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Introducción

El derecho internacional humanitario (DIH) es el campo del derecho internacional


que comprende los principios humanitarios y los tratados internacionales
destinados a salvar vidas y aliviar el sufrimiento de combatientes y no
combatientes durante un conflicto armado.

Los principales instrumentos jurídicos que componen el derecho internacional


humanitario son los Convenios de Ginebra de 1949, cuatro tratados
internacionales adoptados universalmente por 194 países en agosto de 2006.
Estos tratados contienen disposiciones específicas para la protección de
combatientes heridos, enfermos o destrozados (miembros de las fuerzas
armadas), prisioneros de guerra y civiles, así como personal médico, capellanes
militares y personal civil de apoyo de las fuerzas armadas. Los Protocolos
adicionales, que complementan los Convenios de Ginebra, amplían estas normas
humanitarias.

El derecho internacional humanitario se basa en los principios de humanidad,


imparcialidad y neutralidad. Sus raíces se remontan a conceptos históricos de
justicia establecidos en instrumentos como el Código de Hammurabi de Babilonia,
el Código de Justiniano del Imperio Bizantino, y el Código de Lieber, aplicado
durante la Guerra Civil estadounidense.

El desarrollo del derecho internacional humanitario moderno se remonta a los


esfuerzos del empresario suizo del siglo XIX Henri Dunant. En 1859 observó las
secuelas de una sangrienta batalla entre las fuerzas francesas y austriacas en
Solferino, Italia. Después de retirarse, las tropas abandonaron el campo de batalla
sembrado de heridos y moribundos. Miles murieron a pesar de los valientes
esfuerzos de Dunant para movilizar ayuda para sus soldados.

Conocidos como los "Convenios de Ginebra", los convenios formaron la base del
derecho internacional humanitario moderno y hoy consisten en cuatro convenios y
dos protocolos adicionales. En conjunto, estas medidas representan los esfuerzos
de la comunidad mundial moderna para proteger a las personas durante los
conflictos armados.

16. La protección de los heridos, enfermos y náufragos

Se entiende por "heridos" y "enfermos" las personas, sean militares o civiles, que,
debido a un traumatismo, una enfermedad u otros trastornos o incapacidades de
orden físico o mental, tengan necesidad de asistencia o cuidados médicos y que
se abstengan de todo acto de hostilidad. Esos términos son también aplicables a
las parturientas, a los recién nacidos y a otras personas que puedan estar
necesitadas de asistencia o cuidados médicos inmediatos, como los inválidos y las
mujeres encinta, y que se abstengan de todo acto de hostilidad;

Se entiende por "náufragos" las personas, sean militares o civiles, que se


encuentren en situación de peligro en el mar o en otras aguas a consecuencia de
un infortunio que las afecte o que afecte a la nave o aeronave que las
transportaba, y que se abstengan de todo acto de hostilidad. Estas personas,
siempre que sigan absteniéndose de todo acto de hostilidad, continuarán
considerándose náufragos durante su salvamento, hasta que adquieran otro
estatuto de conformidad con los Convenios o con el presente Protocolo.

1. Todos los heridos, enfermos y náufragos, cualquiera que sea la Parte a que
pertenezcan, serán respetados y protegidos.

2. En toda circunstancia serán tratados humanamente y recibirán, en toda la


medida de lo posible y en el plazo más breve, los cuidados médicos que exija su
estado. No se hará entre ellos ninguna distinción que no esté basada en criterios
médicos.

16.1. La normativa vigente

Se aplicará a todos los afectados por una situación prevista en el artículo 1, sin
ninguna distinción de carácter desfavorable por motivos de raza, color, sexo,
idioma, religión o creencia, opiniones políticas o de otra índole, origen nacional o
social, fortuna, nacimiento u otra condición o cualquier otro criterio análogo.

Para que se preste la asistencia debida a los enfermos, los heridos y los
náufragos, se debe respetar en todo momento al personal médico, a quienes
prestan servicios en organizaciones humanitarias y a las instalaciones
correspondientes. La protección cesará únicamente en el caso de que las
unidades sanitarias se utilicen con fines militares; por ejemplo, como refugio de
soldados sanos o para operaciones de inteligencia militar.

16.2. El sistema de protección directo. Las personas protegidas

Protección de la persona

No se pondrán en peligro, mediante ninguna acción u omisión injustificada, la


salud ni la integridad física o mental de las personas en poder de la Parte adversa
o que sean internadas, detenidas o privadas de libertad en cualquier otra forma a
causa de una situación prevista en el artículo

1. Por consiguiente, se prohíbe someter a las personas a que se refiere el


presente artículo a cualquier acto médico que no esté indicado por su estado de
salud y que no esté de acuerdo con las normas médicas generalmente
reconocidas que se aplicarían en análogas circunstancias médicas a los
nacionales no privados de libertad de la Parte que realiza el acto.

2. Se prohíben en particular, aunque medie el consentimiento de las referidas


personas:

a) Las mutilaciones físicas;


b) Los experimentos médicos o científicos;
c) Las extracciones de tejidos u órganos para trasplantes, salvo si estos actos
están justificados en las condiciones previstas en el párrafo 1.

3. Sólo podrán exceptuarse de la aplicación de la prohibición prevista en el


apartado c) del párrafo 2 las donaciones de sangre para transfusiones o de piel
para injertos, a condición de que se hagan voluntariamente y sin coacción o
presión alguna, y únicamente para fines terapéuticos, en condiciones que
correspondan a las normas médicas generalmente reconocidas y a los controles
realizados en beneficio tanto del donante como del receptor.

4. Constituirá infracción grave del presente Protocolo toda acción u omisión


deliberada que ponga gravemente en peligro la salud o la integridad física o
mental de toda persona en poder de una Parte distinta de aquella de la que
depende, sea que viole cualquiera de las prohibiciones señaladas en los párrafos
1 y 2, sea que no cumpla las exigencias prescritas en el párrafo 3.

5. Las personas a que se refiere el párrafo 1 tienen derecho a rechazar cualquier


intervención quirúrgica. En caso de que sea rechazada, el personal sanitario
procurará obtener una declaración escrita en tal sentido, firmada o reconocida por
el paciente.

6. Toda Parte en conflicto llevará un registro médico de las donaciones de sangre


para transfusiones o de piel para injertos, hechas por las personas a que se refiere
el párrafo 1, si dichas donaciones se efectúan bajo la responsabilidad de aquella
Parte. Además, toda Parte en conflicto procurará llevar un registro de todo acto
médico realizado respecto a personas internadas, detenidas o en cualquier otra
forma privadas de libertad a causa de una situación prevista en el artículo 1. Los
citados registros estarán en todo momento a disposición de la Potencia protectora
para su inspección.

16.3. Contenido de la protección

La protección de los enfermos y los heridos está estipulada en los dos primeros
Convenios de Ginebra de 1949 y en los dos primeros Protocolos adicionales de
1977. El Segundo Convenio amplía la protección a los enfermos y los heridos de
las guerras navales, con lo que quedan incluidos también los náufragos.

Expresamente los Convenios de Ginebra se refieren a cuatro regímenes


aplicables al conflicto internacional. El Convenio I trata de los Heridos y Enfermos
de las Fuerzas Armadas en Campaña; el Convenio II, de los Heridos, los
Enfermos y los Náufragos de las Fuerzas Armadas en el Mar; el Convenio III sobre
el Trato debido a los Prisioneros de Guerra; y el Convenio IV sobre la Protección
debida a las Personas Civiles en Tiempo de Guerra.
16.4. El estatus de personal sanitario

Las unidades sanitarias serán respetadas y protegidas en todo momento y no


serán objeto de ataque.

Habida cuenta de las disposiciones del artículo 12, los heridos y los enfermos de
un beligerante caídos en poder del adversario serán prisioneros de guerra y les
serán aplicables las normas del derecho de gentes relativas a los prisioneros de
guerra.

