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Poética y arquitectura
Una lectura
de la arquitectura postmoderna
EDITORIAL ANAGRAMA
Poética
untañola
arquitectura
TVj
EDITORIAL ANAGRAMA
BARCELONA
1 <'
' 3 . í
predestinando las reflexiones de todos los demás. Lo que aquí admirables que son orgullo y elementos de educación de nuestro
se propugna es, por e1 contrario, una poética que produzca cul- espíritu. :I
tura a partir de centros de reflexión muy diversas y necesaria- Por ellas hemos llegado a comprender las constantes de toda
mente autónomos, sin predestinar nunca ni los diseños, ni la buena arquitectura. Constantes que han de perdurar hoy en día;
rdiexi6n de los .diseñadores, usuarios, etc., ni por supuesto la Orden, claridad, ritmo de volúmenes, de espacios y de luz.. .
historia misma.
A. C. nP 2. (1.931)
(Barcelona)
CAPITULO 1.0
< Y-
I
i'
f
1 i sus categorías de «lo uno y lo OÜOB,«elemento
bert ~ e n t u r con
de doble función», «inflexión entre elementos», etc.,'el primero
que ha empezado a construir una podtica paralela a la aristotélica
en el sentido anunciado."
Me inclino, pues, con Gadamer, a dar a la arquitectura un
valor de imitación de formas.lo Pero hay que ir aquí con sumo
cuidado tal como intuyó Quatremkme de Quincy,'l ya que la imi-
tacidn de la acción no es otra acción sino una fábula, la cual da
cohesión a los caracteres de los personajes que actúan. Por cami-
nos paralelos llegaríamos a la conclusión de que imitar formas
no es copiarlas, sino «fabularlas», es decir: convertirlas en poe-
sía. El arquitecto es el poeta de las formas, porque sabe «cons-
truirlas» («tramarlas») poéticamente, mediante la mcadenación de
sus elementos (caracteres) dentro de una misma totdidad, mito o
fábzda. El programa, las estrategias de distribución funcional, los
dibujos, los sistemas de representación, etc., pertenecen, parale-
lamente, a lo que Aristóteles llamaba, un tanto despectivamente,
retórica por un lado y espectáculo por otro. Y ya podemos ver
que hemos llegado a la paradoja de convertir a Aristóteles en
el padre de una poética no funcionalista cuando esperaríamos que
hubiese sido Platón, pero Bosanquet ya nos lo había advertido.
latón ocurre lo contrario: el defensor de
tea una educación basada en ritmos musi-
endo Aristóteles el primero que aprueba
el dibujo y la poesía, que son vituperados por su predecesor.
Lo que constituye una fábula en arquitectura, permanece, no
muy oscuro en los griegos, pero no sólo en ellos, sino
el planteamiento posterior hasta nosotros.
Pero quizás la oscuridad se desvanece un tanto si se observa
una fábula tiene en la tragedia muy clara su estructura de
una trama de hechos imitada, pero que no por ello deja de ~ l & mtrabajos de Pierre budon (ver ~ommunicaiions27. P*
12. h
idad y Contradicción en k Arquitectwa. Edito-
a 1977) contienen apsoximacion~semi6ticas a ia estructura pdtica
aquitecmrs, que comprueb~n la relaci6n entre forma a q i t d m f s Y
mudo dum los griegos, al igual que Arist6teles establece en la tra-
mis comentarios en Topogénesis Dos. Oikos-Tau, 1979.
gedia. Ver Topogénesis Tres. Oikos-Tau, 1980.
25
v . - 2. - 3 ' ' . , )' ' -
-
dia y la noción de concinnitas en el tratado alkmtiano son
de raíz aristotélica y deben interpretarse bajo el prisma de una
<canJogfa* entre cultura y natura~ezamuy diferente de la me-
anasis de arquitectura del Rmximiento estb '
riíeval, pero también de la imitación de ideas o Pro~orciones la-
*sardo en una nueva fase, g d papd del u& &=tipno ha onianas! Este análisis de la estructura de 1s analogía entre cul-
mbradO de repente i ~ u r t n i r i a .~o que esa en juego, y tura y naturaleza es esencial para la poética de la arquitectura,
dudas es nada más Y naúa menos que el .a que ha sido y está siendo la interpretación de esta estructura
de Ia r~m-mmistaque habla p~tcmismo que da sentido a todas las atipologiasr, definidas en tratados
pasado a ser una interu-
pmoah
y
'd8sica~ Y P O P del ~ ~arte ruiam&&? a
Reneei- rquitectdnicos y teorías arquitectónicas posteríores hasta mes-
. rros días, como tendremos ocasión de comprobar. Hay que de-
dencoi
el siglo XY idirno, ya ha diado de su la
rnptura la Edad Media para convertirse en enerse Rues justamente en este punto y .justamente en el inicio
mudo
m& mm~lejae bt-emante, y no r d a w n t e m le1 Renacimiento.
a Siguiendo el estudio de !a citada autora, puede obsem-
o&em* de corte phtodsta.
tesis doctorales, una acabada y otra :ómo Alberti da siempre vueltas en busca de una definicidn.
phdo m t e r i d preciso para d m i 0 8 ~ h h rem- del hecho arquitectónico, pero sin caer en degenera-/'-
que 4 AedifiCa*
& Ah!rti no fue ü.i~tratado m4s ni tan siquiera4 prún, ,-iones científicas no comprobadas. SU postura quiere mantenerr"
m, encierra además la clave de dala teoría de *la :l equilibrio entre lo antiguo y 10 nuevo, y enQe 10 físico Y lo
asquiteara desde e1 siglo xv; al menos esta ha social, pero, simultáneamente, rechaza cualquier explicación del
la b r m ~ 6 n
-
de la t@is de F r m ~ i s eCh~ay.' No p d m O 5 aquladentrarnol ;ignificado de la arquitectura que incluya lo mágico, 10 Puramen-
dcrnPsiado en fa com~leiidsdde la a~gumntacibnde la e x i g k te mecánico o lo dogmático intransigente. hstaura, Pues, un
,
de autor% P r o sí que interesa record* la jmprtPseia r.tivicmo cultural limitado por los mismos hechos sociales
determinan la arquitectura, y aquí es en donde radica su
R. W i * m , -0 de Tos mhimm &ora de namdaa aristotelismo, En efecto: su visión de analogía entre natusaleza Y
del &-a@, remnocib en M1 de Ii< a
* &&,m de .m
f i ~ las -iddad de revisar e&.
F. La et le NdRe. 3. ver la traducción de la PoCticd de Garcia Yerba.
Liw9 Of Arckitenifd T0p.k. &a. &&eley 1 ~M.. h, 4, M, Cauta,The Organic Analogy in the L. B. Aiberfi Architectural
19%. rreIItjse: De Re Aedificatoria. Berkeley 1978.
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I cultura no es la de una imitación de formas, sino la de una
imitación de la concinnitas que existe en la naturaleza entre for-
ma y función, o entre representación e intencionalidad. Es esta
:tcétera.
Todos los esfuerzos de los capítulos que siguen se concen-
l
i
,;fitness (congruencia, ajuste) entre forma y función, tal como dirfa rarán en demostrar las dificultades y el interés del camino mar-
I
:ado por L. B. Alberti, camino que en sí misma rodavía esth
hoy Christopher Alexander, la que hay que umirnetizars en nues-
tro mundo social. Hemos de imitar la modestia y el «ajuste*
en gran parte por explorar, ya que al atacar los ncademicismos 1
y m tratadística, el movimiento moderno dejó en el olvido tam-
que nos enseña la naturaleza y no sus formas y sus proporciones.
bién todo lo anterior con su aanti-academicismo», o con su plan-
i .!No es difícií ver en esta argumentación la influencia de Aristó-
1% , teamiento radical de lo que es o puede ser el arquitecto en un
'.,!,teles y de su noción de analogía tal como analiza magistralmente
.\ mundo «moderno». El movimiento moderno fue ya una prneba
r: Paul Ricoeur?
de la poética albertiana, pero su crisis actual demuestra que hay
, Con esta entrada en lo que constituye el corazón de la ar-
" ue replantearse las tímidas sugerencias albertianas.
quitectura, Alberti, rehuyendo la clasificación tipológica pura y
símple, la fundamenta teóricamente y marca los límites y abusos
que de ella pudieran desprenderse. Lo que pretende es sentar .
unas bases amplias a lo que prevé ya como nueva dimensión de la
profesidn de arquitecto en un mundo en el que ya apuntan las -
profesiones especializadas, y en el que ya puede vislumbrarse
el difícil papel que tendrá el arquitecto al faltarle el apoyo de
unas costumbres indiscutibles e indiscutidas sobre las que apoyar
su profesionalidad. La reiterada ceguera en períodos históricos
posteriores, señalada por F. Choay, por reconocer estos límites
confusos de la autonomía arquitectónica substituyéndola por re-
glas formales quasi-automáticas basadas en la imitación estática
de estilos o proporciones, ha sido siempre un factor negativo para
la profesíón y para la arquitectura.
Todo el interts de la polémica sobre la naturaleza de la ana-
logla como raíz de la atipicidad~ arquitectónica radica en des-
cubrir que Ea unidad de las partes en un todo, o sea la concinnitas,
que puede darse en la arquitectura, en la música, en el cuerpo hu-
mano o en una planta, no puede leerse directamente desde fuera
del objeto, visualmente, sino que debe leerse desde dentro como
unidad de finalidad de las partes y el todo. La analogía ha de
ir más allá de la superficie allí donde el equilibrio entre las partes
se asume indisociablemente tanto en cuanto sistema de elemen-
tos como en tanto sistema de relaciones, tanto en cuanto propor-
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del siglo XIX este «desarrollo» no entra realmente en crisis, ma-
nifestada bilás tarde en las dos guerras mundiales, pero la am-
PCTETICA, ARQUITECTURA E ILUSTRACION: bigüedad de una «Ilustración» que apoya alternativamente una
SIGLOS XVIII Y XIX revolución y se apoya en los menos interesados en ella es algo
que todavía arrastramos hoy. Y es que el Renacimiento ya anunció
un mundo nuevo, el cual la «Ilustración» intentó estudiar y orga-
nizar desde la postura inestable de avanzar sin comprometer de-
masiado a su propia supervivencia.
