceos,, z, Árccosj z. Arceos z, . . . Por
•cierto, es suficiente fijar el valor de Arceos z en un punto cualquiera
•del recinto G, por ejemplo, on el origen de coordenadas. Entonces,
la franja gn% donde caiga esto valor, detormina.rá toda la rama de
Arceos z.
Claro, se pueden definir también las ramas uniformes de Arceos z
•en muchos otros recintos dol plano z. Señalemos, por ejemplo, el
recinto G* cuya frontera consta del segmonto finito ó del eje real
que une los puntos—l y -f-l,y d ela parte positiva del eje imaginario,
o bien, el recinto G” cuya frontera consta del mismo segmento ó
y de la parto negativa del eje imaginario.
Proponemos al lector averiguar a qué recintos dol plano w
transforman Gr y G" las ramas uniformes de la función Arceos z
que corresponden a estos últimos recintos.
6 &. FUNCIONES MULTIFORMES ELEMENTALES 203

Consideremos ahora la función w = Arctg z, inversa do la fun­


ción 2 = lg u?. Expresando Ig w mediante sen w y eos wy y luego
mediante la función exponencial, obtenemos:
1 i
z= —— ------- —= - — ----- , (5.1>: /)
o bion, haciendo £.'2í,1’- - t:
z i x—1
i xT i 1
de donde
1 - ~i z
T—
1 — iz
y, finalmente,
1 T X-'riz
w = 2TLn i —¿2
Así, pues, Arctg z se oxpresa mediante el logaritmo de la
función homográfica
w = Arctgz = — Ln »(5.6:8)
Proponemos al lector verificar que Arctg z posee solamente dos
puntos de ramificación: dt¿- Los recintas más simples en los cuales
se pueden separar las ramas uniformes de Arctg z, son: el recin­
to D cuya frontera es el segmento infinito A del eje imaginario
que une los puntos do ramificación —/ y + í. y el recinto ¿cuya fron­
tera es el segmento finito Ó que une los mismos puntos.
El lector verificará luego que las ramas uniformes de Arctg z.
en el recinto/) transforman este recinto biunívoca y conformemente
en las franjas do anchura ji , paralelas ai eje imaginario:
k n — ~ < u < k n + -Y (k = Qt d= 1. .. .).
y las ramas uniformes de esta función en el recinto d transforman d
en las /Tanjas semejantes k n < u < (A: -J- 1) n.
5.7. A continuación necesitaremos la transformación roalizada
por la función w = z -1- Ln z, o más exactamente, por su rama uni­
forme en el semiplano superior
w — z + lnz. (5.7:1)
Haciendo z = rc<8, obtenemos:
£t = rco.s0-f ln r, ¿>= rsen0H-0 ( O < 0 < n ) . (5.7:2)
Consideremos las imágenes de los rayos 0 = const. Las ecuacio­
nes (5.7:2) determinan estas imágenes, donde r desempeña el papel
do parámetro, que varía desde 0 hasta oo.
204 CAP II LA DBRIYABLLtDAD. L*AS FUN CIO NES ELEM EX TA LES

Si 0 = 0, entonces w = r 4- in r, = 0 y como r + ln r crece


desde —oo hasta oo, cuando r varía desde 0 hasta oo, la imagen del
rayo 0 = 0 es todo el ojo real en el plano w. Si 0 = n, entonces
u = —r -f- !n r, v — n t y resulta una semirrecta paralela al eje
real —oo < za< —1, v = n %doblemente recorrida por el punto w
cuando z recorro una sola vez el rayo 0 = ji. Sea, finalmente, 0 <
< 0 <c jc. La segunda do las ecuaciones (5.7:2) muestra que v crece

desdo el valor 0 hasta oof cuando r varía desde 0 hasta oo. Expre­
sando r mediante v y 0 de esta ecuación y poniéndolo en la primera
de las ecuaciones (5.7:2), obtenemos la ecuación do la imagen dol
rayo 0 =* const en la forma siguiente:
« —(i?—0) cotg0 ln , 0 < i>< oo. (5.7:3)
El lector se cerciorará fácil monte de que la ecuación (5.7:3)
ropresentn una curva, que posee la asíntota v = 0, que toda la
curva esta situada por encima de la asíntota. Si 0 < 0 ^ y , onton-
cí'S n croco desde —oo hasta oo, cuando v crece desde 0 hasta oo,
y si y < 0 < ti. entonces u crece desde —oo hasta el valor máximo
de Ln ( — £¿"e) “ *• que sc alcanza para v — 0 — tg 0, y después
decrece hasta —oo. En todos los cosos estas curvas ticnou dirigida
la convexidad hacia la derecha (fig. 44).
Consideremos a u en la ecuación (5.7:3) corno función de 0 paro
un valor fijado de v = v0 ( O < 0 < min (¿>0, jt)). Aplicando lo
s 5. FUNCIONES MULTIFORMES ELEMENTALES 205

derivada observamos que u es monótona decreciente *); por esta


razón, dos puntos distintos z' y ztf, situados on distintos rayos
0 = 0' y G = 0", no pueden tener una misma imagen u?0 — u0 -r iiy
Pero dos puntos z' y z \ situados en un misino rayo, tampoco pueden
tener imágenes iguales; en efecto, como ya se vio, el punto w —
= ü + iv recorre de un modo monótono la curva (5.7:3), que carece
do puntos múltiples, cuando r =. \ z \ crece desde 0 hasta oo. Do
aquí se deduce que la función w ■= z ln z es univalente en el
semipleno superior; ésta transforma conformemente el semiplnno
-en el recinto D que se obtiene del somiplano superior w excluyendo
la semirrecta —oo < —1, v = n.
Haciendo z = c1, so obtiene la función:
w — el -\-i, (5.7.4)
.la cual, como fácimente verificará oi lector, transforma conforme­
mente la franja 0 < Ira t < jt en el mismo recinto D.
Observando que la función (5.7:4) en puntos simétricos respecto
del eje real loma valores conjugados, sacamos la conclusión de que
ésta transforma la franja —ji <; Tin í ■< U en el recinto D*, simé­
trico con D respecto del eje real. Como esta función transforma
biunívocamente el oje rcal, la misma realiza una transformación
biunívoca de la franja —n < írn t < n en el recinto que se ob­
tiene del plano w excluyendo dos rayos: —oo < Ro w C —1,
fm w = j i y —oo c Re w -< —1, Tm w — —jt.

*) ^ = — (u — 0) — (t + (» ^ ^ cotg W < o para 0 < 0 < min ((/, n).


Oomo muestra la fórmula (5.7:3), al crecer 0 «n el intervalo indicado, u decrece
desdo -f-oo hasta —oo, si v y desdo -Hoo hasta —1, si w =
CAPÍTULO
TERCERO

INTEGRALES Y SERIES
DE POTENCIAS

8 1. CURVAS RECTIFICABLES. INTEGRALES


1.1. Son L: z — X (/), a ^ l ^ p una curva continua. A cada parti­
ción del segmento (a, |3J en segmentos parciales fa*, a h+i\ (k =
— 0. 1, . . . . ti — 1; a 0 = a < a ( < . . . < ccn = p) corres­
ponde una partición de la curya L en arcos parciales o* (k =
— 0, 1, 2, . . ., 7i — l), con los puntos iniciales zh = X (a*)
y Jos puntos finales Zh+t = X (a*+i); el punto final de cada arco
(a oxcepción del último) coincide con el punto inicial del arco que
le sigue. Uniendo los puntos z0, zit z2l . . zu-j en su orden
mediante segmentos rectilíneos, obtenemos una poligonal A inscrita
en la curva L. Los lados de esta poligonal son las cnerdas de los
arcos o h. Evidentemente, la longitud de la poligonal A os igual
«—i
a y¡ | z*+t — zh |. Si esta magnitud, independientemente de la
fc- ü
partición considerada, queda acotada:
n—1
/i=»o
la curva L se llama r e c t i f i c a b l e , y el extremo superior de
las sumas indicadas se llama l o n g i t u d d e l a c u r v a .
Sí existen particiones del segmento (a, pl para las cuales las sumas
correspondientes, es decir, las longitudes de las poligonales inscritas
en la curva, son arbitrariamente grandes, se dice que la curva n o
e s r c c t i f i c a L I c. En este caso, a ella no se le atribuye nin­
guna longitud, o bien, se supone que la longitud de la curva L es
infinita.
Es fácil verificar que la longitud de una curva rectificable es ei
limito de las longitudes do cualquier sucesión de poligonales inserí-
i 1. CU RVA S R E C T IF IC A B L E S . IN T E G R A L E S 207

tas, cuando la longitud máxima de Jos segmentos que corresponden*


a la partición dol segmento [a, pl, tiendo a cero.
Una clase particular do curvas rectificables son las curvas l i s a s
(arcos e l e m e n t a l e s ) . Una curva continua L so llama l i s a ,
si entre sus distintas representaciones paramétricas oxisto al monos
una z = X (Z), a ^ ¿ p, para la cual X (í) posee derivada continua
y diferente de cero en todo el segmento [a, pj.
El significado geométrico do la curva lisa queda claro dof
ap. 2.1 del segundo capitulo.
Precisamente allí se demostró que la existencia do la derivada
X' (¿0) 0 significa que Ja curva posee tangente en el punto z0 -
= X (¿o)* la cual forma con ol eje real un ángulo igual a Arg X' (/<>).
Por lo tanto, una curva lisa posee tangente en cada punto, ¿i t
varía continuamente desde a hasta p. entonces z describe una curva
desde el punto inicial hasta el final, variando también X' (í) conti­
nuamente, sin anularse, por lo cual varía también continuamente
Arg X' (t)+). Esto significa que la pondiente de la tangente a una
curva lisa varía continuamente cuando el punto de contacto se des­
plaza continua monte a lo largo del arco.
Para la longitud l de una curva lisa L, en el cálculo integral se
doduce la conocida fórmula
a
J v V (oi’ + i / w i * * .
a
fisto fórmula puede escribirse cu una forma más compacta obser­
vando que
r (0 = * ' ( * ) y I* '( 0 |2 = í-r'(OI*-H0 f (Ol#:
entonces obtenemos:
&
J |V (í)l* .
u
Una clase más general que las curvas rectificables son las curvas
l i s a s a t r o z o s (curvas elementales).
Una curva continua L se llama lisa a trozos si está formada por
un número finito de curvos lisas, o, expresándose con más precisión,
si- para una representación paramétrica suya z = X (t), a < t p,
el segmento la, pl posee una subdivisión en un número finito do
segmentos [aA) a*+1l (a a 0 < a t < . . . < a,n = P), en cada
*) Aiv X* (/) =* Im {La [A/ y como X' (/) varia continuamente, sin
anularse, Ln [X' (f)I y, por consiguiente, también Im ( Ln [X' (t)]} varían con­
tinuamente.
208 CAP. I I I in t e g r a l e s y s e r ie s de p o t e n c ia s

tino do los cuales X (*) posee derivada continua y diferente de curo.


De esta definición se deduce que una curva lisa a limos puede no
poseer tangente en los puntos 2* = X (a*) (k = 1, 2, . . m — 1),
pero en cada uno de estos punLos existen las tangentes «a Ja izquierda»
y «a la derecha», do modo que los puntos indicados son puntos
anguiaros de la curva lisa a trozos.
Para la longitud l de la curva lisa a trozos sigue siendo válida
la fórmula anterior
s
j i v (t) i * .
tt
Claro que con las curvas lisas a trozos no se agota toda la clase
•de las curvas rectificables. Por cierto el lector que no conozca las
curvas rectificables en toda su amplitud puede sustituir para sí en
la exposición ulterior, el concepto de curva rectificable por el con-
copto más estrecho de curva lisa a trozos.
Sea L alguna curva rectificable z = 1 (/), a < / < p, y J5 (z) =
= P (*, y), Q (z) = Q (*, y)%dos funciones reales definidas y con­
tinuas en esta curva. Dada una partición arbitraria del sogmonto
la, pl on segmentos la*, a*+J, k — 0, 1, 2, . . n — 1, lomomos
•on los arcos o* con los extremos z* = x* -b ¡Vh y z*+i = x h+i
H iy*+1 sendos puntos: S* = 5* -r h (**) («a < t* < a*+1)
y formemos para las funciones P y Q la suma integral respectiva
n —1
2
A-0 r\h ) ( * h * i — X k ) + Q (% k * t v O ( i r A + i ~

lia el cálculo integral se demuestra *) que para cualquier sucesión


do particiones del segmento [a, pi en segmentos cuya longitud máxi­
ma tienda a cero, las sucesiones de las sumas integrales respectivas
tienden a un mismo límite. Esto último se designa así:
J P(x, y)dx + Q{x, y)dy
L
y se llama integral (curvilínea) de P dx 4* Q dy a lo largo de la
curva L.
Basándose en este hecho, on el siguiente apartado introducire­
mos ol concepto de integral de una función compleja a lo largo de
una curva rectificable.
En particular, si L es una curva lisa a trozos, la integral curvi­
línea se puedo expresar mediante la integral definida de una función
*) Véase, por ojomplo, Ch. de la Vallée Poussin, Cours d ’analyso infinité­
sima le. Yol. I.
5 1. CURVAS RECTIFICABLES. INTEGRALES 200

do parámetro t del modo siguiente:


| P(x, y) dx -4- Q (x, y) dy

B
- J (f [*(/). y (t)l*'(0+ ?(*<*). y(t))y' (/»*.
a

i.2. Sea L: z = ?v (/). a <1 f <1 P, una curva rectificable y


/ (z) — u (xy y) -f- iv (*, y), una función definida y continua on L.
Consideremos alguna partición do la curva L on arcos a* (aquí so
conservan Jas designaciones del precedente apartado) y formemos
para la función / (z) la suma integral correspondiente:

S = S * /( £ /.) ( * a +. - 2 a ) .
u=o
Cada término de esta suma es el producto del valor de / (2) en cierto
punto £* del arco ct* por la diferencia de los afijos de los puntos ini­
cial y final do este arco. Introduzcamos para abreviar las siguientes
designaciones:
U (£a» tp i) — Uhy V (^A i 1]*) ~ 2-A+l x h~ Uh +i \ fh =

Entonces tendremos:
/ (Sa> " uh t **+1 ~ Vi = A** -+ iÁyh
y, por consiguiente,
n—i n—1
S = X /(£*) — 2 («*A+ it>A)(A**-^íAy») =
A—0 //—O
n-1 n—
= -M 2 j (^A^A-hWAAy*).
*-0 &-=0

De aquí so \rc que las partes real e imaginaria de la suma inte­


gral S son sumas integrales formadas para la misma partición de la
curva L y para los siguientes pares de funciones reales: la primera,
para u (.r. y) y —v (*, y), y la segunda, para v (*, y) y u (xy y).
Como las funciones u (.r, y) y v (xy y) son continuas (debido a que
/ (z) es continua), y la curva L os rectificable, las sumas integrales
indicadas tenderán hacia unos límites determinados al disminuir
indefinidamente las particiones de la curva (es decir, cuando la
máxima diforencia de los valores contiguos del parámetro l tiende
14-1190
2i0 GAP. III INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

a coro); tenderán precisamente a


f u (x, y) dx —v (x, y) dy y j v (x, y) dx -i- u (j, y) dy.
L L

Do aquí se deduce que, cu (as mismas condiciones, la suma


integral de la función compleja / (z) también tiondo a un límite
determinado y este límite es
j u (x, y) dx —v (x, y) dy ■+■t j v (x, y) dx + u (x, y) dy.
L }L

El límite indicado se designa mediante ^ f(z)dz y se llama


i n t e g r a l de l a f u n c i ó n f(z )% t o m a d a a l o l a r g o de
(o sobro) la c u r v a L.
Así, pues.
»i-i
f 2 /($*)(**+»—**) =
L h=0

Vemos, que el cálculo de la integral de una función compleja


puede reducirse al cálculo do dos integrales curvilíneas de funciones
reales.
En el caso particular, cuando L es un segmento del eje real
a x ^ b%z — x y f (z) — / (x), donde / (x) es una función real,
obtenemos según la definición admitida:
Tl-I
j /(a-)rfx - li« » 2 / ( & ) (*'.+< — ■**>•

Poro, precisamente asi se expresa la integral definida j / (x) dx.


a
Por consiguiente,
6
\ / (x) dx — y / (x) dx, (1.2:2)
L a
y la integral definida do una función real de variable real resulta
ser un caso particular de la integral de una función compleja a lo
largo do la recta. Cuando L es, como antoriormenle, un segmento
{ 1. CURVAS RECTIFICABLES. INTEGRALES 211

del eje real, pero la función / (ar) es compleja: / (x) ~ u (ju) + iv (x),
obtenemos:
n—1

í / (x)dz= lim 2 [«(I*) + *W!a)I(**+<—x*) =


/. Ir—0
71— 1 Ti— 1

- lim u ib^u-n — x*)+¿ 1¡"‘ 2 v (5*) (■**♦! —**) =


h=>0 *«=4
t. h
= j u (x) dx !- i j v (x) dx. (1.2:3)
a a

Considerando el caso más general, cuando L es alguna curva


lisa a trozos, podemos sustituir cada una do las integrales curvilíneas
en el segundo miembro de la fórmula (1.2:1) por su integral definida
correspondiente de la función do la variable real /; entonces obtene­
mos:
P
^ /(z)dz= j {it(x(í>, í/(t)lx'(/) —t-’ix(í)- y (í)\y ‘ (t))tU-\
L a
B
+ <J{»I*W . !/(0|x'(< )-|-u|x(0- U ( t ) \ y ' (1.2:4)
a

Comparando el segundo miembro de esta fórmula con el segundo


miembro de la fórmula (1.2:3), podemos considerarlo como la inte­
gral de la función compleja:
y y{t)\v'{t))-r
+ i{v[x(t), y(t)\x' (t) + u [x{t), y(t)\y‘ (i)} =
= {U [x{t)y y(t)l + iv [x (0, y m •[*' (í) + iy' (OI = / I* (01 •V (0
a lo largo dol segmento del oje real ó: a t |ü.
Por consiguiente, la fórmula (1.2:4) puede expresarse en la
forma
£ /(z )d a = j/|X (i)l*V (0< »- (1.2:5)

Aquí, el segundo miembro se oblieno del primero sustituyendo:


primero, la curva L por el segmento ó del eje real y, segundo, z
por k (/) y dz por V (l) di. Su prioridad ante el primer miembro
consiste en que, después do separar las partes real e imaginaría bajo
el signo de la integral, ésta so escribe inmediatamente on forma do
dos integrales definidas de funciones reales del parámetro t (véase
el ségundo miembro de la fórmula (4.2:4)).
14*
212 CAP. 111 INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

1.3. Enumeremos los propiedades elementales de las integrales


de las funciones complejas:
a) j /(z)dz = — J /(z)dz. (1.3:1)
í. L-
Aquí, se designa con L_ la curva que se diferencia do L sola­
mente en el sentido del recorrido.
b) j /(z)dz = j f(z)dz+ j /(z)dz-)- . . .
j /(z)dz. (1.3:2)
í-i Lm
Aquí, Lj, 7/2i . . Lm son arcos que se obtienen al hacer alguna
partición de la curva L en partes; el origen del arco L i coincide
con el origen de la curva L , el origen del arco L k+i con el oxtremo
del arco Lh (k = 1, 2, — 1) y ol extremo del arco Lm con
el extremo de la curva L.
m m
C) j 2 C jI í <*> * - 2 C) J t i « * • (1-3:3)
L j= i ;= l ¿
Aquí, /, ( z ) , . . f , n (z) son funciones definidas y continuas
on L, mientras que Cu . . . . Cmi sou constantes complejas.
Cada una de estas tres propiedades se verifica fácilmente, bien
pasando a las integrales curvilíneas según la fórmula (1.2:1) o bien,
inmediatamente, basándose en la definición de la integral ^ / (z) dz
L
como el limito de la suma integral.
Frecuentemente suelo ser necesario acotar superiormento el
módulo do la integral. Con osle fin, ante todo se usa la desigualdad
d) | j / (z) dz | < £ | / (z) | ds. (1.3:4)

Aquí ^ | / (a) | ds es la integral curvilínea de la función real


L
(no negativa) continua | / (z) |, tomada a lo largo de la curva L»
n —i
os decir, os el límite; lim 2 I / (£0 I donde h es la longitud del
arco a*, y £* es, como anteriormente, un punto de esto arco.
Para demostrar la desigualdad (1.3:4), acotemos el módulo de
n—i
la suma integral 2 / (E0 (z*+i — Se tiene:
§ 1. CURVAS RECTIFICABLES. INTEGRALES 213

Pasando a límite en ambos miembros de esta desigualdad, supo­


niendo que la partición disminuyo indefinidamente, resulta:
| j /(*)<fc|< | I/<*)I ds,

como se quería demostrar.


Ordinariamente, la integral que figura cu el segundo miembro
suele escribirse en la forma ^ | / (z) | | dz |. La desigualdad (1.3:4)
L
toma entonces la forma
d') | J/(*)<fc|« ||/(2)||<fc|. (1.3:4')

Con más frecuencia que la desigualdad (1.3:4) o (1.3:4'), suele


usarse otra acotación más grosera. Supongamos, para esto, que en
todos los puntos de la curva L la función / (i ) satisface a la desigual­
dad
l / WKAí
(aquí se puede tomar por Af, por ejemplo, m a x |/(z )|). Entonces,
para el módulo de la integral de f (z) obtenemos:
e) | j / ( z ) t k |< A f í , (1.3:5)

donde ¿ es la longitud de la curva L. Para obtener esta desigual­


dad es suficiente ol>sorvar que

I 2 / (Wí) ( ^ a + i — ^ a ) I 2 I / (£ a ) ! | ^a+ i — | M 2 l^A + t —


b—0 A=-0 krn.0
y pasar a límites.
Todas las propiedades enumeradas son exactamente análogas
a las propiedades correspondientes do las integrales de las funcionos
reales.
Es necesario señalar una de las propiedades importantes de
los integrales de las funciones reales que no se vorifica inmediata­
mente para las integrales do las funciones complejas. Se trata del
teorema del valor medio (primer toorema del valor medio), según
el cual, en el caso más simple
b b
j }(t)dt = f (t) [ dt = J(r) ( 6 — a),
a a
214 CAP- III INTEGRALES y 8RRIB8 DE POTENCIAS

donde a < x < b (Ja función / (0 os continua en el segmento la, ó]).


De éste, en particular, se deduce que la integral ^ / (t) dt no puede
a
anularse si la función continua / (0 no se anula en ningún punto
del intervalo (a, b). Poro o$ta última conclusión no puede aplicarse
a las integrales de las funciones complejas, incluso cuando se limita
la integración a un segmonto del eje real.
Examinemos, por ejemplo, la integral ^ exp (2juz) dx¡ tomada
L
a lo largo del segmento del oje real L: 0 ^ x <; 1. Como exp (2rckr) =
— eos 2nx -f- i sen 2nx, según la fórmula (1.2:3), se tiene:
1 i
j exp (2n¿x) dx j eos 2jix dx 4- i j sen 2jtx dx = 0.
Sin embargo, oxp (2nlx) no so anula en ningún punto del segmonto L.
Por lo tanto, la consecuencia indicada anteriormente del teoroma
del valor modio no es aplicable a las integrales de las funciones
complejas; por esta razón, el mismo teorema del valor medio tam­
poco es aplicable generalmente a las mismas.
He aquí unos cuantos ejemplos de cálculo de las integrales ele­
mentales de las funciones complejas.

1) r fz ^ lim 2 — lim (z * —
(«a-m z0,
zh) ^ Zo)~Z —
Í IkcO
donde z0 es el punto inicial y Z, el punto final de la curva L.
En particular, si la curva L es cerrada, entonces Z = Zo y la
integral se anula:
{* -» •
n -1
/. n -1

2) \ zdz = lim 2 zh(zk+\ — */,)-= lim 2 **+i (2*+i —**)•


L 0
Aquí, para una misma partición de la curva L suponemos una
voz que el punto £* coincido con el punto inicial zAdel arco o*, y la
otra vez, con el punto final zh.m del mismo arco. Como los límites
de una y otro sumas integrales son iguales, su media aritmética
tendrá el mismo límite:
n—i n-l
f = 2 (Z JS r+ l - H Z * ) '— 2 *) = 4 " lim S (Z* + |— * í) =
L fc«o *=o
—4- l¡m —zJ) = y ( 2 J —4)-
f I. 1. CURVAS RECTIFICADLES INTEGRALES 215

En particular, si L es una curva cor rada, de nuevo obtenemos


que se anula ]a integral:
j / (z) di —0.

» Vu i-'
donde L: z — a -}- r exp (W), () - < /,< 2ji, es una circunferencia
con el centro en a y de radio r, recorrida una vez en dirección posi­
tiva.
Hagamos el cálculo por dos métodos distintos.
Para obtener una suma integral que sea lo más simple posible,
dividamos L en n arcos iguales por los puntos:
*o“ a + r, Z | = a + ri* x p (í--5 -) ,

2s a -|- r oxp | i i„-i = a + re x p [í


y pongamos también
zn = zQ= a + r.
Finalmente, tomemos por puntos £* en los arcos los puntos
medios de estos arcos:
Wi = a+rc3cp [t ”] (k — 0, 1, 2......... « — í).
Entonces

n—1
S /(£ » ) (z»+1-z * ) =
*«•0

- 2<*4 i< 7,* ] {«*p [


A=Q
n—1 n—i
= 2 {«p t - ^ Í - t )) ■= 2/ V seft “n —2mscn —
n
llnQ kzmO
Por consiguiente,
.n
í —1 = Jim 2in sen — = 2n¿ lim -----— = 2ni
¿ z— a « n-**?
n-**? n Tl-rOC-
n-roc- *
21(3 CAP. H I INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

Es le mismo resultado puede obtenerse aplicando la fórmula


(1.2:5). Se tiene:
z —X{t) = a + relit V (t) = ireu
y, por consiguiente,

!L 8—A J „!!

Aquí Ó designa el segmento del eje real desde 0 hasta 2jt. Por lo
2.1
tanto, j dt ^ di = 2ji y, finalmente,
t> i!

$ 2. TEOREMA INTEGRAL DE CAUC11Y


2.1. El teorema, cuyo enunciado y demostración daremos ahora,
es uno de Jos fundamentales en la teoría de Jas funciones analíticas.
T e o r e m a i n t e g r a l d o C a u c h y. Si G es un recinto
simplemente conexo del plano finito y j (z) es una función uniforme
y analítica en este recinto, entonces para cualquier curva rectificable
y cerrada L, perteneciente a G> la integral ^ f (z) dz es igual a cero.
L
Con ciertas restricciones complementarias, este teorema puede
obtenerse fócilmente do la conocida fórmula de Oreen. Esta fórmula
tiene la forma
J /J (ar, y)dx — Q (x, y)dy = ( 1 S 7 W ) áx du'
í t
donde g os el interior de la curva elemental de Jordán cerrada
L, P (x, y) y Q (x, y) son funciones continuas en L y en su interior
junto con sus derivadas parciales-^ y , y, fiiialinonte, la inte­
gral curvilínea en el primer miembro se toma en sentido positivo,
es decir, en dirección contraria a la del movimiento de las agujas
del reloj.
Escribamos la integral ^ / (z) dz según la fórmula (1.2:1):
L
^ f(z)dz= ^ u d x —vdy — i j vdx -\-udy,
i. /. L
f 2 TEOREMA INTEGRA!» DE CAUCHY 217

Para aplicar a las integrales del segundo miembro la fórmula do


Groen, exijamos que la curva Lsca de Jordán y lisa a trozos, y luego,
quo las derivadas parciales de las funciones u (x, y) y v (j, y) sonn
continuas en el recinto G. Como
. Ov do . du
r < «> -■ £ 1 üx dy 1 t)tj ’
lo último que se exige equivale a que / ' (z) sea continua en el recin­
to G. C o m o el recinto G es simplemente conexo y la curva do Jordán
cerrada L pertenece a C, el interior do la curva Z», es decir, el recin­
to g. también pertenece a G. Por consiguiente, las derivadas parcia­
les de las funciones u (¿r, y) y v (¿, y) existen y son continuas en
todos los puntas de la curva L y en su interior. Según la fórmula de
Creen, obtenemos:
\ u d x - v d y = JJ (- * L -% -)d x d y ,

J *&+««!„= {J
I* K
y como las expresiones que figuran bajo los signos de las intégralos
dobles, cu virtud de las ecuaciones de D’Alembert-fíuler, se anulan,
las integrales curvilíneas examinadas también son iguales a cero.
Por esta razón es también igual a cero la integral ^ / (z) dz.
No obstante, no nos quedaremos satisfechos con el resultado
obtenido y nos dedicaremos a domostrar el teorema de Cauchy en
la forma que se enunció anteriormente, es decir, sin exigir ni que
la derivada de / (2) sea continua, ni que la curva L sea do Jordán
y lisa a trozos.
2.2. L e ni a. Si F (z) es una función continua en un recinto G,
y T es alguna curva rectificable situada en este recinto, entonces para
cualquier e ;> 0 puede asignarse un ó tal, que para cada partición
de la curva F en arcos de longitud menor que ó, la poligonal respectiva
inscrita y estará contenida en el recinto G, y la diferencia entre las
integrales ^ F {z) dz y J F (z) dz será en su valor absoluto menor
v v
que t:
| J F (2) dz— Ij F (z) dz | < e.
r v
D e m o s t r a c i ó n . En virtud de la proposición h) del ap. 4.5
del primer capítulo, en el recinto G se puede señalar un conjunto-
acotado y cerrado E, para el cual Lodos los puntos de la curva T
■218 CAP- III INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

-son interiores; además, existirá un número positivo p tal, que cada


círculo do radio p con el centro en un punto cualquiera de la curva T
pertenecerá a este conjunto E. Fijando el conjunto E y tomando
un número positivo arbitrario r, determinemos (en virtud de la
«continuidad uniforme de la función F (z) en ol conjunto cerrado E)
un ó| >■ 0, tal, que para cualquiera par de puntos z' y que porte-
nczcan a E y satisfagan a la condición \z' — Z* | < ót, se cumpla
la desigualdad
IW -/(O I< 7 . (2.2:1)
dondo / os la longitud de la curva I\
Tomemos ahora un número positivo Ó tan pequeño, que so cumpla
la condición ó < min (ó, p). Fijemos una partición cualquiera de
la curva T cuya máxima longitud de los arcosa* (k = 0, 1, . . .
. . . . n — i) sea menor que el Ó indicado, y soan í* los puntos que
realizan la partición, y las cuerdas de los arcos o* (£* es el ori­
gen y £*+,, el extremo de yA). Designando con y la poligonal cuyos
lados sucesivos son yht tendromos:
n—l
F(z)dz— £ f (*)d*| = | 2 [ j F(z)dz— J F(z) d*] j <
r V h=0 ah Vj,
n—I
< S | J F(z)dz —j F(z)dz | . (2.2:2)
*=» v*
•Observando que J F (£*) dz = J F (£*) dz = F (£*) (£*+1—£*) (véase el

•ejemplo 1) ap. 1.3), hallaremos:


| ^ F ( z ) d z - J F(z)dz\ =
ah n
= | J [F (z)—F (t^)]dz — y \ F (z )- F (U )\d z \<
ch va
< | J 1^" (*) —F (£»)] | + 1 J lA<í ) - / , (U)|dz| • (2.2:3)
ak Vh
Las diferencias bajo los signos de las integrales pueden acotarse
según la fórmula (2.2:1), puesto que la distancia entre cualquier
punto do ah o de yh y el punto £* es menor que ói- Por esta razón,
| y F(z)dz— y F(z)dz | < ~ « long. cth -f-^.-long. yk c y - long. a*,
°h v*
(2.2:4)
$ 2. TEOREMA INTEGRAL DE CAÜGHT 219

y, por consiguiente, la desigualdad (2.2:2) nos da:


n—1
j j F(z)dz — J F (z) d í |< 2 y lo n g . ah = H. (2.2:5)
'r v *i=o
Con esto se termina la demostración del lema.
2.3. Hagamos ahora la propia demostración del teorema inte­
gral de Cnuchy. Primero lo demostraremos para las líneas poligona­
les y después, aplicando el lema del ap. 2.2, estudiaremos el caso

HIG. 45

más goneral. La doinostración misma del teorema para las poligo­


nales cerradas la dividiremos en etapas separadas.
a) D i á n g u 1 o. Sea L un segmento rectilíneo y, recorrido dos
veces en direcciones opuestas. Entonces
f f(z)dz = J f(z)dz + j / (z) dz = J f ( z ) d z — J f(z)dz = 0.
* V V" V V

En este caso elemental no tuvimos que recurrir siquiera a la


derivabilidad de la función /.(z).
b) T r i á n g u l o . Como ya se verá en el proceso do la demos­
tración, esto caso es el fundamental, y en él tendremos que basarnos
esencialmente en ol hecho de que la función / (z) es derivable. Así,
pues, sea L el contorno de un triángulo situado en el recinto G,
recorrido una vez en una dirección determinada (por ejemplo, en
dirección contraria a la del movimiento de las agujas del reloj).
Hagamos:
| 5 f{z)dz\ = M ( > 0 ) .

Queremos demostrar que M = 0. Dividamos el triángulo, median­


te segmentos rectilíneos que unan los puntos medios de sus lados,
en cuatro triángulos iguales con los contornos L \ L ”, //" y Llv
(fig. 45), y formemos la suma de las integrales tomadas sobre L \
Z/\ U* y Z,IV en las direcciones señaladas en el dibujo con flechas
220 GAP. I1J INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

(cada una en dirección contraria a la del movimiento de las agujas


del reloj). Obtenemos:
J / ( « ) * + J / ( , ) * + J / (2) dz+ C f (2) dz. (2.3:1)
L' L~ L~ ¿y
Cada una do estas cuatro integrales puede sustituirse por la
suma de tres integrales, tomadas a lo largo do los lados de los trián­
gulos considerados. Seis de estas integrales, tomadas sobre los seg­
mentos situados sobre L, darán al sumarlas la integral | / (z) dz.
Las otras seis se dividirán en tres pares de integrales, cada par do las
cuales se loman sobre un mismo segmento, poro recorridos cu direc­
ciones opuestas (estos segmentos no están situados sobro L). Eviden­
temente, la surna de cada par de éstas es igual a cero. De aquí se
deduce que toda la suma (2.3:1) es igual a una sola integral, y como
el módulo de la suma no supera a la suma de los módulos de los
términos, so tiene:
Jf-| J/(*)«il|<
(2.3:2)

De la última desigualdad sacamos la conclusión de que al menos


uno de los términos del sogundo miembro tieno que ser no menor
que y . Designando el circuito correspondiente mediante L x (Lt coin­
cide con L 't L*%L'n o £IV), obtenemos:
IJ/<H
Lj
Hagamos ahora con el triángulo Lx lo mismo que se hizo anterior­
mente con el triángulo L, es decir, dividámoslo en cuatro triángulos
iguales: £j" y L\y\ observemos que la integral sobre L x es igual
a Ja suma de las cuatro integrales sobre L\. L\, £ '" y £fv (tomadas
en un mismo sentido: en dirección contraria a la del movimiento
do las agujas del reloj), y, finalmente, saquemos la conclusión de
que el módulo de una de estas últimas será no menor que •
Sea esta la integral a lo largo de £ 2 (£2 coincide con L[%L\ , £ ¡" o
£¡v). Entonces, tendremos:
Ai
f 2. TEOREMA INTEGRAL DE CAUCRY 221

Continuando estos razonamientos, obtendremos una sucesión


de triángulos con los contornos L lt L 2......... ¿ n, . . que satisfacen
a las siguientes condiciones:
1) Cada triángulo siguiente está contenido en el anterior y se
obtiene de éste uniendo con segmentos rectilíneos los puntos medios
de dos de sus lados; en particular, de aquí se deduce que la longitud
del circuito L n — designémosla con ln— es dos veces menor que
¿n-i y* Por consiguiente, ln — ^ , donde / es la longitud del circui­
to L.
2) Cada uno de Jos triángulos está contenido on el recinto G;
esto se debe a que L está contenido en G, por lo cual (como el recin­
to G es simplemente conoxo) el interior do L también tiene que per­
tenecer a G.
3) La integral de / (z) a lo largo do Ln satisface a la desigualdad
I $ * (* ) * !> ■ £ (» = 1 .2 , ...) • (2.3:3)
Ln
Do la propiedad 1) se deduce que los triángulas considerados
«ciñen» a un punto £, perteneciente a cada uno de los triángulos (éste
puede estar situado cu el interior de Ln o sobre Ln)
En virtud de la propiedad 2), el punto £ portenocc al recinto G.
Por consiguiente, según la hipótesis del teoroma, la función / (z)
posee derivada /' (£) on el punto £, y para cualquier e > 0 se puede
señalar un Ó tal, que cuando sea | z — £ | <1 ó, so cumpla la desi­
gualdad:
I - / '( £ ) ! < « • (2-3:4)
Como ol punto £ pertenece a cualquiera de los triángulos consi­
derados y éstos «ciñen» a esto punto (las longitudes do los circuitos Ln
tienden a cero) resulta que, comenzando desde cierto n >■ Ar, estos
triángulos estarán contenidos por completo en el circulo | z — £ | <
< ÓT y, por consiguiente, para todos los puntos z%pertenecientes
a se cumplirá la desigualdad (2.3:4).
Escribámosla en la forma:

Obsorvando que la distancia \z — £| entre dos puntos do un mismo


triángulo es menor quo el perímotro de este triángulo, os decir,
es menor que , obtenemos:

l / W - / f f i - / '( f ) ( í - « l < e ^ r . *€£», n>*V. (2.3:5)


222 CAP. III INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

lia] lando ahora la integral do la función / (2) -—/ (£) —/' (£) (z— £)
a lo largo de la línea cerrada ¿ n, resulta:
J l / (« )-/(» -/* < 0 ( * - 0 l* -
Ln
= j j(z)<)z-f{Q J & -/'< Q j z d z - Í f ' ( t ) j * - [ / ( « ) * .
Ln Ln Ln Ln La
(2.3:6)
Aquí hemos aplicado el hecho de que las integrales \ dz y \ zdz
L í
son iguales a cero (véase los ejemplos 1) y 2) del ap. 1.3). Por consi­
guiente, en virtud de (2.3:6), (2.3:5) y de la de igualdad (1.3:5),
obtenemos:

| ¡ í / ( * ) - / ( » - / ' (C)(«T 01
Ln La
= e --^ r-e £ . (2.3:7)
Como complemento a la desigualdad (2.3:3), donde los números
se acotaban superiormente por el módulo de la integral sobro
¿ n, hemos conseguido obtener la desigualdad (2.3:7), donde esto
módulo se acota superiormente por los números e - ^ . Confrontando
las desigualdades (2.3:3) y (2.3:7), deducimos que
A f<
o bien, haciendo a e tender a coro:
M < 0.
Pero M 110 puede ser menor que cero. Por consiguiente,
%
M —J £ / (2 ) dz| = 0,

con lo cual se termina la demostración del teorema integral de


Cauchy para el caso do un triángulo.
c) Ahora estamos en condiciones de considerar el caso en que
L sea una poligonal cerrada arbitraria situada en el recinto <?. El
problema consiste en saber descomponer tal poligonal en triángulos
(para los cuales ya está demostrado el teorema).
Comencemos con el caso en que L sea el contorno de un polígono
convexo de n lados (n ^ 4) A qA 1 . . . i4n_jA0T recorrido una vez
| 2. TEOREMA INTEGRAL DE CAUCHY 22^

en una dirección determinada. Descompongamos ol polígono en,


n — 2 triángulos mediante diagonales trazadas por el vértice A o,
(fig. 46). Cada uno de estos triángulos pertenece al polígono dado y.
por lo tanto, también al recinto G (de nuevo empleamos que el
recinto G es simplemente conexo). Por consiguionle, para los triángu­
los obtenidos es válido el teorema que se demuestra.

Escribamos la integral do / (2) a lo largo de L en la Íormí*


siguiente:
í - ( 5 + í )+( í +
/. d o A iA s Ag/to Aq^2
5 )=
AaAg. . . A /1- 1A0

0 120
A A A A A o j a d a • . -4n-1 Ao A q /i2 A j. . . A n -1Ao
(yo que, por lo demostrado, j = 0). Vemos, pues, que la iole-
AqAxAi Ao
gral sobre el conlomo de un polígono convexo de n lados resolta
ser igual a la integral sobre el contorno de un polígono convexo do
n — 1 lados. De aquí, reiterando este razonamiento unas cuantas
veces, sacamos la conclusión de que esta integral es igual a la inte­
gral sobro el contorno del triángulo A 0An^2An^i%es decir, es igual
a cero. Por lo tanto, el teorema queda demostrado también par»
un polígono convexo arbitrario.
Examinemos el caso en que L sea una poligonal cerrada arbi­
traria, que no se corte consigo misma y sea recorrida una sola vez.
De las hipótesis hechas se deduce que ésta es una curva de Jordán;
por esta razón se puede hablar do su interior que, como el recinto G
es simplemente conoxo, tiene que pertenecer o G. Demostremos que
el interior de la poligonal L puedo descomponerse en polígonos
convexos. Con este íin, observemos que un polígono convexo se
224 CAV. III INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

caracteriza por completo con que cada uno de sus lados puede pro­
longarse en línea recta por cualquiera de sus dos vértices respectivos,
sin caer on esta prolongación en el interior del polígono. Por el
contrario, entre los lados de un polígono no convexo tiene que haber
alguno cuya prolongación caiga en el interior del polígono. Prolon­
guemos cada uno de tales lados de uno o de los dos métodos posibles
dentro do L hasta que nos encontremos de nuevo con L*(i\g. 47).
De osta manera, el polígono inicial quedará descompuesto en un
número finito de polígonos, cada uno de los cuales será convexo

/
¿

no. 4&

(puesto que, en virtud de la construcción hecha, ninguno de los


lados puedo prolongarse dentro del nuevo polígono). Pero 1a inte­
gral sobre cada polígono convexo es igual a cero; por consiguiente,
éstos pueden desprenderse uno a uno de todo el polígono sin cambiar
ol valor de la integral J / (z) dz. En definitiva obtendremos quo
L
en oslo caso también es igual a cero Ja integral sobre L .
Supongamos, finalmente, que L es una poligonal cerrada arbi­
traria. Según la definición, ésta consta de un número finito de
lados Ai? Az, . . ., An, dados en un orden determinado, de modo
que ot extremo de cada uno es el origen del siguiente y el extremo
del último lado coincide con el origen del primero (&p. 4.1 del
capítulo primero). Algunos de los lados pueden tener puntos comu­
nes ademas de los indicados, es decir, la poligonal puedo cortarse
consigo misma; adoinás, algunos de los segmentos rectilíneos A*
pueden ser partes de otros segmentos o incluso pueden coincidir
con ellos. Esto significa que al recorrer la poligonal L %algunos de
t 2. TEOREMA INTEGRAL DE CAUCHY 225

los segmontos que la pertonecen pueden describirse parcial o com­


pletamente unas cuantas veces (íig. 48).
Para facilitar los razonamientos, los haremos respocto de nuestro
dibujo, donde está representada una poligonal compuesta de ocho
lados: A* = .4*4*+^ (k = 0, 4, 2, 3, 4, 5, 6, 7; A b = en la
cual el lado A¿A7 forma parte del lado A¿A9. Empecemos el movi­
miento sobre L, comenzando desde A 0y hasta que un nuevo lado se
encuentre p o r p r i m e r a v e z con uno de los lados ya reco­
rrido. En nuestro caso, tal lado os 4 24 3, que se corta con en el
punto 6. Entonces, la poligonal cerrada que se obtiene al recorrer L,
comenzando desde el punto B hasta el primer regreso a este punto
(en nuestro caso, ol triángulo BA^A^, ropresontará una curva de
Jordán cerrada situada en el recinto G. Por consiguiente, la integral
sobre ásta será igual a cero y al excluir de L la poligonal indicada,
el valor de la integral a lo largo de L no variará.
Resulta una poligonal L', formada por los lados, escritos por
orden, A qB, BA$, A 3Aí%A aA5, A¿A9%A^Ah A 7A 9. El número de sus
vértices y, por consiguionto, de sus lados, es al menos una unidad
menor que la cantidad inicial, puesto que la parte despreciada de
la poligonal L era por lo menos un triángulo, de modo que fueron
despreciados no menos de dos vértices, y en su lugar ha aparecido
no más de un nueevo vértice (£).
Podríamos limitarnos a estos razonamientos, si el caso oxaminado
fuese el único posible. Pero existe otra posibilidad más, quo se
observa en el caso de la poligonal L '. Hagamos de nuevo un recorrido
comenzando desde A a lo largo de los lados A 9B%BA3í A 3Aa,
A aA5, A sA9. Iiasta aquí no encontramos ninguna autointersección.
Poro el siguiente lado A 9A7 va dirigido por el lado A5A9%de modo
que nos encontramos con puntos interiores de los lados ya recorridos
antes, es decir, con puntos de autointersección; sin embargo, ninguno
de éstos es el primero (el punto A ñ, que es común para dos lados
consecutivos A 6A 9 y ^4®í47, no es un punto do autointersección
para V ).
Dobido a esto volvemos hacia atrás por el lado A 9A 9l hasta que
nos encontremos con el punto más próximo a A t de los dos vértices
contiguos A 5 y A 7. En nuestro caso, éste será C = A 7. La poligonal
cerrada, compuesta de la parte del lado A ¿A*, comenzando dosde
el punto C hasta el vértice A 9t y de la parte del lado A^A7 desde A t
de nuevo hasta el punto C, representa un biángulo, la integral sobre
el cual es igual a cero. Por esta razón se puede excluir esta poligonal
de V sin variar el valor do la integral a lo largo de L'. Resulta una
poligonal cerrada L ", formada por los lados, en su orden, AoB,
B A 9, AzAit A aA 5i A%C, CA0. La cantidad de sus vértices y, por
consiguiente, de sus lados, es una unidad menor que para la poligo­
nal L \ puesto que junto con el biángulo hemos despreciado un vér-
15 —1199
220 CAP. III INTEGRALAS Y SERIES DE POTENCIAS

tico (i4oh sin introducir on su lugar nuevos vértices (C coincide con


Á 7 o, cu otro caso posible, con /1$).
Nuestro razonamiento es de un carácter totalmente general.
Después de repetirlo un número finito do veces obtenemos o una poli­
gonal cerrada L0í\ que es una curva do Jordán (en nuestro caso, tal
es la poligonal L"), o sino un biángulo. En cada uno do estos casos
sacamos la conclusión do que la integral a lo largo do la poligonal
inicial L es igual a cero.
Así, pues, quoda demostrado el teorema para una poligonal corra­
da arbitraría. Obsérvese que, extendiendo el teorema desde el caso
de un triángulo hasta este último caso, nosotros no empleábamos
ningún razonamiento de carácter teóric-o-funcional. Todos nuestros
razonamientos eran exclusivamente de carácter geométrico ele­
mental.
d) Consideremos, finalmente, el caso más general de una curva
rectificable y cerrada arbitraria L, perteneciente a un recinto G.
En virtud del lema del ap. 2.2, para cualquier s > 0 se puede señalar
una poligonal cerrada y, inscrita on L y perteneciente al recinto G.
tal que las integrales j / (z) dz y J / (z) dz satisfacen a la condición
í v
| j f(z)d z — J /(z)<fe|< e.
/- y

Pero, según lo demostrado anteriormente, j f(z)dz — (J\ por consi-


v
guíente,
| jj /( * ) d * |< s .

y como aquí e es un número positivo arbitrariamente pequeño, so


tiene
J } (z) dz = 0,
L
con lo cual se termina toda la demostración.
En el teorema domostrad o el circuito de integración L pertenecía
al recinto G en el cual la función / (z) era analítica. Sin embargo,
este teorema puede extenderse también al caso en que L represente
la frontera de este recinto. Precisamente, se verifica la siguiente
proposición.
Si G es el interior de una curva de Jordán cerrada rectificable L
y f (z) es una función continua en el recinto cerrado G, y analítica en
$ 2. TEOREMA INTEGRAL l)K CAl/LHY 227

el recinto G, entonces la Integral de j \z) sobre L es igual a cero:


I / (2) dz = 0.

En lodo su volumen osle teorema se demostrará cu el quinto


capítulo. Aquí nos limitaremos a demostrar tm caso particular
«le! mismo, que es suficiente para lu mayoría de las aplicaciones.
Sea L una curva rectificable tal, que cada rayo que parta de cierto
punto z0 «lol recinto G se encuentre con ella en un solo punto.
Supongamos que Ja ecuación do la curva L puede representarse,
en la forma
z zo fM 0 ). ,2ji,
dundo 0 es el ángulo polar respecto de un sistema polar de coor­
denadas con el poto en el punto z0. Entonces, para cualquier p,
0 < p < l , la curva z — z<>4*pM0)i que es semejante a L res­
pecto del punto z<,, pertenece a G. Debido a eslo, en virtud del
teorema integral de Cauchy,
j /(2)rfr = 0, 0 < p < 1.

Si
n ir

£ / (2„) (Z*+, - 2ft) = S / I*»-I *■(0/.)l l* (0»+1) - X(0*)]


(• IJ

es la suma integral para la integral | / ( z)dz, entonces, debido


a Ja semejanza do las curvas fJ(¡ y L %la ex prisión

^ J lV + P* (e*)| - [p¿ (6*+l) - pk <ÜA)|


será lina suma integral para l f (z) dz. Por esto, esta última inte-
grnl puede expresarse también en forma de la integral a lo largo do L:
^ p/ l*o + pX (0)) di = 0.
I.
Tinnsformemos ahora la integral £ / (z)dz del modo siguicnle:
/.
j / l*o + (0)1 dz = j { / 1?, X(0)| - p / [2„ |- pX (0)]} dz -

- j {(1 - P> / l*o-U (0)1+ P (/ l*o + X<0)| - / (20 + pX (0)|)) dz.


I
ib*
228 CAP. III INTEGRALAS Y SERIES UIC POTENCIAS

Hagamos las notaciones: M —max [ i (z) | y m — max |&(0)|.


q 0^0s¿2n
Para cualquier e > 0 puede señalarse un Ó (e)>0 tal, que se cum­
pla la desigualdad

para cada par de puntos z \ z” del rocín lo G que satisfagan a la


condición ¡z' —z' ;ó(e). Por lo tanto, tomando 1—p < - Ó(e)
tendremos:
|/^oH X(6)] —/|z 0 | pM ft)||< e
y, por consiguiente,
I ‘l / (i) dz I < [{1 —p) M + pe| •long. L.
i.
Tomando aquí p —►!, obtonemos:
| || /(z) fiz|< i'-long. L,
í
y, finalmente, haciendo e —>0, sacamos Ja conclusión de que
í f(z)dz=--0,

como so quería demostrar.


En particular, se puede tomar por L una circunferencia o cual­
quier polígono convexo.
Obsérvese que del hecho de que nuestra proposición es justa para
cualquier triángulo se deduce, por el método que ya conocemos, que
es justa también para cualquier circuito poligonal cerrado sin autoin-
lersecciones (no necesariamente convexo).
No obstante, no podemos basarnos en el lema del ap. 2.2 y exten­
der esta proposición al caso do una curva arbitraria do Jordán cerrada
y rectificable puesto que las poligonales A inscritas en ella pueden
salir parcialmente fuera de los márgenes del recinto cerrado G,
.limi lado por la curva L, y, por consiguiente, las integrales ^ / (z) dz
\
c-oreceñín do sentido.
Como ya se ha advertido, la demostración del teorema en todo
su volumen se dará más tarde (basándose en otras ideas).
2A. En los primeros trabajos do Cauchy su teorema servía
como un medio para calcular distintas integrales definidas de las
funciones de variable real (fundamentalmente intégralos impropias).
6 3. TEO R EM A IN T E O R A L D E GAUCHY 229

Para dar una idea de estas aplicaciones del teorema de Cauchy,


que dieron vida al mismo teorema, expongamos tres ejemplos.
1. I n t e g r a l e s d e F r e s n e l :
OT CO
^ eos £2 cí£ y ^ sen d|.

Para calcular estas integrales, que aparecen en la teoría do la


difracción, consideremos una función auxiliar de variable compleja
F (z) = eil%. Esta puede considerarse como una función compuesta
y* S'i \
B
CfX+oti)

O X \ \ ~ ‘ t
A (-X ) 0 B (+ R rx

FÍO. 49 FIG. 50

F (%) = <p [/ (z)|, donde f (z) = iz* y <p (?) = De aquí, según
las reglas do derivación de una función compuesta, se deduce que
F (z) es derivable en todo el plano y = 2izeu*. Por consi-
guiónto, puede aplicarse el teorema integral de Cauchy.
Tomemos por circuito de integración la linea L de la fig. 49.
Esta consta del segmento OA del semieje positivo, de longitud R
(R es un número positivo arbitrario), del arco AB de la circunferen­
cia de radio R con el centro en el origen de coordenadas y dol segmento
BO de la bisectriz del primer ángulo coordenado. Por lo tanto, el
ángulo AOB es igual a . Debido al teorema integral de Cauchy,
la integral ^ es igual a cero:
í
f ( e<t*d£-t- j e^dCH- J =
L OA ABDO
Pero ? en OA es igual al número real £, por lo cual, d? = d | y
230 CAP. r n INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

En AR, £ = /? (eos qp-{ / sen q>), donde q> varía desde 0 hasta ,
por lo cual
^ R* (eos 2<p | i sen 2qp) (0 < 2 q )< -^ J ,
di R ( —sen qp 1eos qp) d<p ~ iR (eos qp+ i sen qp) dqp
y
SI

J 2 (/2) = ^ di = | exp (ítf* (eos 2<p+ i sen 2qp)] iR (eos <p-(- i sen <p) dqp.
Ali ü
Finalmente, en ¡SO, $ —p (eos 1sen -J- j , donde p varía
desde R hasta 0, por lo cual
Íz —p2 ( eos i sen -^*) = íp8» di ®- ( eos -J- t i son dp
y
u
J\ (R) — f ^ c-*># (eos -| i sen ) dp —
no r?
it n
-- — ( e o s ~ i- ¿ s e n ^ e~p%d p
e~f1* d p .
— — — (1 -| ¿) (
h c
Al hacer crecer indefinidamente a R , J¿(R) tenderá al límite
_ «y, ^__ r/ t__
— — (1 -f 0 ^ — pue s t o q u e ^ dp=— ^
o o
*') En efecto,
n h
(a)

\.w el cuadrad'» ron t>l centro cu el origen de r.<< rdcnodiis, cuyos Jados,
de longitud a 27?, son paralelos a los ejes (le <*•«ordenadas, inveníamos un
circulo k y circunscribamos un circulo K. Entonces, como la función subin-
togral es (lositiva
k n
Jj J j fi -v-+
¿'i < dí y rfl|f
fc -U —li K
§ 2 T140(02MA INTEGHAL DE CAUCHY 231

Domos iremos que Jz(R ) —►O cuando 7?—►oo. Para esto, acote­
mos el mñdtilo | (/?) |. So tiene:
7r.4
| Jt ( t t ) | < 7? ^ | oxp |/7?4 (eos 2q>-f- i süji 2«pl | • | eos 9 i son 9 1íAp.
(1
Aquí
| oxp | iíi2 (eos 2<p-|- i sen 2<p)] | = exp ( —/?2son 2<p)
y | eos 9 i sen <p| —1; debido a lo cual
n
4
| J 2(/f) | < R ( exp ( —R ’ sen 2<p) </<p.
i
Pero sen 2q> > • 2<p para O 2<p < «y *).

o b i e n , s u s t i t u y e n d o l a s c o o r d e n a d a s c a r t e s i a n a s r o e U n g u l a r e s £ y ») p o r l a s
p o la r e s p y <f y a p l i c a n d o l a f ó r m u l a ( a ) , t e n d r e m o s :
2n n It 2 ií il 1 '2
\ ^ f p c /p ch |» 4 ^ ^ <T í ^ dp dij.
<1 íi I Oü
E fe c tu a n d o la in t e g r a c ió n y e x t r a y e n d o la r a íz c u a d r a d u d o to d o s lo s m ie m ­
b r o s d e la d e s ig u a ld a d , liu íla n in s :
n
1 »,i <> 2 j « **d£ < / « ( l - f - * * * ) .

d e d o lid o
H co _
liiuu 2 j c ~ í 2 dl--= \ ñ o ^ = .
H~+
* ) IL n e f e c t o , l a f u n c i ó n } (a ) — a d e c r e c e e n e l in te r v a lo ^ 0 , 4J- J ,
p u c s L o q u e ¡“ u d o m a d a
a to s a — sen a e o s a ( a — Ig a ) . 4(
/ ' (a )
a* a* *
c u a n d o 0 « a <' n P o r e s to m is m o /(a )> -/^ -y J si o
son a Ü , o b ie n
a .*1
so n a a ^ 0 < a < - y j .

G * U d e s ig u a ld a d s e c o n v ie r t e e n ig u a ld a d p a r a a - U y a — - y .
232 GAP. I I I IN T E G R A L E S Y 8 E R IE S D E P O T EN C IA S

Por consiguiente,

n /4 exp ( —
|/ ,< / f ) |< * J e x p (—
o ---1 Ri­
* i - e - R1
“ T
te donde se doduce que
lim Jz(B) = 0 .

Consideremos, finalmente,
R R
J ](/?) es £ J eos + i | sen £*

Como J t (B) + J 2(B)-¡-J3(R) = 0 para cualquier B t se tiene que

lim / , (/?) = - lim J t (R) - lim J» (R) = (1 + i),


R-*oo
P.-kftn ■

es decir,

lim ( f eos ?*<$ + »• f sen |* dfc) = (1 + ¿).

De aquí se deduce, en primer lugar, que existen las integrales


oo H cc R
f eosl * = lim fc o s!a ci£ y ( sen E*dg= lim (sc n £ 3c¿5
J R-h» ¿ ¿ ¿

y, en segundo lugar, que


oo oo _
| co s|sd£= | s e n | » < £ = .

2. La i n t e g r a l

l eos (2k<xx) dx (k > 0r a > 0).


8 2. TEOREMA INTEGRAL DE CAUCHY 233

Para calcularla integraremos la función / (z) = sobre el


contorno L del rectóngulo representado en la fig. 50. Como esta
función es derivablc en todo el plano, puede aplicársele el teorema
integral. Por consiguiente,
f e~K* d | = ( e-H* d£ + j r ‘t'(¡5 + f ¿C + J e-*&dt, = 0.
L ATI BC CD DA
Sobre AB
t= y dC,— dx\
por lo tanto.
+R
J i — J e~kta = J e_Xjca dx.
ab -R
Sobre BC
£= + (0 < p < a ), £2— f í 2+ 2iRy — y2 y d£ = id y %
por lo tanto,
a
/* = ^ dt, = ^ exp [ - X (fl* + i2fíy— y*)\ i dy =
BC ü
a
—* J exp[ —X(i?2— y2)Jexp( —2Riyh)dy.
o
Sobre CD
C= a r + ¿ a ( /? > x > — f?), £2 -|- 2*our —a 2 y íf£ —dx,
por consiguiente.

^ er-^dZ,— ( ex p |—X ( x 2 - \ - 2 íclx — a 4)J<lx=>


CD -hft
+H
= — ^ oxp ( —Xx2—2iaXx) dx =

+R
—- —e*®1 £ e~Xx* [eos (2kax) —i sen (2Xax)] dx.

Finalmente, sobre DA
5 = —R + iy (a > y > 0 )i t 2 = R 2— 2R iy — y2 y d£ = ¿dy;
231 CAP. I I I IN’TEQRAI*ES Y SER IE S DE POTENCIAS

por lo tanto
I)
j *-**■* <*C= j' oxp | — X (U* _ 2R iy — V2)! i dy =*
DA O
u
= — i j oxp 1— X(R- —y 2)\ oxp (21iiyX) dy.
o
Supongamos ahora que R crece indefinidamente. Entonces las
intégralos J 2 y «/* tenderen a coro. En efecto,
a a
| y , | < j | exp [ — X (/í2 — y»)I I j esp ( — 2¡B\y) \ dy — J «-Adw-**) ¿j,.
)> 0
Cuando R > a . t obtenemos:
a
| J-¿ | < | exp [ — X (R* — <x*)] d y = a exp í — X(R 2— ot2)J —> 0 (R —* o o ) .

Del mismo modo


ct
|y * |< £ | exp [ — X (Tí2— y*)] | J exp 2iRXy | dy —
0
a
— J exp l — X (/?* — y-)¡ dy 0 (R —►o o ).
o
L^i integral cuando Tí—«-oo, tiende al limito
I 30 l-Or. ^__
| o\p ( — Áx-j tfx = — =• j i'\p j — ( \ r \ x)2] rf (l^X x) = y -j- ,

(puesto quo J <r-** dr **V n ; véase el ejemplo anterior^ .


— JO
J'iiinlmente, de la relación
<f l ~ \ - J*¿~\ J z ~ d ^— O

obtenemos:

l c~Kx%|cos (2Xour) — i sen (2Xcuc) J djc —

=-■ — lim J* = lim J t -f- liin J z -\- l i r a J


fí —»oo R -» t> H —*-T. Fí - k >
g 2. TEOREMA INTEGRAL DE CAUCHY 235

Igualando on esta rol ación las partes reales, resulta:

o sea,
+ao
1
j e-*** eos (2X.clt) d x — ] / y -
oo

3. Tin i n t e g r a l
oo
^ Cn.l S

Tomemos la función auxiliar f(z) — — . Esta función esta defi­


nida en el recinto G, formado por todos los punios del plano.

n c

FIO. 01

a excepción del origen de coordenados, y es deriva Me en este


recinto (nos convencemos de esto último derivando directamente:
df ( z) * í *( ím- 1 ) \
di t% ) *

Tomando el circuito de integración L representado en la


fig. ñl (este circuito, así como su interior, está situado en el
f,\i.
recinto O), aplicando el teorema integral a la función f(z) — ,
hallamos:
236 CAP. I I I INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

Sobre AB £ es igual al número real $. Por lo ta n to , d£: = y


/ ,= . 5 - £ ! ^ L = J ^ = j i 2 » p + i
AB r r r
Sobre BCD £ = i t (eos9 + /s e n 9) (0< < p< «), por lo cual <*í=
= R ( —sen 9 + i eos 9 ) dq>= ¿i? (eos 9 4- i sen 9 ) dtp y

exp [IR (eos 9 4- i sen 9 ) IB (eos ip 4 i sen 9) d<P


fí (coa 9 + i sen <p)

= i exp (¿fl eos 9 — i? se n 9)'<£9.


I
Sobre DE £ es igu al al númoro real £; por esta razón, d£ =
= ¿S y
cosí di
* .,7 « u n .
I -B
S ustituyend o aquí la variable de in teg ra ció n £ por — £, o b te -
nemos:
cosgdg se n |d g
Js=
-J r
~T ~ 1 “ '
F in alm ente, sobre
£ = r (eos 9 4- i sen 9 ) (n > 9 > 0);
por lo cual
d£ ~ ir (eos 9 -+ i sen 9) dtp
y
tr 0
r _ f * fcd£ _ C exp I¿r (eos 9 4 ¿ sen <p)] tr (coa q>4 - ¿ sen 9 ) .
4 — J £ — J r (’cos 9 4 . 1sen 9 )

—i \ exp (¿Veos 9 —r sen 9 ) ^ 9 .


*
Supongam os que ñ crece in definid am en te; on ton ces
6 2. TEOREMA INTEGRAL DE CAUCHY 237

tenderá a cero. En efecto,


n
| J 21=■ | ^ exp (ifí eos <p—R sen <p) dtp | <
o
n n /2
^ | exp (i# eos tp — 7? sen tp) | ¿fcp= 2 | exp( — 7?sen <p)¡d<p <;
n/2
<2 í exp ( — R -^-<p)dtp = n-
1—«r
B < B •

de donde se deduce que l i m / 2= 0.


It-*09
Supongamos, finalmente, que r tiende a cero; hallemos el
lím ite de la integral / 4, igual a
n
— i J exp (ir eos <p—r sen <p) dtp.

Como la función exp (iz) es continua en el punto z = 0, en el


cual toma el valor 1, para cualquier e > 0 se puede señalar un
-6 (e) >■ 0 tal, que para | z | —r < ó (e) so cumple la desigualdad
| exp (iz) —1 ¡ = | exp (ir eos q>—r sen tp) — 1 1< e.
JDe aquí se deduce que

] / , _ ( _ * j i.* p )|-| j [exp (ir eos tp —r sen <p) —1J d<p < jte,

o sea,

lim J k — — — ni.
r-0

Volviendo a la relación fundamental

J i l S . = / l + / í + / 9+/ t = o1
deducimos de ésta que: J t -\-J3= —/ s— o bien, aplicando las
•expresiones para / , y / 3 señalados anteriormente:
2.
23b CAP 111 INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

Cuantío H —too y r —»Ü, como ya se vio, ©I segundo mi timbra


tiende al limito: —lim J2 —lim J k —ni- Por consiguiente» el pri-
H *■■*> r—>l>
mor miembro también tiendo al misino límite:

lim 2i f —V^ (J\ sit.


/?-+«■ J fe
r -> u '

H
Designando lim f — cuya existencia hemos demostrado,.
jí-»» J fe
>1 i—>o r oo
mediante j obtenemos: 2/ J —ni, o bien,deíini-
u b u
tivamente

jT '-t-f •
2.5. liemos demostrado el teorema integral para las fundónos
analíticas en Jos recintos simplemente conexos. Fácilmente se obser­
va qiio este teoroma no se extiendo sin reserva alguna para los recin­
tos que no son simplemente conexos. Examinemos, por ejemplo,
la función f (z) - , derivable para cualquier z ^ (). Aquí se puedo
tomar por recinto G todo el plano finito, excluyendo del misino
el origen do coordenadas. Evidentemente, G no es un recinto sim­
plemente conexo, puesto que el interior de cualquier circunferen­
cia y con ol centro en el origen de coordenadas, perteneciente a G, no
pertenece completamente a G. Por otra parte ^ ^ d z — 2ni =j¿= 0
(ap. 1.3, ejemplo 3).
Sin embargo, con ciertas restricciones impuestas a las curvas,
ol teorema integral puede nplicarso también a los reciritos G que
no son simplemente conexos. Supongamos, en primer lugar, que L
es un triángulo pertonecicnte al recinto G junto con todos sus puntos
interiores. Entonces, para cualquior función / (z) uniforme y analí­
tica en el recinto G (que no es simplemente) conexo) son aplicables
a la integral \ f (z) dz lodos los razonamientos del ap. 2.3, b) y,
¿
por consiguiente, ^ / (z) dz — 0. Llegaremos a la misma conclusión,
L
con referencias al ap. 2.3, c), cuando L sea una poligonal cerrada
arbitraria perteneciente a G tal, que todos los recintos poligonales
$ 2. TEOREMA INTEGRAL ÜE CA1TC1IY ’>W

Iimil^dos por la misma pertenezcan a G. Seo, finalmente, L una curva


rectifico ble cerro ría arbitraria, perteneciente a 6’. Consideremos Ja
integral j / (z) dz. Según el lema del np. 2.2, esta integral puede
sustituirse por los integróles sobre las potigonulos A inscritas
cu T y pertenecientes al recinto G. con una precisión e ;> 0 arbitro-
riámenlo pequeña. Si pora tales poligonales, de lados suficientemente
pequeños, los recintos poligonales limitados por ellas pertenecen

FIG. 32

o G, entonces las integrales correspondientes se anulan y, por consi­


guiente. también tiene que ser igual a cero la integral a lo largo
de L (compárese con el ap. 2.3, d».
Las condiciones indicados son suficientes para que la integral
de una función analítica j / (z) dz, tomada a lo largo do una curva
L
rectificable cerrada, perteneciente a un recinto que no os simple­
mente conexo, sea igual a coro. Estas condiciones se satisfacen
cuando L, por ejemplo, pertenece a un recinto g simplemente conexo,
que sea un subrecinto respecto do G, y no solamente en osle cuso.
En Ja fig. .r>2 está representada uno curva L perteneciente a u n recin­
to G biconexo. Evidentemente, no existe un subrecinto si mpiernón te
conexo del recinto G que contenga a L. No obstante, pora L se cum­
plen las condiciones expuestas anteriormente y, por consiguiente.
j / (z) dz = U pora cualquier función / (z) que sea analítica cu G.
L
Teniendo en cuenta los observncioneshechas, no es difícil demos­
trar que se verifica el siguí en lo teorema, que aplicaremos a menudo.
Teorema integral para un sistema de
c i r c u i t o s. Sea j (z) una junción uniforme y analítica en un
recinto arbitrario G y sea I \ y t, y2« . . yn un sistema de curvas de
Jordán rectificables y cerradas, que están situadas en el recinto G y sa­
tisfacen a las siguientes condiciones:
240 CAP. [II 1NTEGRALE8 Y SERIES DE POTENCIAS

a) las curvas y* (k — 1, 2, . . n) pertenecen al interior de T;


b) para cualquier k Q(k0 = 1, 2, . . n) las curvas y* para k =A k 0
están situadas en el exterior de ya ;
c) el recinto múltiplemente conexo g, limitado por las curvas
r , Vi» • • •» Vn i¿ste & obtiene exluyendo dfl interior de T los recintos

cerrados limitados por las curvas y*, h = 1 ,2 , . , ,f n), pertenece


al recinto G.
En estas condiciones, se verifica la igualdad
5 i(z)-dz= j H z)dz+ ( f{z),dz+ . . + J f(z)dz, (2.5:1)
r vi n vn
donde todas las integrales se toman en un mismo sentido, por ejemplo,
de modo que los interiores de las curvas queden a la izquierda del obser­
vador que recorre las curvas en dirección de la integración (dirección
positiva).
Obsérvese que la tesis del teorema es trivial cuando el recinto G
es simplemente conexo, puesto que en este caso todas las integrales
en La igualdad (2.5:1) se anulan.
Para demostrar el teorema en el caso general, tracornos en el
recinto G unos arcos de Jordán rectificables ó*, • • ¿n+i
que unan consecutivamente un punto z0 de la curva T con un punto
do la curva yt, luego, un punto zt ti de 1®curva yi con un punto
?2 situado en la curva ya, etc, finalmente, un punto zn de la curva yn
con un punto £0 ^ z0 de la curva T. Por lo general, estos arcos sal­
drán parcialmente de los márgenes del recinto g. Pero siempre pueden
sustituirse por otros arcos: filf ó2, . . ó„+i que, a excepción de
sus extremos, pertenecen por completo al recinto g (fig. 53). Con
§ 2. TEOREMA INTEGRAL DE CAUCKY

este fin, os suficiente, por ejemplo, señalar en el arco Ó¡, recorrido


en la dirección desde el punto z0 £ F Lacia el punto situado en Yt»
su último punto de intersección con V y su primer punto de inter­
sección con Vi* parte del arco ó¡ comprendida entre los puntos
indicados será ol arco ó4 que se necesita. Del mismo modo se obtienen
también ó2l . . Ón+ i- Por *o general, arcos distintos ó* y 6m
(k m) pueden tener puntos do intersección. Pero siempre pueden
sustituirse por otros arcos que satisfagan a las condiciones impuestas
y carezcan de puntos comunes dos a dos. Aquí no nos detendremos
en esto, dejando realizar al lector los razonamientos nocasarios.
Los puntos iniciales y finales de los arcos ó|, ó2l . . ón+ i dividi­
rán a cada una de las curvas I \ y t, . . Yn oh dos partos, que desig­
naremos con La misma letra que la curva entera, poro con una o dos
rayilas por encima: F', T", y\, y\, . . . » ynr Yn* Consideraremos que
el origen de los arcos T' y T" es el origen z0 del arco fi, y ol ex tronío,
ol extremo del arco ón+ i*f el origen de los arcos y[ y y] será el
extremo uj del arco y el extremo será ol origen zt del arco ó2, etc;
finalmenlc, el origen de Los arcos y« y Y* so™ oí extremo ±n del arco ón
y el extremo será el origen zn del arco ón + |. Los arcos F', T";
Y¡, YÍJ- • •; Yni Yñ> forman conjuntamente con los arcos Ót1 ó2, . . .
. . ón+i dos curvas rectificables de Jordán cerradas. Por ejemplo,
una de ellas A' estará formada por los arcos T', —Ón + Il —y«,
—Ó,», . . ., — —ój, mientras que la otra, A" por los arcos —F*,
Ói. Yi» • ■ ■* ?ñ-
Deludo a la construcción, Jos interiores de las curvas A' y A*
estarán situados en el recinto g y, por consiguiente, pertenecerán
al recinto G. Por lo tanto, puode aplicárseles a éstas el teorema
integral de Cauchy:
J /(z)dz = 0 y j f(z)dz=* 0.

Sumando término a término las igualdades obtenidas y observando


que las parles de las integrales sobre los arcos ó* y —ó* (/c = I ,
2, . . ., n -l- 1) se eliminan entre sí, mientras que las partes de las
integrales sobre los pares de arcos T', —r w, —y|, Yi> • • •* —Ym Y«

j/(z)dz + £ f (z)dz+ ... + J / (z) dz= 0,


-ti
o bien,

Este es el resultado quo se necesitaba.


10—111)9
2\¿ CAI». III ENTEGHAJL.KS Y SERIES DE POTENCIAS

2.6. Consideremos una función uniforme / (2). analítica en un


recinto G sim plem ente conexo. Sea zn un punto fijado del recinto
G y V y L", dos curvas rectificables situadas en este recinto que
unan el punto z0 con un punto arbitrario z del recinto G. Si se supone
que Zq es el punto inicial y z el punto final do las curvas U y L'\ en­
loncos las curvas l¿ y —L” formarán conjunta mente una curva
rectificable cerrada, sobre ia cual la integral de / (2), debido al
teorema integral, tendrá que ser igual a cero. Pero esto significa que
f/(2 )í/2 + \ f (2) dz —0,
es decir,
j / (2) dz — £ / (z) dz.
¿' ir
Así, pues, el vulor de la ¡ntogial do una función analítica / (z)
no depende de la curva sobre la cual se efectúo la integración (del
camino de integración), sino que depende sólo de Los puntos inicial
y final de la misma. Por esta razón, para designar la integral se
puede emplear la notación
z
I / («) dz,
*0
om itiendo la indicación del cam ino de integración y señalando sola­
mente los puntos inicial y final z0 y z.
Como el punto z0 está fijado, esta integral representa una fun­
ción uniforme de z:
z
(2) = j / (2) dz.
20
Demostremos que ésta es una función an alítica en el recinto G
y que su derivada es igual a la función subintegral
F'(z) = 1 {z).
Como la función / (z) es continua se puede trazar un entorno U
del punto z do modo que., 011 primor lugar, este entorno pertenezca
al recinto G, y, en segundo lugar, para cualquiera de sus puntos £
se cumpla lu desigualdad
l/(0 -/M I < « .
Designemos mediante y alguna curva rectificable que 1111a z 0 y z
por el interior del rocinto G, y m ediante ó, el segmento rectilíneo
que una el punto z con un punto arbitrario £ del entorno indicado.
f 2. TEOREMA INTEGRAL DE CATJCHY 243

Entonces (designando la variable de integración con la letra ¿),


tendremos:
*■«)— *■(*)= j n t ) d t - j f ( t ) d t = j f , ( t ) d t
Y+é V 6
y
J /(« )* -/(?)(t —!)
f(3 -fC )
C—2
j 1(t)dl-}(2) j di | [/(0 -/(í)J di

fe—2 fe—i
Pero para todos los puntos ¿£0, se tiene:
|/( í) —/ ( z ) |< e ;
por consiguiente,
111/< « )-/« )* |
_y-( t ) - F ( « ) _ / ( z ) i . 6 P.Ó
(sec?)
£ -* ,w l IS -* I T í^^ sT -
Como e es arbitrario, de la última desigualdad se deduce que
lira * = / (2), es decir F‘ (z) ■=/ (z),

que es lo que se quería demostrar.


Llamaremos, en general, a una función <D (z) primitiva de la
función / (z) en el recinto C, si <D (z) es analítica én el recinto G
y tf>' (z) = / (z). De lo demostrado se deduce que la integral F (z) =-
— j / (z) dz es una primitiva de / (z).
Demostremos que cualquier primitiva de / (z) pitode expresarse
en la forma
t
^ (2 ) = J f(z)d t + C,

donde C es cierto número complejo (constante arbitraria)


En efecto, sea
t
«1»(z) — / (z) dz-= u (x, y) iv (xy y) = cp(z).

Entonces tendremos:
<p' (z) = 0)#( z ) ~ /( z ) s ü .
ir>*
2 44 CAP. 111 INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

Por otra parte,


du . dv dv
<p' (z) ==75-+* dx dy
Por consiguiente,
du dv dv i
dx ¿>y dx
en el recinto G, y como u (x t y) y v(x, y) son funciones diferen­
ciale s de x e y, se tiene:
u (x, y) ssCt y u (x, y) = C2,
o bien.
9 (z) = Cj + iC2 = C.
Así, pues,
z
u>(2)= J f(z) dz + C,
*0
como se quería demostrar.
Poniendo aquí z«Zo, obtenemos:
cD(z0)« C .
Por consiguiente,
z
$ /(z)dz = <t>(z)—<D(z0)

Hemos obtenido la expresión de la integral de una función
analítica de variable compleja mediante una primitiva arbitraria
de / (z). De aquí se deducen numerosas fórmulas para las integrales
de las funciones elementales, que tienen la misma forma que las
fórmulas correspondientes para las funciones de variable real. Así,
por ejemplo, j zn dz = ---- (n es un número entero, diferente
a
de —1):

£ expzdz —expz — expZoí

^ eos zdz — sen z — senz0;


¿o
z
j sen zdz —coszo —cosz,
etc.
§ 2. TEOREMA INTEGRAL DE CAÜCHY 245

2.7. Supongamos ahora que G es un recinto que no es simplemente


conexo y que / (z) es una función uniforme y analítica en este recinto.
Fijando algún punto z0 de este recinto, consideremos dos curvas recti­
ficables L* y L" que unan z0 con un punto arbitrario z del recinto G.
Generalmente, no se puedo afirmar que las integrales j f(z)d z y
L*
l / (z) dz sean iguales entre sí.
i-
En erecto, tal afirmación sería equivalente a decir que la inte­
gral de / (z) sobre la curva cerrada L' — L" es igual a coro, cosa
que para las curvas pertenecientes a un recinto múltiplemente
conexo, puede no cumplirse.
Designando como anteriormente la integral ^ / (z) dzt tomada
L
%
a lo largo de la curva que une los puntos z0 y z, mediante j / (z) dz,
Zft
podemos considerarla de nuevo como una función del límite supe­
rior de integración:
T

J f{z)dz = f ( t ) . (2.7:1)
*0
Pero esta vez la función F (z) será multiforme (puesto que sus
valores, por lo general, variarán conjuntamente con el camino de
integración). Cerciorémonos de que en cualquier recinto g simplemen­
te conexo, perteneciente a G, se pueden elegir ramas uniformes y con­
tinuas de la función (2.7:1), que serán en este recinto diversas primi­
tivas de / (z) y, por consiguiente, se diferenciarán una de otra en
constan tes aditivas. Con este fin, fijemos uno do los valores de F(z)
en cierto punto zt f g, es decir, fijemos un camino de integración L
que una z0 y t\ en el recinto Gt e integremos después/ (z) sobre todas
las curvas rectificables / posibles, que unan dentro del recinto g
ol punto zt con lodos los punios posibles de este recinto. Obtendre­
mos el valor de F (z) en la forma
f (z) = j / (z) | í(z)dz

El segundo término dol segundo miembro de esta fórmula es


la integral de la función uniforme y analítica / (z), tomada sobre
la curva Z, perteneciente al recinto simplemente conexo g que uno
Zi y z. Según el ap. 2.6. ésta es una función uniforme de z, que repre­
senta una de las primitivas de / (z) en el recinto g.
240 CAP. III INTEGRALES y s e r ie s de p o t e n c ia s

Hagamos
j f(z)dz = <p(z).
I
Entonces tendremos una rama uniforme de la función F (z) en ol
recinto g de la forma siguiente:
* < * > = ! /(» )* + * « . (2-7:2)
t.

