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Los derechos de las víctimas de delitos en nuestra Constitución

En materia penal, nuestra Constitución histórica se inscribe en la tradición


liberal, especialmente comprometida con la protección de las personas contra
las arbitrariedades y los abusos del poder punitivo estatal 1. Esta tradición,
combinada con el histórico descuido por parte del derecho penal hacia las
víctimas del delito2,han provocado que nuestra práctica constitucional haya
estado dirigidasobre todo a robustecer lasgarantías procesales y sustantivas de
las personas acusadas de delitos y no haya atendido con el mismo énfasisa las
víctimas-o más bien,a quienes se presentan como tales ante la justicia 3.
A pesar de esta tradición, la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN) ha
extendido lainviolabilidad de la defensa en juicio del artículo 18, CN, de modo
tal de abarcar a todas las partes y en todos procesos judiciales, lo cual sentó
un piso mínimo de protección a las víctimas en el proceso penal que se hayan
presentado como parte. Sin embargo, la consolidación de los derechos de las
víctimas de delitos vino fundamentalmente de la mano de la jerarquización
constitucional de los pactos internacionales de derechos humanos (art. 75 inc.
22) y del especial empeño delos órganos supranacionales en la materia 4.
1
Véase Pastor, Daniel “La ideología penal de ciertos pronunciamientos de los órganos del Sistema Interamericano
de Derechos Humanos: ¿Garantía para el imputado, para la víctima o para el aparato represivo del Estado?” en
Pastor, Daniel Tendencias. Hacia una aplicación más imparcial del derecho penal, Hammurabi, Buenos Aires, 2012.
2
Sobre esta cuestión existe abundante literatura. Véase, en general, Maier, Julio B.J. (Dir) De los delitos y de las
víctimas, Buenos Aires, Ad-Hoc, 2001 y en particular la contribución de Elena Larrauri en esa obra: “Victimología”
(págs. 281-316).
3
Sobre el cuestionamiento del uso de la palabra “víctima” respecto de quienes, en rigor de verdad, no serían más
que “presuntas víctimas” véase, en general, Fletcher, George. Gramática del Derecho penal. Buenos Aires:
Hammurabi, 2008, págs. 178-179; Pastor, Daniel, Lineamientos del nuevo Código Procesal Penal de la Nación.
Análisis Crítico. Hammurabi, Buenos Aires, 2015, pág. 61; Véase también Arts. 1.30 y 1.31 del Reglamento de la
Corte IDH, según el cual “presuntas víctimas” son aquellas personas cuyos derechos, se alega, han sido violados,
mientras “víctima” es la persona cuyos derechos han sido violados de acuerdo con una sentencia de la Corte).
Dados los límites de este trabajo, me es imposible abordar estos cuestionamientos. Sin perjuicio de esa discusión,
me referiré a las “presuntas víctimas” como “víctimas”, para simplificar el lenguaje. Además, cuando me refiera a las
“víctimas”, incluiré a los familiares de quienes sufrieron “en cuerpo propio” el hecho, dado que a ellos también se les
reconoce el carácter de “víctimas” en base a un derecho propio (véase para mayor desarrollo Olásolo Alonso y
Galain Palermo, 2013, “Diálogo jurisprudencial en materia de acceso, participación y reparación de las víctimas
entre el sistema interamericano de protección de derechos humanos y el sistema de aplicación del derecho penal
internacional del Estatuto de Roma”, en Acceso a justicia y derechos humanos. Buenos Aires: Ministerio Público
Fiscal de la ciudad de Buenos Aires, págs. 191-193. Véase también, entre muchos otros, Corte IDH, Caso Furlán y
familiares vs. Argentina. Sentencia de 31 de agosto de 2012, Excepciones preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas, párr. 249; Caso Vargas Areco Vs. Paraguay. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 26 de
septiembre de 2006, párr. 83, Caso Bámaca Velásquez vs. Guatemala. Sentencia de 25 de noviembre de 2000,
párr. 160).
4
La declaración de la ONU de Principios Fundamentales de Justicia para las Víctimas de Delitos y Abuso de poder
del 29 noviembre de 1985 (A/res/40/34) es considerado como el primer involucramiento significativo de un
organismo internacional de derechos humanos en relación con los derechos de las víctimas.

1
En esta línea, el Estado federal y las provincias (art. 75 inc. 12, CN) han ido
reformando sus procedimientos penales de modo tal de crear mecanismos
idóneos para escuchar la opinión de lasvíctimas de delitos antes de tomar
determinadas decisiones, permitirle un lugar más protagónico si así lo
deseareny facilitarlesel acceso a la justicia 5.
Este trabajo pretende introducir estos desarrollos, como también los estándares
internacionales en la materia, las tensiones que pueden suscitarse con las
garantías constitucionales y convencionales de las personas imputadas y el
impacto de estos desarrollos en nuestra jurisprudencia y normativa locales.

Los derechos de las víctimas en nuestra Constitución histórica

Una interpretación amplia de la inviolabilidad de la defensa en juicio de la


persona y de los derechos del artículo 18 ha sido el puntapié inicial para
reconocerle anclaje constitucional a ciertos derechos de las víctimas en el
proceso penal6.
De acuerdo con esta interpretación, la defensa en juicio consiste en la
posibilidad de toda persona de recurrir ante un órgano jurisdiccional en procura
de justiciaen general y, en particular,el reconocimiento del debido proceso de
toda persona a la cual la ley le reconoce personería para actuar en juicio, sea
que actúe como acusador o acusado, como demandado o demandante 7.
Para la CSJN, la defensa en juicio debe ser interpretada de manera amplia en
razón del interés institucional y constitucional en reparar los agravios de las
personas: la Constitución garantiza a todos los litigantes por igual el derecho de
obtener una sentencia fundada que sea la consecuencia de un juicio previo y
sustanciado en legal forma, cualquiera que sea la naturaleza del procedimiento.
Por lo tanto, no habría razones para tratar de manera diferente a quien acude
ante un tribunal peticionando el reconocimiento o la declaración de su derecho

5
En el ámbito penal, esta evolución se plasmó reconociéndoles a las víctimas ciertos derechos en los códigos de
procedimientos, incluyendo el de presentarse como parte.
6
Para una evolución histórica de los precedentes de la CSJN en esta materia, véase el trabajo sobre acceso a la
justicia de Gustavo Maurino y Matías Sucunza en este volumen.
7
CSJN, Fallos 321:3322 (“Santini”, rta. 03/12/1998), con cita de Fallos 276:157; 281: 235 y 303:2063 y Fallos
321:2021 (“Santillán”, 13/08/1998), entre otros.

2
–así fuera el de obtener la imposición de una pena- y a quien se opone a esa
pretensión8.
En relación con el proceso penal, a la luz de esta interpretación, su finalidad es
que la investigación se tramite del modo más rápido posiblepara, por un
lado,proporcionar a la acusación una vía para obtener una condena, y por el
otro, al imputado la posibilidad de desvincularse del proceso en armonía con la
presunción de inocencia9. A su vez, la defensa en juicio también exige que la
interpretación de las normas procesales locales y deaquellas que regulan la
competencia de los tribunales no prive de protección jurisdiccional ni deje en
situación de indefensión a las personas. Las normas procesales deben facilitar
el esclarecimiento de los hechos y el logro de la verdad jurídica y no convertirse
en un obstáculo a la defensa de los bienes jurídicos conculcados por el delito 10.
Esta interpretación amplia de la inviolabilidad de la defensa en juicio fue
durante décadas la protección constitucional de las víctimas en el proceso
penal. Sin embargo, a partir dela incorporación a nuestra Constitución de los
pactos internacionales de derechos humanos “en las condiciones de su
vigencia”, estos se enriquecieron tanto en cantidad como en alcance, no sólo
por el derecho de “acceso a la justicia” que consagran sino también por los
deberes estatales que imponen de investigar y en su caso sancionar aquellos
delitos que a su vez configuren una violación a los derechos humanos.

