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DIVERSIDAD CULTURAL EN BOLIVIA:

Del interculturalismo liberal a la modernidad indígena*


J. Fernando Galindo**
1. INTRODUCCIÓN
En la actualidad Bolivia es un observatorio atractivo para analizar la diversidad cultural y
sus transformaciones. La diversidad cultural atraviesa un cambio fundamental: de la secular
exclusión de sus poblaciones indígenas durante el tiempo de la colonia (siglo XVI), que
continuo durante la republica (siglos XIX y XX), Bolivia ha transitado hacia la ascendencia
indígena al poder de estado a inicios del siglo XXI. En las dos ultimas dos décadas (1990-
2010), Bolivia ha atravesado un proceso de transición: del multiculturalismo liderizado por
el estado que otorgo derechos políticos y legales a las poblaciones indígenas para
incorporarse como ciudadanos indígenas en el estado unitario liberal, hacia el estado
plurinacional que reconoce e incorpora la diversidad cultural de sus poblaciones indígenas,
configurando los contornos de una modernidad indígena.1
Esta transición plantea una pregunta crucial para la diversidad cultural: ¿qué pasa cuando
mayorías étnicas que fueron secularmente excluidas del poder y de la sociedad se
confrontan con la tarea de construir una sociedad democrática que incluya aquellos sectores
sociales que históricamente las excluían? Esta pregunta se vincula con el proceso general de
emancipación y/o descolonización de las poblaciones indígenas de Bolivia y las tensiones
planteadas por las cambiantes relaciones de poder, identidades y acceso a recursos
materiales. Luego de una breve descripción de la historia de las relaciones estado-indígenas
en Bolivia, describo aspectos centrales de multiculturalismo liberal y del emergente estado
plurinacional. Posteriormente bosquejo algunos desafíos de este periodo de transición y
finalizo con algunas consideraciones generales sobre emancipación y descolonización
basado en el caso de Bolivia.

*
Este ensayo fue presentado en la IV reunión anual de la red Desarrollo Sostenible en un Mundo Diverso
(SUS.DIV por sus siglas en ingles) en Bratislava, Slovakia realizado entre el 3 y 5 de septiembre del 2008. Fue
escrito como una tentativa de responder a la curiosidad e interrogantes de los colegas de esta red sobre el
proceso Boliviano iniciado con el gobierno de Evo Morales. Mis agradecimientos a Xavier Albo, Maddy
Jannsens y Arie De Ruiter por sus sugerencias y comentarios al primer borrador del mismo. Una versión en
ingles fue publicada en The Sustainability of Cultural Diversity: Nations, Cities and Organizations, editado por
Maddy Janssens, et al. Cheltenham, UK: Edward Elgar, 2010, pgs. 97-115. Esta traducción fue realizada como
parte de una estancia Postdoctoral, apoyada por el programa Erasmus-Mundus ventana de cooperación 18
ARBOPEU, en el Departamento de Educación de la Universidad de Bath, Reino Unido, entre septiembre de
2010 y junio de 2011.
**
Sociólogo, Ph.D. en Sociología Rural, Universidad de Missouri (EE.UU.), Postdoctorado en Educación,
Universidad de Bath, Reino Unido, docente de la carrera de Ciencias de la Educación-UMSS, investigador del
Centro de Investigación y Promoción del Campesinado (CIPCA), Bolivia. Por favor enviar sus comentarios y
sugerencias a untimely1@hotmail.com
1
Utilizo el término modernidad indígena no para denotar un retorno al pasado, sino enfatizar una forma de
modernidad alternativa caracterizada por la apropiación indígena de elementos de la modernidad dentro el
marco de un proyecto y/o posicionamiento político propio.

1
2. LA EXCLUSIÓN-INCLUSION INDÍGENA EN BOLIVIA
Para entender la diversidad cultural en Bolivia uno debe considerar las relaciones
históricas y contemporáneas entre los pueblos indígenas y el estado.2 Entre los países de
América Latina, demográficamente Bolivia tiene uno de los porcentajes más altos de
población indígena. De acuerdo con el censo del 2001 el 62% de la población total mayor a
quince años se consideraba descendiente de uno de los pueblos indígenas que existieron
antes de la colonización española establecida en el siglo XVI. Esta población declarada
indígena esta principalmente concentrada entre la gente Quechua (31%) y Aymara (25%)
que con mucho constituyen la mayoría de la población rural Andina. Otro 6% de la población
pertenece a unos 30 pueblos indígenas minoritarios que viven principalmente en las tierras
bajas. En esta parte de Bolivia la población indígena, que incluye migrantes de la región
Andina, son una minoría tanto en el campo--excepto en algunas pocas regiones—y mas aún
en las ciudades (Albó, Galindo y Pellens 2007).
Históricamente la diversidad cultural en Bolivia—como en otros contextos nacionales que
fueron objeto de colonización y colonialismo interno—esta caracterizada por la dialéctica
exclusión-inclusión de las poblaciones indígenas. En esta sección, como contexto a lo que se
plantea luego, brevemente me refiero a la relación conflictiva estado-indígenas desde el
periodo de la colonia hasta 1980.
Con el descubrimiento de las minas de plata de Potosí en 1545, la colonización española
en esta parte del continente estructuró una sociedad dual “a través de la combinación de
instituciones sociales españolas e indígenas” (Kohl and Farthing 2007: 78-79), con
asentamientos separados para españoles y para indígenas. La minería de la plata y los
tributos de las poblaciones indígenas fueron las bases de la economía colonial. Los
españoles estructuraron una sociedad colonial con relaciones sociales y políticas asimétricas
donde las poblaciones indígenas ocupaban los estratos más bajos. Para lidiar con la amplia
variedad de grupos indígenas, el orden colonial implementó dos mecanismos de control: la
sub-humanización, o la negación de la condición humana de estas poblaciones que justificó
su esclavización3 y la imposición de una etiqueta única para referirse a todos las naciones
indígenas: indios, estableciendo un modelo de exclusión cultural homogenizador. Estas
relaciones económicas, políticas y culturales continuaron durante los siguientes dos siglos y
legitimaron la explotación laboral, la desposesión de tierra y territorios y la exclusión social y
cultural de los pueblos indígenas.
La caída en la producción de la minería de la plata, los levantamientos indígenas en contra
del pago de tributos y la imposición de autoridades no originarias en las comunidades
indígenas4 al final del siglo XVIII puso en crisis a la sociedad colonial debido a que no podía
2
Esto no significa que esta relación agota la complejidad del tema de la diversidad cultural en Bolivia. Sin
embargo, el asunto indígena es un tema crucial en la construcción de identidades culturales en el presente. Otros
ejes centrales de construcción de identidad son las diferencias de género y generación, las cuales no son
abordadas en este trabajo.
3
Este asunto generó una disputa ideológica-teológica en el siglo XVI en el seno de la Iglesia Católica española
entre Juan Gines de Sepúlveda, que se adscribía a la ideología colonial española y Bartolomé de las Casas quien
defendía la otredad de las poblaciones indígenas como seres humanos.
4
En el Alto Perú, actualmente Bolivia, los levantamientos alcanzaron su punto más alto en 1781 cuando miles
de indígenas aymaras sitiaron la ciudad de La Paz por cerca de seis meses. El líder de este movimiento fue
Julian Apasa quien tomo el nombre de Tupac Katari para honrar dos líderes rebeldes: Tomas Katari y Tupac
Amaru II. Apasa reunió un ejercito de cerca de 40,000 y sitio la ciudad de La Paz desde marzo a junio y desde

