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Capítulo 4.

Diagnóstico y evaluación del funcionamiento visual 1

CAPÍTULO 4. DIAGNÓSTICO Y EVALUACIÓN DEL FUNCIONAMIENTO VISUAL.

Objetivos
1. Conocer la evaluación informal que podemos realizar a las personas con deficiencia
visual sobre su funcionamiento visual.
2. Conocer la evaluación formal que podemos realizar a las personas con deficiencia
visual sobre su funcionamiento visual.
Índice
Capítulo 4. Diagnóstico y evaluación del funcionamiento visual.
Introducción
4.1. Evaluación del funcionamiento visual.
4.2. Evaluación informal.
4.3. Evaluación formal.
4.4. Bibliografía
4.5 Glosario
Introducción

Como aclaramos en el capítulo anterior, la evaluación es el paso intermedio de especial


trascendencia entre la detección y la intervención. Detectado el déficit, la evaluación será la base
sobre la que se establecerá el plan de intervención dirigido a la superación de los efectos
negativos que aquel puede provocar. Sin una evaluación exhaustiva será imposible la
intervención. Teniendo en cuenta que la evaluación debe ser interdisciplinar, nos centraremos
aquí en un aspecto de especial interés en el área que nos ocupa, como es el funcionamiento
visual.

Este tema está extraído del capítulo III titulado "Diagnóstico y evaluación del
funcionamiento visual" cuyos autores son: Pérez, C; Rando, D.; Toro, C. y Torres, R. (1994),
que se encuentra en el libro titulado "Deficiencia visual: aspectos psicoevolutivos y
educativos" cuyo coordinador es Bautista, R. (1994), de Ediciones Aljibe.

4.1. Evaluación del funcionamiento visual.

El funcionamiento visual considerado como la mayor o menor capacidad del niño para
usar su resto de visión en la realización de tareas cotidianas, está directamente relacionado con
las características físicas y mentales del sujeto, con los factores ambientales donde se
desenvuelve cotidianamente y con la motivación que presente para la realización de tareas
visuales. El funcionamiento visual es un comportamiento aprendido: “cuanto más experiencias
visuales tenga un niño, más conductos cerebrales se estimularán, lo que dará lugar a una mayor
acumulación de imágenes visuales variadas y de recuerdos” (Barraga, 1986). La evaluación del
funcionamiento visual supone determinar de la manera más completa posible, cómo utiliza el
sujeto su visión residual. Así como valorar los aspectos sociales, emocionales, cognitivos, etc., y
las implicaciones que éstos pudieran tener junto con el déficit visual en el desarrollo académico
(estilo de aprendizaje, método de enseñanza, material didáctico, medios técnicos, adaptaciones
curriculares).

Tal evaluación se realizará, en un primer momento, de una manera informal, recogiendo


toda la información que nos pueda dar la familia y los profesores que están implicados en la
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educación del niño, para realizar, posteriormente, una evaluación formal por parte del
especialista en deficientes visuales.

4.2. Evaluación informal.

La información de la familia podrá ser recabada mediante una entrevista estructurada,


siendo ésta una mera sistemática de recopilar datos preliminares útiles acerca del desarrollo
global del niño y de cómo utiliza en su casa el resto visual. La entrevista ha de ser distendida,
con explicaciones prácticas y claras que permitan comprender el objetivo de la misma, evitando
así reacciones de ansiedad o sentimientos de culpa que podrían ser provocados si se diera a
entender el cuestionamiento de la relación con su hijo. Debería recogerse información sobre los
siguientes aspectos:
- Datos personales
- Datos familiares
- Datos ambientales
- Datos clínicos
- Datos del desarrollo
- Datos escolares
- Observaciones de interés acerca de la deficiencia visual.
Haremos especial hincapié en este aspecto recopilando datos referentes al modo y
momento de la detección del déficit, sus manifestaciones e intervenciones realizadas sobre el
mismo. Con relación al ámbito escolar, es de gran importancia la información que puede
proporcionar el profesor de aula a través de una serie de observaciones que pueden servir, por
una parte, para detectar posibles alumnos con deficiencia visual y, por otra, para determinar
comportamientos en un alumno deficiente visual grave. A continuación presentamos el Listado
de observaciones del profesor: el ABC de la dificultad visual (José, 1988).
Apariencia de los ojos del alumno:
- Bizqueo (hacia dentro o hacia fuera), especialmente al estar cansado
- Ojos o párpados enrojecidos
- Ojos acuosos
- Párpados hundidos
- Orzuelos frecuentes
- Pupilas nubladas o muy abiertas
- Ojos en movimiento constante
- Párpados caídos

