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Capítulo 2

Ecorregión Puna

Silvia D. Matteucci

L
a Ecorregión Gran Puna está ubicada al Norte y al Sur del trópico en el altiplano1 chileno-argen-
tino-boliviano-peruano con altitudes superiores a los 3000 m y se extiende desde los 10° latitud
Norte en Cajamarca, Perú hasta casi los 32° latitud Sur en San Juan, Argentina.
Es la meseta que se encuentra a mayor altitud en el mundo y la segunda en altitud y extensión después
del Tibet. La Puna es uno de los 6 lugares del mundo con energía solar incidente mayor de 2200 KW/m2/
año (Rojo, 2010). Las características tan particulares y únicas de la puna (y de los Altos Andes) han con-
vertido a esta región en un laboratorio, en el cual se prueban hipótesis referidas a diversos aspectos del
conocimiento, especialmente geología (Allmendiger et al., 1997), biología (Mosca Torres y Puig, 2010;
Borgnia et al., 2010), arqueología (Angiorama y Becerra, 2010), economía y conservación de especies úti-
les (McAllister et al., 2009), antropología (Giménez et al., 2006).
En la Argentina (Figura 2.1) comprende una superficie de 92.900 km2.

Geología y geomorfología
Se suponía que el altiplano era resultado de procesos magmáticos porque tiene el aspecto de un
terreno elevado por colisión. Sin embargo, estudios recientes muestran que se formó en etapas en
un largo período que va de 25 a 6 millones de años atrás (MA), mediante diversos procesos frag-
mentados a lo largo de toda su extensión. La formación en etapas se manifiesta en diferencias de
topografía, magmatismo y estructura litosférica entre el altiplano boliviano y el argentino-chileno.
La evolución del altiplano boliviano y la puna argentina (incluyendo los Altos Andes) difieren en
cuanto a la magnitud y secuencia de los procesos involucrados: deformación, hundimiento de la
base sedimentaria y distribución del magmatismo, y esto muestra que la puna argentina se elevó
después que el altiplano boliviano. Las diferencias entre el altiplano y la puna reflejan la historia
de subducción2 en el Cenozoico tardío y las diferencias litosféricas de origen (Allmendinger et al.,
1997).

1 Altiplano: meseta intermontana elevada, que se encuentra generalmente localizada entre dos o más cadenas
montañosas recientes (del Terciario o Cenozoico).
2 Subducción es el proceso de hundimiento de una placa litosférica por debajo de otra. En la orogenia Andina, la
placa oceánica (Placa de Nazca) se hunde por debajo de la placa continental (Placa Sudamericana).

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Capítulo 2

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Figura 2.1. Ubicación de la Ecorregión de la Puna.

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La estructura dominante de la Puna es de bloques de orientación submeridiana, elevados y hun-


didos, inclinados y con fracturas inversas en los flancos. Las fracturas de rumbo andino controlan
la inclinación de los bloques hacia el Este u Oeste, mientras que las fracturas de rumbo ONO-ESE
controlan la inclinación hacia el Norte y hacia el Sur. A causa de las fracturas, la puna está segmen-
tada en bloques paralelepípedos. La fragmentación transversal ha determinado su división en dos
subregiones que difieren en las características de los depósitos cuaternarios y en la metalogenia
(Alonso y Viramonte, 2004). La porción Norte, desde los 22 a los 24° Lat Sur coincide aproxima-
damente con la Puna Semiárida, mientras que la Austral, entre los 24 y 27° Lat Sur comprende la

Puna
Puna Salada y el extremo Norte de la Puna Árida.
La provincia geológica de La Puna, que abarca las Ecorregiones Puna y Altos Andes hasta el pa-
ralelo 27° Lat Sur, es una de las regiones argentinas más ricas en depósitos minerales, incluyendo
gran número de metales, no metales y rocas de aplicación industrial (Alonso y Viramonte, 1987).

Clima
El clima del Altiplano Boliviano-Peruano-Argentino-Chileno es seco, ventoso y frío, con ampli-
tudes térmicas estacionales (2 a 16 °C en invierno y 2 a 18 °C en verano) y diarias muy marcadas
(de unos 30 °C). Las temperaturas medias de Enero oscilan entre 18 y 16 °C y las de Julio están
cerca de 6 °C y las heladas son frecuentes. Algunas exposiciones y pisos térmicos tienen medias
anuales inferiores a 6 °C y mínimas invernales inferiores a -20 °C. La lluvias anuales de entre 100
y 800 mm son estivales y presentan un patrón en gradientes de precipitación decreciente de Este
a Oeste y de Norte a Sur. La evapotranspiración potencial supera los 600 mm, de modo que el
déficit hídrico es permanente. La relación entre precipitación y evapotranspiración permite sepa-
rar tres sectores: Puna húmeda, Puna seca y Puna desértica, de las que en la Argentina aparecen
solamente las dos últimas. Las heladas, las nevadas, tormentas eléctricas y las de hielo, nieve y
granizo (viento blanco) aparecen en cualquiera de las estaciones del año. El límite climático altitu-
dinal de las nieves se ubica entre los 5800 y 6200 m, aunque la nieve es escasa o ausente debido
a la sequedad.
La Puna Argentina esta recibiendo en sus áreas más bondadosas en cuanto a disponibilidad de
agua menos de la mitad de la que cae en la Puna Húmeda de los bordes orientales y Norte del Ti-
ticaca en Bolivia y Perú.

Ambiente natural
En la Argentina se reconocen dos grandes unidades geomorfológicas: el bloque andino y la cuen-
ca del altiplano. La Puna esta ubicada entre ambos y a altitudes superiores a los 3300 m. Algunos
autores la describen como una meseta o como una penillanura de rocas antiguas ampliamente
ondulada y quebrada de vez en cuando por elevaciones rocosas y por líneas de cerros volcánicos.
Aparece como una sucesión de valles anchos alargados que termina en vastas cuencas sin desagüe
(Bolsi, 1968). Las geoformas, extendidas de Norte a Sur se ubican paralelamente entre si. El tec-
tonismo y vulcanismo han creado un sistema de cadenas de montañas subparalelas y valles tec-
tónicos, formando un relieve muy enérgico con dos tipos de componentes: el estrato volcán, que
alcanza frecuentemente altitudes superiores a los 6000 m y las calderas que son restos del aparato
volcánico de erupciones altamente explosivas.
El sistema de desagüe, mayormente endorreico, acumula en los sectores centrales de las depre-
siones tectónicas sedimentos y solutos en enormes playas salinas formando salares, un rasgo fun-
damental de la Ecorregión. Se encuentran playas húmedas que terminan en lagunas permanentes
como las de Los Pozuelos y Guayatoyoc y playas áridas con depósitos salino-alcalinos arcillosos

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Tabla 2.1. Porcentaje de cada Grupo de suelo en cada Complejo y en la Ecorregión

Porcentaje en cada Complejo de Ecosistemas ER PUNA


Orden Grupo
PA Prp PSe PSal PD % del total

Alfisoles Paleustalfes 0,66 0,57 0,46 6,46 0,00 2,13

Aridisoles Paleargides 47,25 6,36 12,86 16,18 0,00 20,10

Aridisoles Cambortides 6,97 2,93 9,96 3,84 0,00 5,54

Entisoles Ustortentes 0,00 1,52 0,07 0,00 0,00 0,12

Entisoles Torriortentes 1,38 0,03 2,58 1,07 13,57 3,33


Capítulo 2

Entisoles Torrifluventes 0,10 0,80 4,78 2,88 7,30 3,18

Entisoles Ustifluventes 0,00 2,92 1,50 0,32 0,00 0,66

Entisoles Torripsamentes 0,51 0,00 1,41 0,06 0,00 0,50

Entisoles Ustipsamentes 0,00 0,00 0,49 0,00 0,00 0,12

Inceptisoles Haplacueptes 0,00 0,00 4,67 1,03 0,00 1,47

Inceptisoles Halacueptes 0,59 0,01 0,03 4,50 0,00 1,41

Inceptisoles Haplumbreptes 0,00 1,76 0,00 0,00 0,00 0,12

Molisoles Paleustoles 0,00 1,58 0,03 0,00 0,00 0,11

Roca 42,29 81,53 60,22 48,42 79,10 56,62

Salina 0,06 0,00 0,00 15,12 0,00 4,25

Agua 0,19 0,00 0,00 0,13 0,03 0,09

Bañado 0,00 0,00 0,94 0,00 0,00 0,24


Leyenda: Código de los Complejos.
PA=Puna Árida; Prp=Prepuna; PSe=Puna Semiárida; PSal=Puna Salada; PD=Puna Desértica. Fuente: cálculos propios a partir de los datos de
Maccarini y Baleani (1995).

cuarteados en grandes polígonos de retraimiento. El otro componente fundamental del relieve son
los amplios campos medanosos de las bajadas.
La Ecorregión Puna es la que posee, junto con la Altoandina, la mayor proporción de afloramien-
tos rocosos con ausencia de suelos. Las geoformas de los pisos más altos de cada Complejo de Eco-
sistemas (en adelante: Complejo), ubicadas en las cumbres, faldeos y abanicos de acarreo, carecen
de suelos; en las posiciones más bajas, el suelo tiene un bajo desarrollo del perfil (Tabla 2.1). Como
surge de la superposición del mapa de Complejos sobre los mapas de suelos (Maccarini y Baleani,
1995), el 57 % de la superficie de la Ecorregión está cubierta por rocas, y le sigue en porcentaje los
Aridisoles con 26 %. Los suelos rocosos y pedregosos predominan ampliamente en todos los Com-
plejos, con los mayores porcentajes en la Prepuna y en la Puna Desértica.
Luego de las superficies rocosas, lo que más abunda son los Aridisoles, que son suelos de climas
áridos fríos o cálidos, que disponen de agua por períodos muy cortos generalmente inferior a los tres
meses. Además, cuando disponen de agua su potencial hídrico en el suelo es tan bajo que no se en-
cuentra disponible para las plantas. Dentro de los Aridisoles, predominan los Paleargides, que son
suelos antiguos evolucionados sobre geoformas muy estables y se caracterizan por la presencia de
horizontes ricos en carbonatos y cementados por calcáreos (horizontes petrocálcico) a menos de 1 m
de la superficie; o bien por un horizonte iluvial (argílico) con más 35 % de arcillas, lo cual es una ma-
nifestación de largos períodos de formación. Por lo general tienen coloraciones rojizas. Los Entisoles
siguen en importancia, en términos de porcentaje de ocupación. Son los suelos con menor desarrollo
pedogenético, o suelos jóvenes, por lo cual no tienen más que un horizonte superficial claro, de poco
espesor y generalmente pobre en materia orgánica. Entre los Entisoles, los Torriortentes y los Torri-

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fluventes son los más abundantes. Los primeros son suelos secos o salinos de regiones áridas, frías
o cálidas (régimen de humedad tórrico). La mayoría son neutros o calcáreos y están sobre laderas de
pendientes moderadas a fuertes. Los Torrifluventes son suelos desarrollados principalmente en las
planicies de inundación, derrames y deltas de ríos y arroyos en sedimentos depositados recientemen-
te (pocos años a centurias), frecuentemente afectados por inundaciones pero por períodos cortos,
formados en climas áridos, son alcalinos o calcáreos y en ciertos sitios salinos.
Estas características edáficas explican el escaso nivel de productividad de la tierra, con un Índice
de productividad cartográfica3 (IPc) por debajo de 30. Los suelos con mejor capacidad productiva

Puna
son los Molisoles, que son suelos negros o pardos desarrollado a partir de sedimentos minerales en
climas templado húmedo a semiárido, aunque también se presentan en regímenes fríos y cálidos.
Los colores se deben a la incorporación constante de materia orgánica proveniente de la vegetación
que los cubre. Estos suelos han sido parcialmente lixiviados y la saturación de bases permanece
alta. Son afectados por la falta de humedad suficiente, que resulta crítica en las regiones secas y
por las inundaciones periódicas que son un peligro en algunas tierras bajas. Los Molisoles son sue-
los cultivables pero en la Puna ocupan sólo el 0,1 % de su superficie. Sólo el 3,5 % de los suelos
tienen IPc superior a 51.
La cobertura vegetal es muy variable y depende de factores climáticos y del relieve, del cual de-
pende la acumulación y permanencia del agua en el suelo. Los manchones de alta cobertura son
casi exclusivamente las colchas, formadas por un césped de Distichlis sp (pasto salado o pelo de
chancho) que crece en las vegas y que avanza sobre el suelo descubierto a medida que se retira el
agua, los manchones de bosque abierto en valles protegidos y los pajonales. Los bosques de Polyle-
pis tormentella (queñoales) se encuentran en las vertientes más húmedas, entre los 3500 y 4000
m; han sido muy explotados para la obtención de leña y madera y se encuentran muy reducidos en
superficie. En trabajos recientes, la Secretaría del Ambiente y Desarrollo Sustentable ha conside-
rado a la Puna una Ecorregión sin bosques, lo cual puede disminuir las opciones de planificación,
restauración y manejo de los bosques abiertos de queñoa. Las restantes comunidades tienen co-
berturas de suelo inferiores al 10 % y la erosión hídrica y la eólica conforman el proceso creador
y modificador de geoformas más importante en la actualidad. Se encuentran pastizales de pastos
fasciculados en las zonas menos secas y arbustales y tolillares4 dominan en las más secas. Hay de-
cenas de endemismos genéricos de plantas superiores.
Los grandes herbívoros nativos son los camélidos vicuña (Vicugna vicugna) y guanaco (Lama gua-
nicoe) y los domesticados llama (Lama glama) y alpaca (Lama pacos), esta última menos común en
la Argentina y de la cual existen dudas sobre su presencia en el período prehispánico (Merlino y
Rabey, 1978). Desde el período colonial el gran consumo de biomasa aérea lo hacen no tanto las
4 especies de camélidos y la taruca (Hippocamelus antisensis), sino los hatos mixtos de vacuno, la-
nar, caprino, caballar y asnal. La biomasa subterránea y en parte también la aérea, es consumida
por los roedores que son los de máxima diversidad específica entre los mamíferos y es el grupo más
rico en endemismos. La vicuña está adaptada al clima seco y frío y a las condiciones de topografía
y suelo. Su labio superior hendido y con gran movilidad le permite seleccionar la parte vegetal sin
romper la planta y cortar las hierbas pequeñas sin arrancarlas. Sus patas con almohadillas elásticas
en lugar de pezuñas se adaptan a la topografía irregular y no rompen la vegetación por pisoteo (Ca-
nedi y Pasini, 1996), por lo cual resulta el tipo de ganado ideal para las zonas áridas y frías, ya que

3 IPc es una medida de la capacidad productiva del suelo en una unidad de tierra. Multiplica factores de las pro-
piedades del suelo que se asocian a la productividad (Condición Macro climática; Drenaje; Textura superficial;
Textura subsuperficial; Capacidad de Intercambio Catiónico; Materia Orgánica; Profundidad Efectiva; Salini-
dad; Sodicidad; Erosión Actual; Erosión Potencial).
4 Tollilar: comunidad dominada por arbustos del género Fabiana (tolilla).

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no afecta el repoblamiento de los pastos y otros biotipos palatables.


Las aves corredoras son muy importantes e incluyen desde el suri (Pyerocnemia pennata) hasta
perdices (Nothorocta y Nothura) y una paloma de suelo (Asthenes sp). Las lagunas de aguas alcalinas
tienen pocas especies pero extremadamente numerosas como los flamencos (Phoenicopterus sp,
Phornicoparrus sp) y el falaropo (Phalaropus tricolor). Existen varios sitios declarados Sitios de Aves
Endémicas (Birdlife Intenational, 2011).
Las lagunas juegan un rol importante en la biodiversidad de flora, fauna y especialmente de las
aves, tanto por el contraste microambiental con el entorno árido como por la gran heterogeneidad
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de las lagunas en cuanto a cantidad de agua, profundidad, composición química y su vegetación


(Canziani y Derlindati, 1999). Las lagunas más profundas poseen abundante vegetación de macró-
fitas y albergan una diversa avifauna de patos, gallaretas y macáes (Canziani y Derlindati, 1999).
Los flamencos forman poblaciones de grandes densidades en algunas lagunas y salares, con las es-
pecies más raras y menos conocidas, Phoenicoparrus jamesi (flamenco de la Puna o flamenco James)
y P. andinus (flamenco de los Andes), las cuales coexisten con el Phoenicopterus chilensis (flamenco
chileno) en gran parte de su distribución (Canziani et al., 2007). Las poblaciones de flamencos tie-
nen grandes variaciones espaciales y estacionales, ya que cada especie tiene preferencias por un
hábitat particular dentro de la laguna o en sus bordes y algunas especies migran hacia áreas más
altas en verano y más bajas en invierno (Mascitti y Bonaventura, 2002).
Otro grupo de fauna destacado por la cantidad de endemismos es la herpetofauna, cuya distribu-
ción es discontinua. Tiene 10 especies registradas: Liolaemus dorbigni; L. nigriceps; L. orientalis chlo-
rostictus; L. andinus; L. poecilochromus; L. multicolor; L. irregularis; L. ornatus; L. constanzae y Phyma-
tura antofagastensis (Cajal, 1998).

