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Huellas #4
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Psicoanálisis y territorio
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Psicoanálisis y territorio
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Psicoanálisis y territorio
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Psicoanálisis y territorio
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Brueghel
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Huellas #4
ISBN 978-987-47880-0-9
Equipo Huellas
Imagen de cubierta:
© Nicolás García Uriburu, reproducido bajo permiso.
Título: Utopía del Sur
Medidas: 180 x 190 cm
Técnica: Óleo sobre Tela
Año: 1993
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Psicoanálisis y territorio
Índice
Editorial
Huellas #4 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
La salud elemental
Lucía Costantini . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
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Huellas #4
Derecho a la transferencia
Tomasa San Miguel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
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Psicoanálisis y territorio
Danza Maradona
Verónica Buchanan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195
Un problema de traducción
Agustina Saubidet . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 239
Marie Langer
Juan Carlos Volnovich . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 299
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Editorial
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Transferencia-lazo-territorio
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Circulación
El hombre mira la luna.
La luna mira el camino.
El camino mira al que pasa.
El que pasa mira lo que deja atrás.
Lo que queda atrás mira al que va.
El que va mira a su alrededor.
El alrededor mira a los sueños.
Los sueños miran al sur.
El sur mira al abrazo.
El abrazo mira hacia abajo.
El abajo mira las raíces.
Las raíces miran al hombre.
El hombre mira la luna.
Carolina Kibudi
Lumbre
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Basho
El estanque antiguo,
ninguna rana.
El poeta escribe con su bastón en la superficie.
Hace cuatro siglos que tiembla el agua.
José Watanabe (1947-2007)
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de seis meses. Peor aún si era por obra social. Peor aún si
era en una sala de internación, u hospital de día, etc.
5. Sin embargo, desde hace un tiempo, se habla cada
vez más del psicoanálisis y lo social. Del psicoanálisis y los
derechos humanos, y la salud pública, y la salud mental.
Del psicoanálisis en los dispositivos “no convencionales”.
Del psicoanálisis implicado en los debates que conmueven
a la sociedad (el aborto, los feminismos, las cuestiones de
género, la segregación, las desigualdades sociales, ¿la lu-
cha de clases?). Esto no va de suyo y se vuelve subversivo,
genera resistencias y rechazos, chicanas varias de un lado
y del otro, fervores más dignos de competencias deporti-
vas que de esta extraña práctica que, sin dejar de lado los
fervores y pasiones, los afectos y las efusiones, también su-
pone un campo que se delinea entre lo artesanal, lo formal
y lo, por qué no, saludable.
En este contexto y probablemente como efecto y fruto
de estos cuestionamientos, surgen revistas como Huellas.
Ya va por su tercer número, lo que habla de que hay mu-
cho material y ganas de exponerlo. En un terreno que to-
davía no es ni fácil ni obvio, donde muchas miradas son de
costado, recelosas y despectivas.
6. Pero donde tal vez lo más interesante e importante
sean las preguntas que esta publicación, que esta movida
(porque el “efecto Huellas” excede a uno o más números
de una revista) suscitan. Preguntas acerca de los límites
y alcances del psicoanálisis como práctica. De sus marcos
técnicos y teóricos. Lo que es: qué entra y qué no dentro
del psicoanálisis como praxis (porque si todo vale nada
vale, si todo entra no se sabe cuál es la excepción, si todo
da lo mismo estamos haciendo cualquier cosa)
¿Hay una especificidad del psicoanálisis, como praxis?
¿Hay algo que lo define de manera excluyente? Pregunta
tremendamente compleja por las aristas teóricas y, sobre
todo, metodológicas que acarrea.
Porque se trata, tal vez, de principios, de una cuestión
de método. ¿Cuál es el método psicoanalítico, el que Freud
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menor.
Que una revista de psicoanálisis esté bien escrita, con
cuidado por la escritura más allá de un esteticismo banal,
es una cuestión seria, a tener en cuenta. Y no por el su-
puesto “bien decir”, que no es decir bien ni decir el bien.
