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Voz Camino Libro
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espíritu solo nace del espíritu de Dios, que 591), el halago (“¡qué bien has entendido
se comunica no por mundo ni por carne”. la obediencia...!”: C, 622) o el mandato ca-
¿Qué diferencias hay entre Camino y tegórico (“acude a tu Custodio, a la hora
sus ilustres precedentes? De contenido, de la prueba”: C, 567); o el mismo hecho
pocas, en este caso (en otros, natural- de dirigirse al lector tuteándolo. Natural-
mente, sí las hay): el binomio flaqueza- mente, tampoco faltan en Camino otros
paciencia, núcleo del discurso de Escrivá recursos más habituales del dialogo exhor-
de Balaguer (“la flaqueza del corazón”, “no tativo, como pueden ser la sugerencia, la
te me inquietes”), supone una sustancial argumentación, el ruego, la promesa, etc.
continuidad con el Kempis y con los Avi- A la vez, esa coloquialidad no es obs-
sos. Pero la comunicación es distinta: el táculo para que Camino presente rasgos
arranque con una pregunta directa sobre retóricos o poéticos interesantes, merece-
el corazón, la interpelación personal y esti- dores de atención por parte de lingüistas
mulante, la expresión denotativa de cariño y críticos literarios. Pedro Antonio Urbina
con la que el consejo es transmitido..., son ha estudiado las imágenes que usa Es-
manifestación de un sentir paternalmente crivá de Balaguer, “imágenes de vida co-
amistoso que envuelve y condiciona todo. tidiana trascendida” (Urbina, 2002, p. 51)
Y, ciertamente, en esto hay algo que sue- que atraen por su belleza, mesura y viveza
na más a santa Teresa –quien sin embargo expresiva (cfr. ibidem, pp. 55-56). Otros
nunca escribió un libro parecido a Cami- han destacado su léxico preciso y castizo
no– que a san Juan de la Cruz o al Kem- y su sentido del ritmo y de la sonoridad
pis. “Lee despacio estos consejos. Medita (cfr. Gondrand, 2003, pp. 263-277). Otros,
pausadamente estas consideraciones. Son su gusto por la hipérbole y la paradoja (cfr.
cosas que te digo al oído, en confidencia Ortiz de Landázuri Busca, “Estudio litera-
de amigo, de hermano, de padre...”, escri- rio de Camino, Surco y Forja”, en GVQ, II,
be propedéuticamente san Josemaría en el pp. 329-331). En definitiva, como afirma
prólogo de Camino. sentenciosamente Miguel Ángel Garrido,
Ese lenguaje coloquial y a la vez ín- aunque en Camino no existe una explíci-
timo y penetrante ha movido a varios es- ta voluntad de estilo, “es evidente que la
pecialistas a investigar sus resortes co- tersa prosa que se nos ofrece resulta de
municativos: las “marcas de la oralidad” sucesivas correcciones que han buscado
(cfr. Gondrand 2003, pp. 251-259), las la máxima adecuación expresiva posible”
“estrategias apelativas” (cfr. Caballero, (Garrido, 2002, p. 252).
2003, pp. 136-140), los “actos de habla” Por todo lo anterior, Camino ha sido
(cfr. Sánchez Lanza, 2011, pp. 390-392). Por elevado, en sede académica, no sólo al
ejemplo, el “¿cómo va ese corazón?” y el rango de libro de espiritualidad incisivo y
“no te me inquietes” del punto 164 de Ca- profundo, sino también al de obra de cali-
mino, recién citado, son ejemplos de dos dad literaria. El lingüista alemán Hans-Mar-
direcciones del lenguaje coloquial muy ca- tin Gauger, en dos monografías (Durchsi-
racterísticas del libro: el requerimiento y el chtige Wörter: zur Theorie der Wortbildung
posesivo afectivo. Igualmente típicas son y Untersuchungen zur spanischen und
la interrogación retórica (“¿que cuál es el französischen Wortbildung, ambas publi-
secreto de la perseverancia?”: C, 999), el cadas en 1971), toma pasajes de Camino,
subjuntivo de deseo (“que tu perseveran- junto con citas de Azorín, José Ortega y
cia no sea consecuencia ciega del primer Gasset, Camilo José Cela y José María
impulso”: C, 983), el discurso en primera Gironella, para ilustrar sus teorías sobre
persona (“cuanto más me exalten, Jesús el castellano y, más en general, sobre los
mío, humíllame más en mi corazón”: C, usos lingüísticos. Es un caso entre muchos
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(cfr. CECH, p. 164): con los años, de Cami- mesilla durante años un ejemplar de Cami-
no ya no sólo se dice que es un “clásico de no que Álvaro del Portillo le había regalado
la espiritualidad”, sino también, sin más, en su primer viaje a Roma, en el año 1943
que es un “clásico”. En este sentido, Ibá- (cfr. Berglar, 1988, pp. 250-251). Tam-
ñez Langlois ha señalado la presencia, en bién fue por medio de Álvaro del Portillo,
los pensamientos de Camino, de un rasgo en aquel viaje de 1943, como monseñor
propio de la literatura que cabe conside- Montini, sustituto de la Secretaría de Es-
rar clásica: “su inmunidad al desgaste, su tado de la Santa Sede, conoció Camino.