Ambiente humano
El conocimiento de la historia de la Puna Argentina nos permite poner en contexto su estado ac-
tual y probablemente ayude a una mejor planificación y gestión. En el período colonial, la distribu-
ción de tierras por la colonia desplazó a los pobladores históricos y los sometió a un régimen feudal,
lo cual ocasionó una revuelta popular que se extendió en la puna jujeña desde 1850 hasta 1875, sin
éxito para los locales (Paz, 1991). Hacia finales del siglo XIX se produjo una crisis de mortalidad y
una notable reducción de la población de la Puna. La bibliografía culpa de este hecho a la situación
política que incluye un alza de los impuestos en 1840, el injusto sistema feudal, dos guerras y la
revuelta campesina, que ocasionaron la emigración, además de las muertes. A la situación política
se superpone un período de sequía que comenzó en la década de 1860 y duró 30 años y que fue
detectada por un estudio de los anillos de crecimiento de los árboles (Gil Montero y Villalba, 2005).
Los pobladores rurales vivían de la cría de ganado (ovino y llamas, principalmente) los cuales son
dependientes de pastos y agua, ambos afectados por la prolongada sequía.
Pero, como es de esperar, este evento no tuvo tanta repercusión ni generó tantas disputas como
los avatares internacionales. El extremo Noroeste de la Puna perteneció a Bolivia desde 1825 has-
ta 1879, quien luego de las luchas por la Independencia se anexó este territorio y el de Tarija. En
1879, a consecuencia de la Guerra del Pacífico entre Chile y la Confederación Peruano-Boliviana,
Chile anexó estas tierras a su territorio. Sin embargo, Bolivia había cedido los derechos sobre esta
región a Argentina mediante el tratado Argentino-Boliviano de 1889 modificado en 1891. Luego
de una ardua gestión diplomática y gracias al Laudo de Buchanan de Marzo de 1899, la Argentina
recupera el 75 % de las tierras en discusión y pierde Tarija. Los detalles de la gestión diplomática,
por demás llamativos, y los eventos políticos y geopolíticos que la rodearon, son descriptos e inter-
pretados de diferentes manera por los historiadores (Benedetti, 2005, 2006; Mena y Mena Saravia,

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2006), pero lo cierto es que por la Ley Nacional 3906 del 13 de Enero de 1900 queda constituido
el Territorio Nacional de Los Andes como la última de las regiones que formarían parte de la Argen-
tina. A partir de inicios de siglo XX se realizaron viajes de reconocimiento solicitados por el Estado
o por curiosidad de científicos independientes, ya que no se conocía su geografía, su situación po-
blacional ni las potencialidades. Esta etapa de exploración duró poco porque la Argentina era para
ese entonces un país ganadero-cerealero exportador, con una fuerte hegemonía de Buenos Aires
y su puerto sobre el resto del país (Benedetti, 2005). El Territorio Nacional de Los Andes no podía
aportar riquezas al sector hegemónico y la poca imaginación e interés en la diversificación genera-

Puna
ron el abandono de esa nueva región. Algunos de los estudios detectaron la posibilidad de explota-
ción de bórax y de la fibra y cuero de vicuña y de chinchilla, que eran apreciadas en Europa. Estas
actividades se mantuvieron pero no aportaban a la economía local y la presión por los productos
de la fauna llevó a la reducción drástica de estas especies hacia la fecha del centenario. El Territo-
rio Nacional de Los Andes pasó entonces a ser una región marginal olvidada, que funcionaba como
vía de traslado de ganado, mayormente de contrabando, hacia Chile y Bolivia. Ante el fracaso de
su desarrollo productivo y la escasa densidad poblacional, el Territorio Nacional de Los Andes fue
disuelto institucionalmente y repartido entre las tres provincias Salta, Jujuy y Catamarca por Decre-
to Nacional Nº 9375 de 1943 (Mena y Mena Saravia, 2006). Susques se asignó a Jujuy; la porción
central, Pastos Grandes y San Antonio de los Cobres pasó a Salta con el nombre de departamen-
to Los Andes, y Antofagasta de la Sierra quedó para Catamarca. Las provincias, en mayor o menor
medida, con altibajos ocasionados por los cambios en la economía nacional, establecieron planes
de desarrollo. Sin embargo, la situación social y económica de la población sigue siendo crítica en
las áreas urbanas y con un alto grado de aislamiento en la zona rural. El establecimiento y creci-
miento de ciudades importantes hacia el Este de La Puna generó un gradiente de pobreza de Este
a Oeste, las zonas más cercanas a estas ciudades se encuentran en mejor estado socioeconómico
por su mayor conexión con ellas.
La densidad humana rural es muy baja, no supera 1,7 hab/km2 en Jujuy hasta casi cero en San
Juan y La Rioja. En gran parte la población rural es de raíz indígena, aunque investigaciones genéti-
cas recientes muestran que la mayor parte de la población tiene ascendencia mezcla indoamerica-
na-europea, aunque no se evidencian antepasados europeos femeninos (Giménez et al., 2006). El
estado sanitario y desnutrición es malo en casi toda la Puna (Moreno Romero et al., 2005), aunque
algunos de los parámetros de evaluación empleados a nivel general obscurecen el hecho de que
los tamaños de los individuos podrían ser debidos a las condiciones climáticas en que se desarro-
llaron más que a un estado de desnutrición. Efectivamente, los humanos que viven en condiciones
ambientales adversas de temperaturas extremas, alta amplitud térmica, escasez de agua e hipoxia,
debieron adaptarse para sobrevivir. Se ha descubierto que el peso de la gente del altiplano al nacer
es inferior a la de aquellos que habitan altitudes inferiores; el crecimiento postnatal es más lento a
grandes altitudes. Los habitantes de Susques mejoraron su condición sanitaria después de la ins-
talación del corredor Mercosur, pero en otras zonas, especialmente las más aisladas, la situación
de pobreza transforma la emigración hacia los principales centros urbanos en una estrategia de su-
pervivencia (Cajal, 1998).
La actividad productiva principal es la pastoril. La minería es secundaria, está restringida a ciertos
sitios puntuales y funciona como segundo trabajo de los pastores para mejorar el nivel de ingresos,
especialmente entre los pobladores marginales más alejados del mercado y de los centros pobla-
dos. Estas actividades tienen una larga historia en la Puna, con altibajos en los niveles productivos
a lo largo de la historia, desde el período Inkaico hasta la actualidad y con variaciones espaciales.
La actividad pastoril incluye la caza de los camélidos nativos (vicuña y guanaco) para cuero, fibra
y carne. Los camélidos nativos fueron domesticados y así aparecieron la llama y la alpaca. Según

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algunos autores, los primeros intentos de domesticación podrían haber ocurrido durante el Holo-
ceno Medio, en que ocurrió un cambio climático que condujo a un pico de aridez y la consiguien-
te reducción de la superficie de las vegas donde pastoreaban los camélidos; luego, entre 3000 y
1600 años AP5, la domesticación pudo haberse intensificado por la ocurrencia de otro evento de
incremento de humedad que permitió la introducción de pasturas sembradas y otras tecnologías de
aprovechamiento del agua (Olivera y Tchilinguirian, 2006).
Hoy en día, gracias a estudios genéticos modernos se sabe que la llama desciende del guanaco
y la alpaca de la vicuña (Kadwell et al., 2001). En la Puna argentina no hay alpacas supuestamente
Capítulo 2

porque son de climas menos secos, pero la llama se cría para carne y lana. La hibridación generó
una gran diversidad de fenotipos, especialmente en el color y grosor del pelo, lo cual dificulta la
selección de la fibra para su comercialización en detrimento del valor en el mercado internacional
(García Fernández, 1998). Los animales también se usan como objeto de cambio, ya que es el úni-
co medio de capitalización del pastor puneño. La actividad pastoril se practica bajo la estrategia de
“hatos múltiples”, que ha sido desde siempre la forma de producción de los pobladores andinos,
aunque después de la llegada de los europeos se incorporaron otras especies y actualmente se crian
simultáneamente ovinos, camélidos, caprinos y en menor medida bovinos, y hasta asnales. Éstos
últimos eran utilizados para transporte de carga y en muchos sitios se convirtieron en poblaciones
asilvestradas (García Fernández y Tecchi, 1991). La cría de llamas es fundamental en Jujuy y Salta y
Jujuy alberga el 67 % del rodeo nacional de ese camélido.
La vicuña, especie silvestre endémica de la Puna, representa un caso paradigmático. Su pobla-
ción se estimaba en millones de individuos en el período Inkaico. Hace más de 11.000 años que es
utilizada por los seres humanos para cuero, fibra y alimento, tal como lo evidencian los depósitos
arqueológicos (Larker et al., 2006). Los incas tenían reglas para la explotación sustentable de estos
animales. Cada tres o cuatro años se organizaba el encierro y captura (chakus) y se seleccionaban
animales para esquila dejando libres a los demás, excepto a algunos machos que se mataban para
aprovechar su carne y cuero (Vilá, 2007).
En el siglo XVI fue cazada intensamente para la obtención de la fibra y en la primera mitad del
siglo XX su población había llegado a 400.000 animales en todo el altiplano. Aunque su caza fue
prohibida en 1926, la medida no se llevó a cabo y se siguió cazando (Koford, 1957). Para 1967
se estima que quedaban unos 10.000 individuos en todo el altiplano por el incremento de la de-
manda de fibra en Europa y estuvo a punto de extinguirse, empeorando la condición de pobreza y
desnutrición de la población local. La firma de un convenio internacional (Convenio de la Vicuña)
suscrito por Bolivia y Perú en 1969, con la posterior adhesión de Argentina en 1971, de Chile en
1972 y Ecuador en 1979 (Cajal, 1983), impulsó la prohibición de la caza de vicuña, esta vez con
éxito. Quizás el éxito en el repoblamiento de vicuñas se debió a que todos los países implementa-
ron medidas proactivas, incluyendo la creación de reservas naturales con controles de campo (Ca-
jal, 1998). Por ejemplo, en 1978 la Dirección de Ganadería de Jujuy implementó el Plan Vicuña con
la idea de establecer un área de reserva dentro de la provincia y en 1996 había nueve centros de
protección de vicuña en aproximadamente 1.300.000 ha, con un total de más de 11.000 vicuñas
en estado silvestre (Canedi y Passini, 1996). Otro factor de éxito son los estrechos lazos culturales
y económicos de la población puneña con la vicuña desde la prehistoria, que hicieron que las me-
didas de protección fueran aceptadas y respetadas por los habitantes locales. El comercio interna-
cional de la fibra de vicuña se restableció una vez que la población de vicuñas alcanzó un tamaño
autosustentable. Sin embargo, la legalización del comercio internacional podría ser un arma de
doble filo porque estimula la caza ilegal si no todos los pobladores acceden al mercado internacio-

5 AP: antes del presente.

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nal (MacAllister et al., 2009). De hecho, el incremento de la población de vicuñas y su alto precio
incrementó la caza clandestina para su venta por aquellos pobladores rurales aislados y sin acceso
al mercado internacional. Además, los habitantes de la puna que no crían ganado doméstico y que
se alimentan de proteína de la fauna silvestre piden compensaciones por las externalidades que
ocasionan las medidas conservacionistas, lo cual es justo porque ellos han protegido por mucho
tiempo las pasturas naturales de la desertificación causada por el exceso de carga animal domés-
tica (Cajal, 1998). Actualmente la vicuña está bajo protección estricta excepto en Jujuy, donde
está clasificada en el Apéndice II de la Convención Internacional para el Comercio de las Especies

Puna
Amenazadas (CITES) (D’Arc et al., 2000), que implica que la especie, y todas las asociadas a ella,
deben estar sujetas a una reglamentación estricta a fin de evitar utilización incompatible con su
supervivencia.
La agricultura probablemente se originó al iniciarse un nuevo ciclo de incremento de la humedad,
alrededor de los 3000 años AP y cuando un nuevo cambio climático llevó a condiciones de mayor
aridez. A partir de los 1650-1700 años AP, comienza la incorporación de nuevas tecnologías para
la agricultura, como el uso canales de riego, alteraciones de la topografía para la cosecha de agua,
etc. (Olivera y Tchilinguirian, 2006). Actualmente se practica agricultura de subsistencia y siem-
bra de pasturas introducidas en los sitios en que las condiciones climáticas y edáficas lo permiten.
La minería concentra población generalmente por encima del límite de los bosques. Durante la
colonia se incentivó esta actividad y como emplea como combustibles la madera, casi se agotaron
localmente los parches de bosque nativo de las quebradas. Se pasó a utilizar los arbustos tola y ya-
reta como leña, desenterrándolos con barreta y pico, y las deyecciones de vacuno y caballar como
alternativos, mientras se plantaban Eucalyptus sp en quebradas húmedas y protegidas del viento.
Estas plantaciones fueron exitosas en la Puna húmeda de Perú y Bolivia y esa experiencia fue tras-
ladada a las quebradas protegidas de la Puna Semiárida Argentina. Recientemente se han instalado
mineras extranjeras y se ha incrementado la mano de obra en esta actividad, pero con reducidos
beneficios para la economía local.
En cabeceras de cuencas con agua permanente se habilitan sistemas de cosecha y distribución
de agua y se riega produciendo hortalizas y productos de granja para los centros mineros. En varios
valles se han rehabilitado andenería y canales de riego prehispánicos para producción de subsisten-
cia y en Salta, Jujuy y Tucumán tienen importancia creciente cultivos como la quinoa (Chenopodium
quino), el tarwi (Lupinus sp), el amaranto (Amaranthus mantegazzianus) y la papa. Para alimentación
de animales de corral y en pesebre se cultiva alfalfa sobre bordes de lechos temporarios. En el fondo
de quebradas crecen álamos, manzanos y membrillos.
Entre las acciones llevadas adelante por las Provincias, Municipios y ONGs para mejorar la pro-
ducción y calidad de vida de los puneños, se encuentra El “Programa Energía Solar a comunidades
Rurales”, llevado adelante por los integrantes del programa, la Fundación EcoAndina, el Consejo
Federal de Inversiones, el Gobierno de la Provincia de Jujuy y la ONG PIRCA, quienes a partir de
1991 comenzaron acondicionando equipos solares europeos y a desarrollar nuevos (Holzer, 2001).
La Fundación Ecoandina, aprovechando la potente radiación solar, trabaja para promover entre los
pobladores el uso de la energía solar térmica y fotovoltaica como fuente alternativa de energía y de
ese modo proteger la biodiversidad de plantas, la erosión de los suelos y abaratar los altos costos
que implica el uso de la garrafa de gas. La Fundación ha hecho un gran esfuerzo para crear capaci-
dades para que la población acepte la nueva tecnología, la adapte, la mejore y la construya local-
mente. Actualmente cuenta con el Centro EcoAndina para el Desarrollo e Interpretación de Energías
Renovables y Ambiente (CEDIERA) en Salvador de Jujuy, que comprende un taller y un centro de ca-
pacitación (Fundación Ecoandina, 2009). El edificio fue construido para el mayor aprovechamiento
de la energía solar (Rojo 2010). Ha desarrollado una cantidad de artefactos que funcionan a base

95
Ecorregiones y complejos ecosistémicos argentinos - Jorge Morello - Silvia D. Matteucci - Andrea F. Rodríguez - Mariana Silva

de energía solar: cocinas parabólicas familiares y comunitarias, hornos de caja, hornos panaderos,
sistemas de calefacción ambiental, calefones para baños, sistemas de riego por goteo, plantas de
tratamiento biológico de efluentes. En 2008 había instalados 400 equipos de energía solar en 30
pueblos (Valente, 2009) e inaugurado el primer Pueblo Solar Andino, concepto que se está expan-
diendo hacia otras comunidades (Rojo, 2009).

Conclusiones
Las ecorregiones Puna y Altos Andes, si bien difieren en la altitud y variables que dependen de
Capítulo 2

ella, se originaron a partir del mismo evento geológico y conforman una unidad, al menos hasta el
paralelo 29°4’S, en que la Ecorregión de Monte de Sierras y Bolsones se intercala entre la Puna y Los
Altos Andes. Entre las propiedades que las unifican se encuentran los numerosos flujos que tienen
lugar entre ambas. Probablemente en razón de estas interacciones, la literatura geográfica y antro-
pológica ha considerado a la Puna como parte de una unidad mayor que comprende el Noroeste
Argentino (Raffino, 1975; Merlino y Rabey, 1978).
Otra cuestión que une a las dos ecorregiones en el NO Argentino, Puna y Altos Andes, es su his-
toria de ocupación, desde el Holoceno al presente. Ambas ecorregiones comparten una gran ri-
queza de sitios arqueológicos, cuyos objetos han permitido comprender la historia de ocupación
y los cambios de organización social (Vitry y Soria, 2007; Rodríguez, 2005), forma de vida de los
ocupantes (Soria, 2007), cultura y rituales religiosos (Merlino y Rabey, 1978), avances tecnológicos
(Quesada, 2006), estrategias de uso de la tierra (Raffino y Cigliano, 1973), movilidad dentro y fuera
de la región, con tramos largos y continuos de los caminos construidos por los Incas (Vitry, 2003,
2007) o evidencias arqueobotánicas (Rodríguez, 2005; Rodríguez y Aschero, 2011) y arqueofaunís-
ticas (Izeta, 2008; Ramundo y Damborenea, 2011) y las respuestas de las sociedades prehistóri-
cas a los cambios climáticos (Morales et al., 2009). Seguramente hay muchos otros sitios todavía
no explorados y mucho por conocer, como así también, paisajes culturales pasados y actuales que
constituyen verdaderas reliquias prehistóricas e históricas.
Por la unidad geológica, biofísica y social de las Ecorregiones Puna y Altos Andes, gran parte de la
bibliografía que se ocupa de diversos aspectos del altiplano no distingue entre ambas ecorregiones,
por lo cual la bibliografía y algunas descripciones que aparecen en los Complejos de la Puna se repi-
ten en los Complejos de los Altos Andes.
La descripción de los Complejos no tiene el mismo nivel de detalle en todos. En la Puna, las áreas
más estudiadas son los parques nacionales y reservas, especialmente en Jujuy, Catamarca y Norte
de San Juan; hay poca información referente a las zonas más secas. Recientemente ha aparecido
mucha información referente a los salares, en parte debido al interés minero. No se dispone de in-
formación para muchas áreas dentro de la Ecorregión. Cabe destacar que el Programa de Acción
Nacional de Lucha contra la Desertificación en América del Sur (PAN, 1997) no realizó estudios in-
tegrados sino que eligió como áreas piloto sitios más o menos puntuales; en el caso de La Puna,
eligió los departamentos Cochinoca y Yavi en Jujuy, que abarcan sólo uno de los Complejos de Eco-
sistemas, la Puna Semiárida
La Ecorregión Puna ha quedado dividida en dos subregiones y cinco Complejos, sobre la base de
características físico-bióticas y socioeconómicas.

● Subregión Septentrional
— Complejo Prepuna
— Complejo Puna Semiárida
— Complejo Puna Salada

96
Ecorregión Puna - Silvia D. Matteucci

● Subregión Meridional
— Complejo Puna Árida
— Complejo Puna Desértica

SUBREGIÓN SEPTENTRIONAL
Complejo Prepuna
Tipos esenciales de vegetación

Puna
La vegetación característica es cardonal de Trichocereus pasacana y T. terscheckii, que ocupa los
faldeos escarpados de roca viva o parcialmente descompuesta y los derrubios de laderas, entre los
1900 y 3100 m de altitud. En los sitios menos escarpados el cactus columnar forma parte de un
matorral-arbustal de Larrea divaricata, Opuntia sp, Cercidium sp, Prosopis sp. La capacidad de re-
poblamiento del cardonal es baja probablemente por su falta de establecimiento en el terreno, ya
que requiere sitios protegidos por otras plantas o rocas para su establecimiento, y de sol para su
germinación (Halloy, 2008). Se percibe una escasez de ejemplares juveniles de cardón, por la falta
de plantas nodrizas o, probablemente, por exceso de roedores o por su palatabilidad para los capri-
nos. También hay matorrales de arbustos enanos y líquenes. En las vegas se encuentran pastizales
de pasto Puna (Stipa ichu).

