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K.S.

GIRTAB

BOLERIA
PRÓLOGO

EL OJO DEL AMPHI-DRACO


Esta obra no puede ser reproducida, copiada y distribuida sin
la autorización del titular de los derechos. Se aprecia su
apoyo y el respeto a la propiedad de este autor. Este libro
es una obra de ficción y cualquier parecido con personas,
vivas o muertas, o lugares, eventos o locales es pura
coincidencia. Los personajes son producto de la imaginación
del autor y se utilizan de manera ficticia

Boleria: Prólogo
El ojo del Amphi-draco
Todos los derechos reservados.
Copyright 2016 por K.S. Girtab
CONTENIDO

CAPÍTULO 6: LA AMENAZA

CAPÍTULO 7: EL ACUERDO

CAPÍTULO 8: EL CONVENTO

CAPÍTULO 9: LA TRAGEDIA

CAPÍTULO 10: EL SECUESTRO


LA AMENAZA

El edificio del Santo Templo, principal inmueble dedicado a la


más importante religión de Boleria, ubicado dentro de la Santa Sede
en la Ciudad de los Dioses Banayah, estado de Ishtar, se levantaba en
toda su magnificencia hasta los doscientos metros sobre el suelo, de
aspecto gótico, sus grandes torres laterales imponían, los adornos de
su entrada hechos de oro puro impactaban a quien los veía, el
mármol dominaba la estructura del edificio y sus grandes ventanales
en los que se distinguían distintas fases de la historia religiosa del
país, hipnotizaban.
En ese lugar despachaba la Santa Madre, principal jerarca
religiosa del culto a los tres Dioses, sólo dos inmuebles en el país
superaban en magnificencia e importancia al Santo Templo y ambos
se encontraban en el Distrito Comercial de Arcadia, la capital
armamentista del país: La Catedral y la Basílica de los Dioses, los
dos templos también estaban bajo la jurisdicción de la líder
eclesiástica y una vez a la semana daba misa en ambos recintos, sin
embargo, el real poder de la religión se ejercía desde Ishtar, lugar
donde la Santa Madre había decidido despachar en su
administración.
Los fieles religiosos acudían ese domingo a medio día a escuchar
el sermón que como todas las semanas a la misma hora en punto
daba la Santa Madre a sus feligreses. La suprema jerarca estaba
dando un sermón épico, se estaba cumpliendo un aniversario más del
triunfo de la revolución, el actual Presidente en persona y todo su
alto gabinete escuchaban atentos la misa.
No sólo se podían ver feligreses ese día, también se encontraban
un sin número de periodistas y todavía más curiosos no habituales en
asistir al templo ni mucho menos creyentes, pero los rumores se
habían corrido como la pólvora, se comentaba que el líder de los
rebeldes, aquel que los guio a la victoria y después desapareció de la
vida pública, estaría ahí.
Todo mundo quería conocer y ver de cerca al personaje a quien
llamaban Escorpión, un guerrero legendario, se comentaban muchos
cuentos y leyendas alrededor de su persona, sus compañeros mismos,
los jóvenes que ya ocupaban importantes cargos en los gobiernos de
todos los estados del país hablaban de él casi con devoción, sin
embargo, nadie tenía noticia alguna de aquel guerrero.
Para decepción de todos, el personaje libertador no se presentó, al
término de la misa el Presidente del país recibió la bendición de parte
de la mismísima Santa Madre en persona y después se retiró sin
hacer ningún comentario al respecto, sólo mencionó que el líder
rebelde era su mejor amigo y pidió respeto hacia la vida privada de
aquel que había liberado al país de sus cadenas y que ahora quería
vivir una vida pacífica alejado de la política.
Entre los asistentes también se encontraba un oscuro personaje,
una mujer que se desenvolvía en las sombras, invisible a todo el
mundo, esperó paciente a que el templo fuera desalojado y después
se escabulló hasta el cuarto de descanso de la Santa Madre.
La guerrera estaba a la espalda de la máxima jerarca religiosa, la
anciana se veía un blanco fácil... ¡Qué sencillo sería darle a la Iglesia
el mensaje de que ni su líder espiritual estaba a salvo! La asesina
infiltrada se acercó un poco más con su espada desenfundada, en ese
momento la anciana habló:
–¿Qué es lo que deseas, Étoile?
La asesina sonrió, guardó su arma y después preguntó:
–¿Cuándo te diste cuenta de mi presencia?
–Desde que llegaste a mi Iglesia –respondió la anciana
volviéndose hacia la asesina–, al principio del sermón, una criminal
de segunda como tú jamás podrá sorprenderme...
–Ahora sólo estamos tú y yo en este lugar... –comentó Étoile en
tono amenazante.
–Ni siquiera intentes dominarme con tu horrible voz –amenazó la
religiosa–, podré ser una anciana pero todavía puedo destrozar tu
frágil cuerpecito, te recomiendo que no me pongas a prueba, novata...
–No hay problema, Santa Madre –dijo Étoile con las manos
levantadas en señal de rendición–, no estoy aquí como su asesina o
como su enemiga, sólo traigo un mensaje de mi jefe.
–La Iglesia no tiene nada que ver con la Mafia, no me interesa lo
que quieras decirme.
–Creo que sí le interesa, Excelencia, sobre todo si es precisamente
la Santa Iglesia la que corre peligro.
–Será mejor que te expliques de una vez –amenazó la jerarca
religiosa–, no estoy de humor para escucharte.
–Se trata de los Inquisidores –dijo Étoile sin más preámbulos–, no
sé si por órdenes suyas o de alguien más de la Alta Cúpula
Eclesiástica, pero resulta que nos están cazando a los exmiembros del
desaparecido Escuadrón de la Muerte, matando y cosiendo horribles
números en el torso a los cadáveres, si no detiene eso habrá guerra,
no con la Sociedad del Crimen, sino con todos los delincuentes del
país, yo creo que a nadie conviene eso.
La Santa Madre se quedó en silencio, observaba y estudiaba a la
representante de la Sociedad del Crimen, la asesina de la Mafia sería
la palabra adecuada, sus palabras había que tomarlas en serio, no las
de la guerra contra los criminales, esa era una batalla ganada, pero no
permitiría un acto de desobediencia en su Iglesia, ya tenía una idea
de quien era el responsable de todo.
–Yo no he dado ninguna orden a los Santos Inquisidores, si
quisiera a tu grupo criminal muerto, habría acabado con tu vida desde
el momento en que pusiste un pie en mis aposentos, pero lo
investigaré. Eso sí, te aclaro que cualquier acto de agresividad de tu
despreciable gente contra el templo más humilde del país, será la
perdición de tu grupo delictivo, dale ese mensaje al Emperador,
espero que sea inteligente y espere hasta ver que sucede con mis
indagaciones.
–Le daré su mensaje tal cual, Santa Madre, no sin antes decirle
que la misma advertencia va para usted y los altos prelados
religiosos, nosotros de ninguna manera atacaremos los pequeños e
insignificantes templos, mataremos por principio a sus jerarcas, así
habrá guerra interna dentro de su Iglesia por esos puestos, créame, la
Mafia sabe pelear sucio también. Le recomiendo que tampoco se crea
invulnerable, antes de que comenzara su sermón me acerque a usted
mínimo tres veces de una manera letal –Étoile con el dedo señaló tres
puntos en la ropa de la Santa Madre–, si tengo que asesinarla, no
fallaré.
La asesina se dio la vuelta y desapareció por donde vino, la Santa
Madre observó los puntos en sus ropas que le había señalado la
representante de la Mafia, en esos sitios su túnica estaba cortaba con
el dibujo de una estrella, en ese momento se sintió más vieja que
nunca, ya contaba con más de ochenta años cumplidos y la edad le
estaba pasando factura, en su juventud nadie la hubiera podido
sorprender de esa manera, pensó que había que acelerar el
entrenamiento y educación de su sucesor, de lo contrario, la guerra
dentro de la Iglesia por alcanzar el puesto más alto sería devastador.

El Presidente del país llegó a su oficina al siguiente día, como


hacía todas las mañanas, se adentró en el cuarto contiguo y revisó en
su computador las imágenes satelitales de la llamada Isla de la
Victoria en el estado de Levit, después leyó detenidamente el
informe adjunto de las actividades de sus habitantes, todo seguía
igual, por un día más dejó de contener la respiración y se relajó, la
humanidad tenía otro día más de vida.
El estrés causado por ver las imágenes del satélite y leer el
informe diario era algo que difícilmente cualquier persona soportaría,
se trataba nada más y nada menos que del futuro de la humanidad, en
esa isla residían los seres que podían terminar con la era del hombre.
Los Gigantes, aquellos seres que en la antigüedad poblaron y
dominaron la tierra y que crearon al hombre, esos mismos seres que
se encargaron de extinguir a su propia especie para gobernar el
planeta. Era clase de historia de nivel básico, los Gigantes más
poderosos del mundo de alguna forma alcanzaron la inmortalidad y
se organizaron para cometer genocidio contra los de su propia
especie.
Una vez que el mundo quedó libre de la mayoría de los Gigantes,
los humanos, en aquel entonces sus mascotas, se levantaron en armas
y los derrotaron, sin embargo, esos últimos Gigantes eran inmortales,
seres que no podían morir ni extinguirse, por lo que los primeros
hombres decidieron encerrarlos por toda la eternidad.
Los Gigantes inmortales fueron recluidos en el último piso de lo
que ahora se conocía como el edificio de la Ciudadela, aquel
inmueble-ciudad ubicado en el estado de Arcadia que era
considerado, aún a la fecha, la más grande maravilla creada por el
hombre.
Pero los humanos también eran creaciones imperfectas, muy
parecidos a aquellos que los crearon, hubo disputas y guerras, la
lucha por el poder degeneró en una batalla por abrir las puertas de
ese último piso y al final los enemigos de la humanidad ganaron.
Más de cuatro mil años pasaron para que esas puertas fueran
abiertas y para desgracia del Presidente, su lucha revolucionaria por
el control del país fue la distracción perfecta que utilizaron los
radicales para liberar a los Gigantes.
De eso ya habían pasado cuatro años, para sorpresa de todos, los
Gigantes liberados no hicieron la guerra, entendieron que los tiempos
que corrían ya no eran su época y solicitaron su propio pedazo de
tierra, alejados de todo, se establecieron en una isla paradisíaca en el
estado de Levit y desde entonces el mundo siguió su curso.
Pocas personas en el país sabían lo que sucedía y ninguna en el
exterior tenía conocimiento de la existencia de esos seres que se
suponía estaban extintos, el mundo seguía avanzando, pero los que
estaban al corriente de la amenaza constante que los Gigantes
representaban, no tenían una “vida normal”, pasaban sus días con el
temor de que el apocalipsis se desatara.
Arlés Probzzer salió de su ensimismamiento, debía ponerse a
trabajar, apenas abandonó el cuarto contiguo a su oficina, al que sólo
él tenía acceso, se encontró de frente con Yago, su mano oculta y
hombre de confianza, un colaborador que estaba fuera de la nómina,
no tenía ningún cargo público pero su poder político era superior al
de cualquiera, era el brazo invisible del mandatario, a través de él
llegaba a lugares y personas que como Presidente no le era posible
acceder, no era conveniente.
Yago era un hombre alto, su tamaño pasaba apenas los dos metros
de estatura, sus rasgos eran toscos, desagradables, aun vistiendo de
traje y corbata no podía ocultar su origen humilde, era de malos
modales y peor trato. Cuando conoció al ahora Presidente, bastante
tiempo atrás, ambos eran delincuentes y Yago era el protector y
asesino personal de Arlés Probzzer. Ahora, muchos años después,
poco habían cambiado las circunstancias, Arlés seguía siendo el jefe,
pero esta vez no de una camarilla de bandidos, sino de la nación más
poderosa del planeta y Yago seguía siendo su brazo oculto, su
carnicero particular.
–Jefe –saludó Yago al Presidente levantando la voz más de lo
necesario, le gustaba que todos vieran que el máximo mandatario lo
trataba como si fuera su mejor amigo.
–Hola Yago –respondió Arlés, aunque apreciaba de verdad a su
colaborador, le molestaban sus maneras y comportamiento, antes era
más discreto, pero con el poder su carácter había cambiado, ahora era
un fanfarrón.
–Tengo que hablar a solas contigo –le dijo viendo hacia los dos
acompañantes del Presidente: su guardaespaldas particular, un feroz
guerrero de color de nombre Ozmar de Riot y su consejero y
operador político, Arne Riazor.
A ninguno de los dos colaboradores del Presidente les agradó el
tono utilizado por Yago, pero ambos se contuvieron de hacer un mal
comentario, conocían de sobra el aprecio que el Presidente le tenía a
ese malencarado gigante, los dos voltearon la vista hacia su jefe,
quien cuestionó a Yago:
–¿Qué es lo que sucede? ¿Por qué tanto misterio?
–Si me acompañas a tu despacho, sólo tú, te lo diré en un
momento, esto es algo grave, si me permites decírtelo...
–Esta bien... –El Presidente levantó la vista con resignación y
después se giró hacia sus colaboradores más cercanos, viendo hacia
ellos torció la boca en un gesto de displicencia, dándoles a entender
que eso no le agradaba más a él que a ellos, Yago siempre tenía
asuntos urgentes que tratar, siempre en privado y todos resultaban ser
problemas menores que ni siquiera el Presidente en persona debía
resolver–. Ozmar, Arne, espérenme aquí un momento, voy a platicar
el asunto urgente con Yago y enseguida revisamos la agenda de toda
la semana...
–Podemos volver más tarde si así lo prefieres –comentó Arne–,
digo, para que puedas hablar con más comodidad del asunto con
Yago.
El Presidente le dirigió una mirada asesina a su colaborador, el
único de todos que no le hablaba “de usted” junto con Yago, sólo que
a diferencia de éste último, Arlés personalmente le había pedido a
Arne que lo siguiera tratando como un amigo y no como el
Presidente, Yago se tomaba atribuciones que nadie le había
concedido.
En la mirada de Arlés se notaba que no le había caído para nada
en gracia la broma de Arne y mucho menos que insinuara que le
sobraba el tiempo para platicar con Yago, no así a Ozmar de Riot,
que sonrió por un instante, sólo unos segundos, después le lanzó una
mirada de reproche a su compañero.
–La agenda del Presidente no es algo que pueda esperar, Arne –
comentó Ozmar–, tenemos muchos pendientes y cosas por planear, si
acaso, yo propondría que Yago fuera el que esperara.
Al escuchar al guardián del Presidente, Yago se molestó, su
asunto era más importante que ninguno, iba a iniciar una discusión
pero Arlés levantando la mano le indicó que guardara silencio,
después le habló a su protector:
–Escucharé primero a Yago, Ozmar, parece importante lo que me
quiere decir, trataré de no dilatarme para poder hacer nuestro trabajo.
El Presidente le dio una palmada en el brazo a su protector,
agradeciéndole su ayuda para librarse lo antes posible de su
incómodo visitante, después se encaminó a su oficina precedido por
Yago, antes de cerrar las puertas, cogió una esfera de metal que
adornaba el escritorio de su secretaria y se la arrojó a Arne directo a
su cabeza, quien apenas podía contener la risa, el tiro falló y entonces
el operador político de Arlés estalló en carcajadas.
Ya dentro de la oficina y a solas, el Presidente se sentó en la
pequeña sala que tenía a un costado de su escritorio y le indicó a
Yago que hiciera lo mismo frente a él.
–Pues bien, ya estamos solos, Yago... ¿Cuál es ese asunto tan
importante del que quieres hablarme?
Yago se sentía importante, estaba convencido de que su labor era
determinante para el buen funcionamiento del gabinete presidencial,
a él le tocaba encargarse de la "ropa sucia" y lo que iba a informar a
Arlés era algo trascendental, su mejor aportación desde que su amigo
había tomado la presidencia.
–Ayer, durante la misa en la Ciudad de los Dioses Banayah –
comenzó explicando–, se acercó a mí el último personaje a quien yo
esperaba ver en mi vida.
–¿De quién se trata? –preguntó Arlés hastiado por la tardanza de
Yago en ir al grano, tenía prisa por despedirlo, lo escucharía y
después lo enviaría con alguno de sus asesores para que se encargara
del asunto, como siempre.
–No lo vas a creer –comentó Yago acercándose a su jefe.
–¡Por los Dioses, Yago! –explotó Arlés–. Ya escuchaste a Ozmar,
hoy tengo un día complicado, será mejor que vayas al grano...
–Está bien, pero yo creo que vas a tener que cancelar tus citas...
El Presidente le lanzó una mirada impaciente a Yago, quien no se
dio por aludido, sentía que su amistad con Arlés estaba por encima
de sus puestos.
–Ya hombre, sólo estoy jodiendo contigo, ayer durante el sermón
de la Santa Madre se acercó un niño conmigo, me entregó una
extraña nota de alguien que deseaba verme a espaldas del Templo, lo
que no es tan raro, la gente que sabe de la dificultad que supone el
hablar contigo se acerca a mí...
–Sigues sin decirme nada, Yago... –lo apuró Arlés.
–Entiendo –comentó el malencarado gigante–, fui a espaldas del
templo para entrevistarme con la persona que había mandado la nota,
en ese lugar... –Yago hizo una pausa y dejó la oración en el aire, pero
siguió hablando cuando se percató que Arlés estaba a punto de
despedirlo–. Me abordó un hombre encapuchado, me hizo seguirlo
hasta un sitio solo y alejado, entonces se descubrió.
Muy a su pesar, Arlés estaba intrigado, tenía curiosidad acerca de
quien sería esa persona que estaba tan interesada en hablar con Yago
sin que hubiera testigos de ello.
–¿Y quién era ese extraño personaje? ¿Alguien conocido?
–¡Y que si lo es! –exclamó Yago satisfecho al ver que al fin había
captado la atención del Presidente–. Se trataba ni más ni menos que
del Capo mayor, el hombre que tiene bajo su control la ciudad de
Nazeth en Levit, aquel a quien todos llaman el Emperador.
Ahora Yago tenía la atención total del Presidente, sin duda aquello
que estaba escuchando no era algo normal.
–Mi gobierno no escucha ni hace tratos con mafiosos... ¿Qué es lo
que quería ese hombre de ti?
–Lo mismo que quieren todos –explicó Yago–, un favor tuyo o
una entrevista contigo, en el caso del Emperador, ambas cosas.
–No me interesa lo que tenga que pedirme, dile que si se vuelve a
comunicar contigo, lo arrestarás.
–Ya se lo dije, tampoco es que a mí me guste tratar con ese tipo de
personas, pero todos saben que soy el único modo de llegar a ti, lo
grave de este asunto, es la amenaza de ese tipo si no conseguía su
entrevista contigo...
En ese momento Arlés se preocupó de verdad, deseó entonces que
Yago lo hubiera molestado con asuntos sin importancia como
siempre hacía, pensó que a veces no se ve el lado bueno de las cosas
hasta que suceden las tragedias, efectivamente, Yago era su filtro
para tratar con los indeseables, que en Boleria había muchos, pero el
Capo mayor de la Mafia no era alguien para tomar a la ligera, él,
como antiguo criminal sabía el gran daño que un grupo delictivo tan
poderoso y bien organizado como la Sociedad del Crimen podía
hacer en un gobierno nuevo como el suyo, más todavía con los ojos
de todo el mundo criticando y juzgando su administración.
–¿Con qué te amenazó ese tipo? ¿Con matarme?
–No Arlés, no estás ni cerca, ese tipo realmente es peligroso, no
amenazó con matarte, amenazó con destruir a toda la humanidad...
El Presidente hizo una cara de fastidio... ¿Matar a toda la
humanidad? ¿Qué estupidez era esa? Decidió que Yago nuevamente
lo estaba haciendo perder su tiempo.
–¡No me jodas, Yago! No seas imbécil, precisamente tú eres el
filtro para que esas mariconadas no lleguen hasta mí, habla con los
Caballeros Fantasmas de la Orden de Ishtar y que ellos se encarguen
de esto... ¡Menuda estupidez!
Yago sonrió, no se sintió aludido por los insultos de su jefe, él
mismo hubiera dicho lo mismo si uno de sus informantes le contara
esa estupidez, pero la amenaza no era en lo más mínimo falsa, era un
peligro real o por lo menos digno de tomarse en cuenta.
–Jefe, la Mafia puso una bomba en la Isla de la Victoria en Levit,
no hace falta que te diga más...
Al escuchar eso, el color se le fue del rostro al Presidente, ¿una
bomba en la Isla de la Victoria? Efectivamente, eso era una amenaza
real, comparable a la extinción de la humanidad.
–Eso no es posible –balbuceó Arlés–, esa isla es impenetrable,
nadie puede llegar ahí...
–Jefe –ahora Yago hablaba más seriamente–, investigué a la
Sociedad del Crimen, antes se hacían llamar el Escuadrón de la
Muerte y eran un grupo élite al servicio de las más altas esferas del
Gobierno, de la Corona y del Clero, se dice que eran el grupo de
guerreros más fuertes de Boleria, por encima de todos los conocidos.
Arlés obvió las afirmaciones de Yago, ciertamente era un idiota,
eso era algo que él ya sabía, todos lo sabían.
–Necesito que localices a Lámed Aswan, él perteneció a ese
grupo, que te ayude Arne... ¡Pero hazlo ya!
Yago entendió la desesperación de su jefe, pensó en el Secretario
de Asuntos Internos: Lámed Aswan, un hombre prometedor que
había pertenecido al Escuadrón de la Muerte, quien una vez que se
deshizo el letal grupo, pidió trabajo en el gobierno para seguir
sirviendo a su país, fue admitido en el gabinete de Arlés por
recomendación y mediación del guerrero conocido como
Huitzilopochtli, líder del Honorable Tloque Nahuaque, grupo
protector del estado de Aztlán y amigo íntimo de Lámed. Se
reprochó a sí mismo el no haber pensado él por su cuenta en buscar
al Secretario de Asuntos Interiores antes de ver al Presidente, era por
demás obvio que Lámed Aswan debió ser su primera opción para
hablar antes de molestar al mandatario, menudo chasco se iba a llevar
si Lámed minimizaba las amenazas del Emperador, entonces sí, iba a
quedar como un completo idiota.
Se levantó de inmediato para cumplir la orden, buscaría hasta
debajo de las piedras al Secretario Aswan, debía hablar con él
primero antes que con ninguna otra persona.
En cuanto Yago abrió las puertas del despacho presidencial se
encontró de frente con Lámed Aswan, quien platicaba pacientemente
con Ozmar y con Arne, esperando a que el Presidente se desocupara,
cuando vio a Arlés lo saludó:
–Buenos días, señor Presidente –Lámed hizo una pequeña
inclinación junto con su saludo.
–¡Lámed! –exclamó Yago–. Precisamente te estaba buscando,
necesitamos que...
–Ahora no, señor Yago –lo interrumpió Lámed–, tengo un asunto
urgente que tratar con el señor Presidente, después con gusto haré
una cita con usted para que me explique sus inquietudes y el motivo
por el que me busca.
Yago veía con desprecio a ese hombre, debía estar rondando la
treintena de años, era mayor de edad que el Presidente, veía su
comportamiento como un excesivo servilismo ante Arlés, lo cual
estaba muy lejos de la realidad, como militar de toda la vida, Lámed
estaba acostumbrado a mostrar respeto con sus superiores y a acatar
órdenes sin preguntar los motivos, cuanto más si era el Presidente del
país con quien trataba. Yago pensó que el tipo sólo le caía bien a
Ozmar de Riot, otro militar fanático del orden de las cosas.
–¡Oye! –le reclamó a Lámed–. No hay nada más importante que el
asunto que debemos tratar con el Presidente.
Lámed evitó la mirada de Yago y se asomó para ver a su jefe,
Arlés le afirmó con un movimiento de cabeza que Yago tenía razón,
no le costó mucho trabajo al exmiembro del Escuadrón de la Muerte
unir los puntos. Le preguntó al Presidente:
–¿El asunto tiene que ver con la Isla de la Victoria?
Yago se quedó sin palabras, no entendía como Lámed sabía de ese
asunto, inmediatamente desconfió de él, posiblemente estaba en
contubernio con el Emperador.
–Creo que mejor hablas primero conmigo antes de ver al jefe... –
Yago pensaba someter al Secretario del Interior a un escrupuloso
interrogatorio.
El Secretario de Asuntos Internos no tuvo tiempo de contestar,
Arlés lo señaló y le indicó que pasara a su despacho.
–Déjalo pasar, Yago –le ordenó Arlés–, necesito hablar con
Lámed.
–Pero jefe, él no es de fiar –protestó Yago.
–Yo decido eso, hazte a un lado, Yago, no lo voy a volver a
repetir...
A regañadientes, Yago dejó pasar a Lámed, después se volvió
para entrar a la oficina con el Secretario del Interior y el Presidente,
el exmiembro del Escuadrón de la Muerte le preguntó a su jefe:
–¿Seguro que el señor Yago puede estar presente, Señor
Presidente? Lo que le voy a decir es muy delicado.
Yago volteó furioso a ver a Lámed, quien actuaba como si el
auxiliar de Arlés no estuviera presente, para su alivio, el Presidente le
permitió acompañarlos.
–Yago debe estar presente, quizá sepa algo que tú desconozcas y
no deseo estar jugando al rompecabezas llamándolos a cada quien
por separado.
–Si ese es el caso, Señor Presidente, creo que Lord Arne y Lord
Ozmar deberían acompañarnos también, sus opiniones y contactos
nos van a ser de mucha utilidad.
–Tienes razón –aceptó el Presidente–, Arne, Ozmar, por favor
acompáñenos.
Arne Riazor y Ozmar de Riot de inmediato se encaminaron a la
oficina de su jefe ante la mirada decepcionada de Yago, quien no
deseaba ver más personas inmiscuidas en lo que él consideraba “su
asunto”. Los cuatro subordinados y el Presidente se acomodaron en
la pequeña sala donde antes habían platicado Arlés y Yago para
discutir lo que Lámed iba a informar.
–¿Qué es lo que deseas decirme, Lámed? –preguntó el Presidente.
–Le contaré todo desde el principio, Señor, aunque sea repetitivo
en las cosas que usted posiblemente ya sepa, por lo visto Lord Arne y
Lord Ozmar aún no saben nada y es preciso que tengan un panorama
amplio de lo que sucede para que puedan entender la situación.
–Estoy de acuerdo, dinos lo que sabes.
–Ayer por la mañana, justo después de que usted se fuera a
escuchar la misa de la Santa Madre, como todos los domingos; vino a
verme una antigua compañera del grupo militar al que estaba adscrito
antes de trabajar para usted.
–El Escuadrón de la Muerte... –comento el Presidente.
–Así es, Señor –afirmó Lamed–, me vino a ver Gimel Hobbs,
persona que todos conocen como la Emperatriz, la mano derecha y
cofundadora del grupo mafioso más poderoso del país, la Sociedad
del Crimen.
Tal como había prometido, Arlés no interrumpió a Lámed, aunque
ya sabía lo que venía a continuación, por el contrario, Arne y Ozmar
se veían sorprendidos, jamás se esperaron que una reconocida
criminal buscara al Secretario más justo y leal del gabinete del
Presidente, Yago por su parte, escuchaba haciendo caras de
aburrición, lo exasperaba la forma de hablar tan correcta y educada
de Lámed, quien siguió con su exposición. Para poder entrar en
detalle, les explicó a todos la misión que había llevado a cabo con los
miembros del extinto Escuadrón de la Muerte que terminó en el
asesinato de más de cien infantes, sin dejar de lado los motivos de
esa misión y la locura del Santo Padre.
El Presidente escuchaba con atención, los hechos que le narraba
Lámed habían ocurrido apenas antes de que él y el guerrero conocido
como Escorpión ganaran su última batalla de revolución, justamente
en Ishtar, la noticia de que el Santo Padre dimitía de su cargo a favor
de la Santa Madre fue un gran golpe mediático en Boleria, quizá la
noticia de la década si él y sus amigos no se hubieran levantado en
armas contra el gobierno tiránico establecido por los Patriarcas de las
cuatro principales familias del país.
Una vez que Lámed terminó de explicar los detalles de aquella
misión así como la posterior desintegración del Escuadrón de la
Muerte por la mano oculta del destituido Santo Padre, quien todos
sabían había dimitido obligado por la Alta Cúpula Eclesiástica
residente en el Distrito Comercial, debido, claro, a aquel escándalo
de la muerte de los infantes que lo involucró directamente. El
Secretario continuó con los hechos recientes.
–Es el caso que mi antigua compañera me explicó que el Santo
Padre busca venganza contra todos los guerreros que participamos en
aquella masacre, incluyendo, obviamente, a los integrantes de la
mesa directiva, como ellos la llaman, de la Sociedad del Crimen.
–¿Y que tenemos que ver nosotros con eso? –preguntó Yago.
Los otros cuatro miembros del gobierno que se encontraban en el
despacho presidencial voltearon a ver a Yago con caras que iban
desde la lástima hasta la vergüenza, Yago no se explicaba el porqué
de esa actitud, pensaba que su pregunta era válida.
–Tiene que ver con nosotros, idiota –le respondió el Presidente–,
porque si hay una guerra abierta entre el crimen y la Iglesia, el
Gobierno se va a ver obligado a intervenir... ¿Y a favor de quién
crees que lo hará?
–¿Y qué hay de malo en apoyar a la Iglesia para por fin
deshacernos de esa molesta banda criminal? El poder militar de la
Iglesia es enorme, si los apoyamos esta es una guerra ganada...
Arlés se llevó la mano al rostro, irritado en demasía por la poca
capacidad de razonamiento de su colaborador.
–¿Y dónde crees que entra la amenaza que te hizo el Emperador,
Yago?
Yago se quedó callado, molesto ante su completa falta de
razonamiento, era por demás obvio lo que le había hecho ver su jefe,
los que no entendían lo sucedido eran Arne y Ozmar, quien pregunto:
–¿De qué amenaza está hablando, señor Presidente?
–Creo que si dejamos a Lámed seguir hablando, nos enteraremos
de los detalles...
–La Emperatriz me amenazó que debía convencer a nuestro
Presidente de que hable con la Santa Madre –continuó relatando
Lámed Aswan–, debe evitar que se inicie la guerra de la Mafia con la
Iglesia o en su defecto no intervenir, de lo contrario, activarán una
bomba que ocultaron en la Isla de la Victoria.
Lámed se quedó en silencio un momento, esperando que sus
palabras y la gravedad de la amenaza fueran comprendidas por todos
los que lo escuchaban, Arne se había puesto de pie como impulsado
por un resorte, en su siempre alegre y bromista rostro se veía el
miedo, Ozmar por su parte estaba inmóvil, pensativo, parecía que
analizaba la situación, pero sus manos temblaban, Yago se veía
completamente tranquilo, ya conocía la noticia de la bomba y su
capacidad de razonamiento no le daba para preocuparse más, Arlés
ya estaba pensando en todas las posibilidades, problemas, giros
inesperados y soluciones que se podrían dar. El Secretario del
Interior volvió a retomar su explicación.
–Sé lo que todos piensan, que ahora es imposible que nadie pueda
entrar a la Isla de la Victoria, los escudos elementales y psíquicos lo
hacen imposible, además de que es vigilada por los llamados
Caballeros Apócrifos, lo cual es cien por ciento verdad, es imposible
que alguien haya puesto una bomba en ese lugar en el pasado
reciente, ayer me trasladé de inmediato a la Isla de la Victoria para
comprobar sus defensas, es imposible llegar a ella, los únicos
miembros del desparecido Escuadrón de la Muerte que podrían
haberlo hecho están muertos, me refiero a Zaín Lot y Nun Moses,
mejor conocidos como Chariot y Tempérance.
Al escuchar a Lámed, tanto Arne como Ozmar se sintieron más
tranquilos, no así el Presidente que sabía escuchar y leer entre líneas,
estaba seguro que la exposición de su Secretario del Interior aún no
había terminado.
–¿Cuál es el "pero", Lámed? –preguntó Arlés–. Me refiero a la
noticia fatal que te trajo hasta aquí.
Todos se volvieron a poner tensos.
–La bomba no fue colocada en épocas recientes –explicó Lámed–,
fue puesta por órdenes de nuestro antiguo líder, precisamente por
Chariot y Tempérance, antes de la liberación de los Gigantes, de
alguna manera alguien más sabía lo que sucedería y lo anticipó todo.
Los ánimos se terminaron de caer por los suelos, Lámed hablaba
del líder de ese Escuadrón de la Muerte, el guerrero que los había
formado y entrenado, el único miembro de ese grupo gubernamental
que fue encontrado culpable y encerrado por el asesinato de aquellos
niños, la persona política de alto nivel elegida para "pagar los platos
rotos", traicionado por sus mismos jefes, el guerrero a quien
llamaban el Mago.
Al contrario de los demás que pensaban en las funestas
consecuencias de lo que significaba hacer estallar una bomba en la
Isla de la Victoria, Arlés pensaba en los auténticos responsables, los
miembros del Escuadrón de la Muerte sólo habían sido unos
monigotes, peones de los verdaderos perpetradores, los únicos que
sabían lo que sucedería, las personas que liberaron a los Titanes de su
prisión eterna en los últimos pisos del edificio de la Ciudadela.
–¿Estás seguro de eso, Lámed? –preguntó el Presidente cuya
mente seguía funcionando a su máxima capacidad, buscando
soluciones.
–Lo estoy –respondió el Secretario del Interior–, después de ir a la
Isla de la Victoria me trasladé a Nazeth, en ese lugar me entrevisté
con otro miembro de mi antiguo grupo, el más joven y también el
más desquiciado, que ya es mucho decir, me refiero al futuro matón
de la Mafia...
Lámed no necesitó decir más, todos en esa reunión conocían la
fama de a quien los medios de comunicación llamaban "el niño
carnicero", un pequeño psicópata que sin llegar a su primera década
de vida ya era tan temido como cualquier consagrado asesino
profesional.
–Jugement –comentó Arne Riazor.
–Así es, él me comentó que la amenaza de la Emperatriz no era un
simple chantaje, conozco bien a ese muchacho, pueden ponerle los
peores calificativos que se les ocurran y aún es peor, pero si algo no
es, eso es ser mentiroso, lo recordaba perfectamente, me contó que
Tempérance lo llevó cuando activó la bomba y después se fueron de
día de campo...
–Lo hubieras capturado para que hablara –le reclamó Ozmar–,
podíamos haber desactivado esa bomba.
–El chico no sabe dónde fue colocada, ni siquiera tendría que
haber estado ahí, él se quedó jugando con Tempérance mientras
Chariot activaba la bomba, ese hombre era un maldito genio para
crear destrucción, no pregunten por él, como ya les platiqué, su
asesinato es lo que disparó esta guerra entre el Clero y la Mafia. En
resumen, los únicos que sabían la ubicación de la bomba eran
Tempérance y Chariot, desgraciadamente para nosotros y toda la
humanidad, están muertos.
Arlés furioso golpeó su rodilla con el puño derecho.
–Ahora entiendo la amenaza de esos malditos..., si ni ellos saben
la ubicación de la bomba no podemos detenerlos, una exploración
psíquica en sus cabezas no nos revelaría nada, es obvio que pueden
explotarla cuando ellos quieran.
–Lámed –Ozmar empezaba a ver toda la situación como un
militar, debía reducir los riesgos lo más posible–. ¿Quiénes son tus
compañeros a quienes el Santo Padre desea matar?
–Los miembros del Escuadrón de la Muerte nos conformábamos
por doce guerreros operativos y un líder ejecutivo, éste sólo nos
encomendaba las misiones y era a quien le rendíamos cuentas
directamente, jamás tratábamos con los Patriarcas, Gobernadores, la
Corona o con la Cúpula Eclesiástica que eran de quienes
dependíamos.
–Dame nombres –exigió Chronos.
–El líder ejecutivo como ya les había mencionado era un hombre
al que llamábamos el Mago, se hacía llamar Aleph Nukuch pero en
realidad era un miembro del Clan maldito, tras el escándalo de la
misión donde murieron los infantes que ya les comenté, lo señalaron
como el único culpable y fue arrestado, todos lo vieron como una
traición al Escuadrón, la Emperatriz me comentó que él fue la
primera víctima del Santo Padre antes de Chariot.
–¿En dónde lo tenían cautivo? –preguntó Arne, debido a la
investidura de aquel hombre sólo había dos lugares donde podía estar
preso: el Quinto Distrito de Arcadia y la Torre Sur de la Santa Sede.
–Normalmente lo hubieran enviado al Quinto Distrito de Arcadia
–respondió Lámed–, pero su revolución –señaló al Presidente y a
Arne–, empezó en ese lugar, por lo que el único sitio posible para su
encierro era la Torre Sur de la Santa Sede, un sitio inexpugnable para
cualquier persona, es imposible para mí saber si el Mago realmente
está muerto, pero si alguien podía tener acceso a ese lugar era el
Santo Padre, por lo que no dudo de la afirmación de la Emperatriz…
Arlés afirmó en silencio, pensó en investigar más a fondo a ese
hombre a quien llamaban el Mago, los Enoch no permitirían que
asesinaran a uno de sus miembros a menos que les “resultara
conveniente”, su parentesco con Radamanthys, el ahora líder del
Clan Maldito, lo convertía en el cómplice ideal para plantar la bomba
en la Isla de la Victoria aun antes de que su socio Horus liberara a los
Gigantes, era indispensable conocer todo lo que rodeaba a ese
hombre y sobre todo, su relación con los otros miembros de su Clan.
–Yo también creo que el tipo está muerto –masculló Ozmar de
Riot pensando en los sucesos de los últimos años que cambiaron el
país, con el triunfo de la revolución el Quinto Distrito había dejado
de ser una ciudad-prisión, lo estaban acondicionando para unirse a la
zona urbana de Arcadia y a los criminales más peligrosos los
trasladarían a centros penitenciarios que estaban construyendo en las
afueras de los distritos exteriores de Arcadia.
–El Mago era nuestro líder ejecutivo, pero nuestro real dirigente
operacional y su discípulo particular era el Emperador, Dalet Caroli,
un hábil estadista, capaz de cualquier cosa con tal de cumplir sus
objetivos, tras la disolución del Escuadrón de la Muerte creó la
Sociedad del Crimen, creo que no necesito decir más de él, está a la
vista de todos lo que ha logrado, su control no sólo se reduce a la
ciudad de Nazeth en Levit, su brazo abarca todo el país, su
organización criminal es nacional.
–Un tipo peligroso sin duda –comentó el Presidente.
–Su mano derecha –continuó Lámed–, es la Emperatriz, Gimel
Hobbs, también discípula del Mago, tan inteligente como su jefe pero
más astuta y peligrosa, es su conciencia y jamás lo deja solo, sus
Clanes se odian a muerte pero ellos de alguna manera se enamoraron.
–Algo he escuchado de eso –interrumpió Ozmar–. Los Hobbs se
han desentendido de esa mujer, incluso la han sentenciado a muerte
por la traición a su país.
–Dudo que lo logren –dijo Lámed pensando en su antigua
compañera–, el siguiente en importancia es el Sacerdote, Hei Riazor,
tío de Lord Arne, colocado en ese grupo por la Alta Cúpula
Eclesiástica para ejercer control sobre el Escuadrón de la Muerte, ese
tipo es más peligroso que el Emperador y la Emperatriz juntos,
actualmente es un alto jerarca religioso, él fue el único que se opuso
a la misión de los infantes asesinados, tal vez no sea un objetivo del
Santo Padre, tal vez...
El Presidente pensó en el Sacerdote, un tipo influyente
políticamente y de mucho cuidado, se había entrevistado varias veces
con él, en todas esas ocasiones las pláticas no terminaron bien, el tipo
era el principal operador político de la Santa Madre y una persona de
gran influencia en la Corte del Rey, a través de ese sujeto la Santa
Iglesia lo estaba presionando para que se sometiese a la Alta Cúpula
Eclesiástica, era el encargado de hacer el trabajo "sucio" del Clero.
–Junto con el Sacerdote compartía la cadena de mando el guerrero
llamado Mundo –continuó Lámed–. Shin Anhur, mi mejor amigo y
mentor, el encargado de la logística en las misiones, un tipo con un
sentido de la responsabilidad impecable, un activo muy poderoso y
valioso. Al igual que yo, al desintegrarse el Escuadrón de la Muerte
trató de seguir sirviendo a su país, la Iglesia de inmediato lo acogió
en sus filas, lo que me imagino ha de haber desatado la ira del Santo
Padre, ahora es intocable, su función será la de proteger al Santo
Hermano, el futuro dirigente de la religión del Culto a los tres
Dioses.
Arlés tomó nota mental de ese sujeto llamado Mundo, trataría de
acercarse a él, podía serle de utilidad en sus planes a futuro para
quitarse el lastre de la Iglesia de encima. Lámed siguió con el
recuento de sus antiguos compañeros:
–Un escalón debajo de Mundo y el Sacerdote están Qof Shmuel y
Tzadi Ekahau, mejor conocidos como Sol y Luna, los encargados de
las operaciones especiales y del espionaje de nuestra desaparecida
organización, el primero era el maestro y la segunda su aprendiz,
ellos recibían órdenes directamente del Mago y sólo le rendían
cuentas a él, ambos están desaparecidos, tal vez el Santo Padre ya
haya dado cuenta de ellos, no lo sé, ambos son expertos en pasar
desapercibidos.
Arne volteó a ver a Arlés, bastó un gesto del Presidente para que
el Secretario Particular entendiera lo que debía hacer, se entendían
tan bien que no necesitaban palabras, el guerrero también conocido
como Amón de la Guardia del Destino de Ishtar era el mejor espía
del país, él se encargaría del asunto de Sol y Luna.
–En la escala de mando debo seguir yo –dijo el Secretario del
Interior–, Lámed Aswan, como todos saben mi nombre clave es
Pendu, era el auxiliar de Mundo y me encargaba del control de daños
tras las misiones del Escuadrón de la Muerte, rara vez participaba en
los operativos encubiertos, yo era el principal cerebro de la
organización.
El Presidente le dedicó una gran sonrisa a Lámed, su valía estaba
más que probada, al mismo tiempo, Yago le dirigió una mirada de
odio, ese tipo lo había puesto en ridículo, mientras él sólo se dedicó a
informar el chantaje del Emperador, como un simple mensajero,
Pendu investigó por su cuenta la amenaza que había recibido y se
encargó de autentificarla, por algo ese imbécil era un colaborador
más cercano y con mayor poder político en el gobierno de Arlés que
él.
–Ahora vamos a pasar revista a los agentes operativos –continuó
Lámed–, en primer lugar debo mencionar a Zain Lot, mejor conocido
como Chariot, el responsable de la inteligencia en el grupo, un
hombre con una capacidad mental sobresaliente, cubría los
imprevistos de las estrategias en tiempo real, un tipo con una
capacidad de reacción y planeación increíble, cuando las misiones se
complicaban o amenazaban con fallar, Chariot con su gran capacidad
de sobreponerse a las adversidades lograba sacarnos a flote, se podría
decir que era el Fenrir del Escuadrón de la Muerte.
De nuevo todos voltearon a ver al Presidente, precisamente él
había sido el cerebro en la pasada revolución, el estratega que llevó a
los rebeldes a la victoria, su nombre de guerrero había sido Fenrir,
nombre que abandonó junto con su espada al tomar el cargo más
importante del país.
–Chariot está muerto –continuó Lámed–, asesinado recientemente
por el Santo Padre, es precisamente ese asesinato el que ha desatado
toda esta situación en la que nos encontramos hoy, Zain Lot no era
ninguna amenaza, tras el desmembramiento del Escuadrón de la
Muerte se dedicó a llevar una vida común y tranquila, como un
ciudadano corriente, daba clases en una Universidad y cuidaba de la
hija de otra miembro fallecida de nuestra unidad, Nun Moses, mejor
conocida como Tempérance, nuestra asesina, caída en la misión que
fue nuestra perdición, lo que propició la desintegración del grupo por
parte de las autoridades, cabe aclarar que hubo otra última misión
después de la del asesinato de los niños, esa fue una trampa del
Gobierno y la Iglesia para tener un pretexto de desintegrar al
Escuadrón de la Muerte, de ahí el odio y resentimiento del
Emperador y mis demás compañeros que se unieron a la Mafia.
–Esa niña que cuidaba Chariot. –Quiso saber el Presidente–. ¿Qué
fue de ella?
–No lo sé –admitió Lámed–. Pero no me será muy difícil
averiguarlo.
–Hazlo –ordenó Arlés–, es necesario que sepamos hasta el más
mínimo detalle de lo que sucedió alrededor de todos y cada uno de
los exmiembros del Escuadrón de la Muerte.
–No hay problema –confirmó el Secretario del Interior–, sólo me
queda nombrar a tres miembros, los verdaderos agentes de campo,
primero he de nombrar a Ayin Josafat, Maison, aprendiz de Chariot,
la ahora encargada de Inteligencia en la Mafia, heredó la red de
espionaje de Chariot y la mejoró, su telaraña de información es tan
grande como la del Vicepresidente, se dice que está informada de
todo lo que pasa en el país, no hay nada que ella no sepa,
seguramente si hay una guerra con la Iglesia será la primera cabeza
en caer, en sentido figurado se podría decir que ella es los ojos y
oídos de la bestia, en la Sociedad del Crimen también cumple las
funciones de espionaje y es tan buena en eso como Lord Arne.
Arne Riazor levantó una ceja al escuchar eso, no existía en el país
mejor espía que él y en varias ocasiones Lámed se lo había
confirmado, sin embargo, para poner a Maison a su nivel, la
miembro de la Mafia debía ser más que excepcional, superior a él si
contaba con una red de información como la de Geedy, el
Vicepresidente de Boleria, otra pieza fundamental en la revolución
que ahora los tenía a ellos gobernando el país.
–Por último quedan los asesinos del grupo –concluyó Lámed–, si
inicia la guerra entre la Mafia y la Iglesia serán los más peligrosos de
todos, me refiero a Pei Galath y Resh Gerson, Étoile y Jugement,
como lo debieron haber notado, en el Escuadrón de la Muerte había
en todos sus niveles maestros y alumnos, el Mago lo fue del
Emperador y la Emperatriz como líderes, Sol lo fue Luna como
espía, Chariot de Maison como encargado de inteligencia, Mundo fue
mi mentor como cerebro operativo y Étoile era la aprendiz de
Tempérance como asesina, con la muerte de ésta, Étoile se convirtió
en la maestra y tomó al pequeño Jugement como su aprendiz, no
existe el blanco imposible para ellos, ambos son sanguinarios y
disfrutan su trabajo a un nivel enfermizo. Étoile por sí sola se cargó a
tres Inquisidores en la misión de asesinato de los infantes del Santo
Padre, esa credencial debe hablar por sí sola de su gran habilidad
para matar. Resh Gerson es hijo de Ross, nuestro original compañero
Jugement del Escuadrón de la Muerte y caído muerto en una batalla
poco tiempo antes de la misión que nos disolvió, ese chico es el
heredero del “Gash” del Clan Gerson, un pequeño enfermo mental,
es el protegido y total polo opuesto de Étoile, mientras que mi
excompañera es una hábil asesina que ataca por sorpresa a sus
víctimas, Jugement a su corta edad lo hace de frente, es un sádico
que entre más lo lastiman en un combate más se emociona, sobra
decir que jamás ha perdido una pelea, el día que así sea estará
muerto, de ninguna otra manera dejará vivo a su objetivo.
A Yago le dio un gran escalofrío el escuchar las palabras de
Lámed, en verdad ese Escuadrón de la Muerte era un grupo
peligroso, sobre todo ese tal Jugement, tomó nota mental de jamás
enfrentarse a él a menos que Arlés se lo pidiera... Yago haría
cualquier cosa por el Presidente, hasta sacrificar su propia vida si así
se lo ordenase.
Arlés por su parte guardó silencio un momento, analizaba
fríamente los hechos que su Secretario del Interior le estaba
narrando, debía volver toda esa situación a su favor, por eso él se
había hecho famoso y tenía el principal cargo político del país, su
capacidad de planeación no tenía igual, era capaz de mover sus
piezas como un maestro de ajedrez, siempre adelantándose varias
jugadas a su enemigo, lo que parecía una guerra de estrategias en
realidad era una partida en solitario con Arlés como único jugador
moviendo a sus enemigos a su entera conveniencia.
–Yago –dijo por fin el Presidente–, comunícate con el Emperador
e infórmale que estoy dispuesto a platicar con él, necesito tenerlo de
frente para averiguar sus reales planes, la reunión la llevaremos a
cabo en las instalaciones de la Guardia del Destino en la Ciudad
Sagrada de Uruk. –Se volvió hacia su guardián particular–. Ozmar,
encárgate de todo por favor, dejo mi seguridad en tus manos.
–No hay problema –contestó el guerrero de color–. La ubicación
de las instalaciones de la Guardia del Destino es ideal para su
reunión, es un lugar inmejorable para que todos lleguen con la mayor
discreción posible.
El Presidente afirmó con la cabeza, seguía pensando en los datos
que le dio su colaborador y exmiembro del Escuadrón de la Muerte y
al mismo tiempo pensaba en su propio equipo, gente sumamente
capaz de hacer frente al problema que se le venía encima.
–Lámed –le habló a su Secretario del Interior–, ya nos has
informado de las virtudes del Emperador y su mesa directiva actual:
la Emperatriz, Maison, Étoile y Jugement, así como de los
exmiembros del Escuadrón de la Muerte que no se unieron a la Mafia
o están muertos, lo que necesito saber a tu real juicio y necesito que
me hables con toda honestidad... ¿Son mejores que mi equipo de
trabajo?
Lámed pensó seriamente en la pregunta de su Presidente y dio un
repaso mental a su círculo más íntimo, estudió a los miembros que
más se acercaban a las características de sus enemigos y después
respondió con toda seguridad:
–Señor, el Emperador jamás tendrá su capacidad de razonamiento
ni aunque tuviera a Chariot aconsejándole, pero usted ya no es un
guerrero, sin embargo, tiene a su lado para protegerlo a dos
impresionantes combatientes con los que los esbirros de la Mafia se
verán en serios problemas, dos FILOS Oscuros lo protegen: Chronos
y Drakkar.
Arlés asintió ante la aseveración de Lámed, Ozmar de Riot –
Chronos– y Carlo Tiberian –Drakkar– eran dos poderosos
combatientes, de los llamados FILOS Oscuros, guerreros legendarios
capaces de lograr proezas inimaginables, ante la desaparición de los
FILOS Divinos –los antiguos Patriarcas derrotados en la revolución–,
ellos eran los guerreros supremos del país, por tal razón tenían la
misión de protegerlo.
–Concuerdo contigo... ¿Qué me dices de los demás?
–La red de información y la capacidad de espionaje de Maison, es
casi la mejor del país, sólo por debajo de la red del Vicepresidente y
la omnipresencia de Lord Arne, ambos son un equipo imbatible.
Nuevamente Arlés le dio la razón a Lámed, la red de Maison
podía ser infalible, pero la telaraña de información de Geedy, su
Vicepresidente, era una locura total, abarcaba todo el país, sus
informantes eran los mismos ciudadanos, tenía millones de ellos,
nada se le escapaba. Y además estaba su mano derecha, Arne Riazor,
miembro de la Guardia del Destino, mejor conocido como Amón, su
capacidad de multiplicarse y de camuflaje era única, tenía a sus
clones regados por todas partes, principalmente en los grupos élite y
de protección del país, escuchando y reuniendo información para
siempre estar un paso adelante.
–Por último –Lámed retomó su explicación–, dejando de lado la
humildad, puedo asegurarle que yo soy mejor que la Emperatriz,
teniéndome cooperando con usted jamás podrán con nosotros. No he
olvidado a los operadores eclesiásticos, quienes han designado a
altos jerarcas como nuestros principales oponentes, empezando por la
Santa Madre como la cabeza de todo, al Sacerdote como su operador
político, a Sor Ara y Sor Luisah en la parte de Inteligencia, Mundo
como su operativo y el Santo Padre con sus Inquisidores como sus
asesinos, están en igualdad de circunstancias con los miembros de la
Sociedad del Crimen, un escalón por debajo de nosotros.
A Yago no le hizo gracia que Lámed se pusiera por encima de
todos y a él lo ignorara, iba a decir un comentario sarcástico pero
Arlés se le adelantó.
–En el terreno estratégico estamos por delante de ambos grupos,
yo también lo creo, pero en poder...
–Debajo de ambos –se sinceró Lámed–, muy por debajo, en
nuestras filas, a excepción de Lord Ozmar de Riot, no hay guerreros
que puedan derrotar en una batalla uno a uno a Étoile, Jugement o a
los Inquisidores, pero eso no es algo que deba preocuparle, Señor,
usted tiene todo un ejército a su disposición con el que ellos nunca
podrán, también tiene a tres grupos élite bajo su mando: La Guardia
del Destino, la sección Alianza del Honorable Tloque Nahuaque y
los Sindicatos de las ciudades de Ishtar, ni aunque la Iglesia y la
Mafia se unieran contra usted podrían vencerlo.
Arlés pensaba en las palabras de Lámed, precisamente lo que
quería evitar era una nueva guerra civil que debilitara a su gobierno,
despidió a sus colaboradores para pensar mejor las cosas, todos ellos
tenían trabajo que hacer. Cuando se quedó sólo, se sirvió dos vasos
de whisky de veintiún años que guardaba en su oficina, esa bebida lo
relajaba y él sólo bebía lo mejor. Tomó uno de los vasos con su mano
derecha y lo estiró de manera perpendicular a su cuerpo.
–Aparece Arne, estamos solos.
En ese momento, de la nada, se apareció Arne Riazor, durante la
plática Arlés le había hecho una señal que él comprendió
inmediatamente, sin que nadie lo notara por estar absortos en la
explicación del Secretario del Interior, formó uno de sus clones y lo
hizo invisible a los demás, tomó la bebida que su jefe le ofrecía,
chocaron los vasos y ambos bebieron.
–¿Puedes distinguir el sabor de la bebida? –preguntó intrigado el
Presidente.
–No –respondió el clon de Arne–, ya me lo beberé después.
Contigo, por supuesto...
–Entonces deja el vaso en la mesa, no voy a desperdiciar un buen
whisky contigo.
El clon de Arne sonriendo depositó el vaso en la mesa y después
le prestó atención a su jefe.
–Tú dirás... ¿Qué necesitas que haga?
–Arne –empezó diciendo Arlés–. Bien sabes que tú eres mi mejor
amigo y el único en el que confío en plenitud, esto es sumamente
serio, si la Mafia activó una bomba en la Isla de la Victoria todo el
país se puede ir a la ruina, los Titanes atacarán y si ni Boleria puede
hacerles frente ningún otro país lo hará, a esos seres no les va a
importar que todo sea un accidente o un acto de terrorismo, no
podemos permitir eso...
–Lo sé... ¿En dónde quieres que me inmiscuya?
–En la Alta Cúpula Eclesiástica –respondió el Presidente sin
dudar, uno de los altos jerarcas eclesiásticos se había puesto en
contacto con Arne ofreciéndole un lugar en la más exclusiva esfera
del Clero, pensaban nombrarlo Supremo Prelado, una especie de
Supervisor dependiente de la Cúpula para vigilar a los altos mandos
religiosos, máximo puesto en la Iglesia sólo debajo de la Santa
Madre, puesto que la líder del Clero quería para el Sacerdote.
Arne meditó la orden de su jefe, los Riazor siempre habían sido
una familia religiosa, la más importante del Clero, ocupando a través
del tiempo los más altos cargos en la Iglesia, el puesto que le
ofrecían lo convertiría en un candidato natural a ocupar el lugar de la
Santa Madre en caso de que ésta falleciera y el Santo Hermano, un
niño en los tiempos que corrían, no estuviera en condiciones de
dirigir a la Santa Iglesia debido a su juventud, si eso sucedía, la paz
estaba asegurada.
–Tú eres el jefe, amigo, aceptaré el puesto que me ofrecen, ya
sabes que yo siempre estaré a tu servicio ayudándote en todo lo que
esté a mi alcance.
Arlés y Arne se abrazaron, el Presidente canceló toda su agenda
del día, debía planear junto con su principal colaborador su estrategia
de los próximos años, tal vez para el resto de su vida.