Signos en el comportamiento de posibles dificultades visuales:


- Cuerpo rígido al leer o mirar un objeto distante
- Echar la cabeza hacia delante o hacia atrás al mirar los objetos distantes
- Omisión de tareas de cerca
- Corto espacio de tiempo en actitud de atención
- Giro de cabeza para emplear un ojo
- Inclinación lateral de cabeza
- Colocación de la cabeza muy cerca del libro o pupitre al leer o escribir; tener el
material muy cerca o muy lejos.
- Fruncir el ceño al leer o escribir
- Exceso de parpadeo
- Tendencia a frotarse los ojos
- Tapar o cerrar los ojos
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- Falta de afición por la lectura o de atención


- Fatiga inusual al terminar una tarea visual o deterioro de la lectura tras períodos
prolongados
- Pérdida de la línea
- Uso del dedo o lápiz como guía
- Lectura en voz alta o moviendo los labios
- Mover la cabeza en lugar de los ojos
- Dificultades generales de lectura: tendencia a invertir letras y palabras, o a confundir
letras y números con formas parecidas (por ejemplo: a y c; f y t; e y c; m y n; n y r),
omisión frecuente de palabras o intento de adivinarlas a partir del reconocimiento
rápido de una parte
- Choque con objetos
- Escasa espaciación al escribir o incapacidad para seguir la línea: inversión de letras, o
palabras, al escribir y copiar.
- Preferencia por la lectura, en contraposición con el juego o las actividades motoras y
viceversa.
Quejas asociadas al uso de los ojos:
- Dolores de cabeza
- Náuseas o mareos
- Picor o escozor en los ojos
- Visión borrosa en cualquier momento
- Confusión de palabras y líneas
- Dolores oculares
La evaluación informal del comportamiento visual en la escuela debería completarse con
la observación de los aspectos siguientes referidos a las preferencias en tareas escolares y al
posible equipamiento con el que se cuenta en el aula y en el colegio.
- Tipo de lectura: oral o silenciosa
- Metodología de trabajo
- Desplazamiento en el colegio
- Tareas que prefiere en lugares externos a la clase (recreo, gimnasio, etc.).
- Manualidades
- Uso del diccionario
- Escritura
- Conocimientos académicos, nivel en que se encuentra
- Relaciones con los compañeros
- Materiales de uso en la escuela
- Tipo y localización de luz, tanto natural como artificial
- Color de las paredes y diseño del aula; espacio disponible, zonas de reflejos, etc.
- Número de alumnos
- Descripción del material académico, pizarra, mapas, etc.
- Tipo de mesa del alumno (convertible en atril, color, brillo, etc.)
- Localización del aula en el edificio
- Localización de las distintas dependencias del centro
- La movilidad del niño en interiores y exteriores, observando: a) su desplazamiento;
b) los objetos que elude o con los que choca; c) manera de andar; d) la capacidad de
adaptarse a la luz; e) el tiempo que emplea en hacerlo; f) pérdida de equilibrio; g)
adaptaciones a distintos tipos de suelo; h) juegos en el recreo, etc.
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4.3. Evaluación formal.

A partir de la información que se recoge tanto de la familia como la que proporciona el


profesor de aula y de la observación del alumno, puede determinarse el funcionamiento visual
mediante una evaluación formal, sin la utilización de medios clínicos, los cuales son
competencia del oftalmólogo. El profesor especialista y el profesor de aula pueden recoger
información válida tanto de las funciones visuales que tienen que ver relación con la fisiología
ocular, como del nivel de eficacia con que utiliza su resto visual, y que tiene relación con los
aspectos perceptivo-visuales del sujeto.

Vamos a centrar nuestro interés sólo en aquellos métodos que, por su sencillez e
inocuidad, sean aplicables en la escuela. Dos razones nos conducen a ello. La primera es el
interés por conocer el funcionamiento visual del alumno con deficiencia visual. La segunda,
determinada por la experiencia, se deriva que la escuela es una de las principales fuentes de
detección de problemas visuales congénitos que han ido pasando inadvertidos. El profesor
especialista tiene la oportunidad de observar, en múltiples ocasiones, y bajo condiciones de
luminosidad variable, a sus alumnos en la proximidad de la actividad educativa cotidiana, por lo
que se convierte en una fuente de detección muy fiable.

