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LOS AUTOS SACRAMENTALES EN ESPANA (1939-2000 RECEPCION ESCENICA Y RESPUESTA CRITICA Luciano Garcia Lorenzo C., Madrid El cambio efectuado en el campo de la cultura espatiola de las dos Ultimas décadas ha sido, comprobado esta, importantisimo. Un cambio que comienza con el voluntarismo bicnintencionado de los gobiernos de Ja Unién de Centro Democritico, que definitivamente se consolida va acentuindose con la llegada al poder del Partido Socialista Obrero Espaiol a partir de 1982, ratificindose su «normalizacién» durante los iiltimos aitos ya con un partido de derechas en el gobierno!. La politica cultural que se pone en practica en los comienzos de'la década de los ' José Carlos Mainer ya afirmo: «Nunca ha significado tanto el término cultura como en los dias de la transicién. Era obvi que sus cortapisas.y sus ausencias,su 3 10 ranza y su culto, fueron una parte sustancial de la coneiencia antifranquista y, en cier- to modo, el primer umbral de acceso a a mentalidad opositora: por eso, ni siquiera los mis reacios a admitir los errores del régimen acudian a defenderlo cuando se tra- faba de sus peeados o sus insuficiencias en materia de libertades culturales en los Jiltimos aos», p. 369. Un dramaturgo contemporineo ha eserito, por otra parte, muy recientemente: «A Suarez nunca le preocupé la cultura, Leopoldo Calvo Sotelo ha dejado escrito en sus memorias que cuando sustituy a Sudrez no vivia comodo por- que en la Moncloa;‘Hay muchos teléfones y pocos libros’, La sequedad intelectual en el campo politico era descorazonadora: ¢l Ministro de Cultura, Inigo Cavero, no habia asistido a ningtin especticulo teatral durante su mandatof...] Felipe Gonzilez 406 LUCIANO GARCIA LORENZO ochenta tendria como objetivos fundamentales primero lo que se deno- miné la normalizaciin cultural de Espaiia y, en segundo lugar, que la cul- tura fuera uno de los motores fundamentales del cambio general del pais. No es este el momento de detenernos en el desarrollo de estas afirma- ciones, por otra parte con ya abundantes anilisis y debates en torno a ellas, pero si recordar, pues tiene suma importancia para nuestras refle- les fueron las lineas de actuacién Hevadas a cabo xiones posteriores, cui ese cambio cultural: 1. Consolidacién de las libertades, sobre todo con la supresién absoluta de la censura y no solo la ejercida desde la administraci6n de una manera directa, sino las censuras ejercidas como consecuencia del poder mante- nido por grupos de presion de caricter tradicional y con privilegios con- servados desde el franguismo”. 2. Extensidn de Ia cultura a todas las clases sociales y en todas sus manifes- taciones, lo cual obligaba, y asi se ha pretendido hacer, incluso a una manifiesta discriminacién positiva hacia los sectores sociales tradicional- mente mas desfavorecidos. 3. Desarrollo legislative Mevado a cabo en todas las parcelas de la culeura (teatro, cine, mundo del libro, artes plisticas...), con leyes y dispo en consanancia con las existentes en el resto de los paises democriticos jones europeos y, légicamente al ser nueva legislacién, algunas de estas leyes mucho mas avanzadas socialmente que las del resto de Europa. no fue una excepeién. Julio Feo aclara en sus memorias:‘Por lo menos desde que yo lo conozco, nunca ha gustado salir, ir al teatro, al cine, a especticulos. Cuanda lo ha tenido que hace mpre lo llevaba muy mal’. reflexién la hizo Feo cuando Gonzalez se nego a ir al cstreno de La Dorotea, de Lope, el 28 de febrero de 1983 {...] Pero no debemos sorprendernos de estos lodos, porque la luvia viene de atris: ya en 1989 un Director General de Teatro —que es autor— dijo al tomar posesién del cargo: Es mis prioritario que se lenen las salas a que se haga un teatro de cali- dad's, en Miralles, 2001, p, 48, Tépico ya cs recordar los desgraciados episodios que implicaron a Albert Boadella por su especticulo La Toma y a Pilar Micé por El erimen de Cuenca, Las Fuereas armadas fueron protagonistas (y antagonistas) de los acontecimientos. Véase ahora Boadella, 2001. LOS AUTOS SACRAMENTALES EN LA ESPANA ULTIMA 407 Creacién del Ministerio de Cultura y aumento considerable de las par tidas presupuestarias dedicadas a la cultura, con una preocupacion légica por la realizacién de infracstructuras y —al menos en teoria— la crea- cién de proyectos a medio y largo plazo. Descentralizacién cultural en consonancia con la descentralizacion poli- tica, econémica y administrativa, sufrida por Espaha en estos dltimos veinte afios, dando lugar a diecisiete comunidades aut6nomas con com- petencias ya pricticamente en casi todos los campos y, desdé muy pron— to, todas ellas con competencias en materia de cultura, Anilisis muy par- ticular, obvio es recordarlo, merecerian los enormes cambios Ilevados a cabo er aquellas comunidades con lenguas propias como Cataluiia, Pais Vasco y Galicia 6. Apoyo a unas manifestaciones culturales que, naturalmente sin perder las raices.de una identidad 0, mejor, identidades nacionales, se apartaran de un casticismo empobrecedor, generalmente unido en décadas anteriores 4 un retérico tradicionalismo de caracter conservador y utilizado por parte de los elementos mis reaccionarios de la sociedad. 