El Santo Padre era empujado en su silla de ruedas por su eterna


auxiliar, la atractiva y voluptuosa mujer de blanco. El alto jerarca
eclesiástico había sido convocado de urgencia por la Santa Madre.
Él, durante más de cincuenta años fue el máximo responsable de su
Iglesia, hasta que el Escuadrón de la Muerte irrumpió en sus
instalaciones secretas en el estado de Levit, esos malditos asesinos
mataron a todos sus niños y a él lo dejaron parapléjico, el choque
emocional fue tal que cuando asimiló lo sucedido sus piernas no le
volvieron a funcionar. A su lado caminaba uno de los Santos
Inquisidores encargados de su protección: Fantasma, un tercero
además de la Costurera y el Pistolero que se habían encargado de
Chariot.
El anciano era de la edad de la Santa Madre pero se veía más
viejo, mucho más, en su mente sólo había un objetivo, vengarse de
ese grupo de mercenarios, quienes ahora eran delincuentes, a él le
correspondía el derecho divino de enviarlos a la dimensión de los
muertos.
Una vez que llegaron ante las oficinas de la Santa Madre en el
Templo principal del culto a los tres Dioses, el Inquisidor se quedó a
las puertas del lugar, era una entrada lateral secreta, el Santo Padre
no deseaba que se supiera de esa entrevista, únicamente ingresaron el
anciano y su auxiliar, dentro, la Santa Madre veía con dureza al
todavía muy influyente jerarca eclesiástico.
–Vexo –saludó con sequedad la Santa Madre llamándolo por su
nombre de pila–. Por lo que he oído has estado muy ocupado
últimamente –soltó sin más preámbulos.
–Hola Linya, ¿cómo has estado? Yo no muy bien..., ¿sabes? En
esta época de frío el dolor en mis rodillas me está matando, por eso
preciso de esta silla de ruedas, Celeris –el Santo Padre tomó la mano
de su auxiliar que le sonrió con devoción– es quien me ayuda a
superar mis dolencias.
–Hablas como un anciano decrépito –le espetó la líder religiosa–.
Pero los dos sabemos que no lo eres...
–Ay Linya –el anciano siguió hablando de sus dolencias, parecía
que no había escuchado los reproches de su ahora superior
espiritual–, te juro que me estoy muriendo, tengo un nuevo achaque
todos los días, cuánto me alegro que tú te hayas hecho cargo de
nuestra querida Iglesia, al principio me molestó que me obligaran a
renunciar, creo que eso todos lo saben, pero en aquel entonces nos
gobernaban los FILOS Divinos y a ellos no se les podía contradecir...
¿Quién iba a pensar que unos niños revoltosos los iban a derrocar? Si
me hubiera tocado a mí este nuevo gobierno, aún seguiría siendo el
líder de nuestra Iglesia.
A la Santa Madre le molestó el comentario de su antecesor, quien
fue relevado precisamente el día que los rebeldes ganaron su
revolución, cuando aún quedaba con vida el FILO Divino más
poderoso y lo obligó a renunciar.
–Pero ya no lo eres...
–Lo sé, es lo que estoy tratando de explicarte, los designios de los
Dioses son extraños pero siempre justos, sabían que yo ya no tenía la
edad ni la vocación para seguir al frente de nuestra Iglesia y
dispusieron que tú continuaras mi obra.
–Y ahora que ya no tienes las responsabilidades de antaño, has
dedicado tus esfuerzos a otras actividades no tan religiosas...
¿Verdad?
–Te equivocas, Linya –el Santo Padre señalaba a su ahora superior
jerárquico–, mi cruzada es la más santa de todas las que se han hecho
a través de los años, que de eso no te quepa la menor duda.
–Vexo... –La religiosa veía seriamente a quien conocía desde que
eran unos infantes–, tus acciones pueden traer la ruina a la Iglesia.
–No desde mi punto de vista –se defendió el Santo Padre–, hubo
un crimen, se cometió un pecado atroz y no hubo castigo, eso es
imperdonable.
–El castigo a quienes quieres ajusticiar se los darán los Dioses en
la eternidad y será peor que sólo matarlos, Vexo, deja ya tu
venganza.
–Lo mío no es una venganza, Linya, es una misión divina que los
Dioses me han encomendado, es mi deber hacer que todos los
asesinos de mis niños comparezcan lo antes posible ante Yah, Bah y
Nah para que sean juzgados y sufran del castigo eterno.
–¿Estás retando mi autoridad, Vexo?
–¿Me estás ordenando que cese en mi venganza, Linya?
–Lo estoy haciendo, te ordeno por mi investidura y por el poder
que me confiere la Iglesia que dejes a la Mafia en paz, por lo menos
por el momento.
–Define "por el momento".
–"Por el momento" significa que los dejarás en paz hasta que
establezcamos bien nuestro poder en esta nueva era.
–¿De qué estás hablando, mujer? Todos los Presidentes se han
arrodillado ante nosotros...
–Este es diferente, no llegó al poder por herencia ni por derecho
divino, lo hizo por la fuerza, es muy hábil e inteligente, difícil de
amedrentar...
–Difícil pero no imposible...
–Nada es imposible para la Iglesia, eso tú me lo enseñaste.
–Lo sé, pero aún así, no voy a cesar en mi campaña divina,
seguiré y acabaré hasta con el último asesino de mis niños...
–No me dejas otra alternativa, Vexo...
En ese momento la Santa Madre apretó un botón del
intercomunicador que había en su escritorio y dijo:
–Pasa por favor, Albir.
Al escuchar ese nombre al Santo Padre le cambió el semblante, se
puso rojo del coraje y señaló a su ahora superior jerárquica.
–Ni tú puedes caer tan bajo...
–Haré lo que sea necesario para salvaguardar a nuestra Iglesia –
respondió con frialdad la máxima jerarca.
Por las grandes puertas del despacho clerical, las principales, no
las laterales por donde había entrado el Santo Padre, entró otro
anciano, pero a diferencia del jerarca eclesiástico, se veía fuerte y
vigoroso, vestía un impecable traje negro con corbata del mismo
color, la Santa Madre le extendió los brazos y lo besó en la mejilla
efusivamente, el Santo Padre evitó mirarlo, pero se veía sonrojado.
–Hola Vexo, viejo amigo... –saludó el nuevo invitado–. ¿Cómo
estás?
–Albir Sadr –el jerarca eclesiástico levantó la mano a modo de
saludo, se sentía avergonzado de que su viejo amigo lo viera en silla
de ruedas–, que visita tan importante, jamás pensé ver en este
despacho al Presidente del Supremo Consejo de la Orden de los
Caballeros Fantasmas, el grupo de guerreros más poderoso del país,
completamente opuesto a la Iglesia.
–Los Caballeros Fantasmas no somos enemigos de la Iglesia ni
mucho menos, Vexo –afirmó el elegante caballero–, lo sabes bien,
pero somos un grupo laico, independiente de cualquier religión,
estamos para salvaguardar el estado de derecho y la ley.
–Si no mal recuerdo cuando eras el Gran Maestre de tu Orden
fuiste mi más férreo opositor, siempre has estado contra la voluntad
de los Dioses.
Albir Sadr le sonrió a su amigo de toda la vida, tal vez Vexo y
Linya, junto con él, eran los últimos guerreros élite de su generación,
pensaba que los tres ya estaban demasiado viejos para discutir temas
tan trascendentales para el país, deberían estar retirados y disfrutando
de sus últimos años de vida, pero, desgraciadamente, sus puestos los
obligaban a dedicarse hasta el final de sus días a su país en su propio
caso y a la religión en el de sus antiguos compañeros.
–En nuestros mandatos nunca hubo confrontación entre los
representantes de la ley y de la religión, incluso llegamos a trabajar
hombro con hombro a pesar de vivir algunos momentos difíciles, tú
y yo siempre resolvimos las cosas por medio del diálogo. Fui en
algunas ocasiones tu opositor porque tus ideas eran muy radicales,
Vexo, trataste de imponer tu religión sobre las demás, querías que el
culto a los tres Dioses fuera proclamado por ley como la única
religión del país...
–Porque es la verdadera –se defendió el Santo Padre–, lo hice por
Boleria y sus ciudadanos.
–Y seguramente para obtener más poder, parece que no estudiaste,
Vexo, debes recordar en qué miseria se sumió el país en la guerra de
las religiones y la época oscura que le siguió después...
–Eso fue hace siglos –replicó el anciano en silla de ruedas–, en el
tiempo de los primeros hombres libres, épocas que no regresarán,
ahora nadie puede hacer lo que hizo Elohim en aquel entonces,
estamos en la era de las comunicaciones, no en caballos como
cuando puso a Boleria a sus pies.
–Aún así, ¿crees que Levit se iba a quedar con los brazos
cruzados?
–Levit jamás podría con el poder conjunto de los demás estados...
–El estado de los desiertos quizá no, pero los Yaotl y los
Arcángeles sí, recuerda lo que sucedió en la Segunda Gran Guerra de
Clanes, ten por seguro que por el primero que irán es por ti.
El Santo Padre pensó en los miembros del Clan Yaotl, los más
poderosos del país junto con los De Grieff, familias que gobernaron
alternativamente Boleria desde su fundación, en épocas pasadas la
Corona y la Iglesia intentaron hacerse con el control de Boleria,
intentando arrebatar la presidencia a los De Grieff y a los Yaotl,
dando paso a la Segunda Gran Guerra de Clanes, confrontación que
las dos históricas y más poderosas Instituciones no ganaron y que
reafirmó el poder de los dos principales Clanes del país.
–No les temo –dijo con valerosidad el Santo Padre–, además, su
reinado ha terminado.
–Eso es intrascendente, te aseguro que muchos Clanes de Boleria
se unirían al Clan Yaotl en su lucha, sólo por escalar posiciones de
poder, tu plan era inviable.
–No del todo...
–Sé a lo que te refieres –Albir Sadr señalaba al viejo jerarca
eclesiástico–, estabas formando tu ejército particular para armar tu
propia revolución religiosa, pero fuiste detenido a un precio muy
alto.
–Y por eso pagarán los encargados de detenerme, se cobraron en
su operativo muchas vidas inocentes, pecados por los que deben
pagar.
–El que mató a esos infantes fuiste tú, Vexo, exponiéndolos a esos
grotescos experimentos, si no hubiera sido el Escuadrón de la
Muerte, los Caballeros Fantasmas te hubiéramos detenido.
–Tú no serías capaz de masacrar a todos esos infantes ni hubieras
permitido que otros lo hicieran... –replicó con toda seguridad el
Santo Padre.
–Tienes razón, supongo que por eso los fallecidos antiguos
patriarcas no me encomendaron esa misión, pero te aseguro algo,
Vexo, y quiero que medites muy bien mis palabras, si inicias una
guerra contra la Mafia, el Consejo que presido y los Caballeros
Fantasmas arrasaremos con tu ejército, cualquiera que sea...
¿Entiendes lo que te digo?
–Da por recibida tu amenaza, Albir, pero sé consciente de que tu
grupo está fracturado y lo seguirá estando hasta que encuentres a los
Profetas, los guerreros de Riazor pertenecientes a la Orden del estado
de los hielos que asesinaron a los Herreros de Hamal. Ese sólo es uno
de tus problemas, al interior de los Caballeros Fantasmas hay varias
pugnas silenciosas, batallas políticas por el poder que podrían teñirse
de sangre, una vez que se rompa tu grupo, nadie me detendrá, si tú
intentas hacerlo, acabaré con tus protegidos Orden por Orden.
–Igualmente doy por recibida tu contra amenaza, Vexo, pero por
el momento vamos a dejar las cosas en paz... ¿Te parece?
–Está bien –aceptó el Santo Padre, después le indicó a su asistente
que deseaba marcharse, la mujer de blanco empujó la silla de ruedas
hacia la salida lateral, el viejo jerarca ni siquiera se despidió de sus
dos antiguos amigos.
–Gracias por venir, Albir. –La Santa Madre apretó la mano del
Presidente del Supremo Consejo de la Orden de los Caballeros
Fantasmas una vez que salió el Santo Padre y se cerró la puerta
lateral.
–No es nada –Albir Sadr correspondió el gesto–, pero nuestro
amigo quedó mal psicológicamente, debes tenerlo vigilado, estamos
ante una nueva oportunidad con este gobierno, no podemos permitir
que una guerra interna lo desvíe de lo que realmente importa, de
seguir el ideal de formar una nación más justa y fuerte.
Los dos veteranos e influyentes líderes se quedaron un momento
en silencio, ambos sabían que el camino del cambio era escarpado,
lleno de dificultades y que bastaba cualquier pequeño obstáculo para
desencadenar una avalancha que lo destriuiría todo, el supremo
peligro tenía nombre y habitaba en la Isla de la Victoria de Levit,
cualquier confrontación entre grupos élite, por más pequeña que
fuera podía sacar de su letargo a los peligrosos Titanes.
EL ACUERDO

La cúpula del edificio de la Guardia del Destino ubicado en la


Ciudad Sagrada de Uruk, metrópoli más importante de Ishtar, capital
de Boleria, sobresalía en el rumbo de la parte sur de la región,
ubicado en una zona no urbana, el imponente inmueble era la única
construcción en un inmenso parque ecológico.
Situado a diez minutos andando a pie de la zona urbana más
próxima, el edificio del grupo protector de la Ciudad Sagrada de
Uruk marcaba el inicio de las cien hectáreas de bosque que
dominaban la región.
El inmueble era hermoso, parecía una antigua iglesia, se alzaba
hasta los trescientos metros sobre el suelo y remataba en las alturas
con tres cúpulas, dos pequeñas y una enorme, el lugar estaba vigilado
por la alta tecnología, operaba con un mínimo de personal humano,
una buena mezcla de dos mundos distintos: el pasado y el presente.
Sobre una base rectangular, el edificio contaba con seis entradas a
su interior, la principal era una enorme puerta de madera que parecía
demasiado frágil para resguardar a los integrantes de un grupo élite,
sin embargo, era indestructible, el revestimiento de madera sólo era
la fachada, al igual que las piedras labradas que abarcaban la parte
exterior de todo el inmueble, por dentro, los materiales más sólidos
de construcción y la alta tecnología hacían que ese sitio fuera
inexpugnable, los únicos objetos originales y sin un "interior"
reforzado eran las enormes gárgolas que observaban todo el
panorama desde los pisos más altos del inmueble.
El alba despuntaba cuando la figura encapuchada estaba entrando
en el terreno previo de ingreso al inmueble, de inmediato los
scanners invisibles hicieron su trabajo, reconocieron por su cuerpo,
complexión, peso, huellas digitales y retina a la persona que
caminaba hacia la entrada, en cuestión de segundos ya estaba
plenamente identificada.
Cuando el Presidente del Boleria entró al edificio, al otro lado de
la puerta lo esperaba Arne Riazor, su hombre de confianza, ambos se
dieron la mano mientras el dirigente del país preguntaba:
–¿Ya llegó nuestro invitado?
–Desde hace una hora –respondió Arne señalando su reloj de
pulsera–. Está en el salón de juntas...
–Llévalo a tu oficina, ahí me siento más seguro.
–Como tú digas, allá te veo.
Mientras Arne iba por el invitado, Arlés cruzó el inmenso
recibidor, siempre lo impresionaba pasar por ese lugar, no importaba
las veces que lo hiciera. El Presidente estaba parado en el centro
mismo del inmueble, en donde con solo alzar la vista se observaba la
imponente cúpula, los distintos pisos que abarcaba el edificio se
extendían a su alrededor, en sólo tres de ellos se podía transitar hacia
el extremo contrario a través de un piso de fino cristal que parecía ser
invisible, desde donde se encontraba Arlés se podía observar
perfectamente la pintura que adornaba el domo, era la imagen de la
serpiente emplumada: Quetzalcóatl, bestia mítica que controlaba el
hombre llamado a ser el Presidente de Boleria: Kukulcán, guerrero
que había sido depuesto en la guerra de revolución.
La enorme serpiente se veía amenazante, su colorido plumaje
verde, amarillo, rojo y azul abarcaba toda la longitud del domo
aleatoriamente, sus enormes fauces parecían devorar a los visitantes
y sus alas eran dos enormes tragaluces que iluminaban la estancia.
–Esa no es una imagen que debería ver un niño pequeño –
murmuró para sí el Presidente que se sentía intimidado ante la
pintura en la cúpula–. Tendría pesadillas durante un buen tiempo.
Arlés se siguió de largo hasta llegar a los elevadores, al igual que
en la entrada, un escáner lo reconoció, las puertas del ascensor se
abrieron ante su proximidad, una vez adentro, el Presidente
mencionó: "Amón", el elevador subió tres pisos y después se deslizó
lateralmente ochenta metros, se detuvo justo enfrente de la oficina
del Guardián del Destino que el mandatario había mencionado.
El Presidente del país salió del ascensor y nuevamente su cuerpo
fue escaneado, las puertas de la oficina de Arne Riazor se abrieron,
Arlés se dirigió directamente hasta el moderno escritorio de su
subalterno, era del mismo material que los pisos "invisibles" que
abarcaban la parte media del edificio, los que permitían observar la
cúpula.
Arlés se sentó en la cómoda silla de piel y empezó a jugar con los
controles de ese escritorio, oscureciendo el mueble y cambiando sus
colores dándole distintos aspectos, él habría querido tener un
escritorio como ese en la oficina presidencial pero los decoradores,
alarmados, se negaron por completo a seguir sus instrucciones, el
despacho presidencial debía verse sobrio, no moderno, le dijeron que
si el Presidente deseaba un "artefacto de esos" –con desprecio,
obviamente–, podían acondicionarle otra oficina de trabajo para que
se "divirtiera" desde ahí.
El máximo mandatario más que molestarse se divirtió con aquello,
los "artistas" como se hacían llamar los decoradores del Palacio
Presidencial, así eran, caprichosos, pero había que aceptar que su
oficina se veía soberbia, de eso ni hablar.
Mientras Arlés se entretenía dándole la imagen al escritorio de
Arne de un lobo hambriento, escuchó unos golpes en la puerta, era el
Guardián del Destino acompañado del Emperador, el Presidente
quiso apagar el sistema de imágenes pero en vez de eso cambió al
lobo hambriento por el enorme trasero de una chica.
–¿Cómo demonios se apaga esto, Arne? –preguntó Arlés temeroso
de apretar un botón que mostrara una peor imagen.
–A mí no me molesta esa imagen en lo más mínimo, Señor
Presidente –comentó el Emperador al tiempo que le ofrecía la mano
para saludarlo.
–A mí sí –le respondió Arlés estrechando la mano del mafioso y
sonriéndole al mismo tiempo–. Me temo que no me va a prestar
mucha atención si tiene esa imagen de frente...
Tanto el Emperador como Arne empezaron a reír por la broma del
Presidente, eso ayudó a relajar el ambiente, Arne desactivó el sistema
de imágenes y el escritorio volvió a ser trasparente, después apretó
otro botón y el mueble cambió a una apariencia de madera antigua
que combinaba bien con la decoración de su oficina. Una vez que
pasó el momento divertido, el mandatario federal dio comienzo
formalmente la reunión.
–Espero que me permita llamarlo señor Caroli –inició diciendo
Arlés–. Una antigua amiga mía me dijo una vez que los nombres de
guerreros son muy formales, jamás permitió que la llamara por su
nombre de guerrera, decía que el llamarnos por nuestros nombres de
origen nos hacía recordar que éramos amigos. Hasta donde sé, esta es
una reunión informal, amistosa, espero no estar equivocado...
–De ninguna manera –respondió el Emperador–, es un honor para
mí que usted acceda a llamarme por el nombre de mi Clan, o si lo
prefiere puede llamarme Dalet, mi nombre de nacimiento, yo por mi
parte me gustaría que me permitiera dirigirme a usted como Señor
Presidente, esta podrá ser una reunión amigable o informal, pero su
investidura debe respetarse en todo momento y por todo mundo.
–Agradezco su deferencia, señor Caroli, para ahorrarnos tiempo y
pláticas inútiles me gustaría ir directamente al motivo de esta
reunión, ya he sido puesto en antecedentes de lo que sucede y me
gustaría conocer los motivos por los que usted desea hablar
directamente conmigo.
–Al punto vamos entonces, Señor Presidente, ya he platicado con
Pendu y me ha informado que lo ha puesto a usted al corriente de lo
que sucede, por lo que estoy de acuerdo en hablar directo y sin
tapujos.
–Lo escucho –respondió Arlés pensando que precisamente ese
tipo le estaba dando más vueltas de lo necesario al inicio de sus
pretensiones.
–Como usted bien sabe –comenzó diciendo el Emperador, quien
no se veía incómodo o intimidado por la figura presidencial–, hace
poco fue asesinado un miembro del extinto Escuadrón de la Muerte.
–Sí, el hombre al que llamaban Chariot, por la premura de esta
cita no pude investigar mucho al respecto, pero al parecer ustedes
aseguran que el asesino es el Santo Padre...
–Así es.
–¿Tienen alguna prueba de ello?
–La tengo, de otra manera jamás osaría molestarlo, si usted trató
de investigar la muerte de Chariot, se habrá dado cuenta que el
informe policial está alterado.
–¿A qué se refiere? –preguntó Arlés señalando a Arne, quien de
inmediato abrió uno de sus archiveros, a la proximidad de su mano el
cajón que seleccionó se abrió, nadie más que no estuviera autorizado
por él podría abrir ese archivero, extrajo un expediente y lo dejó
sobre el escritorio, el Presidente lo empujó hacia el líder mafioso–.
Por favor, indíqueme las inconsistencias.
–Para empezar no hubo investigación –señaló el Emperador–. El
caso se cerró como un robo, no hubo testigos ni sospechosos, el
cuerpo por "error" fue puesto en la lista de cremaciones y al día
siguiente Chariot ya no era más que cenizas.
–¿Y cuáles son las inconsistencias? –Arlés con el dedo índice
tocaba el expediente presionando al Emperador, el mafioso aún no le
decía nada que él no supiera–. Quiero decir, además de las obvias,
ambos sabemos que Chariot era un guerrero y que es imposible que
unos simples asaltantes lo mataran, pero también es cierto que para
las autoridades de Levit el exmiembro del Escuadrón de la Muerte
sólo era un profesor universitario, ustedes eran un grupo oculto y él
además cambió su identidad, no existía razón para que pensaran que
había algo más aparte de lo evidente: asalto y asesinato posiblemente
por resistencia....
–A eso voy –dijo el Capo abriendo el expediente y extrayendo una
fotografía del cuerpo sin vida de Chariot y entregándosela a Arlés.
–Yo no soy un gran detective y no podría decirle qué es lo extraño
de esta imagen –comentó el Presidente agitando la fotografía de
Chariot–. Veo el cuerpo de una víctima de asesinato, no más...
–Todas las fotografías son similares –aseguró el mafioso.
–¿Y qué con eso? –preguntó Arlés observando las fotografías que
había en el expediente, en todas salía el cuerpo sin vida de Chariot
desde distintos ángulos, nada raro.
–Que en ninguna de esas fotografías aparece así mi
excompañero... –El Emperador le extendió al Presidente una
fotografía que sacó de su impecable y carísimo traje azul a rayas,
cuando Arlés la vio se quedó pensativo, el líder mafioso con una
expresión sin mostrar emociones preguntó–: ¿Ve las inconsistencias,
Señor Presidente? ¿Cree que la policía local debió pensar que el
asesinato de Chariot fue por un simple asalto y no había razón para
investigar?
Arlés no le respondió al Emperador, observaba atento la imagen
que le mostraba el mafioso, esa fotografía que no aparecía en el
expediente lo cambiaba todo, era por demás obvio que debía estar
integrado también un informe completo además de la necropsia
respectiva, en el pecho de Chariot estaba cosido por un extraño hilo
que resaltaba la piel, hilo psíquico pensó el Presidente, el número
"2".
–Ya tiene mi total atención, señor Caroli, vamos a quitar de la
ecuación la corrupción de la policía de la ciudad de Esdras en Levit,
por ahora no interesa para los motivos de esta reunión, dígame lo que
usted sabe me interesa.
El Emperador sonrió, le había caído bien el Presidente, no se
andaba con rodeos y lo había estudiado a él perfectamente, incluso
pensó que ya sabía lo que diría antes de que él lo mencionara. Dalet
Caroli también investigó a Arlés Probzzer, sabía de su difícil infancia
y de su pasado criminal, a la edad de ocho años ese chico ya tenía el
control de la delincuencia del Tercer Distrito de Arcadia, era
conocido como el pequeño Capo y no había criminal que se atreviera
a retarlo, y ahora, cuando aún no contaba ni con veinticinco años, era
el máximo jefe del país, pensó que no importaba dónde se
desenvolviera ese chico, en cualquier lugar sería el líder, incluso por
encima de él, por encima de quien fuera, eso lo hizo querer llegar a
un entendimiento con el ahora Presidente, si lo lograba, su futuro
sería menos aciago.
–Es por demás obvio que el asesino se encargó de que no quedara
rastro de su crimen pero al mismo tiempo se aseguró que sus futuras
víctimas: los exmiembros del Escuadrón de la Muerte, recibiéramos
el mensaje, los siguientes en obtener un número en nuestro difunto
cuerpo podemos ser cualquiera, nuestros asesinos quieren obligarnos
a vivir con temor, desesperarnos y esperar por lo peor.
–Con todo respeto, señor Caroli, no creo que el Santo Padre
pensara eso de usted, como yo lo veo, no creo que nadie pueda
intimidarlo.
–Es cierto –aceptó con orgullo el mafioso–, pero si hay más
muertos obviamente debo tomar acciones para protegerme, el Santo
Padre tiene un elaborado plan que incluye la guerra con la Mafia...
–Obligando al estado a intervenir –Arlés siguió la lógica del
Capo–, de esa manera la presión sobre la Mafia sería tal que tarde o
temprano usted cometerá un error, falla que aprovechará su enemigo
para matarle.
–Me alegra hablar con usted, señor Presidente, me ahorra el entrar
en detalles sin importancia, detalles que no deben ser tratados en esta
reunión por lo menos.
–Algo que sí debe tratarse aquí son las pruebas, señor Caroli, ya
sabemos que hubo una manipulación judicial tendiente a ocultar las
causas de la muerte de Chariot pero no me ha demostrado que es el
Santo Padre quien ha perpetrado el asesinato ni que los miembros del
desaparecido Escuadrón de la Muerte sean sus objetivos, a Chariot lo
pudo matar cualquier guerrero élite que tuviera cuentas pendientes
con él...
–El Emperador le proporcionó otra fotografía al Presidente, en
ella se veía otro cuerpo, en su piel desnuda tenía bordado, al igual
que Chariot, un número, el "1".
–Ese es mi antiguo compañero y mentor, el líder del Escuadrón de
la Muerte a quien llamábamos el Mago, también conocido como
Aleph Nukuch, arrestado desde que se desintegró el Escuadrón de la
Muerte, vea bien el tejido en su pecho, parece que bordaron un
número por debajo de su piel al igual que en el cuerpo de Chariot,
fue hecho con hilos psíquicos, pocas personas pueden hacer eso con
tal maestría y sólo una en minutos, me refiero a uno de los
Inquisidores al servicio del Santo Padre, la guerrera conocida como
Costurera.
Arlés prestó poca atención al Emperador, sabía que la Iglesia
había sido la causante de la muerte de Chariot, no había pruebas de
que fuera el Santo Padre en persona aunque todo apuntara hacia él,
tampoco importaba, lo relevante era detener la guerra entre la Mafia
y la Iglesia, por lo menos hasta tener un plan bien meditado que
dejara a su gobierno libre de toda responsabilidad, entonces la
contienda entre los criminales y los religiosos le convenía, ambos
grupos se debilitarían el uno al otro.
El Presidente no precisaba de más pruebas, al ver la fotografía del
Mago asesinado, reparó en el piso donde la fotografía había sido
tomada, conocía el lugar, no sólo eso, él era un asiduo visitante de
ese sitio, era una prisión de alta seguridad que se encontraba en la
Ciudad de los Dioses Banayah en Ishtar, la famosa Torre Sur, lugar
donde encerraban a los criminales o guerreros más peligrosos del
país, aquellos personajes que deseaban fueran desaparecidos sin dejar
rastro pero que podían necesitar en el futuro.
–Creo que ya ha probado su punto, señor Caroli, no necesito más
pruebas de que hay una conspiración en contra del Escuadrón de la
Muerte por parte de la Iglesia, quien la perpetre, no es relevante
ahora, lo inquietante es su amenaza en contra no sólo del país, sino
de toda la humanidad...
El Emperador sabía que llegaría ese momento, de negociar
basados en su carta del triunfo, trató de ser lo más claro posible.
–Mi amenaza es cien por ciento real, Señor Presidente, pero
tampoco tengo la intención de hacerla efectiva a menos que
realmente esté acorralado, creo que usted me entiende...
–No hay entendimiento en lo que usted plantea, señor Caroli,
necesito que me diga sus intenciones.
–Debe detener a la Iglesia de atacarnos, hable con la Santa Madre
y la Alta Cúpula Eclesiástica, ambas pueden maniatar al Santo Padre.
–¿Y si no lo logro? El Santo Padre puede actuar por su cuenta, en
ese caso la Iglesia deberá castigarlo...
–No, Señor Presidente, recuerde que los criminales no somos
personas de leyes y ya aprenderá, con el tiempo, que la Iglesia
tampoco se rige por la ley del hombre, ni de los Dioses, se rige por
sus propias leyes, aquellas que le convienen y que han establecido
por encima de los gobiernos y las grandes familias, ustedes, los
revolucionarios, terminaron con el dominio de los De Grieff y los
Yaotl sobre el país, pero por encima de ellos siempre han estado la
Iglesia y la Corona, y créame, Señor Presidente, jugando limpio
jamás podrá quitarle su poder al Clero.
Arlés meditaba las palabras de ese hombre, sin duda pensó que
sería un gran adversario al que no deseaba enfrentar, no por el
momento, pero podía utilizarlo, sin embargo, él como Presidente del
país jamás le pediría que precisaba de su ayuda, debía salir del
mafioso ofrecérsela, sólo había que presionarlo un poco más.
–Dígame entonces cuáles son sus demandas...
El Emperador se sentía fascinado hablando con Arlés, ese
muchacho era un verdadero genio, utilizaba las palabras adecuadas
para influir en sus emociones y decisiones, "demandas" era una
palabra fuerte, lo estaba tratando como un terrorista, un terrorista que
tenía como rehén a todo el país, sabía que el Presidente de Boleria lo
estaba acorralando pero no le importaba siempre y cuando obtuviera
lo que buscaba.
–Ya se lo dije, que detenga a la Iglesia, el Santo Padre y sus
esbirros deben ser controlados, si se vuelve a perpetrar otro ataque
contra mi organización, mi respuesta será contundente contra la
Iglesia a menos que me entreguen la cabeza de ese maldito anciano.
–Vamos a ponernos en el peor de los escenarios –planteó Arlés.
–La guerra con la Iglesia se desatará en todo el país –comentó el
Emperador pensando en el peor escenario posible–, si el estado
apoya al Clero y la Mafia pierde terreno debido a ello, todo el país se
irá a la ruina, usted sabe a lo que me refiero...
La batalla argumental seguía entre los dos líderes, el Emperador
estaba jugando de forma magnífica sus cartas, le dejaba muy claro a
Arlés que sólo utilizaría la bomba en un caso extremo, cuando
estuviera totalmente acorralado y no tuviera más salidas, eso lo
convertía en un negociador razonable.
–Voy a intervenir –dijo finalmente Arlés–, trataré de evitar esta
guerra con todo mi poder, y si inicia, será culpa del Clero, quienes
tendrán que responder ante la justicia por eso.
El Emperador veía fijamente a Arlés, con temor y respeto, no
tenía ni puta idea de lo que haría para controlar a la Iglesia, pero
estaba seguro que lo lograría.
–Quedo en sus manos, Señor Presidente.
–Sólo quiero advertirle una cosa... Emperador. –Por primera vez
en toda la plática, Arlés se refería a su interlocutor por su nombre de
guerrero, mala señal, le dio a entender al mafioso que su amenaza era
seria–. El estado no va a intervenir en el conflicto, ni a favor ni en
contra de la Mafia, siempre y cuando sus objetivos no sean personas
civiles, también quiero que sepa que los estados de Boleria se
gobiernan bajo sus propias leyes, yo hablaré con los Gobernadores,
pero usted tendrá que negociar con ellos los términos de su guerra
contra la Iglesia, si es que ésta se da, seamos claros y sinceros,
ustedes llevan las de perder en esa contienda, no se enfrentan sólo a
la iglesia, se enfrentan a todo un pueblo...
–Si cortamos las malas cabezas –señaló el Emperador–, quiero
creer que los verdaderos creyentes, aquellos que realmente viven
para servir a los Dioses, terminarán con esa guerra sin sentido a
tiempo.
–Una última cuestión, señor Caroli... ¿Qué sucederá, sí, aún sin la
intervención del Estado, la Iglesia los derrota y usted termina
acorralado...?
–Moriré peleando –apuntó de inmediato el mafioso–, sólo eso,
ninguna bomba será activada.
–¿Usted tiene el control absoluto de la bomba? –preguntó Arlés
con preocupación, su inquietud estaba más que justificada, si alguien
más aparte de ese hombre podía activar la bomba, nuevamente
estaban en problemas, el Emperador no podía hablar por otra persona
acorralada o al borde de la muerte, quien podía hacer estallar la
bomba por pura venganza.
–No –respondió con toda tranquilidad el Emperador–, tampoco la
tiene ninguno de los miembros de la Sociedad del Crimen o nuestros
subordinados, la tiene una persona ajena a todo esto y sus
instrucciones son precisas, pero que no le quepa la menor duda, si
debe hacerlo, hará estallar la bomba en la Isla de la Victoria.
–Está bien, por su seguridad espero que así sea, porque si por
cualquier motivo esa bomba estalla y usted sigue vivo, le aseguro
que por más que ruegue por su muerte, tardaré mucho tiempo en
darle gusto.
–Advertencia recibida, Señor Presidente, yo también le aviso que
si alguien de su equipo se mete en mi mente o ronda en sus
investigaciones la ubicación de quien tiene el control de la bomba, la
haré estallar y dejaré que el Apocalipsis consuma al mundo.
–No hace falta decir más, Señor Caroli, creo que hemos llegado a
un mal entendimiento pero entendimiento al fin y al cabo que es lo
importante, de ahora en adelante tratará con Pendu o con Amón –
Arlés volteó a ver a su colaborador miembro de la Guardia del
Destino–, espero firmemente que usted y yo jamás volvamos a
vernos, porque si se da ese caso, será porque yo lo estoy cazando y lo
he encontrado...
–Sé que todo saldrá bien, Señor Presidente. –El Emperador le
ofreció la mano a Arlés–. Sé que esta situación es infortunada para su
naciente gobierno y que usted tiene suficientes problemas para tener
que lidiar con uno más, aunque no puede evitar tratar un asunto tan
importante como éste, yo sé que usted es muy inteligente y le sabrá
sacar provecho a la situación que nos compete, hasta ahora, todos los
gobernantes del país se han inclinado ante la Iglesia, seguramente
hoy por hoy, esa es su mayor presión, tarde o temprano cederá, sin
embargo, recuerde que la Santa Madre ya es una anciana y viene el
relevo generacional, el Santo Hermano ya está siendo preparado para
tomar las riendas de la Iglesia y Mundo, el mejor amigo de su
Secretario del Interior, en un futuro será el protector y la persona más
cercana al próximo jerarca eclesiástico, una gran ventaja. Tampoco
tengo que recordarle que ahora tiene usted un gran apoyo y un medio
para presionar a la Iglesia, lo suficiente para alejarla de las cuestiones
del gobierno: nosotros, la Sociedad del Crimen, utilícenos, por lo
menos en las mesas de negociación, yo le tengo fe, sé que saldrá
avante y quien sabe, tal vez en el futuro, si es un buen gobernante,
nos convenza de convertirnos en personas honorables.
Arlés le sonrió al Emperador y estrechó su mano, ahora sabía por
qué ese hombre dominaba toda una ciudad desde su posición de
criminal, era muy astuto e inteligente, un hábil negociador también,
el tipo de persona que le gustaría tener a su lado, en esa pequeña
plática no sólo él había desnudado y entendido a la perfección el
perfil y la personalidad del mafioso, el Capo también lo había
descifrado a él, por lo menos lo que Arlés le permitió descifrar, esa
también fue una prueba para entender mejor a un posible futuro
enemigo, ahora a ambos se les venía el verdadero reto encima:
controlar a la todopoderosa Iglesia.
EL CONVENTO