Sino por la dedicación a la lengua que se presta, entre otras
cosas, a estos efectos de creación.
8. Vuelvo a esta pregunta que la lectura de Huellas me
suscita: ¿Qué es el psicoanálisis, como praxis? ¿Cuáles son
sus límites?
¿Habría quién podría decidir lo que es verdadero psi-
coanálisis y lo que no lo es? No. Pero, por eso mismo, to-
mar posición es un requerimiento ético y una urgencia
práctica.
Tal vez se parezca al juego con niños. Allí se puede, y
hasta se debe, estar y parecer cualquier cosa. Casi todo es
válido, mientras esté dentro del juego. Y para jugar hay
que dejarse llevar por el juego, proponerlo y tomarlo. To-
mar las cartas, bajarlas en el momento indicado, asumir
los riesgos, apostar. Saber que hay reglas si hay juego, aun
cuando no lleguemos a percibirlas claramente. Saber que
no se va ni la vida ni la muerte en ello, aunque sepamos
que algo de la vida y de la muerte se nos juega en ese jue-
go. Y que cada tanto tomamos aire, o nos quedamos sin
aire y ahí nos preguntamos o se nos impone la pregunta
de a qué estamos jugando, qué estamos haciendo allí, por
qué. Y esa pregunta, sabemos, no se puede tomar a la lige-
ra. Porque es la pregunta que nos sostiene en ese lugar de
analistas, que nos constituye como tales. Sin esa pregunta
somos ciegos y sordos. Por más que hagamos.
Por eso el psicoanálisis es, entre otras cosas, una expe-
riencia que cura: donde no se cura uno sin la experiencia,
donde la experiencia muestra qué sería curar, y de qué.
Hablamos de experiencia, pero no es la de los supues-
tos expertos. Porque esa pregunta (¿qué es el psicoanálisis
como praxis?) no viene de cualquier parte. Viene de nues-
tra experiencia analizante, de haber estado allí. En algún
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Orientaciones teóricas
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Yanina
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¿Cómo acompañar?
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Palabras finales
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Bibliografía
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Oficio
Si por tan poco te asqueas del oficio, no te subas a
nuestro barco, pues nuestro carburante es el fra-
caso cotidiano, nuestras velas se inflan de risitas
burlonas, y trabajamos mucho para llevar a puerto
pequeñísimos arenques aunque salgamos a pescar
ballenas.
Fernand Deligny
Semilla de crápula
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Clínica y política3
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El aquí y el ahora:
no se puede vivir en estas condiciones.
La moneda tiene que ser común a todos.
El kilogramo de pan está a cien pesos.
Esperemos tener una vejez/vida (si se permite el fallido) digna.
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La salud elemental
Lucía Costantini
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Bibliografía
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Marie Langer
Psicoanálisis y/o revolución social (1970)
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de su status.
Aquí una pequeña idea: en cuanto se trata de ubicarlos
en la clínica, ciertos conceptos tienen que ser tratados en el
registro de la producción y no del producto. Eso no quita
pensar en resultados. ¿Notaron que en psicoanálisis a ve-
ces hablar de “resultados” es mala palabra? Entre el “caso
por caso”, la particularidad, la contingencia, el azar, lo in-
determinado, lo que resta, etc, se han soltado las riendas
de los tratamientos más de una vez.
Que el jinete y la fusta queden confundidos, es su neu-
rosis; la de la fusta.
Entender el valor de artificio que tiene nuestro disposi-
tivo, es lo que le da su riqueza particular. Si la neurosis de
transferencia es artificial es porque está hecha de supues-
tos y producciones, símil la teoría con la que vamos a su
encuentro.
Esto quiere decir que la transferencia no es un elemento
estático en un análisis, que se estableciera para siempre y
entonces se diera por existente. Tampoco es un objeto de
la ciencia positiva, que una vez descubierto quedara como
lugar establecido desde el cual partir.
La palabra “instalación” que suele acompañarla, es to-
mada como un echar anclas que convierte al anclado en
un sustrato del análisis, anterior a la transferencia misma.