novedad permanente, el que resistan un Muchos años después, en 1976, Montini,
número indefinido de lecturas, con el po- siendo ya el Papa Pablo VI, confió al propio
der de decir cada vez más a lo largo de los Del Portillo que desde muchos años atrás
años” (Ibáñez Langlois, 2002, p. 19). leía Camino y “que le hacía un gran bien
a su alma” (Del Portillo, 1993, p. 18). De
4. La recepción de Camino en la Iglesia Juan Pablo II se dice que, bromeando con
del siglo XX el nombre de Camino en polaco, Droga,
en alguna ocasión declaró que él, como
Camino ha tenido una amplia acogida
muchos otros polacos, era “drogadicto”:
también en el mundo teológico y eclesiás-
tico en general, una vez superado un pri- también él conocía el libro de Escrivá de
mer momento, en la España de los años Balaguer desde antes de ser Papa.
cuarenta, en el que no faltaron religiosos
que lo juzgaron negativamente como un 5. Camino y la vocación del laico
texto peligroso, incluso subversivo, por su Camino, explica Rodríguez, “presupo-
audaz propuesta de espiritualidad laical. ne la realidad de la fe y el bautismo y, desde
Del libro de Escrivá de Balaguer se apre- ambos, se proyecta sobre la vida humana
cia sobre todo, en este ámbito, su funda- del cristiano, que debe ser reformada radi-
mentación bíblica, su hincapié en la vida calmente –a la letra: desde la raíz, desde
de oración y su exigencia de un alto grado Cristo– hasta alcanzar las cimas de la san-
de virtud humana en el cristiano corriente. tidad y de la entrega. Si hay algo que da
Entre los teólogos, Hans Urs von unidad al libro, y ya desde el punto prime-
Balthasar se manifestó crítico con Cami- ro, es su «cristocentrismo» total: el plano
no en una ocasión, en el año 1963: quizá inclinado hay que subirlo con Cristo, desde
por su énfasis en el valor de las realidades Cristo y en seguimiento de Cristo” (CECH,
temporales, lo consideraba, entre otras co- p. 187). De ahí que ni siquiera el primer ca-
sas, un libro de “espiritualidad insuficiente” pítulo (“Carácter”) sea, para Rodríguez, un
para una misión de alcance universal (cfr. preámbulo “humano” a las sucesivas “con-
Allen, 2006, pp. 84-85). Sin embargo, la sideraciones espirituales” (título original de
positiva valoración que han hecho de Ca- Camino, como hemos visto): “Es decisivo,
mino otros teólogos y escritores católicos para comprender Camino, captar el senti-
como el cardenal Martini, Thomas Merton do del capítulo primero, que el Autor titula
o Leo Scheffczyk, procedentes de muy va- «Carácter». Se equivocaría el que viera en
riados ámbitos geográficos y escuelas de este capítulo una especie de «introducción
pensamiento, abona más bien la tesis con- humana» al cristianismo o a la vida espi-
traria (cfr. Burkhart - López, 2010, pp. 107- ritual del cristiano. Tratan muchos de sus
112; Allen, 2006, pp. 72 y 85; Scheffczyk, aforismos, es cierto, de rasgos capitales
2007, pp. 214-215). de la personalidad humana; pero el Autor
Pío XII, según él mismo dijo en una sitúa el diálogo, desde el primer momento,
audiencia a Carmen Escrivá de Balaguer, en el interior de la «economía de la gracia»,
la hermana de san Josemaría, tuvo en su o como él dice, de la «economía del espíri-
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tu» (Camino, 234): su punto de partida es la co y general para el caso particular del fiel
presencia de Cristo en el lector con el que común, como se ha dicho: resultan menos
dialoga” (ibidem). abarcantes, pero son los que en su mo-
Ese planteamiento radicalmente cris- mento hicieron de Camino una novedad en
tocéntrico de Camino es lo que hace que el panorama de la literatura espiritual.
