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colección

Ideas en Debate
S E R I E E D U C AC I Ó N
Edición: Primera. Marzo de 2014

Diseño: Gerardo Miño


Composición: Laura Bono

Tirada: 500 ejemplares

ISBN: 978-84-15295-52-5

Lugar de edición: Buenos Aires, Argentina

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación


pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada
con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista
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(C1064ADC), Buenos Aires
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Universidad pública
y experiencia estudiantil
Historia, política y vida cotidiana

Sandra CARLI
—DIRECCIÓN Y COMPILACIÓN—

Rafael BLANCO
Sandra CARLI
Sergio FRIEDEMANN
Cristián GONZÁLEZ
María Paula PIERELLA
Daniel SAUR
Marcela SOSA

INCLUYE ARTÍCULO DE

Pedro KROTSCH
Índice

9 Introducción
por Sandra Carli

PRIMERA PARTE: Miradas sobre los estudiantes en


contextos de masificación y politización

25 Representaciones sobre los estudiantes.


Masividad, política y pedagogía en la Universidad de
Buenos Aires (1955-1958)
por Cristián González

65 Entre la formación cultural y la educación política de los


estudiantes. Las visiones sobre la universidad
del rector Risieri Frondizi y del intelectual Juan José
Hernández Arregui (1955-1973)
por Sandra Carli

101 El sujeto de la educación. Estudiantes, juventud y política


en la Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires
(1973-1974)
por Sergio Friedemann
SEGUNDA PARTE: Reflexiones sobre los movimientos
estudiantiles en el cambio de siglo

141 Los universitarios como actores de reformas en América Latina:


¿han muerto los movimientos estudiantiles?
por Pedro Krotsch

TERCERA PARTE: Visiones de los estudiantes


sobre la vida universitaria

167 La politización de lo cotidiano en la militancia estudiantil.


Agendas y retóricas en torno al género y la sexualidad en la
Universidad de Buenos Aires
por Rafael Blanco

199 La figura del otro. Relatos estudiantiles acerca de la


autoridad de los profesores en la Universidad Nacional de Rosario
por María Paula Pierella

235 Experiencia formativa y estrategias estudiantiles en la


Universidad Nacional de Córdoba
por Marcela Sosa y Daniel Saur
9

Introducción

Sandra Carli

L
as transformaciones de la cultura juvenil y de las instituciones
universitarias en el mundo global, han puesto en primer plano la
pregunta por los rasgos que presenta la experiencia estudiantil
hoy. Una experiencia que se dirime en las dinámicas y prácticas
de la vida cotidiana institucional, pero que no excluye la participación política
de los jóvenes en distintos escenarios. En este sentido, se han multiplicado
las manifestaciones públicas de los estudiantes, enarbolando un heterogéneo
espectro de demandas, reactivando el interés de los investigadores por los
movimientos estudiantiles como un actor social y político en pleno siglo XXI.
Por otra parte, los modos de presencia de los estudiantes en las instituciones
universitarias, cobran un nuevo interés en investigaciones que buscan ahondar
en las particularidades de los itinerarios educativos y de las dinámicas de es-
tudio, y en las prácticas y expresiones culturales de los jóvenes, considerando
en forma más amplia los vínculos de la universidad con el sistema educativo y,
sobre todo, con la escuela media.
Me propongo en esta introducción recorrer, en primer lugar, los estudios
que con distintos enfoques han abordado a los estudiantes como objeto de
análisis. En segundo lugar, desplegar la perspectiva de este libro ubicando las
preguntas e inquietudes centrales que lo organizan. Por último, presentar a los
autores y los ejes centrales de los distintos capítulos.
Interesa plantear como punto de partida que la pregunta por las repre-
sentaciones y las experiencias de los estudiantes universitarios se liga con una
inquietud más general por los horizontes de las universidades públicas como
instituciones de formación y por la recuperación de la voz de los jóvenes acerca
de la posibilidad de renovación de las instituciones.
10 Sandra Carli

Estudiantes y movimientos estudiantiles: dinámicas históricas,


diferencias generacionales y nuevas demandas

Si bien la historiografía sobre los estudiantes universitarios se remonta en


Europa a la Edad Media, permitiendo rastrear manifestaciones y significados
a lo largo del tiempo1, en América Latina son escasos los estudios sobre los
siglos XVIII y XIX y abundan los estudios sobre el siglo XX.
Existe una larga tradición de investigaciones sobre lo que ha dado en llamarse
el movimiento estudiantil, renovada a partir de trabajos recientes, que en el caso
argentino expresan un interés particular por los alcances y modalidades de la
relación entre universidad y política2. En ellas se sitúan los estilos, demandas
y modos de participación política de los estudiantes en períodos y coyunturas
determinadas, se analizan los vínculos con otros sectores y grupos sociales, se
reconstruyen sus formas de organización, discursos y agendas, en escenarios
históricamente signados en América Latina por amplias desigualdades sociales,
por conflictos entre Estado, sociedad civil y fuerzas armadas, y por la confron-
tación entre educación pública y educación privada en el campo de la formación
universitaria. Otra variable considerada se refiere al vínculo de los estudiantes
con las elites políticas y económicas y al papel desempeñado, a través de sus
discursos y acciones, en la configuración de imaginarios de cambio social y
político (Portantiero, 1978).
¿Es posible leer la historia del movimiento estudiantil como una historia
que remite a una identidad transhistórica, un sujeto colectivo o un repertorio
común de inquietudes? Si bien se reconoce el carácter acumulativo de las
luchas estudiantiles que se expresa en algunos ciclos históricos (Buchbinder,
2010: 5), es difícil sostener una perspectiva de continuidad, considerando la
inestabilidad política notable en América Latina, las improntas generacionales
en las identidades de los jóvenes militantes propias de distintas épocas, pero
también el diferencial peso de instituciones públicas y privadas en los sistemas
universitarios nacionales. Por otra parte, esa identidad representativa del mo-