En la arquitectura este hecho es clarlsimo, y si bien la sólida
organización medieval ayudó en un principio a «construir» una
arquitectura acadimica enraizada en la tradición y en la peculiari-
dad local, las dificultades de una cultura ilustrada ex nihilo, es
decir, creada en la artificialidad de los grupos «ilustrados» en bus-
ca de una razón universal, se dejan sentir muy fuertemente a lo
El Renacimiento italiano marcó la transformación irreversible largo de todo el período.
y progresivamente acelerada de la cultu~aarquitectónica medie- Si el Renacimiento tuvo en Italia su modelo, en arquitectura
val. Las transformaciones sociales de los siglos XVI, XVII, XVIII,
el modelo de uacademia ilustrada» ha sido Francia, ya que ena
y finalmente del siglo XIX, no son otra cosa que un encadena- era la que servía desde París como conectora de tendencias y
miento frenético de guerras, transformaciones ideológicas, revolu- ella la que protagonizó, sobre todo, la revolución social que se-
ciones sociales etc., marcadas además por un progreso tecnoló- dujo y atemorizó simultáneamente a los intelectuales de la epoca.
gico sin precedentes con su acoplada «industrialización» o, me- El renovado interés que hoy tenemos por la academia de Beaux
Arts ha .hecho posible la multiplicación de estudios sobre su na-
jor, con su aumento de capacidad reproductiva en calidad y en
turaleza, favorecidos por la meticulosa permanencia de documen-
cantidad.
tos de todo tipo en las instituciones francesas. El tema de las
Caracterizar esta época siempre es difícil, pero su afán por
«ilustrar*, «enseñar» y «aprender» a travds de una multiplicación tipologías, por ejemplo, ha sugerido artículos recientes can gran
fuerza sintética; y los estudios sobre los distintos períodos y
de tratados de todo tipo es algo proverbial. El Renacimiento no
fue solamente un cambio en la sensibilidad artística sino una facetas de estos dos siglos de arquitectura son hoy muy nume-
nueva propuesta de «civilidad» con unas nuevas exigencias edu- rosos.
cativas. Este aspecto educativo nunca será lo suficiente señalado
A pesar de los vaivenes entre un racionalismo exacerbado y un
y analizado,'
irracionalismo tambidn exacerbado, entre el Renacimiento y el
El desarrollo de la burguesía va a la par con el desarrollo movimiento moderno, la búsqueda de un «modelo» de arquitec-
de alguien que b «ilustre», tal como tan agudamente vio Moliere, tura que simbolizara una cultura uiiustrada~y «cívica» siempre ha
y de las «academias» en las que «ilustrarse» con el Renacimiento existido. De hecho, el movimiento moderno del siglo xx no deja
y de la Antigüedad como nostáigico telón de fondo. Hasta finales 2. Lnt obra monumental de Hautecoeur es una muestra de este prota-
pnismo en Francia.
1. Las mejores obras para coiiiprobdo creo que son las de Eugenio 3. Ver los artículos de Anthony Vidler y Rafad Moneo en los núme
KM 8 y 13 de Opposilions (Nueva York), respectivamente.
Garin. Por ejemplo: L.'Educazione in Europa 1400/1600. Latema, Bari 1976.
31
de ser una atraca final» de esta progresión y de esta bdsqueda, d ; esta lucha varíe muchísimo en el
te de la Idesia ~atólid'ir!$un~ue
aunque con unas características diferenciales que analizaremos
más adelante. El interés por dejar un «Tratado» es constante en Entre el Modelo de una repetición y la falta absoluta de re
Italia, en Francia y en A!emania, y estos tratados son los ins- tipológica a modelos históricos, elaborando lo que Qiu-
trumentos esenciales de las «academias>>.Lo que muy bien vio indicaba como pastiche ecléctico (un poa, de aqd un
el movimiento moderno es que, a pesar de sus diferencias, estos , sin ton ni son), Quatremkre de Quincy intentó &£i-
tratados tenían en común una mirada al pasado en busca de h tipológico como una postura intermedia de fidelidad
solución para el futuro, y que con las honrosas excepciones de los original, desarrollada gracias d saber tipobgico hist.6-
«visionarios» del siglo xvrrI y de algunos tratadistas del sigle XIX o, especialmente al saber almacenado por los grI-egucSavisión
(Semper, Sitte, etc.) -10s cuales por otra parte no podían cam- la imitación cuincide en muchos aspectos con la de &tljtdes
biar el curso de la historia- la enseñanza y la cultura arquitectó- con la de Alberti, con la adición de nuevas ismensims p%Eco-
nica se planteaban en términos de conservación y de recuperación idas a los avances de ambos campos de co&epto
cíe lo antiguo más que en base a una nueva sociedad tal como os años. Pero,de hecho, la sistematicid4 del canjunta
había sugerido tímidamente e! Renacimiento en su inicio. que desear y se debate mds bien en una inGtil k-
~untrernhdde Quincy ha pasado a ser como un paradigma queda de unas leyes a la vez «naturales» y aestétimculturalesw.
de todas estas1 contradicciones, sobre todo por su Encyclopédie Y ello no es otra cosa que una malinterpretación de la mimesis
(1788-1825), y'creo que es todavfa interesante anltlizar con cierto griega y de los intentos de replanteamiento del Renacimiento,
detalle su versibn de la mimesis, en especial si tenemos en cuenta 21 cual tuvo, coiiYt minimo, el valor de ser el primero.
que con su entusiasmo por la griego se situó en Ia cúspide de una La búsqueda de una base cientifico-natural se resuelve en Qua-
postura académica e ilustrada. tremhre gricias a su admiración par los griegos, que según él,
Como Diderot, Quatremhre basa su teoría del arte arquitec- fueron los únicos en armonizar las proporciones cuerpo hu-
tónico en la idea de eimitaciónrr, base, como veiamos, de la mano cbn las de la arquitectura y así conseguir una imitación es-
poética griega, pero ahora bajo un prisma que se pretende m& ,' ética. Sin embargo, el fondo de su argumentación es muy confuso
«científico, y más «secular»,5 no en vano el aumento de poder de 1 y sigue fiel a un origen platónico de la belleza, aunque su &fa-
una ciencia que clasifica, interpreta y predice el comportamiento
de la naturaleza, bien física bien social, no deja ni por un mo-
mento de producirse. Y ello a pesar de la lucha despiadada por
1 sis en los caracteres, conceptos, imitación como inspiracián y
no como copia, etc,, nos inclinarian hacia una influencia aristo-
! taca.
parte de los grupos de poder que controlaban la enseñanza y I La postura de Didtsrot fue mucho rnás radical al aceptar una
las ideologías en los siglos anteriores, muy singularmente por par- 1 capacidad de manipulación consciente por parte del actor que
4, Sugestivo intento de clasificación de tratados en el artículo de F.
imita a otro actor, pero tampoco llegó a seguir el planteamiento
Chaay, uNotes Preliminaires sur une Semiologie du Discours snr la ViLle*, ; aristotélico de «imitar una acción» con todas sus consecuencias.
en: Institut de Innvironnement, Notes Méthodologiques en Architecfure Como decía, el miedo a las instituciones constituidas fue camo
et Urbanisme. n: 3/4. 1974. Este artículo es la base de su Último libro: una fosa que detuvo la potencia transformadora de la Ilustra-
La regle et le modele. Seuil, París 1980. ción. Los «visionarios» del siglo xvrrI (ledoux, Boullée, etc.) mar-
S. Comentario sobre Diderot y Quatremete en: Topogénexis Tres - , caron el contrapunto y fueron ferozmente combatidos por Qua-
Ensayo sobre la significación en Arquitectura. Oikos-Tau, Barcelona 1980.
Ver, además, la reciente reedición por la u M » de B d a g del libro de tremere.
Quatremkre: De lpInmmiratíon. 1 Veamos algún ejemplo de sus entradas en la enciclopedia. En
33
las entraáas de Compcrsici611y Cmcepcith se limita a dar una so- ' nerales y características del edificio que lo contiene...» se sitúa
lución ukantianar citando a Boileau: uLo que se concii bien se entre una invención sin freno ni reglas (ver Invencidn), y una
I
enuncia claramente., Por lo demb, el genio es el que sabe com- imitacidn de un modelo completo o sea UR proceso de pura copia
poner o uconfiguríirr bien. Es decir, la idea originaria depende que confunde el tipo con el modelo.
