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INTRODUCCION

Un depósito de inercia es un acumulador que tiene por objeto incrementar el volumen total de agua
contenido en una instalación térmica de distribución. Este volumen extra tiene como fin el de
absorber el calor producido por el generador cuando el sistema trabaja en baja carga, con el fin de
actuar como almacenaje de energía, así como prevenir los ciclos cortos de funcionamiento que
pudieran tener lugar. Los depósitos de inercia, además, tiene la función de actuar como separación
hidráulica entre circuitos primarios y secundarios.

Los generadores a los que va asociada la instalación de un depósito de inercia engloban una gran
variedad de fuentes de energía que incluye las bombas de calor y las calderas de biomasa, así como
las plantas de generación de los sistemas district-heating.

VOLUMEN MÍNIMO

La mayoría de fabricantes recomiendan un volumen mínimo de agua a contener en la instalación


para mantener las mejores condiciones de funcionamiento y eficiencia de sus equipos. En este
sentido es altamente recomendable acudir a sus especificaciones técnicas con objeto de definir
dicho valor, que puede ser muy variable para generadores de tipo y potencia similar. Métodos
variables de control y diferencias en las ratios de marcha-paro hacen que, en la práctica, equipos
asimilables entre sí no tengan los mismos requerimientos operativos.

Dicho volumen debe ser satisfecho por todos los elementos de la instalación, de tal modo que:

Volumen depósito de inercia = Volumen mínimo requerido – Volumen contenido en la instalación

FUNCIONES DE UN DEPOSITO DE INERCIA

En el uso de un depósito de inercia se pueden distinguir dos tipos o funcionalidades principales


dentro de los cuáles englobar los distintos propósitos a que va dirigida su utilización:

1- Depósito amortiguador: usado para capturar el calor residual remanente tras el apagado del
sistema, y entre cuyos objetivos se pueden distinguir los siguientes:

a. Disipar el calor de una caldera en el momento en que cesa su uso.


b. Proteger al generador frente a la sobre-temperatura.
c. Mejorar la eficiencia general.
d. Almacenar energía para ser usada en el momento en que el sistema se pone en
funcionamiento.

2- Pulmón o reservorio térmico: almacena energía para su posterior uso, permitiendo a un


generador dar servicio a un sistema compuesto por cargas de mayor potencia. En este
sentido, se ahonda en funciones principales tales como:

a. Aumentar la energía que un generador es capaz de ofrecer por sí mismo.


b. Permitir que el sistema trabaje continuamente durante largos periodos de
funcionamiento.
c. Alimentar una caldera en el proceso de encendido.

En la práctica el uso de un depósito de inercia puede repercutir en varias de estas funcionalidades


dependiendo de la configuración de la instalación y del momento concreto de funcionamiento de la
misma, pero de modo general su objetivo es el de extender la vida del sistema previniéndolo frente
a los ciclos de trabajo demasiado cortos que tienen lugar cuando el aporte de energía de un
generador supera con mucho la demanda exigida por las cargas, dando pie a frecuentes arrancadas y
paradas, y poniendo en riesgo a la instalación.
El depósito de inercia también actúa absorbiendo el exceso de calor aportado por el generador, bien
se trate de una caldera o de una bomba de calor, para dejarlo ir en el momento en que la demanda
disminuye por debajo de su mínima capacidad operativa, como ocurre cuando el sistema trabaja
durante cortos período de tiempo. El calor almacenado es entonces utilizado para hacer frente al
pico de demanda que tiene lugar durante la puesta en funcionamiento de la instalación, aportando
energía de manera controlada mientras la caldera se pone en marcha, y en ocasiones colaborando en
que así sea.
El depósito de inercia también previene el deterioro de los compresores de las bombas de calor,
reduciendo la cantidad de ciclos de funcionamiento, además de ofrecer la capacidad de aprovechar
las horas en que la tarifa eléctrica es más económica, almacenando la energía producida por el
generador durante dicho periodo para su uso posterior.
En el uso de plantas de generación de calor centralizadas, un depósito de inercia proporciona un
importante almacenamiento del calor generado que, de otro modo, debería ser desechado durante
periodos de baja demanda
Con calderas de biomasa, por otra parte, y debido a la propia naturaleza del combustible, que
impide la regulación del calor aportado al sistema, el uso de un depósito de inercia es de primordial
importancia para garantizar la seguridad tras la desconexión de las cargas presentes en la
instalación.