Aquí, el primer sumando representa uno do los valores de F (z)


vil el punto z, Variándolo do todos los modos posibles, obtendre­
mos distintas ramas uniformes de la función F (z) en el recinto g
que, por lo tanto, se diferenciarán una de otra on constantes aditivas
y serán distintas primitivas de / (z) en el recinto g.
Obsérvese quo los valores de las ramas (2.7:2) obtenidas agotAn
i
Lodos ios valores posibles de la integral J / (z) dz sobre todas las
*0
curvas del recinto G que unen el punto z0 con un punto arbitrario z
dol recinto g. En efoclo, sea A una curva rectificable arbitraria del
recinto G que una z0 con z, y sea X cualquier curva rectificable dol
recinto g que una zv con z. Entonces, tendremos:
í f (z)dz= í/(z )rfa — j f ( z) dz+ f f(z)dz = j f {z)dz-\-\ f (z) dz.
A A A A A+(-A) \

Aquí A + ( —X) es una curva rectificable del recinto G que


une z0 con zt; designémosla con L. La integral j f(z)dz es el valor
A
de la función <p(z) en el punto z. Por lo tanto,
j /(«)<&= £ f{z)dz + ip(z),
A ¿
Z

es decir, cualquier valor de la integral j f (z) dz coincide con el


*0
valor en el punto z do una de las ramas uniformes (2.7:2).
Supongamos, por ejemplo, que G es el plano del cual se han exclui­
do los puntos 0 y oo, y / (z) = i . Tomemos por recinto simplemente
conexo g, por ejemplo, el plano del cual so ha excluido la parte no
positiva dol eje real: x 0, y = 0; sea, finalmente, z\ = z0 1.
§ 2. TEOREMA INTEGRAL ÜE CAUCHY 247

Entonces tendremos:

F (*) = j -7- + <P(2) > donde


L
y la integración se efectúa sobre curvas situadas por com pleto en el
recinto g , m ientras que L es una curva rectificable cualquiera dol
recinto & que com ienza en el punto z0 y termina en el punto zt —
= 20, os decir, es una curva rectificable cerrada.
Sogún el ap. 2.G, <p (z) se expresa modianto cualquier prim itiva
.1
<t> (z) de la función — en el recinto g por la fórmula
q>(z) = <í>(z) — 0(1).
Se puede lomar por p rim itiva cualquier rama uniforme del logaritm o
en el recinto g , por ejem plo, la rama que toma ol valor O en el punto
z = 1. Esta rama representa el valor principal del Logaritmo:
íf> (2) = ln z = 1n | z | + / arg 2.
Por consiguiente.
q> (z) = <i> (2) — (1) = ln 2
y
F(z) = j -y--|- ln 2.
L
Tom em os por L la circunferencia unidad v, recorrida n veces
en la dirección positiva o n egativa. Como al recorrer una vez en
la dirección p ositiva la integral correspondiente es igual a 2nt
(véase el ejemplo 3 en el ap. 1.3), resulta

/, ±ny y y
y obtenemos:
f (z) = ln 2 ± 2nni.
Aquí n os diferente de cero; si se Loma por L alguna curva recti­
ficable de J urdan cerrada del recinto G que no contenga en su interior
J1(fo
ni origen de coordenadas, entonces a la integral \ puede aplicar-
L
d z
Y
Í = 0. A sí, pues, como

dz
5— puede resultar cualquier entero m últiplo
248 CAP. m in t e g r a l e s y s e r i e s d e p o t e n c ia s

(le 2ju, y obtenemos definitivamente las siguientes ramas uniformes


de F (2) en el recinto g:
F (z) = \nz-\~2kni (fc = Of ± 1, ± 2 , ± 3 , ... ) .
Como la curva cerrada L del recinto G, que pasa por el punto 1.
y la curva l que une ol punió 1 con el punto z del recinto g, forman
conjuntamente una curva rectificable del recinto G, que uno
dz
-- . El segun­
}
do miembro de la fórmula da todos los valores del logaritmo Ln z
en el punto z. Por consiguiente,

j iL = L n s (26g)-
1
Aquí vemos que todos los valores de Ln z en cualquier punto z
del recinto g puedoa obtenerse integrando la función -7- a 1° largo
de las curvas correspondientes del recinto G, que se diferencian entre
sí por la cantidad y dirección de recorridos alrededor del origen
de coordenadas.
En este ejemplo los puntas de la parte negativa del ejo real
pertenecían a la frontera del recinto g y por esta razón se excluían.
Sin embargo, en lugar del recinto g se podría haber tomado el recin­
to g' cuya frontera es, por ejemplo, la parto no positiva del eje
imaginario: y ^ 0, x — 0. pudiendo repetir los razonamientos
precedentes. De nuevo obtendríamos el conjunto de ramas uniformes
z
do la integral J y • (lu0 coincide en g' con todas las ramas uniformes
i
del Ln z. En otras palabras,
z

j — = L ll2 (2 64'')-
I
En osle caso los puntos de la parte negativa del eje real serán
puntos interiores del recinto g' y no se excluyen.
liemos verificado ahora que en cualquier punto finito dol pla­
no z, distinto del origon de coordenadas, todos los valores de Ln z
puerlon ohlenorso en forma de la integral do la función y , tomada
sobre cierto camino rectificable que una los puntos 1 y z. Por lo
Unto, La multiplicidad del logaritmo encuentra su significado cu la
multiplicidad de la integral, que puede tomar diferentes valores
a lo largo de distintos caminos que unan i con z.
§ 2. TEOREM A IN T E G R A L DE CAUCHY 249

A todo lo dicho hay que agregar aún que todas Jas ramas uniformes
2

Í dz— (en los recintos del tipo g,g' u otros subrecin-


í
tos simplemente conexos del recinto G) se agotan con Jas ramas res­
pectivas de Ln z.

Para precisar, consideremos el caso del recinto g. Todas las


2
dz
5 ■y se expresan en este caso por Ja fórmula
(2.7:2), que toma la forma:

}I * - ! *L + > ■ * .
donde L es una curva rectificable cerrada arbitraria del recinto G%
que pasa por el punto 1. Para obtener lo quo se afirma hay que demos-
dz
Í y , para cualquier curva rectificable cerra­

da L, es igual a un entero múltiplo de 2ni, Limitémonos a estudiar


un caso particular, quo aclarará suficientemente la esencia del
asunto. Sea L la curva cerrada representada en la fig. 54. Agreguemos
a L los* arcos auxiliaros AB, AC, AD y A E , recorridos rada uno
250 CAP. 111 INTEGRALES Y SERIES GE POTENCIAS

rio» veces en direcciones opuestas. Resulta:

i-- I
b AaH A
i
AltbC A
5 4+ í
ACcD A A D üE A A E cA

Aplicando a cada una de las cuatro curvas cerradas, sobre Jas


cuales se toman las primeras cuatro integrales del segundo miembro,
y a la circunferencia y con el centro en el origen de coordenadas, el
teorema integral para el caso de un sistema de curvas (en el caso
dado, de un sistema de dos curvas), obtenemos:
£ -\~2ni + 2ni — 2ni f j •
L AbeA
Obsérvese también que la integral j , en virtud del teorema
a e «a
integral de Cauchy, es igual a cero. For consiguiente,

Hemos obtenido un entero múltiplo de 2jií . Evidentemente, el


razonamiento hecho es de carácter general.

§ S. INTEGRAL DE CAUCHY. FORMULAS DE Y. SOJOTSKI


3.1. Sea f (z) una función uniforme y analítica en el recinto G y sea
L una curva rectificable de Jordán cerrada, perteneciente a este recinto
conjuntamente con su interior g. En estas condiciones se verifica la
siguiente fórmula (que es la fundamental para toda la teoría de las
funciones analíticas):
OÍK)- (3-1:1)

Esta se llama f ó r m u l a integral de C a u c h y ,


y la integral que figura en el segundo miembro, i n t e g r a l d e
C a u c li y. Para la integral de Cauchy son característicos dos
síntomas:
1) esta se toma sobre una curva rectificable de Jordán cerrada L\
2) la función subintegral es de la forma ^ ~[—r (°^ *actor 2nt
se saca fuera de la integral), donde / (z) es una función analítica
en un recinto al cual pertenece la curva L conjuntamente con su
interior.
Para demostrar la fórmula (3.1:1) describamos desde el punto z,
como centro, una circunferencia yP do un radio p tan pequeño que
§ 3. INTEGRAL DE CAUCHT. FORMULAS DE Y. SüJOTSKI 251

quede contenida en el interior de L . Consideremos la función cp (£) =


- j j- como una función de £ en el recinto G' que se obtiene
de G excluyendo el punto z. Evidentemente, q> (£) está definida en
lodo el recinto Gr y, como el cociente de dos funciones dcrivablcs,
os deriva ble.
Apliquemos a la función <p (£) y a las curvas L y yQ el teorema
integral para un sistema de circuitos. Resulta;

j q>M = 5
¿ vp
o bien,

¡ w - í W ' <»•**>
L vp
La fórmula (3.1:1) quedará demostrada si conseguimos verificar
la relación
j = 2m7(z). (3.1-.3)
VP

Por lo tanto, en lugar de la curva dadu L podemos considerar


en la demostración do la fórmula (3.1:1) una circunferencia de radio
arbitrariamente pequeño p con el centro en z.
Como de la fórmula (3.1:2) se deduce que el valor de la integral
/(S<% no varía ni disminuir el radio, se tiene:

i *

y, por consiguiente, en vez do demostrar (3.1:3) os suficiente


verificar Ja igualdad
lim [ = 2^7(3), (3.1:4)
p -o t * 0
yo
os decir, demostrar que para cualquier e > 0 existo un ó (e )> 0
tal que para p < ó (e ) se cumple la desigualdad
(3.1:5)
252 CAP. III INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

Observando qua J \ —T = (v^ase ©ÍemPl° 3 del ap. 1-3).


vp
representemos la expresión del primer miembro de La fórmula
(3.1:5) eu la forma
l(í)dj i r /(£)-/■<«)
t —2 *u/e)|-|J Jg? Ij c—s
vp

Como / (z) es continua, el módulo de la diferencia ) / ( £ ) — / (z) |


puede hacerse menor que si | £ — z | = p C f l (e). En estas
condiciones tendremos:
e
I 5 1= 7 « - 2«¿/ « | < - 7 - • 2ní’ =«■
ve b
con lo cual se termina toda la demostración.
Al aplicar la fórmula de Cauchy (3.1:1) hay que tener presente
las condiciones en las cuales se demostró y, en particular, hay que
recordar que el punto z tiene que pertenecer al interior del circuito L .
Si en la integral de Cauchy se pone algún punto z perteneciente al
exterior del circuito L y ésta se anula. En efecto, si el punto z está
situado en el exterior del circuito L, entonces la función í^ - , con-
fe—e
siderada como función de £, es derivable en todos los puntos del
recinto G (a excepción, posiblemente, del punto £ = z), y como la
curva L conjuntamente con su interior pertenecen a este último
recinto, según el toorema integral de Cauchy, la integral de tp (£),
lomada a lo largo de L t tiene que ser igual a cero.
En resumen,

si z pertenece al exterior del circuito L.


Sea z un punto arbitrario del recinto G y sea yp una circunferencia
do radio p con el centro en este punto y contenida en el recinto con­
juntamente con su interior. Según la fórmula (3.1:1), se tiene:

/«-¿íw- vp
Como la ecuación de la circunferencia y„ es
C= z-j-pe<e (0 ^ .0 < 2 n ),
§ 3. in t e g r a l de cauchy . fo rm ulas de y . s o jo t s k i 253

la fórmula precedente puede transformarse a la forma siguiente


(véase la fórmula (1.2:5):

/ {Z)= é ¡ \ 1|:+ y ij° - ¡g | / (*+ P*‘°><*>• (3-1=6)


El enunciado de esta última fórmula dice: el valor de una fun­
ción analítica en cualquier punto del recinto G es la media aritmética
(el promedio) de sus valores, tomados sobre cualquier circunferencia yfi
con el centro en z.
Hagamos la notación
roas I/ (?) | = Ai (p) •
■'*
Entonces, de la fórmula (3.1:6), tendremos:
\ f (z)\ <M( p). (3.1:7)
Como la función / (£) es continua en la circunferencia el
valor M (p) se alcanza en algún punto de esta circunferencia. Como
su radio puedo tomarse lo más pequeño que se quiera, de la desi­
gualdad (3.1:7) so deduce que en cualquier ontorno del punto z £ G
existirán otros puntos en los cuales el módulo de la función analí­
tica será no menor que su módulo en ol punto z. Por lo tanto, el
módulo de una función analítica en el recinto G no puede tener un má­
ximo estricto en ningún punto del recinto. Tul es el contenido del
denominado principio del módulo máximo, que lo completaremos
esencial monte más adelante (ap. 6.2) demostrando que, si
/ (z) coiLSt, el módulo máximo no estricto tampoco puede alcan­
zarse en un punto interior del recinto.
3.2. En la teoría do las funciones desempeña un papel importante
una generalización de la integral do Cauchy, denominada i n t e ­
g r a l d e t i p o C a u c h y . Así so llama la integral de la
forma

donde T es alguna curva rectificable (no necesariamente cerrada),


q> (£) es una función continua en I\ y z os un punto no situado en f.
Evidentemente, la integral de Cauchy es un caso particular de la inte­
gral de tipo Cauchy. Precisamente la oxpresión (3.2:1) se convierto
on integral de Cauchy si so cumplen las condiciones 1) y 2) del
ap. 3.1.
Veamos algunos ejemplos de integrales de tipo Cauchy que no
son integrales de Cauchy:
j(x)dx
a X — z
6
254 CAP. III INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

donde f {x)qb 0 es una función de variable real, continua en urr


segmento 6 del eje real, sobre el cual se toma la integral. En
i
particular, señalemos la integral de tipo Caucliy ^ ;
—!
*>) j2ni
l r C 25
J 5—2 ■
IU=l
Proponemos al lector explicar en cada uno de estos ejemplos
por qué la integral correspondiente no es integral de Cauchy.
Evidentemente, la integral de tipo Cauchy determina una fun­
ción uniforme F (z) en todo recinto G que no contenga ningún punto
de la curva L\ 'Demostremos que esta función posee derivadas de orden
cualquiera (es decir, os infinitamente derivable) en el recinto G,
y que su derivada de cualquier orden n puede obtenerse derivando n
veces la función subintegral respecto de z:
(3.2:2)
<£- *)n+1

La demostración la haremos por inducción. En virtud do lo


definición de la función F (z) = F{ú) (z), la fórmula (3.2:2) es válida
para n = 0 (recuérdese que OI = 1). Supongamos que la fórmula
(3.2:2) ya está demostrada para un entero n no negativo, y demos­
trémosla para n -f 1. La demostración se hará calculando directa­
mente la derivada de F{n) (z), es decir, hallando el limite:
lim ^ n,(g/) - f<w><»)

Tomemos uii círculo cerrado k: \ z* — z | p, perteneciente al


recinto G. Sea Ó > 0 la distancia entre su circunferencia y la cur­
va F. Supongamos que K: \ z | < R es un círculo con ol centro en
el origen de coordenadas que contiene en su interior tanto al círculo
fe corno a la curva T. Para un punto z' £ k , .se tiene;
2/)n+i
')»+1

o bien, haciendo £ —2 - t , z' — z = h y, por consiguiente, £ —z '—


—t — h:

h ““ 2nt J ^ ® J tñiT yZ: TqñTi *%•


r
(3.2:3)
s 3. INTEGRAL DE CAUCHY, FORMULAS DE Y. SOJOTSKJ 255

Queremos demostrar quo la expresión (3.2:3), cuando A—►(.),


tiende a un límite igual a

<»•*«
r r
Consideremos la diferencia

J ± f _ t (i — + ( / — / Q a ~ ! - f . . . + t» + i — {„ + j ) «.
2 n íjlV'«' ÍH4-Í (/_/!)«-!
(/-A )1 “b
i'
ni h i»-*+...+r¿n+
" 2nt ¿n+a ( < _ * ) n + |

(3.2:5)
En nuestras condiciones
2 / ? > |* |= .|£ —z |> 5 , 2 / * > |í - * |H C - * 'l > & -
Supongamos que ji = max | q>(£) | y que % as la longitud de T;
r
de (3.2:5) obtenemos:
| „n>(, + * ) - ^ » ( ; > - ^ (s)| <
n l|h | (2fl)"+2(2rt)» + 3(2fl)’>+ . . . + ( n + 1 ) ( 2 « r ,
^ 2n ^ §añT3
Pero, evidentemente, el segundo miembro tiende a cero cuando
h —>0. Por consiguiente,
Jim -F<*+‘*(z):=l|>(z) = (n2ni
+ 1)1 r <Ht)¿C
h-+o h Jr (£-On+2 ’
con lo cual se termina la demostración.
Del teorema demostrado se deducen unas consecuencias impor­
tantes:
a) Toda función de variable compleja, analítica en un recinto 6',
es infinitamente derivable en este recinto.
En efecto, soa / (z) una función analítica en el recinto 0\ supon­
gamos que z0 es algún punto, de este recinto y que y es una circunfe­
rencia con el centro en el punto z0, perteneciente al recinto G conjun­
tamente con todos sus puntos situados en el interior de y .
Aplicando a / (z) y a y la fórmula integral do Cauchy, obtenemos:
J
V
¿^7^- (3.2:11)
256 CAP. I I I IN T E G R A L E S Y S E IU E S DE POTENCIAS

Así, pues, / (z) se reprosonla 011 el interior de y por la integral do


Cauchy (y, por lo tanto, por la integral de tipo Cauchy). De aquí,
por lo demostrado anteriormente, so deduce que / (z) es indefinida­
mente derivahío en el interior de y y que
/<n'<z>= ^ Í < T = § ^ (n = 1, 2, 3, ...) . (3.2:7)
V
Claro, en los razonamientos expuestos, en lugar de la circunferen­
cia y so podría haber tomado una curva rectificable de Jordán cerrada
arbitraria L. perteneciente al recinto G conjuntamente con su inte­
rior g. Entonces, para cualquier punió z £ g tendromos:
/'" ’ (*) = ¿ i J (« = 1 ,2 .3 , ... ) . (3.2:8)

b) Las derivadas de cualquier orden de una función / (z) que es


analítica en un recinto G, también son analíticas en este recinto.
Esto se deduce do que, .según lo demostrado, cada función
f ini (z) es derivable cu ol recinto G.
c) T o o r o m a de M o r e r a . Toda función f (z), uniforme
y continua en un recinto simplemente conexo G, tal que la integral
de f (z) tomada, sobre cualquier circuito triangular A, situado en el
recinto, es igual a cero, es analítica en este recinto.
De las condiciones del teorema se deduce que la integral de
/ (z) sobre cualquier circuito poligonal, perteneciente al recinto Gy
y luego, sobre cualquier circuito rectificable cerrado, es igual
a coro (comparóse con la demostración dol teorema integral de
Cauchy). Por lo tanto, el teoroma de Morera es el recíproco del
teorema integral de Cauchy.
Para demostrar el teorema examinemos la integral
t
J 1(z)dz= F(z).
*0
Cu virtud de lo dicho, ésta representa una función uniformo en el
recinto G y puedon aplicarse todos los razonamientos del ap. 2.6,
según los cuales F (z) es una función analítica, cuya derivada coinci­
de con 1 (z):

Pero acabamos de ver que la derivada de una función analítica


también es analítica. Así, pues, / (z) es una función analítica y con
esto se termina la demostración.
d) Volvamos a examinar la fórmula (3.2:7) y hagamos en ella
z = Zq (Zq es el centro de la circunferencia y). Si p es el radio y
s 3. INTEGRAL DE C.AUCHY. FORMULAS DB Y SOJOTSKI 257

y M (p) = max | / (2) |, entonces para ol módulo de lo derivada


de orden n en el punto z0 resulta la siguiente cota:

Evidentemente» este resultado es válido también para n = 0


(en este caso se obtiene la desigualdad conocida (3.1:7)).
Así, pues, en cualquier punto z del recinto G se verifican las
desigualdades
| /<»< (*) | < n\ (n = 0. 1, 2, ...) . (3.2:9)

Aquí p designa el radio de una circunferencia arbitraria y con ol


centro en el punto z, contenida en el recinto G conjuntamente con
todos sus puntos interiores, y AI (p ) es el máximo del módulo de la
función en y. Las desigualdades (3.2:9) desempeñan un papel capi­
tal en la teoría de. las funciones. Estas se llaman d e s i g u a l ­
d a d e s de C a u c h y .
La cota dada por las desigualdades (3.2:9) para n y z dados,
depende de la magnitud p, que so puede tornar arbitrariamente
entre los limites 0 < p < A, donde A es la distancia desdo el punto z
hasta la frontera del recinto G.
Cuando se necosita una cota más exacta, se busca el mínimo de
la función y se toma precisamente tal valor de p para el
cual esta función tome el valor mínimo. Para ilustrar esto, suponga­
mos que G os el círculo unidad | z | < 1, y que el punto z en ol cual
se acotan las derivadas es el centro del círculo z = 0, y, finalmente,
que M (p) = max | / (2) J salisfaco a la desigualdad
1*1“P

Entonces, por la desigualdad (3.2:9), so tiene:


|/""(0)|*¿nl (i J p),,ñ (0 < p < l) ,
y para obtener la cota óptima se debe buscar el mínimo de la función
-■ , o sea, el máximo de la función (1 — p) pn en el intervalo
(Ó, 1). Aplicando las reglas corrientes del cálculo diferencial halla­
remos que el externo buscado se alcanza para p = y es igual
1 \ **
( l + ~ ) < e (n 4- 1). Por consiguiente, para cualquier
17—1199
258 CAP. III INTEGRALES Y SElUKS DE POTENCIAS

« = 1, 2, 3, . . . se tiene:
|r > (0) |< « ( ii +1)I.
En el caso particular, [cuando /W = -y4r7 ( esla función es
analítica en el círculo unidad, y para ella M (p)= t ^_p ) , median­
te un cálculo directo obtenemos:
r , ( * ) - ÍIz ^ S fi y /"" (0 )= «!.
La importancia do las desigualdades de üauchy consiste en que
permiten señalar cotas para las derivadas do una función analítica
(no importa quo soan elevadas) basándose en el solo conocimiento
del valor máximo del módulo de la función M (p).
Fijando p < A on las desigualdades (3.2:9), escribámoslas en
la forma
my \j<n. {2) | ^ Y m Jp)
V p •
Como lirn ¥ Al (p) = l 9 de aquí so deduce que
n -» o o

ti.*., y «i p
(la notación lim designa, como ordinariamente, el límite superior
de una sucesión do números reales).
Como en esta desigualdad en lugar do p so puedo tomar cual­
quier número positivo menor qno A, pasando al limito cuando
p -*■ A obtenemos:
A ^ ÍIiñ y ^ ir ^ U .< i . . (3.2:10)
Esta desigualdad, denominada d e s i g u a l d a d do C a n -
c h y - H a d a ma r d , muestra quo la magnitud A, que depende
do los valores do las derivadas de la función analítica en un punto
del recinto &, está ligada con la distancia A desde esto punto z hasta
la frontera del recinto. Esta ligazón se oxpresa en que el número A
no puedo sor grande allí dondo A os grande, es decir, donde la fron­
tera del recinto de analiticidad dista mucho dol punto z. En parti­
cular, para las funciones enteras, es decir, para las funciones quo
son analíticas en todo el plano, donde el único punto frontera del
recinto oatá en el oo, A = oo para cualquier punto del plano y, por
consiguiente, ~ = 0. Por esto, para las funciones onteras, en cual-
$ 3. IN T E G R A L D E C A U C H Y . F O R M U LA S D B Y . S O JO T flK I 259

quicr punto dol plano se ticno:


lim Y 1r "n^ 1 = »-
n-*>cn

Como ojemplo, tomomos / (z) = oxp z. Aquí /<”>(z) = cxp r


para cualquier n%y, por consiguiente, j / ín» (z) | =-■ | cxp z | = c \
Por otra parte, si (^a Pn,‘te entera de 4^) se tiene,
_ k_
ni & n {n — 1) . . . (/i — k y V«1>A: n > V~k. Por Jo
tanto,

I /«"’ (*) I 0 para n —+co.


?■ n!
/ r a
Empleemos el hecho, demostrado un el presente apartado, do
que la derivada/' (z) de una función analítica os también analítica y,
por consiguiente, continua, para obtener la r e g l a de s u s t i t u -
ción de ia v a r i a b l e en las integrales
de l a s f u n c i o n e s c o m p l e j a s .
Supongamos que / (z) es una función analítica on ol rocín lo G
y sea L una curva rectificable, situada en esto recinto. La función
w — f (z) transforma la curva L on una curva T que también es recti­
ficable. En efecto, si z = X (t)> a ^ t P? os la ecuación de la cur­
va L, entonces la ecuación do la curva r tendrá la forma
w ^ /[ X (í)l
Considerando una partición arbitraría del segmento [a, Pf por los
puntos t (l = a, t íf . . . , tn-= P y haciendo Zj = k (t,)t —
hallaremos:
n-t
S l wi+' - i --
i= u

TI— | Ti— I

= S I f / ' (S) d* ¡ < mnx | / ' (z) I S j t d*I <• max I / ' (*> l £•
¿— » Zj 1 i- r O Zj

de donde se deduce que la curva V es rectificable.


Demostremos que para cualquier función <I>(it1), continua on f*
se verifica la fórmula 1
| CD(w) dw = j ® [/(*)] / ' (z) dz, (3.2:11)

17*
260 GAP. III INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

que expresa la regla de sustitución de la variable bajo el signo inte­


gral.
Para demostrarla, consideremos las sumas integrales cuyo lími­
te es igual a la integral J Q>(w)dw. Se tiene:
r
n —I n —i *7+1

2 ® («»j) (w/+i — w j)= $/'< *)*•


<J 0 ij

Por otra parte. Ja integral ^ <1>[/ (z)] / ' (z) dz puede representarse
i
n —1 *7+1
en la forma ^ ] O (/ (z)] / ' (z) dz%y, por consiguiente,
o
n—1
2 <1>(“>j) (u>Mi — Wj)— \ O) 1/(z)] / ' (z) dz =
0 7,
n —I *7+1

= S S -0>[/(2)l>/'(Z)dZ.
» t,
Con una partición del segmento [a, 0] suficientemente menuda,
todas las magnitudes
max 10> [/ (*,)]—<D[/ (a) 11
‘jm tj+ i
se pueden hacer menores que cualquier «. Haciendo luego la
notación A/ = max | / ' (z) |, obtenemos:
JL
71—1 *7*"1

| 2 { í® l/(*;))—® l / (*)!>/' (z)dz\<


0 ij
n —i *7+1
< Afe ^ J | cfe|<; Afe*long. L %
o x,
por consiguiente, las sumas integrales
n—i
2 ® l/(w j)l (wjh — wj)
i 3. IN T E G R A L D E C AUCHY. FORM ULAS D E Y . SOJOTSK I 201

tienden al límite
j <*>[/(*)]/' (3) dz,
cuando la partición del curva T disminuye indefinidamente.
De aquí se deduce la igualdad (3.2:11).
3.3. Aquí nos dedicaremos aí problema de los v a l o r e s f r o n l o r a
de la integral de tipo Cauc.hy. Los resultados fundamentales reforontes a esto
fueron obtenidos por ol matemático ruso Y. Sojotski en el año 1873 *). Esta
cuestión, en las hipótesis más generales respecto de la curva (que se supone rec­
tificable) y de la función (que se supone suroable en el sentido de Lobesgue).
so estudió en los trabajos de V. Gólubiov y Priválov ••).
En las obras do Musjelishvili y su escuela so han tratado las aplicaciones
de la integral do tipo Cauchy a los problemas de mecánica y sobre todo a la
teoría de la elasticidad ***).
Supongamos primero que F (e ) = ~ ^ £ ^ - cs vnn integral de Cauchy
Entonces, en el recinto g que es interior a la curva L, F iz) coincide con f (z).
la cual es analítica en todos los puntos de un recinto G que contiene a L y a g.
Por esto, si (o es algún punto de L , ontonces F [z) — f (z) tiende al limite j (¿ )
cuando z tiende a y, por el interior do L. En el exterior a L la integral de Cauchy
so anula (véase el ap. 3.1). Por esta razón, cuando z tiendo al punto t 0 mantenién­
dose un el exterior de la curva /,, la integral de Cauchy tiende al limito cero.
En resumen, para la integral de Cauchy, en cada punto de la curva L
existen valores fronlora, iguales a j (£o) por el Lntorior a L c iguales a 0 por el
exterior a L.
Consideremos ahora la integral do tipo C a u c h y bajo

las siguientes hipótesis particulares:


*) 0 6 onpe^caoHHfaxx HHTerpaaax n $yuKqi3iix. yuoTpeóaneMUX npn
paajiOHCOHHHX b pn;OJ. Coqunonuo K). C o x o u k o r o , OJIO, 1873 (Y. S o j o t -
s k i , Sobre las integrales definidas y las funciones que so emploan en los desa­
rrollos en serios).
**) 1. B. B. r o ji y C o b, OAiioaHaTOLie amuinrii’iecKue 4>ynKUiin o co-
oepiiicnniJM muojkoctbom ocoGlix touok, M., 1916 (Y. G ó l u b i o v , Funciones
uniformes analíticas con un conjunto perfecto de puntos singulares).
2. H. 11. II p ji d a j i o b , HuTerpaa Cauchy, Caparon, 1919 (I. P r i v é -
I o v. Integral do Cauchy).
3. tí. H . I T p i i B a j i o B , rpaHircnijc cBoucTBa o/uio3 Ha»mi.ix anajmTHuecKnx
Aymcuaft, rocTexH3 AaT, 1950 (I. P r i v á l o v , Propiedades do frontera do las
funciones uniformes analíticas).
***) 1. N. M u s j o 1 i s h v i 1 i, Applications des Intégrales analocuos
a eolios de Cauchy á quolques problémes <ie la physique mathómatique. Tirlis.
1922.
2. H. H. M y c x e a H i u B H J i n , Ciiiiry.ifTpnj.io nnTerpajiMiue'ypnijiieiniA
(rpaHHUiifaie aHAaqn Teopiin 4>yHKUHit n uenoTopuc wx upnnomounn k waTOMaTH-
necHoñ ({iManKc), M-, a>H3 uaTni3 , 1962 (N. M u s j e l i s h v i l i . Singular
integral equation 9 . Boundary problems of function theory and thoir application
to mathematical physics Dep of supply and Developmeut, Aor. Res. Lab.,
Melbourne, Australia, 1949, Noordhoff. Groníngen, 1953).
262 G A P . 111 1 N T E G R A L L S Y SB 1U J3S D E P O T E N C IA S

11) V os una curva rectificable de Jordán,


b) la función 9 (£) os analítica en cierto entorno de cada punto de la curva v-
Demostremos que en estas condiciones también existen dos valorea fron­
tera do la Integral on cada punto £0 6 Y» distinto de los extremos do L . A dife­
rencia del caso de la integral de Caucliy, ostos valores no so expresarán directa­
mente medíanlo 9 (£0). No obstante, la diferencia de ellos on el punto £0 £*ró
igual a 9 (£0) (tomando adecuadamente uno de ellos por minuendo y el otro
por sustraendo). Por consiguiente, aquí se observa la misma ley que en el caso
de la integral de Caucliy, donde la diferencia entre los valores frontera interior
y exterior os igual a / (£0) — O = / (£0),
Para la demostración, tomemos un entorno U del punto £0, de modo que
la función 9 (a) sea analítica en U , y tracemos una circunferencia C con ol centro
en £0, contenida en U y de un radio tan pequeño que entre los puntos de la curva
b

y que preceden a m> y que siguen después do £0 (en dirección de la integración),


naya puntos situados en C . Entonces, partiendo dol punto £p» primero en direc­
ción del recorrido de la curvA -f hasta ol primer punto B de intersección de y
con la circunferencia C , y después desde el mismo punto £, en dirección contra­
ria, también hasta el primer punto A do intersección do y con la circunferencia
C , obtenemos un arco A B c= y que contiene ni punto y pertenece al interior
de C, a excepción de sus extremos A y B situados en C . Los puntos A y D di­
viden a la circunferencia C en dos arcos A a B y A b B , que Junto con el arco A B %
perteneciente a y, forman dos curvas de Jordán cerradas Yi ( A B a A ) y Y2 { A D b A ) >
con las parles interiores g t y g 2 , situadas dentro de C (fig. 55).
Obsérvese que las designaciones se han adoptado do modo que el recinto g ¡
quede a Ja izquierda del observador que so mueva sobro A B en la dirección de
la integración, y el recinto g 2 quode a la derecha del mismo. Supongamos ahora
que el punto 2 £ g \ tiende al lim ite £0> Como z está situado en el exterior de la
curva Ya* la cual, junto con su interior pertenece al recinto U % donde la fun­
ción 9 (£) os analítica, según ol teorema integral de Cauchy se tiene

Ya
o sea.
J_ f = J _ f ti h lS ..
2.1# J £—- 2jií J £ — z
AH AtD
| 3. INTEGRAL n « CAÜCIÍY. FORMULAS DE Y. SUJOTSKI 203

Do aquí so dcduco quo para los puntos ol vnlor do la integral

' 2ju J
1SSLS. ’
v
no varía si on lugar del arco Alt se oíectúa la integración sobro el arco de
la circunferencia AbB,
Así, pues, en el recinto gj so tiene:
1 (3.3:1)
2ni j
Y+AbJi
donde y' so obtiene de y eliminando ol arco A B .
Pero y' H“ AbB e® curva rectificable (que puede no ser do Jordán) y,
por consiguiente, la integral (3.3:1) es una integral do tipo C&uchy que, on
virtud del ap. 3.2, tiene quo representar una función analítica O, (i) en cualquier
enlomo del punto £ 0 que no contenga puntos de la curva y' AbB\ en ios pun­
tos de este entornó que pertenecen a gi% como muestra la igualdad (3.3:1).
<T>i («) coincide con F (2 ). Por consiguiente,
lim F (;)= lim <1>, W = ® ,(w ) = 4 - \ M I S .(3.3.2)
y-rAbu
Dol mismo modo, para los puntos del rocinto gz portemos escribir:
1_ <pK)d£ (3.3:3)
F (s) = 2ju
í
donde la integral do tipo Cauchy que figura un ci segundo miembro representa
011un e n t u m o de £<, una función analítica. <t>2 (2 ) quo coincide con F (2 ) 011 los
puntos de oste e n lo m o pertenecióme» a gt .
De aquí so deduce que
lim F (2 ) = lim tf>, (s) = a >3 (£0) =
1 (3.3:4)
2jlí í 1 “ to
V'+AaB
Por lo lunto, queda demostrado que existen dos valores frontera do la
iulegral do tipo Cauchy on un punto arbitrario L> de la curva rectificable y so
han hallado sus valores (3.3:2) y (3.3:4). Uno de ellos, ol que correspondo al
caso on que z tiende a por el recinto gt contiguo al arco AB cu y hacia la
izquierda según la dirección de integración, lo llamaremos valor frontera de
la izquierda, y el otro, valor frontera do la derecha; los designaremos mediante
F¡ (to) (3.3:2) y FD (£<>) (3.3:4), respectivamente.
Do las fórmulas (3.3:2) y (3.3:4) se deduce que
Fj V(í)dí 1 f
t —r 2jií i Í-Eo *
A bÜ -A aD
Debido a las hipótesis bochas, la integral obtenida es una integral de
Cauchy, formada par a la función 9 (z) y la circunferencia C. Según la fórmula
integral de Cauchy, su valor os Igual a 9 (£<,). Resumiendo,
P i (ío )— Fd (Ío)= <P (So). (3-3:5)
que es lo quo se afirmaba.
2d4 CAP. III INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

Gomo ejemplo, consideremos la integral Je tipo Caucliy


*•<*)=
A
donde A representa ol segmento del eje real — 1 < x < 1 (la integración so
efectúa en la dirección del crecimiento «lo x), y tomemos para mayor sencillez
£» = 0. Aquí 9 (p = 1 es una función analítica en todo ol plano. Por consi­
guiente, no hay ninguna restricción para elegir la circunferencia C con centro
on 0, sin contar la única condición de que en C tienen que estar situados todos
los puntos del segmento A quo precedan al punto 0 y los que sigan después
Tomemos por C ia circunferencia unidad. Entonces el arco A B coincidirá con
todo el segmento A y los arcos do la circunferencia AbB y AaB serán las semi­
circunferencias inferior y superior, respectivamente.
En la fórmula (3.3:5), para la diferencia de los valores frontera de la inte­
gral de tipo Cauchy tendremos quo tener:
F l (0) — F d (0) = tp (0) = 1.
En cuanto a cada uno de éstos por separado, la fórmula (3.3:2) da:

1 c10¿ rtO
S -2S7 i 2'
AbB
y la fórmula (3.3:4):
o
eiOid0
,to 2'
A afí ji

3.4. En lo que se refiere al rosultado (3.3:5) obtenido en el apartado pre­


cedente, se puede hacer una objeción esencial de que éste se ha conseguido supo­
niendo que la función <p (£) es analítica, mientras que en las aplicaciones suele
sor frecuentemente importante el caso en quo <p (c) no es una función analítica.
Debido a esto daremos aquí otra demostración del mismo resultado, que
a U vez dará lugar a unas fórmulas importantes para F¡ (£q) y P u (&>)♦ distintas
de las fórmulas (3.3:2) y (3.3:4).
Sea y, como anteriormente, una ourva rectificable do Jordán y supongamos
uo q> (£) es una función continua en y. Considerando a £ como una (unción
3e la longitud del arco medida desde el punto inicial de y:
£*=*,(«), 0 < s « < ¿ (/ os la longitud de y),
supongamos quo en cierto punto £ 0 = 1 . (r0) ( 0 < *> < 0 existe la derivada
(*), siendo ésta finita y no nula *).
Supongamos ahora que existen unos números K > 0 y a > 0 talos que
l< M O -< P (W I< * |£-S ol°- (3-4:1)
Fácilmente se observa que en ostas hipótesis la integral impropia

*) En la teoría de funciones de variable real se demuestra que en todo


el intervalo (0 , 1), a oxcepción, posiblemente, do un conjunto de medida nula,
existo X' (5 ) y | X' ($) | *= 1. Vóaso, por ejemplo, Cli. de la Valiée Puussin,
Cours d'analyse infinttésim aley Voi. I, 10a ed., 1947.
i 3. INTEGRAL OE GAlfCliY. FORMULAS DE Y. SOJOTSKI 2Ü5>
es absolutamente convergento. Para cerciorarse de esto, convengamos en desig­
nar el arco do La curva y quo corresponde a un segmento determinado de varia­
ción de la longitud del arco sz <*<* <; fr, con la notación f<i, b). Enloncos,
para cualquier arco (a, b] que no contenga al punto £o (supongamos, para preci­
sar, que «o < a < *>). en virtud do (3.4:1), tendremos:

2n J I £-£o
[o.üj
[O. ÜJ [a, ti
Por la hipótesis, lim - ~ ,b0 = | X' (*0) | & 0 de donde se deduce quo
s-*®o 1*—*0 I
— | > Y 1 ^ M 1 Para I te — I < P? si K — £© I > P. entonces
-— —|> « 7 -. Así. pues, 1 I e > 0 para todos los puntos £ £ y.
• “ *0 1. * , 1 8—tfol
De aqm se doduco que
b
l-ár S ti
/l>.—gp)Q
K, (¿ - \a —(a —g0
. )q
,a
a
cuando a y b-^SQ. Por lo tanto, la integral (3.4:2) es absolutamente con­
vergente.
Considerando la integral de Upo Cauchy

' « - - á r JY - f S - *
representémosla en la forma
Ftz)=-—1— f ¿r-\__L_ f JLÍsSLdt (3.-'.:3).
w 2 nl J £—* 2zii ) £—x ^
V Y
y domostremos que
, ir i r s S k z s M ^ i'' (3.4:4).
i-to 2m J C— i ^
Aquí se supondrá quo z tiendo a £ 0 manteniéndose on el interior do un ángulo
arbitrario g-0, de magnitud menor quo 2 0 < n , con ol vértice en el punto £o
y cuya biseotm coincide con la normal a la curva en esto punto. El modo en
quo z tiende a £o se caracteriza diciendo que ztiends por caminos no tangentes
a y». En particular, quoda satisfecha esta condición cuando el punto z tiende
a ¿o por la normal a y. Fácilmonto so observa quo on un entorno del punto £<>
suficientemente pequeño ningún punto de la curva y cnorá en el interior do un
ángulo fijado g$9 (y tampoco en el interior del ángulo opuosto al mismo)* En
efecto, supongamos lo contrario. Entonces tiene quo oxistir una sucesión de
puntos £n = X (íft) € Y. situados en el interior de g0o (o en el interior del ángulo
opuesto al mismo) que convergorá a £0- Se puodo suponer también que (s„ )r
es convergente, es decir, que Ü m ^ = s \ de donde se deduco que lim £* =
n-fOo n-froo
m GAP. III INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

= X (#'). Pero, por otra parlo, lim £n = £ 0 = X ($o); como y tina curvando
n-*-oo
Jordán (y &> os distinto do sus oxtrcmos), saoamos la conclusión do que *' = <0-
Por lo tanto, las direcciones do los vectores £* — tiouon que londor a la
dirección tangente en el punto £o y, por consiguiente, todos estos vectores no
pueden quodarso on el interior del ángulo g^ .
Sea 0 un número quo satisface a la condición O < 0 < | - ; fijemos 00,
0 <: Oo < -rp y consideremos un entorno 1 1 — £o | < p tal que ningún punto

•do la curva y situado on este un torno pertenezca al ángulo g^ (y tampoco al

FIC. 50
ángulo opuesto al mismo), y sea go.p 1® parlo del ángulo gQ que pertenece al
•entorno indicado. Prolongando y desde el punto £ 0 on dos direcciones hasta los
primeros puntos A y 2? do intersección con la circunferencia | z — z0 | = p,
so oblicuo un arco
<rp=l*o—«'• *o+ »,,lc: v-
Evi den tómenle, para cualosqulora puutos a^lTe, p y E€<*p. tumi rumos:
\\ < co*<* (0o—0)
t -—b I
(fig. 50), por lo cual.

V
So-*
< |tet § í <p <o—«p<^o>i
(S-*) <C-£o)
Y-Op

’fi
$ 3. IN TEG RA L DE CAUCJ1Y. FORMULAS DE 7 . 8 0 J0 T S K I 267

Si 6 es un número positivo arbitrario, se puede suponer quo p es tan pequeño


quo Í2 resulte menor que ; fijemos este valor de p. Obsérvese ahora que la
distancia ó0 desde el punto £o hasta ol arco y — a0 os positiva; por lo tanto,
I c - So I > > o si^É 6 y - úp y | ; - s | > 60 - I Co - * |.
razón, si |z — &> | < w tiene:

v-»„

< 1"”7/ 1 \ i ? (y—<t u») i *•

de donde, para todos los puntos z su Lición tomen lo próximos a £<> resulla;
<i < —. Así, pues A < e para todos los puntos a suficientemente próximos
a £o y p e r t e n e c i e n te s a # o ,p , e s d e c i r , q u e d a d e m o s t r a d a l a r e l a c i ó n (3.4:4)
p a r a e l ca9o o n q u o s t i e n d a n £o por c a m in o s n o ta n g e n te s a y.
Consideremos ahora la segunda do las integrales del segundo miembro de
la igualdad (3.4:3). Evidentemente, ésta os una integral de típn Cauchy con
una función constante y, por consiguiente, analítica <p(£) (* q> (£o)). Además,
representa q> (Co) Lo , dondo P os ol punto inicial y Q el punto final
de la curva y. No obstante, no utilizaremos esta última observación, pero apli­
caremos los resultados del procedente apartado, según los cuales
1 <Hso)dC 1 *P(Co) (3.4:5)
// (to) 2ni Id (wo)
s
v'+yilí)
2 ni
V '+ A o D
t-to

Confrontando (3.4:3), (3.4:4) y (3.4:5), sacamos la conclusión de que en


Las condiciones referentes a y, <p (£) y € Y» enunciadas on esto apartado, exis­
ten los valores frontern Ft (£o) y Fu (So) no la integral do tipo Cauchy, expre­
sadas por las fórmulas:
,, v i f < r(;> — qp(U ) , i C <r(bo)¿?; (3.4:6)
y'+Abfí
«. ..* i r fia -tía ^ , i f í-íso)*: (3.4:7)
arj t-s, <,»+-25ü y '-j-A,\ a ii i = c r -
Restando término a término (3.4:7) do (3.4:6), obtenemos:

5S- l -í^ — ='PCo). (M*>


ll-td—í»
liemos obtenido esta fórmula, quo coincide con la fórmula (3.3:5), sin
suponer quo la función <p (£) sea analítica.
268 CAP. I II INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

Transformemos (3.4:0) y (3.4:7) a una forma más simple; precisamente,


escribamos (3.4:6) del modo siguiente:

Cuando p 0, la segunda de las integrales del segundo miembro de la fórmu*


la (3.4:9) tiende a coro (debido a la convergencia de la Integral (3.4:2), estable­
cida anteriormente). La tercera intogral puede escribirse en la forma <P(Eo)
2 ni
Var Ln (£ — &>) y» como Ln (£ — &,) ' ln p i Arg (£ — £o), coincido con
Abfl
V (So) Var Arg <£— £0) cp (^q) long AbB
2n * 2 ji p
Pero, según lo anterior, el arco op £ y con los extremos A y B puede encorrarse
en ángulos opuestos arbitrariamente estrechos con el vértice común cuya
bisectriz coincide con la tangente a y en el punto ¿o. Por esta razón, cuando
p 0, lo*? puntos A y B tienden respectivamente a los dos puntos de Inter­
sección de esta tangente con la circunferencia | £ — fco | = p, do donde se
deduce quo
lím
p-*o 27l¿ ^ C—¿o
Como el primer miembro de la fórmula (3.4:9) no depende de p, sacamos
la conclusión de que existo también

v'
quo designaremos mediante •)•
_________ v
*) Obsérvoso quo, en general, la integral f es divergente.
2m J t — W)
y
La notación 30 *ia admitido solnmcnto para designar ol limite
V
(3.4:10), cuya oxistencia se ha establecido. Este limito se llama v a l o r
principal do l a intogral ^ (en ^ sentido de
v
Cauchy).
| 3 INTEGRAL 1)13 CAUCHY FORMULAS DB Y .SOJOTSKI 2<W
Asi, pues, obtenemos definitivamente:

j <5®¿k,+4',’(ío’
v
De aqui y de la fórmula (3.4:8) se deduce que

(C o)-— J ^ - - 4 - 9 (W. (3.4:)2)


Y
Estas fórmulas, que tienen importamos aplicaciones en la mecánica, fueron
obtenidas por primera vez por Y. Sojotski en las condiciones mismas del presente
párrafo, por lo cual, se llaman f ó r m u l a s d o S o j o t s k i .
3.5. La fórmula de Cauchy puedo obtenerse como un caso particular de
una fórmula más general, que os válida para funciones, generalmente, no analí­
ticas.
Sea A un recinto limitado por un número finito de curvas elementales de
Jordán cerradas: r (el contorno exterior), y,, . . ., yn (los contornos interiores):
F (z) = P (x, y) -f- iQ (x, y) es una función continua con derivadas pnrcialus
do primer orden en el recinto cerrado A. Entonces, aplicando la fórmula de
Grecn, obtenemos:

^ F{z)dz— 2 J / ’(s)ds— J P dx— Qdy + i j Q H x + P d y —


r f» i v, r r

- i [ J * * -< * « + * í - j j [-(-S -+ * ^ -)+


i—i yi

+' ( 4r - J <3-5:l>

^aquf es la derivada formal, véase el ap. 1.3^ . Fijomos z0£ A y excluy­


amos de A un entorno ¡z—* o !< e cuyo radio sea monor quo la distancia
desde z0 hasta la frontera del recinto A. Obtenemos un recinto A* cuya fron­
tera consta de I \ yJf . . . . yn y de la circunferencia y*: \ z — z0 |=»e. Aplique­
mos la fórmula (3.5:1) a la función 0 (z) — j" ^ ; obtendremos:
z—z0
P («) dt y f F (*) (h f F (!) d¡
z—zq J *—Jo } z—í0 *"
í-
* ■ * --(} [ - 5 - ^
270 CAP- m INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

( ~ k ( T = ü ) =0' I’"0*10 ‘>uu T = V es una función analítica en el


recin to A *) .

Si c—* 0. se tiene:
iini [ - ^ 2niF (z0), SF dx dy=*
F.—
+0 Z----0 0zQ

y, por consiguiente,
F(z)dz y 1 f F (z) dz
F (*o> í —ía “ J 2jW 1 ; —zq
* -i Vj

— *;r .1í Jí ~d i —*—*0


-— d* d«- (3.5:2)
A
Esta os la fórmula general buscada. i3n ella, la suma de las integrales de tipo
Oauchy
1 f F(z)dz ^ f F(z)dz
2ni TJ «—«o ^ 2** VjJ z~~<\ ♦ (So)
i-=l

os una función a n a lític a do Z(j.


P or consiguiente, lo función

al igual que /" (zp). os continua junto con sus derivadas pardillos de primer
orden on el recinto A y
a r i (* r #f i . , n
--- — l l - p - - —— <¡x ,íy =
a ,r
\F
. , af
(Ü0) — (*o)J = -= - .
dxQ L 11 J d* *—2o 1 da0
dc0den
Cuando (20) os una función analítica on el recinto A, la derivada formal
^ r - s ú y la fórmula (3.5:2) se convierte en la fórmula integral de Cauchy:
Os
F ( Z) dz y r F(:)dz
2—«0 ^ J 2—Zq
r *=« V/
I 4. SERIES DE PUNCIONES Y PRODUCTOS INFINITOS 2711

§ 4. SERIES DE FUNCIONES Y PRODUCTOS INFINITOS


4.1. Sea
U (*)+ /i (*) + /2<z) -t- . . . + / „ (z) + . . . = 2- /" (z) (4.1:1>
0
una serie de funciones de variable compleja, definidas en nn con­
junto infinito do puntos E. Designemos con *.?„($) la suma parcial
de los primeros n + 1 términos do la serio:
S n (Z) =* h (*> - L / l ( z ) - f . . . + f n (* ) . (4 .1 :2 >

La serie (4.1:1) se llama u n if o r m e m e n te c o n v e rg e n to­


en E , si para cualquier e ,e > 0 , se puede señalar un yV(e) lal, que
para /z>*Ar (e) y para cualquier p natural, so cumple la desigualdad
| *5W;> (z) —¿>n{z) | <C e (4.1:d)-
en todos los puntos del conjunto E.
De esta definición su deduce que una serie que es uniformemente
convergente en el conjunto E, es couvergentc en cada punto do oste
conjunto (on virtud del criterio de Cauchy). El recíproco, general-
morí le, no es válido, como muestra el ejemplo de la serio geométrica
l + z + z * + ...+ z n+ . . .
En efecto, esta serie es convergente en el círculo unidad,
puesto que
1—cn+i 1
1 + z -f . . . zn = 1—-2 1—2
para n —*-oo, si |z |< ; l . Sin embargo, la convergencia no es uni­
formo. En efecto, on este cnso
I («) - Sn (Z) | -- | * n + 1 (i --Z I - . . . 4 z'*-*) I =
■■ IM"+IH •| , l ^ | 2 |" »» < 1 -|* |’>)
- fr^ n * u -2 i
Tomemos un n arbitrario y bagamos p —n, z„ — Entonces
tendremos:

|$ 2n (Zn) Sr, (íft) | í> 1


n 1

= n * - { '+ ± r oo para n —►o c .


i'+ ± r
272 CAP. III INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

De este modo, para n arbitrariamente grandes, existen tales p (=tt)


y tales puntos zn del círculo unidad, en los cuales los números
I (zn) — Sn (zn) | son arbitrariamente grandes. Do aquí se
•deduce que la serie geométrica no es nniformemento convorgente
•en el círculo unidad.
Designando la suma de la’serie (4.1:1) mediante / (z):
/ (z) = lim S n (z), (4.1:4)
Tfc-VCD

se puedo expresar la condición de convergencia uniforme de otra


forma. Precisamente, para la convergencia uniforme de la serie (4.1:1)
os nocesario y suficiente que para cualquier s, e > 0, se pueda hallar
un N (e) tal, quo se cumpla la desigualdad
\ f ( z ) - S n(z)\< e (4.1:5)
en cualquier punto z £ E para n z> N (e).
íün efecto, supongamos que la serie (4.1:1) es uniformemente
convergente. Hallemos un N x (e) tal, que para n > N x (e) y para
cualesquiera z y p (z 6 E* P es un número natural), se cumpla la
desigualdad
IS p (z)—S n (z) | <c *
Haciendo crecer p indefinidamente, obtenemos:

para n > N x (e) y para cualquier z £ E. Así, pues, el cumplimiento


do la condición (4.1:3) implica el cumplimiento de la condición (4.1:5).
Recíproca mente, si la desigualdad
I/W -M flKj
mí cumple para rc>./V2(e) y para cualquier punto z £ E t entonces,
en las mismas condiciones, para cualquier p natural se tendrá
| óf»+p (2) —Sn (z) | = | / (z) —S n (z) [/ (z) —Sn+p (z)] | ^
< | / (*) - S n (z) | + 1/ (s) - S n+„ (1) | < ± + \ = e.

Por lo tanto, del cumplimiento de la condición (4.1:5) también se


deduce el cumplimiento do la condición (4.1:3).
Comprando la serie de funciones con una serie convergente de
términos positivos constantes, so obtiene un criterio bastante sencillo
de convorgencia uniforme de la serie (4.1:1). Precisando, si desde
cierto valor de n v los módulos do los términos de la serio (4.1:1)
si V SERIRS DE PUNCIONES Y PRODUCTOS INFINITOS ¿TA

lio son superiores en te a los términos correspondientes de la sene


convergente
«0 -I- 0t| |■a 2 -h .. • f a„ -r • ■ (4.1 :($)
de términos positivos constantes, la serie (4.1:1) os uniformemente
convergente en E. En efecto, en virtud a la convergencia de la
serie (4.1:6), para cualquier e ;> U. existe un A; (») tal, que para
n ;> Af (e) y cualquier p se cumple la desigualdad
a nt i + . . . C^-
Pero, según la hipótesis, en el conjunto E se cumplen las desi­
gualdades
|/ft(s)|<Gt* (k>\).
Por consiguiente, en cualquier punto z£ E para n >■ mav (A' (c), v)
y cualquier p natural, so tiene:
| Sn+p (z) — En (2 ) I I /n +1 (2 ) I -b • ♦ - -h I /n+p (2 ) I
&n+l — • • • *hOt/í+p "C €,
lo cual significa que la serio (4.1:1) es uniformemente convergente.
Supongamos quo cada punto del conjunto te os un punto do acu­
mulación (lo este conjunto, osea, como suele dccirso, E es un conjunto
denso on sí. Esto ocurrirá, por ejemplo, cuando E sea un conjunLo
(no vacío) abierto arbitrario, en particular, un recinto, o también
cuando E son una curva continua. Entonces, si cada término de la
serie, uniformemente convergente on /?, es una función continua
en E %la suma de Ja serie será una función continua on E.
Para demostrar esto, consideremos dos puntos cualesquiera z0
y 2 del conjunto E y acotemos | f (z) — / (z0) | del modo siguiente:
I / (2) - / (Z0) M 1/ (*) - Sn (*)] - ISh(Z) - Sn (20) ] + [Sn (¿o) ~ / (*o)J | <
I / (z) —*S’„ (z) | H-|^/t(2) —En (zü) I “ I/ (zo) — En (2o) |*
(4.1:7)
Sea e un número positivo arbitrario. En virtud do la convergencia
uniforme de la serie, existe un Ar (e) tal, que para n ;> N (e) y para
cualesquiera p un Los del con junio E so verifica la desigualdad:
l/(*)-á?,(*)|<^-. (4 18)
Por consiguiente, on particular, tendremos:
l / W - A W K l . (4 1 :V1)
Fijemos arbitrariamente Ho>;V(e). Como la función i$„0(z) es con­
tinua en el punto Zq, puede señalarse un 6 (e )> 0 tal, que para
18-1100
274 CAP. III INTEQRALBS Y SERIES DE POTENCIAS

|z —Zo\ < 6 (e ) (z, Zo££) se cumpla la desigualdad


I &n0 (z) —SnQ (zq) | <^"5" • (4.1:10)
Haciendo en (4.1:7) n = riQ y tomando | z—Zojcófe), cu virtud de
las desigualdades (4.1:8), (4.1:9) y (4.1:10), obtenemos: .
I/ (z) —f (zo) I< e»
de donde se deduce que la función / (z) es continua en cualquier
punto z0 6 E.
Supongamos, en particular, que E es una curva rectificable L.
Demostremos que si los términos de la serie (4.1:1) son funciones
continuas en L y esta serie es uniformemente convergente on L.
entonces ésta puede ¡ntograrse término a término a lo largo de L, os
decir,
j / (z) dz = J /o (z) dz + f x{z)dz+ .. . ^ j U •. • (4.1:11)
L
En efecto, como los términos de la serie son funciones continuas
y la serie os uniformemente convergente en L %de lo demostrado
anteriormente so deduce que / (z) es continua en L. Designemos con A
la longitud de la curva Siendo e un número positivo arbitrario,
si N (e) es tal, que para n > N (e) en todos los puntos de la curva L
so verifica la desigualdad
|/(z )—S „ (z )|< iL ,
entonces, evidentemente,
j J / (a) dz— [ J /o(a) dz-\-. . . + J /„ (a) da] | =

= | J [/( a ) - 5 „ ( a ) |d z |< - |- A = e

(para n > N (e)), de donde se deduce la relación (4.1:11).


Frecuentemente, el toorcma de la posibilidad de integrar tér­
mino a término una serie se suele aplicar de la forma siguiente.
Supongamos que los términos de la serie (4.1:1) son funciones conti­
nuas en cierto recinto C y que la serie es uniformemente converge»uto
en cada conjunto cerrado de puntos de este recinto. Entonces la
serie (4.1:1) puede integrarse término a término a lo largo do cual­
quier curva rectificable L situada en el recinto G.
Para reducir este teoroma al anterior es suficiente observar que
toda curva rectificable L (y, en general, toda curva continua),
situada en el recinto ¿r, repr.senla un conjunto cerrado de puntos del
s 4. SERIES DE FUNCIONES Y PRODUCT08 INFINITOS 275

recinto. Por consiguiente, según la condición del teorema. La se­


rie (4.1:1) es uniformemente convergente en L,
En la tooría de las funciones analíticas la convergencia uní forme
de una serie de funciones en todo conjunto cerrado y acotado de un
recinto G, desempeña un papel muy importante. A semejante con­
vergencia la llamaremos c o n v e r g e n c i a uniforme
o n el i n t e r i o r d e l r e c i n t o C, distinguiéndola de
la convergencia uniforme o n e l r e c i n t o (/. Toda serie que
es uniformemente convergente en el rocín lo G, es uniformemente
convergente también en todo conjunto cerrado de sus punios y, por
consiguiente, es uniformemente convergente en el interior do G.
Lo rocíproco, generalmente, no es cierto, como inueslra el ejemplo
de la serio geométrica
. . . + 2 n -b • • •
En efecto, como so vio anteriormente, esta serie es convergente en el
círculo unidad | z | < 1, pero no lo es uniformemente. No obstante,
os uniformemente convergente en el interior del círculo unidad.
En efecto, sea F un conjunto cerrado de puntos del círculo unidad
y sea Ó >» 0 la distancia de F hasta la frontera del recinto (hasta la
circunferencia unidad). Entonces, para cualquier punto z £ F\ se
tiene: | z \ ^ 1 — ó y, por consiguiente,
11»*»+• •• + *** i= | z"*1 | < i z r 1-Tz?,Vr < a - w " -f ■
2
E vi don lem en le, ia magnitud (1 — ú)"+1 -y tiendo a cero cuando
n —> oo y puedo hacerse menor que e > 0 para n ;> A (e). Así,
pues, la serie geométrica es uniformemente convergente en cualquier
conjunto cerrado F de puntos del círculo unidad y, por consiguiente,
es uniformemente convergento en el interior del círculo, a pesar
de que no es uniformemente convergente on el círculo.
Demostremos que para quo la serie (4.1:1) sea uniformemente
convergente en el interior de un recinto G, es necesario y suficiente
que para todo punto z0 del recinto exista un entorno del mismo en el
cual esta serie converja uniformemente. La necesidad de esta condi­
ción es evidente, puesto que si I 2 — z0 | p es un círculo cerrado
con el centro en el punto z0, perteneciente o C, la serie tiene que
couverger uniformemente en el mismo y, por consiguiente, también
en el entorno \ z — z0 | •< p del punió z0. Para cerciorarse de que
la condición es suficiente, liaremos la demostración por reducción
a lo absurdo. Supongamos que, cumpliéndose! Ja condición, la serie
converge no uniformemente en cierto conjunto cerrado F cz G.
En loncos tienen que existir: un número positivo e0, unos números
naturales nh (nh < nk+i) arbitrariamente grandes y unos puntos
18*
270 CAI* III INTEGRALAS Y SERIES DK ROTBNCIAS

Zh € F tales qm>
| / ( Z h) — ¿>'„h (z * ) I > K„. (4 .1 :1 2 )

(Aquí so ha formulado la nodación (1o la convergencia uniforme de


la serie (4.4:1) en el conjunto F).
De la sucesión de puntos {z*} se puede extraer otra sucesión
parcial contenida en la misma {z/,'}, que converge hacia cierto punto
z0 6 F (F es un conjunto cerrado). Como z0 es un punto del recinto G.
según la hipótesis, para éste existe un entorno U perteneciente a G
en el cual la señe es uniformemente convergente. Por consiguiente,
en todos los puntos do U licúe que verificarse la desigualdad
| / (2) — 2
( ) I <C Ctit

si n es suficiente mente grande.


Por otra parte, debido a la hipótesis, existen unos números nh-
arbitm ña monte grandes, tales que en los puntos zk- situados en U
(y a U pertenecen todos los puntos {**•}, comenzando desde uno de
ellos,) so cumplo la desigualdad opuesta:
I / ( 2 f t ') --- (2* ’) I ^ «o-

De la contradicción obtenida se deduce la jusleza do nuestra afir­


mación.
Volvamos a estudiar el problema do la integración de una serie
uniformemente cüiwergonto de funcioues analíticas ]S/*(z). Fijando
un punto arbitrario z0 6 G* para cualquier curva rectificable y,
perteneciente a G%que una z0 cou ol punto z, también perteneciente
a Gy tendremos:
00

j f (z) d z^ 2 j /*(*)dz-
v 0 v
Lns integrales í f(z)dz y ^ /„ (z) dz pueden considerarse como
V V
(unciones de z, generalmente multiformes (véase el ap. 2.7);
* ¿
^ f(z)dz y § f„(z)dz.
zq *9
Para separar sus ramas uniformes en el entorno U: | z — z, | <. p
de algún punto z, del recinto G (se supone que esto entorno junto
con su frontera | 2 — z, | = P e*té contenido en el recinto G).
efectuaremos todas las integraciones desde el punto z0 hasta el
punto z, sobre una mismo curva rectificable y x perteneciente al
g V SERIES Ulí PUNCIONES Y PRODUCTOS INFINITOS 277

recinto <7, y luego, desdo el punto Z\ hasta cualquier punto z £ (J


a lo largo de curvas rectificables arbitrarias situadas en U. por
ejemplo, a lo largo del segmento rectilíneo que uno Zi y z.
Demostremos que, cumpliéndose estas condiciones, la serie
0O z
2 ^ f n (z) dz convergeré uniformo mente en U, es decir, en un circulo
0 Zq .
cerrado arbitrario perteneciente al recinto G.
En efecto, paro el módulo
«+p *
| y . § /;, (Z) dz |
W+I *0
se obtiene la cota siguiente:
n-t r t íi-f-P «4 P ¿

| 2 5 A(z)rfZ| < | 2 $ / * < 3 ) « f c | + | 2 $ / * ( * ) d i \-


» + 1 «o n+t Yi n +1 zi
00

Pero la serie ^ ^ f k ( z ) d z es convergente, y, por consiguiente,


o vi
para cualquier e¿>0 existe un N i (e) tnl que
rH*r
| 2 $ /*(z) dz| < T P°ra « > ' v i(*)-
« 4-1 Vi
00

Aplicando luego la convergencia uniforme de Ja serie ^ /*(*) Cn


o
el círculo cerrado |z —z ^ p , podemos elegir un número N2(é)
tal que, siendo n > /V 2(e),
n4-P

1 2 /* (z) | < '^ '


n+l
para todos los puntos de este círculo. Tomando las integrales
z
\ fk(z)dz a lo largo del segmento rectilíneo que une z, y z,
tendremos:
n+p z Zn-t'P

n 4-1 21 zi n 4-1
278 CAP. n i i n t e g r a l e s y s e r i e s dr p o te n c ia s

Por consiguiente, paru « > Ar (e) = max f (e), A'2(e)|, en cual­


quier punto del círculo ¡z—Z j|< p se cumplirá la desigualdad
n+p z

|2
n -f 1 í |
con lo cual queda demostrada la convergencia uniforme de la serie
en cualquier círculo cerrado contenido en G.
z
En el caso particular en que todas las intégralos j f h (z) dz sean
*0
funciones uniformes en el recinto C, de lo demostrado so deduce que
la serio
ce i

2 $ /* <*)dz
0 }q
es uniformemente convergente en el interior del recinto G, si la
OD
serie 2 /* (z) uniformomente convergente en el interior del mismo,
o
T e o r e m a de W o i e r s l r o s s s o b r e l a s s e r i e s
uniformemente convergentes de f u n c i o ­
n e s a n a l í t i c a s . Si ¿os términos de una serie
/o(z) “f“/i (2) •••-!- ín (2) -h • • *i (4.1:1)
uniformemente convergente en el interior del recinto G, son funciones
analíticas en este recinto, entonces la suma de la serie f (z) también
es analítica en el recinto G.
Además, las series
C (*) + / í ’ ( * ) + . . . + r«M( * ) + .... (4.1:13)
que. se obtienen de la serie (4.1:1) derivando ésta término a término k
veces, también convergen uniformemente en el interior de G y representan
en el recinto G las derivadas de h~ésimo orden de la suma de la serie f (3).
Sea z0 un punió arbitrario del recinto G y sea y una circunferen­
cia de radio p con el centro en ol punió z0. perteneciente a G junto
con su interior. Evidentemente, os suficiente demostrar todas
las proposiciones del teorema para los puntos del entorno l 7:
| z — z0 | < ~ dol punto 30. Supongamos que £ designa un punto
arbitrario situado en y y que z os un punto arbitrario de U. Pingamos
en (4.1:1) z — £ y multipliquemos todos los términos de la serie
por 2ni(g_S)ft+i (k — 0, 1, 2, . . .). 9 Obtenemos:
00
*1 /(O k\ Mfc)
s 4. SERIES DE FUNCIONES Y PRODUCTOS INFINITOS 271)

Como la serie (4.1:1) converge uniformemente en y y por las


hipótesis del teorema
| Ari l i ftl
| i ( í - » ^ i r 2íl| | | * + l ’

ka serie (4.i: 14) también converge uniformemente en y\ por esta


razón se la puede integrar término a término. Resulta:

JL f /(£)<% _ v J L f /n(P^t ,/ H51


2ni J 2nt J ^ _ z)h+i * ' '

Como Las funciones /n (z) son analíticas en el rocinto G, las inte­


grales ^ j ^ ft+t expresan lasdorivadasf k) [z) (véase (3.2:7)).
v +
Para k = 0 la igualdad (4.1:15) toma la forma

V 0

de donde se deduce que f(z) representa en U una integral de tipo


Caucliy y, por consiguiente, es una función analítica en U.
Para &>(), de la igualdad (4.1:15), obtenemos:

J L f /( P « _ V /*> (z\
2.tí ) (t—i ) u r 2 j ;n W'
v ' o

Pero la expresión del primer miembro do osta igualdad representa


la derivada de orden k de lo integral de tipo Caucliy ^ j
v
y, por consiguiente, es igual a / (ft) (z). Así, pues, en el entorno U
del punto z0 J» tiene:

r w - 2o /?*(«)■
No queda inás que demostrar la convergencia uniforme de esta
serie o, lo quo oslo mismo, de la serie (4.1:15) en este mismo entorno.
Pero si en y se cumple la desigualdad
1/(0 —£ » (O I< e Par» n > N ( t) .
'¿ m CAP 1JI 1N TK U H A LES Y S E IU E S D E 1'O T IiN O lA S

entonces pura Lodos los puntos z$U y jaira los misinos valores
de «, se tiene:
n o di ki r / J (C) d i

v
a>-z)k+' So 2.Tí Jv
I V [ HO-SniQ k\
di < T i l 2*!»-
| ¿ni J 2n

Como el segundo miembro puede hacerse, evidentemente, arbitra­


ria mentó pequeño junto con e, la última desigualdad expresa la
convergencia uniforme de la serie (4.1:15) o de la serie (4.1:13) en U,
con lo cual se termina la demostración del teorema.
Para aplicar corree la mentó el teorema de Weierstrass es preciso
recordar que esto se ha enunciado y demoslrado para las serios de
funciones analíticas convergentes en un r e c i n t o . En el caso
de un conjunto arbitrario (no abierto) éste puede no ser cierto.
Examinemos, ante todo, el ejornplo dado por Weierstrass de una
función que no es derivablc en ningún punto:

I (x)= 2 &n eos (anXn)


w=*0
{a es un número culero impar, 0 < b < 1). Cada término de esta
serie es una función analítica en todos los puntos del eje real (e inclu­
so en todo el plano). Adornas, la sorie es uniformemente convergente
en el eje real, puesto quo el valor absoluto del término general de la
serie | 6n eos (aHxn) | no es superior al término bHde la serie geomé­
trica convergente. Sin ombargo, la suma de la serio lio es analítica
en los puntos del eje real, puesto que, como demostró Weierstrass.
ésta no es derivable para ningún j.
Como segundo ejemplo, lomemos la serie
/ s o n 2z \ ; /seu& r son \ .

----- —S----------------------2 / *■•••


Los términos de esta serie son funciones analíticas en el oje real
(e incluso on todo el plano). Además, la serie converge uniformemente
en el eje real, y su suma, siendo idénticamente igual a cero, repre­
senta una función analítica. En efecto, la suma parcial
son 2x ) , , r so11 ,u son ( n — 1) x _ son n x
senx
( 2 + •• --s-L-r-
-j
n—l n
no supera on valor absoluto a —, de donde se deduce quo la serie
converge hacia cero y, además, uniformemente.
$ 4 SP.1HPS DE PUNCIONES Y PRODUCTOS INFINITOS 2X1

Pero derivando término a término, se obtiene 1» serio


cas 3 : -j- (eos 2x —c o s í ) - } - . . —feos eos (n— 1)3*] — ...
cuyas sumas parciales son:
eos x , eos 2x, .. ., eos nx, . . .
Evidentemente, la sucesión de estas sumas es d iv e rg e n te para-
todo x 2Jen, y para x 2kn tiene un límite igual a 1, es decir,
resulta uu valor distinto de la derivada de la suma de la serie.
Basándose en ol teorema de Wcierstrnss tonomos ctue sacar la
conclusión de que en estos dos casos no existe un recinto que contenga
a los punios de todo el eje real o incluso de alguna de sus parles, en el
cual las series dadas fuesen uniformemente convergentes. En caso contra­
rio, estos ejemplos estarían en contradicción con ol teorema de Weier
strass.
En muchos casos resulta ser útil el siguiente teorema, que permito
asegurar la couvergcncia uniforme de la serie en un dominio si ésta
os iiiiifornioiuenle convergente 011 la frontera del mismo.
00
Teorema. Si los términos de la serie 2 /* (z) son funciones
_ o
continuas en un dominio *) acotado G y son analíticas en el recinto 6\
entonces, de la convergencia uniforme de la serie en la frontera V del
recinto G se deduce su convergencia uniforme en el dominio C.
D e m o s t r a c i ó n . Según la hipótesis del teorema, para
cualquier £ >• 0 existe un N (e) tal, quo para n :> N (e) y cualquier
número natural p se cumplo la dosigualdad
n+p
IS (2) | < « (4.1:10}
•1+1
en todos los puntos do la frontera I\ Pero la función 2 /* (z) es
_
continua en G y analítica en G. Por eso, el máximo del módulo
»+#» _
I 2! /* (2)1 en el dominio G se alcanza en Ja frontera y, por consi-
11-Hi
guiante, en virtud do la desigualdad (4.1:16), el valor do este máxi­
mo es menor que e. De aquí so deduce que la desigualdad (4.1:16)
se cumple para n AT (e) y cualquier número natural p en todos los
_ aO
puntosdol dominio Gy lo cual significa que la serie 2 / * (2) um-
11
formemente convergente en esto dominio.
*) Recordamos al lector quo un recinto cerrado se llama abreviadamente
dominio. Véase J. R e y 1* a s t o r. V. R i C a l l e j a , C. A. T r e j o , Ané
lista matemático. Vol. Jí. § K4-5. (Nota''del T.)
28¡¿ CAP m i n t e g h a i .e s y s e r i e s d b p o t e n c ia s

4.2. Todo lo enunciado y demostrado on el apartado precedente


para las sories de funciones uniformemente convergentes se extiende
inmediatamente para las sucesiones de funciones uniformemente
•convergentes.
Una sucesión de funciones
{/•«<*». (4.2:1)
'definidas en un conjunto E , se llama uniformemente convergente
■en este conjunto, si para cualquier e >• 0 se puede señalar un N (&)
tal, que la desigualdad

so cumple para cualquier p natural en todos los puntos z £ E.


evidentemente, la sucesión (4.2:1) se puede considerar como la
sucesión de las sumas parciales de la siguionte serie de funciones:
*t M + W - F%(2)1 + \1 ?Z w ■
- F x(z)\ + . . .
Fn-1 (*)J + . . . (4.2:2)
pui lo cual, es uniformemente convergente en E si, y sólo si, es uni­
formemente convergente en E la serie (4.2:2). Además, los términos
de Ja sucesión (4.2:1) son funciones continuas y, respectivamente,
analíticas junto con los términos de la serie (4.2:2). De aquí se deduce
que todas las proposiciones del apartado precedente son aplicables
a las sucesiones de funciones.
En lugar de sucesiones de funciones, frecuentemente, se suele
considerar una familia de funciones de cierto parámetro t que varía
con ti nua monto: {Fx (2)}. Supongamos que cada una de estas funciones
está definida en ol conjunto E , y que el parámetro t, que para preci­
sar es real, recorre el intervalo (a, p) (p + 00). Si, para cada
e > 0 , es posibio señalar un p (e) < p tal, que para t > P (e)
y r' > p (e) so cumple la desigualdad

en todos los puntos del conjunto E, se dice que la familia {Fx (2)} es
uniformemente convergente en E cuando t tiende a p. Si ( tn) es una
sucesión de valores del parámetro que converge hacia p, entonces,
en virtud de esto definición, la sucesión { / ^ (3)} será uniformemente
convergente en E. Su función límite F (z) no depende do la sucesión
{t„} que so haya elegido. En efecto, si
| / ’ (z) —J-\n (z) I < -y para « > A 'f
y para otra sucesión {tí,} la función límite es F* (z)t de modo que
IF* (3) — Ft^ (z) | < para /i>AT2,
g 4. SERIES DE PUNCIONES Y PRODUCTOS INFINITOS 283

entonces, teniendo en cuenta que para todos Jos t„ y tá, suficien­


temente próximos a (3, se verifica la desigualdad

sacamos la conclusión de que


\ F ( z ) - F ' (z )|< e ,
de donde se deduce que las funciones F' (z) y P (z) coinciden.
De esta relación entre la familia de funciones {Fx (z)} uniíonne-
inentc convergente y las sucesiones de funciones { /^ (z)} uniforme-
tuonUt convergentes se deduce que todas las proposiciones del prece­
dente apartado se extienden también a las familias de funciones.
En particular, es válida la proposición: si las funciones Fx (z).
a < t < p, son analíticas en un recinto G y la familia (Fx (z)} es
uniformemente convergente en el interior de G cuando x tiende a p,
entonces la función límite F (z) también es analítica en ol recinto G\
adornas, para cualquier natural k, la familia de derivadas {F\k) (z)}
converge uniformomonte en ol interior do G hacia la derivada F{U) (z).
Como ejemplo de gran importancia, consideremos la i n t e g r a l
i m p r o p i a d e t i p o C a u c h y.
Sea L una curva indefinida: z =-• X (i), a ^ t ^ (5, donde X (¿) -*•
oo cuando / ->- P, v supongamos que cada arco suyo finito Lx:
<x ^ t x < p, es rectificable. Si <j) (5) es una función continua,
definida en L, entonces las integrales de tipo Cauchy
F {z\ ^ 1 f ?(£)<*$
/tW 2ní ^ C—*
representan una familia do funciones, definidas y analíticas en cada
recinto que no contenga puntos de la curva L.
Supongamos que esta familia es uniformemente convergente cii el
interior de cada recinto que no contenga a Jos puntos de la curva L.
Esto se cumplirá, por ejemplo, si la integral j| <p(£) d£ es absoluta-
monte convergente, es decir, si existe el limite

En efecto, entonces en cualquier conjunto cerrado acotado B que


no contenga puntos de la curva L , tendremos:

H - et 5 i*©H*
Lx‘~ Lt' lt
2H4 CAÍ» III INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

donde p es Ja distancia entro E y L , y, evidentemente, para cual­


quier e;>U se puede señalar un p (e )< p tal. que para x> P (e)
v x#,>P(e) se cumplirá la desigualdad
|/\.(z ) —^ ,( z ) |< e (z€ &)■
lili las condiciones impuestas a la familia {A’x(z)} existirá
l« integral impropia
= lím
r-vp
La llamaremos integral impropia de tipo Caucliy a lo largo de la
curva ilimitada L ot abreviadamente, integral do tipo Candi y a lo
largo de L. Del teorema de Weierstrass, enunciado para el caso de
una familia do funciones, se deduce que osla integral representa
una función analítica F (z) en cada recinto que no contenga puntos
de la curva L.
Del mismo teorema se deduce que la familia de derivadas
í ^ m - í L Í jKRdLX
V x W 2ji* J ( t - z ) ' m !
Lx

lumbién converge uniformemente Lacia / ^ ( z ) . Pero, por otra parte,


la convergencia uniforme de esta familia significa quo existe la
integra] impropia
J L f «PfürfS k] C
2nl J (£ _ 2)"-m T_ 3 2ni J <£_ !)•'+* *
L,
Por consiguiente,
¥(S> ¿S

Por lo tanto, hemos verificado que las propiedades establecidas


anteriormente para los integrales de tipo Caucliy, son ciertas también
para las integrales impropias do tipo Cauchy.
Estos resultados so extienden también sin cambio alguno al cosí»
en que L sea una curva ilimitada, para la cual, no sólo el punto
final sino también el inicial estén en el infinito, es decir, cuando
la función z ~ X (/)♦ definida en el intervalo a C t < [3, satisface
a las condiciones lim X (t) = lim X (/) — oo (por ejemplo, L puede
/-♦a í-ffs
ser una recta o una parábola).
Volvamos a examinar el caso general de una sucesión {A’* (z))
Señalemos que, si la sucesión (4.2:1) es uniformemente convergen­
te en la sucesión de sus módulos {| A’n (z) |} también converge
jj 4 S E R IE S DE FUNCIONES Y PRODUCTOS IN FIN IT O * 285

uniformemente en E. En cíoclo:
|| Fn+p (z) | | /*n (2) || -V>| /' n+p (2) —P „ (z) |
Por otra parle, si <f>(z) os una función acotada 011 valor hIimi-
hito en E:
|0 ( z ) |< iV / (z £E),
y la sucesión (4.2:1) es uniformemente convergente on R, entonces
la sucesión {CP (z) P'n (z)} también es uiLiformemento convergente
en E.
En efecLo, si en el conjunto E para «>AT(e) se verifica
la desigualdad
I (2) Pn (2) | <C -jj- »
•entonces en este conjunto par» las misinos ra>A ; (e) se verifica
también la desigualdad
10) (2) f n+n (z) - <i>(z) /\,(Z ) |< — M t
Supongamos, finalmente, que las funciones de la sucesión (4.2:1),
uniformemente) convergente en E, estén acoladas uniformemente
en valor alisoiulo en E:
\Fn (*)\<M (z££), n = 0, 1, 2, . .
Entonces las sucesiones {fA« (z)!'*} (A es un número natural) tam­
bién convergen uniformemente en E.
En efecto,
1 1 ( *) ] " - [A» (3)1" I - I ( * ) - > ’« (*)l ( l f ' n+p (z))'-' +
+ [K+P(z)|"-M /M 2)|+ ...
• • . -r |^b (í)!"1 *} | < kM h 11Fn+p (z) —/',i (z) |.
Por lo tanto, si
| (2) - f„ (2) | < - *k t pura n > N (e).
-se t ie n e
11Fn+p (r)|" —1/’„ (2)]* I< « para ri > A’ (e),
1011 lo cual queda establecida la convergencia uniforme de la suce­
sión
{!/'«(*)]*}.
La acotación uniforme de los módulos do las Junciones que for­
man una sucesión uniformemente convergente, siempre tiene lugar
286 GAP. 111 INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

si Fn (z) son funciones continuas y E es un conjunto cerrado acotado.