La transferencia es una producción del trabajo del aná-
lisis dirigido por el analista y el analista se produce en la
transferencia, que es su producción.
En parte el problema es la noción de “sujeto supuesto al
saber” que implanta confusiones y es piedra angular.
A esta altura del partido, son pocos los espacios donde
se lo entiende como un sujeto al que se le supone saber,
personaje en general anteojado, cuyo respaldo es una bi-
blioteca enorme y antigua.
Esa lectura es tomada como un error ya superado, es
considerada extemporánea a los avances de los Semina-
rios que fueron siendo editados. Compromete un modo
de entender los conceptos de “analista” y “sujeto” como
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Bibliografía
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¿Murió Lacan?
Lectura del libro Homenaje a Lacan
Verónica Buchanan
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Algo de eso era lo que decía Don Tomás, creo, del cam-
po. Pero a él le gustaba. Que era como una persona que nun-
ca muere y nunca morirá y ve todas las cosas todo el tiempo,
el campo. Eso decía Don Tomás, me acuerdo bien. Me lo
acuerdo tan de memoria como los ruidos y estoy acostum-
brado a esas hojas del cuaderno de Don Tomás lo mismo
que con los ruidos, que uno se acostumbra antes que el sol
de noche de Miranda esté prendido del todo.
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El gesto poético
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Leila Wanzek
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choque especular4.
Recién en el Seminario 11 (1964) Lacan arriba a una de-
finición del gesto como “algo hecho para detenerse y que-
dar en suspenso (…) se inscribe en un antes. Esta tempo-
ralidad muy particular que definí con el término detención,
y que crea tras sí su significación, nos permite distinguir
entre gesto y acto”5. De este modo, tanto un aroma como
un abrazo, por ejemplo, pueden suspender el tiempo de
modo tal que se inscriben en un antes del sujeto como un
gesto amoroso, o aterrador, según se ofrezcan a la termina-
lidad de la mirada como lazo entre el sujeto y el Otro, o
como mortificación.
En el Escrito “Posición del inconsciente de 1960 a 1966”
aproxima una indicación clínica sobre la posición del ana-
lista, dice: “la cosa vale la pena de decirse, pues califica
al campo del inconsciente a tomar asiento, diremos, en el
lugar del analista, entendamoslo literalmente: en su sillón.
Hasta tal punto que deberíamos cederle ese sillón en un
gesto simbólico. Es la expresión usual para decir: un gesto de
protesta”.
En el Seminario 14 (1966-67) podemos ubicar un punto
de llegada ya que se refiere específicamente al gesto de amor,
dice: “El cuerpo está hecho para ser marcado, siempre se lo
ha hecho, y siempre el primer comienzo de gesto de amor
es esbozar, más o menos, este gesto” (Lacan, 1967).
Cabe destacar, que en este mismo seminario, además,
se refiere al Otro como cuerpo, a la ternura, al inconsciente
como la política y a lo colectivo, lo cual no me parece un
azar. En el Seminario 20 (1972-73) vincula el gesto a la ética
y al modo singular de habitar el lenguaje, dice: “La ética
(…) tiene la más estrecha relación con nuestra habitación
del lenguaje, y pertenece, además, como lo desbrozó cier-
to autor que evocaré en otra ocasión, al orden del gesto.
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Luján Iuale
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Para concluir
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Cuando no sepas
si reír o llorar
es porque hay que luchar.
Juan Solá
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Introducción
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Referencias
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Escribir
¿Para qué escribir, para qué leer, para qué contar,
para qué elegir un buen libro en medio del hambre y
las calamidades? Escribir para que lo escrito sea abri-
go, espera, escucha del otro. Porque la literatura es
todavía esa metáfora de la vida que sigue reuniendo
a quien dice y quien escucha en un espacio común,
para participar de un misterio, para hacer que nazca
una historia que al menos por un momento nos cure
de palabra, recoja nuestros pedazos, acople nuestras
partes dispersas, traspase nuestras zonas más inhós-
pitas, para decirnos que en lo oscuro también está la
luz, para mostrarnos que todo en el mundo, hasta lo
más miserable, tiene su destello.