del genio individual; su desarrollo, en cambio, depende de la fi- En resumen, Quatremtre intenta evitar el platonismo pero
delidad de la arquitectura como arte que imita a la naturaleza no consigue sustituirlo del todo; en este sentido la concinnitas de
con sus convenciones que le son propias: convenciones de trans- Alberti era más agradable y más sutil, ya que incluía las necesi-
posición de materiales (piedra a madera, etc,), convenciones por dades y los simbolismos sociales además de las reglas composi-
D transposición hacia formas más abstractas (simetria, etc.), conven- tivas. Por otra parte, nunca determina Quatrem&re sus reglas,
ciones de esti10.~ sino que hay que suponer en las de Durand una aproximación a
La sistematización de tipos, reglas, axiomas o principios y lo que la Encyclopédie definió en teoria. La naturaleza confusa de
actos prácticos, que expiica en las entradas de Teoria, S i s ~ , la mimesis de la Ilustración, su vaivén entre un genio individual
Tipo, etc., se acerca a una for&ción ciessttfica moderna de y una estructura histórico-social que sólo se analiza a partir de
cualquier ciencia con su encadenamiento entre axiomas o prinei- la forma para luego intentar comprobar que va más allá de ella
#os, que, en Q u a d r e , son de naturaleza umetafisicar, sws armonizando con misteriosas causas «naturales», etc., son prepa-
regia, o utilización concreta de los principios, de naturaleza udi- raciones perfectas, valga la paradoja, para el estallido del Mo-
&ti?», y los actos prhticos o construcción real de los objetos vimiento Moderno. No creo que pueda entenderse el rechazo an-
sobre las cuales actúan las reglas y los principios. Por otra parte, tihistoricista de este movimiento sin ver en él el resultado de
los tipos que antes definlarnos como ~ o ~ g u r a c i o n eespaciales
a siglos de «academicismo» en busca de algo imposible: los prin-
almacenados en la historia conforman &temas, constituydndose cipios de la arquitectura. «Principios» que Aristóteles definió mu-
asf b esmamra disciplinaria propia de la arquitectura. dio más claramente en su Poética al articular imitación de una
Prro el nticíeo de su teoría se apoya en la triple capacidad acción y mito sin buscar otra «causa>, que la estructura propia
imitativa de+ arquitectura (ver Arquitectura), a saber: la que del hecho dramático, pero sin esconder nunca su raíz cultural,
su necesidad cultural.
se d g h en la carpinterla, la que se origina en las p~oporciones
del c u q m bumano, la que se origina en la abstwacción generd Sedarnos injustos si no reconociéramos en la ~Ilustración*
de loi rraruralezli. aSi la arquitectura es imitación, no es porque ha un cúmulo de esfuerzos para salirse del círculo vicioso de una
embellecido las necesidades originadas, sino porquie imita la mimesis de corto alcance, y si no vi6ramos en las sistemariza-
p.)' naturaleza en sus mismas leyes, y es por ello que a travds ciones de los academicistas un valor de «memoria, a través de la
' q I de descubrir esas causas misteriasas naturales, nos produce wnsa- cual nos han llegado muchos aspectos disciplinarios de la arqui-
. i
, ciones agsdPbles y desagradables.. .r La paradoja de la Ilustn- tectura que probablemente se hubieran perdido.
Pero deberíamos aprender la lección de no buscar cpruici- ' : .? '?a
1'; t,,:' &n, a la vez mística y científica, avanzada y conservadora, se
! desprende claramente de estas frases.
pies» en un origen «natural» y «científico» sino en una cultura?
P *
Finalmente, la definición de Tipo como « ...ciertas formas ge-
l
r
'i ! ! l s ON (Barcelona, mayo 1981) al h%ro de Linazasoto: P~oyectoCl& de Aiexander traducida al castellano: Urbanismo y pmtin'puddn. Gustavo Gili, \
f$ &c~itectarro. h t a v o W,~ a d o n a . Bsrcelona 1978. \.?x1
., ' 1
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34 35 'Y
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'>
1 ',.
mente con la idea originaria, con los,axiomas y
con las reglas de composición, sobre todo de proporción, pero d
mecanismo de imitación no imita la acción de otros arquitectos,
sino las leyes naturales que en la arquitectura griega de referencia
se encuentran depositadas. Es ésta la mayor divergencia con Al-
berti y con otros tratadistas como Viollet-le-Duc, mucho más
preocupados por la «moral», pero de ello hablaremos luego al
comentar la preocupación «ética» del Movimiento Moderno.
Un ejemplo tardío, y por ello apasionante, de esta compleja
dialéctica del tipo en la Ilustración es el arquitecto norteamericano
Bernard Maybeck, y al cual se refiere con entusiasmo una y otsa
vez Robert Venturi en su mini-tratado. No voy aqui a extitnder-
me sobre la biograffa, muy larga, de este arquitecto, que constniyó
casi toda su obra en Wfornia, en donde murió en 1957 a , los
95 años, olvidado de todos, incluso de los alumnos de la Univer-
sidad de Berkeley, que a pocos metros de su vivienda a&aban
unos edificios sin saber su autor o creyendo al gran Bernard
Maybeck muerto:
Voy a concretarme en una obra singular y monumental (ver
figuras) sobre la que el mismo Maybeck escribió uno de los es-
1.'
lmkge,,que,. la arquitectura amwayi p o ~m q m m monwer nu casos escritos que se conservan. Se trata de un pabellón monu-
v& íde~ldgko;a m a V ~ S E O Z O S , ,aquí
~ en donde rd Movkdento mental al aire libre para albergar ima colección de pinturas can
Moderno h su reto. motivo de la Exposicidn Internacional de San Francisco en 1915.
S ' .s.
~,Psr@&m, tenkado, m mienta d a s les acotaciones, Este pabellón está hoy reconstruido en piedra artificial, ya que el
,N': a&n&s, p t d d ~ m o sver en Q u a t r e d m una POpstka que bransa su original era de madera y yeso y se deterioró muy rápidamente. Lo
. ccrpl@Mc<rnhCtieas una c ~ ~ t i n u i d awmctural
d e n t x In interesante es seguir las explicaciones del autor sobre su «pro-
m
ntithtdm y sus byes, por una parte, y la ~srquitec~ra, por ,rba ducción poética*; en eilas encorítramos todos los aspectos de la
.. m. b t m d t o , y como pmte, w sitúa el a m p u h-O y compleja postura Beaux Arts depurados, además, a través de la
;' sas ppqyrcianes. La wqiteetwk griega es el meim um&10» deL experiencia y la sensibilidad de Maybeck, el cual, a pesar de evo-
estr.jw+tIca>(m& que hay qae imiw no +TI, porque es luciona y ensayar muchas tendencias en arquitectura dentro
1
d QW ,na&x s u p ~m t e n e r y imstsiair esta continuidad esenc- de un eclecticismo radical, no dejó nunca de pensar que los prin-
l tmd Wtte la n a t u r h y el objeto arquitect6nico; sin embargo,
no k u d a n nada clara's las r&+s de esta qpx-ddidadpoética de 8. La reciente biograffa de Bernard Maybeck, Bernmd Maybeck: Arti-
, t&&bos a S i s ~ o t & U&~b~ o~ s me Qu~tre*
l& a q d ~ s .EXI san, htist, Architect. Peregrine Smith, Santa Bkbara 19n de K. H. Card-
h b t a . &&m& una wci& m k s e de iwra e f h l a * q w np wd, es una fuente insustituible de i n f o d 6 n , por mis que todavía que
arteponde a ia deica existente en su momento. (Su sistema- den muchos puntos oscuros y muchas lagunas informativas.
' . sí5
a aportar, o sea, el de una tristeza modificads u
otro sentimiento en clave menor. ..S
Figuras 7 , y 8: l h t a y pcl *Palace of 1:in.e &&a de B. ErlPybxk Estas frases de Maybeck nos remiten al inicio de la poética
f h h w de la Esmela de de Berkdcp.,) del movimiento moderno en los primeros años del siglo xx,
cuando Henry Van de Velde escribió sus manifiestos sobre la
belleza de la arquitectura moderna." El mismo título que eligió
. «.. ,,Anakmos el &cio &$Palacio del Lago dede un p a t o para sus artículos-manifiesto, el de Fórmulas de la belleza arqui-
o que físico.. . La pr&wtva peguab será:
cfe ,yísta ~ 0 1 6 @ : i cmds, tectónica moderna, ya demuestra un progresivo cambio de pos-
Q%é,carActer ha de tener iua palm'~& eapss'ciiones de pktsrrt; tura ante el hecho estético. Si pudiéramos unir con una misma
k segunda: A trm& de.qué , m s o s encmfrrrtnos los tdenreqtos línea a Maybeck, Van de Velde y J. U. Sert, sobre el que ahora
~ ~uebiculen los m t i d o s y s e n s ~ ~ ~ ~ op nee sCO-
~ & i t c e ~ u r aqlw hablaremos, creo que pondriamos de manifiesto que el movimien-
tre&dm a la definir.+& dPI c&ter I que QS rejeren- to moderno no fue un cambio inesperado, sino una ruptura Iar-
&. P3 ptiqwr aspecto (el pmgrama) es fijo, el segundo aspecto gamente gestada, quizá desde el Renacimiento. Al menos, la
' debe 5r hada adetqte p h c i a atrL hasta que ia naturaleza del poética de la cultura occidental tiene raíces muy hondas, mucho
S dfficio rede& exactameae la tiaturala de h exhibkih que se mdis hondas de lo que podría suponerse a primera vista.
precisa. La primera cuesti6n depende del cartíeter de las &turas
que deban ser exhibidas y h segunda cuestón del ckseubrhien-
to de formas tales que'smn cqaces de conyenw el carhcter
de las pinturas, usar dicho cardcter en el tema qnitect6nico es-
cogido y tejerlo te* SUS pams cante m composicián
análoga a la del m ú s h manda compone su sinfonía.. .n
( h a b a aquí qud debe ser una gala& de pintura en este
.so.)
!...Ahora h e lar s q u d ciresti6n anunciada. Para con-
seguir el 'cariicter definido anteriormente (el de una melanmlla
madifimda), hemos de componer el paisafe y el edificio de ma-
nera que reproduzca en el visirante esta misma s e m c i h de tris-
teza pelacálica. Es un proceso similar aal de un pintor cuando 10. Excelente la r e i m p d n de la edición original editada par Archives
esmge y entoare sus colores. En,arquitectura es igual; se examina d'Architecture Moderne, de Bruselas, en 1978: H. Van de Velde, Fw-
tina forma Mstórica y se -ve efecto si es o tx, eI sentimiento mdes de la Beaut.6 Archítectonique Modeme.
las manifesteciones de la arquitectura moderna, respomku u,
necesidad: hacia falta desligarse de una opresión para volver a
DEL PRE-AL POS-MODERNISMO: vibrar de nuevo con toda libertad.