En efecto, F (z) = lim Fn (z) es una función continua en E y, por
}Woo
consiguiente, es acotada en valor absoluto: | F (z) | < M \ Tomemos
e = 1, entonces | Fn (z) — F (z) | < 1 para n > N; por lo tanto*
I Fn (z) | < | F (z) | -|- 1 < M' + 1 para n = N + 1, N + 2, . . .
Pero cada una de las funciones Ft (z), . . F^ (z) también está
acotada en valor absoluto en E:
\Fk (z)\< M/l (k = 0, 1......... N).
Haciendo M=max(Af0>Mlt . . . , Mv% tendremos:
\Fn ( z ) \ < M y z££\ n = 0, 1, 2, . . .
4.3. Demos la definición general do producto infinito e indique­
mos algunas propiedades. Sea (w*) una sucesión de números complc-
n
jos diferentes do cero. Si existo el límite lim |J uh y este límite u es
n-»oo 1 oo
distinto de cero, se dice que el p r o d u c t o i n f i n i t o [\u*
e s c o n v e r g e n t e , y el número u se llama valor de este pro­
ducto, designándose así:

ti
Cuando el límite lim \] uh no existe o existe y os igual a cero
n~»oo í
(siendo los factores distintos de cero), so dirá que el p r o d u c t o
i n f i n i t o os d i v e r g e n t e .
Evidentemente, para la convergencia del producto tiene que
cumplirse la condición necesaria:
lim un = 1.
n-*qO

fw
En efecto, si lim ri uh = u =£ 0, entonces liin u-n = lim ^ — = 1.
n-voo J 1 «-.oo n->oo

En virtud de esto, resulta conveniente escribir el término general doJ


producto en la forma uk = 1 4- i;*, donde, en el caso de convergen­
cia, deberá cumplirse la condición necesaria:
lim vit = 0.
k~¥OQ
$ V SERIES DE PUNCIONES Y PRODUCTOS INFINITOS 28?

Demostremos que el producto infinito j^[ (1 -f Vn) es convergente


oo
cuando, y sólo cuando%converge la serie 2 l*1 (1 + i>a)-
i
En efecto, la convergencia de Ja última serie es equivalente a la
convergencia de las dos series:

S l nl I + ^a) y Sarg(l + D*).


De la convergencia de éstas se deduce que Jas sucesiones

I S ln 1 1 4 | = ln| (1 +i>/,) | }
y
! 21 arg (1 4 v*) = Arg„ |f j (1 + v A)]]
0 1
n
son convergentes (aquí Argn [[[ (i + designa ol valor dol argu­
mento , dado en ol primer miembro de la igualdad); por lo tanto»
n
converge también la sucesión + *>*)!, y además, hacia un
límite u que es distinto de cero, es decir, el producto infinito os
convergente. Recíprocamente: si éste es convergente

n (i 4 vh) = » =j&o,
i
entonces existe el límite

l*m I I 1 1 4 v* I = I w | 's4*0,
n-*oo |
oo
y, por consiguiente, la serie es convergonte. Además*
i
(véase ol ap. 3.3 del cap. primero), tiene que existir una sucesión
de valores
n n
A rS [fí ( 1 4 t>*)I = 2 arg (1 4 oh) + 2xp„ = q>„,
que converge hacia uno de los valores dol Arg u (^n son números
oo
enteros). De la convergencia del producto infinito M (1 -r vh) se
28h CAI»- HJ INTEGRALAS V SERIES DE POTENCIAS

deduce que lim (1 -+• i>*) = 1, por lo cual, para k > N, se tiene:
Jt-»oa
|arg (1 •+ i>*) | < n
>'
|<pA+1—q>*|= |arg(l + i;,,+1)-|- 2n(ji*t) —p*)l>2nIP*-.i—(t*| —n.
Por otra parla, lim (q>»+} — <p*) == 0 . De aquí se deduco que los
h-»oo
números enteros no negativos | jin+t — p* | tienen que anularse
«comenzando desdo uno de ellos» es decir» = pM+ i — . . . ■■■■=• |n.
Por osla razón» no sólo es convergente la sucesión {<pn}, sino también
la sucesión
n
l<p« — 2jifin = 2 j a r g ( l - p ^ ) l *
i
«o
es decir, la serie 2 arE (1 + ^a) convergente.
i oo co
Kn resumen, ambas series 2 I 1 P v* I y 2 arg (1 i- vk)
i i
•convergen, es decir, conveige la serie 2 ln (1 t Vh), con lo cual
i
se termina toda la demostración.
Observando la identidad

ll( i- r ^ ) = < ?x p l¿ li»(l í t ’/,)) .


i i
sacamos la conclusión, basándose en lo expuesto, de que cuando
el producto infinito es convergente, se verifica la igualdad

[j(l+Wft) = o x p [ S l''( l+ ^ - ) l • (4.3:1)

Diremos que ol producto infinito | | (1 + t>») os a b s o l u t a -


I
m e n t e c o n v e r g e n t e , si es absolutamente convergente lo
oo
serie 2 ^ ' (1 “i" i**)- Como en una serio absolutamente convergente
i
se pueden rcordenar arbitrariamente los términos, sin que se modi­
fique la convergencia de la serio y Ja suma, de la fórmula (4.3:1)
so deduce que en un producto absolutamente convergente se pueden
reordenar arbitrariamente los factores, sin que se modifique la
convergencia del producto y su valor.
$ 4. S E R IE S DE FU N C IO N E S Y PRODUCTOS IN F IN IT O S 289

Observando que
ln ( l + i>*) = t>*— ••■ = »* ( l — T ~ + “f — • • • )

y que, por consiguiente, para se verifican las desigual­


dades
4-1"*1= I®*I(1 —w —ér~ •••) < 1ln<l + **>I<
< K l ( M " ¿ - + ^ + - ) - f l ,'*l* (4-3:2>
oo
sacamos la conclusión de que la serie 2 | ln (1 + uA) | será con-
í oo
vergente cuando, y sólo cuando, sea convergente la serie 2 | vh |.
oo
En resumen, para que el producto infinito f] (1 4- Vk) sea abso­
lutamente convergente, es necesario y suficiente que sea absolutamente
00
convergente la serie 2i>*-
1
Sea {i>* ( z ) } una sucesión de fúndenos uniformes y analíti­
cas en un recinto G, que no tomen en éste el valor —1. Si la sorio
00
2 ln 11 + vk (z)l os uniformemente convergente en el interior dei
1
oo
recinto G, entonces el producto infinito JJ [1 -f y* (2)] también
converge on este recinto y, por consiguiente, representa una función
/ (z) que no se anula. Según la fórmula (4.3:1), / (z) puede expresarse
on la forma
/ (í) = exp {f¡ ln [1 + vh (*)] I (4.3:3)

y, por consiguiente, os una función analítica (puesto que la suma


00
de la serio 2 ln U -h (2))» uniformemente convergente on ol
1
interior do G, es una función analítica).
00
Demostremos que el producto [J[ [1 + vk (z)] es uniforme­
mente convergente en el interior de G, es decir, que la sucesión
n
i n u 4- MI) es iiniformemónlÍB convergente.
1
10—1100
290 CAP. III INTEGRALES T SERIES DE POTENCIAS

En efecto» sea F un conjunto cerrado y acotado de puntos del


recinto C» M —max | f (z) | y e un número positivo arbitrario» menor
que Ai. En virtud de la convergencia uniforme do la serie
00
S * 1» 11 -i- vh (z)l, se tiene:
1
oo
|2 + Para n > N (e ),
#1+1
Por consiguiente»
n o e n
| / ( * ) - I I l 1 + ^ W ll = | e x p (2 )-c x p (S )U
i I 1

+ 4 'W + ' 5 f ( w ' ) 2+ • • • ] <

< T '( 1 + T + ^ " f - - ) = e


para n > N (e) en todos los puntos del conjunto Ft con lo cual
queda demostrada la convergencia uniforme del producto infinito.
Debido a la desigualdad
| In [1 +í>* (*)11 < -y1 vh (z) |,
1 °® >
que se cumple si | vk (z) | < -jr, la serie 2 In 11 + un (z)l será abso-
* i
lula y uniformemente convergente en el interior de G, si existe una
oo
serie convergente 2 j e* de términos constantes y positivos, tal que
| vh (z) | < efc, comenzando desde un valor suficientemente grande
i K y en todos los puntos del recinto G. De aquí se deduce que,
para que el producto infinito
l i l i +«'*(*)]
i
sea absoluta y uniformemente convergente en el interior de un recinto
G y . por consiguiente, represente en el mismo una función analítica
f (z) que no se anule»es suficiente que desde un valor k ^ K en adelante,
en todo el recinto G se cumplan las desigualdades
IVk (2) | < e*,
donde e* son los términos de una serie convergente.
i 4. SERIl'.S 1>E KUXCIONES Y PROlOJCTOS INFINITOS 291

Claro está, la condición enunciada no es necesaria para la con­


vergencia uniforme del producto.
Ampliemos, finalmente, la clase do productos infinitos, permi­
tiendo también aquellos que poseen un número finito de factores
(uno o más) nulos. Si n0 > 1 es el índice, comenzando desdo el cual
lodos los términos del producto son distintos de cero, entonces al
re
producto \^u k llamaremos convergente cuando, y sólo cuando, sea
oo

convergente el producto infinito do factores distintos de cero [] u*.


n0
£1 valor de todo el producto infinito será el numero 0:
00 n no—i H

1 T l-*O 0 1 TJ-foO i fio

Teniendo en cuenta esta generalización del concepto de producto


infinito convergente, se puede enunciar la siguiente proposición:
Un producto infinito se anula cuando. y sólo cuando, se anula al
mehos uno de sus factores.
Particularmente importantes son los productos infinitos do la
oo
forma £[/* (z), donde/* (z) (k =- 1, 2, . . .) son funciones analíticas
i
quo pueden anularse en algunos puntos del recinto dado C. Aquí
se considerarán tales productos en las siguientes condiciones:
a) cada conjunto cerrado y acotado F a G puede contener sola­
mente un conjunto finito de puntos en los cuales so anulan las
funciones de la sucesión {/„ (z)};
b) para cada conjunto cerrado y acotado F a G existe un núme­
ro natural n (F) > 1 tal, que para & > & (/’) ninguna de las funcio­
nes fu (z) se anula en los puntos del conjunto F.
Él lector comprobará fácilmente que estas condiciones equivalen
a las siguieut.es:
a') el conjunto E de puntos, en los cuales se anula al menos una
de las funciones /* (z). no tiene puntos de acumulación en el interior
de G\
b') en cada punto de E sola monte se anula un número finito de
funciones {/A(z)}.
Supongamos también que se cumple la condición c): la serie
oo
2 ln /* (z) converge uniformemente encada conjunto cerrado y aco-
n (F H 1
oo

tado F perteneciente a G. Entonces el producto IJ /* (z) es uniformé»


n < F j+ i
19*
292 C AP. I II IN T E G R A L E S Y S E R IE S DE PO TE N C IA S

monto convergente en F, es decir, es uniformemente convergente la


n
sucesión [I] /* (2)) (n > n {F) + 1).
"<P)+|
n (F )
Como la función M f k (z) es continua en F, estará acotada en valor
absoluto y, por consiguiente, la sucesión de funciones
n[F)
i j /*<*>= n u (*)n \j+ íh (z )
también soró uniformemente convergente en F.
Resumiendo, de las hipótesis hechas respecto {fk (z)} se deduce que

el producto infinito f k (z) es uniformemente convergente en el interior
de O. Por consiguiente, éste representa en este recinto una ¡unción ana­
lítica

que se anula en aquellos puntos de G, y sólo en aquellos, en los cuales


se anula al menos una de las funciones f k (z).

§ 5. SERIES DE POTENCIAS. RELACION CON LAS


SERIES DE FOU1UER. DESARROLLO DE UNA FUNCION
ANALITICA EN SERIE DE POTENCIAS
5.1. Las series de la forma
— Zo) + M * — *o)a + . . . - f - M z — z0)n + • • • . (5.1:1)
donde a0% alt . . ., ant . . z0 son uuos números complejos dados,
se llaman s e r i e s d e p o t e n c i a s . Estas forman la clase de
series de funciones analíticas más simple y a la vez más importante.
El siguiente teorema da una idea completa del campo de convergen­
cia de las serios de potencias.
T e o r e m a (le G a u c h y - H a d a m a r d. Sea A =
= lim V | an |. Entonces, si A — oo, la serie (5.1:1) es convergente
en el único punto z = z0; si 0 < A < oo, la serie es absolutamente
convergente en el círculo \z — z0 | < j y w divergente en el exterior
de este círculo; final mente, si A = 0, ¿a serie es absolutamente conver­
gente en todo el plano.
De este modo, cuando 0 < A < T o o , existe un círculo con él
centro en el punto z = z0, en el interior del cual la serie es absoluta­
mente convergente y en el exterior del cual la serie es divergente.
9 5. S E R IE S D E P O T EN C IA S. R EL A C IO N CON LAS 8BR1ES D E P O U R IE R 293

Este se llama c í r c u l o d e c o n v e r g e n c i a do l a
s e r i e d e p o t e n c i a s y su radio R = , radio do conver­
gencia de la misma. Los casos A = o o , y A = 0sc pueden considerar
como casos límites. En el primero de ellos el círculo de convergencia
se reduce a un punto z0 y su radio R es igual a coro. En el segundo,
el círculo do convergencia se oxtiondo a todo el plano, de modo que
se puede considerar que su radio es igual a oo. Llamando en los tres
casos al número R radio de convergencia de la serie de potencias, el
contenido de la fórmula de Cauchy-Hadamard puede expresarse
por la fórmula
= (5.1:2)
Esta última se llama f ó r m u l a d e C a u c h y - H a d a ­
ma r d .
Ho aquí la demostración del teorema. Consideramos tres casos:
a) A = oo. En este caso, para cualquier z z0 existirá un
conjunto infinito de valores n = nh%para los cuales

> r a > T- ^ r
Pero de aquí se deduce que | (z — z0)n* | > 1 y en ningún punto
z z0 se cumple la condición necesaria para la convergencia de la
serie (5.f :i): lim afi (z — z0)n = 0. Por lo tanto, cuando A = oo,
n-koo
la serie (5.1:1) converge solamente en el único punto: z = z0.
b) 0 < A < oo. Tomemos primero un punto z en el interior del
1 02
círculo | z — z0 | < — y sea | z — z0 | = , donde 0 < 0 < 1
(en el punto z = z0 la convergencia de la serie es evidente). Como
> A, todos los valores de yr \ an | , comenzando desde
uno de ellos en adelante, tienen que ser menores que Por
esta razón, comenzando desde cierto /i, los módulos de todos los tér­
minos do la serie (5.1:1) satisfacen a la desigualdad
| fl/»(z —Zo)n | < 9n,
y como la serie 1 + B . . . -f- 0n 4- . . . es convergente, la serie
(5.1:1) sorá absolutamente convergente en todo punto z situado en
ol interior dol círculo | z — z0 | <
Supongamos ahora que z está situado en el exterior de este círcu­
lo. Entonces A > ^ ^ y, por consiguiente, existirá un conjuntp
204 C A P . I I I I N T B O R A 1 /E 9 T S E R IE S DE P O T E N C IA S

Infinito do valores n *= n*. para los cuales

Pero de aqní^sc deduce que [ arih (z — z0)nA I > 1, es decir, la con­


dición necesaria para la convergencia de la serie (5.1:1):
litn an (z — z)n — 0, no se cumple en ningún punto que osló situado
n-*oo

en el exterior del círculo | z — z0 | < .


c) A = 0. Para cualquier z z0 y0 < 0 C 1, la desigualdad

se cumplirá comenzando desde valores suí Leíentórnente grandos de


n en adelante. Por consiguiente, comenzando desde cierto n, los
módulos de todos los términos de la serie (5.1:1) satisfacen a las
desigualdades
| an (z —Zo)n | < e wf
de donde se deduce la convergencia absoluta de la serie (5.1:1) en
cualquier punió del plano.
Para las aplicaciones de la fórmula de Cauchy-Hadamará, en
muchos casos suele ser iitil la relación siguiente:

Para demás Ira ría, observemos que

(" -iV + írrt1 + t =x + -


de donde se deduce que
<?n<n^ r+ 'V [ 1 (" S T r)* 4 • • • ] = o í « + *)-£]- •
y. por otra parte,
n!
Así, pues.
1 ^ «1 ^ 2*+l
fH ^ nn ^ ert
de donde resulta lo que se afirmaba*)
* ) En el cap. séptim o obtendremos una relación de la cual pc deduce que

donde 0 cuando n tiende al infinito.


$ &. SERIES DE POTENCIAS. RELACION CON LAS SERIES DE FOUfUER 295

Aplicando la fórmula de Cauchy-Hadamard el lector comprobará


fácilmente que los radios do convergencia de las sorios

a) S » V . b) c) S - - * n, d) S " ! * ”
1 1 1 1
son iguales a: 1, oo, 0t respectivamente.
En muchos casos resulta conveniente determinar el radio de
convergencia de una serie do potencias mediante el cri terio de D’Alom-
bcrl. Así, on el ejemplo b) el módulo de la razón de un término al
(1 1 \n -h —1 | z | y, por consiguiente,
limite e | z | cuando n tiende al infinito. Do aquí se deduce que la
serie es absolutamoato convergente si I z I < y cs divergente si
|z| 1 , cs decir, sil radio de convergoncia cs igual a — 1.

Examinemos también el ejemplo de la serio Aquí *as


i
coeficientes ah son iguales a 0 si n fe2, e iguales a si n — k1.
De aquí que

*1 lim 1 / 4 r - - T T ^ l
fe-vc© V *! **
y el radio de convergencia es igual a 1. El módulo de la razón de un
I Z12^4*1
término al anterior es, en este caso, igual a — y, por consi-
guíenlo, tiendo a coro si | z | < 1, y tiendo al infinito si | %| > 1.
De aquí que el radio de convergencia do la serie es de nuevo
igual a 1.
A continuación consideraremos las sorios de potencias para las
cuales ñ > 0, os decir, A < oo. De la igualdad de Cauchy-Hadamard
lim | ün | = -7T-
n-foo **
sacamos la conclusión de que para cualquier e > 0 ( e < /?)
|g » l< P*ra n > N (e ) (5.1:3)
si /í < oo, y
|a rt| < e n para /i>jV (e) (5.1:4)
si II — oo.
296 CAP. U I IN T E G R A L E S Y S E R IE S DE P O T E N C IA S

En resumen, los coeficientes de una serio de potencias cuyo radio


de convergencia sea mayor que cero, crecen con una rapidez no mayor
que una progresión geométrica de razón < °°) o e (R »
=e oo), donde c es un número positivo arbitrariamente pequeño.
Del teorema de Cauchy-Hadamard, como consecuencia, so deduce
el siguiente:
P r i m e r t e o r e m a d e A b e l . Si la serie (5.1:1) converge
en un punto 2* ^ z0, entonces converge absolutamente en el interior
de la circunferencia con el centro en z0, que pasa por el punto zs.
En efecto, do la convergencia de la serie (5.1:1) en el punto zt ^
z0 se deduce, en primer lugar, que su radio de convergencia es
mayor que cero (posiblemente, es infinito), y, en segundo lugar, que
zj está situado en el interior o en la frontera del círculo de convergon-
cia (en todo punto oxterior al círculo do convergencia la serie de
potencias es divergente). Por esta razón, el círculo | z — z0 | <C
< | Zi — z0 | es una parte de todo el círculo de convergencia o coin­
cide con el mismo; de esto se deduce que la serie es absolutamente
convergente en tal círculo.
Demostremos ahora que l a s e r i e d e p o t e n c i a s e s
u n i f o r m e m e n t e c o n v e r g e n t e en el interior de su
círculo de convergencia | z — z0 | < R- Evidentemente, es suficiente
demostrar que la serie es uniformemente convergente en todo círculo
cerrado | z — z0 | ^ r < R. En efecto, cualquior conjunto cerrado
y acotado P t perteneciente al círculo de convergencia, estará conte­
nido en ol círculo I z — z0 | ^ r para r suficientemente próximo
a 7?.
Tomemos en el círculo de convergencia un punto £ situado en el
ex terior do la circunferencia | z — z0 | = r, r < | £ — z0 | = p <
< R. En este punto la serie (5.1:1) tiene que ser absolutamente con­
vergente:
2 |a» | |í —*o P = o2 I 11‘" < °°*
ko
Como en cada punto del círculo cerrado |z —z0| < r se cumple la
desigualdad
\a n (z —z0)n | < | a n fp",
por el criterio de comparación de las series deducimos quo la serio
( 5 .1 :1 ) £ gs uniformemente convergente en cada círculo | z —z0 | ^
r < 7?, con lo cual se termina la demostración.
Obsérvese que aquí no se afirmaba que la serie de potencias es
uniformemente convorgente en su círculo de convergencia. En efecto,
en el ap. 4.1 se había demostrado que la progresión geométrica
1 + z + za-f . . . + zn-i- .
§ 5. S E R IE S D E P O T E N C IA S . R E L A C IO N CON LA S S E R IE S DE F O U R IE R 2 9 7

que, ovi den temen te, roprosenta una serio de potencias con el radio
de convergencia igual a uno, no converge uniformemente en el círcolo>
unidad, es docir, on su círculo do convergencia.
5.2. Coma la serie de potencias
+ (* — * o H - • • • + a „ ( z — z „ )n 4 - . . . ( 5 .2 :i>
es una serie de funciones analíticas uniformemente convergente en
el interior del recinto Ki \ z — z0 | < R (R >■ 0), puede aplicarse
el teorema do Weierstrass del ap. 4.1. Por consiguiente, la suma
/ (z) de la serie de potencias es una función analítica en el círculo
K y su derivada de ordon cualquiera k puede obtenerse derivando
término a término la serie (5.2:1):
/ m (Z) = fc!a* + (k + 1) k . . . 2«*+, (z—z¡>) -f-
•+- . . . 4-n(n — 1) . . . (n— k-\~\)an(z — 2o)n^L-h . . . (5.2:2>
Haciendo aquí z = z0i resulta
? k'{z0) = k\ah,
de donde
= (*= 1, 2.........n, .. .)• (5-2:3)
Evidentemente, las fórmulas obtenidas son válidas también
para k = 0, lo cual se obtiene inmediatamente do la serie (5.2:1>
para z = z0. Poniendo en la expresión (5.2:1) los valores bailados
de los coeficientes, tendremos:
/(*) = / (Zo) + - ^ r p '( z —Zo) + • .. (* -« é )-+ • • • (5.2:4)
La serie que figura en el segundo miembro se llama S e r i e d e
T a y l o r do la función / (z). Por consiguiente, queda demostrado
que toda serie de potencias es la serie de Taylor para su suma / (z).
Supongamos que las sumas de dos series de potencias
Aq + Aí (z — Zq) + ^l2(z”' zo)t “l“ • • • ~\~An (z—2o)n“p • *• (5.2:5)
y
— Zq) + /?2 (z —Zo)*4 • • . - Bn (z —z0)n . . . (5.2:0)
con los radios positivos de convergencia y /?2* coinciden en un
entorno del punto z0, es decir,
A q+ A i (z — Zo) + A2 (z — Zo)a-h • - • =
= B q -\~ ( Z ----Z q) 4 - B 2 ( z — z 0) * 4 - . . . ,
si | z—z o jC r. Designando con F (z) el valor común de estas series,,
tendremos según las fórmulas (5.2:3):
Aa= B a=.F{z0), ¿ , = £ , = £ ^ 2 1 ......... A n= B n = * •*
298 GAP. III INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

Por lo tanto, los coeficientes correspondientes de las series y, por


consiguiente, sus radíos de convergencia R t y Ji2> coinciden; las
seríes son idénticas. Hemos obtenido el teorema de u n i c i d a d
d e l d e s a r r o l l o en s e r i e de p o t e n c i a s . * )
T o o r e m a. De la coincidencia de las sumas de dos series de
potencias en un entorno del punto z0 se deduce la igualdad de los coefi­
cientes de las mismas potencias de z — a0.
En el teorema es esencial que z0 es el mismo para ambas series.
Señalemos que este teorema puede enunciarse del modo siguiente:
solamente puede exlsiír una serie de potencias de (z — z0) que tenga una
suma dada en un entorno del punió zc.
Este enunciado explica la misma donominación del teorema:
teorema de unicidad.
Como ilustración de la propiedad demostrada, examinemos la
forma de las series de potencias de z que representan funciones pares
e impares de z, respectivamente.
Sea / (z) = a0 + atz a2z4 -r . . - f anzn 4 . . . . y supongamos
primoro que / (z) es una función par, es decir, / (—z) = / (z).
Entonces, sustituyendo z por —z, tendremos:
/( —z = a0—aiZ + a2z*-\- . •. -f ( —1)nanzn+ . ..
Como, por la hipótesis, las sumas de astas dos series coinciden,
en virtud del teorema de identidad, resulta:
fl/i = (— 1)nfln (* = 0 , 1, 2, ...) ,
de donde para n impar
fl2m+i= — 0 bien —0 (oí -= 0, 1, 2, ...) .
En resumon. si la suma do una serie de potencias es una función
par, todos los coeficientes de potencias impares de z tienen que ser
iguales a cero y, por consiguiente, el desarrollo do / (z) es de la forma
/ (z) = a0+ «2z*-+■«4S4+ • • • + + - •.
Análogamente, si / (z) es una función impar, es decir, / (—z) =
= — / (z), resulta que todos los coeficientes de potencia^ pares de z
tienon que ser iguales a cero, de modo que el desarrollo de / (z) os
de la forma
/ ( z ) = a , z - i - a az 3 -L . . . + a 2m+1z*m + l - f . . .
Para que el lector comprenda que el teorema de identidad no se
puedo considerar por si mismo evidente, enunciemos la propiedad de
idontidad para las series en forma general. Se dirá que un desarrollo
* ) E n lo s lib r o s d o m a t e m á t ic a s e s p a ñ o le s s u e le lla m a r s e te o r e m a (o p r in ­
c i p i o ) d e i d e n t i d a d . {Nota del T.)
f 5. SERIES DE P0T&NC1A9. RELACION CON LAS SERIES DE FOUR1ER 299

en serie
A<mq ( ) -'-Atfi (i ) h . . . -Mn<p« (z) + . . .
z

según las funciones dadas


qpoWi <Pt(z)< •••»
posee la propiedad de identidad en mi conjunto E, si de In coinci­
dencia de las sumas de dos series
>4<fl>o(z)-r ^i<pj ( « ) + . . . + Auipn (z)-h . . . ,
Boyo (2) -4- -tíj<p* (z) *4“ • ■• Bny ,*(z) ,
convergentes en osle conjunto, se deduce la igualdad de los coefi­
cientes correspondientes:
>lo = Z?o, = ...1 •••
Escribiendo la relación
i40<p0(2) -f- ^4j<Pi (z) -J- • .. -M*<pn (z) T . • • =
= #u<Po (a) “i" (a) T • • • *4*Bnq>n(z) -j- . . .
on la forma
Co<Po (2) (a) H“ • *• H”£n<P» (Z) "I" • ■■= 0,
donde
Co = /lo —^q, i»i —A1— /?§, • • •1 — - An— /ín, • • •,
puede enunciarse la propiedad do identidad de otro modo: los de­
sarrollos en series de (unciónos {q>n (z)} poseen la propiedad de identi­
dad en un conjunto si de la anulación de la suma de la serie para
todos los puntos z pertenecientes a E , so deduce que todos los coefi­
cientes do la serie son iguales a cero:
Co=C1= . . . = Cn= . . . = t>.
Como se demostró, los desarrollos en series de las funciones
<pn(z) = (z—z0)n (n = O1 1, 2, 3, ...) poseen la propiedad de identi­
dad en cualquier círculo con el contro on z0. Tomando, por cjomplo,
(poízj^l, q>,(z) = z —1, q)8{z) = z* —z, . . . , <p*(z) = zn —z**"1........
resulta que la propiedad do identidad no so cumple en el círculo
1* i < i-
En efecto, para la serie
<Po(*) + <Pi(*)4-..-+q>n(a)-l-. .. .
cuyos coeficientes son distintos do cero (C,= C, = C2= . . .
. . . = Cn ==... = 1), 1a smna parcial
<Po (*H <Pi (*) + • • • + V« (*)«■ l + (z—!) + (**—*)+ . • - + (z"—s"-1)
300 CAP. III INTE GUALES T SERIES DE POTENCIAS

es igual a zn, y como para | z | <C 1* lim zn — 0, la serie dada es


n -» o o
convergente en el interior del círculo | z | C 1 (y además, unifor­
memente) y su suma es igual a cero.
De aquí so deduce que, si la serie de funciones {<pn (z)}:
>*0<Po(2) + (*)+ ...+ A n q>n (2) + . . • ,
es convergente en el interior del círculo | z | C 1 y su sumo es F (z),
entonces todas las series
(A q 4 - X) <p0 (z) ■+■ (A\ 4 * 9 i (z) * • * “1“ -h X ) qpn (z) -j- • • • i
donde X es un número complejo arbitrario, también son convergentes
en el interior del circulo | z | <C 1 y poseen una misma suma F (z).
En resumen, las sumas de dos series de funciones de un sistema
{<pn (z)} pueden coincidir, a pesar de que ninguno de los coeficientes
de una serie es igual al coeficiente correspondiente de la otra.
E l m é t o d o de l os c o e f i c i e n t e s i n d e t e r ­
m i n a d o s está basado en la propiedad de identidad de los desarro­
llos en serie de funciones de un sistema dado {<pn (z)}.
Si los coeficientes de una serie convergente
i40<j>o(z) 4- ^4|<Pi (2) + **• 4- (z) -f-. •.
son desconocidos («coeficientes inde terminados») y si mediante
ciertas operaciones efectuadas sobre esta serie y unas sories dadas,
resulta una relación de la forma
Co<po(2) -j-C'ttpi (2) -j- *. ■4- Cntyn (z) 4* . . . •= 0,
cuyos coeficientes representan unas combinaciones determinadas de
las incógnitas Á Qy A x..........A n, . . . y otros números dados, enton­
ces, según la propiedad de identidad se ohtione un sistema infinito
de ecuaciones:
Cq—0, 0\ = 0, . . . , Cn = 0, . . .
Este último sistema puedo servir para buscar los coeficientes A p,
A Ky . . A n. En adelante emplearemos este método para dividir
las serios do potencias.
En el caso más sencillo, cuando las series de potencias (5.2:5)
y (5.2:ü) se reducen a polinomios
A q-\- Aiz + .. - H“ Anzn y Bo B{Z 4- . . . 4~ Bmzm,
para aplicar el teorema de identidad no es necesario que se sepa que
los valores de estos polinomios coinciden para todos los punios
z pertenecientes a cierto círculo. Si se conoce que los grados de los
polinomios no superan a cierto número natural Ñ (n ^ Ar y m ^ iV),
entonces, de la coincidencia de los valores de los polinomios en N 4-1
i 5. S E R IE S D E P O T E N C IA S . R E L A C IO N CON LA S S E R IE S D E F O U R IE R 301

puntos distintos se deduce que los grados de estos polinomios son


iguales (n — m) y que los coeficientes correspondientes son iguales
dos a dos:
B q, A i = . . . » An = Bn-
Para las series do potencias (que en cierto sentido pueden consi­
derarse como un género de «polinomios de grado indefinidamente
grande») se puede deducir la igualdad de los coeficientes solamente
cuando coinciden las sumas de las series en un conjunto infinito
de puntos. No obstante, no hay necesidad de que se sepa que coinci­
den las sumas do las series en todos los puntos de cierto círculo
(precisamente esto so suponía cuando so demostraba el teorema de
identidad para las series de potencias). Es suficiente saber que las
series (5.2:5) y (5.2:6) coinciden en un conjunto de puntos con ol
punto de acumulación z0 (por ejemplo, en el conjunto do puntos
zn = z0 4- ~ (n 1, 2, 3, . . .)) . Precisamente,subsiste olsiguien-
te teorema, que os una generalización dol pripcipio do identidad
demostrado.
Sí lax manas de dos series de potencias
Aq-\- A l (Z— Z$) “t" • • • An (z —Zo)n
y
B q+ Bi (z—z0) - f - Bn (z—Zo)n H- - •.
coinciden en un conjunto de puntos E t para el cual z0 es un p u n to
de acumulación, entonces los coeficientes de estas series son iguales
entre sí, es decir,
A q=: tí(¡, Ai —B{t ...» An—Bn% •••
D e m o s t r a c i ó n . Sea {zn} alguna sucesión de punios dei con­
junto E y distintos do z0, convergente hacia z0: limzn~ z 0.
u-*oo
De la subsistencia de la igualdad
A0+ A t (za—z0)-\-A2(zn —Zo)«H- . . . =
= B0+ Bi (zn - zo) 4- B2 (z„ - Zo)2 • - •, (5.2:7)
para cualquier n (n = 1, 2, 3, . . .), y teniondo en cuenta que la
suma de la sorio de potencias es continua en el interior dol círculo
«de convergencia, sacamos la conclusión de que
lim [AqA- Ai (zn —ZoJ-Mztei—Zo)a+ .. «| =
n-*oo
— lim l# o + Biipn— Zo)-\-Bz(zn —Zg)a-p . .. ] = Bo,
302 CA P. 1 IJ IN T E G R A L E S Y S E R IE S D E P O T E N C IA S

0 SOS,
-/lo = /?o*
De aquí se deduce «pie
A I (Zn —“¿o) ~h -^2 (*n —zo)2 . . . = ZíI (Zyt — Zq) -f- B%(z„--Z(>)2-j- . . .
para n —1, 2, 3T__y como z„ ^ resulta
A I H~ >42 (Z/1 — 2o) 4 " • •• = 4* ^ 2 (?n — 20) 4 -

para cualquier «. Pasando de nuevo alímites para n —>oo, obtenemos:


Ai ==7i|.
Supongamos que, en general, ya se han demostrado las igualdades
A q= 130l A ¡~ B \y ...» Ah = Bh.
Entonces de la igualdad (5.2:7) se deduce que para cualquier n
(«—1 ,2 ,3 , . ..)
A*+1 (*n - *)h¥l + A** (zn- %)"+*-u • - • =
= Bh+i (zn- z f>)h+1 + Bk+z (zn- z 0)h+*4 ,
o bien, simplificando por (zn — Zo)h41 ^ 0 y pasando a límites para
n oo, .4 *+ i = Con esto el teorema queda demostrado.
5.3. Cerciorémonos de que la serie de potencias puede considerar­
se como cierta analogía de la serio de Fourier para la iunción / (z).
Ción esto fin. observemos quo las potencias (z — z„)n poseenln siguien-
le p r o p i e d a d d e o r l o g o n a l i d n d e n c a d a c i r -
c u ii f e r e c i a | z — zQ | = p:
2i*
J (z - zu)n (z —zo)m —0 para n ^ m . (5.3:1)
o
En efecto, haciendo z —2o4-p<?íei tendremos:
( Z — Z0) n ( Z - Z a) m = p " * + V < n- m *

y, por consiguiente,
wi)0
^ (z — z0)n ( z — zj)m d e p ,n+B i (n—m)
[
Su]>ongamos que p satisface a las condiciones: 0 < p <C R (•/? es
el radio do convergencia de la serie). Como la serie de potencias es
uniformemente convergente en la circunferencia | fc — z 0 | = p,
situada en el círculo de convergencia K> en la misma circunferencia
también será uniformemente convergente la serie
/( O < T r S í m - * 0 ( T 1^ ) " 1+ - . . + « » ( C - * o r ( T = 5 3 m+ . - -
$ 5. SER IES 1>E POTENCIAS. RELACION CON LAS S ER IES DE FO U R IER 3 03

Integrándola término a término y teniendo en cuenta la relación


de ortogonalidad (5.3:1), tondremos:
2n 2*

í / (i) (T r ^ j Mde = «m J (í - 2«)m de = 2np*"«..


o a
Do aquí que
2n

a"*=2H¿s J /© ( £ r r ^ ) mcí0 = 1. 2, ...)• (r».3:2)


u

y, por consiguiente, la serie de potencias puede escribirse on la


forma
OQ 2*1

/ <«) - 2 5 ¿ i= í f (£) ,i0•< * ' Cs -3:3>


o c
Así. pues, la serie do potoncias representa el desarrollo do la
función / (2) en serie de polinomios {(z — z0)m}> ortogonales on cada
circunferencia con el centro en el punto z0.
Como una de las aplicaciones do las rol aciones de ortogonalidad
(5.3:1) se tiene:
2l( H

- 4 j | 2 a» ( * - * r r <,8“
2n n n

~ 2ñ Í2a,n —zo)m' ^1 qm(z —Zo)md0 =


00 o
2ti n
= 2 «»«». (a —Zo)k (2—Zo)md0 --
1) Ir, m«=0
n 2*1 n

^ 2 «¿» C( í - t f de = 2 Ia-n|V M-
k .m a ii l 0 0
(Todas las integrales, correspondientos a k ^ m y son nulas)
En resumen,
2n n n

¿
j 1 2 - z«)mr d« = 2 1 * . i*p,m-
D O 0
Suponiendo aquí p < /? , pasemos a límites para n —>oo . Como
la sucesión
12 (z —•Zo)mj
304 CAP. I I I INTEGRALES Y SERIES DB POTENCIAS

está formada por funciones continuas y es uniformemente convergen­


te en la circunferencia | z — z0 | = p, la sucesión de funciones
n
continuas {| S (2 —**o)m I } será uniformemente convergente
o
en la misma circunferencia (véase la observación al final dol ap. 4.2).
Por consiguiente, es posible el paso al limite bajo el signo integral
(correspondiente en el caso de las series a la integración término
a término), obteniendo:
2rt

¿ 5 i/<z°+p*,e)is <®=
n
= lim d0 = lim 2 I am |2Pím.
n >oo n-°° o
De aquí se deduce, en primer lugar, que la serio I |“Pam
i>
es convergente y, en segundo Lugar, que su suma es igual a la
2n
integral ¿ j | /(*) |J dO:
Q
00 2 n
—-¿r J \ H H + pe,9)\*d 6 . (5 . 3 :4)
O u
Esta relación os análoga a la igualdad do Parseval en la teoría
de las series de Fourier. De la relación (5.3:4) se deduce que la inte­
gral
2IX
¿ J |/(*0 + P‘,e) |l <».
o
quo representa el valor medio del cuadrado del módulo de la fun­
ción analítica f(z) en la circunferencia [z —z0| —P. ** una fun­
ción no decreciente de p. Por consiguiente, siompro existe el limito
(finito o infinito)
2ji
lim j I / (z0-f pe10) |J dO.

Transformemos la expresión (5.3:2) de los coeficientes de la serie de


potencias. Con este fin, bagamos Zo= pe*0; entonces tendremos:
| 5. SERIES J)E POTENCIAS. RELACION CON LAS SERIES DE POURIER 305

Por otra parte, según el teorema integral do Cauchy:


2*
J/© (t-2 » riit= 0 (W > 1 ) ,

o bien,
J i (?) p™-1?4(m-'> ®p¿ef®¿0 —0,
0
y, finalmente.
2ai
0= 2 ^ Í (»>!)• (5.3:6)

Sumando y restando (5.3:5) y (5,3:6), obtenemos:


2n 2*
a». = j / (?) eos m0 rfe = ^ j / (?)son m0de (m > 1). (5.3:7)
ü ' 0
Sea
«w=Om + «ft» y f(Q = u(p, 0) + /i;(p, 6);
entonces de las fórmulas (5.3:7) bailamos:
2n
í)mam— — f w(p, 0) cosmO dO—— f v(p, 0)senmOd0,
•a ¡ ai (m > 4)
• (5.3:8)
2s
pwpm= ~ ^ v (p. 0) eos m0 c?0 --------- j u (p, 0) son m0 c/0.

Además. la fórmula (5.3:5) para m = 0 da:


2n 2ff

a # = '¿ r í « ( p . 0) d0. ñ»=-¿j- J w(p.0)de.


o «
De aquí se deduce que los númoros oto, pwa My —pTO0m(m = 1,2,...)
son los coeficientes do Fonrier de la función u (p, 0) = Re / {z04- pc<0)
y los números 0o> PwP*n y pw«m, los coe fie ion tes de Foiirior do ln
función v (p, 0) —Im / (z0+ pci0).
En otras palabras, las funciones u(p,0) y i?(p, 0) poseen de­
sarrollos de Fonrier conjugados:
oo
it(p, 0) ~ a o-L-2jP", (a n.c<>sm0—pmsenOT0),

v(p, 0 )~ P o + 2 P’" eosm0) + “ msen m0).


2D-1109
300 CAP. U l INTEGRALES Y SRRtES DE TOTENCIAS

Separando las partes real e imaginaria on Ja serio do potencias


/ (Zo+ P«10) = U(p, 0) + ¿u(p, 0) -■=
oo w
= ^ (z — 2o)m= 2 («m + ¿P»«) p"1(eos //?0 i sen mO)
resultan estas mismas series:
u (p. 0) = oto 2 (< *m Pm eos wO —p*,p,n sen mO) 1
oo K (5.3:9)
o (p, 0) —Po 4- 2 (fWmeos mi) -f cc,,tpr' son mO)
Kn resumen, las partes real e imaginaria de una serie de poten­
cias son las series de Fouricr para las partes real e imaginarla
de su suma. Estas series son cvnjugadas entre sí.
Demostremos también cómo se puede obtener de La igualdad
(5.3:4) la igualdad de Parseval para J¡is funciones u (p, 0) y i?(p, 0).
Observando que
l / f e - h ^ ) | á = iw(p, ü) i2 hi*<p.ei-,
representemos (5.3:4) en la forma
2.n 2* oo
± - j lu (p. 6)1“ d9 + ¿ - f lv (P. 6)|» d6 - 2 I« » l*P*M- (5.3:10)
l» « «I
Por otra parle, fáciluiente se puede obtener una relación que exprese
2* ¿rt
la diferencia de las integrales-5— j [1/ (p. 0)|,¿d0 y ^ j [i;(p, 0)Já d0,
•» l!
si recordamos que la media aritmética de Jos valores que toma
la función analítica [/ (20~h pe10)]4 cu Ja circunferencia \ z —2Q| —p,
tiene que coincidir con su valor en el centro de la circunferencia
(up. 3.2):
■¿r j [/ («o+ pe10)]2 Je = 1/ (*,,) 1 (5.3:11)
Observando que
1/ (Zo - K u)|- -■ |M(p, 6)1» — ff (p. 0)1» -I 2 ítt (p, 0) V (p, 0).
1/ (zo)i4 - a i= « : - p: -■ 2¿ct,p0,
y separando la» partes reales en la igualdad (5.3:11), obtenemos
‘la. 2.T
± J lu (p, e)l*dB— { [u(p. O)|»</0 = a ; - p ; . (5.3:12)
§ ». DESARROLLO DK UNA PUNCION ANALITICA E N SERIE D E P O T E N C IA S 307

Sumando y res laudo 1ormino a término (5.3:10) y (5.3:12),


hallamos:

-1- j [u (P, 0)1* dQ = PJ + 2 I«rn |V m= 2a* + 2 « + p y p*«,


o I) t
2ít » <r-
4 -j (P. 0) |s níO= pi| — aj h 2 K | V “ 2PS+ S (f8, + e*> P*” -

Evidentemente, las relaciones obtenidas represen Un las igual­


dades de Parseval para las funciones u (p, 0) y v (p, G).
5.4. En el ap. 5.2 se obtuvo la expresión de los coeficientes
de una serie de potencias medíante las derivadas de su suma en el
centro del círculo de convergencia K\
«,. - ■ ^ 1 (n -.-y, 1.2, ...) .
Poro en el ap. 3.2 se vio que para cualquier p, los
módulos do las derivadas satisfacen a las desigualdades

donde M (p) = inax |/(z )|. De aquí se deducen las siguientes


I z - z o |= » f>
d e s i g u a l d a d e s de G a u c h y p a r a l os c o e f i c i e n t e s
de l a s e r i o de p o t e n c i a s (acotación de Cauchy):
(5.4:1)
Do las desigualdades de Cauchy se deduce que todos los térmi-
O.’
nos de la serio i] | #« I*!)3" ©stáii acotados; precisamente, cada uno
o
de ellos no es superior a [A/ (p)|3. Sin embargo, la relación (5.3:4)
00
perniite afirmar mucho más. Resulta que la serie | a„ pp*" escora
, o
vergenle (paro p < /?) y su suma tío es superior a la misma cola
\M (p)J2. En efecto, se tiene:
fio 2*
l/(2o + pe‘°) I**»-
f) Ü
Pero

|l / ( * o + f*ie) |*d0<|A f (p)|*t
308 CAP. n i INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

por consiguiente!
f ¡ |« n |!p»n <[JW(p)]*. (5.4:1')
0
Suponiendo que para cierto n = /io>0 y para p, 0 < p < j R ,
en las desigualdades de Cauchy se verifica la igualdad

o bien
\am \*l>*n»= \M (p)l»t
de la desigualdad (5.4:V) sacamos la conclusión de que todos los
coeficientes an para son iguales a cero, listo significa
que la serio de potencias se reduce o uno do sus términos ci^z™» y,
por consiguiente.!
I(z)=<in«zn\
En resumen, exluyondo ol caso en que la serie de potencias
se reduzca a uno de sus términos (los coeficientes de todos Los demás
términos son ceros), en las relaciones (5.4:1) las desigualdades
siempre son estrictas. En particular, para n -- 0, resulta
| «o | = | / {zn)\<MU>), sj f ( z ) ^ a n<
es decir! el principio del módulo máximo en su forma definitiva
para la suma de la serie do potencias.
Como las derivadas de una función analítica pueden expresarse
según las fórmulas del ap. 3.2 en forma de integrales

F 'M -S S 5 «><*>’
IC—*0l=P
para los coeficientes de la sorio de potencias se verifican también
las siguientes expresiones integrales:
“"=2H7 5 ( Í ^ T ^ (« = 0 . 1 . 2 , . . . ) . (5.4:2)

Demostremos que estas fórmulas pueden obtenerse directamente


examinando la serie de potencias. Para esto multipliquemos todos
los términos de la serie

/ ( £ ) = 2i)% » ( £ - 2 o r .
uniformemente convergente en la circunferencia | ¿ o - p! por
—1 1 *
o integremos término a término sobre la circun íc-
8 5. DESARROLLO DK UNA FUNCION ANALITICA EN SERIE DB POTENCIAS 809

reucia y: | £ —z01= p; obtenemos:

¿7 5 2 *'«¿1 5 « - « é T - - 1* - (5.4:3)

Poro
f (g — zt>)n» -n“ l j p w* - n - l e(» » -n -1 )iep tfie ¿ í;0 = ¿pm-n j e(m-n) iOJ 0 ;
y 0 U

si m ^ n y esta integral es, evidentemente, igual a cero:


/ %4A
f r -(*»—•«> *0 -i o*
¿ r - » ^ (w- „ ,.« de = ú , - « [ ^ - 7:T7] ü = 0 ;

si m = n, ésta es igual a 2ni:


2*
¿ f d0 —2jcí.

l)e aquí se deduce que todos los términos de la suma en el se­


gundo miembro de la fórmula (5.4:3), menos uno, correspondiente
& m = n, son iguales a cero, y obtenemos:

¿ñ7 J (s— ^ = Ün (» = 0, 1, 2, ...) ,


v
es decir, las fórmulas (5.4:2).
Aplicando las expresiones integrales de los coeficientes, que
acabamos de obtener sin basarse ©n la fórmula integral de Cauchy,
se puede dar una demostración de la fórmula integral de Cauchy
para la función / (z) (la suma de la serie de potencias), distinta de la
expuesta anteriormente (ap. 3.1). Pongamos la expresión (5.4:2)
en la serio de potondas. Tendremos:

/« = 2 ¿ í r * <*“ *•>"• (5-4:4)


0 V
La serio que figura en el segundo miembro puede obtenerse integrando
oo
término a término la serie 2 / (£) » Ia cua* con"
o
verge uniformemente en la circunferencia y: | £ — z0 | = p, si z es
un punto fijo situado en ol interior de y. En efecto, para el módulo
310 CAP. III INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

del término general de la saríe se tiene la cota:

r-
dondo M (p) = max | / (£) | y | z — z0 | < p. Pero, evidentemente,
en el segundo miembro figura el término general de una serie numé­
rica convergente (una progresión geométrica con Ja razón ■~ ^<
< 1), de dondo so deduce la convergencia uniforme de la serie consi­
derada. Por este razón, el resultado de la integración término a tér­
mino de esta serie tiene que coincidir con la integral de la suma do
la serie, y obtenemos:

Este os la fórmula íntegra) de Cauchy para la suma de la serie


de potencias.
Así, pues, la fórmula integral de Cauchy puede obtenerse de la
serio de potencias representando sus coeficientes en forma de integra­
les, sustituyendo después la suma de las integrales de los términos
de la serio uniformemente convergente por la integral de la suma
y finalmente, sumando, la progresión geométrica obtenida bajo
el signo integral. Caucliy efectuó todos estos razonamientos en orden
inverso y halló que toda función cxprcsable en forma de Cauchy, es
decir, toda función analítica, so representa por una serie de potencias.
Demostremos osta proposición admirable.
T e o r e m a de C a u c h y s o b r o el d e s a r r o l l o
de u n a f u n c i ó n a n a l í t i c a en s e r i e de p o t e n ­
c i a s . * Sea } (z) una función uniforme y analítica en un recinto G\
sea z0 un punto (finito) arbitrario del recinto G y A, la distancia desde
z0 hasta la frontera de este recinto. Entonces existe una serie de potencias
de z — z0 convergente en el círculo K: \ z — z0\ < A, que representa
en este círculo la función f (3):
00

—z„)n. (5.d:3)
o
(Obsérvese que la frontera del recinto O puede reducirse al único
punto del infinito. En este caso se debe suponer que A es infinito).
Empezando a demostrar el teorema, tomemos un punto arbi trario
z £ K y describamos una circunferencia y con el centro en 30‘
f 5. DESARROLLO DE UNA PUNCION ANALITICA EN SERIE DE POTENCIAS 311

I Z — 2o I — p, donde ( J < | z — z0 l < P < A (fig* 57)- Según la


fórmula integral de Cauchy, tendremos:

V
Para ol>tenor do aquí una serie de potencias de z — z0í conside­
remos -— como la suma de una serie geométrica de razón f
v,—» “0

cuyo módulo es: U—- I = —— = Con esto fin repre-


12;—so I p

sentemos p-í— en la forma


-
1 _ 1 _ 1______1 _ 1 z—Sp ,
&— 2 0 — ( 2 — 2o ) S — *0 A ___ 2 — ~Q 'S — r o ( £ 2o )2
Í-H
{ z -z tf , , {=-Z0)^_ ,
(;-*u)u _ v
(r>/i:ü)
($ -:0)3 <:-*0)n+i
0 (;-^o)n+i
Como para todos los puntos £, pertenecientes o y, ol módulo
del Lérmino general de la última serie es:

| ^ 3 ^ r| - T <r
la serie (5.4:0) converge uniformemente en y (respecto de 5 € V)-
También convergerá uniformemente la serie obtenida de (5.4:0)
al multiplicar ésta por la función (£) la cual está acotada ou
valor absoluto en y, es decir, la serie
i /O _y> * /(O (5.4:7)
2ní s ” ZJ Jjü (£—r0)*+i (^-2o)n.
312 CAP. III INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

De aquí se deduce que la serie (5.4:7) puede integrarse término


a termino en y* Efectuando la integración, resulta:

(5.4:8)
V 0
donde

n 2JT.Í J (£ — 2*)u +a ni
(5.4:9)

Memos obtenido el desarrollo de la función analítica cu serie do


potencias (serio de Taylor). Del mismo método de su obtención
(z es un punto arbitrario de! círculo K) se deduce que esta serie es
convergente en cualquier punto del círculo K: j z — z0 I < A.
El teorema queda dcmoslrudo completamente.
Este teorema es do una importancia capital, puesto que muestra
que una función / (a) de variable compleja que es dorivable un un
recinto G (pues así es la definición admitida de función analítica
de variable compleja), se expresa por una serie de potencias de 2 — z0
en un ontorno de cualquier punto z0 del recinto G. Precisamente esta
propiedad justifica la denominación misma de las funciones de
variable compleja que son d e r i v a b l e s o n u n r e c i n t o
al Mamarlas f u n c i o n e s a n a l í t i c a s .
Para las funciones de variable real, o con más generalidad, para
las funciones definidas en alguna línea T (por ejemplo, en una curva
de Jordán del plano ampliado), no subsiste semejante propiedad.
Una función dorivable e incluso indefinidamente derivable en T\
puede no expresarse por una serie de potencias en ninguno de los
entornos de los punios dePy, por consiguiente, puede no ser analítica.
Por esta razón, al aplicar el concepto de función analítica para las
funciones definidas en curvas de Jordán (por ejemplo, para las funcio­
nes do variable real), no hay que basarse en la derivabilidnd, sino
que hay que exigir que las funciones sean expresabies por series de
potencias.
Como la serie de potencias

2 an (z- z*)n = 2 (z —so)"


0 o
que representa la función / (z) en un entorno del punió z0, según lo
demostrado en el teorema de Cauchy, es convergente en el círculo
| z — zQ I < A, su radio de convergencia R tiene que ser no menor
que A:
R > A.
s 5. DESARROLLO DiS UNA FUNCION ANALITICA EN SERIE DE POTENCIAS 313

Escribiendo esta desigualdad en la forma y sustituyendo


4r según la fórmula de Cauchy-Hadamard mediante limV^| an \ =
A H-MO
= Ijm \ f I , ob teño idos la ya conocida desigualdad de
n-too V uI
Gauchy-Hadamard (3.3:10):
Ifin) (-0) 1
ni A
Del teorema de Cauchy se deduce, en particular, que las series
de potencias que rep rosen tan funciones enteras convergen hacia las
mismas en todo ol plano. En efecto, una función calora es analítica
en el recinto G que coincide con todo ol plano, do modo que la distan­
cia A desde cualquier punto z0 hasta la frontera do este recinto G
se debo considerar infinita.
S e a /(2) una función entera y z0, algún punto del plano. Entonces
tendremos:
/ (z) — -f- (z — zj) -f-. . . -J- ün {z —Zo)“ (3.4:10)
donde
1
an 7<W ) (^)
n! 2xi
/ft» d;
<;—«o>n+i *
Como acabamos de señalar, esta serie sonvorge hacia / (z) o«
lodo ol plano. Para los coeficientes de la sorio se tienen las aco­
taciones de Cauchy:
M (p) ( « - 0 , 1,2, ...)>
K l < p" (5.4:11)
donde
M (p) — mu\ |/(2) |.

En ol caso considerado se puede tomar p arbitrariamente grande.


De aquí se deduce que, ai el módulo de una función entera } (z) se
conserva acotado en todo el planoy es decir, si M (p) M <C 00 para
todos los valores p, entonces f (z) const.
Ésto es el contenido del t e o r e m a d o L i o u v i l l c , que
licuó numerosas aplicaciones on distintos problemas de la teoría
de Funciones.
Para demostrarlo, sustituyamos en las desigualdades (5.4:11)
M (p) por M y escribamos estas desigualdades solamente para valores
naturales del índice n:
(n = 1, 2, 3 , .. .) .
MA CAP. III INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

Fijando arbitrariamente ny supongamos quo p croco indefinidamente;


tendremos:
es decir a,t = 0 para n = 1, 2t . . .
Debido a oslo, ríe la relación (5.4:10) resulta que / (z) = a0 para
cualquier z, es decir, / (z) * const. como se quería demostrar.
Haciendo z0 = 0 y calculando las derivadas de órdenes distintos
de las funciones elementales: exp z, son z, eos z, sh z, ch z, el lector
obtendrá fácilmente para ollas los siguientes desarrollos, conver­
gen tes en todo el plano:
t«n - 1
expz = son2 — 2 ( - l ) " ' 1 (2m—1)! 1
0
~2n-i 00
eos z = 2 < - * > " £ . i v* *2rl
»h* = 2 (2n-l)! 1 ehz= 2 < 2 ^ r-
o o o
Detengámonos en los desarrollos en series de potencias de las
ramas uniformes de las funciones multiformes más elementales.
Consideremos ante lodo la rama uniforme ln z, definida por la condi­
ción ln 1 = O en el recinto G cuya frontera es la parte no positiva
del eje rcnl: x ^ 0. y = 0 (esta rama puede representarse eu Ja forma
ln z — ln | z | -f- ¿ arg z, donde | arg z } < n). Como (ln z)' = —
se tiene, (ln z)<k* =. (—l)7*-1 , y, por consiguiente, el desarro­
llo de ln z en serie do potencias de z — 1 tiene la forma
<I«»*>1¡2,
ln * -2 ¿t (2 -1 )".
I)
o bien

i,' z “ 2 1— .
0
La distancia A desde el punto z0 = 1 basta la frontera del recinto
<? es igual a uno. Debido u esto, el desarrollo obtenido puede utili­
zarse para | z — 1 | < 1. Sustituyendo aquí z — 1 por z, so obtiene
la serie de potencias pora ln (1 -r i) que es convergente para | z | c
< 1:
co
ln (1 + z) —2 ( — "X" ( I * I < 1)-
0
La función ln (1 + z) es la rama uniforme de la función Ln (1 z),
definida por la condición (ln (1 + z)|z^ 0 = ln 1 = 0 en el recinto
€ cuya frontera es la parte del eje real: x — 1, y = 0.
§ 6. UNICIDAD. A-PUNTOS DE UNA PUNCION ANALITICA 315

Examinemos ahora la función za, dondo a es un número complejo


arbitrario. Esta es una función multiforme (si a no es un número
entero) que se expresa mediante la función exponencial y el logaritmo
por la relación za = exp (a ln z).
Separemos una rama uniforme <p (z) de esta función on el mismo
recinto G que figuraba en el ejemplo precedente, mediante la condi­
ción q (1) = 1. Ésta rama puede representarse en la forma
<p(z) —oxp (a ln z),
do donde
<p' (z) = a exp (a lu z ) ~ —a exp (a ln z) •oxp ( —ln z) **
=■a exp | (a —4) ln z|
y luego,
(z) = a (a —•1) . . . (a —k + 1) oxp [(a —k) ln z| (k = 1, 2, ...) .
En ol punto z —1 las derivadas toman las valores q><A)(1) =
= a ( a — 1) . . . (a —k-\- J) y, por consiguiente, el desarrollo do <p (z)
en serio de potencias de z —1 tiene la forma

* w ■= S
o
Como en el ejemplo anterior, este desarrollo es válido para
| z — i | < 1. Sustituyendo aquí z — i por zt se obtiene el desarro­
llo de <p (z -b 1) en serie de potencias de z. Empleando en lugar de
q> (z -|- i) la designación ordinaria (1 -f z)° (entendida corno la
notación de la función uniforme exp (a ln (1 4- 2)1 en el recinto C),
rosul tíi:

(1-*-«)«*■ S Ct(g- >)- t:,(<it~ * +<>-«l> <| 2 l < 1).


o
Esta es Ja s e r i e b i n ó m i c a , establecida aquí para el caso
más general, cuando el exponente do la potencia es un número
complejo arbitrario.

§ 6. UNICIDAD. ¿-PUNTOS DE UNA FUNCION ANALITICA.


PRINCIPIO DEL MODULO MAXIMO.
PUNTOS SINGULARES DEL ELEMENTO DE UNA FUNCION
ANALITICA
C .l, En el ap. 5.2 se demostró el teorema que expresa la propiedad
de identidad de los desarrollos de potencias de z — z0, donde z0 es
un número complejo dado. Este teorema afirma que si las sumas
31G CAP. III INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

de dos series de potencias tales coinciden on un conjunto de puntos


E %paro el cual z0 es un punto do acumulación, entonces los coefi­
cientes respectivos de las series son iguales. Luego, de aquí se deduce
que coinciden también los círculos de convergencia de los dos series
y que las sumas de las series son iguales entre sí en todo el círculo
general de convergencia. En otras palabras, la suma de la serie de
potencias queda determinada unívocamente en todos los puntos del
círculo do convergencia, si se conocen sus valores en algún Conjunto
de puntos que tenga un punto de acumulación en el centro del
círculo.
En vista de esta propiedad de las sumas de las series de potencias
(que en círculo de convergencia son funciones analíticas uniformes),
hagamos la siguiente pregunta general: ¿Se determina completamente
una función uniforme / (z), analítica cu un recinto G< por sus valores
dados en un conjunto arbitrario E que tengo en este recinto al menos
un punto de acumulación?
En otras palabras, ¿coincidirán en todo el recinto G los valores
de dos funciones uniformes y analíticas en este recinto, / (z) y 9 (z),
si éstas coinciden on un conjunto de puntos E de este recinto que
tiene en este último un punto de acumulación?
El teorema que sigue da una respuesta afirmativa a esta pregunta.
T e o r e m a i n t e r i o r d o u n i c i d a d . Sea G un recinto r
en el cual están definidas dos Junciones j (z) y 9 (z), uniformes y ana­
líticas en todos los puntos de G. Supongamos que estas funciones coinci­
den en un conjunto de puntos E (E a G) que tiene un punto de acumu­
lación z0, perteneciente a G. Entonces f (z) y 9 (z) coinciden en todo el
recinto G.
D e m o s t r a c i ó n . Sean
A q-\- A x(z —Zo) -h • • • An (z — z0)w
y
£o + A (* —*o)+ • • - A« (z —z0)n + • • •
las series de potencias que representan f (z) y 9 (z) en un entorno
j z — z0 | < p del punto z0. Como Jas sumas de ambas series coinci­
den en los puntos dol conjunto E %para el cual z0 es un punto de acu­
mulación, según lo demostrado en el ap. 5.2, estas series son idénti­
cas, de modo que / (z) y q> (z) coinciden en toáoslos puntos del recin­
to G pertenecientes aí entorno | z — z0 f C p. Designemos con E t
el conjunto de todos los puntos pertenecientes a G que poseen la
misma propiedad que el punto z0, es decir, de los puntos para los
cuales existen entornos donde / (z) y 9 (z) coinciden.
Por la definición misma, Ex es un conjunto abierto. Además,
a cada punto del recinto que sea un punto de acumulación para E x
puede aplicársele el mismo razonamiento que so aplicó al punto z0,
do donde se deduce que coda uno de tales puntos tiene que pertenecer
$ G. UNICIDAD. A-PUNTOS DE UNA PUNCION ANALITICA 317

a E |. Por lo tanto, ol conjunto E\ tiene que coincidir con todo el


recinto G (véase la proposición c), ap. 4.5, cap. primero), como so
quería demostrar.
De este teorema se deduce que si las funciones / (z) y <p (2) son
analíticas en el recinto G y coinciden en un recinto g cz G (por ejem­
plo, en un entorno de algún punto z0 £ G) o en un arco de alguna curva
continuo situada en el recinto G, entonces ellas coinciden en todo
el recinto G.
En particular, si una función, analítica en el recinto G, no es
idénticamente constante, entonces no puede conservar un valor
constante en ninguno de los entornos del punto z0 y en ningún arco
de curva situada en este recinto.
Sea / ' (z0), /" (z0), . . . . f <rí) (z0), . . . la sucesión de valores de
las derivadas de la función / (z) en un punto z0 del recinto G. Enton­
ces. si / (z) ^ consl, al menos uno de estos números es diferente
de cero. £n caso coFktrurio, el desarrollo de Taylor de / (z) en un
entorno del punto z0 tendría la forma
/(z) = /(z 0)4-0-(z — r j - h . , + Ü-(z — s0)n + ■• * =/(3fl).
de donde resultaría que / (z) s / (z0) en el recinto G.
Además del teorema interior de unicidad subsisten en la teoría
de las funciones analíticas distintos teoremas f r o n te r a do unicidad.
I^as proposiciones más generales y profundas de este tipo fueron
obtenidas por N. Luzin y I. Priválov. Aquí nos limitaremos a
enunciar el teorema frontera clásico de unicidad perteneciente a ellos.
Comencemos con las definiciones. Sea G un recinto limitado por
una curva de Jordán I \ y sea un punto de la curva T en el cual
exista la tangente a ésta. Consideremos una función / (z), definida
en el recinto G, y supongamos que ésta tiende a un HmiLe determina­
do A cuando z £ G tiende a £0 sobre cualesquiera caminos vio tangen­
tes a F (véase la pág. 265), es decir, manteniéndose en el interior de
\in ángulo arbitrario de magnitud menor que n con el vértice en el
punto £q y cuya bisectriz coincide con la normal a T en el punto £0.
Entonces diremos que / (z) posee en el punto £„ E T el v a l o r
f r o n t e r a a n g u l a r A.
T e o r e m a d e N. L u z i n y I. P r i v á l o v . Sea G un
recinto limitado por una curva rectificable I \ y .vean f (z) y <p (z) dos
funciones analíticas en el recinto G. Si para cierto conjunto E c: I\
de medida positiva (por ejemplo, para un arco de la curva T), la dife­
rencia / (z) — <p (z) posee valares frontera angulares y éstos son iguales
a cero, entonces las funciones j (z) y <p (z) coinciden en todo el recin­
to G.
La demostración de este teorema, que exige el conocimiento de
la teoría de funciones de variable real, encontrará el lector en In
318 CAI». 111 INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

monografía de I. Priválov «Propiedades de frontera de las funciones


uniformes analíticas» ya citada en relación con las integrales de tipo
Cauclty. En ésta el lector encontrará también un teorema frontera
do unicidad muy delicado de los mismos autores referente a los
v a l o r e s f r o n t e r a r a d i a l e s , es decir a los valores que
son límites cuando el punto z £ G se aproxima al punto £0 g T a lo
largo de la normal a V en el punto £0 (a 1° largo del radio, si T es
una circunferencia).
Sea A un número complejo arbitrario. A las raíces de la ecuación
/ (z) — A las llamaremos A - p u n t o s d e l a f u n c i ó n
/ (z). Del teorema do unicidad se deduce que, si / (z) M3 A , el conjunto
de A -punios de esta ¡unción no puede tener ningún punto de acumu*
loción perteneciente al recinto C. De aquí so deduce que cualquier
conjunto cerrado y acotado F del recinto G sólo puede contener un.
número finito de A -puntos (para un número fijo A ). En efecto,
si F contuviese un conjunto infinito de A-puntos, habría un punta
de acumulación para ellos, perteneciente a F, y por consiguiente, aL
recinto G.
Sea z0 algún A-punto do la función / (z), de modo que f (z0) ~ A.
Desarrollemos /(z) en serio de potencias de z — Obtenemos:
/ (z) = A + / ' (z„) (2—2„) + - ^ ¡ ^ ( 2 — 2o)* + . . .
o bien
/ ( 2 ) - ^ 1 - / '( 2 0)(2- z 0)-| Í 1 M ( Z- 2 0)M . . . (6.1:1)
3 Si /(z)^éconst, entre los coeficientes del segundo miembro
habrá distintos do cero. Sea (z —z0)u la potencia inferior de z — Zy
cuyo coeficiente es distinto de coro. Entonces la igualdad (0.1 A)
toma la forma

donde /'*> (z0) ^ 0. El número natural k (&> 1) se llama o r d e n


do m u l t i p l i c i d a d del A- p u n t o z0. Si 1, el A-punta
so llama s i mp l e ; si k > 1, se dice que es mú l t i p l e . En virtud
do la definición, el A-punto simple se caracteriza por las relacio­
nes:
I (20) — A y f* (z«) 0;
y el A-punto múltiple de orden /<*, por las relaciones:
/(z0) = A, /'< Z o )-~ 0 ......... /<*-‘>(z0) - 0 , /<*>(z0) ^ Ü .
Do la igualdad (6.1:2) se deduce también que si z0 es un A-pun-
/ l")_ 4
to de orden» k. 1» función q>(2) — es «nuilítica on un entorno.
$ 6. PRINCIPIO DKL MODULO MAXIMO 3tt>

del punto z0:


A:! (fci-l)I ^ 20/ + • • •
y sil valor en el punto z 0 os diferente do coro:

fl>(*o) - t-jr*-
Recíprocamente: ai so sabe que para cierto natural k la finí-
f /-\_
ción qp (z) — — —es analítica en un entorno del punto z0» y su
(z—H)h
valor en el punto z 0 (definido como lim ^ „ a ) es diferente do
' 2->*0 *<*) '
coro, entonces z0 os un ^1-pnnto do f (z) do ordon k.
En efecto, do hi relación
•= <p(z) = «,, alt+ i(z— z„>-¡ . . . K -< |)(3 « )¥ = 0 ).
se deduce quo
/ (2) =- A -f a,, (z — Zo)" + (2 — Zo)*1*1 + . . .
en un entorno del punto z0 y, por consiguiente,

A = f(* o),
y, además, (para k > 1):
r (* o )« . . . =/'*-•> (*o) r o ­
soli de nuovo / Tun conjunto cerrado arbitrario de puntos dol recin­
to G\ calculemos la cantidad de A -puntos de la función / (z) A%
pcrleiiecicnlos a / \ contando cada uno de ellos tantas veces cuanto
indique su orden de multiplicidad. Como on F hay un número finito
de A -puntos y el orden de multiplicidad de cada uno do ellos
también es finito, el resultado del cálculo será un número finito.
Todo lo dicho respecto de los ^1-punlos es aplicable, indudable­
mente, al caso particular importantísimo en que A — 0 .
Los 0 -puiilos de la función analítica f (z) se llaman, abreviada­
mente, c o r o s de la misma. El lector comprobará fácil mentó que
las definiciones do órdenes de multiplicidad de los ceros do un poli­
nomio o, en general, do unu función racional arbitraria, admitidas,
en el álgebra y utilizadas aquí on eJ ap. 4.1 del segundo capítulo,
concucrdan con las definiciones gonerales dadas anteriormente.
Obsérvese que, para todo A ^ oo, los A -puntos de la función
/ (z) son ceros de la función / (z) — A . Por esta razón, cualquier ley
general establecida para los ceros de las funciones analíticas, subsisto
también para los A -puntos de las funciones analíticas, donde A es
un número compiojo arbitrario.
320 CAP. III INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

Demostremos que si el conjunto de todos los ceros (respectivamente,


los A -puntos) de una función uniforme analítica arbitraria no es finito
en un recinto dado G, entonces éste es un conjunto numerable. En otras
palabras, todos los ceros de una función uniformo y analítica en
un recinto dado pueden numerarse y colocarse en forma de una .suce­
sión:
Zj i ^2» • • • i Zn, . • •
Corno se soñaló anteriormente, esta sucesión no tieno puntos de acu­
mulación en el recinto G y, por consiguiente, todos sus pontos de
acumulación son puntos frontera para G.
Para demostrar que el conjunto de los ceros de una función analí­
tica es numerable (si este conjunto es infinito), examinemos primero
el caso en que G sea todo el plano finito. Entonces en el círculo | z \ <
<C 1, y también en los anillos:
1 < | zj < 2, 2 < | z | < 3 ,
habrá solamente conjuntos finitos de ceros de la función / (z) (posible­
mente vacíos en el círculo o en algunos anillos). Numerando primero
los ceros pertenecientes al círculo | z \ <Z 1, y continuando después
la numeración de los ceros pertenecientes, sucesivamente, al prime­
ro, segundo, . . n-ésirno, etc, anillos indicados, obtendremos,
evidentemente, una sucesión {zn}, que contiene todos los ceros de la
función / (z). Además, según se deseo, se puede obtener una sucesión
en la que estarán representados solamente los ceros distintos entre
sí (sin contar sus órdenes de multiplicidad), o bien una sucesión en la
quo cada cero se repita tantas voces cual sea su orden de multiplici­
dad.
Obsérvese que eq uno u otro caso se puede efectuar la numeración
colocando los coros on el orden no decreciente de Jos módulos:
|zn | zn+11.
Supongamos ahora que G tieno al menos un punto frontera finito.
Para un número natural n %designemos mediante F n el conjunto
de todos los puntos del recinto G cuyas distancias hasta 1a frontera
no es menor que i - . Evidentemente, estos conjuntos, comenzando
desdo cierto n n 0 (rc0 !> 1), no serán vacíos. Cada punto z £ G
pertenece a todos los Fn, comenzando desde uno de ellos (es suficiente
tomar — < p , donde p es la distancia desdo z hasta la frontera
del recinto G). Finalmente, cada nno de los conjuntos Fn% siendo uri
conjunto cerrado de puntos del recinto G (cada punto de acumulación
del conjunto Fn es también puuto de acumulación para G; además,
la distancia desde este punto hasta la írontora del recinto G no os
$ 6. PRINCIPIO DEL MODULO MAXIMO 321

menor que — , por lo cual éste pertenece a G y a Fn), contiene sola­


mente un número finito de ceros de la función } (z). Numerando
primero todos los ceros pertenecientes a F u y continuando después
la numeración de los ceros pertenecientes, sucesivam ente, a F* — F {<
F¿ — F j , . . Fn+j — Fnt . . . , obtendremos una sucesión {zn},
que incluirá a todos los ceros de la función / (z) pertenecientes al
recinto G.
Examinando la serie de potencias
/ (z) = Oo -h a » (2 — zo)+ - • • ■+■ak(2— 2o)'* -h • • •
se obtiene inmediatam ente la respuesta a la pregunta: ¿es ei punto
dado z0 un cero de la función / (z) o no? Si z0 es un cero, el mismo
oxamen indica el orden de m ultiplicidad del mismo. Mas, por esta
serie no se puede saber inmediatam ente si / (z) posee ceros distintos
do z0, donde están estos ceros y cuáles son sus órdenes de m ultiplici­
dad. Es suficiente recordar el ejemplo de la función sen z, representa­
da en todo el plano por la serie de potencias convergente
23 , 2*
son z —z 3i" + ~5j • ■•

De este desarrollo se ve que sen z posee un cero sim ple en el ori­


gen de coordenadas. Sin embargo, del mismo desarrollo no se ve
directamente que sen z posee ceros sim ples en todos los puntos de la
forma kn (k es un número entero) y que, además de éstos, no existen
otros ceros.
Un medio de representación de las funciones analíticas que permi­
to revelar todos sus ceros pertenecientes al recinto dado, son Los
productos infinitos.
Supongamos que {f n (z)} es una sucesión de funciones analíticas
en un recinto G, que satisfacen a las condiciones señaladas en la
pág. 291 , o sea:
a') el conjunto de ^-puntos que son ceros de las funciones
/j (z), . . . » /a (z), . . . no tiene puntos de acumulación en el interior
de G\
b') cada uno de los puntos de E es un cero solamente para un
conjunto finito de funciones {/a (z)}.
En ostas condiciones, todo conjunto cerrado F a G contiene sola­
mente un número finito de puntos de E y existe un número natural
n (F) tal que f k (z) no se anula en los puntos del conjunto F %si k ;>
> n (F),
oo
Supongamos abora que la serie 2 ln f/* (z)l converge unifor-
n<F)+l
memento en cada uno de tales conjuntos F . Como ya se sabe, de
2 1 - 1 1 9 9
322 CAP. UI INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

' oo
aquí se deduce que el producto [J /* {z) es uniformemente convergente
i
en el interior del recinto G y, por consiguiente, representa en ol mis­
mo una función analítica j (2). La función f (z) se anula en aquellos
puntos, y sólo en aquéllos, en los cuales se anula al menos una de
Las funciones/* (2), es decir, en los puntos del conjunto E .
Obsérvese que, si z0 £ E y la suma de los órdenos de multiplicidad
do oate punto, considerado como un cero de las funciones respectivas
fk (2) (k = 1, 2, . . .), es a 0, entoncos z0 es un cero de orden cc0 de la
función / (2). En efecto, si n0 ^ 1 designa un número natural tal
que ninguna de las funciones /* (2) se anula en el punto z0 para k >
> n0, entonces, representando / (z) en la forma

/ -ÍJ
m
i a m «05+1 / * w .
no
nos convencemos de que £|/*(z) es una función analítica que posee
Oo

un cero de orden ao, en el punto z0, mientras que [J /* (z) es una función
«0+1
analítica que no so anula en este punto. De aquí se deduce que
z0 es un cero de orden a 0 de la función f (2).
Cuando los ceros de cada función /* (z) son conocidos, por ejemplo,
cuando fh (z) tiene la forma
fk(i) = (z — Zh)gk(z),
donde gh (2) es una función analítica que carece de ceros, el desa­
rrollo de / (2) en el producto infinito

' / (2 ) = ^ 1(2— 2*) £*(Z)]


da la posibilidad de percibir todos los ceros do la función / (z) per­
tenecientes al recinto G, y establecer sus órdenes de multiplicidad.
Estos órdenes coinciden con las cantidades de números z*, iguales
entre sí, que figuran en distintos factores del producto.
6 .2 . Demostremos e l p r i n c i p i o d e l m ó d u l o m á ­
x i m o d e u n a f u n c i ó n a n a l í t i c a en su forma defi­
nitiva: el módulo de una función f (2) que es analítica en un recinto
G y no es idénticamente constante, no puede alcanzar el fnáximo en
ningún punto del recinto.
Evi den te mente, el principio análogo para el módulo mínimo de
una función analítica / (2) no subsiste, puesto que el módulo alcanza
el mínimo en cada cero de la función. Del principio del módulo
máximo se deduce, sin embargo, que el módulo de una ¡unción analíti-
% 0. PRINCIPIO DDL MODULO MAXIMO 323

ca f (z) const no puede alcanzar el mínimo en ningún punto del


recinto que no sea un cero de la junción f (z).
En efecto, si / (z0) ¥= 0 , entonces como la función es continua,
se verifica también la desigualdad / (z) ^ 0 en cierto entorno U del
punto z0f perteneciente al recinto G. Por consiguiente, en este entorno
la función cp (2) *= -jj^ es analítica y no idénticamente igual a min
constante; por eso el módulo de <p (2) no puedo alcanzar el máximo
en el punto z0- Volviendo a la función / (z) = , obtenemos
que el módulo de / (z) no tione mínimo en el punto z0.
He aquí dos demostraciones distintas del principio del módulo
máximo.
1 . Domo strando el teorema por el método de reducción a lo
absurdo, supongamos que en cierto punto z 0 £ G el módulo de la
función alconza el máximo. Hagamos | / (z0) \ — M \ entonces, en
un entorno U 0 suficientemente pequeño del punto z 0: | / (z) | M.
Podemos suponer quo M =7^ 0 , pues en caso contrario sería / (z) — 0
en todos los puntos de U 0, de donde se deduciría quo j (z) = 0, en
contra de la hipótesis del teoroma.
Demostremos que en todos los puntos de í / 0 se verifica la igualdad
| / (z) | = M . Suponiendo que en un punto z t £ U 0 \ z t — z0 | -?=
2n
= ó > 0, | / (zj) | < M t para la integral ~ ^ f (z0 4- tei0) d9 so
u
tendría la acotación
2n
/ ( z o + Ó^O) d 0 < A f ,

puesto que en la circunferencia | z — z0 | = ó Heno que existir un


arco que contieno a z{ y en cuyos puntos | / (z) | < A/. Poro esta
acotación contradice a la igualdad (véase (3 . 1 :6))

A/ = |/(*o| = / (Za + 8eía) <


-i'í
En resumen, de la hipótesis admitida se deduce la existencia do un
entorno del punto z 0 en el cual el módulo do la función conserva un
valor constante. Si f (z) = u (*, p) + iv (x, y ), en todos los puntos
de U 0 se tiene:
|/(Z ) = =

o bien, dorivando respecto de x o y:


du . dv A du , ¿fu «
u -=— \-v -r-
¿fz ' dx
0,* w— -f-i; — — 0.
dy ‘ dy
21*
32Í GAP. III INTEORALES Y SER IES DE POTENCIAS

Como Afs^=0, las funciones u. y v no se anulan simultáneamente en


los puntos de U0; por esta razón, el determinante de este último
sistema es igual a cero:
O lí O v d v d u __ q
d x d y d x 9
y

Aplicando las ocuacionos do D’Alcmbert-Euler, obtenemos do aquí


du \ 2 / Su \ 2 - * • * ó/i flu n
( + Í9 jr) = 0 y- P°r consiguiente, ^ = = 0 ; en vir-
tud de las mismas ecuaciones, -—£■— —0. Por lo tanto,
u (z, y) =e Cu v (r, y) «= C*. y / (z) ^ C i + ¿C* on £/0.
Según el teorema do unicidad, esta últim a igualdad se verifica en
todo el recinto Gt lo cual contradice a la hipótesis del teorema. Así,
pues, el principio del módulo máximo queda demostrado.
11. Para la demostración so puede utilizar la representación
de la función analítica en serie de potencias *). Supongamos de nuevo
que |/(3 ) | alcanza el máximo en el punto 30- I / M I = M. Igual
que anteriormente, se puede suponer que M =& 0. Desarrollemos / (z)
en serie de potencia de z — z0:
f (z )=a o + ap (z — z0y + ap+í (z — z0)n*1H-. . -,
donde \a0\ *= | /(z) | — Af, | ap J 0 (p I> 1). Debido a la hipótesis,
en cualquier entorno U0 suficientemente pequeño del punto z0 se
verifica la desigualdad \ f (z) 1 Af. Tomemos un punto zt 6 C/0»
distinto de z0 y situado en uno de los rayos:
A rg [ap (z — Zo)v) = A rg Oo.
os decir,
Arg (z — z0) = - i- A rg -Í2-

(el número de tales rayos es igual a p). Entonces, los vectores quo
representan cío y ap (z—z0)p son paralelos y llevan uno misma
dirección, do donde
I « o + a p ( z - Zo)" 1 = | « o H - 1 « P ( z — z«) I’’-
Supongamos que z está tan próximo a z0 en el rayo elegido que
| a p+ , (z — z„)™ + apt, (z — Zo)p+s + . . . | < 4 - 1 * — z, |p.