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Derecho a la transferencia1
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Experiencias
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3. Despabilar conceptos
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Bibliografía
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Habitando el concurrir
De lo pensado a lo posible
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Bibliografía
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“de suerte que todas las obras de todas las artes son poesía, y
que todos los artistas y todos los obreros son poetas”.1
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In hospitium
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I° Preludio1
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Afectados en un relato
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Dimensión Organizacional
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Dimensión Simbólico-Imaginaria
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II° Preludio
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Bibliografía
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de la interpretación.
En diálogo con Fliess (¿Acaso el primer psicoanálisis de
la historia?), se afirma Freud. El par binario que la medici-
na construye desde hace siglos: el médico y el paciente, co-
mienzan a recibir nuevas “puntualizaciones” (Freud, 1915:
p. 159). Retoma las máximas hipocráticas y subvierte su
fisonomía arquitectónica. Allí donde la tradición médica
“reconoce sin tapujos una primacía científica a la biología”
(Clavreul, 1978: p. 53) Freud detecta la primacía de lo in-
consciente mediante el amor y la “dinámica de la trans-
ferencia” (Freud, 1912: p. 93). A través de dicho artificio
el psicoanálisis ensalma a la palabra del paciente pero le
otorga, a la vez, un valor laico, es decir, la adjudica una
responsabilidad. El dolor de quien sufre es escuchado y le-
gitimado en su voz. Como señala Mazzuca: “La interven-
ción freudiana subvierte todo el saber psiquiátrico porque
plantea los problemas que había venido trabajando la psi-
quiatría, pero de una manera totalmente diferente” (Ma-
zzuca, 1985: p. 17).
Los manuales de psiquiatría agregan con Freud nue-
vos tomos, páginas en blanco. Semejante arrojo rupturis-
ta tiene efectos en la colectividad científica a la que Freud
no quiere dejar de pertenecer, pero que inexorablemente
abandona. El hombre nacido en las comunidades médi-
ca y judía es fundador de nuevas congregaciones que se
enlazan, y este es un punto de suma relevancia, a nuevos
modos de pensar lo colectivo. Freud va gestando no solo
una novedosa forma de terapia, sino que a través de ella y
de los resortes que con ella formaliza, abre una expectativa
epistémica, un esfuerzo intelectual al esclarecimiento del
lazo social, contingencia de lo común en la reciente socie-
dad de masas. Abre con su paso la posibilidad de pensar lo
fraterno, lo grupal, lo institucional, lo social, en definitiva,
lo colectivo, desde el psicoanálisis.
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Construir
La estrategia de resistencia, como única estrate-
gia, paraliza haceres y miradas: se trata de no perder
lo que se tiene y no de construir, y es una estrategia
que sólo es activa a corto plazo y luego se torna de-
primente y desvitalizante pues impide avanzar.
Elena de la Aldea
La subjetividad heroica
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Comentarios finales
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Danza
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León Rozitchner
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2. Ibidem, p. 60.
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lestar en la cultura:
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esa premisa.
El hashtag #nomerepresenta que han usado muchos hom-
bre para descolocarse de la masculinidad violenta implica
este trabajo. Asumir la negatividad de la representación
cultural que designa lo que debe ser el hombre. El trabajo
es dejar de ser hombre. Es una paradoja: ¿cómo deshacerse
de lo que a uno lo constituye? ¿Cómo ejercer una masculi-
nidad sin que sea por medio del machismo? Es una trabajo
a realizar aunque parezca imposible, porque tal como dice
Audre Lorde, “las herramientas del amo nunca desman-
telarán la casa del amo”13. Es un trabajo analítico de hacer
consciente los privilegios por los cuales parte la subjetivi-
dad propia.
