Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
PETER J. ELLIOTT Guia Practica de Liturgia
PETER J. ELLIOTT Guia Practica de Liturgia
de liturgia
PETER J. ELLIOTT
Cuarta edición
A mis hermanos
Presentación
13
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
14
Prólogo
15
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
16
Siglas
17
Introducción
19
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Dios en el Centro
20
INTRODUCCIÓN
Noble sencillez
10. Que el ceremonial deba ser «noble», excluye tanto un modo de actuar
improvisado y descuidado, como un ritualismo pretencioso y seguro de
sí. La nobleza nos habla de un sentido de la elegancia y el esplendor
que puede ser evidente lo mismo en una Misa solemne que en la más
sencilla celebración. Nobleza significa ofrecer lo mejor a Dios: la noble-
za de las acciones y de los gestos y también la nobleza de los altares,
vasos sagrados, ornamentos, etc. En esta nobleza reconocemos la
Belleza de Dios, que Él debería ser adorado con belleza y que nuestra
naturaleza redimida está orientada a la bienaventuranza.
1. Cf. Concilio Vaticano II, Sacrosanctum Concilium (SC), n. 34. una noble sencillez.
21
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
advertir que este libro ha sido preparado para clérigos atareados y para
todos aquellos que participan en los diversos ministerios litúrgicos.
15. Puede parecer que hay demasiados detalles y que a las materias aparen-
temente triviales se les ha dado una excesiva atención, por ejemplo: en
alguno de los Apéndices. Durante la preparación de un manual de cere-
monias es preferible equivocarse en este sentido que sembrar la duda y
la confusión a los lectores. Un descuido de los detalles lleva a una litur-
gia incierta y poco clara, desde este punto de vista, ni es noble ni es sen-
cilla. La práctica litúrgica nos muestra cómo los conceptos son correctos
y complementarios; nobleza sin sencillez cae en la trivialidad y en lo
poco estético. El genio del Rito Romano consiste en su capacidad de
combinar el esplendor con un enfoque ordenado de lo esencial del
culto.
2. Vid. Prólogo, primer párrafo. Antes de ser publicada esta obra en Estados
Unidos, los capítulos sobre la celebración de la Misa fueron utilizados por diáconos
para preparar su ordenación presbiteral.
22
INTRODUCCIÓN
3. Institutio Generalis Missale Romanum (IGMR), Ordenación general del Misal Romano,
n. 1.
23
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
20. Para lograr tal continuidad, en esta guía hemos acudido a las fuentes,
en particular a la Ordenación general del Misal Romano. Pero este docu-
mento pastoral básico se ha interpretado en diversos sentidos porque
carece de la precisión de las viejas rúbricas. Además, como ha ocurrido
con los documentos del Concilio, la Ordenación general no siempre se ha
estudiado cuidadosamente; en los últimos años se ha consolidado y cla-
rificado con la publicación del Ceremonial de Obispos 4.
21. La liturgia catedralicia de los obispos está llamada a ser el modelo para
los ritos celebrados en toda la «Iglesia particular»: la diócesis. Por tanto,
la Ordenación general se debe interpretar a la luz del Ceremonial de
Obispos 5. Esta guía integra ambas fuentes. El Ceremonial clarifica muchos
puntos e incluso recupera procedimientos del pasado que aún son úti-
les y normativos 6. Algunos de los problemas de las últimas décadas tie-
nen su origen en el olvido de diversos usos y costumbres.
22. Los clérigos y laicos relacionados con los ministerios litúrgicos deman-
dan orientaciones acerca del ceremonial del Rito Romano Moderno.
Desean conocer las mejores formas de celebrar la liturgia, para la glo-
ria de Dios y el bien de su pueblo. Cuando el Rito Romano se celebra
con un ceremonial rico, buena música, devoción, oraciones y con tiem-
po para el silencio, entonces el pueblo puede experimentar la conti-
nuidad con la tradición viva del culto católico occidental tal y como se
ha desarrollado durante siglos.
24
INTRODUCCIÓN
Fidelidad a la Iglesia
25
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Liturgia pastoral
10. Código de Derecho Canónico (CIC), cánones 837, 838, 846. Los sacerdotes que
cambian la liturgia contradicen lo dicho en el Concilio Vaticano II: Por lo mismo, que
nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la litur-
gia, SC, n. 22.
11. Vid. Congregación para la Educación Católica, Instrucción para la formación litúr-
gica en los seminarios, 3 de junio de 1979, nn. 8-11, 20-27, 45-50, 56-59 y las normas del
Apéndice.
26
INTRODUCCIÓN
27
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
35. Sin embargo, dicha creatividad pastoral no se basa sólo en las necesida-
des del pueblo. Está guiada por una visión positiva del potencial creativo
del culto comunitario. Con esfuerzo, tiempo y algo de imaginación
podemos encauzar los talentos de la comunidad al enriquecimiento de
las celebraciones, en el campo de la música y el arte. La creatividad litúr-
gica nos ayuda a mirar la creación tal y como Dios la contempla: un uni-
verso ordenado, bueno y bello en sí mismo; y por tanto, llamado a ser
ofrecido al Creador por medio de las acciones del cuerpo, del sonido de
la voz y de la armonía de todos los sentidos. Esta verdadera creatividad
reafirma la dignidad de nuestra naturaleza, la esencia optimista del cato-
licismo enraizada en las virtudes de la fe, la esperanza y el amor.