7. Preocupacién por la presencia de la cultura en el contexto internacional con el fin de romper el aislamiento que, sobre toda durante el franquis- mo, suftié la cultura espafola, al mismo tiempo (y en la linea de lo afir- mado en el apartado anterior) que esa presencia rompiera la romintica, limitada, empobrecida y, en la mayor parte de las ocasiones, falseada y parcial imagen de la cultura espatiola. Estas lineas de actuacién (algunas de ellas iniciadas, insistimos, ya desde 1976) van a lograr fructificar muy pronto, pero, al lado de un mag- nifico resurgimiento en algunos sectores culturales, al lado también de una notable red de infraestructuras teatrales, bibliotecarias, musicales, ete., al lado de un aumento en los indices de lectura o al lado, en fin, de na evidente presenci. bien qu cultural de Espaiia en el mundo, cierto es tam- el anilisis, con mas de veinte afos de realidades, ofrece una serie de limitaciones y resultados negativos, que aqui, evidentemente, sélo podemos enumerar: politica de fuegos artificiales, buscando rentabilidad inmediata; despilfarro cconémico en no pocas ocasiones; politica cultu- ral de cardcter estructural (mucha infraestructura y pocos contenidas); desigualdad regional o autonémica que viene como consecuencia del 408 LUCIANO GARCIA LORENZO fomento manifiesto de unas culturas a través de la defensa y del desarro- Ilo de sus lenguas y la desatencian o pobres ayudas llevadas a cabo en otras autonomias; dirigismo cultural de una manera indirecta por medio de ayudas y subvenciones econdémicas y que conduce al denominado «pesebrismoo; desmembracién cultural y pérdida de una identidad de carcter colective, unido esto a un «provincianismo» alarmante ¢ con resultados en ocasiones esperpénticos... Y de una manera menos especifica y en el campo ya de unos conflictos ideolégicos geogrifica- mente mis globalizados, acusaciones de fomento de una cultura consu- mista y con particular preferencia hacia lo material y una practica de cul- tura ede escaparate» y no comprometida, sin la presencia de los conflictos sociales mas importantes y agravada por tener lugar precisamente, y durante muchos afios, con un gobierno socialista en el poder’. Cara y cruz la mostrada hasta aqui de una realidad cultural, que po- driamos de una manera mas particular aplicar al teatro manifestaciones (asi lo venimos levando a cabo en algunas de ellas) y que en esta ocasion lo hacemos, hasta donde el tiempo nos permite, a una de las parcelas mis desatendidas por los estudiosos del teatro, Quizi Ja causa fundamental de esta desatencién es, naturalmente, la preferen- cia por acontecimientos teatrales con dos mas estrictamente con- temporineos (autores kernativo», etc.), aunque, como se puede apreciar sin grand en escena de los auto- icluso n sus diversas 0s, teatro «a esfuerzos, la pue: res clisicos, y aqui queriamos llegar, es uno de los pilares mas impor- tantes de la politica teatral espaniola ultima‘. fras (y espero de su buena fe para creer mis afirmacio- ‘iculos Sin offecer nes), puedo decir que, cuantitativamente, el aumento de los espec de teatro clisico en los escenarios espanioles ha sido considerable en los 108 quince o veinte afios, pasando de unas ile puestas en escena (en oca- * Véase la bibliografla que ofrece Mainer en st trabajo citado, Sobre a cultura espaiiola.en la democracia se ha escrito mucho y siguen apareciendo libros y articu- los, a veces con wn eansancio repetitive y sin grandes aportaciones. Lo cierto ¢s que término sculturas se sigue entendienda por muchos de muy diferentes maneras, abarcando a veces manifestaciones que dificilmente podrian considerarse «cultura, incluso en un sentido amplio. 4 Para el hecho teatral eng n buen ar véase Aznar Soler, 1996, pp. 9-30, donde se nte en torno al tema, hace LOS AUTOS SACRAMENTALES EN LA ESPANA ULTIMA 409 siones, bien es cierto, magnificas) marcadas por unos nombres concretos de directores (José Luis Alonso, Adolfo Marsillach, Miguel Narros, Manuel Canseco, José Luis Gémez...) a una politica de fomento de los clisicos, especialmente espafoles, que ha dado sus frutos y que, sin echar las campanas al vuclo, ha abonado un campo propicio para que el inme- diato futuro pueda ser observado con cierto optimismo.Y hago estas afir- maciones con toda la provisionalidad que supone un universo tan fragil como el que retiene nuestra atencién, el cual puede verse afectado de una manera inmediata si cede lo mas minimo el interés y la ayuda de las instituciones publicas (c insisto en el término piiblicas), pues el teatro cla- sico debe ser eonsiderado como un bien cultural de caricter publico y asi tratado permanentemente, Las causas de esta presencia de los autores clisicos en los escenarios y del interés del pablico por elles son diversas y siempre en el marco de lo expuesto arriba, Son causas, naturalmente, de caracter artistico, cultural, pero, como he sefalado (y no podia ser de otra manera) lo son también de caricter social, econémico y politico. Sin embargo, esta positiva situacion de la puesta en escena de los textos clasicos en afos recientes tiene una manifiesta excepcidn: los autos sacramentale: Efectivamente, la presencia de los autos es muy escasa en la Espaiia 1 ma y a sti constatacion y a las causas de este hecho dedicaremos las Ppiginas siguientes, no sin recordar (aunque tampoco es para sentirse muy satisfecho) que, a partir de 1939 y hasta los afios setenta, las pues- tas en escena de los autos sacramentales se suceden con cierta asidui- dad, aunque haya largos periodos de ausencia, como sucede entre los afios 1945 y 1952. Victor Garcia Ruiz ha estudiado el periodo com- prendido entre 1939 y 1975 y publicado los resultados en un titulo bien significative, «Un poco de ruido y no demasiadas nueces: los au- tos sacramentales en la Espafia de Franco (1939-1975)»°. A las