La observación simple permite detectar signos y síntomas que están presentes en las
afecciones oculares: a) lagrimeo constante (epífora); b) fotofobia; c) globo ocular pequeño
(microftalmia); d) pupila de borde irregular, no redonda; e) pupila de tamaño inferior a 3mm
(pupila miótica) o superior a 5 mm (pupila midriática) a la luz de una habitación; f) pupila blanca
(leucocoria)), o de color distinto al negro; g) diferencia de tamaños entre pupilas (anisocoria); h)
córnea distinta a un diámetro entre 11 y 12 mm (microcórnea y megalocórnea, respectivamente);
i) movimientos oscilantes, cortos e involuntarios de los ojos (nistagmus); j) diferencia de tamaño,
de color o de textura entre ambos iris; k) opacidad en la córnea (leucoma); l) desviación ocular
(estrabismo),

A continuación exponemos algunos de los aspectos a valorar en la evaluación formal:

Paralelismo en la mirada. La comprobación del paralelismo o congruencia de la mirada


de ambos ojos que debe darse en la posición principal y en las posiciones cardinales de la mirada
es de fácil aplicación. Requiere de nuestra parte solicitar del niño que mire al estímulo (linterna
de luz puntual, bolígrafo o cualquier objeto que atraiga su atención) que le mostramos desde
diferentes posiciones: frente a él, a la izquierda, a la derecha, arriba y a la derecha, arriba y a la
izquierda, abajo y a la derecha, y abajo y a la izquierda. Los ojos deben quedar alineados como
indica la figura anterior.

Es frecuente la no alineación de los ojos durante los primeros meses de vida, y no es


motivo de alarma la desviación intermitente antes de los 6 meses. Sin embargo, la desviación
ocular permanente es anormal a cualquier edad, debiendo ser tratada por un oftalmólogo porque
no mejora con el tiempo, conduce a la ambliopía y puede ser el signo de un trastorno ocular
grave.

Como se puede apreciar, mediante el uso de técnicas sencillas, pueden determinarse en el


aula el estado de funciones que, de quedar afectadas, se constituyen en síntomas de una o más
anomalías visuales graves.

Reflejos pupilares. La pupila de un ojo normal responde a la luz que se le proyecta con
una contracción breve (reflejo directo a la luz), relajándose ligeramente hasta que el diámetro
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pupilar se hace constante. Simultáneamente, se ha debido producir la contracción de la pupila


contraria (reflejo consensual). La respuesta debe ser simétrica cuando la luz se proyecta sobre el
otro ojo, sin que existan cambios del tamaño pupilar de un lado a otro. Uno y otro se han de
comprobar en un ambiente de luz tenue con luz lateral y una linterna de luz puntual (de
bolígrafo).

La acomodación del cristalino se acompaña de un reflejo pupilar. El reflejo de


acomodación se comprueba pidiéndole al niño que mire a nuestro dedo, previamente colocado
frente a él a pocos centímetros, para pedirle a continuación que mire la pared que queda detrás
del dedo. La pupila debe reaccionar contrayéndose primero, y dilatándose después.

La estereopsia. La facultad de percibir el relieve, la profundidad de los objetos, o la


tercera dimensión puede comprobarse pidiendo al alumno que toque la punta de nuestro dedo
índice con la de su propio dedo, dirigiéndolo horizontalmente punta a punta. De no padecer
enfermedad en el Sistema Nervioso Central, el no hacerlo indica falta de percepción de la
profundidad, lo cual compromete la formación de la visión binocular.

Punto próximo de convergencia (P.P.C.). El punto más cercano en el que ambos ojos
convergen sobre un objeto a medida que la distancia ojos-objeto se aminora se sitúa entre 5 y 7
cm para ojos normales. Pasado este límite, un solo ojo es que enfoca sobre el objeto; el otro se
desvía hacia fuera. Un PPC superior a 10 cm se considera anormal. El sujeto se fatigará
excesivamente en tareas de cerca.