 Prohíbe específicamente los atentados contra la vida, las mutilaciones, la


toma de rehenes, la tortura, los tratos humillantes, crueles y degradantes, y
dispone que deben ofrecerse todas las garantías judiciales.
 Establece que se debe recoger y asistir a los heridos y los enfermos.

16.4.1. Deberes del personal sanitario

Las zonas sanitarias estarán estrictamente reservadas para las personas


mencionadas en el artículo 23 del Convenio de Ginebra del 12 de agosto de 1949
para aliviar la suerte que corren los heridos y los enfermos de las fuerzas armadas
en campaña, así como para el personal encargado de la organización y de la
administración de dichas zonas y localidades y de la asistencia a las personas allí
concentradas.

16.4.2. Derecho del personal sanitario

Artículo 7 - Inalienabilidad de derechos

Los heridos y los enfermos, así como los miembros del personal sanitario y
religioso, no podrán, en ninguna circunstancia, renunciar parcial o totalmente a los
derechos que se les otorga en el presente Convenio y, llegado el caso, en los
acuerdos especiales a que se refiere el artículo anterior.
16.5. Protección de las unidades y establecimientos sanitarios

El material de las unidades sanitarias móviles de las fuerzas armadas que hayan
caído en poder de la Parte adversaria se destinará a los heridos y a los enfermos.

Los edificios, el material y los depósitos de los establecimientos sanitarios fijos de


las fuerzas armadas quedarán sometidos al derecho de la guerra, pero no podrá
alterarse su destino mientras sean necesarios para los heridos y los enfermos. Sin
embargo, los comandantes de los ejércitos en campaña podrán utilizarlos, en caso
de necesidad militar urgente, si previamente toman las medidas necesarias para el
bienestar de los heridos y de los enfermos allí asistidos.

Ni el material ni los depósitos a los que se refiere el presente artículo podrán ser
intencionalmente destruidos.

Artículo 34 - Bienes de las sociedades de socorro

Los bienes muebles e inmuebles de las sociedades de socorro admitidas a


beneficiarse del Convenio serán considerados como propiedad privada.
El derecho de requisa reconocido a los beligerantes por las leyes y costumbres de
la guerra sólo se ejercerá en caso de urgente necesidad, y una vez que se haya
garantizado la suerte que corren los heridos y los enfermos.
16.6. Protección de los transportes sanitarios 2

Los vehículos sanitarios serán respetados y protegidos del modo previsto en los
Convenios y el presente Protocolo para las unidades sanitarias móviles.

Los medios de transporte de heridos y de enfermos o de material sanitario serán


respetados y protegidos del mismo modo que las unidades sanitarias móviles.
Cuando estos medios de transporte caigan en poder de la Parte adversaria,
quedarán sometidos a las leyes de la guerra, a condición de que la Parte en
conflicto que los haya capturado se encargue, en todos los casos, de los heridos y
de los enfermos que en ellos haya.

El personal civil y todos los medios de transporte procedentes de la requisa


quedarán sometidos a las reglas generales del derecho internacional.

Artículo 36 - Aeronaves sanitarias

Las aeronaves sanitarias, es decir, las exclusivamente utilizadas para la


evacuación de los heridos y de los enfermos, así como para el transporte del
personal y del material sanitarios, no serán objeto de ataques, sino que serán
respetadas por los beligerantes durante los vuelos que efectúen a las altitudes,
horas y según itinerarios específicamente convenidos entre todos los beligerantes
interesados.

Llevarán ostensiblemente el signo distintivo previsto en el artículo 38, junto con los
colores nacionales, en sus caras inferior, superior y laterales. Tendrán cualquier
otro señalamiento o medio de reconocimiento concertado por los beligerantes, sea
al comienzo sea en el transcurso de las hostilidades.
Salvo acuerdo en contrario, está prohibido volar sobre el territorio enemigo u
ocupado por el enemigo.

Las aeronaves sanitarias deberán acatar toda intimación de aterrizar. En caso de


aterrizaje así impuesto, la aeronave, con sus ocupantes, podrá reanudar el vuelo,
tras un eventual control.
En caso de aterrizaje fortuito en territorio enemigo u ocupado por el enemigo, los
heridos y los enfermos, así como la tripulación de la aeronave, serán prisioneros
de guerra. El personal sanitario será tratado de conformidad con lo estipulado en
los artículos 24 y siguientes.

17. La protección de las personas capturadas en relación con un conflicto

Los miembros de las fuerzas armadas de una Parte en conflicto (salvo aquellos
que formen parte del personal sanitario y religioso a que se refiere el artículo 33
del III Convenio) son combatientes, es decir, tienen derecho a participar
directamente en las hostilidades.

Siempre que una Parte en conflicto incorpore a sus fuerzas armadas un organismo
paramilitar o un servicio armado encargado de velar por el orden público, deberá
notificarlo a las otras Partes en conflicto.

17.1. La protección del prisionero de guerra

1. La persona que participe en las hostilidades y caiga en poder de una Parte


adversa se presumirá prisionero de guerra y, por consiguiente, estará protegida
por el III Convenio cuando reivindique el estatuto del prisionero de guerra, cuando
parezca tener derecho al mismo, o cuando la Parte de que dependa reivindique
ese estatuto en su favor mediante una notificación a la Potencia detenedora o a la
Potencia protectora. Si hubiere alguna duda respecto a su derecho al estatuto de
prisionero de guerra, tal persona continuará beneficiándose de este estatuto y, en
consecuencia, seguirá gozando de la protección del III Convenio y del presente
Protocolo hasta que un tribunal competente haya decidido al respecto.

2. La persona que, habiendo caído en poder de una Parte adversa, no esté


detenida como prisionero de guerra y vaya a ser juzgada por esa Parte con motivo
de una infracción que guarde relación con las hostilidades podrá hacer valer su
derecho al estatuto de prisionero de guerra ante un tribunal judicial y a que se
decida esta cuestión. Siempre que no sea contrario al procedimiento aplicable, esa
cuestión se decidirá antes de que el tribunal se pronuncie sobre la infracción. Los
representantes de la Potencia protectora tendrán derecho a asistir a las
actuaciones en que deba dirimirse la cuestión, a menos que, excepcionalmente y
en interés de la seguridad del Estado, tales actuaciones se celebren a puerta
cerrada. En este caso, la Potencia en cuyo poder se encuentre la persona
informará al respecto a la Potencia protectora.

3. La persona que haya tomado parte en las hostilidades y no tenga derecho al


estatuto de prisionero de guerra ni disfrute de un trato más favorable de
conformidad con lo dispuesto en el IV Convenio, tendrá derecho en todo momento
a la protección del artículo 75 del presente Protocolo. Tal persona, cuando se
encuentre en territorio ocupado y siempre que no se halle detenida como espía,
disfrutará también, no obstante, lo establecido en el artículo 5 del IV Convenio, de
los derechos de comunicación previstos en ese Convenio.
Protección de los La protección de las personas La protección del prisionero de
transportes sanitarios 2 capturadas en relación con un guerra
conflicto