el libro interpele y resulte provechoso no Camino, en efecto, se inscribe “en la
sólo al lector al que primariamente se diri- más genuina literatura espiritual cristiana,
ge –el fiel católico laico, llamado a vivir su de la que constituye un eslabón preclaro,
fe en medio de las realidades temporales–, como también lo son el Itinerarium men-
sino también a otros. Es un hecho cono- tis in Deum, bonaventuriano; el anónimo
cido, por ejemplo, que muchos religiosos Contemptus saeculi, atribuido a Kempis,
y religiosas meditan Camino. Asimismo, y el Ejercitatorio de García de Cisneros.
son muy numerosas las personas no ca- Sólo que contrasta con estos tres clásicos
tólicas que han encontrado en Camino luz por su orientación doctrinal, pues Camino
e impulso para orientar su vida, tal como muestra el modo de alcanzar la santidad,
el propio autor declaró en 1966 a un pe- con la ayuda de la Gracia –que sin ella
riodista de Le Figaro: “Entre las personas nada–, en el mundo y tomando ocasión de
que por propia iniciativa lo han traducido, él, mientras que aquellas obras más bien
hay ortodoxos, protestantes y no cristia- enseñan cómo apartarse de la contamina-
nos”. Y proseguía en aquella ocasión Es- ción de lo terreno, para alcanzar también
crivá de Balaguer: “Camino se debe leer la santidad” (Saranyana, 1988, p. 65). En
con un mínimo de espíritu sobrenatural, de el momento de la aparición del libro, en la
vida interior y de afán apostólico. No es un primera mitad del siglo XX, esa novedad
código del hombre de acción. Pretende ser escandalizó a algunos: la propuesta de
un libro que lleva a tratar y a amar a Dios y Escrivá de Balaguer de universalidad de
a servir a todos” (CONV, 36). la vida contemplativa, de democratización
Algunos puntos de Camino son más de la aspiración a la santidad, les parecía
generales y contemplan la vocación cris- sospechosa de herejía.
tiana básica, radical, del bautizado: por Se trataba, en realidad, de una doctri-
ejemplo, “ten presencia de Dios y tendrás na no sólo antigua sino de raíz evangélica
vida sobrenatural” (C, 278). Otros, en cam- (el Sermón de la montaña puede conside-
bio, se ciñen a la condición específica del rarse su primera formulación), pero habrían
cristiano corriente, consciente de su lla- de pasar aún algunos años para que el Ma-
mada a vivir la fe en medio del mundanal gisterio de la Iglesia la recogiera. Será en
ruido: “sed hombres y mujeres del mundo, 1964, en su Const. Dogm. Lumen gentium
pero no seáis hombres o mujeres munda- sobre la Iglesia, cuando el Concilio Vatica-
nos” (C, 939). La articulación de aquéllos no II declarará solemnemente: “A los laicos
y éstos da al conjunto un peculiar sentido corresponde, por propia vocación, tratar
teológico y configura una precisa imagen de obtener el reino de Dios gestionando los
de Dios y del hombre (cfr. Rodríguez, 1965, asuntos temporales y ordenándolos según
p. 86). Los primeros hablan casi por igual Dios. Viven en el siglo, es decir, en todos
al laico, al sacerdote y al religioso; al cató- y cada uno de los deberes y ocupaciones
lico, al luterano y al anglicano; y también del mundo, y en las condiciones ordinarias
a quien no profesa la fe de Cristo, pues de la vida familiar y social, con las que su
el ethos cristiano, que de modo sublime existencia está como entretejida. Allí están
en ellos se manifiesta, no deja de atraer llamados por Dios, para que, desempe-
a quien busca la verdad. Los del segundo ñando su propia profesión y guiados por el
tipo son una lectura de ese principio bási- espíritu evangélico, contribuyan a la santi-
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ficación del mundo como desde dentro, a ternacional del Opus Dei. Las primeras tra-
modo de fermento. Y así hagan manifiesto ducciones fueron la portuguesa (1946), la
a Cristo ante los demás, primordialmente italiana (1949), la inglesa (1953), la catala-
mediante el testimonio de su vida, por la na (1955), la francesa y la alemana (1957).