ENERGÍA ALMACENADA

La capacidad que tiene un depósito de inercia para almacenar energía depende de las condiciones
operativas del sistema, pudiendo calcularse mediante la siguiente expresión:

𝑸 = V·ρ·𝒄·Δ𝑻 (1)

, siendo:

Q, energía almacenada (kcal)


V, volumen del depósito (l)
ρ, densidad (kg/l)
C, capacidad calorífica (kcal/kgºC)
ΔT, salto térmico entre ida y retorno (°C)

Como ejemplo se puede observar que para un depósito de 1500 litros, con temperaturas de ida y
retorno iguales a 80 y 50 ºC respectivamente, la energía almacenada será:

Q = 1500 l · 1 kcal/kgºC · (80-50) ºC = 45.000 kcal = 52,34 kWh

Cabe anotar que la ecuación anterior representa la capacidad que tiene un depósito de inercia para
almacenar la energía proporcionada por el sistema de generación, de ahí que el salto térmico se
establezca entre las temperaturas de ida y retorno del mismo. Como norma general la energía
contenida en el depósito dependerá del balance energético relativo a las condiciones operativas en
las cuales trabaja.

DIMENSIONADO

Las recomendaciones típicas expresadas por los fabricantes en relación con el dimensionado de los
depósitos de inercia son las siguientes:
1- Un tamaño definido por el 10% del caudal circulante a través del generador de calor en una
hora.
2- Un tamaño límite fijado por el 30% del caudal circulante en una hora.

De este modo, el volumen mínimo de un depósito de inercia puede calcularse como:

𝑽(𝒍) = 𝟎, 𝟏 · 𝒒𝒏 · 𝚫𝐓 (2)

, siendo qn (l/h) el caudal nominal del generador para un salto térmico entre la ida y el retorno igual
a ΔT (ºC), y habiendo considerado que ρ·𝒄=1 kcal/kgºC y t=1h.

Por otra parte, y llevando a cabo el balance de energía en el depósito de inercia (y considerando
nulas las pérdidas de calor a través de las paredes), se tiene que:

𝑄𝑎𝑝𝑜𝑟𝑡𝑎𝑑𝑜 − 𝑄𝑒𝑥𝑡𝑟𝑎í𝑑𝑜 = 𝑄𝑎𝑙𝑚𝑎𝑐𝑒𝑛𝑎𝑑𝑎 = 𝑉 · ρ · c · ΔT


Donde, considerando las potencias, tanto del generador Pn (kcal/h), como de los elementos termina-
les Qh (kcal/h), un período de tiempo dt (h) y siendo ρ·𝒄=1 kcal/kgºC:

(𝑃𝑛 − 𝑄ℎ ) · 𝑑𝑡 = 𝑉 · ρ · c · ΔT

𝑷𝒏 − 𝑸𝒉
𝑽= (3)
𝚫𝐓
𝒅𝒕
Expresión, esta última que relaciona el volumen de inercia con la diferencia entre la potencia
generada y la consumida, así como con la velocidad en que varía la temperatura en el depósito.

A partir de dicha expresión, en depósitos situados en línea con la fuente de calor, y para equipos
capaces de modular su potencia, el volumen del depósito de inercia puede seleccionarse de tal modo
que pueda satisfacer al menos la demanda de la zona más pequeña a controlar, evitando los ciclos
de trabajo demasiado cortos por parte de la fuente de calor:

(𝑷𝒏,𝒎𝒊𝒏 − 𝑸𝒉,𝒛𝒐𝒏𝒂 𝒎𝒊𝒏 )(𝒌𝒄𝒂𝒍⁄𝒉) · 𝒅𝒕(𝒉)


𝑽(𝒍) =
𝚫𝐓 (º𝐂)

, en cuyo caso dt hace referencia al mínimo tiempo aceptable de funcionamiento del generador y
donde ΔT representa el diferencial de temperatura de arranque admisible por el mismo.