37. A las puertas del tercer milenio todos estamos llamados a una nueva
evangelización. La fuerza evangelizadora del culto no debería ser
nunca olvidada o subestimada. Cuando san Agustín entró en éxtasis en
Milán ante un canto cristiano o cuando el príncipe pagano del Rus
permaneció pasmado ante los gloriosos ritos bizantinos de Santa Sofía
o cuando Newman y un incontable número de personas que le siguie-
ron en su camino, fueron atraídos por la inmensa paz y el misterio de
la Misa, todos fueron transformados, y con ellos y por ellos, la Iglesia
fue transformada. Cuánto mayor podría ser la fuerza evangelizadora
del culto, ahora que tenemos las formas litúrgicas más accesibles de
nuestro tiempo; cuánto más poderosa puede ser la atracción evangeli-
zadora de estas formas, cuando nuestro ceremonial presenta a los que
buscan a Dios con la gracia, el misterio y la belleza de nuestras vivas tra-
diciones.
28
INTRODUCCIÓN
29
1. El escenario de la liturgia
El baptisterio
31
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
42. La pila bautismal debe ser estable, de material idóneo y distinguirse por su
limpieza y estética 4. Sería deseable que la pila contara con la posibilidad
de calentar el agua en épocas frías. Dependiendo de la práctica local,
algunas iglesias requerirán una pila grande que pueda servir para la
inmersión de adultos. Aunque es preferible una fuente de agua corrien-
te, el fluir constante del agua puede distraer si la pila está situada en el
presbiterio o cerca del mismo.
44. Las pilas de agua bendita situadas a las puertas de la iglesia son signos
que recuerdan el lavado bautismal de los fieles 5. El sacristán se encarga
de que se limpien y rellenen regularmente.
La nave
46. El coro y el órgano tienen su lugar propio, que está determinado tanto
por su papel en la liturgia como por el fácil acceso de los miembros del
coro a la Sagrada Comunión 8. Sería conveniente acudir a un experto a
la hora de ubicar el coro, a fin de promover su papel indispensable en
4. Ibid., n. 19.
5. Cf. CO, n. 110. Deberían ser accesibles a los niños.
6. Cf. IGMR, n. 273.
7. Arrodillarse forma parte de nuestra tradición cultual que tiene su fundamento
en el Nuevo Testamento (cf. Lucas 22, 41; Hechos 9, 40; 20, 36; 21, 5). Dificultar que el
pueblo se arrodille anula un derecho litúrgico del fiel y menoscaba la libertad de su
devoción privada en otros momentos. Además, los niños en un grupo familiar no pue-
den ver cuando todos están de pie.
8. Cf. IGMR, nn. 274, 275.
32
EL ESCENARIO DE LA LITURGIA
El presbiterio
50. El principal lugar sagrado donde se celebran la mayoría de las cere-
monias de la liturgia deberá ser espacioso, claramente definido y deli-
33
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
El ambón
13. Cf. IGMR, n. 258. Debe ser muy espacioso en las catedrales.
14. Cf. IGMR, n. 272. Ambón es el término más tradicional y litúrgico.
15. Cf. IGMR, n. 272, y, más claramente, CO, n. 51.
34
EL ESCENARIO DE LA LITURGIA
La sede
54. La sede presidencial debe situarse detrás o cerca del altar en un lugar
idóneo y a una altura tal que el celebrante pueda ser visto como presi-
dente de la asamblea. Además, debe adecuarse al tamaño y diseño de la
iglesia, de forma que presida sin dar la sensación de dominio. Asimis-
mo, debe elegirse una sede digna y bella, en armonía con el estilo de la
iglesia y que, al mismo tiempo, sea cómoda para el celebrante. La sede
no debe parecer un trono 16. Sin embargo, en una catedral, la cátedra o
sede sí es un trono reservado para los obispos, y debe situarse sobre
algunos escalones, de modo que pueda verse claramente al obispo
cuando preside en su iglesia propia. Si un sacerdote celebra en el altar
mayor de una catedral, se pondrá una sede separada 17.
55. A ambos lados de la sede se pueden poner asientos para los diáconos y
quizá, en funciones solemnes, para un acólito y para el maestro de cere-
monias. Además, se colocarán otros asientos para los concelebrantes.
Los ayudantes nunca deberían ocupar estos lugares y, si es posible, no
se sentarán de cara al pueblo como si estuvieran presidiendo. Para ellos
se dispondrán sillas, taburetes o bancos en el presbiterio 18, preferible-
mente cerca de la credencia y en los laterales. En cualquier caso, el
presbiterio no debe llenarse de sillas y bancos.
56. Un ayudante sostendrá el libro ante el celebrante cuando éste lea algún
texto en la sede. Sólo se pondrá un atril sencillo delante de la sede si la
Misa se celebra sin ayudante.