Nina Sargás recibía una nueva tanda de azotes por parte del
“ejecutor” preferido del Sacerdote: su hijo. Otra vez había sido
sorprendida escondiéndose de sus labores y esa era de las peores
faltas que podía cometer, el chico, un par de años menor que ella, le
pegaba con saña, el fuete de piel ya estaba cubierto con la sangre de
la menor. Al alto religioso le gustaba ordenar a su vástago que
infringiera dolor en las niñas del Convento, le agradaba el
sufrimiento ajeno.
Boyle Riazor era el nombre del menor, hijo del Sacerdote y la
Madre Superiora del Convento, un niño con una actitud que se podía
calificar de todo menos de normal ante las personas, sólo obedecía a
su padre y lo hacía de una manera mecánica, como si fuera un robot,
un ente sin voluntad, cualquier orden dada por el Sacerdote era
obedecida por el menor en ese mismo instante.
Cuando se contaron los doce azotes –dos más que la vez anterior y
diez más que la primera vez–, Nina estaba casi al borde del desmayo.
La menor, como era su costumbre, no lloró, gritaba del dolor, por
supuesto que lo hacía, cada nuevo golpe le escocía la piel pero jamás
lloraba. Terminado el castigo observó al padre y al hijo, sus miradas
eran totalmente diferentes, la del Sacerdote se veía pletórica, se
notaba que disfrutaba ver la manera tan brutal y salvaje con la que
era azotada, por su parte, Boyle estaba impasible, serio, parecía que
nada había sucedido, no se veía incómodo por la situación pero
tampoco se notaba que lo disfrutara, parado en posición de “firmes”
esperaba una nueva orden de su padre.
Después de recibir su castigo fue enviada a que cumpliera con sus
labores dentro del Convento, aunque no lo quería aceptar, a Nina le
daba miedo Boyle, más miedo que el mismo Sacerdote, en cuanto
veía a aquel chiquillo con el fuete las piernas le temblaban, sabía que
el sufrimiento sería el doble de cuando la castigaban las otras
religiosas, además de su extraño comportamiento, el hijo de su
torturador tenía una fuerza bestial.
Cuando llegó a la Capilla principal del Convento dejó de pensar
en Boyle Riazor, se desvaneció, ahí fue auxiliada por Annie y
Rachel, dos pequeñas más o menos de su edad con las que había
hecho amistad.
Rachel Arcturus, una pequeña miedosa y sin carácter, siempre
detrás de Annie, tomaba con preocupación la mano de Nina.
–Tiembla por completo... yo creo que ahora sí se excedieron en el
castigo...
–Seguramente le volvió a tocar castigo con Boyle Riazor, no hay
niña en el Convento que no le tenga miedo a ese animal –exclamó
Annie Harrods, una niña rebelde y autoritaria, quien al igual que
Nina, tampoco obedecía a la autoridad, la diferencia era que la
miembro del Clan Harrods estaba en el Convento patrocinada por su
familia como una estudiante élite, por lo que las hermanas religiosas
eran mas consecuentes con ella–. Pero es su culpa –señaló a Nina–.
Siempre escapa de los deberes, ni yo soy tan temeraria para hacer
eso.
–Nina no elude sus deberes –repuso Rachel en un murmullo–, sólo
escapa cuando la manda llamar el Sacerdote...
–Da lo mismo –contestó Annie alzando la voz–, yo he ido a servir
al Sacerdote, el tipo es molesto pero de ahí no pasa, yo creo que Nina
exagera...
Rachel bajó la vista, ella mejor que nadie entendía a Nina, el
Sacerdote era algo más que molesto, era un maldito enfermo al que le
gustaba tocar a las niñas, a Annie no la molestaba por su carácter
indómito y beligerante, sabía que ella lo delataría en un instante, pero
con Rachel era distinto, la chiquilla era tímida y asustadiza, la tenía
bajo su completo control y con Nina era otra cosa, la menor no tenía
a nadie que viera por ella, por lo que tenía carta abierta para hacer lo
que quisiera con la hija adoptiva de su fallecido amigo Chariot, pero
la chiquilla era rebelde, algo que al clérigo le divertía, tenía
curiosidad de saber hasta cuantos azotes aguantaría antes de
doblegarse por completo a su voluntad.
Annie y Rachel recargaron a Nina en una pared y ambas hicieron
el trabajo de las tres, limpiaron por completo el principal altar y
capilla dedicado a la Diosa de la Naturaleza, Nah, mientras lo hacían,
la tímida miembro del Clan Arcturus rezaba porque la Diosa matara
al Sacerdote y así la dejara a ella, a Nina y a muchas otras niñas en
paz.
Una vez que terminaron sus deberes, las dos chiquillas llevaron a
Nina a la enfermería para que fuera tratada de sus heridas, en el
Convento tenían lo mejor en aparatos médicos de última generación,
se quedaron con Nina hasta que fue capaz de caminar por su cuenta y
después de realizar sus demás actividades del día las tres se fueron a
su dormitorio, en el camino, Annie reclamaba a su amiga:
–Deberías de ser más obediente, Nina, bien sabes que a mí me
toleran porque mi familia patrocina este mugroso lugar, pero tú no
eres más que una huérfana recogida, contigo estas malditas e
hipócritas religiosas no tendrán piedad, te han golpeado tantas veces
que aunque los doctores se esmeran por dejar tu espalda como nueva,
ya tienes algunas marcas permanentes…
Nina tenía todo el tronco del cuerpo vendado, le dolía hasta
caminar, escuchaba indiferente el regaño de su amiga.
–Yo soy obediente, siempre hago todo lo que me ordenan...
–Pero tienes una muy mala actitud cada vez que te manda a llamar
el Sacerdote, yo sé que el tipo es un pesado y su supuesto sentido del
humor en vez de hacerte reír te hace enojar, pero eso no es para que
lo odies, no al menos hasta el punto de dejarte azotar por el sádico de
Boyle Riazor con tal de evitar verlo a solas.
Rachel escuchaba el reclamo de Annie con el alma en un hilo,
esperaba que Nina hablara, que contara las atrocidades que el
Sacerdote la obligaba a hacer, así ella podría apoyarla, jamás
confesaría que ella también era una víctima, tenía miedo de hacer
enfadar a los Dioses al hablar mal de uno de sus representantes en la
tierra, pero pensaba, a través de Nina, hacer que ese maldito pedófilo
fuera expulsado del Convento.
Para decepción de Rachel, Nina no habló, la chiquilla había sido
amenazada por el Sacerdote, si decía algo de lo que hacían cuando
estaban a solas, él se encargaría de correrla del Convento, entonces,
quedaría sola y desamparada, afuera había gente muy mala que le
haría cosas peores y ella tendría que soportarlas con tal de llevarse
comida echada a perder a la boca, peor aún, no sería instruida
adecuadamente para poder vengar a su padre, a su amado Chariot,
tampoco podría volver a encontrarse con su hermana gemela, con
Anais, al palacio del Rey no entraba cualquier persona, se necesitaba
ser un ciudadano élite para acercarse a la Corte.
Nina apretó los dientes, lo más importante para ella, más que su
propia seguridad era encontrar a su hermana gemela y a los asesinos
de su padre, volver a ver a la única familia que le quedaba y vengar
al hombre que siempre la había tratado con amor incondicional y
ternura, ese hombre a quien ella quería por encima de todas las cosas.
Por lo que calló, simplemente dijo que no soportaba al Sacerdote y
que aunque la destrozaran a palos ella nunca volvería a ir a servirle.
Rachel maldijo en silencio, observó a Nina con rencor, si ella no
hablaba, ¿quién lo haría? Nina era la persona más valiente que
conocía y también le temía al Sacerdote, decidió presionarla más.
–¿Hay alguna razón en específico para que no quieras ver al
Sacerdote? No sé, por ser huérfana tal vez a ti te moleste más que a
las demás...
–No Rachel –dijo tajante Nina–. Me trata como a todas,
simplemente no soporto a ese tipo, me repugna.
–Pero debe haber algo más...
–Nada más, Rachel –la interrumpió Nina, se le escuchaba
molesta–, y no quiero seguir hablando de eso.
–Sí Rachel –exclamó Annie–, deja a Nina en paz, tu podrás ser un
dócil corderito –abrazó por el cuello a su golpeada amiga–, pero Nina
y yo somos unas rebeldes, nada ni nadie nos gobierna... ¿Verdad
amiga?
Nina le sonrió a Annie y tomó la mano de Rachel, la tímida niña
dio por terminada la plática, se reprendió a sí misma por haber
odiado a Nina, la cobarde ahí era ella, su deber era apoyar a sus dos
amigas.

Era de madrugada cuando el cuerpo de Nina exigió ser


alimentado, después de los azotes, las labores y los estudios de la
tarde no le dio tiempo de comer, no hizo la primer comida porque en
ese momento la estaban azotando y en la segunda apenas si probó
alimento, se sentía mal después de la paliza.
Hasta esa inapropiada hora le dio hambre, ya estaba medio
dormida y decidió aguantarse hasta el día siguiente, pero el malestar
en el estómago continuó, después de soltar varias maldiciones se
incorporó y decidió buscar algo de comer con el peligro que
entrañaba el que la descubrieran: la volverían a azotar.
Nina ya era una experta ladrona de alimentos, esa no era la
primera vez que le daba hambre en las noches y nunca se quedaba
con el antojo. Había aprendido a ser silenciosa, caminaba descalza
sin hacer un solo ruido y de manera ágil, burlaba como una
profesional a las religiosas que vigilaban las habitaciones, no le
representó ninguna dificultad escabullirse hasta la cocina.
De inmediato atacó el refrigerador hasta saciarse, una vez que
estuvo satisfecha, todavía se preparó un emparedado “para el
camino”, de regreso tomó la ruta larga “para bajar la comida” además
de que era el menos transitado por las religiosas.
Cuando pasó cerca de la oficina del Sacerdote algo llamó su
atención, una sombra tal vez, se puso nerviosa, con sumo sigilo se
acercó sin ser vista, en la entrada de la oficina sólo estaba Boyle
Riazor, al parecer, haciendo guardia, Nina se preguntó a quien estaría
torturando ese hombre a esas horas, decidió huir enseguida antes de
que la descubrieran y ella se convirtiera en el receptáculo de la ira del
responsable del lugar.
Al día siguiente todo fue normal en la rutina del Convento, Nina
asistió a sus clases e hizo sus labores, lo único fuera de lugar fue que
pasó por la oficina del Sacerdote y Boyle Riazor seguía ahí, estático,
en la misma pose que la noche anterior, Nina no le prestó atención y
se siguió de largo.
En la noche nuevamente no podía dormir, se sentía furiosa… ¿Por
qué precisamente a la hora de dormir era cuando se ponía a pensar en
estupideces? No podía quitarse la imagen de Boyle Riazor haciendo
guardia afuera de la oficina del Sacerdote, tenía curiosidad, mucha
curiosidad.
Sus dudas vencieron a su buen juicio, Nina decidió que tenía
hambre y que regresaría por el “camino largo”, eso nada tenía que
ver con Boyle Riazor, sólo se trataba de seguridad, su seguridad.
Se hizo un gigantesco emparedado que jamás en su vida se
comería, también tomó un jugo a pesar que no tenía sed, después
regresó a su dormitorio por el seguro camino largo.
Pasó cerca de la oficina del Sacerdote y lo vio, ahí estaba Boyle
Riazor, en su misma pose afuera de la oficina de su padre. Nina tardó
una hora en decidirse, se maldijo a sí misma por ser tan estúpida y
después caminó hacia el menor.
Primero pasó por delante de él, como si fuera a plena luz del día,
de reojo observó por debajo de la puerta, no se observaba que
estuviera alguna luz prendida. Boyle se quedó estático, como si nada
hubiera sucedido, no hizo nada por detenerla ni le habló siquiera, de
reojo Nina se percató de que ni siquiera la siguió con la mirada.
Se detuvo a unos metros de él, lo observó a detalle, era el mismo
de siempre, el mismo que la azotaba con saña pero sin mostrar
ninguna emoción, un ser mecánico incapaz de hacer cualquier cosa
por sí mismo, un pequeño idiota sin iniciativa sometido por completo
a la voluntad de su padre.
Nina se regresó y se quedó parada a su lado, sin decir nada. Pasó
media hora y ninguno de los dos decía palabra alguna, Nina notó que
sólo de vez en cuando Boyle observaba el alimento. La menor le
ofreció el emparedado a Boyle pero el hijo del Sacerdote no le
respondió, se quedó mirando al frente como si ella no existiera,
entonces Nina le dio una gran mordida al bocadillo mientras con la
boca llena comentaba: “delicioso”, observó que Boyle la veía de
reojo.
El hijo del Sacerdote se quedó estático, sin hacer o decir nada,
Nina se desesperó, golpeó con el alimento el pecho del menor y le
preguntó:
–¿Te prohibieron comer?
Boyle no respondió, sólo se quedó viendo el alimento.
–Si no te lo comes te lo meteré yo misma en la boca… –amenazó
Nina.
No necesitó decir más, Boyle atacó el emparedado
desesperadamente, se lo acabó en un santiamén junto con el jugo,
Nina corroboró que tenía razón, el maldito del Sacerdote había
dejado ahí a su hijo, más de veinticuatro horas, de pie, sin dormir y
sin comer.
Entonces le dieron ganas de llorar, observó a detalle el rostro de
Boyle, se veía imperturbable pero observándolo más a detalle era
claro que estaba en su límite, tenía ojeras y de vez en cuando
apretaba los dientes, sus manos no estaban quietas, de vez en cuando
se “apretaba” la piel para sentir dolor y no derrumbarse, parecía que
desfallecería en cualquier momento, el alimento le había dado fuerza
pero lo que el Sacerdote le hacía a su propio hijo era inhumano.
Nina se sentía cansada pero no se fue, se quedó con Boyle, en
silencio, hasta casi el amanecer, tenía ganas de enfrentarlo, de
espetarle que no tenía por qué obedecer al imbécil de su padre, que
tenía opciones, pero no lo hizo, no le dijo nada, no se creyó con
derecho de hacerlo, sólo se despidió.
–Adiós, si por la noche sigues aquí, te volveré a traer alimento y te
acompañaré.
Entonces se alejó, era peligroso que las religiosas entraran a su
habitación y no la encontraran en su cama, avanzó unos metros
cuando a su espalda escuchó:
–Si mi padre me pide que te golpee lo volveré a hacer.
–Lo sé –le respondió una Nina sonriente–, lo mío no pasa de unos
cuantos azotes, lo tuyo es más cruel.
Después de ese día, Nina no se quedó con los brazos cruzados, se
puso a investigar la relación del Sacerdote y su hijo. En el Convento
de Riazor estudiaban jovencitas de prominentes y ricas familias, la
mayoría de ellas del norte de Boleria, niñas que se creían el centro
del universo. Así como se llevaba pésimo con casi todas las alumnas
de la escuela que la veían por debajo del hombro por su condición, se
llevaba bien con las trabajadoras, a través de ellas pudo formarse una
idea de la vida de Boyle Riazor.
Al parecer el Sacerdote era tan hijo de puta con su retoño como lo
era con las demás alumnas, lo tenía bajo su completo dominio, según
algunas empleadas, incluso lo habían visto comer basura porque así
se lo ordenaba su padre. Lo de montar guardia afuera de la oficina
del único religioso varón en el Convento era, al parecer, una práctica
común, varias mujeres le comentaron que si el Sacerdote no disponía
de su hijo, Boyle tenía que estar de pie afuera de su oficina a la
espera de las órdenes de su padre, había veces que el religioso salía
por varios días y se le olvidaba dispensar a su hijo, por lo que Boyle
se quedaba de pie, sin dormir y sin comer afuera de la oficina del
religioso.
Las empleadas le explicaron a Nina que tenían prohibido hablarle
o acercarse a Boyle, en alguna ocasión que una de ellas había
ofrecido alimento al menor, jamás se volvió a saber de ella. Con eso
bastó para amedrentarlas a todas, jamás nadie se volvió a acercar al
hijo del Sacerdote.
Como era su costumbre, Nina se rebeló, pactó con las chicas del
servicio, en las que más confiaba y a las que más pena les daba la
situación de Boyle, que le avisaran cuando se quedaba en esas
inhumanas guardias, Nina siempre lo visitó, le llevó alimentos y lo
acompañó, todo a pesar de que cuando a Boyle le tocaba “castigarla”,
lo hacía con brutalidad y sin misericordia.

El Sacerdote siguió haciendo de las suyas, atraía a las niñas de


entre cinco y quince años a su despacho, tenía muchas formas para
hacerlo, pero la principal era a través de Rachel, la pequeña miembro
del Clan Arcturus estaba completamente sometida a su voluntad.
La menor estaba temblando ante la presencia del Sacerdote, la
niña que debía llevarle ese día era precisamente Nina, objetivo que
obviamente Rachel no consiguió, temblaba ante la presencia de ese
malvado hombre que la veía divertido.
–¿Qué sucede Rachel? ¿En dónde está Nina?
–No pudo venir –respondió la pequeña apenas en un murmullo–,
pero puedo traer a alguien más, si me da unos minutos...
–No te preocupes por eso –le dijo el Sacerdote con su voz
calmada pero al mismo tiempo azotando el libro sagrado en el suelo,
Rachel se sobresaltó y empezó a temblar de miedo, el clérigo tronó
los dedos de la mano derecha–. Quítate la ropa ahora mismo.
Rachel se quedó en una pieza, sin hacer nada, sólo temblando,
quiso excusarse, rogar por sólo unos minutos para llevarle a otra
niña, pero no dijo nada, el miedo no le permitió hablar.
–¿Estás retando a la autoridad de los Dioses? –exclamó el
Sacerdote con su voz más potente, aquella voz que hacía a las
personas arrodillarse ante él–. Recuerda los suplicios que te
aguardarán en tu otra vida si no eres una persona temerosa de los
Dioses, yo soy su representante en este mundo y tienes que cumplir
mis deseos, de otra forma te puedo maldecir y perderás tu alma,
sabes bien que yo puedo hacerlo...
–¡No! –gritó Rachel fuera de sí, corrió hacia el Sacerdote y se
aferró a su sotana, le rogaba perdón–. No quise desobedecerlo –
imploraba–. No quiero perder mi alma –clamaba mientras se
desnudaba–. Seré una niña buena, por favor, perdóneme...
Rachel ya estaba completamente desnuda ante el depravado
clérigo, quien se regodeaba la vista, le encantaba ver el cuerpo
desnudo de la niña y al mismo tiempo le excitaba su sufrimiento, se
empezó a tocar los genitales, quería poseerla ahí mismo pero se
controló, una pequeña de esa tierna edad no le provocaría ningún
placer, debía tener por lo menos diez años para eso, la miembro del
Clan Arcturus sólo contaba con seis, se conformó con acariciar su
desnudo cuerpecillo y algo más, después la despidió.

Nina estaba limpiando el patio del Convento cuando Rachel llegó


con ella, le sonrió a su amiga pero la miembro del Clan Arcturus la
abofeteó, Nina se llevó la mano al rostro, extrañada.
–¿Por qué hiciste eso? –preguntó mientras se tocaba la mejilla
golpeada.
–¡Porque eres una maldita! –le espetó Rachel–. No quisiste ir con
el Sacerdote y a quien castigaron fue a mí, ya me lo advirtieron,
como tú no entiendes ahora a quien van a azotar es a mí cada que
desobedezcas...
Nina se llevó la mano a la boca mientras Rachel le mostraba los
azotes en sus brazos y piernas, pensó que ella podría aguantar
cualquier castigo que le infligieran con tal de no ver a ese pervertido
Sacerdote, pero ahora ya no se trataba de ella, era Rachel quien
sufriría los azotes por su desobediencia, la vio ahí, en el suelo,
llorando y frotándose las heridas, Rachel era una niña tierna y linda,
incapaz de hacer mal a ninguna persona, Nina se arrodilló junto a ella
y lloró también, no sabía si lo hacía por Rachel o por el futuro que le
deparaba ante aquel maldito Sacerdote, pero de algo estaba segura,
cuidaría a Rachel como Chariot la había cuidado a ella.
–No te preocupes, amiga –le dijo mientras enjugaba las lágrimas
de Rachel con su mano–, lo siento mucho, nunca fue mi intención
perjudicarte con mi desobediencia, yo te voy a proteger, juro que en
adelante nada te pasará, seré obediente.
Entre sollozos, Rachel se aferró al cuerpo de Nina, sin que su
amiga lo notara sonrió, había valido la pena que se auto flagelara,
ahora ya no volvería a hacer enojar a los Dioses y el Sacerdote no se
desquitaría con ella.

Mientras tanto, la Madre Superiora del Convento hablaba con el


Sacerdote, comentaban los últimos eventos que se estaban dando en
el país, eventos que estaban marcando un antes y un después en la
historia de Boleria.
–Deberías dedicarte menos a las niñas de este Convento y más a
lo que sucede en el exterior... –reclamaba la religiosa.
–No creo que sea el momento de que me des clases de moralidad,
si quieres podemos discutir quien es más perverso de los dos... –le
respondió el Sacerdote.
–No te estoy reprochando tus lúgubres inclinaciones sexuales –
dijo molesta la madre Superiora–, lo que te reclamo es que ya no
sales de este lugar, el mundo está cambiando y tú estás encerrado...
–Vivimos en la época de las computadoras, Suzanah –el Sacerdote
señaló su ordenador personal–, ahora todo está en la red...
–Creo que debo recordarte en dónde vives, en Boleria hasta la red
de información es controlada por el gobierno.
–Eso era antes, cuando nos gobernaban las familias Yaotl y De
Grieff, tú los has dicho, esta es otra era, los rebeldes ganaron su
revolución y ahora ellos nos gobiernan, el Presidente Arlés prometió
que la libertad sería su bandera.
–Ese niño es un idiota idealista, su bandera de libertad servirá para
que nuestra máxima jerarca religiosa, la Santa Madre, se limpie el
culo con ella, todos los gobernantes que ha tenido Boleria se han
inclinado ante nuestra Iglesia, hasta los Yaotl y su estúpida religión
monoteísta, nuestra líder se comerá vivo al nuevo Presidente, será su
monigote.
–Entonces me das la razón, no hay de qué preocuparse, estamos
en manos seguras, en las de nuestra Santa Iglesia, con todo el
desorden que causó la revolución, la gente está necesitada de creer en
algo, nosotros somos su respuesta, es en los Conventos y en los
Templos donde más se nos necesita.
–Pues entonces vete a un Templo para varones.
El comentario de la Madre Superiora molestó al Sacerdote, quien
haciendo un gran esfuerzo contuvo su ira y le habló con su voz más
tranquila y elocuente:
–Tranquila, Suzanah, no repudies mi presencia en este lugar, yo
puedo ser muy provechoso aquí, no tengo que recordarte que este es
el más grande Convento del país y el más influyente también, de aquí
surge nuestra jerarca, la reputación del templo fue forjada por mi
antepasado, Judith Riazor, este lugar siempre ha estado al cuidado de
un sacerdote de mi familia.
–¿Qué me quieres decir con eso?
–Lo que estás pensando, tu situación política es muy poderosa
gracias a que presides este lugar, pero yo estoy por encima de ti, los
Riazor siempre hemos sido una familia religiosa, desde el legendario
Durandal Riazor, aquel que resguardaba las reliquias de los Dioses.
En los tiempos que corren yo soy el máximo representante de mi
familia ante la Iglesia, por encima de mí sólo están los Santos que
gobiernan el Clero.
–No te des baños de superioridad por pertenecer a una de las
principales cuatro familias –le respondió la religiosa retándolo–, no
olvides que soy una Tiberian, la facción guerrera del Clan Adam, mi
familia es la más cercana a la Corte del Rey y yo en lo particular
tengo mucha influencia en la Corona, no sólo en el Clero.
El Sacerdote pensó en el Clan Tiberian, facción de la familia
Brunn que se quedó en el norte cuando aquellos se fueron a gobernar
el estado de Aztlán, efectivamente, eran el Clan más cercano al Rey,
esa mujer en lo particular antes de ordenarse religiosa fue la reina del
país, su influencia en Regum Urbem estaba fuera de toda duda,
ofreció su mejor sonrisa a la religiosa mientras le acariciaba la
mejilla.
–Por eso somos un gran equipo… ¿No es así?
–De acuerdo –dijo la Religiosa a cargo del Convento, sabía que el
Sacerdote tenía razón.
–Creo que te has portado muy mal, Susy –dijo el Sacerdote con
una maléfica sonrisa mientras se sacaba el miembro sexual y lo
agitaba frente a la religiosa–, tendrás que purificar tu boca...
–¿En serio? –preguntó la superiora viendo con repugnancia el
órgano sexual del Sacerdote.
–Sabes que sí, Susy, no me obligues a tratarte como a las niñas de
este lugar, sé que te gusta, no quiero humillarte...
–Tal vez quiero que me humilles... –dijo la Madre Superiora al
tiempo que agarraba el miembro del Sacerdote con ambas manos.
–Tú lo pediste... –el Sacerdote le habó con su voz más
imperativa–. ¡Arrodíllate sucia y lujuriosa ramera y purga tus
pecados! Deposita tu asquerosa boca en este "trozo de carne" que los
Dioses enviaron para sanar tus faltas, succiona con fuerza, entre
mejor lo hagas más pura quedarás.
Con excesiva violencia el jerarca eclesiástico agarró de los
cabellos a la Madre Superiora y torciéndole el cuello la obligó a
ponerse de rodillas, la religiosa empezó a practicarle sexo oral al
Sacadote, mientras, éste le azotaba el trasero desnudo con un fuete.
Ambos estaban extasiados cuando la puerta se abrió de improviso,
una de las religiosas del lugar entró sin tocar y fue testigo de la
escena, se disculpó y volvió a cerrar la puerta del despacho del
jerarca religioso, la Madre Superiora se levantó y llamó a la
imprudente religiosa.
–¡Hermana Sitha, venga aquí de inmediato!
La joven religiosa entró tímidamente y se presentó ante la Madre
Superiora y el Sacerdote, se veía sonrojada y con la cabeza agachada,
la responsable del Convento la regañó:
–¿Es que acaso usted no sabe tocar la puerta?
–Le ruego me perdone, Madre –se disculpaba visiblemente
apenada la Hermana Sitha–. Actué sin pensar...
–Ya discutiremos después eso usted y yo a solas, lo importante
ahora es que nos diga el por qué de su intempestiva irrupción, me
imagino que ha de ser algo urgente...
–Así es, Madre –dijo la Hermana Sitha sin atreverse aún a
mirarla–. Aquí está un hombre que busca al Sacerdote.
–¿Es acaso el Presidente del país? –preguntó visiblemente molesto
el Sacerdote, aún tenía la erección por el sexo interrumpido.
–No, Sacerdote –respondió la religiosa, cada instante se veía más
nerviosa, si es que era posible.
–¿Entonces quién es? ¿Algún Patriarca de una de las principales
familias? ¿Un Gobernador? ¿Algún enviado de la Santa Madre?
–No, Sacerdote.
–Dígame entonces, Hermana... ¿Quién es tan jodidamente
importante que la hizo olvidar sus modales? –preguntó el Sacerdote
exasperado por completo, todos en el Convento sabían que a él no se
le podía molestar por ningún motivo, para eso estaba la Madre
Superiora, él sólo trataba con los personajes más importantes del
país.
–Eeees... –La Hermana Sitha tartamudeaba, empezaba a llorar
pensando que había cometido un grave error, ya conocía de sobra,
desde pequeña, los castigos de ese cruel hombre.
–¡Habla ya si no quieres que en este preciso momento te aplique
todo el castigo de los Dioses por tu falta! –amenazó el Sacerdote.
La amenaza surtió efectos, la Hermana Sitha, de sólo pensar en lo
que ese sádico descorazonado le haría, ordenó sus ideas y comenzó a
hablar.
–Lo busca un hombre que aunque no es un político o religioso, ni
tiene nada que ver con los grandes Clanes, su rostro sí es muy
conocido, es el presidente de las Industrias Arca, el tipo al que los
noticieros se refieren como "el Emperador", el líder mafioso del
grupo criminal más poderoso del país: La Sociedad del Crimen.
El Sacerdote se preocupó por las palabras de la joven religiosa, el
Emperador no era una persona a la que él quisiera ver pero tampoco
podía rechazar, dijo varias maldiciones en voz baja cuidándose de
que no lo escuchara nadie fuera de su oficina y después le ordenó a la
religiosa:
–Puedes retirarte, yo me encargo de todo...
La hermana Sitha se despidió un poco aliviada, por la reacción del
Sacerdote adivinó que la visita del mafioso era realmente importante,
con suerte, pasaría por alto su falta. El jerarca religioso le preguntó a
su compañera:
–¿Te quedarás a escuchar nuestra conversación?
–No –se rehusó la Madre Superiora mientras metía su mano entre
sus piernas y después insertaba los dedos húmedos en la boca de su
superior–, aún estoy excitada –tomó el fuete con el que había sido
golpeada–, voy a disciplinar a la Hermana Sitha, si puedes,
alcánzanos, ya me dirás después lo que ese matón quiere.
–Está bien –suspiró el Sacerdote con desilusión de saberse
excluido del castigo a la novicia–, pero por favor, fílmalo todo, lo
quiero ver después, cuando tú termines el castigo que te impuse...
–Será un placer –respondió la Madre Superiora al tiempo que
golpeaba al Sacerdote en los genitales con el fuete, el jerarca
religioso lanzó un grito de dolor y cayó de rodillas–, haré pasar a tu
indeseable invitado, levántate, por los Dioses, te ves patético.
El Sacerdote no contestó, sólo le lanzó una mirada de furia a la
Madre Superiora mientras se arrastraba a su escritorio, situación que
hizo reír a la religiosa, ya pensaría después en un castigo adecuado
para ella.
Unos minutos después entró por la puerta el Emperador, saludó
fríamente al Sacerdote, quien todavía sudoroso y con la mirada
"quebrada" le respondió el saludo que sonó más a un chillido, el
Mafioso se asomó por encima del escritorio y lo vio agarrando sus
genitales, volteó hacia la puerta que estaba cerrando la Madre
Superiora.
–Tú no entiendes… –le dijo al Sacerdote mirándolo como se ve a
un niño rebelde–. Esa tipa es el demonio en persona, no debes
meterte con ella.
–Lo sé –respondió el Sacerdote haciendo un rictus de dolor, por lo
menos ya se le entendían sus palabras–. Pero bien sabes que Sor
Suzanah es una bestia para el sexo, no me arrepiento de nada...
–Ese es tu problema –dijo el Emperador dando por zanjado el
tema–. Mi presencia aquí no obedece a tus extraños gustos sexuales
ni a las prácticas degeneradas de esa tipa.
–Entonces, mi estimado amigo –el Sacerdote ya se había
acomodado en su asiento–, dime cual es el motivo de tu no invitada
presentación, sabes que en este lugar no eres bien recibido.
–Este es un templo y todas las personas son bien recibidas –
respondió malhumorado el Emperador.
–Te equivocas –lo corrigió el Sacerdote con su voz más paciente,
esa voz que sabía exasperaba a su interlocutor–. Este es un convento
sólo para novicias, el templo está algunos metros adelante y ahí
tampoco sería bien vista tu presencia, no al menos conmigo, eres una
persona non grata en todos los lugares decentes del país, cuanto más
en los templos, si me hubieras avisado de tu presencia, habría
planeado una reunión en secreto y sin contratiempos.
–Tu religión y tus templos tienen de decentes lo que tú de santo –
le espetó el Emperador–, ambos son una vergüenza, no te hablé
avisando de mi visita porque sabía que en ese momento
desaparecerías...
–Bueno... –se disculpaba el Sacerdote–. Debes entenderme, la
última vez que nos vimos juraste matarme...
–Nos traicionaste, Sacerdote, sabías del plan de los Patriarcas para
disolver el Escuadrón de la Muerte, por tu culpa murió Tempérance,
a ti te correspondía cuidar su espalda y fuiste tú quien saboteó la
última misión, si nos hubieras advertido...
–Mis fidelidades están con mi Iglesia, Emperador, a ella me debo
y por ella doy mi vida, por nadie más, yo ingresé en el Escuadrón de
la Muerte por orden de nuestra Santa Madre, ella sabía que algún día
ustedes "cruzarían la línea", yo estaba ahí para impedirlo pero fallé...
¡Por los Dioses! ¡Masacraron a más de cien niños inocentes!
El Sacerdote luchaba en su fuero interno por no reír, nadie sabía
que él en lo personal se había encargado de asesinar a más de la
mitad de aquellos niños, su presencia en la misión fue sólo de apoyo,
labor que no cumplió al traicionar a Tempérance.
–Esos niños no tenían nada de inocentes y bien lo sabes –se
justificaba el Emperador–, eran una aberración generada y
patrocinada por esa Iglesia de la que te vanaglorias, lo cual entiendo,
ambos están igual de podridos.
–¿A que viniste, Emperador? –preguntó el Sacerdote
acomodándose en su asiento, entrelazando los dedos de las manos y
cruzando las piernas–. ¿A hablar de teología? Bien sabes que vas a
perder, tal vez te convierta en un creyente.
El Emperador le lanzó una mirada de furia al Sacerdote, odiaba a
ese tipo, siempre sintiéndose el superior intelectual de todo mundo,
quiso insultarlo, pero él estaba ahí para algo más importante.
–Vengo a informarte que Chariot está muerto, aunque
seguramente ya lo sabes...
–Lo sé porque la pequeña a la que cuidaba, Nina, está aquí,
Chariot era mi amigo, tan es así que me encargó a quien más amaba
en el mundo.
–Chariot estaba equivocado y no te conocía tal cual eres, pero eso
también habla de ti y de tu verdadera personalidad, él al igual que
todos confiaba en ti y lo traicionaste.
–Yo no traicioné a nadie –se defendió el Sacerdote–, les advertí a
todos ustedes que abortáramos la misión en Levit y nadie me hizo
caso, tú y la Emperatriz incluso me dieron un rol intrascendente.
–¿Por eso sólo ella y yo fuimos procesados?
–La disolución del Escuadrón de la Muerte era necesaria –el
Sacerdote seguía defendiendo sus acciones–, el grupo ya estaba fuera
de control, no me culpes por tu encierro y el de la Emperatriz,
ustedes son los que formaron el grupo mafioso más sanguinario y
cruel del país, yo siempre he creído que no debieron ser encerrados,
ustedes debieron ser ejecutados, hubieran seguido el ejemplo de
Chariot, entendió que todo había terminado y lo aceptó bien, se alejó
de todo para vivir una vida tranquila...
–Tampoco estoy aquí para hablar de las decisiones de Chariot o de
su estúpida amistad contigo. –El Emperador interrumpió a su antiguo
compañero, aunque pensó que el tener conocimiento del lugar donde
estaba la pequeña Nina era conveniente, no le dio importancia a ese
hecho ni comentó nada para evitar poner en alerta a su excompañero,
quien no era tan inteligente como presumía, se le había “salido”
información que no debía compartir con nadie, menos con él…
–Pero sí estás aquí para hablar de algo que concierne a nuestro
fallecido compañero –dijo el Sacerdote con una autosuficiente
sonrisa, le complacía vencer siempre al Emperador con sus
argumentos, lo odiaba, ese tipo se creía el jefe del Escuadrón de la
Muerte y el más poderoso de sus elementos, un fanfarrón total.
–Así es –aceptó el Emperador–. ¿Recuerdas la muerte del Mago?
–Recuerdo que fue asesinado al poco tiempo de que se disolvió el
Escuadrón de la Muerte, pero las circunstancias de su deceso no
fueron nunca esclarecidas.
El Emperador sacó una fotografía de entre sus ropas y la lanzó al
escritorio del Sacerdote, el clérigo la tomó y al verla se le borró la
máscara sonriente que había llevado a la perfección durante toda la
plática con su antiguo compañero, arrugó la imagen que le mostró el
Capo criminal y la lanzó a su bote de basura.
–¿De dónde sacaste eso? –preguntó con ira contenida, su rostro
esta vez era amenazante.
–Yo no la saqué de ningún lado –respondió el Emperador con
calma, los papeles se habían invertido–, la tenía tu gran amigo
Chariot, la fotografía fue tomada ni más ni menos que en la Torre
Sur de la Santa Sede en la Ciudad de los Dioses Banayah, sí,
exactamente donde está el corazón de tu Santa Iglesia, supongo que
antes de arrugar la fotografía te percataste del enorme número "uno"
cosido en el pecho del Mago...
El Sacerdote sacó la fotografía del basurero y la estudió a detalle,
él bien sabía que el Emperador tenía razón, la fotografía había sido
tomada en las catacumbas de la Torre Sur de la Santa Sede, en Ishtar,
capital de Boleria, el lugar más custodiado del país, también veía con
claridad el número "uno" bordado en el pecho de su fallecido líder.
–¿Qué hay con esto? El tipo se merecía lo que le pasó, él era
nuestro líder y quien aceptó la misión de Levit.
–Sucede esto... –El Emperador lanzó una segunda fotografía al
clérigo, en ella se veía a Chariot asesinado en un callejón, estaba
recargado en una pared y en el pecho desnudo tenía cosido el número
"dos"–. ¿Sabías acerca de eso?
–No –dijo el Sacerdote apretando los puños, sabía que ciertos
jerarcas de la Iglesia lo culpaban a él por el asesinato de los niños, el
Clero estaba dividido y él jugaba para ambos bandos o al menos eso
es lo que creía, según el grupo que presidía el Santo Padre, lo
responsabilizaban a él por la masacre, decían que era su obligación
detener a sus compañeros, le molestaba en especial que no le
hubieran mencionado nada al respecto, los números cosidos en la piel
de sus antiguos compañeros lo ponían nervioso, entendió entonces el
punto del Emperador, su vida también estaba en peligro, sin
embargo, inmediatamente se recompuso y volvió a hablar con su voz
calmada y paciente de siempre–. Pero no es algo que me preocupe
mucho, alguna repercusión debía tener lo que hicimos, personas muy
importantes están furiosas por eso, te lo digo de una vez y de frente,
si la Iglesia me lo ordena, yo seré tu más feroz perseguidor y te
mataré, después coseré en tu pecho y en el de tus cómplices el
número que les corresponda.
El Emperador observaba fijamente a su antiguo compañero, sabía
que sus palabras no eran sólo una amenaza, su poder lo respaldaba, si
existía alguien a quien él nunca quisiera enfrentar, era precisamente a
ese hombre, sin embargo, no se amedrentó, estaba ahí para dejar un
claro mensaje y así lo haría.
–Tú eres un alto jerarca de tu Iglesia, investiga quién es el
justiciero oculto y detenlo, tienes una semana para hacerlo, de lo
contrario, no esperaré a que se cometa un ataque más, la guerra
contra la Iglesia será abierta.
–No seas ingenuo, Emperador –se burlaba el Sacerdote–, perderás,
la Iglesia no está sola, será apoyada por todo el peso del Estado y de
la Corona.
–Ya lo veremos, ese nuevo Presidente que tenemos es muy
inteligente, le hice una oferta que no podrá rechazar.
–A él no lo podrás intimidar, derrotó a los FILOS Divinos, a los
guerreros más poderosos del país...
–Yo nunca dije que lo intimidaría, le daré algo que gustoso
aceptará.
–¿Y eso que es?
–Eso sólo lo sabremos él y yo, y si eres observador y muy
inteligente, tal vez tú.
–Esta reunión se ha terminado –comentó el Sacerdote con una
gran sonrisa–. Tengo cosas que hacer... ¿Me harás el favor de
retirarte o te quedarás a solas en mi oficina?
–Me voy –respondió el Emperador encaminándose a la salida.
–¡Espera...! –le gritó el Sacerdote, el líder mafioso se detuvo sin
volverse–. Investigaré qué es lo que sucede, no te pongas en contacto
conmigo, yo te buscaré.
–Siempre y cuando el resultado de tu investigación te afecte –
comentó el Emperador.
–Sabes que sí.
–No hay problema. –El Emperador levantó la mano a modo de
despedida–. Te prometo que si la guerra comienza, tú serás el
primero en caer.
–Amenaza recibida, viejo amigo, en retribución a tus palabras y
para devolverte la deferencia, yo te aseguro que si la guerra comienza
y soy reclutado por la Iglesia para liderar a sus guerreros o afectas
mis intereses, tú serás el último en caer, después de ver morir a todos
los que te importan...
El Emperador no dijo más y se retiró, pensó que él, aún siendo el
líder del más despiadado, mortífero y cruel grupo delictivo del país,
todavía estaba en pañales en lo que a malicia correspondía, la Santa
Iglesia le llevaba muchos siglos de experiencia y su antiguo
compañero, el Sacerdote, se lo estaba demostrando, pero no
importaba, él aprendía rápido.

El Sacerdote se apuró en encontrar a la Madre Superiora, para su


desilusión ya había terminado de torturar y sodomizar a la hermana
Sitha, quien descansaba inconsciente en el suelo con el cuerpo
sangrante, amoratado y cortado, no le importó mucho, ahora lo
apremiaba otra situación más urgente.
La Madre Superiora todavía excitada lo obligó a tener sexo con
ella, sexo rudo, violento, eso calmó un poco los ánimos del jerarca
religioso, quien una vez que había "sacado la tensión", pensaba más
claramente.
–¿Cómo van tus alumnas, Suzanah? –preguntó el Sacerdote
mientras encendía un cigarro.
–Ya tengo ubicadas a las más poderosas –respondió la Madre
Superiora mientras se quemaba la mano con el cigarro sintiendo que
nuevamente se humedecía.
–¿Quienes son?
–Ya lo sabes, Alei Nihal, Annie Harrods y la idiota de Rachel
Arcturus.
–Con ellas, si sumamos a Sor Ara, a Sor Luisah y a ti, contamos a
seis elementos… ¿Aún nada de las otras dos guerreras que
complementan la Secta del Norte? –preguntó preocupado el
Sacerdote, necesitaba toda la ayuda posible si se desataba la guerra
en contra de la Mafia, nadie mejor que las guerrerras del Clero, las
religiosas pertenecientes a la llamada Secta del Norte.
–Encontré a las otras dos que nos faltan...
–¡Qué bien! –exclamó emocionado el alto prelado, el contar con
las guerreras faltantes le suponía una gran ventaja sobre las huestes
del Emperador–. ¿Quienes son? Yo creo que te refieres a Crissy Atria
y a mi sobrina Kathy, son las más poderosas...
–No estás ni cerca aunque la chica Riazor sí es un familiar
cercano tuyo –comentó la Superiora mientras volvía a quemarse con
el cigarrillo, por la identidad de las demás miembros de su grupo de
poder se podía deducir que faltaban en incorporarse las
representantes de las familias Riazor y Atria–. La futura
representante de tu Clan en la Secta del Norte está siendo educada
por tu familia en el Distrito Comercial de Arcadia y pronto será
enviada a continuar sus estudios a la Corte del Rey, no será una
novicia practicante, su futuro ya está decidido y nos la enviarán en
algunos años, cuando esté lista.
–Será la compañera del Santo Hermano... –comentó de inmediato
el Sacerdote entendiendo las palabras de su subordinada, conocía a
dos de sus sobrinas que estudiaban en el Distrito Comercial de
Arcadia y ambas eran muy apegadas a él, le gustó lo que escuchó, el
Santo Hermano sería el siguiente representante de su Iglesia,
ocuparía el cargo superior cuando la Santa Madre dimitiera, si
manipulaba adecuadamente a la nueva compañera oficial, avanzaría
más en su escala hacia la cima jerárquica de la Iglesia y entonces,
podría llegar a un pacto con sus antiguos camaradas, él los conocía
perfectamente a todos ellos y sabía de lo que eran capaces, no
deseaba tenerlos de enemigos, aunque si se daba la oportunidad,
claro, los mataría sin pensarlo siquiera–. ¿Y quien es la otra guerrera
que nos falta?
–Agárrate –le dijo la Madre Superiora apretando con violencia sus
genitales, cosa que le agradó al Sacerdote, quien lanzó un grito de
dolor y placer–, es tu chica favorita: Nina...
–¿Qué? –El Sacerdote se incorporó de pronto, no podía creer lo
que estaba escuchando–. ¿Ya llegaron los resultados de los estudios?
¿Nina es portadora del “Gash” Atria?
–Así es –respondió la Religiosa–. Controlará el triángulo
elemental. Tú conoces a la pequeña bastarda mejor que nadie,
deberías saber su origen.
–Es una recogida, hija de nuestra fallecida compañera
Tempérance, lo de esas gemelas fue todo un escándalo en el
Escuadrón de la Muerte, durante el juicio que Tempérance sostuvo
contra el Clan Atria de Riazor se comprobó que la niña portaba el
gen que contenía el “Gash” del Clan Moses, la familia de la madre,
por eso la pudo conservar. Chariot fue quien la crió.
–Era del conocimiento general que Tempérance era una puta y
Chariot un cabrón, seguramente ese pobre diablo que acaban de
asesinar manipuló los resultados genéticos de la menor en el juicio
que la asesina del Escuadrón de la Muerte siguió contra la Corona, lo
que mencionas ya lo investigué, el padre de la niña era un reconocido
miembro del Clan Atria que tu compañera asesinó, la Matriarca de
ese Clan pertenece a la Corte del Rey, ofrece una jugosa recompensa
por información que la lleve al paradero de su nieta.
–Es una muy buena noticia la que me has dado –dijo el
Sacerdote–, tengo mis contactos en la Corte del Rey, ya les he
avisado que tengo en mi poder a la niña y he acordado con ellos que
yo la cuidaré hasta que se tenga la certeza del poder de su sangre. Por
el momento dejaremos el resultado del “Gash” de esa chiquilla en
secreto, diremos que las pruebas de sangre aún no concluyen si posee
algún “Gash”, ya utilizaremos esa información como mejor nos
convenga. Quiero que inicies inmediatamente el entrenamiento de
esas cuatro chiquillas, las necesitaré en el futuro.
–Está bien, pero antes me dirás todo lo que sabes... –La Religiosa
le dio un cabezazo en pleno rostro al Sacerdote y después le acarició
la entrepierna.
El jerarca religioso, con la nariz sangrante y por demás furioso
golpeó a la Madre Superiora en el rostro, se puso encima de ella y
varias cuerdas de consistencia terrosa salieron de sus manos, con
éstas empezó a amarrar, apretar y ahorcar a la dirigente del
Convento.
–¡Maldita enferma! Ya te he dicho muchas veces que te contengas
conmigo, tus abusos sólo son tolerables cuando yo lo digo, ahora no
estoy de humor, te voy a enseñar a respetarme...
La Madre Superiora con una amplia sonrisa a pesar del dolor que
estaba sintiendo apretó un botón del control remoto que tenía a la
mano, en la pantalla de la habitación empezó a correr una película de
la religiosa torturando a la Hermana Sitha, quien seguía desmayada
en el suelo sin reaccionar, al mismo tiempo, aun cuando se estaba
lastimando, logró acercar su boca al miembro del Sacerdote y
empezó a practicarle el sexo oral, justo como cuando los habían
interrumpido. El antiguo miembro del Escuadrón de la Muerte se
excitó hasta el límite al ver el rostro de la novicia, sufría por el
maltrato de la Madre Superiora pero se notaba que también gozaba
por la manera en que esa desquiciada mujer jugaba con su clítoris,
aflojó la fuerza de sus cuerdas y comentó:
–¡Qué diablos...! –En ese momento la Madre Superiora lo derribó
de un fuerte golpe en la mandíbula y después se montó sobre su
excitado miembro.
Mientras recibía las salvajes acometidas del sexo de la
responsable del convento, el Sacerdote pensaba en las futuras
guerreras que lo ayudarían a protegerse de un seguro ataque contra su
persona de sus antiguos compañeros, y sobre todo, de aquellos
asesinos que cosían un número en el pecho de los integrantes del
disuelto Escuadrón de la Muerte. También pensó en Nina, la dejaría
un rato tranquila, sólo el tiempo suficiente para que se acostumbrara
a su entrenamiento y aprendiera a controlar su energía, después, la
sodomizaría hasta tenerla bajo su control total, necesitaba hacer de
Annie, Nina y Rachel sus esclavas incondicionales.
La Madre Superiora “cabalgaba” extasiada sobre el miembro
erecto del Sacerdote, quien también se notaba ya estaba llegando a su
límite, entonces, con una sonrisa malvada, la religiosa le comentó la
noticia que guardaba para ese preciso instante:
–Por cierto… –Sor Suzanah soltó un grito de placer y después
continuó hablando–. La niña del Clan Riazor que está siendo educada
para ser la compañera espiritual del Santo Hermano no es ninguna
sobrina tuya, es tu nieta Giny…
LA TRAGEDIA

El reporte que Arne Riazor le entregaba al Presidente era


desalentador, no encontraban aún pistas de la persona a la que el
Emperador le entregó el control de la bomba instalada en la Isla de la
Victoria.
La situación era muy delicada, entrañaba un gran peligro no sólo
para el país, si esa bomba era detonada, los Gigantes que residían por
el momento de forma pacífica en el lugar podían tomar las armas y
entonces reclamar lo que podrían considerar de su propiedad: el
planeta entero.
El poder de esos seres era inimaginable, se suponía que los
guerreros bolerienses, aquellos que habían nacido con una habilidad
de línea de sangre, también llamada “Gash”, eran una versión
diminuta del infinito poder de un Gigante, la diferencia entre un
insecto y un dios.
Las implicaciones de una detonación eran por demás desoladoras,
si Boleria era la nación dominante del planeta gracias a sus
ciudadanos de casta guerrera, entonces significaba que no existía país
o territorio que pudiera hacerles frente a uno solo de los Gigantes.
Los antiguos gobernantes del planeta en cuestión de poco tiempo, de
nuevo pondrían al mundo a sus pies.
Arlés Probzzer por primera vez en su administración se sintió
rebasado, tenía en las manos un problema que no podía resolver solo,
debía pedir ayuda al grupo élite más poderoso del país, el único que
abarcaba todo el territorio y se encargaba de administrar la justicia:
los Caballeros Fantasmas.
La Orden de los Caballeros Fantasmas era el grupo de poder más
importante e influyente de la nación, sus protectores históricos, su
valor en la vida pública estaba al nivel del Gobierno, de la Iglesia o
de la Corona, no podía pasar nada relevante en el país sin que la
Orden estuviera involucrada.
El Presidente de Boleria llevaba una relación ríspida con el líder
de la Orden, su Gran Maestre, Sir Thomas era un hombre que
constantemente señalaba sus políticas y en muchas ocasiones se
mostraba en contra, varios habían sido sus desencuentros a lo largo
de sus primeros años como máximo dirigente del país
El antiguo líder rebelde se vio obligado a “tragarse” su orgullo, su
deber como mandatario de Boleria le exigía estar por encima de
comportamientos triviales, el país estaba antes que su vanidad.
Tomó el comunicador y se enlazó directamente a la Orden de
Arcadia, no encontró al Gran Maestre de la Orden pero le dejó un
mensaje urgente con otro de sus miembros, un viejo conocido suyo:
Sir Judas, le informó que convocaría a los Capitanes de cada una de
las seis Órdenes a una reunión extraordinaria en el palacio de
Gobierno para el día siguiente.
El Presidente hizo cinco llamadas más, una a Sir Khaos, líder
honorario de la Orden y a los Capitanes de las Órdenes de los estados
de Ishtar, Hamal, Levit y Aztlán, no hubo comunicación con la
Orden de Riazor, en el llamado estado de los hielos aún no había
guerreros que lo representaran, los últimos fueron declarados
traidores y aún no se elegían a sus sucesores.
Terminada su labor tomó el informe que su colaborador Lámed
Aswan, antiguo miembro del Escuadrón de la Muerte, dejó en su
escritorio hacía un par de horas, en él estaba toda la información con
la que contaba hasta el momento de ese grupo mercenario y de sus
miembros, el Presidente lo leía con atención, debía conocer a
profundidad a sus enemigos para poder vencerlos.
Uno de los miembros del desaparecido Escuadrón de la Muerte
llamó poderosamente su atención, se trataba de Shin Anhur, el
guerrero conocido como Mundo, un hombre destacable en todos los
sentidos que no se unió al grupo criminal del Emperador. Ahora
trabajaba para el Clero.
Lo destacable en la ficha de Mundo no era que trabajara para los
representantes de la religión más importante del país, por sus
habilidades cualquier grupo ya sea de la Iglesia, de los estados o de
la Corona lo recibirían con los brazos abiertos, incluso en la
Presidencia tendría buena acogida, lo intrigante era la labor que
cumplía en el Clero. La Santa Madre le había encargado que cuidara
de su más preciado bien.
El Santo Hermano era el futuro líder de la Iglesia del Culto a los
tres Dioses, en la actualidad apenas se trataba de un chiquillo pero su
importancia era mayúscula, en el futuro sería el pastor de millones de
personas, tendría un poder ilimitado liderando una de las
extremidades del monstruo de tres cabezas, su influencia sería vital
para el futuro del país.
Arlés Probzzer levantó el auricular de su comunicador una vez
más, se enlazó con su hombre de confianza y principal espía, sabía
que sin desocuparse de su principal tarea que era averiguar el nombre
de la persona que ocultaba el dispositivo que haría estallar la bomba
en la Isla de la Victoria, podía hacerle una investigación extra.
–Habla Amón de la Guardia del Destino –se escuchó al otro lado
de la línea.
–Soy yo, Arne –dijo el Presidente –, necesito que me averigües
todo sobre el Santo Hermano, el futuro dirigente de la Iglesia del
Culto a los tres Dioses, quiénes lo rodean y el entorno en el que se
desenvuelve. Necesito el informe a la brevedad posible.
–No hay problema, cuenta con ello.

