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Pérez Avilés Eduardo

Historia del cuerpo. La conquista de los cuerpos indios. 1

Enrico Martínez, Repertorio de los tiempos.

El texto de Enrico Martínez, Repertorio de los tiempos e Historia Natural de la


Nueva España, responde a los tratados de un cosmógrafo español de mediados
del siglo XVI, sobre su visión (y la de la época) del mundo, su origen, el cosmos y
su relación con la humanidad, así como sus primeras ideas acerca de lo ocurrido
en el descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo, y como es que este mismo
espacio estelar se involucró en dichos acontecimientos, y en el actuar de los
habitantes de las tierras hasta ese momento desconocidas para Europa.

El trabajo de Martínez se divide en cinco tratados de temas relacionados con la


humanidad, la divinidad, la astrología y el orden de la naturaleza, así como un
interés por elaborar un recorrido histórico de los últimos años de lo que llamará “el
reino mexicano”, que después de la conquista, será sucedido por la Nueva
España. Aunque resulten temas varios entre sí, en cada uno, el autor no deja de
lado sus creencias e idiosincrasias de la época acerca como nuestra propio
planeta y los demás planetas afectan en nuestros comportamientos y formas de
actuar.

Durante el primer tratado, se hace una descripción del cómo fue creado el mundo
y como se estableció el orden de la naturaleza, en lo que parece una versión más
amplia del génesis, Enrico Martínez agradece a la divinidad haber creado de la
nada, a la Tierra, los elementos y la región celeste, estableciendo que dichos
elementos forman parte de una lógica funcional, de un solo cuerpo, y será
justamente dentro de otro cuerpo (el humano) dónde operarán estos elementos.

Siguiendo de la descripción de la creación universal, se muestra una relación


sobre como la humanidad ha asignado diferentes divisiones de un tiempo que no
existe en lo tangible, y asigna diferentes utilidades a segmentaciones como son
días, semanas y horas.
Para el segundo tratado, el autor se concentrará en hablar sobre los cuerpos del
nuevo mundo, revisando cuestionamientos como el origen y/o la llegada de los
humanos lo que para ellos resultan tierras nuevas, dando explicaciones
relacionadas con lo bíblico y también lo geográfico y lo que se tomaría como
“científico” para la época.

En los apartados sobre el funcionamiento de los calendarios mexicanos, se hace


una relación sobre cómo era visto el tiempo por esta nueva gente, sin apartarlo
claro, de una comparación y emparejamiento con las ideas del Viejo Mundo.
Sucediendo este análisis, procede a realizar un breve recorrido histórico de estos
pueblos mexicanos, desde el origen de la ciudad de México y su mito fundacional,
hasta sus últimos gobernadores y como estos fueron sucedidos por la corona
española. Pasando por personajes como Magallanes, Colón, Velázquez y Cortés,
Enrico Martínez deja de lado (en cierta medida) sus interpretaciones del orden
universal y natural para dedicarse a una descripción cronológica del encuentro
entre el Viejo y el Nuevo Mundo, esto para después continuar en los siguientes
tratados con una comparación entre los cuerpos de los pertenecientes a dichas
tierras ahora conectadas.

En los últimos tratados, Martínez realiza una serie de aseveraciones acerca del
cuerpo de los indios mexicanos, de cómo opera el universo en ellos, y de las
distintas particularidades de la tierra en la que habitan, y como esta les ha
provocado sopesar diferentes padecimientos.

El autor describe que al igual que la tierra en donde han nacido, estos indios
padecen de cuerpos, fríos, húmedos y por tanto flemáticos, y que son estas
características las que provocan diferentes enfermedades. La tierra, el aire, y el
mismo cielo de la región, aunado a las inmundicias y los animales muertos que
contaminan el vapor que emana de la tierra y que después respirarán, solo
agravarán sus condiciones de vida, mismas que para el autor resultan reducidas
en comparación con las de los cuerpos europeos.
En suma de los diferentes tratados, Enrico Martínez, expone implícitamente como
las condiciones celestiales y terrenales, han resultado mucho más benéficas para
los cuerpos europeos que para los americanos. Sus relaciones sobre la naturaleza
y los elementos de la misma en América, van más allá de una descripción
geográfica, sino que también deja muestra de la cosmovisión de la época y la
sociedad de la que era participe.

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