conclu- siones de este estudio remito, conclusiones que llegan, como no podia ser menos, como consecuencia de unos acontecimientos de tipo socio politico muy precisos y de un dirigismo muy consciente por parte del régimen franquista, Naturalmente, la situacion no seri la misma en los * En Arellano, Escudero, Oteiza y Pinillos, eds 1997a, pp. 119-166, Tambi mismo, 1997b, pp. 513. Mas I Usd, 1996, pp. 277-284. +10 LUCIANO GARCIA LORENZO nos inmediatamente posteriores al final de la guerra civil que a partir de los cineuenta, porque la actitud de José Tamayo tampoco seri la de Felipe Lluch e incluso la de Cayetano Luca de Tena 0 Luis Escobar’. De todas maneras, estos tiltimos nombres, como el de Modesto Higueras —otro responsable de la puesta en escena de los autos en los cuaren- ta— seguian, tenian que seguir, las pautas marcadas por el régimen, pero intelectualmente estaban por encima de las consignas recibidas y de quienes las imponjan, por lo que intentaban llegar hasta donde se po- dia Hegar. O, como ha escrito Garcia Ruiz, «cada uno fue a lo suyoe’, porque, efectivamente, no debemos olvidar que también hay nombres intelectualmente valiosisimos como el de Torrente Ballester, ¢l cual ya en 1937 preguntaba por lo que debia ser la dramaturgia del régimen y afirmaba: «Procuraremos hacer del teatro de mafana la liturgia del Imperiav®, Aseveraciones como estas, ¥ atin mucho mas asombrosas des- de nuestro presente, recogen otros estudiosos tanto de los teGricos de la Falange’ como, sobre todo (e invito a su lectura), de los represen- “Vease Peliez, ed., 1993 y, especialmente los trabajos de Santa-Cruz y Aguilera Sastre dedicados a Luca de Tena y Felipe Uluch; Gareia Ruiz, 1998, pp. 95-108. De tmuy interesante lectura es el articulo del propio Lluch, 1943, pp. 7-17. 7 Garcia Ruiz, 1997a,p, 148:Y mils tarde escribe:«Para los planificadores, lox Autos cran una pieza notable en la construccién del nuevo teatro Nacional, esto salta a la los profesionales del teatro —directores, pin- tores, actores— participaran de esa visidn: para ellos, y tambien para el pablico —al menos, cierto pablico—, todo aquel apoyo estaral al teatro significaba la posibilidad real de hacer mejor teatro, de alcanzar metas estéticas, sin que les importara excesiva- mente a que pudieran aspirar los idedlogos. Es decir, que necesitamos contar con tintos niveles den (p. 142). “Torrente Ballester, 1937, p. 76, Debe tenerse en cuenta también Torrente, 1941, pp. 253-278, donde, junto a ideas de cardcter fascista aplicadas al teatro, podemos encontrar una defensa de los autores del 98 e incluso de Garcia Lorca, defensa a con- tracorriente de los sectores oficiales del mundo cultural de la inmediata posguerra. Ver Wahnon, 1996, pp. 205 y $.; también en este volumen, Linares, pp. 210-228 y especialmente pp. 6. Complétense estos estudios con Oliva, 1989; Monlesn, 1942; Rodriguez Puértols, 1986; Wahnon, 1988; vista. Pero no me parece tan claro qu * Los testimonios podrian multiplicarse (vid. los trabajos citados de Rodriguez Puértolas, Valls, Garcia Ruuiz, Wahnon. géneros literarios. Recordemos, por ejemplo, en poesfa, ¥ ya es tépico, los sonetos ). Lo mismo pedriamos decir aplicado a otros LOS AUTOS SACRAMENTALES EN LA ESPANA ULTIMA ati tantes del sector nacional-catélico-tradicionalista”, Son afirmaciones que hoy, descontextualizadas, resultan cémicas, retratando unos afios grises, trigicos: Luis Araujo Costa, por ejemplo, resume en 1946 lo que fue- ron teatralmente los meses que van de abril a diciembre de 1939 y aprovecha para afirmar: «La Espaiia moderna [...] hasta 1946, cuenta con tres genios superiores que vienen a representar la antitesis de toda logistica,.. Balmes, Menéndez Pelayo y nuestro caudillo glorioso, don Francisco Franco Bahamonde, En estos tres nombres todo es oro; todo responde a la fe y a la tradicion secular de la Patria |... todo encuentra base firme en la metafisica de Santo Tomés...»!!, Perlas como ésta po- driamos traer a colacién sin dificultad y tanto de Araujo Costa como de otros muchos interesados en el teatro, Pero vayamos a la presencia de los autos en los escenarios espaiioles a partir de 1981, fecha significativa, naturalmente, para Calderon"? y fecha que sé sittia en plena época de cambios de todo tipo y, por supuesto, de todos esos cambios culturales ya expuestos. En ese aio de 1981 se ponen en escena nueve especticulos de importancia con textos de Calderon, de los enales uno es El gra teatro del mundo, dirigido par Santiago Paredes y sin gran repercusion, y el otro es La cena del rey Baltasar, bajo la diree- cién de José Tamayo; este ultimo es la version varias veces ya puesta en escena y presentada ahora con diferente reparto: José Maria Rodero, dedicados por Ridrucjo a El Escorial el tan citado libro de Rosales y Vivanco, 1940. Ver Wahnon, 1998, Pérez Bowie, 1994, pp. 68-87. ™ Garcia Ruiz, 1997a, ha resumido: «Si entre los falangistas el rasgo especifico era el totalitarismo, entre los catdlicos de este signo el rasgo propio seria Ia confianza absoluta en que el fundamento escolistico-tomista de sus posturas religiosa-ideold— gicas es racionalmente inexpugnable.Y por ahi terminan desembocando y conflu- yendo con os falangjstas en una misma actitud: | autoritarismo nada sensible hacia Jos valores de Ja libertad individual. Autoritarismo nacionalista y catdlico o Nicionalismo catdlico y autoritario; en lo que a teatro se refiere, uno y otro apare- cen desde el horizonte actual como de un sentido prictico proximo algunas veces a la ingenuidads (pp. 141-142). "Ver Garcia Ruiz, 1997a, p: 139, nota. También Monleén, 1971, p. 18, recoge algunas otras «perlase de Araujo Costa en la linea de la citada. De Monleén es, por otra parte, es muy util el trabajo de 1981, pp. 361-408. } Garcia Lorenzo y Munoz Carabantes, 2000, pp. 351-382, especialmente, nota 7. 