Ampliación de los derechos de las víctimas por vía del derecho de acceso
a la justicia

Tanto en el sistema universal de derechos humanos, como en el


interamericano, se consagra el derecho de las personas de ser oídas y de
contar con recursos y garantías judiciales efectivos en condiciones de
igualdad11. Además, los Estados tienen el deber de garantizar el libre y pleno

8
CSJN, “Santini”, cit., con cita de Fallos: 268:266.
9
Ibid., con cita de Fallos: 315: 1553.
10
CSJN, Fallos 319:2925 (“Dahlgren”, rta. 10/12/1996), con cita de Fallos: 315:308 y 315:2984.
11
Artículo 8, Declaración Universal de Derechos Humanos y Artículo 14, Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos (PIDCP). En el ámbito interamericano, se destacan los Artículos 8 y 25, Convención Americana sobre
Derechos Humanos (CADH).

3
ejercicio de esos derechos. Ala conjunción de estos derechos y deberes se
laconoce comoel derecho de “acceso a la justicia” 12.
Este derecho es una “norma imperativa de Derecho Internacional” 13y ha sido
ampliamente abordado por los órganos supranacionales de derechos
humanos14, ya que involucra una miríada de situaciones:Por un lado, cubre
lasacciones u omisiones del Estado en procesos judiciales de cualquier
carácter, y respecto de cualquiera de las partes del proceso. Por otro lado, y en
los casos en que cierta violación a los derechos humanos protegidos por la
CADH configure además un delito penal, cubre las acciones u omisiones del
Estado con posterioridad a dicha violación, incluyendo sobre todo la actitud del
poder judicial y sus auxiliares y del ministerio público fiscal en la investigación y
enjuiciamiento del caso.
En el sistema interamericano, el derecho de acceso a la justicia se deriva de la
interpretación conjunta de los artículos 25 y 8, CADH, dentro de la obligación
general a cargo de los Estados de garantizar el libre y pleno ejercicio de los
derechos (art. 1.1)15.
El artículo 25 consagra el derecho de toda persona a un recurso sencillo y
rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales
competentes, que la ampare contra actos que violen sus derechos, sean
constitucionales, convencionales o legales y compromete a los Estados a
garantizar esa autoridad competente (25.2.a), a desarrollar las posibilidades de
recurso judicial (25.2.b) y a garantizar el cumplimiento de las decisiones que
resuelvan el recurso (25.2.c).
El artículo incorpora el llamado “principio de la efectividad” de los

12
También se lo llama “tutela judicial efectiva”, fórmula que remite al artículo 24.1 de la Constitución Española de
1978, y que incluso ha sido utilizada por la Corte IDH (Véase Caso Bulacio vs. Argentina. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 18 de septiembre de 2003, párr. 115; Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala.
Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 24 de noviembre de 2009, párr. 120; Caso
García Ibarra vs. Ecuador. Sentencia de 17 de noviembre de 2015 –Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones
y Costas-, párr. 132).
13
Corte IDH. Caso Goiburú y otros vs. Paraguay. Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 22 de septiembre de
2006, párr. 131.
14
De acuerdo con Ibáñez Rivas, a octubre de 2011, la Corte IDH ha declarado una violación al artículo 8 de la
CADH en el 95% de los casos resueltos y lo ha interpretado en el 50% de sus opiniones consultivas. Véase Ibáñez
Rivas, Juana María, “Artículo 8. Garantías Judiciales”, en C. Steiner, y P. Uribe, Convención Americana sobre
Derechos Humanos. Comentario, 2014, Bogotá y Berlín: Fundación Konrad Adenauer, pág. 210.
15
Véase, entre muchos otros, Caso Velásquez Paiz y otros Vs. Guatemala. Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas. Sentencia de 19 de noviembre de 2015, párr. 144; Caso Vera Vera y otra Vs. Ecuador.
Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 19 de mayo de 2011, párr. 86 y sus citas; Caso
Gomes Lund (Guerrilha do Araguaia) Vs. Brasil, párr. 139. Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, cit., párr. 104.

4
recursos,según el cualno alcanza con que los recursos estén previstos
normativamente sino que deben ser realmente idóneos para establecer si se
configuró la violación a un derecho humano y proveer lo necesario para
remediarla16. Los recursos no son efectivos si son ilusorios, sea por las
condiciones generales del país (por ejemplo, porque el Poder Judicial carece
de independencia o imparcialidad, o de medios para ejecutar sus decisiones)o
por las circunstancias particulares de un caso dado (porque se configuró
denegación de justicia, o un retardo injustificado en la decisión).
Por su parte, las “Garantías Judiciales” propiamente dichas están consagradas
en el artículo 8. El 8.1. es una norma general, que establece lo que se conoce
como “debido proceso”(derecho a ser oída con las debidas garantías y en un
plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial,
establecido previamente por ley).A diferencia del 8.2, que está dirigido a “toda
persona inculpada de delito”, las garantías del 8.1 rigen para todos los
procedimientos, sean o no criminales(en la sustanciación de cualquier
acusación penal formulada contra ella, o para “la determinación de sus
derechos y obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro
carácter”).
Este artículo (a diferencia del 25)no prevé un recurso judicial en particular, sino
más bien el conjunto de requisitos que deben observarse paraasegurar la
defensa adecuada de las personas cuyos derechos u obligaciones están bajo
consideración judicial17.Tiene por un lado un ámbito formal y procesal (en el
sentido de asegurar el acceso al órgano competente para que determine el
derecho que se reclama en apego a las debidas garantías procesales) y, por
otro, un ámbito de protección material, que implica que el Estado garantice que
la decisión que se produzca a través de ese procedimiento satisfaga el fin para
el cual fue concebido. Esto no significa que siempre deba dársele la razón a la

16
Corte IDH. Opinión Consultiva OC-9/87 del 6 de octubre de 1987, “Garantías Judiciales en Estados de
Emergencia”, párr. 24.
17
Corte IDH, Opinión Consultiva OC-9/87, cit. y sus citas. El artículo 46.2.a es consistente con esta interpretación,
ya que establece que el deber de interponer y agotar los recursos de jurisdicción interna no es aplicable cuando no
exista en la legislación interna del Estado de que se trata el debido proceso legal para la protección del derecho o
derechos que se alega han sido violados. Ibid. Véase también Corte IDH, Vélez Loor vs. Panamá. Sentencia del 23
de noviembre de 2010 (Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas), párr. 142, y sus citas.

5
parte que reclama, sino que se garantice la capacidad del procedimiento para
producir el resultado para el cualéste fue concebido 18.
La garantía de debido proceso que surge del 8.1 busca proteger “el derecho de
los individuos a que se resuelvan con la máxima justicia posible” las
controversias que se susciten entre dos partes (sean ellas particulares u
órganos del Estado y cualquiera sea la materia sobre la que verse la
controversia, incluso si no se trata de una cuestión de derechos humanos), y,
en lo que a los procedimientos penales interesa, la culpabilidad o inocencia de
una persona19. Por este motivo, es “bilateral”, es decir, debe ser garantizada“a
toda persona, por igual, independientemente de su condición como parte
acusadora, acusado o incluso tercero en el marco de un proceso” 20.
Si bien los órganos supranacionales no imponen la forma concreta en que el
derecho de acceso a la justicia de las víctimas de delitos deberá plasmarse en
la normativa interna que regula el procedimiento penal, de los distintos casos y
precedentes, es posible extraer ciertas pautas.Así, la Comisión IDH ha
cuestionado los procedimientos legales de orden interno que restringen la
participación de las víctimas –por ejemplo, porque sólo se les permite actuar
como actores civiles- y ha destacado que el derecho a un recurso efectivo se
ve afectado cuando se le impide a la víctima declarar o solicitar la búsqueda de
pruebas21. Por su parte, la Corte IDHdestacó la facultad de recurrir decisiones
del Ministerio Público o de las autoridades judiciales como derecho de la
víctima y tildó a la reforma del Código de Procedimientos venezolano (en tanto
posibilitó que las víctimas pudieran apelar el sobreseimiento autónomamente,
incluso si el fiscal no hubiera recurrido), de “avance positivo” 22. Finalmente,
para la Comisión, una vez que los sistemas autorizan el acceso a la jurisdicción

18
Corte IDH, Caso Barbani Duarte y otros vs. Uruguay. Sentencia de 13 de octubre de 2011 (Fondo, Reparaciones
y Costas), párr. 122.
19
Medina Quiroga, Cecilia La Convención Americana: teoría y jurisprudencia. Santiago, Chile: Centro de Derechos
Humanos, Facultad de Derecho, Universidad de Chile, (2005) pág. 267.
20
Ibáñez Rivas, cit., pág. 214, y sus citas de precedentes de la Corte IDH.
21
Véase CIDH, "Tercer Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Colombia", capítulo IV, párr. 61,
citado por Di Corleto, Julieta, “El derecho de las víctimas al castigo a los responsables de violaciones graves a los
derechos humanos”, La Ley 2004-A, 702 –Sup. Penal 2003 (diciembre) 21.
22
Corte IDH, Perozo vs. Venezuela, Sentencia de 28 de enero de 2009 (Excepciones Preliminares, Fondo,
Reparaciones y Costas),párr. 349.

