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S E R I E E D U C AC I Ó N
Edición: Primera. Marzo de 2014
ISBN: 978-84-15295-52-5
Sandra CARLI
—DIRECCIÓN Y COMPILACIÓN—
Rafael BLANCO
Sandra CARLI
Sergio FRIEDEMANN
Cristián GONZÁLEZ
María Paula PIERELLA
Daniel SAUR
Marcela SOSA
INCLUYE ARTÍCULO DE
Pedro KROTSCH
Índice
9 Introducción
por Sandra Carli
Introducción
Sandra Carli
L
as transformaciones de la cultura juvenil y de las instituciones
universitarias en el mundo global, han puesto en primer plano la
pregunta por los rasgos que presenta la experiencia estudiantil
hoy. Una experiencia que se dirime en las dinámicas y prácticas
de la vida cotidiana institucional, pero que no excluye la participación política
de los jóvenes en distintos escenarios. En este sentido, se han multiplicado
las manifestaciones públicas de los estudiantes, enarbolando un heterogéneo
espectro de demandas, reactivando el interés de los investigadores por los
movimientos estudiantiles como un actor social y político en pleno siglo XXI.
Por otra parte, los modos de presencia de los estudiantes en las instituciones
universitarias, cobran un nuevo interés en investigaciones que buscan ahondar
en las particularidades de los itinerarios educativos y de las dinámicas de es-
tudio, y en las prácticas y expresiones culturales de los jóvenes, considerando
en forma más amplia los vínculos de la universidad con el sistema educativo y,
sobre todo, con la escuela media.
Me propongo en esta introducción recorrer, en primer lugar, los estudios
que con distintos enfoques han abordado a los estudiantes como objeto de
análisis. En segundo lugar, desplegar la perspectiva de este libro ubicando las
preguntas e inquietudes centrales que lo organizan. Por último, presentar a los
autores y los ejes centrales de los distintos capítulos.
Interesa plantear como punto de partida que la pregunta por las repre-
sentaciones y las experiencias de los estudiantes universitarios se liga con una
inquietud más general por los horizontes de las universidades públicas como
instituciones de formación y por la recuperación de la voz de los jóvenes acerca
de la posibilidad de renovación de las instituciones.
10 Sandra Carli
4. Sostiene en una entrevista Camila Vallejo Dowling, una de las principales voceras
del movimiento estudiantil chileno: “Somos una generación que no vivió direc-
tamente las consecuencias del golpe militar (…). Nosotros no, no tenemos ese
miedo en el gen, y además, somos jóvenes y los jóvenes somos la levadura, como
dice la canción. De alguna manera somos la generación que perdió el miedo (…)”
(Ouviña, 2012: 18).
5. Los partidos de izquierda que ganaron posiciones en las federaciones estudiantiles
durante los años 2001 y 2002 se convirtieron en críticos de algunas de las políticas
del gobierno de N. Kirchner a partir del año 2003 (véase Bonavena y Millán, 2012);
por otra parte, una revitalización de las agrupaciones estudiantiles peronistas se
produjo en los últimos diez años acompañando las nuevas políticas del Estado.
Introducción 13
Nuestra gratitud con Carolina Mera por la autorización brindada para la inclu-
sión del texto de Pedro Krotsch. Por último, un reconocimiento particular al
Instituto de Investigaciones Gino Germani por ser un ámbito siempre propicio
y estimulante para nuestro trabajo.
Bibliografía
Cristián González
E
ste texto reconstruye las representaciones sobre los estudiantes de
la Universidad de Buenos Aires (UBA) producidas por profesores,
autoridades e intelectuales, orientadas a caracterizar la identidad
estudiantil entre 1955-1958, período denominado de “normali-
zación” posperonista.
El texto avanzará en torno a cuatro ejes que permiten reconstruir los debates
que abordaron en forma más o menos directa una definición de la condición
de ser estudiante universitario: las reacciones ante la masividad estudiantil; la
pregunta por la participación política de los estudiantes; los debates acerca del
ingreso a la universidad; y las propuestas de modernización de la transmisión
de conocimientos.
Esas dimensiones agrupan indistintamente intervenciones explícitas en
la tarea y la vocación de representar en términos deseables o concretos a los
estudiantes y polémicas que implicaron a esa categoría, como la pregunta por
el co-gobierno, el ingreso irrestricto, las formas de evaluación, la pedagogía,
entre otras.