2
cubrir sus propios costos administrativos. Esta crisis abrió un periodo de revuelta que
condujo a la independencia de las colonias del dominio español a principios del siglo XIX.
Después de la independencia del Alto Perú (Bolivia) de España en 1825 las nuevas elites en
el poder—descendientes de españoles nacidos en las colonias (criollos) y los mestizos—se
plantearon la tarea de construir una sociedad moderna. Sin embargo, estos confrontaron
dos obstáculos interrelacionados: la existencia de grandes poblaciones indígenas y grandes
extensiones de tierra comunal. Para superar los mismos durante el siguiente siglo
implementaron las siguientes políticas: 1) eliminación física de las poblaciones indígenas, 2)
desposesión de tierras comunales indígenas a través de mecanismos legales5 y 3) su
asimilación en el proyecto de modernización liberal. El efecto de estas medidas fue la
transformación de los pueblos indígenas en sirvientes (peones) vinculados a los latifundios o
haciendas.
Desde 1930 a 1980 el Estado Boliviano comenzó una abierta política de inclusión indígena
siguiendo un modelo de inclusión homogeneizador. Un evento importante en este proceso
fue la nueva Constitución aprobada en 1938 que formalmente otorgo derechos sociales a
las poblaciones indígenas. También durante la presidencia de Gualberto Villarroel (1943-
1946) el gobierno promovió el Primer Congreso Indigenal que estableció la necesidad de
promover la educación indígena y condujo al gobierno a aprobar un decreto aboliendo la
servidumbre (pongueaje) en las haciendas. La revolución nacionalista de 1952 consolido el
proceso de inclusión indígena otorgándoles derechos políticos (el derecho de elegir y ser
elegidos), sociales (educación universal) y económicos (reforma agraria), no como pueblos
indígenas con identidades culturales específicas, sino como campesinos o productores. A
nivel organizacional, los sindicatos campesinos tomaron preeminencia sobre las
organizaciones indígenas. En la década de los sesenta, “la etnicidad fue visto como una
forma de racismo la cual tenía que ser reemplazada con una visión de clase” (Postero 2005:
61) o como “una forma primitiva condenada a desaparecer con los rápidos procesos de
modernización” (Albó 1996: 8). El modelo de sindicato agrario funciono bien en algunas
regiones sobre todo entre los campesinos Quechuas de Cochabamba, pero en el Altiplano
“la gente mantuvo fuertes lazos culturales, practicas colectivas de tenencia de la tierra y una
sólida organización tradicional” (Postero 2005: 62), lo que parcialmente explica porque en el
Altiplano, como se muestra en la siguiente sección, los Aymaras rápidamente comenzaron a
cuestionar el modelo de inclusión estatal homogeneizador.
En suma, desde los tiempos de la colonia (siglo XVI) hasta finales del siglo XX, las
poblaciones indígenas locales en Bolivia fueron sucesivamente etiquetadas como indios,
peones y campesinos, transitando desde un modelo homogeneizador de exclusión a un
modelo homogeneizador de inclusión.
3. LAS EMERGENCIAS INDÍGENAS CUESTIONADORAS DE LAS POLITICAS DE EXCLUSIÓN E
INCLUSIÓN
No obstante los procesos descritos, las poblaciones indígenas no fueron recipientes
pasivas de las políticas de exclusión /inclusión de los estados colonial y republicano. Para
lidiar con la exclusión, entre fines del siglo XVIII y 1930 articularon tres diferentes

agosto a octubre en 1781. El cerco fue finalmente roto por tropas coloniales traídas desde Lima y Buenos Aires
y concluyo con la muerte de Tupac Katari (Forrest 2007).
5
Ley de comunidades de 1866 y Ley de Ex-Vinculación de 1874.