La credencia
16. Vid. IGMR, n. 271. Debe también ser diseñada de modo que la parte posterior
de la casulla no quede aplastada cuando se sienta.
17. Cf. CO, n. 47, con otros detalles.
18. Cf. IGMR, 271; CO, n. 50. Los ayudantes no deben sentarse en los peldaños;
excepto en el contexto de la liturgia de un abad en su propia comunidad, esta costum-
bre puede dar una impresión servil o infantil.
35
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
se celebre de cara al altar (vid. n. 61, nota 23) en cuyo caso se sitúa a la
derecha. En las ceremonias pontificales conviene utilizar una segunda
credencia colocada normalmente a la derecha del altar.
El altar
58. El altar principal de una iglesia debe ser fijo. De acuerdo con la simbo-
logía bíblica y la tradición occidental, la mesa del altar debe ser de pie-
dra natural. Sin embargo, a juicio de la Conferencia Episcopal, puede utilizar-
se otra materia digna y sólida 19. Los altares fijos se dedican solemnemente
por un obispo o, excepcionalmente, por un sacerdote delegado. Los
altares móviles los bendice un obispo o un sacerdote autorizado 20. El
altar se levanta en el eje central del presbiterio 21.
59. Las proporciones de un altar son importantes. Su altura puede ser lige-
ramente menor a la de tiempos pasados; en la actualidad hay una ten-
dencia a reducir el tamaño del altar para destacar al celebrante, pero
no debe olvidarse que el altar no es ni un púlpito ni un objeto funcio-
nal. Es en sí un signo de Cristo, por lo que debe diseñarse para ser reve-
renciado y respetado en todo momento. Un altar pequeño puede ser el
apropiado para una capilla pequeña, pero en un iglesia un altar insig-
nificante se debería reemplazar por una mesa amplia y digna de la
acción sublime de Cristo Sacerdote.
19. Cf. CIC, cánones 1235, 1236; IGMR, n. 263; CO, n. 919. La madera o el metal
son las opciones más usadas, considerando que el basamento puede ser de piedra o de
otro material sólido y adecuado.
20. Cf. CIC, canon 1237 1§; IGMR, n. 265; CO, n. 923.
21. Situarlo en un lado, equilibrándolo con el ambón (ambos en un segundo plano
respecto a la sede central), es contrario al IGMR, n. 262; CO, n. 48. La presencia de
Cristo en su palabra no es igual a la presencia de Cristo en la Eucaristía. Vid. también
CEC, nn. 1182, 1383.
22. Cf. IGMR, n. 266; CO, nn. 866, 921. Las reliquias no deben estar situadas sobre
el altar para la veneración de los fieles, sino en algún otro lugar. Sin embargo, parece
que los relicarios pueden colocarse sobre el altar durante una celebración particular de
la Misa, como es costumbre en Roma en la Misa del Papa en la solemnidad de san Pedro
y san Pablo.
36
EL ESCENARIO DE LA LITURGIA
61. Las gradas que rodean al altar deberían diseñarse de modo que las cere-
monias puedan desarrollarse convenientemente y a la vista de todo el
pueblo. El misal contempla que la Misa puede celebrarse cara al pueblo
o cara al altar 23. Por lo tanto, en un altar exento debe haber espacio sufi-
ciente a ambos lados para que el celebrante pueda estar de pie y arro-
dillarse, así como moverse con holgura alrededor del altar cuando lo
inciensa. La tarima se cubrirá, normalmente, con una alfombra de
buena calidad.
64. La cruz debe situarse sobre el altar o junto a él, justo detrás, o suspen-
dida sobre el mismo. El pueblo debe apreciar su relación con el altar.
En el contexto de la liturgia romana, por cruz se entiende un crucifi-
jo 25. Una figura de Cristo resucitado no puede considerarse como sus-
tituto de la cruz; sin embargo, hay una amplia gama de figuras entre las
que se puede escoger el crucifijo litúrgico.
23. Es evidente que, por ejemplo, en la rúbrica el sacerdote debe mirar al pueblo
cuando dice: «Orad hermanos...», IGMR, n. 107; CO, 151. Los términos, técnicamente
incorrectos, «cara al pueblo» y «cara al altar», son utilizados en este libro sólo por moti-
vos de conveniencia.
24. Cf. IGMR, nn. 79, 268.
25. Bendicional, n. 1068.
37
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
38
EL ESCENARIO DE LA LITURGIA
El sagrario
30. Cf. CO, nn. 48, 252, 397, 824. «Sobre el altar» lógicamente incluye todo el pres-
biterio. En Cuaresma parece preferible excluir totalmente las flores dentro de la iglesia.
31. Cf. CO, n. 240.
32. No hay ningún lugar para carteles o pósteres en el presbiterio. Por tanto, la uti-
lización del arte infantil en la liturgia, adaptándolo a sus necesidades, requiere pru-
dencia, buen gusto y elección de la ocasión pastoralmente conveniente. El uso de car-
teles o de pinturas para decorar el altar y el ambón convierten a las mesas sagradas del
sacramento y la palabra en lugares para la exposición del arte infantil o de «mensajes»,
uso casi nunca conveniente.