A partir de la indagación en esas dimensiones, se argumentará que el pro-
ceso inédito de expansión de la matrícula universitaria durante el período se
inscribió en una trama de acciones iniciada a fines de los años cuarenta, que
constituyó una experiencia que permite pensar un proceso de ampliación de
las expectativas de ingreso a la universidad a nuevos sectores sociales. En ese
contexto, durante el ciclo proliferaron representaciones sobre los estudiantes
que propusieron una interpretación ambigua sobre la relación de éstos con la
26 Cristián González
1. La RUBA era el órgano de difusión oficial de la UBA. Era una publicación trimes-
tral de unas ciento sesenta páginas que reunía dos tipos de materiales: por un lado,
agrupaba papers científicos y estudios de múltiples disciplinas y artes; y por otro
lado, una voz institucional, orientada a intervenir sobre la política universitaria.
2. La CeI era una publicación mensual fundada en 1945, de unas cincuenta páginas.
Contaba en cada número con una editorial en la que la temática universitaria era
casi excluyente, y el resto de la revista se ocupaba de la difusión del quehacer
científico. Era patrocinada por la Asociación Argentina para el Progreso de las
Ciencias (AAPC) y sostenida financieramente por la familia Braun Menéndez.
Para una reconstrucción minuciosa sobre su creación véase Hurtado de Mendoza
y Busala (2002).
3. La revista fue fundada en 1928 y su primer director fue el primer Ministro de
Educación de la autodenominada Revolución Libertadora, Atilio Dell´ Oro Maini.
Señala José María Ghio que junto con la creación de los Cursos de Cultura Cató-
lica, la aparición de Criterio supuso un hito en el “renacimiento del catolicismo”
(2007: 58). En ella confluirían diversos sectores del laicado argentino, tanto libe-
Representaciones sobre los estudiantes… 27
rio del período, en primer lugar, porque pone en primer plano la operatoria
política por excelencia desde el proceso de secularización producido entre el
Renacimiento y la Revolución Francesa: la representación. En segundo lugar,
porque al mismo tiempo que “los estudiantes” se proponían ocupar un lugar en
los Consejos Directivos de las diferentes Facultades y en el Consejo Superior
de la Universidad –es decir, poner en práctica el principio de co-gobierno
emergente de la Reforma Universitaria de 1918 y ser representantes de la
“pequeña república”–, otros colectivos procuraron caracterizar como deberían
ser esos estudiantes.
El contexto se caracterizó por el aumento de la matrícula universitaria que
tuvo lugar desde las políticas universitarias peronistas de ingreso irrestricto y
gratuidad, producidas, como advierte Pablo Buchbinder (2005), en el marco
de acciones de apertura del ingreso a nivel mundial en los años de la segunda
posguerra.
Durante el período 1955-1966 existían nueve universidades nacionales:
Córdoba (creada en 1613), Buenos Aires (1821), La Plata (1905), Tucumán
(1914), Litoral (1919), Cuyo (1939), Tecnológica (1948)9; en enero de 1956,
se crearía la Universidad del Sur y en 1957 la del Nordeste. Según el Anuario
2010 de la Secretaría de Políticas Universitarias, en 1955 la matrícula total
ascendía a 138.317 estudiantes, llegando al fin del período –en 1966– a un
crecimiento de casi un 60% (220.522 estudiantes). La universidad de Buenos
Aires aglutinaba en el año 1955 al 54% (75.200) del total de estudiantes en
universidades públicas, proporción que sufriría una merma del 10% en 1966,
cuando la cantidad de estudiantes en la UBA representara el 44% (97.427) del
total de la matrícula de estudiantes de todo el sistema. Siguiendo a Buchbinder,
“En 1947 había 51.447 estudiantes universitarios, pero en 1955 llegaban a
140.000. De esta forma, mientras en 1945 había tres estudiantes universitarios
cada mil habitantes, en 1955 llegaban aproximadamente a ocho” (2005: 159).
Alejandro Ceballos, de marcada vocación antiperonista, Rector interventor
tras la renuncia de Romero, ligado al ala más conservadora de la Unión Cívica
Radical y portavoz del sector liberal de la Revolución Libertadora, ofrecía
una serie de estadísticas como anexo a su ensayo “Problemas universitarios
actuales”, publicado en 1957 en la RUBA, en donde señalaba que en 1943
el total de ingresantes a la UBA había sido de 3.900 y en 1954 había sido de
9. Creada por la Ley 13.229 como Universidad Obrera el 26 de agosto de 1948 fue
inaugurada el 17 de marzo de 1953 y luego denominada Universidad Tecnológica
Nacional tras la caída del peronismo.