Ubicación
La Prepuna es un neto y amplio piso altitudinal en el escalón que va de los 2000 a los 3400 m de
altitud, desde el límite con Bolivia hasta el Sur de Salta. Como todo escalón altitudinal, su nivel de
base desciende a medida que aumenta la latitud. Ocupa una superficie de 6124 km2.
Viajando de Norte a Sur, atraviesa los departamentos Santa Victoria, Iruya y Oran de la provincia
de Salta; Valle Grande, Tilcara, Dr. Manuel Belgrano y San Antonio de la provincia de Jujuy; nueva-
mente entra en Salta y cruza los departamentos La Caldera, Rosario de Lerma, Chicoana, La Poma,
Cachi, Molino y San Carlos.
El Complejo es el deslinde oriental del altiplano y comprende cinco fragmentos alargados bor-
deados por otros Complejos de la Puna hacia el Oeste y las Ecorregiones Selva de Yungas y Monte
de Sierras y Bolsones, al Este. El 59 % de su recorrido linda con la Ecorregión Selvas de Yunga, de
mayor altitud y el 41 %, hacia el Sur, linda con los valles secos del Monte de Sierras y Bolsones,
como los Valles Calchaquíes. El parche más pequeño tiene unas 74.000 ha y constituye el flanco
oriental de la porción Sur de la Puna Semiárida; y el de mayor extensión, con 180.000 ha, bordea
la porción Norte de la Puna Árida.

Clima
El clima es árido, y se caracteriza por variaciones interanuales de la precipitación muy marcadas
y por su alta insolación.
No existen estaciones meteorológicas en este Complejo. Las estaciones más cercanas se encuen-
tran en La Poma, en el Monte de Sierras y Bolsones cerca del borde Sur, y en San Salvador de Jujuy y
Salta Capital en la Selva de Yungas. La Poma registra temperatura media anual de 14,8 °C, máxima
de 18,1 °C en Diciembre y mínima de 9,4 °C en Julio. Hay escasas precipitaciones y el clima va de
templado a frío. En Salta Capital el clima es templado, con temperatura media de 16,6 °C, máxi-
ma de 21,1 °C y mínima de 10,9 °C. El promedio anual de precipitaciones es de 1000 mm y llueve
entre Diciembre y Febrero. El clima en San Salvador de Jujuy es templado y suave, con temperatura

97
Ecorregiones y complejos ecosistémicos argentinos - Jorge Morello - Silvia D. Matteucci - Andrea F. Rodríguez - Mariana Silva

media anual de 19,4 °C, mínimas de 10,1 y máximas de 21,1 °C. La precipitación media anual es
de 780 mm y el 75 % se concentra en Enero. El clima de la Prepuna es mucho menos lluvioso que
el registrado en la estación de la Selva de Yungas y, sin duda, La Poma se aproxima más a las con-
diciones del Complejo. Sin embargo, la prepuna se extiende desde los 22 a los 26° Lat Sur, por lo
tanto es de esperar que exista un gradiente de temperaturas decrecientes de N a S. El relieve irre-
gular con pendientes fuertes genera condiciones locales muy variables de humedad y temperatura,
dependiendo de la exposición, la altitud y la geoforma. Por ejemplo, en el extremo Norte el clima
puede clasificarse en tres tipos, templado frío al Oeste, templado con mayor pluviosidad al centro
Capítulo 2

y templado cálido al Este.

Geología y geomorfología
El relieve es montañoso. De Oeste a Este aparece como un plano inclinado desde los 5000 msnm
(Sierra de Santa Victoria) hasta los 2000 m de altitud media en el extremo Oriental. Presenta gran-
des superficies de abanicos de acarreos y piedemonte. Este plano inclinado está interrumpido por
vegas y valles, las primeras ubicadas a mayor altitud sobre cursos de agua menores, los valles de
ríos y arroyos se encuentran a menor altitud. La heterogeneidad topográfica genera una variedad
de microambientes.
Predominan ampliamente las superficies rocosas o pedregosas (Tabla 2.1) pero algunos rasgos del
suelo son homogéneos; son particularmente bien drenados, muy pedregosos y pobres en materia
orgánica, sin diferenciación de horizontes diagnósticos.

Patrones recurrentes
Como todo ecotono tiene tipos de vegetación, bioformas y especies del altiplano dominando en
las alturas y del Monte en las bajadas. Sus singularidades incluyen dominancia de cactáceas colum-
nares, frecuencia y diversidad de bromeliáceas saxícolas, a veces formando mantos que cubren las
rocas, abundancia de matorrales y bosques de árboles bajos en riberas o rodeando manantiales en
cabeceras de valles húmedos.
Los patrones de la vegetación responden a los pisos altitudinales, grado de pendiente y a condiciones
edáficas. La formación de arbustales con cardonales conforma el piso basal inmediatamente encima
del Monte, con el cual comparte una serie de características: a) bioformas arbustivas dominantes, que
son los arbustos de más de 1 m de altura; b) las cactáceas globosas articuladas particularmente platio-
puntias; c) la presencia y dominancia local de arbustos resinosos de follaje permanente tipo Zuccagnia
punctata, de los áfilos tipo Cassia crassiramea y de los de follaje micrófilo deciduo como Cercidium aus-
trale, Caesalpinia tricocarpa y Adesmia inflexa. Esta formación es de evidente abolengo biogeográfico del
Monte, entre otras razones por la abundancia de Larrea divaricata, L. nitida, Bulnesia foliosa, Bulnesia
schikendantzii, Plectrocarpa rougesii, P. tetracantha y la riqueza de especies de Lycium. La matriz del pai-
saje es el arbustal de chijua (Baccharis boliviensis) salpicado de manchones de pastizales de Stipa ichu
y Festuca sp en amplias superficies. En las planicies más húmedas la matriz es el pastizal de Festuca sp
y Stipa sp con pastos bajos no macollados de los géneros Eragrostis, Sporobolus, Digitaria, Aristida y la
especie Munroa argentina, con parches de los arbustales de chijua (Baccharis boliviensis) y añagua (Ades-
mia sp), alternando con cardonales de Trichocereus terscheckii y T. pasacana, en torrentes episódicos y
de bosquecillos de arca (Acacia visco). En sitios sobrepastoreados algunas colonias de cactáceas son lo
único que queda particularmente de los géneros Opuntia sp y Parodia sp (Morello, 1958).
Los cauces episódicos salinos tienen en sus bordes porciones de ribera ocupadas por comunidades
de Tessaria absinthioides, Baccharis sp y Cardonales. La matriz es de comunidades de cactáceas co-
lumnares (Trichocereus pasacana), que crecen en paisajes de enormes clastos que recién comienzan

98
Ecorregión Puna - Silvia D. Matteucci

a trasformarse en rodados y conservan bordes agudos, con parches de bosquecillos de arca (Acacia
visco), y mas frecuentemente de molle (Schinus aerira), Lithrea molleoides y varias especies de Pro-
sopis. Los matorrales de molle y chilca (Baccharis salicifolia) son característicos de los fondos de las
quebradas y de los márgenes de los ríos; están formados por arbustos de unos 3 m de altura, acom-
pañados por Lycium ciliatum, entre otros y es frecuente la cortadera (Cortaderia radiuscula); en el
fondo arenoso de las quebradas aparece el palán-palán (Nicotiana glauca). En depresiones mayores y
cabeceras de cauces con freática cercana hay manchones de churqui (Prosopis ferox) (Morello, 1958).
Como en toda la Puna, la madera es un bien muy valioso para construcción y como leña y su ex-

Puna
plotación dificulta imaginar la cobertura y amplitud de los mollares (matorrales de Schinus spp),
arcales (matorrales de Acacia visco) y chircales (arbustales de Baccharis spp) y fundamentalmente la
densidad de las comunidades dominadas por el Trichocereus pasacana, cuya madera liviana es de
valor estratégico para techar construcciones en territorios sísmicos.
Los arbustales de laderas suaves ocupan geoformas de relieve poco enérgico como lomas suaves de
amplios valles con cauces episódicos o que se secan en superficie, pero ricos en corrientes del subálveo
(el agua corre debajo del cauce del río), que son tributarios de ríos de caudal permanente. Los suelos
tienen una estructura de grava y arena, o son arenosos y pueden ser labrados casi sin hacer las clási-
cas cosechas de bloques que caracteriza la preparación de terreno en la Puna. La matriz es una estepa
arbustiva abierta dominada por un arbusto bajo folioso y con epidermis resinosa, Gochnatia glutino-
sa y dos arbustos áfilos, Aphylloclados spartioides y Cassia crassiramea, con una variada colección de
acompañantes resinosos, de hojas escamosas y hojas duras de ápice espinudo como Chuquiraga erina-
cea, Proustia cuneifolia, Krameria iluca, Cercidium andicola, Bouganvilla spinosa, Justicia pauciflora, entre
otras. Las cactáceas son abundantes en esta comunidad, las especies más destacadas son Trichocereus
pasacana, varias especies rastreras de Opuntia, Parodia maassii, P. tilcarensis, etc (Halloy, 2008). Los
parches son médanos con ecosistemas similares a los del Monte con Sporobolus rigens y tupe (Panicum
urvilleanum) acompañando con sus rizomas el crecimiento en altura y el movimiento lateral del méda-
no y olivillo (Hyalis argentea), en los bordes de la hondonada intermedanosa. El parche arbóreo mas
importante es el churquial de Prosopis ferox y también aparecen manchones de pasacana y de molle
(Morello, 1958).
Las laderas rocosas muy empinadas se encuentran cubiertas de bromeliáceas en cojín. Las espe-
cies más abundantes son Abromeitiella brevifolia y A. lorentziana, asociadas a especies saxícolas de
Tillandsia, plantas robustas como Deuterocochnia strobilifera, Puya friebrigii, etc.; y entre las brome-
liáceas crece un estrato de plantas resistentes a la sequía y poiquilohídricas (reviven al hidratarse).
Integran la fauna mamíferos como vizcacha serrana, zorro gris, zorrino, hurón, comadreja co-
mún u overa y rata cola de pincel. Algunas de las aves observadas en la Prepuna son el águila mora,
aguilucho alas largas, halconcito gris, gallineta común, palomita ojo desnudo, yerutí común, loro
baranquero, catita serrana chica, picaflor andino, picaflor de barbijo, picaflor gigante, carpinte-
ro del cardón, bandurrita pico recto, curutié blanco, coludito canela, anambé grande, dormilona
cenicienta, viudita común, golondrina negra, calandria mora, naranjero, piquito de oro grande y
monterita pecho gris.

Pulsos naturales
Como toda zona árida, su productividad primaria está sometida a pulsos anuales desencadena-
dos por las lluvias. El incremento de biomasa en pie durante el período de crecimiento depende de
la cantidad de precipitación y de las reservas acumuladas en semillas y yemas en la estación ante-
rior. A escala temporal mayor, se producen ciclos de sequía y humedad de varios años debido a las
grandes variaciones interanuales de las lluvias.

99
Ecorregiones y complejos ecosistémicos argentinos - Jorge Morello - Silvia D. Matteucci - Andrea F. Rodríguez - Mariana Silva

Son frecuentes en invierno y primavera fuertes vientos que provocan la voladura del suelo. Du-
rante las lluvias se produce erosión del suelo, laminar y en masa, dependiendo de la pendiente del
terreno. Este efecto se potencia por la eliminación de la vegetación causada por el pastoreo de ca-
prinos en amplios parches en las laderas.
La prepuna es zona sísmica y, más que un pulso natural es un evento impredecible, pero que al-
tera el funcionamiento del sistema social-natural.

Potencial natural de producción


Capítulo 2

El potencial natural de agroproducción es muy bajo, con 82 % de su territorio ocupado por sue-
los rocosos o pedregosos y sólo un 2 % de suelos agrícolas (Molisoles) (Tabla 2.1). Actualmente se
practica agricultura en valles en altitudes menores, donde el microclima favorece esta actividad, y
ganadería extensiva y trashumante de ganado vacuno, ovino, caprino y llamas sobre pastizales de
vegas y del piso de algunas formaciones de arbustales. El sobrepastoreo está causando problemas de
desertización, exacerbada por la presencia de burros asilvestrados. La tala de madera de árboles y ar-
bustos para leña es también causal de desertización. Los arbustales juegan un rol importante porque
funcionan como plantas nodrizas contribuyendo al establecimiento de especies herbáceas al crear un
medio ambiente menos hostil para la germinación y el crecimiento (López y Ortuño, 2008), por ello
su desmantelamiento es riesgoso.
Los pobladores son muy pobres, con escasos recursos y problemas sanitarios, causas de alta tasa
de emigración. Las actividades productivas son de subsistencia. La agricultura se realiza con mu-
chas dificultades por el relieve fuerte y frecuentemente los campos a sembrar son erosionados por
lluvias fuertes dificultando o impidiendo la siembra. Las lluvias sobre el suelo sembrado en pen-
diente puede arrasar el cultivo. El principal cultivo de subsistencia es el maíz.
Los rodeos (caseríos dispersos en los cerros) están formados por 2 o 3 casas y las poblaciones
viven aisladas. Esto genera un alto grado de endogamia. Poco más del 10 % de la población tiene
ocupación como empleado u obrero, mayormente en cargos dentro de los municipios.
Las comunicaciones son muy difíciles porque el sistema de caminos es poco desarrollado, el trán-
sito es muy afectado por las condiciones climáticas, especialmente durante las lluvias estivales,
cuando se producen interrupciones que luego no se reparan con la suficiente prontitud. La situa-
ción marginal de la población no contribuye a mejorar el potencial agroproductivo.

Protección de la naturaleza
Los bordes occidentales de la Reserva de la Biósfera Yungas penetran un poco en el Complejo
Prepuna. El 30 % de la Prepuna se encuentra en esta área protegida.
El Parque Nacional Los Cardones penetra en uno de los parches de Prepuna por su lado occidental
desde la Ecorregión Monte de Sierras y Bolsones en la cual se extiende en su mayor parte.

Complejo Puna Semiárida


Tipos esenciales de vegetación
La vegetación característica es la estepa arbustiva en las laderas, la estepa graminosa a mayo-
res altitudes, colchas6 en las vegas. Este Complejo es el que más estudios sobre vegetación, flora y

6 Colcha: denominación popular en Bolivia aplicada a los entramados de vegetación acuática flotante, que se ini-
cian por las comunidades de pleustohelófitos (Pistia, Eichornia, Pontederia) y se afianzan con el enraizamiento
posterior de helófitos graminoides de rápido crecimiento (Cyperus, Paspalum, Panicum) que elaboran un auténti-
co suelo flotante (Navarro, 1997). En Argentina se aplica a los parches densos en suelos húmedos.

100
Ecorregión Puna - Silvia D. Matteucci

fauna reúne, porque es el de mayor cantidad de habitantes y con mayores perspectivas de produc-
ción. La mayoría de los estudios se realizaron en la Cuenca de la laguna de Los Pozuelos, en cuya
parte más baja se encuentra la laguna y que alberga el monumento natural nacional y la reserva de
la biósfera del mismo nombre.

Ubicación
La Puna Semiárida, de 23.540 km2, ocupa el Noroeste de la Argentina desde el límite con Bolivia
hasta el centro de Salta, atravesando el centro de Jujuy de Norte a Sur en una franja de 70 a más de

Puna
120 km de ancho. Se encuentra desplazada hacia el oriente en relación a la puna salada y la puna
árida y desértica. Tiene una extensión de 2.350.000 ha; es el segundo Complejo de la Puna en ex-
tensión, después de la Puna Salada.
Atraviesa los departamentos Santa Catalina, Yaví, Rinconada, Cochinoca, Humahuaca, Valle Gran-
de, Tilcara, Tumbaya y Susques en Jujuy y La Caldera, Rosario de Lerma y La Poma en Salta.
Hacia el occidente limita con la Ecorregión Altos Andes y hacia el oriente con las Ecorregiones Altos
Andes y Monte de Sierras y Bolsones y con el Complejo Prepuna; hacia el Sur limita con el Complejo
Puna Salada.

Clima
El clima es frío y seco, con precipitaciones inferiores a los 350 mm anuales y con alta variabili-
dad interanual y gran amplitud térmica diaria. En este Complejo no existen estaciones meteoroló-
gicas. El clima es influido por la temperatura, precipitaciones, vientos, pendiente, orientación de
las laderas y altitud. A partir de datos de estaciones vecinas, con modelos que relacionan el clima
local con factores del relieve, tales como exposición y altitud, se calcularon las temperaturas me-
dias (TM), máximas (Tmax) y mínimas (Tmin) para algunas localidades ubicadas en este Complejo
(Bianchi, 1996). Se obtuvieron valores de 7,2°; 2,5° y 10,2° de TM, Tmin y Tmax, respectivamen-
te para Santa Catalina; 8,7°; 1,9° y 13,0° para Abra Pampa; 7,5°, 2,1° y 11,1° para Tres Cruces y
3,2°, ‘0,8° y 6,3° para El Aguilar. La Estación meteorológica La Quiaca, mide valores de 9,0°; 4,0°
y 12,2°. Las heladas son frecuentes.
La estación climátologica Abra Pampa (3484 msnm), ubicada al Norte del Complejo, registra un
precicipación media anual de 282 mm en el período 1935 a 1990, con grandes variaciones inte-
ranuales. Los meses más lluviosos con Enero y Diciembre (84 y 52 mm, respectivamente). La tem-
peratura media anual es de 7,5 °C. El mes más frio es Julio (3,5 °C) y los más cálidos Diciembre a
Marzo (11,2 a 12 °C).
En estudios más detallados, realizados en la cuenca de la laguna de Los Pozuelos, se calcula que
la temperatura disminuye desde la depresión (9 °C) hasta las partes altas a 4500 m (3-4 °C). La
amplitud térmica diaria es mayor en las partes bajas (de hasta 30 °C) y disminuye con la altitud.
Las precipitaciones son estivales (Diciembre a Marzo) y disminuyen con la latitud desde 400 mm
en el Norte hasta 300 mm en el extremo Sur. Las precipitaciones son muy variables a lo largo de
los años. Los vientos son fuertes y turbulentos con velocidades frecuentes de 20 a 30 km/hora;
durante el período lluvioso predominan los de los cuadrantes N y E y en el invierno los del S y O
(Tecchi, 1991). Los vientos acentúan la sequedad de la región y, junto con la gran variabilidad
interanual de las precipitaciones, contribuyen a generar períodos plurianuales de sequía que in-
terfieren con la actividad agropecuaria (Tecchi y García Fernández, 1998). Las heladas son casi
diarias en el invierno y comunes en el resto del año. La radiación solar es muy alta, alrededor de
2200 KW/m2/año.