LA POETICA DEL MOVIMIENTO MODERNO »Esta investigación puramente teórica e intelectual, hoy pri-
rri~ídialen el arte moderno, es tina base sólida y necesaria, es e'
puntal que faltaba para hacer posible una teoría razonada sin la
que todo movimiento arquitectónico está Uamado al fracaso. Es
imprescindible partir de esta base fríamente intelectual que tra-
duzca exactamente como una fórmula matemática las duras leyes
del mecanismo moderno.
»Una vez establecida esta base universal, como son hoy &a
las necesidades comunes del individuo susceptibles de sw tradu-
cidas en un lenguaje estrictamente algebraico y
cosas necesariamente precisas (esqueleto, estruc
cubos de aire, superficie de iluminación, cantida
medidas de puertas y ventanas), es cuando se
dotarla de una apariencia plástica, traducción de
plejo, a cuyo espíritu no le basta la austeridad dtl -.~b & '
pero entiéndase bien, esta concesión a la emoción no sig-
niiica de ninguna manera el retorno a las antiguas complicaciones
4
ardir w n s i d e r d , que drve de aglutinante &l.entn- dujeron.
; @ dd que al papel apto@utZco~ de ia historia La situación hoy no es la de un repetir la experiencia de la
p notm n a m a i o da0 owapsodusente, Ilustncibn y áel Academicismo (aunque los años setenta lo inten
&p; w t o al segonekr aspem, o sea. al de B iutzva manera taron con la racionalización de las metodologfas y la búsqueda de :.! d
ckpyvcrai: áq,myectm para, Q u a t r d r e de Quiwy eza sinóni- réticas de repuesto. ila perdida fe en la nueva sociedad y en i:&
*Q,.& stq.mrfkklidad, de twquimtura adihjde. p a ~los que .no d progreso técnico: brutalismo, frivolidad, purismo, neo-realis- 2 ' ;(
ni)a&as par& hacer arquitecctura), la revolu- mo, eto.), sino que el problema se plantea más profundamente ., ;$;:
&me. Los qeníosa son los que producen la tanto a nivel rliagüistico>~como a nivel ideológico>^, como, sobre '
los que i r y ~ d ~l ar Iriswrie
r gasada Le Cor- todo, e nivel de la conexión entre lenguaje e ideología, tal como r .??'
,T .
Gregotti d o certeramente en su &a? Por una parte, la reainc,v#i
de proyecta- dlferenm, pero todas. ellas ba- micción nostllgica de las vangiardias ha chacado con d escep-
- uw W c i b n de los ticismo ante tina estructura que ya no responde a las necesidades '
1 a& f m c i w d p del actual mundo upos-industrial», pos-mayo del 68, etc.; pero, 1..4.,$Y
además, por otra parte, las regresiones naturalistas al origen (por
~ ~ p " &&os r
eq ,el.texto antm .mw&d~. ,
que
~ tan
, sipiiatmente de&b J.,Ll. S u t
s t a d i c a s ~que sean) y la búsqueda de unos principios rautóno- d
T3 c a w &a, y tal como 1~19aabriUmtemente Galh R w e , mos» del objeto arquitectónico han fracasado una y otra vez ante
b&whci6n .&este entusiasmo ~ c i a yl los mevos procedimien- una realidad proyectual viva y mucho más compleja; este aspecto
& &stnBuci6n, lucabacidn y o r g a n i z k h de elementos en profundo es el que Venturi supo desvelar con gran ingenio en su
4!
el'espttgi~,se da de forma ahist6rka~en las cgdmu del Mavi-
7. Op. cit., nota 3.
- IG'+ m e intentan d-mat &e a p w i t , ~ ~ 8. Vex Oriol Bohigas, Contra una arquitectuw adjetivada, Fdi
Seix y B a d , Barcelona 1969. Págs. 35 y 36.
abd-
1
I
las ~~nexioaes
con L tpad1ciQ g d&it la rtiphu?
I
«pos- o &ti-tratado*, que yo'decía que era el primer tratado po& , CAPITULO 1.5
tic0 aristotélico de la arquitectura, 2500 años después de la expe
1
If
I POETICA E HISTORIA DE LA ARQUITECTURA.
riencia griega.
Pero el problema de la poética no está en el paso del edi- REnEXIONES FINALES
ficio a la ciudad entendido como jnego de composición siguien-
do unas reglas aautóaomas» de la ciudad considerada, ni tampoco
en las reglas sint6ctica.s universales aplicables a cualquier objeto,
sirva para lo que sirva, esté en donde esté y por autBnomo que
sea el objeto en si, sino en la resolución de «lo que, representa
la arquitectura y del ucómow lo representa. El 'discurso aristo-
télico sobre la finalidad entendidaido como uso o funcidn, ni
como idea original, sino como aorganización haaa» y arepre-
sentación de», es la clave de las tendencias pos-modernistas que
pudieran dar reiiuitados arquitectónicamente interesantes. Y este
1
discurso sobre la finalidad mt6 íntimamente relacionado con la
Como resultado de los procedentes capítulos y en conexión
conexión entre ideología y lenguaje que antes subniy6bamos como
raíz y fruto de la poética de la arquitectura.
Sobre las posibilidades de esta poética de la arquitectura oi
_ 'con algunos trabajos previos, voy a intentar construir unas con-
guaje e ideología es sobre 10 que voy a extenderme a partir de . ; A) La historia de la arquitectura no es un hecho continuo,
I'
aqd. Ello pasa por la canstmcción de una poética, si deja de en- sino que en ciertas épocas (que Giedion llama de transición) se
tenderse por construcción un desarrollo a partir de la natura- producen, importantes discontinuidades. El ejemplo más claro es
leza, de la idea, ¿e la historia, dei genio, y se considera p cual- el del Movimiento Moderno, otro sería la República Romana,
quier constnucción es ya siempre confrontación, esquema&$~~i$n, otros de menor discontinuidad serían el Renacimiento, la Ilus-
representacih y reproducción en mayor o menor medida, pero, j tración, etc.
I
sobre todo, es pwsis, o sea trama que representa un mito?
hB)
j
Estas discontinuidades cambian la capacidad de aproyec-
ción» espacio-temporal de la producci6n de objetos arquitectóni-
cos, estableciendo una distancia nueva entre el objeto y el suje-
] to, lo social, lo físico y lo psíquico. Diríamos que hay un aumen-
J to posible, no necesario, de autonomía del objeto arquitectónico.
1
C) Esta autonomía se caracteriza por un aumento del poder
de esquematismo o abstracción y por una paralela mayor flexi-
i bidad del simbolismo. Ambos fenómenos van muy interrelacio-
9. Toda mi obra TopogCnmis en =es v o l h m (.19i9-1980) no es
otra casa que un enáiisis desde difeares pew+vaa de este contenido
mftico de ia arquitectura.
te una progresión en la naturaleza ética, estética o lógica de la Segunda parte .
arquitectura vistas a través de una ideologia de referencia (o
metateoría); sin embargo, las posibilidades de que esto suceda,
y lo contrario, están potencialmente ahí. Reflexiones teóricas
E) Vivir intensamente el momento presente, U diseño pre-
(La analogía entre habitar y construir)
sente, es la mejor garantía de que las posibiíidades pueden apro-
vecharse, sin que de ahí pueda deducirse que la historia pasada
sino que en cualquier caso debe equilibrarse
como Kant previó al definir las caracteristícas
ano como «vaivén, espacio-temporal c<localizado»
,
, '
, ,.,
"
. ,
,' .. ,, , , '
,. . ' : ' ',
8
,. ,
,
s . ,
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. JOAQUÍN
TORRESGARCÍA
w1mw 241
POETICA Y ~ C T U I T E c ~ :
LA LOGIA ENTRE EL HABITAR, EL CONSTRUIR
Y EL PENSAR
'
comunicación diferentes.
El corazón del problema hay que verlo a partir de lo que Lu-
kdcs6 indica como ndoble mimesis. de la estCtica arquitectónia
(O doble estructura imitatíva de la poetica arquitectónica). Por
. ona parte, la arquitectura transforma (imita) la naturaleza gracia
, por otra parte, transforma - (imita)
a su capacidad de ehabitabilidadm.
la doble mimesis, el objeto arquitec-
tónico «imita la doble imitación» a través de una transformación
exteriorizada de segundo grado y «mimetiza» lo construido en
lo habitado, y lo habitado en lo construido.
Pues bien, en el diagrama 11-1puede cotejarse esta «doble
mimesis» con la naturaleza genética de la capacidad simbólica
de un ser humano y puede observarse que existe una correlación
precisa entre un «mecanismo» y otro. Es decir, la explicación de
Lukács es la lectura en el objeto del juego simbólico que efectúa
, siempre el cuerpo humano en su propio crecimiento intelectual
y afectivo. El equilibrio, o la analogía fundamental entre el cons-
' truir y el habitar, a la vez como forma y como función, sigue
del cuerpo humano en cuanto pro-
cionamiento que puede compararse al
2. Importan* 10s ardados de w, C,Watt sobre el &abeto ap-dO6
en Smidticu 28 a" 1-2. 1979.
3. p. KaufmaM (1967). (1971), con excelentes ideas sobre el tema.
4. ver Topcrgbtren'sDOS.Sobre todo en sus m e n t d --tiVm
~ 6. G. Lukács (1965). Ver comentario en Topogénesis Dos, primera
entre h estética de LuMcs y de Hegel.