3
estrategias: 1) levantamientos en contra de ulteriores intentos de los sectores dominantes
de extender su poder político y económico, 2) intentos de reconstruir las naciones indígenas
originarias, y 3) batallas legales contra ulteriores intentos de despojarlos de sus tierras
comunales. Durante el periodo colonial, las poblaciones indígenas se sublevaron para
reestablecer los sistemas comunales de auto-gobierno basadas en la rotación de
autoridades (1742-1782). Estos habían sido substituidos por gente de descendencia mestiza
para el cobro de tributos bajo el control político de los españoles, en una clara violación al
acuerdo colonial del sistema de la sociedad dual. Asimismo durante el periodo republicano,
a finales del siglo XIX, durante la así llamada “Guerra Federal” (1899) un grupo de Aymaras
liderizados por Zarate Willka formaron una alianza con los sectores liberales de La Paz en
contra de los sectores conservadores de la región sur del país (Chuquisaca) con la promesa
que luego de la victoria liberal se les otorgaría el derecho de reconstruir su nación indígena.
Unos años antes (1874-1892) en la región sudeste del país, los Guaranies se levantaron en
contra del ejército boliviano y la penetración de los hacendados-ganaderos en un intento de
defender su territorio. Finalmente, a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, un grupo
de líderes indígenas conocidos como el movimiento de “caciques apoderados” (Rivera 2003)
apelaron de manera exitosa a los títulos comunales otorgados por las autoridades coloniales
para defenderse de la desposesión de sus tierras por los hacendados. Esta última estrategia
fue significativa porque las poblaciones indígenas comenzaron a reconocer la importancia
de leer y escribir en castellano, y de la educación en general, para defender sus propios
derechos; dando lugar a una modernidad indígena, o la apropiación de elementos claves de
la sociedad boliviana dominante para avanzar sus propias agendas indígenas.
No obstante que inicialmente las poblaciones indígenas apoyaron las políticas de inclusión
homogeneizadoras—promulgadas desde finales de la década de los 30 y consolidadas con la
revolución nacionalista de 1952—con diferencias de tiempo y región, este apoyo comenzó a
romperse en tres diferentes frentes: el Altiplano, las región de tierras bajas y las áreas de
colonización del Chapare. No obstante que cada cual compartía el elemento común de la
afirmación étnica, estos enfatizaron diferentes temas relacionados con su propia localidad.
En la región del Altiplano, el proceso de reforma agraria iniciado en 1953 tuvo exitoso en
proporcionar acceso a la tierra a las comunidades indígenas y campesinas. Sobre la base de
esta condición material, en la década de los 60 comenzó un proceso de reivindicación de la
identidad ancestral aymara, primero entre sectores intelectuales y migrantes rurales en la
ciudad de La Paz y posteriormente entre las comunidades rurales. Este movimiento de
afirmación étnica adoptó el nombre de “Katarismo” estableciendo una clara conexión con
Julián Apasa (Tupac Katari), el líder que dirigió los levantamientos indígenas al final del siglo
XVIII. En la década de los 70s los líderes Aymaras ganaron influencia política e ideológica en
las organizaciones campesinas nacionales todavía cercanamente asociadas al Pacto Militar
Campesino y en la década de los 80s ingresaron a la arena política con sus propios partidos
políticos. Un resultado central de este proceso fue que en 1993—en un claro contraste con
el contexto neoliberal—un aymara (Víctor Hugo Cárdenas) fue elegido como vicepresidente
de Bolivia. Desde los años 50 hasta el presente los aymaras transitaron desde una
identidad campesina impuesta por el estado hacia una autoafirmación como originarios6. La
6
Este proceso ocurrió principalmente entre los aymaras de comunidades de exhacienda donde partidos políticos
como el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) tuvieron una fuerte influencia durante la reforma
agraria de 1953. Sobre este tema existe otra lectura desde la perspectiva de los estudios culturales. Javier
Sanjinez (2005: 124) sostiene que las organizaciones sociales aymaras resistieron el proceso de asimilación

4
esencia de este periodo de transición es capturada en la siguiente afirmación de un líder
aymara, Juan de la Cruz Villca: “Nos dijeron que como campesinos nos liberaríamos, pero
como indígenas nos dominaron y como indígenas nos liberaremos” (citado en Albó 2008).
No obstante su importancia política e ideológica, el proceso de afirmación étnica Aymara
todavía representa una perspectiva intra-cultural en lugar de intercultural.
Una segunda ola de cuestionamiento ocurrió en las tierras bajas del este del país. Debido
a la desarticulación geográfica de Bolivia hasta 1952, la dinámica étnica en esta zona siguió
una corriente diferente a los Andes. (Veáse mapa)
Mapa No. 1. Regiones de Tierras Altas y Tierras Bajas en Bolivia

Lowlands

Highlands

Debido a su ubicación remota y el difícil acceso a esta región, los colonizadores españoles
fueron incapaces de dominar a los grupos indígenas. Después de la independencia de Bolivia
en 1825, los grupos indígenas fueron puestos bajo la tutela de las misiones Católicas y
posteriormente bajo la administración de empresarios privados vinculados con estancias
ganaderas y la industria extractiva de quina y goma. Estas actividades económicas
incorporaron a los grupos indígenas como mano de obra en un sistema de relación patrón-
peón, diezmando esta población en algunas décadas debido a las difíciles condiciones de
trabajo. Hasta 1952, los pueblos indígenas de esta zona fueron etiquetados como salvajes y
posteriormente adquirieron un estatus ambiguo como campesinos. La reforma agraria de
1953 fortaleció el sistema social patrón-peón configurando un sistema dual de tendencia de
la tierra conformado por grandes y medianos latifundios en manos de grupos “criollos-
mestizos” y grupos de inmigrantes por un lado, y pequeñas colonias y propiedades
indígenas y campesinas por otro lado7. En los años 70 comenzó un proceso de despertar

cultural manteniendo sus organizaciones tradicionales inclusive desde antes de 1952 y que esta resistencia en
parte explica porque en el presente fueron capaces de articular más fuertemente un discurso de descolonización.
En mi opinión esta resistencia fue mas fuerte en aquellas comunidades donde la demanda étnica tuvo una fuerte
influencia en las demandas de tierra y educación.
7
La reforma agraria de 1953 en Bolivia expreso dos diferentes formas en relación al acceso y propiedad de la
tierra: una tendencia redistributiva principalmente en la parte occidental del país (los Andes) y un proceso de
expansión y consolidación de grandes latifundios agrícolas y ganaderos en las tierras bajas. En conjunto este
proceso contradictorio estructuro dos estructuras productivas: una agricultura de subsistencia orientada hacia la