101
Ecorregiones y complejos ecosistémicos argentinos - Jorge Morello - Silvia D. Matteucci - Andrea F. Rodríguez - Mariana Silva

Geología y geomorfología
Un único encadenamiento principal separa este Complejo de las llanuras orientales. La elevación de
su borde oriental es de 4000 a 5000 m. El relieve está formado por extensas planicies y elevaciones
suaves, de dirección predominante N-S. El fondo de las cuencas alargadas endorreicas está ocupado
por lagunas. Las características de su borde oriental y la presencia de abras de baja altura permite la
entrada de frentes húmedos (Bolsi, 1968). La red hidrográfica es la más extensa y más desarrollada
de la Puna, con ríos caudalosos. Las cuencas son endorreicas excepto en el borde Norte (límite con
Bolivia) en que desaguan en la cuenca del Atlántico por el Grande de San Juan y el Pilcomayo. De los
Capítulo 2

bolsones en cuyo fondo se forman lagunas permanentes, el más importante y estudiado es el de la la-
guna de Los Pozuelos, pero es probable que todas estas depresiones tengan características generales
similares y con variaciones dependiendo de la forma, tamaño y profundidad de las lagunas.
Las geoformas más significativas son las depresiones con lagunas y los ejes fluviales de caudal
permanente. Los bolsones endorreicos ponen en evidencia una larga persistencia de las condicio-
nes de aridez y semiaridez, que impiden el rellenado de la cuenca con material detrítico arrastrado
por el agua en situaciones de lluvias abundantes (Hesse, 2008).
En la cuenca de la laguna de Los Pozuelos, el bolsón, que es la porción más baja y tiene el fondo
ocupado por la laguna de poca profundidad (1,5 m), está rodeado de cordones montañosos, conos
aluviales, pedimentos y la llanada central (Tecchi, 1991). La depresión central, que se encuentra
entre los 3600 a 3650 msnm, tiene relieve plano y está cubierta de depósitos fluvio lacustres, con
la laguna y lagunitas estacionales. Radialmente le siguen el piedemonte, el relieve volcánico, el ma-
cizo principal de la sierra occidental, la sierra oriental, la fosa tectónica de la sierra occidental y la
sierra occidental con el valle fluvial. El piedemonte, a altitudes entre 3650 y 3800 m, está formado
por un coluvión heterométrico, cruzado por paleocauces y cursos estacionales y permanentes. El
relieve volcánico se encuentra entre los 3800 y 4600 m y es un plano ondulado, formado por depó-
sitos cineríticos y rocas sedimentarias, con cursos de agua, permanentes y estacionales. El macizo
principal de la Sierra Occidental, entre los 3800 y 4700 m, muestra un relieve abrupto y quebrado,
donde predominan las lutitas, y está cruzado por cursos de agua estacionales. La Sierra Oriental,
abrupta y quebrada, se extiende desde los 3800 a los 4500 m y está formada predominantemente
por lutitas y dacitas. La cruzan cursos de agua, permanentes y estacionales. La fosa tectónica de la
Sierra Occidental, entre los 3800-4000 m, presenta un relieve ondulado a quebrado, con lutitas y
depósitos modernos. Tiene pequeñas lagunitas y cursos de agua permanentes y temporales. Final-
mente, la Sierra Occidental y valle fluvial, entre los 3800 y 4100 m de altitud, presenta una topo-
grafía ondulada, formada mayormente por lutitas y acarreos modernos, y está cruzada por cursos
de agua permanentes y estacionales (Tecchi, 1991).
Las depresiones con lagunas permanentes alcalinas como las de Pozuelos y de Guayatayoc, tie-
nen playas húmedas mientras que los salares, también presentes, están rodeados de playas secas.
En estas depresiones hay formaciones evaporíticas en las que se encuentran minerales de borato,
que provienen de surgentes termales y soluciones hidrotérmicas asociadas a la actividad volcánica
local (Alonso et al., 1988).
Las planicies onduladas pueden estar cubiertas por clastos de varios tipos; pulidos por el viento
donde el viento se ha llevado material pequeño y quedan los mayores formando los clásicos pavi-
mentos del desierto, los clastos de bordes agudos en los derrubios de ladera y los de gran tamaño
en los sitios de desborde de torrentes estacionales con rodados.
Los suelos de valles húmedos a pesar del bajo grado de desarrollo de horizontes tienen un pseudo
horizonte A, aunque sus perfiles son muy simples.
La erosión mantiforme domina sobre la erosión en cárcavas.

102
Ecorregión Puna - Silvia D. Matteucci

Patrones recurrentes
La distribución de la vegetación también está muy influida por la frecuencia de las precipitacio-
nes, la radiación solar, las temperaturas máximas y mínimas extremas, la amplitud térmica, la ferti-
lidad de los suelos y la intensidad de pastoreo (Castañares y González, 1991). El relieve es el factor
predominante en la determinación del patrón recurrente por su influencia en el microclima, la dis-
tribución de la humedad del suelo y el tipo de suelo. A escala menor, el patrón recurrente se asocia
con el patrón meso-topográfico y las características asociadas de los suelos.
En las vertientes predomina la estepa arbustiva desde los bolsones deprimidos hasta las 4600

Puna
msnm. En los sitios más secos, por encima de los 4300 m de altitud se encuentra la estepa grami-
nosa. Abundan las formaciones edáficas, controladas por la acumulación de agua en el suelo, como
las vegas o ciénagos en suelos saturados de agua durante todo el año, o los tolares7 de la freatófi-
ta Parastrephia sp en zonas cercanas a cauces temporarios, y las comunidades en cuerpos de agua
permanente. También se encuentran comunidades de psamófilas en las áreas medanosas y los bos-
ques de queñoa (Polylepis tomentella) entre los 3800 y 4300 m en vertientes orientadas hacia el N y
E, en las quebradas húmedas protegidas del viento. Estos bosques tienen árboles de 6 m de altura,
a medida que incrementa la altitud, los árboles son más bajos y la formación se convierte en un
matorral (Braun, 1991). El churqui jujeño (Prosopis ferox) es otra leñosa que se encuentra dispersa
entre los 3400 y 3700 m (Braun 1991).
En porciones anchas de faldeos húmedos dominan los arbustales de tola, que constituyen una
estepa arbustiva de muy alta heterogeneidad y riqueza biótica. Existen áreas en las que la matriz
es tola (Parastrephia lepidophylla), otras donde hay manchones de tola en un manto dominante de
añagua (Adesmia horrida) y tolilla (Fabiana densa) y otras en las que es difícil determinar cuál es la
especie que controla la matriz, ya que coexisten de manera dispersa manchones de los tres géne-
ros y de chijua (Baccharis boliviensis), rusita (Junellia seriphioides), mocoraca (Senecio viridis), pin-
go-pingo (Ephedra breana) y rica rica (Anatholipoia hastulata). Dominan en extensión los pastizales
fasciculados de ichu (Stipa ichu).
En los manchones de los derrubios de ladera y las superficies rocosas el mosaico de paisaje tie-
ne una matriz muy abierta de arbustal de tola alternando con cauces de torrentes con 2 especies
de cardones (Trichocereus pasacana y T. poco) acompañados de Opuntia soerensoni y Tephrocactus
atacamensis (Halloy, 2008).
En los lugares más expuestos a los fríos invernales y a los vientos con exposición Sur crecen los
pastizales de ichu (Stipa ichu). En Junio y Agosto, las matas de Festuca y Stipa, aparecen cubiertas
de cristales de hielos durante gran parte del día y a veces durante días enteros. Las matas de paja
están muy separadas unas de otras y las de cierta edad tienen la porción central muerta y forman
un anillo o semi-anillo en medialuna con los tejidos vivos de la planta. Entre las especies más fre-
cuentes están Stipa caespitosa y S. leptostachya.
Los pajonales dominados por gramíneas altas (Festuca spp), están asociados con la tola y tienen
un estrato bajo de Adesmia sp, Aristida sp y Chondrosum simplex (Bouteloua simplex) y tienen una
cobertura total de 50-80 % (Arzamendia et al., 2006). Las colchas y bofedales (humedales de al-
tura) o turberas altas aparecen en micro-depresiones de las playas de las lagunas. Los humedales,
que aparecen en todos los Complejos, aquí están representados por los de la laguna de Los Pozue-
los entre Abra Pampa y Rinconada, que es la laguna de mayor tamaño. Este cuerpo de agua perma-
nente tiene un amplio cinturón de vegetación anfibia donde domina la totora (Typha sp), cuyas ho-
jas son usadas para cestería, techado, reparos para aves de granja y juegan un papel detoxificante
de metales pesados de relaves mineros.

7 Tolar: comunidad dominada por el arbusto resinoso Parastrephia lucida (tola).

103
Ecorregiones y complejos ecosistémicos argentinos - Jorge Morello - Silvia D. Matteucci - Andrea F. Rodríguez - Mariana Silva

En un estudio detallado hacia el Este de la Laguna de Los Pozuelos se encontraron varios tipos de
estepa arbustiva, que probablemente se repiten en otros sitios del Complejo. La estepa arbustiva de
Parastrephia lepidophylla, se asocia con Stipa neesiana y el arbusto Tetraglochin cristatum; tiene un
estrato bajo de pastos como B. simplex, Aristida sp y Cynodon sp con cobertura total de 50 a 80 %. La
estepa arbustiva de Parastrephia phylliciformis también tiene una alta cobertura (85-90 %), con una
gramínea alta (Festuca sp) y un estrato bajo de gramíneas entre las que se encuentran Muhlembergia
sp y Alchemilla sp. Con menor cobertura se encuentran las estepas arbustivas de T. cristatum (20-
45 % e cobertura) y de Baccharis boliviensis (15-30 % de cobertura), ésta última en las laderas; am-
Capítulo 2

bas tienen un estrato inferior de Adesmia sp y gramíneas bajas. Entre las estepas aparecen peladares
y vegetación ribereña con colonias de Cortaderia speciosa, pequeños pantanos de vegetación baja y
pastizales Deyeuxia sp y Muhlembergia sp, con coberturas de 60 a 80 % (Arzamendia et al., 2006).
Estos humedales y las lagunas juegan un rol muy importante en la conservación de la avifauna
que albergan, incluyendo las grandes poblaciones de flamencos. Los flamencos de James (Phoeni-
coparrus jamesi) y andino (P. andinus) y las gallaretas cornuda (Fulica cornuta) y gigante (F. gigantea)
han sido incluidas en el Libro Rojo de Aves Neotropicales (Collar y Andrew, 1988). La Laguna de Los
Pozuelos es especialmente importante porque es la única de la Puna Semiárida que ha sido incluida
en una categoría de protección (Canziani y Derlindati, 1999). La reserva de la biósfera laguna de
Los Pozuelos es un hot spot dentro de la puna, alberga unas 75 especies de aves y 55 de mamífe-
ros. Entre los mamíferos carnívoros se han citado el zorro colorado (Pseudalopex culpaeus), el zorro
gris (Pseudalopex griseus), el hurón (Galictis cuja), el zorrino común o andino (Conepatus chinga), el
gato (Oncifelis geoffroyi salinarum), el gato de pajonal (Oncifelis colocolo), el gato andino (Oreailurus
jacobita) y el puma (Puma concolor) (Perovic, 1998). Entre los roedores se han registrado Phyllotis
darwini, Calomys lepidus, Akodon albiventer, Galea musteloides y Thylamys pusilla, cada uno de los
cuales muestra preferencias por hábitats distintos y algunos muestran adaptaciones morfológicas
para circular, anidar y protegerse en suelos pedregosos y rocosos de topografías abruptas (Phyllotis
darwini) (Bonaventura et al., 1998).
Los patrones son cambiantes en el tiempo según las condiciones climáticas, especialmente cuan-
do se prolonga el período seco por varios años.

Pulsos naturales
Como en toda zona árida o semiárida, la dinámica es de pulso-reserva, disparada por las precipi-
taciones. La producción de biomasa posterior a las lluvias depende del almacenamiento de reservas
en forma de semillas y yemas (bulbos o rizomas) en el período húmedo anterior. Se superponen
pulsos a dos escalas: pulsos anuales de dos o tres meses húmedos y el resto seco; y pulsos inte-
ranuales de largos períodos secos alternando con períodos menos secos.
La Laguna de Los Pozuelos sufre períodos de retraimiento con años de total desecamiento no
cíclicos, de pocos meses de duración. La tendencia a largo plazo es retractiva, aunque su decli-
nación no revestía aún valores críticos según una evaluación hecha en la década de 1990 (Igar-
zábal, 1991); este dato debería ser actualizado con los conocimientos actuales sobre cambios
climáticos y considerando que en 2011 su tamaño está tan reducido que peligra la vida vegetal
y animal. Muy probablemente este fenómeno ocurre en mayor o menor grado en otras lagunas
del Complejo.
Los deslizamientos de barro son comunes, así como eventos anuales de avalanchas de escom-
bros. Una de las avalanchas de escombros más severas ocurrió en 1943 en la cuenca del río Gran-
de, que recorrió 10 km hasta llegar a la quebrada de Humahuaca, moviéndose a una velocidad
de 10 a 15 km/hora. Los desastres de este tipo en la misma cuenca se repitieron en 1986 y en

104
Ecorregión Puna - Silvia D. Matteucci

1990, y en 1984 causaron daños en Purmamarca. Eventos de este tipo taponaron el río Grande y
causaron la inundación de la localidad Volcán en la ladera opuesta del valle (Moreiras y Coronato,
2009). Estos eventos suelen causar interrupciones en las vías de comunicación regionales e in-
ternacionales.

Potencial natural de producción


De los Complejos de la Puna, es el que mejor potencial productivo tiene, debido a que las precipi-
taciones son algo mayores y a la presencia de bajos en los que se acumula agua en forma transitoria

Puna
o permanente. Este Complejo cuenta con un área protegida, Reserva de la Biósfera Laguna de Los
Pozuelos, cuya cuenca es la de mayor densidad poblacional de la Puna, con unos 3500 habitantes.
Por esta razón concentra la mayor proporción de estudios antropológicos, sociales y económicos y la
mayor cantidad de mejoras tecnológicas desde la década de 1970 (García Fernández, 1991).
Si bien hay una considerable proporción de suelos rocosos (Tabla 2.1), también hay suelos aptos
para la siembra de secano y bajo riego.
La actividad principal es pastoreo de ovinos y camélidos y en menor grado de caprinos y asnales.
Las colchas y los bofedales concentran el grueso de los rodeos durante la mayor parte del año. Los
camélidos más importantes son la llama y la vicuña. Gran parte de los campos de cría de vicuña y
de llama del INTA de Abra Pampa están ubicados sobre tolares.
El INTA Abra Pampa inició en 1994 un programa de cría de vicuña en semi cautiverio, sin embar-
go los resultados no son alentadores (Barbarán, 2002). La vicuña forma grupos grandes por lo que
requiere encierros lo suficientemente grandes como para permitir que las poblaciones puedan ex-
presar sus pautas de comportamiento territorial y reproductivo (Cajal et al., 1998). La experiencia
del INTA no es trasladable a todos los productores de la Puna, ya que la cría de vicuña en cautive-
rio requiere inversión y acceso al mercado y dado que no todos los productores puneños cuentan
con estos beneficios, se pierde uno de los pilares del uso sostenible de los recursos naturales (Vilá,
2007). En toda la Argentina existen 20 granjas privadas con 1200 individuos de vicuña, mientras
que se calcula una población de 45.000 a 50.000 animales silvestres (Barbarán, 2002). En la Puna
Semiárida, los criaderos privados son satélites del INTA y los animales son propiedad del INTA o de
la provincia de Jujuy, cuestión que está en discusión (Lichtenstein, 2006). Los propietarios de los
criaderos no pueden disponer de los animales pero si de la fibra.
Entre los avances tecnológicos introducidos en la cuenca de la Laguna de Los Pozuelos se encuentran
la introducción de pasturas perennes exóticas (Eragrostis curvula) en los tolares, el tendido de alambra-
das, la construcción de aguadas artificiales y la obtención de reproductores ovinos Corriedale para su
cruza con ganado criollo. La introducción de pasturas exóticas comenzó a inicios de la década de 1970
(Tecchi y García Fernandez, 1998). Las pasturas se cultivan preferentemente en el sector oriental de la
cuenca, que es el más favorecido en cuanto a calidad de suelo y topografía y por estar más conectado
con ciudades importantes; allí se encuentran las mayores extensiones de campos y pastizales natura-
les. La producción es diversificada, como es tradicional en los pueblos andinos y los hatos son múlti-
ples, con llamas y ovinos como principales especies (Tecchi y García Fernandez, 1998).
Se practica agricultura de subsistencia y en los sitios más reparados se producen papa, maíz, ha-
bas, tarwi (Lupinus mutabilis) y tubérculos microtérmicos, como la oca (Oxalis tuberosa) y el olluco
(Ullucus tuberosus), mucho más comunmente cultivados en los andes peruanos. Las planicies son
de baja pedregosidad relativa, por lo cual admiten labranza tradicional con poco esfuerzo, después
de limpiar de rodados el terreno.
La organización es familiar, la familia se ocupa de las tareas productivas y se relaciona con el mer-
cado, con el estado o con sectores sociales de manera individual. En 1991 había organizaciones