1. Véase el Museo Internacional del Estudiante, de la Universidad de Salamanca,


que constituye una colección privada de textos, objetos e imágenes de estudiantes
de distintos países del mundo. http://www.museodelestudiante.com/.
2. La relación estudiantes-política constituye una inquietud clásica de los estudios
históricos, derivada del impacto notable sobre América Latina del movimiento
reformista y de la intensidad política de la experiencia juvenil de los años sesenta
y setenta del siglo XX. Véase http://www.mov-estudiantil.com.ar.
Introducción 11

vimiento estudiantil en algunos ciclos históricos, ligada a lo político, se pone


en cuestión hacia fines del siglo XX, a partir de la evidencia de que “las con-
diciones sociales, la universidad, la subjetividad y las orientaciones y la cultura
de los jóvenes se han modificado” (Krotsch, 2002: 22). La incidencia de las
tecnologías de la información y la comunicación y de las redes sociales en las
formas de la sociabilidad juvenil, los nuevos significados de la política y de lo
político en el esfera pública y en los ámbitos institucionales, la reconfiguración
del mundo del trabajo y de las profesiones, parecen indicar un corte sustantivo
con el pasado vivido por otras generaciones de estudiantes.
Se reconoce la existencia de etapas de retracción y expansión política de los
estudiantes. En los procesos de retracción han incidido, en el mundo, el declive
del socialismo y la reconfiguración del capitalismo global en las últimas décadas
del siglo XX, y en América Latina, el impacto nefasto de las dictaduras militares
sobre los jóvenes en muertes y desapariciones y en restricciones o supresiones de
las libertades políticas. Pero también la particular experiencia histórico-cultural
en un mundo globalizado e interconectado, en una etapa de notable aceleración
de la historia, y en la que la expansión de las políticas neoliberales socavó la le-
gitimidad y el sentido de las instituciones públicas y de las acciones colectivas y
favoreció nuevas formas de individualización de lo social, así como el crecimiento
exponencial de instituciones privadas de educación superior. En los procesos de
expansión se destaca, por un lado, la estrecha permeabilidad de la universidad con
los fenómenos políticos de los escenarios nacionales, y en particular urbanos, que
revelan una presencia activa de los partidos políticos y, por otro, las situaciones
de crisis de las universidades públicas que provocan el aumento del malestar
institucional de los estudiantes y la emergencia de demandas colectivas que se
politizan en forma creciente. Pero también la recurrente inestabilidad económica
de nuestros países que potencia el activismo de los estudiantes.
Sin embargo, la nueva presencia pública de los movimientos estudianti-
les en distintas coyunturas nacionales recientes, parece revelar elementos de
continuidad y transmisión del pasado, en el que las luchas vinculadas con los
derechos humanos operaron como principio articulador entre pasado y presente.
Ciertos elementos invariantes trazan una persistencia en el tiempo de demandas
hacia la universidad (apertura en el acceso, gratuidad, democratización, etc.)3,
rearticulando distintas temporalidades de la historia nacional y latinoamericana

3. En el caso chileno estas demandas del movimiento estudiantil permitieron volcar


la mirada sobre el modelo de las universidades públicas en la Argentina, no ligado
al lucro o al cofinanciamiento familiar.
12 Sandra Carli

en el discurso estudiantil y expresando en buena medida la impugnación de


sociedades notablemente desiguales. O también se operan modos de selecti-
vidad de las tradiciones políticas, como vemos en el movimiento estudiantil
argentino, cuyos discursos conservan enunciados del pasado para interpretar
acontecimientos del presente. El movimiento estudiantil parece estar siempre
atravesado por procesos de transmisión política intergeneracional, que ex-
presan el vínculo estrecho de los agrupamientos estudiantiles con partidos y
movimientos políticos que persisten en la escena pública a lo largo del tiempo.
Si la atención en la relación entre presente y pasado en el movimiento
estudiantil permite identificar retóricas, traducciones, reelaboraciones de lo
acontecido y también los alcances de la imaginación histórica, con aspectos
disruptores pero también conservadores, la atención en el presente invita a
reconocer esa diferencia que lo caracteriza y lo distingue, esa singularidad
histórica que nos sustrae de cualquier trascendentalismo más allá de ciertos
núcleos ideológicos que puedan perdurar en el tiempo en el discurso público
de los colectivos estudiantiles. Una diferencia que indica, como en el caso de
Chile, las condiciones de posibilidad de una nueva generación que no vivió la
dictadura de convertirse en actor político, portavoz de un discurso general4; una
diferencia que puede expresar adhesiones y rechazos del movimiento estudiantil
a políticas de estado como se expresa en el escenario argentino abierto en el
año 20035; una diferencia que se expresa en el cuestionamiento de la frontera
entre universidades públicas y privadas, como en el caso colombiano. El reco-
nocimiento de una mayor heterogeneidad, horizontalidad y espontaneísmo de
los estudiantes, así como el carácter episódico de la participación estudiantil,
traza diferencias con el pasado, cuando en los años setenta los partidos y movi-
mientos políticos, con sus componentes cohesivos y jerárquicos, homogenizaron
el discurso estudiantil y signaron una época.

4. Sostiene en una entrevista Camila Vallejo Dowling, una de las principales voceras
del movimiento estudiantil chileno: “Somos una generación que no vivió direc-
tamente las consecuencias del golpe militar (…). Nosotros no, no tenemos ese
miedo en el gen, y además, somos jóvenes y los jóvenes somos la levadura, como
dice la canción. De alguna manera somos la generación que perdió el miedo (…)”
(Ouviña, 2012: 18).
5. Los partidos de izquierda que ganaron posiciones en las federaciones estudiantiles
durante los años 2001 y 2002 se convirtieron en críticos de algunas de las políticas
del gobierno de N. Kirchner a partir del año 2003 (véase Bonavena y Millán, 2012);
por otra parte, una revitalización de las agrupaciones estudiantiles peronistas se
produjo en los últimos diez años acompañando las nuevas políticas del Estado.
Introducción 13

Pero también las diferencias se expresan en las nuevas demandas de los


colectivos estudiantiles que pueden incluir cuestiones vinculadas con el acceso
abierto al conocimiento, el reconocimiento de las problemáticas de género,
el reclamo por situaciones edilicias y el hábitat universitario o la atención en
temas de la agenda ciudadana.