6
de la víctima (como en los diferentes códigos de procedimientos vigentes en el
territorio argentino), esta participación deviene un derecho fundamental 23.
La interpretación conjunta de los artículos 8, 25 y 1.1, entonces, obliga a los
Estados a suministrar recursos judiciales efectivosa las personas que acudan a
los tribunales en busca de que sus derechos sean determinados o protegidos,
los cuales deben ser sustanciados de acuerdo con las reglas del debido
proceso legal, y les prohíbe dificultar o imponer trabas injustificadas o
irrazonables en el acceso a la justicia 24.Para evitar esos obstáculos
injustificados, los Estados deberán hacer esfuerzos adicionales con respecto a
los grupos históricamente excluidos o que corren mayor riesgo de ser
discriminados, a fin de que las personas que los integran gocen de un
verdadero acceso a la justicia y se beneficien de un debido proceso legal en
condiciones de igualdad con quienes no afrontan esas desventajas 25. A tal
fin,deberán reconocer y resolver los factores de desigualdad real y adoptar
medidas de compensación que reduzcan o eliminen los obstáculos en el
acceso a la justicia26.

Ampliación de los derechos de las víctimas por vía del deber de investigar
y en su caso sancionar violaciones a los derechos protegidos por la
CADH que configuren además un delito penal

Cuando un delito configura a su vez una violación de los derechos protegidos


por la CADH, la aplicación y alcance del derecho de acceso a la justicia de las
víctimas de ese delito/violacióntienenespecificidades propias, en particular: la
interrelación con el derecho a la verdad, la obligación de debida diligencia en
las investigaciones penales, el derecho de ser oída y de participar en los
procedimientos y las garantías de debido proceso –sobre todo en lo que tiene

23
Comisión IDH, Informe 28/92, del 2/10/92, párr. 34. La Comisión IDH destacó que en buena parte de los sistemas
penales de América Latina existe el derecho de la víctima o su representante a querellar en el juicio penal.
24
Corte IDH, Caso Cantos vs. Argentina, Sentencia de 28 de noviembre de 2002 (Fondo, Reparaciones y Costas),
párr. 50.
25
Véase Furlán vs. Argentina, cit., párr. 267 a 269 (en relación con las personas con discapacidad) y sus citas;
Comisión IDH, Acceso a la Justicia para mujeres víctimas de violencia en las Américas, OEA/Ser.L/V/II. Doc. 68, del
20 enero 2007 y Acceso a la Justicia para Mujeres Víctimas de Violencia Sexual en Mesoamérica, OEA/Ser.L/V/II.
Doc. 63, 9 diciembre 2011 y los casos de la Corte IDH e informes de la Comisión IDH que allí se citan (sobre las
dificultades de acceso a la justicia de las mujeres en razón de su género), entre otros grupos.
26
Véase Furlán vs. Argentina, cit., párr. 267 a 269 y sus citas.

7
que ver con la independencia, imparcialidad y naturalidad del juzgador/a, la
motivación de las sentencias y el plazo razonable.
En primer lugar, el derecho a la justicia subsume el derecho a la verdad 27. Este
derecho no está expresamente reconocido sino que es una creación
jurisprudencial de la Comisión y la Corte IDH, a través del análisis integral de
distintos derechos establecidos en la CADH y en la DADH 28.
El derecho a la verdad se desarrolló, sobre todo, a partir de las “transiciones a
la democracia” en Latinoamérica, y principalmente para casos de desaparición
forzada de personas29, en los que se consideró que los Estados tenían el deber
de reparar a los familiares esclareciendo lo sucedido y localizando a las
personas desaparecidas.Desde entonces, el derecho a la verdad se fue
consolidando a través de la jurisprudencia de la CIDH y de la Corte, apoyada
en distintos informes e instrumentos de la Organización de Naciones Unidas,
hasta ser considerado como elemento fundamental del derecho de acceso a la
justicia30.
La irrupción del derecho a la verdad ha informado la formulación actual del
derecho a la justicia de las víctimas de violaciones a los derechos humanos, en
27Véase, entre muchos otros, Caso de la Masacre de las dos Erres vs. Guatemala, cit., párr. 151; Caso Radilla
Pacheco vs. México, Sentencia de 23 de noviembre de 2009 (Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y
Costas), párr. 180 y sus citas. Véase también Comisión IDH, Derecho a la Verdad en las Américas, (Informe
temático), OEA/Ser.L/V/II.152 Doc. 2, 13 agosto 2014 (en adelante, Comisión IDH, Informe 2014), y sus citas. La
Comisión IDH también ha derivado el derecho a la verdad del derecho de acceso a la información, contemplado en
el artículo IV de la Declaración Americana sobre los Derechos y Deberes del Hombre (DADH) y el artículo 13,
CADH.
28
VéaseComisión IDH, Informe 2014, párr. 53. Sobre por qué se trata de una norma vinculante incluso cuando no
está expresamente consagrada en el texto de la CADH, véase Méndez, Juan, “Derecho a la verdad frente a las
graves violaciones a los derechos humanos”, en La aplicación de los tratados sobre derechos humanos por los
tribunales locales, Abregú y Courtis (comp.), Ed. Del Puerto, 2004. En contra: Pastor, Daniel, “La deriva
neopunitivista de organismos y activistas como causa del desprestigio actual de los derechos humanos”, Nueva
Doctrina Penal, 2005, 1, págs. 73-114.
29
Véase Méndez, cit. En estos casos, se reconoció que los familiares de la víctima tenían un derecho de conocer
cuál había sido el destino de ésta y, en su caso, dónde se encontraban sus restos y a recibir una reparación. Véase
Comisión IDH, Informe 2014, párr. 55 y ss. Véase Caso Radilla Pacheco vs. México, cit., párr. 180, y sus citas; Caso
de la Masacre de las dos Erres vs. Guatemala, cit., párr. 147 y 245, entre muchos otros.
30
Comisión IDH, Informe 2014, párr. 65, 68, 73 y sus citas. El vínculo entre el derecho de acceso a la justicia y el
derecho a la verdad y sus implicancias (el deber de esclarecer los hechos y deslindar responsabilidades
investigando y juzgando), según el Informe citado, fue reconocido por la Corte IDH por primera vez en el caso
Bámaca Velásquez vs. Guatemala, cit. Según Cecilia Medina, empero, fue en el caso Genie Lacayo vs. Nicaragua.
Fondo, reparaciones y costas. Sentencia de 29 de enero de 1997, párr. 75 donde por primera vez la Corte hizo esa
asociación e introdujo el tema de los derechos de terceros en el proceso penal (Medina Quiroga, Cecilia. “Los 40
años de la Convención Americana sobre Derechos Humanos a la luz de cierta jurisprudencia de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos”, en Anuario de Derechos Humanos de la Universidad de Chile No. 5, 2009,
p. 28).También se ha consolidado otro aspecto del derecho a la verdad, que es el de entenderlo como una exigencia
de una sociedad democrática y una justa expectativa que el Estado debe satisfacer no sólo a través de la
investigación, sino a través de la divulgación pública de los resultados de los procesos penales e investigativos.
Véase Comisión IDH, Informe 2014, párr. 71 y 81, y sus citas.