) En la pág. 308 ya .5 0 expuso una dem ostración de éstas.


$ 6. PRINCIPIO DEL MODULO MAXIMO 325

Entonces, en todos los puntos z de éstos (arbitrariamente próximos


a z0) tendremos:
I/ (z) I~ l ao4 “ a v (z — zo),J4" ap+i (z — «.V*14r • • ■| ^
> 1a* + ap (z - z0)p M < V i (z - *o)p+1 v •-•!==
- I«o 14 -1dp (z— «o)" | — | */>+1<*- ZoV'*1-I • •. 1>
> |a o | + j \ a P( z - z 0y ’\ > \ a 0\ ~ M .
Poro esto contradice a la hipótesis; por consiguiente, el principio del
módulo máximo es justo.
Supongamos que f (z) 56 const es conLinua en el dominio G y es
analítica on el recinto G. Entonces su módulo, siendo una función
continua en G, tiene que alcanzar su extremo superior en cierto punto
£ £ G. En virtud del principio del módulo máximo este punto no
puede pertenecer ai recinto G\ por consiguiente, es un punto frontera
del mismo. En resumen, el módulo de una función f (z) const,
continua en un dominio y analítica en su interior, alcanza el valor
máximo en un punto frontera del dominio.
Supongamos que para una función / (z) ^ const, continua en el
dominio G y analítica en el recinto Gt su módulo | / (z) | conserva un
valor constante en la frontera de este dominio. Demostremos que
de aquí se deduce que / (z) posee al menos un cero en el interior de G.
Si esto no fuese así, el módulo | / (z) | no sólo no podría tener máximo
en los puntos interiores del dominio sino tampoco mínimo. Por eso,
siendo una función continua en el dominio G, el módulo [ f (z) |
alcanzaría sus valores máximo y mínimo en los puntos frontera del
dominio. Pero en estos puntos, según la hipótesis, éste conserva un
valor constante. Por consiguiente, sus valores máximo y mínimo
cu el dominio G son iguales, es decir, | / (z) | m* const en el dominio
G y, por lo tanto, la función | / (z) | alcanza el máximo en todos Jos
puntos del dominio G%lo cual es imposible si / (z) & const. Así
pues, el recinto G contiene al menos un cero de la función / (z).
Aplicando la proposición quo acabamos de demostrar, se demues*
tea fácilmente el teorema do existencia do ceros de cualquier poli­
nomio de grado no menor que el primero (el denominado t e o r e m a
f u n d a m e n t a l dol álgebra).
Sea P (z) un polinomio de grado n:
P (z) = ao-f fljZ-b . • • +«n*w (0 * ^ 0 , n > 1).
Si aa = 0, entonces P (0) = 0, es decir, el polinomio tiene un
cero en el origen de coordenadas. Si a0 ^ 0, entonces P (ü) ^ 0.
Consideremos el conjunto E de puntos del plano, para los cuales
| P (z) | C 2 | I- Esto conjunto no es vacío (puesto que z — 0 £ E)
CAP. III IN T E G R A L E S Y S E R IE S D E PO TENCIAS

y está acolado (puesto que para valores de ] z | suficientemente gran­


des, el módulo | P (z) | es arbitrariamente grande y, en particular,
es mayor que 2 f a0 |). Además, debido a la continuidad dol módulo
| P (z) |, el conjunto E es abierto (on cada punto z0 cz E, \ P (z0) I <
< 2 | a0 |, y, por consiguiente, existe un entorno del punto z„
el cual | P (z) | C 2 | a0 |; do este modo, este entorno pertenece a E).
Finalmente, en los punios frontera del conjunto E , se tiene:
| P (z) | =■ 2 | a0 | (si £ es un punto frontera de E, entonces en él
J 1* (£) | 2 | <r0 | y, por otra parte, £ es un punto de acumulación
para los puntos de en los cuales | P (z) | C 2 | a0 |, por lo tanto,
| I* (£) I <. 2 ¡«0 |; así, pues, | P (£) \ = 2 | a0 |). Cualquier con­
junto abierto representa un recinto o se descompone en recintos
separados. Aplicando a cada recinto la proposición demostrada
anteriormente, obtenemos que cada uno de ellos tiene que contener
al monos un cero del polinomio P (z). Por lo tanto, queda demostrada
la existencia de un cero al menos de P (z) on el plano z. A la voz,
empleando los razonamientos conocidos (aplicando el teorema de
Hézoul), se demuestra también la existencia de n ceros del polinomio
(entre los cuales puede haber múltiples).
En relación con la demostración expuesta dol teorema fundamen­
tal del álgebra, examinomos el conjunto Ep de todos los puntos del
plano z en los cuales se verifica la desigualdad
i< p < ° ° .
donde p es un número positivo fijo arbitrario. Esto conjunto no es
vacio, puesto que pertenecen a él todos los ceros del polinomio
P (z). Repitiendo luego todo lo que se dijo anterior monto respecto
del caso particular del conjunto E: \ P (z) | < 2 | a0 |, nos convence­
mos de que Ep os un conjunto acotado y abierto, en cuya frontera
se verifica la igualdad | P (z) | = p.
El conjunto Ep puedo ser conexo y entonces representa un recinto,
o no sor conexo y entonces representa un sistema de recintos. Como
cada uno de los rocintos tiene que contener al menos un cero del poli­
nomio P (z) (puesto que en la frontera de tal recinto | P (z) | conserva
un valor constante), el número total de recintos no puede ser superior
a n. Sea gp uno de estos recintos y y* una curva de Jordán cerrada
arbitraria perteneciente a gp. Como en los puntos de la curva y so
verifica la desigualdad | jP (z) | < p» on virtud del principio del
módulo máximo, esta misma desigualdad tiene que verificarse también
en todos los puntos del interior de y. De aquí que el interior de
y pertenece a Ep y, por consiguiente, junto con y pertenece a gp.
Asi, pues, Ep consta de uno o de unos cuantos, pero no más de n,
recintos simplemente conexos *), que contienen en su interior a Lodos
*) Véase el ap. AA cap. 1 .
s 8- P R IN C IP IO D EL MODULO MAXIMO 327

los ceros del polinomio P (z). Por esta razón, la frontera de Ep consta
de uno o de unos cuantos, pero no más de n, continuos que son fronte­
ras de recintos simplemente conexos.
Evidentemente, en cada punto cxtorior a Ep tiene que verificarse
la desigualdad | P (z) | ;> p. En efecto, suponiendo que en cierto
punto Z|, oxtcrior al conjunto E 0, se verifica la igualdad | P (zj)
= p (la desigualdad | P (zt) | C p queda excluida, puesto que,según
la definición, todos los puntos para los cuales | P (z) | < p pertene­
cen a entonces en virtud de que P (zj) ^ 0, por lo cual el módulo
| P (z) | no puede tener mínimo en el punto zlt tendríamos que en un
entorno arbitrariamente pequeño del punto zt habría puntos on los
cuales | P (z) \ < | P (z¡) | = p, es decir, habría puntos pertenecien­
tes a E pt Pero esto es imposible, puesto que Zj es un punto exterior
a Ep. Por lo tanto, en ol interior de E p se tiene: | P (z) | < p, en la
frontera de E p: \ P (z) | = p y en el exterior a E p: | P (z) | > p.
La frontera del conjunto E 0, es decir, el conjunto de todos los
puntos del plano que satisfacen a la condición
i p w i - p.
se llama i o m n i s c a t a . Designando los ceros del polinomio
P (z) mediante zÍB z2» . . zn (los ceros múltiples se escriben aquí
tantas veces como sean sus órdenes de multiplicidad), se puedo escri­
bir P (z) en la forma
P { z ) = a n (z — zO . . . (z —zn);
por consiguiente, la condición que define la lemniscata toma la
forma siguiente:
[ z - z j ... |z - z n|= ^ = r\
Así, pues, la lemniscata puede definirse como el lugar geométrico
de puntos del plano para los cuales el producto de las distancias
hasta n puntos del plano st, . . ., zn (algunos de estos puntos pueden
coincidir entre sí) es una cantidad constante.
Los puntos Z|, . . zn que figuran en esta definición (los ceros
dol polinomio P (z)), se llaman f o c o s d e l a l e m n i s c a t a ,
y el númoro r, r a d i o d e l a l e m n i s c a t a ; la curva misma
se llama lemniscata con n focos de radio r.
Cuando n = 1, resulta el caso particular más sencillo:
|z —z,| = r;
evidentemente, ésta es una circunferencia de radio r con el centro
en el único foco zt.
Si n = 2 y z1^ z 2, resulta una lemniscata con dos focos:
| z - z , | | z — z,| = r!.
328 CAP. III INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

La forma de ésta depende de la razón del radio r a la distancia


I Zy — z2 I «ntro los focos. En la fig. 58 está representada una lem-
niscata con dos focos para los siguientes valores de esta razón:

a) 3¿L
|Z| —22| < T ’ b) --F * ®) T < |z,—i2| < 2 1

|í l —22]
Obsérvese que la lemniscata con dos focos lleva también la de­
nominación de ó v a l o d e C a s s i ni , y su caso particular para
| íi -*2| 42-, l e m n i s c a t a d e B e r n o u l l i .
a) (£T>

b)

Para un número mayor de focos se obtienen más variedades de


formas distintas de las lemniscatas. líilbert demostró que para la
frontera T de un recinto arbitrario G, simplemente conexo, y para
cualquier e > 0, so puede señalar una lemniscata A tal, que en el
e-entomo de cada punto del conjunto T siempre existirán puntos
de la lemniscata A, y además, cada punto de la lemniscata A estará
situado en el e-entorno de un punto correspondiente del conjunto T.
En otras palabras, las fronteras de cualesquiera recintos simplemente
conexos pueden aproximarse con lemniscatas con una precisión arbitra­
ria.
Observemos la variación de una lemniscata con n focos zlt
x2, . . z„, en dependencia de la variación de su radio r. Para fijar
ideas, supondremos que todos los puntos zu z2, . . ., zn son distintos
| 6. P R I N C I P I O D E L M ODULO M A X IM O 329

entre sí y hagamos P (2) = (2 — 2j) . . . (2 — zn). Sí el número


positivo 6 es tan pequeño que los círculos ky | z — z¿ | < Ó (7 =
= 1, 2, . . ., w) no tienen puntos comunes dos a dos, entonces
para r < 6 ningún punto del conjunto Ern\ \ P (2) | < rn puedo estar
situado fuera de los círculos kj (j = 1, 2, . . n). Como, por otra
parte, los centros de los círculos son puntos interiores de Ern, el
conjunto E rn consta al menos de n recintos situados dentro de los
círculos k. Pero la cantidad total de recintos en los que se descompo­
ne Ern no puede ser mayor que n; por lo tanto, tiene que haber exac­
tamente n, uno en cada círculo kj. Por consiguiente, la lemniscata
correspondiente | P (z) | = rn consta de n continuos quo no tienen
puntos comunes dos a dos y son las fronteras de recintos simplemente
conexos.
Sea ahora K un círculo de diámetro D quo contenga en su interior
a todos los focos do la lemniscata. Entonces, cada punto dol círculo
K satisface a la desigualdad | 2 — z¡ | < D () == 1, 2, . . n) y,
por consiguiente, | P (z) [ < Dn en el interior de K. De aquí que
el círculo K pertenecerá totalmente a Ern si r > D. Por lo tanto,
Ern constará solamente de un recinto que contendrá a este círculo
(ya sabemos que cada recinto Ern tiene que contener en su interior
al menos uno do los puntos z¡). La lemniscata correspondiente repre­
sentará un continuo, que será la frontera de este recinto.
Así, pues, la lemniscata con n focos (n > 1) es desconexa, pre­
cisamente consta de n continuos que no tienen puntos comunes dos
a dos, para valores del radio suficientemente pequeños (r < ó) y
es conexa para todos los valores del radio suficientemente grandes
(r > D).
Obsérvese, finalmente, que la lemniscata ¡ Pn (2) | = rn pertene­
ce a cualquier conjunto E r>r», donde r' > r, y, por consiguiente,
lodos los continuos que la forman están comprendidos en el interior
de los recintos siinplemento conexos quo están limitados por las
componentes de la lemniscata | Pn (r) | — Kn. En otra9 palabras, la
lemniscata de un radio dado está comprendida estrictamente en el
interior de cualquier lemniscata de mayor radio (y con los misinos
focos). Por lo tanto, la variación de la forma de la lemniscata en
dependencia del crecimiento de r se puede considerar como un abulta-
miento de sus componentes. Teniendo forma de óvalos pequeños
para valores pequeños de r, éstos aumentan lentamente cambiando
su forma. Para algunos valores de r algunas componentes conexas:
dos, tres o más, se confunden en una, debido a lo cual el número
total de componentes disminuye; después se produce un abultamienlo
consiguiente que va acompañado de vez en cuando de una disminución
posterior de la cantidad de componentes, y, finalmente, se obtiene
una lemniscata en forma de una curva conexa única. Precisamente
330 CAP. III INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

ésta teníamos en cuenta cuando hablábamos antes del resultado de


Hilbert.
La diversidad de iormas de estas curvas se explica por la cantidad
y métodos distintos que hay do distribución de los focos de la lem­
nisco La orí el plano. En la fig. 59 se muestra esquemáticamente la

® b)

FIG. 50
evolución de la forma de la lomniscata en dopendencia del valor
del radio para el caso de tres focos (no situados en una recta).
Detengámonos en una aplicación más del principio del módulo
máximo, que desompeña un papel importante en los problemas de
transformación mediante funciones analíticas.
L e m a d e S c h w a r z . Sea f (z) una función analítica en el
circulo K: | z | < R; supongamos que se anula en el origen de coorde­
nadas y satisface en este circulo a la desigualdad
\f(z)\<M ( M C oo). (6.2:1)
Entonces en cualquier punto del circulo K se verifica la desigualdad
i/(«)I<tt I*I (6-2:2>
y %además,
(6.2:3)
i/'(0)i<4-
$ 6. PRINCIPIO DEL MODULO MAXIMO 331

Puede alcanzarse la igualdad en la relación (6.2:2) en algún


punto z ( 0 < |z |< 7 ? ) , o la igualdad en la relación (6.2:3), sólo
cuando f (z) es una función lineal entera de la forma
í ( t ) ^ — e^z (0-2:4)
(a es un número real).
Pura la demostración, consideremos el desarrollo do lo función
/(z) on serie de Taylor:
/ ( ! ) = / ' ( 0 ) í . { - í t 2« + . . . (0.2:5)

De aquí se ve que la función


f W - ^ ~ / ' ( 0 ) + i l f I 2+ . . . (6.2:0)
es analítica en ol círculo K y su valor en el origen de coordena­
das es igual a / ' (0). Soa z un punto arbitrario dol círculo K y r,
un número que satisface a las desigualdades |z |< r< < i? . Como
para todos los puntos £ situados en la circunferencia y: |£| = r,
se verifica la desigualdad

en virtud del principio del módulo máximo, esta misma desigual­


dad tiene que verificarse en el punto z, situado en el interior de
la circunferencia y:
l9 ( 2 ) l< — •
Pasando al límite cuando r tiendo a 2?, obtenemos:
(6.2:7)

Si z^sO, se puede sustituir <p(z) por -• y esta desigualdad


loma la forma
|/( i) |< - j{ - |« |.
liemos obtenido la desigualdad (6.2:2) (que también se cumple,
evidentemente, para z = 0). Si z = 0, se tiene q>(0) = /'(0 ) , y la
desigualdad (6.2:7) toma la forma
l / '( 0 ) | < ^ - .
lista es la desigualdad (6.2:3)*
332 CAP. III. INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

Si la primera de las desigualdades obtenidas se convierte en


igualdad on cierto punto z £ K , distinto del origen do coordenadas,
o si la segunda desigualdad se convierte en igualdad, esto significa
que en la relación (6.2:7) so alcanza el signo do igualdad en uno de
los puntos del círculo K. De aquí que en este punto el módulo
| qp (z) | alcanza el máximo, de donde, en virtud del principio del
módulo máximo,
<p(z) s const.
Gomo el módulo de esta constante es igual a , se tiene

o bien
/ ( í ) = T eto*'
Con esto se termina la demostración del lema de Scliwarz.
£1 loma de Schwarz tiene un significado geométrico sencillo.
De él se deduco que si w = f (z) es una función analítica en el círculo
K\ | z | < R t y la imagen / (K) de este círculo está contenida en el
círculo | w | < M y siendo el punto w — 0 la imagen del punto z = 0,
entonces la imagen / (k) de cada círculo cerrado k : | z | <; r cuyo
radio sea A, = -jj- veces menor que el radio del círculo K , estará
contenida en el círculo cerrado ( w | cuyo radio es k veces
menor que M. Además, la imagen de algún punió z0 situado en la
circunferencia | z | = r puede caer on la circunferencia —
solamente cuando la transformación sea de la forma (6.2:4), es decir,
conste do una rotación alrededor del origen de coordenadas y una
dilatación respecto del mismo en k veces.
6.3. Consideremos una función cp (z) analítica en un círculo
K : | z — z0 | < R (R <C oo). A tal función llamaremos e l o m e n t o
(se sobrentiende elemento de la función analítica). Los puntos que
están situados en la circurferencia T: ]z — z0 | = /?, los dividiremos
en dos clases (a priori, cada una de las clases puede ser vacía):
1) a los puntos t 6 L que poseen un entorno : 1z — 5 | < p.
en ol cual existe lina función analítica ijv (z) que coincide con cp (z)
cu la parte común de los círculos K y u \%llamaremos puntos r o -
g u i a r e s del elemento dado;
2) a los puntos de F que uo poseen tal entorno llamaremos puntos
s i n g u l a r e s del elemento.
Por lo tanto, la definición do punto singular es do carácter nega­
tivo. Estos son los puntos frontera del círculo K quo no poseen nin­
gún entorno en el cual se podría hallar una función analítica que
s6 PUNTOS SINGULARES DEL ELEMENTO DE UNA PUNCION ANALITICA 333

coincidiese con q> (2) en los puntos que son comunes a este entorno
y al círculo K .
Do la definición de punto recular se deduce que si £0 € T es un
punto regular, entonces todos los puntos del arco de circunferencia V
que está situado en el interior del entorno correspondiente
también son regulares. En efecto, para tal punto £ se puede tomar
por Ur cualquier círculo con el centro on £, contenido en U y por
función (2), la misma función (z), que, siendo analítica en
Ufrj coincidía con q>(2) en todos los puntos que son comunes a U
y K. De aquí, en particular, se deduce que, si existe un punto
regular, entonces existe también un conjunto infinito de ellos. En
contraposición a esto, el punto singular puede ser único.
Obsérvese que cada punto z' £ K posee la propiedad característica
de un punto regular, pues para él existen un entorno U2' (se puode
tomar cualquier entorno del punto 2' que esté contenido en K) y una
función analítica en Ut» (la función misma q> (z)), que coincide con
<p (z) en todos los puntos comunes a UZ' y K (es decir, en UZ')- Por
esta razón, a todos ios puntos del círculo K los llamaremos también
puntos regulares del elemento q> (z).
Aclaremos los conceptos introducidos en un ejemplo sencillo.
Sea K el círculo unidad y <p (z)~ f—j . Para todo punto £ situado
en la frontera del círculo K, es decir, en la circunferencia unidad,
y distinto de la unidad, existe un entorno U^: | z — £ | c | 1 — £ \
y en el mismo una función analítica ip; (z) = j — ; que coincide con
<p (z) en los puntos que son comunes a i y a , Por lo tanto, cada
punto de éstos £ es un punto regular del elemento <p (z).
Verifiquemos que el punto 1 es un punto singular del elemento.
En efecto, en caso contrario existiría en un entorno U de este punto
una función analítica i|> (z) que coincidiría con <p (z) = en
los puntos del recinto d que es la parte común de U y K . Pero enton­
ces tendría que existir y ser finito el límite:
l¡mi|>(z) = l¡m - r r r = ij>(<).
z-+1 1 *
z£d z£ d

lo cual, evidentemente, es imposible. Así, pues, el punto 1 es un pun­


to singular del elomento dado.
Demostremos la siguiente proposición.
Si cada punto de la circunferencia V es regular para el elemento
<p (z), entonces existe un elemento i|> (z) que representa una función
analítica en cierto círculo K t: \z — z0 | < 7?i, cuyo radio R t es mayor
que el radio R de la circunferencia T, y que coincide con q> (z) en todos
los puntos del interior de T (es decir, en todos los puntos del círculo K).
CAP. iri. INTEGRALES Y SERIES l>J$ POTENCIAS

Para la demostración, reunamos en un conjunto D todos los pun­


tos del círculo K y de los círculos J7; que figuran en la definición
do puntos regulares £ (para todos £ £ T) (fig. 60).
Evidentemente, D os un conjunto abierto. En efecto, todo pun­
to z' £ D tiene que pertenecer a uno de los círculos K o U^t y, por
consiguiente, tiene que poseer un entorno perteneciente a e$te mismo
círculo (es decir, a K o a (7t , respectivamente), y por lo tanto, per­
teneciente también al conjunto D. Demostremos ahora que D es un

FIG. 00 FIG. Gi

conjunto conexo. Es suficiente demostrar que para dos puntos cua­


lesquiera z' y z* contenidos en D existe una curva continua que los
nne, perteneciente también a D.
Si z' y z" pertenecen a un mismo círculo (K o f/t), se puede tomar
por 7 el segmento rectilíneo que los une; ésto pertenece al mismo
círculo y, por lo tanto, pertenece también al conjunto Z>. Si un punto
pertenece a K t por ejemplo z \ y el otro, z* pertenece a U; entonces
so puede tomar por y la poligonal compuesta de dos lados: del seg­
mento rectilínoo que une z’ con £, y del segmento rectilíneo que une
£ con z*. Como el segmento zj)£ pertenece a K (a excepción de su
extremo £, situado en T), y el segmento z*£ pertenece por completo
a (incluyendo su punto inicial £, que es ol centro del círculo J7;),
en este caso y también estará contenido en D. Supongamos, finalmen­
te, que z' y z* pertenecen a dos entornos distintos U^; y £/;•• Enton­
ces se puede tomar por 7 la curva que consta del segmento rectilíneo
z'£', del arco de la circunferencia £'£" y del segmento rectilíneo
£"z*. Esta curva está con ton id a en D, puesto que el segmento z'£'
está contenido en ¿7^, el segmento £"z" está contenido on Uy y cada
punto £ del arco £'£* de la circunferencia V pertenece al círculo
correspondiente Ur cuyo centro es £.
Queda demostrado que D es un conjunto abierto y conexo, es
decir, es un recinto. Definamos ahora en el recinto D la función
$ «. PUNTOS SINGULARES DEL ELEMENTO DE UNA FUNCION ANALITICA 335

yp (z), haciendo yp (z) = q> (z) si z £ A, y yp (z) = ypl (z) si z £ Uc.


Demostremos que esta función os uniforme y analítica on todo el
recinto D . La domostración de la uniformidad es necesaria, puesto
que un mismo punto z puede pertenecer al círculo A y a un círculo
Ur o a dos círculos distintos U~ y y entonces en el primer caso
se debe tomar por yp (z) los valores de <p (z) y tfc (z), y en el segundo
caso, los valores de yp*> (z) y (z), Tenemos que convencernos quo
en uno y otro caso ambos resultados coinciden entre sí, es decir
dan un valor único do yp (z).
En efecto, supongamos que z 6 K Y z € U±\ esto significa que
z porteneco a la parto común do los círculos A y U>. Pero, según la
definición de punto regular, <p (z) y yp^ (z) tienen que coincidir en
esta parte común. Así, pues, q>(z) —ij>; (z) = yp(z). Supongamos ahora que
z £ ¿V y z € ¿V* Esto significa que los círculos U? y de
centros distintos t ' y V tienen una parto común: la lúnula circular g
(fig. 61), a la cual pertenece también el punto z. En la parte quo es
común para ol círculo A" y la lúnula g, que designaremos mediante
d, los valores de yp? (z) y yp? (z) coinciden, puesto que d pertenece
a la intersección de U? y A, on los puntos de la cual yp? (z) = cp (z),
y también a la intersección de U? y A, en los puntos de la cual
yp? (z) = cp (z). En virtud del teorema interior de unicidad, dos
funciones analíticas en ol recinto g, iJv (z) y rfo- (z), que coinciden
en una de sus partos d (que también es un recinto), tienen que coinci­
dir también en todo el recinto g: ijw (z) = (z), y de nuevo obte­
nemos un valor único para yp (z). Por lo tanto, la función t|> (z) que
hemos definido es uniformo en ol recinto D. Su analiticidad en este
recinto se deduce de que cada punto z £ D pertonece a uno de los
círculos A o £/-, en los cuales yp (z), según su definición, coincide
con la función analítica <p (z) o yp^ (z).
Obsérvese ahora que todos los puntos frontera del recinto D
están situados en el exterior a la circunferencia T (puesto que los
puntos del interior de T, es decir, los puntos del círculo A, y todos
los puntos de la circunferencia T están contenidos en D y, por con­
siguiente, no son puntos frontera para D). De aquí que la distancia
R\ desde el punto z0 hasta la frontera del recinto D %que tiene que
coincidir con la distancia desde z0 hasta cierto punto frontera del
recinto Z>, es mayor que el radio de la circunferencia T, es decir,
Ai :> A. Evidentemente, el círculo Af: | z — z0 | < Rt y la función
yp (z) satisfacen a todas las condiciones del lema. A SAber, la función
i|> (z) es analítica en el círculo A| de radio mayor que A, y coincide
con cp (z) en el círculo A.
La proposición está demostrada.
Consideremos una serie de potencias arbitraria
(p(2) = a0 r a i (z-^z0)-h + an (z —z0)n + ...» <0.3:1)
330 CAP. III. INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

cuyo radio de convergencia satisfaga a la condición 0 < R <C oo.


Debido a la definición, la suma de esta serie cp (z) es un elemento
en el circulo K : | z — z0 | < R.
Demostremos el teorema siguiente:
T o o r e m a . En la frontera T: | z — z0 I = R del circulo de
convergencia de una serie de potencias está situado al menos un punto
singular del elemento q> (z) fes decir, de la suma de la serie de potencias).
La demostración se hará por reducción a lo absurdo. Si el teorema
no es cierto, entonces cada punto de la circunferencia T tiene que
ser regular para el elemento fe). Según lo demostrado anteriormen­
te, tieno que existir una función i|> (z), analítica en cierto círculo K¡:
I z — z0 | < R it donde R t >■ /?, que coincide con <p (z) en el círculo
K. De la igualdad cp (z) = \|) (z), que se cumplo en los puntos del
círculo K, so deduce que el desarrollo de Taylor de la función i|> (z)
tiene que coincidir con la serio (6.3:1). Poro, según el teorema de
Cauchy, el desarrollo de ^ (z) tiene que converger en todo el círculo
K\ de radio R\ > R, mientras que, según la hipótesis, el radio de
convergencia de la serie (6.3:1) es igual a R. De la contradicción obte­
nida so deduce que ol teorema enunciado os justo.
C o n s e c u e n c i a . Para que el radio de convergencia R del
desarrollo de Taylor de una función f (z):

/ ( * ) - / (*o) + V(2o) < * - * ) + ...+ (z - 2 o) M - . . . , (6.3:2)

que es analítica en cierto círculo \ z — z<>| < p. coincida con el radio


p de este círculo, es necesario y suficiente que en la circunferencia y:
\ z — z0 I = p esté situado al menos un punto singular del elemento
1 (z)-
En efecto, si R = p, entonces, según el teorema anterior, obte­
nemos que en la circunferencia y está situado al menos un punto singu­
lar del elemento / (z). Por eso, la condición enunciada es necesaria
para la igualdad de R y p. Pero ésta es también suficiente para esta
igualdad. En efecto, según el teorema de Cauchy, R > p. Suponiendo
que en la circunferencia y esté situado al menos un punto singular
del elemento / (z) y tiene que ser R > p. En este caso, la
suma de la sorie (6.3:2) representa una función analítica en el círculo
l z — Zo | <C R que, por consiguiente, ca analítica en cierto entorno
de cada punto de la circunferencia y y que coincide con f (z) en el
intorior do y. Do aquí se deduce que cada punto de la circunferencia
y es regular para / (z). De la contradicción obtenida se deduce que la
afirmación es justa.
Como ejemplo, veamos la serie geométrica
1 -bz + z4-f •• • + z n4 - ••
$ U rUNTOS SINGljLAHbS DEL ELEMENTO DE UXA PUNCION ANALITICA 3TIT

Su radio de convergencia es igual a la unidad y su suma es igual


a y-i- . Como ya se vio, en la frontera de! círculo de convergencia
I z | = 1 verdadera raen le existe un punto singular que es, además,
único: 3 — 1.
Se pueden señalar sin dificultad ojeraplos de sories de potencias
para las cuales cada punto de la frontera del círculo de convergencia
es singular. He aquí uno de los ejemplos más sencillos de este género.
Examinemos la serie:
f(z) - i + z M z* + . . . + z 2 n+ . . .
Evidente mente, su radio do convergencia es igual a la unidad.
Demostremos que para z 1 (por el interior del círculo unidad, a Lo
largo del radio, es decir, a lo largo del eje real), f (z) tiendo a oo.
En efecto, para cualquier natural «, la su mu parcial de la serio
1 -f í 2 + . . . + x2'1 para x 1 tiende a n + 1 y, por consiguiente,
satisface a la desigualdad
1 ■x* r • • • -r ¿ '¿n > n para 1—x < 6 (o),
es decir, para x ; > l —ó (n).
Pero, para estos misinos valores de x , so tiene:

/ {->') ^ -E2’1> S *** > «.


de donde se deduce que
lim f (x) = oo.
39-» 1

Basándose en este resultado nos convencemos fácilmente, igual


que en el caso anterior de Ja progresión geométrica, que el punto 1 es
singular para / (z).
Obsérvese ahora la identidad:
/ (z) - «* j-Z4-, . . . , z2* a. (1 +. (z2")= ^ (z2>
Como la serie ontre corchetes so diferencia de la inicial solamente
en que aquí z se ha sustituido por z2*, sacamos la conclusión de que
/(z )= z * -M 4- f . . . + z 2 B+ /(* 2'‘)
para cualquier natural n.
•¿n _
Consideremos todas las raíces de la unidad de orden 2": y 1.
Estas representan puntos situados en la circunferencia unidad en los
vértices de un polígono regular de 2n lados. Si £ es uno do éstos y el
punto z del circulo unidad está situado en d radio 0£, entonces zr \
22-im
338 CAI*. MI. INTEGRALES Y SEHI15S 1>E POTENCIAS

evidentemente, es un número positivo y para z ->• £, se tionc que


z3" 1. De aquí que lim /(z 2>‘) = oo y, por consiguiente,

lim f (z) litn [z3 hz4 - . . . ■ z1" ' / (z-")| --oo.


Z-t
zcrTc
. >«
Así, pues, cada una do las raíces “Y i también es un punto singu­
lar do / (z) (para cualquier n = i, 2. 3. . . .)• Vemos que el conjunto
de puntos singulares del elemento f (z) os denso en toda la circunferen­
cia unidad (os decir, estíi situado de tal modo que cualquier arco de
la circunforonda, arbitrariamente pequeño, contiene puntos de este
conjunto).
Poro de aquí se deduce que todos los puntos do la circunferencia
unidad sin excepción son puntos singuiaras de / (z), puesto que para
un punto regular, si tal hubiese en la circunferencia uuidud, existiría
también un arco entero cuyos puntos todos tendrían que ser también
regulares, lo cual en el caso dudo os imposible.
indiquemos un método general quo permite averiguar, para cual­
quier punto £ situado en la frontera T del círculo de convergencia
do la serie de potencias (6.3:1), si éste es un punto regular o singular
para la suma q> (z) do la serio. Sea Zj un punto dol radio z0t, distinto
de Zq y £. Desarrollemos la surna <p (z) de la serie en serie de potencias
de z — zt. Obtendremos:
< p ( í ) - í > 0 (2— Zi)- — z,Y‘ f . . ( ( 1 . 3 : 3 )
íIoiiHc

K T
nr ' I ' ^'1+1 (^t —*o)
, f*—-1) (" l 2) (Z, — Z0) 2 — . (n - 0 , 1 ,2 ___ ).
^ -------T2------
Según el teorema do Caucliy, la serie do potencias obtenida es con­
vergente en el. círculo | z — zt | <; A. donde A es la distancia desde
zl hasta T. es decir, A — 11 — | z{ — z0 Por lo tanto, la serio
(6.3:3) es convergente en el interior do una circunferencia y con el
centro en el punto z,, que es tangente a la circunferencia T en el
punto £. Calculomus el radio de convergencia de la serio (6.3:3).
Según la fórmula do Cauchy-Iíadamard, se tiene:
r 1
¡TmY \ bñ |
TI—f JO

Si r coincide con A, cu la circunferencia y: | z — z0 | = A tiene


que haber al monos uri punto singular de la suma de la serio (6.3:3).
i e. PUXTÓS SIN (i ULAKRS ORI, ELK.MEXTO DR UNA PUNCION ANALITICA 330

Poro ningún punto £' £ y, situado en el interior de K, puede ser


singular para esta serie, puesto que en un entorno del punto £\
perteneciente por completo a K, q» (z) es una función analítica que
en el interior de y coincide con la suma de la serie (6.3:3). Por consi­
guiente, el punto £ es singular. Evidentemente, ésto tiene que ser
también singular para <p (z)t que es la suma de la serie (6.3:1). Supo­
niendo lo contrario tendríamos unu función (z), analítica en cierto

entorno £7t del punto £, la cual coincidiría con <p (z) en los puntos del
entorno U\ situados en el interior do K. Pero entonces esta mis­
ma función coincidiría con la suma de la serio (6.3:3) en los puntos del
entorno Ug situados en el interior do y , es decir, £ no sería un punto
singular para la serie (6.3:3).
Así, pues, si
i
A = .r t — ,z, —z*\ = r
a-r-x>
el punto £ es singular para <p (2). Demostremos que si A ¥= r, es
decir, si A < r , el punto £ es regular para q>(z).
En efecto, ©n este caso la suma do la serie (6.3:3) representa una
función (z), que es analítica en el entorno Z7.; del punto £ y coincide
con cp (z) en la parte del círculo que está situada en el interior
de y (fig. 02). Pero <p (z) y if (z) son funciones uniformes analíticas
en la lúnula que representa la parte común de los círculos í/* y K.
Como éstas coinciden en la parte de la lúnula que está rayada en el
dibujo, según el teorema do unicidad, ip (z) coincide también con
tp (z) en toda la lúnula. En resumen, ©n este caso el punto £ es regular
para «p (z).
22*
340 CA P. I I I . IN T E G R A L E S Y S E R IE S D E PO T E N C IA S

Por lo tanto, queda demostrado que e* pumo fesera singular


' regular para q> (z) según que se cumpla la igualdad
A = 7Í —|z ,- z „ |= 77—n1 1
Iu n y ■” r\ (=iM ’
n-t'tTj iim

o la desigualdad
A< -
lun " (-i)l
Tí—
*30 n!
Como ilustración del criterio obtenido demostremos el siguiente
t e o r e m a de P r i n g s h e i m :
re

Si los coeficientes de la serie ^ anz'\ con el círculo unidad de conver­


gencia, son números reales no negativos an> O, el punto z = 1 es
singular para, la suma de la serie.
Para demostrarlo, tomemos algún punto z¡ = x en el intervalo
(O, 1).
Suponiendo que el punto z = 1 no es singular para la suma de la
serie, según lo que acabamos de demostrar, tiene que verificarse la
desigualdad
1 (0.3:4)
A - fí — \zl — z0\^- i —x<C n / \ »>Tt>(*) I
Tím [/ />!
Consideremos ahora un punto arbitrario £ de la circunferencia
unidad; sea z¡ un punto del radio 0£, situado en la circunferencia
| z | — x%es decir, | zK| = x. Entonces para zt la distancia A hasta
la circunferencia unidad será también igual a l - i . Por otra parte,
1(*i) I _ i „ , « -h t „ • 1 -^ 1 H.----------------------
+ TÍ) „ :
#i! —I° n i -- a---an 7>------------------- <*71+2*1 ~
(n-M)íw~.-2) qp(Ttl (J)
^ Un— <*n+iZ -r 21 (in+2*2-h . . . — «i
y, por consiguiente,
(0.3:5)
n-»oo 9 "■ n-+aa r n’

Debido a esto, para el punto zt, según las desigualdades (6.3:4)


y (0.3:5), se tiene:
A< - 1
:- i >

t—oo V »!
s 0. P U N T O S S IN G U L A R E S D E L E L E M E N T O D K .U N A PUNCION A N A L IT IC A 341

do donde se deduce que parala suma de la serie de potencias 2 a^z11


h
cualquier punto de la circunferencia unidad es regular. Pero, como
ya se sabe, esto contradice a la hipótesis del teorema que estamos
demostrando (que la circunferencia unidad es la frontero del círculo
de convergencia).
Así, pues, el punto z = 1 tiene que ser un punto singular para
00

la suma do la serie 2 anzw si an > 0 y R = 1.


o
De la demostración del teorema se ve que, si en lugar del punto
z = 1 so considera cualquier otro punto £de la circunferencia unidad,
entonces, para que £sea un punto singular es suficiente que los núme­
ros an£n sean reales no negativos. Mejor dicho, es suficiente que estos
números sean reales y no negativos solamente desde cierto « > n 0
en adelante, puesto quo representando <p (z) en la forma
no— t oo
9 (*) “ IT
£ «*** + no
£ a»*11’
nos convencemos inmediatamente de que el punto £ será singular
para tp (z) cuando, y sólo cuando, éste sea un punto singular para la
cr>
suma de la serie 2
«o
Consideremos, por ejemplo, la serie j ¡j • Aquí los coeficien­

tes an son iguales a cero si 2 \ y son iguales a ^¿7 si n — 2h.


Por consiguiente.

de donde, según la fórmula de Cauchy-Hadamnrd, se deduce que el


radio do convergencia de la serie es igual a la unidad.
Por lo tanto, según el teorema domostrado, ol punto z = 1 es
un punto singular para la suma <p (2) de la serie. Pero, del mismo
teorema (en virtud de la observación hecha anteriormente) se deduce
2n —
que cada punto £ = " / 1 , donde fies un número natural arbitrario,
también es un punto singular para rp (2). E11 efecto, para k nt
se tiene:
_S__ _ Ib > 1 0.
2^*1 2^ tfhi
M2 CAP llf INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

Así, puos. ol con junio de los punios singulares de la fu lición <p (z)
es denso en toda la circunferencia unidad. De aquí que en esta circun­
ferencia no hay ningún punto regular del elemento ip (z), es decir,
todos los puntos £, | £ | = 1, son singulares.
Lo más admirable es que esta circunstancia no es un obstáculo
para que la serio de potencias dada sea absoluta y uniformemente
convergente en el círculo unidad cerrado y su suma <p (z) sea una
función infinitamente difcrenciable on el conjunto | z \ ^ 1 (en
particular, en todos los puntos singulares). JSii efecto, para \z | ^ 1,
se tiene;

y como la serie 2 Ipís 05 convorgcnlc, la serie 2 será absoluta


u ¿ o 2
y uniformemente convergente en e) círculo cerrado, por lo cual su
sarna <p (z) será tina función continua en el círculo corrudo. Derivando
ahora la serie darla término a término cualquier número m de veces,
resulta la serie:
' VI 2» ( 2'‘- 1) . . . ( 2'‘- m + l ) ^ w
Zl *
IJ
los módulos de cuyos términos para | z | < l satisfacen a las des­
igualdades
| 2h {2h — 1) . . . t2;‘- m + l) ,2 h- m I . * 2,f1» 1 . J_
| ^h* | 2a*2h
para A*T> m. Vor consiguiente, las series que se obtienen derivando
término a término la serie de potencias converge uniforme­
mente en el círculo cerrado | z | ^ 1. De aquí, según el teorema cono­
cido para las funciones de variable real, que sin alteración alguna
se extiende para las funciones de variable compleja (definidas, por
ejemplo, en algún recinto convexo) so deduce que estas series repre­
sentan las derivadas de <plrM) (z). En resumen, <p (z) es unu función
continua e infinitamente diferenciable en el círculo cerrado | z | ^ 1
y analítica en el interior del círculo, para la cual cada punto del
círculo unidad es un punto singular.
Este ejemplo instructivo muestra que on algunos casos la existen­
cia ile puntos singulares de una función analítica cu la frontera del
recinto considerado (del círculo) puede no reflejarse a primera vista
en el comportamiento de la función en la proximidad del punto
$ 6. PUNTOS SINUULAKKS DBL K U M BN 'fO UE UNA PUNCION ANALITICA :*43

singular, o m ás exactam ente, este ú ltim o puede quedar desapercibi­


do a pesar de que la función o sus derivadas dejen de ser continuas en
el punto frontera £ dado. E s necesario considerar todas las derivadas
de <j> (2) en un punto zt del recinto dado para que de la com paración de
Ja m agnitud £ lim J/ ^ ' con distancia A desde el punto
Z\ hasta el punto £ se pueda decir si el punto £ es singular o regular.
Las proposiciones estab lecid as en la p;íg. 330 permiten hallar
frecuentem ente el radio do convergencia del desarrollo de Taylor
de una función an a lítica / (2). sin tener que calcular Jos coeficientes
de la serie, es decir, los números
/*n>(z)
^ . En este caso, lodo so reduce
a buscar los puntos singulares de los elem entos. H ay que tener pre­
sento aquí que para la función dada / (2). an alítica en cierto rocín Lo
G, existo un conjunto in fin ito de elem en tos d istin to s y, correspon­
d ien tem ente, mi conjunto in fin ito de círculos con diferentes centros,
pertenecientes al recinto. Por lo la n ío , su ele haber puntos singulares
de elem entos d istin to s de una m ism a función an alítica, podiendo
ocurrir que un punto que es singular para unos elem en tos sea regular
para otros. E stos casos los aclararem os ahora en. ejem plos sen cillo s.
Obsérvese primero que. cuando Ja función an alítica / (2) viene dada
por una fórmula que consta de un número finito de funciones ele­
m entales, los puntos singulares p osibles de sus elem entos se hallan
fácilm ente entro los puntos de discontinuidad de esta función, por
ejem plo, entre los puntos on los quo ésta so hace in fin ita y también
en lre los puntos de ram ificación do la función / (2).
E j e in p 1o i . Sea / (2) — • Esta función es uniforme
y an alítica ea todo el plano, a excepción de los puntos 2 - ±
en Jos cuales se hace igual a 00. Sea z0 un punto arbitrario, d istin to
de con el centro en el m ism o, describamos una circunferencia y:
| z — 20| = p, que pase por el punto -! i o —i rnás próxim o a z0.
Para precisar, supongam os que el punto más próxim o es i. En el
interior de y la función / (2) es an a lítica y, por consiguiente, repre­
senta un elem ento. Cerciorémonos de que el punto i es un punto
singular del elem en to. En efecto, suponiendo lo contrario, tendremos
que tener un entorno U del. punto i y en el m ism o, una función annlí-
tica ib (2), quo coincide con / (z) en la parte del entorno U que está
situada en el interior de y (esta parte Ja designarem os con d). Enton­
ces en el punto i lioiio que ex istir un lím ite fin ito

1): (í) ^ lílll If (z) = lin» / (z) - lilll - ~ T .


Z - pÍ Z -+ Í Z—*í 1 '
Z~d Z ~ (l

lo cual, evidentem en te, es im posible.


344 CAP. ni. INTEGRALES Y SER1F.S LE POTENCIAS

Asi, pues, en y está situado un punto singular del elemento / (2)


y t por consiguiente, el radio de convergencia R dol desarrollo de
Taylor de / (2), en serie de potencias do 2 — z0f coincide con el radio
p do la circunferencia y, es decir, con la distancia desde z 0 hasta el
punto ±.i más próximo al mismo.
En este caso, ol desarrollo de Taylor es más fácil obtenerlo des­
componiendo en fracciones simples y aplicando después la
serie geométrica. Resulta:
1 1 / 1 1
i+zl U [ i —2 'T* ¿+ :

2¿ t-zo z-z» + I + -0 1+ i = í 2 . ) '


\ i-:Q ^ í i -ü /
Como LZÍ2 < 1 y < 1 (al punto z está situado on el inte-
11 —*01 | *-r*o I
rior de y, y los puntos están situados ambos en y o uno
de ellos está situado en y y el otro on el exterior de y), cada una de
las fracciones ------------,
1 i
-----------puede representarse por una serie
2 —i0 , z—*o
*"7= 5 Xnrt+H
geométrica de razón *
1—x0 o *t-f-zo
, Z° . Resulta:

1 •{-**

~ é 2 ( - i r 1u«.+ o-"-1-(« .-0 * * 1 (*-*0)“.


o
liste os el desarrollo cuyo radio de convergencia R se deter­
minó anteriormente. En particular, para 20= 1 , obtenemos: R —
= r p = y 2t y el desarrollo toma la forma:
1 ^ _2±i
2 » n ( » + í ) - r ( * - , )W!=
o

E j e m p í o 2. Seo F (2) = r-^


Ln « . Considcromos un recinto G
cuya frontera os la parte no negativa del eje real A: * > 0. y — 0 .
En éste, la función multiforme F (2) so descompone en ramas unifor-
§ e. PUNTOS SINGULARES URL ELEMENTO DE UNA FUNCION ANALITICA 34S

mes analíticas, do las cuales consideraremos una:

^ (Z) “ “ “Ln¡T ln | z | -}-í Argt z '


donde Argjz satisface a las desigualdades:
0 < A rg t « < 2 a.
De la fórmula que define F (z) (o / (z)) se deduce que Jos puntos-
singulares de los elementos de la función F (z) puedon coincidir con
z — 0 (punto de ramificación de Ln z y F (z)) o con el punto z — 1„

en el cual se anula uno de los valores del logaritmo. Para precisar,


llagamos z0 = 1 -f- i. Entonces el punto más próximo a z0 entre lo»
dos puntos 0 y 1 será, evidentemente, el punto 1. Describiendo con
el centro en z0 una circunferencia y de radio p, igual a 1 (fig. (d3)t
bailaremos que / (z) determina en el interior de y uii elemento <p (z).
(k>tno al tender ol punto z (situado en el interior do 7) al punto 1,
situado en 7, ln | z | tiende a 0 y Argj z también tiende a l), los valo­
res del elemento cp (z) tienden a 00, de donde, razonando del mismo
modo que en el ejemplo anterior, sacamos la conclusión de que z ~ 1
es un punto singular del elemento considerado. Por lo tanto, el radio
de convergencia U del desarrollo de Tavlor de q» (z) (el desarollo so
toma eu serio de potencias de z — (1 -f- ¿)) es igual a 1.
346 CAI». III. INTEGRALES Y SERIES ÜK POTENCLVS

Consideremos ahora el punto z'y = 1 — ¿ situado en el somiplaao


inferior. Para ésto el próximo de los dos puntos 0 y 1 será de nuevo
ol punto 1. Describiendo una circunferencia y' de radio 1 con ol centro
tendremos en su interior un elemento determinado de la función
/ (z), el cual designaremos median te (z). Demostremos que todos
los puntos de la circunferencia y' son puntns regulares de este ele­
menten Con esto fin, consideremos el círculo K: | z — (I — i ) | <C
< V i, cuya frontera contiene el punto 0. En el interior del círculo
K la función Ln z se descompone en ramas uniformes analíticas, una
de las cuales coincide con Ln, z en el interior de la circunferencia
y' (es suficiente elegir una rama uniforme de Ln z. cuyo valor coinci­
da con Ln i z en el punto z,). Designemos esta rama uniforme de Ln z
mediante Ln2 z = Ln | z | -j- ¿ Arg* z.'fcoino en el punto zn el valor
do Args z coincide con ol valor de Arg, z, igual a y en el inte­
rior del círculo K los valores de Arg;, z se diferencian cu valor abso­
luto del valor en el centro de este círculo en una cantidad menor
que 4J- , en todos los punLos del círculo K%Args z salisfuce a las des­
igualdades
Jfai . Un
— < A r g .í < — .
De aquí se deduce que Ln, z no se anula en el círculo K. Por esto la
1 j
función ¡----
1.1)22 os analítica cu este círculo. Pero ésta coincide con J-11,2
—:
en el círculo K: | z — (t — i) | < 1, es decir, coincide con el ele­
mento i|) (z) do la función / (z). De aquí que cada punto de la circunfe­
rencia y' es regular para (z). En efecto, para cada punto £ £ y'
existe un entorno 1
y en el mismo liria fulición analítica LllnZ *
que coincide con i|? (z) en la parle común a U» y K' . Jín particular,
el punto z := 1 también será un punto regular para if> (z). En este
ejemplo ,so ve que un mismo punto z = 1 es singular para un ele­
mento do la función analítica / (z) (para <f (z)) y es regular para otro
elemento de esta función (para (z)).
Como todos los puntos de la circunferencia y' son regularos para
i|) (z), el radio de convergencia del desarrollo de Taylor de esto ele­
mento en serie de potencias de z — (1 — i) es mayor que el radio de
la circunferencia y', es decir, es mayor que 1. Pero en el circulo K'
tb (z) = Ln., z, debido a lo cual los desarrollos de Taylor de las funcio­
nes t}i (z) y Ln;, z coinciden. Como Lna z es una función analítica en
el círculo | z — (1 — i) \ < I ' 2. el radio^ de convergencia fV de
este desarrollo no puedo ser menor quo [ 2. Para demostrar que es
exactamente iguaJ a \ r2y es suficiente cerciorarse que ni menos uno
$ 7 METODOS PE DESARROLLO DE LAS PUNCIONES 3*7

do los punios de la circunferencia T: \z — (1 — i) | — ['2 es un


punto singular para iwIÍ2* . Tal punto es ol origen de coordenadas. En
efecto, — z ji n&)* °° cuando z 0 manteniéndose
en el interior de I\ Do aquí se deduce que no existe ninguna función
X (z), analítica en un entorno U del origen de coordenados, que coin­
cida con en los puntos comunes a U y K (suponiendo la exis­
tencia de tal función habría que suponer también la existencia del
límite finito:
X '( 0 ) = l i ,n X' ( S)

lo cual, como ya se observó, es imposible).


Proponemos al lector cerciorarse ele que en este ejemplo, para
cada punto z0 dol recinto Gy situado en el somi plano superior, el radio
de convergencia del desarrollo de Taylor de la función / (2) en serie
de potencias de z — z0 es igual a la distancia desdo z0 hasta el punto
más próximo al misino del par 0 y 1, mientras que para los puntos
z’n situados en el semipiano inferior, la distancia desde z' hasta 1 no
desempeña ningún papel al determinar el radio de convergencia de
la serie correspondiente; este radio siempre coincide aquí con la
distancia desde z¡, basta el punto 0.

§ 7. METODOS DE DESARROLLO DE LAS FUNCIONES


EN SERIES DE POTENCIAS. COMPORTAMIENTO DE LA
SERIE DE POTENCIAS EN LA FRONTERA DEL CIRCULO
DE CONVERGENCIA
7.1. En este apartado nos dedicaremos a estudiar algunos méto­
dos de desarrollos de las funciones analíticas en series de potencias.
De principio, ci problema de la búsqueda del desarrollo do Taylor
se resuelve por las fórmulas de los coeficientes de la serie

»„= /('"|(2|>) . ..) .


Pero la realización directa do Jos cálculos, que se basan en la deter­
minación de las derivadas sucesivas de la función / (z), puede resultar
ser muy complicada n incluso difícil do efectuar. Sin em bargo, on
muchos casos, prácticamente muy importantes, se pueden obtener
desarrollos de Taylor deduciéndolos de un modo determinado de
otros desarrollos antes ya conocidos.
Supongamos que la función / (z) se expresa en forma de una serie
do funciones analíticas que converge uniformemente 011 ol interior
348 CAP. ffJ. INTEGRALES Y SEHIES DE POTENCIAS

de cierto entorno | z — z0 | < p doi punto z0:

/(*) = 21 /»(*)• (7-1:1)


Entonces, en virtud del teorema de Weierstrass, tendremos:

/“ * « = 5i / ? » «
y
(71:2)
1
Aquí ^ f {kn (z0) es el coeficiente de (z — zo)k cn el desarrollo
do Taylor de la función fn (z), y /<*> (z0), el coeficiente de (z — 20)*
en el desarrollo de Taylor de la función / (z).
Por consiguiente, los coeficientes de Taylor de la suma de una serie
00
uniformemente convergente de funciones analíticas 2 fn W se obtienen.
sumando los coeficientes de Taylor homólogos (o sea, los coeficientes de
una misma potencia (z — z0) \ tomados de los desarrollos de cada, una
de las funciones f n (z).
líe aquí dos ejemplos. Consideremos primero la suma do la serio
re>
__ -n
1
Los términos de esta serie son funciones de z, analíticas en el círculo
00
unidad, y la serie 2 03 un^ 0rincmüní'0 convergente en el inte-
1
rior del círculo unidad. 12n efecto, si E es un conjunto cercado de
puntos de este círculo y ó > 0 es La distancia desde E hasta la cir­
cunferencia unidad, entonces para cualquier punto z £ E, so
tiene: | z | 1 — ó -= p < 1; por consiguiente, | izrpi | < <
a>
< . y como la serie 2 08 convergente (ésta es una progre­
sión geométrica de razón j>), la serie dada también será unifor­
memente convergente en E , os decir, será uniformemente convergente
en el interior del círculo unidad. Para determinar ol coeficiente de
zk en el desarrollo de Taylor de F (z), por lo anterior, hay que sumar
* 7 METODOS DE DESARROLLO DI-' LAS FUNCIONES ÍM9

los coeficientes do zh en todos los desarrollos do Taylor do las funcio-


es
- i r - z"4 z2"-| zn,l-í- ...
El coeficiente dez'* en tal desarrollo es igual a Ü si k no es divisible
por «. y es igual a 1 si /í es divisible por n. Por consiguiente, el coefi­
ciente de zh oii el desarrollo de F (z) es igual a una suma de unidades
cuya cantidad es igual al número de todos los divisores naturales del
número k. Designando este número mediante t (k) (x (1) 1?
■x (2) =- 2, t (3) — 2. x (4) — 3. t (5) = 2, . . .), tendremos:

1' (z) = 2 T [k) z1'.


I
Este es el desarrollo buscado. Como F (z) es una función analítica
•oí» el círculo unidad (según el teorema do Weierslrass), el desarrollo
hallado es convergente en el círculo unidad.
Obsérvese lambión que, para z — 1, éste es divergente, puesto
oo
que la serie toma la forma 2 T Mi dondo todos los términos
i
.son números naturales. De aquí que el radio de convergencia es
igual a 1.
Veamos también el ejemplo de la serie

(í) (z) “ 2 •
i
2s
La función es analílica en todo el plano, menos en los
punios z — zt nn, donde se hace oo. Por consiguiente, cada uuu de
estas funciones es niiAlílicn en el círculo | z | <C ji. Demostremos que
la serie dada es uniforiikemente convergen le on el interior de este
círculo. En efecto, si | z -«£ p, donde /» <: ji. se tiene:
| 2z I , 2 p ^ 2p \ 2fi 1
| z-—r¡tn* j ' n^2—pa — "?/i*.T« pa 1
y como en el segundo miembro ha resultado el término general de
c*>
una serio convergente (la serie 2í?» cs converÉ?entc)» lo serie
CT?

2 j 22 ~ n W *eri* uniformemente convergente en el interior del círculo


i
'] z | < n. Por lo tanto, el coeficiente de zh el desarrollo de Taylor
350 CAI» II) INTIMÍDALES Y SKRJbS l»K POTENCIAS

do la función <l> (z) es igual a Ja suma do los coeficientes do la misma


potencia do z en I09 desarrollos de Taylor de cada una de las funciones
fisto último desarrollo tiene la forma:
2z 2z 1
nW
M^ r )
¿z23» 2r5
n'¿ji* ji4 /i*W*
ji
aquí ol cooficie ule do z* es igual a cero si k es par, o igual a — nzrfX¿,¡
si k 2(j — 1 (impar). Por osla razón, ol coeficiente de z* cu el
desarrollo de la función fl> (z) es igual a cero si k es par, o igual a
•-O

~2 si k 0H imi,nr: k = 2ft - i -
Así, pues.

«(*> - 2
q- i
Esta os la serie de potencias buscada. Esta serio tiene que ser conver­
gente en el círculo | z | < n , puesto que la función 0) (z) es analítica
en este círculo. En el punto z -- n, para cada término de la serio
obtenemos la desigualdad:
S 1 -r2i-i , 1 v
(n«)*y * jt n^ij " n '
n««l I
do donde se deduce quo no so cumple la condición necesaria de con­
vergencia, y la serie es divergente. Por lo lauto, el radio de conver­
gencia do la serie obtenida es igual a Jt.
Supongamos que / (z) viene expresada qii la forma
(7.1:3)
donde
tp (z) —otf, -|- gcíZ-f CI2Z2 ■• • •+■Qb,zn *L ...» | s | <C c (7.1:4)
y
F { w ) ~ A 0 1 A ¡ ( w —o^) A ‘¿ (iv— a 0)2 | - . . - — A m ( w - « 0)m - r • * •
O o |< /?, (7.1:5)
donde los coeficientes de las series de potencias para <p (z) y F (u>)
son conocidos. Como en estas condiciones <f (z) —►a 0 para z 0,
se puedo señalar un número p, 0 < p <1 /, tal que el módulo
g 7. METODOS l>E DESARROLLO DE LAS FUNCIONES 351

| q¿ (z) — a 0 | será menor que Ji para | z | < p. Debido a esto, el


punto w -■ (p (2) pertenecerá al círculo de convergencia de la serio
(7.1 :5)t y, por consiguiente, la íunción f (z) = F (w) = F Iip (z)|
será analítica para | z | < p. De aquí que tiene que existir un desa­
rrollo do la función / (z) en serie de potencias do z, convergente para
| z | < p. El problema consiste en calcular los coeficientes de esta
serie.
Consideremos el desarrollo

í(i) = p |<p(z)|--- 2-4„|<p(*)-ao1\ (7.1:fi)

respecto del cual ya sabemos que es convergen le para | z | < p.


Para que sea posible alegar a Ja convergencia uniforme de esta serie,
.sustituyamos p por un número no mayor p \ 0 < p' <C p» do modo
que en el círculo | z | < p' se cumpla la desigualdad
lv(«)-a o l< -f-.

Como la serie (7.1:5) es uniformemente convergente para


| w — ct0 I C — . I* serie (7.1:6) también lo será para | z | < p'.
Por consiguiente, el coeficiente de z* on el desarrollo de Taylor de
la función / (z) puede obtenerse tomando la suma de los coeficien­
tes homónimos en los desarrollos de cada una de las funciones
Av lep (z) — a 0\u.
Los últimos desarrollos se obtienen mediante una multiplicación
rc-ple do la serie de la íunción (p (z) — a 0 por sí misma. En el caso
dado, la muíliplicacióu término a término de las series es legítima,
puesto que so trata de una serie do potencias en su círculo do conver­
gencia, donde ésta es absolutamente convergente.
En resumen, llegamos a obtener la siguiente proposición: para
obtener el desarrollo de Taylor de una función f (z) = F l<p (z)|, donde
(z) es una junción anaVilica en el origen de coordenadas y F (ir) es
una ¡unción analítica en un entorno del punto a 0 =•- <p (0), se debe
poner la serie de ir = if (z) (7.1 ’A) en la serie de F («?) (7.1:5). efectuar
las elevaciones necesarias a potencias, es decir, multiplicar las series,
//, finalmente, sumar los coeficientes de los términos que contienen iguales
potencias de z. La serie obtenida será el desarrolló de Taylor buscado
de la función f (s). Esta sera convergente en el círculo | z | <C p. donde
p se elige de tal modo (jue para \z | C p sea | (p (z) — ct0 | < H,
El método expuesto de obtención de desarrollos de potencias se
llama s u s t i t u c i ó n do u n a s e r i e e n o t r a . Ilustré­
moslo con dos ejemplos.
Sea
/(z) = V eos i.
•352 CAP. III. INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

•dondo se considera aquella rama uniforme, on un enlomo dol origen


•do coordenadas, de osla función bifonue que toma el valor 1 para
z ■- 0. Para aplicar la regla anterior a este ejemplo, represen lein os
/ (z) en la forma:
¡(z) - eos z)\*.
En nuestro caso
w ^ <p(z) ^ 1 - eosz - r | f — • • •. | * | < oo,

/•’ (W )-(1—« s p - 1 - j i e —-^ — — ....| w ] < l .


Por consiguiente,

/ w - a u p m i - - 1 - - ( 4 - & + 4 > - ■• •) -

8 l 2 24 • * * * ) 10 V 2 )
Limitémonos a calcular los coeficientes do las primeras potencias,
hasta la sexta inclusivo. Entonces, evidentemente, los términos no
escritos puoden ser desechados, puesto que todos olios figurarán
solamente en la formación de los términos de la serie que contengan
potencias de z mayores de la sexta. Se tiene
/ S2 =4 v2 2e / Z7 \3
V T “ 2 T“t’ "3 24 ' ’ *' ’ IT
por consiguiente,
/ / Ni t / 2* 2* , 2« \ 1(2* s« .
/ ( z) —1 —Y •) —T ( t —'5T'r
1 /2« \ . 2*
16 \ 8 ••. ) + •• •—1 4 06 57ÜU

Como / (z) = i cos z es una función analítica en el círculo \ z | <


; y ( pues poseo derivada en el mismo, igual a —

serie de / (z) tiene que converger para | z | < y . S¡ z — y , como


fácilmente se comprueba, se tiene nn punto singular de la función
j (z), de donde se deduce que el radio de convergencia de la serie es
igual a y .
Consideremos también
/(z) = exp—
6 7. M E T O D O S D E D E S A R H O L L O D E LAS F U N C IO N E S 30»

Representando / (z) en la forma / (2) = e oxp - , lindamos:

«?=q)(3) = -í-^-j = z4-2’M -23-L' • * • ( | 2 | < 1) y F(w) -e'"M ^

Sustituyendo una serie en otra, resulta:


( g - f .s2 ^ - g3 — . , )3
/(z ) = e [ l - f (z + 22-h a®+ . . . ) - + +

3!
En el ejemplo dado, donde q> (z) —•^ , se puede evitar la
realización inmediata del producto de las series, observando que
para | z < | 1:
(2+ 2* + * » + ...) * = ( — ) ‘ = * (i =
—2" *[ 1 + l z ^ Ü Í g l l ) zS-i- , . . + k— J k + n- r>z- _ . . . J ,
y como
*(fc-M) . . . ( * + « — 1) ( t - L « - l ) ( H » - 2 ) . . . (<H 1) /k+n—t\
I»! (*—í)i l k—\) ’
resulta:

(2+ 2M 2* 4 . . . ) " = 2 ( ‘ t r r 1)*"**•


n«=0
Por lo tanto,
00 00
/( 2 ) = <?[l i- J r 2 2n+1 + - | - 2 < " + 1) z" +!!-!-
I) l)

+ 2 » ± a p ^ ,,., 4 . . . 2 ( ‘ + 2 7 ') »-*> + . . . ] -


a o
- e | l -|-2 + (-!- + —-) * * + (-n - + 2 - ^ 4 " 5 r )a® +

+ [ 7 ^ + ( n7 1)7 ^ ■ t■

+ ( ,,7 1) 4 " + • • • + ( 7 " I 2 ) <T-l>! •” } ‘


23-“!109
354 CA P. t i l . IN TEG RA LES Y S E R IE S P E POTENCIAS

Esto os el desarrollo bascado. Como la función / (z) es analítica


en el círculo \z \ < 1, la serie obtenida es convergente on el círculo
unidad. Fácilmente se observa que z = 1 os un punto singular para
I (z). En efecto, cuando z tiende a l t lomando valores positivos meno-
•j
res que la unidad, la función exp y—; tiende a oo. De aquí se
deduce que el radio de convergencia de la serie obtenida es igual
a Ja unidad.
7.2. Pasemos ahora a estudiar el problema de la d i v i s i ó n
de s e r i e s de p o l o n c i a s .
Sean
+ —a)+ • • • +a»(z —a)n4 . . . (7.2:1)
y
¿o-l-ó, (* —« )+ • • - + &»(* —«)'* + . . . (7.2:2)
dos series de potencias con los radios de convergencia positivos r
y p, donde el término independíenlo ó0 de la segunda serie es distinto
de cero. Hagamos la notación cj = min (r, p) (si f *= p, entonces
cr — r — p). Entonces ambas series serán convergentes en el círculo
| z — a | < <r. Si en esto círculo hay ceros de la suma de la serio
(7.2:2), tomamos un nuevo círculo de menor radio, en cuyo interior
la suma de la serie (7.2:2) no se anule. (Tal círculo existe, puesto
que el punto a no es un cero de la suma de la serie (7.2:2), debido
a la condición b0 ¥* 0). Así, pues, existe uu círculo | z — a | <C R,
en el cual ambas series son convergentes y la suma de la segunda serie
carece do ceros. En el interior de este círculo la relación
m _ . .-+an (*—<*)n-t-... (7.2:3)
*>0 + ^ (r—a)+ ... +bn {z —a)'1-* ...
representa una funcióu analítica, lo cual es consecuencia de la
regla de derivación del cociente. Por lo tanto, existe una serie de
potencias
Co~b ci (z —#) 4- • • • + Cn (2 —a)114~ .. . (7.2:4)
que oxprosa a la función / (z) en el interior del círculo j z — a | ■< R.
A esta serie podemos llamarla c o c i e n t e do las series (7.2:1)
(d i v i d o n d o) y (7.2:2) (d ¡ v i s o r), y el proceso mismo de su
búsqueda, d i v i s i ó n d o l a s s e r i e s .
Efectuemos primero la división de las series por el método de los
c o e f i c i e n t e s i n d e t e r m i n a d o s . Para esto, escriba­
mos la relación (7.2:3) en la forma:
l ^ r j ~\~ C \ { z — í l ) 4 “ • • • 4 ’ Cn f l ) 7< 4 ~ . . . I X
X [ó04- ói (z —a) 4- . . . 4- bn (z—a") 4- . . . 1=
—«o 4" &1 (z —<0-4? • • • 4- fl/i (2 —a)n 4- . • *
§ 7. METODOS DE DESARROLLO DE LAS PUNCIONES 3 55

y observemos que las series de potencias consideradas, siendo convciy


gentes en el interior del círculo | z — a | < /?, tienen que ser aquí
absolutamente convergentes. Por esta razón, se pueden multiplicar
término a término las series que figuran en el segundo miembro de la
última igualdad. Efectuando la multiplicación obtendremos:
C(ió04- (cobx4- C|6<>) (z ~ <0 ~r (cV?2 t\b\ + czbo) (z —o)2 -h -..
. . . 4 (Coón 4-^l^n-í 4" • • « 4“ Cnbo) (z — ü)n -\- . . .
. . . = 4 ®i {z~~■#) 4" • • • ~ h ( z —<z)n 4" • • • (7.2:o)
Como las sumas de las series de potencias que figuran en el prime­
ro y segundo miembros coinciden en el círculo | z — a | < /?, según
el teorema de identidad para las series de potoncias los coeficientes
de ambas series tienen que ser ¡guales. Resultan las ecuaciones:

C{jbt -T CjÓq— •
f0&24-Ci¿>, 4 cJb0=-a2, (7.2:fi)

C0bn 4- CiÓn-j — C2bn.¿ T •••4 Cn l>n - .

Este es un sistema infinito de ecuaciones lineales respecto de los


coeficientes desconocidos c0» cj» e8l - • •» • • • La particularidad
de este sistema, que extremadamente simplifica su solución, consiste
on que para cualquier n (n = 0, 1, 2, 3, . . .) las primeras « 4 - 1
ecuaciones contienen a las primeras n 4-1 incógnitas. Determinando
c0 de la primera ecuación c0 = -^ (b0 ^ 0, según la hipótesis) y
sustituyéndolo en la segunda, obtenemos la ocuación b\ 4-
4' ct b0 = au de donde
- rtjto—n06i
1 H ‘
Supongamos que, en general, se han hallado los valores de los
primeros n coeficientes c0, ¿i, . . . , c„_t. Sustituyéndolos en l a n 4 - l
ecuación, obtenemos:
t'n {7.2:7)
*ü+í
De este modo se puede determinar el coeficiente con un índice
previamente dado. Es fácil obtener uno expresión para cn mediante
los coeficientes a0y au a3, . . a„ y i¡0, bx, . . ., bn on forma de un
determinante. El determinante del sistema formado por las primeras
23*
356 CAP. n i INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

n 4- 1 ecuaciones es igual a
b<f) 0 .... 0

Ó |Ó 0 0 ... 0

b 2b t bo .. . 0 = o,
6 „ 6 „ . -1b n- 2 •..6 0
y, por consiguiente.
600 0 .. . Co
Mo 0 .. . a,
b^bx bo . • <H (7.2:8)

bnbn~!l bn-2 • • • 0Ln


Esta fórmula resuelve completamente el probloma de la división de
Las series.
Demostremos que el cociente (7.2:4) de dos sories do potencias
puede obtenerse dividiendo la serie (7.2:1) por la serie (7.2:2) según
las mismas reglas por las que se dividen los polinomios, como si
las series (7.2:1) y (7.2:2) fuesen polinomios dispuestos según las
potencias crecientes do z — a. Para demostrar esto, empecemos
a efectuar la operación indicada. Obtendremos:
40 + « l< * — o ) + . .+ <*n (* — g )n - r . . . | bp (» — a ) - f » » -4 - *>n (z - « )n + - « •

“o + V '” <•-«>+• + »» “ - “)"+ •• • |2.+ 0,1,0 “ 0,,,'í <*-<•>+•••


+ , , . + ( t _ c)n + . . .
«0 bo
¡.tt.-o.ti „ _ + . . ,+ <■■»■<■- iaL»
bo_______________ eS_____________
Los primeros dos coeficientes del cociente obtenido coinciden con
los valores de c0 y c, hallados anteriormente de las ecuaciones (7.2:6).
Supongamos que do este modo hemos obtenido que los primeros
n coeficientes coinciden con los valores de c0, C|, . . crt-lt halla­
dos al resolver las ecuaciones (7.2:6), Entonces, tendremos:
® 0 + ® lI* — u ) + - • •+ <»n U — o ) n + ■ • • 1 t p + l n (* —fl)H - • » • j H > h ( *— • ■
. . + b n c o ( i ^ o ) n + . . . c 0 + c 3 ( z - a ) + . . . + c n - .i < * - o ) n ~ M -- • •

(a i — bieo) (* — «) + <«2
— b*co) (* — «)* - K . . + (a n — &nc,>) (z — a ) n + . . .
______ b u C i(t — a ) -I-_______ h ic iC t — o ) * - K . .« f b n - i c i <i — a ) w - K . .
( a a — bjCo— bjC j) (x — . . + (an — bncg — b n - i c i ) (z — o ) w - K . .

(« n — bfiCg — bn_ i c i — . . . — b |C n _ i) (* — a ) n + . . .
$ 7. METODOS D E D E SA R R O L L O D E LAS FUNCIONES 357

El primer término del n-ésimo residuo es: (an — bnc0— bnm.lci — . . .


. . . —biCn-i) (z —a)'\ por lo cual, el término del cociente que sigue
después de cn-i (z —a)n-1 es igual a
1ln— ■•• — ^

Poro el coeficiente de esto término coincide con el valor de cn deter­


minado de las ecuaciones (7.2:6) por la fórmula (7.2:7).
En resumen, el método de los coeficientes indeterminados, al ser
aplicado a la división de las series de potencias <da lugar al mismo resul­
tado que se obtiene al operar por las reglas de la división de los polino­
mios dispuestos según ¿as potencias crecientes de x = z — a.
Veamos un ejemplo de división de sories de potencias. Conside­
remos la función
F(z) = e*— í *
Esta función es analítica en todos los puntos del plano, a excepción
de los ceros de la función ez — 1, es decir, a excepción de los puntos:
0, ±2ji¿, ±t4ju, . . . Sustituyendo ez — 1 por el desarrollo en serie:
¡4 2 , 2* . - Sn -
e - i - T + ' 2 r + - - - + ‘s r + ---
y simplificando el numerador y denominador de la fracción por z,
obtenemos la siguiente expresión para F (z) (que determinará la
función F (z) también para z —0):

'< * > = — ¡--------- — ? ---------


, + i r + --- + K + t ) r + ---
La serie que figura en el denominador es convergento para cual­
quier z y tiene lodos los mismos ceros que la función ez — 1, a excep­
ción de un cero en el origen de coordenadas. (Todo esto se debe a que
esta serio representa la función * (para z ^ 0)). Por esta razón,
en el interior del círculo | z | < 2?i su suma no so anula. Por consi ­
guiente, la función F (z) se puede desarrollar en serie en este círculo
aplicando la división de series. La primera de las ecuaciones (7.2:6)
da:
Co« 1 —1, es decir, c0— 1-
Como todos los coeficientes de la serie del dividendo, a oxcepción
del coeficiente inicial, son iguales a cero, la (n -f- l)-ósima ecuación
(7.2:6) tiene la forma
¿o + ci • • • H-C/i-t-gj— = 0 (n •- 1. 2, 3, . .. ). (7.2:9)
a;>8 CA P. 1I( IN TEG R A LES Y S E R IE S DE PO T EN C IA S

Esta ecuación permite determinar los números cn uuo tras otro.


