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Desde la óptica del paradigma norteamericano se sostiene que los movimientos sociales representan una crítica al
orden social y a la democracia representativa, desafiando las formas convencionales de hacer política. La
preocupación principal de esta teoría se centra en la organización y la gestión de recursos, tanto económicos como
humanos, por eso propone nociones tales como estrategia, recursos, oportunidad política e intereses para
entender los procesos de movilización social.
Por ejemplo en cuanto a la oportunidad política plantean que los activistas eligen sus objetivos en función del
contexto, permitiendo que algunos recamos puedan tomar fuerza mientras que otros no; por eso incorporan este
concepto para explicar esos momentos favorables o desfavorables para la acción colectiva.
Sin embargo la crítica está en pensar desde una mirada centrada en la racionalidad estratégico-instrumental,
porque entiende que la capacidad de movilización del movimiento está sujeto radicalmente a los recursos
disponibles, y eso implica entenderlos desde una sola variable.
Los teóricos europeos vinculan la acción colectiva con la construcción de nuevas identidades. Y desarrollan el
paradigma de la identidad que explica la acción colectiva mediante la constitución de nuevas identidades como
medio para crear espacios democráticos y acción autónoma. Touraine es un representante, y define que en ella
convergen tres principios: identidad (consiste en una definición colectiva que el agente construye sobre sí mismo),
oposición (hace surgir la consciencia de un antagonismo) y totalidad (alude al sistema de acción histórica por cuyo
dominio luchas los adversarios).
Otro representante es Melucci que expone que los nuevos movimientos sociales son generadores de nuevas
identidades y estilos de vida, hay una construcción simbólica que se juega. A su vez son proféticos (anuncian otras
alternativas a lo instituido), son paradójicos (revelan la irracionalidad de lo dominante) y son representaciones
(establecen desafíos simbólicos). Sin embargo el límite está en poner demasiado énfasis en las subjetividades
descuidando los aspectos estructurales. Para analizar los movimientos sociales es importante combinar las
perspectivas.
Por eso define a los MS como la construcción de un poder en movimiento, que busca ampliar lo política y ampliar
los derechos de las minorías, por eso se los entiende no como entidad empírica sino como entidad analítica, es
decir analizando sus acciones y sentidos que tienen.
La economía campesina no tuvo un desarrollo lineal y homogéneo, porque parte del sector se orientó a cultivar
para el mercado y otra parte para el autoconsumo y subsistencia. Es decir, las estructuras agrarias
latinoamericanas hoy consisten en la presencia de grandes explotaciones más vinculadas al capitalismo mundial
con vastas extensiones, ocupación de las mejores tierras y con acceso a tecnología. A su vez, existe una gran
proporción de pequeños productores más vinculados a lo familiar, con la utilización de las tierras marginales,
escasa tecnología y serios problemas de acceso a la tierra.
Los nuevos movimientos sociales rurales se caracterizan por abrir espacios de debate local, politizando los
procesos de desarrollo local en tanto disputa por la territorialidad o la defensa del medioambiente. El territorio
responde a una multidimensionalidad (económicas, políticas, ecológica y cultural). Por lo tanto, su apropiación
implica operaciones simbólicas en las que los actores sociales proyectan concepciones de mundo.
Antes los movimientos sociales rurales tradicionales dependían de factores externos, luchaban por la propiedad de
la tierra y emergían demandas sindicales clásicas. Hoy los nuevos movimientos rurales asumen una autonomía
política porque ya no se dejan influenciar políticamente, la disputa es por la territorialidad entendida como una
cuestión más compleja que asume diferentes niveles y da lugar a nuevas demandas, y tienen que ver con la
inscripción territorial de sus luchas, que van más allá de la regularización legal de la parcela de tierra donde viven y
trabajan.