El grito de dolor del menor resonó varios metros a la redonda,


Gellius Camaz y Tharkan Cauda, mejor conocidos como el Hermano
Inframundo y el Hermano Cielo se encontraron a medio camino
rumbo al lugar de donde provenían los gritos, ambos tenían cara de
hartazgo, ellos eran miembros del más alto rango en la Alta Cúpula
Eclesiástica, el grupo de poder de la Iglesia que gobernaba sobre la
religión del Culto a los tres Dioses, habían alcanzado recientemente
ese estatus tras un desafortunado accidente que involucró la muerte
de sus predecesores.
A los dos les enfurecía el hecho de ser unas niñeras, sin embargo,
el menor a quien vigilaban no era cualquier persona, se trataba del
Santo Hermano, el futuro líder de su religión, a pesar de que la Santa
Madre, actual mandataria de la Iglesia, les había encomendado la
misión de proteger y educar a ese niño, ellos también estaban
interesados en formar vínculos con el futuro hombre más poderoso
del país.
–¿Ahora que habrá hecho ese maldito mocoso? –preguntó el
Hermano Inframundo al encontrarse con su compañero.
–Me imagino que lo de siempre –respondió el Hermano Cielo–.
Seguro lastimó a algún pobre diablo que se cruzó en su camino…
El Hermano Inframundo no pudo evitar sonreír, era un joven de
no más de veinticinco años, muy inteligente y centrado, el primero a
su corta edad en alcanzar un puesto tan elevado en la Iglesia,
originario del estado de Aztlán, era de piel morena y físico estilizado,
delgado pero fuerte, sus ojos café muy claro, casi naranja, resaltaban
su rostro todavía infantil, mismo que hacía que la mayoría de las
personas pensaran que tenía cinco años menos, lo cual no interfería
con su autoridad, las ropas que usaba mostraban al mundo su estatus:
camisa y corbata negras, traje blanco con blazer largo, seis dijes de
dos centímetros y medio en forma de cruces representativas de los
símbolos del país adornaban su atuendo. En tres oros la doble cruz de
la Iglesia adornaba el cuello de su camisa, una en cada lado, en oro
blanco se observaba el símbolo de la Diosa de la Naturaleza Nah, en
oro rojo el símbolo del Dios del Inframundo Bah y en oro amarillo el
símbolo del Dios de los Cielos Yah. La cruz de Boleria era de platino
con pequeños diamantes resaltando los símbolos de los cuatro
estados del país: Aztlán, Hamal, Levit y Riazor, misma que se
observaba en las mancuernillas de la camisa. La cruz elemental era
de Rodio y se trataba de una doble hebilla en su cinturón. Al
Hermano Inframundo le molestaba vigilar al Santo Hermano pero le
divertían sus travesuras.
La sonrisa de su compañero contagió al Hermano Cielo,
representante en la Alta Cúpula Eclesiástica del estado de Hamal,
quien vestía el mismo atuendo que su compañero, era alto y de
anchos músculos, piel blanca, mirada amable y rostro agradable, dos
años mayor que el Hermano Inframundo, amigos desde la infancia,
educados desde su nacimiento al amparo del Clero para pertenecer a
la Alta Cúpula Eclesiástica, situación que ninguno se imaginó sería a
tan temprana edad.
–Ese niño es incorregible –comentó el Hermano Cielo–, un dolor
de huevos si me lo preguntas, no sé cuánto tiempo lo soportaré…
–El Santo Hermano es un engreído y su ego no tiene límites, pero
es divertido –repuso el Hermano Inframundo.
–Sólo si lo tratas por lapsos cortos –argumentó el Hermano Cielo
pensando en la molesta tarea de vigilar al pequeño bribón en todo
momento–, vigilarlo todo el tiempo es una tarea extenuante.
Los gritos se hicieron más intensos por lo que los dos religiosos
dejaron de lado su conversación y se apresuraron hacia la parte
trasera de las caballerizas dentro del Campus educativo de la Santa
Sede en la Ciudad de los Dioses Banayah, lugar en donde vieron a su
protegido, un niño de apenas ocho años de edad, ser sometido por
otro chiquillo de su misma complexión física.
El Santo Hermano chillaba y maldecía al menor que lo tenía
maniatado, quien a su vez le exigía se disculpara con otra niña que
lloraba en el suelo sin prestar atención a los rijosos.
De inmediato y con una violencia excesiva, el Hermano
Inframundo tomó de los cabellos al menor que sometía a su
protegido y lo lanzó por los aires, el niño cayó al suelo de fea
manera, la sangre que manaba de una profunda herida en la frente le
impedía ver con su ojo izquierdo pero no se acobardó, se limpió el
líquido vital de los ojos y se abalanzó contra su agresor.
El Hermano Cielo interceptó al menor con un furioso bofetón en
la mejilla izquierda, lo que hizo que aquel chiquillo volviera a dar
contra el suelo, fue entonces que la niña, sin dejar de llorar, se
incorporó para detener a quien al parecer era su conocido.
–Ya basta por favor, Primus –le decía al menor tomándolo por sus
ropas–, te van a lastimar…
Primus se quitó con violencia el agarre de la niña mientras veía
enfurecido cómo el primer tipo que lo había golpeado levantaba al
chiquillo con el que peleaba mientras el segundo agresor se
interponía entre ellos.
–¡Malditos cobardes! –les espetó a los tres señalándolos con el
brazo derecho–. Sólo así se dan valor, atacando a uno entre los tres,
pero no me importa, un Inquisidor no le teme a nada…
Tanto el Hermano Cielo como el Hermano Inframundo tomaron
conciencia de las palabras de ese chiquillo, observaron sus ropas y
las de la niña que lo acompañaba, eran uniformes de ejercicio de los
Santos Inquisidores, brazo justiciero del Clero, grupo que en ese
entonces estaba a cargo directamente del Santo Padre, el depuesto
líder de su Iglesia, no era un grupo con el que desearan enemistarse.
Ambos se voltearon a ver, en ese momento se encontraban en los
jardines adyacentes al edificio administrativo de la Santa Sede, una
pequeña ciudad enclavada en la Ciudad de los Dioses Banayah de
Ishtar, la capital de Boleria, a ese lugar sólo podían ingresar personas
con un alto nivel dentro del Clero.
El Hermano Cielo suavizó su expresión pero no así sus palabras,
aunque esos niños fueran unos futuros Inquisidores, nadie en la
Iglesia era tan importante como su protegido.
–Ustedes no deberían estar aquí –le espetó al menor señalando al
mismo tiempo a la niña que de nuevo sostenía a Primus–, váyanse
por donde vinieron y haremos de cuenta que esto nunca sucedió.
–Yo no me voy de aquí –gritó Primus quitándose otra vez el
agarre de la niña–, ese idiota –señalaba al Santo Hermano–, lastimó a
un niño más pequeño que nada le hacía, mi hermana le reclamó su
cobardía y él la atacó con electricidad, pagará por eso…
Primus no pudo terminar la frase, una esfera cargada de
electricidad impactó su cuerpo, el dolor lo hizo caer al suelo, el Santo
Hermano lo veía con superioridad.
–Lo hice –dijo señalando al niño pequeño al que se refería Primus,
quien para entonces ya corría alejándose de él–, tu hermana tuvo la
culpa de que la atacara, no debió interponerse entre ese idiota y yo,
quien se mete conmigo se electrocuta, incluyéndote a ti…
Primus se levantó más furioso todavía, el Santo Hermano
atemorizado dio un paso hacia atrás, jamás nadie se había levantado
después de que él lo atacara de esa manera.
El Hermano Cielo se interpuso en la carrera de Primus, lo tomó
por la cabeza y lo levantó en el aire, el menor se quejaba de la fuerza
con la que el religioso lo estaba estrujando, la niña desde el suelo
rogaba porque dejaran a su hermano en paz.
Primus de nueva cuenta voló por el aire y otra vez aterrizó en el
suelo de cabeza, con los brazos temblorosos se volvió a levantar y
amagó con atacar de nuevo al Santo Hermano.
–Ya basta, niño –amenazó el Hermano Cielo–, si insistes en atacar
te voy a lastimar en serio…
El Santo Hermano para entonces ya no sonreía, la voluntad de ese
niño le dio “escalofríos”, no temía por su integridad física, sus
vigilantes eran muy fuertes, bastaba que “tronaran” los dedos para
acabar con ese insecto, lo volvió a atacar con su esfera eléctrica pero
Primus esquivó el ataque y se abalanzó contra él.
De nuevo el menor fue interceptado, pero ahora el Hermano Cielo
fue más violento, tomó a Primus del cuello y lo empezó a ahorcar
sosteniéndolo en el aire, el menor se revolvía en el brazo del
religioso sin éxito alguno, poco a poco empezó a perder el
conocimiento, la niña lloraba e imploraba que dejaran a su hermano
en paz pero sus ruegos no eran escuchados, desesperada, atacó al
Hermano Cielo, el Hermano Inframundo la interceptó, se dispuso a
dejarla “fuera de combate” de un solo golpe pero el Santo Hermano
lo detuvo.
–Esta es mía –le dijo a su defensor, quien dio dos pasos hacia
atrás, la niña colocó sus dos pequeñas manitas en posición de
combate, lo que hizo reír al Santo Hermano, de cuyas manos brotaba
electricidad–. Tú no eres rival para mí –le espetó a la niña–, caerás
antes que tu hermano.
El Santo Hermano atacó a la menor pero la niña era rápida, logró
evadir todos sus embates, el Hermano Inframundo estaba a punto de
intervenir cuando una poderosa voz femenina se escuchó.
–¡Baja a ese niño de inmediato si no quieres que te arranque el
brazo!
Todos a excepción de Primus que ya estaba prácticamente
desmayado voltearon hacia el lugar de donde provenía la voz, un
adulto mayor acompañado de una mujer joven se dirigían hacia ellos,
el Hermano Inframundo los reconoció de inmediato.
–Mentalista y Mundo –dijo depositando su mano en el brazo de su
compañero para que dejara en paz al menor, el Hermano Cielo así lo
hizo dejando caer a Primus, la niña de inmediato corrió hacia su
hermano para ver cómo se encontraba–. ¿Qué hacen por aquí?
–Eso no es de tu incumbencia –dijo la mujer que acompañaba al
adulto, portaba los ropajes que distinguían a los Santos Inquisidores,
un uniforme que imponía–, es lamentable ver a dos guerreros élite
ensañándose con dos niños pero es peor que lo hagan con dos
posibles Inquisidores –la guerrera se tronó los dedos de la mano
derecha con la palma de la mano izquierda–, ya veremos que tal lo
hacen con alguien de su tamaño.
–Ten cuidado con lo que dices y con lo que haces, Mentalista –
amenazó el Hermano Cielo–, nosotros dos somos miembros de la
Alta Cúpula Eclesiástica, somos intocables.
–Los Inquisidores estamos a la altura de sus rangos –le espetó
Mentalista al religioso–, todos, tanto ustedes como nosotros,
pertenecemos a la Congregación Druida y aunque no fuera así y sus
rangos estuvieran por encima de los nuestros, lo que han hecho no
tiene perdón…
–Antes de matarnos entre nosotros –la interrumpió el Hermano
Inframundo–, deben entender que esos dos niños –señaló a Primus y
su hermana–, molestaban a nuestro protegido…
–Ese hecho no cambia las cosas –respondió Mundo, el adulto que
acompañaba a la Inquisidora, un enorme hombre de piel morena,
originario del estado de Aztlán, quien portaba un elegante traje negro
y una gafas oscuras, a él en especial era a quien temían los dos
religiosos–. Era una pelea de chiquillos. ¿Eso les da derecho a
amedrentar y maltratar a esos niños?
–Tenemos derecho si la persona a la que protegemos es el Santo
Hermano, el futuro líder de nuestra Iglesia –respondió el Hermano
Cielo.
Tanto Mundo como Mentalista se quedaron sin palabras, ambos
hincaron la pierna ante la presencia de uno de sus líderes espirituales,
lo mismo sucedió con la niña, el único que no se inclinó fue Primus,
quien veía con odio y desprecio al Santo Hermano.
Mundo le indicó que se postrara ante su líder pero el menor se
negó a hacerlo, lo que derivó en un violento gesto del adulto, quien
con fuerza tomó a Primus de la cabeza y se la hundió en el pasto.
–¿Ahora nos entienden? –dijo el Hermano Inframundo
conteniendo la risa.
–Si este animal hizo algo indebido no tienen más que decirlo –
comentó Mundo sin quitar la mano de la cabeza hundida en el césped
del menor–, recibirá su merecido como es debido.
–No es necesario –respondió el Hermano Inframundo–, tampoco
es que hayamos disfrutado lo que hicimos, creo que ese chico ya
recibió su justo castigo, dejemos las cosas así.
El Santo Hermano iba a decir algo pero el Hermano Cielo puso
una mano sobre su hombro, apretándoselo con fuerza.
–Está usted de acuerdo… ¿Verdad Eminencia?
El Santo Hermano hizo un rictus de dolor, incluso se dobló de
lado, entendió que el Hermano Cielo apretaría más fuerte si no daba
la respuesta que se esperaba de él.
–Por mí no hay problema –masculló–. Ese idiota ya recibió su
castigo.
De un manotazo se quitó el agarre del religioso y corrió
alejándose de las caballerizas, lo mismo sucedió con Primus, quien
después de ser obligado a disculparse con el Hermano Cielo y el
Hermano Inframundo, corrió en dirección contraria a donde se había
marchado el Santo Hermano, su hermana lo siguió.
Ya con el ambiente más relajado, el Hermano Inframundo le
tendió los brazos a la Inquisidora, a quien conocía desde la escuela
básica, ambos eran originarios del estado de Aztlán y al igual que el
religioso y Mundo, Mentalista tenía la piel canela, su rostro era fino
pero su mirada mostraba severidad, era muy seria y eso le quitaba
atractivo, sus ojos color azul cielo resaltaban todavía más en
contraste con su piel morena, su cuerpo atlético llamaba la atención
más que cualquiera otra cosa.
–Jordie Basel –dijo el Hermano Inframundo llamando a la
Inquisidora por su nombre de nacimiento–, que gusto tenerte por
aquí.
Mentalista abrazó a su antiguo compañero escolar y lo besó en
ambas mejillas, después le reclamó:
–A mí se me fue el gusto después de ver como trataste a mi
niño…
–Te creo cuando dices que es tu niño –dijo el Hermano
Inframundo sin perder el buen humor–, es igual de rebelde que tú
cuando eras niña, espero que no crezca tan amargado como tú…
El rostro de la Inquisidora se puso de todos colores, furiosa golpeó
al religioso en el brazo, le iba a responder pero una carcajada la
interrumpió, se trataba del adulto que la acompañaba.
–El Hermano Inframundo tiene razón, Mentalista –le dijo Mundo
poniéndole una mano en el hombro–, es usted muy rígida, no le haría
ningún daño relajarse…
–A todo esto –dijo el Hermano Cielo señalando a Mundo–, es raro
ver a Mentalista por estos lados, pero más aún a usted, su grupo
operativo fue disuelto…
Mundo hizo una cara de disgusto, perdió su buen humor, él
pertenecía al Escuadrón de la Muerte, una marca negra en su historial
personal que jamás se borraría, llevaba trabajando siete años con el
Clero en encubierto, preparándose y ganándose la confianza de la
Santa Madre para proteger a su más preciado bien.
–Deja en paz a Mundo –le reclamó el Hermano Inframundo a su
compañero–, él es una persona intachable, el hecho de que Mentalista
lo acompañe es prueba de ello, él fue nuestro maestro en la escuela
básica de Aztlán y puedo decirte que no hay persona más justa que
Mundo.
–Eso no responde mi pregunta –contestó el Hermano Cielo sin
dejar de ver al exmiembro del Escuadrón de la Muerte.
–Tras la disolución del grupo al que pertenecía –comenzó
diciendo Mundo–, la Iglesia consideró que mis habilidades y
conocimientos todavía le podrían ser útiles, así que ahora trabajo
para el Clero.
–Tu valor siempre será bien reconocido, maestro –completó el
Hermano Inframundo.
–Lo que obedece a nuestra presencia en este lugar y la de los dos
niños que acaban de maltratar –apuntó Mentalista–, es precisamente
aquella misión que marcó al Escuadrón de la Muerte, en la que
murieron todos los Inquisidores y sus posibles sustitutos.
–A excepción de los actuales Pistolero, Costurera y Fantasma –
recalcó el Hermano Cielo.
-Así es –dijo la Inquisidora con pesar al recordar todas las vidas
perdidas–, ellos al igual que yo escapamos apenas de la masacre,
fuimos los únicos sobrevivientes…
–Entonces los chiquillos llorones… –dijo el Hermano Cielo
esperando hacer enojar a la Inquisidora, lo logró.
-Uno de ellos en el futuro será el Inquisidor que falta –se adelantó
a decir Mundo conteniendo a Mentalista–, hace algunos años el Clan
Hotep de Aztlán se puso en contacto con la Alta Cúpula Eclesiástica,
tras el desastre de Levit, informaron que los ojos de esos dos
hermanos cambiaron, se están tornando azul cielo…
–Lo que significa que uno de ellos heredará el “Gash” de su
familia –lo interrumpió el Hermano Inframundo observando los
hermosos ojos de la Inquisidora.
–Así es –confirmó Mentalista–, y mientras descubrimos cuál de
los dos se convertirá en Inquisidor, la Santa Madre ha ordenado que
los hermanos Hotep, Primus y Prya, sean entrenados aquí por ustedes
bajo la vigilancia de Mundo.
–¿Por qué nosotros? –se quejó el Hermano Cielo que ya no
sonreía–. Es en el Distrito Comercial de Arcadia donde se entrena a
los Inquisidores, no en Ishtar, nosotros no somos niñeras…
–Ustedes serán lo que la Santa Madre quiera que sean –le
respondió Mentalista con una sonrisa triunfal, casi de burla–, si no
les parece pueden decírselo a ella en persona, no tienen más que
caminar unos metros hasta su despacho…
–Esto no es un capricho de nuestra suprema jerarca –explicó
Mundo tratando de calmar los ánimos–, todo tiene que ver con la
misión de Levit, la que desencadenó en la presión de la Alta Cúpula
Eclesiástica para que el Santo Padre renunciara al máximo cargo en
favor de la Santa Madre, los Inquisidores que quedan, a excepción de
Mentalista, le son completamente fieles a nuestro depuesto líder…
–Situación que nuestra máxima jerarca no desea que suceda con el
próximo Domador –interrumpió el Hermano Inframundo llamando
por su nombre de guerrero al Inquisidor faltante.
–Así es –confirmó Mentalista–, Primus es un cabeza dura pero
también es un chico con mucho talento, él será nuestro próximo
Domador, su hermana sólo está aquí para apoyarlo a llegar a su
objetivo, son muy unidos.
–Ni hablar –dijo el Hermano Cielo con resignación–, seremos los
maestros de tres chiquillos malcriados, esto será un infierno…
–La actitud del Santo Hermano –quiso saber Mundo, consciente
del doble papel que desempeñaría en la Santa Sede de maestro del
futuro Inquisidor y protector del próximo líder de la Iglesia–.
¿Siempre es así?
–El chico es un pequeño cretino –comentó el Hermano
Inframundo sin tapujos, quien ya había escuchado los rumores del
trascendental papel que desempeñaría Mundo en el Clero–, hace lo
que quiere y todo mundo le rinde pleitesía, es grosero, impositivo y
hasta violento, no entiende que su poder no debe ser utilizado en las
personas…
-Y si lo entiende no le interesa –completó el Hermano Cielo–, el
pequeño demonio se impone con violencia porque sabe que es
intocable, lo peor es que la Santa Madre alienta su comportamiento,
lo consiente demasiado, no pondría en duda ni por un momento que
el embrollo de hace un momento fue ocasionado por él.
Mentalista le sonrió al Hermano Cielo, se percató que no era el
imbécil que ella pensaba, o más bien sí lo era pero también era una
buena persona, ella también se dio cuenta cuando puso en paz al
Santo Hermano.
–Me imagino que ustedes dos –señaló a los religiosos–, son los
únicos que medio controlan a ese chiquillo…
–Alguien debe ser duro con él –respondió el Hermano Inframundo
devolviéndole la sonrisa.
–Vayamos por Primus y Prya y después con la Santa Madre –
propuso Mundo–, debo ponerme a sus órdenes, en el camino me
contarán más sobre el Santo Hermano.
–Por los chicos no te preocupes, maestro –dijo el Hermano
Inframundo–, aquí están seguros, enviaremos más tarde por ellos,
prefiero hablar de Alekh Algol sin que haya más testigos que ustedes
de lo que pienso de él.
Los cuatro guerreros se encaminaron a las oficinas de la Santa
Madre, platicando de lo difícil que era cuidar al Santo Hermano por
sus actitudes, sin que ninguno lo notara, una pequeña esfera
traslúcida los seguía y en otro lugar, Alekh Algol, nombre de
nacimiento del futuro líder de la Iglesia, observaba y escuchaba todo
a través de otra esfera idéntica, en la cual, empezaron a caer algunas
lágrimas.

Mundo y Mentalista se entrevistaron con la Santa Madre en el


principal inmueble de la Santa Sede: el Templo Mayor, la jerarca era
una anciana que superaba las ocho décadas de existencia, de mirada
cálida y trato amable, cabello encanecido en su totalidad pero que
aún se veía vigorosa.
La suprema jerarca de la Iglesia tomó con humor el incidente de
los niños y le quitó importancia, ante la insistencia del Hermano
Inframundo de que el Santo Hermano necesitaba una mano más
firme que lo guiara, la anciana le espetó que quien fallaba no era el
alumno, eran los maestros, de igual forma lo amenazó sutilmente
advirtiéndole que no toleraría la violencia física como medio de
enseñanza sobre su protegido.
Después pasaron al asunto que debían tratar, le dio la bienvenida a
Mundo a la Santa Sede y le encargó encarecidamente que auxiliara al
Hermano Cielo y al Hermano Inframundo con la educación del Santo
Hermano, también hablaron un largo rato de Primus y Prya Hotep, la
Santa Madre esperaba que Alekh Algol hiciera amistad con ellos.
–Es un chico muy solitario –le explicaba a Mundo–, las personas
que lo conocen se dividen en dos grupos: los que le temen por su
posición en la Iglesia y los que lo envidian por el mismo motivo –
después le lanzó una mirada de reproche al Hermano Cielo y al
Hermano Inframundo–, esos dos idiotas no hacen nada por ayudarlo,
o le celebran sus travesuras o lo reprimen cuando los harta, en más de
una ocasión los he puesto en su lugar…
Los dos religiosos tragaron saliva al recordar las golpizas que les
había propinado esa anciana, a pesar de su imagen de frágil y
desvalida, la mujer era inmensamente fuerte, ninguno de los dos
deseaba volver a probar su fuerza otra vez.
–Infra y yo apenas salimos del instituto –dijo el Hermano Cielo a
modo de disculpa, señalándose a él mismo y a su compañero–,
también somos primerizos en esto de ser los maestros de alguien,
más si ese alguien es un niño tan complicado como el Santo
Hermano, sin embargo, Excelencia, podemos asegurarle que tenemos
un sincero aprecio por ese granuja.
–Lo sé, Cielo –la anciana acarició la barbilla del religioso–, esto
es nuevo para todos, por eso hice traer a alguien como Mundo, su
experiencia no sólo le servirá a Alekh, también a los chicos Hotep y
hasta a ustedes dos, todavía son jóvenes y les falta mucho por
aprender.
–Será bueno para Primus y Prya entrenar aquí –dijo Mentalista–,
yo soy la única sobreviviente de mi generación de los Inquisidores y
los recién nombrados Pistolero, Fantasma y Costurera entrenan con
el Santo Padre en el Distrito Comercial de Arcadia, ningún futuro
Domador sobrevivió a la matanza de Levit, es una suerte que de
inmediato se manifestara el “Gash” de los Hotep en esos dos niños,
en algunos años los Santos Inquisidores volveremos a estar
completos.
En ese momento tocaron a la puerta de la Santa Madre, se trataba
de un clérigo que llevaba a los chicos Hotep, ambos se veían
magullados de su encuentro con el Santo Hermano, la jerarca
religiosa les dio la bienvenida, escuchó su versión de los hechos y les
pidió que perdonaran y entendieran al Santo Hermano, Prya aceptó
de inmediato tratar de ser amiga de Alekh Algol, Primus también lo
hizo pero con más reticencias, aunque no pudo negarse ante la Santa
Madre, en su interior sabía que jamás podría ser amigo de alguien
como aquel molesto chiquillo que lastimaba a los demás sólo porque
podía hacerlo.

Pasó un mes desde la llegada de los hermanos Hotep a la Santa


Sede, las cosas no cambiaron para bien, Alekh y Primus peleaban
todo el tiempo, discusiones que siempre terminaban con el Santo
Hermano electrocutando al futuro Inquisidor, pero no siempre el
futuro líder de la Iglesia salía bien parado, Primus era un niño con
una mente malévola que tenía sus propios medios para “lastimar” a
su rival, le gastaba bromas pesadas y siempre que podía lo exhibía en
público o lo humillaba, muchas veces las discusiones terminaron con
el Santo Hermano retirándose antes de que lo vieran llorar.
Era imposible para el Hermano Cielo o el Hermano Inframundo
controlarlos, incluso Mundo se sentía incapaz de hacerlos entrar en
razón, terminó quejándose de la actitud de ambos y recomendando
que lo mejor era separarlos.
Prya no lo pasaba mejor que los dos enemigos jurados, se
preocupaba por su hermano, quien cada vez era más cruel con Alekh
y a su vez los ataques eléctricos que recibía le hacían más daño, para
su fortuna, el Hermano Cielo y el Hermano Inframundo, por petición
de Mundo, lo dejaron de castigar, los tres maestros decidieron que
debían ser los propios chicos quienes resolvieran sus asuntos.
La menor de los hermanos Hotep se había tomado muy en serio su
promesa a la Santa Madre de tratar de llevarse bien con Alekh Algol,
siempre lo observaba, ella y Primus desde que llegaron al instituto
religioso se hicieron muy populares y tenían muchos amigos, sobre
todo Primus que era una persona muy abierta y divertida, donde él se
paraba estaban aseguradas las risas y el buen humor. No así el Santo
Hermano, quien siempre estaba solo e intimidando a los demás,
todos le temían a excepción, claro, de Primus, por lo mismo, se
notaba en los gestos y miradas de los demás estudiantes que
disfrutaban cuando Primus lo ponía en su lugar, situación que
elevaba al futuro Inquisidor como el héroe de la escuela, el único que
se atrevía a ponerse “al tú por tú” con alguien casi sagrado pero que
de santo no tenía nada.
Alekh era desdeñoso especialmente con ella, la veía con desprecio
y cada que la tenía de frente amagaba con lastimarla aunque jamás la
había vuelto a tocar, Prya por su parte se sentía tan intimidada por el
Santo Hermano como todos los demás estudiantes, temía acercarse a
él.
El temor que sentía hacia el enemigo de su hermano no la había
hecho retroceder, seguía constantemente al Santo Hermano por toda
la escuela, principalmente a la hora de comer, notaba que el futuro
líder religioso miraba con desprecio a todos a su alrededor y se
marchaba alegando que los dioses no comían con los mortales, se iba
a un claro que siempre estaba vacío a comer solo, siempre con la
mirada triste, a veces incluso, alguna lágrima resbalaba por su
mejilla.
Prya decidió que pasara lo que pasara ella cumpliría su promesa,
pensó que tal vez, si ella se hacía amiga de Alekh, el Santo Hermano
y Primus, si bien nunca serían amigos, por lo menos dejarían de
pelear, era algo que valía la pena probar, lo peor que podía sucederle
era que la electrocutaran.
Con paso decidido ingresó en el lugar donde Alekh desayunaba,
se sentó a una distancia prudente y comenzó a degustar sus
alimentos, en silencio, sin decir nada.
Apenas comenzó a comer sintió la energía eléctrica cerca de su
cuerpo, un intenso escalofrío recorrió su brazo derecho, sudó frío y
por el temor unas lágrimas escaparon de sus ojos, pero no se movió,
continuó comiendo.
–¿Qué demonios haces tú aquí? – escuchó a su espalda.
–Vengo a desayunar –dijo con la voz más firme que pudo, pero le
salió un tembloroso quejido.
–Pues vete a otra parte –le ordenó Alekh–, este es mi sitio
privado, nadie puede estar aquí sin mi permiso, mucho menos tú o tu
hermano.
–Este lugar es muy bonito y me gusta –respondió Prya con
resolución–, no te estoy molestando.
–Si no quieres que te lastime lárgate entonces –amenazó Alekh–,
ya te dije que esto es de mi propiedad, todo lo que tiene la Iglesia es
mío, incluyéndote a ti…
–Yo no le pertenezco a nadie y sólo ocupo un pequeño espacio en
este lugar –contestó Prya mientras su cuerpo comenzaba a temblar–,
todo lo demás es tuyo, no me lastimes por favor…
–Tú tienes amigas –le espetó Alekh–, alguien con quien comer, no
tienes por qué estar aquí importunándome, vete con ellas y no
ensucies mi propiedad.
Prya volteó hacia Alekh, de sus ojos no dejaban de brotar
lágrimas.
–Yo no estoy ensuciando nada y tampoco soy una niña sucia, no
sé por qué insistes en insultarme si yo nunca me he metido contigo,
aunque me lastimes no me iré de aquí.
Alekh maldijo varias veces, casi gritando, de una patada botó sus
propios alimentos y se dirigió hacia Prya, quien por instinto se llevó
las manos al pecho, bajó la cabeza y apretó los dientes esperando el
ataque de electricidad, pero nada pasó, tan sólo sintió cómo el Santo
Hermano se siguió de largo mientras le decía:
–Haz lo que quieras, espero mañana no volverte a ver o lo
lamentarás.
Prya espero unos minutos después de que Alekh se fue y a
continuación se levantó, el hambre se le había ido, de hecho, por los
nervios nunca la sintió, se enjugó las lágrimas, recogió sus cosas así
como las que el Santo Hermano había pateado y después se fue a
clases.

Alekh se sentía desconcertado, jamás se esperó lo que esa niña


había hecho, ciertamente Prya tenía razón, ella, al contrario de su
hermano, jamás se había metido con él, sin embargo, el Santo
Hermano la consideraba tan despreciable como Primus, no deseaba
tener nada que ver con ninguno de los dos.
Se sintió indispuesto de regresar a clases, vagó por los campos de
la escuela durante un tiempo hasta que se encontró con el Hermano
Cielo y el Hermano Inframundo, los dos estaban acostados en el
césped, sin hacer nada, sintió curiosidad y se sentó a su lado.
–¿No deberías estar en clases? –le preguntó el Hermano Cielo.
–¿Y ustedes no deberían estar trabajando? –repuso Alekh.
–Te atraparon, amigo–soltó el Hermano Inframundo entre risas,
golpeando con la palma de la mano el estómago de su compañero–.
Tú eres nuestro único trabajo –le respondió después al menor
mientras el Hermano Cielo se doblaba por el golpe–, cuando estás en
clases a veces entrenamos con Mundo, pero el tipo es un salvaje y
nos da unas auténticas palizas, lo mejor es no hacer nada y
recostarnos todo el día… ¿Nos ayudas?
Alekh se recostó entre los dos religiosos cruzando los brazos por
detrás de su cabeza y viendo las nubes.
–Tampoco hacen bien su trabajo cuidándome –les reclamó–, el
idiota de Primus Hotep siempre me está molestando y ustedes no
hacen nada…
–¿Deseas que intervengamos? –preguntó el Hermano Cielo–. Si es
así no tienes más que pedirlo, no intervenimos porque pensamos que
tú puedes manejarlo, pero en el momento en que quieras podemos
darle a Primus la golpiza de su vida, tal vez romperle algunos huesos
si así lo quieres, te aseguro que ese niño no volverá a meterse
contigo, sólo da la orden…
El Santo Hermano observó de reojo a sus maestros, en su mirada
vio que hablaban en serio, regresó su vista al cielo y murmuró:
–Es de cobardes hacer eso, si se atreven a romperle los huersos yo
mismo me encargaré de que terminen lavando los escusados de la
escuela para siempre, por más malo que sea conmigo, nadie merece
que lo maltraten así.
–Te dije que no era un mal muchacho, Cielo –dijo el Hermano
Inframundo revolviendo el cabello de Alekh–, sólo tiene el carácter
fuerte, como lo debe tener un líder, nuestro líder.
El Hermano Cielo le ofreció su puño a Alekh y éste se lo chocó
con el suyo.
–Ya resolverás tus problemas, Eminencia –le comentó el Hermano
Cielo–, verás que todo terminará bien.
Alekh no dijo más, se quedó en silencio con sus maestros y
guardianes viendo el cielo por un par de horas más, después se fue,
dejando a los dos jóvenes profundamente dormidos, regresó a la
escuela aunque sabía que ya no habría nadie ahí, las horas de clases
ya habían terminado, se dirigió a su salón para recoger su mochila,
grande fue su sorpresa cuando sobre su pupitre se encontró con el
recipiente donde cargaba con su desayuno.
El día siguiente fue tan sorpresivo como el anterior, Prya llegó a
“su solar” y se sentó en el mismo lugar del día anterior a comer sus
alimentos, Alekh pensó en volverla a intimidar pero ningún sonido
salió de su boca, se limitó a desayunar imaginando que no había
nadie con él, que estaba solo, como siempre.
La hora del desayuno se hizo costumbre, Alekh siempre llegaba
primero, con un gran vacío en el estómago y el corazón desbocado,
expectante, casi temeroso de que Prya no llegara a “su solar”, la
presencia de esa molesta niña se había vuelto indispensable en su
vida, no concebía esa hora del día sin su compañera silenciosa.
Los eternos y estresantes minutos pasaron y Prya, como siempre,
se apareció con sus alimentos y se sentó en su pequeño rincón,
cuando iba a empezar a comer por un descuido derramó su jugo,
soltando una maldición trató de limpiar su uniforme escolar, en eso
estaba cuando sintió una presencia a su lado, volteó y se encontró
con Alekh, quien le ofrecía su propio jugo.
–Ya estoy satisfecho –le dijo–, tómalo si quieres…
–¿Ya le tomaste tú? –preguntó Prya.
La ira y la vergüenza se dibujaron en el rostro de Alekh, de
inmediato retiró su ofrecimiento, tomó del jugo y después devolvió el
líquido en su boca al envase.
–Ahora ya lo he hecho –dijo con la furia contenida–, tampoco soy
un animal enfermo para que te de tanto asco…
Se dio la media vuelta y se dispuso a retirarse, Prya lo detuvo, le
quitó el jugo y ella hizo exactamente lo mismo, tomó de él y
devolvió el líquido a la botella, después se lo ofreció a Alekh.
–Prueba que yo no te doy asco ni soy una mugrosa…
Alekh le arrebató el frasco y amagó con botarlo, después bebió la
mitad de su contenido de un solo trago, le ofreció el resto a Prya
quien botó el líquido en el césped ante la cara se sorpresa del Santo
Hermano.
–Tú no me das asco pero esto sí, eres un cochino.
Acto seguido se acercó a Alekh y lamió el lado izquierdo de su
cara para después echarse a correr.
–¡Tú eres la cochina! –le gritó Alekh señalando su uniforme–. ¡Y
esa es la prueba!
Prya le mostró la lengua al futuro jerarca y siguió corriendo,
Alekh sonrió y después se lanzó a la carrera detrás de ella,
mascullando:
–Te arrepentirás de esto…