5
étnico y en los 80 un proceso intra y multiétnico de organización social8. Dos elementos
centrales del despertar étnico entre estos grupos fueron el territorio (la defensa de su modo
de vida) y la dignidad (su identidad como pueblos indígenas). En los 90 a través de sucesivas
marchas hacia la ciudad capital de La Paz, estos grupos indígenas obtuvieron de diferentes
gobiernos leyes y decretos para limitar la incursión de terceros partidos en sus territorios,
así como el reconocimiento de la propiedad comunal (Tierras Comunitarias de Origen). En
contraste a los Aymaras, el proceso de afirmación étnica de los pueblos de tierras bajas,
tuvo una perspectiva más intercultural, en parte debido a la necesidad, ya que constituyen
un pequeño porcentaje de la población. Posteriormente, debido a su propia dinámica y la
necesidad de explicitar sus intereses en sus territorios inmediatos, estos retornaron a una
perspectiva más intra-cultural, moviéndose entre el polo intra e intercultural.
Una tercera ola de cuestionamiento de las políticas de inclusión homogeneizante provino
de los valles y la región tropical de Cochabamba (la región central de Bolivia), base del actual
presidente de Bolivia, Evo Morales, no obstante que este nació en el Altiplano. La población
de esta zona es el resultado de sucesivas olas de colonización de la región Andina que
comenzaron en la década de los 60. La ola mas reciente fue el establecimiento de un gran
número de ex-trabajadores mineros quienes perdieron su fuente de trabajo como resultado
de las políticas de privatización de los años 80, lo que dio a las organizaciones campesinas
de esta zona un fuerte interés en la política. La mezcla de poblaciones indígenas de
diferentes orígenes y gente urbana marginal ha otorgado a los sindicatos de productores de
coca una característica intercultural propia. Asimismo el hecho de que fueron objeto de un
estricto control y represión por parte de los gobiernos neoliberales apoyados por la oficina
de control de drogas (DEA) de los Estados Unidos, que criminalizó la producción de coca, le
han dado a estas organizaciones un carácter combativo y antagonista. En los años 90 los
sindicatos de productores de coca entraron en la arena política organizando su propio
partido político siguiendo la consigna “no queremos ser más escaleras para otros”9. Como
consecuencia nació el Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (IPSP), y
posteriormente el partido Movimiento al Socialismo (MAS) actualmente en el poder. En
contraste a los sectores Aymaras y los indígenas de tierras bajas, los productores de coca
enfatizan una identidad cultural campesina y tienen una composición mas intersectorial e
intercultural, lo cual talvez apelo al electorado en las elecciones del 2005 cuando Evo
Morales recibió un apoyo sin precedentes de 53.7% de los votos.
Como resultado de estas emergencias cuestionadotas, desde los 80 los grupos indígenas
se han confrontado con dos alternativas políticas para alcanzar un reconocimiento pleno
como ciudadanos bolivianos: levantarse en armas o establecer alianzas políticas en la arena
política democrática10. De hecho optaron por ambas alternativas. En el Altiplano y el
Chapare, grupos guerrilleros indígenas y campesinos comenzaron a ser organizados y
eventualmente asumieron algunas acciones tales como la conformación del Ejercito
Guerrillero Tupac Katari (EGTK), liderizado por Felipe Quispe y el actual vice-presidente de

producción de alimentos con algunos márgenes para el intercambio, y un sector agro-industrial orientado hacia
los mercados nacionales e internacionales (Urioste y Kay 2005).
8
La organización de la Confederación Indígena del Oriente Boliviano (CIDOB) a inicios de los 80 fue un
evento clave en este proceso.
9
Mis agradecimientos a Elsa Suarez por la información respecto al proceso de las organizaciones de
productores cocaleros.
10
Agradezco a Sarela Paz (2009) por esta distinción.

6
Bolivia, Álvaro García Linera. Otra línea se concentró en el establecimiento de alianzas
políticas, con partidos tradicionales (hasta los 90) y a rebelarse y establecer alianzas con
otros movimientos sociales (década del 2000) para luchar por sus derechos.
4. INTERCULTURALISMO DESDE ARRIBA
El estado construido por la revolución de 1952 alrededor de la intervención estatal en la
economía, alianzas entre partidos políticos, sectores de clase media urbanos y
organizaciones indígenas y campesinas, y políticas de inclusión indígena homogeneizadoras,
entro en crisis a inicios de los 80. Las elites neoliberales en el poder desde 1985,
implementaron políticas de ajuste estructural en respuesta a la crisis: privatización de la
economía de estado, reducción de servicios públicos, fortalecimiento de las estructuras
formales democráticas en el nivel local y nacional y la transferencia de funciones del estado
a nivel regional a través de la descentralización administrativa (Kohl y Farthing 2005: 42). En
los 90s, los gobiernos a cargo del estado neoliberal implementaron un conjunto de reformas
orientadas a la inclusión de la población indígena en su proyecto de modernización para
contener y canalizar los cuestionamientos indígenas a las políticas de ajuste que eran
implementadas.
Para alcanzar este objetivo las elites del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR)
establecieron una alianza con sectores intelectuales aymaras y grupos indígenas de las
tierras bajas. De hecho, Gonzalo Sánchez de Lozada, quien entre 1985 y el 2005 fue el
arquitecto político de la esencia del proyecto neoliberal en Bolivia, cuando se confronto con
la decisión de escoger a su candidato a vicepresidente, opto por Víctor Hugo Cárdenas, un
intelectual aymara del ala moderada del movimiento Katarista. Por otro lado se estableció
una alianza con grupos indígenas de las tierras bajas de Bolivia, que en comparación a los
Aymaras y los Quechuas (quienes constituyen cerca del 25% y 31% respectivamente del
total de población indígena de acuerdo al censo del 2001) son claramente una minoría
(cerca del 6% del total de la población indígena). La alianza con estas minorías indígenas le
proporciono al gobierno con una manera legítima para implementar políticas
multiculturales dominantes basadas en el reconocimiento y provisión de derechos legales y
políticos a minorías étnicas. Esto a su vez también legitimo el proyecto político hegemónico
hecho de la combinación de políticas económicas orientadas al mercado y políticas
culturales de inclusión de minorías. De modo que no es extraño que durante los años 90, las
demandas de los grupos indígenas de tierras bajas, afirmación de la identidad y territorio, se
convirtieran en “los nuevos íconos de la relación entre indígenas-estado” (Postero 2005:
64). De manera similar a lo ocurrido en 1952, cuando los indígenas de los Andes se aliaron
con el MNR, en los 90, los grupos indígenas de tierras bajas se “aliaron” con el MNR y otros
partidos tradicionales con la esperanza de adquirir una ciudadanía boliviana plena.
Durante la administración de Sánchez de Lozada-Cárdenas (1993-1997) varias reformas
estatales para la inclusión indígena fueron implementadas: 1) Ley de Participación Popular
(1994), 2) Ley de Reforma Educativa (1994), 3) Ley del Instituto Nacional de Reforma Agraria
(INRA, 1996), y la 4) Ley Forestal (1996). La primera estaba orientada a extender la presencia
del estado en las zonas rurales a través de la descentralización de recursos y toma de
decisiones al nivel municipal, reconociendo en cierto grado las autoridades indígenas
tradicionales y formas de participación comunitaria. La reforma educativa reconocía las
lenguas indígenas y proponía la educación bilingüe principalmente para las poblaciones
indígenas. La leyes INRA y forestal reconocían derechos diferenciales de acceso (individual y