Los medios de transporte de Los miembros de las fuerzas armadas 1. La persona que participe en las
heridos y de enfermos o de de una Parte en conflicto (salvo aquellos hostilidades y caiga en poder de una
material sanitario serán que formen parte del personal sanitario Parte adversa se presumirá
respetados y protegidos del y religioso a que se refiere el artículo 33 prisionero de guerra y, por
mismo modo que las unidades del III Convenio) son combatientes, es consiguiente, estará protegida por el
sanitarias móviles. decir, tienen derecho a participar III Convenio cuando reivindique el
Cuando estos medios de directamente en las hostilidades. estatuto del prisionero de guerra,
transporte caigan en poder de la Siempre que una Parte en conflicto cuando parezca tener derecho al
Parte adversaria, quedarán incorpore a sus fuerzas armadas un mismo, o cuando la Parte de que
sometidos a las leyes de la organismo paramilitar o un servicio dependa reivindique ese estatuto en
guerra, a condición de que la armado encargado de velar por el orden su favor mediante una notificación a
Parte en conflicto que los haya público, deberá notificarlo a las otras la Potencia detenedora o a la
capturado se encargue, en todos Partes en conflicto. Potencia protectora. Si hubiere
los casos, de los heridos y de los alguna duda respecto a su derecho
enfermos que en ellos haya. al estatuto de prisionero de guerra,
Artículo 36 - Aeronaves tal persona continuará
sanitarias beneficiándose de este estatuto y, en
Las aeronaves sanitarias, es consecuencia, seguirá gozando de la
decir, las exclusivamente protección del III Convenio y del
utilizadas para la evacuación de presente Protocolo hasta que un
los heridos y de los enfermos, así tribunal competente haya decidido al
como para el transporte del respecto.
personal y del material sanitarios, 2. La persona que, habiendo caído
no serán objeto de ataques, sino en poder de una Parte adversa, no
que serán respetadas por los esté detenida como prisionero de
beligerantes durante los vuelos guerra y vaya a ser juzgada por esa
que efectúen a las altitudes, horas Parte con motivo de una infracción
y según itinerarios que guarde relación con las
específicamente convenidos entre hostilidades podrá hacer valer su
todos los beligerantes derecho al estatuto de prisionero de
interesados. guerra ante un tribunal judicial y a
que se decida esta cuestión.
17.2. Estatuto de prisionero de guerra

A fin de garantizar el respeto y la protección de la población civil y de los bienes de


carácter civil, las Partes en conflicto harán distinción en todo momento entre
población civil y combatientes, y entre bienes de carácter civil y objetivos militares
y, en consecuencia, dirigirán sus operaciones únicamente contra objetivos
militares.

17.3. Personas sin derecho a estatuto que han tomado parte en las
hostilidades

Mercenarios

1. Los mercenarios no tendrán derecho al estatuto de combatiente o de prisionero


de guerra.

2. Se entiende por mercenario toda persona:

a. Que haya sido especialmente reclutada, localmente o en el extranjero, a fin


de combatir en un conflicto armado;

b. Que, de hecho, tome parte directa en las hostilidades;

c. Que tome parte en las hostilidades animada esencialmente por el deseo de


obtener un provecho personal y a la que se haga efectivamente la promesa,
por una Parte, en conflicto o en nombre de ella, de una retribución material
considerablemente superior a la prometida o abonada a los combatientes
de grado y funciones similares a las fuerzas armadas de esa Parte;

d. Que no sea nacional de una Parte en conflicto ni residente en un territorio


controlado por una Parte en conflicto;
e. Que no sea miembro de las fuerzas armadas de una Parte en conflicto;
f. Que no haya sido enviada en misión oficial como miembro de sus fuerzas
armadas por un Estado que no es Parte en conflicto.

17.4. Personas que han tomado parte en las hostilidades con estatuto
dudoso

1. Es persona civil cualquiera que no pertenezca a una de las categorías de


personas a que se refieren el artículo 4, A. 1), 2), 3), y 6), del III Convenio, y el
artículo 43 del presente Protocolo. En caso de duda acerca de la condición de una
persona, se la considerará como civil.

2. La población civil comprende a todas las personas civiles.

3. La presencia entre población civil de personas cuya condición no responda a la


definición de persona civil no priva a esa población de su calidad de civil.

17.5. Personas capturadas en conflictos armados sin carácter internacional

El artículo 3 común a los cuatro Convenios de Ginebra (artículo 3 común) dispone


que las personas detenidas deberán ser tratadas con humanidad, sin distinción
alguna, y prohíbe de manera absoluta determinadas conductas contra ellas:

a) los atentados contra la vida y la integridad corporal, especialmente el homicidio


en todas sus formas, las mutilaciones, los tratos crueles, la tortura y los suplicios;

b) la toma de rehenes;

c) los atentados contra la dignidad personal, especialmente los tratos humillantes y


degradantes;

d) las condenas dictadas y las ejecuciones sin previo juicio ante un tribunal
legítimamente constituido, con garantías judiciales reconocidas como
indispensables por los pueblos civilizados.
Estas normas constituyen un mínimo obligatorio para todas las partes en el
conflicto. Sin perjuicio de ello, debemos hacer algunas precisiones respecto a las
obligaciones recogidas en esta norma.
17.6. El comienzo del cautiverio

Desde el comienzo del cautiverio, se les permitirá avisar a sus familiares y a la


Agencia Central de Búsquedas del Comité Internacional de la Cruz Roja.

Después, podrán mantener correspondencia con sus familiares, recibir paquetes


de socorros y beneficiarse de la asistencia espiritual de los ministros de su religión
(III, 33, 63, 70, 71, 72). Tendrán derecho a elegir, entre ellos, a un portavoz
(representante de los prisioneros) encargado de representarlos ante la Potencia
detenedora y las instituciones que los asisten (III, 79).

Tendrán igualmente derecho a elevar quejas y solicitudes a los representantes de


la Potencia protectora, los cuales, junto con los delegados del Comité
Internacional de la Cruz Roja, están autorizados a visitar sus campamentos y
conversar con ellos, directamente o por mediación de su representante (III, 78,
126). El texto del Convenio deberá estar expuesto en cada campamento de
prisioneros de guerra, a fin de que éstos puedan informarse acerca de sus
derechos y deberes en todo momento (III, 41).

17.5. La captura

Los beligerantes, si capturan a heridos, enfermos o náufragos miembros de las fuerzas


armadas enemigas, deben atenderlos como si fueran heridos propios (I, 12, 14; II, 12, 16;
P.I, 44). Se tomarán sin demora todas las medidas posibles para buscar y recoger a los
heridos, enfermos, náufragos y desaparecidos

Se deberán registrar todos los datos que ayuden a identificar a los heridos, los enfermos y
los náufragos (I, 16; II, 19). Además, se tomarán todas las medidas posibles para recoger a
los muertos e impedir que sean despojados (I, 15; II, 18; P.I, 33; P.II, 8). Ningún cadáver
debe ser enterrado, incinerado o sumergido antes de haber sido debidamente identificado
y sin que se haya comprobado la muerte, si es posible mediante un examen médico (I, 16,
17; II, 19, 20).

En el interés directo de los heridos, enfermos y náufragos, también serán respetados y


protegidos los miembros del personal sanitario, así como las unidades, los materiales y los
vehículos sanitarios, sean militares o civiles, que hayan sido asignados exclusivamente a
los servicios médicos por una de las partes en el conflicto (I, 19-37; II, 22-40; P.I, 8, 9, 12,
15; P.II, 9, 11) y que se reconocen por llevar el signo de la cruz roja, la media luna roja o el
cristal rojo sobre fondo blanco.

17.8. El interrogatorio

Interrogatorio del prisionero

El prisionero de guerra no tendrá obligación de declarar, cuando se le interrogue a


este respecto, más que sus nombres y apellidos su graduación, la fecha de su
nacimiento y su número de matrícula o, a falta de éste, una indicación equivalente.

En el caso de que infrinja voluntariamente esta norma, correrá el peligro de


exponerse a una restricción de las ventajas otorgadas a los prisioneros de su
graduación o estatuto.

Cada una de las Partes en conflicto estará obligada a proporcionar a toda persona
bajo su jurisdicción, que pueda convertirse en prisionero de guerra, una tarjeta de
identidad en la que consten sus nombres, apellidos y graduación, el número de
matrícula o indicación equivalente y la fecha de su nacimiento.

Esta tarjeta de identidad podrá llevar, además de la firma o las huellas digitales, o
las dos, cualquier otra indicación que las Partes en conflicto puedan desear añadir
por lo que respecta a las personas pertenecientes a sus fuerzas armadas. Dentro
de lo posible, medirá 6,5 x 10 cm y se expedirá en doble ejemplar. El prisionero de
guerra deberá presentar esta tarjeta de identidad siempre que se le solicite, pero
en ningún caso podrá privársele de ella.