Primus volvía a caer al suelo retorciéndose de dolor, miraba con


odio al Hermano Inframundo, tanto ese tipo como su imbécil
compañero eran especialmente rudos con él en los entrenamientos,
situación distinta de lo que sucedía con el Santo Hermano, a quien
trataban con el máximo cuidado.
El Santo Hermano…, un cretino total que se creía el rey del
mundo, no, los reyes eran poco para él, ese idiota se creía uno de los
tres Dioses, tal vez el jefe de ellos, con su caminar soberbio y su
actitud intimidante… ¡Pobre diablo! Primus lo compadecía, el Santo
Hermano era un bravucón de quinta, vanagloriándose por todos lados
de su capacidad de controlar la electricidad. Eso no era nada, él podía
destrozarlo a golpes si no tuviera a toda la Iglesia protegiéndolo…
Era un hecho y una ley que nadie podía tocar al Santo Hermano
bajo pena capital, Alekh Algol era intocable y ese cretino lo sabía,
por eso se aprovechaba de su situación para amedrentar a todo
mundo, claro, dándose a veces “baños de pureza”.
Primus, como todos, sabía de las reacciones que provocaba el
idiota de Alekh Algol, la mitad de la gente que lo conocía lo
idolatraba y la otra mitad lo detestaba, algunos otros lo odiaban y a
los menos, como él que lo conocía bien, les daba lástima.
El Santo Hermano caminaba con parsimonia, vanagloriándose de
su poder, ayudando a algunos e intimidando a otros, se hacía cargo
de los abusadores con su poder pero eso sólo era porque aquellos lo
permitían, se rumoraba entre paredes que un día un abusador le dio
una paliza a Alekh y no se volvió a saber de él, se decía que el
Hermano Cielo y el Hermano Inframundo, que sí eran intimidantes,
se habían “encargado del asunto”.
Pero él no les temía, no le temía a nadie, ni al Hermano Cielo, ni
al Hermano Inframundo, ni al peor de todos: Mundo, un sádico que
hacía parecer las golpizas de los dos religiosos como simples
caricias, un tipo tan insignificante y despreciable como Alekh Algol.
Primus sabía que estaba “en la línea”, era el único en toda la Santa
Sede que le hacía frente al Santo Hermano, si bien jamás lo había
tocado, sí era especialmente cruel con él, se podría decir que estaban
igualados, el futuro Inquisidor aguantaba sus palizas y el futuro líder
eclesiástico soportaba sus bromas y humillaciones.
El mayor de los hermanos Hotep se incorporó y atacó de nuevo al
Hermano Inframundo, se prometió que ese día lograría por lo menos
darle un golpe, un pequeño desquite por tantas golpizas recibidas.
Observó a su maestro, parecía que estaba descuidado jugando un
videojuego con su consola portátil pero Primus sabía que no era así,
que estaba al pendiente de sus movimientos, planeó su estrategia y se
lanzó al ataque.
Cargó con toda su velocidad, ya tenía listos sus siguientes
movimientos, en diez de ellos lograría su objetivo, su pierna
izquierda se estrelló contra la mano derecha del religioso y su puño
derecho golpeó el aire, sus siguientes embates corrieron la misma
suerte, no le acertó a nada, entonces sonrió, todo había sucedido tal y
como lo había planeado, una fuerza invisible intentó arrancar de las
manos del Hermano Inframundo la consola portátil de videojuegos,
la respuesta no fue la esperada, el religioso con un simple
movimiento puso a salvo su dispositivo y ese fue el momento que
Primus aprovechó para golpear, su cuerpo se movió sólo, por
instinto, eludió la patada que le propinó su instructor y después
impactó el abdomen del miembro del Clero, mandándolo a volar y
estrellarse con una pared.
Primus no creía lo que acababa de ver, era imposible que él
hubiera hecho eso, no tenía tanta fuerza, apenas había descubierto
un pequeño resquicio de capacidad psíquica en él que le hacía mover
los objetos sin tocarlos, pero lo sucedido era otra cosa, observó el
suelo, la consola portátil estaba ahí, al parecer había sobrevivido al
impacto, no estaba muy seguro de que él correría con la misma
suerte.
El Hermano Inframundo se incorporó, Primus notó que a su
esplada la pared en la que se había estrellado tenía cuarteaduras,
temeroso observó al religioso expulsar su energía, era imposible que
alguien tuviera tal cantidad de poder, estaba muerto, con timidez le
ofreció el dispositivo a su maestro.
–No le pasó nada –dijo mientras extendía la mano y agachaba la
cabeza–. Lo siento.
Con resignación observó la sombra del Hermano Inframundo,
claramente se percató de cómo alzaba la mano hacia él, estaba seguro
que le devolvería el golpe multiplicado por diez, cerró los ojos y
esperó el impacto, sintió como el dispositivo le era arrancado de las
manos y después cómo un poderoso brazo rodeaba su cuello, a
continuación, una estruendosa risa lo sacó del estado nervioso en el
que se encontraba.
Levantó la vista y observó al Hermano Inframundo reír, lo
ahorcaba con camaradería mientras revisaba la mano con la que
había sido golpeado.
–Siéntela –le decía a Primus con emoción–, todavía se siente dura
como el acero…
Primus así lo hizo, tocó su propia mano, parecía que era de metal
y no de carne y hueso.
–¿Qué sucedió? –le preguntó al Hermano Inframundo.
–Que tú serás el Inquisidor –le anunció con orgullo el religioso–,
tus ojos, a diferencia de los de tu hermana, cada vez son más azules y
tu cuerpo ha manifestado las energías psíquica y metal, felicidades.
Primus se sentía confuso, observaba sus manos, las estudiaba
como si fueran algo ajeno a él, después se volvió hacia su maestro.
–Hermano Infra, pensé que estaría furioso por haberlo golpeado…
–Esa es la finalidad de tu entrenamiento, Primus, volverte más
fuerte, a partir de este momento seremos más rudos contigo, mucho
más…
–¿Puedo preguntar algo sin que se moleste?
–¿Por qué habría de hacerlo? –preguntó el Hermano Inframundo
viendo fijamente a su alumno.
–Porque se trata de Alekh Algol…
–Por esta vez te voy a pasar que le llames así, pero debes referirte
a él como Santo Hermano o Excelencia, serás un Inquisidor, Primus,
por lo que estarás a su servicio.
–Eso ya lo sé –respondió Primus con desgana, lo deprimía el saber
que en el futuro estaría a las órdenes de alguien como Alekh Algol,
presintió que nada bueno le deparaban los siguientes años de su
vida–, lo que quiero saber es por qué todos se ensañan conmigo en
los entrenamientos y por qué con él son muy suaves.
–Porque los dos desempeñarán en el futuro papeles muy distintos
en la Iglesia –le respondió el Hermano Inframundo revolviéndole el
cabello–, el Santo Hermano será nuestro líder y tú nuestro protector,
el aprendizaje de su Excelencia se dirige más al estudio académico,
el tuyo al combate físico, ya deberías de saberlo, eres un
superdotado, muchacho, yo y Cielo pertenecemos a la generación de
los FILOS, aquellos guerreros que armaron una revolución en el país
y ganaron, en las pruebas de poder nosotros fuimos catalogados por
encima de ellos…
–¿De verdad? –preguntó un impresionado Primus, quien como
todos, había escuchado de la revolución de los FILOS, de cómo
grandes guerreros siendo apenas unos adolescentes habían derrocado
a los hombres más poderosos del país, jóvenes que ahora los
gobernaban, el que los Hermanos Cielo e Inframundo fueran, como
mínimo, tan poderosos como ellos, era algo impresionante.
–Así es, la revolución fue algo ajeno a la Iglesia y por eso no
intervenimos en esa lucha armada, pero puedo asegurarte que si
hubiéramos tomado partido, el bando vencedor hubiera sido a quien
el Clero apoyara.
–Siempre he sentido que tú y el Hermano Cielo son muy
poderosos, su energía se siente tranquila pero intensa, casi tan fuerte
como la de Mundo…
–Ese tipo es un monstruo –explicó el Hermano Inframundo al
recordar al enviado por la Alta Cúpula Eclesiástica para auxiliarlos–
y tú de alguna manera sigues su camino, el mismo Mundo ha dicho
que en el futuro lo superarás.
–Yo jamás podría ser más fuerte que ustedes…
–Ya lo eres –le dijo el Hermano Inframundo señalando la mano
endurecida del chico–, a tu edad ni Cielo, Mundo o yo teníamos ese
poder que ya has manifestado y tampoco teníamos tu habilidad.
–Entonces han sido duros conmigo…
–Porque sabemos de lo que eres capaz, en el futuro seremos
todavía perores, seré tan despiadado contigo que terminarás
odiándome, me ensañaré contigo hasta que me derrotes, sólo
entonces estaré satisfecho.
–Yo jamás podría odiar a quien me ayuda, aunque me lastime
como lo haces tú, no sé si algún día pueda derrotarte, lo dudo, pero a
partir de hoy esa es mi principal finalidad en la vida, ser mejor que
tú, que el Hermano Cielo y que Mundo, te aseguro que me esforzaré
al máximo.
–Es lo que se espera de ti.
Primus chocó el puño con el Hermano Inframundo y se fue
corriendo del lugar de entrenamiento, le urgía ver a su hermana, Prya
no quería ser una Inquisidora, le daría un gran gusto saber que el
guerrero de la Iglesia sería él.
La buscó por todos lados pero no la encontró, en ese momento
recordó que alguna vez la escuchó hablar del solar que se encontraba
detrás del inmueble de eventos deportivos, se apresuró a ir a ese
lugar y los encontró.
Con gran furia observó a su hermana y al imbécil de Alekh Algol
platicando, se les notaba divertidos, por la forma en que hablaban
estaba seguro que no era la primera vez que lo hacían, por la manera
en que ambos se desenvolvían se notaba que ya llevaban mucho
tiempo siendo amigos.
Prya reía, al parecer, con las estupideces que Alekh decía, se
agarraba de su brazo y se doblaba de la risa, el futuro líder
eclesiástico veía a Prya de una manera que incomodó a Primus, ahora
lo entendía todo, tenía varias semanas que ese animal no se metía con
él, incluso Primus ya no recordaba la última vez que habían
discutido, deseaba en ese momento destrozarlo, con su nuevo poder
no le costaría ningún trabajo, pero se contuvo, el Santo Hermano era
intocable, se marchó del lugar planeando su venganza.
El futuro inquisidor no podía esperar, deseaba desquitarse cuanto
antes de Alekh, decidió dejar de lado cualquier complicada broma e
ir directo a la provocación, sin importarle el castigo que recibiera, él
se encargaría de que el Santo Hermano no asomara la cabeza por las
aulas durante mucho tiempo.
Alekh caminaba por los pasillos rumbo a su salón de clases
cuando notó que las miradas se posaban en él, todas con la risa
contenida, de inmediato sospechó que algo sucedía, sin que nadie lo
notara creó su esfera psíquica, aquella que le permitía ver y escuchar
lo que sucedía en otros lugares, la esfera levitó y recorrió el pasillo
escolar hasta el salón de clases, a través de otra esfera que sólo el
Santo Hermano podía ver, logró percatarse que Primus Hotep lo
esperaba en el marco de la puerta con una cubeta de pintura rosa.
El Santo Hermano continuó su camino como si nada pasara, llegó
a la esquina donde Primus lo esperaba y siguió avanzando, la pintura
voló hacia él, una esfera de energía eléctrica impactó el líquido
rosado, salpicando a todo mundo a su alrededor, incluyéndolos a él y
a Primus.
–¿A esto se han reducido tus bromas? –le preguntó Alekh a
Primus–. ¿A burdos intentos de humillación estúpida? Ni siquiera
vale la pena regalarte mi tiempo y mi enfado.
–Todos sabemos que tiempo es lo que te sobra –le espetó Primus
buscando una sola respuesta–. Podrás ser el futuro líder de la Iglesia
pero aquí no eres nada, sólo un inadaptado social a quien nadie
soporta, nadie te tolera y nadie te habla, no sé por qué te molestas en
venir, deberías decirle a la Santa Madre que te contrate maestros
particulares, tú seguirás solo y los demás nos desharemos de tu
maldita y arrogante presencia.
–¿Eso es todo? –volvió a preguntar Alekh con desdén–. Incluso
tus insultos han decaído, creo que dejaré de hacerte caso, ya no
existes para mí, eres un perdedor como cualquiera otro de los que
están aquí.
–Ya lo veremos –le respondió Primus retadoramente–, podrás
ignorar mi presencia pero los demás no, lo quieras o no, seguirás
siendo el payaso de la clase, de quien todos se ríen y se burlan a tus
espaldas.
–Eso no me afecta, jamás me ha interesado lo que los inferiores
piensan de mí –respondió Alekh con la misma calma, algo raro en él
ante los insultos de su enemigo natural–, prefiero ser el payaso de la
clase al cobarde…
–No sé a quién te refieras con cobarde –lo señaló Primus–,
seguramente a ti mismo, yo soy el único que te enfrenta, a quien no
le interesa en lo más mínimo tu maldito estatus.
–Sólo eres un cobarde fanfarrón –le contestó Alekh–, quien se las
da de valiente porque me enfrenta o pretende insultarme, jugándome
bromas pesadas para compensar la inferioridad que siente frente a
mí, los demás, aunque son una nulidad, por lo menos son auténticos,
conocen su lugar frente a mí y lo respetan, agachan su cabeza como
deben hacerlo, pero tú, no eres más que un animalito miedoso, no,
creo más bien que eres un insecto, como esas moscas que son felices
sólo molestando, volando con su exasperante zumbido en la oreja del
gigante, a quien jamás se atreverían a retar de manera directa porque
a pesar de su casi nulo cerebro saben que morirían.
Primus no lo soportó más, el coraje que ya traía, su fallida broma
y las palabras de Alekh que lo habían puesto en su lugar fueron
demasiado para él, se le dejó ir a los golpes, todos alrededor se
llevaron las manos al rostro, incrédulos y temerosos, ese chico
acababa de firmar su sentencia de muerte, la mayoría huyó corriendo
del lugar, no querían que los involucraran en ese crimen.
El Santo Hermano y Primus Hotep se golpeaban sin cesar, en el
rostro y en todas partes del cuerpo, no importaba donde fuera, lo que
contaba era lastimar al oponente, al final, llegaron el Hermano Cielo
y el Hermano Inframundo para separarlos.

Primus esperaba en una habitación vacía, la cual, más bien parecía


una prisión, ni siquiera había un lugar para sentarse, hacía unos
instantes había recobrado la conciencia, recordaba al Hermano Cielo
conteniéndolo y a él mismo retorciéndose en sus brazos, después
todo fue confuso, sintió un fuerte golpe en el rostro y se desmayó.
Se tocó la cara y tomó cuenta del estado de su rostro, todo el lado
izquierdo, donde había sido golpeado por última vez, estaba
hinchado, se percató que tenía el ojo completamente cerrado, sólo
veía con el ojo derecho.
Después de un par de horas tomó conciencia de su situación, había
cometido un crimen muy grave, el peor de todos, había levantado la
mano contra el futuro líder de la Iglesia, su castigo debía ser
ejemplar.
Empezó a temblar, sin ser el más religioso de los alumnos rezó a
los tres Dioses por su hermana, porque el castigo no la alcanzara a
ella, se sentía un idiota, todo había sido su culpa, Alekh ya había
dejado de meterse con él, nada de malo tenía que hablara o hiciera
amistad con su hermana, eso era algo que a él no le concernía, ahora
su vida estaba arruinada tan sólo por un momento de furia, tal vez
pronto moriría, no quería morir, se lamentó hasta que comenzó a
llorar.
El ruido de la puerta lo despertó, después de esperar en vano se
cansó y se durmió, Primus en su interior deseaba que la puerta no se
abriera nunca. Se incorporó de inmediato para ver de frente a su
verdugo, se trataba del Hermano Cielo, no le extrañó, ese tipo y él
jamás se habían llevado bien, pensó que el religioso disfrutaría
torturándolo hasta la muerte.
–Siento eso –le dijo el religioso señalando el ojo izquierdo de
Primus–, estabas incontrolable y tu cuerpo se endurecía, si no te
“ponía a dormir” te hubiera lastimado más si sacabas a relucir tus
habilidades.
–No importa –le respondió Primus bajando la mirada–, ya
sanará… ¿Voy a morir?
El Hermano Cielo no pudo evitar sentir aprecio por ese chiquillo,
que a pesar de la situación era directo y frontal, él conocía a
guerreros curtidos que en esas situaciones lloraban por clemencia.
–Ven aquí.
Primus se acercó al Hermano Cielo con pasos lentos pero no se
detuvo ni un instante hasta quedar frente a su verdugo. El Hermano
Cielo abrazó al muchacho, Primus no pudo controlarse y de nuevo
comenzó a llorar, cuando el futuro Inquisidor se calmó, el religioso
se sentó recargando su espalda contra la pared instando a Primus a
imitarlo.
–Me dice Infra que ya has mostrado tu “Gash”… ¿Es cierto?
Primus no respondió, tan solo se limitó a asentir con la cabeza.
–¿Por qué no lo utilizaste cuando peleaste con Alekh? Él sí utilizó
su electricidad. –El Hermano Cielo tomó al pequeño Inquisidor de
uno de sus brazos, se veía magullado.
–Soy mucho más fuerte que él –contestó Primus–, sólo quería
pegarle, no matarlo.
–Es realmente increíble que a tu edad, con tu “Gash” recién
descubierto y en un estado de furia total te hayas contenido –dijo el
Hermano Cielo–, por fortuna nada pasó y tú resultaste más herido
que el Santo Hermano, sin embargo, lo que hiciste fue muy
peligroso…
–Lo sé, no es que me arrepienta de lo que hice pero estuvo mal, yo
lo provoqué todo y soy el único culpable –confesó Primus–, aceptaré
el castigo que sea, solo pido que se deje fuera de esto a mi hermana y
no me torturen, no quiero morir así.
–Vamos a suponer que esto se arregla y logras salvar la vida. –El
Hermano Cielo puso el dedo índice en la yugular de Primus–. ¿Qué
harás de ahora en adelante?
–Nada –contestó Primus–. Ya terminé con el Santo Hermano, no
volveré a meterme con él, puede insultarme lo que quiera, haré lo
mismo que los demás, no haré caso a sus palabras y fingiré que no
existe.
–Eso tampoco se oye bien –el Hermano Cielo retiró el dedo del
cuello del menor–, tú estás siendo entrenado para ser el protector del
Santo Hermano.
–No necesito ser su amigo para protegerlo –respondió Primus de
inmediato–, no debes preocuparte por mí, Hermano Cielo, haré mi
parte y la haré bien, me volveré más fuerte, te aseguro que mientras
yo proteja a tu Santo Hermano, él estará siempre a salvo.
–Espero que así sea –la voz del Hermano Cielo se volvió
amenazante–, porque si no es así, la tortura a la que serás sometido
empezará por tu hermana, Alekh Algol es el bien más preciado de la
Iglesia y tú eres su guerrero más poderoso a futuro, por esta única
ocasión todo quedará entre nosotros, agradece que Prya habló con el
Santo Hermano y lo convenció de no castigarte, nadie dirá nada a la
Santa Madre pero de todas formas se enterará, si eso pasa, nada ni
nadie te salvará de su furia y hablo en serio, esa mujer puede partirte
como si fueras un mondadientes y tiene un amor enfermizo por su
Eminencia, acepta este consejo, aléjate de la Santa Madre durante un
buen tiempo, si te manda a llamar no vayas, huye y escóndete, deja
pasar unos cuantos meses a que se le pase el coraje, eso si quieres
vivir…
Primus tragó saliva, el tono de voz con el que le hablaba el
Hermano Cielo no era en lo absoluto de broma, estaba serio y quizá
hasta temeroso, se preguntó qué tan terrible sería esa adorable
anciana que dirigía el destino de la religión más popular de Boleria.

Mientras caminaba por los pasillos escolares, Primus pensaba en


Alekh Algol, aunque no se lo expresó a nadie debía aceptar que le
agradecía el que no pidiera su cabeza en una pica, ya había pasado
una semana desde su pelea y todo estaba en calma.
Se sentía extraña la sensación, el no verse retadoramente,
insultarse, cuando coincidían, ambos pasaban al lado del otro como
si no existieran, esa sensación no le gustó a Primus, de alguna
manera se había acostumbrado a interactuar con el cretino de Alekh
Algol y se sentía preparado para soportar sus insultos y hasta sus
ataques físicos, sentía que incluso se los merecía por lo que había
sucedido.
Él ahora era un ídolo en la escuela, el más popular, todos lo veían
como un héroe que enfrentó el infierno y había salido airoso de él,
incluso los partidarios del Santo Hermano lo veían con respeto, se
necesitaba valor para hacer lo que él había hecho.
Sus amigos de inmediato lo recibieron con alegría cuando se
enteraron que su castigo no había pasado de unos azotes, los cuales
se los había infringido personalmente el Santo Hermano, incluso le
contaron que se decía que lo habían azotado más de cien veces.
Primus se molestó, lo del castigo había sido real, su crimen no
podía quedar impune y todos deberían de saberlo, sin embargo,
Alekh tan solo lo tocó un par de veces con el mango del arma y dio
por cumplida la reprimenda, se negó a azotarlo y prohibió que
alguien más lo hiciera, situación que de nuevo hizo sentir mal al
futuro Inquisidor.
Sabía que esa pelea había marcado un antes y un después en su
vida, ahora se sentía en deuda con el peor de sus enemigos, quien le
había robado incluso a su hermana, lo peor era que no podía
desquitarse, ni siquiera podía hablar mal de ese imbécil, no por lo
menos hasta saldar cuentas.
Golpeó en el rostro al primero de sus amigos que habló mal de
Alekh, les advirtió a los demás que haría lo mismo con quien
insultara al Santo Hermano, les espetó que el futuro líder de la Iglesia
por lo menos tenía las “bolas” para enfrentar sus problemas y no se
escudaba en su rango, algo de lo que no eran capaces ninguno de
ellos.
Muchas veces se pasó por el solar a espaldas del inmueble de
eventos deportivos, en todas ellas se encontró con su hermana y
Alekh platicando, sonriendo y pasándosela bien, se preguntaba si
realmente ese niño era el cretino que todos pensaban.
En ese momento precisamente era lo que Primus hacía, se
aseguraba de que su hermana estuviera con Alekh en el solar, estaba
a punto de retirarse cuando escuchó:
–¿Aún no te atreves a darme la cara?
Primus se enfureció, de ninguna manera pasaría por alto ese
insulto y menos aún frente a su hermana, salió de su escondite y le
plantó cara a su rival, casi se sintió contento de volver a su rutina de
insultos.
–Yo jamás me he escondido de ti…
–Yo creo que sí –le contestó Alekh con su odiosa calma–, llevas
varios días espiándome…
–Sólo vigilo a mi hermana –le espetó Primus que ya se había
sonrojado–, no confío en ti, además, ya es un hecho que seré un
Inquisidor, aunque me repugna, en el futuro seré tu protector.
–El futuro no es hoy –le indicó Alekh–, este es mi solar y yo
decido quien puede estar aquí, vete de mi propiedad.
–Este solar pertenece a la Santa Sede y tú aún no eres su dirigente
–ladró Primus–, me iré cuando me dé la gana…
Alekh tomó una bebida, apuró parte del líquido y en seguida lo
devolvió, después se lo ofreció a Primus.
–Bebe –le ordenó–, si quieres estar aquí debes hacerlo.
Primus empujó a Alekh
–De ninguna forma beberé esa porquería –exclamó furioso.
Prya se interpuso entre los dos chicos, en su mano derecha tenía
otra bebida, hizo lo mismo que el Santo Hermano y después le
ofreció la botella a su hermano.
–Hazlo –le ordenó también–, el terreno de la escuela es enorme y
puedes pasear y pelear por donde quieras, pero si deseas estar aquí,
deberás pasar la prueba de iniciación, en caso contrario, vete a tu
escondite a seguir espiando.
Primus, furioso, arrebató las bebidas a Alekh y su hermana y las
apuró al mismo tiempo ante la mirada complaciente de ambos, lo que
la menor de los Hotep y el Santo Hermano no se esperaban era la
malicia del futuro Inquisidor, quien después de beber una parte del
contenido de las bebidas, lo escupió sobre el futuro jerarca de la
Iglesia y Prya.
–¡Eres un cochino! –le gritó Prya viendo con asco el líquido en
sus ropas y limpiándose la cara.
–Perdón –dijo Primus sin sentirlo–, pero sus porquerías me dieron
mucho asco y no lo pude evitar...
–No te preocupes –comentó Alekh con una malévola sonrisa, ni
siquiera se preocupó por limpiarse el líquido de la cara–. Ya pasaste
la primera parte de la prueba, falta la segunda…
–¿Qué? –preguntó Primus arrepintiéndose de lo que había hecho,
su hermana era inocente pero el Santo Hermano era un genio de la
maldad.
–Coloca tus manos en la espalda –le indicó mientras chocaba el
puño de su mano derecha con la palma de su mano izquierda.
–No voy a hacer eso… –Primus retrocedió unos pasos.
–Cállate y hazlo –le ordeno Prya que había vuelto a sonreír.
–Esperen –dijo un Primus atemorizado y retrocediendo cada vez
más, mi ojo izquierdo se acaba de recuperar de la paliza que me dio
el Hermano Cielo, creo que mejor los veo desde lejos…
–¡Demasiado tarde! –exclamó Prya al tiempo que golpeaba con el
puño cerrado el rostro de su hermano.
Esa misma tarde, con dos nuevos moretones en el rostro, Primus
se paseaba por la escuela platicando con Prya y el Santo Hermano
como si fueran amigos de toda la vida, todos los veían sorprendidos,
nadie podía creer lo que sus ojos les mostraban, los dos enemigos
más acérrimos hablaban entre ellos sin que hubiera insultos de por
medio, de verdad parecían buenos amigos. Algo inaudito.

Tras conocer más de cerca a Alekh Algol, Primus se percató que


en realidad no era un mal sujeto, detrás de esa fachada de cretino sin
sentimientos se alojaba una buena persona, quien era abusivo con los
abusivos, al ser intocable podía darse el lujo de pasar por encima de
cualquiera y su blanco preferido eran aquellos que se valían de su
fuerza, físico o posición superior para humillar e imponerse a los
demás.
Entonces comprendió que en la escuela había demasiados
abusadores, él no se había percatado de eso por su hostilidad y
animadversión exclusiva hacia el Santo Hermano, Primus era fuerte
y enfrentaba a quien incluso se atreviera a mirarlo de cualquier forma
que lo incomodara, además de que por su carácter despreocupado y
alegre caía bien a todos, eso le valió la amistad de los que
controlaban la escuela con el poder del miedo y la intimidación.
Se dio cuenta que los débiles apreciaban a Alekh a pesar de que
también le temían, era una buena persona y un protector, pero
también era una persona divina, no se sentían merecedores de
hablarle siquiera, el conjunto de esas situaciones mantenían al Santo
Hermano como un paria social, adorado pero inalcanzable para los
débiles, odiado e intocable para los fuertes.
Primus los despreció a todos por igual, a fuertes y débiles, se dijo
que ninguno de ellos merecía la amistad de Alekh, quien no debía
mezclarse con gente como ellos, él sería su único amigo, el mejor, se
juró a sí mismo que mientras él viviera jamás le sucedería nada malo.
Ambos se convirtieron en el terror de la escuela, un par de
camorreros infatigables, acabaron juntos con todos los abusadores,
por medio de la violencia convirtieron el instituto educativo en un
lugar de paz y convivencia.
El solar detrás del inmueble de eventos deportivos se convirtió en
su guarida, Alekh, Primus y Prya sabían que si alguno de ellos no
estaba en los lugares de costumbre, se encontrarían ahí.

Prya estaba llegando al solar, lo hacía con molestia, pensaba


regañar a su hermano y Alekh por saltarse las clases, el que ahora
fueran amigos no significaba que ambos fueran unos vagos. Los
encontró a ambos tumbados en el césped, platicando.
–Hay algo que siempre me he preguntado –decía Primus–, me
consta que eres una buena persona aunque trates de ocultarlo y que
jamás lastimas a los débiles, sin embargo, cuando te conocimos no
fue así.
La menor de los hermanos Hotep se guardó sus regaños, lo que su
hermano decía también la intrigaba, jamás había hablado con Alekh
acerca de lo sucedido ese día.
–Todo no fue más que un mal entendido –comentó Alekh con
pesar–, ustedes llegaron en el momento equivocado al lugar menos
indicado, les debo a ambos una discu…
–Olvídate de eso –lo interrumpió Prya sentándose frente a su
hermano y Alekh–, me refiero a tus disculpas, lo que sucedió entre
nosotros ya está olvidado –volteó a ver a Primus y éste afirmó en
dirección a Alekh, confirmando las palabras de su hermana–, la
verdad es que yo también tengo curiosidad por lo que pasó ese día.
–El niño a quien Prya defendió es un pequeño cabrón, ahora ya lo
conocen y saben a lo que me refiero –comenzó diciendo Alekh–,
seguro recuerdan que se desapareció aprovechando el alboroto que
armamos…
Prya y Primus se voltearon a ver, ambos recordaron el motivo de
la pelea con el Santo Hermano, habían llegado a la escuela
acompañados de Mundo y Mentalista, recorriendo el campus Prya
observó a unos estudiantes montando unos hermosos caballos, se
quedó sorprendida, Mundo señaló un inmueble lejano y les dijo que
en ese lugar se encontraba el establo y que había muchos caballos
más.
La menor de los hermanos Hotep le rogó que la llevara a verlos,
Mundo le respondió que no era el momento, sin embargo, ante la
insistencia de la menor, Mundo accedió a que ella y su hermano se
adelantaran para ver a los caballos, en cuanto Mentalista y él los
alcanzaran continuarían su camino.
Prya, emocionada, obligó a su hermano a correr junto a ella rumbo
a los establos, cuando llegaron, se encontraron con Alekh, que en ese
momento estaba atacando con electricidad a un pequeño que lloraba
por el dolor, Prya se interpuso entre ellos para proteger al menor y el
Santo Hermano la atacó, después Primus le dio una paliza.
–Ese pequeño hijo de puta es el perro del hijo del Director de la
escuela –continuó diciendo Alekh–, quien por cierto, se cree el dueño
del lugar y amedrenta a todo mundo, eso tampoco se los tengo que
decir.
La imagen de Miroslav Venati llegó a la mente de Primus, tras el
suceso en las caballerías, Ysshud Shedar, nombre del menor al que
Prya defendió, los presentó, desde ese momento ese tipo se volvió su
incondicional, fue quien más alentó su odio y animadversión contra
Alekh, ciertamente todos le temían, ya había escuchado que era el
abusador oficial de la escuela aunque cuando estaba con él jamás se
había propasado con nadie, sin embargo, en cuanto Primus limó
asperezas con Alekh, Miroslav dio por terminada su amistad.
–¿Qué fue lo que sucedió ese día? –preguntó Primus–. Sabía de
sobra que Ysshud, el niño que lloraba, aunque contaba con un par de
años menos, era mucho más fuerte que Alekh.
–Ya había escuchado muchas quejas de Ysshud –platicó Alekh–,
el perro de Miroslav, los dos son unos completos hijos de puta que
fueron expulsados de Regum Urbem, pero el peor es Miroslav,
quien llegó al extremo de pedir dinero a los estudiantes por usar “su
escuela”, oí el rumor de que rentaba los caballos del establo, enviaba
a Ysshud, quien es quizá el alumno más fuerte de la escuela, a
golpear a quien no pagaba, me enfurecí y lo vine a enfrentar, como
ya te has dado cuenta, Infra y Cielo no permiten que nadie me toque,
lo que te sucedió a ti no es nada en comparación con la paliza que
Cielo le dio a ese enano en una ocasión sólo por insultarme.
Primus empezó a reír, se imaginó al Hermano Cielo golpeando a
Ysshud, quien a pesar de ser un enano que parecía insignificante, era
tan fuerte como él. El futuro Inquisidor estaba seguro de que el
pequeño idiota se merecía la paliza, después de todo lo que había
sucedido, tenía un gran aprecio por los dos religiosos que protegían
al Santo Hermano.
–Entonces los enfrentaste… –dijo Prya conminando a Alekh a
seguir con su relato.
–Así es –prosiguió el Santo Hermano–, justo estaba llegando
cuando Ysshud Shedar y Miroslav Venati golpeaban a unas niñas
con un fuete por “no haber pagado su cuota”, ya se imaginarán el
resto…
–Los atacaste a ambos –Primus sentía un gran coraje al escuchar
lo que Alekh le contaba.
–Así es –confirmó el Santo Hermano–, Miroslav es un cobarde
que de inmediato huyó, Ysshud es un idiota, Miroslav le ordenó que
se quedara a explicarme lo que sucedió para que él pudiera huir, ya
se imaginarán mi furia, no hice caso de lo que ese enano decía y lo
ataque con todo mi poder…
–En ese momento fue cuando nosotros llegamos –comentó Prya–,
el muy cobarde se colocó detrás de mí en cuanto te increpé…
–No sólo eso –el rostro de Alekh se puso rojo de vergüenza–,
cuando estaba detrás de ti se burló de mí, eso me hizo enfurecer más,
debes creerme cuando te digo que nunca quise hacerte daño, el
ataque iba dirigido hacia Ysshud, pero fallé, lo que pasó después ya
lo saben, yo estaba furioso con ustedes por ayudar a ese enano,
Primus me pateó el trasero y Cielo se lo pateó a él.
Primus se volvió a recostar en el césped.
–Bonita forma de conocernos.
Prya se colocó de rodillas detrás de Alekh y lo obligó a poner su
cabeza en sus piernas.
–Lo bueno es que esos dos recibieron su merecido, ahora, gracias
a ustedes, ya no hay abusadores en la escuela.
–De todas formas ten cuidado, Alekh –Primus continuaba serio–,
conozco bien a Ysshud y Miroslav y ambos son muy fuertes, más el
enano aunque es el subordinado, los dos han dado indicios de
controlar la energía pura, por eso todo mundo les teme, son muy
traicioneros, trata de meterte con ellos lo menos posible, déjamelos a
mí.
–Yo soy tan fuerte como tú –dijo un envalentonado Alekh
incorporándose, te lo puedo demostrar cuando quieras.
–Lo sé –dijo Primus quitándole importancia a sus palabras–, lo
nuestro ya es cosa del pasado, somos camaradas de batalla.
Primus le extendió el puño al Santo Hermano y éste se lo chocó,
sin embargo, el futuro Inquisidor estaba preocupado, sabía que tanto
Ysshud como Miroslav podían lastimar a Alekh si se daban las
condiciones propicias, por eso él siempre tenía que estar a su lado,
por si el Hermano Cielo o el Hermano Inframundo no estaban ahí
para protegerlo.
Estaban por retirarse cuando escucharon el grito de auxilio, se
trataba de una voz femenina, Alekh fue el primero en salir corriendo,
Primus y Prya lo siguieron de inmediato.
No tardaron mucho en llegar al lugar de donde provenía la
llamada de auxilio, los tres menores se ocultaron detrás de unos
arbustos y observaron a diez adultos, todos vestían largas capas con
capucha y máscaras que ocultaban sus rostros, uno de ellos, tenía
agarradas de los cabellos a un par de niñas de la escuela.
–Son demasiados –dijo Primus con cautela al ver el número de
adultos involucrados–, no podemos hacer nada contra ellos –le
mostró un comunicador móvil al Santo Hermano–, ya les he
mandado un mensaje al Hermano Cielo y al Hermano Inframundo,
en cualquier momento llegarán, debemos esperarlos…
Alekh no prestó atención a las palabras de Primus, estaba furioso
por la agresión a las niñas, en su mano izquierda se empezó a formar
una esfera eléctrica.
–Espéralos tú –le ordenó a Primus–, yo me encargaré de estos
tipos, he peleado con más adultos de los que hay ahí, no necesito de
tu ayuda.
–Esos no son gente de aquí ni adultos normales –insistió Primus–,
no son alguien con quien debamos meternos…
–Entiendo tu pesar –le contestó Alekh–, aunque eres muy fuerte
no tienes experiencia en combates reales, no te preocupes, yo me
encargaré de ellos.
Sin esperar respuesta de su compañero, Alekh corrió hacia los
adultos encapuchados, no le dio oportunidad a Primus de que le
dijera la verdad de su supuesta experiencia: todo mundo se dejaba
vencer por él por ser el Santo Hermano.
–¡Dejen a esas niñas en paz! –ordenó Alekh en tono autoritario
aproximándose a los adultos, les hablaba con la voz de alguien
acostumbrado a siempre ser obedecido.
La persona que sujetaba a las niñas de los cabellos de un rápido
movimiento las arrojó a un lado, las dos menores cayeron
inconscientes, el sentido de alerta de Primus se disparó, para su mala
suerte confirmó que tenía razón, alguien con esa fuerza no podía ser
un guerrero normal, corrió hacia Alekh mientras le gritaba:
–¡No lo hagas! ¡Huye! ¡Esas personas son guerreros curtidos!
Sin esperar a que Primus lo detuviera, Alekh se abalanzó contra el
sujeto que había lastimado a las menores, lanzándole su esfera de
electricidad, el guerrero con un movimiento de su mano desvió el
ataque del menor, después, creó una estaca de metal, la cual lanzó
directo contra el corazón del futuro líder religioso.
El Santo Hermano no tuvo capacidad de reacción, al igual que
Primus que estaba sumamente asustado y no sabía qué hacer, la única
que se movió fue Prya, en un rápido movimiento empujó a Alekh
salvándolo de una muerte segura.
Alekh se incorporó y de inmediato se volvió hacia Prya para
ordenarle que huyera de ahí, lo primero con lo que se encontró fue
con Primus arrodillado, sujetando el cuerpo de su hermana que tenía
la estaca de metal clavada en su cuerpo.
El futuro líder de la Iglesia se llevó la mano al rostro, en ese
momento tomó conciencia de la gravedad de su situación, aquello no
era un juego, las personas que se encontraban enfrente de él estaban
dispuestas a matarlo.
Su instinto de supervivencia lo obligó a huir, pero tampoco pudo
hacerlo, el mismo guerrero que había lanzado el ataque mortal que
hirió a Prya lo sujetó por sus ropas y lo azotó contra el césped, de ese
único golpe Alekh quedó al borde de la inconsciencia, ni siquiera
sintió el segundo impacto que se estrelló contra su estómago.
Una gran furia se apoderó de Primus, quien en un imperceptible
movimiento se acercó al hombre que golpeaba a su amigo, eludió el
golpe que le intentó dar con su mano izquierda y lo golpeó con la
rodilla en el abdomen, el guerrero soltó al Santo Hermano y cayó de
espaldas.
–¡Vaya! –exclamó otro de los adultos, la voz era la de una mujer–.
Ese niño sí sabe pelear y al parecer maneja la energía psíquica y el
metal, como ustedes –señaló a siete de los guerreros que la
acompañaban–, acaben con él…
Los siete guerreros se abalanzaron en contra de Primus, tres con
espada en mano, otros tres lanzándole estacas de metal y el restante
sólo se quedó a la distancia observando la batalla.
Primus se defendió como pudo, eludió los ataques dirigidos hacia
él, golpeó, saltó, fue golpeado y se incorporó, por cinco
interminables minutos logró llevar la batalla en igualdad de
condiciones, hasta que al final se quedó sin energía, maniatado por
dos guerreros.
–Peleaste bien, niño –le dijo el guerrero que no intervino en la
batalla–, mostraste un nivel a la par de un trooper o un elementor,
pero aún estás muy lejos de mí que soy un bérserker, apenas estás
aprendiendo a pelear con tus dones mientras mis hombres manejan
los suyos con maestría, la armadura de mis soldados troopers es
especial, quita la energía a nuestros oponentes mientras que mis
soldados elementors pueden crear estacas de metal y controlar su
movimiento con energía psíquica, es todo para ti…
Un tercer guerrero golpeó en el estómago a Primus con la
empuñadura de su espada, el menor se dobló, después otro de los
guerreros formó una estaca de metal y la lanzó hacia el corazón de
Primus.
Alekh, todavía consciente observó la letal arma avanzar
inexorablemente hacia el cuerpo de Primus, no logró ni gritar, cerró
los ojos para no ver morir a su amigo, escuchó un fuerte golpe y un
lamento, cuando abrió los ojos, se percató que el Hermano Cielo y el
Hermano Inframundo habían llegado al lugar, a su alrededor, estaban
en el suelo los seis guerreros que habían apaleado a Primus.
–Al parecer estos tipos son muy buenos golpeando niños, Infra –
dijo el Hermano Cielo observando a sus rivales–, anda a ver cómo
está el Santo Hermano, yo me encargo de la basura…
El futuro líder eclesiástico le quería gritar al Hermano Cielo que
no se confiara, esos tipos eran muy fuertes y sus técnicas eran letales,
tenía que pelear con todas sus fuerzas y con la ayuda del Hermano
Inframundo, pero ninguna palabra salió de sus labios, apenas podía
mantenerse despierto.
El Hermano Inframundo caminó hacia el Santo Hermano dejando
solo al Hermano Cielo en contra de los siete guerreros que estaban en
pie de lucha, sin embargo, no perdió de vista a los tres guerreros que
aguardaban pacientemente y sin hacer nada a ver el resultado del
combate que estaba a punto de iniciar.
Al igual que lo hicieron con Primus, los guerreros con espada en
mano atacaron físicamente al Hermano Cielo y los otros tres con
estacas de metal a lo lejos, sin embargo, el resultado fue totalmente
distinto, el religioso eludió todos y cada uno de los ataques dirigidos
hacia él con gran facilidad, como si fueran realizados en cámara
lenta, al aire tomó una de las estacas de metal que le lanzaron y con
esa mató a sus seis atacantes en un instante.
Tocó el turno del bérserker, de cuyo cuerpo emergió un enorme
cíclope de tres metros de altura, éste atacó físicamente al Hermano
Cielo que sólo se dedicó a esquivarlo hasta alejarse a una distancia
considerable.
–Eres un bérserker al servicio de la Iglesia –le dijo el Hermano
Cielo–, al igual que lo eran los troopers y los elementors que acabo
de matar, lamentablemente para ti, no eres el líder de este traicionero
acto, pero algo has de saber, te capturaré vivo para después sacarte
toda la verdad como lo hacemos en el Clero, por medio del dolor…
En ese momento una espada con hoja de color café se formó en
las manos del religioso, con ella señaló al bérserker.
–Ya nada puedes hacer –le dijo el Hermano Cielo–, con esta arma
te destruiré, no puedes moverte y tu lamentable monstruo sólo puede
alejarse hasta cinco metros de ti, estás acabado…
El bérserker sonrió, incrustó su espada en un vórtice que se
apareció frente a él para aparecer aumentada de tamaño en la mano
de su cíclope para darle más alcance, el religioso se encontraba a la
distancia ideal para traspasarlo, el Hermano Cielo no hizo más que
ladearse un poco para eludir el estoque.
–Vaya que eres imbécil si crees que con un ataque tan lento
puedes lastimarme…
Entonces tocó sorprenderse al Hermano Cielo, a una velocidad tan
rápida como la suya, una esfera eléctrica como la de su protegido
impactó al bérserker matándolo al instante, el poder de la esfera
eléctrica era cien veces mayor al de las formadas por Alekh Algol.
El Hermano Cielo soltó una maldición y atacó al asesino, el
encapuchado era pequeño, no debía sobrepasar el metro y medio de
estatura, pero era muy ágil y fuerte, llevó a la perfección el ritmo de
la pelea hasta que logró alejarse del religioso.
–Por lo visto los peligrosos son ustedes –dijo el Hermano Cielo
señalando a los guerreros restantes–, mejor aún, me basta con
capturar a uno de los tres para llegar al fondo de este atentado.
La batalla se reinició, las esferas eléctricas aunque eran más
potentes que las de Alekh Algol no fueron suficientes para derrotar la
fusión elemental del Hermano Cielo del metal y el aire.
El metal café del religioso tenía la particularidad de que podía
formar cualquier arma que su amo ordenara, las cuales, una vez que
tenían contacto con otras armas, poder, armadura o piel, éstas se
carcomían hasta desaparecer, para la batalla con el encapuchado
misterioso optó por un par de espadas con los que derrotó a su rival,
las espadas se hicieron polvo junto con las armas y el poder de su
rival.
Un segundo asesino, el de la voz femenina, ingresó a la batalla
para apoyar a su compañero, la guerrera era sumamente rápida y letal
en sus ataques con la espada, sus mandobles eran tan precisos que
destruyó las armas de metal café del Hermano Cielo antes de que
cumplieran su objetivo, el religioso cayó golpeado una y otra vez por
sus ahora dos rivales.
Un podroso fuego de color café cayó sobre el terreno de batalla,
lesionando únicamente a los combatientes invasores, el ataque
fusionado de fuego y tierra tenía una temperatura de 6000 grados
centígrados, se trataba de un líquido que se solidificaba de inmediato
por su alta temperatura, los irruptores apenas salieron ilesos pero sus
cuerpos estaban al límite, el Hermano Inframundo se había unido a la
batalla, sin separarse del Santo Hermano estaba apoyando a su
compañero.
Los dos religiosos se percataron que las ropas de sus contrincantes
estaban desgarradas pero no así sus cuerpos, los cuales habían
soportado el ataque, pero las cosas no quedaron ahí, el tercer
guerrero, al parecer, se uniría a la batalla.
Tanto el Hermano Cielo como el Hermano Inframundo
entendieron que debían terminar rápido con ese combate, Primus y su
hermana se veían seriamente lastimados, sobre todo Prya.
Cuatro bestias se aparecieron en el campo de batalla: una enorme
serpiente alada de veinte metros de largo, con cabeza de llama y cola
de pez se materializó detrás del Hermano Cielo, el legendario Amaru.
Alrededor del Hermano Inframundo se materializaron tres raras
bestias de cuerpos híbridos y colores múltiples, el primero de ellos
tenía una cabeza enorme y blanca, completamente desproporcional a
su diminuto cuerpo, vestía un elegante frac y sombrero de copa, en
su espalda lucía un par de alas de mosca, nariz aplastada y
puntiaguda, ojos negros con fondo amarillo, en lugar de mano
izquierda tenía tenazas y en la derecha, garras, en lugar de piernas
tenía patas animales rematadas en pezuñas, una siniestra sonrisa
amarilla completaba su desconcertante figura.
La segunda de las bestias híbridas era un extraño pez con un
gigantesco cuerno en forma de rosca en la parte delantera de su
cabeza, contaba con largas patas de armadillo, alas de mariposa, una
cresta de rocas le cruzaba todo el cuerpo, cola en forma de mazo
además de dientes enormes y afilados, más de doce colores
adornaban la piel del monstruo, colores que cambiaban conforme
éste se movía.
La tercera de las bestias era una mujer, de su espalda surgían las
cabezas de dos dragones, uno con un cuerno en la cabeza, otro con
cuernos de cabra, la fémina tenía cola de serpiente, sus largas piernas
remataban en patas de águila, dos juegos de alas distintos adornaban
su espalda.
El Hermano Inframundo sonrió, aunque sus enemigos llevaban
puestas máscaras, se notaba por su actitud que estaban
impresionados, sus Alebrijes impresionaban a cualquiera que los veía
por primera vez.
–Brujón, Armacillo y Gelez, acaben con ellos –ordenó el Hermano
Inframundo señalando a los asesinos.
Brujón, la bestia de la enorme cabeza blanca y el sombrero de
copa era una bestia psíquica, controladora de la teletransportación, en
un instante desapareció a Armacillo, el extraño pez y a Gelez, la
mujer con las cabezas de dragón a su espalda y los apareció al lado
de los guerreros que en ese momento ya estaban combatiendo, el pez
atacó con el elemento fuego y la mujer con el elemento tierra.
Por su parte, la serpiente alada, Amaru, atacó al encapuchado que
apenas se disponía a entrar en acción, su cuerpo tomó el fuego de uno
de los Alebrijes y se incendió por completo. Los irruptores dejaron
de atacar, ahora sólo se concentraban en defenderse, situación que se
les complicó cuando los religiosos los atacaron también con sus
técnicas elementales: el metal y el fuego cafés.
–No importa lo que aquí suceda –dijo el Hermano Cielo señalando
a sus oponentes–, pronto conoceremos sus rostros, entonces ya no
importará que escapen o no, los verdugos de la Iglesia los
encontrarán y ejecutarán…
–Tiene razón –dijo el último de los combatientes en entrar en
acción mientras eludía un nuevo ataque del Amaru, su voz también
era femenina, la misión ya terminó, debemos retirarnos…
La guerrera de la espada lanzó un letal ataque de fuego contra
todos sus enemigos, el ataque fue tan intenso que todos debieron
cubrirse para no salir heridos, cuando el ataque cesó, ya no había
rastro de los enemigos en el campo de batalla.
–Van hacia el norte –dijo el Hermano Cielo mientras se
concentraba–, vuelan, puedo alcanzarlos con la ayuda de Amaru…
–Déjalo –dijo el Hermano Inframundo–, así como nosotros no
mostramos nuestro verdadero poder, ellos tampoco lo hicieron, eran
guerreros élite, poseedores de un “Gash” familiar, se contuvieron
para no mostrarse y así los ubicáramos, si vas tú solo es peligroso.
–No los atacaré, sólo necesito alcanzarlos, si veo cómo huyen tal
vez podamos ubicar a esos malditos por medio de su poder… –El
hermano Cielo se resistía a dejar a aquellos asesinos ir como si nada
hubiera pasado, se había perpetrado un acto de violencia en suelo
santo y eso era un pecado mortal, el dejarlos ir significaba una
humillación para la Iglesia.
–Lo sé, pero no sabemos si hay otros asesinos escondidos en los
alrededores y nuestra responsabilidad está aquí –el Hermano
Inframundo levantaba al Santo Hermano–, mejor ayúdame a llevar a
los chicos al hospital…
Alekh no se pudo mantener más tiempo consciente, en cuanto
sintió que el Hermano Inframundo lo levantaba, se desmayó.

Los atacantes encapuchados volaban sobre una gran ave blanca,


controlada por la última mujer que entró en acción, la guerrera que
creó la explosión de fuego como distracción y el guerrero más
pequeño se quitaron sus destrozadas capas con capucha.
–Vamos a dejar a este chico con su padre –dijo la controladora del
fuego señalando a Boyle Riazor, quien también se deshacía de los
zancos que lo hacían ver más alto–, la misión fue un éxito, los
seguidores de la Santa madre ahora saben que su más preciado bien
no está seguro, pronto cometerán un error…
–Los jefes estarán complacidos –mencionó la mujer que
controlaba a la gigantesca ave–, espero que aprecien lo que tanto el
Sacerdote como yo hemos hecho, nos arriesgamos demasiado en esta
misión…
La guerrera controladora del fuego revolvía el cabello del hijo del
Sacerdote mientras sonreía a su interlocutora, una traidora de su
religión.
–Lo estarán, yo misma les contaré que te arriesgaste a ser
descubierta con tal de ayudarnos a escapar, si tus compañeros
hubieran visto esta ave, sabrían que los has traicionado…
La otra mujer no dijo más, su posición era muy delicada, ocupaba
uno de los más altos puestos en el Clero pero su jugada fue una
apuesta segura, conocía de toda la vida a los Hermanos Cielo e
Inframundo y sabía que eran unos guerreros precavidos, no las
seguirían dejando sin protección al Santo Hermano, sin embargo,
sólo era cuestión de tiempo para que los que ahora mandaban sobre
la Iglesia se dieran cuenta de su traición, el grupo rebelde al que ella
apoyaba debía moverse con rapidez y tomar el control del Clero
antes de que la Santa Madre los aplastara.