Estudiantes, vida universitaria y culturas institucionales:


de la categoría social al relato biográfico

Si los estudios sobre el movimiento estudiantil intentan articular los frag-


mentos de un discurso colectivo, que más allá de la crisis de representación y del
declive de lo político que afectó a los años noventa del siglo XX parecen indicar
a lo largo del tiempo la existencia de inquietudes utópicas e igualitaristas de los
jóvenes, aún en el marco de modalidades más pragmáticas, los estudios centrados
en los estudiantes en tanto actor institucional ofrecen nuevas perspectivas para
comprender las particularidades que asume el tránsito por la universidad. Se
trata entonces de ahondar en las culturas institucionales sedimentadas, en los
marcos reguladores de la experiencia estudiantil, pero también en los discursos
y prácticas singulares de los jóvenes en determinadas épocas y universidades.
Entre los antecedentes de este tipo de estudios ocupa un lugar destacado
la mirada de la sociología francesa a partir del trabajo pionero de Bourdieu y
Passeron (2003), que planteó el peso de la desigualdad social en la educación
superior y a los estudiantes como usuarios de la enseñanza y producto de ella,
proponiendo la figura del heredero que simbolizó el peso de las adquisiciones
pasadas en los finalmente elegidos de la educación superior. Distintos autores
han puesto en cuestión dicha figura, que aludía al estudiante burgués de las
universidades francesas de los años sesenta, y han renovado los enfoques sobre
el tema. Mientras Dubet (2005), desde la sociología de la experiencia, sostiene
la desaparición de la figura del heredero, poniendo en cambio el foco en las “ma-
neras de ser estudiante” y afirmando que la condición de estudiante está dada
por la experiencia juvenil y por la ausencia de un tipo ideal contemporáneo en
el marco de un proceso de masificación de la educación superior en el mundo;
Coulon (2008), desde la etnometodología, ha analizado el aprendizaje del “oficio
del estudiante” como parte del proceso de afiliación intelectual e institucional
a la universidad. La atención en la experiencia juvenil o, en su reverso, en la
inscripción institucional, permite poner en cuestión un uso homogeneizador
14 Sandra Carli

de la categoría estudiante para desplegar en cambio los procesos y fenómenos


que lo constituyen en la trama de la vida universitaria y en la cultura global.
En el caso de Estados Unidos, una profusa cantidad de investigaciones
se detienen en los avatares del primer año universitario y en los fenómenos
de deserción en un país de masificación temprana de la educación superior
(Ezcurra, 2011). Desde mediados del siglo XX la expansión de los colleges y
las universidades norteamericanas conllevaron un álgido debate y numerosas
producciones acerca de la vida estudiantil, los estudios, las currículas. Se re-
conoce a su vez el impacto sobre la literatura que ha abordado los avatares de
la vida estudiantil en novelas (“campus novels”) que tomaron a estudiantes y
profesores como personajes (Jitrik, 2007).
Mientras tanto, en América Latina encontramos un espectro diverso de
trabajos. Por un lado, aquellos que desde la sociología y la antropología ahon-
daron en las prácticas sociales, académicas y de consumo cultural de los jóvenes
(De Garay, 2001; 2004) y en los procesos de subjetivación de los estudiantes
(Weiss, 2012). Por otro, el amplio espectro de estudios sobre estudiantes
ingresantes que toman en cuenta el papel que los dispositivos institucionales
tienen en la permanencia o no en la universidad (Chiroleu, 1998; Gluz, 2011;
Ezcurra, 2007, 2011; Andrade, 2011, entre otros), que enfocan los vínculos
de los estudiantes con el conocimiento (Ortega, 2008) y que exploran la situa-
ción de estudiantes indígenas en el marco de la implementación de programas
específicos de educación superior (Didou Aupetit y Remedi Allione, 2006).
Por último, aquellos que abordan los procesos de alfabetización académica
(Carlino, 2005) y las trayectorias de los estudiantes desde la perspectiva del
currículo (Abdala y otros, 2011).
En nuestro caso, en el marco de una línea de investigación abierta en el año
2006 en el Área Educación y Sociedad del Instituto de Investigaciones Gino
Germani, que se propuso desarrollar estudios sobre la universidad pública,
hemos ahondado en la experiencia estudiantil en determinadas instituciones
recuperando las narrativas de los jóvenes. Indagamos los procesos y prácticas
de la vida universitaria desde la perspectiva de los estudiantes a partir de
distintos ejes analíticos y en diálogo con aportes vinculados con la historia y
la sociología, los estudios culturales, la filosofía política y la pedagogía. La
experiencia estudiantil en una coyuntura determinada como la que se produjo
entre fines de la década de 1990 y principios del siglo XXI en las facultades
de humanidades y ciencias sociales de la Universidad de Buenos Aires (Carli,
2006, 2012) permitió ahondar en los itinerarios y reflexiones de los jóvenes
Introducción 15