Los movimientos sociales se han caracterizado por buscar el desarrollo rural casi sin vinculación con el Estado,
después con la instalación de gobiernos progresistas en la región comienza una nueva etapa para los MS porque
pierden su dinamismo, su autonomía y la iniciativa pasa al Estado, gestionado por funcionarios públicos. Sin
embargo la experiencia demuestra que estos gobiernos suelen trabajar para dividir y cooptar a los MS,
debilitándolos.
A raíz de ello surgen intensos debates y diferentes perspectivas respecto a cómo deben actuar estos movimientos,
a cómo se tienen que posicionar frente al Estado: algunas plantean que deben mantener su tono confrontativo con
la gestión estatal, otras plantean que es necesario modificar el orden social y eso no significa necesariamente
tomar el poder del Estado sino desarrollar formas de anti poder, algunas perspectivas también exponen que es
menester equilibrar la institucionalización y la autonomía, entre un mayor involucramiento con el aparato estatal y
FINAL Sociología Urbana y Rural (2020)
el no abandono de sus luchas, en ese sentido la autonomía seria relativa y reconoce la capacidad de elección y de
agencia para sostener sus demandas pero militando desde el Estado.
(En Santiago del Estero, el principal problema (entre otros) de los campesinos es la imposibilidad de regularizar la
tenencia de la tierra. Son diversos los problemas que imposibilitan a los campesinos regular la tenencia de tierra
que ocupan y trabajan hace generaciones, sobre todo porque hay factores que influyen en el acceso a las escrituras
de dominio. Esto provocó que los campesinos figuren como personas con “ánimo de dueño”, puesto a que existe
una brecha clasista que subordina a estos sujetos a conocimientos legales que los habilitan a la posesión.
Los derechos posesorios de la tierra no son gratis para los campesinos que sufren desalojos silenciosos, arreglos
injustos y reubicaciones, dado a que para dar con las escrituras de dominio deben atravesar un proceso largo y
costoso, que implican la mensura para delimitar la propiedad, un juicio previo y para todo ello un asesoramiento
legal).
Plantea tres corrientes político-sociales que se dan en la región y que conforman el armazón ético y cultural de los
nuevos movimientos sociales. Porque han creado una matriz sociopolítica que ha influido en las características
distintivas de los movimientos en nuestro continente.
Hacia fines de los setenta fueron ganando fuerza otras líneas de acción que reflejaban los profundos cambios
introducidos por el neoliberalismo en la vida cotidiana de los sectores populares.
1) Territorialidad: Es importante entender al territorio como un espacio que implica distintas relaciones de
poder, conflictivas, contradictorias y solidarias. Es el espacio en el que construyen colectivamente una
nueva organización social, donde los sujetos se instituye, instituyen su espacio y se apropian material y
simbólicamente.
La territorialización de los movimientos tiene que ver con la defensa y conquista de los territorios, o sea de
su arraigo a espacios físicos recuperados o conquistados a través de largas luchas.
2) Búsqueda de autonomía: los movimientos buscan construir autonomía material y simbólica, en pos de
construir poderes no estatales de abajo hacia arriba. La segunda característica común, es que buscan la
autonomía, tanto de los estados como de los partidos políticos, fundada sobre la creciente capacidad de
los movimientos para asegurar la subsistencia.
5) El rol de las mujeres: el lugar destacado de las mujeres en estos espacios para revalorizar su
participación. Las nuevas relaciones que se establecieron entre los géneros en las organizaciones sociales y
territoriales que emergieron de la reestructuración de las últimas décadas. En suma, emerge una nueva
familia y nuevas formas de reproducción estrechamente ligadas, en las que las mujeres representan el
vínculo principal de continuidad y unidad.
En cuanto a los desafíos de MS en esta línea plantea las dificultades que han tenido algunos movimientos en
cuanto a las actitudes respecto al vínculo con el Estado, hacia los partidos políticos y los gobiernos progresistas.
Considera que el análisis de la vinculación o no con el Estado está pendiente de mayor análisis teórico.
¿Qué problemas encuentran, partir de la lectura del texto, para que el campesinado regularice su situación
de la tenencia de la tierra en Santiago del Estero?