. . $i 1 '
d&;,:,/(. t,,'ll~>li *
!!!-&,,!~, /hs',,!;, ],,,,&
Diagramg n-2.-La unalagfa entre el Habitar, ct Pensar y el Consmir
98
sea es lo primero que consigue que el hombre pertenezca a wITUL02,211
1 '>4,1, : # l l ~ ~ \ : , Cl , , , > $ b
tierra y así lo introduce en el habitar...», señala Heidegger
partir de una poesía de Holderlin. PQETICA Y ARQUImCTURA:
Pero ahora Heidegger intenta definir en qué sentido puede PRIMERAS APROXIMACIONES
hablarse de una poética de la arquitectura como «construir, habi-
tar y pensar», y para eilo, siempre tras Holderíin, elige la noción
de «medida», pero no como hecho geo-métrico estático, sino
como medida que se reproduce y se representa a sí misma o como
medida de un destino de vida y muerte del lugar habitado, tal
como he intentado describir en otros trabajos." 2 poesia es
un tomawnedida (Mass-Nahme), lo cual no es lo mismo que ser-
una-medida, dice Heidegger. La poesía es al tiempo la admisión
original a un habitar y la forma primaria de un construir.
Sigue Heidegger: «El hombre habita sólo en cuanto constru-
ye. El hombre habita sólo en cuanto es capaz de construir en el El primer intento por analizar la
sentido de poéticamente tomar-medida. Los edificios auténticos ihitectura en clave acaristatélica» era,
s610 existen si existen poetas, estos poetas han de tomar-medidas-
para-la-arquitectura, o sea para la estructura de una construir., Iri? Veamos someramente el porque. Y el
precisión de las categorías que usa que
q.. .La poesía constrtlye la naturaleza del habitar.. .»: Poéticamen-
as categorias se asemejan formalmente
te, el b d r g &bita ...La poesía y el habitar no solamente no se lic6 a la tragedia en su Poética. Las cat
excluyen el &o al otro sino que se pertenecen. Pero la capacidad recordemos, consideraba la tragedia
& porda & p posible si el hombre se apropia en cuanto hom- Sn a 'través de un argumento o f
bre aafabk~,con «corazón)>,reconciliado con su propio habitar te tres: la peripecis, o sea el cambi
kidness en &&S, charis en griego). No es difícil ver las cone- re sí misma, el recortocimiento, o el darse cuenaa de al@- t
xiones cm laa jdeas de Alberti (concinrtitas) y con los principios W j e o carácter principal de su propio destino, a sad
t
Mmiffiiuito Moderno descritos en la primera parte.
mento oculto para U mismo (aunque no para el a p r t d m ) y$)'
Como indica el mismo Heidegger en el citado escrito, y debido
i su n s t u r b+ medir lo inmedible, la poesia (y con ella la ar-
pimctura en cuanto poética) opera con simtígenes~,es decir con
6jnelmente, el latzce poético o el paso de vida a m o a ~beiMC,
@portante, sufrimiento, etc., de algún cardcter (prsonajc) im-' .
krtante de la obra. Para Aristóteles, la manera a- m v.k de la
sosas que son y no son. h arquitectura como poética será, pues,
al estas tres categorfas estan enlazadas en una obra d e t e r h a
la p e se4 capaz de convertir el objeto en imagm. Solo así el calidad y su estructura poéticas, sea en una tragedia simple,
cwmuir, d W t a r y el proyectar (y con ellos lo físico, lo social de argumento único, o en una tragedia compleja con argumento
r , E o pid+ ,del lugar habitado) cumplirán con la máxima de tiple. Lo interesante de estas categorías es que son categorías
SO-: Pottkamente, el hombre habita.. .
.
erminantes de una complejidad y de un grado de #paradoja»
'!
60
l
hi{
l
& la obra. Cuanto m4s rica sea la ficci6n que determinan
i s el esp
categorías, msis capaz es la obra de producir c ~ f ~ r sen
tador, la cual, según Aristóteles, debía acabar en compasión j
lo dicho en el capítulo anterior es aquí relevante. (Ver ademis
capítulos 1.1 y 1.4.)
Pero, ademds, tanto las categorías de Aristóteles como las de
que en temor. ~~Venturi se basan en una lógica binaria muy tplnf y evidente, pero
i1 Las tres categorías de Robert Venturi: «Lo uno y lo otro», apoderosa como arma analítica.
o la duplicidad de lectura de una forma arquitectónica leído como , Todas las categorías son «umbrales» o *pasos», atransforma-
I hecho psico-físico, «El elemento de Doble Fisnción» o el doble cienes» o, de acuerdo con las últimas precisiones de René Thom,
uso que un elemento arquitectónico puede jugar con respecto a , son catástrofes. Catdstrofes de lectura, de uso, de cultura, de
la obra completa y, finalmente, «El elemento conuencíonal» o el vida y muerte, de destino, de concienciación. Aquí radica lo
USO fuera de SU contexto original de una referencia icónica c esencial de un análisis poético y creo que la noción de isotopf,
creta coa precedentes en arquitecturas previas, son tres categorías alotopía tal como la definen, por ejemplo, los lingüista del gmpo
que se sitúan en el mismo terreno de las categorías aristotélicas
al querer clasificar mecanismos propios, bien de la tragedia, bien
de la arquitectura, creados en el interior de cada obra concreta
de Bruselas es algo muy emparentado con toda esta aproximd6n
daristotélica. Pueden dividirse estas categorías o catistrofes con di-
iversos procedimientos. Uno es el usado por el mismo grupo al
-
y repetibles en cuanto mecanismos de producción de significado diferenciar «lectura lineal» y «lectura tabular* de un texto, y
pdtico en diferentes obras con contextos geográficos, históricos
1
que en arquitectura correspondería a la lectura bien a través de
y cuIturales específicos. un «itinerario funcional o conceptual» único, o bien a través
Analizando primero las similitudes, vemos que en ambos ca- de la yuxtaposición de diferentes niveles o tramas de lectura. La
aw se trata de categorías que tienen sentido solamente en rela- oposición entre la peripecia y el reconocimiento, por parte aris-
Q&i P la totalidad de la obra, por un lado, y a la relación en totélica, y la oposición entre «doble función» y «lo uno y lo
lo obra y su significado, por otro lado. Es decir: como en otro» de Venturi, que en ambos casos parece exigir su articula-
caso de le imagen antes citado, estas categorías sólo tienen sen- ción si*se quiere mejorar la calidad poética, nos sugiere además
tido dentro del sistema que la propia obra produce de acuerdo una diferenciación presente ya entre las mismas categorías.
con la bitsci6'p (mimesis) que contiene su argumento. En el Las distinciones entre la arquitectura y la tragedia son, por
caso de la arquitectura, la analogía entre el construir, el babi- otra parte, evidentes. La arquitectura no tiene un itinerario tem-
tar y el proyectar (pensar) puede cotejarse con las precisiones poral único y privilegiado como la tragedia, y, en cambio, sf
aristotdlicas de un argumento, o hilo de hechos en e1 tiempo tiene un «espacio» privilegiado. Sin embargo, el hecho de que
de un valor de fábula o mito de este argumento, y de un pensa- Aristóteles ponga el acento no en el lenguaje verbal de la tra-
miento, o manera concreta con la que los diferentes personajes gedia sino en su estructura de hechos, hace posible correlacionar
ordenan su discurso con sus leyes lógicas, retóricas, etc. (siempre esta estructura de hechos, o relato, con la estructura de confor-
de acuerdo con el carácter que se les asigna en el argumento). Si mar un construir a partir de un habitar. La arquitectura será unn
en la. arquitectura queda oscuro qué imita a qué, si el construir tragedia muda de la misma manera que la tragedia es una arqui-
al habitar o al revés, ya que como decíamos se trata de una tectura invisible, pero, tal como anunció Holderlin, la poética de
imitación múltiple, indicada en el diagrama 11-2 (pág. 59), en el ambas es, esencialmente, la misma.
l teatro ocurre igual: Aristóteles precisa que la tragedia es la imi- Las «categorías» de Venturi son un buen ejemplo de posibi-
tación de una acción, pero la fábula no precede ni sigue al hilo lidades por encontrar instrumentos para leer y para escribir ar-
de los argumentos sino que se produce a partir de ellos. Todo quitectura, y aquí radica otra de las carecteristicas importantes
de .ia pustara aristotdicaz liw ~ateporíssdan la clave t
le b d d n como de la relectura de una obra. O, dicho
tnodo: ks aceatásttc~fm».'markm los aspeaos esmc
1 «métodosn comprobados experimentalmente den unos resultados
; eprevisibleu (con el tfpico esquema de anáiisis, síntesis y compro-
" bación), ha sido el nefasto legado de las metodologías creadas
a partir de la no-arquitectura. El objeto arquitectónico proyectado
pdtieris e tmv& & los cuales p w d w c o m m h s e el creado I
y construido es siempre algo abierto a la experimentación, pero
[las estrategias poéticas, las que «toman-medidas* (que son las
que una buena estmctui! I iínicas auténticas), no siguen este esquema científico más que en
I
ambas, A partir de los \aspectos superficiales o poco profundos de la arquitectura, ya que
egger, ¿iríamos m e j o ~que la 'la unidad de medida que usan nunca puede ser algo u n i v d
icultrrd humana capaz de descubrir nuevas ca- conocido de todos sino algo que solamente en cuanto se usa ea
la arquitectura puede Uegar a ser comprensible. Y esta medida,
as de inpemién de obje- como indicaba Hegel: es la medida del destino, y nadie puede
medir el destino con la geometría o las matemáticas.
s h h&mgf
a&q a con capacidad pdticicli est& siendo objeta en La aplicación de la noción de isotopía a la arquitectura y su
ura pos-madcrna de ún an$li$is muy interesante.
qui& .las mejares ejemplos sean loa de P e t ~ conexión con la vieja teoría de los «tipos» nos aproxima a la
no Rel,cUn. Algrnias de astas estrategias las he estructura de la analogía fundamental sobre la que se apoya la
ones anteriores: intentado reflejar el heclho poética de la arquitectura.
