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Nombre: Aidana María Osorio Jácome.

Memoria colectiva
No es un hobby tan normal como el resto, pues por ahora no me ha gustado más ver
televisión que leer y enterarme un poco de lo que fue mi país antes del 2003 (año en el que
nací), como también de quienes hicieron parte de la historia de aquella época y
contribuyeron demasiado con sus ganas e intentos de concientizar a cada persona sobre
aquél camino de la verdadera lucha, ese que está en conseguir la paz, ya que solo así
podemos decir que sin discriminación alguna todos hemos ganado.
Mi gusto culposo es la política. Desde muy pequeña me ha gustado confiar en la
democracia, aunque saliendo de la burbuja en la que estuve por muchos años, me he dado
cuenta que en mi país es mejor interpretarla, deducirla y muchas veces guardar silencio ante
las críticas que nos surgen sobre el sistema.
Alguna vez deambuló por mi cabeza el querer hacer parte de ella de una forma más directa,
y estuvo allí hasta que un día examiné algunos significados de la palabra “político”, con el
simple hecho de analizarlos sentí una gran responsabilidad en ella, pues no es cualquier
cosa. Quien quiera se llamado así, debe dominar ampliamente el conocimiento sobre la
administración pública, con una preparación estricta y una vocación al servicio del pueblo,
en donde los recursos económicos no se conviertan en una marioneta deseada.
Constitución Política de Colombia [Const]. Preámbulo. Cuatro de Julio de 1991. En
ejercicio de su poder soberano, representado por sus delegatarios a la Asamblea Nacional
Constituyente, invocando la protección de Dios, y con el fin de fortalecer la unidad de la
Nación y asegurar a sus integrantes la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la
igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz, dentro de un marco jurídico, democrático y
participativo que garantice un orden político, económico y social justo, y comprometido a
impulsar la integración de la comunidad latinoamericana.>>
Desde el preámbulo antes mencionado, que por cierto me gusta mucho y suena bastante
íntegro, quiero antes de proseguir con mi crítica, resaltar que, en ese corto, pero potentado
párrafo es como debería ser nuestro país. En donde la razón social del Estado se convierta
en la mano altruista de la clase trabajadora y nosotros los jóvenes nos nutramos de
conocimiento, un saber en donde predomine la calidad y no sea inaccesible para muchos.
Hay mucho trabajo por hacer, comenzando por la elección oportuna y adecuada de nuestros
gobernantes, es que nos hemos convertido en unos individuos tan ambiciosos que
solamente pensamos en nuestro bien individual y en hacer provechoso cada oportunidad,
aunque ella destruya el bien colectivo y se lleve por delante la esperanza de un pueblo ya
cansado de las injusticias.
En el transcurso de esta redacción y hablando de lo que deseo, recordé a un gran líder, tanto
así que me considero fiel seguidora de su legado y de sus grandes convicciones que
lastimosamente fueron silenciadas por el común denominador de Colombia, la violencia.
Jaime Garzón quien, por medio de sus interlocuciones nutridas de humor, pudo llevar un
gran mensaje, en donde la verdad conectaba completamente con lo vivido en ese instante,
pues para nadie es un secreto que el pan diario eran las masacres y la lucha de territorios
por parte de los grupos al margen de la ley y el Estado mismo. Recordarlo a él es un
sinónimo de aquel combatiente que ni siquiera la muerte alcanzó a callar su mensaje.
Es aquí en donde aún nada está perdido, al contrario, cada vez más surgen necesidades las
cuales debemos juntos combatir y mejorar, pues el futuro para nosotros no ha llegado, pero
tampoco estamos lejos de alcanzarlo, las oportunidades de que Colombia prospere están a
la vuelta de la esquina, solo falta la disposición para ir por ellas. Como estudiante de
derecho he visto muchas herramientas en este largo pero bonito camino, y sé que
demasiadas personas afuera las ignoran, siendo esto algo justificable, ya que hay una
simple razón … Ellos observan el panorama desde otros binoculares.
Fundamental se vuelve nuestro oficio cuando entendemos desde una perspectiva objetiva lo
dicho anteriormente, pues no estaremos nada más para defender aquellos derechos que la
constitución en su artículo cinco los considera como inalienables, sino también para
garantizarle a quienes ven diferente el mundo, el camino de la justicia y la seguridad
jurídica.
Finalizo este escrito que por cierto se trataba de algo que me apasionara, y pues creo que no
debe haber algo que nos mueva más que soñar con un país lleno de igualdad, fraternidad y
libertad, así como nos lo enseñó la revolución francesa, claro está, sin olvidar la anhelada
por muchos siglos en mi país “La paz”.

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