No se podrá infligir a los prisioneros de guerra tortura física o moral ni presión


alguna para obtener datos de la índole que fueren. Los prisioneros que se nieguen
a responder no podrán ser amenazados ni insultados ni expuestos a molestias o
desventajas de ningún género.

Los prisioneros de guerra que, por razón de su estado físico o mental, sean
incapaces de dar su identidad, serán confiados al Servicio de Sanidad. Se
determinará, por todos los medios posibles, la identidad de estos prisioneros, a
reserva de las disposiciones del párrafo anterior.

El interrogatorio de los prisioneros de guerra tendrá lugar en un idioma que


comprendan.

17.9. La evacuación

Artículo 19 - Evacuación de los prisioneros

Los prisioneros de guerra serán evacuados, en el más breve plazo posible


después de haber sido capturados, hacia campamentos situados lo bastante lejos
de la zona de combate como para no correr peligro.

Sólo se podrá retener, temporalmente, en una zona peligrosa a los prisioneros de


guerra que, a causa de heridas o enfermedad corran más peligro siendo
evacuados que permaneciendo donde están.

Los prisioneros de guerra no serán expuestos inútilmente a peligros mientras


esperan su evacuación de una zona de combate

Artículo 20 - Modalidades de la evacuación

La evacuación de los prisioneros de guerra se efectuará siempre con humanidad y


en condiciones similares a las de los desplazamientos de las tropas de la Potencia
detenedora.

La Potencia detenedora proporcionará a los prisioneros de guerra evacuados agua


potable y alimentos en cantidad suficiente, así como ropa y la necesaria asistencia
médica; tomará las oportunas precauciones para garantizar su seguridad durante
la evacuación y hará, lo antes posible, la lista de los prisioneros evacuados.

Si los prisioneros de guerra han de pasar, durante la evacuación, por


campamentos de tránsito, su estancia allí será lo más corta posible.
17.10 La organización de un campo de prisioneros

Artículo 21 - Restricción de la libertad de movimientos

La Potencia detenedora podrá internar a los prisioneros de guerra. Podrá


obligarlos a no alejarse más allá de cierta distancia del campamento donde estén
internados o, si el campamento está cercado, a no salir de su recinto. A reserva de
las disposiciones del presente Convenio relativas a las sanciones penales y
disciplinarias, estos prisioneros no podrán ser encerrados ni confinados más que
cuando tal medida sea necesaria para la protección de su salud; en todo caso, tal
situación no podrá prolongarse más de lo que las circunstancias requieran.

Los prisioneros de guerra podrán ser liberados parcial o totalmente dando su


palabra o haciendo promesa, con tal de que lo permitan las leyes de la Potencia
de que dependan; se tomará esta medida especialmente en el caso de que pueda
contribuir a mejorar el estado de salud de los prisioneros. Ningún prisionero será
obligado a aceptar su libertad empeñando su palabra o su promesa.

Ya al comienzo de las hostilidades, cada una de las Partes en conflicto notificará a


la Parte adversaria las leyes y los reglamentos en los que se permita o se prohíba
a sus súbditos aceptar la libertad empeñando palabra o promesa. Los prisioneros
liberados tras haber dado su palabra o hecho promesa, de conformidad con las
leyes y los reglamentos así notificados quedarán obligados por su honor a cumplir
escrupulosamente, tanto para con la Potencia de la que dependan como para con
la Potencia que los haya capturado, los compromisos contraídos. En tales casos,
la Potencia de la que dependan no podrá exigirles ni aceptar de ellos ningún
servicio contrario a la palabra dada o a la promesa hecha

17.11. El final del cautiverio

Artículo 109 - Generalidades

Las Partes en conflicto tendrán la obligación, a reserva de lo dispuesto en el


párrafo tercero del presente artículo, de repatriar sin consideración del número ni
de la graduación y después de haberlos puesto en condiciones de ser trasladados
a los prisioneros de guerra gravemente enfermos o heridos, de conformidad con el
párrafo primero del artículo siguiente.

Durante las hostilidades, las Partes en conflicto harán lo posible, con la


colaboración de las Potencias neutrales interesadas para organizar la
hospitalización, en país neutral, de los prisioneros heridos o enfermos
mencionados en el párrafo segundo del artículo siguiente; además, podrán
concertar acuerdos con miras a la repatriación directa o al internamiento en país
neutral, de los prisioneros en buen estado de salud que hayan padecido cautiverio.

Ningún prisionero de guerra herido o enfermo candidato a la repatriación, de


conformidad con el párrafo primero del presente artículo, podrá ser repatriado,
durante las hostilidades, contra su voluntad.

17.12. El Derecho a la información y a la comunicación

Los Estados Partes adoptarán todas las medidas pertinentes para que las
personas con discapacidad puedan ejercer el derecho a la libertad de expresión y
opinión, incluida la libertad de recabar, recibir y facilitar información e ideas en
igualdad de condiciones con las demás y mediante cualquier forma de
comunicación que elijan con arreglo a la definición del artículo 2 de la presente
Convención, entre ellas:

a) Facilitar a las personas con discapacidad información dirigida al público en


general, de manera oportuna y sin costo adicional, en formatos accesibles y con
las tecnologías adecuadas a los diferentes tipos de discapacidad;

b) Aceptar y facilitar la utilización de la lengua de señas, el Braille, los modos,


medios, y formatos aumentativos y alternativos de comunicación y todos los
demás modos, medios y formatos de comunicación accesibles que elijan las
personas con discapacidad en sus relaciones oficiales;
c) Alentar a las entidades privadas que presten servicios al público en general,
incluso mediante Internet, a que proporcionen información y servicios en formatos
que las personas con discapacidad puedan utilizar y a los que tengan acceso; d)
Alentar a los medios de comunicación, incluidos los que suministran información a
través de Internet, a que hagan que sus servicios sean accesibles para las
personas con discapacidad; e) Reconocer y promover la utilización de lenguas de
señas.
18. La protección de la población civil y bienes civiles en los conflictos
armados

Artículo 51 - Protección de la población civil

1. La población civil y las personas civiles gozarán de protección general contra


los peligros procedentes de operaciones militares. Para hacer efectiva esta
protección, además de las otras normas aplicables de derecho internacional, se
observarán en todas las circunstancias las normas siguientes.

2. No serán objeto de ataque la población civil como tal ni las personas civiles.
Quedan prohibidos los actos o amenazas de violencia cuya finalidad principal sea
aterrorizar a la población civil.

3. Las personas civiles gozarán de la protección que confiere esta Sección, salvo
si participan directamente en las hostilidades y mientras dure tal participación.

Artículo 52 - Protección general de los bienes de carácter civil

1. Los bienes de carácter civil no serán objeto de ataques ni de represalias. Son


bienes de carácter civil todos los bienes que no son objetivos militares en el
sentido del párrafo 2.

2. Los ataques se limitarán estrictamente a los objetivos militares. En lo que


respecta a los bienes, los objetivos militares se limitan a aquellos objetos que por
su naturaleza, ubicación, finalidad o utilización contribuyan eficazmente a la acción
militar o cuya destrucción total o parcial, captura o neutralización ofrezca en las
circunstancias del caso una ventaja militar definida.

3. En caso de duda acerca de si un bien que normalmente se dedica a fines


civiles, tal como un lugar de culto, una casa u otra vivienda o una escuela, se
utiliza para contribuir eficazmente a la acción militar, se presumirá que no se utiliza
con tal fin.