en una etapa signada por el desfinanciamiento de la universidad pública y la


crisis social y política. Otras producciones incluidas en este libro (Pierella,
Blanco) se detienen en ejes analíticos particulares (visiones sobre la autoridad
y el género/sexualidad) que se inscriben en el mismo marco institucional.
Las investigaciones sobre los estudiantes como actor o sujeto institucional
han focalizado en los puntos de inflexión de la vida universitaria, en los vínculos
con el conocimiento, y en las prácticas estudiantiles, entendidas como estrate-
gias instrumentales (Dubet, 2005), como etnométodos locales (Coulon, 2008),
como atajos (Ortega, 2008) o como tácticas artesanales (Carli, 2006, 2012),
en suma, procedimientos de diverso tipo que indican una mayor curiosidad por
las modalidades individuales o colectivas. En alguna medida la crisis del ethos
ilustrado, el nuevo estatuto del conocimiento en el mundo global y las diná-
micas de la vida juvenil en distintos planos (social, cultural, laboral), reclaman
una mirada detenida en los modos de transitar la universidad o en las formas
de apropiación de la misma.
La necesidad de llevar adelante indagaciones situadas, en sistemas uni-
versitarios con gran heterogeneidad interna; el mayor interés por los relatos o
narrativas de los estudiantes, ligado con el impacto del giro biográfico en las
ciencias sociales; la necesidad de desandar una lectura exclusivamente centra-
da en el movimiento estudiantil o de retomarla desde nuevas perspectivas; la
inquietud por fenómenos como el abandono o el fracaso educativo; la mirada
sobre la cultura juvenil y sus marcas sobre la vida institucional; permiten esbozar
la apertura de un nuevo campo de investigaciones sobre los estudiantes univer-
sitarios. Investigaciones que pueden proveer nuevos insumos para el diseño y
revisión de las políticas universitarias, pero también para el análisis crítico de
los estilos institucionales de distintas universidades y facultades. Las univer-
sidades públicas, autónomas y cogobernadas, son hoy instituciones con una
notable complejidad y llevan adelante una multiplicidad de tareas formativas y
de otro tipo, muchas veces invisibilizadas. La investigación sobre los itinerarios
estudiantiles constituye, en este sentido, una vía de indagación privilegiada.

Estudiantes y universidades públicas

La pregunta por la experiencia de los estudiantes conlleva una indagación


de las instituciones universitarias, en ocasiones no interrogadas sino presentadas
como una especie de telón de fondo de experiencias épicas de los movimientos
16 Sandra Carli

estudiantiles o de experiencias comunes de estudiantes anónimos. Lo que está


allí como escenario con fronteras difusas es la universidad, construcción que
ha atravesado distintas etapas históricas, que se ha ajustado a distintos modelos
o a una combinación de ellos, de breve o larga tradición, de distintas escalas y
con diversas historias y culturas institucionales. No existe “la” universidad, sino
universidades con rasgos particulares, que invalidan a esta altura una lectura
demasiado homogeneizante y simplificadora. Sin embargo, la pregunta por la
forma universitaria (Douailler, 2011) resulta relevante ya que permite pensar
tanto en lo común como en la multiplicidad, así como en el papel crucial o no
de los estudiantes en la configuración de esas formas históricas en el pasado
y en el presente.
La universidad pública constituye un objeto de estudio particular porque es
posible trazar una historia que muestre su derrotero complejo en distintas regiones
y países y despliegue sus significados a lo largo del tiempo. En América Latina, la
universidad pública como universidad nacional, con “la carga simbólica que tiene
el milenio” (Roig, 2011: 129), ha sido una institución relevante en las socieda-
des nacionales, con una relación cambiante entre académicos y elites políticas y
estatales (Suasnábar y Soprano, 2005). Sin embargo, la crisis institucional que se
produjo en las universidades a fines del siglo XX estuvo vinculada con la pérdida
de prioridad del bien público universitario en las políticas públicas (Boaventura de
Sousa Santos, 2005). En el caso argentino, las universidades públicas, si bien
predominantes, están ubicadas hoy en un sistema en el que existen instituciones
privadas6 que, por otra parte, constituyen un conjunto heterogéneo.
Como señala Chauí (2003), si la universidad era inseparable de la idea de
democracia y de democratización del saber, se dirime hoy entre ser pensada
como una organización social en la que prime el sentido instrumental o como
una institución social que aspira a la universalidad. Tanto aquella idea consti-
tutiva de democracia como las demandas históricas del movimiento estudiantil
y los imaginarios políticos del siglo XX moldearon una universidad pública
con aspiraciones universales, pero que se ve hoy tensionada entre tendencias
institucionales conservadoras y modernizadoras, entre imaginarios democrati-
zadores y selectivos, entre la colaboración estatal y la defensa de la autonomía,
entre lógicas públicas o privatistas. De allí que el debate sobre la misma siga
teniendo una fertilidad notable, en tanto la universidad pública como tradición

6. El sistema universitario nacional está conformado por 47 universidades nacionales,


46 universidades privadas, siete institutos universitarios estatales y 12 privados, una
universidad provincial, una universidad extranjera y una universidad internacional.
Introducción 17

institucional y como cuerpo vivo encarna los desafíos y dilemas de garantizar


de la mejor manera el derecho a la educación superior.

La perspectiva de este libro

Nos interesa ofrecer al lector un conjunto de indagaciones acerca de los


estudiantes universitarios. Este libro tomó forma a partir de la maduración
de investigaciones individuales y colectivas realizadas en distintos ámbitos
institucionales. Por un lado, indagaciones resultantes de proyectos UBACYT
y CONICET y de proyectos de becas bajo mi dirección, desarrollados en el
Instituto de Investigaciones Gino Germani. En el Área Educación y Sociedad
se desarrolló en una primera etapa una línea de investigación sobre la experiencia
estudiantil en el tiempo presente, de la que resultan algunos de los capítulos de
este libro, con indagaciones centradas en la Universidad de Buenos Aires y en
la Universidad Nacional de Rosario. En una segunda etapa se puso en marcha
una línea de investigación sobre la Historia de la Universidad de Buenos Aires
entre 1955 y 1976, de la que derivan otros capítulos de este libro que exploran
las experiencias de los estudiantes en distintos momentos históricos así como las
representaciones sobre los estudiantes en los discursos y políticas universitarias.
Por otro lado, el libro se enriquece con un capítulo que expone los resultados
de la investigación institucional realizada desde la Secretaria Académica de la
Universidad Nacional de Córdoba, a partir de la preocupación por la situación
de los estudiantes ingresantes durante el rectorado de Carolina Scotto.
Una explicación particular merece la inclusión en este libro de un texto
publicado en el año 2002 por Pedro Krotsch. Tanto la relevancia del texto de
quien fuera uno de los principales especialistas en los temas universitarios, como
el deseo de reconocer sus huellas en nuestra reflexión sobre el tema estudiantil,
generaron el interés de reproducirlo.
Así, este libro reúne un conjunto de estudios que tienen en común la pre-
gunta por los estudiantes en las universidades públicas, desde diferentes puntos
de vista y ejes analíticos. En primer lugar, es posible distinguir los estudios
que se dedican a la exploración del tiempo pasado y la identificación de las
representaciones sobre los estudiantes universitarios elaboradas por distintos
actores, a partir del relevamiento documental y de la reconstrucción de la
memoria oral (González, Carli, Freidemann). En segundo lugar, los estudios
que se dedican a la exploración del tiempo presente de la universidad pública
18 Sandra Carli