8
el sentido de que obliga a los Estados a que en un plazo razonable31
investiguen efectivamente los hechos para conocer la verdad, juzguen
ysancionen a los responsablesy reparen el daño 32.
De incumplir con estas obligaciones, los Estados estarían auxiliando estos
hechos y por lo tanto comprometerían su responsabilidad internacional33 .
Dado el alcance y la interrelación de estos derechos, ni las “comisiones por la
verdad”, ni los procesos contenciosos administrativos de reparación, ni los
procesos disciplinarios, pueden sustituir el deber del Estado de asegurar la
determinación judicial de responsabilidades individuales o estatales, sino tan
solo complementarlo34.
La obligación del Estado de averiguar la verdad también se deriva del deber de
garantía (art. 1.1), que obliga a combatir la impunidad como modo de evitar la
repetición crónica de las violaciones de derechos humanos yla indefensión de
las víctimas35.
En segundo lugar, la obligación de que la verdad sobre los hechos esté
acompañada por una determinación judicial de responsabilidad plantea el
desafío sobre cómo deben sustanciarse los procesos para alcanzar esa meta.
Para empezar, la investigación debe llevarse a cabo con debida diligencia, es
decir, debe realizarse portodoslosmedios legalesdisponibles,estar dirigida a
procurar laverdad y ser“efectiva” y “genuina”. Esto implica que deberá ser
conducida tomando en cuenta la complejidad de este tipo de hechos,su
contexto, los patrones sistemáticos que permitieron su comisión y la estructura
31
Corte IDH. Caso Palamara Iribarne vs. Chile. Sentencia del 22 de noviembre de 2005 (Fondo, reparaciones y
costas), párr. 188.
32
Véase, entre otros, Corte IDH, Caso Barrios Altos Vs. Perú. Sentencia del 14 de marzo de 2001, párr. 48; Caso
Bulacio Vs. Argentina, cit.,párr. 114; Caso de la Masacre de Pueblo Bello Vs. Colombia. Sentencia de 31 de enero
de 2006, párr. 171; Caso de las Masacres de Ituango Vs. Colombia. Sentencia de 1 de julio de 2006, párr. 289;
Caso Zambrano Vélez y otros Vs. Ecuador. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 4 de julio de 2007, párr.
115; Caso de la Masacre de las Dos Erres vs. Guatemala, cit., párr. 105; Caso Radilla Pacheco vs. México, cit., párr.
180; Caso Vera Vera y otra Vs. Ecuador, cit., párr. 86 y 87; Velásquez Paiz y otros Vs. Guatemala, cit.
33
Véase, entre otros, García Ibarra y otros vs. Ecuador, cit., y sus citas.
34
Sobre las “comisiones por la verdad”, véase, entre otros, Corte IDH, Caso Almonacid Arellano y otros Vs. Chile,
Excepciones preliminares, Fondo, Reparaciones y costas. Sentencia de 26 de septiembre de 2006, párr. 150; Caso
Zambrano Vélez y otros Vs. Ecuador, cit., párr. 128; Caso Anzualdo Castro vs. Perú. Sentencia de 22 de septiembre
de 2009. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas, párr. 180; Caso de la Masacre de las dos Erres vs.
Guatemala, cit.,párr. 232. Sobre los procesos administrativos y disciplinarios, véase entre otros, Caso Valle Jaramillo
y otros Vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 27 de noviembre de 2008, párr. 166 y 167; Caso
de la "Masacre de Mapiripán" Vs. Colombia. Sentencia de 15 de septiembre de 2005, párr. 214 y 215; Caso de la
Masacre de La Rochela vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 11 de mayo de 2007, párrs.
206, 215, 220 y 222; Caso de las Masacres de Ituango Vs. Colombia, cit.
35
Caso de la Masacre de las dos Erres vs. Guatemala, cit., párr. 234; Caso de la “Panel Blanca” (Paniagua Morales
y otros) Vs. Guatemala, Sentencia de 8 de marzo de 1998. Fondo, párr. 173, entre otros.

9
en la cual se ubican las personas probablemente
involucradas.Estedebercompromete atodainstituciónestatal, tantoalas
judiciales como a las encargadas de lainvestigación previaalproceso judicial,
las cuales deberán velar porque el Estadopueda ejercer adecuadamente
sufacultadacusatoriay porque se lleve adelante
elprocesojudicialcorrespondiente36.
La obligación de investigar es de medio (o “comportamiento”), por lo que no se
viola meramente ante la inexistencia de unresultadosatisfactorio, siempre y
cuando la investigación, en su conjunto, haya sido cumplida diligentemente
paraevitarla impunidad 37 .
En tercer lugar, estas investigaciones y consiguientes procesos judiciales,
además de ser diligentes, deberán observar el derecho de las víctimas de ser
oídas con las debidas garantías del 8.1, que apareja también recibir
información sobre el caso y participar formulando pretensiones y alegaciones,
haciendo planteos y presentando prueba. Esos planteos, alegatos y pruebas
que presenten las víctimas deberán ser analizados completa y seriamente por
las autoridades antes de pronunciarse sobre hechos, responsabilidades, penas
y reparaciones38.
Sin perjuicio de estas facultades, el responsable exclusivo de la acción penal
sigue siendo el Estado, cuyo deber de buscar efectivamente la verdad se
mantiene incluso si las víctimas decidieran no impulsar ni participar en el
proceso39.
Como se dijo, los órganos supranacionales no imponen expresamente una
forma en concreta en que debe plasmarse en la normativa interna el derecho

36
Véase CasoGarcía Ibarra vs. Ecuador, cit., párr. 135 y 143; y sus citas. Véase también Comisión IDH, Informe
2014, párr. 78 y sus citas.
37
Véase Caso García Ibarra vs. Ecuador, cit., párr. 136 y sus citas, entre muchos otros.
38
Véase, entre muchos otros, Corte IDH, Caso XimenesLopes Vs. Brasil. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia
de 4 de julio de 2006, párr. 193; Caso de la Masacre de la Rochela Vs. Colombia. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 11 de mayo de 2007, párrs. 193 y 195; Caso Baldeón García Vs. Perú. Fondo, Reparaciones y Costas.
Sentencia de 6 de abril de 2006, párr. 146; Caso de los “Niños de la Calle” (Villagrán Morales y otros) Vs.
Guatemala. Excepciones Preliminares. Sentencia de 11 de septiembre de 1997, párr. 225, 227 y 246; Caso
Rosendo Cantú y otra vs. México, cit., párr. 213; Ibsen Cárdenas e Ibsen Peña Vs. Bolivia. Fondo, Reparaciones y
Costas. Sentencia de 1 de septiembre de 2010, párr. 151. Y de la Comisión IDH, véase Informe 2014, párr. 80 y sus
citas.
39
Por ejemplo, en el caso García Ibarra vs. Ecuador, cit., ante las alegaciones de falta de debida diligencia por
parte de la Comisión y de los representantes de las víctimas, el Estado se defendió alegando quelasvíctimas habían
desistido de laacusaciónparticularenelmarcodel procesopenal en el que se investigaba el caso. Sin embargo, la
Corte sostuvo que ese desistimiento era irrelevante porque el Estado tenía un deberjurídicopropio de asegurar el
derecho a la justicia (párr. 154). Véase también Comisión IDH, Informe 2014, párr. 80 y sus citas y Di Corleto, cit.