¿Qué antecedentes se presentan para el surgimiento del Movimiento Campesino de Santiago del Estero y
que organizaciones colaboraron con su surgimiento?
¿Qué acciones colectivas desarrolló el movimiento campesino en la provincia?
¿Qué relación con el estado tuvo el Movimiento Campesino de Santiago del Estero a lo largo de su
trayectoria?
¿Qué reflexión le deja a lectura del texto sobre este movimiento social agrario?
Las primeras manifestaciones agrarias refieren a la lucha de las familias campesinas por la tenencia de la tierra. Son
diversos los problemas que imposibilitan a los campesinos regular la tenencia de tierra que ocupan y trabajan hace
generaciones, sobre todo porque hay factores que influyen en el acceso a las escrituras de dominio. Esto provocó
que los campesinos figuren como personas con “ánimo de dueño”, puesto a que existe una brecha clasista que
subordina a estos sujetos a conocimientos legales que los habilitan a la posesión. Es decir, los prejuicios y la
connotación negativa que conlleva el nombramiento “campesino” históricamente, quito no solo la información
legal sino también los medios económicos que se requieren para hacer valer ese derecho.
FINAL Sociología Urbana y Rural (2020)
Los derechos posesorios de la tierra no son gratis para los campesinos que sufren desalojos silenciosos, arreglos
injustos y reubicaciones, dado a que para dar con las escrituras de dominio deben atravesar un proceso largo y
costoso, que implican la mensura para delimitar la propiedad, un juicio previo y para todo ello un asesoramiento
legal.
El MOCASE (Movimiento Campesino de Santiago del Estero) surge ante esta serie de problemas como una posible
respuesta en los años 80.
Uno de los antecedentes se dan en Añatuya cuando el obispo de la Diócesis buscaba personalmente acortar la
brecha de carencia de las poblaciones rurales, para ello establecía relaciones provinciales y municipales que
propiciaban recursos. Un proceso parecido se dio en Los Juríes, Dpto. Taboada. Esta trayectoria de organización
incluso estuvo vinculada con ONG’s que atendían a la zona rural, tales como INCUPO (Instituto de Cultura Popular)
y FUNDAPAZ (Fundación para el Desarrollo en Justicia y Paz). A partir de todos estos procesos y apoyos, surgieron
por ejemplo el MAM (Movimiento Agrario Misionero) y el MAF (Movimiento Agrario Formoseño), e incluso en
determinadas zonas rurales se dieron espacios que dieron lugar al desarrollo de dirigencia campesina en pos de
comunicar los problemas propios.
Gracias a estas cuestiones de injusticias materiales, relaciones de poder y expansión de la frontera agropecuaria, el
movimiento campesino se reflejó como una fuerza de contrapoder o fuerza progresista que desarrollo para su
beneficio acciones colectivas de protesta. Esto es, el corte de rutas, concentración en plazas, vigilias, la
organización de campesinos para impedir el avance de máquinas de labranza o topadoras, la conformación de
Comisiones Campesinas o la instalación de una carpa como un espacio simbólico de resistencia, entre otras
expresiones que buscaban un pedido de justicia ante la cuestión de la tierra e incluso de un problema ambiental.
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Dichas acciones eran percibidas como una amenaza por el poder y el nombre “piquetero” se desarrolló a modo
negativo. Sin embargo, según Rubén de Dios, a los campesinos les posibilitó la construcción de una identidad
colectiva como sujeto político y ya no solo social. (Es así como el MOCASE concatenó todas estas organizaciones
campesinas y sus respectivas acciones colectivas en búsqueda de autonomía material y simbólica en el marco de la
defensa por la territorialidad, en términos de Zibechi.)