y la reconstrucción de las experiencias de los estudiantes a través del enfoque


biográfico (Blanco, Pierella, Sosa y Saur).
Si bien renunciamos a la idea de hacer una historia de la experiencia estu-
diantil que recorriera distintos períodos del siglo XX, mantuvimos el interés
por desplazarnos por las distintas temporalidades en juego en la vida universi-
taria o, en palabras de Novoa (2009), por considerar la tensión pasado-futuro7.
Las palabras historia y vida cotidiana, en el subtítulo del libro, aluden a esa
combinación entre abordajes que buscan ahondar en los acontecimientos de
un pasado lejano o reciente a través de miradas retrospectivas, cuyos signos,
símbolos y afectos pueden perdurar en el presente, y abordajes que exploran
las dinámicas del presente de la vida universitaria, a partir de la atención en
la reflexividad particular de los jóvenes sobre las experiencias vividas y sus
elementos emergentes e inéditos.
Pero en el subtítulo también figura la palabra política, en tanto la dimensión
de la política en un sentido universal y de lo político en sus manifestaciones
particulares se reitera como inquietud. Alude, por un lado, al vínculo de la
universidad y de los estudiantes con los partidos políticos y el gobierno, que
constituye un tópico de debate clásico en los estudios sobre el movimiento
estudiantil, como a las otras acepciones de lo político: lo político-institucional,
lo político-académico, lo político-pedagógico, con desigual presencia en el
lenguaje universitario y en los estudios sobre la universidad.
Los capítulos de este libro, como señalamos antes, se presentan en tres
partes: la primera reúne indagaciones históricas y la última indagaciones sobre
el presente; la segunda, más breve, reproduce un texto de Pedro Krotsch.
Comenzando con las miradas del pasado reciente, los capítulos de González,
Carli y Freidemann sondean el ciclo que va de los años cincuenta a los años
setenta del siglo XX en la Universidad de Buenos Aires, ciclo en el cual ciertos
hechos resultaron cruciales a la hora de caracterizar las miradas del fenómeno
estudiantil: el crecimiento de la cantidad de estudiantes, las propuestas de
reforma de las universidades y los vínculos de los estudiantes con la política.
El capítulo de Cristián González titulado “Representaciones sobre los es-
tudiantes. Masividad, política y pedagogía en la Universidad de Buenos Aires
(1955-1958)”, se propone explorar las miradas institucionales sobre los estu-
diantes en un período denominado en la historiografía como “edad de oro”,

7. “Necesitamos altura de miras, un pensamiento que no se cierre en las fronteras de lo


inmediato o en la ilusión de un futuro perfecto. A la manera de Reinhart Koselleck
(1990) me interesa comprender de qué modo el pasado está inscripto en nuestra
experiencia y cómo el futuro se vislumbra en la historia presente” (Novoa, 2009).
Introducción 19

signado por la “normalización” posperonista. Las visiones sobre los estudiantes,


identificables en las publicaciones de la época (revistas y obras), oscilaron según
el autor entre tipos ideales y debates vinculados con las propuestas de moder-
nización universitaria en lo que respecta al acceso, a la participación juvenil y
a las modalidades de enseñanza, en una etapa de expansión de los sistemas uni-
versitarios en el mundo y de vinculación entre universidad y modelos estatales
de desarrollo nacional.
En el capítulo de mi autoría, titulado “Entre la formación cultural y la edu-
cación política de los estudiantes. Las visiones sobre la universidad del rector
Risieri Frondizi y del intelectual Juan José Hernández Arregui (1955-1973)”,
me propuse explorar el pensamiento sobre la universidad pública y sobre los
estudiantes entre los años cincuenta y setenta, como etapa signada en el mundo
por el crecimiento de la complejidad de las instituciones y por los debates acerca
de la autonomía universitaria y de la intervención del Estado en el marco de los
procesos nacionales. En Argentina, la indagación de la trayectoria y el devenir
del pensamiento de dos figuras ubicadas dentro y fuera de la universidad, como
consecuencia de la confrontación política y de las intervenciones militares entre
1955 y 1973, permite comprender las distintas concepciones sobre la universidad
en juego y la discontinuidad de los procesos de reforma e innovación en la UBA.
El capítulo de Sergio Friedemann, titulado “El sujeto de la educación. Estu-
diantes, juventud y política en la Universidad Nacional y Popular de Buenos
Aires (1973-1974)”, explora las propuestas de transformación universitaria
impulsadas por el gobierno nacional, el Ministerio de Educación y la univer-
sidad. Coincide en el interés por reconstruir las visiones de distintos actores
(gobierno, autoridades, etc.) acerca de los estudiantes en una etapa de emer-
gencia y compleja institucionalización de un proyecto de reforma universitaria
finalmente trunco, de activa participación juvenil, de conflictividad política y
de vinculación con otros sectores sociales, en el marco de un debate ampliado
acerca de los alcances del derecho a la educación superior.
Casi como una bisagra que permite articular las preocupaciones del pasado
reciente con las experiencias actuales de los estudiantes, el capítulo de Pedro
Krotsch que reproduce el texto “Los universitarios como actores de reformas
en América Latina: ¿han muerto los movimientos estudiantiles?”, publicado
por primera vez en el año 2002, traza las inquietudes de fines del siglo XX.
La declinación de los activos movimientos estudiantiles de los años setenta,
la mayor heterogeneidad de la población estudiantil y los rasgos de la cultura
juvenil, lo llevaron a interrogar las nuevas formas de existencia política de los
estudiantes y su papel futuro en los cambios institucionales.
20 Sandra Carli