Nótese que, en términos de comportamiento de la inercia, la expresión (3) cobra su sentido cuando
sobre el depósito actúan tanto los generadores como las cargas. De otro modo la expresión queda
simplificada, de manera que, durante la puesta a régimen del depósito, se tiene que Qh=0:

𝑷𝒏
𝑽=
𝚫𝐓
𝒅𝒕

Siendo ΔT/dt la velocidad en que aumenta la temperatura en el depósito, para ΔT=Tr -T0, donde Tr
hace referencia a la temperatura de consigna a alcanzar y T0 la temperatura del depósito en el
momento inicial (coincidente con la temperatura del agua de llenado en el momento de la puesta en
marcha del sistema).

Por el contrario, durante el funcionamiento de las cargas de la instalación, con el generador parado
(Pn=0):

−𝑸𝒉
𝑽=
𝚫𝐓
𝒅𝒕

Donde ΔT/dt debe ser menor a cero, y por tanto representa la velocidad a la que desciende la
temperatura en el depósito siendo ΔT, en cualquier caso, un valor inferior a la histéresis fijada para
el encendido del generador.

Por otro lado, la expresión (3) ofrece la posibilidad de estudiar la capacidad de la inercia para actuar
como suplemento de energía frente a demandas mayores que la producción.

A modo de ejemplo supongamos una instalación compuesta por un suelo radiante que, trabajando a
40-32 ºC de impulsión y retorno, respectivamente, ofreciera una potencia de 10 kW con la que
cubrir la demanda de calefacción, así como un generador consistente en una bomba de calor de
potencia inferior, expresada como k·Qh (siendo k<1). En este caso cabría preguntarse la relación que
debe tener la potencia de la bomba de calor y el volumen de inercia escogido para satisfacer la
energía de calefacción demandada, tomando en consideración que el sistema tarda 4 horas en
alcanzar la temperatura de consigna ambiental escogida, y que para ello se admite un máximo de
3ºC de caída de la temperatura de impulsión del suelo radiante. Así, aplicando (3) se tiene que:

𝑃𝑛 − 𝑄ℎ k𝑄ℎ − 𝑄ℎ 8600 𝑘𝑐𝑎𝑙 ⁄ℎ · (𝑘 − 1)


𝑉(𝑙) = = =
ΔT ΔT −3º𝐶
𝑑𝑡 𝑑𝑡 4ℎ

De lo que se tiene, por ejemplo, que si la bomba de calor ofreciese un 10% menos de potencia que
el suelo radiante (k=0,9), la inercia necesaria sería de, al menos, 1146 litros; mientras que serían
precisos 2293 litros en caso de que la potencia fuese un 20% menor.
Visto desde otro ángulo, si se contase con una inercia de 200 litros, haría falta una bomba de calor
capaz de ofrecer una potencia, cuanto menos, de un 98,25% de la potencia aportada a la vivienda
por el suelo radiante (k=0,9825)
Para k>1 se obtiene como resultado un volumen de valor negativo (lo que en la práctica no tiene
sentido), si bien resulta obvio que si la potencia de la bomba de calor es mayor que la demandada
no tiene sentido pensar en un volumen de inercia como suplemento de energía. Antes bien, el
volumen negativo expresaría la energía de más acumulada en el depósito en forma de temperatura a
lo largo del tiempo de trabajo conjunto del suelo radiante y la bomba de calor.
Obviamente los resultados obtenidos variarán dependiendo de las condiciones operativas elegidas
(así sólo serían necesarios 322 litros si se admitiese una caída de la temperatura de 8ºC y un tiempo
de funcionamiento de 3 horas para k=0,9)

BOMBAS DE CALOR

Una de las funciones que cumplen los depósitos de inercia, en su uso combinado junto a equipos
bombas de calor aire-agua, es el de proveer de energía al sistema para su desescarche en
condiciones de baja temperatura exterior. El fin último es eliminar el posible hielo que pueda existir
adherido al evaporador, para lo cual tiene lugar una inversión del ciclo frigorífico de tal modo que
este intercambie temporalmente su función con el condensador. Durante este proceso el depósito de
inercia actúa como sumidero de calor del que extraer la demanda requerida por el sistema de
calefacción.