1) afidase al trabajo citado en nota anterior cl libro-catilogo de la Exposicién coordinada por Diez Borque y Peliez, 2000, con motive del centenario. a2 LUCIANO GARCIA LORENZO. Marisa de Leza, Charo Soriano, Juan Ribé, Amparo Pamplona, en lugar de Francisco Rabal, Asuncion Balaguer, Manuel Dicenta. José Tamayo 1999 EF gran teatro del mundo en la Basilica de San Francisco el grande de Madrid y en el 2000 oft ticulo en el Vaticano ante el Papa Juan Pablo II, repitiendo la experien- cia que llevé a cabo en 1953 con La cena del rey Baltasar, representando este auto en el Auditorium del Palacio Pio del Vaticano «como homena- je de Espaiia a Su Santidad el Papa Pio Xflv!4, No habré mis montajes de autos sacramentales hasta 1993, y dos son los que se llevan a cabo en esta fecha: por una parte, el Auto de las plantas, dirigido por José Diaz Barrigén y que se estrenaria en el Teatro Rojas de Toledo; el segundo es n especticulo que se estrenari en la Plaza Mayor y en dife del viejo Madrid, dirigido por Miguel Narros y al que esta contari con bailes, moji- ‘era este mismo espec= parte del gr rentes call pondra como titulo Fiesta Barroca!®, Esta ganga y la loa y el auto calderoniano de El.gran mercado del mundo. n 1993 la compaiia Teatro Corsario de Valladolid estrena su v de Fl gran teatra del mundo, dirigida por Fernando Urdiales, habitual director de los especticulos de este gr montado, entre otras obras clisicas, las calderonianas La vida es suetio, Amar después de la imerte y en el afio 2000 una excelente version de El mayor encanto amor, baja el mayor hechize, amor, Cuatro aios después, en 1997, se estrena en el Festival Internacional de Teatro Clisico de Almagro un sugerente montaje de El gran teatro del mundo, en esta ocasién por la compaitia «Territorio de Nuevos Tiempos+ de Sevilla, montaje dirigido por Etelvino Vazquez. En fin, en el afio 2000 la compaiiia «Luna de Arenar presentada en Zaragoza y con puesta en escena un tanto aparatosa y una version textual muy discutible!®. Recordibamos atris algunos textos de los anos cuarenta, y podriamoas jos posteriores donde términos como imperio, forja, in poy que h titulo E repite la misna obi traer otros de 4 25 aftos de teatro en Expaita, José Tamayo, director. Barcelona, Planeta, 1971; 50 afios de reateo ‘espanol. José Tamayo (1941-1991), Madrid, Ministerio de Cultura, 1991. '5 1 libro-catilogo fire publicado el mismo aio 1992, '* Hemos citado los montajes llevados a cabo por companias espanolas, en 1984 «Repertoria espaiiols de New York representé en el Festival de Almagro una version de Bl gran teatro del mundo, dirigida por Angel Gil Orrios, Ver Garcia Lorenzo y Pelicz Martin, 1997, que LOS AUTOS SACRAMENTALES EN LA ESPANA ULTIMA Aa comunion, tradici 1 hispano, nueva er: apostolado cultural, movil n, alma nacional... Y recordibamos la equiparacién de Franco a Balmes y Menéndez Pelayo... Y velamos como el teatro clisico espanol y especialmente los autos sactamentales, se iden- tificaban con una Espatia determinada que se queria imponer también en los escenarios... Estas son, natut mente, las raices de toda una serie de prejuicios que han producido tantos olvides y tantas ausencias; prejuicios que han hecho patentes tantas contradicciones; prejuicios que han impe- dido, en pocas palabras, un acercamiento a manifestaciones intelectuales emblemiticamente utilizadas por el régit en franquista, pues era necesa— rio huir de la mas minima identificacién'”. Entre los testimonies que podrian ponerse sobre la 1 mente, las victi sa, los autos sacramentales han sido, precisa- 1as mas evidentes de esa politica cultural propagandistica dirigida ideolégicamente y con unas implicaciones religiosas muy deter- minadas que tenjan al nacional-catolicisno como baluarte. Los autos han estado presentes minimamente en los escenarios espaitoles de las ialtimas décadas y, cuando lo han hecho, ha side (si exceptuames los montajes mas recientes) para insistir en lo ya realizado y repetido durante cin cuenta afios —José Tamayo— 0 para Hevar a cabo un especticulo vespe- cial», como el titulado Fiesta Barroca, un especticulo que no fue el amico de esas caracteristicas en el aio conmemorativo de 1992, con asombro- so presupuesto y, paraddjicamente, s6lo diez representaciones en el esce: nario montado al efecto en la Plaza Mayor de Madrid. Podriamos afir= mar, incluso, que una de las notas esenciales que ha definido la presencia de los autos en los escenarios ha sido, precisamente, ese caricter de espec- ticulo «especial», tanto por los espacios en que se llevan a cabo. como por los objetivos que con ellos se pretenden. Y es que la dadmiracién» y el «asombro», y ya Calderon en estos fines se detuvo, son esenciales para entender la recepcién del auto sacramental, sobre todo por el pucblo ile tado, «el vulgo ignorantes. Manfred Tietz ya escribié: «Cuanto mis se aproxima [Calderén] al centro de la doctr 2 catolica, tanto mas recurre Wer Garcia Lorenzo, 1997b, pp. 169-174. Regalado, 2000, ha afirmado, al ca del centenario; «Los afies del franquismo y los de la transicion no han sido fwor- bles a Calderdn; con alguna que otra excepcién, el paisaje que se desvela es bastante gris, Durante la dictadura, la derecha se inventé un barroco que |a izquierda hizo suyo, peloteandose ambas el mismo lugar comin» (7), 414 LUCIANO GARCIA LORENZO, ala palabra argumentativa. Intenta dirigirse a los afectos, a la voluntad. Esto ocurre en el auto sacramental por medio de una técnica de represen- tacién extraordinariamente fastuosa, utilizando 1a tramoya y la miisica. Se aspira a la sorpresa y al asombro que culminan hacia el final del auto, cuando se hace referencia a la Eucaristia. Valbuena Prat llam@ al final del Aiio santo en Roma (1651) ‘una verdadera embriaguez de luces, flores y piedras preciosas’s, La suntuosidad, ¢l despliegue escenogrifico de los autos, estaria en la linea catdlica de sreligion de especticulo», frente a lo tativa» como medio de preconizado por Lutero con la «palabra argum comprensién»!