7
comunal) a la tierra y los recursos forestales11. La Ley de Participación Popular y Ley INRA
también abrieron espacios para la expresión de principios comunitarios, incorporando
comités de vigilancia para implementar control social al nivel municipal y para servir las
demandas de los indígenas de Tierras Comunitarias de Origen (TCO)12. También en 1994 se
hizo una enmienda a la constitución política reconociéndose el carácter multiétnico y
pluricultural de la sociedad Boliviana:
Artículo 1: Bolivia libre, independiente y soberana, constituida en Republica unitaria,
adopta para su gobierno la forma democrática representativa. Es multiétnica y
pluricultural, fundada en la unión y la solidaridad de todos los bolivianos.
Artículo 171: Se reconocen, se respetan y protegen en el marco de la ley, los derechos
sociales, económicos y culturales de los pueblos indígenas que habitan en el territorio
nacional, especialmente los relativos a sus tierras comunitarias de origen,
garantizando el uso y aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, a su
identidad, valores, lenguas, costumbres e instituciones.
Al mismo tiempo, al inicio de esta administración, se establecieron nuevas agencias
estatales, tales como la Subsecretaria de Asuntos Étnicos (SAE) y el Vice-Ministerio de
Asuntos Étnicos y Pueblos Originarios (VAIPO). Estas agencias incorporaron varios
profesionales—principalmente de ONG—con experiencia de trabajo con grupos indígenas y
campesinos y establecieron acuerdos con organizaciones indígenas, como el acuerdo entre
el SAE y la Confederación de Pueblos Indígenas del Oriente Boliviano (CIDOB)
proporcionando a los pueblos indígenas una participación en la toma de decisiones del
estado por primera vez en la historia (Postero 2005: 65).
Como resultado de estas reformas los pueblos indígenas adquirieron un nuevo estatus
como ciudadanos indígenas. Sin embargo proporcionando a los pueblos indígenas un tipo
especial de ciudadanía, el multiculturalismo liderizado por el estado reprodujo el arquetipo
colonial de la sociedad dual configurando también sistemas institucionales duales: uno para
las poblaciones indígenas todavía vinculadas a espacios rurales y otra para el resto de los
ciudadanos bolivianos. Este sistema dual fue expresado por ejemplo a través de
instituciones del estado, políticas públicas y en la inclusión de gente indígena en las
posiciones de toma de decisiones en el gobierno. El SAE y VAIPO eran agencias estatales
exclusivamente orientadas hacia los pueblos indígenas. Otro ejemplo claro de la
reproducción del arquetipo colonial fue la política desarrollo con identidad orientada a
promover procesos de desarrollo entre la población indígena, distintas de las políticas
agrícolas orientadas al mercado creadas para el resto de los actores económicos del país; la
educación intercultural se oriento principalmente a los niños y jóvenes de áreas rurales; y la

11
Por un lado para los sectores indígenas de tierras bajas, esta ley abrió espacio para revertir el proceso de
concentración de la tierra en pocas manos en curso desde 1953, y por otro lado, proporciono a los grandes
terratenientes y empresas agrícolas la posibilidad de legalizar grandes extensiones de tierra mantenidas hasta
entonces de manera ad-hoc, siempre y cuando mostraran que las mismas cumplían una función económica y
social (FES).
12
Con respecto al impacto de la Ley de Participación Popular en la emergencia de liderazgos indígenas, es
ilustrativa la siguiente afirmación de Miguel Urioste (2004): “Sin esta ley muchos líderes indígenas no hubiesen
tenido la oportunidad de hacer escuela política y Evo Morales no se hubiera vuelto presidente”. Por otro lado,
no obstante la Ley INRA se aprobó en un contexto neoliberal, la presión política indígena de tierras bajas creo el
espacio para la defensa de su tierra y territorio.

8
inclusión de gente indígena en posiciones de toma de decisión relacionadas con asuntos
indígenas.
Para lidiar con la diversidad, la siguiente administración de gobierno, Banzer-Quiroga
(1997-2002), siguieron básicamente los pasos marcados por el anterior gobierno. Sin
embargo debido a los fuertes lazos de Banzer con los grandes propietarios de tierra de las
tierras bajas de Bolivia, en varias ocasiones el gobierno amenazó a las organizaciones
indígenas con cambiar la Ley INRA y abrogar los derechos comunitarios de acceso a la tierra.
Esto marcó un punto de ruptura en las alianzas estado-indígenas, generó sentimientos de
frustración entre los sectores indígenas que apoyaban estas políticas y abrió nuevos puntos
de conflicto entre los grupos indígenas y el estado.
Debido al enfoque de arriba-abajo las reformas liberales de los 90 no brindaron los
beneficios prometidos a los grupos indígenas: poder real para decidir sobre sus propias
vidas y en sus propios términos. La ruptura de la alianza indígenas-estado fue una indicación
del fin de la mediación de los intereses indígenas a través de los partidos políticos que
comenzó con la revolución de 1952. Con esta ruptura, los nudos de la afirmación étnica de
los grupos indígenas fueron desatados y comenzaron a buscar sus propias alternativas.
5. INTERCULTURALISMO DESDE ABAJO
Entre 1998 y el 2005 Bolivia atravesó un periodo de conflicto caracterizado por la
ausencia de gobernabilidad, una crisis del sistema político de partidos e instituciones
políticas y una rebelión general de los sectores populares en contra de las políticas
neoliberales. Desde entonces ha habido continuos llamados a la reforma constitucional y de
las instituciones estatales para incorporar la emergente diversidad cultural, principalmente
indígena y resolver las amplias disparidades políticas y económicas. Evo Morales emergió en
las elecciones nacionales de diciembre del 2005 y se convirtió presidente de Bolivia con un
apoyo electoral sin precedentes (54% de los votos). Morales es el primer presidente
indígena y tiene un gran apoyo de los movimientos sociales populares. Por primera vez en la
historia de Bolivia, los pueblos indígenas están en el poder y se confrontan con el desafío de
reconstruir la sociedad en sus propios términos. Esto es realizado iniciando un proceso de
cambio de las anteriores políticas neoliberales, o ampliando las reformas iniciadas por el
multiculturalismo liberal.
En 1994 la constitución fue enmendada para reconocer el carácter multiétnico y
pluricultural de la sociedad boliviana, que otorgo derechos legales y políticos a los grupos
indígenas. Sin embargo, como se mostró anteriormente, esto no fue suficiente para
integrarlos como ciudadanos con derechos plenos. Con Morales como presidente, una
reforma constitucional ha sido iniciada para construir un nuevo contrato social que redefina
las tradicionales relaciones indígenas-estado. En agosto del 2006 se inauguro una Asamblea
Constituyente (AC) con la tarea de elaborar una nueva constitución dentro del plazo de un
año. Sin embargo desde el inicio surgieron conflictos entre dos visiones diferentes de
reforma del estado: una visión comunitaria orientada a construir un estado plural que
incorpora plenamente las instituciones indígenas y una visión liberal orientada a mantener
el marco liberal con un estado más descentralizado sobre la base de departamentos
autónomos. Los primeros ocho meses de la AC se gastaron en discusiones sobre las reglas
de deliberación y el porcentaje necesario para aprobar la constitución propuesta: mayoría
simple o dos tercios de los votos de los miembros de la asamblea. El tiempo excesivo
invertido en estos asuntos fue en parte una expresión desesperada de la oposición criolla-