33. Cf. CIC, canon 938 §1, §3, restringiendo IGMR, n. 277. En la práctica, un segun-
do sagrario debería estar disponible para el Jueves Santo.
39
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
74. Sea cual sea la forma del sagrario deberá cubrirse con conopeo u ocul-
tarlo con un velo como señal principal de la presencia real de Cristo 35.
El conopeo puede ser blanco o, con preferencia, del color del día o del
tiempo litúrgico, pero nunca negro. El velo representa la tienda santa
del Señor, especialmente en aquellos sagrarios exentos en los que adop-
ta la forma de conopeo. Así, se manifiesta la paradoja del misterio: la
revelación, por velación de la presencia del Emmanuel que acampa
entre nosotros.
75. La lámpara que arde perpetuamente junto al sagrario 36 debe estar ali-
mentada con aceite o con cera, nunca con otro combustible; es prefe-
rible una llama natural, porque significa tanto ofrenda como luz. No
obstante, el obispo puede autorizar el empleo de una lámpara eléctrica
por motivos prácticos.
76. La lámpara, que siempre debe estar junto al sagrario, puede colocar-
se sobre una repisa adosada a la pared o sobre un pedestal, o colgan-
do, que es la forma más digna y tradicional. La lámpara, u otros obje-
tos, no deben ponerse sobre el sagrario o justo delante de la puerta
del mismo. La práctica romana estableció un vaso transparente para
la lámpara, si bien esta práctica hoy día ha sido sustituida por un vaso
de color rojo que resulta más familiar al pueblo. En algunos lugares,
se instala una iluminación eléctrica dirigida al sagrario. Esta práctica
es muy elogiable, pero en ningún caso sustituye a la lámpara eucarís-
tica.
34. Cf. CIC, canon 938 §3. Una «píxide colgante» por encima del altar podría estar
«segura e inamovible» con una cadena de acero reforzado.
35. Vid. Juan Pablo II, Inaestimabile donum, 3 de abril de 1980, n. 25, donde se men-
ciona el velo en primer lugar, si bien cabe poner algún otro medio apto establecido por la
autoridad competente, distinto de la lámpara. El velo puede diseñarse de modo que deje
a la vista la puerta del sagrario, si ésta es especialmente hermosa.
36. Requerido por el CIC, canon 940.
40
EL ESCENARIO DE LA LITURGIA
78. El sentir de la Iglesia fue bien expresado por Pablo VI, quien describió
el sagrario como el corazón vivo de cada una de nuestras iglesias 39. Por
tanto, el espacio que rodea al sagrario debe conducir a la adoración y a
la oración personal. A disposición del pueblo debe haber asientos, recli-
natorios y libros de espiritualidad y escriturísticos, que les ayuden a ado-
rar a nuestro Señor 40.
La sacristía
41
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
81. Al diseñar o renovar una sacristía se deberían tener presentes los siguien-
tes detalles: una mesa o un banco espacioso para extender los ornamen-
tos, armarios y cajones grandes, una caja fuerte para los vasos sagrados y
la llave del sagrario, un lavabo con agua caliente y fría, toallas, un lavabo
pequeño con desagüe directo a la tierra (sacrarium), un sitio donde guar-
dar el pan y el vino, una estantería para libros litúrgicos, un lugar para
los registros sacramentales, otro, fijo, para el «Ordo» o calendario, un
reloj, un soporte para la cruz procesional, un sitio para reservar la
Eucaristía durante las ceremonias de Pascua, y un armario para los san-
tos óleos, si no se guardan en el baptisterio.
84. Las capillas que se usen para la celebración de la Misa deben incluir un
ambón y una sede presidencial. Además, en iglesias con varios altares,
uno de ellos puede reservarse para la celebración de la Misa sin pueblo,
42
EL ESCENARIO DE LA LITURGIA
por ejemplo: para sacerdotes visitantes. Los altares que nunca o rara vez
se utilizan para celebrar Misa deben tratarse con la misma reverencia y
respeto como corresponde a un altar dedicado. Al menos, deberían
estar cubiertos con un paño o cubremantel, y sobre ellos sólo se debe-
rán poner ornamentos litúrgicos. En la práctica, estos altares, a menu-
do, sirven como capillas para la devoción popular 44. No obstante, cuan-
do se erige un altar lateral —donde se celebrará la Santa Misa— en
honor de un santo, la imagen de éste no estará justo encima del altar 45.
87. Es necesario construir algún tipo de campanario donde poner las cam-
panas que llaman al pueblo a congregarse para el culto en la casa del
Señor y que también pueden recordarle el rezo del Ángelus, por la
mañana, al mediodía y al anochecer. Según la antigua costumbre de la
iglesia latina, las campanas nuevas se bendicen solemnemente antes de
colocarse en el campanario 47. Sería conveniente que los que tocan las
campanas tengan el adecuado entrenamiento.
44. Con las lámparas votivas eléctricas desaparece el simbolismo del ofrecimiento
personal que se da con la llama natural.
