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Mi yo del otro mundo

Era una mañana normal, yo estaba en mi cama, pero sabía que algo no iba bien.
Ella estaba allí. No sé quién era, pero se parecía a mí. No sólo se parecía a mí, sino
que hablaba como yo.
Le pregunté su nombre, aunque ya sabía la respuesta, y dijo el mío. Se estaba
preparando para ir a la escuela con mis
cosas, y le pregunté que qué hacía. Me contestó que mi tiempo se había acabado,
que era hora de que me retirase y ella tomara mi lugar.
Dijo que si no me portaba bien mi padre me llevaría al taller, no sabía que era el
taller, pero no me quedaría para averiguarlo.
Sali corriendo de la habitación y bajé las escaleras corriendo. Mi padre me llamó,
pero tenía voz de enfadado, así que seguí corriendo saliendo por la puerta trasera y
adentrándome en el bosque.
No sé cuánto tiempo estuve corriendo, pero no paré hasta que sentí que la zona en
la que me encontraba no era conocida. Me senté debajo de un árbol a pensar en lo
ocurrido. No entendía nada, quién era la otra chica, por qué se parecía a mí y por
qué iba a ocupar mi lugar.
Oí unos pasos cerca de mí y me volví, y allí estaba mi padre con su mueca y cara
de enfado. Dijo que sabía dónde encontrarme ¿cómo lo sabía? Yo nunca había
estado aquí. Algo hizo que se me nublara la vista y perdí el conocimiento.
Me desperté en mi cama, era por la mañana de nuevo, todo había sido un mal
sueño. Llamé a mi madre para contarle mi pesadilla y que ella me calmara, siempre
lo hacía. Cuando se lo conté, con voz dulce me dijo que no pasaba nada, pero que
mejor me portase bien o mi padre me volvería a llevar al taller.

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