Los sollozos se escuchaban en todo el piso del hospital, el


Hermano Cielo le acababa de dar la noticia al Santo Hermano de que
Prya Hotep no lo había logrado, la menor perdió su batalla por la
vida, las heridas causadas por la estaca metálica eran irreversibles,
perforó órganos vitales, aún con los grandes adelantos médicos nada
se pudo hacer.
Alekh Algol lloraba, se quejaba, se lamentaba y sobre todo, se
culpaba por lo sucedido, había sido su terquedad lo que desembocó
en aquella tragedia, Prya era una niña buena y alegre, con toda la
vida por delante, un futuro prometedor que él sentía le fue arrebatado
por su estupidez.
–Hicimos todo lo posible –le decía el Hermano Cielo–, incluso
trajimos de la Ciudad de los Cielos Hevven a Marquesa, la mejor
sanadora del país, su poder puede sanar incluso heridas mortales,
lamentablemente, llegó demasiado tarde, sus habilidades no fueron
suficientes para reparar el cuerpo de Prya, los daños fueron
irreversibles.
El Santo Hermano no respondía, tan sólo se abrazaba a la
almohada y gemía, deseaba parar de hacerlo, aparentar ser fuerte,
pero no podía hacerlo, Prya Hotep significaba mucho en su vida, más
que cualquier otra persona y él la había matado.
Los sonidos lastimeros se intensificaban, el Hermano Cielo se
sentía impotente, no sabía que decir o hacer, al final, decidió dejar la
habitación, el Santo Hermano debía lidiar solo con su dolor.
Abandonó el cuarto del hospital, del otro lado se encontró con la
Santa Madre y Mundo, quienes estaban igual de consternados por lo
sucedido, todos compartían la culpabilidad de no proteger a una
inocente niña que su familia les había encargado.
–No hacen falta las palabras, Cielo –masculló la anciana
religiosa–, basta con escuchar a ese niño para saber lo que está
sufriendo.
–Se culpa por lo que pasó pero la verdad es que él es el menos
culpable –contestó el Hermano Cielo, sus manos sangraban de tanto
que apretaba los puños–, a esa niña la matamos nosotros,
consentimos demasiado a Alekh, hasta sus entrenamientos son una
burla, todo mundo se dejaba derrotar por él y no teníamos más que
halagos y muestras de estar impresionados por su desempeño, que es
bastante mediocre para su capacidad. El niño es una buena persona,
el ideal para dirigirnos, pero olvidamos eso precisamente, que es un
niño, impresionable, se creyó que era un gran guerrero, vio a unas
niñas de la escuela en problemas y las fue a rescatar. ¿Qué importaba
que diez adultos las maltrataran? Él había derrotado a muchos más –
el religioso cayó de rodillas–, nadie estaba más cerca de mi nivel y de
Infra que su Eminencia, al menos eso era lo que nosotros le
decíamos.
La Santa Madre obligó a incorporarse al Hermano Cielo.
–Vámonos a otro lugar –le dijo al religioso–, Alekh nos puede
escuchar…
–¿Acaso importa? –preguntó el Hermano Cielo–. ¿Cree usted que
no se enterará de esto después de lo sucedido? Si deseamos proteger
a ese niño debemos ser más sinceros y estrictos con él.
Mundo apoyó su mano en la espalda del Hermano Cielo y lo
obligó a caminar.
–Usted puede decirle al Santo Hermano lo que quiera, Hermano
Cielo, pero yo también creo que debemos hablar en otro lado.
Los dos religiosos y el exmiembro del Escuadrón de la Muerte
caminaron en silencio hasta la salida del hospital, una vez que
estuvieron al aire libre, Mundo preguntó al Hermano Cielo:
–¿Aún no hay ningún indicio de los probables atacantes?
–No tenemos nada –respondió el religioso–, los miembros del
ejército santo que irrumpieron eran rostros invisibles, simples
marionetas utilizados por los verdaderos culpables, de quien poco o
casi nada logramos averiguar.
–Escuché que usted y el Hermano Inframundo pelearon contra
ellos –aseguró Mundo–, incluso utilizaron al Amaru y
los Alebrijes en su combate, ante un ataque como ese hasta los más
poderosos rivales deben utilizar sus mejores técnicas, lo único que
puede contrarrestar el poder de esas bestias es un “Gash”, a través de
ese poder de línea de sangre podemos averiguar quiénes fueron los
perpetradores.
–Infra trabaja en eso –comentó el Hermano Cielo–, él está a cargo
de la investigación, la verdad es que poco sabemos de los
perpetradores, es seguro que los tres que huyeron controlaban un
“Gash”, pero es imposible saber cuál era, por lo menos eso parece a
primera vista, los que nos interesan son dos mujeres adultas y un
guerrero pequeño que puede ser varón o mujer, tal vez todavía un
infante, fue quien mostró más de sus habilidades, copió la técnica de
Alekh sobre las esferas elementales…
–Ese es un buen inicio, pocos guerreros en el país pueden hacer
eso –dijo la Santa Madre.
–El problema es que el perpetrador sólo utilizó la esfera eléctrica
que controla Alekh…
–Entiendo, seguimos sin nada, cualquier controlador experto de la
electricidad puede darle la forma de esfera a su poder –interrumpió
Mundo–. ¿Notaron algo en la manera de utilizarla de esa persona que
los llevara a pensar que era un imitador?
–No –respondió con pesar el Hermano Cielo–, sólo creó una
esfera eléctrica muy poderosa y atacó directamente con ella, no hubo
ningún tipo de manipulación que nos lleve a asegurar que copió el
poder de Su Eminencia.
–¿Qué hay de las dos mujeres mayores? –preguntó la Santa
Madre.
–Las más fuertes –aseguró el Hermano Cielo–, una de ellas
controlaba de manera increíble la espada y la energía, creo que si
Infra o yo la hubiéramos enfrentado, nos habría derrotado sin utilizar
su “Gash”, a la otra no hubo oportunidad de probarla pero era tan ágil
y rápida como nosotros, ambas comprendieron que no podrían
mantener una lucha contra Infra y contra mí en el anonimato y por
eso decidieron huir.
–Fue cuando la de la espada utilizó la energía elemental fuego –
concluyó Mundo.
–Así es –confirmó el Hermano Cielo–, el ataque de fuego de esa
mujer fue estremecedor, en ella y el “enano” nos estamos
concentrando, Infra está buscando a guerreros con habilidad de
copiado y a los más poderosos usurarios del elemento fuego, los
visitaremos a cada uno y hablaremos con ellos, ya veremos a dónde
nos conduce la investigación. Es necesario decir que huyeron
volando, no los alcancé a ver pero mi bestia los sintió…
–La verdad es que tienes razón para ser pesimista –dijo Mundo
con decepción–, la lista de probables perpetradores es muy grande y
todavía hay que tomar otras cuestiones en cuenta, como los usuarios
de energía psíquica o pura que pueden manipular las mentes o la
energía…
–Las investigaciones se realizarán como Infra y Cielo lo estimen
convenientes –dijo la Santa Madre que se había quedado pensativa
ante las habilidades descritas por el Hermano Cielo acerca de la
mujer de la espada, la controladora del fuego, ya tenía sus propias
sospechas pero guardó silencio–, lo importante ahora es redoblar la
vigilancia de la Santa Sede y no perder de vista al Santo Hermano, su
bienestar es nuestra prioridad, ahora vamos a mi oficina, la familia de
Prya, los Hotep de Aztlán, se presentarán para hablar de lo sucedido,
sospecho que nuestras disculpas y explicaciones no serán suficientes
para ellos.
Los dos hombres asintieron y siguieron a la máxima prelada de la
Iglesia a sus oficinas, cada quien metido en sus pensamientos, a su
manera, todos estaban preocupados por el Santo Hermano, a ninguno
le pasó por la mente Primus y la situación que estaba viviendo, para
ellos no existía nadie además del futuro líder de la Iglesia.
La ceremonia fúnebre se llevó a cabo, los Hotep y miembros de la
Iglesia le dieron su último adiós a Prya en el cementerio de la Santa
Sede, las pláticas con la familia de la menor asesinada fueron
difíciles, sin embargo, los Hotep al final aceptaron la situación y
decidieron que Primus continuara su preparación en el seno de la
Iglesia.
Primus era un autómata, no escuchaba ni veía a nadie, se presentó
en el funeral porque lo llevaron, no se negaba a nada, hacía lo que le
pedían obedientemente pero no respondía a nadie, no lloró en el
entierro de su hermana, sus lágrimas se secaron mucho antes, lo
único que expresaba algún sentimiento en ese niño eran sus ojos azul
intenso, los cuales no coordinaban con su cuerpo muerto y sin
voluntad, sus ojos expresaban un profundo odio.
La recepción se realizó en un inmueble de eventos especiales
cercano al panteón, en ese lugar el Santo Hermano sentía que se
asfixiaba, estaba harto de que todos lo trataran con conmiseración e
hipocresía, incluso los Hotep, quienes le aseguraron que la vida que
importaba era la suya, se sentían orgullosos de Prya por haber dado
su vida para salvar la de él.
Alekh estalló, no soportó más aquellas muestras de falsa empatía,
todos hablaban de la gran heroína que fue Prya y de lo afortunados
que eran de contar entre ellos con el Santo Hermano sano y salvo, la
menor de los hermanos Hotep tendría su lugar en la historia, a eso se
había rebajado esa maldita familia, aceptaron el asesinato de uno de
sus más valiosos miembros por el reconocimiento público, una
estatua de la menor se erigiría en la escuela y un aula llevaría su
nombre, el nombre de Prya Hotep estaría escrito con letras doradas
en el libro de mártires y héroes de la Iglesia, un honor comparable a
la inclusión en el mausoleo de los grandes ubicado en Arcadia, donde
se inmortalizaban los nombres de los grandes personajes de la
historia de Boleria.
El futuro líder eclesiástico con su poder sobre la electricidad
destruyó la mesa donde estaban los bocadillos, les gritó a todos que
él no era ningún santo, nadie que valiera la pena, que tan sólo era un
asesino, gritaba que por su culpa había muerto una niña buena, dulce
y especial, que no merecía conmiseración o empatía, merecía odio y
desprecio, retó a quienes estaban en la recepción a que le hablaran
con la boca de la misma manera que le hablaban con los ojos, llamó
a todos hipócritas, renunció a la Iglesia y a ser su líder, se fue
corriendo diciendo que el único lugar al que él pertenecía era a un
calabozo esperando su pena de muerte.
En cuanto Alekh Algol se fue, la Santa Madre minimizó su
arrebato, ensalzó su espíritu, aseguró a los presentes que ese niño era
el futuro de la Iglesia, sólo alguien con un corazón tan grande como
el suyo que era capaz de sentir una culpa como aquella, podría sanar
a su deteriorada religión, ese niño valía la vida de todos los presentes
incluyendo la suya propia, todos le dieron la razón.
Alekh no supo por cuanto tiempo corrió, no sabía si fueron horas
o tan sólo un instante, pensaba que su cerebro ya no funcionaba,
esperaba que su corazón siguiera ese ejemplo y así él dejara de
existir. Sus pasos lo llevaron a las caballerizas, aquel lugar donde
conoció a Prya, el lugar donde la vio por primera vez y en donde en
cuanto la conoció, la lastimó.
Cayó de rodillas y comenzó a llorar de nuevo, no se percató de la
sombra que se cernía sobre él, cuando se dio cuenta nada pudo hacer,
observó los zapatos, subió la vista para encontrarse con el
pantaloncillo corto y la playera con el logo de los Santos
Inquisidores, Primus se había cambiado el traje de funeral por su
ropa de todos los días.
Alekh trató de hablar, de pedirle perdón, de asegurarle que él no
sabía nada, no sabía lo débil que era y nadie nunca se lo dijo, ni
siquiera él que era su amigo, a pesar de saberse culpable, el Santo
Hermano deseaba excusarse, por lo menos con Primus, su único
amigo, pero las palabas no salieron de su boca, lo único que pudo
decir fue su propia sentencia.
–Tú eres el único que me ha dicho mis verdades y tampoco fuiste
totalmente sincero conmigo, yo maté a tu hermana, mis manos están
cubiertas con su sangre, todos dicen e insisten en que no fue mi
culpa, pero ellos no estuvieron presentes, nosotros sí, sabemos quién
tuvo la culpa de la muerte de Prya, tú eres la única persona que sabe
que la vida de tu hermana era más valiosa que la mía, no hay nada en
el mundo con que te la pueda compensar más que con la mía, tómala,
toma mi vida y termina con esto…
Primus con violencia tomó a Alekh de los cabellos y levantó su
rostro, el Santo Hermano con alegría vio que tenía razón, su amigo
no era un muñeco de nadie ni seguía los convencionalismos sociales,
el futuro Inquisidor sabía quién era el asesino de su hermana y estaba
ahí para cobrar venganza, no necesitaba decir nada, sus ojos llenos de
odio hablaban por él.
Alekh no pudo evitar sonreír al sentir dolor por el agarre de su
amigo, se preguntó si Primus tomaría esa sonrisa como una muestra
de su gran maldad, no le dio mucho tiempo para pensar, el futuro
Inquisidor sacó una navaja de entre sus ropas y se la colocó en el
pecho, su mano temblaba.
El Santo Hermano no podía esperar más, su amigo dudaba,
decidió ayudarle, con sus dos manos rodeó la de Primus que
empuñaba la navaja y con fuerza lo obligó a incrustársela en el
pecho, la hoja punzocortante ingresó en el cuerpo de Alekh hasta la
base de la empuñadura, todo se volvió oscuridad y quien fuera la
gran esperanza de la religión del Culto a los tres Dioses cayó
esperando que su alma sufriera por toda la eternidad en el más cruel
de los tormentos.

La batalla en contra de los asesinos se desarrollaba con una


brutalidad total, el guerrero protector sangraba en demasía y su
cuerpo ya no le respondía, su fuerza de voluntad no fue suficiente
para proteger a las personas que amaba, todos fueron cayendo, uno
por uno: Primus, el Hermano Cielo, el Hermano Inframundo, la
Santa Madre y Mundo, al final sólo quedaba una víctima más para
completar la masacre, Alekh haciendo uso de todas sus fuerzas logró
detener al asesino pero fue demasiado tarde, en las manos
ensangrentadas de ese hombre colgaba la cabeza de Prya, el Santo
Hermano entonces, en un arranque de furia asesina lo masacró a
golpes, cuando al final, sólo faltaba darle el golpe de gracia, decidió
ver el rostro del asesino, le quitó la máscara, la impresión de ver
aquel rostro lo desarmó por completo aunque en verdad no estaba
sorprendido, siempre lo había sospechado, el rostro del asesino no
era otro más que el suyo propio.
Alekh Algol se despertó de golpe, jadeaba y sudaba, se tomó unos
minutos para ubicar el lugar en el que se encontraba, ya conocía ese
sitio, hacía poco había estado ahí, se trataba del hospital de la Santa
Sede.
Se tomó un respiro, intentó recordar por qué estaba ahí, no tardó
mucho su mente en mostrarle imágenes de lo que había sucedido, se
encontraba en el funeral de Prya Hotep, en un arranque de furia y
desesperación montó todo un espectáculo, una pataleta que sólo
demostraba que era un niño que no podía controlar sus emociones,
después huyó, corrió hasta el potrero y después… ¡PRIMUS!
De inmediato se incorporó, se observó el pecho y se percató de los
vendajes que lo protegían, todavía le dolía el hacer cualquier
movimiento brusco, no le importó, si él estaba vivo, lo más seguro
era que…
Comenzó a maldecir en voz alta, no estaba dispuesto a ser el
asesino de sus dos mejores amigos, en ese momento se abrieron las
puertas del cuarto e ingresó en la habitación el Hermano Inframundo.
–Finalmente has despertado, Eminencia, descansa, estuviste al
borde de la muerte, afortunadamente para ti, Marquesa del Sindicato
de la Ciudad de los Cielos Hevven aún se encontraba en la Santa
Sede, la oportuna intervención de esa mujer salvó tu vida.
El Santo Hermano no hizo caso de las palabras de su protector, lo
tomó de las ropas y le preguntó:
–Primus Hotep… ¿En dónde está Primus Hotep?
–Por él no te preocupes, Eminencia, confesó su crimen, ya ha sido
sentenciado a muerte, no volverás a saber de él…
–¡No! –gritó Alekh desesperado–. ¿Ya lo han matado?
–Sí –respondió el Hermano Inframundo con seguridad–, su
sentencia fue inmediata y…
–No me mientas… –dijo Alekh acercando su rostro al del
Hermano Inframundo.
–Está bien –aceptó el religioso–, morirá mañana a primera hora,
no te hará ningún bien ver su ejecución, debes entenderlo, sufrió
mucho por lo de su hermana, la ira y la estupidez lo cegaron, pero
aún es tu amigo aunque ahora lo odias por lo que te hizo, como ya te
dije, ver cómo lo matan no te hará ningún bien.
–¡No seas imbécil! –gritó Alekh empujando a su protector–.
¡Primus no me hizo nada, fui yo, yo intenté suicidarme!
–¿Qué? –El Hermano Inframundo no podía entender lo que el
Santo Hermano le decía, el mismo Primus había aceptado su crimen,
pensó que Alekh sólo quería protegerlo, así era él, una buena persona
a pesar de que su supuesto amigo intentó asesinarlo, Primus era un
buen chico y él lo estimaba, sin embargo, su crimen era
imperdonable–. No puede ser, tranquilízate, ya nada puedes hacer por
Primus…
–Puedo y lo haré –dijo Alekh con resolución–. ¿Quién sentenció a
Primus? ¿Sabes qué? No importa, llévame de inmediato con la Santa
Madre.
–Lo siento pero no puedo hacerlo –dijo con la misma resolución el
Hermano Inframundo–, mis órdenes son las de protegerte, tu herida
es profunda, aún no puedes moverte de aquí, no te dejaré salir…
La puerta y las paredes de la habitación del hospital colapsaron,
una pequeña esfera inmaterial golpeó al religioso con una fuerza
brutal, el Hermano Inframundo se estrelló con la pared más alejada,
casi derrumbándola también, estaba herido y sangrando, el ataque de
Alekh había sido demasiado poderoso, jamás lo habían golpeado de
esa manera, cuando levantó la vista observó al Santo Hermano,
delante de él, sobre su mano derecha ya flotaba otra esfera, ésta, de
naturaleza eléctrica, era compacta pero la energía que contenía era
superior a la del primer impacto, algo que ese chico jamás había
podido lograr en sus entrenamientos.
–Tranquilízate –dijo el Hermano inframundo al ver que Alekh
sangraba por el pecho–, te llevaré a donde quieras, sólo permite que
te atiendan esa herida.
–No –insistió Alekh cargando de más energía la esfera eléctrica–,
llévame ahora.
–No lo haré –el Hermano Inframundo se levantó–, si te llevo en
esa condición con la Santa Madre a quien ejecutarán será a mí…
¿Eso es lo que quieres? ¿Entregar mi vida para salvar la de Primus?
Ese muchacho está a salvo hasta mañana.
–La vida de Primus vale más que tu vida y la mía –le aseguró
Alekh, quien después volteó a su derecha, varios médicos y
enfermeras lo observaban con miedo, preguntó a uno de los médicos
que estaban al frente–. ¿Cuánto tiempo les llevará revisarme?
–No más de una hora, Eminencia –aseguró el doctor–, tenemos
que revisarlo y asegurar que no se abra la herida, disponer todo para
que pueda trasladarse…
–Hágalo –dijo Alekh sin apagar su energía– si tarda más esta
esfera se la comerá usted… ¿Entendido?
–No tienes que amenazar al doctor –lo reprendió el Hermano
Inframundo–, déjalo hacer su trabajo y apaga esa maldita energía que
es lo que te está dañando, mientras más te esfuerces más tardaremos
en salir de aquí.
–Lo haré –dijo Alekh sin dejar de ver al Hermano Inframundo–,
pero tú te quedas aquí conmigo, no te voy a perder de vista ni un
instante, no quiero que te comuniques con nadie, no me importa lo
que inventes, pero despacha a todo el que pregunte por lo que pasó
aquí.
–No hay problema –masculló el religioso–, mira que aceptar las
órdenes de un maldito niño, ahora si estoy jodido.
Un par de horas después que fueron un verdadero infierno para el
Hermano Inframundo que tuvo que controlar a Alekh, el religioso
llevó en silla de ruedas al Santo Hermano ante la máxima jerarca de
la Iglesia, quien de un fuerte golpe despachó al amo de
los Alebrijes derrumbando un par de paredes.
–¿Acaso eres un imbécil? –le espetó la líder religiosa a su
subordinado–. ¿Qué hace mi niño aquí en esas condiciones? Te voy a
destrozar para que veas en carne propia que así no puedes salir del
hospital…
El Hermano Inframundo maldijo para sus adentros, ya se esperaba
esa reacción de la Santa Madre y por eso se había protegido con su
hielo café, por la intensidad del impacto pensó que si no lo hubiera
hecho ya estaría camino al hospital, más herido aún que el Santo
Hermano.
–¡Te lo dije, niño! –le reclamó al menor–. Te advertí que esa
monstruosa mujer me destrozaría.
–¿Qué dijiste? –La Santa Madre se iba a ir en contra del religioso
pero el Santo Hermano la detuvo–. Ya basta, abuela –le dijo a la
anciana enfurecida–. Todo es mi culpa y no sólo estoy hablando del
motivo por el que estoy aquí, obligué al Hermano Infra a traerme, si
no lo hubiera hecho habría destrozado el hospital conmigo adentro.
–¿De qué está hablando? –preguntó la Suprema Prelada a su
subordinado.
El Hermano Inframundo se levantó de mal humor, sacudiéndose
las ropas, ya había perdido la cuenta de cuantas veces esa mujer lo
había golpeado, pensó que las paredes de ese despacho pasaban más
tiempo destruidas que en su lugar, la Santa Madre tenía “una mecha
muy corta” y explotaba por cualquier cosa.
–Escuche a su Eminencia, por favor, Excelencia –comentó
arrodillándose frente a la Santa Madre y besando su sagrada túnica–.
En su desesperación por hablar con usted el Santo Hermano alcanzó
por fin el nivel de un guerrero élite, con la herida en su pecho no
había forma de detenerlo.
A la anciana le bastó una mirada a su pequeño protegido para
corroborar lo que el Hermano Inframundo le decía, sin ningún recato
tomó al Santo Hermano de la oreja y de ella se valió como soporte
para acercarlo a un sillón y así ella también estuviera sentada, el
menor no dejó de quejarse del dolor.
–¡Cállate que nadie te hirió en las orejas! –le espetó la suprema
jerarca–. Ojalá y hubieras mostrado ese poder cuando atacaste a los
asesinos de Prya Hotep, pero eres una nulidad en los entrenamientos,
no te interesan, explotaste enfrente de todos pidiendo que no te traten
con condescendencia, yo te escuché claramente, seguiré tu orden y te
trataré como a todos, te aseguro que algún día romperás el récord de
ese idiota –señaló al Hermano Inframundo–, de romper más veces mi
pared.
–No me importa cómo me trate, Excelencia –contestó Alekh
hablándole con propiedad y con respeto a la anciana, viéndola
directamente a los ojos–, lo que importa ahora es que libere a Primus
Hotep…
–¿Me estás pidiendo que libere a ese criminal para que vuelva a
intentar asesinarte? De verdad eres estúpido. Da gracias a los Dioses
que estás convaleciente, de otra manera ya habrías destrozado otra
pared con tu inútil y débil cuerpo. Primus Hotep morirá mañana a
primera hora, no hay nada más de que hablar.
–No me importa si me cree o no, Santa Madre –Alekh se levantó
de su silla de ruedas–, Primus no intentó asesinarme, yo intenté
suicidarme, si no lo libera en este momento, yo lo haré por medio de
la fuerza, si Primus muere por mi culpa, yo mataré a sus asesinos o
moriré en el intento…
–Valientes palabras de un niño inútil –dijo la Santa Madre–, no
estás hablando con los idiotas de Infra o Cielo –El Hermano
Inframundo hizo una cara de hartazgo, pensó en hacerle una seña
obscena a la Santa Madre en ese momento que se encontraba a
espaldas de la anciana pero se lo pensó mejor, si lo veía el golpe que
recibiría sería más fuerte que el anterior, se conformó con lanzarle
una mirada hostil. La Santa Madre señaló la cabeza de Alekh–. Me
basta darte un ligero golpe en la cabeza para ponerte a dormir.
–Y a mí despertar para buscarla…
–Puedo encerrarte hasta que cambies de actitud.
–Si estoy encerrado hasta después de la muerte de Primus, le
aseguro que lo acompañaré de inmediato, tal vez sea un idiota que no
sabe pelear ni controlar su energía como es debido, pero algo sentí en
el hospital, un poder enorme en cada parte de mi ser, una energía que
si no la controlaba explotaría dentro de mí, por su expresión sabe a lo
que me refiero…
La Santa Madre hizo una expresión de hartazgo.
–El chico confesó su crimen y fue la Alta Cúpula Eclesiástica la
que lo condenó a muerte, yo nada puedo hacer.
–Soy débil, ingenuo y hasta imprudente, Excelencia –comenzó
diciendo Alekh–, pero no soy un idiota y usted lo sabe bien, el
Hermano Inframundo y el Hermano Cielo pertenecen por derecho de
nacimiento al grupo que controla la Alta Cúpula Eclesiástica, usted
es la líder de la Iglesia, basta una palabra suya para salvar a Primus,
es lo único que pido…
–Está bien –dijo una derrotada Santa Madre–, regresa al hospital
con Infra, le encargaré a Cielo que lleve a Primus a tu habitación y te
diga él personalmente que lo hemos exonerado, aunque no sé si el
chico quiera eso.
–Sólo deseo cerciorarme de que él está bien y también saber por
qué se culpó de mi suicidio –comentó con tristeza el Santo Hermano.
La anciana iba a decir algo más pero el abrazo del menor la dejó
sin palabras, la Santa Madre correspondió al abrazo y le acarició la
cabeza.
–Vete ya –con señas le indicó al Hermano Inframundo que se
llevara a su protegido–, no te preocupes, cuando estés sano esas
paredes estarán como nuevas para que puedas destruirlas con tu inútil
cuerpecito.
–No hay problema –dijo el Santo Hermano, quien soltó la mano
de la anciana hasta el último momento–, gracias, abuela.
La Santa Madre aprovechó el momento para golpear al Hermano
Inframundo en la cabeza.
–Y tú no te hagas el listo conmigo, no soy monstruosa, sólo soy
una guapa mujer entrada en años con muchos idiotas a mi
alrededor… ¿O no piensas igual?
–Sí, abuela –respondió el Hermano Inframundo, que al igual que
el Santo Hermano no tenía ningún parentesco con la anciana mujer,
pero así le decían el Hermano Cielo y él a la Santa Madre desde que
eran apenas unos niños a su cuidado–, la más hermosa de las
mujeres.
El Hermano Inframundo besó en la mejilla a la anciana y se retiró
con el Santo Hermano, se sentía tranquilo, aunque su prioridad era la
seguridad de Alekh Algol, no le gustaba la idea de que Primus Hotep
fuera ejecutado. Por su parte, la Santa Madre también tenía
curiosidad, tampoco deseaba matar a Primus y le parecieron sinceras
las palabras de su sucesor acerca de que deseaba saber los motivos
por los que el futuro Inquisidor se había culpado por el intento de
asesinato.

El cuerpo de Primus Hotep atravesó la puerta del hospital de


manera violenta empujado por el Hermano Cielo, era fácil deducir
que fue llevado a ese lugar contra su voluntad, en cuanto se levantó,
corrió hacia la puerta pero ésta se cerró, Alekh le pidió al Hermano
Inframundo que lo vigilaba en ese momento que los dejaran solos
pero el religioso se negó, aún no creía por completo la versión del
Santo Hermano de que había intentado suicidarse.
El futuro Inquisidor ante la impotencia de huir de ese cuarto de
hospital optó por sentarse en el suelo, recargar los brazos en sus
rodillas flexionadas hacia arriba, bajar la cabeza y guardar silencio.
–Hola Primus –saludó Alekh, no recibió respuesta–. Ya aclaré
todo el asunto de mi convalecencia, todos saben que yo fui quien
enterró la navaja en mi propio pecho, de aquí puedes irte a donde te
dé la gana, sólo quiero saber… ¿Por qué te culpaste de lo sucedido?
Primus levantó la vista hacia Alekh, en su mirada no había odio ni
resentimiento, sólo vergüenza, recordó lo sucedido, todo el tiempo lo
recordaba, en un momento de ira colocó la navaja en el pecho de su
amigo, quien adelantándose a él se había encajado la filosa hoja en su
propio cuerpo, lo demás pasó como un borrón, cargó el sangrante e
inerte cuerpo del Santo Hermano en sus espaldas, en su
desesperación incrementó su poder, el exoesqueleto de una bestia
híbrida rodeó su cuerpo recorriendo una distancia de dos kilómetros
en unos minutos apenas.
Lo que sucedió después aún ni él mismo se lo explicaba, cuando
le preguntaron por la herida de Alekh, él se culpó, o tal vez le
preguntaron si él había herido al Santo Hermano y Primus lo aceptó,
la cuestión es que le dieron una paliza y lo encerraron en un
calabozo, unas horas después, sin juicio de por medio, le
comunicaron su sentencia de muerte.
El futuro Inquisidor ya había aceptado su condena, si lo habían
sentenciado a muerte quería decir que Alekh también había fallecido,
una muerte de la que él sí era culpable, de nada servía seguir
viviendo, sin Alekh y su hermana la vida no valía la pena.
–¿Qué más da? –dijo Primus en voz baja–. Alguien tenía que ser
culpado por lo que te sucedió, nadie iba a creerme lo que hiciste,
prefiero que me digan asesino a estúpido.
El Hermano Inframundo negó por lo bajo, se levantó de su lugar y
se dirigió a la salida, al pasar junto a Primus le revolvió el cabello, en
ese momento se alegraba de no haberlo golpeado; cuando vio el
cuerpo sangrante e inerte de Alekh quiso hacerlo, pero se contuvo,
entendió que realmente apreciaba a ese niño.
Alekh y Primus se quedaron uno frente al otro en la habitación, en
silencio, después de unos minutos que a ambos les parecieron
eternos, el Santo Hermano fue quien habló:
–De verdad lamento lo que sucedió –comenzó diciendo, su voz se
escuchaba quebrada y unas lágrimas empezaron a correr por sus
mejillas–, yo…
–Tú eres un idiota –lo interrumpió Primus–, eres tan culpable de
la muerte de Prya como yo lo soy de tu herida en el pecho…
–Yo mismo me clavé la navaja en el cuerpo –replicó Alekh.
–Yo te la puse ahí, lo mismo fue con aquellos tipos, tú saltaste a
enfrentarlos porque todos, incluyéndome, te hicimos pensar que eras
mejor guerrero de lo que en realidad eres, en ambos casos, lo único
que demostraste fue que eres más idiota que nadie.
–¿De verdad me perdonas? –Las palabras de Alekh apenas se
entendían–. No hay nada en este mundo que me interese más que tu
perdón y tu amistad. Sé que no hay manera de compensar lo que le
sucedió a Prya, pero yo, pero yo…
Alekh no pudo seguir hablando, no sabía qué más decir, no había
forma, condena, ni penitencia en el mundo que compensara la vida
de Prya.
–Yo no tengo nada que perdonarte, amigo, ese día te puse la
navaja en el pecho para darte una lección, quería que dejaras de
sufrir, no pensaba dañarte, aún ahora no sé en qué estaba pensando.
–Pero tu mirada, había mucho odio en ella…
–Me culpo y me odio a mí mismo, Prya y yo siempre fuimos muy
cercanos, inseparables, llegamos a este lugar para convertirnos en
Inquisidores, en tus guardianes, al parecer el “Gash” de mi familia es
más poderoso en mi cuerpo, por lo que me informaron que yo seré el
Inquisidor conocido como Domador, pero en realidad quien merecía
el puesto era mi hermana, yo debí haber muerto ese día, era mi
obligación protegerte pero fue Prya quien tuvo el valor, los reflejos y
la convicción para hacerlo, yo sé que te parece una broma de mal
gusto lo que hace el Clero por su recuerdo, pero a mí no, de verdad
creo que mi hermana era una heroína y que murió feliz por poder
protegerte, a mí no me corresponde perdonarte ni a ti perdonarme a
mí, los dos fallamos, fallamos feo, creo que sólo nosotros mismos
tenemos que perdonarnos.
–Jamás me perdonaré por esto –aseguró Alekh.
–Lo sé –respondió Primus con la mirada baja extrañando a su
pequeña hermana–, creo que yo tampoco, aunque te odié desde que
te conocí, cuando te empecé a tratar vi que no eras un mal sujeto, se
lo comenté a mi hermana, ella tenía una fijación extraña contigo,
creo que te amaba más que a mí, me convenció de que tú eras el
futuro de la Iglesia y me obligó a jurar que siempre te protegería,
pienso cumplir esa promesa, se lo debo, yo seré tu protector hasta el
último día de tu vida.
–¿De mi vida? –preguntó Alekh–. Tú eres el que va a arriesgar su
vida por proteger a alguien que no vale la pena como yo.
–No retiro mis palabras –argumentó Primus–, de tu vida he dicho,
yo no voy a morir, te protegeré hasta que mueras de viejo, mi vida te
pertenece, haz que valga la pena, mi vida y la de mi hermana,
conviértete en la persona que todo mundo espera que seas, el
salvador de la Iglesia.
Alekh no pudo seguir hablando, simplemente comenzó a llorar,
Primus no hizo nada por consolarlo, ni siquiera se acercó a él, se
instaló en la silla donde estaba sentado el Hermano Cielo y comenzó
su labor de protector.
Afuera del cuarto de hospital, unas lágrimas también corrían por
las mejillas de la Santa Madre, que abrazaba orgullosa al Hermano
Cielo y al Hermano Inframundo.
–Gracias a ustedes ese chico sigue vivo –les dijo a ambos–, los
Dioses quisieron que me detuvieran antes de que le arrancara la vida
por el intento de asesinato de mi Alekh, aunque sigue sin gustarme
para nada ese desobediente niño, es el ideal para complementar a mi
sucesor, el Santo Hermano siempre será mejor persona si tiene a
Primus Hotep a su lado, su labor con mi niño ha terminado –pellizcó
suavemente las mejillas de los dos religiosos–, prepararemos a
Primus para convertirlo no sólo en el más fuerte de los Inquisidores,
será el guerrero más poderoso del Clero y del país, en sus hombros
llevará la misión más importante y sagrada de nuestros tiempos,
proteger al Santo Hermano, Primus no sólo ya despertó sus
habilidades sobre el metal y la energía psíquica, también ha
conseguido activar el “Gash” de los Hotep, el más poderoso de todos
los Inquisidores, desde mañana a primera hora empezará su real
entrenamiento.
Los dos religiosos abrazaron cariñosamente a la Santa Madre y la
besaron en sus mejillas, ambos estaban de acuerdo con ella, no había
nadie mejor que Primus Hotep para proteger al Santo Hermano, antes
que poder se necesitaba de un coraje y una voluntad inquebrantable
para hacerlo, el futuro Inquisidor los tenía y de sobra.
EL SECUESTRO