45. Vid. CO, n. 921, así se evita la sensación de que esa Misa se ofrece al santo. Pero,
como es evidente, no es necesario excluir de un retablo o una vidriera pasajes de la vida
de un santo. Si ya existen estas imágenes en los altares laterales no es necesario que se
modifiquen.
46. Cf. CO, n. 54.
47. Vid. CO, n. 1023.
43
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
89. Aquí nos podemos mostrar como lo que somos. Aquí podemos antici-
par nuestro destino eterno y decir con el salmista ¡Qué amables son tus
moradas, oh Señor de los ejércitos! (Salmo 83, 1) y ¡Oh qué alegría cuando me
dijeron, vamos a la casa del Señor! (Salmo 121, 1).
44
2. Vasos sagrados y ornamentos
Vasos sagrados
91. El cáliz y la patena los bendice el obispo o el sacerdote según el rito des-
crito al final del capítulo 9 2. El cáliz debe ser un vaso verdaderamente
bello, una obra de arte digna de ser ofrecida. En sí mismo es la expre-
sión más característica de la majestad del sacrificio eucarístico. Si es
posible, una iglesia debería tener varios cálices para distintas ocasiones
y uno más grande para las concelebraciones 3.
92. Parece preferible la forma tradicional del cáliz: con una copa adecua-
da, un nudo apropiado y una base muy estable. El cáliz que tiene esta
forma no solamente es siempre más fácil de usar, sino que, además,
hoy en día es un símbolo eucarístico familiar para el pueblo. Los cáli-
ces que parecen objetos seculares pueden asociarse a ideas profanas.
Un cáliz es un vaso sagrado reservado exclusivamente para la Euca-
ristía.
45
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
94. Normalmente se coloca una cruz en la base del cáliz para indicar el
lado por el que el celebrante bebe, simplificando así las abluciones. La
tradición de dorar el interior de la copa es muy recomendable y tiene
también ventajas prácticas para la limpieza del cáliz 6. Como parte del
cuidado de los vasos, el sacerdote vigilará que la copa se vuelva a dorar
cuando sea necesario.
96. Guiados por san Pablo, un solo pan... un solo cáliz, lo ideal es utilizar un
único cáliz y una única patena, especialmente en las concelebraciones.
Sin embargo, esto no es siempre posible porque en una concelebración
4. Vid. IGMR, nn. 290, 291. Los vasos de cristal o cerámica son también menos
higiénicos y no pueden limpiarse adecuadamente en las abluciones.
5. Inaestimabile donum, n. 16; cestas sencillas y otros vasos utilizados para el uso corriente
deben quedar al margen de la celebración sagrada; en este sentido se deben descartar tazas,
copas, platos, tazones, etc.
6. Cf. IGMR, n. 294. Los vasos sagrados se deberán lavar regularmente con jabón y
agua caliente.
7. IGMR, n. 292.
46
VASOS SAGRADOS Y ORNAMENTOS
98. La píxide que se emplea para llevar la Eucaristía a los enfermos debe
tener las proporciones adecuadas y estar diseñada de modo que pueda
cerrarse con seguridad y que pueda purificarse fácilmente. Por tradi-
ción, se guarda en una pequeña bolsa o cartera forrada de seda, con un
cordón o cadena, para que pueda llevarse discretamente alrededor del
cuello.
100. Los vasos para los santos óleos o crismeras pueden ser de dos formas: los
más grandes sirven para guardar los óleos en la iglesia, y los pequeños,
para la administración de los sacramentos. Cuando un párroco recibe
8. (a) Las ventajas prácticas están anuladas por el riesgo del derrame de la Preciosa
Sangre y de la purificación de la jarra. (b) Cuando se usa con «copas», la jarra acentúa
demasiado la dimensión de comida de la Misa y así en el momento de la fracción al ver-
ter en los cálices se produce una especie de repetición de la preparación de las ofren-
das. La jarra se prefirió en algunas tradiciones de la Reforma protestante que entendía
el cáliz como un signo católico del ofrecimiento de un sacrificio. Pese a la existencia de
un antiguo precedente, un cáliz de tipo «ponchera» cuyo contenido se vierte en
«copas» más pequeñas es arriesgado y ridículo.
47
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Objetos litúrgicos
103. Los libros litúrgicos para la celebración de la Misa son: el misal romano
(«sacramentario») y el leccionario. El misal puede incluir un volumen
separado más pequeño que se utiliza cuando el celebrante está en la
sede y el ayudante se lo sostiene. Los leccionarios se presentan en varios
volúmenes separados. El Ritual Romano y el Pontifical Romano contienen
los ritos para la celebración de los sacramentos, publicados en volúme-
nes separados. También se utiliza un libro para la oración de los fieles.
Todos los libros litúrgicos, especialmente los que van sobre el altar,
deben estar bien encuadernados 11.
48
VASOS SAGRADOS Y ORNAMENTOS
104. Las vinajeras suelen ser de cristal o vidrio para que el sacerdote, el diá-
cono o el ayudante puedan identificar inmediatamente el vino. Las de
metal crean problemas cuando el ácido del vino reacciona con el metal.
Vasos más grandes como las nobles jarras, de cristal no emplomado, son
necesarias para concelebraciones o cuando se da la Comunión bajo las
dos especies. Las vinajeras valiosas se pueden reservar para celebracio-
nes importantes.