18.1. Normas aplicadas a la protección de la población civil

1. Se prohíben los ataques indiscriminados. Son ataques indiscriminados:


a) los que no están dirigidos contra un objetivo militar concreto;

b) los que emplean métodos o medios de combate que no pueden dirigirse contra
un objetivo militar concreto; o

c) los que emplean métodos o medios de combate cuyos efectos no sea posible
limitar conforme a lo exigido por el presente Protocolo;

y que, en consecuencia, en cualquiera de tales casos, pueden alcanzar


indistintamente a objetivos militares y a personas civiles o a bienes de carácter
civil.

2. Se considerarán indiscriminados, entre otros, los siguientes tipos de ataque:

a) los ataques por bombardeo, cualesquiera que sean los métodos o medios
utilizados, que traten como objetivo militar único varios objetivos militares precisos
y claramente separados situados en una ciudad, un pueblo, una aldea u otra zona
en que haya concentración análoga de personas civiles o bienes de carácter civil;

b) los ataques, cuando sea de prever que causarán incidentalmente muertos y


heridos entre la población civil, o daños a bienes de carácter civil, o ambas cosas,
que serían excesivos en relación con la ventaja militar concreta y directa prevista.

18.2. El sistema de protección de la población civil

1. Se prohíben los ataques dirigidos como represalias contra la población civil o


las personas civiles.

2. La presencia de la población civil o de personas civiles o sus movimientos no


podrán ser utilizados para poner ciertos puntos o zonas a cubierto de operaciones
militares, en especial para tratar de poner a cubierto de ataques los objetivos
militares, ni para cubrir, favorecer u obstaculizar operaciones militares. Las Partes
en conflicto no podrán dirigir los movimientos de la población civil o de personas
civiles para tratar de poner objetivos militares a cubierto de ataques, o para cubrir
operaciones militares.
3. Ninguna violación de estas prohibiciones dispensará a las Partes en conflicto de
sus obligaciones jurídicas con respecto a la población civil y las personas civiles,
incluida la obligación de adoptar las medidas de precaución previstas en el artículo
57.

19. La protección de la población civil y bienes civiles en los territorios


ocupados

Artículo 63 - Protección civil en los territorios ocupados

1. En los territorios ocupados, los organismos civiles de protección civil recibirán


de las autoridades todas las facilidades necesarias para el cumplimiento de sus
tareas. En ninguna circunstancia se obligará a su personal a llevar a cabo
actividades que dificulten el cabal cumplimiento de sus tareas. La Potencia
ocupante no podrá introducir en la estructura ni en el personal de esos organismos
ningún cambio que pueda perjudicar el cumplimiento eficaz de su misión. No se
obligará a dichos organismos a que actúen con prioridad en favor de los
nacionales o de los intereses de la Potencia ocupante.

2. La Potencia ocupante no obligará, coaccionará o incitará a los organismos


civiles de protección civil a desempeñar sus tareas de modo alguno que sea
perjudicial para los intereses de la población civil.

3. La Potencia ocupante podrá, por razones de seguridad, desarmar al personal


de protección civil.

4. La Potencia ocupante no destinará a fines distintos de los que les son propios
los edificios ni el material pertenecientes a los organismos de protección civil o
utilizados por ellos ni procederá a su requisa, si el destino a otros fines o la requisa
perjudicaran a la población civil.

5. La Potencia ocupante podrá requisar o destinar a otros fines los mencionados


recursos siempre que continúe observando la regla general prevista en el párrafo
4, bajo las condiciones particulares siguientes:
a) que los edificios o el material sean necesarios para satisfacer otras necesidades
de la población civil; y

b) que la requisa o el destino a otros fines continúen sólo mientras exista tal
necesidad.

6. La Potencia ocupante no destinará a otros fines ni requisará los refugios previst


os para el uso de la población civil o necesarios para ésta.
19.1. Competencias legislativas del ocupante

Artículo 69 - Necesidades esenciales en territorios ocupados

1. Además de las obligaciones que, en relación con los víveres y productos


médicos le impone el artículo 55 del IV Convenio, la Potencia ocupante asegurará
también, en la medida de sus recursos y sin ninguna distinción de carácter
desfavorable, la provisión de ropa de vestir y de cama, alojamientos de urgencia y
otros suministros que sean esenciales para la supervivencia de la población civil
en territorio ocupado, así como de los objetos necesarios para el culto.

2. Las acciones de socorro en beneficio de la población civil de los territorios


ocupados se rigen por los artículos 59, 60, 61, 62, 108, 109, 110 y 111 del IV
Convenio, así como por lo dispuesto en el artículo 71 de este Protocolo, y serán
llevadas a cabo sin retraso.

19.2. Competencias judiciales del ocupante

Artículo 126 - Reglas aplicables en caso de diligencias judiciales

Se aplicarán, por analogía, los artículos del 71 al 76, ambos incluidos, a las
diligencias judiciales contra internados que estén en el territorio nacional de la
Potencia detenedora.

Artículo 71 - Diligencias penales. I. Generalidades

Los tribunales competentes de la Potencia ocupante no podrán dictar condena


alguna a la que no haya precedido un proceso legal.

Se informará a todo acusado enjuiciado por la Potencia ocupante sin demora, por
escrito y en un idioma que comprenda, acerca de cuantos cargos se hayan
formulado contra él; se instruirá la causa lo más rápidamente posible. Se informará
a la Potencia protectora acerca de cada proceso incoado por la Potencia ocupante
contra personas protegidas, cuando los cargos de la acusación puedan implicar
sentencia de muerte o castigo de encarcelamiento de dos o más años; dicha
Potencia podrá siempre informarse acerca del estado del proceso. Además, la
Potencia protectora tendrá derecho a conseguir, si la solicita, información de toda
índole sobre tales procesos y sobre cualquier otra causa incoada por la Potencia
ocupante contra personas protegidas.

La notificación a la Potencia protectora, tal como está prevista en el párrafo


segundo del presente artículo, deberá efectuarse inmediatamente, y llegar, en
todo caso, a la Potencia protectora tres semanas antes de la fecha de la primera
audiencia. Si al iniciarse las diligencias penales no se aporta prueba de haber sido
íntegramente respetadas las disposiciones del presente artículo, no podrá tener
lugar la audiencia. La notificación deberá incluir, en particular, los elementos
siguientes:

a) identidad del acusado;

b) lugar de residencia o de detención;

c) especificación del cargo o de los cargos de la acusación (con mención de las


disposiciones penales en las que se base);

d) indicación del tribunal encargado de juzgar el asunto.

Artículo 76 - Trato debido a los detenidos

Las personas protegidas inculpadas quedarán detenidas en el país ocupado y, si


son condenadas, deberán cumplir allí su castigo. Estarán separadas, si es posible,
de los otros detenidos y sometidas a un régimen alimenticio e higiénico suficiente
para mantenerlas en buen estado de salud y correspondiente, por lo menos, al
régimen de los establecimientos penitenciarios del país ocupado.

Recibirán la asistencia médica que su estado de salud requiera.

También estarán autorizadas a recibir la ayuda espiritual que soliciten.

Las mujeres se alojarán en locales separados y bajo la vigilancia inmediata de


mujeres.

Habrá de tenerse en cuenta el régimen especial previsto para los menores de


edad.
Las personas protegidas detenidas tendrán derecho a recibir la visita de los
delegados de la Potencia protectora y del Comité Internacional de la Cruz Roja, de
conformidad con las disposiciones del artículo 143.

Además, tendrán derecho a recibir, por lo menos, un paquete de socorros al mes.

19.3. Competencias administrativas del ocupante

Artículo 136 - Oficinas nacionales

Ya al comienzo de un conflicto, y en todos los casos de ocupación, cada una de


las Partes en conflicto constituirá una oficina oficial de información encargada de
recibir y de transmitir datos relativos a las personas protegidas que estén en su
poder.