10
de las víctimas de participar en el proceso (la constitución o no como acusación
privada, y de ser así, de forma autónoma o adhesiva a la acusación pública,
etc.). Sin embargo, la exigencia de los estándares que se vienen mencionando,
restringe notablemente el margen de los Estados, al menos en lo que a los
casos que involucran violaciones a los derechos humanos respecta. El modelo
más compatible con estos estándares parecería ser legitimar a las víctimas de
violaciones a los DDHH y sus familiares a reclamar la jurisdicción criminal en
forma autónoma40. Más aún, en casos como estos, la Comisión IDH ha
sostenido que, una vez reconocido en la legislación interna el derecho de
presentarse como parte en el proceso de la víctima adquiere protección
convencional y no puede ser derogado absolutamente por ley posterior sin
violar la CADH o la DADH41.
En cuarto lugar, y también de acuerdo con el 8.1., para que la investigación y
juzgamiento de estos hechos cumplan acabadamente con los estándares
interamericanos no alcanza meramente con escuchar y dejar participar a la
víctima, sino que esa participación debe estar protegida específicamente por el
debido proceso que, en su aplicación a las víctimas de violaciones a los
derechos humanos que configuran un delito, tiene implicancias especiales en lo
que atañe a la imparcialidad del juzgador/a, a la motivación de la sentencia y al
plazo razonable.
Concretamente, las garantías de imparcialidad, naturalidad e independencia del
sistema de justicia (que incluye también a los órganos no judiciales a cargo de
la investigación previa al proceso judicial 42),de acuerdo con el artículo
8.1,CADH, protegen a todas las partes en todos los procesos, penales o no.
Por tal motivo, forman parte del derecho de acceso a la justicia, a la verdad y a
la reparación de las víctimas de violaciones a los derechos humanos 43.

40
Así opina Di Corleto, cit., al menos en relación con las violaciones graves a los DDHH.
41
Comisión IDH, Informe 28/92, del 2/10/92, párr. 34, cit. La Comisión IDH destacó que en buena parte de los
sistemas penales de América Latina existe el derecho de la víctima o su representante a querellar en el juicio penal .
En el caso, se hacía referencia a las leyes de Obediencia Debida y Punto Final dictadas por el Estado argentino que
vedaba a los familiares de las víctimas del terrorismo de Estado a querellar, en virtud de que dichas leyes
paralizaban los enjuiciamientos de los responsables.
42
Caso Cantoral Huamaní y García Santa Cruz vs. Perú. Excepción preliminar, fondo, reparaciones y costas.
Sentencia de 10 de julio de 2007, párr. 133. Véase también Caso J. vs. Perú. Excepción preliminar, fondo,
reparaciones y costas. Sentencia de 27 de noviembre de 2013, párr. 182.
43
Véase Femicidio y debida diligencia: Estándares internacionales y prácticas locales, Amnistía Internacional y
Ministerio Público de la Defensa, Buenos Aires, 2016.

11
Dada la importancia de estas garantías –en tanto condición imprescindible para
garantizar la idoneidad de la investigación, el juzgamiento, la sanción y la
reparación44- la Corte IDH ha llamado particularmente la atención sobre tres
aspectos cuando se aplican a las víctimas.
Primero,adquieren una particular relevancia en los casos donde se sospecha
que, en los hechos, podrían estar involucrados agentes estatales, o en las
investigaciones abiertas contra ellos por haber omitido sus obligaciones de
debida diligencia. En caso así, estas garantías obligan a que existan
estructuras de investigación independientes de las autoridades estatales
cuestionadas para esclarecer los sucesos y determinar las responsabilidades 45.
Segundo, y también vinculado con esto último, estas garantías son
incompatibles con la intervención de la jurisdicción militar para casos que
configuran violaciones a los derechos humanos, cualquiera sea la entidad de la
violación (“grave” o no)46.
Tercero, la garantía de imparcialidaden particular ha sido vinculada con el
principio de igualdad y no discriminación, en tanto exige que los crímenes sean
investigados, juzgados y en su caso sancionados sin valoraciones subjetivas,
ancladas en prejuicios y estereotipos de las autoridades estatales 47. Este
aspecto de la garantía ha tenido particular relevancia en los casos que
involucran violencia de género, donde es frecuente que lasinvestigaciones se
vean afectadas negativamente por prejuicios o nociones estereotipadas sobre
las actitudes, características o roles de las mujeres víctimas o acusadas, lo cual
las priva de un acceso a la justiciaen condiciones de igualdad 48.
44
Véase ONU Mujeres, Modelo de protocolo latinoamericano de investigación de las muertes violentas de mujeres
por razones de género (femicidio/feminicidio) (disponible en línea en
http://www.un.org/es/women/endviolence/pdf/Modelo%20de%20Protocolo.pdf ), párr. 75.
45
ONU Mujeres, Protocolo… cit. párr. 75, con cita de Corte IDH, Caso Myrna Mack Chang Vs. Guatemala, Fondo,
Reparaciones y Costas, Sentencia de 25 de noviembre de 2003, párrs. 173 y 174.
46
Para la Corte IDH, la competencia de este fuero debe tener un alcance restrictivo y excepcional, limitada al
juzgamiento de militares activos por la comisión de delitos o faltas que por su propia naturaleza atenten contra
bienes jurídicos propios del orden militar. Véase, en general, CasoVélezRestrepoyFamiliaresVs.Colombia.
ExcepcionesPreliminares,FondoReparacionesyCostas.Sentenciade3deseptiembrede2012, párr. 240, donde se citan
todos los casos en los que la Corte IDH declaró la incompatibilidad de la jurisdicción militar con el derecho de
acceso a la justicia de las víctimas.
47
Véase Amnistía y MPD, Femicidio.... cit.
48
Véase ONU Mujeres, Protocolo, párr. 76 con cita de Comité CEDAW, Karen Tayag Vertido Vs. Filipinas, párr. 8.9.
Véase también los informes de la Comisión IDH ya citados (2007 y 2011) y en particular, Corte IDH Caso González
y otras (“Campo Algodonero”) Vs. México. Excepción Preliminar, Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 16 de
noviembre de 2009, párr. 164, 208 y 400, Caso Veliz Franco y otros vs. Guatemala. Sentencia de 19 de mayo de
2014. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas, párr. 212-215 y 225, Espinoza González vs. Perú.
Sentencia de 20 de noviembre de 2014. Excepciones Preliminares, Fondo, Reparaciones y Costas, párr. 268 y ss,

12
La motivación de las sentencias, al estar vinculada con la correcta
administración de justicia, integra también la garantía del debido proceso
del 8.1y protege en consecuencia a las víctimas. Por lo tanto, la
argumentación de los fallos y actos administrativos que afecten derechos
humanos deben, según el caso, dar a conocer los hechos, motivos y normas
en que se basó la autoridad para tomar su decisión, tomar en cuenta los
alegatos de las partes y la prueba reunida, explicar
suficienteysatisfactoriamente laalegada violación a los derechos humanos y
establecer efectivamente los hechos 49 .
Finalmente, el plazo razonable de duración del proceso al que alude el
artículo 8.1 también tiene implicancias especiales en las víctimas. Dado queel
transcurso del tiempo afecta la posibilidad de obtener y presentar pruebas que
esclarezcan los hechos y determinen las responsabilidades, por sí mismo
configura una violación de las garantías judiciales. En consecuencia, los
jueces, como rectores delos procesos, deben procurar suceleridad,para lo cual
deberán dirigirlosy encausarlos de modo tal de impedir
dilacionesyentorpecimientos indebidos50.

La situación de las víctimas de violaciones “graves” a los derechos


humanos

El alcance de algunos de los derechos y garantías de las víctimas y de los


deberes estatales que se fueron mencionando varia según la naturaleza de la
violación a los derechos humanos, ya que si bien todaviolaciónsuponecierta

entre otros). En el sistema universal, el Comité de la CEDAW también ha destacado cómo la presencia de
estereotipos de género en el procesamiento de los casos de violencia de género compromete la imparcialidad y la
integridad del sistema de justicia, lo cual puede dar lugar a la denegación de justicia, incluida la revictimización de
las mujeres (Comité CEDAW, Recomendación general núm. 33 sobre el acceso de las mujeres a la justicia,
CEDAW/C/GC/33, párr. 26).
49
Véase Corte IDH, Caso García Ibarra vs. Ecuador, cit., párr. 151 y 152 y sus citas. En este caso se consideró
que la decisión judicial –la condena por “homicidio inintencional” a un policía que, en ejercicio de sus funciones,
había dado muerte a un niño- no estaba debidamente motivada, ya que la determinación de los hechos en la
sentencia no había sido la derivación de una investigación dirigida a buscar genuinamentela verdaddelosucedido
mediante unaevaluaciónadecuadadelasdoshipótesis consideradas sobreelmodoycircunstancias enque la víctima
había sido privadadesuvida, sino en virtud de una regla procesal, utilizada ante los desacuerdos entre los tres
integrantes del tribunal que juzgó el caso.
50
Véase Caso García Ibarra vs. Ecuador, cit., párr. 132, 158 y ss.; Caso Palamara Iribarne Vs. Chile. Sentencia de
22 de noviembre de 2005 (Fondo Reparaciones y Costas), párr. 188; Caso Ibsen Cárdenas e Ibsen Peña vs. Bolivia,
cit., párr. 152, 172, 190 y 191, y sus citas; Caso Bulacio vs. Argentina, cit,párr.114; Caso de la Masacre de las Dos
Erres vs. Guatemala, cit., párr. 235, entre otros.