irradiación de la fe, la esperanza y la cari- Luego, en 1959, 1961 y 1962, aparecieron
dad” (n. 31). las primeras ediciones de Camino en ára-
A este reconocimiento oficial de la vo- be, japonés y croata. Empezaba así a ve-
rificarse un fenómeno que posteriormente
cación del laico y de su papel en la misión
ha resultado cada vez más frecuente: la
de la Iglesia habían contribuido diversos
difusión de Camino en ámbitos a los que la
factores. Importante fue, desde luego, la
labor del Opus Dei todavía no había llega-
reflexión de teólogos como Congar, Philips
do. El Opus Dei, en efecto, estaba presen-
o De Lubac sobre la condición de los lai-
te en Japón desde el año 1957, pero no lo
cos. En un ámbito más pastoral que teo-
estaba todavía ni en el mundo árabe ni en
lógico, sin duda fue también importante
las riberas orientales del Adriático: sólo en
la experiencia espiritual y apostólica de
1996 y 2003 se abrirían los primeros Cen-
Josemaría Escrivá de Balaguer, de la que
tros del Opus Dei en Líbano y en Croacia.
Camino, “un livre de pôche de los cami-
nantes en esta tierra, de los trabajadores En los años sesenta y setenta verían
de la ciudad terrestre, cualquiera que sea también la luz ediciones en euskera (1964),
su función social” (Torelló, 1965, p. 61), es húngaro, polaco y tagalo (1966), gaélico
reflejo directo. (1967), esperanto, gallego y maltés (1968),
checo y rumano (1969), armenio occiden-
tal, bahasa y griego (1970), ruso (1971),
6. Difusión chino y hebreo (1972), danés, esloveno, fi-
Con cinco millones de ejemplares ven- nés y neerlandés (1973), ucraniano (1974),
didos y traducciones en cincuenta idio- lituano y quechua (1975). En muchos ca-
mas, Camino es uno de los libros más di- sos se trataba de traducciones provisiona-
fundidos del siglo XX. les, realizadas por voluntarios al calor del
Los datos de las 29 primeras edicio- entusiasmo suscitado por la lectura del li-
nes españolas (anteriores a 1975, es decir, bro y publicadas fuera del país al que iban
a la muerte del autor) figuran en uno de los primariamente dirigidas: la traducción po-
laca, por ejemplo, se publicó en Londres;
apéndices de la edición crítico-histórica de
la húngara, en Dublín; la rusa, en Madrid;
Camino preparada por Pedro Rodríguez
la armenia, en Milán; la china, en Manila;
(cfr. CECH, pp. 1085-1087). Actualmente,
la eslovena, en Buenos Aires; la ucrania-
pasado el primer decenio del siglo XXI, son
na, en Múnich. Pasados los años, ha sido
ya más de ochenta las ediciones españo-
posible mejorar la calidad de muchas de
las del libro, entendiendo por tales sólo las
esas traducciones, trabajando con crite-
realizadas en España en lengua castellana
rios profesionales, y se ha publicado una
(se excluyen, por tanto, las ediciones en
nueva versión. Además, en algunos casos
castellano publicadas en América Latina y
se han hecho versiones propias para las
las traducciones publicadas en España en
distintas variantes de una misma lengua:
lenguas distintas del castellano: catalán, por ejemplo, tras la primera edición en
euskera, gallego). En total, el número de euskera, dirigida genéricamente al público
ediciones de Camino en todo el mundo se vascoparlante, han aparecido una traduc-
acerca a las 500. ción en euskera vizcaíno y otra en euskera
La relación ordenada de idiomas en unificado (el llamado “batúa”); asimismo, a
los que Camino ha sido traducido a lo largo la traducción china de 1972 se ha añadi-
del tiempo refleja, en parte, el desarrollo in- do una en chino simplificado publicada en
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