Adicionalmente, una de las funciones que ejerce el depósito de inercia en combinación con este tipo
de generador tiene lugar cuando la temperatura exterior cae al mismo tiempo que aumenta la
demanda de calor, puesto que en estas circunstancias disminuye tanto la eficiencia como la
capacidad del equipo, especialmente durante los meses más fríos. En este supuesto, y especialmente
con la existencia de altos gradientes de temperatura entre el día y la noche, el uso de un depósito de
inercia permite al sistema almacenar calor durante el día en condiciones más eficientes,
coincidiendo con la caída de la demanda, de modo que esta esté disponible cuando suba la demanda
o desciendan las prestaciones del generador. Este uso, en cualquier caso, está sujeto a los patrones
disponibles de carga y demanda, de modo que en estos casos es común utilizar una caldera de apoyo
con el fin de cubrir los picos de demanda.

Desde el punto de vista del caudal circulante, y considerando 5ºC de salto térmico, se tiene que:

kcal 𝑘𝑊ℎ
𝑃𝑛 (

) 𝑃𝑛 (𝑘𝑊) · 860
𝑉(𝑙) = 0,1 · 𝑞 (l⁄ℎ) · 1ℎ = 0,1 · · 1ℎ = 0,1 · 𝑘𝐶𝑎𝑙 · 1ℎ
𝑘𝑐𝑎𝑙 𝑘𝑐𝑎𝑙
5º𝐶 · 1 5º𝐶 · 1
𝑘𝑔 · º𝐶 𝑘𝑔 · º𝐶

𝑉(𝑙) = 17,2 · 𝑃𝑛 (𝑘𝑊)

, donde Pn se corresponde con la potencia nominal de la bomba de calor.

Como norma general, para bombas de calor se recomienda un depósito de inercia de un volumen
comprendido entre 12 y 35 l/kW

En cualquier caso hay que tener presente que un sobredimensionamiento del depósito de inercia
conlleva ciclos de trabajo más largos del compresor, lo cual puede ser especialmente perjudicial en
equipos que cuenten con dos compresores debido al encendido innecesario del segundo de ellos,
mientras que un infradimensionamiento del mismo repercute en ciclos de trabajo más cortos y, por
tanto, arranques más frecuentes, algo que puede redundar en averías y una reducción de la vida útil
de los compresores. En este sentido se recomienda un máximo de 6 arranques por hora y, por tanto,
ciclos de operación-parada de 10 minutos como mínimo. Algunos fabricantes recomiendan no más
de 3 arranques por hora, y en consecuencia ciclos de operación-parada de 20 minutos como
mínimo.

En consecuencia, y con objeto de garantizar un máximo de 6 arranques por hora considerando la


necesidad de que el compresor, después de parado por temperatura (Pn=0), se mantenga fuera de
servicio durante 6 minutos como mínimo, se tiene que, para un diferencial admisible de 5ºC, el
volumen mínimo a cumplir debe ser:

−𝑄ℎ −𝑄ℎ 𝑘𝑐𝑎𝑙 ⁄ℎ 𝑄ℎ 𝑘𝑐𝑎𝑙 ⁄ℎ


𝑉= = =
ΔT −5 º𝐶 50

𝑑𝑡 6 𝑚𝑖𝑛 · 60 𝑚𝑖𝑛 ℎ

Y como para garantizar un máximo de 6 arranques por hora y ciclos de parada de 6 minutos los
ciclos de operación deberían ser de un mínimo de 4 minutos...:

𝑃𝑛 − 𝑄ℎ (𝑃𝑛 − 𝑄ℎ ) 𝑘𝑐𝑎𝑙 ⁄ℎ (𝑃𝑛 − 𝑄ℎ ) 𝑘𝑐𝑎𝑙 ⁄ℎ


𝑉= = =
ΔT 5º𝐶 75

𝑑𝑡 4 𝑚𝑖𝑛 · 60 𝑚𝑖𝑛 ℎ
Una consecuencia de lo anterior es que Pn debe ser mayor a Qh, lo cual es lógico si se pretende
aumentar la temperatura de la inercia (ΔT/dt>0).