Para determinar el coeficiente cn se puede utilizar también la
fórmula (7.2:8):
1 0 0 . .1
1 1 0 ... 0
2!
cp — 1, Cn — 1 1
3! 2! 1 .. 0

1 i t
//! { n - 1)! ' o
1 1 0 ... 0
2!
1 1 ... 0
“3f 2!
1 1 1 (n=
(* = 1, 2 , 3 , . . . ) .
TT 3! 2! . .. c>

i 1 1 1
(n + l)! n! 2!
Los números *:„n\ se llaman n ú m e r o s de B c r n o u l l i y se
designan inedia uto /?„:#„ = cnnl.
Mediante estos númoros se expresan simplemente los coeficientes
de muchas relaciones importantes. Para calcularlos se tienen las
fórmulas: B0= c0•0! = 1,
1
1 0 . .. 0
2!
1 l
1 .. 0
31 2!
= = (_ !)» « ! 1 1 1
.. 0
(n 1, 2, 3, . . . ) .
ir 31 2!

i 1 1 1
(» t W n! (n -I)l • • * 2!
(7.2:10)
Por cierto, el cálculo de los números de Bernoulli es más cómodo
efectuarlo sucesivamente, empleando la fórmula (7.2:9). De ésta
obtenemos:

fio’o!<«V o i + ^ ' i r a ♦• • + —0 {n= 4, 2, 3, . .. ),


fi 7. METODOS DE DESARROLLO DE LAS FUNCIONES 350

o bien, multiplicando ambos miembros de la igualdad por (n-*-l)!


y observando que ^ ^ e* coc^ c>ente binomial »

Bo('* + 1) + í í 1( B| 1) + . ' . . +- Pn ( n + 1) = 0 (»-1,2,3,...).


Esta fórmula puedo representarse en la siguiente forma simbólica:
(1 -|-« )B+I —Bn+I = 0 . . (7.2:11)
Después de elevar a Ift potencia según la fórmula binomial, todos
los exponentes de la potoncio se deben sustituir aquí por los subíndices.
Como i?0= l» sucesivamente hallamos:
Bo -h 2B\ = 0; B\ — — —B0= — —;

JS2= - t - B o - B i - i ;

B04* 4J5,4" 6^3"*" 4B3—0¡ B¡ = — B$ — B\ — — = 0;


B q-\- 5.Z?|-|- \0B*¿ 4“ 1O//3 -4- oZ?4 = Oj

£ 0t -f- 15B2 -j- 20/^3 -|-1 5 5 44~ 6 5 j ~ Oj


Bs = u;
/?o -J- 7Bi -I- 21 "4“ 35/?3 -j" 35Zf4-4- 21Bu 4- = 0;
« 6 = - y « o - f i , - 3 f i 2- 5 « s- ó / j í * - 3 / í 5 ;

En resumen,
« o = l, Zí,.= - - i , » 2= i - , /?3- 0 .

« i= ° *
Demostremos que t o d o s l os n ú m e r o s do D e r n o u 1 1 i
de s u b í n d i c e s i m p a r e s m a y o r e s q u e l a i n i d a d s on
iguales a cero:
^2/í+i ~ 0 (k —1, 2, 3, .. .)•
Para demostrar esto, sustituyamos z por —z en el desarrollo

■*+Tf 21 (7.2:12)
30 0 CAP. III INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

obtenemos
—*x _ zt2
ZeZ_____________D Di Lh 9«
Lí2 *hJ ,-3 .
V’
<?-*—1 (<?-* — 1)** «*—i “ T T 2 ^ 2! 2 31 23 “í” ' * ’ »
o bien, restando esta última relación de (7.2:12),
-f?z B'jjk±i_ 7í/<+l
^ —| (2A+1) f ...
De aquí, Ufándose mi la unicidad del desarrollo en serie de poten­
cias, se deduce que:
2 £ j = — 1 , B b= B b — . . . -= /?2A^i = . . . — 0 ,
como se quería demostrar.
Aplicando la propiedad demostrada de los números de Bernoulli,
se puede escribir el desarrollo (7.2:12) en la íorma;

g - \ _ JL -i- V Ü2)t zih (7.2:13)


* — 1 2 1 2 j (2Ar)! z *

Como los puntos singulares de la Junción i - — ~ i ■ más próximos


al origen de coordenadas son z{— 2n¿ y z2 — — 2:li (en estos puntos
la Junción no está definida y no puede definirse de modo que se
conserve la continuidad), el radio de convergencia de la serio (7.2:13)
es igual a 2ji. De aquí que, según la fórmula do Qiucby-Hadainurd,
se deduce que:
jJÍ2_l
n!
y como B2a+i *0 (h - I, 2, 3, . . . ), se tiene:
S ' i / i g 1
A-kt * Z%
Debido a esto, para cualquier 8 > 0 existe un conjuuto infinito
do números que satisfacen a la desigualdad
(2*)1
l^2A| >
<2¡ri+e)**
es decir, (|ue son extremadamente gran das en comparación con sus
subíndices 2A*.
Del desarrollo (7.2:13) so pueden obtener sin dificultad los
desarrollos de las funciones z cotgz, tgz y zeosecz. Representemos
cotgz en la forma
eos . *l* h '-|T
■— l -------- ' i +
colg z = sen z i
C*£—í?“*r e*íz —t *2^—1
S 7 METODOS Olí DKSARHOLI.O 1)E 1.AS FUNCIONES 301

de donde
. i 2 iz
z cote z = iz ----:----- .

l.a función ^ z ^ se puede desarrollar según la fórmula (7.2:13)


si se sustituye en esta fórmula z por 2iz. Como la serie (7.2:13)
era convergente para | z | < 2 j i , la serie nuevamente obtenida será
convergente para |2 ¿ z | < 2 j i » os decir, para | z | « < j i .
Así, pues.
2 i: 2¿3 _i_ V D2k (2«)*'‘ ^ = i—iz.\. y (— i)h
1
é2**—1 12 2 j (2fr)I
h=l /¿=i
y, por consiguiente.

zcotgz — 1 - 2) (—*)* ¿lk^ Vl • (7.2:14)


h-l
Para obtener el desarrollo de Taylor de tg 2» es roes fácil
observar que
cotg z — tg z 2 cotg 2zy
de donde
tg z -r cotg z — 2 cotg 2z.
Sustituyendo en la fórmula (7.2:14) z por 2z. obtendremos una
serio que es convergente para | 2 z | < J i r es decir, para | z | c - ^ - :

2z colg 2z- 1 + ^ ( - i)* - S f - *” '• (7.2:14')


k=*l
Restando término a término (7.2:14') de (7.2:14), bailaremos:

zcotgz — 2zcotg2z = zi gz = 2 ( — 1j*2* * ^ ^ ^


ll*mi
o bien

t g z = 2 ( - l ) » - » ^ * ? ^ , 1* * » *»-«. (7.2:17.)

Del método mismo de obtención de esta serie se deduce que


ésta es convergente si \z\ y que -y es el radio de con ver-
362 CAP. IIí INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

gencia de la serie (esto se debe a que los puntos son


* ¿
singulares para la suma de la serie).
Pasando a examinar la función zcosecz, oljs6rve.se que
C, 2 Z
coarcos-5-+ sea rsen-s- eos -r
cotg z + tg y —------------ :---------— ——cosec z.
son 2 eos son z eos —

Sustituyendo en (7.2:15) z por obtenemos una serie que será


convergente para j y | < - | - , es decir, Para i * | < n . De aquí y dol
-desarrollo (7.2:14), que también os convergente para | z | < j i ,
hallamos:

íc o ü c c z = zcotgz + 2 t g - ^ = 1 I- (— Ba z%h- (7.2:16)


fc—1
Hallemos, finalmente, el desarrollo de seo 2 . Como los puntos
singulares de la función más próximos al origen de coordenadas
son: z — — y z = - y , el desarrollo buscado posee el círculo de
convergencia: | z | < ~ . Para hallarlo, apliquemos el método de
•división do series. Tendremos:
secz = 1 eos Z2
1
zi
4“~2T+ 4Í •••+(—D ^2fc)f
= a0-raiZ —a2z?— . . .
•Como sec z es una función par, todos los coeficientes de las poten­
cias impares at% a3, a5, . . . son iguales a cero:
secz ------ “B---- + ■+-... (/.2:17)
i __ i L_l j :___
21 + 4!
Está admitido escribir los coeficientes #0, a2, <i4l . . . de este
•desarrollo en la forma
¿2k
«2/1= ( —1/ (2W (Af-Ü, 1, 2, ...).
Los números E2h* determinados do este modo, se llaman n ú m e r o s
<de E u l e r . Escribiendo de nuevo (7.2:17) del modo siguiente:

1 “ (* _ l r + T r “ ‘á ‘+ • • • ) ( * • “ ■§■ •■•)
§ 7. COMPORT. DE LA SERIE DE POTENCIAS EN LA FRONTERA 3G3

y efectuando la multiplicación en el segundo miembro, hallaremos

de donde
¿V
21 ^ 21 —0;
Eq E2 i Ek
41 ^ 2 ! 2 ! + "4T
E2
GI 4T2T + "snr

listas ecuaciones permiten hallar sucesivamente los números do


Euler. Obtenemos:
E0= 1, E2= — i t Ek = 5; £ e= - 61, JE1* — 1385___
Sit en general, se han hallado los números E0, £ 2-. ^ - 2*
para determinar E2n se tiene la ecuación
Ep E2 *4
(2 n ) l (2n—2)1 21 (2n —4)! 4! (2«)íl r = o .
o bien
^o~r ( ^ ) ^2~1- ( ^ ) • • • + {^2n—2) ^«-2 + ^ 2» —0*
De aquí que, si los números Ec, £ 2» •••» £'¿n-2 3011 enteros, el
número E 2n también lo será. Pero los primeros números hallados son
enteros. Por consiguiente, todos los números de Eulor son onCeros
El desarrollo do sec z se escribo definítivamenlo en ln forma

se c z = 2 ( - l ) ' * . | £ * r z’ \ (7.2:18)
lt
Esta es convergente para \z Los números do Euler E2*, que
figuran en el desarrollo, se determinan cúmplelo me ule pur las
condiciones:
E0 = i f E0-|- ^ 2 ) B24- ( ^ ) E kA- . . . -y- ( 2n _ 2 ) Bzn-2 -L 0
(w « = l, 2, 3, . . .). (7 .2 :1M)
7.3. Aquí estudiaremos algunas cuestiones ligadas con el comportara ¡en to
de una serie de potencias en la frontera del círculo de convergencia. Los ejem­
plos más sencillos do series con el radio de convergencia = 1 muestran que
en la frontera dol circulo de convergencia la serio puede sor divergente en cada
364 GAP. n i INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

punto (la serie geométrica: + puedo ser


convergente on unos puntos y ser divergonte en otros ^la serie *— • ••
2n
. . . 4- (— 1)n-i — + . . . es comrorgonte para 2 = 1 y es divergente para

2 = — i j y, finalmente, puede ser convergente en lodos los puntos de la fron-


2 f 3 ¿n
la serie Z + - p - + - p - ■+■ . . . + -f- . . . es convergente y, además,

absolutamente, on toda la circunferencia unidad^ .


Ocupémonos primero de establecer algunas rotaciones entre la convergencia
de La sene de potencias en algunos puntos de la frontera del círculo do conver­
gencia y el comportamiento de la suma do la serie en este círculo.
Obsérvese que, en todos los casos, sin restringir la generalidad de los re­
sultados, se pueden considerar series do potencias con el círculo unidad de
convergencia y suponer que el punto frontera en el cual es convergente la serie
de potencias i*s el punto 2 = 1. En efecto, el caso general de la serio

«o-l (w-Co>-r•••+«*(C-to)M
- «1 + •••
con el radio finito de convergencia R y con el punto do convergencia £(,
l£| — se reduce al indicado mediante la transformación lineal entera
z> ^ oQ
Si—wo *
El primer resultado cu esto sentido, por el tiempo y su Importancia,
pertenece a Abel.
S e g u n d o t e o r e m a d e A b o l. S i la serie de potencias
«o + ajz-l- .. . -í-a/tzn- |- . . . (7.3:1)
es convergente, en el punto frontera del circulo de convergencia 1 = j, entonces,
si el punto 1 del círculo unidad tiende al punto 1 por el interior de cualquier ángulo
g(j do magnitud 20 c n con el vértice en el punto z = i , el cual es simétrico
respecto del efe real, la suma de la serie de potencias f (2 ) tiende a un lim ite
tju* es igual o la suma de la serte en el punto frontera, és decir,

lim /( * ) ~ V an. (7.3:2)


2-1-1 0
D e ni o 3 1 r a c i ó 11. Consideremos la diferencia

\ <j>= 2 «h- / m =23««o - s ‘).


u u
Jtepreseiitémosla on la forma

Ms)-2¡«*<l-sí‘>+ S
1) n+l
O-3:3)
donde n es un número natural fijo.
El primer término del soguudo miembro tiende a cero cuando 2 tiende a 1.
T’or lo tanto, para demostrar el teorema os suficiente cerciorarse que el segundo
| 7. COMPORT. DE LA SERIE DE POTENCIAS EN LA FRONTERA 365

termino puedo hacerse arbitrar ¡amento pequofio en el interior del ángulo gQ


•cuando n es suficientemente grande. Con este fin consideramos la suma
rH-p »i4-p
y «(.a—s'')=(i-i) y «*o+;+...-r¡k- i).
n+l n“ t
m
introduciendo las notaciones: 2 ah “ a m (TO~> n)« «n ™ 0 , do modo que
n+l .
= ah — ah-1 (fc = n + i. - . haciendo luego 1 + * + . . . + ■= bk
y aplicando la transformación de Abel (cap. primero, ap. 3.4) tendremos:
n+p n+p
2 ak (1 — **)*■(* — t) 2 (<*&— «fc-i)
n+l n+l
n+p~l
= (1—z) [an+p&n+j> S (afr+l “
n+l
n+p n + p —1 n + 7)--1 h_
■d - D ln+1
S «» 20 * - 2 <n2+ l- > ) s+ (7-3:4)
n+l
n -P n+p n+p «+p 1
Como las sumas ^ <tfc = (l — z^) = 2 au ““ ak*h» 2 a* y 2 2Íi
w—1 n+l n-+ l n+l 0
tienden a límites finitos cuando p -► oo (sus series correspondientes son con-
n+?>
vorgenios), también tiene quo tender a un limito la suma 2 {2 aj)
n f 1 n-| 1
Pasando a limites, de (7.3:4) obtenemos:

2 « » (i—**)■=(!—*) 1 2 2 ( 2 " j) *fil=


»+i n+l 0 n+l n+i

= n2+ l «»-(!-*> n2+ l (n2+ l aj)*"- <7-3:r’*


Seu k un número positivo arbitrario. Tomemos n tan grande, n > N (k)
que so cumpla la desigualdad.
k
S ° dI <^ —r
ecosO
-
n -t 1
para cualquier k natural. Entonces, on particular, tiene quo sor:
rr>
e eos 6
2 "*K ‘
n+l
Por consiguiente.
. e eos 0 e coe 0
j2 — *h)\< 6 ‘ á6.
n+l n+I
3C>6 CAP. Iil INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

Poro cerca dol vértice del ángulo ?o y on su parto de comprendida entre


los lados del ¿ngulo y el arco de la circunferencia cou el centro en el origen
de coordenadas que es tangente a los lados del ángulo (fJg. 64), so tiene:
A B -A B ‘= A C A C \
do donde
A lt | 4— r | AC' , AD „ AD 2
AC fl— | x | ” AIT AE ^ AF = cos0 *
es decir,
1 1 — z | eos 0 < 2 (! — |*J).

Por lo tanl.ii, para s £ du y n > N (e) so verifica la desigualdad

1^0 ,» bJ fcoa0 , e
¿í ‘" ■ o -- > K — g- + ' 3< y -
*+i
Fijando un n^>iV(e) y tomando después 6 (e) de modo que para

1 —z l< (e) en el interior de do so cumpla la desigualdad


n

o
ol leiidromos de (7.3:3):

I | ; < i i k - / ( * ) | < « ( - € d o . 11—z I < 6 (e>).


o
de dumle so deduce que
* 7. COMPORT. DB LA SERIE DE POTENCIAS EN LA FRONTERA 367

Como ilustración del segundo teorema (le Abel, consideremos la serio-


OCJ

logarítmica (— l)n“* •— .
2

i
Demostremos, ante todo, que esta serie converge en cada punto
de la circunferencia unidad, distinto de — 1 .
Para esto apliquemos el teorema del ap. 3.4 del cap. primero.
Haciendo nfc= ( —l)*4-*eih* y &* = -£•, tendremos:
i * i i JL i i i \ n ,i ( n + l |9 ■ «
12 * H 2 < - . '“ I - I --------1< 7 7 ^ 7 ■

0 son, las sumas 2 aft cstím «catadas uniformemento (respecto do n) en valor


i
absoluto.

Por otra parte, 1 bk | = ^ , por locual la serio 2 I b
i
co
os convergente. Do aquí, según el teorema citado, la serie 2 ahh¡t ~
i
ci/tO
= 2 í —l )* " 1 — os convergente, lo cual se afirmaba,
i oo
Pero si \z \ < 1, lu suma de la serie 2 ( —'l) * ” 1 <*s /(*) —ln (l-f-s) =
i
« l n 1 1-hs |H-í a rg (l + z). Por lo tanto, según el seguudo tooroma de Abel,
1nrn ruulquier 6 ( —J i < 0 < n ) . so tiene

y¡ ( —O11' 1—c—— Ünii (n(1 + í) = ln|l + í'e | +

— l a rg (t-f r l8) = ln V O -^cos O)4 -!-sen2 0 -r-

+■** "r« [ • ' 2 ^— ir — ] = ln (2 cos y ) + 1i ■


Separando las parles real o imaginaria en esta relación, obtenemos dos
desarrollos un serios trigonométricas que son convergentes para —ji < 0 < a :
<7?
cos fcO
ln ( 2 cos-|-) = 2 (— J)11' 1

o 2
3r,g GAP. ¡11 INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

En particular, para 6=0, de la primera fórmula resulta:


ln 2= 1— j + -g— ^ + ...
y do la sogundu, para 0 = ~ :
¿
ü = i _ i i_±_±4.
4 3 h5 7+ ‘
no

Veamos también como ejemplo ln serie bínomial ^ ( * ) *n, donde


0
y/ an \I —a—-----^
(a—1) . . . (a—/>-M) . complejo:
---- ------ —- y a es un número . . , ,
a = P4-íy. supon­
gamos primero que P > —1. Designando con Xn el módulo de la razón
( T ) : ( n “ i ) ’ su lion,f:

~ lIl <+P
n n
I| lV / l 2 1~n P I n'2

Sea P' un número real que satisfaga a la condición P > P ' > —1. Entonces,
para «>JV(P'>, tendremos:
< 2 (f l-P ')
y, por consiguiente.
> .„ < /i- 2 Í ± S + 2 ^ =
1 + 5 1 ,'
i \i-i-r
n
o bien
, „ n,+p'
<■ (/l+i)i+p'
. .j. 14-fl' —l1^*
♦) Como
1 \-<1+fn 14-p' 4-
1-
(<+¿) =

( i+ P 0n»( i+ 4 ) < i+ P ')(t+«3-|-)(1 + T -) 4-...


y para *4-P' < i los términos do esta serie decrecen en valor absoluto, se
ttenot ( i + i . ) (,+(,1> t - l ± £ l
i 7. COMPORT. DE LA SERIE DE POTENCIAS EN LA FRONTERA 369

(.Escribiendo las desigualdades análogas para lus valores N lP') + l,


N ;< y multiplicándolas término a término, obtendremos:
k/VíP'1-f-1 *^AT(P' }+2 * ^ n < ‘PjVlft'H-2 **• I4»»
<i bien, sustituyendo X y \i por sus valores y simplificando.
\ ( a \ 1 | a ( « —1) .. • (a— w-H) I .. C (P‘)
I V" / I I «1 I (/i + 4)1+íJ/
Aquí mediante C (P') se ha designado el valor, quo no depende de w.

c<pHUWIt*<M
+1|*+l-
Do aquí quo la sucesión de los coeficientes | ( * j j* de la «'rio binomio 1 con-
vorgo a cero si P = lie a > — 1.
Cuando p >■ 0, el número p', que está sujeto u la única condición — 1 <
< |i' <. p, se puedo tomar positivo.

Como la serie es convergente para p' >» 0 , de las desigualda­


? < » + « ,+|r
des obtenidas se deduco que la serie binomial es absoluta y uniformemente con­
vergente en todos los punios do la circunferencia unidad si 6 = Ro a >■ 0 .
Observando que un el interior del circulo unidad ln suma de la sene bino-
mial es (1 + *)° -* exp [a ln (1 -f *)J, en virtud del segundo teorema de Abel,
bailamos:

2o (:F”e=,¡v0 ,+t)a-
Si «t0= —1, obtenemos, que lim (t-|-z)a = 0. Para e10——1 (—n < 0 < n ) ,
i-»-i
se tiene:
Iln> (1 -f *)“ = (1 + «,0)a=exp |a ln (t + í ‘ ° ) 1 =-

= rap { a [ln ( 2 c o s l ) + < i ] } =

= ( 2 w s | - ) ° ( eos ^ + í sen ^ ) .
Por consiguiente,

0
4 )-
En particular, si a es un número real, separando las partea real o ima­
ginarla, obtenemos:

* ) cos»0 = ( 2eos ! • ) “ c o a ^ -. S ( * ) sen "0= (2 c<” t ) ° s*n IT"


o o
2 4 -1 1 9 9
370 CAP 1)1 INTEGRALOS Y SERIES DB POTENCIAS

Dol método do obtención do estas series so deduce que ellas son absoluta
y uniformemente couvorgentes en el segmento [0 , 2 a].
La proposición reciproca al segundo teorema do Abel no es justa. En efecto.
OP

para La serie geométrica ^ su suma _ tiende a un limite finito, igual


o
a - —* t cuando z so aproxima a cualquier punto e*® de lo circunferencia
■JO
unidad, distinto de la unidad, a pesar de que la serie y eine es divergente en
V
rada punto de lu circunferencia unidad.
Sin embargo. Imponiondo algunas restricciones ospccialos a los coeficientes
de la serie, se puede afirmar que de la existencia del limito lim / (re*®) (aquí
*•-*i
el punió z =■ re*® tiende al punto frontera ¿*® a lo largo del radio) se deduce
la convergencia de la serio de potencias en el punto **®.
lio aquí una de las proposiciones de este tipo.
T e o r e m a d e T a u b e r. S i los coeficientes de una serie de potencias,
con el circulo unidad de convergencia, satisfacen a la condición
lim na,i = 0 (7.3:0)
n-too
y existe el límite
lim 1 (x) = A,
x-*l
oo
entonces la serie ^ an es convergente (su suma es igual a A).
i)
Demostración. Obsérvese primero que de la condición (7.3:0) se
deduce también que

2 » K I
lim —---------- = 0 . (7.3:7)
m-»oo m
p.
En efecto, para cualquier e > 0 tendremos que tener n \a n \ para
n>AT(e). Fijemos un n —no que satisfaga a esta condición y hallemos una

S-I-I
cota para —■——------ cuando m > n0 dol siguiente modo;
m no m no

i_______ _J_____ | noHpl >• _1______ ,


m m ' m ^ rn
«o
2 » k . i
. (m—i»o)e .. i
2m ^ m +T ’
| 7. C O M FO R T. D E L A S ER TE D E P O T E N C IA S E N LA F R O N T E R A 371

Pero si m us suficientemente grande* tendremos, evidentemente:


nn
2 n I a" I
■<T‘
y, por consiguiente,

2 "i i
—-——----- < c para m > max i JV (e). A/},
de donde so doduco la relación (7.3:7).
Examinemos el módulo de la diferencia
D n oo

12 ( *>|—12 «fcU— 2 ***■'*|**


í> O n+1
n ol>
< « - * ) SO r«»i(H -*+ ••• i **-•>+ n+l2 i «* i **<
V 11 a* I oo
< n{l_ « ) _E__----- + 2 * | n)k| . ^ - . (7.3:87
n+1

Sea m \ am | y f adem ás,----- —------ < para m > M (b); entonces para
n > M (e), de la relación (7.3:8) deducimos que
n oo

S ' ,‘™
= T [* <‘-*)+ i T = t] < T ['* “ - x> + ■
Por consiguiente, paro 1— y n > A /(e ):

O
de dondc.se deduce que existe el límite
n
lim ^2
n-*-oo lim / (\ 1—4")
a h = n-»oo n/
O
cx>
o sea, la serie 2 ak es convergente (y su suma es igual a A),
o
24*
372 CAP. HI INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

121 teorema queda demostrado.


12 n condicionas más Ronera les también tienen lugar proposiciones análogas.
Precisa mentó, es suficiente suponer qne la sucesión } sea ac-otada, en lugar
de exigir que convorja a cero. La demostración do este teorema, perteneciente
a fiardy y Littlewood, os mucho más complicada que la domostración dol toore-
mn do Tauber. Obsérvese guo la sola tendencia a cero de los coeficientes de la
serio de potencias no es suficiente para quo sea cierto un teorema análogo al de
Tauher.
En el ap. 6.3 se demostró que en la frontera del círculo de convergencia de
una serie do potencias siempre existe al menos un punto singular de la suma de
esta serie. Surge la pregunta: ¿Hay alguna relación entre la distribución do los
puntos singulares en la frontera dol círculo de convergencia de una serie de
noteucias y los puntos de convergencia o divergencia de esta serie en la misma
Iron lera?
Los ejemplos con los que comentamos este apartado muestran que aquí
oo
VI sn
no hoy una relación simple. Por ejemplo, en el caso de la serio 2 j “ a- d radio
tle convergencia es igual a 1 y, por consiguiente, en la circunferencia unidad
existe al menos un punto singular de la suma de esta serie. No obstante, la
serio es absoluta y uniformemente convergente on toda la circunferencia unidad,
en particular, es absolutamente convergente también en el punto singular.
CQ
En el caso de la serie geométrica ^ zn, (pío representa el desarrollo de la función
o
——- , todos los puntos de lo circunferencia unidad, distintos de z = 1 , son
regulares y el punto * = i fts el único punto singular. Sin embargo, esta serie
es «livorgente en todos los punios de la circunferencia unidad, tanto en el punto
singular como en los puntos regulares.
En los fenómenos que nos interesan se pueden observar algunas leyes some­
tiendo a ciertas restricciones las series de potencias consideradas. Así, por
ejemplo, resulta lo siguiente proposición.
T e o r e m a d e F a t o u. S i los coeficientes de la serie de potencias (7.3:1L
con el circula unidad de convergencia, tienden a cero: lim an *= 0, entonces la
n-*oo
serie de potencias es convergente y, además, uniformemente, en todo arco de la cir­
cunferencia. unidad, cuyos punios son lodos (incluyendo los extremos del arco) regu­
lares para la suma de la sene.
D e m o s t r a c i ó n . Como se deduce del enunciado, en el teorema se tie­
nen en cuenta solamente aquellas series do potencias cuyos coeficientes tienden
a cero, para las cuales existen puntos regulares en la circunferencia unidad.
Puede servir de ejemplo la serio logarítmica

2 c -u ~ ^ .
l
cuyos coeficientes tienden a cero y la suma In (1 -+- z) tiene el único punto sin­
gular z 1=9 — 1. Y, en efecto, cu la pág. 367 so domostró quo la serio logarítmica
os convergente on todos los puntos de la circunferencia unidad, a excepción dol
punto z =* — 1. Para la serio geométrica cuya suma cs ¡B^al * ^_s y,
por consiguiente, todos los puntos de la circunferencia unidad, a excepción del
punLo z — 1 , son regularos, el teorema, evidentemente, no es aplicable, puesto
§ 7. COMPORT, DE LA SERIE DK POTENCIAS BN LA FRONTERA 373

que la sotío geométrica es divergente en todos los puntos do la circunferencia


unidud. Pero esta serie no satistaco n las condiciones dol teorema ya que sus
coeficientes no tie n d e n a coro.
Para demostrar el teorema, supongamos que cada punto de un arco o do !o
circunferencia unidad os regular para la suma / (2 ) do Ja serie. Esto significa quo
cada punto £ 6 o (incluyendo los extremos del arce a) posee un entorno V en
el cual existe una función analítica ^ (3 ) aue coincido con / (2 ) en los puntos
comunes r (/; y a la circunferencia unidad. Adjuntando los puntos de lodos
los onlurnos (£ 6 a) al circulo unidad K, resulta un recinto A, para el cual

todos los puntos del circulo A' y todos los puntos del arco o son interiores.
(Compárese con los razonamientos del ap. (i.3, donde el papel del arco 0 desem­
peñaba la circunforonda entera).
Definamos en el recinto A una función (2 ), haciéndola igual a / (2 ) en los
puntos del circulo K e igual aij:- (2 ) en los puntos de los entornos (j\ . La función
obtenidaqv (z) será uniforme y imuülíca en el recinto A. Como ésta coincido con
/ (r) en a , su serie de potencias coincido con 1a serie (7.3:1).
A continuación hablaremos precisamente de la función 1 (2 ) y de ia serie
de potencias misma (7.3:11. Designando con p > 0 Ja d isi unció desdo a basla
la frontera dol recinto A (esta frontera incluye una parte do la circunferencia
unidod), tomemos en la circunferencia unidad dos puntos £t y £2 . 1)0 situados
en el arco 0 y separados do sus extermos próximos cn-£- ; entonces el arco £iÍ2
pertenecerá en loramente al recinto A y contendrá al arco o. Tracemos los radios
0£t y a y prolonguémoslos fuera de la circunferencia unidad en la longitud .
Unamos, finalmente, sus extremos mediante un arco de circunferencia, obten­
dremos un sector circular 02tza (flg. 05) que, como se deduce de su construcción,
está enleramcnto situado en el recinto A y contiene en su interior al arco o.
00
Nuestra tarea consisto en demostrar que la serio ^ <inzn converge uni Tor­
il
memento en el orco o. Demostraremos esto estableciendo a la voz que la suma
374 CAP. III in t b o r a l e s y s e r i e s d e p o t e n c ia s

de la serie es igual a ^ (s). Con este fia, consideremos la función

donde
<P/» (*) =tM») — (« 0 + «!*+ ••■ + «n*n)-
00

En el intorior del círculo unidad, donde la serio 2 a***» es convergente, esta


o
función puede expresarse en la forma
00 n

<**-.(«)=J — ¡ñ*r----------------------------------------------------- (*-£«)<2-&>


por consiguiente, os analítica en un entorno del origen do coordenadas. De
a fórmula (7 .3 :9 ) se doduco que ésta es analítica también on lodo el recinto ó
(donde la función (fa (z) i|> (*) — 2 ahzk es analítica).
0
Para la acotación quo necesitamos, la función co^ (z) es más vnntajosa aue
la función (z). Precisamento, en los puntos de frontera del sector situados
fuera del círculo unidad, puode utilizarse el hecho de quo el módulo dol dono-
minador del quebrado | z Ia 4 1 es muy grande (para valores grandes de n), mien­
tras que on los puntos de Los radios que son próximos a ^ o a ias diferencias
respectivas z — & y i - J j son muy pequeüas en valor absoluto.
Después de ^estos explicaciones, acotemos superiormente el módulo de
con (z) en distintas partes de la frontera del sector.
Sea e' un número positivo arbitrario. Elijamos N (e') de modo que sea
| a* | < e' para k > N (e'). Entonces, on los puntos pertenecientes al inter­
valo 0$ 1 (o al Jntorvalo 0£2)» tendremos: (/» > N (e')):
o
^ —23 a**'4
I«»(«) i = | — ¡rrq— (* -w (*-W

n+l «+l
Observando que
co
S IM"-n-1= — 'i j t . I*—Cil“ i —1*1 y l*-t*l<2.
n+ 1
obtenemos:
| ton (3) | < 2e' para n > JV' (e).
Examinemos ahora | <ú„ (z) | en el intervalo fax (o en k*.j. Dosignemos el
radio 1 + -jj-del arco del sector modiunte i?. Observando que | z — £1 I —
= 11 | — 1 , | x — k I < I * I + I £* I < 2 J? y designando con M el max | (2)l
| 7. COMFORT. DE LA SERTE DE POTENCTAS EN LA FRONTERA 375

en el conjunto de todos los puntos del sector» para n > *V (e'), tendremos:

+(*>—2 ¡a**k
K , W l = | --------j r S ---------< * - t i ) ( * - t í ) [ <
u N(e')

< ----- ¡Tj^i----- ( M - D M - M ------- J j p j ------ ( |* |- i ) +

2 j I «te I 1*1'* IWl


+2ff‘V(,'"t¡1t|„?i---- (|*m x m (jí+ 2 l«*l^)-]7^r+
N(e')
+**' s l,',|j7M-“ 2fl(A,+ 2 I 1 ) ÍtW' +
iV(e')-H o

f 2/?g- lt r l - N jMe>+1 1^1-; < 2 fí[M + 2 K * ‘ ) i i t i - + 2 « e '.


o
Pero
M - l ^ 1*1-* 1 s \
“f T p r ^ |z |n+i—l J* |/‘+ ... + l •" «-hl *
Por consiguiente»
N<a'>
2« (A f+ 2
I<■>„(J) I< ---------
y podomos elegir ol número Art (e#) N (e') de tal modo que, para n > JV* (e'),
el primer sumando del segundo miembro do la desigualdad sea también menor
que e', y» por consiguiente»
|fcV (* )l< (2 /?+ l)e' P*™ n>JV 1(e/) > N (*’).
Hallemos» finalmente» una cota para el módulo |ú>a (2 /()| en los puntos
del arco z ^ (incluyendo sus extremos zi y Aquí se tiene: U —ti I < 2/f,
( t - £ 2|< 2 * y
n N(e')
A f + S l« * |f l" M+ 2
l * b W I < -----|ñ7I----- « * - * ------ p=I------+
N(e')
2 1 | 3fH-2l«hl^ 2 &
-M
Ar<c*)+I
< 4 - y , N te2± l_<
#n-i Rn-l T- «o /jrr-i ^
i\(e') A'(e')
A Í + 2 l ^ l J?fc ^ M+ % {a^R*
^ A ____¡(n-1P -+ , 8/f» ,
< + 1/ l^- =1 4 - +— "
37f> CAP. III INTEGRALES Y SERIES DE POTENCIAS

Tomando AT^e') > (e') > N (e') de modo que el primer sumando det
segundo miembro do la desigualdad sea menor que e' para n >JV z (£')' oblo-
nomos:
(-— -+ l)
Obsérveso que on el punto z » 0 , <nn (2 ) tiene ol valor i£z (igual al
llm<t)n (;))r do modo que Jo>n (0 ) | =»| <*n+i | < e' pura n > A r {e') y en los
t-+0
Íauntos
frontera
y **=£2 , tún (z) so anula. Por lo tanto, en lodos los puntos do
del sector, para «>AT 2 (e')t so tiene:
l < M ; ) l < ( - ^ + l ) e ' = max-{2e', (2/?+i)e', ( — + <) «'} •
En virtud del principio dol módulo máximo, esta desigualdad se verifica
también en los puntos del arco o. Pero

* (*)—2 ahtk
- — prr¡— ti) (*—£¡)
y en los puntos dol arco cr el módulo 1 <¡>n (2 ) | satisface a la desigualdad
n n
I «>n (*> l = | * « - 2 a*lfc 11 i - 5 . I U - í i l > 11 ( * ) ~ 2 a**'11 ( 1 ) * ’
o o
de donde
n

♦ » —2 “**k | < ~ *' ■=* i**1™n > N' («')•


o
Como e' es arbitrariamontc pequoño, de aquf 6 0 deduce el resultado pedido.
Como un ejemplo simple, consideremos de nuevo la serie binomial

2 (:)-«+»••
0
En la pág. 308 se demostró quo lim ( ^ ) ^ O si Re a > — 1 . Por esto
twa> •
razón, la serio binomial ti eno que converger en todos los puntos do la circun­
ferencia unidad quo son regulares para su suma (1 4 ~ z)a, o seo, en todos los
puntos z = r*® ^ — 1 . La convergencia es uniformo en todo arco do la cir­
cunferencia que no contenga al punto « = 1 ni en su interior, ni como uno do
sus extremos.
Obsérvese que dol hecho de quo los coeficientes do una serie de potencias,
con el circulo unidad de convergencia, tiendan a coro y de quo la serio sea uni-
funne monto convergen lo on algún arco de la circunferencia unidad, no se deduce-
ni mucho monos que los puntos de este arco sean regulares. Esto nos muestra
v JÜL
ol ejemplo do la soric Z para la cual, como ya se vio (púg. 340). todos
l 2fc>
0
los puntos de la circunferencia unidad son singulares.
8 7. COMPORT. DE LA SF.R1K DE rOTJOTCIAS EN LA FRONTERA 377

En conclusión, veamos el ejemplo, perteneciente a N. T.uzin, do una serie


do potencias cuyos coeficientes tienden a coro y la cual es divergente en todos
los puntos de la circunferencia unidad.
Consideremos el polinomio
(s) = 1 + . . . + :P - l =. .

En ©l punto £ = <?ie, situado en la circunferencia unidad y distinto do i„


el módulo do f p (£) tieno ol valor siguiente:
ípq tpe -ipe ¡M
i e 2 {e 2 s?n 2
ISP(*W) ¡^ “ le W ~ te e
senT
<? 2 (c 2 --« 2
Como para | <p1<.-~

^ . | 9 |< |s e n i p |< |q ) |.

para 0 < | 0 | < oh t o Demos lu desigualdad:

2
k p ( ‘i0) l > — T ^-
Ü1
2
Esta desigualdad es válida también para 0 = 0, puesto que gp (1) = p. Evi-
dentemento, para cualquier punto £« = existe un número entero A0, 0 <
2
< * 0 < p — lt tal que ol punto z — t p £© portenece al arco do la circun­
ferencia unidad para el cual | arg z | , Para esto valor ¿0, obtenemos:

I*p (* p ÍoO - ^ - p-
Por consiguiente,
¡nhi
ni/uc | gp (e p ¡q | > -£• p.
k-=o. 1, .. ., v—* **
Formemos abora para cada númoro natural /> ol polinomio

r / „ { i ) = e P W + ^ e p í* p =)+
!» 2 , 2n l p - l ) f
+ * 2' lt p ( e ~ p * ) + . . . + » l" - « p f p ( e p p).
Como gp (t) contiene términos con potencias de z desde cero basta p — I „
zfgp (e p z) contiene términos con potencias de 1 desdo p hasta 2p —■i, . ,
~ 2 ti(p —i) t
z<p-in>gp (e p 2) contieno términos con potencias do 1 desde (p— líp*
,T78 CAP. i n INTEGRAUE8 Y SERIES DR POTENCIAS

hasta p* — 1, on la expresión de 11p (z) no habrá términos semejantes y Hp (i)


será un polinomio de orado p* — t, cuyos coeficientes todos son en valor absolu­
to iguales a la unidad.
Pormemos, finalmente, la serie

n% (*) + 2 +<p- ,,VyJ0 (j). (7.3:10)


2 *P
■(jomo cudu término do la soríe que figura en el primer miembro representa un
2>í)linomio quo contiouc potencias de z desde 1 * -f- 2 * + . . . -|- (p — l)a hasta
I* ■+• 2 * -+■ . . . -f- (p — t ) 1 4 * p* — 1 . dos términos do la sorie no contienen
potencias igualo* de z. Escribiendo todas las potencias do z en orden (1o creci­
miento con los mismos coeficientes que poseen en la expresión (7.3:10), obtene­
mos una sorio do potencias:

2 «»*"• (7.3:11)
0
Como llm fxJl = 0 (| a n | — -^ 7 3 , donde p es un número natural que croco
7WOJ yP
Indefinidamente junto con n), la serie (7.3:11) es convergente cu el interior del
circulo unidad. Demostremos que ella es divergente en todo punto de la circun-
00
feroncia unidad. Supongamos lo contrario, y sea convergcnto la serie
o
donde | £ | = i. Entonces tiene que ser convergente también la serie
4 2nm i
2 — • +*-«•;»’*,<•"~ o,
lí¿ p< 0 0 , 0-vTn<rp * p

obtenida de (7.3:11) uniendo grupos determinados do términos vecinos en uno.


Tero esta última serio no puede ser convergente, puesto que sus términos no
tienden a cero:
2n m .
max * Ci*+...+<P-l>* {«Pgp(e P £)| =
m—O, 1........ ; -i | y p
2nm
max —— | g„(e
n = 0 , 1, . . . , p - 1 yp

Rosumiondo, la serie de Luxin (7.3:11) es una serie de potencias cuyos coefi­


cientes tienden a cero y la cual no es convergente en ninguno de los puntos de la
circunferencia unidad.
Del teorema de Fatou so deduce quo todos los puntos do la circunferencia
•unidad son singulares para la suma ae la 9 crio construida. En efecto, en los
juntos singulares ésta tendría que convorger.
Señalemos también que la serie do potencias
ao—«oí + « i*8 —a i *3 -i- . . . 4 - c*a*1»— a **8'*+1 -r *• •.
s 7. COMPORT. DE LA SERIE DE POTENCIAS EN LA FRONTERA 379

donde a^. a,, . . .t a k, . . . son los coeficientes do la serie de LuzLn, es con­


vergente on ol punto x — 1 (ya que lim a h = 0) y es divergente en todos los
A-too
demás puntos de la circunforonda unidad. En ofccto, suponiendo que ésta fuese
convergente on cierto punto £ 1, | £ | — 1, tendría que sor convergente tam­
bién la serio

y, por consiguiente, la serio


«o+ ai^ *+-•••+ 4- •- •»
o sea, la serle do LuzLn soría convergente en el punto 2 = £* de la circunferencia
unidad, lo c u a ! es imposible.
CAPITULO
CUARTO

DIVERSAS SERIES. RESIDUOS.


FUNCIONES INVERSAS
E IMPLICITAS

§ 1. PRINCIPIO DE COMPACIDAD
1.1. Como ya so sabe, de una sucesión arbitraria de puntos {zn}
siempre se puedo extraer una sucesión parcial convergente {zll#i}.
No obstante, el límite de esta última puede sor un numero impropio,
es decir, infinito. Para que el límite siempre sea finito es suficiente
exigir que la sucesión {z„} esté acotada. ¿Se verifican proposiciones
análogas para una siicosión arbitraria de funciones {/n (z)}, analí­
ticas en un recinto G? ¿Es posible afirmar, por ejemplo, que cual­
quier .sucesión tal contiene alguna sucesióa parcial de funciones
uniformemente convergente en el interior del recinto G (la función
límite, según el teorema de Weierstrass, tiene que ser analítica
en el recinto G)? Unos ejemplos sencillos muestran que para una
sucesión arbitraria de funciones analíticas puedo no existir tal suce­
sión parcial.
Consideremos, por ejemplo, la sucesión de funciones: z, 2z, . . .
. . nz, . . . en el círculo unidad. Esta convcrgo hacia coro si
z = 0 y hacia oo si z =?¿= 0, y cada una de sus sucesiones parciales
posee las mismas propiedades. Tomemos también la sucesión do
funciones z, z2, z3, . . zr‘, . . . en el círculo | z | < 2. Esta
converge uniformemente hacia coro en el interior del círculo unidad
y bacía el infinito cuando 1 <C | z | <1 2. Por consiguiente, cual­
quier sucesión parcial do la misma posee las mismas propiedades.
Evidentemente, en cada uno de los ejoinplos indicados no existo
ninguna sucesión parcial que sea uniformemente convergente en el
interior dol recinto correspondiente (en el círculo | z | < 1 en ol
primer ejemplo, y en el círculo | z | < 2 en el segundo ejemplo).
Diremos quo un conjunto infinito de funciones E (o una suce­
sión de funciones), analíticas en un recinto G, es c o m p a c t o
en este recinto, si cualquier sucesión de funciones {/„ (z)}, pertene­
cientes a E %posee una sucesión parcial (z)} que es uniformemente
§ 1. PRINCIPIO DE COMPACIDAD 381

convergen lo en ol interior do G. Los ejemplos anteriores muestran


quo la sucesión {nz} no os compacta en el círculo unidad y la suce­
sión {z11) no es compacta en el círculo | 2 | C 2.
Demostremos la proposición siguiente:
L e m a . St la sucesión {fn (z)} está uniformemente acotada en el
círculo K : | z — z0 | <C R* o sea, que existe un mímero positivo M tal
que para cualquier n se cumplen las desigualdades
\ f n ( z ) \ <M
en todos los punios del círculo K, entonces esta sucesión es compacta en K.
D e m o s t r a c i ó n . Consideremos los desarrollos de las fun­
ciones/„ (2) en series do potencias:
f n (2) - A ofn> + A ? ' ( * - Z o ) + . . . + A ? ' ( z - Z o ) * + . . . (1.1:1)
En virtud de las desigualdades de Cauchy para los coeficientes
de una serie de potencias (véase el tercer cap., ap. 5.4), para cada
p, 0 < p < t f . se tiene:
M n(P)
MÍ'K
donde
A/„(p)= max | fn (z) I < M.
f*~*Q l=P
Cuando p tiende al límite R , para cualquier entero no negativo k.
•obtenemos:
M f ’K - g - . ... ( 1. 1:2 )

Do aquí se deduce quo cualquier sucesión de coeficientes homó­


nimos de Taylor do las funciones fn (z) (es decir, de coeficientes do
una potencia fija de z) está acotada.
Utilizando esta propiedad, tomemos en la sucesión {fn (z)} nnn
sucesión parcial
/„;(*). / n i « ......... ! n m W ............ (1-1:3)
tal. que converja hacia cierto límite la sucesión de términos indepen­
dientes {i4¿"m)} correspondienles a los desarrollos do Taylor. Do la
sucesión parcial obtenida extraemos una nuova:
/nj(2). /nj(2). . . . . /„;,(*). . . . (1.1:1)
de modo que para ella sea convergente también la sucesión de los
coeficientes de la primera potencia de z — z0 en los desarrollos
de Taylor de estas funciones. En general, si ya se ha elegido alguna
382 CAP. IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

sucesión parcial de ínucionos


/ nlm) (2)í / M
Jro) (*)» • • • I / n(m) (Z)» * * • (1.1:5)
de modo que para ella converjan hacia límites finitos las sucesiones
de los coeficientes de los desarrollos de Taylor de las potencias
(z — Z(')°, . . (z — so)*"1, entonces extraemos de la misma una
sucesión parcial
/*(»»+1) (2)1 f (rn-1-1) (z)> • • •» / lm+1) (z)* • - •
i 2 “m +l

tal, que para ella converja también hacia un límite finito la suce­
sión de los coeficientes de (z — z0)m.
Supongamos que ya se han formado las sucosiones (1.1:5) para
cualquier natural m, extraigamos de éstas una s u c e s i ó n d i a ­
g o n a l , formada por las funciones que ocupan el m-ósimo lugar
en la sucesión de índice m. Obtendremos una sucesión
/vi(2)» /v2(z)» •••» /vm(2)» •••» (1.1:6)
donde se ha hecho vm= »JJl) y
/vm(*) = ^o%w> -h (*— * 6 ) + . . . + ¿ i y (* — Zo)* + • • •
Evidentemente, (1.1:6) es [una sucesión parcial de la sucesión
inicial {fn(z)}. Además, para cualquier entero no negativo k t todas
las funciones (1.1:6), comenzando desde la (k+ l)-ésima fun­
ción /v , pertenecen a la sucesión parcial
+!>(*)» /»£+«>(*)• •••* /„(k+i|W» -
Por consiguiente, para las funciones (2.1:6) son convergentes las
sucesiones de los coeficientes para cualquier número entero
fijo no negativo k. Hagamos
lim A(k m) = Ah,
7íl-*00

Como cada uno de los coeficientes Ákm satisface a la desigualdad


(1.1:2), esta misma desigualdad se verifica también para los núme­
ros Aki
(*-0,1.2,...). (1.1:7)

De aquí se deduce que


lim ]f\A h \<r^
| 1. PRINCIPIO DK COMPACIDAD 38»-

y, en virtud de la fórmula de Cauchy-Hadamard (cap. 3, ap. 5.1).


el radio de convergencia de la serie de potencias
Ao +- A i (z—Zq) . . . Ak(z —Zq)*-h • • • (1.1:8)
no es menor que i?. Por esta razón, la suma / (z) de la serie
(1.1:8) represonta una función que es analítica en el circulo K.
Demostremos que la sucesión (1.1:6) converge uniformemente hacia
/ (z) en el interior de K. Es suficionte convencerse que la
convergencia uniforme tiene lugar en todo círculo cerrado
|z —Z o lC p C /f.
Sea e un numero positivo arbitrario, tomemos un número
natural n0, de modo quo se cumpla la desigualdad

2 1 » (* )" < * ■
Entonces, debido a los desigualdades (1.1:2) y (1.1:7),

2 l ¿ <»m>|P“ < S J lí( 'f l ) n < T


n.H-1 no+1
y

no+l no+1
y, por consiguiente, para | z —z 0 | < P » tendremos:
oo
I / v m (« ) ■ - / <*) | | 20
= m
> - A " ) (* “ |
<

7*0 OL 09

2 M»m,lpn+ 2 m «I p" <


O t»o4- i no+1
no

< 2 M » m>- j4''lP" + 4 e- (1.1:10)


0
Como está aquí fijado y lim = An, para snti-
cientemente grande, se tiene:

2 M »m>—•4»lPB< - y -
ü
Por consiguiente,
l/v „« -/(* )l< « ( I * — * o | < P . m > m 9).
384 CAP- IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

Por lo tanto, queda establecida la convergencia imiíorme de la


sucesión (1.1:0) en el interior del círculo K, Hemos demostrado
quo la sucesión (1*1:1) contiene una sucesión parcial (1.1:6), la
cual es uniformemente convergonto en el interior de K. Con esto,
el lema queda demostrado.
Para enunciar la condición necesaria y suficiente para la compa­
cidad en cualquier rocinto G, convengamos en llamar a un conjunto
de funciones E u n i f o r m e m e n t e a c o t a d o e n el
interior d e l r e c i n t o G, si para cualquier conjunto
cerrado do puntos F del recinto G existe un número positivo M {F)
tal, que toda función / (z) £ E satisface en todos los puntos del
conjunto F a la desigualdad
\ f(z)\ <M(F).
Demostremos ahora la siguiente proposición:
T e o r e m a d e M o n t e l . Para que un conjunto E de fun­
ciones, analíticas en un recinto dado G, sea compacto en este recinto,
es necesario y suficiente que esté uniformemente acotado en el interior
de este recinto.
La condición del teorema es necesaria para la compacidad del
conjunto E. En efecto, supongamos que E es compacto y quo no
está uniformemente acotado en el interior de G. Entonces tiene que
existir un conjunto cerrado F de puntos del recinto G, on el cual
los módulos de las funciones pertenecientes a E pueden tomar valores
arbitrariamente grandes. En otras palabras, para todo número
natural n se pueden señalar una función fn (z) £ E y un punto zn c F
Liles, quo en este punto se verifica la desigualdad.
\fn(zn)\ ' >n (» = J, 2, 3, ...) . (1.1:11)
Como el conjunto E es compacto, de {/rl (z)} se puede extraer
una sucesión parcial {fnh (z)} que sea uniformemente convergente
on el interior de G y, en particular, en F. La función limito f(z) será
analítica en G y, por consiguiente, continua en F. Designemos
con Al' el utas | / (z) | ( < oo). Como, en virtud do la convergencia
uniforme, en todos los puntos del conjunto F tienen que verificarse
las desigualdades
\fnk ( z ) - f ( z ) C l para nh> N ,
se tiene:

en todos ios puntos del conjunto F y para todos nh >■ N. Pero esto
.conlradico al hecho de que los valores | /„ (z„n | son arbitrariamente
i 1. PMN’CIi'lO DF¡ COMPACIÜALl

^nnidcs (son superiores a nh). Do esta contradicción se deduce que


la condición del teorema es necosaría para la compacidad.
Domostremos que esta es también suficiento. Supongamos que
el conjunto de funciones E está uniformemente acotado en ol ¡nle-
rior del recinto G. Cerciorémonos primero que, para cualquier con­
junto cerrado F de punios del recinto Gy de una sucesión arbitraria
do funciones {fn (2)} pertenecientes a E, se puedo extraer una suce­
sión parcial que sea uniformemente convorgonle en F. Con este
fin, para cada punto z del conjunto F consideremos algún entorno
(J2, pertenecí en le a G junto con su frontera, y soa uz un entorno
con el mismo centro pero de menor radio (por ejemplo, dos veces
menor). Debido al loma de Heine-Borcl, existe un número finito
de tales entornos: ut %u,2, . . ., u2 , que cubren a F. En cada 11110
de los entornos correspondientes Uz (7 1. . . q) los módulos
de las funciones de la sucesión {f„ (z)} oslarán uniformemente aco­
tados:
1/. (i)|< /V /j. *6^1; (n 1 , 2 ,. .. ) .

Por consiguiente, según el lema demostrado, sí1 puede extraer do


{/n (z)l 1,na sucesión parcial {/v^ (z)} que sea uniformemente conver­
gente en el interior de UZi, se puede extraer de {/v' (z)} una sucesión
parcial {/v- (z)} que sea uniformemente convergente en el interior
de Ut2, etc-, finalmente, se puede extraer de {/vjxr—1>(z)} una suce­
sión parcial {/ve?> (z)} que sea uniformemente convergente on el
interior de Ux^ Por la construcción misma, la sucesión {/vj<p(z)}
converge uniformemente en el interior de cada uno de los
entornos U2 (j — 1, . . q), eu particular, converge uniformemen­
te en el interior do cada uno de los entornos uZj (7 = 1, . . ., q) y,
por consiguiente, también en el conjunto F que está cubierto pol­
los entornos u2j (7 = 1........... q).
Así, pues, para cualquier conjunto cerrado E a G, la sucesión
{f„ (z)} contiene una sucesión parcial que converge uniformemente
o n F.
Consideremos 1111a sucosión de conjuntos corrados {/\} (v =
= 1 , 2 , . . .), de los cuales cada Fv está formado por todos los
punios del recinto G cuays distancias hasta Ja frontera no son meno­
res que ^ (la causa deque el conjunto sea cerrado se debe a que
la distancia p (z, T) desde el punto z basta Ja frontera del
recinto G es una función continua de z (ap. 3.8. cap. primero) y, por
consiguiente, si z0 es un punto de acumulación para entóneos
25-111)9
386 CAP. IV DIVBRSAS SERIES, RESIDUOS

paro éste
p (zo>r) = íim p(«, r) > -i-
z-+*> v

Está claro que si v es sufi cien tómente grande (v > v 0), todos
ios conjuntos Fy no son vacíos; además, Fy+\ zd Fv(v = 1 , 2, . . .)
y, finalmente, todo conjunto cerrado F c G pertenece a todos los
>VI comonzando desde cierto v en adelante (si la distancia desde F
hasta la frontera del recinto G es igual a p > 0 , entonces os sufi­
ciente tomar -i- < p para que sea F c Fy), En otras palabras, {Fy}
es una sucesión creciente do conjuntos cerrados que aproximan a G
por el interior. Extraigamos de {/* (z)) una sucesión parcial {/M^ (z)}
quo sea uniformemente convergente en Fit extraigamos luego de
\]n' (z)} una sucesión parcial {/^ (z)} quo seo uniformemente
convergente en F2, etc. Resultan unas sucesiones parciales {/„£»*) (*)}
(m = 1 ,2 , . . .), de las cuales, cada una (correspondiente al índice
m) está contenida en la anterior y converge uniformemente en Fm.
Evidentemente, la sucesión diagonal
/ nfi (z)» * ■• •• /«í»7
m*) (2)» * ' *
está contenida en {/n (z)} y para cualquier natural n todos sus tér­
minos, comenzando desde f n(m) tu (z), pertenecen a la sucesión parcial
{/non) (z)}. Por lo tanto, la misma converge uniformemente en
cualquier conjunto Fm y, por consiguiente, converge uniformemente
en el interior del recinto G (puesto que, como se observó anteriormen­
te, todo conjunto cerrado F a G está contenido en Fn para m sufi­
cientemente grande). En resumen, cualquier sucesión de funciones
Un («)} conjunto E contiene una sucesión parcial que es unifor­
memente convergente en el interior del recinto G. con lo cual se ter­
mina la demostración del teorema de Montel.
En una serie de cuestiones de la teoría de funciones se introduce
un concepto más general que el concepto considerado aquí de com­
pacidad.
Diremos que una sucesión de funciones {/n (z)}, analíticas en
un recinto G% c o n v e r g e uniformemente hacia
el i n f i n i t o e n ol i n t e r i o r d e l r e c i n t o G,
si para cualquier conjunto cerrado F c: G y para cualquier número
positivo M , existe un número N = N (A/, F) tal, que en todos los
puntos del conjunto F y para cada n > ¿V = N (A/, F) se verifican
las desigualdades
6 1. P R IN C IP IO DB COM PACIDAD 387

Un conjunto E de funciones, analíticas en un recinto G, so llama


familia normal de funciones on este
r e c i n t o , si cualquier sucesión de funciones {/„ (z)}, pertene­
cientes a E, poseo una sucesión parcial {/nfc (z)} que converge unifor­
memente en el interior del recinto G hacia una función analítica o
hacia el infinito.
Debido a esta definición todo conjunto compacto de funciones
analíticas es también una familia normal. Por esta razón, la con­
dición de acotación uniforme en el interior del recinto G%siendo
una condición suficiente para la compacidad, será también suficien­
te para la normalidad. Claro que ahora esta condición no es nece­
saria, como esto se ve en el ejemplo de la sucesión de funciones
(z -i- n), la cual converge uniformemente hacia oo en el círculo
unidad y, por consiguiente, es normal. Al final del capítulo octavo
volveremos a estudiar las familias normales.
1.2. Una propiedad importante de los conjuntos compactos de
funciones analíticas viene dada por la siguiente proposición.
T e o r e m a d e V i t a 1 i. Si una sucesión (fn (z)} de funciones
analíticas en un recinto G%es compacta en este recinto y converge en un
conjunto de puntos eczG, que tiene por lo menos un punto de acumula­
ción perteneciente al recinto, entonces esta sucesión converge uniforme­
mente en el interior de G.
D e m o s t r a c i ó n . Debido a la compacidad do la sucesión
{/n OO}» de cualquier sucesión parcial de la misma (/n^ (z)} se puedo
extraer otra sucesión parcial {/nj (2)} que es uniformemente conver­
gente en el interior de G. Demostremos que todas las sucesiones
parciales de la sucesión {/„ (2)}, uniformemente convergentes en
el interior de G, convergen hacia una misma función límite / (z).
En efecto, supongamos que lim / v. (2) = / (2) y Lim (2) =
*->00 n *
= q> (3), donde {/vh (z)} y {/^ft (3)} son dos sucesiones parciales
de la sucesión {/„ (2)}, uniformemente convergentes en el interior
de G. Las funciones / (z) y <p (2) son analíticas en el recinto G (debido
al teorema de Wcierstrass); además, éstas coinciden en el conjunto e,
que tiene puntos de acumulación en el recinto G (en los puntos del
conjunto e existe el lim /„ (z); por osla razón, también tienen este
n-^oo
mismo límite en estos puntos las sucesiones parciales {/Vfc(z)}
y Í/m* (*)})• Por consiguiente, según el teorema de unicidad (cap.
tercero, ap. 6.1), las funciones / (z) y <p (2) coinciden en todo el
recinto G: <p (2) = / (z).
Demostremos que toda la sucesión {/n (z)} converge uniforme­
mente en el interior d esh a cía la función / (z). Suponiendo que no
25*
388 CAI' IV DIVERSAS SlvHlES. RESIDUOS

fueso cierta esta afirmación, tendría que haber un conjunto cerrado


F ci C% en ol cual {/„ (z)} no convergería uniformemente hacia
/ (z). Por consiguiente, existirían mi número positivo a y anos índi­
ces fih y los punios correspondientes zh del conjunto F%tales que
Ifnh (Zk) - 1 {Zh) I > a ( > 0), A- 1 , 2 , . . . (4-2:1)
Consideremos la sucesión {/rtjk (z)}. Esta contiene una sucesión par­
cial {/n^ (z)} uniformemente convergente en / \ para la cual, según
lo domoslrado anteriormente, la función límite es / (z). Por lo tanto,
If„k (*) —/ (z) I < a pnrn z £ F, n’h > N
y, en particular,
I (* * )-/< * > !< « (1.2:2)
para valores de k siificion temen le grandes. Pero las desigualdades
(1.2:2) contradicen a las desigualdades (1.2:1). Por consiguiente,
la hipótesis do que In sucesión {/„ (z)} no converge uniformemeule
en el interior do G hacia la función / (z) , no es cierta. Con esto se
termina la demostración del teorema do Vllaii.
Presentemos aquí una de las aplicaciones más simples del leo-
rmnn de Vi tal i, a la cual haremos referencia a continuación. Sea G
un recinto arbitrario del plnuo z y F, una curva rectificable del
plano w. Consideremos una función de dos variables F (z, u>), ana-
lítica respecto de z en el recinto G para cada w perteneciente a F.
Supongamos que esta función es continua respecto de w en T pan*
cada z £ G y está uniformemente acotada en valor absoluto en el
interior del recinto C para todos los puntos w £ I \ En estas condi­
ciones, se puede afirmar que la función
/ (z) = ^ F (z, w) dw
h
es analítica oii el recinto <?, y que cualquier sucesión de sumas
integrales
/„ (z) =- y /-• (2,
o
convergente hacia la integral para cada z perteneciente a tí *),
convergo uniforme mente hacia / (z) on el interior do G, En virtud
*) Si la ecuación do la curva V es cr —q> (í) la 0) y =• «p (¿J/0),
os suficiente oxigir que -■ max (0 ,”l í — tienda a coro cuando
co,
$ 1. PKJNMI'IO DE COMI’ACIDAD H80

del teorema do VVeierstrass subre las series de funciones analíticas,


os suficiente demostrar la última proposición. Pero ésta as conse­
cuencia inmediata del teorema de Vilali, pues la sucesión {/n (z)}
es convergente en el recinto G y está uniformemente aculada en cada
conjunto cerrado acotado E a G\

| ¡ „ (*) I o. M r, X | «pR*. - u R ' I v. M e L ,


IJ
donde M E es el extremo superior de |/*(z, w)| para z £ E y t¿>£r,
y L es la longitud de la curva 1\ Del mismo teorema de Weior-
strass se deduce que
0"‘J’ «T > UP)
yiwj ^ __ | ini V («C i —Wkl)) ■= j
tfs"' 0ím
o
para cualquier natural m.
Generalicemos la proposición obtenida para el caso muy impor­
tante en las aplicaciones en que T es una curva ilimitada: u?
— cp (/), a t <C p, I'711 <p (0 = °°« Pora la cual cada arco J\:
a *C t ^ t C f> es rectificable.
Sea F (z, u>) una función analítica respecto de z en un recinto G
pan» cada w lijado en I\ y continua respecto de w en T ]>ara cada z
fijado en el recinto G. Supongamos luogo que para cualquier i c (1
esta función esta uniformemente acó toda en valor absoluto en el
interior del recinto G para todos los puntos w 6 Tr. J£n otras pala­
bras, para enda conjunto cerrado y acotado E c G y para cada
t , a ^ t <C P, existe un número ME (i) < oo la I, que

\F ( z , w ) \ ^ M n (x) para z £ E y
En estas condiciones, según lo anterior, las integrales
f (z, ir) dw — ¡t (z)
i*'
loprcsentan funciones analíticas en el recinto G.
Supongamos, finalmente, que estas integrales son absolutamente
convergentes para x oo, es decir, que para lodo z £ G existe jin
límite finí te F (z, i/,1) | dst y la función

^ |¿'(z,u>)| ds eslá acolada en el interior del rocín lo 6'.


r
Entóneos la familia de funciones analíticas {fx (z)} estará uni­
formemente acotada en el interior del recinto G (ya que |/ T (z) |-v,
390 CAP. IV DIVERSAS SEK1FS. RESIDUOS

< ^ | F (z, w) | ds ^ | F (z, w) | ds), y, por consiguiente, y a ella


rT r
o a cualquier sucesión {fXjl (z)}, donde xn 0, puede aplicársele
el teorema de Vitali.
Definitivamente, obtenemos que la integral impropia
f F (z, uí) dw -■ / (z) = lim f x (z),
r. T^a
bajo las hipótesis hechas, representa una función analítica en el
recinto G.
Además, según lo anterior, para cada natural rn y cada t < 0 ,
tendremos:

por lo tanto, basándose en la convergencia uniforme de la familia


{fx (z)) en el interior del recinto Gt obtenemos:
ñmF (2, w) d ,HF (¿, w)
/<"•>(*) = Jim /<."•> dzm
dw.
dzm

Como ejemplo, consideremos la denominada t r a n s f o r m a c i ó n


de L a p l a c e de l a f u n c i ó n <p(0 ‘

e~2ty {/) di.


í
Aquí la integración se efectúa a lo largo de la parte positiva
del eje real (17: x = í, 0«£í-<oo) y q>(¿) es una función de variable
real, definida y continua para O C íC o o . Haciendo
F{z,
vemos qne F(z> t) es una función analítica respecto de z en todo
el plano. Además, de la igualdad
\F(z, 0 | —e~xt 19 (0 I
se deduce que | F (z, t) | esta acotada en todo recinto acotado del
plano z, para todos los t pertenecientes a un intervalo finito
arbitrario fijo. Si suponemos además que para cierto número real C
y para un número positivo a se verifica la desigualdad
|( p ( / ) |« w c< para t > T ( a , C ) f
§ 1. PltTNCLPIO DE COMPACIDAD 391

entonces» para cada z perteneciente al semiplano £ —R e z > C ,


tendremos:
| F(z%t ) \ C a e - ^ x- C} para t > T ( a , C).
De aquí se deduce, ante todo, que la integral
on
i | F(z, t) \dt

es absolutamente convergente en el semiplano Re z > C y también


que esta integral está acotada en cada semiplano Re z> £ -f-e,
a;> 0 ; si x>C-1-e, ontonces

| | F (2, Í ) |d /< i4 - f a | = + ,

donde A es cualquier número positivo superior a


7(0, C)
5 \F{z,t)\dl,
O
por ejemplo,
7 (0 , C)
A= j *-«!»(*) I* -

Así, pues, de la condición


|< p (f)l< ow?c* pora tz>T{a,C)
se deduce que la transformación de Laplace de la función cp(í)
oo
/ (*) = j «Tl'q> {t)dt

representa una función uniforme y analítica en el semiplatw Re z > C.


Para la derivada de orden m obtenemos en el mismo semiplnnn
la fórmula:
00
/<»•> (2) = f ( _ t)me-«q> (í) dt.
1
OO

La comparación de la transformación de Laplace ^ c^zi q> (/) dt


o
con la serie deDirichlet 2 que también representa una fun-
i
392 \_CAV. IV .DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

ción analítica en el semipleno (véase a continuncióii en el ap. 2.2),


muestra que la primera so puede considerar como In analogía inte­
gral de la segunda, del mismo modo que, por ejemplo, Ja transfor­
mación de Fourier I
(í) dt se puedo considerar como la
’\Í2ñ
analogía integral de la serie do Fourier (escrita en forma compleja)
+•»
y

§ 2. SERIE DE LAUIU2NT. SERIES DE DHUCHLET.


TEOREMA DE RUNGE
2.1. Futre las clases de series de funciones analíticas, distintas
de Jas series de potencias, las más primillas u estas últimas por su
origen son las series dispuestas según las potencias enteras negativas
do z — z0:
An I Ai (z —^o)1 | A-¿(z—Zq) ~ - A u (z —2o)-n (2.1:1)
Haciendo £ ——í— , transformemos (2.1:1) a la forma
- 2o
Ao t- A¿í2 A,t£ ‘-t .. . (2.1:2)
Fl radio de convergencia do la última serie es /l - 1 —;
1»m V | An |
>l-»oo
si /? = 0, la serie (2.1:2) converge solamente en el punto f = O:
si O c /i c 00, la serio es absolutamente convergente en el círculo
| £ | <C /? y os divergente íuera del mismo; finalmente, si R = 00,
la serie es absolutamente convergente en todo punto finito del
plano. De aquí y de la relación | £ | = —-— r se deduce que, si
__ n __________________ I z—rv I
l i m| | A n | - oo, la serie (2.1:1) es divergente en lodo punto
finito; si 0 <. lim t^| A n | < 00, Ja serie es absolutamente conver­
gente para | z —z0 I > I*1» V \ A n | y es divergente para | z — z0 | C
<Clím|' M „ |; finalmente, si lim V | A„ I - 0, !n serie os abso­
lutamente convergente en todos Jos puntos del plano, a excep­
ción del punto z — z0. En otras palabras, el campo de convergencia
de la serie (2.1:1) es el e x t o r i o r d e l c i r c u l o úe radio
r — Jim Y \ A n | con el centro en z0í el cual, para r = 00 degenera
R~*OÚ
en el punto del infinito, para 0 < r < 00 es el exterior del círculo
en el sentido propio de la palabra y, finalmente, para r — 0 se con-
$ 2. SER ir. DE LAURRNT

vierte cu lodo ol plano, del cual so ha excluido el punto z — zQ.


Supondremos que r — Jim y | Art | <. oo; entonces, verdaderamente,
existe un campo de convergencia de la serie (2.1:1) | z — z0 | r.
que designaremos mediante K. Como la serie (2.1:2) es uniformemente
convergente en todo conjunto cerrado de puntos del círculo k\
I £ I C /? v la transformación lineal £ — —— *—-o transforma cual-
quier conjunto cerrado de puntos del círculo k en un coniunlo cerrado
de puntos del recinto K y viceversa, la serie (2.1:1) converge unifor­
memente en el interior del recinto K. 12n este recinto ésta determina
una función F (z):
F (z) - A, + A , (z - za)-A-I- . . . -I- A„ (z - z0)~n -h . . . , (2.1:1')
que es analítica (según el teorema de VVoierstrass) en todos los punios
finitos del recinto K. 12n el punto dol infinito, F (z) toma el valor
A 0: F (oo) — A 0. Por definición, diremos que la función F (z) es
a n a l í t i c a e n el p u n t o d o 1 i n f i n i t o . Por lo
tanto, la anali lindad de la función en el punto del infinito también
se caracteriza por la existencia de un desarrollo de la forma (2.1:1').
que es convergente en un entorno del punto del infinito.
Una serie que generaliza el concepto de serie dispuesta solamente
según las potencias enteras no negativas de z —z0 (la serie de jx>leti­
cias) o solamente según las potencias enteras no positivas de z — zQ,
es la s e r i e d e L a u r e n t Así se llama la serie de la forma

Y «» (*-**)*•
—oo

Esta serie se entiende como la suma de dos series:

X « . . ( * — 2*)" y ! ] « - „ , <2 — z # ) " n ( 2 . 1 :4>


<J l
y se considera convergente cuando, y sólo cuando, son conver­
gentes Ambas series (2.1:4). Así, pues, por definición:
■l-Oft v n
2 °n (z —20)'* =■• lili, X a„ (Z—Z„)" + Jim X (z —Zo)-m,
—cr> V-*>« r) |l-»ao 1

o, lo que es lo misino,

X «, (Z-Zor =-
—a. V-*to—n
X “>■(>-*»)“■ (2.1:5)

Aquí j i y v tienden hacia ol infinito independientemente uno del otro.


La última expresión tiene el sentido siguiente: para cada e > 0
394 C A P. IV D IV E R SA S S E R IE S . R E S ID U O S

existe un N (e) tal, pue para v ;> N (e) y p >» iV (s) se cumple la
desigualdad:

I—
2oo «I» (*—*o)“ —-2n «n (* —*»)“ I < *■

En virtud de la definición, las propiedades de convergencia


absoluta y uniforme de la serie de Laurcnt coinciden con las pro­
piedades correspondientes do las series (2.1:4).
Designemos el lim | an ¡ con k y el lim / 1a | con r. Enton-
n-»co m -w o
ccs la primera de las series (2.1:4) os convergente absoluta y unifor­
memente en el interior del recinto G, que representa el interior de la
circunferencia T: | z — z0 | =* y = R f y es divergente en el exte­
rior de esta circunferencia; la segunda de las serios (2.1:4) es con­
vergente absoluta y uniformemente en el interior del recinto g que
representa el exterior de la circunferencia y: \ z — z0 | = r, y es
divergente on el interior de esta circunferencia.
Los recintos G y g tienen puntos comunes cuando, y sólo cuando,
so cumple la desigualdad
r< i? . (2.1:6)
En este caso, la parte común de los recintos Gy g reprosenta
un a n i l l o c i r c u l a r D:
r C \ z — z0| <t f . (2.1:7)
En el interior del recinto (2.1:7) ambas series convergen absoluta
y uniformemente; por consiguiente, en el interior de oste recinto
converge también la serie de Laurcnt (2.1:3), que representa en D
una función analítica:

/(* )= 2 an (z — Zo)\ r < | z —2 o |< fl. (2.1:8)


—<30
En cada punto situado fuera del recinto D es divergente una de
las series (2.1:4), mientras que la otra serie continúa siendo conver­
gente; de aquí que la serio de Lauront es divergente fuera del
recinto Z>. En resumen, el campo de convergencia de la serte de Laurent
es un anillo circular (con la condición (2.1:6)). A continuación, ha­
blando denlas series de Laurent, siempre se supondré que se cumple
la condición (2.1:6), sin la cual no existe campo de convergencia
de la serie.
Si r < p c /?, la serie (2.1:8) es uniformemente en la circun­
ferencia y: | 2 — z0 | = p; ésta también será uniformemente conver­
gente en y después de que todos los términos se hayan multiplicado
$ 2. SERIE DE LAURENT 395

por ^ (2 — z0)-* -\ donde k es un número entero arbitrario. Inte­


grando la serie obtenida .sobre y, resulta:

s r S ■ ¡ r r S ^ r * - 2 ' m 5 (‘ — r * - * -
V — 00 y

Como muestra un simple cálculo, todas las integrales del segundo


miembro son iguales a cero, menos una de ellas, correspondiente
a n = k e igual a 2jii (hay que emplear la ecuación de la circunfe­
rencia y- 2 = z0 -f ptft8t 0 0 2ji). Por consiguiente,

¿ i < * ~ 0’ ± «• ± 2- • • •)• <21:9>


Hemos obtenido Ja expresión de los coeficientes de la serie de
Luurent mediante la suma de esta serie. De aqui se deduce que,
si Jas sumas de las series de Laurent:
*H» -H»
/ (2) --- 2 0^(2 —z0)'‘ y <P(2) = 2 M * —*0)*.
—OO —»
que son convergentes en los anillos circulares D y A y que contienen
tina misma circunferencia | z — z0 | = p, coinciden en los puntos de
esta circunferencia, entonces los coeficientes de ambas series son
iguales dos a dos:
a* —bk (k —0f ± 1» zfc 2, ...) ,
es decir, las series son idénticas. En particular, las seríes serán
idénticas si los anillos D y A coinciden entre sí y / (z) = <p (z) en
lodos los puntos del anillo D. De lo expuesto se deduce que los desa­
rrollos en serie de Laurent poseen la propiedad de identidad (propiedad
de unicidad).
Basándose en la propiedad de identidad, del mismo modo que
en el ap. 5.2 del cap. tercero obtendremos que, si el desarrollo
+«* b
2 ahz* representa una función par, entonces son iguales a cero todos
-0 5
los coeficientes de potencias impares de z, y si es una función impar,
entonces son iguales a cero todos los coeficientes de potencias pares.
Demostremos la siguiente proposición importante:
Teorema d e L a u r e n t . Toda junción f (z), uniforme
y analítica en un anillo circular D: r < | z — z0 | < /?, se expresa
en este anillo por una serie de Laurent convergente:

/ (z) 2 Q-n (z —Zo)n•


3í)fi CAI». IV D1VEKSAS SKHIIÍS. KliSIDUOS

Obsérvelo quo en la» condiciones de esto teorema, el anillo puede-


degenerar on un círculo con el centro excluido (r - 0, ¿i <: oo),
en el exterior do un círculo con ol punto del infinito excluido
(U < r. Jl — oo) y, HnnluioiiLe, en todo ol plano con dos punios
excluidos: z0 y oo (r — 0 y H = oo). En la demostración ulterior no
quedan excluidos los casos indicados.