9
mestiza en contra del proceso de construcción de hegemonía política indígena. Los meses
restantes fueron insuficientes para cumplir con la tarea de proponer una nueva constitución
y el Congreso tuvo que extender su funcionamiento por seis meses más, hasta diciembre del
2007. Sin embargo, la polarización de posiciones continuo e incluso se profundizó debido a
la emergencia de nuevas demandas, tales como la demanda de Chuquisaca de considerar en
la propuesta de constitución el convertirse nuevamente en capital plena de Bolivia, aspecto
que no estaba previamente considerado en la agenda. Debido a la intensificación de
conflictos en esta ciudad, las deliberaciones finales fueron realizadas en un cuartel militar, y
la AC trasladada a otra ciudad para concluir con su trabajo y dar la aprobación final.
Una vez que la nueva constitución llego al Congreso para su aprobación esta encontró
oposición y fue desafiada por los representantes de partidos tradicionales sobre la base de
que esta no era legal debido a que había sido aprobada en una ciudad diferente, sin la
participación de varios representantes, y consiguientemente no expresaba los amplios
intereses del país. A esto siguió un largo proceso de negociaciones que se extendió hasta
septiembre-octubre de 2008 cuando finalmente el Congreso aprobó la nueva constitución
con más de cien enmiendas negociadas en un comité congresal especial. La aprobación el
Congreso estaba sujeta a un referéndum popular para su aprobación final. La nueva
constitución fue aprobada el 25 de Enero de 2009 habiendo recibido el apoyo de 57% de la
población. No obstante las enmiendas, que expresan las preocupaciones de los sectores
liberales, la nueva constitución finalmente reparo la exclusión de la población indígena del
estado la cual fue legitimada desde la primera constitución de 1826 y reconoció la pluralidad
de la sociedad boliviana.
La pluralidad es la nueva palabra clave de la constitución boliviana13. Esta se inicia con un
elogio de la pluralidad de la naturaleza de la cual se deriva la pluralidad socio-cultural para
comprender la historia y construir un nuevo estado:
En tiempos inmemoriales se erigieron montañas, se desplazaron ríos, se formaron
lagos. Nuestra amazonía, nuestro chaco, nuestro altiplano y nuestros llanos y valles se
cubrieron de verdores y flores. Poblamos esta sagrada Madre Tierra con rostros
diferentes, y comprendimos desde entonces la pluralidad vigente de todas las cosas y
nuestra diversidad como seres y culturas…
El pueblo boliviano, de composición plural, desde la profundidad de la historia, (…)
construimos un nuevo Estado (NCPE 2008: 2).
Como consecuencia los actuales cuatro poderes, legislativo, judicial, electoral y ejecutivo
son renombrados como el termino plurinacional para enfatizar este carácter plural14. El
significado de la pluralidad talvez es mejor expresado por los cambios introducidos en el
poder judicial (NCPE: 2008: 42, Art. 179) que reconoce la unidad de la función judicial pero
ejercitada por tres jurisdicciones: ordinaria, agro-medio ambiental e indígena. En contraste
a la anterior constitución que solo reconocía la justicia ordinaria y la jurisdicción agraria, la
nueva introduce la jurisdicción indígena y le confiere un estatus similar a la jurisdicción
ordinaria.

13
En la nueva constitución la palabra raiz pluri se repite unas 139 veces en términos tales como plurilingue
plurinacional y otros.
14
En la nueva constitución la Corte Nacional Electoral ha sido elevada a un cuarto poder del estado boliviano.

1
La nueva constitución también estipula derechos culturales, sociales, económicos y
políticos específicos a los indígenas, grupos originarios y campesinos, reconociendo entre
otras cosas, su cultura, propiedad colectiva de la tierra y el territorio, respeto del
conocimiento local y participación en instituciones del gobierno. Garantiza que sus
instituciones se vuelvan parte del estado, proporciona acceso a servicios sociales, y permite
el gozo de los beneficios de la explotación de los recursos naturales en su territorio (NCPE
2008: 9-11, artículos 30 a 32). Para garantizar la representación política de los grupos
indígenas con poca densidad poblacional en la Asamblea Legislativa Plurinacional, la nueva
constitución estipula la creación de circunscripciones especiales indígena originario
campesinas en áreas rurales y en aquellos departamentos donde estos son una minoría.
Como parte de las reformas multiculturales liberales en 1994 una ley que descentralizaba
el estado y promovía la participación popular fue aprobada. Esta ley redistribuye los
recursos económicos de los nueve departamentos del país a cientos de municipalidades,
expandiendo la presencia del estado inclusive en las áreas más remotas de Bolivia. A las
áreas con un gran numero de población indígena se les dio la posibilidad de constituirse en
distritos municipales indígenas organizados de acuerdo a sus usos y costumbres, pero
todavía sujetos a un marco de toma de decisiones estatal de arriba-abajo. Al mismo tiempo,
como un resultado de la nueva Ley INRA de 1996 las tierras comunales indígenas fueron
tituladas bajo el marco de Tierras Comunitarias de Origen (TCO). Sobre la base de estas
innovaciones, la nueva constitución plurinacional abre la puerta para la autonomía de estas
unidades (artículos 289-296). La autonomía indígena es definida como: “auto-gobierno que
expresa la libre decisión de las naciones y poblaciones indígenas originarias campesinas,
cuya población comparte territorio, cultura, historia, lengua y organizaciones, o sus propias
instituciones jurídicas, políticas, sociales y económicas” (NCPE 2008: 65). La nueva
constitución crea la posibilidad para dos formas complementarias de autonomía indígena: 1)
municipal, y 2) TCO. Para establecer las mismas, los pueblos indígenas deben elaborar sus
estatutos de acuerdo a sus propias normas, instituciones, autoridades y procedimientos y
someterlos a un referéndum entre la población indígena. De acuerdo con Romero y Albó
(op. cit.) las autonomías indígenas municipales tienen más posibilidades en la región Andina,
entre los Quechuas y Aymaras, en tanto que las autonomías vía TCO tienen más
posibilidades entre las poblaciones indígenas de las tierras bajas (Romero y Albó 2009, en
prensa).
En 1994, como parte de las reformas multiculturales, se aprueba una nueva ley de
educación la cual tiene como una de sus características centrales la educación intercultural
bilingüe. La actual administración ha propuesto substiruir esta ley con una nueva
denominada “Avelino Siñani y Elizardo Pérez”, que enfatiza la “autodeterminación
pedagógica” entendiendo por esto la descolonización, una educación orientada a la
producción, educación trilingüe y una real democratización de la educación (Propuesta de
Ley Educativa 2006: 2). No obstante que esta propuesta de ley fue elaborado con la
participación de alrededor de 684 personas pertenecientes a 31 organizaciones sociales e
instituciones, al presente no ha sido todavía aprobada por el congreso. Sin embargo, las
discusiones sobre esta ley hizo visible el asunto de la descolonización en el debate público
también en el ámbito de la política exterior boliviana y la nueva constitución. Hay una
preocupación para establecer relaciones sobre una base igualitaria como lo expresa la
celebrada frase de Morales: “Queremos socios, no patrones”. De hecho en la nueva
constitución la descolonización aparece como una de las funciones y misiones clave del