La agudeza visual. La valoración de la capacidad de percibir la figura y la forma de los


objetos se efectúa mediante optotipos, letras y signos. Los optotipos que aquí se reproducen a
tamaño real pueden servir de auxiliar al profesor en la apreciación de la agudeza visual en el
aula, tanto para lejos (AVL) como para cerca (AVC). En ellos se indica la distancia a la que son
apreciados por un ojo normal, y la agudeza visual mínima del sujeto al distinguirlos a la distancia
de 5 m, y a 50 cm, respectivamente.

Nuestro propósito en la valoración de la agudeza visual no debe ir más allá de averiguar


la existencia de diferencias entre la agudeza visual de los alumnos y la considerada como normal.
La medición que efectuemos de la agudeza la llevaremos a cabo en cada ojo por separado y bajo
corrección, es decir, si el alumno utiliza gafas o lentillas, con ellas puestas. La agudeza visual en
visión binocular es superior a la obtenida por este procedimiento (visión monocular).

Se hace necesario precisar que existen factores que influyen en su determinación: a)


anomalías en el aparato ocular; b)la edad del sujeto (agudeza visual uno a los 5 años; definitivo
desarrollo de la visión foveal entre los 8 y 10 años; período de máxima agudeza entre los 10 y
30; descenso sobre los 45; descenso acentuado a partir de los 60); c) el estado fisiológico de la
persona (la fatiga, tensión alta, falta de atención, nerviosismo, entre otros factores, disminuyen la
agudeza). d) el contraste (a mayor contraste, mayor agudeza); e) la intensidad y duración de la
iluminación (la agudeza decrece al disminuir la iluminación y el tiempo de exposición); f) la
longitud de onda (a igualdad de iluminación e intensidad normal, la agudeza es mayor en las
regiones calientes del espectro, con iluminación roja o amarilla). Esto explica que la medida de la
agudeza de una misma persona tomada por diferentes oftalmólogos pueda ser sensiblemente
diferente.

A) Apreciación de la agudeza visual lejana


Se han elegido unos optotipos que puedan ser aplicados alumnos que no sepan leer, esto
es, una C geomética colocada en posiciones y tamaños diferentes, de manera que,
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hipotéticamente situada a 50, 40, 30, 20, 15, 10, y realmente a 5m, pueda ser vista por un
ojo normal según tamaño y distancia.
Los optotipos se colocarán de forma que queden iluminados natural o artificialmente y a
la altura de los ojos del examinado. El niño, situado a una distancia de 5 m, deberá indicar
el lado de la abertura de las diferentes C que le presentamos.
Como la agudeza visual se expresa mediante una fracción que tiene por numerador la
distancia del sujeto al optotipo, y por denominador la distancia a la que es percibido por
un ojo normal, o su equivalente en decimal, si la respuesta es correcta en la presentación
de la fila de optotipos mayores, la agudeza visual es al manos de 5/50, ó 0.1. En las
sucesivas presentaciones comprobamos si se dan mayores índices de agudeza visual,
hasta alcanzar una fila en la que se produzcan inexactitudes, dando por concluida la
prueba: la agudeza visual se corresponde con la señalada para la última fila vista
correctamente. O hasta alcanzar una agudeza de 1 en aquellos que ven la fila de optotipos
de 5 m a la distancia correspondiente (5/5). Algunas personas pueden ver con nitidez
optotipos menores a la distancia de 5 m; de hecho, existen escalas que los incluyen.
Los sujetos incapaces de distinguir con cada ojo, después de corrección, las cuatro filas de
optotipos mayores a los 5 m, tienen una agudeza visual inferior a 0.3. Son considerados
como deficientes visuales graves.
Cuando un niño no ve a 5 m la fila de optotipos de 50m, no se le presentan los demás,
sino que se acorta la distancia hasta que pueda apreciarlos de forma correcta. A modo de
ejemplo, si distingue letras o signos de 50m a 2 m en lugar de a los 5 m en que se le
presentaron inicialmente, la AVL es de 2/50 ó 0.04. Los sujetos de este grupo, con
agudeza inferior a 0.1, son considerados ciegos legales, aunque muchos de ellos puedan
realizar su escolarización leyendo de cerca textos en tinta.
Si no pueden leer los optotipos mayores a ninguna distancia, contaremos en centímetros
su capacidad para contar los dedos de la mano del observador extendidos, o para ver los
movimientos de la mano, siempre sobre un fondo blanco. O bien, si puede solamente
percibir la luz.
Dado que siempre se evalúa cada ojo por separado, no será raro detectar una baja agudeza
visual en un solo ojo, caso que fácilmente ha podido pasar desapercibido para la familia y
para el propio niño.
B) Apreciación de la agudeza visual cercana
Con cada uno de los ojos por separado y bajo corrección se averigua cual es el tipo de
letra más pequeña capaz de identificar el niño entre los optotipos que se adjuntan para
la valoración de la agudeza visual cercana (AVC), situándolos a una distancia de
lectura de 50 cm. Un ojo normal podría ver el primer párrafo a 50cm, y los siguientes a
75 cm, 1, 1.25, 1.5, 2, 2.5, 3.5, 5 y 7 m, respectivamente.
Se atenderá a que la lectura sea funcional y no de mera identificación de caracteres
sueltos. Es posible que el niño se aproxime para leer a una distancia menor de la
indicada, incluso para los párrafos de letras de gran tamaño. Este factor deberá ser
tenido en cuenta.
La medición de la AVC, a falta de otro instrumental, se efectuará bajo los mismos
criterios seguidos para la medición de la AVL: expresada en fracción o en decimal. A
modo de ejemplo, un niño que situado a 50 cm de la escala pueda leer como máximo el
párrafo de 2.50 m tiene una AVC de 0.5/2.5. Otro que acercándose hasta los 30 cm
puede ver el párrafo de 1.50, tiene una AVC de 0.3/1.5. Ambos tienen de AVC, 0.2.
La visión cromática. La percepción central del color es explorable mediante parejas de
láminas o tarjetas de color. El niño deberá emparejar las que sean del mismo color,
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comprobándose la existencia de errores, si se dan de modo sistemático o fluctuante, sobre qué