Si comenzamos ubicando los estudios históricos, finalizamos presentando


los estudios dedicados al tiempo presente, que en torno a la pregunta por los
rasgos de la experiencia universitaria contemporánea desde distintos ejes de
análisis exploran en forma común los itinerarios y reflexiones de los estudiantes
a partir de entrevistas y convergen en miradas institucionales.
El capítulo de Rafael Blanco titulado “La politización de lo cotidiano en la
militancia estudiantil. Agendas y retóricas en torno al género y la sexualidad en
la Universidad de Buenos Aires”, que retoma una investigación desarrollada en
las Facultades de Psicología y de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad
de Buenos Aires, ahonda en los nuevos rasgos que asume la experiencia político
estudiantil en la última década. Aborda la incorporación de nuevos temas y
demandas en la agenda política de los estudiantes que provocan una renovación
de los mecanismos de interpelación y procesos de identificación a partir de los
cambios en las fronteras entre lo público y lo íntimo, en una época de explosión
de demandas de derechos en torno al género y la sexualidad.
El capítulo de María Paula Pierella titulado “La figura del otro. Relatos estu-
diantiles acerca de la autoridad de los profesores en la Universidad Nacional de
Rosario” se propone explorar las diversas visiones que se configuran en el momento
de finalización de los estudios de grado en la Universidad Nacional de Rosario
en la última década en el marco de distintas disciplinas y carreras. Analiza con
detenimiento los vínculos entre autoridad y reconocimiento y las particularidades
que asume en distintas facultades el vínculo entre profesores y estudiantes.
El capítulo de Marcela Sosa y Daniel Saur titulado “Experiencia formativa
y estrategias estudiantiles en la Universidad Nacional de Córdoba” propone un
conjunto de reflexiones a partir de entrevistas realizadas a estudiantes avanzados
de diferentes carreras que reconstruyeron el tránsito por una macrouniversidad.
En el trabajo se describen y analizan las estrategias que los estudiantes des-
pliegan pero también se profundiza en la impronta formativa de la experiencia
universitaria, en la que convergen la vida personal, la oferta curricular de las
carreras, factores organizacionales y la cultura institucional.

Para finalizar, agradecemos el apoyo otorgado por la Universidad de Buenos


Aires para la edición de este libro, a través del subsidio del Proyecto UBACYT
(Programación 2008-2010) “La experiencia universitaria. Estudios sobre la
Universidad Pública”. También a la Universidad Nacional de Rosario, a la
Universidad Nacional de Córdoba y al Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas, por posibilitar la realización de estas investigaciones.
Introducción 21

Nuestra gratitud con Carolina Mera por la autorización brindada para la inclu-
sión del texto de Pedro Krotsch. Por último, un reconocimiento particular al
Instituto de Investigaciones Gino Germani por ser un ámbito siempre propicio
y estimulante para nuestro trabajo.

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Primera Parte

Miradas sobre los estudiantes en


contextos de masificación y politización
25

Representaciones sobre los estudiantes.


Masividad, política y pedagogía en la
Universidad de Buenos Aires (1955-1958)

Cristián González

E
ste texto reconstruye las representaciones sobre los estudiantes de
la Universidad de Buenos Aires (UBA) producidas por profesores,
autoridades e intelectuales, orientadas a caracterizar la identidad
estudiantil entre 1955-1958, período denominado de “normali-
zación” posperonista.
El texto avanzará en torno a cuatro ejes que permiten reconstruir los debates
que abordaron en forma más o menos directa una definición de la condición
de ser estudiante universitario: las reacciones ante la masividad estudiantil; la
pregunta por la participación política de los estudiantes; los debates acerca del
ingreso a la universidad; y las propuestas de modernización de la transmisión
de conocimientos.
Esas dimensiones agrupan indistintamente intervenciones explícitas en
la tarea y la vocación de representar en términos deseables o concretos a los
estudiantes y polémicas que implicaron a esa categoría, como la pregunta por
el co-gobierno, el ingreso irrestricto, las formas de evaluación, la pedagogía,
entre otras.
A partir de la indagación en esas dimensiones, se argumentará que el pro-
ceso inédito de expansión de la matrícula universitaria durante el período se
inscribió en una trama de acciones iniciada a fines de los años cuarenta, que
constituyó una experiencia que permite pensar un proceso de ampliación de
las expectativas de ingreso a la universidad a nuevos sectores sociales. En ese
contexto, durante el ciclo proliferaron representaciones sobre los estudiantes
que propusieron una interpretación ambigua sobre la relación de éstos con la
26 Cristián González

política, en las cuales –en el marco de la institucionalización de un movimiento


estudiantil fortalecido durante el período anterior– la participación política de
los jóvenes, que poco tiempo antes fuera reivindicada y festejada en su lucha
contra el peronismo, sería percibida como innecesaria y peligrosa en contextos
considerados “democráticos”.
Por último, se sostendrá que en cuestiones de pedagogía universitaria el
ciclo constituyó un campo ambivalente de discursos, en el que, por un lado,
emergieron las intervenciones rupturistas y renovadoras alimentadas por una
mixtura de ideas ligadas a diversas filosofías de la acción y a la recepción de
una cosmovisión que otorgó una centralidad radical a la ciencia desde la se-
gunda posguerra; pero, por otro –entre 1955 y 1958–, no se reflejaron tales
condiciones en políticas concretas y exitosas de modernización pedagógica.
El texto concentra la atención en diversas fuentes que pueden agruparse
en dos conjuntos. Por un lado, documentos que proporcionan una mirada
institucional, es decir, una voz que aglutina las representaciones sobre los es-
tudiantes producidas desde la UBA, y que han sido publicados en la Revista de
la Universidad de Buenos Aires (RUBA)1 y el “Informe estadístico preliminar
sobre alumnos ingresados y egresados a la Universidad de Buenos Aires” del
Departamento de Pedagogía Universitaria creado después de la intervención
de 1955. Por otro lado, recupera otras fuentes que sin poder ser ligadas a la
institución fueron escenarios para intervenir políticamente en ella. Se trata
sobre todo de la revista Ciencia e Investigación (CeI)2, en menor medida de la
revista Criterio3 y diversos libros.