1
nuevo estado plurinacional, “Constituir una sociedad justa y armoniosa, cimentada en la
descolonización, sin discriminación ni explotación, con plena justicia social, para consolidar
las identidades plurinacionales”. (NCPE, 2008: 4, Art. 9.1).
Asimismo en el marco de la propuesta de reforma educativa para democratizar la
educación, el actual gobierno ha iniciado un enorme programa para erradicar el
analfabetismo, con buenos resultados, mostrando que grandes problemas seculares pueden
ser afrontados si los gobiernos tienes un deseo político real de resolverlos. Un sociólogo
local comenta al respecto: “parece ser que algunos problemas sociales como el
analfabetismo pueden ser resueltos solo por gente que ha vivido de cerca los perniciosos
efectos de este problema. Evo ha abierto los ojos de mucha gente” (Víctor Calisaya, 2009,
comunicación personal).
Otra importante reforma de los gobiernos neoliberales fue la Ley del Instituto Nacional de
Reforma Agraria (INRA, 1996) que dio inicio al proceso de titulación de la tierra sobre la
base de diferentes derechos: individuales y comunales. Para este propósito, un proceso de
legalización de la tenencia de la tierra denominada saneamiento, fue puesto en efecto, el
cual sin embargo luego de diez años de implementación todavía no había alcanzado su
objetivo inicial de legalizar más de 100.000 millones de hectáreas de tierra. En este
respecto, la administración de Morales ha aprobado varios decretos y el 2006 una nueva ley
agraria orientada a acelerar el proceso privilegiando los derechos de las comunidades
indígenas y campesinas y la expropiación de tierra de los grandes hacendados en las tierras
bajas. Los derechos a la tierra se convirtieron en un tema de disputa en la Asamblea
Constituyente alrededor de la definición del tamaño de la gran propiedad: cinco o diez mil
hectáreas. No se logró un acuerdo y el tema fue llevado a referéndum público, realizado al
mismo tiempo que el referéndum para aprobar la nueva constitución. Más de dos millones
de personas (81%) votaron por la primera opción y en contra del latifundio. Al mismo
tiempo, en agosto de 2008, el proceso de titulación de la tierra concluyó en Pando, parte de
la región amazónica de Bolivia, donde cada familia campesina recibió un promedio de
quinientas hectáreas de tierra. Estas medidas están generando un acceso más democrático
al recurso tierra, un aspecto clave para establecer relaciones sociales y culturales más
igualitarias entre las comunidades indígenas y campesinas y otros.
Estas políticas de equidad, están reestructurando anteriores relaciones asimétricas entre
los sectores indígena-campesinos y el estado y son en parte el resultado de las fuertes
alianzas políticas establecidas por la nueva administración de gobierno con varios
movimientos sociales, tanto urbanos como rurales. Las alianzas sociales y políticas son la
base del poder del presente gobierno el cual esta orientada a construir un estado
plurinacional, que contrasta con la perspectiva de arriba-abajo en temas de diversidad
cultural mantenida por los gobiernos neoliberales de los 90.
6. EL DESAFÍO DE INCLUIR A “LOS OTROS” QUE LOS EXCLUYERON
Este proceso de cambio liderizado por un gobierno indígena en Bolivia no ha sido fácil,
sino un proceso marcado por la resistencia de aquellos sectores que gozaron de poder y
estatus en el pasado. La actual administración combino medidas nacionalistas y populistas
para la redistribución de la riqueza—que viene sobre todo de los ingresos de exportación de