105
Ecorregiones y complejos ecosistémicos argentinos - Jorge Morello - Silvia D. Matteucci - Andrea F. Rodríguez - Mariana Silva

cooperativas incipientes pero no prosperaron por los avatares económicos de la década del 2000.
Existen propietarios legales con campos en las partes bajas y onduladas, en las que se cultivan las
pasturas implantadas. Los ex-ocupantes que fueron desplazados por los actuales propietarios con
títulos de propiedad, se trasladaron a las serranías que bordean la cuenca y crían ganado que pas-
torea las ciénegas de las orillas de ríos y arroyos. Los habitantes sin tierras viven aislados en las par-
tes más altas y son asalariados de los productores legalizados de las tierras bajas. Los pastores que
no tienen grandes producciones y requieren un ingreso extra, toman cargos públicos, trabajan en
las minas por cuenta propia o asalariados, se dedican a actividades comerciales o a trabajos tempo-
Capítulo 2

rarios en las zafras de azúcar o tabaco. En estos casos, los otros miembros de la familia asumen las
tareas del campo que deja la persona que trabaja afuera y se genera una situación de autoexplota-
ción (García Fernández, 1991). Los pastores optan por la cría de llamas o de ovinos según el acceso
al mercado y consideraciones económicas. En los lugares alejados, en tierras altas, de condiciones
extremas y menos cantidad de pasturas se prefiere la llama, que requiere menos insumos y trabajo.
En el oriente, con más acceso a los mercados y donde se fomenta la actividad productiva rentable,
se prefieren las ovejas (García Fernández y Tecchi, 1991).
La Reserva de la Biósfera Laguna de Los Pozuelos es administrada por la Corporación para el De-
sarrollo de Pozuelos (CODEPO), organismo multisectorial autárquico y autónomo formado por pro-
ductores, el gobierno de la provincia de Jujuy, APN y la Universidad. Fue creado por Ley Provincial
(Ley Nº 4520) en Octubre de 1990 con el objetivo de coordinar, promover y ejecutar tanto las ac-
ciones de mejoramiento económico general como las de conservación de la naturaleza (Cajal et al.,
1998). La CODEPO ha logrado muchas mejoras tanto en calidad de vida de la población como en
conservación, con la participación de la población local.
El Complejo Puna Semiárida tiene potencial minero, con predominancia de los minerales metalí-
feros como zinc, plomo, plata, cobre, hierro y oro en cuarzo, y metales menores como antimonio,
estaño y manganeso. La actividad minera de extracción de plomo, plata y zinc fue interrumpida en
1987 por problemas técnicos y financieros. Actualmente la mayor parte de las minas están aban-
donadas y se destaca la Mina de Aguilar, por ser el mayor yacimiento de plomo y zinc en América
del Sur (Alonso y Viramonte, 2004). La recolección de oro aluvial por parte de pobladores tradicio-
nales continúa en la sierra de Rinconada, desde la época colonial. En Jujuy, la Dirección Provincial
de Minería, lleva adelante el Programa de Lavadores Artesanales de Oro, que da trabajo a unas 200
familias (Bernal et al., 2011) y en el cual se involucran 14 pueblos aborígenes (Loaros, El Toro, Li-
viara, Santo Domingo, Rinconada, Casa Colorada, Lagunillas, Lomas Blancas, Pan de Azúcar, San
Juan de Misa Rumi, Timón Cruz, San Juan, Oratorio y El Angosto de los Departamentos Susques,
Rinconada y Santa Catalina).
En menor proporción se encuentran boratos en varios compuestos de boro, en las formaciones
evaporíticas, que no son extensas ni frecuentes como en la Puna Salada. En 1982 se descubrió un
importante yacimiento Terciario de colemanita, inyoita, ulexita, borax, tincalconita y teruguita 8
km hacia el Oeste de Coranzuli, en la Puna Semiárida unos 4100 m de altitud (Alonso et al., 1988).
Algunos de los problemas ambientales de origen humano que afectan al Complejo Puna Semiá-
rida tienen que ver con el uso no sustentable de los recursos naturales. El uso de la madera de la
queñoa para combustible doméstico, en las mineras y panaderías, para varillas, cercos y tallas ar-
tesanales, pone en peligro la persistencia de esta especie. El pastoreo de los retoños dificulta su
recuperación. El Prosopis ferox es empleado como combustible, forraje (hojas y frutos) y para la fa-
bricación de estribos a partir de sus raíces y el tolar se usa como combustible cuando falta madera
y es ramoneado por ovejas, llamas y asnos (Braun, 1991). En las planicies poco erosionadas tam-
bién se encuentra un horizonte A pobre en materia orgánica por el sobrepastoreo y sobrepisoteo de
hatos mixtos que contribuyen a desmantelar poblaciones de plantas juveniles. El sobrepastoreo y

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Ecorregión Puna - Silvia D. Matteucci

la demanda de leña hacen difícil evaluar la superficie que cubrieron los bosquecillos antes del de-
sarrollo de la minería y de la expansión del ganado europeo.

Protección de la naturaleza
El 13 % de la superficie del Complejo está protegido por la Reserva de la Biósfera Laguna de Los
Pozuelos.
Monumento Natural Nacional Laguna de Los Pozuelos, incluido dentro de la Reserva de la Biós-
fera Laguna de Los Pozuelos.

Puna
Complejo Puna Salada
Tipos esenciales de vegetación
El paisaje está dominado por la desnudez de los salares. La vegetación dominante es la estepa
arbustiva, desarrollándose también las estepas herbácea, halófila, psammófila y la vega (Cabrera &
Willink, 1980). La formación arbustiva de tolillar de Fabiana densa, Psila boliviensis y Adesmia humi-
lis es muy característica. En los suelos pedregosos y más secos se encuentran el arbustal de Tetra-
glochin cristatum, Achantolippia hastulata, Adesmia horrida y Fabiana denudata. Los cardonales de
cactus columnares en las laderas aparentemente han desaparecido. Algunas de las comunidades
descriptas por Cabrera & Willink (1980) no se detectan en este Complejo.

Ubicación
El Complejo Puna Salada se extiende entre los 23 y 27° Lat Sur y está desplazado hacia el Oes-
te con respecto al conjunto de la Puna. La mayor parte del Complejo se encuentra entre los 67 y
68,20° Long Oeste, en el departamento Los Andes, provincia de Salta y se prolonga hacia el Norte
en los departamentos Susques, Cochinoca y Tumbaya, provincia de Jujuy y hacia el Sur en el depar-
tamento Antofagasta de la Sierra, provincia de Catamarca. Se encuentra rodeado por la Ecorregión
Altos Andes, como si estuviera inserto en ella.
El Complejo cubre una superficie de 26.053 km2 y es el más extenso de la Ecorregión Puna.

Clima
El clima es muy frío, con una amplitud térmica diaria de hasta 50 °C. La elevada insolación per-
mite que puedan alcanzarse los 30 °C pasado el mediodía incluso en invierno. La zona es extrema-
damente seca, con precipitaciones de 40 mm/año, de ocurrencia impredecible. Las heladas son
intensas.
La Mina La Casualidad, en el extremo Oeste del Complejo (-25,05°; -68,21667°; 4030 msnm)
tiene una estación climatológica que registra una precipitación media anual de 40 mm distribuida
en forma irregular a lo largo del año. La temperatura media anual es de 4 °C, el mes más frío es Julio
con una media mensual de 2,6 °C, y los más cálidos Enero y Febrero (8 °C). La temperatura mínima
absoluta puede llegar a -24 °C y la máxima absoluta a 27 °C. La humedad relativa media anual es de
33 %. Los vientos son muy fuertes, con una media anual de 19 km/hora y una máxima en Julio de 24
km/hora.
La estación meteorológica del Salar Hombre Muerto (-25,28°; -67,07°; 4010 msnm) registra
precipitación media anual de 64 mm, entre Agosto y Noviembre casi no caen lluvias y en Enero llue-
ve el 50 % de la media anual. La temperatura media anual es de 5 °C; el mes más frío es Julio, con
media mensual de 3 °C y los más cálidos son Enero y Febrero con 10,6 °C. Las temperaturas me-

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Ecorregiones y complejos ecosistémicos argentinos - Jorge Morello - Silvia D. Matteucci - Andrea F. Rodríguez - Mariana Silva

dias máxima y mínima son 14° y 4 °C, respectivamente. La evaporación media anual es 2700 mm.
Los vientos son fuertes, con velocidad media anual de 10 km/h y máximas en Mayo de 12 km/h.

Geología y geomorfología
Al occidente predomina el relieve volcánico. La característica más notable es su estructura en
cuencas alargadas, cerradas, dispuestas en sentido SSO-NNE y el borde oriental de altitudes entre
5000 y 6000 m, que frenan la entrada de los vientos húmedos del SE, NE y E (Bolsi, 1968). Este
hecho ha causado la aridización de este Complejo, condición que se mantiene hasta la actualidad
Capítulo 2

(Alonso, 2006). La Puna Salada alberga la cuenca endorreica de mayor extensión en Sudamérica,
formada por 6 subcuencas interconectadas (Salar de Arizaro, Salar de Antofalla, Salar Pocitos, Sa-
lar del Rincón, Salar del Hombre Muerto y Salar de Cauchari) con un volumen total de 7877 km3,
una superficie de 23.009 km2 y una profundidad máxima de 801 m y profundidad media de 342 m
(Hesse, 2008). En el salar del Rincón, la ausencia de capas detríticas intercaladas demuestra que la
sedimentación evaporítica ocurre en un relieve local de poca energía, de aguas someras donde la
cristalización es continua (Ovejero et al., 2009) y confirma la persistencia del clima árido o semiá-
rido sin grandes influjos de agua y materiales del entorno.
Aparecen unidades estratigráficas aflorantes del Precámbrico, Paleozoico, Terciario y Cuaternario
(Vinante y Alonso, 2006). Las de éste último período están representadas por los salares, forma-
ciones evaporíticas que dan el carácter distintivo a la Puna Salada.
Las evaporitas de la Puna se distinguen de las de otras regiones argentinas por la presencia de
facies de boratos. La evolución en el Mioceno-Plioceno ocurrió en cuencas áridas endorreicas en
las que se desarrolló una profusa sedimentación volcaniclástica y evaporítica. Se piensa que los de-
pósitos de boratos tienen su origen en surgentes termales y soluciones hidrotérmicas provenientes
de la actividad volcánica local. En algunos salares las evaporitas llegan a casi 1 km de profundidad,
como en el salar de Arizaro (Dow y Hitzman, 2001).
Las redes fluviales son principalmente endorreicas y poco desarrolladas, la mayoría de los cursos
de agua es de régimen temporal y los permanentes tienen caudales muy variables según la esta-
ción: muy bajos en las temporadas secas y altos en las húmedas.
Estudios detallados de algunos salares muestran que sus propiedades pueden diferir internamen-
te según su forma y litología, el relieve circundante y el origen de los materiales detríticos y de las
aguas superficiales y subterráneas que los alimentan. Estos estudios permitieron postular mecanis-
mos de formación de los salares y del origen de los diversos minerales (Vinante y Alonso, 2006).
Los salares en las cuencas endorreicas muestran la larga persistencia de las condiciones de aridez
y semiaridez, que impiden la colmatación de las mismas por materiales sólidos provenientes de los
entornos de mayor altitud (Hesse, 2008). Algunos salares más próximos a los Altos Andes tienen
importantes aportes de agua de deshielo.

Patrones recurrentes
Al igual que en los demás Complejos de la Puna, el patrón recurrente está asociado principalmen-
te al relieve y la geomorfología, que influyen en el microclima y en la humedad del suelo; en este
caso hay limitaciones fuertes impuestas por las capas evaporíticas que forman los salares.
Los bajos con salares carecen casi por completo de una cubierta vegetal; en su periferia presen-
tan algunos sitios con vegas salobres y ojos de agua, en los que crecen estepas halófilas. Los cerros
altos prácticamente carecen de vegetación. En el área de estudio, por encima de los 3800 msnm,
se desarrolla un pastizal de gramíneas en el que abundan especies de Festuca, Jarava, Deyeuxia, ar-
bustivas de los géneros Adesmia, Baccharis, Parastrephia y Fabiana. A lo largo de cursos de agua y

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Ecorregión Puna - Silvia D. Matteucci

en el fondo de las quebradas, la vega está formada por gramíneas y juncáceas. A una altitud aproxi-
mada de 3800 m comienza el tolar, en el que son frecuentes las especies arbustivas y subarbustivas
de los géneros Parastrephia y Acantholippia (Rodríguez y Rúgolo, 1999).
En un estudio detallado realizado al Sur del Salar de Arizaro, que abarca la Puna Salada y el Alto
Andino (Talamo et al., 2010), se encontró una predominancia de formaciones arbustivas en la
porción correspondiente a la Puna Salada. Los arbustales y estepas arbustivas se diferencian en
cuanto a las especies dominantes, la densidad del arbusto dominante y la cobertura, y cada uno
ocupa topografías y suelos diferentes. Los arbustales dominados por Adesmia horrida (añagua) son

Puna
densos, con alta cobertura (40 %) y altura (80 a 100 cm); se encontraron sobre una ladera de roca
volcánica con exposición Sur. Las especies acompañantes incluyen otras cinco especies de arbus-
tos (Adesmia schickendanzii; Acantholippia deserticola; Fabiana densa; Lycium humile, Maihueniopsis
bolivianum). El otro arbustal ubicado en laderas con exposición Sur es el copa-copal, dominado por
Artemisia copa y pasto dorado (Calamagrostis cabrerae), con otros arbustos y herbáceas acompa-
ñantes (Adesmia horrida; Adesmia schickendanzi; Deyeuxia cabrera; Cristaria andicola; Parastrephia
quadrangularis). El estrato arbustivo es bajo (menos de 50 cm). La estepa arbustiva codominada
por Artemisia copa y Adesmia horrida en el estrato arbustivo y por Stipa ichu en el herbáceo, tiene
45 cm de altura o menos y es la de mayor riqueza específica en la zona de estudio. Como especies
acompañantes tiene Adesmia schickendantzii en el estrato arbustivo y por Cristaria andicola y Sisym-
brium philippianum en el herbáceo. Se ubica en las laderas expuestas al Sur. Los tolares, dominados
por Parastrephia lucida, arbustos resinosos, micrófilos y siempreverdes, son la formación de mayor
cobertura y mayor desarrollo vertical con alturas entre 1,5 y 1,8 m, en el área de estudio. Se en-
cuentran en los bordes de las vegas, en franjas entre las vegas propiamente dichas y los rica-ricales
y están fragmentadas transversalmente por sitios muy húmedos y por afloramientos rocosos. Los
arbustales dominados por Acantholippia deserticola (rica-rical) tienen un estrato arbustivo con do-
minancia de la rica-rica con alta densidad y baja cobertura, y un estrato herbáceo dominado por
Cristaria andicola con Nicotiana petunioides como acompañante. Este arbustal se encuentra en áreas
planas o de poca pendiente sobre suelos arenosos a pedregosos. Sobre un cono aluvial de piedra
pómez se encuentra otro rica-rical, con un estrato arbustivo muy ralo, acompañado por individuos
aislados de tolilla (Fabiana densa) y de arbustos en cojín y algunos ejemplares de puscayo (Maihue-
niopsis bolivianum) y de ajicillo del campo (Hoffmannseggia minor), que no llegan a formar un estrato
herbáceo. El arbustal de Atriplex imbricata (cachiyuyal) es muy ralo y bajo (25 cm de altura), el ca-
chiyuyo está acompañado por tolillas. Se encuentra en laderas secas, pedregosas y con exposición
Norte. Otra formación de alta riqueza específica y cobertura es la estepa arbustiva dominada por
Fabiana imbricata (tolilla) formando un estrato arbustivo ralo y bajo (30-35 cm) junto con Baccharis
tola y Acantholippia deserticola y un estrato herbáceo de pasto dorado (Calamagrostis cabrerae) y
Cristaria andicola. Las especies acompañantes son añagua (Adesmia horrida), copa copa (Artemisia
copa) y tola (Parastrephia quadrangularis). Se encuentra entre los 4000-4200 m en las laderas con
exposiciones Este, Nordeste, Norte y Noroeste. El tolillar-añagual es una estepa arbustiva codomi-
nado por Fabiana densa y Adesmia horrida, con Calamagrostis cabrerae y Cristata andicola formando
el estrato bajo también tiene alta riqueza específica. Tiene como especies acompañantes Cheilan-
tes pruinata y Senecio filaginoides var lobulatus, encontrados sólo en esta formación. Es la estepa
arbustiva de mayor densidad de individuos y se ubica en las laderas con exposición Este; pertenece
también a los Altos Andes.
En este Complejo habitan las comunidades de aves típicas de la puna, con presencia de poblacio-
nes importantes de choique (Rhea pennata), que ocupan la estepa, los arbustales y las vegas (ma-
llines). Son escasas y circunstanciales los grupos de aves acuáticas, aunque en algunos salares del
Norte del Complejo se encuentran poblaciones grandes de flamencos. En las vegas habita el chorli-

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Ecorregiones y complejos ecosistémicos argentinos - Jorge Morello - Silvia D. Matteucci - Andrea F. Rodríguez - Mariana Silva

to Phegornis mitchellii, que es una especie rara, poco conocida y amenazada (Birdlife International,
2011).

Pulsos naturales
En un ambiente con poca actividad biológica vegetal y lluvias tan pobres e irregulares no se espe-
ran pulsos grandes de actividad, pero si en las escasas zonas de vegetación de vegas y arbustales.
Un factor importante desencadenante del pulso es el aporte de aguas de deshielo; probablemente
sea el más regular con ciclo anual. Este aporte depende del clima en las altas cumbres.
Capítulo 2

A largo plazo, si se presentan sequías prolongadas, se podrían reducir y hasta secar los ojos de
agua y las pequeñas lagunas.
Podrían ocurrir eventos sísmicos imprevistos ya que el Complejo se encuentra en una zona de
riesgo sísmico moderado (INPRES, 2011).