®, He exceptuado de esta tiltima reflexién los montajes mas recientes, es decir los llevados a cabo con El gman teatro del mundo por «Teatro. Corsario», TNT de Sevilla y «Luna de Arena» de Zaragoza y, aunque en menor medida, el Auto de las plantas. zQuiere esto decir que la situacion ha cambiado? :Son estos montajes la muestra de un interés objetivo, artistic, por el auto sacramental?... Insisto: el auto sacramental como no naturalmente como acto religioso © pararrel gioso y mucho menos, por supuesto, como sermén eucaristico. .,! Creo que no debemos ser muy optimistas; el interés es minimo y muy espo- ridico, aunque, efectivamente, las puestas en escena de Toledo, Valladolid, Sevilla y Zaragoza, muestran que la situacién algo ha cambiado, y que, al lado de los titulos de siempre (El gran teatro del mundo, La cena del rey manifestacion artistica articulo de Tietz, 1983, pp. 78-87; la cita en p. 85. °Véase Garcia Ruiz, 1997a, p. 149. Arellano, 2000a, p. 36, ha resumido: «Quien Jos aborda flos autos] sin prejuicios, renunciando a la voluntaria ignoraneia y a la exi- gencia a, notari que Galderén ha concebido sus autos como un notable mecanismo de continuidad cultural y territorio maltiple y abierto en. el que todas las artes coniluyen: la misica, la pintura, la escultura, la escenografia, la exploracion béliea del vestuario, los efectos especiales asombrosos, hasta la participacién de males vives... y domindndolo todo, la poesfar: y Varey, 1993, ya concluia antes: crea que los problemas planteados por los autos sean distintos de los que afronta el hombre del siglo Xx, aunque si Ia ideologia y Ia terminologia a través de las cuales sea presentado cn el escenario [..,] Creo que el auto puede tener éxito ante el priblico moderno con tal de que'la produccién moderna ponga el énfasis en la experiencia humana fundamental en que se basan las tramas: Pido, ademis, una version moderna adaptada a las circunstancias del dia de hoy, pero que respete La dinamica y Ia inte cién del originale (p. 33). LOS AUTOS SACRAMENTALES EN LA ESPANA ULTIMA. 415, Baltasar), se han ofrecido otros como el Auto de las plantas © El gran mer- cado del mundo, ampliandose asi el minimo repertorio ofrecido hasta hace muy poco tiempo, que los directores de estos montajes han prescindido de tristes utilizaciones y se han acercado a los autos sin los prejuicios que impidieron hacerlo en tiempos inmediatamente anteriores. Pero, por otra parte, gqué repercusi6n han tenido esos montajes? ZHan legado a un piblico amplio y en muy diversos lugares? ;Se han. visto esos especticu- los en grandes ciudades y en circuitas de salas importantes?... Las res= puestas a estas preguntas no creo que sean muy reconfortante: Y tres datos para terminar: nos hemos detenido en el especticulo titulado Fiesta barroca, y en este montaje particip6 la Compaiiia Nacional de Teatro Clasico, dirigida entonces por Rafael Pérez Sierra; ahora bien, si nos acercamos a la documentaci6n oficial de la Compania, sobre todo lo publicado posteriormente dirigiendo la CNTC de nuevo Adolfo Marsillach, veremos que esta produccién, al igual que otras tres, ocupa lugar aparte y con una clarisima intencién de no considerarla como una mis de la CNTC. Se podrin dar razones para justificar esta decision, pero lo cierto es que la Compaiiia espaiiola de caricter piiblico dedicada a montar a los clisicos nunca se ha planteado montar un auto sacramen= tal?” y la Fiesta barroca ocupa un lugar especial en su programacién. Quizas Marsillach estaba de acuerdo con Eduardo Haro Teeglen, cuando escribid a propésito de este espectaculo: #Yo, lanzado a la sinceridad, me atreveria a decir que lo que le sobra es el propio auto sacramental de Calderénv#!. El segundo dato es muy reciente: de las, mis o menos, quin- Ce puestas en escena de obras calderonianas merecedoras de recordarse “stacit ® No encontraremos ninguna mar n de este desea por parte de los di rentes directores de la CNTC. Incluso en ¢l aio 2000 la Compaiia ha puesto en escena tres obras de Calderon (La dama duende, La vida es sweiio y El Alcalde de Zalamea), pero no hemos leido ninguna alusién a los autos. Lo cterto es que tampo- €o ningiin medio de comunicacién ni siquiera lo ha sugerido. Para los montajes cal~ deronianos de la CNTC, ver Garcia Lorenzo y Mufioz Carabantes, 2000; Garcia Lorenzo, 1997a, pp, 14, 16 y 25; Fischer, pp. 87-94. Aunque incompleto en algunos Aspectos y olvidindose de trabajos sobre cl tema, también de la misma autora, 2000, pp. 765-820, 2" En general, la recepeién por parte de la critica de esta obra fue negativa o muy negativa. Enrique Centeno, por ejemplo, titulé su cronica *Traca barrocas; citado por Amords, p. 163. 