1. La RUBA era el órgano de difusión oficial de la UBA. Era una publicación trimes-
tral de unas ciento sesenta páginas que reunía dos tipos de materiales: por un lado,
agrupaba papers científicos y estudios de múltiples disciplinas y artes; y por otro
lado, una voz institucional, orientada a intervenir sobre la política universitaria.
2. La CeI era una publicación mensual fundada en 1945, de unas cincuenta páginas.
Contaba en cada número con una editorial en la que la temática universitaria era
casi excluyente, y el resto de la revista se ocupaba de la difusión del quehacer
científico. Era patrocinada por la Asociación Argentina para el Progreso de las
Ciencias (AAPC) y sostenida financieramente por la familia Braun Menéndez.
Para una reconstrucción minuciosa sobre su creación véase Hurtado de Mendoza
y Busala (2002).
3. La revista fue fundada en 1928 y su primer director fue el primer Ministro de
Educación de la autodenominada Revolución Libertadora, Atilio Dell´ Oro Maini.
Señala José María Ghio que junto con la creación de los Cursos de Cultura Cató-
lica, la aparición de Criterio supuso un hito en el “renacimiento del catolicismo”
(2007: 58). En ella confluirían diversos sectores del laicado argentino, tanto libe-
Representaciones sobre los estudiantes… 27

En todas las fuentes mencionadas4 se encontraron recurrentes intervenciones


orientadas a definir a los estudiantes. La indagación en torno a ambos tipos de
documentos permite articular una perspectiva institucional (de la UBA), con
las visiones de diversos grupos de científicos, investigadores, docentes y auto-
ridades nucleados en diferentes asociaciones políticas, científicas y culturales.
Lo antedicho se justifica, siguiendo la lectura que Jacques Revel (2005) hace
del microanálisis, en las potencialidades que proporciona la variación de escalas
–entre una problemática general y las múltiples casuísticas– para reconstruir
procesos históricos. En este caso, se trataría de articular una escala “general” de
la institución en el primer tipo de documentos, con diversas escalas parciales
a partir del segundo tipo de fuentes.
Esta consideración metodológica propone un matiz para repensar el ci-
clo 1955-1966, calificado como la “edad dorada” de la universidad pública
argentina. No se trata de ningún modo de restar importancia al proceso de
modernización iniciado en 1955 –ciclo de relevancia indiscutible en la historia
de la universidad argentina–, sino más bien de reconstruir sus complejidades
y claroscuros.

La representación de los estudiantes en un contexto de inédita


masividad

En 1955 se inició un ciclo histórico signado por la inestabilidad política


y la “imposibilidad de legitimar un modelo económico y social alternativo al
del peronismo” (Gordillo, 2003: 332), que terminaría con el último golpe de
Estado en 1976. Período caracterizado por el paso de una cultura política de
resistencia a la de confrontación entre múltiples actores sociales en torno al
clivaje peronismo/antiperonismo, y en el que la “juventud” como colectivo
abstracto fue mundialmente percibido como un nuevo actor social (Hobsbawm,

rales como nacionalistas que coincidían en la tarea de “restituir a la Iglesia a su


posición privilegiada dentro de la sociedad [con] un fin político preciso: abogar por
la construcción de un orden nuevo, que reemplace la democracia (…)” (2007: 78).
4. En el caso de las revistas RUBA y CeI, comparten la condición de ser publica-
ciones en las cuales la divulgación científica y cultural ocupó un rol central, pero
además dedicaron en cada número un espacio destinado a intervenir sobre política
universitaria y en sus páginas escribieron figuras destacadas del mundo científico
y cultural, que asimismo ocuparon cargos relevantes en la gestión de la UBA.
28 Cristián González

2011), en un clima nacional de radicalización de los claustros universitarios y


predominio de la protesta obrera.
El período 1955-1966 en la UBA es evocado por la literatura como la
“edad de oro” de esa institución, cuando se modernizó la universidad en su
dimensión institucional, política y científica (Halperin Donghi, 1962; Cano,
1985; Sigal, 1991; Rotunno y Díaz de Guijarro, 2004; entre muchos otros)5.
Sin embargo, es preciso señalar, como advierten algunos autores y autoras, que
pueden rastrearse continuidades institucionales y disciplinares entre 1920 y
finales de 1960 (Buchbinder, 2005; Soprano y Ruvituso, 2009; entre muchos
otros). Para enunciarlo de otro modo, el proceso de modernización incluyó
rupturas y continuidades.
A partir de la reconstrucción del ciclo mencionado, el período peronista in-
mediatamente anterior es evocado negativamente por quienes asumieron la direc-
ción de la UBA, por los límites impuestos al principio de autonomía universitaria
y la subordinación de los gobiernos universitarios al Poder Ejecutivo Nacional.
Durante el período denominado de “normalización” (1955-1958), se propuso
como tarea central modernizar las universidades en sus dimensiones científica,
pedagógica e institucional, devolverles su autonomía y “desperonizarlas”6.
Esa tarea fue asumida por una novedosa coalición conformada por socialistas,
radicales, desarrollistas, comunistas, entre otros, que adscribían a los idearios
de la reforma universitaria de 1918; católicos, antiliberales y antirreformis-
tas, nucleados en el humanismo universitario; y un grupo con epicentro en la
Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias (AAPC), en la Revista
Ciencia e Investigación (CeI) y en el Instituto de Fisiología de la Facultad de
Medicina, cuyas figuras más destacadas fueron Bernardo Houssay, Federico
Leloir y Eduardo Braun Menéndez; y estos últimos pueden ser caracterizados
como defensores de una “estrategia intervencionista” por parte de la comuni-
dad científica, que se proponía “la reestructuración del mundo, en especial,
de los órdenes socioculturales a partir del conocimiento científico” (Lovisolo,
1996: 62), pero era una postura lejana de las presiones y condicionamientos