Sea z algún punto del anillo D. Formemos un nuevo anillo D


r '< |C - * |< H \
situado en ol interior del anillo inicial y quo contiene el punto z
(fig. (>(>). Para construirlo es suficiente tomar:

Supongamos también que |£ —z |» p e« una circunferencia con el


con tro en z, situada en el interior de Dr. Como

es una función analítica de £ en el recinto D %a excepción del


punto £ “ Zf según el teorema integral de Cauchy para un sistema
do circuitos (ap. 2.5. cap. tercero), tendremos:
i f /(£) jv i
2su J £—r 2ni
r/r
donde f/r . IV y Yp denotaii, respectivamente, las circunferencias:
IC— r* y |C - a | = p,
rocorridaa, al integrar, en sentido contrario al de las agujas del
reloj. Pero la última integral en la fórmula (2.1:10) es la integral de
$ 2 S E R IF . Dfc L A U R IÍN T m

Cauchy y, por consiguiente, es igual u / (z). Por lo Lanío,

J
IV Tr*
-T -f • <2-1:11>

Kxpresemos ^ . Imjo el signo do la primera integral (£€IV)


en forma de serie geométrica de razón l~~- ~ , cuyo módulo .
I*—zo I - 0 < 1.
/?'
Obtenemos:
1 I i 1 v* (2.1:12)
k — * £ — 2Ü ~ (3— -o) í — *0 4 z— *0 ^ ( S — ' q ) ,4+ 1
o
Como para todos ios puntas £ pcrleneciente.s a IV, el módulo del
término general de la última .serie es
^ E ^ r| =^e" (i.» < o < i).
la serie (2.1:12) es uniforraonionte convergente en IV (res pee Lo
de £). También será uniformemente convergente la serio obtenida
do (2.1:12) multiplicando ésta por -¿¡-/(?) (acotada en valor abso­
luto en IV):
1 /(S )_ ^ * f<£>
2a¿ l - z ~ ¿i 2a i ( £ - s « ) M+l (*-H>m-

J3e aquí que esta última serie puede integrarse término u término
.sobre IV- Resulta:
03

•¿ rj (2-1:13)
iV d
donde
" » V ! T iS & r ( » - M .2 ....) . (2.1:0)
•V
Así, pues, la primera do las integrales del segundo miembro
de (a igualdad (2.1:11) la hemos desarrollado en una serio convergente
de potencias no negativas de z — z0.
Refiriéndonos n la segunda integral del segundo miembro de la
398 CAP. IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

igualdad (2.1:11), expresemos — (£ £ IV) en ferina de serie


geométrica de razón X—
^ ~ 2(J
x° , cuyo módulo

| X•—Sq I l*“ *<)J


Obtenemos:
rxi-
___ i y t;—£
í; ~ »>" (2.1:15)
b —-* *—*0 .1~~ _ *0 ^0 (<■—«’io)a+1

Observando que esta serie también es uniformemente convergente


en IV, multiplicando todos sus términos por — -/(£) e inte­
grando término a término, hallamos:

—-25T J T=T * = 2 « - (* - *«)-"• (2-1:1'•>


rr# i
donde
= ' 2 nT Í (£—xq) - " * 1 (*—L 2 , ...). (2.1:17)
r r'
Resumiendo, la segunda integral en el segundo miembro de la
igualdad (2.1:11) la hemos expresado en forma de una serie conver­
gente de potencias negativas do z — z0.
Sustituyendo los desarrollos obtenidos (2.1:13) y (2.1:1(S) en
oí segundo miembro de la igualdad (2.1:11), obtenemos el desarrollo
de la función / (z) en serie de Laurent para un punto arbitrario z £ 0 :

i (z) = 2 a» (z —*o)n+ fj <2-„ (s-Zo)-" = 2 Í V (*-*.)"• (2.1:18)


T 1 —co

Los coeficientes de este desarrollo se calculan, unos por lar-


fórmulas (2.1:14), otros por las fórmulas (2.1:17). Tomando una
circunferencia arbitraria T: \ z — z0 | — donde r < X <. H.
nos convencemos mediante el teorema integral de Cauchy para el
caso de un sistema de circuitos, que cada uno de ellos se puede cal­
cular efectuando lo integración sóbrenla circunferencia F:
<» = ° . = f c l . ± 2 . . . . ) . (2.1:19)

Este resultado concuorda con el obtenido anteriormente (véase la


fórmula (2.1:9)).
i 2. SERIES DE DIRICHLET 39i>

2.2. Una serie de la forma


2 ( 2 . 2 : 1)
í» = l

donde an son coeficientes compiojos y son números realos no negativos


que sntisfaccn a las condiciones
\ n+ \> * n («-= 1 , 2 ,...), lím >.^ = oC'l (2 .2 :2 )
n-fcx>
se llama s e r i e d e D i r i c h l e t ( g e n e r a l ) , y los números so lla­
man e x p o n e n t e s d o l a s o r ie .
Haciendo, en particular, « In n, obtenemos: e~hnZ , y á la serie
toma la forma
oc
2 *n .
ti* *
n=»i
ésta es una s e r i e d e D i r i c h l e t o r d i n a r i a (clásica), que tiene-
aplicaciones en la teoría de número.
Si en la serie general de Dirichlet so hacedla sustitución w = e- / , resol tu
la serie:

dispuesta sogún las potencias arbitrarias positivas e indefinidamente crecientes


de w (por lo general, no enteras). Desde este punto de vista, la serio do Dirichlet
puede considerarse como una generalización de la serio oo potencias para el
caso de exponentes arbitrarios que satisfacen a las condiciones (2 .2 :2 ).
Las series de Dirichlet poseen muchas propiedades análogas a las de las
series de potencias. Solamente que aqui el campo do convergencia no es un cír­
culo sino un semiplano.
Demostremos para ellas el siguiente teorema fundamental.
T e o r e m a . S i la serie (2.2:1) es convergente en un punto z0 = x 0 -f- iy o,
entonces es convergente también en todos los puntos del semiplano x — Re 2 > i 0)
y la convergencia de la serie es uniforme en todo recinto go de la forma:
| arg (2 — sb) < 0 < - (fig. 67).
El enunciado de este teorema recuerda el primer teorema de Abel. Solamente
que aquí, como ya se indicó, on lugar del circulo aparece un semiplano, y des­
pués se demuestra que la convergencia, por lo general, no es absoluta.
Para demostrar el teorema, efectuemos una acotación de la magniLud
Tl-I-P 00 z
, aplicando el hecho de que la serie h 0 es convergente.
L ?/*' 1
Hagamos
m
a** K’'I° (™> * y a „ . ■0,

de modo que
ahe »a*—<**_! (* -« + ir n + 2, ...):
400 CAI». IV DIVERSAS SERIES RESIDUOS

liar leudo tamban jxirn abreviar


—h. I?—*0» ,
r -No
obtenemos:

2 - 2 («A— Ni—a (M .A +| - 2 a,‘ (Nk+i —Nk)- (2 2:3)


n -i «! 1 *»: I
Esta última identidad lia sido escrita basándose en la transformación de Abel
(véase el ca|>. primero, ap. 3.4).

Sea e un número positivo arbitrario. En virtud de la convergencia de la


serie (2 .2 : 1 ), en el punto z„ para n z> M (a) y para cualquier m ^ n. tendremos:
m
I I= | 2 n,,C ^ I^ pCOí5°* (2.2:4)
o-M
Además,
(2.2:5)
y
>-i
í Ntxi—N. | = (i—í 0) j rff |

Nh-i
Sol ( = -H+i «'-«Y
J J — J-0
'•Ir
( 2 . 2 :6)

Si el pinilu z pertenece ni recinto go. entonces r —-rg ’> O y —— <


1 X_I#
<* eos Q * ^>or de (2.2:3) y de las desigualdades (2.2:4), (2.2:5)
5 2. SERIES DE DIR1CHLBT 401

y (2 .2 :b) se deduce la siguiente desigualdad:

| «a*- *** | < e eos 0c“ Xft+P*í-aro) »j_


n+l
n + p -l f
+eCose 2
n+i
<CÍ- W ’— >< 8 ,
con lo cual queda demostrada la convergencia uniforme do la serie de Dirichlet
en el recinto go (para cualquier y a la vez, la convergencia ordinaria
en todo el semiplanu x > x0.
Excluyendo el caso de una serie de Dirichlet que no converja en ningún
punto del plano z, quedan todavía dos posibilidades:
la serie de Dirichlet converge on cualquier punto del plano;
exi.slcu puntos en los cuales la serie es convergente y también puntos en
los cuales es divergente.
Detengámonos en oste último caso. Sen ¡0 = x0 4 - iye un punto do con­
vergencia oe la serio de Dirichlet y zt = X| + (j/i un punto de divergencia. De
la proposición demostrada se deduce quo xf ¿ x0. Por otra parte, la serie tiene
que ser convergente en todos los puntos del somiplano x >■ x0 y divergente en
todos los puntos del somiplano x < x. (si fuese convergente en un punto z para
ol cual x < x i , entonces, en virtud ael teorema demostrado, tendría que con­
verger también en el punto zJ%lo cual contradice a la hipótesis). Puedo ocurrir
que xt = x0; entonces se tiene una recta x =■ x0, a un lado de la cual la serie
(2.2:1) os convergente y al otro lado, divergente. Sea x* < x0; consideremos
entonces el oxtremo inferior C de las partes roales de aquellos puntos z para
los cuales la serie es convergente. Tendremos: xj ^ C ^ x0.
Cerciorémonos que la sene es convergente para x > C y divergento para
x c C. En efecto, si Re z = x > C%entonces en el semiintervalo (C, r), en
virtud de la definición del número C, tieno que haber al menos un número £
que es la parte real do un punto £ = £ + iq para el cual la serie es convergente.
De aquí, por lo demostrado, se doduce que la serie converge también en el punió
dado 2 . Si Re z — x c C, entonces, suponiendo que la serio fuese convergente
en el punto z — x, obtendríamos una contradicción con la doftnición del núme­
ro C como extremo inferior.
Resumiendo, so puede decir que, para una serie de Dirichlet arbitraria,
existen tres posibilidades:
a) la serie es divergente en todos los puntos;
b) existe una recta x — C tal, que la serio os convergente en el semipleno
x > C y es divergente en el semiplano x c C;
c) la serio es convergente en todos los puntos;
Llamando al número C abscisa de convergencia y al semiplano x > C,
semiplano de convergencia de la serie de Dirichlet, podemos considerar los
casos o) y b) como casos limites, on los cuales C » + o o y C = 3 - o o , respecti­
vamente.
Considerando solamente los casos b) y c), cuando C < + oo, se puedo
afirmar, debido a la convergencia unifórm ele la serio, que la suma de la serie
do Dirichlet es una función analítica en el semiplano de convergencia. Sin
embargo, no cualquier función, ni mucho menos, analítica on un somiplano,
puede desarrollarse en serio de Dirichlet con unos exponentos dados (X„). Así,
por ejemplo, en ol caso más simple on que lodos los números Xn son entoros, la
26—1199
402 CAP IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

suma de la serio

1
tiene que poseer período 2ni. Incluso esta condición necesaria no es suficiente:
respocto do una función cualquiera / (*), analítica en un seiniplano Re * > C
y que posea en el mismo el periodo 2 n¿, so puedo afirmar solamente que ésta
es dcsarrollable en una sorio ae la forma

s
— oo

<(uc es absoluta y uniformemente couvcrgcnto on el interior do este somiplano.


Para llegar a este desarrollo, que generaliza a la serie do Diricbiet en el mismo
sonlidoen oí que la serio de Laurent generaliza a la serie de Taylor, es suficiente
realizar la transformación £ = e~z . Como resultado. / (z) se* transfonnará on
una función /*(£). uniforme y analítica on el círculo | £ | < e”0, a excepción,
pasiblemente, de su contro. En esto círculo se tieuc:

/‘ O - f¡ «ní”,
—03
o bien, volviendo a lo variable 2 :

/<*)“ f¡ *n*~n*.
Hasta ahora no dijimos nada do la convergencia absoluta do la serio^de
Oirichlet en el caso goneral.
Demostremos qno «i la serie (2.2:1) es absolutamente convergente en un punto
80 = £0 + iy oí entonce» esta .v rie c.% absoluta y uniformemente convergente en el
xemtplano x z 0-
En efecto, si x > x0, entonces
ane“ Kn* 1= | a,i* -* "20 | | e~Xn <*“ *«> | -=| one ^ n2° | e ~ Xn <*-*•> < | aue - K”** |.

De aquí que, on virtud do la convergencia de la serie ^ | ane~?’nX° |, do coefi-


1
ciontes constantes no negativos, la serie (2 .2 :1 ) es absoluta y uniformemente
convergente en el somiplano x x0.
Razonando del mismo modo quo se hizo para ol caso de la convergencia
simple, es fácil establecer que, on lo que se rofiere a una sene arbitraria de
Diriolilot, existen tres posibilidades:
a') la sorio no converge absolutamente en ningún punto de) plano:
b') existe una ráela x — A , A C, tal que en el somiplano x > Ala
serio os absnlut&monte convergente mientras que en el somiplano x c Ala
«crio no converge absolutamente en ningún punto;
o/> la serie es absolutamonto convergente on todos los puntos del plano.
Llamando al número A a b s c i s a d e c o n v e r g e n c i a a b s o ­
l u t a de la serio do Oirichlet y a) somiplano i > / 1 , s c n i p l a n u de
c o n v e r g e n c i a a b s o l u t a , podemos considerar los rasos a') y ©')
como casos límites, on los cuales A ~ + 0 0 y A = — 0 0 , respectivamente.
Si los exponentes satisfacen a la condición complementaria

L —Tim Inn < + 00 (2.2:7)


n-»oo a«
§ 2. SERIES DE DIRIGELET 403

(esta condición so cumplo Canto en el caso do la serio ordinaria de Dinchlet,


para la cual =± ) n » y 1 , como en el caso correspondiente a la serio de
potencias, para la cual ^ = /i y ¿ = 0), entonces la abscisa de convergencia C
y la abscisa de convergencia absoluta A satisfacen a la condición
0<yi—C ^L . (2.2:8)
Eu efecto, sea C < ■+■ oo. Tomemos un punto x — C + e. don do s > 0:
como x pertenece al semlplano de convergencia do la sorío do Dirichlel, su lleno,
lim ane” fc,líC+e)a= 0 y, por consiguiente, la sucesión {<ine“ X|l(C+fi)} está acotada:
I *n(C+e) j < m por i0 tanto, para los puntos z x = C + L H- 3e, ten­
dremos:
| (C+í-+3e) | __ | (C4-e) i e-Xn (t+2e) ^
foro, para valores do n > N suticicntemeute grandes, en virtud de (1.2:7),
se tiene:
In n
xr < ¿ + e .
es decir,
(Xt-2e>
lu n < (/,-f-e) X„ y é“hn *2e>
H'
donde 6 = -7 —
7 — > 0. Asi, pues, para n > N se verifican las desigualdades
L* -f- K

de donde se deduco que la serie de Dirlchlot es absolutamente convergen te


en el punto jct = C + £ + 3e para cualquier e > 0 . Por consiguiente,
C-H L-l-3e > A ,

o bien, pasando ti límites para e —►O:

que es lo qup so quería demostrar.


r¿>s números A y C pueden ser, verdaderamente, distintos entro si, como
esto se deduce del ejemplo do la serie

Gata es una serie ordinaria de Diricblel, para la cual L = 1, y, por


consiguiente, en virtud de lo demostrado, tiene que ser:

Evidentemente, la serie (2.2:9) os divergente en el punto 2 ■= 0. Por otra


parto, en cada punto 2 = A :> 0 sus términos representan números reales, de­
crecientes en valor absoluto, que tienden a cero y son alternativamente positi­
vos y negativos. Por consiguiente, (según el criterio de Leilmiz), la serie es
convergente. De aquí so deduce que la abscisa do convergencia do la serie es
26*
404 CAI». IV DIVERSAS SERIES. RESl DUOS

C — 0. Poro en los punios 1 =


® í > 0 para ó < 1 la serie converge no ab­
1
ao •*
solutamento, puesto que la serie divergente si ó < 1. Por otra parlo,
oo
si ó > 1 , la soric de valores absolutos ^ -ir- es convergente. Asi, pues, la abscisa
l n
de convergencia absoluta do la serie (2.2:9) A =» 1. Vemos, pues, que para la
9 eric (2 .2 : 9 ) oxisle una franja 0 < * < 1 . en la cual ésta os converge oto pero
no absolutamente.
Cuando L = 0 (como ya se indicó, la serie de Taylor corresponde a este
caso), los números A y C coinciden, lo cual se deduce de la desigualdad (2.2:8).
Por lo tanto, para las series do Dirichlot que satisfacen a la condioión
llm l£ í= 0 . (2.2:10)
o An
ol semipleno de convergencia es á U vez el semiplano do convergencia absoluta.
Domostromos que con la condición (2.2:10), el valor común de los números A
y C se expresa por la fórmula
A = C = Tlñi J ü l f ü i , (2.2:11)

quo os una analogía (y a la vez una generalización) de la fórmula do Cauchy —


Hadamard.
En efecto, sea lim —1- tti = A < -|- oo. Tomemos un punto arbitrario
*71 1
s0 =_ 4- wo cu el soinipiano x > A, y sea 0 < a < -y (a* — A). Entonces,
debido a la definición del número A, para n > N t (s), se tieno:
—LJ a" 1 < A + a osea | o„ | < <A+'>.
An
Por consiguiente, para n > N t (e) se verifican las desigualdades
| ane - Xn*>| = | an | i ” * " * 0 < e~ kn {x*~ < »~3Xn8.
Poro de la condición (2.2:10) so deduco quo para n^>N 2 (e)
os decir, n < *Xr*8t o sea,
An n
Por lo tanto, si n > N = mnx (JVt (e), 7V2 (c))r obtenemos:
1 a n '- W ‘ l < J j - ,
lo cuol significa que la serio «lo Dirichlet es absolutamente convergente en el
punto Z(>, ol cual es un punto arbitrario dol semiplano x > A; así, pues, A •=
Por otra parte, si ol punto zt — xj -h iyi pertenece al semiplano x < A,
o sea, si x. < A, entonces para e, 0 < p < A —xit tieno que oxlslir una suce­
sión de niimoros naturales (nft) tales, quo
A *i
S 2. TEOREMA DE RUNGE 405

Entonces tendremos:
^71. ■nk*l
\u„ t '* I= K J « >* -1 .
1 nk
En resumen» la condición necesaria para la convergencia de la serie (2.2:1)
no se cumple en ningún punto ¿i perteneciente al semí plano x < A. Por con-
siguiente, la serie de Dirichlet es divergente en este semiplano. Hemos obtenido
que A-<A=*C. Confrontando los resultados obtenidos, hallamos finalmente que:
yf = C = A.
La fórmula (2.2:11) queda establecida.
2.3. Sea E un conjunto infinito de puntos arbitrario, cuyos puntos son
todos de acumulación para E (E e s u n c o n j u n t o d e n s o e n si).
Diremos quo una función / (a), definida y uniforme en E y es l o c á l m e n l o
a n a l í t i c a e n E, si para cada punto *0 6 E existe una serio de potencias
OD
2 an (* — *o)n y entorno U0 tales, quo en todos los puntos do E pertenecien­
do
tes a U0, la función f (z) se expresa en forma de una serie

0
Cuando E es un recinto, ol concepto de función localmente analítica coin­
cide con el concepto de función uniformo y analítica en ol recinto.
Como ejemplo, consideremos una división del plano en cuadrados A,, Á2, . ..
.. An , . . . con Los lados paralelos a los ejes de coordenadas y de longitud
igual a uno; supongamos que E es el conjunto de los puntos interiores de todos
estos cuadrados. Entonces, haciendo f (z) = i n para z £ An , obtenemos una
función que os Localmento analítica en E.
Sea B = O un conjunto abierto arbitrario. Si es conexo, entonces O es
un recinto; $i es dcsconoxo, ontonces O consta do un conjunto finito o numerable
de recintos que carecen de puntos comunes dos a dos. Consideremos alguna
división del plano en cuadrados iguales, con los lados paralelos a los ejes coor­
denados, tal quo el origen do coordenadas sea el vórtice de uno de el los. Tome­
mos solamente aquellos cuadrados que pertenecen a O junto con los ocho cuadra­
dos adyacentes al mismo. Los puntos situados en el interior de los cuadrados
elegidos, los puntos do los lados que son comunos a dos cuadrados de esto tipo
y los vértices, comunes para cuatro cuadrados, forman un conjunto abierto O'
tal, que O* cz. O (fig. 6 8 ).
Supongamos quo la longitud del lado del cuadrado do la división es igual
a —- . Designemos con On la intersección del conjunto O* con el cuadrado
—3n < x < 3n, — 3n < y < 3". _
On es un conjunto abierto acotado tal, que On cz O. La frontera del conjunto
On consta de un número finito de curvas corradas de Jordán rectificables, cada
una de las cuales está formada por un número finito do segmentos rectilíneos.
Además, evidentemente, se cumplen las siguientes propiedades:
1 ) On junto con su frontora está situado en el interior de On +f;
2 ) para todo conjunto corrado acotado P, F c 0 , se puede bailar un número
positivo N (F) l-al, que para n ^ N (P), F cz On .
Expresando estas propiedades, airemos que {(?„} os u n a s u c e s i ó n
c r e c i e n t e d e c o n j u n t o s a b i e r t o s q u e a p r o x i m a n n O.
406 CAP. IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

Sea f (2 ) una función localmente analítica en O. Designando con IV la fron­


te r11 dol conjunto Om ( w = 1, 2, 3, . . .), para tendremos:
(2.3:1)
' « - á r»n+i
5 W -
Aquí la integral sobre IV-h se debe entender como la simia de intégrenles tomadas
soore las curvas cerradas de Jordán rectificables separadas, de las cuales 6e
compone lV+i* Si 2 6 0 M, el punto z estará situado en el interior de una compo­
nente Om+u cuya frontera designaremos con y. Entóneosla integral f
¿M J ¿ — Z

/ (r), mientras que las integrales análogas sobre las fronteras de las demás

FIO. G8
componentes CV+i serán iguales a cero.'Sumándolas todas estas conjuntamente
obtenemos la igualdad (2.3:1). Demostremos que para un e ;> (I arbitrario so
puede hallar para la integral (2.3:1) una suma integra) tal

que para lodos los puntos z dol conjunto Qm se cumplo lu desigualdad:


| / ( 2 ) - 5 < m -, í ) (rl e ) | < e . (2.3:2)
Esto se deduce del teorema de Vitaii (ap. 1.2). En «?fi!Cto, formemos
pura la integral (2.3:1) una sucesión do sumas integrales

convergente hacia el mismo. Aqui y son los puntos inicial y final, respec­
tivamente, del arco <j* pertenecionio a la división de r m+t. Generalmente,
coincido con pero esto no ocurre cuando o^ y 0 *4.1 pertenecen a distintas
| 2. TEOREMA DB KUNGB 4Ó7

curvas que forman r m+i (no olvidemos que r„ ,+i puede ser un ronjunlo desco-
qoxo). l ’a n que la sucesión de las sumas integrales sea uniformemente conver­
gente en Om es suficiente, según el teorema do Vital!, que esta sucesión esté
uniformemente acotada en el interior de Om-t-t* Pero esto, verdaderamente, es
así. puesto que para cualquier conjunto cerrado F c= #„,+«, se tiene:

k=9] *
dundo M tn-t = m ar | / (z}| on l\»+ti Ó (F) os La disluncia desdo F hastA r m+i
y Lm+* os la longitud do Pm+1. Por esta razón, para lodo c > 0 se puede hallar
un N (*) Inl, que para n N (e) cada una de las sumas integrales consideradas
se puede lomar por 5<m+A) (a, e) en la desigualdad (2.3:2).
Haciendo e — em, e™ -► 0 para m o o , oblondreinos una sucesión do
(unciones raciónalos ó’|Tn+1> (z) *» S<m+l>(*, quo converge uniíorincmonlo
hacia / (z) orí cada conjunto cerrado (A — 1, 2, . . .) y que, por consiguiente,
converge uniformemente hacia / (z) en el interior de O. En resumen, obtenemos
el siguiente teorema:
Para cualquier conjunto abierto O y para cualquier función uniforme f (z),
localmente analítica en Ü%existe una sucesión de funciones racionales Rn (e) =
= »Stn+l‘ (z) que converge uniformemente hacia / (z) en el interior de O.
L e m a . Sea F un conjunto cerrado acotado y £, un punto situado fuera de F,
P iz)
Sea R (z) una función racional con el tínico polo en £: R (z)—------ —— (ol grado
(s—SV*
dei polinntnio P (z) no os superior a k). Si el punto ¿ pertenece al mismo recinto g,
adjunto con F%al cual pertenece también el punto £, entonces para cualquier e > 0
se puede construir una junción racional fl (z): R (z) - P(t) (ol grado do
(a -¿ r
P iz) no es superior a A) tal que | /? (z) — /? (z) | < e (1 ( f),
Para demostrar esto, unamos los puntos ^ y j en el interior de g por una
curva continua y y designemos por p, p :> 0. ln distancia entre y y F. Dividiendo
y en arcos o¡%oa..........cm, cuyos diámetros sean menores que ip y designando
los puntos de división mediante =■ £• £i, • • - - 5 . formemos una fun­
ción racional

(a —£)** L V*—±i) J
(el grado de P A(z) no es superior a k-\~ nxk — k = nAk). Para z £ F , tendremos
1«i (s)~n <t) 1=1 h (.) j [1 _ 11<

donde M = max | R (z) |.


P
Tomando nA suficientomonto grande, ohtendremolque
|/ í i ( * ) - « ( . - ) l < ~ O ÍF ).
40# CAP. IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

Reiterando este razonamiento, en la m*4sima vez obtendremos Ja función


pedida 7? (x) = Rm (*).
T e o r e m a d e R u n g e . Sea O un confunto (Jinito o numerable) He
recintos simplemente conexos sin puntos comunes dos a dos1 que no contienen al
punto oo. Para cada función f (*), uniforme y localmente analítica en Oy se puede
construir una sucesión de polinomios ÍP„ (x)} que converge uniformemente hacia
f (z) en el interior de O.
Obsérvese que, en las condiciones del teorema, cada componente del con­
junto On representa un recinto simplemente conexo, puesto que la frontera de

tal componente es una curva cerrada do Jordán perteneciente a una de Las com­
ponentes dol conjunto O. Por lo tanto, cada punto do la frontera f n + 1 del con­
junto On +t, y, en particular, cada punto ^ (n+1), puede unirse mediante un arco
de Jordán que no tenga puntos comunes con On , con un mismo punto ) situado
fuera del circulo | z | < Rn que contiene a ()n (íig. 69). Aplicando el loma a las
funciones racionales
A /(tL<n+l))
2- — ñ - 7 (fc-i. 2....... *«•«'>

paw e — ■, construyamos una función racional Sn (s) con el único poio


— P (xl — —
on 5 : Sn (z) = --------- — (el grado de P (x) no es superior a n), quosatisfaga 011
(*—i)n _
todos ios puntos del conjunto On a la desigualdad:
|í , W - S '" +l) t í l < » ,
y. por consiguiente, a la desigualdad:
I / < « ) - £ . < » ) |< 2 e„.
Pero la función 3^ (x) es analítica en el círculo | x | < Rn% y, por consi­
guiente, en el conjunto Ón situado en el interior de este círculo se la puedo sus­
tituir por una serie de potencias. Tomando un segmento Pn (x) do la serie de
potencias suficientemente grande, tendremos:
| / ( x ) - P M( x ) j < 3 Kn, *£On.
$ 2. TEOREMA DE RUNGE 409

La sucesión {Pn (z)} satisface a todas las condiciones del teorema.


C o r o l a r i o . Sea P un conjunto perfecto acotado cuyo complemento C
respecto del plano ampliado es conexo, es decir, es un recinto. Entonces, para cual­
quier función f (z), uniforme y localmente analítica en P, y para cualquier e >
existe un polinomio Q (z) tal, que
| f{ z ) - Q { z ) \ < * {z$P).
D e m o s t r a c i ó n , Para cada punto z0, *0 6 ^» existe un circulo Ktfy
de radio con el centro en z0 tal, que en todos los puntos del conjunto P si­
tuados en el interior de este círculo, / (z) se representa por una serie do potonrins

de 1 — z0. De un cubrimiento del conjunto P mediante circuios K Zo : l z — z0 | <T


< 4 - p , elegimos un subcubrimiento finito: A'. . La unión de
¿ o 1 zp
estos círculos forma un conjunto abierto O' que contiene a P. Si dos círculos
K¿i y K z tienen una parte común, entonces, de la desigualdad | zt — zj | <

< 4 < P Z| ■+■ p2 ) se desprendo que | — zj \ < max (p^, pz ). Sea, por ejem­
plo, max (p^, pr^) — pXj. Entonces ol círculo Kz. : | 2 — zl | < pt¡ contiene
en su interior a zj y, por consiguiente, también un conjunto infinito do puntos
de P. Las sumas do las series de potencias, dispuestas según z — t x y z — zJf
coinciden en el conjunto de puntos socalado y, por consiguiente, coinciden
también en toda la parte común de los círculos K2 y Kz . En resumen, las
00 * ^
series de potencias T! fl5A) (z—¿j)h 0 = 1 ........... p), q»c representan a la fuñ­
ico
ción / (z) en sus círculos correspondientes, determinan en O* una función uni­
forme analítica que coincido con / (:) en P. Si O' es la unión de recintos simple-
monto conexos, sin puntos comunes dos a dos, entonces no queda más que aplicar
el teorema do Rungo al conjunto O' y a la función / (z). Supongamos que entro
las componentes dol conjunto O' hay recintos múltiplemonte conexos. La fron­
tera del conjunto Of consta de una cantidad finita p de continuos, sin puntos
comunes dos a dos y situados en el recinto G. Tomando un punto en cada uno
de ellos —sean éstos Ctt £a< • • •. íp — unamos los puntos
con por el interior dio G mediante arcos do Jordán y t..........Vp-i* Entonces,
O* — O* H (Vi • • • ■+■ Yp*i) = O será un conjunto abierto, que contiene-
a P, cuyas componentes serán recintos simplemente conexos sin puntos comunos
(fig. 70). No queda más que agregar quo P c: O c. 0 \ y nos encontramos en
condiciones de aplicación del teorema de Rungo.
'i1U CAP. IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

Basándose on oi corolario demostrado, es fácil demostrar un teoremu mas


Tuerto que el de Huitge:
T e o r e m a . Sea O un conjunto abierto que no contenga al punto oo y que
represente la unión de unos recintos simplemente conexas sin puntos comunes.
Supongamos que P'Cs un conjunto perfecto acotado, sin puntos comunes con O ,
cuyo complemento es conexo, es decir, es un recinto. Si f (z) es una función uniforme
y localmente analítica en O, y <p (z) es una función uniforme y localmente analítica
en P . entonces se puede construir una sucesión de polinomios que converge hacia
f (z) en O y hacia <p (2 ) en P, y quo es uniformemente convergente en todo con­
junto F H- P, donde F os cualquier conjunto cerrado acotado cunte-nido en 0.
D e m o s t r a c i ó n . Supongamos que (On } os una sucesión do conjuntos
abiertos, construidos para el conjunto O del modo quo se indicó antoriormenlo
en la pág. 405 En las condiciones dol teorema, cada conjunto On os la unión
do unos recintos simplemente conexos sin puntos comunes, On a O y, por
consiguiente, 7}n y P no tienen puntos comunes. Por lo tanto, la función F (2 ),
igual a / (z) on On y a <j> (z) en P, es uniforme y local mentó analítica en el con­
junto perfecto On H- P. Además, el complemento de On 4* P oh un conjunto
conexo. Por consiguiente, para cualquier «,> ;> 0 existo un polinomio Pn (2 )
que satisface a la condición
\ F ( z ) - P n ( z ) \ < t n, zZOn+P

La sucesión { P^ (z)} es la buscad a.


He aquí tres ejemplos que sirven de ilustración del teorema demostrado.
E j e m p l o 1. Sea dada alguna división del plano en cuadrados, con
los lados paralelos a los ejes do coordenadas y de longitud igual a uno. Supon­
gamos, para precisar, que el origen de coordenadas coincide con uno de los
vórtices de estos cuadrados.
Demostremos, basándose en el teorema do Btingo, que so puedo construir
una sucesión do polinomios {Pn (2 )}, convergente en todo el plano, de modo
quo su limito sea igual a una función entera arbitraria g (z) en el interior de cada
cuadrado y sea igual a otra función ontera h (z) en los lados.
Consideremos un cuadrado — n x «, — » y < «, para un valor
natural n arbitrario, y sustituyamos cada uno de los cuadrados do la división
considerada por ol conjunto de cinco cuadrados y cuatro rectángulos, represen­
tados en la fig. 71, donde se muestran también la* dimensiones do ostas figuras.
Evidenlumonlo, cualquier punto dol plano, para n suficientemente grande, caerá
en el interior de una de estas figuras: el punto situado en los lados de uno de los
cuadrados iniciales resultará on el interior de uno de Los cuadrados poquefios
con el contro en un vértice del cuadrado inicial o en ol interior de uno de los
rectángulos que so extienden a lo largo do Los lados, mientras que ol punto
«Hundo en el interior del cuAdrado inicial resultará en ol interior dol cuadrado
2
concéntrico con ol misino, cuya longitud del lado es igual a 1 — .
El conjunto de las figuras construidas para un valor dado n, es un conjunto
perfecto acotado Fn, cuyo complomenlo es conexo. Definamos en este conjunto
una función uniformo y ¡ocalmente analítica fn (2 ), haciendo fn íz) = g (x)
cu los cuadrados concéntricos con los iniciales, y fn (z) — h (z) en los demás
cuadrados y rectángulos que están on la periferia respecto de los iniciales. En
virtud del corolario del teorema do Runge, existe un polinom io^^ (z) que
satisface a la desigualdad
§ 2. TEOREMA DE KUNGE 411

Evidentemente, la sucesión (Pn (z)} satisface a todas las condiciones dol


problema planteado.
E j e m p l o 2. Construyamos medíante ol teorema ile Rungo una función
entera / (z) que posea Las propiedades siguientes: cualquiera que bou d recinto
acotado simplemente conexo G y la función anolí tica en el mismo <p (z), so puede
hallar una sucesión de números naturales {nh ) tal, que la sucesión {/ (z + wíc)}
convergí» uniformemento hacia q> (z) en ol interior de G. En otras palabras, la
función entera buscada en una función universal, mediante la cual (efectuando

sola mentó traslaciones del plano z en Jas magnitudes respectivas nh) se pueden
aproximar en cualquier recinto s¡mplómenlo conexo cualesquiera funciones
analíticas.
Para la construcción, consideremos todos los polinomios posibles con
coeficientes cuyas partes reales e imaginarias sean todas números racionales.
Evidentemente, el conjunto de lodos estos polinomios es numerable, de modo
que puede disponerse en forma de una sucesión: (lln (z)}.
Consideremos ahora una sucesión de círculos cerrados Knm . | z — n* | < n.
Estos no tienen puntos comunes y cada uno de ellos, para n >• 1, osló contenido
en el anillo circular
('* -!)» + < « — 1 )* + <»— 1 ) + t < | z | < «* + «» + « + I.
Tomemos ttliora un polinomio arbitrario Pj (z); suponiendo que ya está definido
el polinomio A ,., (*) (/i > 1), definiremos el siguiente polinomio Pn (z) median­
te ol teorema de Runge, de modo que se cumplan las siguientes desigualdades:
para | * | < <r»- l)» + < i> - 1 )» + ( » - t ) + 1 .

|M i) - n ,( i- n > ) |< i para | r _ n3 | < „ .

Evidentemente, la serio de polinomios

<*)+ 2 lp- M I-/ (*>


412 CAP. IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

es uniformemente convergente en cualquier circulo | * | < ü , puesto que Los


módulos de sus términos, comenzando desde uno do ellos, es menor que los
oo
^ 1
términos de la sorie convergente 2 *2 »»" * Por COItei? ° iente' 1 (*) 63 una fl,n*
i
ción analítica en el plano finito, es decir, es entera. En cada círculo Kn ésta
satisface a la desigualdad
I / ( * ) - n n (*—n*>:i « \f(z)-Pn{*)l-H Pn ( * ) -
- n n ( í- n » ) |< 2 | + |/> „ (* )-
n+ 1
oo
- n „ (* -« » ) | < 2 -é r+ ^ r-
n+i
(Aquí hemos utilizado ol hecho de que K n está situado en el interior del
círculo | z | < n3 + n2 + » -|-l). p or 10 tanto, en el círculo | z | < n tiene qui*
verificarse la desigualdad

, /(2 + „>)_n„(í) | < 2l T .

Sea G un recinto acotado arbitrario, simplemente conexo y q> (z), una {un­
ción analítica en eí mismo. Según ol teorema de Rungo, existe una sucesión
de polinomios (pm (z)}, uniformemente convergente hacia q> (z) en ol interior
de G. Pero, para cada polinomio pm (z) se puedo señalar un conjunto infinito
de poLfnomios II (z) con coeficientes cuyas partes reales e imaginarias son núme-
ros racionales, quo satisfacen a la desigualdad

l;>m (*)— n , *€C .

Los polinomios II (z) pertenecen a la sucesión (n „ (z));como hay una infinidad


do ellos, sus índices en esta sucesión son arbitrariamente grandes. Tomemos
n (z) ~ 1X ^ ( 1 ) t*e mo^° <iue índice nm sea mayor quo m. Obtendremos:

lPm W -n (Z)K-^-, *€G.


m wf
Evidentemente, la sucesión de polinomios {lTn (z)} converge uniformemente
hacia <p (*) en el interior de G. No quoda más quo observar que. si nm es tan
grande quo G está contenido en el círculo | z | C nmt entonces, según la construc­
ción misma de la función entera / (z), en el recinto cerrado C tiene que cumplirse
la desigualdad:

Por consiguiente, la sucesión (/ (z-f- *¿t)} también convcrgo uniformemont


hacia <p (z) en el interior de G, de donde se deduce que ésta satisface a todo
lo que se pedía en el problema.
$ 2. TEOREMA DE RUNOE 413

E j e m p l o 3. Construyamos una función / (z)t analítica en el circulo


unidad y que no tenga limito en ninguno do los radios al aproximarse al punto
correspondiente de la circunferencia unidad (rospccto do las funcionas do este

FIO, 72
género, se dice que en ningún sitio tienen v a l o r e s f r o n t e r a radi a-
1e s).
Sea
0 < r0< r t < . . . , < r n < .... limrn«=l.
Definamos los conjuntos abiertos:
* © < l* K 'o ).
Sji
(<■1< I * I < ri y I arg * I < - j - . o bien '» < I * I <
< r 4 y |a rg i|> -5 -) ,

»2 ('■»<! « lO o y | «rg * | < , o'bion r , < | i | <


< r, y 1»rtfi|>-2j-)
yf en general, Bn:
^4n-3< l * l < ^ 4n-2 y
o soa.
1*1 < ' ,*i» y (n«l, 2, . . . )
72). Construyamos ahora una sucesión de polinomios {Pn (z)} haciendo
fP,(z)
’ ¡, = 0 y sometiendo i ^ - t (a) y P^ (z) (suponiendo que ya se han cons­
truido Pa (z), . . Pin-'í (*)) * los condiciones siguientes:
A P zn-i (*)— ^ 2 * - 2 (*) < 2 aS=r P® " 1 1 * I < rsn-8
414 CAP. IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

y
I Pzn-1 (*)—1 | < <rt. 1 para t £ BZn~i;

I ^ 2 n - i( * ) |< ^ ñ para \ z \ < r 8n_k

y
\ p 2 n (i)\< £ ¡ñ Pu™ z í Bt /»•

La sucesión {Pn (2 )) es uniformemente convergente on todo conjunto cerrado


de puntos situado en el círculo unidad. En efecto, tal conjunto /'pertenece al
círculo | s | < para n >• N (F). Por lo tanto, para n > N (/), se tiene:
1 Pw + 1 (2 ) — Pn (z) | < (* € F). El límite do la sucesión [Pn (z)} repre­
senta una función F (z) uniforme y analítica on el círculo unidad, que satisface
a la condición
I F ( * ) - 11 < | F ( z ) - / ^ (zj j +

+ | J >2 n - l ( * ) - l | = | 2 [ ^ W - ^ W l k
2n—1
CD

+|/W*>-n< j«=2n—
2 1-4r+isk-áek
*
donde z £ /72 „-i» y a la condición
00

1A-<*>1 1j»2„ (*>M-1 2 |<


2n
m
- l . X* 1 1 . _
*-ÍZ S + 2 j TTi7 “ p ñ = i l“ ™ *€Bin
i-2 n 1
Debido n estas desigualdades y a la posición relativa de Los conjuntos Bnr
sacamos la conclusión do que F (z) no tiene valores frontera al aproximarse a los
punios de la circunferencia unidad por los radios.
Sea O un conjunto abierto que no contenga al punto del infinito, y supon­
gamos que entre las componentes dol conjunto O hay al menos un recinto múl-
liplómente conexo. Entonces, entre los puntos frontera del conjunto O hay
Ules puntos £ que pertenecen al interior de alguna curva cerrada de Jordán T
contenida en O. Sí {P^ (z)} es la sucesión de polinomios que converge unifor­
memente en cada conjunto cerrado do puntos contenido en O, entonces, ella
converge uniformemente on T y. por consiguiente, también en el interior de T.
Por lo tanto, la función / (z) = jirn Pn (z) tiene quo ser analítica en el punto £.
De aquí sacamos la conclusión do que toda función / (z) quo puoda expresarse
por una sucesión de polinomios uniformemente convergente en cada conjunto
i 2. TEOREMA DK JlUNGE '»1Í>

cerrado de puntos de 0 , necesariamente tiene quo ser uniforme y analítica en


el conjunto Ó%el cual representa la unión de todos Los recintos mínimos simple­
mente conexos que contienen a las componentes del conjunto abierto O.
En virtud del teorema d omostrad o a1 principio de osle apartado, para cada
función f (z) localmcnte analítica en 0 , existe una sucesión de funciones raciona­
les {J?n (z)J (no polinomios) que converge uniformemente hacia f (i) en ol inte­
rior de O. Sogún La construcción de la función Hn (z), lodos sus polos están situa­
dos en la frontera r,,*! del conjunto abierto 0„+1 quo contiene a ó „ y que está
contenido en 0 . El complemento de Ón respecto del plano ampliado consta de
un número finito de recintos D ^ , . . ., Cada lino do éstos contiene ai
menos un punto frontera o exterior a O y, por consiguiente, contiene al menos
una poligonal cerrada que forma purle do rn+i. Fijemos en los recintos
sendos puntos que sean puntos exteriores o puntos frontera do 0 . Entonces,
debido al lema que nos sirvió para demostrar ol teorema de Rungo, la función
J?n (z) so puedo sustituir por otra función racional R n (z), cuyos polos so agotan
todos con los puntos a jw) 0 = 1 ,2 , . . . » Yn). Y quo satisface a la condición
| fín (z) — ^?n («) 1 c -i- en el conjunto 0„. De aquí se deduce que para I»
función f (¿) existe una sucesión do funciones racionales {Hn (z)}, uniformo
mentó convergente hacia / <z) en el interior do 0, cuyos polos son todos puntos
exteriores o puntos frontera do 0 y, como so vo do lo anterior, en cierta medida
so oligen arbitrariamente. Pora apreciar claramente el grado de aribilraricdnd.
supongamos, en particular, quo 0 es un recinto de conexión finita cuya frontern
consta do p > 2 curvas de Jordán, sin puntos comunes dos a (los. Cada unn de
estas curvas os Ia frontera do un recinto sin punios comunes con O, Tomemos
en estos recintos sendos puntos aj (j 1, 2............/>). Entonces se puede exigir
que todos los polos do la función Hn (z) estén contenidos entre los puntos a ,
{) = 1, 2........ />).
Si, por ejemplo, O es un anillo circular: 0 < r < | z — «o | <. 11 < «•..
entonces p — 2 y so puodo hacer: — sQy o* => oo. La fuución Rn (z) tendrá
quo tener la forma

Por lo tanto, cuda función i (z), uniformo y analítica en el anillo circular, pm*iU»
expresarse en la forma siguiente:
Xn~|*ri
/ (* )^ lim R(z) -- lim y (z —z0)>.
n^nn i

Ya sabemos quo el teorema do Laurent permite afirmar en esto caso algo


más, pues, según éste, se puedo considerar que los coeficientes no d e p en d e n
do n, do modo que para / (z) resulta el desarrollo:
en
/(*) = 2 AJ(Z—*0)J-
ÍKJ CAP. IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

Teorema d e M o n t e ! , ¿’ea O u n c o n ju n to a b ie r to a r b itr a r io que


n o c o n te n g a a l p u n to z « oo , y s e a / (x) u n a J u n c ió n u n ifo r m e y to ta lm e n te a n a lític o
en e s te c o n ju n to . E n to n c e s e x is te u n a s u c e s ió n de p o lin o m io s [ P ti (*)) c o n v e r g e n te
f ( z ) e n O (por lo general, no uniformemente).
h a c ia
D e m o s t r a c i ó n . Sea { O n } ln sucesión creciente de conjuntos abiertos
construida anteriormente. Representemos O n en la forma
• • • + (0 n — ^ n -i)= ^ l
\
Debido a la construcción, (új está formado por cuadrados iguales de Jado ~
</ — 1 ,2 , . . a). Cada uno de estos cuadrados los sustituimos por nuevo
rectángulos, señalados en la fig. 71 (sustituyendo la longitud del lado del cuad­
rado por j . Considerando cada rectángulo como un conjunto cerrado, designe­
mos por R n la unión do todos los rectángulos correspondientes a los cuadrados
<0 ,, ü>2, . . oo*. Fácilmente so ve que R n es un conjunto perfecto, que no con­
tieno al punto del infinito y cuyo complemento es conexo. Además, R n a O
(e incluso Rn ci On+i), debido a lo cual para cualquier en > 0 se puede hallar
un polinomio P n (z) que satisfaga en R n a Ia desigualdad
I
-(véase el corolario del teorema de Runge en la pág. 409).
La sucesión {/>* (x)) satisface a todas las condiciones del teorema, si la
sucesión { } tiendo a cero.
En efecto, cada punto s, z £ O, pertenece n alguno de los conjuntos ce*.
Supongamos que z 6 o>j. Entonces z pcrloneco a uno de los cuadrados de lado
que forman (■>/, y si x está situado en uno do los vértices del cuadrado, entonces
•osle punto pertenece a todos los R n para n > /; si i es distinto de los vórtices,
pero está situado en la periferia del cuadrado, entonces caerá on el interior de
uno de los rectángulos ae la periferia para n suficientemente grande y en ade­
lante se mantendrá en el interior de este rectángulo, es decir, pertenecerá de
nuevo a todos Rn . comenzando dosdo uno de ellos; finalmente, si z está situado
en el interior del cuadrado principal, entoncos caerá en un cuadrado concón-
trico pora n suficientemente grande y se mantendrá en su Interior, es decir,
pertenecerá también a todos l l n , comenzando desde uno de ellos. En resumen,
rn cualquier punto x, z 6 O. para n suficientomento grande, n > .V (z). se veri-
íirii la desigualdad: | Pn (z) — / (z) | < e,4, y. por consiguiente, lim Pn (z) — / (z)
n-»o»
<puosto que en -»-0 para n -*■ oo).

§ 3. PUNTOS SINGULARES AISLADOS. RESIDUOS.


PRINCIPIO DEL ARGUMENTO
3.1. Consideremos una función uniforme / (z), analítica en un
entorno de un punto z0t a excepción, posiblem ente, de esto mismo
punto. Entonces / (z) es an alítica en cierto recinto D:
0 < | z—z o \ < R .
Sea z, un pimío del recinto D que satisfaga a la condición:
O < | z, — z0 I < ^ • Un b! círculo kZx\ | z — zt | < 1z0 — Zi |,
$ 3. PUNTOS SINGULARES AISLADOS 417

/ (z) es una función uniforme analítica y , por consiguiente, repre­


senta un elem ento ipZ| (z) (cap. tercero, ap. 6.3). Todos los puntos
do la circunferencia vZl: | z — zt | — | 20 — zx | serán regularos
para éste, a excepción, posiblem ente, del punto z0. Demostremos
que si el punió z0 también os regular para el elem ento considerado,
entonces será también regular para cualquier otro elem ento <p2z (z)
de la función / (z), correspondiente a un punto cualquiera z 2, 0 <
< | z2 — z0 I < -r r * En efecto, en estas condiciones, todos los puntos
do la circunferencia yZi serán regulares para (p2l (z), por Jo cual la
00

serie de potencias 2 (s — Zj)n sorá convergente en cierto


o
círculo Ktl: \ z — Zj | < pi cuyo radio p, > | z0 — z, |, y por
consiguiente, el punto z0 será interior para KZí. Como Ja suma de
la serie (z) coincide con cpxi (z) = / (z) en el círculo /r2l, sogún el
teorema de unicidad, ésta tiene que coincidir también con f (z) en
todos los puntos com unes a KZl y D. En particular, ésta coincide
con / (z) en todos los puntos de un entorno U del punto z0 (a excep­
ción del misino punto z 0, en el cual por ahora la función / (z) no está
definida). Tomemos ahora un punto cualquiera z2 ^ Zi, | z2 — z0 | <
< ~y , el círculo que le corresponde kn\ | z — z2 | < | z2 — z0 |
y el elem ento q>22 (z) (que 110 representa otra cosa más que la fun­
ción / (z) en el círculo ¿ 22). Entonces z0 esta situado en la curennte­
re11ci a yn : | z — z2 | = | z2 — zQ |. Como en su entorno U existo
una función analítica ib (z) que coincide con / (z) en todos lo s puntos
de U d istintos de z 0, ella coincide con cp2l (z) en los puntos comunes
para U y kZ2%de donde se deduce que z0es un punto regular para cpZ2 (z).
Resum iendo, si se consideran todos los elem entos que represen­
tan la función / (z) en el interior de las circunferencias que pasan
por z0, y el punto z0 es regular para uno de estos elem entos <p2l (z),
entonces éste es regular tam bién para cualquior otro elem ento
<p21 (z). En este caso, llam am os a la función / (z) regular en el punto
z0 y com pletam os su definición haciendo / (z0) = ^ (z0) De este
modo, la función resulta analítica en todos los puntos del círculo
| z — z0 I < R y, por consiguiente, es desarrollable en serie de
Taylor, dispuesta según las potencias de z — z 0, convergente en el
interior de este círculo.
Consideremos ahora el caso en que el punto z0 sea singular para
algún elem ento cpí3 (z). Entonces, en nuestras condiciones, éste tiene
que ser también singular para cualquier otro elem ento cp7jl(z). En
docto, suponiendo que fuese regular para <p2, (z). según Jo demostra­
do, tendríamos quo sacar ia conclusión de que sería también regular
para <p2l(z), en contra de lo supuesto,
27-1199
418 G A P. IV D IV E R S A S S E R IE S . R E S ID U O S

En resumen, si z0 es un punto singular para uno de los elementos


<pZl (2) que representan nuestra función uniforme / (2) en el inte­
rior de una circunferencia que pasa por el punto z0l entonces será
también un punto singular para cualquier otro elemento cp¿3 (z).
En este caso, diremos que la función / (z) posee un punto singular
z — Zq, o mejor dicho, que posee un p u n t o s i n g u l a r a i s l a ­
do de c a r á c t e r u n i f o r m e .
La serie do Laurent es el instrumento principal para la represen­
tación y estudio de una función analítica en el entorno de un
punto singular aislado z0. Apliquemos el teorema de Laurent o la
función / (z) en el recinto D: 0 < | z — z0 | < R. Este recinto es
una degeneración de un anillo circular con el radio interior r = 0.
Obtenemos:
H-oo
/(* )“ *€/>. (3.1:1)
— OO

donde
ün==2ñí Í (£—*o)n+1 ^ (n = Üí ± 1 , ± 2, . . .),
Vp
y YP es una circunferencia de radio p, O < p < R> con el centro en
el punto z0. El desarrollo (3.1:1) puede utilizarse también cuando
z0 es un punto regular. En este caso, la serie de Laurent se convierte
en la serie de Taylor, y se tiene: a = a _2 = • • • = 0 .
Demostremos la siguiente proposición fundamental.
T e o r e m a . Para que una función f (z), uniforme y analítica
en el recinto D\ O <C I z — z0 | <¿ /?, sea regular en el punto z0, es
necesario y suficiente que exista un entorno U del punto z0 en el cual
f (z) esté acotada en valor absoluto.
D e m o s t r a c i ó n . Supongamos que el punto z0 es regular
para / (z). Entonces, on cierto entorno del punto z0t f (2) coincide
con una función \|> (2) que es analítica on este entorno. Tomando el
entorno U do modo que éste quede situado junto con su frontera
on el interior del recinto donde \p (z) es analítica, y teniendo en
cuenta que esta última es por lo tanto continua, hallaremos quo existe
un M <a 00 tal, que
|/( * ) = | + M I < ^ . ZÉ¿7.
Por lo tanto, queda demostrado que la condición del teorema es
necesaria.
Demostremos ahora que es suficiente. Supongamos que existen
un entorno U del punto z0 y un número positivo M < 00 tal, que
| / (z) | < M para todos los puntos z£U .
* 3. P U N T O S S IN G U L A R E S A ISL A D O S 419

Entonces, eligiendo p, 0 < p < i?, de modo que la circunferencia


Yp pertenezxa a U, para los módulos de los coeficientes an de la
serie de Laurent (3.1:1) obtenemos los siguientes acotaciones:

0 9ca-
Consideremos aquí solamente los coeficientes de las potencias
negativas de z — z0, o sea, supongamos que n < 0. Evidentemente,
cuando p tiende a cero (con la única condición de que O C p C f?),
obtenemos;
an = 0, para n = —1, —2, —3 , . . .
Así, pues, la serie do Laurent se convierte en la serie de
Taylor:
/<*) = *o)\
0
de donde se deduce que / (z) coincide en el recinto D con una fun­
ción que es analícica en un entorno del punto z0 (con la suma de la
serie de potencias hallada), es decir, el punto zwes regular para / (z).
Del teoroma demostrado se deduce que, para que z0 sea un punto
singular aislado de la funoión / (z), es necesario y suficiente que en
cualquier entorno del mismo no esté acotado el módulo | / (z) |,
es decir, se cumpla la condición
lim |/(z) |= oo. (3.1:2)
t-*to
De aquí que, a priori, hay dos posibilidades para el comporta­
miento de / (z) en un entorno de un punto singular aislado:
a) liin / (z) — oo;
Z r-* t 0
b) no existe ningún límite (ni finito ni infinito) de la función
/ (z) cuando z tiende hacia z0.
Cada uno de estos casos subsiste en la realidad.
Hagamos / (z) = , donde n es un número natural.
Evidentemente, esta función es analítica para 0 < | z — z0 | y
lim / (z) = oo. Por lo tanto, en este ejemplo se verifica el caso a).

Como segundo ejemplo, tomemos / (z) = Esta función


tamhicn es analítica para 0 <C | z — z0 |, pero, a diferencia del
ejemplo anterior, el lim / (z) no existe. En efecto, si, por ejemplo;
el punto z está situado en la recta que pasa por el punto zQy es parale­
la al eje real, de modo que z — z0 = x — x0 es un número real,
27*
420 CAP. IV d iv e r s a s SERÍES, r e s id u o s

entonces, para z > x 0 y x j 0, se tiene oor y para z < x 0


i
y x-^-xt,, se tiene, ex~x0 ->-0. Por lo tanto, en este ejemplo se verifica
el caso b). En la fig. 73 está representada la superficie u = | exp ,
que es el relieve de la función considerada (para z0 = O)*).
*1

F IG . 7 3
Un punto singular aislado z0 de carácter uniforme, para el cual
se cumple la condición a): lim / (z) = oo, se H am aco lo d o l a
. f u n c i ó n a n a l í t i c a , En el segundo capítulo ya nos encon­
tramos con los polos de las funciones elementales.
Un punto singular aislado z0 do carácter uniforme, para el cual
se cumple la condición b): lim / (z) no existe (ni finito ni infinito),
se llama p u n t o s i n g u l a r e s e n c i a l d e l a f u n ­
ción.
* ) E l d ib u jo h a s id o a d o p ta d o d e la s « T a b la s d e fu n c io n e s » d e J a h n k e y
Em do.
$ 3. PUNTOS SIN G U LA RES AISLADOS 421

Estudiemos de tallad amento cada uno de estos dos tipos de pun­


tos singulares.
Sea z0 un polo de la función / (z). Entonces lim | / (z) | = oo
l-*lo
y, por consiguiente, existe un entorno | z — z0 | < Ó< il del punto
z0, en el cual f (z) satisface a la desigualdad | / (z) | > 1. Evidente­
mente, la función q> (z) = es analítica en todo este entorno,
a excepción, posiblemente, del punió z0. Pero, como | <p (z) | =
—j-—yj < 1, de aquí según el teorema do este apartado, se deduce
que z0 es un punto regular de <p (z). El valor de osla función en el
punto z0 es igual a lim = 0. Por lo tanto, el punto z0 os un
z-*g0 / W

coro de la función <p (z).


Recíprocamente; si se sabe que q? (z) es una función uniforme
y analítica en un entorno del punto z0, y z0 es un cero de esta fun­
ción, siendo <p (z) qé 0, entonces se puede senalAr un A > 0 tan
pequeño, que cp (z) no posea en el círculo | z — z0 I < A otros ceros,
a excepción dol punto z0 (véase el ap. 6.1, cap. tercero). Formemos la
función / (z) = ; ésta esuniforme y analítica para 0 < 12—z01<
< A y tiende a oo cuando z tiende hacia z0. Por consiguiente, z0
es un polo de / (z).
Así, pues, queda demostrada la siguiente proposición: para que
el punto z0 sea un polo de la función f (z) es necesario y suficiente que
este punto sea un cero de la función <p (z) = 77-.
Debido a esta propiedad, la cual cstabloce una correspondencia
entro los coros y los polos, se crea la posibilidad de introducir el
concepto de m u l t i p l i c i d a d u o r d e n d e m u l t i p l i ­
c i d a d (abreviadamente, o r d e n ) de un polo. Se dirá que z0 es
un polo de orden de multiplicidad k (k 1) de la función / (z), si
este punto es un cero de orden k de la función y-j^j . Guando
1, el polo se llamará s i m p l e ; cuando k > 1. se dirá que es
múl t i pl e.
En un entorno de un polo de orden k el desarrollo de Laurent
tiene un carácter determinado, que observáronnos i nmedí ata monte.
Demostremos, precisamente, la siguiente proposición:
Para que el punto z0 sea un polo de orden k de la función f (z),
es necesario y suficiente que el desarrollo de Laurent de f (2) en un
entorno del punto z0 no contenga miembros con potencias inferiores a
—k, y que el coeficiente de (z — z0)~fe sea distinto de cero. En otras
palabras, el desarrollo de Laurent de la función / (z) tiene que tener
422 CAP. IV D IV ER SA S S E R IE S . R E SID U O S

la forma
1 (z) = a-A (z — 2o)"fc+ • • • + « -1 (*—*o) H- (z — ^o) -+■ * • • ♦ (3.1:3)
donde a .h ^ 0.
En efecto, sea z0 un polo de la función f(z) de orden k . Entonces
para leñemos que tener en este punto un coro de orden k , de
donde
l = /lt ( í- % ) ‘ + 4 , ( * - « O f * 1+ ^A 0,
en cierto entorno del punto Zo- Por lo tanto,
^o)ri (3.1.4)
La serie de potencius A h 4* A h+X(z — z0) 4- • • • representa una
función analítica que no so anula en cierto entorno del punto z0
(puesto que A h ^í= 0). Por esta razón, la función — --—¡----\------——
es analítica en un entorno dol punto z0 y admite un desarrollo de la
forma a0 -+■ cct (z — z0) + . . donde a 0 = -j- 0. Poniendo esta
última serie en la fórmula (3.1:4), obtenemos para f (z) el desarrollo:
} (z) = ao(z —z0)-* + a, (* —*»)■*“ + . . . (oo^O).
el cual, on virtud de la unicidad del desarrollo en serie de Laurenl.
ropresonta el desarrollo de Luurent de La función / (z). Este coincide
con (3.1:3) salvo las designaciones (a* = a*.*, n — 0, 1, 2f . . .).
Asi, pues, la condición del teorema demostrado es necesaria.
Domostromos ahora que ésta os suficiento. Supongamos que / (2).
posee en un entorno del punto z0 un desarrollo de la forma (3.1:3),
donde a^k ^ 0. Escribiéndolo en la forma

,()“ <*-*)*
sacamos la conclusión de que

TW = **” a-K+a-fi+i ’

o bien, sustituyendo la función ---- ¡--------;------r-¡---- por su ricsa-


rrollo en serie de raylor según las potencias de z—zp:
- ^ = (3 —Z ^lfo + P, (* -* ,) + . . .1 =
= Po (z —2c)* 4" Pl (2 — -|- . ..,
donde Po = ^ 0-
| 3. PU N TO S S IN G U L A R E S A IS L A D O S 423
Hornos obtenido que el punto z0 os un cero de orden k de la fun­
ción . Por consiguiente, este mismo punto es un polo de
orden /c de la función f (z). El teorema queda demostrado.
Examinemos el caso de un punto singular esencial. El compor­
tamiento de la función en un entorno de un punto singular esencial
se caracteriza por la siguiente proposición:
Teorema de Sojotski-Cassorati-Weier-
5 t r a s s *). Cualquiera que sea el número complejo A (propio o im­
propio), existe una sucesión de puntos {z,4}, convergente hacia un punto
singular esencial z0, tal que
lim / (zn) = A.
Tí—>00

D c m o s t r a c i ó n; Si A = 0 0 , el teorema es cierto, puesto


que Ja función / (z) no está acotada en valor absoluto en cualquier
entorno del punto singular esencial. Supongamos ahora que A ^ 00;
demostremos el teorema por reducción a lo absurdo. Si en 1111 entorno
arbitrario del punto z0 no se pueden hallar puntos en los cuales los
valores de la función sean arbitrariamente próximos a A , entonces
tienen que existir un entorno 0 < | z - z0 | < 6 y un número
a > 0 tales, que | / (z) — A l > a para 0 < | z — z0 | < ó. Exa­
minemos la función tp (z) = y ^ —Á 1 ^sta es ana^ t*CÜ cn entorno
0 < | z — zo | <C ó. Además, satisface en esto entorno a la desi­
gualdad
I V (^) I *= | f (z) — A | < o" •

Por consiguiente, según el primer teorema de este apartado, q» (z)


es regular en ol punto z0 y su valor on este punto tiene que ser igual
al límite lim f * . . Pero / (z) no está acotada on ningún entorno
dol punto z0. Por lo tanto, el límite indicado solamente puede ser
cero, o sea, <p (z0) = 0. En resumen, la función ¿—I—-¡ tiene un
/ (*) a
cero on el punto z0, de donde se deduce que la función / (z) — A y,
por consiguiente, también / (z), tiene un polo en este punto. Esto
contradice a la condición del teorema, de donde se deduce que este
último es cierto.
Ilustremos este teorema con dos ejemplos.

*) Este teorema fue publicado, independientemente uno dol otro, por


Snjolski y el matomático italiano Cn.ssorati, en el año 1868. y por Woicrslraas
en el año 187f>; a continuación, para abreviar, lo llamaremos teorema de Sojolstcí.
424 GAP. IV D IV E R SA S S E R IE S R E S ID U O S

Ejemplo 1. / (z) = sen . Aquí, el origen de coordena­


das es un punto singular esencial. En efecto, si z tiendo a cero, sen -i-
no tiende a ningún limite, ni finito ni infinito, lo cual se observa
inmediatamente considerando solamente los valores reales de z.
Si A = oo, entonces haciendo, por ejemplo, zn = -~ y, por consi­
guiente, — — —in, obtenemos: sen— = —¿ sh n —►oo para n
ln zn
— Oo.
Supongamos ahora que A ^ oo. Para obtener la sucesión {s,,},
de la que se trata en el teorema de Sojolski, resolvamos ln ecuación.
i -• A.
sen — .
Obtenemos:
_L Aresen A *- -i- Ln (¿A 4- Y 1 —A2) y
do donde
z=i______♦ _________ * #
Ln Jn |L 4 H -"|/l —/i* | + 2taií #
Haciendo
7 __________i_________
— /I* | 2nni

y asignando a n los valores J, 2, 3, . . . , obtenemos una sucesión


{3/,} que converge hacia cero y satisface a la condición
!{zn)^-A (n = 1, 2, ... );
por consiguiente, lim / (zH) — A.
n—>,r>
1
E j o m p l o 2. / (z) -= é*. En este caso, el origen de coorde­
nadas también es un punto singular esencial, puesto que de nuevo
no existe el límite lim e*.
z-,i}
Si A — oo, tomamos zn — -i- . Resulta: f (z„) -= etl oo para
Ti- — oo es decir, la sucesión |-i-| satisface a la tesis del teorema de
Sojolski para A — oo. Supongamos ahora que A = 0. Entonces.
haciendo zH— — J- , tendremos: f (zn) — e~n para n oo, o sea,
queda también comprobada la tesis del teorema en este cn90. Supon­
gamos, fina luiente, que A 0, A =?*= oo. Aquí es más sencillo elegir
§ J. PUNTOS SINGULARES AISLADOS 42T>
los puntos correspondientes zn resolviendo la ecuación
e ¿ ^ A.
OLilenemas:
AZ = Ln A,
de donde
Ln A ln | A | -h *¿kni
Haciendo
*“ " T al A \+2nhi~ 2* • • ) '
tendremos una sucesión {zn} que converge hacia cero y satisface
a la condición f (zn) = A; por consiguiente, lim / (z„) = A.
TI-+CO
Del teorema de Sojotski se deduce que, si z0 os un punto singular
esencial de ln función f (z) y es el conjunto de valores quo torna
la función en un entorno arbitrariamente pequeño \ z — z \ < ó
de este punto, entonces la clausura del conjunto E& (es decir, E¿
junto con todos los puntos de acumulación de este conjunto) coincide
c.on el plano complejo ampliado.
En efecto, todo punto A del plano compiojo es el límite para una
sucesión {/ (zn)} de puntos pertenecientes a E&, y, por consiguiente,
A pertenece a la clausura del conjunto Ef,.
En los ejemplos 1 y 2 so vio quo, salvo ciertas excepciones
(¿ 4 = 0 0 en el primer ejemplo, A = oo y A = O, en e! segundo), en
lugar de la sucesión de puntos {zn}, para la cual se verifica la
igualdad limito
liin f(z n)= A %
O
se consiguen hallar tales sucesiones para las cualos se verifican
las i g u a l d a d e s e x a c t a s :
j(zn) =- A, n — i, 2, . ..
Resulta que, cu el caso general, también tiene lugar una situación
análoga. De osto trata la proposición siguiente:
T e o r e m a g r a n d e d e P i c a r d . Si z0 es un punto sin­
gular esencial de la función f (z), entonces para todo A =£ oo, a excep­
ción. posiblemente, de un valor A = A 0, existe una sucesión infinita
de Á-puntos de la función f (z) que converge hacia z0-
En el ejemplo f (z) = sen--no hay ningún valor excepcional,
i
en el ejemplo / (2) = ez éste es igual a O, puesto quo la función
1
e2siempre es distinta do cero.
i2ü CAP. IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

Este teorema lo demostraremos más adelante (cap. octavo).


Señalemos aquí queTcomo fácilmente se comprueba, el teorema de
Sojolski está contenido en las tesis del teorema de Picard.
De! último teorema se deduce que el conjunto de los valores qne
toma la función / (z) en un ontorno arbitrario | z — z0 | < ó de
un punto singular esencial z0, coincide con todo el plano finito
I z | < oo, excluyendo del mismo a lo sumo un punto A0 (i40 no
depende de ó).
EJ desarrollo de Lauront do la función / (z) en el entorno de
un punto singular esencial Zo tiene que tener, indispensablemente,
un conjunto infinito de términos de potencias negativas de z — Zq
(se sobrentiende que los coeficientes de éstas son distintos de coro).
En efecto, si en esto desarrollo no hubiese tales términos, entonces
el punto z0 sería regular para / (z), y si solamente hubiese un número
finito do ellos, entonces el punto z0 sería un polo de / (z) (según el
teorema de la pág. 421). Recíprocamente: cada vez que el desarrollo
de Laurent de la función / (z) en el ontorno de cierto punto z0 conten­
ga un conjunto infinito de términos con potencias negativas do
z — z0, z0 será un punto singular esencial do la función / (z). En
efecto, éste no puede ser ni regular para / (z) (puesto que no tiene
que haber términos con potencias negativas), ni polo (puesto que en
(Me caso tendría que haber solamente un número finito de tales
términos).
Como ejemplo, consideremos la función exp^¡ ; ésta admite ol
siguiente desarrollo, convergente para cualquier z =£ 0:
1 a, i i i , i ,
exP y = 1 + 7 * + 2 u ¡r + 3¡P* + • - •
Evidentemente, puede considerarse que éste es el desarrollo de Lau-
renl de la función en el entorno del punto z = 0. Como este desarrollo
contieno un conjunto infinito de potencias negativas de z, z — 0
es un punto singular esencial de la función. Naturalmente, esto
mismo puede demostrarse observando el comportamiento do esta
función en un entorno del origen de coordenadas. El lector compro­
bará fácilmente que ella tiendo a oo, cuando z se aproxima al origen
de coordenadas manteniéndose en los ejes coordenados, y a 0, cuan­
do z se aproxima al origen de coordenadas, manteniéndose en las
bisectrices de los ángulos coordenados. Por consiguiente, lim exp
0 |
no existe y z = 0 es un punto singular esencial de la función exp
De todo lo expuesto se deduce que, para caracterizar un punto
singular, desempeña un papel definitivo el conjunto de los tér­
minos de potencias negativas en ol desarrollo de Laurent de la
| 3. PUNTOS SINGULARES AISLADOS 427

función / (a) en el entorno de este punto. Por esta razón, la serie


oo
2 a-/, (z —zo)~k se llama p a r t e principal del d esa-
1 +<®
r r o l l o d e L a u r e n t 2 a* (z—zo)*1 en el entorno del punto zq.

La serie 2 aa (z —z0)*» que consta de todos los términos del desarro-


o
lio cuyas potencias son no negativas, representa una función regular
en ci punto z0 y, por lo tanto, se llama p a r t e r e g u l a r de la
serie de Laurent.
Aplicando las proposiciones enunciadas debo tenerse en cuenta
que en ellas se trata solamente de aquellos desarrollos do Laurent
que son convergentes en cierto entorno 0 < | z — z0 | <C Fl dol
punto que se estudia.
Como ejemplo, veamos la serie de Laurent:
. 1 , 1 . ,1 ,1 ,2 . , *n ,
*** + • *• + T + T + 2®+ • **+2STT+ ***
Esta contiene un conjunto infinito de términos con potencias
negativas de z. No obstante, antes de afirmar que z = 0 es un punto
singular esencial para la suma de la serie, hay que aclarar si es
convergente o no lo es en algún entorno do este punto. Obsérvese
quo la serie considerada representa una suma de dos progresiones:
oo oo
2 y 2 2^71 • primera de éstas es convergente para | z | > 1
i o

y representa la función ----- r = z— * * *a segunda es conver­


g í
t
gente para | z | < 2 y representa la función 1 . Por
2— z

consiguiente, el recinto de convergencia de la serie dada es el anillo


1 < | z | < 2, el cual, naturalmente, no es un entorno del origen
de coordenadas. La suma de la serie en oste anillo es igual a
*» Para esta fundón el origen do coordenadas
es un punto regular y todos los puntos singulares se reducen a dos
polos simples: z = 1 y z = 2.
3.2. Para determinar rápidamente la posición y ol carácter
de los puntos singulares de una función en casos concretos conviene
428 CAP- IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

tener on cuenta las siguientes proposiciones elementales que se


deducen de los teoremas del ap. 3.1.
a) Si / (z) y <p (z) 0 son dos funciones uniformes y analíticas
en un recinto dado G. entonces la función F (z) = puedo tener
<T(*)
puntos singuiaros en ol recinto G, precisamente polos, solamente
en los coros de la función q> (z). Sea £ un cero do orden k de la fun­
ción 9 (z) (&>1) y un coro do orden Z de la función / (z) (Z> 0)
(si £ no es un cero de la función / (z), hacemos 1 = 0). Entonces,
en un entorno del punto £ so tiene:

_/i__2
P (z) ------A : ------------------ (* - 0 Uh
¥ u' (t) «y1*11(£)
M A*!
donde (£ ^ ) ^ 0 y q><fc»(£) =^0. De esto so deduce que F (z) tiene
on el punto £ un polo do orden k — Z si k > Z, y un punto regular
si k ^ Z; además, esto último será un cero de la función F (z) de
orden Z — k si k < Z.
b) Si / (z) y <p (z) son dos funciones que no tienen en el recinto G
otros puntos singulares más que polos, entonces su suma, diferencia,
producto y cocionte (este último se forma solamente cuando
<p(z)^0) tampoco tienen otros puntos singulares más que polos.
En particular, consideremos la diferencia de estas funciones
/ (z) — <p (z), y sea £ un punto en cuyo entorno los desarrollos de
Laurent de las funciones / (z) y 9 (z) tienen la forma

/ (z) — "— TTT •••+ + flo I- a t (z — £ ) + • • • »


(2 — w* " *

<P(Z) — + • • • -4- b0~\-bi (z —£) H- . . .