46 LUCIANO GARCIA LORENZO aha sido de un auto ya hemes dicho, tampoco creo que este montaje pasara a la historia Por iltimo, y referido a la critica teatral no académica y al mundo intelectual espafiol, otra ficil constatacin: los autos sacramentales no han figurado entre las preocupaciones de estos criticos y de estos intelectua- Jes en las Gltimas décadas, Se ha escrito mucho sobre teatro clasico, se ha debatido sobre su vigencia, su contemporaneidad, las puestas en escena, el papel de la iniciativa publica y dela privada... Pero no ha habido ps ticamente la mis minima reflexién sobre la presencia (y la ausencia) de Jos autos sacramentales en la escena y el papel que puedan jugar en el contexto sociodramatico de la Espafa contemporanea, Se hace histori se estudian, se editan los auto mundo de la investigacion universitaria. El resto, y con de espaldas a este tipo de manifestacion teatral. Una vez mas se repite la historia, pues, como ha escrito recientemente Viviana Diaz Balsera, obra de Pedro Calderén de la Barca ha tenido u en este afio 2000, s6lo u ramental. Pero, como pero es en y por el mundo académico, el el publico, ve a turbulenta historia de recepcion a través de los siglos, La critica de sus comedias ha fluctuado desde el rechazo y repudio de sus temas, lenguaje y estructuras hasta la proclamacion de su teatro como el mas perfecto de todo el legado del Siglo de Oro. Quizis el género mis controvertido de su produccién sea el auto sacramental [...]. La gran controversia que el género ha suscita~ do gira casi siempre en torno al problematico entretejimicnto de los dis- cursos religiosos, poéticos y dramiticos. Hay algo fascinante en la amal- gama de estos discursos que ha provocado que los criticas de distintas époc tomen posiciones radicales con respecto al autor”? oe autos, (como veremos, la que se ha 2Ha estado la critica espafiola cerca de esas Y si todo lo expuesto se ha referido a la puesta en escena de los scuil ha sido la actitud de la eritica espaol llevado a cabo en Espaita)? posi jones radicales que testific Diaz Balsera?.,. Ignacio Arellano ha Diaz Balsera, 1997, p. 13. También Duran y Gonzalez Echevarria, 1976, I, pp. 105-123. LOS AUTOS SACRAMENTALES EN LA ESPANA ULTIMA, 417 hecho un preciso balance de lo que ha sido el acercamiento a los autos calderonianos por parte de los estudiosos en general, no solo los espaiio~ les desde Espaiia, y a sus conclusiones remito™; nuestra intencién es otra, como ya se ha podido deducir de lo expuesto hasta aqui, y en esa linea, que explicaria algunas observaciones de Arellano, seguimos a continua- cidn. Las preguntas, partiendo de la mis general planteada lineas atris, son precisas: Ha existido el mismo desinterés en la critica que en la escena Han jugado también algun papel motivos ideolégicos precisos?... Las respuestas a estas interrogantes exigirian antes recordar lo sigu 1. Desde la década de los cuarenta y hasta los anos setenta que los estudiosos sobre Calder6n, comprendidos también los dedicados a los autos sacramentales, tienen como protagonistas fundamenta a los investigadores ingleses y alemanes (algunos de estos profesores eje cerin también la ensefanza en los Estados Unidos), pero lo que se ha Ila mado la Escuela anglosajona tiene perfecta identificacion, y a ella se ha dedicado Ja atencion adecuada; yo ahora solo recuerdo: sus nombres (Parker, Sage, Wardropper, Shergold, Varey, Pring-Miill, etc.) y remito a los estudios consiguientes’*. Por lo que se refiere a la Escuela alemana, tam- bién desde los afios cincuenta, con el profesor Flasche a la cabeza, el cal- deronismo ha contado con magnificos estudiosos, y obligado es recordar, sobre todo por lo que refiere a los autos, a Karner, Reichenberger, Briesemester, Tietz, Neumeister, etc. Pero queremos detenernos en un testimonio que nos parece sintomitico del acerca miento que venimos realizando. Si nos acercamos a las actas de las reu- niones calderonianas llevadas a cabo desde los setenta por los especialis- tas anglogermanos, encontramos en ellas, naturalmente, las aportaciones de profesores de esos paises, pero también encontramos la particip de algunos estudiosos espafioles residentes en Alemania, Inglaterra... 2. También en Estados Unidos, y fundamentalmente a partir de los aflos cincuenta, surge un niimero considerable de profesores dedicando su atencién a Calderén y algunos de ellos muy particularmente a los autos; es el caso, entre otros, de Hunter, Pollin, Sullivan, Di ngerlbert, accion . Kurtz, © Arellano, e1 24 p. rcia Lorenzo, 2000, pp, 325-349. ara una especificacién de los respectivos trabajos, Cilveti y Arellano, 1994 Sigue siendo muy valido cl articulo de Pring-Mill, 1968, pp. 369-413. También Durin y Echevarria, y la primera parte de! libro de Dixz Balers. 418 LUCIANO GARCIA LORENZO Amadei Pulice y, mis recientemente y también entre otros, Diaz Balsera Ahora bien, dos aspectos conviene dejar sobre la mesa: en pri- mer lugar, y es muy significativo, los dos muy acertados y oportunos voltimenes publicados en 1976 por la Editorial Gredos (Galderin y ta eri- fica...) fueron compilados y prologados por dos profesores que ejercian la docencia en universidades americanas pero que no son americanos de arigen; ademis, de los veintidés trabajos que hay en elles sélo uno es de un espanol ejerciendo en Espana: Eugenio Frutos; hay en estos volime- hes estudios de otros espaiioles, pero o bien son anteriores al periodo que retiene nuestra atencién (Menéndez Pelayo, Picatoste) © bien se trata, otra vez, de espafoles fuera de Espana (concretamente en Estados Unidos) Francisco Ayala, Joaquin Casalduero