5. Se señala que durante el período se renovó la planta docente en base a concursos,


se crearon nuevas carreras, se implementaron la dedicación exclusiva y las becas
de posgrado, se pusieron en práctica la autonomía y el cogobierno, se creó EU-
DEBA, se articuló investigación, docencia y extensión universitaria, se construyó
la Ciudad Universitaria, entre otros hitos.
6. Sin embargo, el resultado fue el refuerzo de la identidad peronista y, a partir de 1966,
una “peronización” de la universidad (Barletta, 2001, Barletta y Tortti, 2002).
Representaciones sobre los estudiantes… 29

de la política y la religión. Esta tercera red social, consideraba que la ciencia, la


investigación y su desarrollo en la universidad debían prescindir de las interfe-
rencias político-partidarias y político-religiosas que caracterizaban a los otros
mencionados colectivos sociales.
Hacia octubre de 1955 confluían en el gobierno de la UBA –fruto del
rechazo compartido hacia el peronismo– reformistas (encabezados por el rec-
tor interventor, socialista y reformista, José Luis Romero7) y católicos ligados
al Ministro de Educación Atilio Dell’ Oro Maini8, esa coalición encontraría
rispideces desde las primeras horas del año 1956 y, sin embargo, dirigiría la
UBA hasta el golpe de Estado de 1966. El movimiento estudiantil fue durante
el ciclo un actor privilegiado en las variaciones y el derrotero de esa coalición a
partir de su activa participación política. Desde octubre de 1955, la incidencia
de ese colectivo en la elección del primer Rector y en la renuncia del primer
Ministro de Educación del período, fue decisiva.
Todo intento por otorgarle sentido a la realidad es una instancia en la que
se llevan adelante relaciones de poder y emerge lo político. Los abundantes
discursos orientados a decidir cómo debían ser los estudiantes de la UBA,
intentaron –a partir de señalar una serie finita de características deseables–
definir de manera unívoca a un conjunto heterogéneo, cambiante y precario.
Tal intención refiere al problema de la representación y, siguiendo a Ernesto
Laclau (1996), ésta implica que quienes son representados se encuentren ausen-
tes del lugar en que se produce la representación, en palabras de Corinne En-
audeau (1998), tal mecanismo supone una paradoja, en tanto que al representar
se sustituye a un ausente y en un mismo movimiento se confirma su ausencia.
Las intervenciones de otros actores universitarios para nombrar y definir
a los estudiantes es un punto central a fin de repensar lo político universita-

7. Historiador medievalista, inició sus estudios de grado en 1929 en la Universidad


Nacional de la Plata (UNLP), en torno a las figuras de Alejandro Korn, Carlos
Sánchez Viamonte, Ezequiel Martínez Estrada y Alfredo Palacios. Durante el
peronismo, se afilió y fue una figura destacada en el Partido Socialista, y se trans-
formó en un referente de la juventud impartiendo clases en el CLES y dirigiendo
la Revista Imago Mundi (véase Acha, 2005; Ansaldi, 2007).
8. En su juventud participó de las demandas frustradas de fundación de la Uni-
versidad Católica de Buenos Aires. Su activismo conservador, antirreformista,
antiliberal y antirradical puede rastrearse en la Revista Criterio, de la que, como
se señaló, fue su primer director en 1928. Fue funcionario de los dos golpes de
Estado anteriores (interventor de la provincia de Corrientes en 1930 y de la Fa-
cultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UNLP en 1943).
30 Cristián González

rio del período, en primer lugar, porque pone en primer plano la operatoria
política por excelencia desde el proceso de secularización producido entre el
Renacimiento y la Revolución Francesa: la representación. En segundo lugar,
porque al mismo tiempo que “los estudiantes” se proponían ocupar un lugar en
los Consejos Directivos de las diferentes Facultades y en el Consejo Superior
de la Universidad –es decir, poner en práctica el principio de co-gobierno
emergente de la Reforma Universitaria de 1918 y ser representantes de la
“pequeña república”–, otros colectivos procuraron caracterizar como deberían
ser esos estudiantes.
El contexto se caracterizó por el aumento de la matrícula universitaria que
tuvo lugar desde las políticas universitarias peronistas de ingreso irrestricto y
gratuidad, producidas, como advierte Pablo Buchbinder (2005), en el marco
de acciones de apertura del ingreso a nivel mundial en los años de la segunda
posguerra.
Durante el período 1955-1966 existían nueve universidades nacionales:
Córdoba (creada en 1613), Buenos Aires (1821), La Plata (1905), Tucumán
(1914), Litoral (1919), Cuyo (1939), Tecnológica (1948)9; en enero de 1956,
se crearía la Universidad del Sur y en 1957 la del Nordeste. Según el Anuario
2010 de la Secretaría de Políticas Universitarias, en 1955 la matrícula total
ascendía a 138.317 estudiantes, llegando al fin del período –en 1966– a un
crecimiento de casi un 60% (220.522 estudiantes). La universidad de Buenos
Aires aglutinaba en el año 1955 al 54% (75.200) del total de estudiantes en
universidades públicas, proporción que sufriría una merma del 10% en 1966,
cuando la cantidad de estudiantes en la UBA representara el 44% (97.427) del
total de la matrícula de estudiantes de todo el sistema. Siguiendo a Buchbinder,
“En 1947 había 51.447 estudiantes universitarios, pero en 1955 llegaban a
140.000. De esta forma, mientras en 1945 había tres estudiantes universitarios
cada mil habitantes, en 1955 llegaban aproximadamente a ocho” (2005: 159).
Alejandro Ceballos, de marcada vocación antiperonista, Rector interventor
tras la renuncia de Romero, ligado al ala más conservadora de la Unión Cívica
Radical y portavoz del sector liberal de la Revolución Libertadora, ofrecía
una serie de estadísticas como anexo a su ensayo “Problemas universitarios
actuales”, publicado en 1957 en la RUBA, en donde señalaba que en 1943
el total de ingresantes a la UBA había sido de 3.900 y en 1954 había sido de

9. Creada por la Ley 13.229 como Universidad Obrera el 26 de agosto de 1948 fue
inaugurada el 17 de marzo de 1953 y luego denominada Universidad Tecnológica
Nacional tras la caída del peronismo.

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