105. Aparte de las vinajeras, un aguamanil separado y un lavabo, que debe ser
grande, los utiliza el celebrante para lavarse las manos y no sólo las
yemas de los dedos. Son de cristal o cerámica. Por tradición, el agua-
manil 12 y el lavabo de metal precioso se reservan para obispos o prela-
dos. El aguamanil y el lavabo pontifical deberían ser una buena obra de
arte.
106. Cerca del sagrario (sobre el altar donde se reserva el Santísimo, en una
repisa, o en una mesa pequeña) debe haber un recipiente cubierto,
lleno de agua limpia, junto con un purificador (manutergio) para el
lavado de los dedos de quienes distribuyen la Sagrada Comunión. Es
costumbre, en muchos lugares, colocar dos velas cerca del sagrario
cuando está situado en un lugar distinto del presbiterio. Se encienden
cuando se abre el sagrario.
107. Un acetre para el agua bendita y un hisopo grandes son más fáciles de
usar y limpiar. El agua puede bendecirse en este vaso en el rito de la
bendición y aspersión al inicio de la Misa dominical. Un recipiente sufi-
cientemente profundo y con un asa móvil es más apropiado. El hisopo
puede tener la forma de un cepillo o de una bola perforada, quizá con-
teniendo una esponja. El hisopo de bolsillo, conveniente en determi-
nadas situaciones pastorales, no es apropiado para las celebraciones en
una iglesia.
108. El incensario parece que funciona mejor cuando se adapta a las líneas
tradicionales, a saber: colgando de cuatro cadenas, la tapa levantada
por la cadena central y asegurada por una anilla. Los incensarios con
una sola cadena no son tan fáciles de usar como parece a primera vista.
En Occidente, las cadenas suelen ser de un metro de longitud, de
modo que el incensario pueda balancearse de un lado a otro con una
sola mano en las procesiones. El incensario debe ser a la vez práctico y
artístico, con amplias aberturas para el humo y con un recipiente segu-
ro y extraíble para el carbón. Se debe limpiar con cuidado y regular-
mente.
12. Un «aguamanil» es un vaso noble, no una mera jarra, como traduce CO, n. 125.
49
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
109. La naveta del incienso debería diseñarse de modo conveniente para con-
tener el incienso, con una tapa con bisagra y una cucharita práctica. El
acetre, el incensario y la naveta pueden ser del mismo metal y diseñar-
se con el mismo estilo, haciendo juego.
110. Los ciriales que llevan los ayudantes deben ser altos, no muy pesados y,
preferiblemente, diseñados con un plato grande para recoger la cera
que cae, con una base y una empuñadura para que se puedan llevar con
elegancia y seguridad. Durante la Misa, estas velas se dejan en la cre-
dencia y permanecen encendidas durante la celebración. En algunos
lugares, las velas del altar se utilizan para las procesiones; sin embargo,
esta práctica no parece siempre conveniente o deseable. Los ciriales
deben estar a juego con la cruz procesional tanto en el material como
en el diseño.
111. De acuerdo con la práctica romana y una costumbre bastante extendi-
da, pueden utilizarse —según la ocasión— dos, cuatro o seis hachones en
la Misa solemne, durante la Plegaria eucarística. Los portadores de los
hachones los llevan ante el altar y permanecen arrodillados con ellos,
hasta el final de la doxología de la Plegaria eucarística. El hachón era
en su origen un grupo de tres o cuatro velas largas unidas entre sí,
como todavía puede verse en las basílicas mayores de Roma. En la prác-
tica actual, el hachón es un candelero procesional largo, sin base, de
madera o metal.
112. Normalmente, se necesita un atril o un cojín adecuado y digno para el
misal. Es preferible utilizar uno que se pueda ajustar en distintos ángu-
los y así adecuarse a cada sacerdote 13. Un paño del color litúrgico apro-
piado puede cubrir el atril el cual nunca permanecerá sobre el altar
cuando no se esté celebrando Misa, ni se deja en el altar durante la Misa
con pueblo, hasta la preparación de las ofrendas.
113. La campanilla que se toca en las elevaciones puede dejarse en la cre-
dencia o en un peldaño 14. Según la costumbre local, se utilizan dife-
rentes tipos de campanilla, incluso un conjunto de campanillas. Si el
sonido es agradable y los ayudantes ensayan para tocarla con reverencia
y sensibilidad, la campanilla acentúa y realza los momentos solemnes de
la acción sagrada 15. En algunos lugares, lo normal es tocar una campa-
na de la iglesia en las elevaciones.
13. No todos los sacerdotes pueden leer con facilidad un libro que está en una pos-
ción plana sobre el altar.
14. Contrariamente a la impresión difundida, se puede utilizar todavía la campani-
lla, vid. IGMR, n. 109. Se utiliza en las basílicas romanas.
15. También tiene un efecto positivo de advertencia cuando hay niños pequeños o
turistas recorriendo la iglesia durante la Misa.