Potencial natural de producción


En la Puna Salada existen evidencias de ocupación humana durante el Holoceno. En un estudio
arqueofaunístico, empleando la osteometría como técnica para discriminar entre especies, se cons-
tató que la diversidad de especies fue baja en todos los períodos y predominaron los camélidos, in-
cluso por sobre las chinchíllidos, cuyo uso fue decreciendo en el tiempo. En el Holoceno temprano
predominó la caza de los camélidos silvestres vicuña y guanaco. A fines del Holoceno medio y co-
mienzos del tardío se sigue cazando vicuña pero se detectan cambios osteométricos que podrían in-
dicar la domesticación de algunos camélidos. El incremento de uso de materia prima local y la apari-
ción de cambios tecnológicos indicarían una reducción de la movilidad residencial de las poblaciones
humanas, coincidente con la domesticación o la introducción de animales domesticados. En el Ho-
loceno tardío se habría consolidado la estrategia pastoril, lo que se evidencia también por la apa-
rición de corrales arqueológicos y la proliferación de estructuras arquitectónicas. A pesar de la se-
dentarización y la economía pastoril, la caza siguió practicándose en la Puna Salada (López, 2009).
Esta misma secuencia evolutiva de la economía durante el Holoceno se deduce de observaciones en
sitios arqueológicos en otros Complejos puneños (Olivera y Tchilinguirian, 2006). Más recientemen-
te se encontraron diferencias en las evidencias arqueológicas entre sitios más húmedos y con mayor
cantidad de vegas por aportes del deshielo (Cuenca de Pastos Grandes) y sitios planos y más áridos
(Salar de Pocitos), separados por pocos kilómetros. Mientras que el primero muestra una población
relativamente grande localmente asentada, el segundo parecería ser un lugar de paso (López, 2011).
El potencial agroproductivo es bajo. Las superficies rocosas ocupan el 48 % de la superficie del
Complejo y las salinas el 15 %, un total de 63 % de suelos no aptos. El 16 % de la superficie está
ocupada por Paleargides, que tampoco son cultivables. La extrema aridez es también una limitante
para el cultivo.
Un recurso importante es la vicuña silvestre, cuya población logró recuperarse a partir del ingreso
de nuestro país al Convenio Internacional de la Vicuña en 1971 (ver en Ecorregión Puna, más arri-
ba). Por ejemplo, en la reserva de Olaroz-Caucharí, la población silvestre incrementó de manera
sostenida desde 330 animales en 1973-74 a 6500 animales en 1993-94 (Canedi y Pasini, 1996).
Los datos del INDEC (2002) no registran a la vicuña, pero en los departamentos con una ocupación
de la Puna Salada mayor a 25 % y en los que predominan los pastizales naturales (Los Andes, La
Poma, Susques y Tumbaya), se crían caprinos, llamas, ovinos, asnales y bovinos, con amplio pre-
dominio de los primeros: 40 % de las cabezas son caprinos; 30 % llamas; 25 % ovinos; 3 % son
asnales y 4 % de bovinos; éstos últimos probablemente se crían en la Puna Semiárida de Tumbaya,
La Poma y Susques. En el Departamento de Los Andes, con 55 % de su territorio en la Puna Salada,

110
Ecorregión Puna - Silvia D. Matteucci

43 % de las cabezas son ovinos; 31 % caprinos; 21 % de llamas, 5 % de asnales y sólo 0,3 % de


bovinos. Todo el ganado se cría suelto y las vegas y las estepas arbustivas son los sitios de pastoreo
del ganado ya que no hay pasturas implantadas.
En la Puna Salada existe un gran potencial minero tanto en los salares como en los flancos de la
serranía de Sijes. Los minerales más abundantes son ulexita, borax, colemanita, hidroboracita y
otros compuestos de borato. Argentina es el tercer productor mundial de boratos siendo Salta la
provincia más importante. La producción abastece a la industria nacional y exporta a otros 29 paí-
ses (Albarracín et al., 2008).

Puna
La extracción de borato es una actividad importante que ocupa a unas 800 personas, sin embar-
go, produce contaminación del suelo y agua durante las tres etapas del ciclo de vida (extracción,
transporte e industrialización). Se ha medido la contaminación de suelo y agua producida por las
plantas industriales de refinamiento y ésta es elevada y persistente, al punto tal que a más de 20
años de cerrada una planta, aún las concentraciones de boro son riesgosas para la salud humana.
También se han medido concentraciones elevadas en ríos y arroyos (Albarracín et al., 2008).
En muchos de los salares se explota sal común y sulfatos y se han informado depósitos posible-
mente comerciales de litio y potasio en el salar Pozuelo de Salta. La mayoría de los salares con-
tienen salmueras metálicas ricas en litio, potasio y magnesio. Existe un proyecto en marcha de
explotación de salmueras en salar Rincón. Entre los minerales calcáreos abunda el ónix, que se ha
explotado en algunas canteras (Alonso y Viramonte, 2004). Las demandas de litio han incremen-
tado y seguirán incrementando a causa de los cambios tecnológicos en las fuentes de energía y en
metales para aviones. Los salares de la Puna tienen ventajas con respecto a los de otras regiones
con mayores aportes de agua porque la aridez de larga data ha permitido la concentración de mi-
nerales; además, la cantidad de impurezas es menor (Evans, 2008 a y b). La producción de litio en
los salares de Rincón, Olaroz y de Hombre Muerto ya ha sido estimada por empresas extranjeras y
hay varias ya instaladas o a punto de instalarse. Las empresas extranjeras se volcaron hacia Argenti-
na ante la negativa de Bolivia (Salar de Uyuni) de aceptar inversiones extranjeras para la explotación
de un recurso de interés para la seguridad nacional (Evans, 2008a).
El salar Salinas Grandes, compartido por Salta y Jujuy permite la cosecha artesanal durante todo
el año por su extensión y la profundidad de la costra (hasta 1,5 m) y la principal empresa explota-
dora tiene circuitos comerciales por todo el país (Gómez Espin et al., 2010). La Dirección de Mine-
ría y Recursos Energéticos de Jujuy diseñó el proyecto “Incorporación de Valor Agregado a la Sal de
la Puna”, con el propósito de obviar la intermediación para que los trabajadores jujeños del salar
Salinas Grandes puedan quedarse con los beneficios de la comercialización (Martínez et al., 2010).
Este proyecto está en etapa de diseño desde 2008 (Diario El Tribuno, 6 mayo 2011).
Los principales productos mineros son los concentrados de cobre y oro, bullón de oro y plata,
concentrados de plomo y plata, concentrado de zinc, sales de litio y sus productos secundarios
(cloruro y carbonato de litio), boratos naturales y sus productos derivados (bórax, ácido bórico,
etc.), sal común, arcillas, caliza, arena, canto rodado, granito, yeso, ripio, turba, triturados pé-
treos, perlita, rodocrosita, sulfato de sodio, piedra laja, mica. Sólo en la reserva provincial Olaroz-
Caucharí, existen 22 minas, de las cuales 7 son provinciales.
Los depósitos de plomo, zinc y plata, se encuentran en menor cantidad y más localizados que en
la Puna Semiárida.
Se ha detectado la presencia de litio, arsénico, boro y cesio en el agua destinada a uso humano
en varias localidades de la Puna Salada y de la Puna Árida (Concha et al., 2010). En un estudio re-
ciente se encontró litio en sangre y orina de mujeres y se sugiere que la exposición crónica al litio
podría estar asociada con hipotiroidismo (Broberg et al., 2011). Estos autores señalan la necesidad
de verificar la presencia de litio en el agua distribuida como potable.

111
Ecorregiones y complejos ecosistémicos argentinos - Jorge Morello - Silvia D. Matteucci - Andrea F. Rodríguez - Mariana Silva

La introducción de la trucha arco iris a principios de la década de 1960 desencadenó el interés


por la pesca deportiva y atrajo el turismo. Un estudio realizado en los ríos Los Patos y Aguas Calien-
tes, que desembocan en el salar del Hombre Muerto, sugieren que estas truchas alcanzan tamaños
mayores en las regiones templadas y templado-frías que en las tropicales y subtropicales (Barros y
Gonzo, 2004). Este podría representar un potencial productivo para la región.
Un recurso natural con potencial productivo lo constituyen las manifestaciones termales, las cua-
les según sus características podrían sustentar proyectos de generación de energía eléctrica o de
uso directo del calor (Pesce y Miranda, 2003). Hasta el presente, las fuentes termales de la Puna
Capítulo 2

han sido aprovechadas mayormente por la industria del turismo termal en Salta y Jujuy y en menor
grado para calefacción de invernaderos y de viviendas, y para la piscicultura. Existen numerosas
manifestaciones termales (manantial, perforación, fumarola, geyseres, entre otros) en la Puna Sa-
lada y Altos Andes (Pesce y Miranda, 2003), con posibilidades de aprovechamiento como contribu-
ción al desarrollo de las economías locales.
Otro potencial productivo en crecimiento es la industria turística, que ha incluido a los salares
en los circuitos turísticos (Gómez Espin et al., 2010). La infraestructura turística de uso público es
incipiente, con un restaurant construido con bloques de sal y la venta de artesanías talladas en sal
por los lugareños.
En la última década se han descubierto acuíferos en los Altos Andes que podrían contribuir a me-
jorar la producción y calidad de vida de la Puna Salada, si son manejados adecuadamente.

Protección de la naturaleza
El 29 % de la superficie del Complejo Puna Salada está protegida por la Reserva Provincial Los An-
des, creada para la protección de la vicuña (compartida con la Ecorregión Altos Andes)
El 6 % de la superficie del Complejo está protegido por la Reserva Provincial Olaroz-Caucharí,
cuyo objetivo es la protección de la vicuña, decretada área importante para las aves (Birdlife Inter-
national, 2011)
En total, este Complejo tiene el 35 % de su superficie bajo protección.

SUBREGIÓN MERIDIONAL
Complejo Puna Árida
Tipos esenciales de vegetación
En la Puna árida predominan las estepas arbustivas y graminosas, con baja cobertura vegetal,
peladares con muy escasa cobertura vegetal y la vegetación asociada a las vegas, en que la co-
bertura vegetal es muy alta. En todos los casos, la vegetación es baja, inferior a 1,5 m, y de perfil
simple, con uno o dos estratos. Fuera de las vegas, la vegetación es xerófica. Muchos de los cono-
cimientos sobre la vegetación y el uso de la tierra provienen de los estudios hechos en la Reserva
de la Biósfera Laguna Blanca que abarca la interfase Monte de Sierras y Bolsones-Puna Árida-Altos
Andes.

Ubicación
Su porción Norte desde los 24,11° a los 26,56 ° Lat Sur, se extiende paralela al Complejo Puna
Salada, separado por la Ecorregión Altos Andes y se prolonga hasta los 28,31° Lat Sur. Hacia el
Oeste limita con la Ecorregión Altos Andes y hacia el Este con la Ecorregión Monte de Sierras y
Bolsones y, en un corto trecho, con la Prepuna.

112
Ecorregión Puna - Silvia D. Matteucci

En Salta ocupa parte de los Departamentos Los Andes, Rosario de Lerma, La Poma, Cachi, Los Mo-
linos y San Carlos; en Catamarca atraviesa los departamentos Antofagasta de la Sierra, Santa Marta,
Belén y Tinogasta, y penetra apenas en La Rioja hasta el Norte del departamento Vinchina.
El Complejo tiene una superficie de 23.450 km2.

Clima
El clima es seco y frío, con fluctuaciones diarias muy amplias. Las lluvias no superan los 100-250 mm
anuales y ocurren entre Diciembre y Marzo. Existe una estación meteorológica en su extremo Norte (San

Puna
Antonio de los Cobres), que registra precipitación media anual de 104 mm, más del 90 % de la preci-
pitación cae de Enero a Marzo. La temperatura media anual es de 9 °C, los meses más cálidos son No-
viembre a Febrero con media mensual de 12 °C; el mes más frío es Julio con 2 °C. Las temperaturas me-
dias máxima y mínima son 16 y -2 °C, respectivamente. La humedad relativa media anual es de 44 % y
no sube de 60 % en los períodos más húmedos. Las heladas son muy frecuentes y ocurren durante todo
el año, preferentemente entre Abril y Octubre. Los vientos son fuertes y permanentes.

Geología y geomorfología
El Complejo Puna Árida, al igual que los demás Complejos de La Puna, es un gigantesco bloque
elevado, originado durante la orogenia andina durante el Terciario y salpicado con cerros de mayor
altura, que pueden llegar hasta los 5000 m. La altitud media es de 3800 metros. El rumbo predo-
minante de los alineamientos montañosos es de Nordeste a Sudoeste. El basamento más antiguo
de estas elevaciones está recubierto por sedimentos posteriores. La sedimentación de mayor es-
pesor se encuentra en los bajos intermontanos. La Puna Árida está separada en dos bloques por la
cordillera de San Buenaventura que corre de Oeste a Este. Presenta algunas lagunas en la zona de
Antofagasta de la Sierra, mostrando la presencia de cuencas endorreicas, pero a diferencia de los
Complejos anteriores, la mayor parte del territorio tiene cursos de agua exorreicos, que descienden
desde los Altos Andes hacia el Monte de Sierras y Bolsones directamente o atravesando la Prepuna.
Las cuencas endorreicas, de las cuales la más importante es Laguna Blanca, se encuentran en un
bolsón de origen tectónico con dirección predominante N-S, rodeado de serranías de entre 3200 y
5000 m de altitud. La extensión de los cuerpos de agua es muy variable a lo largo del año. Local-
mente estas cuencas son llamadas hoyadas y comprenden extensas planicies (campos). En general
son áreas reparadas del viento y el clima y es donde se concentra la población. Las planicies están
rellenadas con detritos provenientes de la erosión de las sierras vecinas y de la meteorización local.
También se encuentran lagunas terminales, que se forman por la interrupción de los ríos por cola-
das de lava provenientes de la actividad volcánica, que es frecuente en el Complejo.

Patrones recurrentes
Los patrones de distribución de los tipos de vegetación están influidos por la topografía y los
suelos. La topografía determina los sitios de acumulación de agua y los suelos por el material su-
perficial. En la reserva de la biósfera Laguna Blanca, que se extiende en el ecotono Altos Andes-
Puna Árida-Monte, se identificaron 6 tipos de cobertura (Borgnia et al., 2006): estepas arbusti-
vas, estepas graminosas, estepas mixtas, vegas, salinas y peladares. No todos los tipos vegetales
descriptos pertenecen a la Puna Árida. Las estepas arbustivas y graminosas se clasificaron en tres
tipos según la especie dominante, y las mixtas según la especie de gramínea presente.
Las estepas arbustivas están formadas principalmente por arbustos y subarbustos y una baja co-
bertura de herbáceas. Las especies dominantes pueden ser Fabiana sp (tolillares) o Acantholippia

113
Ecorregiones y complejos ecosistémicos argentinos - Jorge Morello - Silvia D. Matteucci - Andrea F. Rodríguez - Mariana Silva

(rica-ricales), con cobertura total entre 10 y 30 %. Los tolillares están dominados por Fabiana frie-
sii, Fabiana punensis o Fabiana densa y Baccharis boliviensis, acompañadas por Adesmia horrida, Ju-
nellia seriphioides, Acantholippia salsoloides, Astragalus arequipensis y Larrea cuneifolia. La altura de
los tolillares y la especie de Fabiana dominante depende de la altitud y de la humedad del suelo.
En general dominan en los sectores de montañas bajas y en las laderas de conos aluviales; los to-
lillares altos se asocian a las vegas húmedas de los ríos o que rodean la laguna. Los rica-ricales es-
tán dominados por Acantholippia salsoloides, acompañada por A. horrida y J. seriphioides o especies
del género Senecio (S. subulatus, S. filaginoides); en menor proporción se encuentran las especies
Capítulo 2

Ephedra breana, Lycium chañar y Maihueniopsis sp.


Las estepas graminosas tienen un piso de gramíneas y arbustos dispersos, plantas en cojín y cac-
táceas. La cobertura total es de 20 a 30 % y la altura de 20 a 45 cm. Las gramíneas dominantes pue-
den ser Festuca spp, o Stipa spp o Panicum chloroleucum. Las estepas graminosas de P. chloroleucum,
con una altura media de 20 cm, se asocian con arbustos A. horrida, A. salsoloides y J. seriphioides,
que se encuentran muy dispersos. En las áreas de piedemonte con mayor permeabilidad dominan
las estepas graminosa de P. chloroleucum y de Stipa spp, esta última en los sectores más altos y se-
cos. Las estepas graminosas de Festuca spp (F. orthophylla y F. chrysophylla), con una altura media
de 45 cm, se encuentran en zonas de suelo arenoso, en los sectores bajos y húmedos de las monta-
ñas bajas y en los torrentes dendríticos de los glacis. Como acompañantes aparecen Papophorum sp,
A. salsoloides, L. chañar, Adesmia sp, Microsteris gracilis, Ephedra breana y la cactácea Maihueniopsis
sp. Las estepas graminosas de Stipa spp tienen una altura media de 23 cm y están codominadas por
Stipa frigida y Stipa vaginata, con Deyeuxia cabrerae, Mulinum echinus y J. seriphioides como acom-
pañantes. Se encuentra en las áreas de piedemonte con mayor permeabilidad junto con la estepa
graminosa de P. chloroleucum pero en los sectores más altos y secos.
Las estepas mixtas son muy parecidas a las graminosas y arbustivas pero tienen una mayor cober-
tura de gramíneas y con baja proporción de plantas en cojín y cactáceas. La cobertura total es de
19 a 25 % y la altura media entre 15 y 50 cm. Los dos tipos más importantes son la de Stipa y la de
Panicum. La estepa mixta de Stipa spp se asocia a los arbustos Fabiana punensis o J. seriphioides, con
A. horrida o Baccharis incarum. Se encuentran en la porción alta del piedemonte, cerca de las mon-
tañas y en las pendientes de los glacis. En la estepa mixta de Panicum chloroleucum esta gramínea
se asocia con los arbustos A. salsoloides y Senecio subulatus, acompañados por Aristida subulata,
Chondrosum simplex, Junellia seriphioides, A. horrida, F. densa y Maihueniopsis sp. Se encuentra en
los piedemontes altos, cerca de las montañas fuera de los conos aluviales y en el sector montañoso
aparece en las partes bajas, en los sitios de acumulación de arena (Borgnia et al., 2006). Algunas
de estas especies son compartidas con los arenales del Monte de Sierras y Bolsones.
Las vegas y pastizales de vega tienen una cobertura vegetal elevada, entre 70 y 95 %. Hay mu-
chas variantes de vegas, cuyas características biológicas y extensión dependen de las condiciones
hídricas del ambiente y de la salinidad. En las vegas salinas se encuentran Amphiscirpus nevadensis
y Distichlis humilis. En las vegas no salinas se registraron Arenaria catamarcensis, Juncus arcticus,
Juncus imbricatus, Cortaderia rudiuscula, Deyeuxia brevifolia, Eleocharis albibracteata, Festuca ar-
gentinensis, Distichlis spicata, Baccharis acaulis, Puccinellia frigida, Mulinum spinosum, Scirpus sp,
Triglochin palustris, Muhlenbergia peruviana, Chondrosum simplex, Deyeuxia polygama, Hordeum ha-
lophilum (Borgnia et al., 2006).
Las salinas se encuentran en el piedemonte bajo, en los sectores más secos de las posiciones ba-
jas. Los peladares, con escasa vegetación y 80 a 95 % de suelo desnudo, generalmente pedregoso,
tienen vegetación rastrera, plantas en cojín y arbustos muy dispersos. Entre las especies se regis-
traron Senecio subulatus, Sarcocornia pulvinata, Frankenia triandra, Distichlis humilis, A. salsoloides.
Hacia el Sur del Complejo, en suelos de piedra pómez a 3368 msnm, la vegetación predominan-

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Ecorregión Puna - Silvia D. Matteucci

te es arbustos bajos separados entre sí por distancias de aproximadamente 1 m. Entre los arbustos
predomina la rica-rica (Achantolippia sp) y hay algunos ejemplares de Nicotiana petunioides y Chu-
quiraga erinaceae, Lecanophra sp y Hoffmannseggia sp. A menor altitud (3400 m), sobre suelos sa-
linos se encuentra Juncus sp con Distichlis sp y en suelos ripiosos de pendientes suaves de cono de
deyección aparece un arbustal bajo de Junellia sp, Acantolippia cf hastulata, Adesmia spp, Lampaya
sp y Hoffmannseggia sp. A medida que incrementa la elevación, la vegetación se dispersa y aparece
una cactácea Maihueniopsis glomerata y el arbusto Chuquiraga erinacea. En pendientes mayores y
suelos pedregosos aparece Ephedra sp (cola de caballo) A orillas del río hay pastizales de Deyeuxia

Puna
nardifolia y Stipa speciosa con el arbusto Junellia (González y Würschmidt, 2008).