En el más breve plazo posible, cada una de las Partes en conflicto transmitirá a
dicha oficina información relativa a las medidas por ella tomadas contra toda
persona protegida detenida desde hace más de dos semanas, puesta en
residencia forzosa o internada. Además, encargará a sus diversos servicios
competentes que proporcionen rápidamente a la mencionada oficina las
indicaciones referentes a los cambios ocurridos en el estado de dichas personas
protegidas, tales como traslados, liberaciones, repatriaciones, evasiones,
hospitalizaciones, nacimientos y defunciones.
19.4. Efectos de la ocupación sobre las personas

Art. 4 Establece que las personas que no participen directamente en las


hostilidades, o que hayan dejado de participar en ellas, tienen derecho a un trato
respetuoso. Deberán tratarse con humanidad en toda circunstancia. El Protocolo II
prohíbe de forma específica la violencia contra la vida, la salud y el bienestar físico
o mental de las personas. En particular, prohíbe los actos de homicidio y tratos
crueles, el terrorismo, la toma de rehenes, la esclavitud, los atentados contra la
dignidad personal, los castigos colectivos y el pillaje. Estas protecciones se
consideran garantías fundamentales a favor de todas las personas.

20. Protección de la mujer y la infancia en los conflictos armados. Los niños


soldados.

El artículo 14 del IV Convenio de Ginebra establece, como medida preventiva en


tiempo de conflicto armado, las zonas y localidades sanitarias y de seguridad (21),
donde podrán encontrar abrigo contra los efectos de las hostilidades los niños
menores de 15 años, las mujeres encintas y lactantes y aquellas que tengan a su
cargo niños menores de siete años. En las normas de evacuación de la población
civil de un territorio hostil, el DIH ha tenido en cuenta la situación de los niños y los
riesgos que corren.

Los principios que la presiden son la no separación de sus padres o familia y la


seguridad del traslado. Los artículos 17 del IV Convenio de Ginebra y 4 del
Protocolo Adicional II, dan normas sobre la evacuación de los niños
(acompañados o con el consentimiento de sus padres) desde las zonas asediadas
o especialmente expuestas a la acción hostil hasta lugares más seguros. El
artículo 24 del IV Convenio de Ginebra regula la evacuación de los niños
huérfanos o separados de sus padres, que pueden ser acogidos en un país
neutral si así lo aprueba la Potencia protectora y hay garantías de una atención
adecuada.

También se puede producir la evacuación por razones de salud, tratamiento


médico y seguridad, conforme al artículo 78 del Protocolo I Adicional. En todos
estos casos se debe garantizar también la educación de los niños, identificarlos
debidamente y facilitar su regreso al finalizar el conflicto.

20.1. El impacto de los conflictos armados sobra las mujeres de la familia

1. Desplazamiento: como personas civiles, las mujeres y las niñas pueden ser
objeto de innumerables actos de violencia durante los conflictos armados. El
incremento de la inseguridad y el temor a los ataques son motivos frecuentes para
la huida de las mujeres y las personas a su cargo, y la mayoría (un 80%) de los
desplazados internos y refugiados son, en muchos casos, mujeres y niños. Huyen
también porque sus compañeros han huido, están detenidos o han desaparecido
por motivos relacionados con las hostilidades o porque éstos las han hecho partir
tras el desmoronamiento de los mecanismos tradicionales de protección. El
desplazamiento de las mujeres tiene enormes consecuencias. A menudo huyen
hacia la incertidumbre y el peligro, puesto que, en ausencia de sus compañeros,
tienen que arreglárselas con pocos recursos y pertenencias y mantener a las
personas a su cargo.

2. Seguridad: en ausencia de sus compañeros, las mujeres tienen


invariablemente que asumir mayores obligaciones con respecto a sus hijos y
parientes ancianos y la comunidad en general. A veces no huyen ante la
inminencia de hostilidades o de las zonas de combates porque ellas y sus
familiares creen que el hecho de ser mujeres y madres son una garantía de
seguridad contra las partes contendientes. Permanecen pues en sus hogares para
proteger a los suyos y atender a su sustento. Pero tanto la ausencia de los
hombres como la inestabilidad y el desorden generales que caracterizan a muchos
de los actuales conflictos aumentan la inseguridad de las mujeres y exacerba la
ruptura de los mecanismos tradicionales de apoyo con que contaban previamente
la comunidad y, especialmente, las mujeres.

3. Violencia sexual: violaciones, prostitución forzada, esclavitud sexual y


embarazos forzados son todos medios y métodos de guerra criminales sobre los
que se ha centrado cada vez más la atención en los últimos años, especialmente a
causa de la amplia información que se ha dado acerca de ese tipo de violencia en
recientes conflictos. La violencia sexual contra las mujeres y las niñas ha existido
siempre —y en menor medida contra hombres y niños— como forma de tortura
para degradar, intimidar y finalmente derrotar a grupos específicos de población y
provocar su huida. La violencia sexual es un acto brutal y aterrador, no s ólo para
las víctimas sino para toda la comunidad. Es una violación grave del derecho
internacional humanitario.

4. Personas dadas por desaparecidas: la desaparición de personas es una de


las consecuencias más desoladoras de los conflictos armados que perdura mucho
tiempo después de terminadas las hostilidades. Casi todas las personas dadas por
desaparecidas son hombres, y un gran número de mujeres tratan de averiguar la
suerte que esos han corrido. Por ejemplo, en relación con el conflicto en Bosnia-
Herzegovina, que terminó en 1995, el CICR registró los datos de unas 18.000
personas dadas por desaparecidas: el 92% son hombres y el 8%, mujeres.

Es importante esclarecer la noción de que las mujeres son " vulnerables " y "
víctimas “. Las mujeres actúan como dirigentes políticos o líderes comunitarios,
colaboran en las operaciones de asistencia en favor de sus comunidades, y luchan
como activistas en favor de la reconstrucción, la reconciliación y la paz. También
participan activamente en las contiendas como combatientes o elementos de
apoyo de las fuerzas armadas. Las mujeres no son necesariamente vulnerables o
víctimas, aunque la especial vulnerabilidad de muchas mujeres se debe a la
guerra.

20.2. Marco político de la protección de la mujer en las Naciones Unidas

El liderazgo y la participación política de las mujeres están en peligro, tanto en el


ámbito local como mundial. Las mujeres tienen poca representación no sólo como
votantes, también en los puestos directivos, ya sea en cargos electos, en la
administración pública, el sector privado o el mundo académico. Esta realidad
contrasta con su indudable capacidad como líderes y agentes de cambio, y su
derecho a participar por igual en la gobernanza democrática.
Las mujeres se enfrentan a dos tipos de obstáculos a la hora de participar en la
vida política. Las barreras estructurales creadas por leyes e instituciones
discriminatorias siguen limitando las opciones que tienen las mujeres para votar o
presentarse a elecciones. Las brechas relativas a las capacidades implican que
las mujeres tienen menor probabilidad que los hombres de contar con la
educación, los contactos y los recursos necesarios para convertirse en líderes
eficaces.

Los Estados Partes condenan la discriminación contra la mujer en todas sus


formas, convienen en seguir, por todos los medios apropiados y sin dilaciones,
una política encaminada a eliminar la discriminación contra la mujer y, con tal
objeto, se comprometen a:

a) Consagrar, si aún no lo han hecho, en sus constituciones nacionales y en


cualquier otra legislación apropiada el principio de la igualdad del hombre y de la
mujer y asegurar por ley u otros medios apropiados la realización práctica de ese
principio;

b) Adoptar medidas adecuadas, legislativas y de otro carácter, con las sanciones


correspondientes, que prohíban toda discriminación contra la mujer;

c) Establecer la protección jurídica de los derechos de la mujer sobre una base de


igualdad con los del hombre y garantizar, por conducto de los tribunales
nacionales competentes y de otras instituciones públicas, la protección efectiva de
la mujer contra todo acto de discriminación;

d) Abstenerse de incurrir en todo acto o práctica de discriminación contra la mujer


y velar por que las autoridades e instituciones públicas actúen de conformidad con
esta obligación;

e) Tomar todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra la


mujer practicada por cualesquiera personas, organizaciones o empresas;

f) Adoptar todas las medidas adecuadas, incluso de carácter legislativo, para


modificar o derogar leyes, reglamentos, usos y prácticas que constituyan
discriminación contra la mujer;
g) Derogar todas las disposiciones penales nacionales que constituyan
discriminación contra la mujer.
20.3. Marco jurídico de la protección de la mujer en DIH

Las mujeres son protegidas, de manera general como mujeres, contra todo
atentado a su integridad física y a su dignidad. Otras disposiciones del derecho
humanitario tienden a garantizar, por su mediación, la protección del hijo que va a
nacer o de corta edad. Mediante la protección de mujeres encintas, parturientas o
lactantes o madres de niños pequeños, se salvaguarda, pues, la maternidad y la
unidad familiar.