Puede pensarse que la crítica se queda en un plano indi-
vidual, porque implica una decisión personal este trabajo,
pero esta fractura puede tener resonancias en la forma en
que construimos nuestros vínculo y los ideales que marcan
una comunidad. Citamos:
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Nombre
Prácticamente nadie sabe su verdadero nombre. La
magia en este lugar se trata de nombrar, saber el ver-
dadero nombre de una cosa o persona. Entonces las
puedes controlar. Y una cosa puede transformarse
en otra mientras su nombre sea cambiado y dure el
hechizo.
Peter Rock
Mi abandono
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Un problema de traducción
Reflexiones sobre la intervención de Paul B. Preciado
en la Jornada nº 49 de La Escuela de la
Causa freudiana de Paris, 20191
Agustina Saubidet
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poesía que ahora que hay internet; pero ahora hago mucha
más música que antes, porque ya no trabajo 9 horas para
una empresa y eso me deja más tiempo para formarme en
otras cosas que quiero. Eso también es un privilegio de cla-
se. Esta vez de clase profesional independiente.
Producto del avance del capitalismo, las masculini-
dades heteropatriarcales en los 90´ perdieron uno de sus
rasgos principales: dar amor, o más bien esas formas co-
menzaron a ser menospreciadas. La idea del amor como
signo de debilidad (a veces vuelta cobardía) se generaliza.
La gente comenzó a no poder perder. Todo se volvió más
violento, generalizadamente violento: se consumen cuer-
pos sucesivos. Claro que no todos. Pero la mayoría de las
personas ya no leían y, a pesar de Preciado debo decirlo,
como bien lo dijo Freud, es un problema enorme cuando
hay crecimiento económico y ese crecimiento no viene
acompañado del crecimiento intelectual y sensible.
Importa tener guita y hacerse un nombre para ejercer
poder. Con eso alcanza. Tanto para varones como para
mujeres.
Pero no todxs pensamos así.
El dinero puede servir para otras cosas y no sólo para
generar plusvalía y mayor explotación.
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¿Amor a qué?
En primera instancia diría que, a M., a J. y a mí nos gus-
ta traducir, aunque no debo hablar en nombre de ellos,
pero intuyo que es así.
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Martín Heidegger
Caminos del bosque
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Yo es otro
Nos equivocamos al decir: yo pienso: deberíamos
decir me piensan. — Perdón por el juego de pala-
bras.
YO es otro. Tanto peor para la madera que se des-
cubre violín, ¡y mofa contra los inconscientes, que
pontifican sobre lo que ignoran por completo!
Usted para mí no es Docente. Le regalo esto: ¿puede
calificarse de sátira, como usted diría? ¿Puede califi-
carse de poesía?
Es fantasía, siempre. — Pero, se lo suplico, no sub-
raye ni con lápiz, ni demasiado con el pensamiento.
Arthur Rimbaud
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Estaría bueno.
Una cosita más que les quería decir de lo político, que
es interesante. Yo soy Director de la Escuela de Psicoaná-
lisis del Colegio de Psicólogos del Distrito XV y doy dos
seminarios en el año, el primer cuatrimestre doy uno que
se llama “Política y psicoanálisis”, y en el segundo “El psi-
coanálisis en las instituciones”, por esta forma de habitar
moebianamente el espacio, entre las prácticas públicas, el
psicoanálisis, interrogando eso.
Otra cosa interesante de lo político en Lacan. Vieron que
el Seminario 17, los cuatro discursos, la tapa original, no sé
si alguna vez la vieron, lástima que acá no salieron, las ta-
pas originales son maravillosas, en Brasil se tradujeron y
la editorial editó las tapas originales con que se editaron
los seminarios, que son una obra de arte, y el Seminario 17
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vengo pensando.
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¡Muchas gracias!
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Marie Langer
Juan Carlos Volnovich
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de la Mujer.
Esas dos mujeres tan distintas, mujeres que per-
tenecen a culturas subordinadas, son mis ejemplos.
Tienen compañero, tienen hijos, pero no delegan
su propia realización en el amor o en la familia.
Tienen un proyecto propio compartido con otras y,
por sobre todo, saben luchar.
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