50
VASOS SAGRADOS Y ORNAMENTOS
Los lienzos
16. Vid. IGMR, nn. 80 c, 246 b y 247 b; CO, n. 125. Sería conveniente que el ayu-
dante ensaye cómo sujetarla.
17. Cf. CIC, canon 932 §2.
18. No es opcional en CO, n. 125 a, aclarando IGMR, n. 80 c.
51
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
119. La toalla para el lavatorio de las manos del celebrante debe ser absor-
bente y amplia.
19. Vid. IGMR, nn. 81 a 161, 299, notar CIC, canon 929: en la celebración y admi-
nistración de la Eucaristía los sacerdotes y diáconos deben llevar las sagrados orna-
mentos prescritos por las rúbricas.
20. Cf. IGMR, n. 302; en lugares sensibles a la estética, cruzar la estola se puede
tolerar cuando las vestiduras «romanas» se llevan en la Misa de cara al pueblo.
21. Vid. IGMR, n. 299; CO, nn. 66, 126.
52
VASOS SAGRADOS Y ORNAMENTOS
127. La dalmática del diácono debe ser normalmente de la misma tela que la
casulla del celebrante. Al ser el ornamento propio del diácono, éste no
debería aceptar siempre la segunda opción, es decir, llevar sólo el alba
y la estola 24. En iglesias donde hay varios diáconos, por lo menos se
deberían tener dos dalmáticas por cada juego de casullas para la Misa
solemne. En las catedrales se necesitarían más porque cuando el obis-
po preside solemnemente debería ser ayudado por, al menos, tres diá-
conos 25.
53
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
129. El velo humeral, blanco, se pone sobre los hombros cuando se lleva la
Eucaristía en procesión o cuando se da la bendición eucarístíca 26.
Puede hacer juego con la capa o, por conveniencia, puede ser de una
tela más ligera. Se abrocha o se ata con unas cintas. Debe ser de pro-
porciones amplias.
133. El verde se utiliza en el Tiempo Ordinario, y en las ferias 30. Parece pre-
ferible un verde claro y alegre a un verde apagado.
26. Un velo humeral rojo se puede usar el Viernes Santo cuando la Eucaristía se
traslade al altar, cf. CO, n. 315 d.
27. Cf. IGMR, n. 308 a, y como se señala para las misas votivas.
28. IGMR, n. 308 b. No para el nacimiento de san Juan Bautista, el 24 de junio, ni
para san Juan apóstol, el 27 de diciembre.
29. Cf. IGMR, n. 308 d.
30. IGMR, n. 308 c.
31. IGMR, n. 308 f.
54
VASOS SAGRADOS Y ORNAMENTOS
135. El negro puede usarse el día de todos los fieles difuntos, en los funerales
y Misas de réquiem 32. Toda sacristía debe tener ornamentos de este
color para los sacerdotes que deseen utilizarlas 33.
El hábito coral
137. Debe hacerse una clara distinción entre el hábito coral y los ornamen-
tos eucarísticos, no sólo en la Liturgia de las Horas, sino también para
distinguir en la Misa al clero sentado en el coro, de los que concele-
bran. Como hábito coral es preferible la sotana y la sobrepelliz antes
que el alba 35. El clero regular viste su hábito religioso de acuerdo con
su regla. Los canónigos visten su hábito coral para el caso 36. Los cape-
llanes y prelados de honor de Su Santidad visten la sotana de su rango
con un fajín morado de seda y una sobrepelliz. Hoy en día son pocos
los altos prelados que visten roquete y mantelete 37. Birreta o bonete
es la parte del hábito coral que llevan los monseñores y que, en algu-
nas iglesias, lo utilizan habitualmente todos los clérigos en el coro 38.
55
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
41. Cf. CO, n. 126. El obispo también lleva la dalmática cuando es ordenado; vid.
CO, n. 567.
42. Cf. CO, n. 61. La práctica europea posconciliar de vestir la cruz sobre la casulla
es una vuelta a las costumbres medievales tardías. No obstante, parece surgir de la con-
celebración, donde la cruz pectoral distingue a los obispos que están en el altar.
43. Puede ser utilizado para el lavado de los pies el Jueves Santo, cf. CO, n. 301. Los
guantes no se mencionan en el Ceremonial, pero en algunos lugares es costumbre tenerlos.
44. Vid. CO, nn. 63, 1199-1202, 1205.
45. Cf. CO, n. 1200. El mismo privilegio tiene un cardenal fuera de Roma, y un
metropolitano y el nuncio apostólico dentro de su territorio.
56
VASOS SAGRADOS Y ORNAMENTOS
57
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
58
VASOS SAGRADOS Y ORNAMENTOS
154. El sacerdote encargado de los óleos debe velar para que estos se renue-
ven cada año con prontitud después de la Misa Crismal. Los óleos del
año anterior deberían quemarse. Si sobran grandes cantidades pueden
consumirse en alguna de las lámparas. La validez del sacramento no
queda afectada si se utilizan los óleos de un año anterior, si bien estos
sólo se deberían usar en caso de necesidad 53. En la celebración de la ini-
ciación cristiana en la Pascua, es más evidente la importancia de usar el
crisma que ha sido consagrado recientemente por el obispo.
