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Disciplinando la mente

Por Frances Vejtasa, F.R.C.


Revista El Rosacruz A.M.O.R.C.

¿Ansía usted realizar un viaje en avión para el cual no cuenta con el tiempo o el dinero
necesarios? ¿O meramente un paseo en automóvil, pero carecer de él? ¿Anhela usted
compañía, o una variedad de cosas que no pueden tener realización inmediata? ¿O... algo
sin nombre? Una sensación así le brinda oportunidad para probar su poder de la propia
conquista.

Centenares de personas que lean este artículo reconocerán el problema de “disciplinar la


mente," como su problema personal. Una cosa es asir con fuerza visible o tangible, tal
como someter a un caballo brioso, lazar un novillo, o los anhelos del cuerpo físico, y otra es
sentir la fuerza de una energía mental ondulante y presionadora por invisible restricción
de la propia personalidad, y no ser capaz de descifrar el sufrimiento que trae el no saber
cómo o dónde buscarle salida para alivio de la personalidad.

Dos fases de la mente del hombre esperan la maestría; el tipo de mente que funciona a la
ventura, sin rumbo fijo, suelta como la arena de la playa que levantan y arremolinan sin
propósito los vientos; y el tipo de mente cargada de energía reprimida, inmóvil, salvo por
la inquietud y peso de ésta que gravita sobre la personalidad. Cualquiera de estas dos fases
mentales es perjudicial en la evolución de la personalidad: una representa energías
desparramadas descuidadamente; la otra, energías no utilizadas, excepto para el tormento
del ser por el ser mismo, el tormento de la propia consciencia.

¿Se reconoce usted en alguno de estos dos tipos de mente? Si le es necesario este
reconocimiento y ha tenido éxito hasta el punto de analizar, puede considerarse
afortunado, pues ha llegado a la base del análisis de sí mismo, y esta voluntad le capacita
para hacer algo en lo que atañe a su problema. En cuanto a qué tipo de mente pueda usted
tener, es cuestión suya individual. Respecto a lo que haga en esto, también es tarea
personal dependiente de su poder de logro.

Hallando el punto de anclaje

Sin embargo, hay una fórmula que puede ser una solución para cualquiera de los dos
problemas, y es el hallar un punto donde poder anclar su propia mentalidad. Si el expresar
la mente por medio del cuerpo, por medio de actividades físicas, no le resulta adecuado a
su tipo de mentalidad, considérese feliz de que ha llegado a un elevado punto de evolución
humana, porque ahora, usando su poder de voluntad está listo para encauzar sus
energías mentales por algunos canales constructivos de vida mental. Ya sea que su mente
se clasifique entre las que vagan sin rumbo, o entre aquellas que están por completo
obstruidas, el primer paso disciplinario es acogerse a una áncora, “amarrar" el poder de la
mente a una cosa o idea, a algo que sea lo suficientemente grande para causar el olvido de
sí mismo, la absorción total del propio interés y, aún más, algo que sea factible de
subordinación o de dominio humano.

Este problema le atañe; usted debe ser el candidato y buscar su propia maestría. Otro ser
humano no puede hacer esto por usted porque nadie conseguirá hacerle que se olvide de
usted mismo. Por lo tanto, buscar a otro ser humano para su adelanto personal, no traerá
una solución permanente a su necesidad individual de crecimiento.

Con objeto de anclar la dispersa mente activa o espolear la mente inerte a la acción, puede
que sea necesario hacer un examen de sí mismo para descubrir cuál es la situación
insatisfactoria.

Cientos de personas hacen estas preguntas: ¿Qué es lo que yo necesito? ¿Qué, o quién, es el
que me necesita o llama? ¿Dónde está mi lugar en el mundo? ¿Por qué soy como soy?
¿Qué es lo que debo hacer para sentirme contento?

Ejercítese en esto

No trate de hallar solución buscándola entre sus amistades o entre la demás gente. Ensaye
esto: conduzca su mente, a solas, a un sitio conveniente; quizá dando un largo paseo
solitario o sentándose bajo algún árbol, yendo al campo, o deteniéndose junto a un lago.
Otro ser humano pudiera absorber o hacerle desparramar sus energías, pero un árbol le
dejará en completa libertad; un árbol, o un lecho de verde pasto, le permitirá expandirse y
salir al exterior. No disipará sus pensamientos con argumentos o con charla inútil, un
árbol no le ridiculizará, ni se reirá de usted.

En el asunto de disciplinar la mente, la decisión y la elección es importante. Primero, usted


afianza su mente a algo. Quizá pueda ser a un entretenimiento útil; sea lo que fuere, debe
absorber totalmente su interés. Ahora bien, ¿qué puede ser eso? ¿Eso a lo cual se afiance la
mente? ¿Ha hecho usted las preguntas o está aún sentado, divagando ante el espacio, con
la mente en blanco? Aquí está lo que necesita: ¡un estimulante!