la totalidad & estrategias mentales que es El poder de una imagen cualquiera y su capacidad eanalógica
umai mente humana. A través de estás estrate- o de semblanza, se apoya en su grado y en su cualidad ude is
te las difermts coneximes que la poéti- topía*. La noción de identidad, analizada en otros escritos:
w del objeto consigue establecer entre el construir, e1 habitar y el puede así mismo referir a esta capacidad de isotopfa. Y es el
pea&. No hay que mnfuadir estas estrategias mn hs uaetodo- dente que bajq esta categoría se esconde toda la complejidad I
d i s d m de los afms sesenta, tm y i m p r d a s hoy por su, la noción de «imitación» como base de la producción poética y I
,ptm kquí se trata de poner oh ; m h a la x.rquitactura su diferenciación con respecto a la simple copia. Por otro Iad",
1
m aiao, de detectar d61lde y cómo se pmdtlce, y no de busepr : el diagrama 11-1 (pág. 58) ya definía el cruce fundamental, ori.
gen de la capacidad simbólica e imitativa del ser humano, entre
que prd- arquitectura. En
a de dambrir cuhdo funciona y el imitar formar y jugar con acciones, y el imitar acciones y jugar
amente, y no ú e lo que' hw que con formas. Las categorías aristotélicas y las venturianas son com-
bm p a ~ sd m ~ b t l el r origen de h lengua y .de su e s t m r a uni- pletamente conscientes de este fundamento de la analogía.
retsd. Las gaalagfas con las demis a r t h -pintura, literatura, I En este sentido es espléndido el libro pionero de Jean Philip-
terrtw, dama- s m btiles .Scmpre que se llegue al aná2isis di- pe sobre la vida de las imágenes, con su clasificación entre irná-
receo & la m a 1 4 a duntro del campo de la arquitectura. El es- 4. Hegel, Théorie de la Mesure. Comentarios en Topogénesis Uno.
q m a w i e n e l f i c ~de
~ unos datos sprevias, que pot musa de Unas ApCndice 1.4.
5. Ver J. Muntañola, Topos y Logos. Kairós, 1978. Articulo del ca-
64
-- --
y4PqWqp::q~
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. 11 1 ' (.'S,
e s q m a h h que a m m
?OETICA, RETORICA Y SEMIOTICA
.Sirn eomesto preciso. ]E LA ARQUITECTURA
I p h etmQ.:al~ es la aporta&& mudm m&
Grupo p de Bniwlm, sobw el que antes, hbMmnos.
la h.topPlz es &o que paseen los
mawnate p a ~ ' m Su
' , defi
d& pos&h& &a rnmr~mhsB
d & m M d w [o sea, u
mal no mistiese sigpiflcacu5n). En atqdmtura, un ejemplo
El excelente estudio de Paul Ricoeur sobre b metáfora aris-
CarMm. En el punta .ot&licanos permite atacar el contenido teórico de todo lo dicho
fuicTad a m t r r de 1 iqd a un nivel mucho mcís decisivo, tal como indica el diagra-
M 11-3. (ptig. 68).
old"cia. La hwpda mtre estas d a "ventantw (que aofi iguales) ea En efecto, la ;naefáfora perteneue c m tanto derecho a la poP
eddae, pero su wlacaCt& 110es s h t d d k a m n t ~~ & a , ya iica, entendida como proceso crediuo de mimesi3 (Mtacidn),
%e ~ u h t el e yado 14s .Pnla~afun$ori&lm;ente,El recorrida como a la retórica entmdida como proceso de pmuasldn, como,
h & a d w detiene y 9e enfrenta co- misma. h uh f i d findmezrte, a lu semiótica," entendida como proceso tipdógko de
en espb qzie p r e ~S setfap't~a Ekl dcd%&iOm de iscsltopk gqul histórieo-culturd de la arquitectwra.
*ignificmrXC2dn
dd&. Fij&monosque la pottica de Venturi se apoyaba en los mismos
atmctrn de la a d q h fundamental entre eS con~trvir,~ necanismos que la de Aristóteks, y que es en esta misma po&tica
d babi.tm Y pcmaque es ia que no8 permite tomw m& que Aristóteles d&e lo que ha pasado a ser la noci6n d8.b
s trw& de h mquitwtura, se nos presenta amo ma amp14a le h metáfora como desdoblamiento ccficticio~y «productivo~
mtdkhd que apenas Iempez-a*= a ser capms de ari&ar. y la imitación del mito, entre lo que es y lo que
Hmta aqwg h a a s visto.&^ les categarfas de Ventusi y las
m t e $ a s & R&& ~~~s&h]ns$m tlp. pirruer contwto c m h tambith en que las estrategias sugeridas en el ca
naztuldm anaI@ica $e la p d t b de la mrquitectulia. Es precisa, como posible análisis de los proyectos (o el pen
~ y d d o en ~ ed excelente estudio de Paul Nmeur, a v w a r algo sar) arquitectónicas no eran otra cosa que estrategias retóticas
m& en este amim y completar las refle?&nes h06rims antes de a traves de las cuaies los proyectos tenían que qpersuadiro. {QuiS
plitlztewm las tft?fl&nes ~ P ~ ~ E P ~ Cque~ S ixwtieuyen
XI la m r a es un proyecto sino algo que pretende persuadir al Cliente de su
de txte t r w o y que p r t t m h wtúnrak a hs disefíado- 1. Aquí ampíío lo que se entiende por semi6tica hasta hacerla Caind
res en su &&ajo. eoddiano. dir coa la semiología.
, , 2. P. Ricoeur, op. dt., primer capitulo.
r 1
66 67
cual y en el cual poder desarrollarse sin perder de vista la reali-
Diggraii.4 11-3. -Dirt~cnsie~es
de la Signilicación Argai~ectdnica , dad de una construcción necesariamente histórica.
MODO La visión coordinada y simultánea de la poética, la retbrica y
Estrategias SEMLOTICO la semiótica de la arquitectura creo que contiene en potencia
de Persuasión
una revitalización de la cultura arquitectónica y una ayuda para
colocar al arquitecto en la situación cultural que le corresponde sin
vivir de nostálgicos pasados, sino más bien apuntando a un futu-
ro en el cual poder sentirse útil.
uom A través de esta visión, por otra creo que la noción
POETICO ,
de mimesis y su conexión con la obsesión tipológica que siem-
pre ha invadido la arquitectura y sus tratados se aclara. Sobre
todo se posibilita la existencia de unos instrumentos de análisis
,del hecho arquitectónico, de los cuales carecíamos y sobre los
cuales podría ya trahajarse.
En efecto: la analogía entre el construir, el habitar y el pro-
'yectar, base de la tstdtica de la arquitectura tal como la definía-
mos en el capítulo 2.1, cobra asi toda su amplitud significativa
dentro del plan ambicioso diseñado por Aristúteles hace veinti-
cinco siglos. La poética nos define los términos bajo los cuales
se produce el sigtpificado estético, la retórica nos ofrece las argu-
mentaciones con las cuales la arquitectura se convierte en verod
mil y pers'uade, la semiótica, por último, nos ens& k estnrcturd
de lo construido, o sea, la forma que en las difmentes cultzwnr
ha t w a d o la arquitectura como mimesis entre el coetstruir, el ha&-
El tomar-medida que es la arquitectura se descubre así a
través de su triple y simultánea naturaleza de fingir, persuadit y
antropolÓgfc0o e Mstóricos y no e t ~los aspectos purB- convenir, triple naturaleza muy aparentada con la estructura de
mente especulativos. Qiriero decir eon ello que la permanencia o nuestra cultura actual y con la división de categorías (fingidas),
no del vdor metaf6deo de la etquitectwa (a de la lengua) está estrategias (de persuasión) y tipologías (o estructuras convenidas
sometido a la historia: que e f habitar poético +.E a&a Sben- culturalmente) que preside nuestra vida cotidiana.
tuIi (d hambre poéticamente habita, decía Hólderh ...y, y el En síntesis, no nos hemos separado mucho de las bases oinsto-
proyectar 4tae desebtmmtan la8 estrategids retóricas encudtr.gn télicas de la producción poética presididas por la noción primor-
ea la semiática sn complernmtatiedad, o el c m a r o desde el dial de «mimesis» entre drama (o ficción) y t r a m (o estructuras
convenidas), pero sí que hemos descubierto el papel sutil de la re-
3. P. Riccew, op. cit.., dltimo capituio cxrmbtando a He& y ni a& a tórica (y de la política y el arte) como sede de las estrategias que
lisis de la muerte de ha met8fcms. son capaces de hacer el drama verosimil desde una trama, y la
68 69
. e . .
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Crepgueh-aMlstm
ef papei que aquí k ato1:gt
r n ~ i si WC
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y ef w t e ; ~ES~~~@%@C~@&CQ
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h e&mplos que se dacriben en losr
h fntencb global de trluismi
pcaldlen a
m e n d h una ~~, de um ~ d d c a
' arquitectura, entendidas como procesos aproductim» y analiza-
' ,,f
;, ,,!
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das a trqvés de algunos eje~$as hist61icos recientes.
Una uez m& hrry que recordar que esta eproduccibn~no d& .
76 .
De& anteriArmeme (ver capitulo 2.2), que Roben Vmtiri
hf$a @mqwado una k m r a qistit&tx de le acquiteetvm c m
@&a. De esta manaa 4 bditar, el constniir y el proyectar y-
qinit-ecturaa'ses*etizm 'mutuamente a trads de wq ca-gs
rías, o, colno deda, acat6smfesu h h m t & s , @ticapente
h&1mdo. Veamo$ a trmnrb da ui ejm$o d i s e d e por el mis& F i m 12. Persuecuva mera1 ae ia casa Turker (Nueva York), 1975.