El texto de Rubén de Dios es crucial para comprender el rol que tuvo el nacimiento del MOCASE en la vida
cotidiana de las familias campesinas, por ejemplo para acceder a un conocimiento legal, para saber resistir a los
intentos de despojo y entender que aquello es contra legem dado que desconoce el derecho veinteañal. Por ello,
reivindicar el movimiento campesino es reivindicar la conciencia de aquellas familias para ejercer un parate y
enfrentar sin miedo a los “hijos del poder”, para autogestionar sus demandas y hacer valer su rol como pequeños y
medianos productores de la agricultura familiar. Es así como los movimientos sociales adquieren un valor supremo
al momento de dar respuesta a cuestiones que el Estado no las da.
La narración del autor nos posibilita comprender como en sus orígenes el MOCASE tuvo como primer demanda el
título de propiedad de comunidades que las ocupan ancestralmente. Sin embargo, considero que hoy por hoy
dicho problema no fue cubierto en su totalidad dado a que mundialmente persiste hace siglos un modelo
económico que obliga a las familias campesinas a seguir luchando por sus derechos. El capitalismo, el agro-negocio
y la expansión de la frontera agropecuaria siguen concentrando extensas hectáreas en pocas manos e impulsando
a los campesinos a abandonar por motu proprio sus campos en busca de trabajo extrapredial; persiste la idea de
seguir luchando por la participación de estos sujetos y organizaciones tanto en la gestión de la agenda pública,
como en el involucramiento en la formulación y ejecución de políticas públicas.
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El mito de la desterritorialización es el mito de los que imaginan que el hombre puede vivir sin territorio, que
sociedad y espacio pueden estar disociados, como si el movimiento de destrucción de territorios no fuera siempre,
de algún modo, su reconstrucción sobre nuevas bases.
El concepto de territorio de cuenta de procesos de apropiación y disputa del espacio entre diversos grupos sociales
e instituciones, y en contextos de carácter político y económico. Particularmente importantes son las lecturas
críticas de Haesbaert sobre las dinámicas de construcción del territorio a través de los procesos de
desterritorialización y su propuesta de la(s) multiterritorialidad(es).
El autor lo que plantea que hay una discusión sobre algunas dicotomías en la definición de territorio:
Tiempo-espacio: Kant defendía que intuitivamente tenemos una concepción mental a priori de espacio y
tiempo, con la cual “enfrentamos” el mundo concreto que está ahí, ante nosotros; por lo tanto, tiempo y
espacio serían referencias mentales. Pero, el espacio es también una construcción concreta y material, una
construcción social. Y a pesar de los esfuerzos de querer separar estos procesos y de plantear que el
espacio es algo fijo y el tiempo es un flujo, no es posible separar espacio y tiempo, porque el movimiento
está involucrado siempre en los objetos que estamos construyendo en el espacio. Por eso cuando
hablamos de territorios decimos que es un conjunto de trayectorias, lo cual lo coloca en el plano del
movimiento porque esas trayectorias se producen en y con el espacio.
Fundacional-simbólico: tiene que ser discutida, porque muchas veces el territorio se reduce a un espacio
puramente funcional que implica el control para desarrollar determinadas funciones y especialmente
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funciones económicas y políticas. Pero para ello también tienen que emergen representaciones sobre ese
territorio, operaciones simbólicas que van significando el territorio.
(Parte planteando que existen ciertas imprecisiones o abusos a la hora de utilizar el termino desterritorialización
en algunos autores, porque exageran el uso, porque no se comprende el termino o porque no aclaran cual es la
concepción de territorio desde el cual se posicionan.)
A su vez, la desterritorialización puede tener tanto un sentido positivo como negativo. Negativo porque es
entendida como fragilización o pérdida de control territorial (como precarización social); y positiva porque el
proceso de la desterritorialización significa la destrucción y la reconstrucción territorial, por eso nunca puede
disociarse del concepto de reterritorialización (que es la reconstrucción territorial, la salida de una antigua
territorialidad y de construcción de un territorio nuevo).
DIMENSIONES DE LA DESTERRITORIALIZACIÓN
En una perspectiva política se entiende que la desterritorialización tiene que ver con el debilitamiento del
Estado, la disminución del poder estatal.