(*—£>■*
Aquí Z y k designan el orden del punto £, considerado respectiva­
mente como polo de una u otra función. Para mayor generalidad,
supondremos que Z^ 0 (o bien k ^ 0) cuando £ sea un punto regular
de / (z) (o bien de 9 (z)), comenzando en este caso el desarrollo con
términos de potencias no negativas de z — £.
Restando término a término el desarrollo de 9 (z) del desarrollo
do / (z), obtenemos ol desarrollo de / (z) — 9 (z). Evidentemente,
el punto £ será un polo de esta diferencia cuando, y sólo cuando,
éste sea un polo de al menos una de las funciones / (z) y 9 (z) (&> 1
o bien Z> 1) y no coincidan entro sí las partes principales de los
desarrollos de / (z) y 9 (z). Cuando las partes principales son iguales
(es decir, k = Z, a_h = b.ftt . . . . — Z>_,), para la diferencia
s 3- PUiNTOS SINGULARES AISLADOS 429

obtenemos el desarrollo:
/ («) —<F<*) = «o —*>o+ (a¡ — b,) (z—£) + . . . ,
de donde se deduce quo £ es un punto regular para /(z) —q>(z).
Consideremos ahora la función

Esta puede tener puntos singulares solamente en los coros do la


función tp (z) o en los polos de la función f (z). Sea £ un cero o un
polo de las funciones / (z) o <p (z). En cualquier caso podoinos
escribir:
/( « ) - ( * _ » » ( « ,+ « ,( « - 0 + . . . J ,
«P(*)=■(*—i)k[6o+M*=S) + • ••].
donde / y k son números onteros (positivos, negativos o ceros),
y entre corchetes figuran seríes de potencias que son convergentes
en cierto entorno del punto £ y cuyos términos independientes son
diferentes de cero (n0 ^ 0T ó0 ^ 0)- En estas condiciones, /c > 0
corresponde al caso en quo <p (z) tiene un cero de orden k en el punto £,
k = 0 significa que z = £ es un punto regular en ol cual <p (z) 0,
y, finalmente, k < 0 significa quo 3 = C os un punto singular de
la función <p (z), precisamente, es un polo do orden —h.
Pongamos los desarrollos do / (z) y <p (z) en la fórmula para F (z).
Tendremos:
b' (z\ — ( z — n ' - fc (z — £)- +• • ♦
g 6«+ó| (*-£>+...
Evidcntcmcnlo, para / > & el punto £ sera regular para F (z) (en
particular, para l > /c será un cero de orden f — Zr), mientras quo
para / < k será un polo do la función P (z) de orden k — l.
c) Sea / (z) una función uniforme que no tenga en ol recinto G
otras singularidades más que polos. Entonces la derivada de esta
función /' (z) no puede tener tampoco en el recinto G otras singula­
ridades mas que polos. Precisando, /' (z) tiene un polo en cada polo
dé la función / (z), cuyo orden es una unidad mayor que el orden
del polo do / (z).
En efecto, sea £ un polo de la función / (z) de orden k > 1.
Entonces, en un entorno U del punto £, 0 < | z — £ | < 7?, la fun­
dón / (2) admite el desarrollo:

Gomo los términos de este desarrollo son funciones analíticas en U


y el desarrollo mismo es uniformemente convergente en el interior
430 GAP. IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

del recinto U (debido a la propiedad de la serie de Laurent), éste


puede derivarse término a término en U. Resulta:

liemos obtenido para /' (z) el desarrollo de Laurent en un entorno


del punto £, do donde se ve quo £ es un polo de orden k -+• 1 para
la derivada /' (z).
d) Sea f (z) & const una función uniforme quo no tenga en el
recinto G otros puntos singulares más que polos, y seo A ^ oo un
número complejo arbitrario. Entonces, la derivada l o g a r í t ­
m i c a de la función f (z) — A
d { L a \f ( z ) — A\} f'(z)
dz f (z)—~A
no tiene en el recinto G otros puntos singulares más que polos;
precisando, ésta tiene polos simples en todos los polos de la función
/ (z) y en todos los .¿-puntos de esta última (es decir, en todos
Los ceros de la función f (z) — A).
Para comprobar esta proposición, podemos aludir al caso general
considerado anteriormente en b). Ya vimos que el cociente de dos
funciones puede tener polos en los ceros del denominador o en los
polos del numerador. Sea z = £ un cero de orden k del denominador,
es decir, un .¿-punto de la función / (z) de orden k. Entonces
/ (2 ) — >1 «0 (3 —t)* + “i (*—?)',+1+ • • • ( k >i , a0^ 0 ) .
De aquí se deduce que
/ ' (z) - /cao (z - O*"1-i-«. <* + 1) <1- 0 * + - • •.
es decir, el punto £ es un cero de orden k — 1 del numerador de la
fracción. De esto se deduce que este punto es un polo simple de la
derivada logarítmica.
Por otra parte, sea z = £ un polo del numerador / ' (z). Esto
es posible solamente si £ es un polo de la función f (z) — A; además,
como ya se vio cu el caso c), el orden do multiplicidad del polo para
/' (z) será una unidad mayor que el orden del mismo polo para
f (z) — A. Por consiguiente, para la derivada logarítmica obtenemos
do nuevo un polo simple en el punto £.
c) Si £ es un punto regular o un polo para la función f (z) ^ 0.
y para la función cp (z) £ es un punto singular esencial, entonces ?
será también un punto singular esencial para cada una de las fun-
.-iones (p (z) ± / (z), / (z) 9 (z) y .
$ 3. PUNTOS SINGULAKES AISLADOS

En efecto, designemos estas últimas funciones mediante ij>, (z)„


tpa (z) y (z)» respectivamente. Entonces tendremos:
<P (2) = t i (z) ± / (z), <P(*) = . <p(z) = +3 (z)/ (z).
Si se supone queify (z) (/ = 1, 2, 3) tiene un punto regular o un polo
para z = £, entonces la función cp (z) también tendrá un punto
regular o un polo para z = £, lo cual contradice a la hipótesis. Así,
pues, el punto z = £ no, puede ser regular para las funciones (z).
Gomo estas funciones son uniformes y analíticas en cierto entorno del
punto £, a excepción de este punto, éste tiene que sor un punto sin­
gular aislado de carácter uniforme para ypj (z). Pero como ya compro­
bamos, el punto £ no puede ser un polo para ypj (z). Por consiguiente,
éste es un punto singular esencial para cada una de estas funciones.
f) Si £ es un punto singular esencial para la función <p (z), enton­
ces la función tendrá en £, o bien un punto singular esencial,
o bien un p u n t o s i n g u l a r n o a i s l a d o : un p u n t o
de a c u m u l a c i ó n de p o l o s .
En efecto, hay dos posibilidades: o bien existe un entorno del
punto £ en el cual <p (z) no se anula, o bien tal entorno no existe.
En el primer caso, la función \p (z) = será analítica en cierto
entorno del punto £, a excepción del mismo punto £. Este punto
no puede ser para yp (z) ni regular ni pulo; en caso contrario £ sería
polo o un punto regular para q> (z) = , en contra do la hipótesis.
Por consiguiente, £ es un punto singular esencial para i|> (z).
En el segundo coso, en cada entorno del punto £ existen ceros
de la función <p (z) y, por consiguiente, en el mismo entonto existen
polos de la función i|) (z) = — y. De a<lu* so deduce que cualquier
entorno del punto £ contiene puntos singulares (precisamente,
polos) de la función yp (z). Por lo tanto, £ es en el caso considerado
un punto singular no aislado para yp (z). Este es un punto de acumu­
lación de polos.
3.3. Consideremos una función uniforme / (z), analítica en todos
los puntos del exterior | z 1 > r do cierto círculo con el centro en el
origen de coordenadas, a excepción, posiblemente, del punto del
infinito. Realizando la transformación z = 4- reducimos el estudio
de tal función al estudio de la función / * ( £ ) = / j , la cual es
analítica en todos los puntos do un entorno del origen de coordena­
das, a excepción, posiblemente, del origen de coordenadas. La ima­
gen del punto del infinito z = 00 será el punto £ = 0, y a cada suco-
'i¿2 CAP. IV DIVERSAS SERIES. H12SIDUOS

s i611 de puntos {zn}, convergente hacia el punto del infinito, corres­


ponderá una sucesión de puntos = 7-} convergente hacia coro,
y recíprocamente.
El punto z = 00 se llamará regular, polo de orden k o punto
singular esencial, según que el punto £ = 0 sea regular, polo do
orden k o punto singular esencial para f* (£). Como en los casos
indicados /* (£) admito en un entorno del punto £ — 0 un desarrollo
de Laurent de la forma
r (0 —«0+ «iC - *!-•••»
i 4 (?) = «At* H-. . . - « ¿-1 + ■+ ■. •. («a ¥= 0)

— <v>
respectivamente, (en el último caso, un conjunto infinito de coefi­
cientes an de potencias negativas de £ es diferente de cero), la fun­
ción / (z) = ^-i-J admitirá en un entorno del punto del infinito
un desarrollo de Laurent de la forma
/ (z)=r at-\~a.xz-l + a„2z~iJr . -. ! a^tz~n^ ..
/ (z) —ahzh -f- . .. ¡-aiZ + ao — a_,z"A-f- . . ( ^ = ^ 0)

/ (z) = I! ««*"
^ JO

según que este punto sea regular, polo de orden k o punto singular
esencial (en el último caso, un conjunto infinito do coeficientes de
p o t e n c i a s p o s i t i v a s de z es diferente de cero).
Por lo tanto, la relación entre el carácter del punto con respecto
a )fi función y el desarrollo correspondiente do Laurent resulta ser
aquí igual que en el caso de un punto finito, cambiándose sola­
mente los papeles que desempeñan las potencias positivas y negati­
vas. Do acuerdo a esto, la parto principal del desarrollo de Laurent
en un entorno del punto del infinito es ol conjunto de términos
de potencias positivas, mientras que la parte regular es el conjunto
de términos de potencias no positivas.
Ya sabemos que se puede distinguir un punto regular, un polo
y un punto singular esencial para £ = 0 sin examinar el desarrollo
correspondiente de Laurent, sino averiguando solamente cuál do las
tres posibilidades tiene lugar:
1) /* (£) está acolada en un entorno del origen de coordenadas;
2) el limite de /* (£), cuando £ tiende a cero, es infinito;
3) cuantío £ tiende a cero, la función /* (£) no tiene ningún
límite, ni finito, ni infinito.
| 3. RESIDUOS 433

Del hecho de que f (z) = /* (Q y z = , se deduce que para


el punto del infinito son válidos estos mismos criterios, y que la
función tendrá en z = oo un punto regular, un polo o un punto
singular esencial según que ella esté acotada en cierto entorno del
punto dol infinito, tienda al infinito cuando z tiende al infinito,
o, finalmente, no tenga ningún límite, ni finito ni infinito, cuando z
tiende al infinito.
Consideremos una función entera / (z). Esta, en virtud de su
definición, es uniforme y analítica en todos los puntos finitos del
plano y admite un desarrollo que es convergente en todos los pontos:
/. (í) = flo “h ^lZ *4" ®®Z® UnZR*4“•••
Como éste es convergente en cualquier entorno del punto del infini­
to, se le puede considerar como el desarrollo de Laurent de la fun­
ción en un entorno del punto del infinito. De aquí sacamos la con­
clusión que:
a) una función entera e9 regular en el punto del infinito cuando,
y sólo cuando, ella es idénticamente igual a una constante:
/ (z) = <h\
L») una función entera tiene un polo de orden k > 1 en el
punto del infinito cuando, y sólo cuando, ella es un polinomio
de grado k:
/(z ) = ao + a , a + . . . + a * z \ aK^ k 0;
c) una función trascendente entera puede definirse como una
función entera con un punto singular esencial en el punto del infi­
nito. Por consiguiente, para una función trascendente entera no exis­
te el límite: lim / (z) (ni finito ni infinito).
z—
*oo
3.4. En este párrafo nos ocuparemos del cálculo de las integra­
les de las funciones uniformes analíticas sobre curvas cerradas,
suponiendo que en un recinto que contiene al circuito de integración
no haya otros puntos singulares más que puntos singulares aislados
do carácter uniforme. Estando planteado el problema de esta manera,
la curva podrá contener en su interior solamente una cantidad finita
de puntos singulares (en caso contrario, los puntos singulares ten­
drían al menos un punto de acumulación, que sería también un
punto singular de la función, pero no aislado). Sean Zi, z2, . . .. zn
los puntos singulares aislados de la función / (z) situados en el
interior de la curva cerrada rectificable V. Describamos alrededor
de cada uno de los puntos zk una circunferencia y*: | z — zh | a p k
de un radio p* tan pequeño que ésta quede situada en el interior de T
y que cada una de ellas esté situada en el exterior de todas las demás.
2 8 -1 1 9 »
434 GAP. IV DIVERSAS SERIES. RE5IDU08

Entonces, en virtud dol teorema integral para un sistema de cir­


cuitos, tendremos:
1(z)d z j f (2 ) d2+ ^ f ( z ) d z + . .. + j / (z)dz.
T Vi V2 Yn

Por lo tanto, ol problema se reduco al cálculo de la integral


J f (z) dz sobre la circunferencia | z — zn | = p*, situada en un
v*
entorno del punto singular aislado zh de la función / (z).
Sustituyendo / (z) por su desarrollo de Laurent en un entorno
del punto zh o integrando término a término (lo cual es posible
debido a la convergencia 'uniforme de la serie de Laurent sobro
yk)> hallamos:

j/(z)rfz=j £ ^ > (2 -2 * )" * * = 2 $ (z - 2 /,) md z= «-S 2.ní.


yh «»=—*’ m«o—a> yh
En efecto, de todas las integrales ^ (z — zh)m¿dz. es distinta
V>t
do cero solamente una, la que corresponde al valor m — —l f y ésta
es igual a 2j i ¿.
En resumen,
j / (z) dz= 2ni («L‘14 a'ü 4 . . . 4 -a-l). (3.4:1)
l
La fórmula (3.4:1) resuelve por completo el problema planteado.
Vomos, pues, que en nuestras condiciones, el valor de la integral
de una función analítica dependo solamente de los coeficientes de
las potencias de exponente igual a menos uno en los desarrollos
de Lauront de la función en los entornos de los puntos singulares.
Estos coeficientes se llaman r e s i d u o s d e l a f u n c i ó n .
Por lo tanto, se llama r e s i d u o de la función / (z), respecto
do un punto singular aislado a de carácter uniforme, al coeficiente
de (z — a)~l on el desarrollo de Laurent de la función en un entorno
del punto a *).
*) El concepto do residuo portenoco a Cauchy. El mismo señaló también
numerosas aplicaciones do este concepto a diversos problemas del análisis.
Por lo visto, 1a denominación r e s i d u o (résidu) es debida a que Cauchy
Mogo a este concepto buscando la d l f e r o n c i a entre las integrales tomadas
sobre dos caminos {con orígones v extremos comunes), ontro los cuales están
comprendidos los polos do la función. De esta forma se puodon encontrar todavía
los residuos en la «Memoria sobre las integrales definidas» (1814). El mismo
vocablo «residuo» aparece por primera vez en el artículo «Sobro un généro de
t 3. RESIDUOS 435

La fórmula (3.4:1) expresa el siguiente teorema:


T e o r e m a d o l o s r e s i d u o s . La integral de una fun­
ción f (z). tomada sobre un circuito cerrado I\ contenido en un recinto
donde la función es uniforme y analítica, a excepción de puntos sin­
gulares aislados de carácter uniforme, y que no pase por los puntos
singulares. es igual al producto de la suma de los residuos de la función
respecto de todos los puntos singulares comprendidos en el interior
de T, por 2ni.
Para aplicar eslc teorema hay que saber calcular los residuos.
Estos últimos se hallan sin dificultad alguna cuando oi punto singu­
lar de la función es un polo. Supongamos primero que a es un polo
simple de la función. Entonces» en cierto entorno doi punto a el
desarrollo de la función es de la formo:
/ ( Z) = - Í ^ + “.H-0|(2 —ü)+ •• ..
de donde
f (z) (z — a) = a_|-!-ao(z —a)-fai (z —«)s -f . . -
y, por consiguiente,
a-, = Res/ ( * ) « lira \f(z )(z ^ a )]. (3.4:2)
z«=a z-va
El cálculo del residuo se simplifica más, si f(z) tiene la forma
m <pjO
*(*) *
donde <p(a)=^0, y t|?( z ) tiene un cero simple para z = a (es decir,
si i|j (a) = 0 y i|>#(a) =Ó). Entonces z = a es un polo simple de la
función /(z), y según la fórmula (3.4:2) obtenemos
Res f (z) =- Res = lim « <s) <¡ ~ a> = lim <r(¿) <P(«)
z«a x«=a ' z-*a x~>a ♦'(«) *
(3.4:3)
cálculo, análogo ni cálculo de infinitesimales, incluido en el primer tomo de
«Exorcices do mathématique» de Cauchy (1826). lie aquí cómo introduce Cauchy
esto concepto: «Si, después do babor hallado los valores do x que hacen infinita
a la función f (x), se agrega n uno do estos valoro.?, designado medíante x, una
cantidad infinitóshnii f, y luego se desarrolla / (r¡ -f- e) según la? potencias
crecientes do esta misma cantidad, los primero?} términos del desarrollo con­
tendrán potoncia? negativas de & y uno d? ellos será el producto de -i- por un
cooficiento finito, al cual llamaremos, r e s i d u o (lo la función / (x)r respecto
dolvalor particular*, de la variablox». Después de este artículo, Cauchy publica
muchos otros, incluidos en el primer tomo y en los tres siguientes tomos de
«Exorcices» (1826-1829), en los cuales con si doraba las aplicaciones do la teoría
de los residuos al cálculo do integrales, al desarrollo de las funciones en pro­
ductos infinitos, a la teoría de las ecuaciones, etc.
28*
436 GAP. IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

Si a es un polo de orden k (k > 1), en un entorno del punto a


tendremos el desarrollo:
+ - - - + r ^ + « o + ai(z - a) + - - - -
de donde
i (z) (z— + (Z — <*)+ . . . + <J-i (z—a)*-l + . . .
Derivando término a término k —1 veces, resulta:
^ Í i M ^ = Í Í Í L = ( A - l ) l a - l + A (A -l) . . . 2 a « ( z - e ) + . . .

y, finalmente, para z —±a\


(k— 1)1 a_, = lim ^.--ÜL(f)<»-Ül
z-*a di*1 *
o bien

- s « **•
Fácilmente se comprueba que esta fórmula conserva su valor tam­
bién cuando el orden de multiplicidad del polo es menor que k.

-H»
Ejemplo 1. Calcular la integral ^ F (j;), dxt donde F (x)
—>oo
es una función racional: F (x) = , que no tiene polos en el
eje real y tal, que el grado del denominador Q (jr) es al menos dos
unidades mayor quo el grado del numerador P (x).
Consideremos el circuito de integración representado en la
fíg. 74, donde BCA es una semicircunferencia de radio R con el
centro en el origen de coordenadas. Tomemos el radio R tan grande,
de modo que todos los polos de la función F (z) situados en el semi-
9 3. RESIDUOS 437

plano superior queden comprendidos en el interior de dicho circuito.


Entonces tendremos:

j F{x)dx A- j F (z) dz = 2jiíE ResP’(z),


-ft tíC A

donde la suma se extiende a todos los polos de la función F (z)


pertenecientes al semiplano superior.
Como
«o
!+. . . +■ Pm
1 v t - \ 1 _ I -P (* ) I _ I I ____ I a\ »m
1* {z) 1" l - V W I“ I ^ T T ^ T Ñ T I - 1T ? 1+
y n — m > 2 , para valores de | z | = / ? suficientomonte grandes,
tendremos:

Por esta razón,


I f F (z) dz I< jgr nR = —
£ — ►0 cuando R —►00.
liC A

Por consiguiente,
-,-rn
j F (x)dx —

En resumen, la integral de una función racional, sin polos en el


eje real y que posea en el punto del infinito un cero al menos de segun­
do orden (esto es equivalente a la condición n —* wi> 2), es igual
al producto de 2jii por la suma de los residuos de la función F (2)
respecto de los polos situados en el semiplano superior.
Supongamos, en particular, que
Z1V^ZVI
F(z)^ I —I«r '
donde p, q y r son números enteros no negativos, siendo p <C r
y gcr.
Aquí el grado del denominador 2r es superior al grado del nume­
rador al menos en dos unidades. Todos los polos de la función F (z)
están comprendidos en la fórmula
kni
z= e r ( k - 1, . . . . r —1, r-t-1, . . . . 2r —1)
438 CAI». TV DIVERSAS SERIES RESIDUOS

(los puntos z tl no son polos de la función F (z), puesto que el nume­


rador y denominador de la fracción tienen uu factor común 1 — z2;
s i p - g y r no son primos entre sí, entonces algunos de los puntos
indicados tampoco serán polos de F (z)). Entre ellos, en el semiplano
superior están situados los polos
hni
z —t v (k =• 1, 2, . . . , r — 1).
Todos ellos son simples y, por consiguiente.
hni
■2p
—i (2r-M>-
Res F (z) » ' hni <2r-\) — 2r
hni
z -e r —2re
Por lo tanto.
<2p+i>-
í T-Sl' —e 1=
t (2q+1)i- <2p+ 1) *“r "1
< H-« 7 j -*-+« V -

<2g+l) ~ (2 p + i ) - 2 i
= ri —a
( cotg \ —e r J
2r - - n- —cotg
^ 2r 1 *)
Observando que la función subinlegral es par, obtenemos:

{ ^ = ^ - ( c o tg w - cotg - n).
0
Si r = 2n y q = p -J- n {p <C n), la última fórmula toma la forma
*2P n
l-h-r*" r/x = - sen 2/>t 1
ln
E j e m p l o 2. Sea O (z) una función analítica, a excepción
de un número finito de polos, en un recinto que contenga ai semiplano
superior cerrado (excluyendo el punto del infinito). Si ella no tiene
polos en el eje real y tiende a coro cuando z tiende a oo en ol semi­
plano superior, entonces para cualquier p, :> 0 es válida la fórmula
oo
^ [««*<*0» (*) + e-M«*cD ( _ x)| rfx = 2ni 2 Rcs le*1'® (*) I.
8 3 . R E S ID U O S 439

donde la suma se extiende a todos los polos do la función <I> (z) situa­
dos en el sciniplano superior.
Tomando el mismo circuito de integración que en el ejemplo 1,
obtenemos:
ii
\ cw^xli (¿r) d x+ f (2) dz = 2ni 2 Hcs (2)!*
-R DOA
El ¡junaos el radio fl tan grande, de modo que todos los polos de la
función e^ír <J> (3), pertenecientes al semiplano superior (éstos coin­
ciden con los polos de la función <P (2)), estén situados en el inte­
rior del circuito de integración.
Demostremos que en estas condiciones
iiin f £»*<*<!) (2) dz = 0.
lÍ^ mRCA
En efocto,
| / n | = | j c W ( z ) dz I =
' bca
n
—| ^ exp {\iíR eos q>—ja/í sen <p) O (i?***) iRe{* d<p | <
o n
< J r ! 1®*»» I (D(Re**) IR dtp.
U
Según la condición, raax | CP(Re1*) | == e (i?) —►0 para R —* 00.
0 9 i- n
Por lo tanto,
n
|/„ | < e ( ) J R Re~*Rt*»<* dtp=
l)
Jt
2 2 2_
= 2e(i?) j Jie-pnecnti dip <; 2e (R) J Re n >iR'pdtp =

= - í l i 5 L ( i _ c-u R )< -i?lí^---- >0 cuando fl-* o o .


Por consiguiente,
-f ü R
lim C eiíixQ)(x)dx= lim f 1**4*<P (a)-M -***<!>(--x)\dz=>
fl-o o Jl-^oo «j
CO
- J + x)l<ie = 2n£ 2 R«s le,1,‘® (*)l-

440 CAP. IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

Este es el resultado que se pedia. Si G> (z) es una función


par, la fórmula toma la forma

J eos pj*D (a:) dx = ni 2 Res [ ^ trO (2)1.

Si Q(¿) es una función impar, resulta la fórmula:

J sen pxO (x) dx —ji 2 ^ €S (s)|.


o
Por ejemplo,

s eos tur
aa4-xa dx = ni t^ai

x sen ¡ix
Res a*+ 2* ne-*"
2a

TÍC-*»a
*

íO a*+ xa dz = n Res
ZM«i a*+ *a 2

3*5. Gomo una de las aplicaciones importantes de la teoría de


los residuos, hallemos el valor de la integral j q?(z)
i1
donde /(z) es una función uniforme en un recinto £, la cual no
tiene puntos singulares en el mismo, a excepción, posiblemente,
de polos; A es un número complejo arbitrario, q> (z) es una función
uniforme y analítica en el mismo recinto y T es una curva cerrada
rectificable de Jordán, perteneciente al recinto G junto con la parte
encerrada por la misma, la cual no pasa por ningún polo ni por los
A -puntos de la función / (z).
Los únicos puntos singulares que puede tener la función F (z)
—<p en el recinto G son polos, originados por los A -puntos
o por los polos de la función / (z). Sean ai, . . ., am los .4-puntos
de la función / (z) situados en el interior do I\ y ai, a a, . . ., a m,
los órdenes de multiplicidad de estos A -puntos; sean bu . . ., bn
los polos de la función f (z) situados en el interior de T y Pi, . . . .
los órdenes de estos polos. En los entornos de los puntos aj las fun­
ciones <p (z) y / (z) admiten los siguientes desarrollos:
q>(z)=<p(aj)-t------
/(a) —A = c*} (z— + ...
3 PRINCIPIO DEL ARGUMENTO 44t

Por consiguiente, / ' (z) =s c0yaty (z —aj f ) 1- h . . . y


a i ( z — a,)a^~i 4 * ...

“ ~ — a ¡ [<P I a Ü + • ’ • 1 7+7T T = z — aj • • • 1=
tt/p (a>)
z ai
Los términos no escritos contienen potencias superiores de
z — ay. En particular, después del término que contiene (z — aj)~l
tiene que figurar el término independiente del desarrollo de Laurent,
después, el término que contiene z— ay, etc. De aquí se deduce que
z = aj es un polo simple de la función F (z), cuyo residuo es igual
a a j<p (ay). Este residuo puede ser igual a cero, si <? ( ) = 0; en este
caso, en la realidad, el punto ay no es un polo de la función F (z).
Consideremos ahora algún polo bj de la función / (z). En un
entorno del mismo se tienen los desarrollos:
<?(*)=?(& ;)+••• .
f ( z ) - A = d - t j { z - b j f ,i' + . . . .

de donde
-M

Por consiguiente, F (z) tiene un polo simplo en el punto z — óyr


cuyo residuo es igual a —|Jy<j> (¿>y) (éste es igual a cero, si «p (óy) = 0).
Aplicando el teorema de los residuos a la integral

obtenemos:
n
= 2 P<«J>“ 2^< & * > • (3.5:1>
442 CAP. IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

La primera suma del segundo miembro representa la suma de los


valores que toma la función 9(2) en los A -puntos de la función /(z),
donde cada uno de ellos se repite tantas voces cual sea el orden de
multiplicidad del j4-punto correspondiente. Si se considera que
entre todos los .d-puntos situados en el interior de I\ cada uno de
ellos se escribe una cantidad de veces igual a su orden de raultipli-
m
cidad, entonces la suma jS (aj) se puede llamar simplemente
sorna de los valores que toma la función 9 (z) en los A -puntos de la
función / (z). Una observación análoga subsiste también para la
seguuda suma» donde la sumación se extiende a los polos de la fun­
ción / (z). Definitivamente» llegamos al siguiente enunciado:
La integral ^ 9 (z) dz es igual a la diferencia entre
r
la suma de los valores que toma la función 9 (z) en los A-puntos de la
función f (z)» situados en el interior de I\ ij la suma de los valores que
toma la misma función 9 (z) en los polos de la función f (z), situados
en el interior de F.
Señalemos unos casos particulares de esta proposición:
a) 9 (z) = z. En este caso obtenemos la fórmula:

J 27 W ± a dz - 2 « A - 2 PA. (3.5:2)
r i-i i-i
es decir» la integral resulta ser igual a la diferencia entro la suma
de los X-puntos do 1a función / (z), situados en el interior de I\ y la
suma de los polos de esta función» situados en el interior de I\
b) 9 (z) = 1. En este caso obtenemos:

(3-5=3)
r j-i
es decir» la integral resulta sor igual a la diferencia entre el número
de .4-puntos de la función f (z), situados en el interior de T, y el
número de sus polos, situados en el interior de T.
Si A — 0, entonces los A -puntos serán ceros de la función f (z).
Designando con N la cantidad de ellos que hay en el interior de T
y con P t el número de polos que tiene la función / (z) en el interior
de T, hallamos:

r (3‘5:4)
La integral que figura on el primer miembro se llama r e s i d u o
l o g a r í t m i c o de la función / (z) respecto del circuito T (obsér-
g 3. PRINCIPIO D1SL ARGUMENTO 443

vese que bajo el signo integral figura la derivada logarítmica do


la función / (2)). Resumiendo, llegamos al siguiente teorema:
La diferencia entre la cantidad de ceros y polos que tiene la fun­
ción f (z) en el interior del circuito Y (en ambas cantidades se tienen
en cuenta los órdenes de multiplicidad de los ceros y polos) es igual
al residuo logarítmico de la función respecto de este circuito.
El residuo logarítmico tiene un significado sencillo. Para reve­
larlo, escribamos la integral en la forma

- é r 5 -j w Az= t í t 5 ‘e- <L k *•


r r
Señalemos en la curva T un punto arbitrario z0, al cual considera­
remos punto inicial y final del camino do integración. Al recorrer
el punto z la curva T en la dirección positiva, la función Ln / (z) varia­
rá continuamente, y después del recorrido de toda la curva su valor
en el punto z0 se diferenciará generalmente del valor inicial en el
mismo punto. Pero, pora un mismo valor de /(z0), los valores Ln/(z0)
podrán diferenciarse solamente por ser distintos los valores que
se asignan a Arg / (z0) antes y después del recorrido. Designando
con <P0 el valor inicial de A rg/(z0) y con «Dj el valor de Arg / (z0)
después del recorrido, hallamos:

r
- U n | / M + ¿<l>oi}= ° '¡ ; <Do •
Por consiguiente, según la fórmula (3.5:4),
N = . (3.5:5)
Esta relación expresa el denominado p r i n c i p i o del
argumento.
La diferencia entre la cantidad de ceros y polos de la función f (z),
comprendidos en el interior de una curva cerrada I\ es igual a la varia­
ción del Arg / (z) al recorrer el punto z el circuito Y en dirección posi­
tiva, dividida por 2n.
Señalemos también la interpretación geométrica de la proposi­
ción obtenida. AJ recorrer el punto z la curva cerrada Y en dirección
positiva, el extremo del vector w = / (z) describirá una curva cerra­
da r \ Designemos con v la cantidad de vueltas completas que da el
vector w en torno del origen de coordenadas en el recorrido indicado.
Convengamos en contar cada vuelta con +1, si se efectúa en direc­
ción positiva, y con —1, si so efectúa en dirección negativa. Entonces,
para la variación de Arg / (z) obtenemos la magnitud 2nv, de donde
se deduce el siguiente enunciado del principio del argumento:
444 CAP. IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

La diferencia entre el número de ceros y polos de una función uni­


forme f (z), comprendidos en el interior de una curva cerrada Y, es igual
al número de vueltas completas v que da en torno del origen de coordena­
das el vector que representa f (z), mientras el punto z describe el circui­
to T en la dirección positiva.
En el oaso particular en que / (z) no tenga polos en el interior
de T, obtenemos:
el número de ceros de la función f (z). comprendidos en el interior
de la curva cerrada I\ es igual al número de vueltas completas que da el
vector f (z) en torno del origen de coordenadas al recorrer una vez el punto
z el circuito Y en la dirección positiva.
Del principio del argumento se desprende el siguiente teorema:
T e o r e m a d e R o u c h é . Si f (z) y q>{z) son dos funciones
uniformes y analí ticas en los puntos de una curva cerrada rectificable Y
y en el interior de la misma, y si en los puntos de esta curva se cumple
la condición \ / (z) | > 1 cp (z) ), entonces en el interior de Y la suma
f (z) + cp (z) posee tantos ceros cuantos tiene la función f (z).
D e m o s t r a c i ó n . Para averiguar el número de ceros de la
tunción / (z) + <P (2) aplicaremos el principio del argumento.
Escribiendo / (z) + <p (z) para los puntos de la curva T en la forma
/(x) + 9 ( « ) - / ( * ) [ l + i g . ]
( |/ (2) | es mayor que |<p{z)| en los puntos de la curva T y, por
consiguiente, no se anula), hallamos:
Arg (/ (z) + cp(z)l = Arg / (z) 4- Arg [ l -f ^ - ] .

Pon» | lí Por 1° tanto, el extremo del vector que representa


1 -h y—- describe una curva cerrada comprendida enteramente en
ci interior del círculo de radio 1 con el centro en el punto 1. Por con*
siguiente, el vector correspondiente no da ninguna vuelta alrededor
del origen de coordenadas, y la variación del Arg [ 1 ~h ]
al recorrer el punto z la curva Y es igual a cero. Así, pues, la varia­
ción dol Arg 1/ (z) -h cp (z) 1 en el recorrido indicado coincide con
la variación del Arg/(z) en el mismo recorrido, de donde, según
el principio del argumento, se deduce la igualdad de los números do
coros do las funciones / (z) + <p (z) y / (z).
La proposición que sigue es una aplicación útil de este teorema:
T e o r e m a d e H u r w i t z . Si {fn (z)} es una sucesión de
funciones analíticas en un recinto G, uniformemente convergente en el
« 3. PRINCIPIO DEL ARGUMENTO 445

interior de este recinto hacia una función f (z) 0, entonces, para


cualquier curva cerrada rectificable y, perteneciente a G junto con su
parte interior y que no pasa por los ceros de la función f (r), se puede
señalar un número v = v (7) tal, que para n > v (7) cada una de
las funciones f n (z) tendrá en el interior de y un mismo número de ceros,
igual al número de ceros de la función f (z) situados en el interior de
esta curva.
D e m o s t r a c i ó n . Designemos con ji el mínimo de | / (z) |
en los puntos de la curva y: en virtud de la condición, \i > 0. Por
consiguiente, debido a ia convergencia uniforme de la sucesión
{/„ (z)} en Yi 90 puede señalar un v(y) tal, que para n > v (y) en
todos los puntos de la curva y se cumple la desigualdad

Pero de aquí, según el teorema de Rouché, se deduce que las funcio-


nes / (2 ) y / (z) + l/„ {2) — / (2)1 => fn (2 ) (n > v (y) tienen un
mismo número de ceros en el interior de y, con lo cual se termina
la demostración.
E j e m p l o 1. Hallar el número de raíces de la ecuación z8 —
— 4z® 4- z2 — 1 = 0 , cuyos módulos son menores que 1.
Apliquemos el teorema de Rouché.
Para esto, representemos z8 — 4z8 -|- z2 — 1 en la for­
ma / (z) -i- q> (z), donde / (z) =* —4z4 y ip (z) = z8 -f- z2 — 1. Como
para | z | = 1
| <p(z) | = | z8-f-z — i | < | z81+ 1z21 1 = 3

se tiene
I <P(z) I < I / (z) I-
Por consiguiente, según el teorema de Rouché, la función / (z) 4-
4- 9 (z) = z8 — 4z8 4- za — 1 tiene on el interior de la circunferen­
cia | z | = 1 tantos ceros cuantos tiene la función / (z) = —4z5.
Pero esta última tiene un cero de quinto orden en el origen de coorde­
nadas y, por consiguiente, el número de ceros que tiene en el cír­
culo unidad es igual a 5. Por esta razón, la ecuación z8 -^4z8 4-
-f z2—1 = 0 tiene cinco raíces en el interior del círculo unidad,
es decir, tiene cinco raíces cuyos módulos son menores que la unidad.
E j e m p l o 2. Demostrar que la ecuación
a0+ axeos 6*4-a2eos 2(14- • •« 4- un eos nú = 0,
donde 0 < ü0 < fl| . . . < On, tiene 2n raíces distintas en el inter­
valo 0 < ú < 2n. Además, la ecuación dada no tiene raíces imagi­
narias.
m CAP. IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

Demostremos primero que todos los ceros del polinomio


p(*)=-«o + «i* + . . . -\-a,xzn
están situados en el interior del círculo unidad. Evidentemente,
esto polinomio nu tiene raíces roales positivas. Si z no es un número
positivo, se tiene:
I P ( s ) (z — 1) | — | ®nZn+1 — (flo “h (fli — flú) 2 "í~ . * . (fln — ^ n - l) |>
> Ia„z”+11—Ia0+ (ax—a^) z + . . . + (an—aM ) zn | >
> a n | * P ‘1—l^o + («i —^o) I«IH- • •. + («» —a„-j)|z|n|.
En efecto, como los números a0, #i — a0» • . •, — ffB-i son positi-
vos y el número z no es positivo, los vectores a0, (at — «o) 2. . . .
. . (on — fln-i) 2n no pueden llevar una misma dirección y, por
consiguiente,
K + («i — «o)*-r • ■* H-(«n — a»»-i)*n |< f l o - h ( « i — «o)|*H - • • •
|z|n.
Si, además, | z | >1, entonces
«o + (ai — « o ) | * l + . . . + (an — a „ . 1) | 2 | n <
< «oi2r i+(** - «o)i2r+l+... - {an- a.-oi2r 1=
~-í«o4-(aj—«o)-f . . . + (a a^-a„-l)l|z |n+1 = a„ |z|n+1.
Así, pues, para | z | > l y z no positivo, se tiene:
\p(z)(z — 1) | > « „ | z |n+1 —a ^ l z ^ ^ O , o soa p (z) (z —1) ^ 0 .
Pero do aquí se deduce que para z no positivo y en valor absoluto no
menor que 1, p (z) ^ 0. Esto último es cierto también para z positi­
vo y, por consiguiente, p (z) no tiene ceros fuera del círculo unidad
ni tampoco en su circunferencia. Por esta razón, todos los rt ceros
del polinomio p (z) están situados estrictamente on e l i n t e ­
r i o r del círculo unidad.
Supongamos ahora que el punto z describo la circunferencia
| z | = 1 en la dirección positiva. Entonces el vector quo representa
p (z), según ol principio del argumento, tiene que dar en torno del
origen de coordenadas un número de vueltas igual al número do ceros
del polinomio p (z), es decir, n. Como en cada vuelta la curva que
describo el extremo del vector se corta con el eje imaginario al menos
dos veces (una vez por encima y otra por debajo), tendromos al
menos 2n intersecciones de éstas. Cada una de ellas corresponde
a una posición determinada del punto z en la circunferencia | z | = 1,
es decir, a un valor determinado del argumento el cual varía
en el intervalo (0, 2ji) al dar una vuelta.
fi 3 - P R IN C IP IO D E L A R G U M E N T O 447

Por consiguiento, tenemos al menos 2n valores distintos dol argu­


mento G on el intervalo 0 ^ <C 2ji, para los cuales el punto que
representa p (z) =*■ p (e**) so sitúa on el eje imaginario. Para cada
uno de estos valores de O
Re [p (<?*)1 - Re (a0+ axe ^ 4 . . . 4 a«e<n*)«■
= Re \<h 4 (eos O + 1sen O) 4 . . . 4* an (eos n ft+ i sen O)) =
= flo-f- «i eos 0-1- . . . —a,i eos nO
se anula; por consiguiente, queda demostrada la existencia de al
menos 2n raíces de la ecuación
flo4®t cosú-f- . . . an coswf> = 0
en el intervalo (0, 2ji).
Demostremos que el número de todas las raíces situadas en esto
intervalo es exactamente igual a 2n. Con este fin, hagamos ei{>= f;
entonces, tendremos:

y, por consiguiente,
flo f^ i eos 4 . . . 4 an eos utf —
= £~n (flu4 - • • • 4-Gi£n“A4 2-flot*14 OiS1**14* • • • <*«??")•
Si £j, £2, • • •» ítn son los coros del polinomio que figura en el
segundo miembro, entonces todos los ceros del polinomio trigono­
métrico que figura en el primer miombro satisfacen a la condición
( / = 1, 2.........2n).
De aquí se deduce, ante todo, que la cantidad de ceros reales distintos
del polinomio trigonométrico considerado en el intervalo (0, 2ji)
no es superior a 2n. Como ya se había demostrado que existen no
monos do 2n ceros reales distintos de este polinomio en el intervalo
(0, 2ji), el número total de ellos es igual a 2n. Obsérvese que los
módulos de los números £> = ex1yJ son todos iguales a 1; por lo tanto,
entro los coros del polinomio trigonométrico dado no puede haber
ninguno imaginario.
E j e m p l o 3. Sea cp (t) una función do variable real, positiva,
continua y creciente en ol segmento [0, II. Consideremos la integral
i
[ <p(t) eos zt dt.
o
Basándose en la otaervación hecha en el ap. 1.2 (pág. 388), a ésta
se la puede considerar en cualquier recinto acotado del plano como
448 GAP. IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

el límite do una sucesión de sumas integrales:

/»(*>= 2 4 -* ( t )«*■£-*•
femO

uniformemente convergentes en este recinto*).


Por consiguiente, esta integral representa una función / (z),
analítica en cualquier recinto del plano, o sea, es una función entera.
t
Evidentemente, 0 (por ejemplo, / (0) = j cp(/) dtz> Oj Por lo
tanto, a la sucesión {/n (z)} y a la función / (z) se les puede aplicar
el teorema de Hurwitz. Si z0 es algún cero de la función / (z), entonces
en cualquier entorno fijado del punto z0 todas las funciones f n (z),
comenzando desde una de ellas, tienen que tener tantos ceros cuantos
tiene / (z), es decir, al menos un cero. Pero las funciones /„ (z) son
polinomios trigonométricos que satisfacen a las condiciones del
ejemplo 2 ((on este caso 0 < ah = —q> (-£-) < a*+i = --cp (^—^)
y G= . Por esta razón, las funciones f n (z) no tienen ceros
imaginarios. Por consiguiente, la función entera / (z) r=
— ^ <p (¿) eos zt dt tampoco tiene ceros imaginarios: todos sus
o
ceros son números reales.
3.6. Si / (z) es una función uniforme y analítica en cierto entorno
| z | > R del punto del infinito (a excepción, posiblemente, de este
mismo punto), entonces en este entorno es válido el desarrollo:
/ (z) = • • ■4* 4- . . . 4~ A^z~l -|- A04- A\Z + . . . 4- ^r»2n 4r • • •
Hallemos la integral de / (z) sobre la circunferencia Ca \ \ z \ =
— o, donde o > R y la dirección del recorrido es tal que el entorno
| z | :> a del punto del infinito queda a la izquierda del observador.
Es natural considerar positiva tal dirección con respecto al recorrido
en torno del punto del infinito. Mas con respecto al interior del
círculo | z | C 0, es decir, con respecto al entorno del punto finito
z — 0, ésta es negativa. Integrando término a término la serie de
Laurent, resulta:
J f(z)dz = A -x ( —2ji¿) = 2jii ( —A -{).

*) En el caso dado, esta proposición es fácil comprobarla diroctamento.


§ ;i. l'HINCl l’IO DEL AHtiUMENTO

Para que cu el caso de integración alrededor del pimío del infi­


nito Ja integral de la función también sea igual al producto del
residuo de la función por 2ni, es conveniente dar la siguiente defi­
nición:
Se llama residuo de una junción, uniforme y analítica en cierto
entorno del punto z ^ oo, respecto de este punto, al coeficiente de z~\
tomado con signo menos, en el desarrollo de Laurent de la función en
este entorno.
Entonces
f / (z) dz —2ju Res f (z),
V

donde la Integral so toma en la dirección positiva con respecto del


punto del infinito, es decir, en el sentido según el cual Ja parle exte­
rior de la curva queda a la izquierda (y no la parte interior como
ordinariamente so hace).
Aplicando esta definición, obtenemos el siguiente teorema:
La suma de todos los residuos de una: función uniforme y analítica
que solamente llene puntos singulares aislados, es igual a cero.
En efecto, el número de puntos singulares do tal función es finito
(en caso contrario, existiría un punto de acumulación, finito o infi­
nito, del conjunto de los puntos singulares, el cual sería, por lo tanto,
un punto singular no aislado de la función). Describamos una cir­
cunferencia | z | — a, con el centro en el origen de coordenadas, de
modo que en ella y en su parte exterior (a excepción, posiblemente,
del punto z — oo) no haya punios singulares de la función. Entonces,
todos Jos puntos singulares finitos: zt. z2, . . zn estarán situados
en el interior de esta circunferencia, por lo cual, según ol teorema
de los residuos, so tiene:
n

Aquí se toma la integral en la dirección posiLiva ordinaria, es decir,


de tal modo que el interior de la circunferencia quedo a la izquierda.
Pero esta misma dirección será negativa con respecto al punto dol
infinito. Por lo tanto, la misma integral .será igual a
f ] (z) dz — —2ji/ Jles / (z).

Restando La segunda relación de la primera, obtenemos defi­


nitivamente:
2ni |Res / (z) . . . H- Res / (z) -f Resf (z)\=? U,
'¿(I—1199
450 CAP. IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

o bien
Res / (z) + . . . + Res / (z) -f Res / (z) = 0.
í —'*1 z=»*n r« c o
El loorema queda demostrado.
En particular, este teorema es cierto para cualquier función
racional, puesto que una función racional tiene solamente puntos
singulares aislados de carácter uniforme (precisamente, polos).
Obsérvese quo el residuo de una función respecto dol punto
del infinito se determina mediante el coeficiente de uno de los
términos do la p a r t e r e g u l a r del desarrollo de Laurent,
mientras que el residuo respecto de un punto finito so determina
modiante el coeficiente do uno de los términos de la p a r t e p r i n-
c i p a 1 (es menester recordar que el conjunto de las potencias nega­
tivas del desarrollo de Laurent representa la parte regular para el
punto z - oo y la parle principal para un punto finito). Do aquí se
deduce que el residuo respecto del punto z = oo puede ser distinto de
cero, incluso cuando este punto no sea singular, es decir, cuando es
regular, mientras que el residuo respecto de un punto regular finito
siempre es igual a cero. Así, por ojemplo, para la función { (z) -i-
cl punto z = oo es regular (es un cero de primer orden). Sin embargo,
aquí Res / (z) = —1 0.
2=00

§ 4. APLICACION DE LA TEORIA DE LOS RESIDUOS


AL DESARROLLO DE LAS FUNCIONES EN SERIES.
INTERPOLACION
4.1. Sea f (z) una función uniforme y analítica que no tenga
en el plano finito otros puntos singulares más que polos.
Designemos con C una curva cerrada rectificable de Jordán cual­
quiera que no pase por los polos de la función f (z), y sea z un punto
situado en el interior do C, distinto del origen de coordenadas y de
los polos. Calculemos la integral de tipo Cauchy:1
1 f / (í)
2ni J i;—z
c
Evidentemente, los polos de la función cp (£) = £^ en el inte­
rior de C son: ol punto t = z y todos los polos de la función / (z)
situados en el interior do C. Designemos con p tl . . ., p„ todos
aquellos polos quo son distintos de cero, y con Gt (z), (z)
las partes principales correspondientes de los desarrollos de Laurent
de la función / (z). Hagamos también p0 = 0, suponiendo quo G0 (z)
es la parte principal del desarrollo de Laurent do la función / (z)
i 4. APLICACION DE LA TEORIA DE LOS RESIDUOS 451

en un entorno del punto z = 0, de modo quo G0 (2) es idénticamente


igual a cero, si 2 = 0 es un punto regular de / (2), y G0 (z) es una fun­
ción racional con el único polo on el origen, si z = 0 es un polo de
la función f (2).
Calculemos los residuos de la función <p (£) respecto de los puntos
£ = z. Pi, . . pn. Ante todo, obtenemos:
Res <p(t) = /(*).
Sustituyendo luego /(£) en un entorno del punto P* por el desa­
rrollo de Laurcnt correspondiente
/JL|
/ < » - — Z\ - •+•••+ - £ k r + ¿C (C-P*) 4 • • •
...= G * K ) + />*(»,
donde &*(£) y ^a(Í) son las partes principal y regular del desa­
rrollo, respectivamente, y observando que para | £—P* | < | z — P* |
1 _ 1
5- * < «-p*)-< í-p*> ~
______ 1 t-p * ( t — Pi.)7* - 1
* -p * (-W ! "•
hallamos que el término que contiene (£—p*)"1 en el desarrollo
y(E) = /(£)">_?_/ 08 igual a

r A iy , AL\> , ,_ z Z 5 _ 1 - J L - ____ a <r\ 1


L*-P* + (* - p V '+ • **+ G* ( ) C-p4*
Por consiguiente.
Resq>(£) = —Gh(z).
i-ñk
Así, pues.

o sea.
1 f /(£)<£
/ w = S e *(2) + 2aí l i - ,

Esta fórmula podría haber sido obtenida de otro modo. Obsérvese


n
para esto, que Gk (?) es una función racional que se anula on
2U*
452 CAP. IV D1VKRSAS SRRIJ5S. R R S lD lí O S

ol infinito; lodos sus polos catón si lo ados on ol interior de C. La fon-

^ c,‘(í)
ción —>__z (z está situado en el interior do C) pasee las mismas
propiedad os y en el punto do! infinito tiene un cero al menos de
segundo orden. Por esta razón, su residuo respecto del punto del
infinito es igual a coro, y, por consiguiente,

S a o
lK rÍT = r-^ -° '
do dondo
n i ) - y On O
i f n tu z i f -
-&T ) T = f — S T . ------- — *------^
n
Pero la función / (£) — 2 @k (t) cs analítica en todos los puntos
o
interiores a C\ por lo cual, a la última integral se la puede aplicar
la fórmula de Cnuchy, obteniendo:

/O -S ^ O
1 f /<£><*£ _ 1
2nt ,1 £--2 '¿,11 * - / < * ) - 2 c*w .
n
es decir, resulta la fórmula (4.1:1).
Supongamos que existe una sucesión do curvas cerradas recti­
ficables de Jordán {Ctn) que no pasan por los polos do la función
/ (z), dmide cada una de las curvas {Cm} está contenida en el interior
de la siguiente (Cm+i) y cuyas partes interiores, para m suficiente­
mente grande, contienen a un círculo dado cualquiera | z | < /?,
cumpliéndose para las curvas Cm la siguiente condición:
lim t r /(;)<£ - 0 . 0.1:2)
M->OO 2 n í J £ — *

Entonces, ol nú mero do polos do la función f (z), situados en el


interior de Cm, dependerá de m: n = nnt, y de la fórmula (4.1:1)
hallamos:
1 (z) lim 2¡C ,|2), 0-1:3)
»»-♦oo 0
§ 4. APLICACION r>R LA TEORIA DE LOS RESIDUOS 453

os decir» la función / (z) se expresa en forma del límite de la sucesión


do la suma de las partes principales de sus desarrollos de Laureo t,
respecto do los polos situados en el interior de Cm.
La condición (4.1:2) queda satisfecha si, por ejemplo,
lim f 1/(£)!< & < oo. (4.1:4)
m-*oc‘Cm
,r
En efecto, designando con rm la distancia desde el origen de
coordenadas hasla Cm(rm—►oo cuando n i—►oo) y suponiendo quo
z pertenece al círculo |z |< r /f , para rrn;>/? tendremos:
0
C’m
J W I < - s K h r J iCm' « > i *
cuando m —> oo.
De esta acotación se ve que. con la condición (4.1:4). oí lórmino
complementario de Ja fórmitla (4.1:1) tiende a cero uniformemente
respecto de z, perteneciente a un círculo arbitrario | z | < /?. Por
esta razón, la sucesión (4.1:3) converge uniformemente hacia / (z)
en cualquier círculo | z | < fí.
Se puede obtener una expresión para / (z) análoga a (4.1:3) en
condiciones más generales. Supongamos para esto que en lugar de
(4.1:4) para la sucesión de curvas (Cm) y un número entero no nega­
tivo p se cumple la relación
IÍ5 JÍ 4I ►^I | - rfs< 00-
77I-» :r>
(4.1:5)
Si se supone que los longitudes lm de las curvas Cm crecen no más
rápidamente que krm, donde os una constante (así será siempre
que Cm sean curvas hornotéticas respecto del origen de coordenadas),
entonces hallamos que
max I / (w) l
-U M l <!s < max | / (£) | tim
1h I C’m
Cm
De aquí se ve que la condición (4.1:5) quedará cumplida si se
verifica la condición más simple
__ max | / (£) |
lim <oo, (4.1:1))
m-+3o rzL
que admite un crecimiento infinito del max | z (£) I, poro no más
Cm
rápido que el do r™.
Haciendo la suposición de quo se cumplo la condición (4.1:5)
o (4.1:6), volvamos a considcdar la velación (4.1:1) y sustituyamos
454 CAP. IV D IV ER SA S S E R IE S . R E SID U O S

cu la misma (£ — z)~* bajo el signo de la integral, por la expresión


zP l zP+1
C-* = -H - £P+t 4-
-T ‘
Entonces tendremos:
v
/{ z ) = S C * ( 2) 4 S ^ J ^ d t + 1 ^ | - ^ L 4 ^ - d S. (4.1:7)

Observando que los puntos p0l p,........ 0* son polos de la función


- ~ p situados en el interior de C%hagamos:

Rea 4 —- = ^ ’ (/ = 0 , 1 ......... p).


Entonces oblenomos:

i) J
í=0
- s <«p+■• ■+<">*•
G *
- s "*<»>•
j-0h=0
donde F\(z) son polinomios de grado no superior a p:
J \ (2) = X(,#>+ A l"z+ . . . 4- Atf’z*. (4.1:8)
En resumen, la fórmula (4.1:7) puede escribirse en la forma
n

/(* )= S
A l G*<*) + y,*<‘) l + - K r /?
í <4-1;9)
Sustituyendo aquí C por Cm y, por consiguiente, n por nm,
aplicando la condición (4.1:5), obtenemos que c! término comple­
mentario de esta fórmula
J_ f USL
'¿ni \ £ — z di

tiendo a cero, y además, uniformemente con respecto de los pun­


tos z, pertenecientes a cualquier círculo fijado: |z |< / f . En efecto,
si m es tan grande que rm>7?, se tiene:
/(O ‘p+l dí < JL f l/(£ (£) I I« I**1 ds <
C -í 2» c) 11 I - 1*1 ICI**1
m
***1 f 1/(01 dl
2a(rm- r t ) J aS'
s 4. A P L IC A C IO N DE LA T E O R IA D E L O S R E S ID U O S 455

Poro, on virtud de la condición (4.1:5)v las integrales I MP I ds


TcFTr
están acotadas:

^m
Por consiguiente,

|-KT 5 t - « t£» u V m - m ~ * ° cuo,ído m " * 00>


y de la fórmula (4.1:9) resulta el desarrollo
nrn
/ ( ! ) - lim 2 [<?*(*>+** MI- (4.1:10)
nm-K» 0
que converge uniformemente hacia f(z) en cada círculo |z |* < /f.
Esto desarrollo puede escribirse en forma do serie
! (*) = \Go (z) + />. <Z)M- S {lGn„l+¡ (z) -| p„in+1 (* )!-•-...+
m+0

doiulo n0 se debo hacer igual a cero.


Obsérvcso que los primeros términos do la sucesión (4.1:10)
o de la serie (4.1:11) se hacen infinitos en los puntos P0» • • tW»
es decir, allí donde se hace infinita la función / (z). Por esta razón,
la convergencia uniforme de la serie (4.1:10) se debe entender como
la convergencia uniforme de aquella serie que se obtiene de la dada
después de despreciar unos cuantos primeros términos que tienen
polos en el círculo | z | < H. Los desarrollos de La forma (4.1:10)
(en particular, (4.1:3) o (4.1:11)) so llaman desarrollos de / (z) en
f r a c c i o n e s simples.
4.2. El método expuesto de dosarrollo de las funciones en series
pertenece a Cauchy. Apliquémoslo a unos cuantos ejemplos particu­
lares de gran importancia.
1) D e s a r r o l l o d e sec z. Tomemos por Cm los contornos
de los cuadrados con los centros en el punto z = 0 y con los lados
paralelos a Jos ejes do coordenadas y de longitudes 2mn. En los lados
de los cuadrados, paralelos al eje imaginario, se tiene: z = mn f
+ iyt y, por consiguiente:

1 1 | eos ( ± t o n + i y) \ \ eos iy | ch y
En los lados de los cuadrados, paralelos al eje real, se tione:
z=*x ± iinn1 y, por consiguiente (véase la fórmula (3.6:11), cap.
CAP. IV D I V E R S A S S E R I E S . R E S I D U O S

segundo).
I SGC2 | = ___________1
| eos (x ± intn | sii mn
l)c estas desigualdades obtenemos pora la integral \ |sec£|<&
, ., ci»i
la siguiente acotación:

Jf | sec £ 1| ds < 2 j^ cli


^ y— 1\- Amn -|-í—
sli /«.-* .
cm -"**
1
Como la integral j es convergente y —> 0 para m —> oo,
se ctnnple la condición (4.1:4) yT por consiguiente, también la con­
dición (4.1:2). Por esta razón, en el caso dado so puede utilizar la
fórmula (4.1:3).
15n el interior de Cm la función sec z = tiene polos de la
forma (2/ — 1) -y- . donde — m -\- 1 ^ m\ todos olios son sim­
ples. puesto que los ceros de eos z son simples. Evidentemente.
Ros / 2/—1 v - (-* > '•

y, por consiguiente, la parte principal do soc z en el entorno dol


punto z — (2j — 1) -ry- es Gj (s) — ---- Lui]----- . Obsérvese tam-

bien que z = 0 no es un polo para sec z y, por consiguiente, se debe


suponer que la parle principal correspondionio os igual a cero.
Do la fórmula (4.1:3) hallamos:
sec z - lim V
M "—(2/—I)

- i¡... f s — í= ü ;— + y. — — i.

Sustiluyamos en la segunda de las sumas que figuran bajo el signo


del limite / por 1—k. Obtenemos que k variará entro tos límites
desdo 1 basta m, y, por consiguió uto.
§ 4. APLICACION Dli LA TEORIA DE LOS RESIDUOS 457

Por esta razón, cambiando la notación k por /, hallamos:


ir. fn
soca ^ lim r y (--<)■«
(■--1)' . , yXI ( (-~» 0'41
,4t v
t,í-.OC
* -W — ' j-t í + (2 /-l)-y J

7=1 i*—(2/ —
Hcinos obtenido ol desarrollo de sec z en serie
<2;—Da (4.2A)
S0C2= ^ (~ i y
;~t
Del método do obtención de esta serie (un caso particular de la
fórmula (4.1:3) con la condición (4.1:4)) so deduce que ella es unifor­
memente convergente en cada círculo | 2 | <C 7? (además, para hablar
de la convergencia de la serie se deben excluir de la misma unos
cuantos primeros términos, que tienen polos en el círculo dado).
2) D e s a r r o l l o d e cotg z. Tomemos por Crfl los contornos
de los cuadrados con los centros en el punto z = 0 y con los lados
pándelos a los ejes de coordenadas y de longitudes (2m + 1)
Entonces, en los lados de los cuadrados, paralelos al eje imaginario,
t =fc ("» + 4") n + iy.
y, por consiguiente,
eos ití] son (/y) etf — e~'J
I COtg 2 | = c<« [ty) cV.f r'J < I-
sen £± (ai i -i-) a + ty]
En los lados de los cuadrados, paralelas al eje real,
z = z ± i (/n4 ít,
y, por consiguiente, (véase la fórmula (3.6:11) del cap. segundo),
co s^d z i ) *] ch
| cotg z | =
sen dfc i (w -}- -y J Jij Sil (m -f- i-J n
i_|_eH2»..+l>« 1—e~ en+ i
4 58 CAP. IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

En resumen, en los ¡lados de los cuadrados Cm el módulo


Jcotgzj satisface a la desigualdad
|c o tg z |< .
Por esta razón, se cumple la condición (4.1:6) y, por consiguiente,
también la condición (4.1:5) para p — 0. y podemos aplicar la
fórmula (4.1:10).
En ol interior de Cm la función cotg z = tiene los polos
siguientes: 0, . . . » dbmu. los cuales todos son simples, puesto
que todos los ceros de sen z son simples. Evidentemente,
cus Alt
Res cotg z eos An
-1 .
por lo cual, la parte principal Gh (z) del desarrollo de cotg z en el
A
entorno del punto z — kn es igual a z_j¿n •
En el caso dado, los polinomios P^ (z) (véase la fórmula (4.1:8)
son de grado no superior a p = 0:
J \ (z) = ¿ r = Rea .
C—kn fe
Pero, evidentemonte, la función co^gs es par. Por esto, su
desarrollo en serie de Laurcnl en el entorno del origen de coordenadas
contiene solamente potencias pares de £ y, por consiguiente,
Re*52jtí = 0.
t=o w
Por otra parte, Jos puntos £ = &n (Ar^fcO) son polos simples para
* . Por lo tanto,
fíC f. c o t g ; _ cosA n _ 1
fe Ajt e o s An An
En rostimen,
P q(z) = 0, Pk (z) = - (/c 0),
y, por consiguiente, según la fórmula (4.1:10):

Co ttfz ^ h^n [ f + S (- ^ 5 5 T -* - lé r ) + S (-7 T 5 ÍT


h^m i ka1

- .i™ [ i + 2 ( T Í r + ^ s r ) ] - r + 2 (t - i-i-kn O*
fc*=l
(4.2:2)
$ 4. APLICACION DE LA TEORIA DE LOS RESIDUOS 450

Hemos obtenido el desarrollo de cotg z en fracciones simples.


Del mismo modo de obtención de esta fórmula se deduce (do la fór­
mula general (4.1:10)) que la serie (4.2:2) es uniformemente conver­
gente en cualquier círculo | z l < /?, si se excluye de la misma
un número finito do términos que tienen polos en este círculo.
Escribiendo la relación (4.2:2) en la forma

1
integrémosla término a término a lo largo de una curva arbitraria L
que parta del origen de coordenadas y no paso por los puntos kn
(k — ± 1 . ± 2 , . . .). Obtenemos:

j ( c o t g 2 - ^ ) d Z= 2 L n ( - ^ i - ^ ± í - ) = 2 ¡ L . i ( l — ¿ L ) .
o I 1
donde en el sogundo miembro figuran unos valores de los logarit­
mos completamente determinados; precisamente los valores de lus
integrales correspondientes:

£ ( 7 —Jbn z+~kn ) dz'


La integral del primer miembro es igual a uno de los valores
de Ln . Así, pues,

de donde

lo cual, ordinariamente, se escribe mediante el símbolo del pro­


ducto infinito:

senz = z ( l . (4.2:3)
1
Hemos obtenido el desarrollo de sen z en producto infinito.
Este desarrollo se obtendrá de nuevo en el cap. séptimo, partiendo
de unos razonamientos más generales.
400 CAI*. IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

3) D e s a r r o l l o s d e cosec z y tg z. Do los desarrollos


do las funciones seo z y cotg z so obtienen inmediata mente los desa­
rrollos do las funciones cosoc z y tg z. En efecto, coscc z =
— sec — z j . Por lo tanto, de la fórmula hallada anteriormente
m
aeo.z — lim 2 b ilíí-----
j=,—tn+1 * - ( 2 / - l ) - i
lial lamas:

cosec z — lim 2 ( - 0*

lim 2 — -!■ » 2
m~>*>7=—fW+l
Sustituyendo / —I por /p, obtendremos:
m-l
coscez-, lim 2 1XTÍT=
rn—^o /tta—m i
‘‘ í™ [ ^ H " ^ + T M + ( T ^ + T T & r)------- 4

+< - '>■- m - l ’- h J + < - ') ■ 7 ¿ r ] •


Agreguemos dentro de los corchetes un término más: ( — l)m x
X «-(-/»?ji cuyo límite os igual a cero (uniformemente raspéelo do z.
perteneciente a un círculo arbitrario |z |* < ^ ). Obtenemos:
coscc z - = lim [ i 2¡ 2t.
3*—Jl* + - -(2n)i (mx)* ] -

- f + S í- V -a J

listo es el resultado pedido.


Análogamente, para tgz tenemos: tg z —cotg^~— zj , por lo
cual, de la fórmula obtenida anteriormente
rn
c o te z ^ lú n [ - 1 + 2 ( - Í Í + 7 W ) J
§ 4. APLICACION DE LA TEORIA DE LOS RESIDUOS m

obtenemos*.
•m

Despreciando entro corchetes el térm ino------------------ , cuyo límiie


(2« + 1 ) - j~ í
os igual a cero, hallamos:

Esto es ol desarrollo buscarlo do tg z.


4) Kn particular, de los desarrollos buscados fácilmente se oblio-
nen los desarrollos de Laurent de las funciones trigonométricas en
ol entorno del origen de coordenadas que fueron hallados anterior­
mente mediante división de series (cap. tercero, ap. 7.2).
Consideremos sec z. Esta función es analítica en el circulo
| z | C -rj- y, por consiguiente, admite en el misino un desarrollo
en serio de Tnylor. La fórmula (4.2:1) expresa esta función en forma
do serie:

sec2 — 2 ( ~ ( 2 /- 0 *
**—(2;—

la cual es uniformemente convergente en cada circulo y, en parlicti’


lar, on ol interior del circulo | z | < -J* • Por esta razón, basándose
on el teorema de Weierstrass sobre las series uniformemente conver­
gentes de funciones analíticas, se pueden oblener los coeficientes
de Taylor de sec z sumando los coeficientes correspondientes de Jos
desarrollos de Taylor do cada una de las funciones que figuran entre
462 CAP. [V d iv e r s a s s e r i e s , r e s id u o s

corchetes en el segundo miembro de la última fórmula (véase cap 3.


«p. 7.1). Pero

j-(2 y - i) y *+ (2i —i)

Z*m
= 2 ( - l ) '- 2 r „n
0 [(2/-D -J-J
Aquí, los coeficientes de potencias impares son iguales a cero,
mientras que el coeficiente de z3m (m = 0, 1, 2, . . .) es igual a
2(-i)J-* /_2\2m+t (_ i)>-i
|"(2y |) j i l 2,n+1 ~ l n ) (2/ —•i)*nr+i

Por lo tanto, los coeficientes de Taylor de las potencias impares


do z en el desarrollo de sec 2, son iguales a cero (Lo cual, evidente­
mente, se podría habor observado inmediatamente, puesto que la
función sec z es pur), mientras que los coeficientes de las potencias
pares z2m so expresan en forma de series:

L Vn / (2/—l)8m+1
Así, puto,

Recuérdese quo en ol cap. 3, ap. 7.2, se obtuvo este mismo desa­


rrollo en otra forma:

0
donde E^ son enteros, denominados números de Euler (£0—
— 1. E*=5, Es— —6 1 ,...) . Comparando los coeficientes
de ambas series, obtenemos las igualdades:
oi 2 ^ (—IV"1 _ , aun E2m (m = 0, 1, 2, ...)
L Vn ) (2/—l)®m+I ^ ' 72wjr
$ 4. APLICACION DE LA TEORIA DE LOS RESIDUOS 463

y, en particular:
(—tp-1 ¿o n n
2 21 — 1 ~ 2 2 4

E2 / ji \ 3 _ na
(2 /- I)* “ 2*2! \ 2 i ■" 32
I
00

S (-l)^ 1 Ei t n \5 5its
< 2/ — 2-41 3 IRS» ’

Consideremos también la función cotg z — la cual es analí­


tica en el círculo | z | < ti. Para calcular los coeficientes de su desa­
rrollo de Taylor, apliquemos la fórmula (4.2:2), de la cual se deduce
la siguiente expresión de esta función en forma de serie:

c o i * * - 4 - - S ( • 7 = j r + -7qFJ5r)
Para cada término de esta suma se tiene el'siguiente desarrolla
de Taylor:
_ L _ + _ > ______ J ^ L _ + v (_ d - . =
z — in ^ z + jn //* ) * + 1 ^ Zi ' f

= _ 2 2 i!H ( |* |< « / ) .
" fía)*"1 1
Por lo tanto, los coeficientes de potencias pares de z en el desarrollo*
de Taylor de la función cotg z ----son iguales a coro (lo cual se
observa inmediatamente, puesto que esta función es impar), mientras
que los coeficientes de potencias impares z2m~'t se expresan en forma
de series:

2
-2 Zi
y (/n)am
—1 - = nvm ¿¿ ( m - i , 2, ...)•
f=l 7
l-’or consiguiente,

cotg z Z2"1' 1.
404 CAP. IV-* DIVERSAS SERIES KI?SII»UüS

En el cap. tercero, ap. 7.2, se obtuvo osle mismo desarrollo


oh otra forma:

« * « * * ~ r~ S
»/l*nI
Comparando Jos dos desarrollos so deduce que
2 Y J ( 4y / í - l 2>n_
„2»1 Zj ,i*n ' * (2m)|
*-l '
Como el primer miembro do osla igualdad es positivo, ol segundo
también tiene que sor positivo, es decir, (—l),n“,Z?2m "> 0. Do aquí
se deduce que los números do Hernoulli tí.ltn (m = 1, 2, 3. . . .)
lienoii que alternar do signo ^ya so vio en el cap. 3, ap. 7.2, que

Do la relación obtenida se deducen, en particular, las siguientes


igualdades:

7=1

2 “/T— 2.$} (2n)4■= ,


J=i
<i>

2 _L — J h - (2n)* - '1*
7* — 2 -0 ! — IMS ’

4.3. Examinemos el problema de la construcción del polinomio de Ínter


potación i>ara una función analítica dada / (0 * El problema consiste en que,
dailo un sistema de puntos
S|» *‘¿n - • •**m»
pertenecientes a un recinto G, y dados otros tantos números naturales
(Xj. Ct2» * . ■, CCfiM Cti"|*Gt>¿ ! Qtfti — u tn ,

se puede construir un polinomio II (2 ), del menor grudo posible, que sutisfogu


a las condiciones:
»<*,)=/(*,)....... n luJ 11 "<*,) ü - i . 2........ «).
El polinomio TI (2 ) que so lisiare a estas condiciones .*«• llama p o 1 i 11 o -
m í o d e i n t e r jp o 1 » t* i ó n de la función f <s), correspondiente 11 los
puntos de interpolación zj, con los órlenos de multiplicidad a¡ (; -■■ 1 , 2 , . . .
. ., 01).
4. INTERPOLACION 4C5

Si I T » es tal polinomio, ontonces para la diferencia


(z )^ /(z ) —fl(*)
c|uo. evidentemente, representa una función analítica en el recinto C, se liono;
H (zj) - . . . (,j)=U < /= 1 . 2 . . . m).
Por consiguiente, H (i) licno un cero en cada uno do Los puntos z¡ de orden a¿
pnr lo menos. Supongamos quo 11, (z) es otro polinomio quo satisface a las
condiciones del problema. La función correspondiente
<*) = / ( * ) - n , (z)
Laminó)» leudni los coros zit . . . . zm, cuyos órdenos serán uo menores quo
OL\........ a m: lo mismo será cierto también para
(z) = n ,(z )—ll(s).
lín resumen, II( (z) — n (s) es un polinomio que tiene ul menos n coros:
z,f i¿..........zm de órdenes no menores que a ,, a 2 ............a,„, de donde se deduco
que II, (z) — II (s) es divisible por el polinomio
(■—*,)“ > ••• ( : - :m ) Uff,= íú (i)
de grado n. Por osla razón, si cada uno de los polinomios 11 (*) y 11 , (2 ) es de
grado menor que n. su diferencia tieno quo ser idénticamente igual a cero, es
nocir, entre los polinomios de grado menor quo n existe no más do un polinomio
quo resuelvo ol problema planteado.
Demostremos que tal polinomio verdaderamente existo y puede expresarse
en forma de una integral

11« - - ¿ r í L% w-8:i>
V
donde y es una curva corrada rectificable de Jordán cualquiera, situada en o
recinto C junio con su parte Interior, la cual contiene en su parte interior lo
n
punios z,, . . . . zm. En efecto si <0 (s) = 2 resulta
o

m (z) o_____________
Í-Z - fc -x
- - 11 T A l (É + X) + • • - 4 A n ( C " -i 4 - . . . 4 - 2” - 1) -=
- -I, -|-.d^-‘- ...4- A nt " - i + (Ai + A ¿ + . .. -MaC”-*) *4- ... 4
... | Bo{í)*n-l>
donde £n..i(t). fín-2 (£)» •••» #o(£) son polinomios respecto de £, cuyos grados
coinciden con sus índices. Por consiguiente, IT (z) se puede exprosar en la forma

= 2 (-5T JV -5§- ® 1,1=S


<i®0
;»o- 1109
460 CAP. IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

donde

* -¿ r \ <*’ "• »•2....... — '>•


En resumen, le expresión (4.3:1) representa uu poli nomo de grado nn supe­
rior a » —t. Formemos i» diferencia B (*)=7 (z) — ü (*). Si el punió s osli
situado en el interior de y, entonces f(z) se pueble expresar en la forma / (z) • •
----— f / >/£, v t por consiguiente, /f se puede transformar del modo

siguiente:
r, M i r no t r /(;) *><;>-*><*)
,f w —s r .1 Trr^ t - ' ^ r ) W — s~
V
_ t r /(o «u) ... (4.3:2)
2n< .1 £—* fc>Q *
v
o bien, finalmente
/?(z)-.o(z) r / (S) «*; (4.3:2')
J t-c i^ T
Evidentemente, la ¡nlegrul
/(£)
1 f /(£) « _ f f üíiLrf-
2ju J £—z <•»(£) " 2ni J ; - r
v v
es una integral de tipo Cauchy y, por consiguiente, representa una función
analítica en el interior do y. Como co(z) = (z—Z|)a * . . . (r —-m)am. Ja función
Jt(z)
— =(s—5,)“* ... {z—zj-l)Uj- [(z —zj+i)i7+1
f (O
. . . (z — *w)°w — <«>O
2ni JÍ t - *
V
es analílira en un entorno del punto zf (o incluso en toda la parle interior u y).
Cor esta razón, z = zj es para l< (s) un cero do orden <Xj al menos, y. posible­
mente, do orden superior. Pero esto significa que
«<*,>-o , . . . /t(I' 11 {zj) o.
es derir,
/ (>/) —H (,-j)........ t Wj n '“ # ‘\s j) I / - ) , 2 ..........«,).
Asi, pues, liemos hallado el polinomio de interpolación (4.3:1) de grado
no superior u n — 1 que resuelve el problema plantearlo. En virtud ae la obser­
vación hecha anteriormente, ésto es el único polinomio de grado inferior a n
que satisface a las condiciones del problema.
En fórmula (4.3:1), que proporciona ci polinomio de interpolación, y la
fórmula (4.3:2), quo expresa la diferencia / (s) — n (*). es decir, que propor-
s 4. INTERPOLACION 467

cioini ol t é r m i n o c o m p l e m e n t a r i o R (z) d o l o f o r m u l a
do i n t e r p o l a c i ó n
f(*) = H (z)+ R (z),
so 1loman f ó r m u l a s d e H e r m i t e .
4.4. Ilustremos la importancia do las fórmulas obtenidas en unos cuantos
ejemplos.
i) Supongamos primero que m = 1. rio vnnrio que solamente so tiene un
punto rio interpolación i t de orden ot, n. Se trata de buscar ol polinomio
ÍL (z) — /n^j (s) de grado no superior a n — i que satisfaga a las condiciones:
<n-l <*l) = / 0 ¡ l ) . C - l < * . ) = / ' (=1>. • • •. C - l " (5 ,)= /< " -* > (í,).
En el raso considerado <i>(z) = <i>„ (z) —(z—zj)*1 y la fórmula (4 3:1) nos da:
* r fO < e -Sl) " - ( a- Str
hi-l (*) JV 4 -;
Pero

( t - í |) n l-z
-* U ¿— 'i ) " - 1 i - C - í t ) " - * • • • + ( * — s i ) ’, - , l =

1 I i
(4.4:1)
í —'l (C-5i)*2 (-—*i) H---- tt-5 |)n
Obtenemos:

'- < • > - ’t - s r í..


u _n
^ «**
Memos o b t e n i d o el p o l i n o m i o d e 1 n t e r n o 1 a c i ó n d e
T a y I o r, es decir, la suma parcial rio la serie de Taylor (lo cual so debía de
es|H*rar desde ol principio). El tórmino complementario (4.8:2') tiene la foima
1 f ¿i)w (4.4:3)
¿ni } 4 —z (C-*i)w
Este es el t é r m i n o c n in p 1 e m o n l a r i o d e l a í ó r rn u I a d o
T a y I o r. En virtud del teorema integral nant uu sistema de cirrnilos, sin
valor no varia si Ja integración se efectúa soore una circunferencia cualquiera
Cy. | 4 — zt | = p, donde p es menor que la distancia A desde el punto zt basta
la frontera del recinto O (en el cual / (z) es analítica). Por esta razón, para los
puntos z situ a d o s en el interior de Cp, se liotio:

2ni J £-* (£-*i)" dí

J f < p ) / | : — ¡i |
I «»(*)!<- 2ji p—
- 1 jz
5 -—zt
1 ,1| V
\ p ) ’
Como — ! c i, resulta que Rn (z) tiende a coro cuando n — oo,
do donde so obtiene de nuevo que la sucesión de polinomios de Taylor {',,-1 (*)}
30*
41$ CAP. [V DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

converge hacia / (z) un el interior del circulo | z — zt | < A. perteneciente al


recinto do analiticidad de la función / (z).
2 ) Son >n « n, de modo que se tienen n puntos do interpolación zf, z2, - • •
. . .. zn , cada uno do orden I (oq * . . . an -=* i). So trata de buscar el
polinomio 11 (z) = Zn_i (z) de t>rden no superior a n — 1 , que satisfaga a las
condiciones:
t n - \ (~l) — / (”l)' ^n-l {z 2 ~ f i z 2 ) 1 (-/») —/(-« )•
En ol caso dado.
to(z)-^tort ( z ) c ( s —zj) . . . (z — sn).
y por la fórmula (1.3:1), resulta:
/(O ton (O— (*) ^ ( 1. 1:1)
' - . w — s z r j <Ü/I (0 £—2
Y
Para calcular estu integral, lo más fácil es aplicar el teorema de los residuos.
La función subintegral <p (z), considerada como función de £, tiene polos simples
en los puntos zh (A ^- 1 .............n). El punto £ — z no os singular para la misma.
puesto quo el polinomio o»,, (vi) — (z) os divisible |>or £ — z. Para los residuos
de q- (£) en los puntos zh resultan las expresiones:

Res *(£)- t (~h) to„ {<)


K (*u) *—~h '
donde = ( z —zx) . . . (z—z/,_|) (z—+it+i) ••• (*—*n) es un polinomio cu z
do grado n — 1 .
Por consiguiente,

S & ' S ’- S
hm=i H ^=o|
liamos oblimido el polluomio de interpolación do Lagrancc do grado
n —l. El término complementario do la fórmula de interpolación correspon­
diente tiene la forma:
n i) to„(z) ( 1. 1 :0)
t - z toTSy <*l-
v
El comportamiento del mismo para n 0 0 do pondo de la relación entre
!n distribución de los puntos de interpolación (z») en el interior del recinto
•G y ol carácter do la función / (z).
3) El polinomio de interpolación de Lagrauge puede escribirse de otra
forma. Transformemos la expresión
_ 1 ton (£) —con (=)
* ton (£)
■que. como ya sabemos, representa un polinomio en z de grado n — 1 .
Para, n — t se tiene:
* (£— — —*i) i
6 4. INTERPOLACION m
Consideremos la diferencia
1 mt (t)—<*>a(*)
6k —Oft+!—a^ —
^a-i-i (£) <■>*<£) í —*
«>*+1 (£)=(£—z*+i) (C) y
tt>h+i (*)-={*— «*(*).
esta diferencia puede representarse en la forme siguieuto:
f. (s—zft-n)(£)—(*—sf r + i) ( g) —(C—*a+i) toh (p-MS—¿/<+i) <*>*(z) ________
*"■ «a+i (£)<£-*>
(t—*)<«>»(*) <**(*)
(£><£-*> ” «k+i(S) ‘
n—1
Haciendo ó0 = a i = - ^ — = — ^ r - , formemos la sumo 51 4* (C);
b—z\ (feJ k=0
obtenemos:

2 « * < » = ° i+ 2 l^ * l~ <n‘)=an~ - s ^ + ^ ^ + ---+^ w ■


En resumen»
1 <P«(O—<«/»(*) * . <M*> >. (4.4:7)
<*n(t) C—* *>1(P <*>2<P 4»»(P
Evidentemente, haciendo aquí zj = . . . = zn, se obtiene do aquí la
identidad (4.4:1).
De la igualdad (4.4:7) se deduce que el polinomio do interpolación do
Lagrango ln_i (i) se puedo representar on la forma

, ,-1 1 f f(0 »a (O -» « (* ) rfv _ V 1 f /« ) rT'fiii fr)


S i-j 5 ^ ^= 3 * - 2 : i s r j ’s ^ T t t T ^ w -
(4.4:8)
En esta forma, éste se llama p o l i n o m i o d o i n t e r p o l a c i ó n
d e N e w l o n. La ventaja de la fórmula (4.4:8] ante la fórmula (4.4:5) con­
siste en que, según la fórmula (4.4:8), para pasar ae /„_! (z) 8 (z) es suficiente
agregar (solamente) a ln- t (z) un término de la forma -rÍ— f — </pa>/( (z),
¿ni j ©/j+i(fc;
mientras que la fórmula (4.4:5) no sólo exige el aumento 3o un término, sino
también la sustitución do cada término anterior por uno nuevo distinto.
En pérticular, si la sucesión {/n_t f*)} converge hacia la función / (z),
teniendo en cuenta la fórmula (4.4:8), en lugar do la relación
/( z )= lim /n-t (z)
n-K»
se puede emplear la sorie

/(') = "v _ 2l.ni


_ f no
J <»fc.n (O
d$a>k{2)- (4.4:0)
o v
470 CAP. IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

|*>U su llama so r i c d » i n 1 e r|>o 1 a c i ó n de No w l o n Evidentemente,


¡mra —*2 — • • • = * n = *• •. ©a+i (5 ) se hace igual a (£— ZfV'*1, ©fc (?) se hace
igual a (z —zy)h%y resulta la serie de Taylor como un caso particular do la
serio do Newton:

'<*> • ¿ - é r J *<«— ■>*■


n y '*» 17
Obsérvese, por cierto, que ya establecimos las condiciones para la conver­
gencia de la serie (4.4:10), mientras que el problema general do la convergencia
de la serie de Newton, os decir, el problema do las condiciones según las cuales
el término complementario do la serio de Newton (1.4:6) (que es también el
término complementario de la serie de Lagrungc) tiende a cero cuando n oo,
exige un estudio particular, que tenga cu cuenta también la distribución do los
Jmillo* de interpolación y el comportamiento de la función / (s). Esto problema
in sido tratado por A. («uelfottd.
Detengámonos también a examinar los coeficientes do la serio <le Newton:

■4—
¿tu )t fcl**((í)
7(gL - ¿i (* = 0, 1, 2 ...).

En el caso particular de la serie de Tavlor estos coeficientes se expresan


fW tz
mediante las derivadas de f (xj, precisamente so representan en la forma '—
Al
En el caso general, ellos se expresan mediante las diferencias divididas de la
función t (z) respecto do los puntos {x,t }.
Para obtener la expresión debida de estos coeficientes, apliquemos ol teo­
rema de los residuos. Temí romos:
M-i Mi ...
i (£) _ y i (4.4:11)
( 5)
<K= 2 Res <*>/!+! (5) <»¡t+i <f/>*
j=l * * ;=i
donde
©a+i *t) . - (zj — zj-i) i) . . . (3j—**+i>.
En particular, para k - 1 obtenemos:
t r no ^ jm , /(tt>
2ni ) ©2 (5 ) *z, —12 ‘ z2— zt zi —ii
v
Llamemos a esta expresión d i f e r e n c i a d i v i d i d a p r i m e r a d e
l a f u n c i ó u j (2 ) respecto de los puntos zt y zz y designémosla |>or
\j; s,, z2\. En general, si ya se ha definido la ri i f c r o 11 e i a d i v i -
<1 i A a de orden k — I, llamaremos diferencia dividida de orden A de la fun­
ción f (2 ) respeto de los puntos Z|, xa, . . z;f-n, a la expresión
^ ....... »,.................................. *1 = á (,„ (/: „ .........u , I)l+ll.
-/<+!“ M
Sufxmgaiiios que ya se ha demostrado que
/(5) d; = A,(-l,[/(2); *1» Sfc]
©/, (5)
Y
s 4. INTERPOLACION 471

pura cualquier 3 ¡Moma río puntos zit r*; ríen1(diremos que entonces,
no [/(*); Si........ zh, zh^il* (4.4:12)
iM (P
L 11 e f e c t o , d e b id o » Jn h ip ó t e s is b o c h a , so t i oí 1 0 :

■ é r l e = z l. f ! * - * « ~ » ~ > i ' * *...... ...


