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La Diosa Blanca y La Bruja
La Diosa Blanca y La Bruja
© Erica Jong
El deseo de la Diosa Madre asume muchas formas, y los arquetipos de la bruja buena y
mala son sólo dos de ellas. La más famosa evocación de la Diosa Madre en la literatura
reciente es probablemente la descripción que hace de ella Robert Graves en La Diosa
Blanca. Graves asocia la Diosa Madre a la musa y a la luna, y llega a afirmar que ninguna
composición poética es verdadera poesía si no la invoca.
¿Quién es la Diosa Blanca de Graves y qué tiene que ver con las brujas? Es "una mujer
bellísima, delgada, con nariz aguileña, el rostro de una palidez mortal, los labios rojos
como serbas salvajes, los ojos de un azul increíble y largos cabellos rubios; se transformará
de repente en cerda, yegua, perra, asna, comadreja, serpiente, lechuza, loba, tigresa,
sirena u horrible arpía".
Nos ocupamos de la Diosa Blanca de Graves porque existen pruebas convincentes del
hecho que, sea ella como el moderno arquetipo de la bruja a la Walt Disney (la vieja fea y
mala con la nariz y el mentón curvados y cercanos), tengan la misma progenitora divina, la
antigua, pagana Diosa Madre, la Reina del Cielo, conocida también con el nombre de Ísis
por los egipcios, de Ishtar por los asirios, de Inanna por los sumerios y de Astarté por los
fenicios... Posee muchos nombres. Corresponde también a Venus/Afrodita, que era, en los
tiempos antiguos, más que una simple diosa del amor, una poderosa creadora de vida y de
muerte.
El acreditado libro de Graves que, por admisión del autor mismo, tiene origen en una visión
poética, expone esta tesis: que toda la verdadera poesía es en realidad una evocación a la
antigua diosa adorada en el Cercano Oriente y en Europa; que su culto sobrevive en el
lenguaje de la poesía, aunque sea oficialmente proscrito desde hace siglos; que todos los
verdaderos poetas la honran, conciente o inconscientemente; que el lenguaje mítico usado
por los poetas es en realidad lo que queda de su liturgia. Estas son ideas fascinantes y
provocativas, que arrojan luz sobre tanta poesía que de otra manera quedaría oscura.
Además es interesante notar que la Diosa Blanca de Graves, la bella mujer pálida de labios
de serbas salvajes, se acerca a muchas descripciones de la bruja bella.
Una vez que Graves nos la ha descrito, empezamos a detectar su presencia por doquier.
Por cierto es ella "La Belle Dame Sans Merci" de Keats, la encantadora que representa el
amor, la muerte y la inspiración poética, la moderna encarnación del tríple aspecto de la
diosa.
Todos los poetas saben que algunos lugares, los brezales, los bosques, el mar, son más
que otros fuente de inspiración, y esto pasa porque están habitados por la diosa, mientras
que ha sido ya desterrada de ciudades y autopistas, o, más probablemente, se fue por su
propia iniciativa.
Descubriremos muchos otros puntos de contacto entre diosa y bruja, bruja y poetisa,
siguiendo en la lectura. Por el momento, de todos modos, para analizar la relación poeta-
musa y la relación poetisa-musa, intentaremos establecer con qué frecuencia, en los
poemas escritos por mujeres, la poetisa se identifica con la bruja, la arpía, el principio de la
destrucción. El poeta varón manifiesta este principio con "La Belle Dame Sans Merci". La
muerte está afuera, en vez que dentro de la conciencia. La muerte es la tentadora, la
seductora, la musa. Para la poetisa, la muerte está frecuentemente dentro de la
conciencia, se identifica frecuentemente dentro de la creatividad poética... un arte
peligroso para las mujeres. Puede ser que las mujeres, en una cultura patriarcal que les
provee poquísimas imágenes positivas de ellas mismas, poquísimas imágenes positivas de
la feminidad, hayan terminado con identificar su propia creatividad (la cosa que las
diferencia de las otras personas, de las otras mujeres) con la destructividad.