colores y en qué condiciones luminosas se producen.

El campo visual. La visión central, con ser importante, no es el elemento fundamental


para un buen funcionamiento visual. La lectura, los desplazamientos o la visión de los objetos en
condiciones de baja iluminación dependen en gran medida del estado periférico de la retina.

La determinación de los límites externos de la percepción visual, campo visual, y de la


calidad de la visión de la zona se pueden llevar a cabo en el aula mediante el método de
confrontación, que no precisa de instrumentos especiales para aplicarlo. Supone la comparación
del campo visual del alumno con el del profesor, considerado como de calidad normal.

Situados alumno y profesor frente a frente con una separación de 1 m aproximadamente,


se ocluye el ojo izquierdo del niño y se le pide que mire con su ojo derecho al izquierdo del
profesor, quien mantiene ocluido el derecho.

Utilizando como estímulo un objeto pequeño (un lápiz, o el dedo extendido del profesor)
que se mantiene fuera del campo de visión de ambos en un principio, se hace aparecer en él poco
a poco. El niño debe avisar cuando empiece a verlo. Se repite la operación en 8 o 10 meridianos
igualmente espaciados de modo que se completen los 360º. Posteriormente se valora el campo
correspondiente al ojo izquierdo del alumno. Si el campo visual es normal, el niño debe ver el
objeto a 90º por el lado temporal, a 50º por el lado nasal, a 50º hacia arriba y a 65º hacia abajo.

Existe igualmente una prueba de confrontación para valorar la visión periférica de los
colores. Los estímulos a emplear pueden ser cabezas de alfileres blanca, azul, roja y verde fijadas
al extremo de una varilla. Puede emplearse un estímulo mayor, llegando hasta 1 cm si la agudeza
visual del alumno es baja. La técnica es la misma que para el blando y la amplitud de la periferia
ya ha sido descrita anteriormente. El niño indicará en esta prueba, el punto donde distingue el
color, no el objeto.

Funcionamiento perceptivo-visual. La evaluación se completa con la observación del


funcionamiento perceptivo-visual, es decir, del procesamiento, codificación e interpretación de
mensajes por medio del sentido visual, en otras palabras, de “interpretar con un significado las
sensaciones visuales que se perciben" ( Barraga, 1986).