Arne Riazor caminaba por los jardines laterales del edificio de


gobierno, en sus manos llevaba una copia del informe completo que
le había solicitado el Presidente acerca de los Amphi-dracos, bestias
muy poderosas que corrompían la mente de quienes las convocaban.
Sus investigaciones en la búsqueda del colaborador del
Emperador que resguardaba el dispositivo que podía hacer estallar
una bomba en la Isla de la Victoria de Levit lo habían llevado hasta
algunas personas que controlaban en su cuerpo a esas bestias.
Estaba pensativo, si una persona con problemas mentales a causa
de la bestia interna que dormía en su cuerpo controlaba un
dispositivo tan peligroso, significaba que toda la humanidad estaba
en constante peligro.
Las risas de un par de infantes lo sacó de sus pensamientos, volteó
hacia su izquierda para observar a un niño y una chiquilla jugar,
ambos corrían divertidos, Arne no pudo evitar sentir pena, sobre todo
por el varón, un futuro muy oscuro le deparaba el destino.
Los niños, ajenos a las tribulaciones en la cabeza de su tío, al
verlo corrieron hacia él, Arne levantó a la niña y dio vueltas sobre su
eje para después depositarla en el suelo, revolvió el cabello del
menor y después siguió su camino.
Los niños a modo de juego siguieron a su primo ocultándose de él,
pensaban asustarlo tomándolo desprevenido, divertidos lo acechaban
con sigilo, estaban a punto de alcanzarlo cuando los gritos en un
inmueble cercano llamaron su atención.
Arne, metido otra vez en sus pensamientos, no se percató que los
dos niños lo seguían y menos aún de los gritos en la lejanía, siguió su
camino sintiendo lástima del destino de su pequeño primo.
Barian y Giny Riazor, escondidos bajo una ventana, escuchaban la
discusión de los adultos mayores, hasta el jardín se oían los gritos, al
principio se acercaron por curiosidad mientras jugaban, sin embargo,
al escuchar el nombre del niño les dio curiosidad y se agazaparon
para oír mejor.
–¡Una mierda con eso! –gritaba uno de los hombres–. ¡No puedes
imponerme las cosas! Al término de la revolución te ofrecí la
presidencia, tú la rechazaste, ahora yo soy el Presidente del país, no
puedes venir a imponerme tus ideas. Yo dirijo este país como lo creo
conveniente.
–No te estoy imponiendo nada –decía la otra voz en la discusión, a
diferencia de su interlocutor, su voz se escuchaba calmada–, sólo te
estoy haciendo ver una necesidad y te estoy pidiendo un favor.
–Sí, me estás comprometiendo en dos situaciones idénticas –se
quejaba quien decía ser el Presidente–, en una me perjudicas y en la
otra te beneficias.
–Ni lo uno ni lo otro, Arlés –dijo el otro hombre en tono
conciliador–, lo de la familia Enoch es una necesidad, lo de Conde es
una felonía que intentan contra su familia, piensan mutilar y encerrar
a su hijo mayor, eso es algo que yo no voy a permitir.
–Te apoyo en eso, amigo –el Presidente bajó la intensidad de su
voz–, pero tú debes apoyarme en lo que te pido, los Enoch no deben
intervenir en mi administración.
–Y no lo hacen, ellos sólo se encargarán de la seguridad interna y
externa…
–¡Eso es lo mismo que intervenir en mi administración! –explotó
de nuevo el Presidente–. Si tú vas a tomar las decisiones de la
presidencia por mí, ven y ocupa el cargo.
–No me interesa ser el Presidente y bien lo sabes, amigo, me
molesta que me digas esas cosas, no estás hablando con cualquier
persona, te conozco bien y eres un controlador, no voy a permitir que
controles todos y cada uno de los aspectos que rodean al país, hace
siete años que asumiste la presidencia y los Enoch jamás se han
metido con tus políticas, buenas o malas, Sir Khaos, Ometéotl y Atón
seguirán cumpliendo la labor que realizaban en los tiempos que
gobernaban las familias De Grieff y Yaotl, su trabajo no afecta tu
administración como Presidente del país y lo sabes bien, tus pataletas
están de sobra.
–Digamos que cedo a lo que me dices –el Presidente trataba de
hacer entender su punto a su interlocutor–, los mismos tipos que
pretendes imponerme son los que desean arrancar al niño que me
mencionas de su padre, no entiendo ese doble discurso tuyo.
–Yo me encargaré de eso, sólo te pido que me apoyes cuando lo
hable con ellos, sin importar lo que todos ustedes piensen, Barian
Riazor no será separado de sus padres.
–Ellos no son personas a quienes puedas amedrentar y les estás
dando un gran poder…
–No les estoy dando nada, simplemente conservan las atribuciones
que ya tienen, ellos jamás intervinieron en los mandatos de las
familias Yaotl o De Grieff.
El Presidente pensó las cosas, aunque no estaba de acuerdo con su
amigo, sabía que éste tenía el poder para derrocarlo, fue precisamente
su interlocutor el hombre que había liderado a los guerreros más
poderosos de Boleria en la revolución que ahora lo tenía a él como
máximo mandatario del país, sabía que con sólo alzar su voz, todos
los poderosos lo volverían a seguir.
–De acuerdo –aceptó el Presidente lanzando un suspiro–, yo sí sé
ser un amigo leal, te apoyaré.
–Sólo eres un manipulador.
Los niños agazapados en la ventana escucharon las puertas abrirse
y los pasos de más personas entrando en la habitación, no se
movieron de su lugar, ambos estaban expectantes por lo que
sucedería.
–¿Por qué me quieren separar de papá y mamá? –preguntó un
temeroso Barian a su hermana menor.
–No lo sé –susurró Giny llevándose el dedo índice a los labios–,
guarda silencio, tal vez lo mencionen.
–¿Y si deciden encerrarme? –volvió a preguntar el pequeño.
–No lo harán –le aseguró su hermana menor–, escaparemos juntos
si tratan de separarnos.
Giny hablaba en serio, desde hacía unos meses estudiaba en el
Distrito Comercial de Arcadia y en esos momentos se encontraba en
Ishtar para preparar sus cosas e irse a vivir a la capital armamentista
de manera definitiva por los próximos años, pensaba llevarse a su
hermano a suelo sagrado para protegerlo.
Barian abrazó a su hermana, quien agudizó su oído para escuchar
lo que sucedía en el interior del inmueble.
–Sir Khaos, Ometéotl, pasen por favor –indicó la voz de quien se
hacía llamar el Presidente del país–, ya hemos llegado a una solución
a su planteamiento.
–¿Y cuál es esa, Señor Presidente? –preguntó una voz distinta a la
de los dos hombres que discutían en un principio.
–Las atribuciones que tenían antes de mi administración, les serán
respetadas, Sir Khaos –anunció el Presidente–, sin embargo,
mantendré una estricta vigilancia en todas sus operaciones… ¿Algún
problema con eso?
–Ninguno –aceptó una cuarta voz–, es indispensable que
trabajemos en conjunto con la presidencia y su equipo de trabajo,
usted y sus colaboradores tendrán carta abierta para supervisar
nuestra labor, la cual tiene por objetivo cuidar el país y al mismo
tiempo controlar a sus guerreros élite.
–Perfecto Ometéotl, entonces no es necesario ahondar más en este
asunto por el momento –dijo el Presidente–, ya en el futuro
trazaremos las pautas de esta colaboración, ahora nuestro amigo en
común, quien hizo todas las gestiones para llevar esta reunión a buen
puerto, tiene una solicitud que hacerles.
–Sabemos que Escorpión es el artífice de este pacto con la
administración que usted encabeza y le estamos agradecidos por ello
–dijo quien se hacía llamar Sir Khaos–, estamos atentos a su petición
y en caso de que esté en nuestras manos ayudarlo, así lo haremos.
–Se trata de Barian Riazor –dijo Escorpión sin andarse con
tapujos.
–El niño que contiene el poder del dragón Zero en su cuerpo –
comentó Ometéotl.
–Así es –respondió Escorpión–, es hijo de un amigo mío, me
comentaron que ustedes desean hacer cosas atroces con él…
–Entendemos lo que nos dice, Escorpión –lo interrumpió Sir
Khaos–, es un crimen lo que pretendemos hacer con ese niño, sin
embargo, ustedes son nuevos en esto de gobernar el país, hay cosas
que desconocen, situaciones que pueden llevar a Boleria a su ruina.
–¿Y qué tiene que ver Barian en todo eso? –preguntó Escorpión.
–Seguramente ha oído usted hablar de los Amphi-dracos –empezó
diciendo Ometéotl–, es clase de historia de nivel básico…
–Los reyes y gobernantes del planeta antes de la era de
los Hectanóquiros –respondió Escorpión–, cuando los dragones eran
la especie dominante del planeta, las bestias más poderosas de su era.
–Así es –confirmó Sir Khaos–, dragones supremos que
mantuvieron una férrea guerra con los Hectanóquiros por el control
del planeta hasta que llegaron los Gigantes, el siguiente paso
evolutivo de los Hectanóquiros, quienes sometieron a los dragones y
extinguieron a sus predecesores.
–Los dragones más poderosos fueron sometidos por los Gigantes
–Ometéotl siguió con el relato de su compañero–, quienes tenían la
habilidad de matarlos para robar sus habilidades.
–Situación que fue prohibida por el rey de los Gigantes –intervino
el Presidente–, quien vio en esas prácticas una clara amenaza a su
reinado sobre el planeta.
–Prohibición que no abarcó a los hombres –completó Sir Khaos–,
quienes aparecieron miles de años después del surgimiento de los
Gigantes, los hombres fueron los culpables de la extinción de los
dragones, algunos los mataron para robar sus habilidades, otros los
sometieron para obligarlos a pelear a su lado, pero hubo una tercera
opción, la más efectiva y aberrante de todas…
Escorpión guardó silencio y prestó atención, jamás había
escuchado hablar de esa tercera opción de la que hablaba Sir Khaos.
–Nadie sabe cuál era el ciclo de vida de los Amphi-dracos –siguió
contando Ometéotl–, pero se dice que viven miles de años, es una
seguridad que ellos vieron nacer y extinguirse a dos razas como lo
fueron losHectanóquiros y los Gigantes.
–Lo cual nos lleva a la situación de Barian Riazor –dedujo el
guerrero conocido como Escorpión.
–Así es –admitió Sir Khaos–, durante los tiempos de la humanidad
contra los Gigantes, se dice que algunos Clanes de los hombres
encontraron el lugar donde estaban ocultos los Amphi-dracos,
cuentan las historias que los reyes entre los dragones estaban al borde
de la muerte e hicieron un pacto con quienes los encontraron para
vivir eternamente.
–Los humanos y los dragones compartirían un solo cuerpo –
explicó Ometéotl–, los hombres dominarían el cuerpo y su
mortalidad estaría definida por las reglas de su especie, en cambio,
los Amphi-dracos serían eternos, su esencia pasaría de generación en
generación de los guerreros con los que hicieron el pacto.
–La creación de un nuevo “Gash” –atajó Escorpión.
–Así es –confirmó Sir Khaos–, con la diferencia de que la
voluntad de los dragones no fue doblegada, se ha ocultado en los
anales de la historia, pero a lo largo de las diferentes etapas que ha
vivido la especie humana, en varias de ellas los portadores de las
esencias de los Amphi-dracos han tratado de apoderarse de la
humanidad, casi lo logran en la llamada “era oscura”.
Giny Riazor se asomó por la ventana, justo para ver a Escorpión y
el Presidente intercambiar miradas, ambos se veían tan jóvenes como
su padre, su hermano la obligó a agacharse.
–No hagas eso –le reclamó–, podrían descubrirnos y me
encerrarán para siempre…
En la oficina al interior del inmueble, Escorpión y el Presidente
pensaban en la llamada “era oscura”, una etapa en la historia de
Boleria de la que no se tenía ninguna información, lo único que se
sabía era que casi llega a su fin la corta vida de la humanidad.
–Los Amphi-dracos causaron la llamada “era oscura” –afirmó el
Presidente.
–No –lo corrigió Sir Khaos–, la llamada “era oscura” la ocasionó
nuestro hermano, a quien Escorpión nos hizo el favor en su
revolución de eliminar, Elohim se valió de los Amphi-dracos para
someter a la humanidad, casi lo logra.
–Dejemos las lecciones de historia para otra ocasión –les pidió el
Presidente–, vayamos al grano por favor.
–El caso es que precisamente por los hechos ocurridos en la “era
oscura” y en otras etapas más de la historia del país, incluyendo la
Segunda Gran Guerra de Clanes –Ometéotl retomó la explicación–,
se creó el lugar que ahora se conoce como el Quinto Distrito en la
zona militar de Arcadia, la ciudad-prisión que ustedes pretenden
convertir en una zona habitable más.
–¿Hay algún problema con eso? –preguntó el Presidente
retadoramente.
–Ninguno –contestó Sir Khaos–, siempre y cuando se mantengan
en control a las personas por quienes se creó ese lugar, con el paso
del tiempo el Quinto Distrito se corrompió, se creó con la finalidad
de dar a esos… –Sir Khaos hizo un pausa para pensar bien sus
palabras–. Llamémosles usuarios del “Gash” Amphi-draco, una vida
más normal, se pensó que con su poder podrían “meter en cintura” a
los diversos criminales del país, a los más poderosos, pero fue un
experimento fallido, las siguientes generaciones de los herederos del
“Gash” Amphi-draco se corrompieron en un lugar lleno de
criminales, hasta el punto que casi inician desde ese lugar una
revolución, la cual aplastaron los guerreros más poderosos de la
historia de la humanidad, los gobernantes eternos de Boleria, los
FILOS Divinos, aquellos guerreros que su revolución –señaló a
Escorpión y Arlés–, derrotó.
–Fue en aquel entonces cuando se tomó la última drástica medida
–comentó Sir Khaos–: se promulgó la ley anti Amphi-draco, la cual
consiste en quitarles el poder a los futuros portadores del “Gash” que
controla a esos dragones desde su temprana infancia.
–Se les quita uno de sus ojos, generalmente el izquierdo –explicó
Ometéotl–, que es el ojo que sirve como conexión con la bestia,
incluso adquieren algunas facultades físicas de los dragones, sin él,
se convierten en simples guerreros élite, con el ojo derecho pueden
convocar incluso a las bestias y parte de sus habilidades, pero su
poder es limitado. Hay algunos usuarios que incluso entregan el
poder del ojo Amphi-draco derecho a otro de sus familiares para
tener más influencia política y extender su poder.
–¿Extender? ¿Dices que algunos de esos tipos optan por quedarse
completamente ciegos? –preguntó Escorpión entendiendo que uno de
los ojos de los Amphi-dracos se lo quedaba el gobierno.
–Así es –afirmó Sir Khaos–, el hecho de entregar sus dones no
repercute en su fuerza, esos tipos no necesitan de la vista para
moverse, sus sentidos son los de un dragón, pueden seguir su vida sin
ningún impedimento, utilizan a otras personas para extender su
dominio y así ellos permanecer en las sombras, los miembros de su
familia que son los ideales para esa práctica, tienen su misma sangre
y en ellos el “Gash” es más fuerte. En esta época, los portadores del
“Gash” Amphi-draco han sido encerrados en una prisión de máxima
seguridad, eran los criminales más peligrosos del Quinto Distrito,
quienes pretendían aprovechar su revolución para sembrar caos y
devastación.
–Eso es cierto –comentó el Presidente– tuvimos muchos
problemas para poner en custodia a esos individuos.
–Comprendo, si esos tipos son nocivos para la sociedad deben
estar encerrados, lo que no entiendo es… –Escorpión se mostraba
confundido–. ¿Cómo pueden prejuzgar a las futuras generaciones?
Ustedes no pueden estar encerrando y amputando a niños por creer
que serán un peligro para el país, eso es algo que no puedo permitir.
–En una civilización como la nuestra hay cosas que debemos
hacer aunque no nos gusten o no parezcan correctas, Escorpión –le
dijo Ometéotl–. Para eso estamos nosotros.
–Yo viví de cerca lo que le hace el encierro extremo a las personas
–Escorpión con el dedo índice empujó a Ometéotl–, si esos tipos se
convierten en asesinos peligrosos para el país es porque ustedes los
obligan al encerrarlos y amputarlos desde que son unos infantes, eso
no sucederá con Barian ni con ningún otro niño, eso se los puedo
asegurar.
–El hecho de que nos permita continuar con nuestra labor
histórica no significa que pasaremos por alto algo como ésto –
aseguró Sir Khaos–, Barian Riazor será puesto en custodia.
–Ya lo veremos –amenazó Escorpión–, les ayudé a conservar sus
puestos y obligaciones para con el país porque creo que son
necesarios, sin embargo, si se exceden en sus funciones, como es el
caso, quedarán destituidos…
–¿Por usted? –preguntó retadora y burlonamente Ometéotl.
–Así es –le respondió Escorpión al tiempo que señalaba al otro
miembro del Clan Enoch–, sé que usted, Sir Khaos, controla a los
Caballeros Fantasmas y que Ometéotl hace lo propio con el Tloque
Nahuaque, sin embargo, mi influencia va más allá, tengo conocidos
muy cercanos en la mayoría de las Órdenes y también en el Tloque
Nahuaque, pero no me detengo ahí, la Ciudadela me apoya, el
Presidente del Consejo de Gobierno del Cinturón, Siege Hobbs, vivió
una experiencia parecida a la que le desean imponer a Barian Riazor,
créanme si les digo que llevará a toda la zona media del edificio de la
Ciudadela a la guerra por evitar que otro infante sufra lo mismo que
él, también deben contar a todos los guerreros élite que pelearon
conmigo y vencieron en la revolución, la mayoría de ellos me
apoyará en una guerra justa contra ustedes, ni que mencionar al
Círculo del Zodiaco, grupo de poder al que pertenezco, sus miembros
también marcharán a la guerra si se los pido.
–Y Boleria también lo hará a través de su presidencia, caballeros –
apuntó Arlés–, cedí ante la presión de dejarles continuar con su labor
porque Escorpión es mi amigo, pero si puedo revertir esa situación,
lo haré, ustedes no llevan ni una hora con la confirmación de sus
puestos y ya quieren imponer su voluntad, creo que es innecesario
comentar lo que sucedió con los últimos tipos que nos enfrentaron,
personas mucho más poderosas que ustedes en todos los sentidos.
Tanto Sir Khaos como Ometéotl apretaron puños y dientes,
estaban ante un escenario poco favorecedor, ambos debían
comprender que la época que vivían era de cambio y que las viejas
costumbres, por más sustentadas que estuvieran, ya no eran válidas si
los nuevos protagonistas así lo decidían.
–Están cometiendo un gran error –les advirtió Sir Khaos–, por
proteger a un infante van a morir muchos más.
–Usted está exagerando las cosas, Sir –dijo el Presiente con total
calma al ver que la discusión ya no tenía sentido, esos hombres
habían perdido–, no todos los Amphi-dracos están encerrados y
mutilados… ¿O sí?
Sir Khaos y Ometéotl se voltearon a ver, el líder institucional de
los Caballeros Fantasmas le indicó con la mirada al Director de la
escuela del Tloque Nahuaque que él lo explicara.
–Se refieren principalmente a la Hermana Naturaleza de la Alta
Cúpula Eclesiástica y a Sir Draco de los Caballeros Fantasmas de la
Orden de Hamal.
Escorpión mostraba sorpresa ante lo que Ometéotl decía, más lo
sorprendía que el Presidente también supiera algo como eso, fingió
estar enterado de todo.
–Ellos son controlados por sus respectivos grupos de poder –
Ometéotl siguió con su información–, el Clero mantiene el poder del
ojo derecho de la Hermana Naturaleza dormido, lo mismo sucede
con Sir Draco de la Orden de Hamal, su “Gash” es controlado por su
propio Clan.
–Yo sé que la Iglesia controla a más Amphi-dracos de los que
mencionan ustedes, caballeros –les dijo el Presidente con una
cómplice sonrisa, cada vez acorralándolos más, el reporte que le
había entregado su colaborador Arne Riazor era muy completo–,
además, también sé que esos usuarios de ojos de dragón son apenas
unos infantes, como Barian…
–Los cuáles serán amputados en su momento, Señor Presidente –
interrumpió Ometéotl–, el dragón que reside en el interior de Barian
Riazor, Zero, también pertenece al Clero, usted bien sabe que
estamos aquí por mediación de Atón, el Santo Obispo de la Iglesia…
–Sabemos que el Obispo es hermano de ambos –sentenció
Escorpión–, un miembro del Clan Maldito también, me gustaría que
me hiciéran el favor de avisarle a Atón que ni Barian Riazor ni
ningún otro infante les pertenece, si me entero que mutilaron a un
niño inocente, yo les devolveré la cortesía por duplicado.
–¿Cómo suelen controlar los Riazor al Amphi-draco de hielo? –
preguntó el Presidente tratando de calmar la situación que se volvía a
poner tensa.
–La Iglesia se hace cargo –les informó Sir Khaos–, retirar el ojo
derecho de un Amphi-draco es un proceso peligroso que sólo los
miembros de los Clanes que portan ese “Gash” pueden realizar. La
única persona que también lo puede hacer con la precisión exacta es
mi hermano Ometéotl aquí presente, el ojo izquierdo se lo queda el
gobierno, el derecho se le concede a otro miembro de la misma línea
familiar que se convierte con el tiempo en Barón, un miembro del
Sindicato de la Ciudad de los Dioses Banayah.
–En la actualidad Boro Riazor ocupa ese lugar –dijo el Presidente
más para sí mismo que para los demás, pensó en el gran poder que
debían tener los Amphi–dracos, Boro, con un solo ojo en su cuerpo
era de los guerreros más poderosos del Sindicato.
–Así es –confirmó Ometéotl–, el guerrero que cedió su ojo
derecho a Boro, el último portador del Amphi-draco de la familia
Riazor, murió poco antes del término de la revolución por causas
ajenas a ésta, su “Gash” lo heredó ese niño a quien llaman Barian.
–¿No hay manera de sellar su poder sin mutilarlo? –preguntó
Escorpión–. Tal y como sucede con los otros Amphi-dracos libres.
–Si la hubiera los Riazor no se desprenderían de uno de sus
miembros más poderosos tan fácil –obvió Sir Khaos–, los casos de la
Hermana Naturaleza y Sir Draco son extraordinarios, se les hicieron
los exámenes más duros que existen y los pasaron con creces, un raro
acontecimiento que se da cada milenio.
–Y puedo asegurar que no lo hicieron solos –acotó el Presidente–,
ambos debieron pasar por un riguroso entrenamiento, ese es el punto
de Escorpión, debemos darle una oportunidad a Barian…
Los niños estaban totalmente absortos en la plática, no se dieron
cuenta de la figura adulta que se acercaba a ellos, cuando lo notaron
fue demasiado tarde, un par de manos les cubrió sus pequeñas bocas
y se los llevó del lugar.
En la habitación dentro del inmueble, ajenos a lo que sucedía
afuera, Escorpión seguía defendiendo el derecho de Barian Riazor a
llevar una vida normal.
–Les aseguro Barian será otro de sus “casos extraordinarios” –
comentó con sarcasmo, él creía que con el entrenamiento y la
educación adecuada, era posible controlar a un Amphi-draco–, será
en el futuro un experto en controlar su poder sobre el Amphi-
draco de hielo.
–Lo preocupante aquí es que nosotros sólo somos los voceros de
muchas personas más y no sólo de nuestro Clan –explicó Sir Khaos–,
la Iglesia y la Corona no aceptarán la situación tan fácilmente como
nosotros y les aseguro que estarán dispuestos al baño de sangre para
sustentar su posición, sobre todo los Clanes que apoyan al Rey,
quienes desde que se aprobó la ley anti Amphi-draco han sido unos
inquisitivos vigilantes de su cumplimiento, todo tiene que ver con su
origen, Caballeros Fantasmas, Gobierno e Iglesia se repartieron el
control de los Amphi-dracos dejando a la Corona sin nada, un hecho
que todos los Adam aún no perdonan.
De nuevo el Presidente y Escorpión se voltearon a ver, lo que
planteaba Sir Khaos era de verdad preocupante, sumiría a Boleria en
una contienda nacional de la que no se recuperaría.
–Entiendo que ustedes han aceptado nuestra demanda, caballeros
–comenzó diciendo Escorpión que trataba de encontrar una solución
pacífica al conflicto, no podía sumergir al país en una guerra por
salvar el ojo izquierdo de un infante–, vamos a poner las cosas desde
otra perspectiva… ¿Cuál es la edad promedio cuando los Amphi-
dracos comienzan a controlar las mentes de sus dueños?
–Es un hecho que los dragones no pueden hacer gran cosa hasta
que su portador ha madurado su poder… –contestó Ometéotl.
–Estamos hablando de la mayoría de edad, aproximadamente –
afirmó Escorpión.
–Así es.
–¿Podrían ustedes ayudarnos a calmar los ánimos hasta que
Barian cumpla la mayoría de edad? Entonces podrán aplicarle los
mismos procedimientos que a la Hermana Naturaleza y a Sir Draco.
Sir Khaos y Ometéotl murmuraron entre ellos, ambos comentaron
varias objeciones hasta que llegaron a un acuerdo.
–Aceptaremos el trato con la reserva de que la Orden, el Clero y la
Corona deberán hacer su manifestación por separado, mientras tanto,
uno de ustedes se hará responsable del chico –propuso Ometéotl–,
uno de los dos se convertirá en su tutor y deberá “hacerse cargo” de
Barian Riazor si se convierte en un peligro para la sociedad, también
debe quedar claro que si el chico no supera los exámenes, se le
aplicará la ley anti Amphi-draco.
Tanto el Presidente como Escorpión pensaron en las palabras de
Ometéotl, si esos hombres aceptaban la propuesta casi estaban del
otro lado, Atón controlaba el Clero y sus hermanos hablaban por él,
la Iglesia esperaría. Sir Khaos controlaba la Orden de los Caballeros
Fantasmas, también apoyarían la medida. Arlés sin ningún problema
podía hacerse cargo de la Corona.
–El ofrecimiento de Ometéotl suena justo, amigo –le dijo el
Presidente a Escorpión–, Mort y Conde no permitirán que te lleves a
su hijo a Levit y ambos sabemos que tampoco te vendrás a vivir a la
capital, yo me haré cargo, les propondré a los padres del chico que
sea vigilado y controlado por mí, incluso podemos enviarlo a la
Santa Sede para que sea entrenado por su tía, la Hermana Naturaleza,
¿quién mejor que ella para enseñarle como controlar a un Amphi-
draco? Barian Riazor puede vivir con su tío Boro, quien también le
ayudará a controlar a su bestia. La Ciudad Capital Assur que es
donde resido, la Ciudad de los Dioses Banayah que es donde vivirá
Barian y la Ciudad Oculta Hiddensh que es donde viven los padres
del chico, son colindantes, todos estaremos juntos a no más de una
hora de vuelo en helicóptero, no sé si lo sepas, pero la hija mayor de
Conde y Mort ha sido bendecida con el poder de la virtud de la
diligencia, controla el vapor elemental, será en el futuro una miembro
de la Secta del Norte, puede ser instruida en Banayah, la familia
Riazor-Brunn se mantendrá unida.
Escorpión pensó en las palabras del Presidente, ciertamente no era
una mala idea, aunque dejó la decisión en quien correspondía, los
padres de Barian, los guerreros conocidos como Conde y Mort del
Sindicato de la Ciudad Oculta Hiddensh de Ishtar.
–Los padres de ese chico son los que tienen la última palabra de
su futuro, pero yo de antemano estoy de acuerdo.
–¿Ustedes? –preguntó el Presidente a sus visitantes.
–No hay problema –dijo Sir Khaos–, Atón, el otro miembro de
nuestro grupo de vigilancia, pertenece a la Alta Cúpula Eclesiástica,
en Banayah podrá vigilar a ese niño como es debido.
–Entonces no hay más que decir, dejemos que Escorpión hable
con los padres –propuso el Presidente–, estoy seguro que no habrá
problemas con…
En ese momento irrumpió de forma abrupta en la sala de juntas el
guerrero conocido como Amón, miembro de la Guardia del Destino
de Ishtar y hombre del gabinete del Presidente, su mano derecha y
colaborador de más confianza, no se preocupó por las formas, de
inmediato informó lo que estaba sucediendo.
–Arlés –Amón era de las pocas personas en el país que llamaba al
Presidente por su nombre de pila, más si estaba nervioso, la situación
lo ameritaba–, me acaban de decir que Mort ha abandonado el
palacio de gobierno con sus dos hijos.
–¿Y por qué no van por ella? –preguntó el Presidente en tono
recriminatorio.
–Su esposo, mi tío Conde del Sindicato de la Ciudad Oculta
Hiddensh, no permite la salida de nadie, ha destrozado todo lo que
intenta pasar por las puertas, el tipo es fuerte…
–Yo me encargo –dijo Escorpión, quien de inmediato se encaminó
a la puerta, cuando pasó entre Sir Khaos y Ometéotl les advirtió–:
Espero que no les suceda un “accidente” a Mort y sus hijos en su
búsqueda, si es así, los culparé a ustedes y les quitaré el permiso para
que sigan realizando la labor que hoy hemos negociado.
–¿Acaso puedes hacer eso? –preguntó Ometéotl molesto por la
amenaza–. Nosotros no nos meteremos en eso pero es incierto lo que
pueda sucederles a Mort y sus hijos, tú mismo tienes muchos
enemigos que estarían encantados de ponerte en una situación difícil.
El Presidente no es una de las personas que puedes manipular, es un
hecho que una guerra por proteger a un niño no está en sus planes a
futuro, él hará lo mejor para el país aún por encima de tus opiniones,
es un buen negociador, te aseguro que le propondremos un trato que
no podrá rechazar.
–Por el Presidente no te preocupes –dijo Escorpión sin dejar de
caminar–, ni él puede mantener un trato con dos personas muertas,
más les vale que ayuden con la búsqueda y protejan a la familia de
Conde con sus vidas.
Escorpión no dijo más y salió a toda prisa para tranquilizar a
Conde, en cuanto su amigo se fue, el Presidente lo imitó, no sin antes
disculparse con sus invitados.
–Escorpión es un buen sujeto que no haría daño a nadie pero si se
meten con las personas que él aprecia, créanme, lo sé por experiencia
propia, no habrá lugar en el mundo que los oculte de su venganza.
Con su permiso me retiro, caballeros, voy a coordinar la búsqueda de
esa mujer y sus hijos.
El máximo mandatario del país salió de la sala de reuniones a toda
prisa, tanto Ometéotl como Sir Khaos se quedaron un momento en
silencio, ambos conocían la leyenda que rodeaba a Escorpión y su
historia con Christina Riazor, la fallecida mujer que había inspirado
al líder revolucionario a iniciar su lucha, ninguno de los dos quiso
poner a prueba su furia, ambos también se retiraron con rumbo
desconocido.
En un instante el Presidente alcanzó a Escorpión y Amón, en
cuanto tuvo a su amigo al lado, el líder revolucionario comentó:
–Investigaste bien lo de los Amphi-dracos…
–Ya sabes que yo siempre trato de estar un paso adelante –
comentó Arlés quitándole importancia al asunto–, desde el principio
te iba a apoyar y me dediqué a investigar el “Gash” de ese niño,
Barian, lo demás fue pura actuación para ver si podía sacarte algo, ya
lo has dicho, soy un manipulador, pero eres duro, me alegra que la
capital esté en el norte del país y tú vivas en el sur.
Escorpión palmeó la espalda de su amigo, aunque tenían sus
diferencias, sabía que siempre podía contar con él. Casi de inmediato
llegaron a la puerta por donde había huido Mort con sus dos hijos, la
que daba a un enorme bosque, en la entrada se encontraba Conde del
Sindicato de la Ciudad Oculta Hiddensh, a su alrededor había varios
cuerpos caídos y algunas máquinas destrozadas, en cuanto vio a
Escorpión le preguntó:
–¿También tú vas a atacarme? Eres mi mejor amigo pero mi
familia es primero.
–Y tú eres un idiota –le respondió Escorpión–, te dije claramente
que esperaras a que terminara de hablar con Arlés, Sir Khaos y
Ometéotl, tu hijo está a salvo, nadie le hará nada.
–¿De verdad? –La actitud de Conde cambió, su cuerpo se relajó y
su forma de hablar cansina y desesperante dominó su vocabulario–.
Gracias amigo.
–No hay problema –dijo Escorpión–, ahora vamos por tu familia.
–No sé a dónde huyeron –contestó Conde arrastrando lentamente
las palabras–. Casy no me lo dijo por si me torturaban…
–¿Quedaron de verse en algún lugar después? –preguntó el
Presidente con impaciencia.
–Ella se pondrá en contacto conmigo –respondió Conde con toda
la calma del mundo, recordando las indicaciones de su esposa.
El Presidente se llevó las manos a la cabeza, con miedo en los
ojos le dijo a Escorpión:
–No te comenté esto porque pensé que todo se arreglaría
amigablemente, tal y como sucedió. Propuse que Barian fuera
educado en Banayah porque el Clero y en especial la Santa Sede es
infranqueable para ciertos grupos de poder, hay otras personas tras
los ojos del hijo de Conde, la Mafia siempre ha buscado el poder de
los Amphi-dracos, si se enteran que el chico está desprotegido, irán
tras él y no se conformarán con quitarle uno de sus ojos, lo matarán
para extraer todo su poder.
Escorpión lanzó un grito de frustración, el semblante de Conde de
nuevo se endureció.
–Me voy con Conde y un clon de Amón a buscar a Mort y los
niños –le dijo Escorpión al Presidente–, tú averigua con tu red de
información en dónde se encuentran, no sólo la familia de Conde,
también los miembros más poderosos de la Mafia, se va a necesitar a
un ejército para arrancarle a Mort a sus hijos.
–Haré todo lo que esté en mis manos y más, amigo –comentó el
Presidente alejándose de Escorpión y el padre de Barian–, tú vete con
Conde a buscar a su familia, te mantendré informado a través del
Clon de Amón.
Del cuerpo del guerrero conocido como Amón surgió un polvo
que en unos segundos formó un clon idéntico a él, mismo que se fue
con Escorpión y Conde perdiéndose en el bosque a espaldas del
edificio de gobierno, el Presidente de inmediato se fue a su base de
operaciones, no estaba dispuesto a entregar el poder ni la vida de
Barian a la Mafia.

En la ciudad de Nazeth, estado de Levit, el comunicador personal


del líder más poderoso de la Mafia sonó, su compañera, sublíder de
la Mafia, la Emperatriz, contestó la llamada, habló durante un minuto
con su interlocutor y después colgó.
–Era Maison –le dijo al Emperador–, me informa que sus fuentes
le confirmaron que Barian Riazor, el hijo de Conde y Mort del
Sindicato de la Ciudad Oculta Hiddensh, estaba en el Palacio de
Gobierno, la muy astuta se las arregló para que la madre huyera del
lugar con el menor.
El Emperador lanzó un grito de júbilo y besó la mejilla de su
compañera, lo que le informaba era un golpe de buena suerte, hacía
unos días se enteró que ese niño era el sucesor del último guerrero
que portaba los genes del dragón Amphizero, uno de los
legendarios Amphi-dracos, el controlador del hielo.
Ese chico era su última esperanza de hacerse con los poderes de
un Amphi-draco, durante su estancia en el Quinto Distrito trató de
arrebatarle los ojos a los Amphi-dracos que habitaban la ciudad-
prisión pero siempre falló, ahora todos los portadores del gen Amphi-
draco habían sido sacados del Quinto Distrito y reubicados en la
prisión más vigilada del país, sería imposible para él entrar en aquel
lugar para asesinar a esos guerreros.
Sucedía lo mismo con la Hermana Naturaleza de la Alta Cúpula
Eclesiástica y Sir Draco de la Orden de Hamal, le era imposible ir
por esos guerreros que contaban con el respaldo de poderosos grupos
élite que los apoyaban por completo, de nada serviría robar una
habilidad si sería exterminado de inmediato.
Sus únicas posibilidades eran los renegados, esos hombres y
mujeres que habitaban en el Quinto Distrito y que ahora estaban
fuera de su alcance, sabía que existían algunos Amphi-dracos más,
pero todos inalcanzables, el de hielo era su mejor opción.
El Emperador movió todas sus influencias y poder para asesinar al
último portador del “Gash” Amphi-draco de la familia Riazor, tenía
que ser un asesinato limpio y perfecto, que pareciera muerte natural,
nada lo debía relacionar con él, de otra forma la guerra se desataría
entre su grupo criminal y la familia Riazor, lo cual reduciría sus
posibilidades de hacerse con los ojos del Amphi-draco de hielo a
cero.
Aprovechando la última revolución logró infiltrar a su mejor
asesina en las entrañas del país de los hielos, en donde lo demás fue
un juego de niños, Étoile jamás fallaba en cumplir con su cometido,
el último guerrero controlador del dragón Zero murió y entonces sólo
tuvo que esperar.
Encargó a su espía, la mejor del país: Maison, el que dispusiera
sin importar los recursos que ocupara, espías en todas las ramas
principales de la familia Riazor, sobre todo en las de sus miembros
jóvenes y más poderosos, alguno de esos guerreros daría a luz al
siguiente controlador del dragón Zero.
Y tuvo razón, uno de los miembros más poderosos de la familia
Riazor, Conde del Sindicato de la Ciudad Oculta Hiddensh, se casó
con su compañera de grupo de poder: Mort, reconocida miembro del
Clan Brunn, uno de los cuatro Clanes gobernantes del país junto con
los Yaotl, los De Grieff y los Riazor.
Las posibilidades de que el siguiente amo del
dragón Amphizero naciera de esa unión eran altas, aunque Conde no
manejara la energía hielo su poder sobre la energía pura que
controlaba todas las energías elementales lo convertía en un buen
candidato, más si su mujer, Mort, era una guerrera que controlaba el
poder de las bestias.
Y fue paciente, la pareja Riazor-Brunn se unió en matrimonio
estando Mort embarazada, tuvieron un varón a quien nombraron
Barian, desde que nació ese niño, el Emperador supo que su
búsqueda había terminado.
El niño resultó un controlador del elemento hielo, como la
mayoría de su Clan familiar y a la edad de seis años por fin se reveló
en él la presencia de Zero, el Amphi-draco controlador del hielo.
Los Riazor en cuanto se enteraron del monstruo que vivía en el
interior del menor, de inmediato hicieron lo que la ley les ordenaba,
dieron parte a la Iglesia, al Tloque Nahuaque y a la Orden de los
Caballeros Fantasmas, el destino del menor ya estaba decidido,
perdería sus ojos que le permitían convocar y controlar a la bestia.
El Emperador no estaba dispuesto a perder su última oportunidad
de hacerse con los ojos de un Amphi-draco, nada pudo hacer para
evitar que Barian Riazor fuera llevado al Palacio de Gobierno pero
ya tenía un plan para sacarlo de ahí.
Afortunadamente para él, los padres del menor retaron la ley, no
estaban dispuestos a sacrificar a su hijo y para conveniencia del Capo
mayor, lo habían sacado del lugar más vigilado del país, ahora sólo
debía encontrarlo antes que el gobierno y la Iglesia, algo que
teniendo la red de inteligencia de Maison, seguramente lograría.
–¿Cómo demonios logró que Mort huyera con sus hijos? –
preguntó el Capo criminal con curiosidad–. Aún para Maison eso es
algo imposible…
–Al parecer había una discusión sobre el futuro del chico –le
explicó la Emperatriz–, Maison tiene en la bolsa a muchos guardias
en el Palacio de Gobierno, se las arregló para correr un rumor, la
madre al parecer estaba bastante nerviosa, se tragó las mentiras que
Maison inventó y huyó del lugar con su hijo…
–¿Los tiene ubicados? –preguntó el líder mafioso.
–Pronto los encontrará –respondió la Emperatriz–. ¿Le
encargamos la misión a Étoile?
–No –dijo de inmediato el Capo criminal–, necesito a ese niño
vivo y esa mujer es una asesina a quien no le importan las órdenes si
se trata de la integridad de una víctima, peor si la acompaña
Jugement, ese niño está mal de la cabeza y mata todo lo que se le
pone enfrente, envía a nuestros colaboradores de Ishtar, llevan
mucho tiempo en nuestra nómina y no han hecho nada por nosotros,
es tiempo de que se ensucien las manos…
–Perderás a poderosos aliados en la capital si ellos se descubren –
le advirtió la Emperatriz.
–No te preocupes por eso, ellos sólo serán refuerzos, tengo a dos
personas más en la bolsa, las ideales para este trabajo.
–Te refieres a…
–Así es –el Emperador interrumpió a su compañera–, comunícate
con nuestra gente en Ishtar y después pide que la limusina y nuestra
guardia personal estén listos, vamos a ver a nuestras huéspedes de
Riazor.

En cuanto Mort se internó en el bosque con sus hijos, desplegó su


poder, la líder del Sindicato de la Ciudad Oculta Hiddensh era una
usuaria del ancestral “Gash” de los Hectanóquiros, antiguos seres
que podían medir hasta veinte metros de altura, contaban con cien
brazos y cincuenta cabezas, en la época anterior a los Gigantes, ellos
fueron los primeros en manejar las energías de la naturaleza.
Los Gigantes, el siguiente paso evolutivo de los Hectanóquiros,
redujeron los brazos a dos y las cabezas a sólo una, también el
tamaño, llegando a medir el más grande de su especie los cinco
metros de altura, sin embargo, los más poderosos de los gigantes
transformaron los cien brazos de los Hectanóquiros en energía
elemental y las cincuenta cabezas en un cerebro súper desarrollado.
La tercera especie en la evolución, los hombres, obtuvieron el
poder sobre los Hectanóquiros de los Gigantes, pero minimizado,
siendo apenas capaces de controlar diez brazos de esos seres
superiores. Mort en lo particular era quien dominaba los brazos
naturales de la fauna, tenía la habilidad de copiar para sí a través de
sus múltiples brazos el poder de las bestias, contaba con diez brazos,
el poder de cinco bestias.
Utilizando el poder del Wivern, un dragón con dos patas y cuyas
alas estaban pegadas a sus brazos superiores, voló lejos del edificio
de gobierno cargando a sus dos hijos: Giny y Barian, en cuanto tomó
velocidad un nuevo par de brazos surgieron de su espalda, éstos en
forma de garras con piel de hielo, brazos del dragón Vitra, de esas
extremidades Mort había adquirido la habilidad de teletransportarse,
en un instante desapareció con sus retoños.
Mort voló sin detenerse por varias horas, abarcando enormes
distancias gracias a la teletransportación, perdiendo de esa manera a
cualquier enemigo que la estuviera persiguiendo, se concentraba
únicamente en proteger a sus hijos, de esa manera evitaba pensar en
su esposo y en el destino que le deparaba, Conde podría ser acusado
de traición y ser ejecutado, sin embargo, su marido había sido
demasiado claro: “escapa y protege a mis hijos, lo que suceda
conmigo no importa”.
Llegó a un pequeño pueblo en los límites de Hiddensh, una de las
seis ciudades que conformaban la capital Ishtar, necesitaba ayuda y
ella sólo confiaba en una persona más que en nadie, en su otro
compañero del Sindicato de la Ciudad Oculta: el guerrero conocido
como Caelum.
Se registró en un pequeño hotel, el ideal para pasar
desapercibida, un lugar discreto con instalaciones decentes, no
llamaba la atención, sólo era un sitio de paso, pagó en efectivo y
después se encerró con sus hijos en la habitación que les asignaron.
A esperar. Caelum tenía hasta el día siguiente para contactarla, en
caso contrario, ella debía continuar huyendo, no podía quedarse en
un mismo sitio demasiado tiempo con la maquinaria y el poder de la
Iglesia y el Estado detrás de ella.
En el camino, todavía en la Ciudad Capital Assur, había buscado
un comunicador público, habló con su compañero, su conversación
fue breve, sólo le dijo lo estrictamente necesario para que pudiera
encontrarla, aunque su llamada fuera interceptada, no sabrían de su
ubicación y sólo Caelum entendería sus palabras, se refería a un lugar
que sólo ellos dos conocían y del que no daba ninguna pista.
Observó a sus hijos, ambos se veían asustados, ninguno se había
quejado en todo el camino, los abrazó y besó a ambos, les pidió que
le describieran lo mejor que recordaran la conversación que
escucharon a escondidas, de esa manera ella sabría qué hacer y así
adelantarse a los movimientos de sus enemigos.
Tanto Giny como Barian le explicaron con lujo de detalles lo que
escucharon, Mort se sorprendió de la claridad con la que hablaban y
la meticulosidad con la que le describieron la conversación, la cual,
le dio esperanzas, Conde siempre hablaba de su amigo Escorpión y
de cuánto le debía, aseguraba que el antiguo líder de la rebelión lo
ayudaría.
Desde el principio Mort se mostró escéptica, conocía a Escorpión
pero la verdad es que muy pocas veces había convivido con él y
cuando lo hizo, sólo intercambiaron algunas palabras amables, lo que
las reglas sociales marcaban, generalmente Conde viajaba solo al
estado de Levit a visitar a su amigo, para ella, Escorpión únicamente
era un tipo común con un alto grado de introversión, pensaba que
sólo las personas extrañas podían relacionarse con su marido, que,
sin duda alguna, era el más raro de todos.
Después de escuchar a sus hijos, Mort trató de tranquilizarlos,
ambos estaban angustiados con la posibilidad de que mutilaran a
Barian, les explicó que por el momento huirían hasta que su padre y
Escorpión lo arreglaran todo, les aseguró que estarían bien,
seguramente sería cuestión de un día o dos en lo que se solucionaba
todo el papeleo y entonces regresarían a casa, les prometió, sin
creérselo ella misma, que todo saldría bien.
Los niños devolvieron la cortesía a su madre, ambos estaban
muertos de miedo y Mort no era precisamente una persona que
supiera ocultar sus emociones, se le veía profundamente inquieta por
todo lo que estaba sucediendo, ambos trataron de mostrarse
conformes con sus palabras, le aseguraron que se tomarían esa
experiencia como unas pequeñas vacaciones.
Los niños ya dormían y Mort seguía pensando en lo sucedido,
Giny regresaba de su primer curso en la escuela más prestigiada del
Distrito Comercial de Arcadia, donde cursaría sus estudios
elementales antes de ir a la escuela de la Corte del Rey y después
terminaría su instrucción en el Clero, pasó sus pruebas con notas
sobresalientes, festejaban con ella cuando llegó la notificación oficial
de la ley anti Amphi-draco.
De inmediato ella y su marido se movieron para salvar a su hijo,
afortunadamente para ambos, Escorpión, uno de los personajes más
influyentes del país acudió en su auxilio.
El líder revolucionario consiguió una cita con el Presidente, quien
fuera su mano derecha en la lucha por conquistar el país, todo iba
perfecto hasta que Escorpión les pidió que llevaran a Barian al
Palacio de Gobierno en la Ciudad Capital Assur, les explicó que el
Presidente había puesto como condición observar al chico para
decidir si les ayudaba.
Desde el inicio Mort no vio con buenos ojos la condición
impuesta por el Presidente, sin embargo, no les quedó más
alternativa que llevar a su hijo a la sede del Gobierno, tampoco quiso
dejar a Giny sola y sin vigilancia, por lo que toda la familia Riazor-
Brunn fue a Pretoria Imperia, la pequeña demarcación dentro de la
Ciudad Capital Assur donde estaban establecidos los principales
inmuebles gubernamentales.
Ya en el Palacio de Gobierno, Escorpión los recibió y les aseguró
que él lo arreglaría todo, ella y Conde se quedaron con sus hijos en
uno de los jardines que rodeaban el edificio esperando el acuerdo al
que llegarían el líder revolucionario y el Presidente.
Todo se complicó cuando los miembros del Sindicato de la
Ciudad Oculta Hiddensh observaron llegar a Sir Khaos y Ometéotl al
Palacio de Gobierno, los dos tipos encargados de aplicar la ley
anti Amphi-draco, después pasó lo que Mort más se temía, los
guardias del lugar se empezaron a movilizar, ella escuchó a un par de
ellos mencionar que debían atrapar a un dragón…
Entonces Mort y Conde actuaron de inmediato, habían sido
traicionados, ella buscó a sus hijos y se los llevó del lugar en lo que
su marido se quedó a proteger su huida.
Pasada la media noche, Mort escuchó cómo rasgaban la puerta,
era un sonido fino, casi imperceptible, se levantó de inmediato y se
dirigió a la entrada de la habitación, de su espalda surgieron dos
brazos negros, delgados y con grandes garras, las cuales pertenecían
a Tian Long, el dragón negro, bestia que le daría el tiempo suficiente
para detener a sus enemigos y escapar con sus hijos.
La mujer se asomó por la puerta, del otro lado observó a un
horrendo ser híbrido humano-serpiente, la parte de su cuerpo con
forma de serpiente era delgada y larga, de aproximadamente cuatro
metros de longitud, su tronco también era delgado y la piel de su
espalda se desplegaba como si se tratara de una cobra, contaba con
cuatro brazos igual de delgados y su rostro era una máscara blanca,
sin boca ni nariz, solo se observaba el espacio de los ojos, violetas
con fondo negro, energía eléctrica corría a su alrededor.
Mort no se preocupó, esperaba a esos seres, eso significaba que
Caelum había llegado y enviaba a sus “criaturas” para encontrarse
con ella, en silencio salió de la habitación y cuestionó al monstruo:
–¿En dónde está tu amo?
–En un instante te llevaré con él –respondió el ser híbrido
“siseando” las palabras.
–No me separaré de mis hijos –le advirtió la mujer–, dile a
Caelum que venga él mismo.
–Te espera cerca de aquí –respondió la serpiente híbrida
señalando el techo de la habitación–, ella se quedará cuidando a tus
críos.
Mort levantó la vista, en el techo de la habitación observó a otra
serpiente híbrida, una hembra, tenía la parte baja más gruesa y más
corta que su compañero, de dos metros aproximadamente, a partir de
la cintura se observaba el talle y tronco de una mujer con enormes y
bien formados senos y un rostro atractivo, su cabello era largo y
contaba con seis brazos, su desnudez superior era cubierta por una
delgada armadura de escamas que apenas le cubría los senos y en su
espalda se distinguían las fundas de cuatro empuñaduras y un arco, le
sonreía, dos de sus brazos se apoyaban en el marco de la puerta y
otros dos en el límite del techo, con otro brazo más señaló hacia la
parte más oscura del lugar.
–No te preocupes –la voz aunque grave era también femenina y al
igual que su compañero, “siseaba” las palabras–, hay dos guardianes
ocultos más cuidando la habitación, tan sólo te marcharás unos
minutos, si hay peligro llegarás aquí en un instante acompañada del
amo, nadie lastimará a tus críos.
Mort no le respondió a la serpiente femenina, siguió a su
compañero masculino hacia la parte trasera del motel, en donde se
encontró con Caelum, a quien de inmediato abrazó.
–No sabes el alivio que siento de que hayas venido.
–Sabes que siempre que tengas un problema puedes contar
conmigo –le respondió el guerrero abrazando también a su
compañera del Sindicato de la Ciudad Oculta Hiddensh.
–¿Por qué me has traído aquí? –preguntó Mort con preocupación,
se veía paranóica–. ¿Acaso sospechas que te han seguido? No puedo
dejar a mis hijos solos…
–Tranquila –la interrumpió Caelum–, investigué tu situación antes
de venir aquí, sé que huiste con tus hijos de la Ciudad Capital Assur
y también sé que la Iglesia y el Estado te buscan, tardé en llegar
porque tal y como lo supones, me seguían, me trasladé a este lugar en
cuanto estuve seguro de que perdí a mis perseguidores.
–¿Entonces por qué me citaste aquí y no fuiste en persona a
buscarme? –volvió a preguntar Mort.
–Porque no creo que quieras que tus hijos escuchen nuestra
conversación –le respondió Caelum–. Me sorprendió que me citaras
en este lugar, más sabiendo lo que significa para nosotros.
Mort observó con pena a su compañero, Caelum siempre había
estado enamorado de ella y aún a la fecha no se explicaba por qué la
líder del Sindicato de la Ciudad Oculta Hiddensh eligió a Conde
como su marido, un tipo cuya manera de conducirse rayaba en el
retraso mental.
Mort le había explicado que la unión la decidieron sus familias,
tanto los Riazor como los Brunn, esperaban a través de sus hijos
habilitar alguno de los “Gash” de sus familias.
Caelum en aquel entonces entendió lo que Mort le decía pero no
lo aprobaba, era una práctica común en el país, sobre todo en el
Cinturón de la Ciudadela de Arcadia, que dos personas poderosas se
unieran, en cuyo caso podían pasar varias situaciones: la más común
era que los hijos resultado de la unión adquirieran un poder de cada
uno de sus padres, a esos menores no se les consideraba usuarios
puros de un “Gash”, con su muerte se perderían sus habilidades,
aunque por otro lado podían transmitir el gen del “Gash” familiar de
cualquiera de sus padres a uno de sus hijos.
Había veces que esos guerreros eran muy poderosos, sin embargo,
estaba probado que cuando nacían este tipo de niños híbridos, eran
incapaces de utilizar todo el poder de las habilidades con las que
nacían. Sólo un niño entre mil nacía con el “Gash” completo de
ambos padres, a quien se le consideraba un súper dotado pero las
reglas de la herencia se le aplicaban igual, su descomunal poder
moría con él.
Otro caso, el ideal, era cuando los hijos nacían con el “Gash”
completo de uno de los padres o de sus familias, también estaba
probado que algunas habilidades de sangre desaparecían de un Clan
por generaciones y la mejor manera de “revivirlas” era uniendo a sus
miembros más poderosos con miembros igual de importantes de
otras familias, preferentemente afines a las habilidades que deseaban
rescatar, de esa manera se daba el nacimiento de infantes que
portaban el “Gash” perdido.
El “Gash” específico de una familia era único y sólo un miembro
lo podía poseer, era imposible que dos personas poseyeran una
habilidad idéntica, cuando un menor heredaba el “Gash” de uno de
sus progenitores, sus habilidades eran similares pero muy por debajo
del poder original, el cual, pasaba a ellos cuando sus padres se los
otorgaban de manera voluntaria o cuando éstos fallecían.
No sucedía lo mismo con los híbridos, que si bien de la misma
manera que los “usuarios puros” de una habilidad de sangre
impedían que otro miembro familiar tuviera su habilidad en el mismo
espacio y tiempo, ellos no podían transmitir su poder a sus hijos,
quienes, como ya se había mencionado, no heredaban sus habilidades
híbridas.
En los casos de los herederos híbridos así como en los de los
herederos “puros”, otros familiares suyos podían tener un “resquicio”
de sus habilidades, pero jamás al nivel de ellos, únicamente una
pequeña parte del poder. Sólo hasta la muerte del usuario original, si
se daban las condiciones correctas, alguno de esos familiares elevaba
su poder heredando el “Gash”, en caso contrario, el Clan original
debía esperar hasta que naciera un nuevo portador.
Los demás casos eran considerados un fracaso, era cuando los
hijos de la unión tan sólo manejaban una versión menor del poder de
sus padres, lo que los podía convertir en troopers, elementors o
bérserkers, sin poder ser considerados guerreros élite, también existía
la peor de las situaciones, la más rara de todas, cuando nacía un hijo
de dos guerreros élite sin ninguna habilidad, tan sólo una persona
común y corriente, eran muy pocos esos casos y se consideraban una
vergüenza para las familias de los progenitores, cuyo peso en la
sociedad decrecía considerablemente, eran señalados como personas
con genes defectuosos.
El caso de Mort no era extraño en absoluto, el hecho de nacer en
“cuna de oro” también tenía su lado oscuro, los guerreros elite
poseedores de un “Gash” puro se debían a sus familias, tenían la
obligación de proteger al país a través de los diferentes grupos de
poder que controlaban la nación, en caso de negarse, su Clan tenía el
derecho legítimo de incluso quitarles la vida esperando que ese
“Gash” volviera a surgir en una persona comprometida con su Clan y
su país.
Los guerreros más poderosos de Boleria estaban atados a su tierra
por esos lazos forjados desde la antigüedad, la población élite del
país más poderoso del mundo era tan esclava como los ciudadanos
comunes, sus miembros no siempre decidían sobre el rumbo que
tomarían sus vidas, desde su nacimiento se les inculcaba su
obligación, eran ricos, poderosos y gobernaban sobre las personas
comunes, sin embargo, para gozar de sus privilegios debían sacrificar
cuando su Clan o su nación se los solicitaba, su futuro, su vida y
hasta su libertad.
Así se lo explicó Mort a Caelum cuando se decidió su matrimonio
con Conde, ambos eran guerreros de las máximas Casas del país con
un “Gash” puro, sus hijos debían ser catalogados como unas
maravillas en potencia. Cuando Caelum se enteró del matrimonio
arreglado, explotó de furia, consideraba a Conde un retrasado mental
y nadie tenía el derecho de obligar a Mort a aceptar una unión así.
Le dijo a su compañera que él no sólo también era poseedor de un
“Gash” puro, pertenecía a una de las dos familias más importantes
del país, uno de los dos Clanes que habían gobernado Boleria desde
su formación: los De Grieff, el color blanco de su caballera lo
demostraba, sólo los miembros de esa Casa con un poder puro tenían
el cabello de ese níveo color. Él sin duda alguna era un mejor
candidato que Conde para casarse con Mort.
La chica Brunn le explicó que ese no era el problema, el
matrimonio lo pactaron los Riazor con los Brunn como cobro de otra
unión en el pasado. La familia gobernante de Aztlán, el estado de las
grandes lagunas, décadas atrás había hecho un trato con los
gobernantes del estado de la tundra, aquel que llevaba el mismo
nombre del Clan que lo gobernaba, para que uno de sus miembros
más poderosos contrajera matrimonio con una prominente miembro
de su Clan, los Riazor aceptaron la propuesta de los Brunn,
convinieron que sin importar el “Gash” con el que nacieran los hijos
de esa unión, llevarían el apellido de la Casa gobernante de Aztlán,
en retribución, los mandatarios del estado de los hielos podrían
solicitar el mismo trato en el futuro.
Y el futuro llegó, los Riazor “cobraron” su parte del pacto y
solicitaron la mano de Mort para Conde, los Brunn no pusieron
objeciones, todo mundo conocía la fama de Conde de ser un tipo
cuya conducta era la de un infante, estuvieron de acuerdo en la unión,
dudaban que ese tipo pudiera engendrar un hijo élite, era la mejor
manera de quitarse un peso de encima.
Caelum nada pudo hacer para evitar la unión a pesar de que lo
intentó, propuso a Mort huir juntos, enfrentar a sus familias e incluso
cruzó por su mente retar a Conde a un duelo a muerte, desde que el
miembro de la familia Riazor se había unido al Sindicato de la
Ciudad Oculta Hiddensh, Caelum no lo soportaba, siempre que podía
lo increpaba, lo insultaba e incluso hasta lo humillaba, para su gran
coraje, Conde jamás hizo caso de sus insultos, actuaba como si él no
existiera, jamás le plantó cara.
Mort no aceptó ninguna de las soluciones de Caelum, en aquellos
tiempos no pensaba con claridad, por una estupidez se había
embarazado de Conde y no deseaba que nadie lo supiera, prefirió
arruinar su vida antes que su reputación, le dijo al miembro del Clan
De Grieff que ella ante todo era una Brunn y que se debía a su
familia, se unió en matrimonio con Conde a pesar de las insistencias
de Caelum. A nadie mencionó que ya estaba embarazada cuando se
casó.
De la relación para sorpresa de todos nació un niño saludable, el
cual, desde el embarazo de Mort se determinó que sería un varón,
con el nacimiento y la posterior examinación del menor se determinó
que el niño había nacido con sangre dominante Riazor, unos años
después los exámenes arrojaron que Barian Riazor tenía el “Gash”
del fallecido Briniak Riazor y que en su cuerpo habitaba Amphizero,
el poderoso Amphi-draco de hielo.
Las ilusiones de Caelum se vinieron al suelo con el nacimiento
del segundo retoño de Conde y Mort, una hermosa niña con otro
“Gash” puro de la familia Riazor: el control del vapor elemental,
llamaron Giny a la nueva miembro y todos respetaron a un
matrimonio condenado al fracaso. Caelum incluso llegó a pensar que
la niña podría ser suya, Mort nunca lo dejó de ver, él era su
verdadero amor y las cuentas no mentían, contando los meses desde
que habían estado juntos por última vez a espaldas de Conde, la hija
de la líder del Sindicato de la Ciudad Oculta Hiddensh podría ser de
él.
Pero al enterarse de la sangre pura de esa niña murieron sus
esperanzas, no sólo se había demostrado que Giny era una Riazor en
toda la extensión de la palabra, sino que Mort mantenía relaciones
sexuales con su esposo, situación que el miembro de la familia De
Grieff no creía posible, nadie en su sano juicio podría querer tener
sexo con un retrasado mental.
El caso fue que todos se equivocaron, los genes puros de Conde
vencieron a los de su mujer engendrando dos infantes con un “Gash”
puro de la familia Riazor, Caelum también se sintió decepcionado,
los genes de un retrasado mental habían sido más fuertes que los
suyos, él ya había planificado su futuro, estaba seguro que cuando
naciera la hija de Mort con genes De Grieff la bomba estallaría, su
cabello blanco y su control sobre el metal sería un signo inequívoco
de su linaje, mejor aún si heredaba su “Gash” como él lo había
heredado de su padre, afrontaría las consecuencias como hombre, el
honor de Conde y de los Riazor los obligaría a repudiar a Mort, él
salvaría el honor del amor de su vida ofreciéndole matrimonio.
Pero sus planes se vinieron abajo, los hijos de Mort eran de
Conde, de eso no había ninguna duda y él mataría a quien se
atreviera a decir que otro miembro de los Riazor le “hacía el favor” a
Conde, Caelum jamás permitiría que alguien dudara de la
honorabilidad de Mort, lo de ellos había sido un amor oculto, pasión
condenada al fracaso, ocasiones de debilidad a consecuencia de
sentimientos que no podían restringir, pero nada más, Mort era una
mujer casada y jamás, para desgracia de él, después de su segundo
embarazo, había vuelto a caer en la tentación.
Y ahora ahí estaban, en aquel sitio de paso donde habían
compartido sus sesiones de amor que llevó a Caelum a pensar que el
segundo hijo de su compañera podía ser suyo, bastó que Mort le
dijera por teléfono que se había acordado de su debilidad para que el
miembro de la familia De Grieff supiera que la miembro del Clan
Brunn estaba en problemas y que lo esperaría en ese hotel.
–Lamento haberte citado aquí –dijo Mort bajando la mirada–, sé
que te trae malos recuerdos, pero es el único lugar que te podía
referir sin delatarme.
–Este lugar no me trae malos recuerdos –comentó Caelum, no le
dijo a su compañera que él en muchas ocasiones había rentado “su
habitación” para emborracharse y pensar en ella, en el futuro que
nunca tuvieron–. Ya tendremos tiempo para hablar de eso, si es que
quieres hacerlo, por el momento lo importante es que me cuentes tu
situación.
–Ya la conoces –empezó relatando Mort–, no hay mucho que
contar, sabes que soy una patriota y una mujer comprometida con mi
familia, mi hija Giny va a dedicarse a la vida eclesiástica, el “Gash”
con el que nació así lo dicta, pertenecerá a la Secta del Norte, pero lo
de mi bebé Barian es un asunto distinto, planean encerrarlo y
mutilarlo por el simple hecho de nacer con un “Gash” inconveniente,
eso no lo voy a permitir…
–Si tu hijo tiene el control del dragón Zero es un peligro para el
país –comentó Caelum tratando de darle a sus palabras un tono
imparcial–, las personas que nacen con ese “Gash” siempre terminan
en la locura, dominados por sus bestias internas, la historia nos ha
demostrado que cuando eso pasa, cientos y hasta miles de personas
mueren una vez que esos guerreros pierden el control de sus mentes
y se dejan dominar por las bestias que albergan en su interior.
–Pero la historia también nos ha demostrado que los Amphi-
dracos pueden ser domesticados –argumentó Mort–, Sir Draco y la
Hermana Naturaleza son una prueba de ello…
–Roderik Alwaid y Sandrah Pherkad son dos casos excepcionales
–dijo Caelum refiriéndose a los nombres de nacimiento del miembro
de los Caballeros Fantasmas y de la religiosa de la Alta Cúpula
Eclesiástica–, generalmente sus Amphi-dracos están “dormidos”
gracias a las piedras de los Dioses que conservan los Caballeros
Fantasmas y el Clero, lo de ellos es un milagro asistido, se dice que
ambos son un prodigio que sólo se da una vez cada siglo…
–No olvides que la Hermana Naturaleza es la hermana menor de
mi marido –insistía Mort tratando de aferrarse a un rayo de
esperanza–, mi hijo tiene su misma sangre, si ella logró
controlar a Phlor, mi niño puede hacer lo mismo con Zero.
–Un punto a tu favor, pero desgraciadamente para ti, el padre de
tu hijo no es la persona mentalmente más fuerte del mundo, que es
por donde se pierden los amos de los Amphi-dracos.
A Mort le molestó el comentario de su compañero, ya estaba
cansada de que todo mundo le dijera retrasado mental a su marido,
no lo era, Conde era una persona extraña pero no un retrasado
mental, se tuvo que guardar su coraje, ella mejor que nadie sabía que
nada molestaba más a Caelum que ella defendiera a su marido, pensó
mejor en sus argumentos para proteger a su hijo, dar más ejemplos de
que sí se podía controlar a los Amphi-dracos.
–Hay otros dos Amphi-dracos entre los Caballeros Fantasmas…
–Lo investigué, son miembros de las dos familias más influyentes
de Levit: los Hobbs y los Shmuel, ninguno logró entrar a la Orden a
pesar de pertenecer a dos poderosos Clanes que gobiernan las
principales ciudades de las dos capitales del país, ambos serán
capturados y mutilados, la orden ya ha sido girada…
–Entonces no me vas a ayudar –masculló Mort.
–Lo haré –respondió Caelum–, aunque no tendría por qué hacerlo
–dijo recriminadoramente–, en este lugar me diste los mejores
momentos de mi vida –señaló el Motel–, y también, cuando nos
volvimos a ver aquí mismo y te reclamé que mantenías relaciones
con Conde, me botaste y me dijiste con una gran frialdad que él era
tu marido, que quien no tenía derecho a tu cuerpo era yo…
Caelum aún se sentía furioso al recordar aquellas duras palabras
de una mujer casada… Sabía que Mort actuaba como debía hacerlo
una mujer de su condición, sin embargo, le seguía doliendo. Más lo
molestaba la situación de quien también era su líder en el Sindicato,
en su matrimonio, ella era conocida como una mujer inflexible,
intolerante y “mandona” con su marido, quien, además de ser
considerado un idiota, también lo tachaban de sumiso, el miembro de
la familia De Grieff no toleraba que la mujer a quien amaba viviera
una vida así.
–Y lo sostengo –le respondió Mort–, pero necesito
desesperadamente ayuda y tú eres la única persona en la que confío,
si me lo pides para que me ayudes, seré tuya otra vez aquí…
–Si te forzara a estar conmigo tendría que matarme después –le
espetó Caelum–, no sería el hombre indicado para ti y ambos
sabemos que lo soy…
–Entonces me ayudarás –dijo Mort dedicándole una enorme y
agradecida sonrisa a su compañero.
–Sabes que sí, de otra manera, si no estuvieras segura, jamás me
habrías hablado.
–Estoy dándote la oportunidad de huir –le advirtió Mort–, jamás te
culparía si lo hicieras, el ayudarme te convertirá en un criminal…
–Hoy en día los criminales viven mejor que los guerreros élite en
este país –dijo Caelum con amargura–, vamos a que descanses, nos
iremos en cuanto amanezca.