Así, mientras Pn>Qh, queda claro que entre ambas conclusiones habrá que tomar la más restrictiva,
que necesariamente será la primera, puesto que |Pn - Qh| será siempre menor a |Qh|. En consecuencia,
y dado un depósito de inercia dimensionado bajo ese criterio, los ciclos de operación serán más
largos y en consecuencia se reducirán el nº de arranques. Se podría calcular la duración del ciclo de
operación del siguiente modo:

𝑄ℎ (𝑘𝑐𝑎𝑙 ⁄ℎ)
V (l) · ∆T(ºC) · 5º𝐶 𝑄ℎ (𝑘𝑐𝑎𝑙 ⁄ℎ)
𝑑𝑡 (ℎ) = = 50 =
(𝑃𝑛 − 𝑄ℎ ) 𝑘𝑐𝑎𝑙 ⁄ℎ (𝑃𝑛 − 𝑄ℎ ) 𝑘𝑐𝑎𝑙 ⁄ℎ 10 · (𝑃𝑛 − 𝑄ℎ )(𝑘𝑐𝑎𝑙 ⁄ℎ)

Esta expresión también puede reformularse expresando la potencia demandada como un porcentaje
de la generada, tal que 𝑄ℎ (𝑘𝑐𝑎𝑙 ⁄ℎ) = 𝑘 · 𝑃𝑛 (𝑘𝑐𝑎𝑙 ⁄ℎ), para k<1. Sustituyendo en la expresión
anterior se tiene que:

k𝑃𝑛 (𝑘𝑐𝑎𝑙 ⁄ℎ) k


𝑑𝑡 (ℎ) = =
10 · (𝑃𝑛 − k𝑃𝑛 )(𝑘𝑐𝑎𝑙 ⁄ℎ) 10 · (1 − k)

60k 6k
𝑑𝑡 (𝑚𝑖𝑛) = =
10 · (1 − k) (1 − k)

Es decir, cuanto mayor sea k, menor será el denominador de la expresión anterior, y por tanto mayor
será dt, lo cual tiene toda la lógica, puesto que cuanto mayor sea la potencia demandada Qh más di-
fícil le resultará a la bomba de calor recuperar la temperatura en la inercia, y por tanto el ciclo de
operación será más largo. Para k=0‘8, por ejemplo, se tiene que serían necesarios 24 minutos para
volver a recuperar los 5ºC perdidos en la inercia durante el ciclo de parada del compresor, lo que,
sumado a los 6 minutos de parada, en definitiva limitaría a 2 los arranques en una hora.
En este punto puede resultar interesante expresar la relación entre la duración del ciclo de operación
y del ciclo de parada en términos más generales. Así, volviendo a la expresión (3) se tiene que
durante el ciclo de parada:

−𝑄ℎ
𝑉=
ΔT

𝑑𝑡ℎ

, donde dth hace relación a la duración del ciclo de parada, mientras que para el ciclo de trabajo del
compresor dtn:

−𝑄ℎ
( ΔT ) · ∆T

V · ∆T 𝑑𝑡ℎ 𝑄ℎ · 𝑑𝑡ℎ k𝑃𝑛 · 𝑑𝑡ℎ
𝑑𝑡𝑛 = = = =
𝑃𝑛 − 𝑄ℎ 𝑃𝑛 − 𝑄ℎ 𝑃𝑛 − 𝑄ℎ 𝑃𝑛 − 𝑘𝑃𝑛
𝒅𝒕𝒏 𝐤
= (4)
𝒅𝒕𝒉 (𝟏 − 𝒌)

Expresión que relaciona los tiempos de operación y parada (no sólo para bombas de calor), y de la
que se obtienen varias conclusiones:

1- La relación entre tiempos de operación y parada sólo depende de la relación entre las
potencias de generación y de consumo.
2- Si Qh > Pn, es decir, si la potencia demandada por las cargas es mayor a la aportada por el
generador (k>1), se tiene que 1-k<0, lo cual lleva al absurdo de obtener un diferencial de
tiempo negativo. Dicho en otros términos, si la potencia demandada es mayor a la entregada,
no es posible recuperar la temperatura en la inercia, y el ciclo de operación del equipo
generador se alargará hasta que cese la demanda.
3- Si Qh < Pn, es decir, si la potencia demandada por las cargas es menor a la aportada por el
generador, se tienen tres posibilidades:
a. 0,5<k<1: en cuyo caso k >1-k y por tanto 𝑑𝑡𝑛 > 𝑑𝑡ℎ (el ciclo de operación es más
largo que el de parada)
b. k=0,5: en cuyo caso k =1-k y por tanto 𝑑𝑡𝑛 = 𝑑𝑡ℎ (el ciclo de operación y de parada
duran lo mismo)
c. 0<k<0,5: en cuyo caso k <1-k y por tanto 𝑑𝑡𝑛 < 𝑑𝑡ℎ (el ciclo de operación es más
corto que el de parada)

Siguiendo con el desarrollo de la ecuación (3) y expresando de nuevo la demanda como


𝑄ℎ (𝑘𝑐𝑎𝑙 ⁄ℎ) = 𝑘 · 𝑃𝑛 (𝑘𝑐𝑎𝑙 ⁄ℎ), se tiene que:

𝑃𝑛 − 𝑄ℎ 𝑃𝑛 − k𝑃𝑛
𝑉 (𝑙) = =
ΔT ΔT
𝑑𝑡 𝑑𝑡

𝚫𝐓(º𝐂) 𝑷𝒏 · (1 − 𝐤)(𝐤𝐜𝐚𝐥⁄𝒉)
= (5)
𝒅𝒕(𝒉) 𝑽 (𝒍)

Término que expresa la velocidad de variación de temperatura en el depósito de inercia en relación


con su volumen, la potencia nominal del generador y la relación entre potencia aportada y
demandada

Ya por último, otro criterio de cálculo más ajustado pasa por considerar la inercia térmica adecuada
con relación a los elementos sensores de temperatura instalados en el equipo frigorífico de la bomba
de calor. A tal fin la velocidad de descenso de temperatura en la inercia debe ser a lo sumo de 1,5 ºC
por minuto para que la rapidez de respuesta de los sensores del equipo pueda “cazar” las variaciones
de temperatura que se producen en el circuito. Bajo este criterio:

𝑉(𝑙) = 9,5 𝑥 𝑄ℎ (𝑘𝑊)

BIOMASA

La regla empírica en el caso de generadores de biomasa pasa por dimensionar los depósitos con un
volumen de entre 10 y 20 l/kW, pudiéndose considerar un volumen inferior cuando las cargas no
caigan a cero completamente y siempre que se trate de calderas de pellets, que cuentan con mayor
poder de modulación de la potencia y por tanto una respuesta más flexible frente a la caída de la
demanda.
Por contra, en calderas que trabajen con leña de baja calidad, especialmente si contienen un grado
alto de humedad, pueden llegar a ser necesarios depósitos de hasta 40 l/kW, o más.

De este modo se puede concluir que el dimensionado de depósitos de inercia en uso conjunto con
calderas de biomasa dependerá del quemador particular con que cuente a fin de poder utilizar un
tipo u otro de combustible. Por otra parte, una falta del volumen necesario puede derivar en las
siguientes situaciones:

1- Una capacidad insuficiente para absorber el calor generado por la caldera en el momento del
apagado.
2- Arranques frecuentes y cortos períodos de operación de la caldera cuando las cargas son
inferiores a la potencia mínima que es capaz de entregar.
3- Incapacidad para suplementar a la caldera durante picos de demanda.