Principios: no discriminación y deber de diferenciación

El principio fundamental por el que se rigen los derechos de que se benefician las
mujeres en tiempo de conflicto armado es el de la no discriminación. Hombres
y mujeres civiles tienen derechos iguales. (Convenio IV, artículo 27, párr. 1;
Protocolo I, artículo 75, párr.1).

Pero, para garantizar a las mujeres el disfrute de derechos equivalentes a los de


los hombres, hay que prestarles, a veces, una protección especial, teniendo en
cuenta sus especificidades fisiológicas y psicológicas, su gran vulnerabilidad en
ciertas circunstancias, sus necesidades, etc.

Hay, en derecho internacional humanitario, un deber de diferenciación; incumbe a


los Estados Partes en los Convenios de Ginebra y, por ende, a todos los
combatientes conferir a las mujeres un respeto particular.

La protección especial que los Estados han de otorgar a las mujeres,


y particularmente a algunas categorías de ellas, se añade a la protección general
debida al conjunto de la población civil.

20.4. Protección de la mujer frente a cualquier forma de violencia o


intimidación

Protección como mujer contra todo atentado a su dignidad

Todas las mujeres son protegidas contra todo atentado a su honor, en particular la
violación, la prostitución forzada y cualquier forma de atentado al pudor (IV
Convenio, art.27, párr.2; Protocolo I, art. 75, párr.2 y art. 76, párr.1).
 Las mujeres internadas, detenidas o arrestadas por razones relacionadas
con el conflicto armado deben ser alojadas en locales separados de los
ocupados por los hombres, salvo en los casos en que deba preservarse la
unidad familiar. Su vigilancia inmediata estará a cargo de mujeres (IV
Convenio, art. 76, párr. 4; Protocolo I, art. 75, párr.5).
 Deberán beneficiarse, en todo caso, de dormitorios e instalaciones
sanitarias separados (IV Convenio, art. 85, párr.4).
 Una mujer internada solo podrá ser registrada por una mujer (IV Convenio,
art. 97, párr.4).
 Para las penas disciplinarias se deberá tener en cuenta el sexo de la
persona castigada (IV Convenio, art. 119, párr.2).

20.5. Protección de la mujer privada de libertad

Además de la protección general que se concede a las prisioneras de guerra al


mismo nivel que a los hombres, las mujeres se benefician de una protección
especial que resulta de los principios enunciados más arriba.

Por lo que respecta al conflicto armado internacional, en el Protocolo adicional I se


refrenda el principio según el cual “serán atendidos con prioridad absoluta los
casos de mujeres encintas y de madres con niños de corta edad a su cargo, que
sean arrestadas, detenidas o internadas por razones relacionadas con el conflicto
armado” (art. 76, párrafo 2). Se trata del mismo principio examinado en el capítulo
relativo a la protección a la mujer miembro de la población civil. Los autores del
Protocolo querían garantizar, de este modo, que las mujeres encintas y las madres
con niños de corta edad a su cargo que estén detenidas sean liberadas lo antes
posible.

Análoga preocupación originó el acuerdo modelo sobre la repatriación directa y la


hospitalización en país neutral de los prisioneros de guerra heridos y enfermos
(anexo al III Convenio). Dicho acuerdo contiene dos cláusulas que merecen
destacarse:
1. En el párrafo 7 del Título B, se prevé la hospitalización en país neutral de
todas las prisioneras de guerra embarazadas y de las prisioneras que sean
madres, son sus niños lactantes y de corta edad.

1. En el inciso f) del párrafo 3 del Título A, se prevé la repatriación, en caso de


embarazo, de afecciones ginecológicas crónicas graves y de afecciones
obstétricas, cuando la hospitalización en país neutral resulte imposible.

El III Convenio contiene diversas disposiciones basadas en el principio enunciado


en el artículo 14, párrafo 2, según el cual “ las mujeres deben ser tratadas con
todas las consideraciones debidas a su sexo " . En el artículo 25, párrafo 4, se
estipula que " en todos los campamentos donde las prisioneras de guerra estén
concentradas con otros presos, se les reservarán dormitorios aparte " . Este
párrafo fue introducido en el III Convenio debido a la presencia de cierto número
de mujeres en los ejércitos beligerantes de la Segunda Guerra Mundial. Esta
disposición se ha interpretado en el sentido de que la separación de los
dormitorios ha d e ser efectiva; es decir, los prisioneros de sexo masculino no
deben tener acceso a los dormitorios de las mujeres prisioneras, lo consientan
éstas o no. La Potencia detenedora es responsable de la aplicación efectiva de
esta disposición. Estrictamente hablando, sólo se refiere a los dormitorios, por lo
cual no todo el alojamiento ha de preverse necesariamente por separado;
naturalmente, la Potencia detenedora es libre para tomar tal medida, si lo
considera conveniente y si con ello se facilita el respeto de las demás obligaciones
impuestas en virtud del Convenio [38 ] en favor de las prisioneras.

Además, según los términos del artículo 29, párrafo 2, “ en los campamentos
donde haya prisioneras de guerra, deberán reservárseles instalaciones higiénicas
separadas ”. Para mantener la limpieza y la higiene en los campamentos, es
primordial la cuestión de las instalaciones sanitarias. Estas se deben construir, en
número suficiente, teniendo en cuenta las exigencias de la decencia y de la
limpieza. Huelga decir que las normas de decencia más fundamentales exigen que
las prisioneras dispongan de retretes separados.
En el artículo 49, párrafo 1, se estípula que “ la Potencia detenedora podrá
emplear como trabajadores a los prisioneros de guerra en buen estado de salud,
teniendo en cuenta su edad, sexo y graduación, así como sus aptitudes físicas, a
fin, sobre todo, de mantenerlos en buen estado de salud física y moral ”. Se trata
de un caso de aplicación del artículo 16 (véase Primera parte, I: Principios).

Con respecto a las sanciones penales y disciplinarias, en el III Convenio se


recuerda el principio de la igualdad de trato.

En particular, “las prisioneras de guerra no serán condenadas a penas más


severas o tratadas, mientras cumplen su pena, con más severidad que las mujeres
pertenecientes a las fuerzas armadas de la Potencia detenedora castigadas por
análoga infracción .

En ningún caso, podrán ser condenadas las prisioneras de guerra a penas más
severas o, mientras cumplen su pena, tratadas con mayor severidad que los
hombres pertenecientes a las fuerzas armadas de la Potencia detenedora
castigados por análoga infracción” (art. 88, párrafos 2 y 3).

Del principio del trato diferenciado se derivan otras disposiciones. En los artículos
97 y 108 se prevé, en particular, que “ las prisioneras de guerra, cumplan o no una
pena disciplinaria, estarán detenidas en locales distintos a los de los hombres y
bajo la vigilancia inmediata de mujeres ”.

El Protocolo I contiene una norma análoga a la estipulada en los artículos 25, 97 y


108 del III Convenio: “Las mujeres privadas de libertad por razones relacionadas
con el conflicto armado serán custodiadas en locales separados de los ocupados
por los hombres. Su vigilancia inmediata estará a cargo de mujeres ” (art. 75,
párrafo 5).