Pulsos naturales
Al igual que en el resto de la Puna, los pulsos naturales dependen de la situación hídrica y de la
temperatura. En la época estival, de lluvias, incrementa la productividad primaria neta y aparece la
vegetación a partir de la germinación de semillas almacenadas en el suelo o de brotes de yemas en
reposo y del reinicio de la actividad de plantas poiquilohídricas. A escalas temporales más grandes,
se producen ciclos de reposo-actividad causados por sequías prolongadas.
El Complejo se encuentra en una zona sísmica de riesgo moderado a elevado y se producen de-
rrubios de ladera y escombreras.

Potencial natural de producción


En el Complejo Puna Árida hay evidencias de ocupación humana intensiva en el Holoceno Medio,
desde 8000 hasta el 4000 AP. Los sitios estudiados muestran un uso intensivo de la vegetación para
diferentes propósitos (alimentación, camas, abrigos funerarios, sogas y ataduras, herramientas de
madera, etc) con especies locales y otras traídas de zonas bajas relativamente lejanas, como el Monte
y la selva de Yungas. Este período es más seco que el anterior y la ocupación continua se interpreta
como resultante del traslado de los pobladores y sus camélidos desde tierras bajas más secas y su
concentración alrededor de humedales de altura en las zonas más altas. Esta observación está apo-
yada por la falta de evidencias de ocupación durante el Holoceno temprano. La presencia de restos
de plantas exóticas y de artefactos fabricados con vegetales provenientes de otras regiones da fe de la
movilidad de los pobladores y del intercambio de bienes entre localidades alejadas (Rodríguez, 2005;
Pintar, 2009). En el Holoceno tardío la movilidad se redujo considerablemente (Rodríguez, 2008).
El uso actual predominante de la tierra es el pastoreo de rebaños mixtos de cabras, ovejas y lla-
mas sobre pastizales y arbustales naturales, en una economía de subsistencia, sin excedentes (Manzi,
2008). Con una cubierta vegetal tan heterogénea, los animales tienden a concentrarse en los sitios
de mayores recursos alimenticios, que son los que cubren menor proporción de la superficie total.
Sólo se cultiva alfalfa en los bordes de los ríos. Los productos que se obtienen son carne fresca o char-
queada, leche, queso, embutidos de sangre, lana, fibra y cueros, complementados con productos
de caza de animales silvestres (algunos protegidos) y recolección (huevos de aves, pesca de truchas,
recolección de vegetales). Se comercia sólo lo suficiente como para obtener artículos industrializados
como azúcar, yerba mate, harina, vestimenta. Si bien la educación ha mejorado con la instalación de
escuelas nuevas, sólo una pequeña proporción de la población recibe educación primaria y secunda-
ria, y los que lo hacen emigran ante la falta de incentivos locales. Una proporción muy pequeña de la
población tiene ocupaciones no pastoriles, en puestos de la administración pública, poseen comer-
cios de ramos generales o son vendedores trashumantes (Manzi, 2008).
En la reserva de la biósfera Laguna Blanca hay una importante población de vicuñas protegidas, a
pesar de lo cual se han registrados casos de caza ilegal (Borgnia et al., 2008). Las vicuñas de la reserva

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Ecorregiones y complejos ecosistémicos argentinos - Jorge Morello - Silvia D. Matteucci - Andrea F. Rodríguez - Mariana Silva

compiten por el escaso alimento con los asnos asilvestrados, el ganado vacuno y el caprino. Las vicu-
ñas son generalistas en el uso del hábitat pero invierten esfuerzo en pastorear las vegas, mientras que
el ganado se especializa en la vegetación de vegas, donde los pastores los conducen para el pastoreo.
La competencia se obvia porque las vicuñas se desplazan a sitios subóptimos donde pueden subsis-
tir por las adaptaciones a ambientes desérticos. Es probable que se produzca segregación temporal
entre vicuñas y ganado y que las vicuñas aprovechen las vegas cuando el ganado es llevado a otros
sitios, lo cual justificaría la gran cantidad de restos de vegetación de vega en las heces de las vicuñas.
Las vicuñas requieren beber agua todos los días y el acceso a fuentes de agua es esencial para su su-
Capítulo 2

pervivencia. Se esperaría que en ausencia de ganado la vicuña usaría las vegas con más frecuencia y
podría incrementar su población (Borgnia et al., 2008). Esto confirmaría una observación previa de
que la vicuña se mueve diariamente a la mañana temprano del tolar a la vega, donde pastorea la ma-
yor parte del tiempo y a la tarde pasa al tolar, que está cerca de su sitio de descanso nocturno cerca
de las montañas (Renaudeau d’Arc et al., 2000). En el año 2003 se realizó por primera vez la esquila
de vicuñas en estado silvestres en la Reserva de la Biósfera Laguna Blanca, con la participación de po-
bladores del pueblo Laguna Blanca, y la experiencia ha continuado con éxito, al menos hasta 2007.
En la Puna Árida hay sólo cultivos de subsistencia. Se cultivan hortalizas varias (Paoli, 2002).
Este Complejo también tiene potencial minero. Salta es la principal proveedora de perlita del país
gracias a los centros de producción de la zona de San Antonio de los Cobres. El Salar Diablillos, com-
partido con los Altos Andes, se encuentra a 4000 m de altitud y tiene 7000 ha. Presenta sectores de
alteración hidrotermal de tipo sericítica-argílica, silice con alunita y turmalina e importantes tenores
de oro. Otra zona minera es La Hoyada, ubicada en el faldeo austral de la cordillera de San Buenaven-
tura a 4000 m de altitud, en el límite con la Ecorregión Altos Andes. Contiene cobre porfírico con cal-
copirita, molibdenita, calcosina, bornita y esfalerita. Por último, el Complejo Cerro Blanco, ubicado
en la Cordillera de San Buenaventura, con picos a 4000 y 4900 m de altitud, también en el límite con
los Altos Andes, contiene porfiritas dacíticas y riodacíticas del permotriásico, andosita del pleistoce-
no, con sectores de alteración hidrotermal con mineralización diseminada de sulfatos y vetiforme con
pirita, caleopirita y chispas de oro nativo.
La Puna Desértica cuenta con manifestaciones termales con potencial para uso directo del calor
y en la actualidad se emplean en baños termales y calefacción en industrias y doméstica. La gran
mayoría de las manifestaciones termales son pozos y manantiales y existen arroyos, ríos y lagunas
(Pesce y Miranda, 2003).

Protección de la naturaleza
Reserva Provincial Los Andes: una pequeña porción penetra en el Norte del Complejo Puna Árida
y protege el 2,5 % de su territorio. El 9 % del territorio del Complejo está protegido por la Reserva
de la Biósfera Laguna Blanca, compartida con la Ecorregión Altos Andes, y dentro de la cual se en-
cuentra la Reserva Provincial Laguna Blanca, creada para proteger la vicuña.
En total, este Complejo tiene el 11,5 % de su superficie bajo protección.

Complejo Puna Desértica


Tipos esenciales de vegetación
El tipo de vegetación dominante es la estepa arbustiva, con arbustos de medio a un metro de al-
tura que crecen muy esparcidos. Está muy relacionada con la vegetación de la Ecorregión del Monte
de Sierras y Bolsones, con la cual comparte géneros de la flora como Junellia, Fabiana, Chuquiraga y
Nardophyllum.

116
Ecorregión Puna - Silvia D. Matteucci

Ubicación
Se extiende desde los 27,88 a los 31,43° Lat Sur en los ambientes fisiográficos serranos del Oeste
de las provincias de La Rioja y San Juan. Atraviesa los departamentos Vinchina y General Lamadrid en
La Rioja, penetrando apenas en el departamento Coronel Felipe Varela. En San Juan, cruza los depar-
tamentos Iglesia, Jáchal, Ullum, y entra apenas en los departamentos Calingasta y Zonda. Cubre una
superficie de 1.390.000 ha.
Hacia el Oeste limita en gran parte de su recorrido con la Ecorregión Altos Andes y en extremo Sur
con la Ecorregión Monte de Sierras y Bolsones, con la cual limita hacia el Este en toda su extensión,

Puna
de modo que parece entrar como una cuña en el Monte.
Ocupa una superficie de 13.734 km2. Se separa como Complejo aparte sólo por las condiciones
climáticas, que son más secas y menos frías que las de la Puna Árida.

Clima
El clima es desértico, con gran amplitud térmica diaria y estacional, escasas precipitaciones, baja
humedad relativa, veranos cortos, elevada radiación solar, escasa nubosidad y gran transparencia
atmosférica. Está influido por los vientos del SE y del NO. Los primeros son frescos en verano y he-
lados en invierno, mientras que los del NO son cálidos siempre. Las precipitaciones son continen-
tales, estivales, con muy baja frecuencia media de días con lluvia. Los vientos predominantes pro-
vienen del sector Sur-Este y durante los meses de Agosto a Septiembre el viento Zonda y el viento
Norte son casi constantes.
No hay estaciones meteorológicas en este Complejo, ni cerca. Se dispone de algunos datos ob-
tenidos en el Yacimiento Zancarrón, ubicado al Oeste del Complejo Puna Desértica, dentro de la
Ecorregión Altos Andes, a 4050 msnm. No representa exactamente al Complejo porque la altitud
de este último es menor. Además, las mediciones realizadas son de corta duración (1987, 1988 y
1989). Las temperaturas media, mínima y máxima de Julio fueron -1,3 °C, -26 °C y 30 °C, respecti-
vamente. Las temperaturas media, mínima y máxima de Septiembre fueron 2,3 °C, -20 °C y 40 °C,
respectivamente. A partir de estos datos, de otros obtenidos en la Cordillera a altitudes de alrede-
dor de 3000 m y de antecedentes aislados, se estimó que las temperaturas medias anual, máxima
y mínima son 1 °C, 7 °C y -6 °C, respectivamente, mientras que las máxima y mínima absolutas son
de 40 °C y -30 °C. En el invierno se producen temperaturas relativamente altas por influencia del
viento Zonda. La amplitud térmica anual (invierno-verano) es del orden de los 70 °C. La precipita-
ción media anual incrementa hacia el Sur y el Oeste; en la porción Norte del Complejo Puna Desér-
tica es de 100-150 mm y hacia el Sur en Los Altos Andes es de 300 mm (Subsecretaría de Minería
de La Nación, 1994). Otras estaciones meteorológicas del Complejo se encuentran en las llanuras y
bolsones de las cuencas tectónicas y no son representativas del clima de la precordillera.
Localmente, el relieve y la topografía generan una variedad de microclimas que dependen de la
altitud, exposición al sol y a los vientos.

Geología y geomorfología
El Complejo Puna Desértica comprende la precordillera de La Rioja y San Juan, sistema orográfico
que recorre longitudinalmente ambas provincias. Está formado por altos cordones montañosos que
forman una sucesión de valles longitudinales.
Los paisajes actuales son los característicos de las áreas modeladas en las primeras etapas del ci-
clo geomorfológico árido, de áreas montañosas fuertemente positivas, rodeadas por conos de de-
yección, abanicos coalescentes y bolsones interserranos. En esta etapa de evolución del paisaje la

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Ecorregiones y complejos ecosistémicos argentinos - Jorge Morello - Silvia D. Matteucci - Andrea F. Rodríguez - Mariana Silva

vinculación entre las geoformas y los suelos es conspicua, estando esencialmente condicionada por
el control sobre la granulometría de los materiales ejercida en los procesos de modelado fisiográfico.
Los depósitos, mayormente Cuaternarios, incluyen desde grandes rodados y bloques en el pie de las
quebradas hasta arenas finas, limos y arcillas en el fondo de los valles interserranos.
Los principales cordones montañosos tienen rumbo NNE-SSO en la porción Norte y Norte-Sur
en las porción austral, y sus picos alcanzan los 3500 m de altitud. Se destaca el sistema de falla-
miento formado por fallas inversas de bajo ángulo y pliegues anticlinales y sinclinales asimétricos,
orientadas paralela o subparalelamente a los cordones. El piedemonte occidental está formado por
Capítulo 2

abanicos aluviales escalonados de 6 a 13 km de longitud, que constituye el límite oriental de la de-


presión tectónica ubicada entre este Complejo y los Altos Andes.
En los cordones están las nacientes de los ríos que bajan hacia Oeste y Este, a los bolsones más
bajos de la Ecorregión de Monte de Sierras y Bolsones y son los responsables de los depósitos Cua-
ternarios que rellenaron las cuencas tectónicas ubicadas entre la cordillera frontal (Ecorregión Altos
Andes) y la precordillera (Puna Desértica) (Perucca y Martos, 2009).
Los ríos y arroyos incrementan su caudal en la época estival por las lluvias en la alta cuenca y por
el deshielo. Existe riesgo de inundación en los valles cuando se producen eventos de tormentas de
gran magnitud y corta duración y en años de alta precipitación nívea en la cordillera. El Complejo
está atravesado de Norte a Sur en gran parte del sector Norte por el río Blanco, que corre en el valle
entre las Sierras del Volcán y de Punilla al Este y los cordones de San Guillermo, de las Carachas, de
Santa Rosa y del Cajón de la Brea por el occidente. Estos cordones se suceden de Sur a Norte, en-
garzando uno con otro. El río Blanco se alimenta principalmente de los ríos y arroyos que bajas de
los Altos Andes; los arroyos que lo nutren desde la precordillera, ubicada al oriente, son temporales,
de origen pluvial y de escasa magnitud. Los mayores caudales de este río y de otros cuyas nacientes
se encuentran en los Altos Andes, coinciden con los deshielos que ocurren entre Octubre y Marzo.
El río Blanco no contribuye a la recarga del acuífero, ya que circula sobre formaciones impermeables
y sobre la línea de valle.
Los llanos de altura, dentro del Complejo Puna Desértica, constituyen formaciones geológicas muy
antiguas, cubiertas de sedimentos cuaternarios e inclinados levemente hacia el Este. A diferencia de
los bolsones bajos no son cuencas tectónicas, sino de origen fluvial o fallas menores. El llano de San
Guillermo, por donde circula el río San Guillermo que atraviesa el Complejo de NO a SE y desemboca
en el río Blanco, está formado por depósitos de piedemonte provenientes de los cerros vecinos. Algu-
nos de estos ríos, como el Blanco, podrían ser anteriores al levantamiento orogénico y se encuentran
encajonados. También se encuentran depósitos eólicos sobre relieves planos o inclinados formado un
pavimento desértico (Suvires, 2007). Son frecuentes los pavimentos y barniz del desierto, causados
por fenómenos de erosión hídrica de los escasos flujos laminares, meteorización física y erosión eólica
actuando sobre una superficie sin vegetación en el extremo superior de los abanicos aluviales (Perucca
y Martos, 2009). Los procesos geomorfológicos actuales son la erosión fluvial, el termoclastismo y la
remoción en masa, con riesgo de aluviones detríticos y deslizamientos.