Venmri, la case) T~clncr,leoilna'se desamIIa ate pr& (wr 1 IXDibujode J. MÜntañola. ,-
£igwe& la 12:e la 17, p h ~ de . la 81 a la &7),
En la f i p 11 p.~adev d let gimación'iÉe le CEW e@ plena Richard Maxwell> en su excelente articulo sobre la abra de
n t t t u d , ?segtbd mto m x t y a e r i m o a-4 y el certernmma que solamente la pcnhb acip a
p h t d e a t o de «camufia)e>,qve, tanto apreciaba ya Ikrnard ' la retórica, citando a R. Barthes. La casa Tucker eai una buena
&$.wx&, aqdtccto muy bien d d e r a $ a por Rdxm lYentutii prueba de -40.
y ah&dmtcmmte, p sus o b b ? &amdp aqd que cual- Dejando la retórica para el capitulo 3.3, y enfocando nuestra
quier eWiEiio puede ter analizado desde un punto de vista po&m, atención al mecanismo poético en si mismo, repasemos las cate-
o W m , a ~midtico,y d,lapchc ¿e qw m e comame h garfas de adoble lectura», &&e uso» y uelemento cmencfwralu
en el primer aspata no quiere decir que: B a t 'hefrez no p-
a
que están en la base tanto de la poética aristotaca como de la
diera an-e rat&ica o; semdátic-e. En L f i p m 13 @m poética venturiana entendida ahora como plantedento poético-
vezse algunas de las plantas, fa~h& Wcipal y secdidn de,& c m
I,
teórico.
Twker. Las restantes figwas codd&w infomaci6n a d i c i d para Toda la Casa Tucker es un elemento convw'onal en el que .
ilustfrw: el qálisis poético del a W d o , se cruzan las catgorias de udoble fecturu~y «doble usa». Su
l. A g z a h ia base informadva y de en&& paétieo dei aebajo dd
axquitecto Mawel Wis Juiiá sobte la Casa Tucker. 3. Ver el artículo de Maxweii en Venturi m¿ bucb. Academy Edi-
2. Espúairnente en ~~~ y c o u t r M s I ds Arqwitmíwa. tions. Monographs l. Londres 1978.
-
F h i 16 A. Planta del ~ ~ j s o
superior de la casa Brant-
Johnson, 1976.
88
csmente, no es posible buscar variantes si no se poseen de un
-nodo u otro invariantes o convenios de los cuales partir.
POETICA Y SEMIOTICA Este segundo p a t o nos acentúa un aspecto esencial de, la
. emiótica, también precisado por Preziosi; me refiero a la doble
naturaleza metafórica y metonímica de la comunicación humana.
Me adhiero aqul también a la fructifera postura de Ricoeur, el
cual establece una dialéctica entre lo metafórico y lo científico
, speculativo, o entre 10 poético y lo semiótica, dejando bien daro
que no puede existir b uno sin lo otro, y que lo poético se nutre
siempre de las grietas, saltos y discontinuidades que existen siem-
pre entre los distintos mundos especulativos o sistemas científi-
cos. La instauración de un sistema científico universal presupon-
dría la muerte de la poética, y, al revés, una poética universal
es la muerte (lo hemos dicho) de la racionalidad de cualquier sis-
tema. Afortunadamente, ni lo uno ni lo otro son posibles y la
ida del eser y no ser, humanos sigue?
En resumen: «la atipicidad, de Venturi es el contraste per-
iecto desde el cual entender la utipicidad, que buscan los sistemas
semióticos, algunos de l w cuales están citados en el diagrama
111-1-B (pág. 78).
Lo esencial para los propósitos de este libro es darse cuenta
de que los. arquitectos de todas las épocas siempre han sido sen.
sibles a los estudios semióticos explícitos o implícitos, y que le
arquitectura ha degenerado cuando no ha sabido ilegar a adquirii
esta sensibilidad. Además, Quatremiire de Quinq (íler capítulo
1.3) ya estructuró los dos extremos negativos, el de la imitacih
academicista e historicista y el del expresionismo de adornar 36ia
la propia experiencia, entre los cuales se desarroilg un aprender-
de la historia (y de sus tipos) positivo. Cuanto mái mooamienw {
tnga el arquitecto de su tradición, mejor, ya que mejor podrh
aceptarla y transformarla poética y retóricamente.
Finalmente, hay que recordar el papel
omo puente entre la semiótica y la poética
1. Ver Topogbnesis Uno y Topoggnesis Tres. Oikos-Tau, Barcelona tectónico. Si la semiótica proporciona los in
1979-1980. Topos y Logos. Kairós, Barcelona 1978. La Arquitectura como es la que proporciona los instrumentos o estrategias de transfor-
'
Iugm. Gustavo Gili, Barcelona 1975.
2. Pienso aquí, por ejemplo, en Aido Rossi. 3. P. Ricoeur, op. cit. Ultimo capítulo.
icJjt&.&hC<i!,
arquitectónica, muchas veces desde hace ya muchos anos.
Proyectar es hacer verosímil un habitar desde un c o n s t w .:
tectura.
No quisiera acabar esta breve reseña sobre semiótica y poetiica
sin citar un estudio ejemplar de un contexto histórico-geogrhfico
desde e1 punto de dsta de la significación arquitectónica, el cual,
por otra parte y dicho sea de paso, pone en entredicho la existen-
cia de un urbanismo no arquitectónico: se trata del esmdio sobre
d Ticina (la Suiza italiana) realizada en 1979 por la fundación
uTicino Nostro*, con una introducción de Bmho Reichlin y Fabia
Reinhart? Creo que este tipo de estudios, que es un matwial
excelente potra ser posteriormente analizado por cualquiera de los
sistemas semidticos indicados en el diagraína 111-1-B (piig. 78), de
b&a ser objeto de un mh;lrimo de interds por parte de las funda- I
no Nmtto. 1979.
92
t
'l,
, *. <
4
.d
poderosos. en detrimento de los menos poderopa, pprp pOdtr
persuadic así con facilidad a masas de gente sin ccigmdad crítica.
ESTRATEGIAS RETONC.AS DEL DISER0 , Por ello no extrañar6 que se diga a continuaci6n que Ipr esara-
tegias retóricas del diseño arquitectónico no tienemi ningGn i n t d
si no consiguen transformar poéticamente el medio ambiente his-
tórico-geográfico para atender a1 desarrollo de la +dad. De lo
contrario volveríamos a caer en una retórica vada de contenido e
incapaz de convertir la arquitectura en un proyecto veros5rnil.
La lista del diagrama 111-1-C debe tomarse, pues, como una
lista de argumentos, o estrategias ret6ricas, cada una de ellas
capaz de transformar poética y simultáneamente el construir, el
habitar y el pensar, de acuerdo con las reflexiones teóricas de la
segunda parte de este trabajo. Sin embargo, nada impide que
veamos cómo estos argumentos retóricos juegan a veces con mayor
Si los sistemas semióticos nos describen la estructura de inva énfasis en un aspecto que en otro de la mimesis arquitectónica.
riantes del contexto histórico-geográfico, o lugar, y la poética nos Este diferente 6nfasis puede verse en los distintos ejemplos recogi,
descubre el poder creativo de las variaciones y ficciones que con dos en las psginas siguientes, los cuales no pretenden otra fina.
estos invariantes puede lograrse, entre ambas redidades se desa- lidad que la de ilustrar la pluralidad de estrategias retóricas y la
wollan las estrategias retóricas de peusuasidn y de transformación, variabilídad de su utilización en el proceso de diseño como pro-
tal como a v d h m o s en el capítulo 2.3 y tal como indica el dia- ceso poético de transformación de un contexto histórico-geográfico
precíso.
La no@n clave de la argumentación retórica es la de isotopía,
tal como la defini'amos en el capítulo 2.3, es decir como causa de
la semejanza entre elementos de la mimesis arquitectónica. Pero
dada la variedad de elementos que conforman la arquitectura, las
isotopías son también de naturaleza muy variada, y, de hecho, al-
canzan toda la complejidad de los sistemas semióticos, los cudes -
formas o tópica vacíos, en los que no existia ninguna relación se apoyan justamente en unos convenios de tipicidad de la signi-
18 verdad de lo que se dice. Así que hay que dejar de despre- ficación de la arquitectura con las mismas dificultades que los de
retórica como conjunto de florituras superfluas para des- las isotopías retóricas (ver final capitulo 3.2 anterior).
que todo el murido, y siempre, utiliza la retórica aunque sea En el diagrama 111-2, por ejemplo, se pretende ver la varia-
ción de .posturas ante el hecho arquitectónico tanto en referencia
al construir como al habitar y al proyectar desde el punto de
vista de la oposición entre concepto y figura.' La capacidad de
96
juntos de cada uno de los tres grupos de ejemplos de estrat
o argumentos retóricos del diseño situados a continuación.
cuando es necesario.
98
Figura 18. Einsicdeln. Verja en el interim de i a iglesia barroca del con-
vento, mostrando la perspectiva tiucada.
senudo Gtupo de Argumentos (Figuras de la 24 B la 27).
pipm 2. Casa mal aa el Va
Jie Maggia, como referencia ifo-
nog&ke de $ casa Sartori. ., Ei aspecto que aquí se intenta poner de manifiesto es d de i i a ~ o - w
Cmtación, o de «construcción>p d d objeto mquitectónico como proceap de
diseño. Por ~onstrucci6nse entiende aquí, m la cuwrucci6n ffsica sino h
génesis del proceso de diseño.
r % Como en cualquier aepecto de la retarica, y tal como indicaba en el
.iiiagrama 111-2 (pág. %), lo rerórica se debate aquí entre una anaiogia
c~nceptualy una analogfa figurativa, y & esta oposición extrae su fucraa.