Por lo que respecta al conflicto armado no internacional, en el Protocolo II también


se prescribe que “las mujeres arrestadas, detenidas o internadas estarán
custodiadas en locales distintos de los destinados a los hombres y se hallarán bajo
la vigilancia inmediata de mujeres, excepto los casos de familias reunidas” (art. 5,
párrafo 2, inciso a)). No obstante , conviene poner de relieve que las personas
capturadas no tienen estatuto de prisioneros de guerra.
20.5.1. Detenidas o internadas

Una Parte en un conflicto internacional armado está autorizada, en virtud del


derecho internacional, a tomar estrictas medidas de control con respecto a las
personas protegidas, siempre que su seguridad las haga absolutamente
necesarias. Un beligerante, por ejemplo, podrá recurrir al internamiento, si tiene
razones serias y legítimas para pensar que las personas en cuestión pertenecen a
organizaciones que tienen por objeto causar disturbios o que pueden perjudicar
gravemente a su seguridad por otros medios, como el sabotaje o el espionaje. Por
otra parte, la Potencia ocupante puede inculpar a las personas protegidas por
infracciones contra las leyes penales que haya promulgado para la propia
protección. A semejanza de las demás personas protegidas, las mujeres podrán
ser internadas o inculpadas por haber realizado actos que atenten contra la
seguridad de la Potencia ocupante. En el derecho internacional humanitario se
prevén disposiciones particulares en favor de las mujeres en tales situaciones.

Según se estipula en el Protocolo adicional I, “las mujeres privadas de libertad...


serán custodiadas en locales separados de los ocupados por los hombres... No
obstante, las familias detenidas o internadas serán alojadas, siempre que sea
posible, en un mismo lugar, como unidad familiar” (art. 75, párrafo 5).

En el IV Convenio se prevé que “cuando sea necesario, como medida


excepcional, alojar temporalmente a mujeres internadas no pertenecientes a un
grupo familiar en el mismo lugar de internamiento que los hombres, habrán de
montarse, obligatoriamente, dormitorios e instalaciones sanitarias aparte” (art. 85).
Se trata de un caso de aplicación de las disposiciones generales del artículo 27,
párrafo 2.°, relativas al respeto del honor de las mujeres. Por las mismas razones,
“ las mujeres internadas sólo podrán ser cacheadas por mujeres ” (art. 97,
apartado 4.°).

El Protocolo adicional I contiene una garantía suplementaria en favor de las


mujeres internadas: “Su vigilancia inmediata estará a cargo de mujeres” (art. 75,
párrafo 5).
20.5.2. Prisioneras de guerra

Como los hombres, las mujeres que participan en las hostilidades están protegidas
por el derecho internacional humanitario no bien caen en poder del enemigo. Con
todo, para poder ser consideradas como combatientes, deben ser miembros de las
fuerzas armadas y, una vez capturadas, tener derecho al estatuto de prisioneras
de guerra.

Las fuerzas armadas de una Parte en conflicto son reconocidas como tales si
están organizadas bajo un mando responsable de la conducta de sus
subordinados ante esa Parte, aunque la misma esté representada por un Gobierno
o por una autoridad que la Parte adversaria no haya reconocido. Además, dichas
fuerzas armadas deben estar sometidas a un régimen de disciplina interna que
garantice, entre otras cosas, el respeto de las normas del derecho internacional
aplicables en los conflictos armados. Este respeto implica, en particular, que los
combatientes se distingan de la población civil llevando un uniforme u otro signo
distintivo, visible y reconocible a distancia o, al menos, llevando las armas a la
vista cuando participan en un ataque. Es punible la violación por un combatiente
de las normas aplicables en caso de conflicto armado; pero, en principio, si el
combatiente es capturado, no le priva del estatuto de prisionero de guerra. En
caso de duda, se debe presumir tal estatuto hasta que una autoridad competente
zanje la cuestión.

Por otra parte, el derecho internacional humanitario extiende el derecho a gozar


del estatuto de prisionero de guerra a los participantes en un levantamiento en
masa, es decir, a la población de un territorio no ocupado que toma
espontáneamente las armas al aproximarse el enemigo, para combatir contra la
invasión, sin haber tenido tiempo de organizarse, a condición de que lleve las
armas a la vista y respete las leyes y las costumbres de la guerra, así como a
diversas categorías de personas que no son combatientes, a saber:
 las personas autorizadas a seguir a las fuerzas armadas sin formar parte
integrante de las mismas;
 la tripulación de la marina mercante y de la aviación civil;

 los miembros del personal militar que prestan servicios en organismos de


protección civil.

Obviamente, dentro de cualquiera de estas categorías puede haber mujeres.

Queda un último grupo de personas que, aunque no se les asigne el estatuto de


prisioneros de guerra en caso de captura, tiene derecho a un trato
correspondiente. Se trata de:

 las personas detenidas en territorio ocupado por pertenecer a las fuerzas


armadas del país ocupado;
 los internados militares en país neutral;

 los miembros del personal médico o religioso no combatiente que forman


parte de las fuerzas armadas.

El personal sanitario de las fuerzas armadas incluye a muchas mujeres,


enfermeras particularmente.

20.6. Medidas a favor de las mujeres embarazadas y con hijos de corta edad

En ciertas circunstancias, las mujeres con niños lactantes y las madres de niños
de corta edad se benefician, en caso de conflicto armado internacional, de un trato
diferenciado. Como otras categorías de la población civil, cuya debilidad las
incapacita para reforzar el potencial bélico de su país, “ las mujeres encintas y las
madres de niños de menos de siete años podrán ser acogidas en las zonas
sanitarias y de seguridad ” (art. 14 del IV Convenio), siempre que, claro está, se
abstengan de apoyar directamente las actividades bélicas.

Por lo que atañe, más particularmente, al envío de socorros a la población civil, en


el IV Convenio se prevé “ el libre paso de todo envío de medicamentos y material
sanitario, así como de objetos para el culto, ... e, igualmente, el libre paso de todo
envío de víveres indispensables, de ropa y de tónicos reservados a… las mujeres
encintas o parturientas ” (art. 23). Por víveres indispensables hay que entender los
alimentos básicos necesarios para la salud y el desarrollo normal, físico y
psíquico, de las personas a la s que están destinados; por ejemplo, leche, harina,
azúcar, grasa, sal.

El Protocolo adicional I es un innegable progreso del derecho internacional


humanitario con respecto al artículo 23 del IV Convenio, ya que, en el nuevo
instrumento, se amplía el círculo de beneficiarios. Toda la población civil tiene ya
derecho a recibir víveres indispensables, ropa y tónicos. No obstante, por lo que
respecta a la ampliación del círculo de beneficiarios, se debe dar prioridad a
ciertas personas. A las mujeres encintas y parturientas se añade una nueva
categoría: la de las madres lactantes. En todo tiempo, éstas tienen prioridad para
recibir socorros, en particular víveres indispensables, ropa y tónicos, así como
para beneficiarse de un trato especial (art. 70).
Conclusión

Los Convenios de Ginebra y sus Protocolos adicionales son la piedra angular del
derecho internacional humanitario, es decir el conjunto de normas jurídicas que
regulan las formas en que se pueden librar los conflictos armados y que intentan
limitar los efectos de éstos.

Protegen especialmente a las personas que no participan en las hostilidades


(civiles, personal sanitario, miembros de organizaciones humanitarias) y a los que
ya no pueden seguir participando en las hostilidades (heridos, enfermos,
náufragos, prisioneros de guerra). Los Convenios y sus Protocolos establecen que
se debe tomar medidas para prevenir o poner fin a cualquier infracción de dichos
instrumentos. Contienen normas estrictas en relación con las llamadas
"infracciones graves". Se debe buscar, enjuiciar o extraditar a los autores de
infracciones graves, sea cual sea su nacionalidad.

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