Patrones recurrentes
Al igual de lo que ocurre en toda la Puna, los patrones recurrentes están modelados por asocia-
ciones entre topografía, suelos, materiales de superficie y vegetación, influidos por la altitud y la
exposición.
Los estudios más completos y detallados sobre ambientes y vegetación se realizaron en la Re-
serva de la Biósfera San Guillermo, que comprende tres ecorregiones: Altos Andes, Monte y Puna
(Complejo Puna Desértica). El área intangible de la reserva es el Parque Nacional San Guillermo,

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Ecorregión Puna - Silvia D. Matteucci

con el 85 % de su extensión en la Puna Desértica. Sólo el 29,4 % de la superficie de la Reserva de


la Biósfera San Guillermo se encuentra en la Puna Desértica.
Cajal (1998) distingue, en la porción de la Reserva de la Biósfera San Guillermo ubicada en la
Puna Desértica, tres tipos de hábitat de la vicuña: los llanos, las laderas no rocosas y las laderas
rocosas. Los llanos tienen cobertura vegetal inferior a 5 % y ocasionalmente llegan a 10 %. Pre-
dominan los pastizales y comunidades con cactáceas en las superficies pedregosas y arbustales en
los llanos de mayor pendiente. Las gramíneas características son la Stipa frigida y la Stipa cf spe-
ciosa. Entre las cactáceas se destaca Mahiueniopsis glomerata y los arbustos están representados

Puna
por Adesmia horrida, Lycium chañar y Lycium cfr chilense. Además existen caméfitos en cojín, como
Adesmia nanolignea y numerosos geófitos y terófitos como Sphaeralcea mendozana, Phacelia sinuata
y Chenopodium sp. Los llanos están atravesados por vegas en los bordes de cursos de agua perma-
nentes, formadas por vegetación herbácea de césped y cojines, con plantas geófitas y gramíneas
de altura media con Deyeuxia sp, Festuca sp y Juncus balticus.
Las laderas no rocosas de pendientes suaves están cubiertas de pastizal muy bajo, arbustos de-
ciduos y plantas en cojín. Las especies perennes más importantes son Stipa frigida, Stipa speciosa,
Adesmia horrida y A. nanolignea.
En las laderas rocosas, con afloramientos y barrancas en pendientes muy pronunciadas, la vege-
tación predominante es pastizal bajo de Stipa spp. Por encima de los 3900 m de altitud, la vege-
tación herbácea es muy baja, con especies geófitas dispersas (Nototriche sp, Chaetanthera sp). Por
debajo de dicha altitud domina el arbustal, siendo las especies más abundantes Lycium fuscum,
Fabiana denudata, Lycium chañar y Adesmia horrida, dispersos en un pastizal de Stipa spp (Cajal,
1998).
En un trabajo más reciente llevado a cabo en la Reserva de la Biósfera San Guillermo, se iden-
tificaron 12 comunidades vegetales y cinco unidades fitogeográficas, dentro de 10 unidades fi-
siográficas delimitadas sobre imágenes satelitales (Martínez Carretero et al., 2007). Las unidades
fitogeográficas son: monte, cardonal, puna, altoandino y vegas. En el Complejo Puna Desértica se
encuentran presentes las unidades fisiográficas puna y vegas, y podrían incluirse los ecotonos pu-
na-monte y altoandino-monte. En los llanos pedregosos con evidencias de meteorización quími-
ca, domina el matorral bajo, deciduo, de muy baja cobertura, con Lycium chañar, Adesmia horrida
y la cactácea Maihueniopsis ovata. En los surcos de escurrimiento se encuentra Ephedra multiflora,
Acantholippia deserticola, Atriplex deserticola, entre otras. En llanos no pedregosos predominan los
arbustos bajos con suculentas y numerosas caméfitas pulvinadas, como Adesmia nanolignea, Azo-
rella cryptantha y A. trifurcara. Los arbustos Phacelia cuminghii, Chenopodium frigidum, Adesmia
capitellata, Hymenobolus procumbens, etc., se encuentran muy dispersos y ocupan los espacios
abiertos entre las caméfitas. Las partes bajas de las laderas rocosas de exposición Norte y Nordeste
están dominadas por Lobivia formosa y las partes altas expuestas al viento por Baccharis incarum.
En laderas de suelos rocosos con matriz arenosa e intensa erosión hídrica aparece el matorral muy
bajo y abierto de Ephedra rupestris en comunidades casi puras; en suelos arenosos profundos se
encuentran comunidades de Artemisia echegarayi y en las crestas de lomadas con suelo muy super-
ficial las de Fabiana densa. Los matorrales de Lycium chañar están muy distribuidos en los llanos y
piedemonte, con Chuquiraga erinacea en suelos moderadamente salinos y en suelos superficiales y
con Adesmia echinus en sectores de suelos con proporciones variables de materiales finos y gruesos
y diversa capacidad de retención hídrica en los que la capa superficial sufre movimientos y pliegues
al congelarse el agua. En bolsones llanos con acumulación de carbonatos a los 50 cm dominan la
gramínea Jarava chrysophylla (Stipa chrysophylla) y los arbustos Fabiana denudata, Lycium fuscum,
entre otros. Los pastizales de Jarava chrysophylla var chrysophylla se continúan hacia el Norte en la
Puna Desértica de La Rioja. Esta comunidad presenta algunas especies altoandinas, como Adesmia

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Ecorregiones y complejos ecosistémicos argentinos - Jorge Morello - Silvia D. Matteucci - Andrea F. Rodríguez - Mariana Silva

subterranea y A. horrida, indicando la transición con la Ecorregión Altoandina vecina. Los pastizales
de Jarava speciosa var abscondita se desarrollan en la parte distal de los piedemontes locales y en
bordes más bajos de morenas laterales; las especies acompañantes son Gayophyton micranthum,
Chenopodium sp, Fabiana denudata, Kurzamra pulchella, etc. En los afloramientos rocosos de ex-
posición Norte, más cálidos, se encuentran los matorrales espinosos de Lycium fuscum y en las ex-
posiciones Este-Sudeste, los de Adesmia pinifolia, acompañada de Melica chilensis, Jarava vaginata,
Calceolaria pinifolia, etc. En el trabajo de los autores se encuentran listas de especies de las comu-
nidades vegetales (Martínez Carretero et al., 2007).
Capítulo 2

En el extremo Sur del Complejo Puna Desértica se ha creado la reserva privada de usos múltiples
Don Carmelo. En ésta se han registrado elementos del Monte y de la Puna, y algunas especies al-
toandinas. Predomina el arbustal con Junellia seriphioides y Ephedra breana. La fisonomía dominan-
te es la de un matorral abierto que decrece en altura hasta aproximadamente a los 3000 msnm,
donde comienza a dominar el pastizal de Stipa sp. Las especies dominantes del Monte, que rodea
a la reserva por tres lados, son Larrea divaricata, Monttea aphylla, Gochnatia glutinosa y Trycicla spi-
nosa (Márquez, 1999).

Pulsos naturales
El pulso anual irregular está desencadenado por las precipitaciones y el deshielo en el período
estival, que producen un incremento rápido de la productividad primaria. En los valles intermon-
tanos la cobertura verde puede permanecer hasta pasado el invierno por estar más protegidos de
los vientos y de la insolación (sombra de las sierras), la evapotranspiración debe ser menor en es-
tos parajes.
En eventos de lluvias torrenciales o por deshielo de mantos, ocurren arroyadas, que producen
erosión hídrica e interrumpen las conexiones entre localidades y especialmente en el proyectado
corredor bioceánico del Mercosur (Rutas Nacional 40 y Provincial 150), hacia el Oeste (Nozica et al.,
2008). Este pulso es irregular en el tiempo.
A escala temporal intermedia, el estudio de las características sísmicas, tectónicas y morfológi-
cas muestra que en La Rioja y San Juan (y Mendoza) hay una asociación estrecha entre las grandes
estructuras y la localización de eventos sísmicos superficiales, con diferencias en el riesgo sísmico.
El Complejo Puna Desértica está incluido en una zona de alto riesgo, en la que se han producido los
terremotos más destructivos del país en 1894, 1944 y 1977. Los autores recomiendan la realiza-
ción de estudios neotectónicos detallados dentro del marco de los planes de reducción del riesgo,
para definir sobre bases científicas las obras de infraestructura y la expansión urbana (Perucca y
Bastías, 2006). En la Sierra de La Punilla, que bordea al Complejo por el oriente, se han producido
al menos 37 sismos entre 1931 y 2007. Aunque la sismisidad superficial actual es baja, algunos
autores consideran que la zona reviste un elevado peligro sísmico para un futuro próximo (Perucca
y Angilieri, 2008). Se ha sugerido que deben solicitarse estudios específicos de riesgo sísmico para
todo proyecto productivo, especialmente para los mineros (Nozica et al., 2008).
A escala temporal mucho mayor, en tiempo geológico, se han producido cambios climáticos.
Estudios paleoclimáticos demuestran que la zona ha estado sometida a cambios climáticos, con
climas más fríos y húmedos alternando con períodos más cálidos y secos. Antes del Cuaternario,
en períodos húmedos predominó el arrastre de materiales hacia los valles por la gran capacidad
de transporte de materiales de los ríos. Desde el Cuaternario, el clima tiende hacia la aridización y
actualmente los procesos de formación son predominantemente eólicos (Perucca y Martos, 2009),
aunque también se producen deslizamientos de tierra e inundaciones en los bolsones vecinos en
eventos extraordinarios de lluvia o deshielo.

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Ecorregión Puna - Silvia D. Matteucci

Potencial natural de producción


La presencia de evidencias arqueológicas da cuenta de la presencia del ser humano desde princi-
pios del Holoceno. Un trabajo realizado en la región de San Guillermo, al Norte del Complejo Puna
Desértica mostró que ésta fue una zona de caza de vicuña de distintos grupos humanos a lo largo
del desarrollo de la etapa indígena. Se encontraron yacimientos que evidenciaron estaciones de
cacería de cazadores-recolectores y construcciones en forma de pircas (muros de piedra de diver-
sas alturas y funciones) de grupos de los períodos agropecuarios medio y tardío. También se halló
evidencia del establecimiento permanente de grupos de la época incaica representados por un gran

Puna
número de construcciones identificadas como tambos que están distribuidos en forma estratégica
para la vigilancia, control y explotación de la fibra de vicuña. Los hallazgos mostraron la existencia
de una importante ocupación incaica que, a diferencia de lo propuesto para otros Complejos de la
Puna, estaba desvinculada totalmente de las actividades mineras. Aparentemente el objetivo de la
ocupación incaica fue la explotación de la fibra de vicuña en la zona de San Guillermo y la explo-
tación agrícola en los bolsones de la Ecorregión de Monte de Sierras y Bolsones (Michieli, 2000).
Aparentemente este Complejo fue predominantemente un sitio de paso desde los bolsones bajos
de la Ecorregión de Montes de Sierras y Bolsones hacia el Oeste.
El potencial de producción agrícola convencional es muy bajo, con un 79 % de sus suelos rocosos
o pedregosos, un 14 % de Torriortentes y un 7 % de Torrifluventes que son suelos muy poco desa-
rrollados, con un horizonte superficial claro y escasa materia orgánica. Los Torriortentes se encuen-
tran en las laderas de pendientes moderadas a fuertes y los Torrifluventes se desarrollan en planicies
de inundación en depósitos aluviales recientes, pueden estar afectados por cortas inundaciones,
son alcalinos o calcáreos y a veces salinos. A la baja calidad de los suelos se suman dos limitantes
importantes: la sismicidad y el riesgo de erosión hídrica (Nozica et al., 2008).
De acuerdo a datos del INDEC (2002), Ullum, San Juan, único departamento con más de 50 %
de su territorio en la Puna Desértica, tiene sólo el 1,4 % de su territorio en parcelas delimitadas de
los cuales el 0,7 % son cultivos perennes y el 0,7 % corresponden a otros usos. El 98 % de las uni-
dades productivas con límites definidos se dedican al cultivo de frutales, probablemente no en la
Puna Desértica. Hay un 1 % en hortalizas y el resto se reparte entre cultivos para semillas, forrajeras
perennes y viveros. El resto son usos en tierras sin parcelar, con agricultura de subsistencia o con
ganado suelto, con un total de 990 cabezas repartidas en caprinos (57 %), bovinos (33 %) y equi-
nos (9 %). No se registra la cría de llamas.
Los departamentos con más de 20 % en la Puna Desértica (Iglesia y Jáchal, provincia de San Juan
y General Lamadrid, provincia de La Rioja), tienen entre 0,8 y 1,2 % del territorio bajo cultivo en
parcelas, de los cuales entre menos de 0,1 % y 0,3 % son cultivos anuales o perennes y entre 0,7 y
0,9 % son otros usos. Predominan las forrajeras perennes y en uno de los departamentos predomi-
nan los frutales, también se cultivan cereales y hortalizas. Los frutales y hortalizas predominan en
el departamento con menos proporción de territorio en la Puna Desértica, y se encuentran fuera de
ella. En todos se cría ganado libre o en parcelas delimitadas, con 500 a 5600 cabezas, con predo-
minancia de caprinos (53 a 65 %), seguidos de bovinos (12 a 35 %), ovinos (11 a 29 %), porcinos
(0,3 a 6 %), equinos (0,2 a 2 %) y asnales (menos de 1 %). En la mayoría de los casos el ganado
se cría suelto, excepto los porcinos. Vinchina, La Rioja con 13 % de su territorio en la Puna Árida,
tiene 5 % de su territorio parcelado, con 0,2 % implantada con cultivos preferentemente perennes
y 4,8 % dedicados a otros usos, de los cuales 4,1 % son pastizales naturales. Entre los cultivos im-
plantados predominan las forrajeras perennes, coincidiendo con el alto porcentaje de cabezas de
ganado criadas en unidades productivas con límites definidos, probablemente fuera de la Puna De-
sértica. Le siguen los cultivos para semilla, las forrajeras anuales y los cereales de grano. En el resto

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Ecorregiones y complejos ecosistémicos argentinos - Jorge Morello - Silvia D. Matteucci - Andrea F. Rodríguez - Mariana Silva

del territorio las actividades productivas se realizan en tierras sin parcelar (sin límites definidos).
Hay 12300 cabezas de ganado, distribuidas en 37 % de ovinos, 30 % de caprinos, 25 % de bovi-
nos, 3,4 % de porcinos, 2,5 % de equinos y 2,3 % de asnales. Los ovinos se crían preferentemente
en unidades productivas con límites definidos pero el 50 % de las cabezas de bovinos está suelto y
los caprinos están mayormente sueltos.
El INDEC no informa acerca de la cría de camélidos; sin embargo, INTA menciona en La Rioja, la
existencia de camélidos (con 70.000 cabezas entre Catamarca y La Rioja domésticos y silvestres).
La actividad se desarrolla en sistemas mixtos de ovinos-camélidos-caprinos, por sistema produc-
Capítulo 2

tivo familiar, con presencia importante de campos comuneros, sobre pastizales naturales (Carrizo,
2002).
Según la FAO (2005) la cantidad de vicuñas es de 2200 en La Rioja y 7100 en San Juan. Estos re-
presentan el 2 % y el 13 % respectivamente, del número registrado para Jujuy. En el primer censo
nacional de camélidos, realizado por la Dirección de Vida Silvestre de la Secretaría del Ambiente y
Desarrollo Sustentable, se estimaron poblaciones de 1231 a 2630 en la Rioja y 7311 a 6123 para
San Juan, dependiendo del método de estimación (Baigún et al., 2008). No se dan datos de cabe-
zas de llama para La Rioja ni San Juan pero se menciona que el Gobierno de San Juan está impul-
sando un proyecto de repoblamiento de llamas en los pastizales del Alto Andino y se espera que
en 20 años la población crezca marcadamente (Lamelas, 2010). La caza y aprovechamiento de la
vicuña era una de las actividades principales. Actualmente no se usa este recurso en la Reserva San
Guillermo, por la falta de asentamientos humanos estables (Cajal et al., 1998).
En general, la población es escasa y los productores pecuarios son de subsistencia, marginados
geográficamente, sin asistencia técnica permanente. Las condiciones del suelo y el clima son limi-
tantes importantes para las actividades rurales. Con la reducción de las poblaciones de camélidos
se ha producido migración interna hacia las ciudades cabecera, con abandono de la zona rural, e
impulsada en parte por los programas de vivienda del Instituto Provincial de la Vivienda y de algu-
nos gremios.
El Complejo tiene potencial minero, constituido por minerales metalíferos y no-metalíferos (Nozi-
ca et al., 2008). Los hallazgos en las exploraciones de uranio, oro e hidrocarburos, permiten suponer
que el desarrollo minero será importante. En 2008 se inauguró la primera mina de oro en la región
cuyana, ubicada al Norte de San Juan. Es una mina a cielo abierto. Otros minerales explotables en
el Complejo son: plata, plomo, zinc, minerales no metalíferos y rocas de aplicación (dolomita tritu-
rada, mármoles, caliza, arena para la construcción, calizas para cal y cemento, cuarzo, feldespato y
micas, bentonitas, rocas ornamentales, entre otros). Se encuentran en exploración o explotación la
Mina de Gualcamayo, depósito de oro en calizas paleozoicas, el yacimiento de Huaililan de plata y
oro; Castaño Viejo con depósitos de plomo, zinc y plata, explotados desde la época prehispánica;
Guachi, vetas epitermales de oro.
Lamentablemente en este Complejo, los organismos oficiales apoyan la mega-minería en detri-
mento de la minería a pequeña escala, como era tradicional. La mega-minería tiene todas o al-
gunas de las siguientes características: son explotaciones a cielo abierto, se usan sustancias con-
taminantes que liberan al medio, requieren grandes cantidades de energía, utilizan importantes
volúmenes de agua por períodos largos de tiempo, producen y amplifican el drenaje ácido de mina
y roca, incrementan mucho los niveles de tráfico y generan pasivos ambientales importantes, como
escombreras, diques de cola y pilas de sal, que quedan en el ambiente cuando se cierra la mina
(Donadío, 2009). Si bien la minería ocupa mano de obra, no siempre es una industria permanen-
te y de largo plazo; en general ocupa mano de obra en la etapa de instalación pero esta se reduce
considerablemente en la etapa de explotación. Es necesario evaluar estos costos, que no son pa-
gados por las empresas mineras, sino todo lo contrario ya que la megaminería creció notablemente

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Ecorregión Puna - Silvia D. Matteucci

por los incentivos económicos que se dan a las empresas. Los productos de la explotación minera
no retornan a la población local.
Las actividades de turismo de aventura, de reciente data, son muy frecuentes en todo el depar-
tamento, por las características paisajísticas del mismo. Las aguas termales empleadas para baños
terapéuticos también atraen al turismo. El turismo ha revertido la tendencia migratoria y han vuelto
algunos emigrados y hay nuevos inmigrantes; éstos nuevos habitantes no tienen las mismas expec-
tativas y cultura de los habitantes emigrados (Adamo, 2007).
En Ullum, San Juan, extremo Sur de la Puna Desértica, se ha instalado la primera planta de ener-

Puna
gía solar voltaica de Sudamérica a principios de 2011. Este es el primero de siete emprendimientos
de este tipo, que podrían mejorar la calidad de vida de los habitantes y la productividad de la tierra.

Protección de la naturaleza
El 9 % de la superficie del Complejo Puna Desértica está protegida por el Área Protegida (Pro-
vincial) Laguna Brava, compartida con la Ecorregión Altos Andes y creada para proteger la vicuña.
El 20 % de la superficie del Complejo Puna Desértica está protegida por la Reserva de la Biósfera
San Guillermo, compartida con la Ecorregión Altos Andes y que engloba el Parque Nacional y Re-
serva Provincial del mismo nombre, creados también con el objetivo de proteger la vicuña y otras
especies de la zona, así como el patrimonio arqueológico.
El 2 % de la superficie del Complejo está protegida por la Reserva Privada de Usos Múltiples Don
Carmelo.
En total, el Complejo tiene el 30 % de su superficie bajo protección.

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