V
-é r i tt- „ > 12........
V
Por consiguiente,
*<*’[ /( 2); 3t. •••» -A+l] =
-^|/(s); s?.......«1......................................zh\
,VM
Sh+1—2|

— 2n¿
_ __ !_ _ _ _ L_ r /(D jr . _ i_ f /«> d,
^ +| - - | 2IT4 J / W ( C - 3 i) . . . « - * * + ! ) • 2rtl J U)fc+, ( P
Y V
como se quería demostrar, nuciendo también
1 f /( t)rf í _ 1 f /(O -,
“S H T j ■ ^ T ’- “2 í í r J rfí" / ( - l ) “ A l / * s ^-
Y Y
representamos el polinomio de interpolación río Ncwton (4.4:8) en la forma
n—i
¿u-t(*) — 2 Aíli/(s); zt, ..., iA+l|ü)fe(2).
/i—u
De acuerdo a esto, lu serie de interpolación río New Ion loma la forma
siguiente:

2 A* [/(*)*. *i.......í/i+il to&U).


4) Finalmente, exumíuemos el problema de interpolación en el que se
dan m puntos distintos: zlt . . . , s yMl ríe órdenes ijguales a t . . . . —<xm — p t
a continuación aumentaremos indefinidamente el mitnero p, sin cambiar los
mismos puntos ríe interpolación. So trata de buscar un polinomio imp~i (=)
de grado no superior a >np— 1 que satisfaga a las condicioucs:
hnp-i{*h) — f(*h)i U»p—\ ( :h) J* (sh)*

{k— \, 2, Haciendo
(s—zt) ... (z—zm)= i/ (r),
472 CAP. IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

se tiene:
V |:)= (í" rl)1' *•* (z- ‘2m),' = MOF’»
yv por consiguiente.
Ímp-l (*)— \n (0l"-(9 001"

Transformemos la expresión
1 MOIp- 19 001"
I«(S>F
dol modo sig u len to :
1 mO)»—M»)!" .
lííOI*' C-*
i Vd )-V(:)
_ lí(Olp S -s {lí (O l'^ + lí (W-*1<‘>+
|7(«)1,>~1 1
+ . . . t............
( 5 W1- '} = — í ( 0rtrr----
—»<*) [ fl rl — fiJSP’-
?(*) r. - -
[9(01" í
I v n t o n c ’s I c n d r e m c s :
p -i
9(0—9 (¿) ^ l 9 (-)ln. (4.4:13)
Up-t < í ) - S ~ éü | Í9 (Oln+I

Para Ias transformaciones ulteriores, apliquemos la fórmula (4.4:7),


sustituyendo en la misma cún (z) por $*(2 ). Resulla:
1 9(C)-9(*) 1 ( i 9(0-9(=)) _
i9(Din+l “ i«tt>in \«<:;> C-* i
1 P 1 , z—2 | , . . • ( - *m-1) ~1
i7(í)i» L ;—j , (t-*i)(&-í2> + "*"r ( ? - :i) ( í—'i) ••• c - w J
de donde
1 f /O 9(0 —9 (g) ¿y =
'¿ni J Í9<0lrt+l C -- *
v

= 2 i s r í kV or ( t- íi) • ' (s_ */>-


»=0 v
Hemos obtenido un polinomio Qn (2 ) de grAdo no superior a m — 1, cuyos
coeficientes son integrales do la forma
1 f /(O__________ dí________
2.1 » JV M o r <t-*i> ••• (;--> .o *
Mediante el lenreiiiH de los residuos so podrían linber hallado sus expresiones
mediante los valores de la función f (z) y sus derivadas en los punios e|t . . z,n.
% 4. INTERPOLACION 47S
Volviendo a examinar la fórmula (4.4:13), hallamos:
p -i
tmp-í(z)~ 2 <?«(*) i» w r:
n>i[)
este últim o se llama p o l i n o m i o do i n t e r p o l a c i ó n do J a c o b i.
Consideremos el termino complementario de la fórmula de i uto nutación
correspondiente

mp{ 2ni ) i - z TTToF í-


v
P ara h a lla r una co ta, obsérveso que, desde el principio, q la curva y sola­
m ente se la han im puesto las siguientes restricciones: y ju n to con su p arte inte­
rio r pertenece al recin to G en el cual la función / (z) es A nalítica y contiene en
su in te rio r a todos los pu n to s z„. Tom em os como cu rv a y le lemniscAta
A p con los focos en los pu n to s zt , . . zm\
Iff (* ) l = P m
ívéa.se el cap. 3. ap. 6.2). Ya sabemos que olla encierra en su interior los puntos
zlt . . ., zm, cunlquieru que sea p > 0 . Supongamos ahora que p0 >■ 0 es un
vulor del radio tal, quo / (*) es uniforme y analítica en el interior de Ap<>. y sea
p > 0 un número positivo arbitrario, menor que p0. Entóneos, para cualquier
p' quo satisfaga a las desigualdades p < p' < p0 la lemnisco tu Ap. pertenece
al interior do y contiene el conjunto cerrado Gp, constituido por la parte
interior de la lemniscata Ap y la lemniscata misma. Como en lodos los puntos
z 6 Gp se cumplo la dosigualdud
i i < * ) k p m.
y en los p u n to s £ £ Ap, se vcrific-a la IguAldud
l7(C)l=n/,n.
tomando por y Ia lemniscata Ap» y designando con Af (p') el máximo del
módulo do f (z) en los puntos de la misma, tendremos:

I «,„p «> I< -fe - 5 - ^ - l,mg V (í € a*


dondo so ha designado con ó (p, p') la distancia onlro Ap y Ap>.
Do esta fórmula so ve quo H,np(z) tiendo a cero uniformemente en et
conjunto Gp. cuando p crece indefinidamente. Como
ftmp (*) —/ (*)— (2)
y p se puede tomar arbitrariamente próximo a po, do aquí se deduce que la
sucesión de polinomios convorge uniformemente en el interior
de Ap0 hacia la función / (*):
p -i
/ ( 2 ) = lim /m p -i(« )= lim 2 0/i(*>fa<*)Iw.
DO p-K» n—0
es decir, resulta el desarrollo en serie

/ (3)= iti¡ <?«<*> I®(l»n- (4.4:14)


474 CAI». IV DIVERSAS SERIES- RESIDUOS

lista se llama s e r i o d e i n t e r p o l a c i ó n d e J a c o b i.
En resumen, toda función / (i), analítica en el interior de la lemniscaia A'V
■con los focos zi% . . zmi puedo desarrollarse en sene de Jacobi ( i /i i U i ) , la cual
converge uniformemente en el interior de A(Jj.
Uecordemos quo q (z) — (t — zt) . . . (a — zm) y
M—i

v- w - jS= 0 - s r 1y ,¡ !a - d — ) . . ? « - . „ , ) <— ■> - < - ’*


En el caso particular eu que m - - 1 , so tiene q(z)=rz—s4,
q f
Qni“)~ 2,11 J (r—Sl)n+id* -
/(P d>_/,n,(g
n|
l)
V
y la serio do Jacobi so convierte olí la serie do Taylor; l« lemniscaia A ^
se conviorte o» la circunferencia 1 1—
Cumulo so tiene: q (c) - (z—zt) (z —z¿) y
o f /<P
V

^ 2a/ J (; - í a ) n+1 ** 1

Aplicando a cada una do las integrales el looremu do las residuos y efec­


tuando después unas transformaciones sencillas, resulta:

Qo (*)^= /(«i) (a—X2)—/(-2)(>—si)


j i —z2
v pata n > 1

_ ( - D " /<-'■>
■donde
, . i , , «(«a — i) . . . |„ * _ (* — t)*](« + fc) , m
?u> -1. Xi =-a (« -r i), Xh ^ —i------ i----- jfci ----- (* ^ 2>-
En particular, itaciciulo - t ——'2 — a> bailaremos que toda función /( s )t
lem ñisca U A„o:
nnalítiea en el interior de la lemniscatu A<>0:
(s~-a) (z+ a) J=(>3 ,
so desarrolla en serie:
fi») (z-i-,¡) — f ( — u) (z — a)
/(*> = 2a
, ^ (3*—a*) « \ h [,_ l)fc /..-i» ( ,) ( ,.} . i . p f « ) -
Zj «! (2a)nA-i Zl ,*¿u)k
lí=i //—u '
2= * « ) ] .
$ 4. INTltFlF (ILACION 475

Es convenienLo observar que mientras el interior de Ju lemnisco lo Ar>1


no sea conexo (lo cnul ocurriré para valores suficientemente pequeños de p0)f
la fuución aualílica / (z) podrá definirse en cada componente del ron junto
abierto, cuya frontera os A/v independien tómenle de como se defina en las
demás componentes del mismo conjunto. Así, por ejemplo, si rn = '¿ y pw4 *. I « I-
la lernniscata | (%— a) (z 4- a) [ = p* limita dos recintos simplemente conexos,
sin puntos comunes, llagamos / (z) ígiinl a una constante A en aquel recinto de
éstos que contieno al punto —a, e igual u una constante ti en aquel recinto que
contiene al punto a. Entonces, obtenemos la serie:

Z7-+.4 , _I ) - A , I) —A ^ , Jtw («-H) ... (2n —1 ) 2 « z(z*-gt)*


2 ' 2a T 2« Zj ' 11 *! 2¿na‘i" 9
l
la cual convergí: en tmu de los dos recintos limitados por la lernniscata hacia
lu constante A y en el otro, bacía Z?.
Por cierto, el último resultado se puede obtener mediante el desarrollo
biuóinico. En efecto, sustituyendo en la fórmula

( a - 1 - 1 ) . . . (2n — i)2n
(t+ o 2 <-*>" nVP* /n, : <i < í
i
02
i por , en el interior <le la lem ñisca lo | | a |2 se tiene
. . .
i i —prpí <*■
Por consiguiente.
(X-
a {n t) ... (2n —1)2«
dh h - 2 <-»>n «!2an
i
donde el signo en el primer miembro se déla* elegir do modo que para z — ± a
resolte la unidad; por esta razón, en el recinto limitado | K ) r la Icniniscata y que
contieno al punto —a (una mitad del «ocho»), se debe tomar el signo menos,
y en el recinto limitado por la lenmiscnta y que contiene al punto a (la otra
miliul del «ocho»), el signo más. Del desarrollo obtenido se deduce que

ti — A D -A , H -A (/i M ) . . . (2n — 1) 2a z(z‘¿ —a*)"


± - * r z+ ^ r 2 < - o » rt\2*n «*»»
de donde, finalmente, se deduce el resultado indicado anteriormente.
Para oatudiur la teoría de interpolación recomendamos al lector leer los
libros V. C o n c h a r o v. Teoría de I» interpolación y aproximación de las
funciones, (cap. I. Interpolación por puntos) (B. Jl. roiiiapou, Teopna m v T e p -
(lojiiipoftAiuifi ii npiióaiirneunfi 4)yiiKituü, M., TocTexmctaT. 1í>54 (ra. 1. To«ie*i-
íioL» uiiTcpuojinponaHiie) y A. G n e l f o n d , Cálculo de diferencias finitas.
(A. O. T e * i. 4> o n a, llcniicjumue KOHe*iiit>ix paauocToñ, na;i., 3. «II ay xa»,
4960).
47» CAP. IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

§ 5. FUNCIONES INVERSAS E IMPLÍCITAS


5.1. Supongamos que
w = f ( z ) ^ w 0^raí (z— z0) + .. . -+ ««(* —Zo)n + -•> (5.5:1)
donde a, — /' (z0) =?*= 0. Consideremos un círculo | z — z0 | «< p0)
cuyo radio sea menor que ol radio de -convergencia de la serie (5.1:1)
y en cuyos puntos, distintos de z0, la función / (z) tome valores
distintos de / (z<>) — w0 (véase el cap. 6.1, cap. 3). Designando con ó
la distancia desde el punto hasta la imagen de la circunferencia y:
1z — Zo | — po en la transformación w = / (z). para cada punto
tt?f pertenecióme al entorno | w — w0 | < ó tendremos:
| / (z) —w01> | ivq— Wí | (z€ Y)*
de donde, en virtud del teorema de Rouché (véase el ap. 3.5), se
deduce que ln ecuación
/(z) —iz>o= 0
y
/ (z) —w! = / (z) — w04 (w0— wt) = 0
tienen un mismo número de raíces en el interior de y. Pero la
primera do ellas solamente tiene una raíz z0; por consiguiente,
la segunda también tendrá solamente una raíz zt:
f( z {) = wx.
En resurnon, en el entorno j w — wQ \ <Z ó está definida una
función uniforme z = <p (u;), cuyos valores pertenecen al entorno
| z — z0 | <C Po y cual es inversa con respecto de la función
w -= f (z)
Aquí obten (Iremos para la misma un desarrollo en serie de poten­
cias do w — u?0, convergente en el círculo | w — w0 | < ó, de donde
se deducirá que la función cp (z) es analítica en el círculo indicado.
La serie que obtendremos representará la i n v e r s i ó n d e l a
s e r i e (5.1:1). Queriendo establecer un resultado más general,
consideremos una función Arbitraria F (z)t analítica en un recinto
que contenga al círculo cerrado | z — z0 | p0> y formemos el desa­
rrollo on serie para la función F Irp (m)l. En particular, haciendo
F (z) = z, obtendremos el desarrollo de <p (w).
Si w os un punto arbitrario del círculo | w — w0 | <C ó, entonces,
como ya se ha observado, la función f (z) — w tiene un cero simple
único z = cp (o?) en el interior de y: | z — z0 | — p0. Por consiguien­
te, la función F (£) j tiene un polo simple único qp (i¿?) en
el interior de y, con el residuo igual a F [<p (t¿>)l. de donde se deduce
I 5. FUNCIONES INVEHSAS 15 IMPLICITAS 477

<|HC

F I*P(U"")l —"¡tu" 5 <5-»:2)


V
Está claro, quo la fórmula obtenida es un caso particular de
ia fórmula (3.5:1). Para obtener de aquí ol desarrollo on serio pedido,
apliquemos u la integral (5.1:2) un método análogo al que se empicó
para obtener de la integral de Cauchy la serie de potencias para una
función analítica.
Como | w — w0 | < ó, mientras quo | / (£) — w0 |> ó (£ £ y)'
Infracción ?-;*SL
/(£) —w es desarrollnble en serie de 1potencias de /(*) —!/>o .
f i O _______0 2 _________ /*ti) _ 1 _
/ (O— ""/(&) —«‘o—(»—««o) "~ / (b)— , &~ “7«
a:<
^ /' (O r «p—wq i n
¿ i /<£)—«**0 l/(b>—^0 J
T f= 0

Haciendo max | /' (5) I = Ai, bailaremos que el módulo del término
v
general do la serie obtenida no es superior en los puntos de Ja circun­
ferencia y al número — ^ ' w~^wo[ ^ d0 <jon(|c Sü deduce que la
serie es uniformemente convergente en y y puede integrarse término
a termino. Poniendo oste desarrollo en la fórmula (5.1:2), obtenemos:

'( O S
n — (i

= 2 ~ls r í I/ f O— ( w— <y„)". (.7.1:3)


»Í—O v
Hemos obtenido una serie de potencias para ^|q>(ip)), conver­
gente para | w — 1<; ó. En particular, si F {z) - z, resulta:
on

«-*(")- flMSkO -é r Yí -¡/(O-Sr^t (5-W)


Esta es la inversión de la serie (5.1:1). Transformemos los cooficien-
tes de los desarrollos hallados. Para n — O obtenemos:
d í= F ( z 0),
f (Z,)—U>Q
Y
478 CAP. IV. DIVERSAS SERIES. nESlüUÍXS

puesto que en el interior de y la función su 1>integral tiene uu polo


(simple) único en el punto £ = z0 con el residuo igual a F (z0).
Supongamos ahora que /*>f. Entonces, empleando el método
de integración por parles (el cual, evidentemente, os aplicable a las
integrales de las funciones analíticas do variable compleja), obtene­
mos:
F ia r o
i H V i/o -w b r-"
i F'iQ
2jiín .í l/Q-u.,,1- } " i i m í !/(£ )-* oiM¿ £ .
V V
La runcióo ^ |» lien o en el interior de y un polo de orden n
en el punto £ — (puesto que el denominador do la fracción
1/ (£) — «?0ln tiene un cero de orden n en esto punto). Por esta razó»,
(véase el «p. 3.4),
í __ *" O 1 1 **-' f F ' O jr - ? q)« \
' U/t£)-«r0r4 / (n-\)\ 1 jc=¡
Haciendo, para abreviar.
(3.1:5>
/(=) ■^n = X » .
donde, en virtud do las hipótesis hechas respecto de /(z), la fun­
ción x(z) es a 11a Ií ti en el círculo |z —Zo|<¿p0, resulta:
j _ r F(g n g di - 1 ,¿»-i (5.1:0)
2ni ) l/(£)-*ol'l+l n\ dl"~i
v
Por consiguiente, la serie (5.1:3) puede escribirse definitiva­
mente en la forma

/• |<p<if)í 2 <£) (X(»)n;='i («•' —i/'o)". (5.1:7)


n~mI
Esta serie, así como su caso particular (para F(z)-z):

i - <p(u.’) = z„ \ 2 ■7r ^ r r ( i x ( t ) r ,w . . ( " !— (r>-1;8>


Tl= I
se llama s e r i e de Lag rauge.
5.2. Examinemos el problema de la inversión de una serio de
potencias de la forma
w f( z ) ^ w t}-\-ak(z — z0)h-*r tt/í+l (z —ZüVtxl 4-...» (5.2:1)
$ b. F U N C IO N E S 1X V BH SA S R IM P L IC IT A S 470

donde
<’h - * ^ 0 y *>1.
Consideremos oí círculo K: \z —Zol^Cpo* on el cual se verifica
Ja relación
| , (z —z„) + «;,t2 (z —z0)s -| • • • M M») | < K l-
Entonces, en este enlomo, para z=¿=z0, so tiene:
|/( s ) — i¿\,| = |z — Zof‘ l<U-f ‘k ( z ) \ * \ z — z«|"l|a/<| — I M * ) |) > 0 ,
es decir, / (z) no toma el valor ic^ cu los puntos dislinlos de Zq.
Introduzcamos ahora la función

[>
Como A(z) es analítica en el círculo A' y cu éste so cumple la
desigualdad j ~ —-|< C l, osla función pasee en esto círculo una
rama uniforme analítica \|>(z), que se expresa por la fórmula

* <•>- F F + t SFI {»• [ t *■* (' + ^ ) ] +

y so caracteriza por completo on que loma ol valor 1 en el punto


z = z0, donde \ (z) = 0.
Ca función (z) es desarrollable en ol círculo K on serie
do potencias
if» (z) — 1 4 - 0£>i (z — Zo) -1- 0^2 (Z — Zo)2 -+■ . . . t
el cual se puedo obtener, por ejemplo, poniendo la serio
hM-
a k
, ah v
(z - 1,) + (tu
(z - z0)3 4 ■• -
v
en la serie hinómica

Medíante las funciones introducidas aquí, se puede ropresentar


la transformación w = f(z) en el círculo K dol modo siguiente:
u:= f (z) = wn+ au(z — z0)k [ l +
—w04- o* (z —*o)* H» (z) I"- (5.2:2)
-48Ü CAI*. IV. DIVERSAS. RESIDUOS

Sustituyámosla por dos transformaciones, real izadas sucesiva mente,


una tras otra:
t = V f( z ) — HZt>)~ ’/ ñ k (2 —Z0) ^ (2) =
- Y a h (i — 20) — y r a k a, (2 —z0)1 + . . . , (5.2:3)
w = w 0- (5.2:4)
Lili virtud [de los resultados del apartado anterior, la ecua­
ción (5.2:3) determina z oti un entorno del punto t — 0, como una
función uniformo y analítica de t (el valor está fijado):

2= + S ^TT ^ (IX(í)í'*>t«.
n —1
■donde
x(S) = — —•
°k <5~ío><HÜ l/(ü-/(*o))"r
_1_
Observando que ¿ = (u?—w0) h es una función /c-forme de w, la
cual es analítica para sacamos la conclusión de que la
función z = <p(u;), inversa con respecto do (5.2:1), es una fun­
ción /¿-forme de w%analítica en un entorno x del punto w0, a excep­
ción del mismo punto w0. En este entorno, ésta se expresa por una
serio dispuesta según las potencias fraccionarias de w — w^:
oo n

z - s» ^ S (5-2:5)
n= 1
Si en el entorno indicado x del punto w0 se traza'algún radio,
entonces la función l — (w — ivqY* tendrá en el recinto quo se
oblicuo de x excluyendo los puntos pertenecientes a este radio,
k ramas uniformes analíticas. A cada lina de ellas la corresponde una
rama uniformo y analítica determinada de la función z — <p (u>)
(5.2:5).
A un recorrido 1-ple del puuto w por una circunferencia con el
centro en wQ1c corresponderá el paso de una de las ramas de (tv — u>0)*
a otra y, debido a esto, el paso de una de las ramas de la función
z — «p (w) a otra. Como resultado do un recorrido A:-plo alrededor
i
dol punto w0, cada rama de la función {w — u>0)* pasará a sí misma;
por esto, también cada rama.de la función z = <p (n?) pasará a sí
S b PUNCIONRS 1NVKHSAS K IMPLICITAS 481

misma, do donde se deduce que eJ punió w — wd es 1111 punió do rami­


ficación algebraico de la función «p («;) de orden k — 1.
En resumen, como resultado de invertir la serie de potencias
(.r>.2:l) resulta una función analítica ¿-formo con un punto de ramifi­
cación algebraico de orden k — 1 en el punto «; — w$.
El lector extenderá fácilmente los resultados precedentes al caso
eu que las series estén dispuestas según las potencias negativas de z,
o al caso en que cada una de Jas series, es Larido dispuesta según las
potencias en loras de z — z0%contenga un número finito de potencias
negativas ele z — z0.
5.3. Examinemos tinas cuantos ejemplos de aplicación de la
serie de Lagrangc.
E ) e m p l\> 1. Sea

w =• te-*2= 2 ( W|^"‘ zn+l - / (*).


ü
donde a*^U.
Designando la función inversa como anteriormente, mediante
z —ip (icj, tomando F (z) = ebz {b ^ 0) y observando que en el caso
dado zq= wq—0 y x (z) ***“• según lo fórmula (5.1:7), obte­
nemos:
oo
F iq, (w)] - «*•'"» = 1 -r 2 |k»+ -,*fc-u •»"
1

El radio de convergencia de esta serie se puede determinar por


la fórmula de Caiichy-Hadainard:
1
R= e\a\
1i1)1 « y i r~«
n->» V «i lim e | b -t-an |
«-♦o
Haciendo b = a, oble nomos para z —<f(u;):
z
F (z )^ c a: w
Por consiguiente.

= i + 2 a” (n +«I1V>-l
31—1 I»#
482 CAP. IV DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

y
<p ( w ) == w -h 2 ^ ^ n fi= 2 a n —^ ¡ )n ~ w n+i
1 0
E je m p lo 2. Polinomios de Legendre. Sea
* = 2 í = í = / ( 2>
Aquí
*o = *. “'o = 0, X ( « ) = y ^ = !^ .
y, por consiguionto, según la fórmula (5.1:8), en cierto entorno
dol punto w = 0 tiene que verificarso ol desarrollo

(w )= t + 2 in -3 ? ^ <5-3:1>

Demostremos que esta serie es uniformemente convergente res­


pecto del parámetro t en todo círculo \ t\< lR , si w es, respectiva­
mente, suficientemente pequeño en valor absoluto. En efecto, los
cooíicientes de la serie se pueden expresar en forma de integrales:
lS = ± \n
_ i ¿n-i r z < 2 - i v ! __ t i r \ 2 ) ^
an~ n\ \ \ 2 ) ) n 2ni ^ ^(£—<)"

de donde, para todos los \t\< £ ñ , so tiene:

26
Si, por consiguiente, | iv | < , donde 0 <C 0 < 1, entonces,
| a nwn | < 0n,
de donde so deduce la convergencia uniforme de la serie.
Teniendo esto en cuenta, derivemos término a término la sorie
obtenida respecto de t , manteniendo w fijo. Resulta:

llmm1
Por otra parto, de la ecuación propuesta se puede expresar
fácilmente z = <p(u>) mediante las funciones elementales. Se tiene:
f x i —"j/l—2tw+ u>*
* = » ( “>)=— — s — z — .
s 5. F U N C IO N E S IN V E R S A S E IM P L IC IT A S 483

donde se dobe tomar aquel valor de la raíz cuadrada que se hace


igual a 1 cuando w = 0 (entonces, como fácilmente se comprueba,
obtenemos: q> (0) = í, como tenía que ser). De aquí hallamos:
dz _ i
di —V i —2iw + w * ‘
Comparando las dos expresiones para •—_, obtenemos el desa­
rrollo:

<5-3:2'
el cual es uniformemente convergente respecto do t en cualquier
círculo 1 í | c J? y respecto de w en ol círculo correspondiente de
radio suficientemente pequeño. Para determinar el radio de conver­
gencia de la serie para un valor fijado t =* í0, es suficiente observar
que la función que figura en el primer miembro de la igualdad sigue
siendo analítica en un entorno del origen de coordenadas mientras
en este entorno no haya puntos en los que se anulo la expresión sub­
radical. Para los puntos indicados tieno que verificarse la igualdad

Pero es sabido (véase el ap. 4.9 del segundo capítulo) quo la función
/ = y (**+■—) transforma el interior del círculo | w | < p < 1
en el exterior do la elipse Efi con los focos ±1 y los semiejes
Y 4" ----p) * Si el punto ¿o esta situado en la
elipse E (en el caso en que t0 está situado en el intervalo (—1, +1)
del eje real, se debe tomar p 0 “ 1), entonces, para todos los w per­
tenecientes al círculo | w | < p0, los valores t = -i- (u> + i )
estarán situados en el exterior de la elipse E0q y, por consiguiente,
no puede verificarse la igualdad t0 = 4") * resumon»
la función , — * ---- es analítica en el interior do la circunfercn-
y i —2fu>+u>2
cin | w | = p0 <C 1, cuya imagen en la transformación t —
= 0a elipso EPi}) pasa por el punto t0. En el interior
de esta circunferencia es convergente la serie de potencias que hemos
obtenido.
Los coeficientes de la serie son funciones del parámetro Como
(£2 — 1)" os un polinomio en £ do grado 2nt (t2 — l)n también
31*
484 CAP. IV. DIVERSAS SURTES. RESIDUOS

es un polinom io en £ de grado w, y , por consigu iente, las funciones


l
2 nn \

son polinom ios ohí de grado n. Estos se llam an polinomios


de L e g e a d r e y se designan mediante P n (/).
A sí, pues.
(5. 3:3)
2 hn\

E stos polinom ios poseen m uchas propiedades adm irables. Seña­


lem os algunas de ellas.
a) Hagam os (t2 — i ) r* ■- s; entonces, calculando la derivada
logarítm ica, Lendromos:

— V ’ ° bi0" V' ~ *>*' = 2nts'


de donde, derivando n -\-1 veces:
(l* — 1) *<"+* 4 2 (n + 1) ls'n+1>H- (n 4 1) /w<«> =
= 2 « /s(n+ i> 2n (n 4 -1 ) s<n).
Sustituyendo aquí y s<n> por Pn (í). ohleneinos:

(<3- e ^ § 5 ^ + ^ r - - n (« *-■<)l>» (0 -= «•
Esta es una ecuación d iferencial lin ea l do segundo orden,
a la cual satisface Pn (0 *
b) Derivando término a termino el desarrollo (5. 3:2) respecto
do 10, obtenemos:

------£ = — r =. 2 "*» W 1•
(1—2/10 I-»*)5
De aquí que
<X)
------ — -----J- == (1 - 2tw W*) 2 nP*<0 «/"■* =
(1—2/W+U/»)* ',='
- />, (í) + 2 |P I ( l ) - í J > , (01 w +
OP
+ 2 l(» + i) P «+t (i) - 2ntP» (I) +
n=2

+ (/»— 1) W*.
5 f. PUNCIONES INVERSAS 12 IMPLICITAS 485

Por otra parte.

---- — — T= (f - w) 2 p * w w" -
(1—2/w-fu*)* B—0
no

- 1 4 itPt (í) - 11 w
S [i/>„ (t) - P„_, (01
«—2
Comparando Jos coeficientes de potencias iguales irn en los
desarrollos obtenidos de la función ------—- ----------- j-,hallaremos:
(I —2tu>i-ir»)2
P, (0 - C 2P2(0 —3^1 (0 -r 1 ~ 0.
{n 4-1) P*+i (0 - (2n + 1) tPh (l) 4 n/V , (I) - 0 (« > 2).
Estas relaciones permiten calcular los polinomios de Lcgendre uno
tras otro.
He aquí los polinomios do Legendre de grados inferiores:
/>fl(0 = i, />,<») = *. Pi[i) =?4 lL’ ^(0 = ^ 4 ^ .
...
c) Señalemos, finalmente, la propiedad importante do orlogo-
nal idad de los polinomios de Legetidrc, que se expresa por las
relaciones siguientes:
•H
\ P„ (t) P„x (/) di - 0, si n=fé*m.

Para demostrar estas relaciones, apliquemos las ecuaciones


diferenciales a las que satisfacen Pn(t) y P^(t). So tiene:
(1 - ñ Pn (t) - 2 tPn (0 + n (n + 1) Pn (t) = 0,
(1 - P) P* ( 0 - 2 t P ' m W 1) Pm(t)- 0 .
Multiplicando la primera de ellas por Pw(f), la segundo por Pn (t)
y restando, obtenemos:
(1 - ñ [Pn (0 Pm (t)-Pm (0 Pn (01 lPn (0 (0 -
- P\n (0 P n <01 -r ( » - m) (n + m +1) Pn (0 (0 - 0.
Üliservando que dos términos del primer miembro de esta rela­
ción representan la derivada dol producto
( 1 - ñ [Pn (0 Pm (t)~P'm (0 Pn (OI,
486 CAP. IV. DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

e inlegrando la relación obtenida en el segmento [ — 1, + l j , ha­


llamos:
{(1 - í») (P„ (t) Pm ( t) - P 'n (t) Pn (í)]>±¡ +
+i
+ ( n - w ) (ra4-m-M) J Pn (t) Pm{t) di = 0.

Como la expresión quo figura entre llaves se anula para t — ±: 1


y (n — m)(« + w + 1) =^£=0 para resulta:
y
\ P n(l)P m(t)dt = Q.
-i
Por lo tanto, queda demostrada la ortogonalidad de los poli­
nomios de Lcgendre on el segmento 1—1, + 1J.
E j e m p l o 3. E c u a c i ó n d e K e p l e r . Esta ecuación
desempeña un papel importante en la astronomía, en la determina­
ción de la denominada anomalía excéntrica del planeta. Esta tiene
la forma
E ~ e sen E = 2ji,
donde E es la anomalía excéntrica del planeta, e os la excentricidad
de la órbita del planeta, t — T es el tiempo transcurrido desde el
momento del último paso del planeta por el perihelio, y U es el
período de rotación total dol planeta alrededor del Sol. Sustituyendo
l ___
aquí E por zt e por w y — 2a por x, escribamos la ecuación de
Koplcr en la forma
u? = zsen s- = Jf w
(z).
Aquí z0*=x^=/rjt (/c es un número entero) y, por consiguiente,
*o = 0. X«) = - ^ L=senC .
Por esto, según la fórmula (5.1:8), para la función z==q>(ip), ten­
dremos

* = T+ 2 - s r { - 5 ^ ( seu £)n} t_Tu7n- <5-3:4>


Esta serie resuelve el problema planteado, puesto que permite cal-
t - 7*
cular z = E siondo dados w — e y x =■ —jj— 2n.
| 5. FUNCIONES INVERSAS E IMPLICITAS 487

Para determinar el radio de convergencia de esta serie debe


recordarse que, cuando se deducía la serie de Lagrangc, se partía
de un círculo \ z — z0 | -^ p, en el cual / (2) era analítica y no tomaba
el valor w0 = 0 en* los puntos distintos de z0, y dospués so determi­
naba el número
6 = min |/(z )—/(z * )|> 0 .
12-xa |=p
La deducción hecha garantizaba la convergencia de la serie precisa­
mente en el círculo | w — w0 | < ó. Evidentemente, entre los núme­
ros distintos ó que satisfacen a las condiciones impuestas, nos inte­
resa ol mayor posible. En el ejemplo dado se puede tomar por p
un número positivo arbitrario, quo no sea superior a la distancia
desde el punto x hasta el cero de sen z más próximo al mismo, el
cual representa un polo de la función / (z). Hagamos, para precisar,
x = y- (por su mismo sentido, x = 2rc varía desde 0 hasta 2ji) ;
entonces se puedo hacer variar p desde 0 hasta - y , puesto que los
ceros de sen z próximos a x ( z = O y z = Ji) están a la distancia
-y-de x. Si p está fijado entre estos límites, entonces el correspondien­
te ó es:
z—x 1
min | / (z) | min son z |
n |_ „

— min | sen z | neo 11

Pero el valor z que satisface a la condición | a— 1—p puode


expresarse en la forma z = -y + peiv. Por consiguiente, (véase
la fórmula (3.6:11), cap. segundo),
| sen z | =1 eos (pe1*) | = | eos (p eos <p4 íp sen 9) | < | ch (psen q>) | < c h p.

Como para cp—-y- se tiene:


| sen z | = | eos (ip) | = ch p,
sacamos la conclusión de que
max | sen z | = ch p,
p
48» CAP. IV. DIVKBSAS SKUIJJS KHSIUUOS

y, por consiguiente,
8=
min l/(*)l = 7 ^7 = *(<>).
l* -5 r"
No queda más que elegir j» do modo que 6 (p) tomo el valor
máximo. Igualando a cero la derivada logarítmica de ó (p), obtenemos
la ecuación:
o bien e2** -- 4»
P P— *
de donde se puede deducir que p — 1,1997... < 4 r •
Para esto valor, ó (p) verdad era monto alcanza el máximo, igual
„ ] / > - i = 0.61)27... = 6.
En teso meo, si x — . el desarrollo (5.3:4) es convergente
para | w | < 0,6627. Se puede demostrar que el valor hallado do
6 coincide con el radio tío convergencia de la serie (5.3:4).
5.4. Los resultados oh ton ¡dos al resolver ol problema de inversión de series,
pueden considerarse como casos particulares do los teoremas de las fuiicionos
implícitas. El final de este capitulo está dedicado a estos teoremas.
Previamente daremos unas nociones sobro las funcione* annlíticus do dos
variables, limitándonos solamente a lo más imprescindible.
Consideraremos una función F (r, w) do dos variables complejas z y w,
uniforme y continua respecto del conjunto <lo las variables paro z £ O y w £ /?,
(loado (¡ y O son dos recintos pertenecientes a los planos z y u>. respoctivalúente.
Diremos <(uo óstn es analítica en el recinto de cuatro dimensiones C X />*).
si Ja función /•’ (z. «*o> es analítica en el recinto C para cudn u>0 f D, y lu fun­
ción F (z„, w) es analítica en el recinto /) par» cada * 0 c G.
Par» precisar. sil ponga 111os que C y O son recintos simplemente conexos,
y C y P son dos curvas cerrada* rectificables de Jordán, pertenecientes a (.! y /J.
nvqvc ti va men le.
Consideremos la integral rciteradu do segundo orden:

/ *’(£, T) dx
(;-2)(T —«>) '
donde 2 está situado en el interior ríe C y w, en ol interior de 1 ', y cada
uno de los circuitos se recorre en sentido positivo.
Entonces, observando que según la fórmula integral

r
*) Es de cualro dimensiones porque cada uno de sus puntos so determina
por cuatro numeres reales: las partes real e imaginaria de la variable z y las
parles real e imaginaria de la variable w. La notación x designa el producto
do dos conjuntos, es decir, el conjunto de lodos Jos pares de elementos posibles,
tomados cada elemento de uno do los conjuntos dados.
$ &. FUNCIONES INVERSAS 15 IMPLICITAS 48!>

podemos represen lar / en la forma


t - 2nt J (*. w)-

l.)o aquí se deduce que


F(S, t) d T
(£—*><*—») ’
El lee tur comprobará fácilmente que so obtiene ol mismo resultado par
liando rio la integral
f ,Tf ^ ^ .
J J (£■-*) <T-*)
r c
Por lo lanío, es indiferente el orden de integración en la fórmula bailada,
y so puedo escribir:
f ( ^ x) d jd x
(5.4:1)
(fe--) (*—«>)
cxr
Esta fórmula es análoga a la fórmula integral de Caucby.
Basándose en esta fórmula, de un modo análogo ul empleado en el up. d.3
del torcer capítulo para las integrales de Upo Cauchy, se puedo demostrar la
existencia de derivadas parciales de cualquier orden, las cuales se expresan
por las fórmulas:
d»+mr<s. w) k-M r f F (g. T)d»dx
0ztl 0wm án« (£ _ ,)k + i(t—ir) ,ft+1

Estas fórmulas muestran que las derivadas parciales do F (z, ic) no depen­
den del orden do derivación. Además, cada una de las derivadas patríales os
continua en el recinto que representa el producto do las partes interiores de las
curvas C y 1\ En efecto, si M = itiax | F (£. x) | en C X T, | € — i | ^ r
y | u-*' — w | ** p son dos círculos cerrados situados dentro de C y F, respecti­
vamente, H es el mayor diámetro de las curvas C y T y, filialmente, ó |> 0 )
es la menor de las dos distancias cutre | *' — %[ =. r \ C y | \v* — w \ — p v F,
entonces, para *' y w* pertenecientes » ios círculos indicados, si* verifica la desi­
gualdad
■dk+nip dh+mp u,) i
| dzh Úw'n dzh áw*1 |
H m JL | r r p ( t - z ' ) 1* ' < T — jg * )" * -* -* — ( S — g ) * » « ( t - i p ) " * - ! d i dx |
’,Jl2 'C xr *' ; (£— s),t+l(T— w r + i f c — aV*+»(T— w’T '*+1
• * lw l I f C F r (£ -;')* + * M|
+
’ 4313 I ) I ^ *)*»+» ( t — u?)m+‘ ( £— i a ' r +1
(x-o;)^! f g - »')*+«-(;-s)fc+tl "i d%
(£ — Z)'t+l (T— U»)™*1 { í ~ 2') h+l ( t — »')«»+! J *
khnl M Rk+1p (w + 1) (k + 1 ) ltk
loog C long r.
4ji* ¿2&+*in+-f
490 CAP. 1Y. DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

Evidentemente» el segundo miembro de esta desigualdad puede hacerse


-menor quo cualquier e > 0 para valores suficientemente pequeños de r y p.
Por consiguiente» la función---------——- es continua. Además, ésta es ana-
dzli dwm
lítica respecto de z para w fijado y respocto de w para z fijado, puesto que existen
j¡fk+l+m p tz w \ g h + m + ip t z
las dorivadas------------ ' ’■■■ y — ------ —- . Por lo tanto, la derivada parcial
djft+i da>in dzh divm+i
•de cualquier orden de la función F (z, ur) es analítica en el producto de las par­
tes interiores de las curvas C y V. Como éstas son unas curvas arbitrarias situadas
dontro de los recintos G y D, sacamos la conclusión de quo
Qk+mp u>)
dzh dwm
•os analítica en todo ol recinto de cuatro diinonsiones G X D.
Mediante la fórmula (5.4:1) se puede obtener ol desarrollo de una función
analítica de dos variables en serie de potencias doblo: serie de Tavlor de la
función F (z, w). Con este fin, desarrollemos en serie de potencias la función
-r---- Á ------ :, donde
•<£—*) (x—
15 —*olfc r, | T—fc0 | = p, 1 1—zo | < r y | w— Wq | < p.
‘Como
_ J _________ 1________ 1 ■ z-*q
” s — *o—(*—*o) s - v (£-*o)a
y
1 1 i to—U>0
t —W T — Wq— {w — Wq) T — ( T — lí>0 ) 2 ' "

y ambas series son absolutamente convergentes, el desarrollo de la función


puedo obtenerse multiplicando termino a término estas series:

1 _ y Vi (z—z0)fe{ut—iab)m (5.4:3)
(£_,) (t-u,) ZJ^ (t—ip<j)m+i
•dundo ios términos de la serio obtenida, en virtud de su convergencia absoluta,
so pueden escribir en cualquier orden.
Como para z y w lijos, cuando £ y x recorren las circunferencias I 5 — *o I =
= r y | t — f^ 0 | a p, los módulos de los términos de la última serio conservan
valores constantes, esta serie es uniformemente convergonto respecto do £ y t
Í r so puede integrarla término a término. Poniendo el desarrollo (5.4:3) en la
órmula (5.4:1), donde C y T designan las circunferencias | £ — z0 | = r y
i x — wo 1 ™ p, e integrando, hallamos el desarrollo:

^(£iT)d£dT
*<*.»)= S S -
*= 0 m=0
¿JJ (£ -* o
cxr
) * +1 (x -tfo ) ™ * *1
(z—*o)h Kw—*o)m-

(5.4:4)
f &. FUNCIONES INVERSAS E IMPLICITAS 491

Si M (r, o) es el max f F (£, x)J e n C x r , entonces para los coeficientes A \m


de la serio obtenemos la acotación;
•A . 1 1 ff F it'D d íd x I M2 nc2 jtp M
1 fcm I 4íl* 3^3 ( ;—*„)*+! (T_ w 0)»"+i I^ J lM + y R + l rfcpm
de donde
M *m ^-*o)M «>-i® o)m l< A Í (■U’~ — ) m ■
oo oo ^
Como la serie ^ ^ ^ convergente para | *—i o |< r
a=0m=0
y ja»—i0 O|< P ' de aquí se deduce quo la serie (5.4:4) convorgc absoluta
y uniformemente en el interior del recinto de cuatro dimensiones que repre­
senta el producto de los dos circuios \ z —r o l < r y |«»—u>ol<p. ¿os coefi­
cientes según las fórmulas (5.4:2), puodon expreso rao en la forma
1 CP T)rf£dx 1 dh*mF (x0, wq)
n— “ . Tí 1 1 " — ■I I "" •
/Um“ '"'Ji
4n* J J (t — ^4+1 (x—i0 o) m + 1 *,ml
(C-* dzh dwm
Así, pues, definitivamente,
;e, para una función analítica de dos variables
x y w obtenemos ol desarrollo de Taylor:

f <*•">=i S=0i c t a,í* Z (Z 'H){i- z')


m h ( 5 -4:5)
Debido a la convergencia absoluta de esta serie, ósta puede expresarse
también en una de las dos formas siguientos:

F <* •»= S t t [ S
A—0 m—o

- m5cO
, L Úft=0 V Z & * 1' - ‘‘l’- - '
Evidentemente, las expresiones entre corchetes representan las derivadas par­
ciales de la función F (z, w)\

¿i m\ dzh aü,m 1 d2*

S I (x, M>o) /. . xfc _ d mF (x, wQ)


( 0> '
0
Por osta razón, los desarrollos hallados también pueden escribirse en la forma

F(. _ v 1 dkF <*o. w) (t T\u _ y 1 ^ {W—lO(j)m.


^ 2 j -fcT— <*- **>' *- 2 j - ^r **»*
w¿ CAI». IV. DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

Indudablemente, cuda uno de éstos podría haberse obtenido también directa


mentó, considerando a F (z, w) como una función analítica do z (para w fijo)
o bien como una función analítica de w (|>ara z fijo).
5.5. Considerando la teoría de las funciones implícitas, examinemos la
ecuación
F (z, w) —ü, (5.5:1)
donde F (z, w) es una función de dos variables, Analítica en ol recinto
| í - : 0 | < r ( \w— í^ o |< p . Supongamos <juo se sabe <iue
F (So. k»o) = 0 y F («o. w) & O.
En estas condiciones, es válida la siguiente proposición, conocida por el nombre
de t e o r e m a p r e p a r a t o r i o d e V V e i e r s l r u s s.
Existe un enlomo \z — j„ | c r' C <*. | u) — «»o I <T p' < p, en el cuál
F (z, w) se expresa en la forma
F (z, «r)= Mo <*)+ • •• + «*] «U(*. *)> (5.5:2)
donde A a (z), . . . . (z) son funciones analítica»i para f z — z0 1 < r \ A
ve un número natural que coincide con el orden menor de las derivadas —
1 dwn
(n = 1 . 2 , . . .) que son dh lin tas de cero, y cj> (*, w) es una función analítico
en el recinto J z — zft | <; r' <C r, | io — ir© | C p' -c p, que no se anula aquí-
De osle teorema so deduce que en cierto entorno dol punto dado (z<>, u>0).
In ecuación (5.5:1) u» equivalente a ln (ecuación
A0 {z\+ A\ (z)m+ . . . -r A h_i (z) ufi-i + vfi —0, (5.5:3)
la cual es algebraica respecto <le u>.
De este modo, el teorema preparatorio do VVoiorstrass reduce el estudio local
del caso general de una función implícita w{z) al caso de uiia función implícita
dada por una ecuación algebraica respecto de w (ñero lio wspocto de z).
Tasando a demostrarlo, estublozcamus primero la existencia de k solucione*
de ln ecuación (5.5:1) en un entorno del punto (z0, «>«), y demostremos después
que todas estas soluciones satisfacen a una misma ecuación do la forma <5.5:3)
Consideremos la función F (x0, ir). Como ésta no es idénticamente igual
ii cero, entre las d e r i v a d a s í ..f w?} hoy distintas de cero. Sea k (k *> 1 )
el orden menor de las derivadas distintas de cero. Entonces la función F (zu, ir)
tendrá un cero de orden k en el punto u>o. Tomemos un entorno cerrado
| w — u?0 | < p' < p del punto w0 tan pequeño, que F (z0. w) no tenga coros en
el mismo, distintos de tr0. El módulo | F (z0, tr) | en los puntos do lu circunfe
renda y | w — w0 \ = p' tiene un mínimo posítivu m. Si | z — z0 | r* < r
es un entorno cerrado del punto z0 tan pequeño, que pura uno cualquiera de sus
puntos y para cualquier te £ y' se verifica la desigualdad
| F (z, ir) — F (z0, | < w,
entonces, en virtud del teorema de iloiichc (véase el ap. 3.5), Jas ecuaciones
F (2 0, ir) = 0 y F (:0. w) + fF (s, ir)—F (z0, ro)| = F (z, w) = 0
(cu la última, s está fijada arbitrariamente cu el círculo cerrado | z — z0 I <
< 1 r') tienen que tener un mismo número do raíces en el interior do y', precisa­
mente k raíces. Así, pues, hornos establecido la existencia de unos entornos
| z — z® I < r', | w — w0 1 < p' tales, quo para cada z perteneciente ul primero
de id los. Ja ecuación
F (z, ic)= 0
$ 5* PUNCIONi£S 'INVERSAS 12 IMPLICITAS 403
poseo k raíces (teniendo en cuenta los órdenes de multiplicidad) en el interior
del segundo entorno (es natural, que puede poseer también otras raíces, situadas
en el exterior a la circunferencia | w — u>0 | — f>'). Designando estas rafees
con tpj (2 ) (j - i. 2 , . k), formemos un polinomio respeto do w, cuyos
ceros sean 1 ?tj (2 ):
ir
|IP— lCj (z)J=ir'* —.|u>, (2 ) + . . . +Wfc (2)1 wk i + \U>
1(2 ) Wo (2 ) H
-.. -|- «?jui (2) Wfc(-)l w1*-' — • ■• +< —D* (-)••• wn (-)“
Ah-\ (:) M
* * -1 . . . + /I* (*) = /* w>. (0.5:4)
Como es sabido del álgebra *), los coeficientes Aj (z) están ligados con
las s u m a s d e p o t e u c i a s
*m(s) = “’” (*)+••• -I »?(*)
medíanle las siguientes relaciones:
5m-f-sm_j/lfc_^-|“Sfrt^/l/t-a-V • • • H“w-dfc_ m = 0 (m=^l. 2 , — ? k).
De aquí so deduce que cada coeficiente A¡ (1 ) so expresa mediante las sumas do
potencias sm (z) en forma do un polinomio (le coeficientes numórícos. Así, por
ejemplo,
l 1
Ah.i(z\= ^ — 8 4 (2 ). ^ - 2 (2 ) = - ^ |M *)I 2 — «te.
I'nr esta razón, la niuililicidnd do las funciunes Aj (s) en un entorno del punto
¿n será constanene i n (le la analilicidad de las funciones*,» (z) en el misino enlomo.
Para calcular estas últimas funciones, apliquemos la fórmula (3.5:1).
Según ésta, la integral
OF (g, ir)

éi S -y4;V"“’
V*
(r,r':r>l
mi111 í z está fijado en el círculo cerrado |¿ —20 |<^.r') es igual a la suma

puesto que wj (2 ) (j — I, 2..........fr) son lodos los ceros de la función F (z, w)


en el interior de y", y ésta no tiene polos (en el Interior de y').
Pero F (z, u>) y ^ (2 , u>) funciones analíticas do z en el círculo
aw
1 s — z„ | < r' para w arbitrariamente fijado en y'. Además, en osle caso,
F (z. u*) no so anula (puesto que | F (z, w) — F (zn, w) J < m, mientnis que
I F (¿o* te) I > «». si | z — zq I r* y | w — m»0 | — p'). Debido a oslo,
OF (2 , a>)
,
íp v „ f w t- os una función analítica de z en el círculo | * — z<, | < c r \
t (z, w)
que está, además, uniformemente acotada en valor aJisolulo. puesto que ella
es continua con respecto al conjunto do las variables z y w en el con imito cerrado
| z — zo | < r \ | u» — u’o | = p'. Do aquí (véose ol corolario dol teorema de
Vilali, np. 1.2) so deduce quo la integral (5.5:5), y, por lo tanto, la suma do
*) Váoso A. K u r o s c h. Curso de álgebra superior, Editorial Mir, 1 Í»6 B.
I r>2.
m CAP. IV. DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

potencias sm (a), son funciones analíticas de 2 on el circulo | * — z0 | < r ' .


Por esta razón, A¿ (z) (> — 0, 1, . . k — 1 ) son funciones analíticas en el
mismo circulo, es decir, todos los coeficientes del polinomio (5.5:4) son fundó­
nos analíticas de g en el círculo indicado.
No queda más que demostrar que el enciento
(S>(zt w) = F (*t u>)
P (zt u»)
os una función analítica de dos variables 2 y w en ol recinto | g — j 0 | < . r\
\ u>— u>0 | < p#. Con este fin, obsérvese quo siendo fijo 2 ( | 2 — g0 | <; r')„
F (2 , w) y P (2 , w) son funciones analíticas de w en el círculo | w — w0 | <r p \
que poseen en éste unos mismos ceros: w¡ (2 ) (J = 1, 2, . . k). Por consiguien­
te, tD íz, w) para cualquier 2 ( | 9 — z0 | < r') es una función analítica de ur
en ol círculo | w — w0 ( < p ', que no se anula.
Como, para | s — zo | r \ las raíces utj (2 ) (/ — i , . . ft) de la ecuación
F («, w) as 0 están situadas en el interior dol círculo | w — u*0 J < p ', es decir.
I wj (2 ) — u>0 | < p \ la función P (2 , w) no se an u la si | 2 — z0 | < r # y
I a» — ufQ | = p '. F ijem os a rb itra ria m e n te r”t 0 < r" c r '. Los funciones
A j (2 ) (j = 0, 1, . . . . k — i ) son a n a lític a s en ol círculo | 2 — zq | < : r ' : por
lo ta n to , e llas son co n tin u as en el círculo cerrado f z — z0 j ^ 1* y, por co n ­
sig u ien te, la función P (2 , w) os c o n tin u a en el conjunto cerrado | 2 — zQf ■< r*.
| te — u>o I < P'- De aquí se deduce que oxiste un an illo c irc u la r p t <
< | u; — w0 | < : p ', tan ostrecho, que P (gt w) no se a n u la para nin g ú n 1 y »
p ertenecientes al conjunto | 2 — ¿ol r*, pj << | w — w0 I ■< p .
Sea p" un número arbitrario, comprendido entre pt y p '. Entonces,
q>(2.T> dx= 1 F(s. t)
0 ^ w)=é i J
| X—ID0l“ P'
T—U> 2 ni í
fx-Tt?ol«=p*
P (-, T) (-T—«?) dx
para | 2 — 2 o | < r ' y J w — wQ | < p*. La función Vj* para
P (2 . T) (T — W) ’
x y w fijados, representa el cociente de dos funciones analíticas tle 2 y. por con­
siguiente, también os una función analítica de 2 (P (z, x) 0). Estando de
iniovo w fijado on el círculo | w — wn | <: p*, si z recorro ol circulo cerrado
| 2 — * 0 I <! F* y t recorro la circunferencia | x — tr0 I - p'. ol num erador
y el denominador de la fracción considerada serón funciones continuas de z
y x, y como ol denominador de la fracción no se anula, el módulo de esta últim a
so m antendrá acotado. De aquí, en virtud dol conocido corolario dol teorema do
V itali (ap. 1.2), so deduce que O (2 , w) es una función analítica de 2 en el cír­
culo | 2 — 2 o j < r" para cada w del círculo | w — u>0 | < p " .
Demostremos, finalm ente, que ésta os continua con respecto del conjunto
de las variables 2 y u> en los círculos indicados. Paro esto, obsérvese que la fun­
ción p ^ es continua con respecto del conjunto de las variables
z, x y w, si | 2 — z0 | *< r". I t — w0 | — p* y | w — u>0 J < p2 <: P*. Las ú lti­
mas condiciones caracterizan el conjunto cernido (del espacio de seis dimensio­
nes); por esta razón, la función considerada será tam bién uní forme mentó con­
tinua, puesto que paro cualquier e ;> 0 so tendrá:
1 F (*', x)_________F (z, x) I 2 jte
I P (*'. x) (x—ir') P (2 , x) (x—z) I ^ p"

| 2 —2 0 | < r * , |U7— u?o j < p 2, |x — M


?0 [— p'
y
* I < ó (e), |u>' —w) < ó (e ).
i 5. FUNCIONES INVERSAS E IMPLICITAS 49*
Por lo tanto, en las condiciones indicadas:
| <D(z\ w')—<D(r, u>) | —
\J_ f r _ £ ^ v o _______F(z~%) n <e.
| 2jU 3 (*'« *)( T — U>') P(Z — T )X — U>)J
|t-U>ul=*P"
Resumiendo, <P (z, u>) es una función continua con respecto
del conjunto do las variables un el recinto | s — «o | <: r* \ w — w0 | c p"
y analítica respecto do cada una de las variables z y w. Por consiguiente, ósta
os una función analiLica de dos variables: z y w, No queda más que observnr que
r* y p* pueden tomarse arbitrariamente próximos a r' y p, respectivamente.
En fin do cuentas, hemos obtonido quo, para | s — z0 J < r* y | w — u?0 I <
< p'. la función F (z, w) se expresa en la forma
F (z, u>) ^ [A0 ( z) (z) MT+. . . -M * -Í (2 ) a/*-1! ® (z, u>),
donde A y (x) son funcionos analíticas en el circulo | z — z0 I <. r \ y O (z, cr>
es una función de dos variables quo es analítica en el recinto | z — z0 | < r ' ,
|w—M ?0 |,< p' y no se anula. El teorema preparatorio do Woiorstrass queda
domostrado. De este mismo so deduce inmediatamente la siguiente proposición*
importante.
T o » r o m a d e l a s f u n c i o n e s i m p 1 í c i t a s. .Si F (z, w) es
una función de dos variables analítica en el recinto | z — ; 0 | < r, | u> — u»0 | < | >
y satisface a las condiciones
^(*o« u?o)=Oi ££(=0^0)
Owo
entonces, en cierto entorno | z — z0 I < r' < r\ \ u> — ufo I < p' < P del punto
(z0, lp0), la ecuación F (z, w) — 0 tiene para cada i una raíz w (z), y sólo una.
Esta raíz es una función uniforme y analítica en el circulo \z — z0 | < r' y repre­
senta una función implícita, determinada por la ecuación F (z, w) = 0 y por la
condición complementaria w fzfl) ■=■ tp0.
Para demostrarlo es surticiente referirse al teorema preparatorio do Weier-
strass. en virtud dol cual F (z, w) tiene on el caso dado {k = 1) la forma
F (z, w) = ¡Ao (*) + wj ® (z, uOt
donde G>(zt u>) 0. Por consiguiente, para | z—z0 < r* y | w— w0 1 < p' (los
números r* y p' se obtienen de la demostración del teorema procociente),
la ecuaoión
F (Z| w) = 0
es equivalente a la siguiente:
Ao (z) -j-u;=sOf
de donde resulta:
w=w (z) = —^40 (z).
Como la ecuación inicial dada se satisface para z—*o y w=wo, la última
ecuación también tiene que satisfacerse para estos valores, es decir, se Liene;
w0= w {z0) — — Ao (zo).
El teorema queda demostrado.
Volviendo a estudiar el caso general, consideremos la ecuación
P (zt u>)=A0 (z) + A i (z)u> + ...+ w k =sO (* > i).
40(1 CAP. IV. DIVERSAS SERIES BUSIDUOS

Ya sabemos que para coda s, | s — i 0 | c r \ esta ecuación poseo A? raíces


tpt (2 ) (distintas o algunas de ellas iguales), pertenecientes al círculo | w— «*<>j c p '.
Si para mi x, Z|| dado y para uno do los valores u?/ (Z|)™ uq la derivada
pardal -Ó- es distinta do cero, entonces, basándose en ol teorema délas
1 ÚU>t
funciones implicílus. hallaremos una función w (x), analítica en un entorno del
punió Z|, que satisface a la ecuación P (2 . «?) 1) (y, por consiguiente, también
a ln ecuación Inicial F (2 , w) => Ü), y toma el valor «q pura s = zt.
Calculando ^ ^ , hallamos:

(2)-j-2/l*j(x) ir-r . d-Aruí?<“».


Tor consiguiente, no su puede aplicar e l te o re m a do las funciones im plícitas
solamente para aquellos pares de valores z y ir, para los cuales se cumplen
si mtil l,nueamonto las dos ecuaciones:
/lo (2 ) -f- A| (x) rr-f-. . . + —0,
> ll (*) + 2/l2 (s)n'H - . . . - { - ( * — (2)
Eliminando entre éstas «\ ohlenomo* el discriminante de la ecuación
P(z%10 ) = 0 en la forma*)
k *1 *2 2/c-l
O m -.)ra S1 *2 *a sh

2/1 • . . *2*_2
donde ¿m = (í ) son Jas sumas de potencias que, romo se rio anteriormente,
representan funciones analíticas de z en el entorno considerado.
De aquí se deduce quo el teorema de las funciones implícitas puedo apli­
cara* o cualquier punto zLpara el cual D (z,) ^ tO y fl cualquiera de los valores
respectivos wj (zj) (/ — 0 , 1 , . . . . k — 1 ).
A priori hay dos posibilidades: D (2 ) es 0 y D (z) 0. En el primer caso
110 podemos basamos directamente en el te o re m a do las funciones im plícitas
pam ningún par de puntos z, wj (2 ). En el segundo caso se puede señalar un
entorno del punto z0 tan pequeño, en el m al D (2 ) v 0 en Lodos los puntos,
a excepción del punto mismo x0. Para cualquier punto zt de este entorno todas
las raíces Wj (2 ,) ( 7 — 0 , 1 , . . . . k — 1 ) serón distintas, y on el entorno del
z, tondjemos k funciones analíticas wj (z) (que son oh ramas uniformes do
fnmnlo
función w (s)) que satisfacen n la ecuación dada y toman los valores (ri),
1

resjH»ctivamonte, para 2 =» 2 |.
Aquí nos limitaremos a estas observaciones. A continuación (véase el cap.
octavo) sr* haré un estudio mus detalJiido, ligado con el estudio de las funciones
algebraicas. Ahora ilustraremos la teoría que acabamos de exponer en un ejemplo
sencillo. cuando k = 2 , es decir,
F(z0l u>o)=0 , áJF(¿o. Q'o) u 0*F (20, wQ) ^
ÚUf0 fol *■
Para mayor sencillez. Lomemos zq —w0 = o (sustituyendo z por 1 ' + ^
y w i>or uf -|- 1r 0 resulta precisamente esto caso). Entonces. según el teorema
preparatorio de Weiorstrass, la ecuación F (*, u>) = 0 será equivalente a la

’) Véase A. K 11 r o s c h, Curso de álgebra superior, E ditorial Mir, 19(38.


$ M.
§ 5 FUNCIONES INVEKSAS B IMPLICITAS 4Í>7

«Iguiente:
Aq^ + A i (z)u;-|-uí2 — 1>,
donde A 0 (*) y A t (z) son funciones analíticas en cierto entorno del punto 2 - o:
I* | < r\
Para z = 0 esta ecuación tiene que tenor unn raíz doble, igual a cero, por
lo cual.
/1o(O) = 0 y ^i(0)-0.
l£l discriminante do la ecuación se obtiene eliminando w entre la* dos
ecuaciones:
Aq (r)+ ylj (z) w-|-ic*= 0

¿t(s> +2«>-0,
y tiene la forma

Si /; (2 ) b 0 , el teorema general de los funciones implícitas no es aplicable.


Pero en esto caso la ecuación dada puede escribirse en la forma

[ » + y / l 1(«)], =Ü,

de doudc w - - — ^ A i( z ) . Hemos obtenido aquí una [función uniforme ana­


lítica.
Supongamos ohora que D (¿) ^ 0 . Como D (0) = (/l 1 (0))*—4A0 (0)=0,
so puede señalar un enlomo dol origen do coordenadas, | z | < r, do modo
que en el mismo D(z) no tendrá ceros para z */= 0. Si z¡ es un punto de este
entorno, que para precisar supondremos que satisfaco u la condición j 2 t | <
< entóneos en el círculo | z-~ zK| < | zt | los coeficientes A q(z) y A t (z)
serán funciones analíticas. D(z)-f=(j y, ñor consiguiente, obtendremos dos
ramas uniformes y analíticas de la función w{z) qun se expresan por la fór­
mula

»i,2(*)~ — ~ V-D(2>.
donde cada rama u>j (2 ) y 1 0 2 (2) correspondo a una rama determinada de la raíz
Y D { z). En lo que se rofiere al comportamiento de w(z) en el origen de co­
ordenadas, aquí son posibles dos casos, según quo el origen do coordenadas
sea un cero do orden par o impar de la función D (z).
En el primor caso, el desarrollo de D (z) llene la forma
D (2 ) = a 2 mz*«+ o 2 i n + t 2 + . ..( a * * * 0).
de donde
Vo(»>=V<*jm(,» + ...)
.12—1199
20
408 CAP. IV. DIVERSAS SERIES. RESIDUOS

U»(j) =r - i - A i ( « ) + (sTO-f-. . . ) .

liemos obtenido dos ramas uniformes y analíticas de la función <*(z)


un el entorno del origen do coordenadas.
En el segundo caso
D (í)=fl2/n-i5ÍTrt" 1 + alm2ST>,+ • • *(a 2m-l ¥* ®)i
de donde
Ztn—l

—y A\ (z) + V fl2m-i* 2 (1+ ...*•


ttosulta una función l)iforme en un entorno arbitrariamente pequoño del
origen de coordenadas, para la cual el origen de coordonadas es un punto
algebraico de ramificación do primer orden.
APENDICE

DHL TRADUCTOR HECHO PARA LA EDICION


ESPAÑOLA 13E ESTE LIBRO

Extracto del articulo E. Aparicio Bernardo, «Sobre la ludí*


nación mínima a cero do los soudopolinomios de coeficientes ontoros algebrai­
cos* (d. Anapiicuo Eepnapao «O sanMeiimijom otkjioiimibp ot Hyjifl khbSdhho -
roHacnoB c rojiumu aJiroópanwocKiiMu Ko&fufmuiiGnTítMn». B c c tb rk M p y , JV8 2.
1962, § 1, 21 -2 4 ).

SE UDOPOLINOMIOS ORTOGONALES

Sea X0« X|, - - Xn, • • • — í-í— ) una sucesión7de


números complejos distintos, numerada en el orden de crecimienta
de sus módulos, y en caso de números de igual módulo, on el orden
de crecimiento del argumento; t > 0 es un número real.
Examinemos los seudopolinoinios do la forma

En (*) = 2¡ <**. »***, x 6 (0, 1), (1)


i«=»0
de coeficientes complejos Se supone quo x*h — donde
ln:r significa el valor principal (l nl = 0).
Hagamos
Én (*) =i !».„***
/l*=*0
(¡z designa él número conjugado con a).
Hallemos una sucesión de seudopolinomios En (x) ortonormales
respecto del núcleo xx en el intervalo (0, 1) del eje real, es decir, que
32*
500 APENDICE DEL TRADUCTOR

satisfagan a la condición
51 , , . , v r; , * , f 0 si
x En (í) Em(-1) ^ —| . (2)
l 1 81 71=a m. w
Obsérvoso que las condiciones de ortogonalidad de los soudopo-
linomios (1) quedarán aseguradas si
1 n
^ ( 2 «A.»**'1) xh+ ^dx= 0, q = 0, i, « —1. (3)
0 k=6
Después de integrar resulta el sistema de ecuaciones
V afl‘n 0f (7= 0, 1, . . 71— 1y (4)
,tf ¿ 1+**+ V I-t
del cual se hallan los coeficientes a*,w dol seudopolinomio En{x).
Con oste fin, consideremos las funciones racionales

S 1-}-Xah, »
*+•*+ *
gnJ*n (*)
C?n+i (*) (5)

donde
Pn ( z ) ^ f> + ... y <?„+,(*)- n (* + X» + l + *)
/fa=0
soi) polinomios ordinarios de grados n y /i + l, respectivamente,
n
v e,>=' 2] atrn- Entonces, en virtud do (4),
^«(X^) —0, <7= 0, 1, •••! IZ— 1,
por to cual
n—I
/*„(*)= I I (z-X*).
*«í>
Par» determinar am, n (0 < m < n) multipliquemos ambos miembros
de (5) por z-i-l + 'c-j-Xm y pongamos después z = —1 —x —Xm;
entonces tendremos:

n— Pn(—»—T-Xw) 'm=-0, i , . . . . re.


ílm, *1 (8)
n (X«,—an<)
APENDICE DEL TRADUCTOR 501

Hagamos ahora

Qn+ i ( z) = n + ^ n W = II (2 — ^*)* (7)


ll—0
entonces la expresión (tí) para los cooficientes am%n puedo escri­
bí rso en la forma
g 7t Qn+i m ^O , 1, .. .< n.
®wi.n = - <*)
l “h^“4-^m+^n P«-j-i (k«n)
El factor en lo hallaremos ahora de la condición
i
f (*)& (*) **<** = 1,

La cual, en virtud de (3), se puede sustituir por la condición

l«)
“ " ' " J i , ! + * + * » + *" ~ 1 '
Similarmente a (5) se puede obtener también la identidad
/i __ _
^ ak. n____ ” Pn (g)

de la cualf haciendo z = Xn, hallamos que


n_____ “ -Pn (^n)
^ 1+ T+ \h + X* W<?/,+! (>vn) ’
De aquí, teniendo en cuenta (9), obtenemos que
én —_^ZL±l ( 10)
®n, nPn (^n)
Por otra parte, haciendo w = » en (3), hallamos quo
V n ^ ^ j - ^ + i nv p ;4 .i(^ ( 11)
" ^ iW
Multiplicando (10) por (11) y teniendo en cuenta que
P w+1 (^u) = Pn (^/í).
obtenemos la igualdad
I |2 = 1 “I” f “i” -T Ini
í>02 APENDICB D E L TRADUCTOR

de la cual hallamos definitivamente que

— |/ 1 T-j* ^7i "f *


puesto que en so puede suponer real y positivo. Los coeficien­
tes am, n se puede hallar ahora de la fórmula (8):
V*1-f-T-f-Ay<L-j- kn ffrH-1
1+ An
En particular para el coeficiente superior resulta
^ ^ _ _____ 1______ Qn+t (^n) (13)
y i - j - T 'j - X f j 'f '^
Por lo tanto, quedo demostrado el siguiente teorema.
T e o r e m a . Los scudopo]Inomios

En ( x ) = y i + T + \ n^>.n ¿ — —i Qn+X^m) (14)


m=(J.. 1*■
++-T-f- / P ;+í (A,m)
n = 0, 1, .. .,
donde PnMX(z) y 9/»+i (z) están definidos por las fórmulas (7), for­
man un sistema ortogonal y normal en el intervalo (0, 1) respecto
del núcleo xx (x > 0) •).
Fácil monte se comprueba quo los se udopol inomios (14) pueden
oxpresarsc en las siguientes formas integrales:
g„ (x) 4- -i-14 t + 2h<! l » f **-£-[— - 1 dz
2 x /1 ll— ¡l S !•(*+ V i-1- 1 + T) P n * l (S)J

/? (a:) = V 1+ T'l'2n° >-’'. f x ' ___ ^"*i dz,


2" ‘ l < * -M n + ) + t ) P „ , ( i )

donde el circuito cerrado simple C está situado en el semiplano


R e z > ----y y oncierra los puntos A,0, A.,, . . . , Xn.
De la teoría de los polinomios ortogonales se deduce que entre

*) El caso t * 0 , siendo A* números complejos arbitrarios ^H©Afc ;> — g- J ,


fuo estudiarlo por el autor del presente apéndice en la tosis defendida por él
en el año 1954.
APENDICE DEL TRADUCTOR 503

todos los scudopolinomios de la forma


n— 1
P(x) = arXíl-h S c****
fc=0
el seudopolinomio
PK( X ) ^ ^ - E n ( x )
un, n
proporciona el valor mínimo de la integral
i
\ \P(x)\*T\dx.
ti
Según (2) y (12), esto valor mínimo es igual a
i
J n (K) I*
0 = T ¿ T F j l E" (*) l2xT^ = ( l + t + 2Re Á„)
(?n+i (^n) I
Para t = 0 y ^i = /í los seudopolinomios (14) £son los polino­
mios de Legendre.
BIBLIO G R A FIA

í. TRATADOS V LIBROS DE PROBLEMAS DE TEORIA


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( B j i a A R u n p o B B. C., Motoru Teopiia (JjyiiKuHw MHorux xoMnaeHcnux
nepeMeHHUX, M., 1904.)
IN D IO : ALFABETICO

Abscisa de convergencia 401 Coseno 116


------ absoluta 402 Cotangente 170, 457
Afijo 17 Criterio de Cauchy 36
Angulo do paralelismo 162 — — para las sucesiones 29
Anillo circular 394 — de D'Alombort 36
A-punlo do una función 318 Curva corrada 52
— múltiplo 318 — continua 52
— simple 318 — do Jordán 52
Arco coseno 199 — lisa 207
— tangente 203 — lisa a trozos 207
Argumento de un número complejo 18 — no rcctificablo 206
Cero múltiplo 129 Derivada 85
— simple 129 Derivadas formales 93
Coros do una función racional 129 Desarrollo de una función en fraccio­
Círculo de convergencia de una serie nes simples 455
de potencias 293 Desigualdades de Caucliy 257
Clausura de un conjunto 60 — — pora los coeficientes do una
Comnoncnto conexa 59 sene do potencias (acotación do
Condiciones (ecuaciones) de Cauchy- Cauchy) 307
Kiemann 90 Diferencial 8 6
Conexión Infinita 62 Difcroncins divididas 470
— finita 62 División de series «le potencias 354
Conjunto abierto 57 Dominio 61
— acotado 43
— cerrado 48 Ecuacióu do Koplor 486
— compacto do funciones 472 — de una curva 52
— conexo 51 Ecuaciones de D'Alembort-Euler 90
— de funciones uniformemente acota- Ejo imaginario 18
tarto 384 — roa! 18
Conservación de la simotría en las Elemento do una función analítica
trausforinaciones homográíicas 148 332
Continuidad uniforme 48 El infinito 6 8
Continuo 54 Entorno 74
Cosecante 170, 460 — de un punto 25
INDICE ALFABETICO 50»

Exponentes do una serio de Dirichlet Lados do la poligonal 53


399 Latitud 72
Familia normal de funciones analíticas Lera a do Hcino-IJorel 67
387 — de Schwurz 330
Focos de la lemníscata 327 Lenmiscata 327
Forma trigonométrica do un número — de Bernoulli 328
compiojo 18 Límite de una función 44
Fórmula de Cauchy-Hadamard 293 — de una sucesión 27
— de Moivre 2 2 Logaritmo 187, 198
— integral de Cauchy 250 Longitud 72
Fórmulas de Euler 15, 116 — de una curva 20b
— de Hermite 467
— de Sojotski 269 Método de los coeficientes indetermi­
Frontera de un recinto 59 nados 354
Función analítica 6 , 92 Módulo de un número complejo 18
— continua 47 Movimiento de Lobatcbewski 155
— — en sentido general 79
— de üoukowski 164 Número complejo impropio 69
— do variable compleja 25 — — propio 69
derivable 85, 92 — imaginario 16
— dilerenciablo 85, 92 — — puro 17
— exponencial 108 Números complejos 10
— general 193, 190 — conjugados entro si 19
— holomorfa 92 — de nernoulli 358
— Pornográfica (Función lineal frao* — do Eider 302
clonaría) 99
— lineal entera 99 Orden de una función rncional 131
— localmente analítica 405 Ovalo de Cussini 328
— iuonógena 85
— multivalenlo 176 Parle imaginaria de un número com­
— potencia) 95 plejo 16
— — general 193 — principal dol desarrollo de Lau-
— regular 92 rent 427
— transcendente entera 108 — real de un número complejo 16
— univalente 176 — regular do la serie de Lauront 427
Funciones enteras 103 Período primitivo do la función ex­
— hiperbólicas 118 ponencial 1 1 1
— implícitas 488 Plano ampliado 76
— inversas 476 — complejo 18
— moromorfas 128 — de Lobatcbewski 154
— — trascendentes 170 — finito 76
— multiformes 175 — proyeclivo 70
— racionales 128 Poligonal o quebrada 53
— trigonométricas 116, 170 Polinomio do interpolación 464
— — inversas 199 — — de Jacobi 473
— — do Lagrnnge 470
■Geometría de Lobatchowski 154 — — de Nowlon 409
------ de Taylor 407
trigonométrico 171
Integra) 210 Polinomios 103
— do Cauchy 250 — de Lcgcmlre 482
— de tipo Cauchy 253 Polo de una función analítica 420
— impropia de tipo Cauchy 283 — — racional 129
Integrales de Fresncl 229 — múltiple 129. 421
Inversión 148 — simple 129. 421
— do una serie 476 Polos de la función racional 129
510 INDICE ALFABETICO

Potencia 23 Residuo de una función 434


Primer teorema de Abel 296 — — respecto del punto del infinito
Principio de Bolzano-Weierstrass para 450 jr
las sucesiones 26 — logarítmico 442
— del argumento 443
— del módulo máximo 322 Secuntc 170, 455
Producto infinito 286 Segundo teorema de Abol 364
— — absolutamente convergente 288 Semipleno do convergencia 401
— — convergente 286 — — absoluta 402
— — divergente 286 Seno 116
Propiedad houiociclica de la proyec­ Serie absolutamente convergente 35
ción estereográfica 73 — convergente 34
— — (o circular) de la transformación — do Dirícklet (general) 399
liomogváficQ 136 — — ordinaria (clásica) 399
— estereográfica 71 — de interpolación de Jacobi 474
Punto algebraico do ramificación 180 — — do Ncwton 470
— do acumulación do un conjunto 42 — de Lagrange 478
— — do una sucesión 26 — de Laurenl 393
— do ramificación de orden infinito* — de potencias 292
192 — de Taylor 297
— — de una función 180 — do términos compiojos 34
— — logarítmico 192 — divergen to 34
— dol infinito 76 — doble 42
— final de una curva 52 Significado geométrico de la derivada
-- inicial do una curva 52 96
— múltiplo do una curva 52 Simetría 98
— regular 332 Sustitución do una serle en otra 351
— singular 332 Sofisma de Bcmoulli 189
— — aislado 418 Sucesión 25
— — csoncial de una función analí­ — acotada 2 G
tica 420 — convergen to 27
Puntos de Lobatchewekl 154 — parcial (o contenida en otTa) 25
— do una curva 52 Suma de una serio 34
— exteriores 59 Sumas parciales de una sorie 34
— frontera 59
— interiores 50 Tangente 170, 173, 461
Teorema do Caucby-Hadamard 293
Orden del punto de ramificación 180 — de Caucliy sobre el desarrollo do
una función analítica en serie de-
potencias 310
Radical 176 — do Fntou 372
Radio do convergencia do uria sorio de — do Jiurwitz 444
potencias 293 — de las funciones implícitas 495
Radio de la lemniscata 327 — de Lauront 395
Raíz de un número complejo 22 — do los residuos 435
Ramas (o determinaciones) uniformes — de Montol 384, 416
do las funciones multiformes 175 — de Morera 256
Razón doblo o anarmónica 144 — de N. Luzin y I. Priválov 317
Recinto 58 — (grande) de Picard 425
— cerrado (dominio) G1 — do Pringsheitn 340
— múltiplemente conexo 61 — do Rouché 444
— simpiernónto conexo 61 — de Rungo 408
Recintos do univalencia 170 — do Sojotski-Cassoratl-Weierstrass
Rectas de Lobatchewski 154 423
Representación (aplicación) conformo — de Woierstrass sobre las sories uni­
formemente convergentes 278
INDICE ALFABETICO 511

— de unicidad del desarrollo en — — de primera especie 98


serie do potencias (Toorema o prin­ — — de segunda especie 98
cipio de identidad) 29$ — — de un polinomio 103
— ele Vi tal i 337 — de Abel 37
— fundamental do! álgebra 325 — do Laplace 390
— intcgrul do Cauchy 216, 239 — de simetría 148
— interior de unicidad 316 — idéntica o unidad 135
— preparatorio de Weierstrass 492 — inversa 135
Término complementario de la fórmu­ Unidad imaginaria 17
la do interpolación 467 Valor frontera angular 317
------ — de Taylor 4C7 — principal de la integral 268
Transformación conformo de la fun­ de la raiz 21
ción exponencial 114 — — del argumento 18
------ — nomogrófica 99 Valores frontera radiales 318
------ do la tangente 174
LA K ü rrO H IA L M ili PK KPAUA
LA KDÍOÍON J)l-: IX>S L N lltO S

Elsgolz L.
ECUACIONES D IFEREN CIA LES
Y CALCULO DE VARIACIONES
Este libro so debo al profesor L. Elsgolz, doctor en ciencias
íisico-mAtcmálicas; está dedicado a Ins ecuaciones diferencía­
les y cálculos de variaciones.
El autor exam ina las ecuaciones diferenciales de prim er
>orden y de orden suporior, sistem as de ecuaciones diferen­
ciales, teoría do la estabilidad, ecuaciones de derivadas
parciales de primor ordon, métodos de variaciones on los
^ róblenlas con lím ites fijos, problemas de variaciones con
raites móviles, condiciones suficientes del extrem o, proble­
mas de variaciones del extremo complejo y métodos directos
-en los problem as de v ariacio n es.
E stá d estin ad o para los e s tu d ia n te s do las facultados fisico­
m atem áticas do Jos centros de enseñanza superior y especia­
listas que csludi&ü los probiomns do m atem áticas indicados.

Kisclev A .f Krasnov M.* Makarenko G.


ECUACIONES IN TEG RALES
El libro del docente del In stitu to energético de Moscú
Aioxandr Kisolcv, candidato n doctor en ciencias físicas
y m atem áticas Mijaíl Krasnov y G rigori Mukarenko. con­
tiene H2 2 problemas con respuestas roforentos a los aspec­
tos principólos del curso de ecuaciones integrales. Consta
de tres capítulos: «Ecuaciones integrales do W altern , «Ecua­
ciones integrales de Fredholm» y «Métodos nproximalivos».
En cada párrafo se ilustran los resultados pricipales, formulas
y ejemplos típicos exam inados detalladam ente. El apéndice
contieno un resumen de los principales métodos do solución
do las ecuaciones integrales.
El libro está destinado para los estudiantes de los centros
•de enseñanza técnica superior e ingenieros.

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