a Angel Valbuena Briones. Solo un texto de Valbuena Prat, publicado por vez primera en 1942, es excepcién a lo que estamos analizando y dedicado al auto La vida es sueiio. Y, ademas, no lo olvidemos, uno de los responsables de ese volu- men ¢s otro espaiiol fuera de Espaiia: Manuel Duran, En segundo lugar, y en la misma linea de lo mencionado anteriormente con Inglatetra Alemania, constat lado de los nombres citados antes, es necesa n sui tra bajo en Estados Unidos y han dedicado buena parte de su labor inves gadora a los autos: Angel Valbuena Briones, Ricardo Arias y Angel Maria Cilveti. Ellos, junto a Francisco Ruiz Ramén, Ciriaco Morén Arroyo y Anto arian la lista de espaioles, repetimos, que han hecho su labor calderoniana también fuera de Espa 3. Jean Canavaggio resumid. ya hac nismo fran to: «BI hi bibliog remedio que hi y que, a rio recordar al menos a tres espanoles que han gjercido o ejerc Regalado, encabe: algunos aiios la labor del hispa- sobre Calderén en un trabajo con un titulo cp panismo francés ante Calderén: algunas observaciones sobre la fia del silencion® na alli Canavaggio que «...no tengo mas tatar su reducida importancia, en comparacién con la masa de estudios de toda clase suscitados en los paises conveci- , después de recordar a los estudiosos de Inglaterra y Alemania, escribe: Nada parecido en Francia donde, con indudable talento, nos doa yen er con nos” hemos dedi representar, no los primeros papeles, sino, mis a menu- Ver Sullivan, 1983, Hay traducci ‘Ver Canavaggio, 1984, pp. 65-80. 7 Canavaggio, 1984, p. 69. expafiola de 1998, LOS AUTOS SACRAMENTALES EN LA ESPANA ULTIMA a9 do, los de comparsas»*, Lo que resulta muy cierto, después del repaso bibliogrifico de Canavaggio, es que, aparte de Micheline Sauvage o Aubrun (y Bataillon), es necesario legar a finales de los ochenta pai encontrar un estudio sobre Calderén y el teatro espaiiol del Siglo de Oro a la altura de los mejores que el hispanismo francés ha dedicado a la his- toria y a la literatura espanola de los siglos XVI y XVII; nos referimos a los Eléments pour vne théorie du thédtre espagnol du xvit-siécle de Mare Vitse. En fin, y por lo que a Francia y a los autos de Calderén corresponde, hi que esperar hasta no hace tantos anos para poder citar un volumen importante sobre estas piezas a cargo de Didier Soullier” y posterior mente, en 1998, otro también de interés de Dominique Reyre™’. No hay en Francia, sin embargo, ningtin estudioso espanol que desde alli se haya dedicado a los autos sacramentales*!. Esta Gltima afirmacion podemos aplicarla también a la experienc! liana, donde no hay espafioles que desde alli hayan puesto su interés especialmente en Calderon y en las autos, a pesar del magisterio y los trabajos de Meregalli, Samona, Morreale, Profeti, Dolfi, Cancelliere, Gentilli o Trambaiolli*; sucede Jo contrario en Canada, ya que el calde- ronismo y con él los autos sacramentales han contado con un nombre de importancia: Louise Fothergill-Payne, 4. Durin y Gonzalez Echevarria recogian, recordemos en 1976, una afirmacién de Wardropper («Espaia sigue siendo un contribuyente peri- férico a los estudios calderonianos»)>, calificindola de tajante, y recuer= dan: «,,.habria que destacar la relacién que existe entre Wilson y el grupo de la ‘Generacién del 27’, sobre todo Damaso Alonso, en los inicios de la escuela inglesa de la critica...» 4, Pero Durin y Gonzalez Echevarria, des- avaggio, 1984, p. 70. ™Vease Soullicr, 1992, MVéase Reyre, 1998, *! Véase también Martin, 1960, pp. 53-100; Mattauch, 1979, pp. 71-82. “Un magnifico y reciente tesumen de la presencia de Calderon en Italia puede leerse en Cancelliere, 2000, pp, 240-251, También debe consultarse Meregalli, 1, 1981, pp. 103-124, y los trabajos tiltimos de Profeti que recoge Cancelliere, aunque mis directamente relacionadas con la recepeién por parte del publica, 39 En Durin y Gonzalez Echevarria, p, 104. 4 En Durin y Génzalez Echevarria, 1976, p. 105. 420 LUCIANO GARCIA LORENZO pués de recordar a Valbuena Prat, Valbuena Briones y Frutos, pare acerearse a las opiniones de Wardropper cuando afirmar sin embargo, que la contribucion ha sido parc son mucho mis complejas de lo que los criti te a «No hay duda, pero las razones para ello cos que han escrito sobre el dan a entenders**.Y contintian mis adelante: «Los motives de ese ncio ante Calderon ticnen sin duda que ver con fe mucho mds amplios, y de historia mas larga. Sin tener necesariamente que desenterrar con todos sus pelos y sefiales el fantasma de las ‘dos Espaiias’, es evidente, y lo hemos visto al estudiar la critica calderonia: de los siglos XVII, XVII y XIX, que Calderén es apto a desencadenar pol s que rebasan el plano puramente estético (por oposicion Géngora). EI catolicismo calderoniano, su indudable adhesion a la Espai del xvu, es decir a la Espaiia de la convalecencia contrarreformista, no puede ser nunca soslayado en la peninsula [...] En un siglo como el nues- tro, que mira con ojeriza y sospecha de todo fanatismo religioso, real o aparente (a no ser de religiones ‘pr » que no han ‘con relativo si a ‘l ado’ en la nos que sufrir, si no ya los mente, por lo menos el sil on criticos extranjeros, que pueden darse el luja de mirar la obra de Calderén sin compromisos, los que lograr sobrepasar ese ‘fanatismo’ que flota en la superficie del drama caldero- nianos,..