La norma UNE EN-303-5, por su parte, establece un volumen para el depósito de inercia como
resultado de la siguiente expresión:

𝑸𝒉
𝑽 = 𝟏𝟓 · 𝑻𝒄 · 𝑷𝒏 · (𝟏 − 𝟎, 𝟑 · )
𝑷𝒎𝒊𝒏
Donde:
V: Volumen depósito de inercia (L)
Tc: Tiempo autonomía (h) (1÷1,5) Dato proporcionado por fabricante
Pn: Potencia nominal caldera (kW)
Qh: Carga térmica de la instalación (kW)
Pmin: Potencia mínima de la caldera

Así, considerando una caldera de pellets con un período de autonomía de 1 hora, seleccionada para
satisfacer el 100% de la demanda y con un nivel de modulación de hasta el 30%, la anterior
expresión da como resultado que:

𝑉(𝑙) = 15 · 𝑃𝑛 (kW)

Del mismo modo, y haciendo uso de la ecuación de la potencia calorífica, puede calcularse el
volumen de inercia necesario para mantener la caldera en marcha durante al menos 20 minutos
considerando un salto térmico de 15ºC:

𝑘𝐶𝑎𝑙 𝑉 (𝐿) 𝑘𝐶𝑎𝑙


𝑃𝑛 ( )= ·1( ) · 15(º𝐶)
ℎ 0,33(ℎ) 𝐿 · º𝐶
De lo que se tiene que:

𝑉(𝑙) = 18,92 · 𝑃𝑛 (𝑘𝑊)

GEOTERMIA

En el caso concreto de las bombas de calor geotérmicas, el volumen del depósito de inercia depende
del sistema usado y puede ser calculado como:

Uso intermitente: 25 l/kW


Uso continuado: 80 l/kW
UBICACIÓN DEL DEPÓSITO DE INERCIA

La ubicación del depósito con objeto de alcanzar un funcionamiento óptimo depende del sistema y
el modo de funcionamiento esperado.

En el caso de bombas de calor, y con el fin de ofrecer una respuesta rápida, el depósito debería
colocarse en la tubería de retorno, de modo que el calor pueda entregarse directamente a los
elementos terminales.

No obstante, con objeto de actuar como separación hidráulica y, con el fin de garantizar, no sólo el
caudal mínimo exigido por la bomba de calor, sino también un salto térmico constante con
independencia de las condiciones de trabajo de los elementos terminales, la inercia suele ubicarse
en paralelo.

La configuración en paralelo es la más utilizada con calderas de biomasa, las cuales exigen largos
ciclos de calentamiento. En este último caso se incluye una válvula de tres vías que impida un
retorno directo del agua fría del depósito, con objeto de evitar la condensación en el interior de la
caldera.

ESTRATIFICACIÓN

El uso eficiente de los depósitos de inercia, especialmente cuando actúan como reservorio térmico,
como en el caso de las calderas de biomasa, depende en gran medida de la estratificación de la
temperatura en su interior, lo que se manifiesta en una mayor temperatura en su parte alta, frente a
una menor temperatura en su parte inferior, como resultado del movimiento del agua que tiene lugar
en su interior como fruto de la diferencia de densidades (972 kg/m3 a 80ºC, frente a 998 kg/m3 a
20ºC). En consecuencia las turbulencias que pudiesen ocasionarse en su interior afectan a la
estratificación y por tanto a la eficiencia, por lo que en la medida de lo posible debe evitarse el
trasiego de grandes caudales a través del depósito. Del mismo modo, si se conectan incorrectamente
al mismo depósito distintas fuentes de energía operando en diferentes temperaturas, puede romperse
dicha estratificación.

El efecto de la estratificación puede ilustrarse con la siguiente imagen, correspondiente a una


conexión de cuatro tubos.

Durante los picos de demanda (en que el caudal en el sistema es mayor al caudal que circula a
través de la caldera), el agua caliente procedente de la caldera fluye a través de la parte alta,
proveyendo al sistema de agua a alta temperatura y provocando que la temperatura media del
depósito descienda paulatinamente.

A medida que cae la demanda, sin embargo, la capa de agua caliente descenderá hacia el fondo del
depósito, haciendo que la temperatura media aumente.

En el caso de depósitos de inercia situados en el retorno de una bomba de calor, sin embargo, la
estratificación puede no ser deseable, pudiéndose producir un aumento de la temperatura que llegue
a detener el equipo, si esta alcanza el máximo establecido.

En estos casos la rotura de la estratificación asegura la circulación de una temperatura de retorno


inferior. Esto, especialmente con depósitos de grandes volúmenes, se logra situando platinas en su
interior que prevengan del cortocircuito entre las entradas y salidas.

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