Comience por buscar en sus alrededores inmediatos. ¿Le es posible expandirse en su


trabajo diario y en su manera de vivir? ¿Son sus actividades del todo inclusivas? Si su
trabajo es en el hogar, planee cambios o renovaciones; si es una profesión, investigue algún
problema que le tenga perplejo o le sea molesto; si es un oficio, procure tener inventiva,
busque originalidad en usted mismo. Todo ser humano posee originalidad. Puede que
tenga que pasar horas o años tratando de encontrarla, pero lo conseguirá.

Para estimular su imaginación, su pensamiento, hacia la elección sobre la cual ha de fijar


su mente, busque en bibliotecas, laboratorios, y en lugares donde vendan revistas.

No es posible que el trabajo diario sea todo inclusivo en lo que atañe a los requerimientos
de su personalidad (y la mayoría del trabajo no lo es); procúrese una línea aparte, un
pasatiempo para equilibrar la deficiencia. Si su mente está completamente en blanco en
cuanto a lo que necesita o desea, trate de hurgar en una biblioteca como si se tratara de la
búsqueda de un tesoro. Conduzca su mente, como en un desfile, por las páginas de varias
revistas leyendo títulos, mirando estampas, echando una ojeada a los anuncios.

Muchas variedades del esfuerzo humano tratarán de cautivarle: horticultura, aves de


corral, arquitectura, artes del manejo de un hogar, fotografía, música, poesía, psicología,
átomos, electrónica, parapsicología, etc. De esta manera, usted puede asirse o afianzarse a
la idea de alguna otra persona, no a ella, sino a esa clase de áncora lo cual es diferente.
Después que haya encontrado una cosa concreta, o una idea que tenga suficiente interés
para detener su pensamiento (para servirle de apoyo y haya encontrado un lugar propio
para la meditación) prepare sus útiles o instrumentos (pluma o lápiz, papel o un cuaderno)
pues el siguiente paso es dar energía o impulso a la mente conduciéndola por determinado
canal de actividades. Quizá su imaginación esté ya persuadiéndole con imágenes
creadoras, pero, si no fuere así, pregúntese a usted mismo: ¿No he trasmutado antes ideas
en objetos concretos? Para mantener su propia confianza tome nota de esto haciendo en
su cuaderno algunos bosquejos.

Tal vez cuando niño hizo usted un cometa o papalote. Midió las dimensiones, cortó el
material y vio volar después su cometa. Quizá como mujer hizo un vestido, para lo cual
cotejó medidas, cortó el material, y luego lució el vestido en algún baile. Quizá como
hombre labró un campo, plantó semilla de centeno, lo vio crecer, lo cosechó y vendió el
grano. Usted cambió esos procedimientos por dinero y usó éste en alguna mejora u objeto
largamente anhelado. ¿Cuántas ideas que comenzaron en el revuelo de un ensueño
culminaron en ejecución concreta? ¿Cuántos de estos logros ha tenido? Analícelos y
organícelos de nuevo en su mente. ¿No es cierto que la recolección de sucesos pasados le da
a su espíritu una importancia, un poder de ejecución, una sensación de maestría?

¿Está usted listo para volver a planear? Principie y lleve su idea a cabo. Después que haya
terminado el burdo diseño o bosquejo, si le acomete cierta fatiga puede considerar
terminado su trabajo por el momento. Su energía motivadora ha tenido un escape; ha
creado, tal vez, un mapa, una carta hidrográfica, un bosquejo (un cuadro o un poema) lo
que sea que haya usted intentado y deseado hacer. Ahora podrá experimentar contento y
paz.

No fuerce la mente fatigada o exhausta por mandato de la voluntad. Una vez que su idea o
plan esté bien anclado no tendrá dificultad en continuarlo o terminarlo después, ya sea un
día o dos días más tarde. Una mente se ha disciplinado, pero debe haber un retorno de
fuerza de voluntad para ponerla en trabajo futuro; las energías de la fuerza de vida fluyen,
buscando ser despertadas y utilizadas. Para facilitar el proceso, es necesaria la frecuente y
repetida disciplina; la mente debe controlarse y guiarse en su actividad una y otra vez.

El proceso de meditación y de creación mental puede ser tan fuerte, que el estado
consciente del cuerpo físico a veces quede olvidado, aún el tener consciencia de un dolor,
ya sea en un pie, en una muela o en la espalda. Pregúnteselo a aquellos que han ensayado
esto con éxito. La ensoñación, sin ejecución material, no es bastante, debe haber algún
aspecto material para la solución del problema: un mapa, un cuadro, un poema, una
composición musical, una casa o, como en este caso, un artículo.

Este artículo ha sido escrito por la fórmula mencionada de hallar y anclar una idea con
objeto de trabajar o usar la energía creadora. Al comenzar, no había tema en la mente;
sólo había síntomas de una mente en disciplina, un deseo mental de algo sin nombre, como
arriba quedó explicado. Quien esto escribe, tuvo, no obstante, la confianza en sí misma
ganada en iniciativas anteriores y el poder de reconocer, analizar, y utilizar un imperativo
mental, el germen de una empresa creadora que buscaba salida, y este artículo fue ese
escape.

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