13
gravedad51, algunas son particularmente graves. Dentro de estas últimas se
encuentran, para empezar, los crímenes de lesa humanidad y crímenes de
guerra52. Estos hechos han sido tratados por la Corte IDH como “violaciones
graves” o “muy graves”alosderechoshumanos protegidos por la CADH y, dada
su entidad, su comisión acarreaconsecuenciaspropias 53 , entre ellas el deber
reforzado –u “obligaciones positivas especiales” 54-, de investigación y
esclarecimiento55, deber que tiene el carácter de jus cogens56. A la luz del
Derecho Internacional, son inadmisibles e inaplicables la prescripción y las
disposiciones de amnistía, la irretroactividad de la ley penal, el ne bis in idem y
el establecimiento de excluyentes de responsabilidad que pretendan impedir la
investigación y sanción de los responsables de estos crímenes del derecho
penal internacional57.
Por otro lado, existen violaciones a los derechos humanos quetambién son
“graves”, en tanto constituyen crímenes bajo el derecho internacional o ilícitos
que el derecho internacional exige penalizar (porque contravienen derechos
inderogables reconocidos por el Derecho Internacional de los Derechos
Humanos) pero que no reúnentodos los requisitos de los crímenes contra la

51
Véase Caso Vélez Restrepo vs. Colombia, cit., párr. 282;Caso Ibsen Cárdenas e Ibsen Peña Vs. Bolivia, cit., párr.
207; Caso Vera Vera y otra Vs. Ecuador, cit., párr.. 118, entre otros.
52
Sobre los criterios de la Corte IDH para calificar a un crimen como de lesa humanidad, véase fundamentalmente
Almonacid Arellano vs. Chile, cit., sobre todo párrs. 96, 99 y 103. Sin embargo, la Corte IDH no es un tribunal penal,
por lo que ha hecho esa calificación a los únicos fines de determinar el alcance de la responsabilidad internacional o
de la debida diligencia en la investigación de los hechos (Véase Parra Vera, Oscar, “La jurisprudencia de la Corte
Interamericana respecto a la lucha contra la impunidad: algunos avances y debates”, en Revista Jurídica de la
Universidad de Palermo, Año 13, N 1, noviembre de 2012, pág. 13). Asimismo, en el caso Perozo vs. Venezuela,
cit., párr. 149, sistematizó las violaciones “graves” a los derechos humanos que, a su vez, y en virtud de esos
elementos, configuran crímenes de lesa humanidad (detenciones arbitrarias, torturas, ejecuciones y desapariciones
en el marco de “prácticas sistemáticas y masivas”, “patrones” o “políticas estatales”; cuando “la preparación y
ejecución” de los hechos fue perpetrada con el conocimiento u órdenes superiores de altos mandos y autoridades
del Estado o con su colaboración, aquiescencia y tolerancia).
53
Caso García Ibarra vs. Ecuador, cit., párr. 204; CasoVeraVerayotra vs.
Ecuador,cit.,párrs.117y118;CasoVélezRestrepoyFamiliaresVs.Colombia, cit., párr. 281 y 282.
54
Parra Vera, cit., pág. 28.
55
Comisión IDH, Informe 2014, párr. 76 y sus citas.
56
Véase Caso Bámaca Velásquez vs. Guatemala. Sentencia de 27 de enero de 2009. Supervisión de cumplimiento
de sentencia. Medidas Provisionales, párr. 26; Caso La Cantuta vs. Perú, cit., párr. 157; Caso de la Masacre de las
dos Erres vs. Guatemala, cit., párr. 140; Caso Goiburú y otros Vs. Paraguay,párr. 128; Caso de la Masacre de la
Rochela Vs. Colombia, párr. 132, entre otros.
57
Véase Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio (1948) y Convención sobre la
imprescriptibilidad de los crímenes de guerra y de los crímenes de lesa humanidad (1968). Véase también, de la
Corte IDH, Caso Barrios Altos Vs Perú, cit., párr. 41; Anzualdo Castro Vs. Perú, cit., párr. 182; Almonacid Arellano
vs. Chile, cit., párr. 151; Caso Ticona Estrada y otros Vs. Bolivia. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 27 de
noviembre de 2008, párr. 147; Caso de la Masacre de las dos Erres vs. Guatemala, cit., párr. 129; Caso Gelman Vs.
Uruguay, Sentencia del 24 de febrero de 2001 (Fondo y Reparaciones), párr. 225, Caso Gomes Lund y otros
(Guerrilha do Araguaia) vs. Brasil, cit., párr. 171.

14
humanidad o de guerra. Tal es el caso de la tortura, las ejecuciones
extrajudiciales, sumarias o arbitrarias y las desapariciones forzadas que se
cometen desde el Estado o con su anuencia pero no necesariamente como
parte de una política y de un ataque generalizado y sistemático contra una
población civil58. Se trata fundamentalmente de crímenes que involucran
violencia estatal –Abramovich los llama “crímenes de Estado” o “crímenes de
violencia institucional”59. Estos hechos también están abarcados por estas
obligaciones calificadas de investigación y en su caso, sanción 60.
A tal punto es intenso el deber de investigar este tipo de violaciones, que la
Corte IDH ha ordenado61 que se reabrieran investigaciones penales que ya
estaban cerradas, o bien por la vigencia de leyes de amnistía 62 o bien por
prescripción63 o bien por “cosa juzgada fraudulenta”64.
Decisiones de este tipo generan una innegable tensión entre los derechos de
las víctimas y las garantías –también convencionales- de las personas
acusadas(seguridad jurídica, plazo razonable, ne bis in ídem, cosa juzgada,
según el caso). Esta tensión debe resolverse a partir de un “juicio de
ponderación”, consistente en sopesar, por un lado, la afectación que la