1
hidrocarburos15--con un proceso de construir nuevas instituciones que reconozcan la
diversidad cultural. En ambos frentes encontró resistencias de sectores políticos
tradicionales en el Congreso, así como en la región este del país.
La principal preocupación de las elites sobre las políticas de redistribución ha sido con el
gasto de recursos del estado en lugar de la inversión de los mismos para fortalecer el
aparato productivo boliviano. La resistencia a las políticas de redistribución de riqueza
todavía no han sido efectivas debido a que en los últimos tres años gozo de altos precios
internacionales de gas, petróleo y minerales que han reducido la urgencia de
comprometerse en la planificación y gestión de la economía. Como nunca antes las reservas
financieras bolivianas han alcanzado los 7 billones de dólares. Sin embargo la actual crisis
económica y financiera internacional pone en riesgo de cambiar esta situación y convertir la
economía y las políticas de redistribución en campos de batalla.
La construcción de nuevas instituciones no ha sido un proceso fácil tampoco debido al
desencuentro entre dos proyectos de transformación del estado: el indígena y el liberal. Dos
factores claves de este desencuentro parecen ser: 1) la persistencia en la sociedad boliviana
de la cultura colonial en la cual las poblaciones e instituciones indígenas todavía no son
aceptadas como iguales mas allá de los niveles formales y simbólicos; y 2) la persistencia de
desigualdades políticas y económicas que son fuertemente defendidas por las elites en el
nombre del “respecto de la ley.” Mas recientemente la agenda boliviana incluye la
construcción de un nuevo proyecto político hegemónico de carácter indígena, el cual es
fuertemente resistido por las elites tradicionales y por algunos sectores profesionales de
clase media que se beneficiaron en el pasado de su alianza con las elites políticas y que
actualmente están alejadas de los cargos de la burocracia del estado. Actualmente las
instituciones del estado tienen funcionarios indígenas en los niveles altos de decisión, y una
significativa parte de la burocracia del estado esta todavía en manos de la gente mestizo-
criolla, quienes se han convertido en miembros del partido en el gobierno. Al mismo tiempo
la visibilidad de los líderes indígenas en los cargos jerárquicos del gobierno ha generado la
reacción de sectores de la clase media y profesionales que no pueden aceptar que personas
sin una educación profesional formal estén a cargo de altas posiciones en la jerarquía
política.
En la Asamblea Constituyente, otro punto de conflicto y Resistencia ha sido el tema de la
representación cultural de las poblaciones mestizo-criollas como comunidades
interculturales. Estas poblaciones resistieron esta etiqueta y reclamaron el titulo de
“Boliviano.” No obstante que en la versión final de la nueva constitución la noción de
comunidades interculturales ha sido mantenida, esta es aplicada a las comunidades
originarias interculturales. Interesantemente, la resistencia a esta etiqueta es una indicación
de la limitada o inexistente apertura intercultural de las poblaciones mestizo-criollas, lo que
parcialmente explica las actitudes racistas y xenofóbicas que han emergido en años
recientes.
Parece ser que el tema de la inclusión de las poblaciones criollo-mestizas en el nuevo
estado plurinacional no será resuelto a través de las políticas de inclusión promulgadas por
el estado, sino que serán resueltos como un asunto de fuerza, a través de la construcción de
15
Al ya existente “bono” para las personas mayores de 65 años, se añadieron dos otros bonos, uno para los
niños que asisten a las escuelas públicas (Bono Juancito Pinto) y otro para las madres con niños de hasta dos
años.

1
una nueva hegemonía política. En el futuro se tornara un tema de ideología y aceptación, así
como un instigador de tensiones y conflictos.
7. EMANCIPACIÓN Y DESCOLONIZACIÓN DESDE LA PERSPECTIVA BOLIVIANA
Que lecciones sobre emancipación y descolonización pueden ser inferidas de la
experiencia boliviana de construir un estado plurinacional? En el cierre de este capitulo
bosquejo algunos de ellos.
Primero, la experiencia boliviana ilustra el proceso de construcción de una modernidad
indígena, la cual no es un retorno al pasado, sino un nuevo tipo de modernidad guiado por
el posicionamiento político indígena. Este no es estrictamente un proceso contemporáneo,
sino basado en la apropiación histórica y contextual de elementos modernos para empujar
una agenda indígena propia. A través de la historia moderna de Bolivia, la gradual
apropiación de elementos cruciales modernos tales como la educación occidental, el idioma
castellano, la política, el encontrar resquicios en leyes existentes y finalmente la toma de la
estructura del estado, fueron cruciales en la lucha y defensa de los derechos indígenas. De
modo que en gran medida, el ganar derechos ha sido el resultado no solo de afirmar y
defender la identidad étnica—tierra, costumbres, lengua nativa, tecnología local, etc.—sino
también de la integración de elementos modernos, los cuales han sido centrales al
desarrollo intercultural indígena y la configuración de la modernidad indígena como
proyecto social y político.
Segundo, en contraste a otras experiencias contemporáneas de emancipación en America
(como el caso de Perú y Guatemala) los proceso de emancipación y descolonización
indígena en Bolivia no apelaron a la confrontación violenta del tipo guerrilla, sino a la
combinación de protestas sociales y políticas, alianzas con partidos tradicionales y
negociaciones institucionales para afirmar su estatus de mayoría. En Bolivia la agencia
indígena opto por medios democráticos para afirmar sus derechos simbólicos. Ahora Bolivia
confronta el desafío de construir un proyecto político hegemónico basado en alianzas
estratégicas con movimientos sociales. La experiencia boliviana muestra que construir una
sociedad más diversa, igualitaria y culturalmente inclusiva dentro de un contexto de cambio
y crisis siguiendo un camino democrático, implica la transformación de instituciones
actuales. Hasta ahora, el proceso ha seguido medios democráticos para la resolución de la
crisis estatal. Sin embargo, el actual contexto social y político altamente polarizado, donde
los sectores empoderados indígenas confrontan a los radicalizados sectores mestizo-criollos,
va mostrando los límites del enfoque democrático y ha llevado a algunos a considerar la
posibilidad de utilizar la fuerza como una estrategia para resolver la crisis, lo que quizás
explica las preocupaciones sobre terrorismo político emergidos en tiempos recientes.
Finalmente, la experiencia boliviana, proporciona algunos indicios para repensar la noción
de diversidad cultural en un contexto de cambio, polarización, conflicto y cambios de la
percepción indígena de un estatus de minoría a mayoría. A menudo el término diversidad
cultural ha sido utilizado para describir diferencias y similitudes entre grupos culturales
distintos así como el proceso de inclusión de grupos minoritarios (inmigrantes, etc.). Por
extensión, el concepto de diversidad cultural no ha sido utilizado a menudo en situaciones
de polarización y conflicto, y más aún polarización y conflicto son vistos como situaciones
con ausencia de diversidad y tolerancia hacia el otro. Sin menoscabar las contribuciones de
la actual reflexión sobre la diversidad cultural, considero que hay la necesidad de enfocar la
diversidad cultural dentro de contextos políticamente polarizados para descubrir su carácter

1
múltiple y relacional y los juegos de poder imbricados en el mismo, para establecer los
vínculos entre las dimensiones simbólicas y materiales y redefinir el concepto para
situaciones donde las “minorías son mayorías.” Si la diversidad cultural ha sido una
estrategia para incluir grupos marginales, ¿cómo podemos pensar la diversidad cultural
cuando la gente que fue marginal y excluida tiene la tarea de incluir a aquellos que
históricamente los excluyeron? Si la estrategia de la política de la diversidad ha sido
empoderar sectores marginales dentro de un estado liberal, ¿cómo podemos pensar
políticas de inclusión cuando el estado se reconstruye a si mismo? Estas son algunas de las
preguntas que actualmente están siendo planteadas en Bolivia, pero las respuestas están
todavía por venir.
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1
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