Horas más tarde, Caelum y Mort acompañados de los pequeños


Giny y Barian Riazor, abandonaron el pequeño motel en las afueras
de la Ciudad Oculta Hiddensh, lo hicieron en un vehículo tipo
camioneta que el miembro del Clan De Grieff llevaba con él.
Durante algunos días lograron evadir a los agentes del Clero y el
Estado, sin embargo, la búsqueda era implacable, se les complicaba
ir a cualquier lado, sus rostros estaban por donde pasaban, en varios
lugares se vieron obligados a huir, el poder sobre la habilidad de la
teletransportación que los brazos naturales de Mort habían extraído
del dragón Vitra fueron fundamentales en sus escapadas.
Evitaban las grandes ciudades, las cuales rodeaban, se instalaban
en pequeños pueblos, principalmente en comunidades rurales, su
destino era el desierto, el lugar más indómito y alejado del Clero y
del Gobierno, sin embargo, en esos momentos se encontraban
rodeando la capital, la líder del Sindicato de la Ciudad Oculta
Hiddensh no podía irse, necesitaba hablar primero con su marido
para enterarse de cuál era su situación real.
Mort contaba los días con desesperación, solo faltaba uno para
que pudiera comunicarse con su esposo, si es que seguía libre o vivo,
entonces, tal vez, tendría la certeza de la gravedad de su situación.
Ese era su punto de inflexión, la conversación con su marido o la
ausencia de éste, entonces, de acuerdo a lo que le informara o a su
silencio, seguiría su plan, un plan que no tenía retorno, Mort tenía la
esperanza de no llevarlo a cabo.
Estaba por dormir a sus hijos cuando Caelum irrumpió de manera
violenta en su habitación, jamás en su huida habían dormido juntos,
se le veía alterado, Mort supuso lo peor, no se equivocó.
–Nos encontraron –le informó Caelum–, nuestras compañeras
Sacerdotisa del Sindicato de la Ciudad de los Dioses Banayah y
Marquesa de la Ciudad de los Cielos Hevven han venido por
nosotros.
El cuerpo de Mort se estremeció y su rostro se contrajo del terror,
la cacería élite ya había comenzado y tanto el Estado como el Clero
se lo estaban tomando en serio enviando a sus propios compañeros
del Sindicato de Ishtar para acabar con ellos, algo que sólo se hacía
contra los máximos traidores, no necesitaba hablar con su esposo
para saberlo, estaba condenada, no esperaría al día siguiente, en ese
momento pensó en marcharse a Levit a iniciar una nueva vida.
–¿En dónde están? Encarguémonos de ellas de inmediato antes de
que lleguen los refuerzos –le dijo a su compañero.
–No –la detuvo Caelum consciente de la peligrosidad de las dos
“cazadoras”–, vete con tus hijos, yo me encargaré de Marquesa y
Sacerdotisa y después te alcanzaré en Levit.
–No podrás con ellas tú solo –le advirtió Mort a su compañero–,
déjame pelear a tu lado.
Caelum de inmediato se negó, Conde se había sacrificado por su
mujer e hijos, él no podía hacer menos que eso, no sería digno y eso
lo haría menos merecedor del corazón de Mort. Pensaba demostrarle
a esa mujer que él era un mejor hombre en todos los sentidos que su
marido.
–De nada servirá que te quedes a combatir, habrás tirado a la
basura el sacrificio de Conde y expondrás a tus hijos a un destino
nefasto, vete, te aseguro que saldré de esta para mirarte otra vez, tal
vez si lo hago, aceptes besarme…
–Este no es momento para decir eso, tonto…
–Tienes razón, vete ya.
–Te espero en el despeñadero de la Torre del Purgatorio –le indicó
Mort.
–¿Estás loca acaso? –le reclamó Caelum–. Hemos viajado muchos
kilómetros rodeando la capital, por eso nos han encontrado, es a ese
lugar donde quieren llevar a tu hijo…
–Precisamente –mencionó Mort–, jamás pensarán que iré a ese
sitio, no voy a cambiar el plan original, no es bueno alejarme mucho
de Ishtar, no por lo menos hasta antes de hablar con mi esposo,
nosotros entrenamos algunas veces ahí y conocemos el lugar bastante
bien, además, vivimos en una ciudad en un acantilado, estaré bien
oculta.
–Pero dime en dónde te ocultarás, ese despeñadero es enorme,
tardaría días en encontrarte.
–Lo sé, el despeñadero es el límite de la Ciudad de los Dioses
Banayah con el estado de Riazor, la superficie y la naturaleza del
lugar impiden que encuentres a alguien por su energía, por eso me
voy a ese sitio, espérame en donde solíamos reunirnos para entrenar,
yo te encontraré.
–Está bien –Caelum aceptó el plan de su compañera aunque no
estaba de acuerdo con él, el despeñadero detrás de la Torre Sur de la
Santa Sede era el lugar ideal para emboscarla y capturarla–, estaré
ahí al mediodía, si no llego, vete a Levit, yo te encontraré.
–De acuerdo –la miembro del Clan Brunn acarició la mejilla de su
compañero en un gesto de agradecimiento y después de marchó.
Caelum observó marcharse a Mort justo en el momento en que
Marquesa y Sacerdotisa llegaron hasta él, se interpuso en el camino
de las dos, sus serpientes híbridas surgieron a cada uno de sus
costados, estaba listo para la batalla.
Al ver las intenciones de su compañero del Sindicato de la Ciudad
Oculta Hiddensh, Marquesa, prima de Conde, se adelantó a
Sacerdotisa, amiga de Mort desde su infancia, con voz tranquila pero
firme se dirigió a Caelum:
–No tenemos nada en contra de ti, nuestro objetivo es Mort.
–El mío es proteger a mi compañera –les advirtió Caelum–, nadie
mientras yo viva se acercará a ella o a sus hijos.
–Veo que estás preparado para morir –dijo Sacerdotisa–, antes de
que tires tu vida a la basura, ¿podrías permitirme un par de palabras?
Tal vez podamos evitar muertes innecesarias.

Maldiciéndose a sí misma por hacerlo, Mort huyó por la parte


trasera de la habitación con sus dos hijos, en ese momento no podía
darse el lujo de elegir, sus únicas prioridades eran Giny y Barian, sin
importar lo que sucediera, debía ponerlos a salvo.
Ya afuera de la habitación, la líder del Sindicato de la Ciudad
Oculta Hiddensh repitió el proceso con el que huyó de la Ciudad
Capital Assur, de la parte trasera de su cuerpo surgieron los brazos
del dragón Wivern, cargando a sus hijos extendió las alas y
emprendió el vuelo, después, de la misma manera surgieron las
extremidades del dragón Vitra, con las cuales se teletransportó del
lugar, apenas alcanzó a ver a Barón, representante del Sindicato en la
Santa Sede y primo de Conde, quien le gritaba que aguardara, a su
lado corría la Hermana Naturaleza, miembro de la Alta Cúpula
Eclesiástica, hermana menor de su marido, al verlos las esperanzas
de Mort terminaron por derrumbarse, esperaba que su cuñada y los
primos de su esposo pudieran ayudarlos, pero en vez de eso, la
Iglesia y el Estado los habían enviado a capturarlos.
Mort volaba a toda velocidad además de usar la
teletransportación, necesitaba alejarse lo antes posible de los
cazadores del Clero y el estado, ella jamás podría luchar en contra de
tantos guerreros si al mismo tiempo tenía que proteger a sus hijos,
rezó a los tres Dioses porque Caelum lograra sobrevivir.
En un instante llegó al despeñadero detrás de la Torre del
Purgatorio de la Santa Sede, ahora debía ocultarse, como lo habían
planeado, esperaría hasta el medio día de la mañana siguiente a
Caelum, si éste no llegaba, ella partiría rumbo a Levit, no sin antes
comunicarse con su esposo, Mort no soportaba la incertidumbre de
saber qué había sido de él.
El lugar era el ideal para llamar, por la naturaleza del terreno a sus
enemigos les sería imposible localizarla de inmediato, tardarían
mucho en rastrear la llamada, cuando así lo hicieran, ella ya estaría a
muchos kilómetros de distancia.
Mort cada vez se sentía más presionada, su paranoia la hacía
percibir a su alrededor energías muy poderosas, aunque sabía que era
su imaginación, en ese lugar no podía sentirse nada, incluso ya
dudaba de su cordura, el estrés la estaba sobrepasando.
No esperó hasta el día siguiente, ni siquiera un momento más,
decidió tratar de localizar a su marido sin importarle hacerlo antes de
la fecha pactada, sacó el comunicador móvil que había guardado para
esa ocasión, un dispositivo especial “anti rastreo”, aunque Mort sabía
que tanto la Iglesia como el Estado tenían modernas tecnologías que
averiguarían el origen de la llamada, estaba segura que no les daría
tiempo de encontrarla.
Hizo la llamada, para su alivio, su marido contestó al segundo
timbre, su voz siempre lenta y cansina se escuchaba acelerada y
preocupada.
–¿Eres tú, Casy?
Mort se estremeció al escuchar la voz de su marido, jamás pensó
que la extrañaría tanto, él siempre la llamaba por su nombre de pila:
Casy Mem, jamás la había llamado por su nombre de guerrera: Mort.
–Estoy bien –contestó la mujer para tranquilizar a su esposo–.
¿Cómo está la situación por allá?
La sensación de peligro le llegó aún antes de que sus enemigos
aparecieran, Mort entendió que su plan había fallado, el comunicador
en su mano dejó de funcionar.
Conde iba a responder a su mujer que no se preocupara, que su
amigo Escorpión había resuelto la situación de su hijo, por eso él no
se había movido de su casa a pesar de que la desesperación lo
consumía, por esperar su llamada, sin embargo, tanto el Gobierno
como la Iglesia habían mandado a sus representantes para ayudarla y
protegerla de los miembros de la Mafia, el Estado envió a dos primos
de Conde: Barón, poseedor del ojo derecho del último Amphi-
draco de hielo y representante del Sindicato en la Santa Sede y a
Marquesa del Sindicato de la Ciudad de los Cielos Hevven, con
quien la miembro del Clan Brunn también llevaba una gran amistad.
La Iglesia envió en su búsqueda a la mejor amiga de Mort:
Sacerdotisa del Sindicato de la Ciudad de los Dioses Banayah y a la
hermana de Conde: la Hermana Naturaleza, a quien Mort quería
como si fuera su propia hermana, guerrera que tenía el dominio sobre
el dragón de la naturaleza Amphiphlor. La religiosa había aceptado
ser la maestra de Barian, de esa manera pensaron que la líder del
Sindicato de la Ciudad Oculta Hiddensh estaría más en confianza.
Pero no logró decirle nada, de repente se cortó la comunicación, al
borde de la histeria, Conde decidió hablarle a su mejor amigo, a su
héroe, a quien siempre lo había salvado. La voz de Escorpión se
escuchó al otro lado de la línea.
–¿Ya sabes algo de tu mujer?
–Hablaba con ella cuando se cortó la llamada, algo sucedió –se
quejaba Conde–, algo muy malo, por favor amigo, ayúdame, salva a
Casy y a mis niños…
–Espera –se escuchó del otro lado de la línea, Conde tuvo que
esperar veinte minutos que le parecieron una eternidad–, me dice el
clon de Amón ya la encontraron, está en los límites de la Ciudad de
los Dioses Banayah y el estado de Riazor, yo me encuentro en la
capital, de inmediato me moveré hacia allá, espero llegar a tiempo…
La llamada se cortó, la Ciudad Oculta Hiddensh tampoco estaba
muy lejos del lugar en donde se encontraba su mujer, Conde se
dispuso a ir a la Ciudad de los Dioses Banayah, aunque tuviera que
correr hasta la Santa Sede llegaría para salvar a su esposa, si se
quedaba en su casa se volvería loco, afuera de su hogar se encontró
con un amenazante dragón blanco cuyo cuerpo parecía el de una
serpiente, sólo contaba con las patas delanteras y un enorme par de
alas espinosas, un guerrero de color estaba sentado en su lomo, los
conocía a ambos, se trataba de Chronos, el FILO Oscuro número tres
y su bestia mítica, el dragón Zilant, en los tiempos que corrían
Chronos era un cercano colaborador del Presidente, su protector:
Ozmar de Riot.
–Vamos –le dijo Chronos extendiéndole la mano a Conde–, para
tu suerte me encontraba cerca tratando unos asuntos del gobierno, el
Presidente y Escorpión me han enviado a ayudarte, debido al tamaño
de sus alas, Zilantes de las bestias más rápidas que existen, te llevaré
con tu familia –le mostró un comunicador personal–, en el camino te
estaré actualizando de lo que sucede en Banayah.
Conde de inmediato trepó en el enorme dragón, al verlo extender
sus enormes alas no le quedó la menor duda de que la bestia era
veloz, no creyó que existiera otra forma más rápida de llegar con su
familia, rogaba a los Dioses encontrarlos a salvo.
Ya en el aire y con rumbo a la Ciudad de los Dioses, Conde le
preguntó a Chronos por su amigo, esperaba que él también se hubiera
movilizado.
–¿Y Escorpión?
–Se adelantó –le respondió Chronos–, al parecer la situación no
está para perder el tiempo, tal vez lo alcancemos en el camino.
Las palabras de Chronos no tranquilizaron a Conde, no estaría en
paz hasta ver a su familia completa y en sus brazos.

En el despeñadero detrás de la Torre Sur de la Santa Sede, dos


guerreros le plantaban frente a Mort, ambos eran jóvenes, rubios y
atractivos, su apariencia física contrastaba con las lúgubres
vestimentas negras con gris que portaban, ambos contaban con una
máscara tan lúgubre como sus vestimentas, la de uno de ellos era un
casco de gladiador cuya parte frontal del casco se retrotraía hacia
arriba mostrando su rostro o cubriendo la mitad de él hasta la nariz,
caso contrario al de la máscara de su compañero que le cubría la
mitad inferior de su rostro, de la punta de la nariz hasta la barbilla.
La miembro del Clan Brunn de inmediato sintió el peligro, esos
dos sujetos eran más que guerreros élite, se volvió hacia sus hijos,
debía huir de inmediato de ese lugar pero no pudo hacerlo, tanto
Giny como Barian se habían alejado de ella.
–Ni siquiera intentes ir por ellos y desaparecer –le dijo el hombre
de la máscara que le cubría la parte inferior del rostro–, están
atrapados en una ilusión, no deseamos que vean lo que te va a
suceder, pero si intentas ir por ellos, nosotros llegaremos antes,
sabemos que tienes el control de la teletransportación del
dragón Vitra, pero para usarla en otros tienes que tocarlos, antes de
que llegues a ellos los destrozaremos.
–¿Quiénes son ustedes y qué es lo que desean? –preguntó Mort
tratando de ganar tiempo para pensar en una manera de salvar a sus
hijos.
–Nuestra identidad no importa –dijo el hombre con el casco de
gladiador al tiempo que se bajaba la parte frontal del mismo para
cubrir la parte superior de su rostro–. Deseamos llevarnos al niño que
tiene al dragón Zero en su interior, sé que el trato que te proponemos
no es justo para ti pero si nos lo entregas sin pelear, te salvarás tú
misma y a tu otra hija, si te resistes, morirás, tal vez la niña y de
todas formas nos llevaremos a tu hijo.
Mort se enfureció. ¿Qué demonios pensaban esos dos imbéciles?
¿Qué ella por miedo dejaría que se llevaran a su bebé? Estaban
equivocados, protegería a su niño con su vida y más si era posible
–¿Quiénes se creen que son para pensar que pueden amenazarme
y creer que sus débiles palabras pueden amedrentarme? Soy Mort, la
líder del Sindicato de la Ciudad Oculta Hiddensh, el más poderoso de
los cuatro sindicatos de Ishtar, como mi nombre lo dice, soy la
muerte en persona, lamentarán haberse puesto en mi camino…
–No negamos tu poder ni tu estatus en el Sindicato –dijo el
hombre de la máscara de gladiador–, uno de los grupos de poder más
respetados del país, pero combates con las personas incorrectas, ni
siquiera podrás contra mí, mi compañero se llevará a tu hijo mientras
yo te destrozo…
El hombre de la máscara de gladiador no pudo seguir hablando,
un brazo con forma de la garra de un ave se extendió hasta donde se
encontraba y con energía tierra convertida en piedra le rasgó el
vientre destrozándoselo, el guerrero cayó aparentemente sin vida,
Mort se volvió hacia el otro combatiente.
–Uno menos, tú compartirás su destino.
Otra garra idéntica salió del cuerpo de Mort, ésta trasparente como
el aire, el guerrero de la media máscara no se movió de su lugar, una
enorme plasta de tierra detuvo el embate de la garra de viento, el
hombre de la máscara de gladiador se puso de pie, fina tierra estaba
reconstruyendo las partes dañadas de su cuerpo hasta dejarlo sin un
rasguño.
–Así que eres literalmente un hombre de tierra –comentó Mort sin
inmutarse.
–Así es –respondió el hombre de la máscara de gladiador–,
conocemos el poder de las técnicas de Hectanóquiros demasiado
bien, la tuya es la que controla la energía natural fauna, tienes cinco
pares de brazos con una habilidad distinta que adquiriste de distintas
bestias míticas, tienes las alas del dragón Wivern, la capacidad de
teletransportación del dragón Vitra, controlas también la tierra y el
viento aunque no he logrado ubicar a las bestias de las que tomaste
esas habilidades, sólo falta descubrir cuál es tu quinta habilidad,
aunque no creo que te sirva de mucho…
–Claro que vale –aseguró Mort–, es una habilidad que me sirve
perfectamente contra alguien como tú…
De nuevo otro par de brazos salieron de la espalda de Mort con la
misma forma de garra de ave de sus últimos dos ataques, sólo que
éstos tenían la consistencia del elemento agua, contra el que la tierra
era más débil, las garras se cernieron contra el guerrero del casco de
gladiador pero éste sacó un enorme báculo de su cuerpo terroso,
mismo con el que destruyó el embate de su enemiga.
–De modo que no eres un simple tipo con poder –comentó Mort–,
al parecer manejas un arma y sabes utilizarla, no cualquier guerrero
podría destrozar mis brazos de un simple movimiento, sin embargo,
el resultado de la batalla no cambiará, tú ya mostraste tus trucos, yo
aún no he comenzado…
La batalla real dio inicio, el brazo elemental de aire en forma de
garra de ave surgió del cuerpo de Mort, con el cual se apoyó en el
piso y se impulsó, en un santiamén apareció entre sus dos enemigos,
su brazo de viento se transformó en piedra y otro más, idéntico,
surgió de su cuerpo con consistencia de elemento agua, con ambos
atacó a sus enemigos, para su sorpresa, a ninguno dañó, el que tenía
el caso de gladiador separó su terroso cuerpo para evitar el golpe y el
de la media máscara volvió insustancial su cuerpo, la garra de piedra
pasó a través de él sin dañarlo.
Tocó el turno de atacar a los guerreros y de sorprenderse también,
el de la máscara de gladiador atacó a su rival con una gran tormenta
de arena mientras que el de la media máscara se fue por el hijo de la
mujer, ninguno tuvo éxito, un brazo en forma de garra de ave con
consistencia de viento se alargó hasta capturar a Giny y Barian
ganándole en rapidez al combatiente de la media máscara, quien por
más que lo intentó, no pudo acercarse a ellos, no era lo
suficientemente rápido, por su parte, el poderoso embate de tierra
lanzado por el de la máscara de gladiador, fue fulminado por una
garra de agua que nulificó el ataque.
–Al parecer fallamos –dijo el hombre de la máscara de gladiador–,
pero no importa, ya conocemos tu última habilidad, te tenemos
rodeada y con uno de tus brazos inutilizados por proteger a tus hijos,
estás a punto de caer…
Un tridente apareció en las manos del guerrero de la media
máscara, con el cual se dispuso a atacar a Mort, al mismo tiempo, el
guerrero de la máscara de gladiador comprimió su tierra hasta
convertirla en rocas y atacó a su rival para perforar su cuerpo.
Los brazos con las extremidades superiores del
dragón Vitra surgieron del cuerpo de Mort, teletransportándola de
inmediato, las piedras no la dañaron y ella quedó por detrás del
guerrero de la media máscara, a quien atacó con su garra de ave, ésta
vez cargada de electricidad.
–Así que eres un psíquico y puedes inmaterializar tu cuerpo…
¿No es así? Todo poder tiene su punto débil y en el caso de quienes
tienen un cuerpo etéreo es la electricidad.
El guerrero de la media máscara fue totalmente sorprendido, no
contaba con esa habilidad de su enemiga, el impacto le llegó de lleno,
sintió cómo una gran descarga le destrozaba el cuerpo y cayó
derrotado.
–¿Cómo es eso posible? –dijo atemorizado el guerrero de la
máscara de gladiador señalando a su enemiga–, esa es una sexta
técnica, tú no puedes hacer eso…
Mort no contestó, una garra de ave con características acuosas
surgió de su cuerpo, el guerrero de la máscara de gladiador
retrocedió.
–No te dejes engañar –dijo una voz detrás de Mort, se trataba del
guerrero de la media máscara, no se veía herido salvo por un
pequeño moretón en la mejilla derecha–, si te fijaste en sus ataques
elementales, todos tienen la misma forma, una garra de ave, de igual
manera jamás ha utilizado más de dos brazos para atacarnos, lo cual
es raro, podía habernos puesto en dificultad si nos atacaba con los
supuestos seis brazos que dominan el agua, el viento y la tierra…
¿Eso que te sugiere? –preguntó a su compañero.
–Que esa zorra absorbió a una bestia que controla varias energías
elementales, tal vez todas –respondió el guerrero de la máscara de
gladiador sonriendo, no había nada que bajara el ánimo de un
guerrero como los ataques sorpresa, aquellos que escapaban de su
comprensión, ahora que entendía las habilidades de su enemiga
podría contraatacar.
–Así es –dijo el guerrero de la media máscara–, lo importante es
saber cuál, hay algunas bestias míticas que dominan varias energías
elementales…
–Se los diré si tú me explicas porqué estás prácticamente sin un
rasguño a pesar de mi ataque –respondió Mort viendo hacia el
guerrero de la media máscara.
–Está bien –dijo el guerrero de la media máscara–, no es que me
importe que sepas la manera en que me he recuperado, de todas
formas ya me he descubierto pero no lo recuerdas, sin embargo, lo
recordarás en un instante en cuanto te ataquemos en serio, lo cual
sucederá a continuación, además, de verdad tengo curiosidad por
saber con qué extremidades de bestia elemental nos estás atacando,
las conozco a todas pero ahora no la ubico y eso me desespera, ya lo
has dicho, soy un psíquico... ¿Acaso ya olvidaste lo que te dije al
inicio? ¿Necesito decir más?
Mort se preocupó, lo que ese tipo le indicaba era por demás
peligroso, se trataba de un ilusionista, él mismo se lo había confesado
al inicio del combate al alejar a sus hijos de ella, estaba tan nerviosa
por el combate que no lo recordaba, necesitaba calmarse para pelear
contra él, pero había algo que no cuadraba en su explicación.
–La herida en tu mejilla no te la causé yo con mi ataque
eléctrico…
–Dame el nombre de la bestia y te diré el origen de esta herida.
–El Feng Huang.
–¡Claro! –exclamó el tipo de la media máscara dándose un
pequeño golpe en la sien con la parte baja de la palma de su mano
izquierda–. El ave de Nüwa de la Armada Elemental que controla las
seis principales energías elementales: fuego, aire, agua, tierra, hielo y
electricidad, nos engañaste bien, pero sobre todo, has equipado de
una manera excelente tus extremidades de Hectanóquiro,
entregándoles las habilidades de peligrosas bestias, entonces ya
sabemos que controlas las seis elementales del Feng Huang, las alas
del Wivern y la teletransportación de Vitra… ¿Qué secretos
guardarán tus cuatro brazos restantes…?
–Tu herida –lo interrumpió Mort.
–Es cierto –dijo el guerrero de la media máscara dándose un
nuevo golpe en la sien–, qué modales los míos, la herida no me la
causaste tú, lo hizo tu hijo, mientras tú te entretenías con mi ilusión,
traté de arrancártelo pero no me lo permitió, al parecer está
despertando su poder, ahora lo deseo más todavía.
Mort se mordió el labio, escapar no era una opción, desconocía
que otros talentos psíquicos tendría el hombre de la media máscara,
no podía arriesgarse a separarse de sus hijos con la teletransportación
si ese hombre podía interrumpirla, debía acabar con ellos en ese
lugar.
Volteó hacia sus hijos, el hombre no le mentía, Barian se veía
exhausto, resoplaba y su energía había aumentado
considerablemente, eso era algo peligroso en ese momento, la bestia
en su interior no debía despertar.
El problema era el psíquico, desconocía si efectivamente seguía
en ese lugar o si era una simple ilusión, el tipo controlador de la
tierra también era una gran molestia, todo su cuerpo se constituía de
ese elemento, era prácticamente inmortal.
Sus enemigos no le dieron tiempo de seguir pensando, ambos la
atacaron en conjunto, fue en ese momento cuando Mort se dio cuenta
del poder de ataque del tipo de la media máscara, sus golpes estaban
cargados de energía psíquica telequinesis, no necesitaba acercarse a
ella para dañarla, por otro lado, el control de la tierra del guerrero de
la máscara de gladiador era terrorífico, sus tormentas de arena
combinada con filosas rocas la destrozarían si la tomaban con la
guardia baja.
El combate real inició, Mort se auxilió de los seis brazos que hasta
el momento había utilizado para enfrentar a sus rivales, cambió el
brazo de viento del Feng Huang que protegía a sus hijos por el de
teletransportación del dragón Vitra, el cual le informaría si una
energía extraña se acercaba a sus retoños, información que ella
utilizaría para teletransportarlos a otro lugar a salvo en el mismo
campo de batalla.
Los brazos del Feng Huang eran sus principales armas de batalla,
cambiaba la consistencia elemental de los mismos para atacar a sus
enemigos, con el brazo sobrante de Vitra se teletransportaba ella
misma para aparecer en lugares ventajosos y a espaldas de sus
enemigos y con las alas del Dragón Wivern volaba a gran velocidad
para eludir los ataques de los guerreros que perseguían a su hijo o se
protegía de los ataques de sus enemigos.
Por su parte, el guerrero de la máscara de gladiador tomó el papel
de principal contrincante de la líder del Sindicato de la Ciudad
Oculta Hiddensh, sus ataques de tierra eran letales y chocaban con
los de la mujer, ambos golpeaban y eran golpeados, Mort se cubría
con las alas del Wivern que eran extremadamente duras y resistentes,
el hombre de la máscara de gladiador transformaba su cuerpo en
tierra para moverse más rápido y evitar ser golpeado, al mismo
tiempo, su arma, el báculo, escondido entre los ataques de piedra y
tierra, golpeaba a su rival cada que se presentaba la oportunidad,
disminuyendo cada vez más su resistencia, el combate estaba parejo.
El guerrero de la media máscara observaba la pelea con atención,
con sus ilusiones confundía a Mort y con sus ataques de telequinesis
la lastimaba cuando tenía la guardia baja, era sólo cuestión de unos
minutos para que todo terminara, al mismo tiempo, no perdía de vista
a su real objetivo: Barian.
Mort entendió que no podía seguir con ese ritmo de lucha, el cual
favorecía a sus enemigos, se decidió por usar un par de brazos que
aún no mostraba, utilizando el poder del dragón Vitra desapareció y
se teletransportó para colocarse entre sus rivales, dos brazos negros
surgieron de su cuerpo, tanto el guerrero de la máscara de gladiador
como el de la media máscara detuvieron su ataque, ambos conocían
esas garras, pertenecían a uno de los dragones más peligrosos que
existían, propiedad del Clan Nisser de Riazor, se trataba del
poderoso Tianlong.
–Aléjate, utilizará la gravedad…
El grito del hombre de la media máscara no fue a tiempo, el
guerrero de tierra que en ese momento sólo era granos de arena fue
obligado a pegarse al suelo con brutalidad, se vio en la necesidad de
integrar su cuerpo para no ser destruido.
El combatiente de la media máscara no se vio afectado por el
ataque de gravedad, su cuerpo intangible no era susceptible de ser
afectado por la fuerza gravitacional, sólo lo alentaba un poco.
–Con eso no podrás derrotarme –le advirtió a Mort mientras
avanzaba hacia ella empuñando su tridente.
–Lo sé –contestó la guerrera deviando con su espada el ataque del
tridente y al mismo tiempo mostrándole a su rival en turno su brazo
con las habilidades del Feng Huang, despedía un fulgor eléctrico–,
pero la gravedad no sólo te ralentiza, también inhibe tu capacidad de
crear ilusiones al concentrarte en avanzar, así me he dado cuenta de
que tú no eres una ilusión, no importa si tu cuerpo es etéreo… ¿Sabes
lo que pasa si fusiono mi poder sobre la gravedad y la electricidad?
El hombre de la media máscara retrocedió asustado y tenía razón
en estarlo, cuando la garra eléctrica se fundió con la gravedad
provocó una reacción eléctrica enorme, una descomunal explosión
arrasó con todo alrededor. Lo mismo sucedió con el guerrero de la
máscara de gladiador, al ser obligado a reconstruir su cuerpo, quedo
a merced de su rival, quien lo atacó con un embate de fuego
proveniente de la misma garra del ave que destrozó a su compañero,
el fuego acabó con él.
Pasadas ambas explosiones, los dos rivales de Mort
permanecieron en el suelo, la mujer se dispuso a huir antes de que
reaccionaran, sin embargo, el combate estaba lejos de terminar, tanto
del cuerpo inerte del hombre de la máscara de gladiador como del de
la media máscara surgieron más ataques.
Del cuerpo del primero surgieron varias plantas que maniataron a
Mort, al mismo tiempo surgió un poderoso brazo de piedra que la
impactó de lleno de una manera brutal, el ataque no terminó ahí, del
cuerpo del hombre de la media máscara también surgió un gas tóxico
que le impidió a Mort incorporarse, acto seguido otro brazo, esta vez
formado de metal terminó el trabajo.
Mort sintió cómo su cuerpo era destrozado, jamás se imaginó que
esos dos tipos fueran tan poderosos, ya no le quedaba nada, sintió
que el último ataque le había roto todos los huesos, moriría en ese
lugar.
Poco a poco se fue perdiendo en el aterrador mundo de la
oscuridad hasta que una voz la sacó de él, se trataba de su hijo, su
Barian la estaba llamando. De un esfuerzo sobrehumano se
incorporó, todo su cuerpo temblaba, pero aun así fue capaz de sacar
de su cuerpo los ocho brazos que ya había utilizado, utilizaría los
últimos dos para acabar con sus enemigos en un último y letal
ataque.
Los enmascarados no estaban del todo recuperados, se les veía tan
heridos como la mujer pero su condición no era tan lamentable,
ambos podían mantenerse en pie y los ataques con los que la habían
derrotado aún surgían de sus estómagos, plantas tipo lianas y un
descomunal puño de piedra del guerrero de la máscara de gladiador y
polvo venenoso junto con un brazo de metal del de la media
máscara.
–Tu voluntad es increíble pero has perdido –le espetó el guerrero
de la media máscara–, un nuevo ataque te matará, sin embargo, es
bien sabido que un combate no termina hasta que se da el último
ataque y uno de los combatientes muere, es obvio que tú darías la
vida por tus hijos pero déjame decirte que nosotros no tememos
perder la nuestra por cumplir nuestra misión.
En ese momento delante de los guerreros aparecieron los hijos de
Mort, cada uno atrapado por un guerrero, la miembro del Clan Brunn
entendió que cuando fue impactada por el último cuádruple embate
había dejado de proteger a sus hijos, el hombre de la máscara de
gladiador le advirtió:
–La batalla ha terminado, el objetivo se ha conseguido, no
tenemos por qué seguir peleando, con tu velocidad sólo vas a poder
detener a uno de nosotros, el otro se llevará a uno de tus hijos, de ti
depende elegir a cuál salvarás, al varón o a la mujer…
Mort se mordió el labio hasta sangrar, era un “tic” que tenía
cuando se ponía nerviosa, sabía que ese hombre tenía razón, la
cuestión en ese momento era resolver a quien de sus hijos salvaría,
para su sorpresa la respuesta no tardó mucho en llegarle, volteó hacia
Barian, él era el objetivo de esos hombres, debía impedir a toda costa
que se lo llevaran, ya después, con la ayuda de Caelum y de su
familia, recuperaría a Giny.
Barian observó la mirada de su madre, sentía una gran opresión en
el pecho, su miedo se había convertido en una ansia frenética por
liberar su energía, todo había sucedido desde que el tipo que lo tenía
capturado intentó atraparlos a él y a Giny por primera vez, intentó
atrapar a su hermana y él se interpuso en su camino, sintió
claramente como una voz en su interior le ordenaba golpear, así lo
hizo, su pequeño brazo no llegó a su objetivo pero una brisa helada
impactó al tipo de la media máscara y lo derribó.
Su ojo derecho le dolía, incluso sangraba, la voz en su interior le
decía que los matara a todos en ese lugar, incluidas su madre y su
hermana, observó a Giny y su cara de terror cuando vio que ella no
sería a quien su madre salvaría, en ese momento tomó su decisión, le
gritó “salva a Giny” a su madre y golpeó el suelo, una enorme
muralla de hielo abarcó una gran superficie de tierra, quitándole la
visión a Mort de su hijo, la líder del Sindicato de la Ciudad Oculta
Hiddensh no dudó un solo momento, su instinto de madre le dijo que
ya había perdido a Barian y ahora sólo le quedaba rescatar a Giny, en
un santiamén se teletransportó hasta donde se encontraba su hija, el
hombre de la máscara de gladiador ya se había alejado de ella.
Mort abrazó Giny y de inmediato se dispuso a seguir al hombre de
la media máscara, aún no había renunciado a recuperar a Barian, pero
justo en ese momento escuchó a su espalda:
–Todavía no has acabado conmigo…
Mort volteó, una gran tormenta de tierra la rodeaba, en ese
momento las mismas plantas que la maniataron hacía unos minutos
la volvieron a atrapar junto con su hija, trató de teletransportarse pero
no lo logró, esa plantas absorbían su poder, la lluvia de filosas
piedras se cernió sobre ella y Giny, se había descuidado y ese error le
costaría la vida, en ese momento lo único que podía hacer era cubrir
con su cuerpo a su niña y protegerla.
Un gigantesco brazo formado de plantas destruyó el ataque y otro
más también de plantas absorbió el elemento tierra formando a su
alrededor una enredadera de hojas de roca con el que el hombre de la
máscara de gladiador fue golpeado, apenas tocó el suelo y otra
enorme mano de consistencia terrosa se transformó en agua
aplastando al guerrero, el cual, se transformó en tierra y se perdió
entre los resquicios de las piedras del despeñadero.
Un hombre de piel morena cortó las ataduras de Mort y la ayudo a
levantarse mientras el otro golpeaba las piedras a su alrededor
esperando encontrar al hombre de la máscara de gladiador.
Mort observó antes que nada a su hija, en cuanto notó que no tenía
ninguna herida se volvió hacia sus salvadores, dos amigos suyos de
la infancia y compañeros en el Sindicato de Ishtar: el Loco, guerrero
perteneciente a la Ciudad de los Cielos Hevven y Hermite de la
Ciudad Blanca Ersghiaal, ambos, como ella y Sacerdotisa,
controlaban los brazos de Hectanóquiro.
–¿Qué hacen aquí? –les preguntó con escepticismo.
–Sacerdotisa nos llamó –le contestó el Loco–, nos dijo que estabas
en problemas y obviamente vinimos a ayudarte.
Mort no entendía lo que sucedía, Sacerdotisa había sido enviada
por el Estado para capturarla, Caelum se quedó para combatir con
ella y así darle la oportunidad de escapar con sus hijos, sacrificio que
ella tiró a la basura, había perdido a su Barian.
–¿Por qué haría eso Sacerdotisa? –preguntó–. Ella me busca para
arrestarme, está acompañada de tu compañera –señaló al Loco–,
Marquesa, para capturarme.
–No hay ninguna orden de captura en tu contra –le aclaró
Hermite–, Sacerdotisa y Marquesa tienen la misión de encontrarte y
ayudarte, al igual que la Hermana Naturaleza y Barón.
–¿Ayudarme dices? –Mort no podía creer lo que escuchaba.
–Que ellas mismas te lo digan…
Hermite señaló al norte, sobre un dragón hecho exclusivamente de
plantas estaban aterrizando Sacerdotisa, Marquesa, Caelum, Barón y
la Hermana Naturaleza, Caelum se acercó a Mort, no necesitó
preguntar nada, el rostro de la mujer lo decía todo.
–Nos dejamos llevar por la paranoia –dijo Caelum, se le veía
avergonzado–, las chicas y Barón no venían por tu hijo, venían para
avisarte que Barian está a salvo, Escorpión cumplió su palabra con tu
esposo y consiguió la inmunidad para Barian, lo siento, todo es mi
culpa, si hubiera aceptado tu propuesta de ayudarme todo se habría
aclarado, pero te juro que yo recuperaré a…
Caelum no pudo seguir hablando, Mort lo empujó con violencia
haciéndolo caer de espalda, no tenía tiempo que perder, todos la
habían protegido y a pesar de eso ella perdió a su hijo, decidió no
confiar en sus compañeros, quienes siempre le demostraron su
amistad, eso le podía costar, quizá, la vida a Barian.
Desplegó sus brazos con las alas del Wivern y en un instante
auxiliándose con las extremidades del dragón Vitra desapareció, no
sin antes dedicarle unas últimas palabras a Caelum:
–Voy tras los que se llevaron a mi hijo, si de verdad quieres
ayudarme, encuéntralos y dame su ubicación, lleva a Giny con su
padre y dile que no volverá a verme hasta que regrese con Barian
sano y salvo.
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Twitter: @KSGirtab
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EN LOS SIGUIENTES CAPÍTULOS:


– El Santo Hermano peligra.
– Destino de Nina y Anais en el Clero y la Corte.
– Búsqueda de Barian Riazor.

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