58
Véase, en general, Declaración sobre la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas; la
Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas; Convención
contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes; Convención Interamericana para
Prevenir y Sancionar la Tortura. Véase Corte IDH Bulacio vs. Argentina, cit., (malos tratos que condujeron a la
muerte de un adolescente que se encontraba bajo la custodia del Estado); Bueno Alvez vs. Argentina, Supervisión
de Sentencia, párr. 34 y Gutiérrez Soler vs. Colombia. Sentencia de 12 de septiembre de 2005 (Fondo, reparaciones
y costas); Caso Carpio Nicolle y otros Vs. Guatemala. Sentencia de 22 de noviembre de 2004 (Fondo, Reparaciones
y Costas) (ejecución extrajudicial) (Para un análisis de estos dos últimos casos, véase Parra Vera, cit.). En los casos
citados, no había crímenes contra la humanidad involucrados. Para Filippini, empero, en “Almonacid Arellano” la
Corte IDH no trazó un límite preciso acerca de las condiciones bajo las cuales acciones que no son parte de una
política estatal sistemática y generalizada podrían ser consideradas crímenes contra la humanidad, y la posibilidad
estaría abierta, aunque no claramente definida. Véase Filippini, Leonardo “La definición de los crímenes contra la
humanidad en el fallo ‘René Jesús Derecho’ de la Corte Suprema”, en Jurisprudencia penal de la Corte Suprema de
Justicia de la Nación, Pitlevnik (Dir), Tomo IV, 2008, Buenos Aires, Hammurabi.
59
Abramovich, Víctor, “‘Transplante’ y ‘Neopunitivismo’. Debates sobre la aplicación del derecho internacional de los
derechos humanos en la Argentina”, en Tiscornia, Sofía, Activismo de los derechos humanos y burocracias
estatales. El caso Walter Bulacio, Buenos Aires: CELS y Editores del Puerto, págs. 259 y 262.
60
Véase Parra Vera, cit., pág. 29.
61
Esas órdenes no necesariamente son expresas. A veces, la reapertura de las investigaciones es una derivación
lógica del cumplimiento de buena fe de las sentencias de la Corte IDH. Véase Bámaca Velásquez vs. Guatemala.
Sentencia del 18 de noviembre de 2010. Supervisión de cumplimiento de sentencia, párr. 34-40.
62
Por ejemplo, en Barrios Altos vs. Perú, cit.; Gomes Lund y otros (Guerrilha do Araguaia) vs. Brasil, cit.; Caso
Gelman Vs. Uruguay, cit.; Almonacid Arellano vs. Chile, cit.
63
Por ejemplo, en el Caso Bulacio vs. Argentina, cit. y en el Caso Bueno Alvez vs. Argentina (Supervisión de
Cumplimiento de Sentencia. Resolución del 5 de julio de 2011).
64
Por ejemplo, en los casos Carpio Nicolle y otros Vs. Guatemala, cit., y Gutiérrez Soler vs. Colombia, cit.. Véase
también Almonacid Arellano y otros vs. Chile, cit., donde la Corte IDH precisa cuándo se está ante una situación de
“cosa juzgada fraudulenta” (parr. 154).

15
impunidad de estas conductas generan en las víctimas, y por el otro, las
garantías de las personas acusadas65.
En este juicio de ponderación, es particularmente relevante la distinción entre
hechos punibles en general y las “graves” violaciones de derechos humanos.
En relación con los primeros, en tanto no involucren conductas de “especial
gravedad” y la falta de resultados en una determinada investigación no haya
estado relacionada con “actuaciones u omisiones procesales dirigidas, con
clara mala fe o negligencia, a propiciar o permitir la impunidad”, el principio de
cosa juzgada es irrestricto, incluso cuando ese hecho punible configure una
violación a algún derecho humano protegido por la CADH.
Sin embargo, cuando se trata de “graves y sistemáticas violaciones a los
derechos humanos” la ponderación debe tomar en cuenta otros factores,
vinculados no sólo con la gravedad del hecho, sino también con la afectación
que la impunidad produce en los derechos de las víctimas. Ésta no sólo
autoriza sino que exige una excepcional limitación a las garantías de las
personas acusadas para permitir la reapertura de esas investigaciones, sobre
todo cuando la decisión que se alega como cosa juzgada fue consecuencia del
“incumplimiento protuberante” de los deberes de investigar y sancionar
seriamente esas graves violaciones.
Es decir, se considera que la entidad de la afectación a las víctimas es mayor
cuando, además de haber sido lesionadas por un comportamiento atroz,
debieron soportar la indiferencia del Estado en el esclarecimiento de los
hechos, la sanción de los responsables y la reparación. Por tal motivo, en estos
casos de violaciones graves que han quedado impunes en virtud de una
utilización “desviada” de las garantías de las personas acusadas, existe en
principio una prevalencia del derecho de acceso a la justicia de la víctima y se
desdibuja la garantía procesal penal de cosa juzgada.
Como se ve, no surge de la jurisprudencia de la Corte una obligación
general,automática e ilimitada de investigar penalmente los hechos que violan
los derechos humanos ni de reabrir procesos finalizados. Más bien, ha
preferido el análisis “caso a caso”, valorando lascircunstancias particulares de
los hechos, los alcances de la responsabilidad del Estado y los efectos que a
65
Véase Bámaca Velásquez vs. Guatemala. Sentencia del 18 de noviembre de 2010, cit., párr. 41 y ss., el cual se
seguirá en lo sucesivosobre el “juicio de ponderación”. Para un análisis de dicho juicio de ponderación, véase
también Parra Vera, op. cit.

16
nivel interno tendría dicha orden de investigar, particularmente si ello implicare
abrir procesos internos que hanllegadoadecisiones
definitivasoconcarácterdecosajuzgadaynohaya
pruebaoindiciosdequeestosresultadosseanproductodelaapariencia,
elfraudeodeuna voluntaddeperpetuarunasituacióndeimpunidad66.
En esta misma línea, la Corte tampoco ha cerrado toda posibilidad a la
prescripción en este tipo de casos, es decir, no ha ampliado el elenco de delitos
imprescriptibles67. Si bien ha declarado improcedente la prescripción en casos
que involucren graves violaciones a derechos humanos y que no son de los
delitos imprescriptibles de acuerdo con las reglas del Derecho Internacional,no
ha extendido esta improcedencia a todo caso sometido a su jurisdicción por el
solo hecho de tratarse de violaciones de derechos humanos 68. La prescripción
debe aplicarse cuando corresponda, salvo que se compruebe una clara falta de
debida diligencia en la investigación y, en consecuencia, una privación a la
víctima de su derecho de acceso a la justicia69.
Detrás de este tratamiento diferenciado respecto de la reapertura de causas ya
cerradas en función del tipo de violación de que se trate, subyace un concepto
sustantivo del principio de igualdad, que toma en consideración que la
66
Corte IDH, Caso García Ibarra vs. Ecuador, párr. 204. Así, la Corte se ha negado a ordenar una reparación
consistente en investigación penal en casos como caso Vera Vera vs. Ecuador (relacionado con un disparo sufrido
por la víctima y su fallecimiento días después, bajo custodia del Estado, hecho que había quedado impune), ni en
García Ibarra vs. Ecuador (relacionado con un niño asesinado por un policía que fue condenado de forma irregular y
sin una investigación diligente previa por “homicidio inintencional”), ni en Pueblo Indígena Kichwa de Sarayahu vs.
Ecuador (donde se declaró al Estado responsable por violación a las garantías judiciales de los integrantes de una
comunidad indígena por no haber investigado eficientemente ciertas agresiones que habían sufrido, pero aun así no
ordenó reabrir esas investigaciones); ni en Martín del Campo Dood Vs. México(donde la Corte se abstuvo de atribuir
responsabilidad internacional por la violación a la obligación de investigar por el mero hecho de que no hubiera
condenas específicas –Parra Vera, cit); ni en Palma Mendoza Vs. Ecuador (donde se ha advertido “un importante
nivel de deferencia” en la valoración de la prueba hecha por las autoridades locales sobre si corresponde o no
sancionar penalmente a una persona, de tal forma que la responsabilidad internacional del Estado no
necesariamente se ve comprometida por el sólo hecho de que no se haya condenado a los presuntos autores
intelectuales de un secuestro seguido de asesinato, Parra Vera, cit.), entre otros.
67
Véase Parra Vera, cit. y Abramovich, cit., pág. 263.
68
Véase, por ejemplo, lo resuelto en Vélez Restrepo vs. Colombia, cit., párr. 283 y 284; y en el Caso Vera Vera y
otra vs. Ecuador, cit., párrs. 117 y 118.
69
Véase Bueno Alvez vs. Argentina (Supervisión de cumplimiento, cit.), párr. 45. En esta línea, la Corte se negó a
ordenar que se deje sin efecto la prescripción de la acción en casos como Albán Cornejo Vs. Ecuador (relacionado
con una víctima fallecida por causa de una mala praxis médica, donde la Corte expresamente afirmó que no
operaba la exclusión de la prescripción respecto del médico imputado porque no se trataba de un delito
imprescriptible) ni en Vélez Restrepo vs. Colombia (relacionado con agresiones sufridas por un periodista y sus
familias por parte del ejército colombiano y la ausencia de investigación diligente de estos hechos, donde, en
relación con uno de los hechos, la Corte declaró que no correspondía declarar la improcedencia de la prescripción).
Ello, sin perjuicio de que en algunos de esos casos se reconoció el derecho de las víctimas y sus familiares a
conocer la verdad, aunque por una vía alternativa a la penal (Véase, entre otros, Corte IDH, Vera Vera y otra vs.
Ecuador, cit. y Vélez Restrepo vs. Colombia, cit.).

