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Camijanes
Camijanes
Por esta localidad pasa el río Nansa, estando aquí ubicados dos cotos
salmoneros: Los Olios y Béjar. Entre sus atractivos naturales está la presencia de
encinas río abajo, desde Camijanes hacia el Norte. En la carretera CA-181 se
encuentra el Mirador de El Collado, entre Puentenansa y Pesués. Permite una
vista panorámica del Nansa y la cercana Peñamellera, ya en Asturias.
Los barrios son muchos y alejados entre sí, unos nacieron en la parte alta
mientras que otros surgieron junto al río a impulsos de la industria ferrera. Estos
barrios son: La Vega, La Presa, donde se encuentra una de las casas blasonadas,
La Ribera, La Cotera, La Tejera, El Corral, donde se ubica otra de estas casa
blasonadas, Trascudia, Las Arenas, actualmente conocida como La Central al
encontrarse allí ubicada la Central Eléctrica de Herrerías, Los Olios y El Collado.
La Cotera, junto a El Corral y La Tejera son de edificación más densa y el centro
social del lugar, ya que es aquí donde se encuentra la Iglesia con su cementerio,
las escuelas (reconvertidas en centro de reuniones), el antiguo consultorio médico
y los dos bares-restaurantes.
Desde el barrio de El Collado surge un camino vecinal que transcurre por el barrio
de Trascudia con dirección al río Nansa, hacia el barrio de La Central, punto
donde podemos comenzar a utilizar la Senda del Nansa, antiguamente utilizada
solamente por los pescadores pero que en la actualidad está perfectamente
acondicionada para el uso turístico. La senda transcurre por la orilla del río y pasa
por el barrio de Los Olios, que no se sabe bien si da o recibe el nombre de uno de
los cotos salmoneros de los que dispone el río, pasa por el término municipal de
Luey para terminar en Muñorrodero, ambos pueblos pertenecientes al
Ayuntamiento de Val de San Vicente.
Desde el Barrio de La Cotera parte un camino que enlaza con el puente del
Tortorio, que data de 1761, tiene un solo ojo y con la singular forma conocida
como “lomo de asno”, que nos permite saltar a la orilla izquierda del río Nansa y
contemplar desde allí los pozos profundos que hacen aún más hondos la
imponente pared vertical que los encajona, y descubrir antiguas edificaciones
como el viejo molino, caseríos y las antiguas ferrerías que dieran al valle nombre.
Las ferrerías de Camijanes eran de las más antiguas de la provincia, según recoge
Carmen G. Echegaray en su “Aportación al estudio de las ferrerías montañesas”
puesto que señala que Camijanes era un barrio de ferrerías, y que como ferrones
no pagaban tributo alguno, solamente cinco sueldos por cada cosa que lavaran en
las ferrerías. Estos ferrones por esa sola condición, “ponían su Alcalde y
Escribano, ya que tenían derecho a su propia justicia”.