La perspectiva cultural está vinculada sobre todo con los procesos llamados de hibiridización cultural, es
decir la mezcla cultural que históricamente fue impuesta por medio de procesos violentos como paso con
el colonialismo.
La perspectiva filosófica, en donde significa sobre todo la salida de un territorio, la superación de una
frontera.
¿QUÉ ES EL ESPACIO?
¿QUÉ ES LA TERRITORIALIDAD?
Señala que la territorialidad es el concepto utilizado para resaltar las cuestiones de orden simbólico-cultural. A
partir de la territorialidad se entienden las identidades sociales territorializadas y se encuadran en fenómenos de
arraigo, apego, pertenencia socioterritorial, movilidad, migraciones, y se construye ese contexto geográfico a
través del cual experimentamos el mundo y lo dotamos de significado. Es el proceso de apropiación y/o dominio
social del espacio.
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Es así como puede existir una territorialidad sin territorio, es decir, puede existir un campo de representaciones
territoriales que los actores sociales portan consigo, incluso por herencia histórica como los judíos y su "tierra
prometida"-, y hacen cosas en nombre de estas representaciones. Pero puede no existir un territorio (concreto)
correspondiente a este campo de representaciones. Pienso que, por lo menos en el ámbito de la Geografía, puede
existir un campo de representaciones territoriales, una territorialidad, pero sin territorio.
Es así como puede existir una territorialidad sin territorio, es decir, puede existir un campo de representaciones
territoriales que los actores sociales portan consigo, incluso por herencia histórica.
La movilidad posibilita entender las trayectorias y puede tener tanto un papel reterritorializador como
desterritorializador.
Se produce una reterritorialización cuando la movilidad está bajo control, por ejemplo el trabajador golondrina.
Y por otro lado, la movilidad tiene un sentido desterritorializador especialmente cuando está asociada a la
precarización de las condiciones materiales de vida, lo que equivale a un menor control de la movilidad del
territorio. Por ejemplo, en espacios inestables e inseguros, la desterritorialización puede estar relacionada también
con procesos de desidentificación y pérdida de referencias simbólico-territoriales.
También puede producirse a través de la “inmovilización”, es decir cuando nuestro territorio no esta al mando de
nosotros, por ejemplo los presos que no tienen control sobre sus territorios e incluso existe una precarización de
las condiciones materiales de vida.
A veces el prefijo “multi” parece que aún connota cosas separadas: múltiples territorios, pero uno al lado del otro,
separables. Y el prefijo “trans”, quizá más apropiado para indicar la superposición y la convivencia conjunta de
territorios.
TERRITORIO Y PODER
El autor plantea que territorialidad es un concepto más amplio que el de territorio. Es así como puede existir una
territorialidad sin territorio, es decir, puede existir un campo de representaciones territoriales que los actores
sociales portan consigo, incluso por herencia histórica. Por ejemplo un migrante que circula por diferentes
territorios y va acumulando vivencias y sentimientos ligados a esas territorialidades, construye una concepción
multiterritorial del mundo.
(Un autor que puede ayudarnos mucho en el debate sobre espacio y poder es Foucault. Dicho autor ve el poder a
través de las prácticas, a través de las relaciones que se construyen con y a través del espacio. El Estado soberano
construye un territorio, tiene que definir una frontera, unos límites. Eligió tres términos espaciales: territorio para el
poder soberano del Estado, espacio disciplinario para las sociedades disciplinarias y medio para las sociedades de
control o biopolíticas.
Para el Estado considerar el territorio como un espacio ocupado por una población, y controlar su circulación, como
se echa de ver claramente en las (bio)políticas de control de flujos migratorios por las fronteras. Se habla también
de biopolítica, porque se considera al hombre, ante todo, como especie biológica, y por eso puede ser abstraído en
términos numéricos como una especie biológica que se reproduce. El poder disciplinario y sus microespacios, como
la cárcel, la escuela, el hospital y todas las instituciones disciplinarias foucaultiana, también constituyen territorios.)