17
impunidad frente a la violencia estatal afecta de forma desproporcionada a
ciertos sectores, más excluidos y con dificultades especiales para acceder a la
justicia. Por lo tanto, como explica Abramovich, la Corte abandona la
neutralidad para incorporar este dato de la realidad a su análisis y proveer
mayor protección a quienes, a raíz de factores estructurales, sufren un trato
desigual del Estado70.

El impacto de estos desarrollos en la jurisprudencia local

La CSJN ha reconocido expresamente el “derecho de acceso a la justicia”de


las víctimas de delitos71 y hecho eco de estos desarrollos del sistema
interamericano.
Así, e invocando la inviolabilidad de la defensa en juicio del art. 18, CN,los arts.
8.1 y 25, CADH y el art. 14.1, PIDCP, dejó sin efecto decisiones de tribunales
inferiores que habían cercenado facultades expresamente consagradas por los
códigos de procedimientos a las víctimas presentadas como parte en un
proceso penal, como por ejemplo, la de acusar en juicio (incluso cuando la
acusación pública había desistido)72, la de recurrir decisiones judiciales cuando
la legislación procesal así lo autoriza 73 y la de presentarse como querellante
cuando la legislación local así lo autoriza 74. Más aún, consideró que una vez
que esas facultades legales estaban expresamente reconocidas, se convertían
en un derecho convencional porque pasaban a integrar el derecho de acceso a
la justicia75.
Asimismo, la CSJN también prestó especial atención a la situación de víctimas
en condición de vulnerabilidad y,en consecuencia, dejó sin efecto decisiones
que, por forzarlas a repetir sus testimonios en el proceso, las exponían a sufrir

70
Abramovich, cit., pág. 261 y 262.
71
También lo ha llamado “tutela judicial efectiva” (véase, entre otros, Fallos 329:5994 -“Juri”, rta. 27/12/06-, y
“Coronel” –CSJ 1543/2013 49-C/CS, rta. 24/9/2015) y “derecho a la jurisdicción” en Fallos 319:2925 (“Dahlgren”, rta.
10/12/1996). En relación con el derecho de acceso a la justicia de las víctimas de violaciones a los derechos
humanos en procesos no penales, véase CSJN expte. C. 568. XLIV. RHE “Carranza Latrubese”, rta. 06/08/2013, en
particular cons. 9.
72
CSJN, Fallos 321:2021 (“Santillán”, 13/08/1998).
73
CSJN, “Juri”, cit.
74
CSJN, “Coronel”, (CSJ 1543/2013 49-C/CS, rta. 24/9/2015)
75
Ibid.

18
una revictimización76, incluso cuando estaba en juego el derecho convencional
de la persona acusada de interrogar a los testigos 77. Asimismo, para prevenir la
revictimización y discriminación de las mujeres víctimas de violencia sexual,
ordenó la eliminación de los obstáculos en el acceso al aborto no punible del
artículo 86, CPN78.
Por su parte, en casos que involucraban crímenes contra la humanidad
cometidos durante el terrorismo de Estado, la CSJN declaró la improcedencia
de disposiciones de prescripción, amnistías o indultos que se erigieran como
obstáculos para su investigación y enjuiciamiento 79. Y en casos de violaciones
graves a los derechos humanos que no configuraban crímenes contra la
humanidad dejó sin efecto –no sin controversia-las declaraciones de
prescripción de la acción declaradas por los tribunales de las instancias
anteriores80.
Aun así, la CSJN no impuso una bilateralidad total entre los derechos de la
víctima y los de la persona acusada. En efecto, la CSJN ha hecho eco de la
especificidad de los derechos del 8.2 de la CADH como garantías de las
personas “inculpadas de delito”. A modo de ejemplo, en relación con la “doble
instancia” (consagrada en el 8.2), cuando fue invocada por las personas
imputadas, le reconoció su anclaje constitucional y la interpretó de forma
sumamente amplia81. Sin embargo, cuando fue invocada por la acusación
privada, la CSJN encausó esa pretensión en la “tutela judicial efectiva” y se

76
Véase CSJN, Fallos 325:1549 (“M.A.”, rta. 27/06/2002) (dejó sin efecto una decisión de un juzgado de primera
instancia de someter al niño a una onceava intervención –entre exámenes y declaraciones- en el contexto de una
investigación penal por abuso sexual); CSJN, (“Gallo López”, rta. 07/6/2011) (dejó sin efecto una decisión de la
Cámara Federal de Casación Penal cuyo efecto era volver a tomarle declaración testimonial en el juicio oral a una
adolescente víctima de violencia de género respecto de quien estaba comprobado que esa declaración podría poner
en peligro su integridad física y psíquica).
77
Para un análisis sobre cómo la CSJN resolvió el conflicto de derechos que se había planteado en “Gallo López”,
véase Piqué, María Luisa, “El conflicto entre el derecho de interrogar a los testigos, y el derecho de las víctimas de
no ser revictimizadas. Algunas reflexiones a partir de ‘Gallo López’”, en Jurisprudencia Penal de la Corte Suprema
de Justicia de la Nación, Tomo 16 (Leonardo Pitlevnik, Director), mayo de 2014.
78
CSJN, Fallos 335:197 (“FAL s/medida autosatisfactiva” del 13 de marzo del 2012).
79
Fallos 327:3312 (“Arancibia Clavel”, rta. 24/8/2004), Fallos 328:2056 (“Simón”, 14/6/05), Fallos 330:3248
(“Mazzeo, Julio L.”, rta. 13/07/07).
80
CSJN, Fallos 327: 5669 (“Espósito”, rta. 23/12/2004), Fallos 330:3074 (“Derecho, René Jesús I, rta. 11/7/07) y
Fallos: 334:1504, (“Derecho II”, rta. 29/11/11),
81
Véase, sobre todo, CSJN, Fallos 318:514, (“Giroldi”, rta. 07/04/95); Fallos 328:3399 (“Casal”, rta. 20/09/05); causa
D.429.XLVIII. "Duarte, Felicia s/recurso de casación" (rta. 05-08-2014), “C. 416. XLVIII.”Chambla, Nicolás Guillermo;
Diaz, Juan Leonardo; Larrat, Esteban Martin y Serrano, Leandro Ariel s/ homicidio -causa n° 242/2009” (rta. 05-08-
2014); “Chabán, Emir y otros s/ causa n° 11.684” (rta. 05-08-2014); “Carrascosa, Carlos Alerto s/recurso de
casación” (C. 382. XLIX) (rta. 27/11/2014).

19
limitó a establecer que el derecho legal a recurrir no podía ser restringido de
forma arbitraria82.

Cierre

Los derechos de las víctimas de delitos fueron reconocidos de forma tardía. Si


bien una interpretación amplia de la inviolabilidad de la defensa en juicio del
artículo 18 proveyó durante décadas un soporte mínimo de contención, lo cierto
es que hubo que esperar a la incorporación de los pactos internacionales de
derechos humanos a nuestra Constitución, y a los desarrollos de la
jurisprudencia del sistema interamericano –sobre todo en los casos en que los
delitos configuran además una violación de los derechos humanos protegidos
por la CADH -, para que estos fueran tomados en serio.
Sin embargo, restan enormes desafíos. El principal es el de encontrar una
manera de resolver aquellos casos donde,para hacer efectivos los derechos de
las víctimas, se requiera restringir los derechos de las personas imputadas.
Las pautas constitucionales y convencionales no aportan una solución unívoca
para resolver este conflicto de derechos. Sin embargo, aportan elementos útiles
para empezar a desarticularlos. Primero, la priorización del análisis “caso a
caso” por sobre las soluciones automáticas. Y segundo, una definición más
precisa sobre cuáles son los derechos en juego y sus contornos.

82
CSJN, Fallos 329:5994 (“Juri”, rta. 27/12/06).

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