° «Critics extranjerose afirman los. compiladores, © «criticos espanoles también en el historia de Occidente), Calderon no podia m ataques del siglo Xvi, sancionados off cio. Como en siglos anteriore: xtranjero» anadiriamos nosotros, come clara- mente hemos intentado demostrar en paginas anteriores, Quizas el error estuvo en escribir, como titulan el apartado del libro, sobre «La critica calderoniana en espanol», en lugar de hacerlo sobre «La crit en Espaha», ya que, aunque et nidad académi ‘a literaria ectivamente «con la movilidad de la comu- la division entre critica inglesa y espantola de Calderon es ya inoperante casi», resulta significative que la sintesis de ambas se ejemplifique con «trabajos en espaol por espafioles radicados en Estados Unidos como Angel Cilveti y Cesireo Bandera NOSOtros Lo cierto, pensamos que en Espaiia y, durante décadas y décadas, antes de poner- se en prictica las metodologias se han impuesto criterios de muy diver- % En Durin y Gonzalez Echevarria, 1976, p. 106. “ En Durin y Gonzalez Echevarria, 1976, p. 110-112. (OS AUTOS SACRAMENTALES EN LA ESPANA ULTIMA 421 so tipo para elegir los autores y las obras, Por eso, si Canavaggio se refe- ria a «prejuicios: repetidamente para explicar el «silencio» francés, a pre- juicios que han conducido a silencios nos hemos referido nosotros al preguntarnos por la escasa presencia de los autos sacramentales en Ja escena espafiola de los tiltimos sesenta afios.¥ las causas que a esta situa- cién llevaron pueden aplicarse, claro esta, también a la actitud de la cri- tica hasta finales de los setenta. Porque, efectivamente, las visperas y, ante todo, como ya afirmamos, la conmemoracién del centenario de la muerte de Calderon, en 1981, van a marcar el comienzo de un cambio de rumbo. Antes de esa fecha, solo dos libros se publicaron dedicados a los autos de Calderon” y, por lo que se refiere a mas breves trabajos o articulos, desde 1939 y hasta la fecha indicada tmicamente Ruiz Lagos, Enrique Rull y José Carlos de Torres, se acercan repetidamente a los autos, aunque haya alguna aproxi- macién aislada de importancia como la de Domingo Ynduriin, Esta penuria desaparece a partir de principios de los ochenta y la némina, desde entonces, es amplia: Alberto Navarro, Aurora Egido, Diez Borque Romera Castillo, Rodriguez Puértolas, Agustin de la Granja, Victor Garcia Ruiz... A todos estos nombres habria que afadir, naturalmente, los reunidos en torno al proyecto de edicién de los autos y que tiene a la Universidad de Navarra como centro, a Ignacio Arellano como motor fundamental y a una larga némina de participantes directa o indirecta- mente en el proyecto: illos, Juan Manuel Escudero, Rafael Zafra y Enrique Duarte, ademas de la colaboracién de numerosos calde- ronistas ¢spafoles y extranjeras, como J. M. Ruano de la Haza, Alan G. K. Patterson, etc. Como se pue: men. Pi apreciar, el contraste en estos tiltimos vei entre lo sucedido en el mundo de la criti ¢ atlos ay en el de la escena es mani- “7 Véase Frutos, 1952; Villanueva, 1973, Por lo que se refiere a Valbuena Prat (naturalmente publicando en estos afios sobre Calderon abundantemente, pero ya dedicado a los autos desde los afios veinte), véase el volumen a él dedicado por la revista Moriteagudo (3* Epaca, n® 5, 2000) y especialmente el trabajo de Oliva, pp. 71- aL +8 Fue definitivo para esto, y asi ha sido considerado por la critica posterior, la celebracion del centenario calderoniano en 1981 y, especialmente, el Con brado en Madrid, cuyas Actas se publicaron en 1983, reso cele 422 LUCIANO GARCIA LORENZO ‘0: frente al escaso interés del mundo de teatro expuesto en las pigi- nas anteriores, los estudiosos parece que superaron aquellos prejuicios mencionades y la atencién a los autes ha ido en aumento. Las causas no creo que estén sélo en ese foco que es el grupo de trabajo de la Universidad de Navarra, aunque, indudablemente, el estimulo que eso supone es importantisimo como lo es, pricticamente, la posibilidad de ver publicados estudios 0 ediciones sin las dificultades que habitualmen- te tienen este tipo de trabajos para hacerse ptiblicos, Decenas de autos publieados y no poca atenci6n critica avalan nuestras afirmaciones, Y un dato reciente, pero muy explicito: cn cl Congreso de Calderén en 1981 (fecha clave, como hemos 1 aspectos relacionados con don Pedro en las dé ton siete com icado a icado, para todos los adas tilt nicaciones dedicadas a los autos y r nagistrales, de las c las pie: nas) se presenta- guna de las leccio- nco que se dictaron, se dedicd especificamente a en el Congreso celebrado en el aio 2000 en Pamplona, con la presencia del calderonismo internacional, se han pre- sentado mas de 30 comunicaciones sobre los autos y una de las leeeio- tuvo dedicada, Adin mis: la mayor parte de los autores de esas \ciones son personas jvenes, algunas iniciindose en los estudios sobre Calderén. El futuro, pues, parece que puede corroborar lo consta= tado en estas til nes as sacramentale: nesa ellos comunics * Las primeras piginas de este trabajo fueron, bisicamente, las lefdas en el Congreso sobre Calderon que se celebré en Madrid en el afio 2000, organizado por la Sociedad estatal Nuevo Milenio LOS AUTOS SACRAMENTALES EN LA ESPANA ULTIMA 423. Bibliografia ARELLANO, I, «El Calderon de los Autos Sacramentaless, El niims, 41-42, junio 2000, pp. 33-37. — «Laos estudios sobre los autos sacramentales de Calderéne, Luciano Garcia Lorenzo, ed., Estado actual de fos estudios calderonianos, Kassel, Reichenberger, Festival de Almagro, 2000b, pp. 325-349. AMoROS, A., «Calderon en la Comp: Nacional de Teatro Clisico», en Dicz Borque y Peliez Martin, Calderén en escena. 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