Se debe recoger información sobre los siguientes aspectos:


- Percepción de color, tamaño, forma y demás similitudes y diferencias.
- Capacidad de imitar modelos bidimensionales o tridimensionales.
- Capacidad de seleccionar parte-todo.
- Coordinación visomotora.
- Figura fondo.
- Relaciones espaciales.
- Memoria visual.
Las pruebas que se usan con más frecuencia para evaluar el funcionamiento perceptivo
visual son las que se citan a continuación:

Escala de Eficiencia Visual de Natalie C. Barraga: fue preparada para medir el


funcionamiento visual a través de una serie de ítems cuyos gráficos van disminuyendo en tamaño
y aumentando en complejidad, desde formas grandes y compactas hasta letras y oraciones en
detalles. El principal propósito de la prueba es determinar el grado de eficiencia visual con el que
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los niños pueden funcionar aun teniendo un déficit visual. La escala puede ser útil también con
aquellos niños que, sin ser deficientes visuales graves, tienen dificultad en discriminar detalles
específicos, y cuyas carencias se refieren a problemas perceptivos.

Procedimiento de Valoración Diagnóstica correspondiente al Programa para el Desarrollo


de la Eficiencia en el Funcionamiento Visual, de Natalie C. Barraga (1989). Desarrollado a partir
de la Escala de Eficiencia Visual, se emplea para evaluar el desarrollo visual y la habilidad en
determinadas tareas. El PVD permite identificar carencias de funcionamiento visual, así como
los aspectos en que el funcionamiento visual del sujeto está más desarrollado.

Test para el Desarrollo de la Percepción Visual, de Marianne Frostig. Pretende recoger


información sobre las cinco áreas perceptivas que influyen directamente en la capacidad de
aprendizaje:
- Coordinación visomotora
- Figura-fondo
- Constancia perceptual
- Posición en el espacio
- Percepción de las relaciones espaciales
Lista de Control del Proyecto de Adiestramiento Perceptivo-Visual, "Mira y Piensa" de
Chapman y Tobin. Instrumento para valorar el funcionamiento visual de un niño en unas
habilidades concretas. Incluye pruebas que permiten obtener información, a partir de tareas con
objetos tridimensionales y bidimensionales, sobre cómo reconoce el modelo presentado, su
capacidad para ver diferencias, su posibilidad de adoptar procedimientos sistemáticos de
exploración y búsqueda y su estrategia de exploración lineal. También explora la coordinación
ojo-mano y la diferenciación y designación de colores. La información obtenida sobre los
resultados y sobre el proceso determina la estrategia didáctica posterior.

4.4. Bibliografía

BARRAGA, N.C. (1986). Textos reunidos de la Dra. Barraga. Madrid: ONCE.

JOSÉ, R.T. (1988). Visión subnormal. Madrid: ONCE.


4.5 Glosario
Agudeza visual: la valoración de la capacidad de percibir la figura y la forma de los objetos
se efectúa mediante optotipos, letras y signos.
Anisocoria: desigualdad en el tamaño de la pupila de ambos ojos
Anomalía: el funcionamiento no normal
Congruencia: conveniencia, oportunidad.
Coordinación visomotora: la coordinación-respuesta visual acción
Epífora: derrame de lágrimas por exceso de secreción de las glándulas inflamadas o irritadas.
Funcionamiento perceptivo visual: interpretar con un significado las sensaciones visuales
que se perciben
Inocuidad: calidad de inocuo. Que no causa daño.
Interdisciplinar: estudios u otras actividades que se realizan mediante la cooperación de
varias disciplinas.
Intervención: Actuación profesional que sigue a la detección de una anomalía visual.
Leucocoría: pupila blanca.
Megalocórnea: córnea distinta a un diámetro de 12 mm.
Microcórnea: córnea distinta a un diámetro de 11 mm.
Microftalmia: globo ocular pequeño.
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Orzuelo: granillo, a veces infeccioso, que suele nacer en el reborde del párpado. Estas
inflamaciones son causadas por microorganismos procedentes de la piel o del propio párpado.
Punto próximo de convergencia: el punto más cercano en el que ambos ojos convergen
sobre un objeto a medida que la distancia ojos-objeto se aminora.
Púpila midriática: pupila de tamaño superior a 5 mm.
Púpila miótica: pupila de tamaño inferior a 3 mm.
Reflejos pupilares: La pupila de una ojo normal cuando responde a la luz que se le proyecta
con una contracción breve.
Visión cromática: la percepción central del color.

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