De esta manera los procesos de autoconstrucción, o de auteproyccción
!gquí resefiados, son úniramkite muestras de k gran variab'idad que pucdc
- .u
m-'
Leuto
.,
, . roducitse en los procesos de diseño, desde el eclecticismo histórico hgsta
,- . ... . '.,.?$ á analogía conceptual que no conserva mtís que Inr idea abstracta dei de-
tipo16gico aiginai que dmi6 de aemiila. eph01dgica.
r Los #trucos* retásims descritos ea el p p o anterior de ejemplas en-
hentran aquí su uso estnictorai, sintáctico y sesnántico, pudiendo ser
Ikansformados unos en otros, o usados de mil formas diferentes.
En cor~ciusión,podría decirse que el aspecto ccauto.proyectivo~de las
trategias retóricas coincide con d aspecto ctcompositivo~,si se entiende
r scomposición+ aigo más complejo que una red de medidas o proporcio-
geométricas.
Como ejemplos recoWoaquí la mtdescripci6n del proceso de diseiio
ot parte de l a miemdros dei estudio PER de Siivetti-Machado, ue
anaiizado m trabajos a n t e t i (vqr T. &tañola, Topogdaesis &o
)os y La arquitectsrra de los años TU).
..
Figura. 26. iClonumento Memorial a Griffin: plapimerrLL
105
Figura 28. Vista de Urbino desde el aire. La plaza del Meiradale en el
fondo, el Palacio de Urbiio a la izquierda en primer &mino. El dibujo
ainventas un punto de vista inexistente. Bosch-Hutter.
UPOTtanto, ¿qué es la verdad? Una multitud en movimientci
de metáforas, metonimias, antropomorfismo; en una +m, un
conjunto de relaciones humanas que, elevadas, traspuestas g dar-
nada poética y retbricamente, tras largo uso el pue& ew&&a
firmes, canónicas y vinculantes: las verdades son i h r s k , ~de las
que se ha olvidado que lo son, metdforar ya utilizdu que h.n pa- 1
dido su fuerza sensible, monedas que han perdido ni imagga y cp:
ahora entran en consideración como metal, no como tales mo-
nedas.. .B
F. NIETZSCHE (1873)
(El Libro del Filósofo,
Tauriis -Madrid 1974)
k Las conclusiones de este trabajo @obrela poética y la arqui-
tectura deben, ante todo, recalcar la capacidad de animación cul-
tural, práctica y teórica que posee este tipo de análisis del hecho
en sor-
penderse de la multiplicidad de ideas y de hec& que se iban
produciendo a lo largo del trabajo, el cual ha sido realízado en
constante contacto con los estudiantes de mi a s s o de doctorado
en la &cuela de Arquitectura de Barcelona, a los cuales he de-
dicado este libro en agradecimiento por su paciencia en escuchar
mis espesas ducubraciones sin desesperarse antes del final, el
?cual, creo yo, ha sido finalmente fructgero.
d L s condusianes, por otra parte, deben aceptar muy modes-
tamente la abundaecia de lagunas y puntos oscuros en un tema
B'tan ambicioso y tan complejo. No obstante, crea que ha quedado
bien patente que la relación entre semiótica, poética y retótica
$,'de la arquitectura no debe demorarse y que los estudios po&Sicos
sobre la capaidad de diseño de los arquitectos m& capaces, los
estudios sobre Es semiótica de la significm'ón aquitect6aic~y los
estudios sobre las estrategias retóricas de trutpsfmmación del con-
texto histdrico-geográfico, aumentan todos ellos en interks cuando
k
'1
como cuerpo capaz Je dar ael salto al vado» superando las limi- i& las rupturas entre el poeta y su obra, y entre la pmsia
raciones de unas metodologias aracionalesr. Este punto es im- historia. Estas rupturas son esenciales para prevenir los fas-
portante hoy cuando se halaga sin crítica a los que *describen» resionistas -y los buenos diseñadores por simpatía
la realidad de cada &a, mientras se ataca cualquier «interpreta- ad»- y los fascismos academicistas que imponen una
c i ó n ~como represora. Siempre me ha parecido muy sospechosa interpretación fija y universal de la historia. En ambos casos las
esta división entre un desuiMr lo que la gente de la calle qu consecuencias son las mismas: la muerte de la poética y también
y un interpretw considerado siempre como maligna imposició de la política, tal como anunciaba W. Benjamin al analizar el
categorías que no son las de la gente de la calle. Como si la gente fascismo como estetificm'6~de la política.'
de la calle no tuviese categorías o se inventase unas espontánea- Por el contrario, la postura aristotélica en oposición dialéctica
mente, y como si las minorías artfsticas e intelectuales fuesen aL platonicismo, pero sin olvidarlo, se demuestra mucho más fruc-
apeices de inventarse unas categorías completamente artificiales tffem con su base acatastróficas, base desde la cual se analiza
y/o nuevas. Sobre todo me parece sospechosa esta división cuando : como funciona la *catarsis* de las masas manipuladas en lugar de
viene (y siempre viene) de los que detentan e1 poder y control ' preguntar a esas masas lo que piensan para construir con dicho
cultural, al poseer cargos y dirigir medios de difusión; si las que- pensamiento un nuevo mercado de manipulación en provecho de
jas viniesen (y no vienen) de la *gente de la calle* serfa, creo yo, las mismas minorías represoras de siempre.
muy interesante, pera no de los que de esta crítica hacen su ban- , La arquitectura cobra asi valor crítico; diseñar no es una
&a uculturais. labor defensiva sino ofensiva; construir, habitar y ployectar m
Volviendo al asalto al vador, creo que es esencial defended. son dimensiones opuestas sino entrecruzadas y contrapuestas como
la eñidtencia de este vacío no s610 a nivel psicológico dentro del la vida y la muerte, y capaces así de producir. Pokticamente ei
artista, sino a nivel saciológico, emre personas y grupos sociales, hombre habita porque proyecta desde el construir y desde d habi-
y nivel ffsico, en el seno del objeto como generador de significa- tar. Y proyectar no es más que ma forma de pPnsm, o sea, de
dos, USOS, lecturas, etc., ambiguos y ccntradictorios. Es decir, que hacer « v m ~ f ~ la i l existmcia.
r
a6 existen métodos objetivos y creadores subjetivos, sino que De la misma manera, la semiótica, la retórica y la poética
tanto b s metodos como las personas wti en parte objetivos y de la arquitectura expresan bajo una forma nueva la triple natu-
en parte subjetivos cori asaltos en el vatios en cualquier lugar taleza de la arquitectura como asigno social* anunciada por Gron-
y no sólo en el interior «genial* de lis personas. haug2 y descrita en obras anteriores? La cultura se nos pesenta
Finalmente, cxeo que el cnnie ehtre la poética, Ia semiótica así como un hecho vivo, dramático y humorfstico, dentro del
y Ia retórica, por m8s que todavía sea un tema de estudio poco cual el hombre subsiste.
d&hi&, nos ofrece un ejemplo para ver como la actividad del
artista no es contradictoria con la del científico, sino comp1emenL
traíia y diferente. Nos indica, ademlís, que posturas mtfsticamente
muy diversas pueden responder a retóricas parecidas y pueden
producir trmsformaciones del contexto hi~tórico-~eo~&ico igual-
mente dignas,
Se rompe eisi un mecanismo entre la ciencia y el arte, sin re- 1. W. Benjamin, conclusión final de su conocido artículo sobre el arte
huir el análisis de lo que constituye el corazbn del arte y el de la en la época de la reproductividad t h i c s .
2. R. Gronhaug (1976).
ciencia, cada uno eon su propio ritmo. Y esta ruptura provoca 3. Topoginesii Tres (1980).
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Poética Y arquitectura: la andogfa entre eI habitar, COLECCldN ARGUMENTOS
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Poética y arquitectura: primeras aproximaciones . 1 Hans Magnus Enzenrbeiger
Poética, retórica y semiótica de la arquitectura ,
2 Roger Vallland
Laclos. Teoría del libertino
TERCERA
PARTE 3 Georges Mounln
PRACTICAS (Poética y diseño) .
REFLEXIONES . Saussure. Presentación y textos
4 Barrington Moore. Jr.
3.0 Introducción: poética y diseño . . Poder político y teoría social
3.1 Las categorhs poéticas del diseño . 5 Paolo Caruso
3.2 Poética y semiótica . , . . Conversaciones con Levi-Strauss. Foucault y Lacan
3.3 Estrategias retóricas del diseño . 6 Roger Mucchielli
Introducción a la psicología estructural
Conclusiones . . . . ,
7 Jürgen Habermas
Respuestas a Marcuse
Bibliografía . 8 André Glucksmann
El Discurso de la Guerra
9 Georges Mounin
Claves para la lingüística
10 Marthe Robert
cerca de Kafka. Acerca de Freud
ir Wilhelm Reich
Reich habla de Freud
12 Edmund Leach
Un mundo en explosión
13 Timothy Raison
Los padres fundadores de la ciencia social
14 Renato de Fusco
Arquitectura como «mass mediumn
Prólogo de Oriol Bohigas
1 5 Jean-Michel Palmier
Introducción a Wilhelm Reich.
Ensayo sobre el nacimiento del freudo-marxismo
Prólogo de Ramón Garcia
q6 Wolfgang ~bendroth'y Kurt Lenk
Introducción a la ciencia política
17 Gilles Deleuze
Nietzsche y la filosofía
18 Jaseph M. Gillman Antonio Escohotado
Prosperidad en crisis. De physis a polis. La evolución del pensamiento
Crítica del keynesianismo filosófico griego desde Tales a Sócrates
i4
Pr61ogo de Joan Esteban Marquillas Jenaru Talens
19 Giorgio C. Lepochy El espacio y las máscaras.
La IlngUCstlca estructural Introducción a la lectura de Cernuda 1
20 Roland Biuthes y ohor Sebastian Serrano
La teoría Elementos de lingüística matemdtica
21 B. Trnka y otros 111 Premio Anagrama de Ensayo
b1