«Puesto que la liturgia tiene un gran valor pastoral, los libros litúr-
gicos permiten un margen de adaptación a la asamblea y a las perso-
nas, una posibilidad de apertura a la idiosincrasia y a la cultura de los
diversos pueblos. La revisión de los ritos ha buscado una noble senci-
llez y unos signos fácilmente comprensibles, pero la sencillez deseada
no debe degenerar en empobrecimiento de los signos, sino que los sig-
nos, sobre todo los sacramentales, deben contener la mayor expresivi-
dad posible. El pan y el vino, el agua y el aceite, y también el incienso,
las cenizas, el fuego y las flores, y casi todos los elementos de la crea-
ción tienen su lugar en la liturgia como ofrenda al Creador y como
aportación a la dignidad y belleza de la celebración».
Juan Pablo II
Carta apostólica, 4 de diciembre de 1988
En la celebración del vigesimoquinto aniversario
de la Sacrosanctum concilium
59
3. Los Ministerios
El pueblo
157. El mensaje del Concilio Vaticano II es claro: La Santa Madre Iglesia desea
ardientemente que se lleve a todos los fieles a esa participación plena, consciente
y activa en las celebraciones litúrgicas, que exige la naturaleza de la liturgia
misma, y a la cual tiene derecho y obligación, en virtud del bautismo, el pueblo
cristiano, un linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido
(1 Pedro 2, 9) 1.
158. Para lograr esta participación plena, el pueblo debe responder y can-
tar en su lengua propia, pero también participará activamente a tra-
vés del ceremonial. Las acciones y posturas comunes expresan la uni-
dad de la Iglesia 2. Para lograr esto, se deben cumplir las normas de la
Conferencia Episcopal concernientes a las posturas durante la cele-
bración: ponerse de pie, arrodillarse y sentarse. Como parte de una
catequesis litúrgica continua se les deberían recordar los signos y
acciones específicas de cada parte de la Misa o de la liturgia de cada
día o tiempo litúrgico. Las costumbres locales y la cultura se reflejan
en la variedad de la música y de las prácticas devotas. Sin embargo, la
1. SC, n. 14.
2. IGMR, n. 62.
61
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
El coro
161. El solista o director del coro dirige el salmo responsorial y otros res-
ponsos. Cuando sea necesario, puede tener un lugar determinado en el
coro 6. Los directores del coro, solistas, el organista y otros músicos
deberían seguir cuidadosamente las disposiciones relativas a sus fun-
ciones tal y como están establecidas en los libros litúrgicos y en otros
documentos sobre música publicados por la Santa Sede 7.
3. CO, n. 40, del Vaticano II, SC, n. 54. El folleto Jubilate Deo fue primeramente
publicado en 1974 por la Congregación del culto divino y revisado y ampliado en
1987, como recurso pastoral para mantener esta dimensión universal de nuestro rito
entre el pueblo. Los monjes de Solesmes han publicado la música para el altar y el
coro.
4. Cf. IGMR, n. 273.
5. IGMR, n. 63.
6. Cf. IGMR, n. 64.
7. Cf. CO, n. 39 y n. 40 para una lista útil de estas fuentes.
62
LOS MINISTERIOS
El sacristán
162. El sacristán cumplirá con sus obligaciones bajo las instrucciones gene-
rales del clero. Sin embargo, para cada celebración específica, el sacris-
tán responde ante el maestro de ceremonias 8. En algunos lugares hay
un equipo de sacristanes, en este caso debería nombrarse un sacristán-
jefe. Este hombre o mujer supervisa a los demás y es responsable de las
sacristías, del cuidado de los objetos valiosos y de la limpieza y orden
dentro de la iglesia 9. El sacristán tiene que ser respetado por todos los
que ejercen su ministerio en el altar.
Los ayudantes
163. Los «ministros» o ayudantes son aquellos cuyo papel se deriva del de
acólito instituido. Su ministerio se ejerce en el presbiterio 10. Sus debe-
res relativos a la ceremonia son esenciales para una buena liturgia 11; sin
embargo, el buen ejercicio de su ministerio en el altar depende de su
destreza y disciplina, junto con su formación espiritual y su ilusión 12.
Como se ha hecho notar más arriba, visten con un alba, o sotana y
sobrepelliz, o algún otro ornamento aprobado, pero no con traje secu-
lar. Se sentarán también en el presbiterio.
166. El cruciferario llevará la cruz de forma que el Cristo siempre mire hacia
delante. La cruz se deberá sujetar firmemente y a una altura razonable.
63
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
167. Los dos portadores de los ciriales o ceroferarios, se conocen también como
«acólitos» o ayudante principal y secundario. Sirven en el altar y en la
credencia; se sientan cerca de la credencia. Llevan los ciriales con
ambas manos, una sujetando la base y la otra en el cuerpo del mismo 14.
El plato para recoger la cera es mejor tenerlo a la altura de los ojos. Se
mueven coordinadamente y deben ser instruidos para sujetar los ciria-
les a la misma altura y cogerlos y dejarlos al mismo tiempo. Estos cirios
permanecerán encendidos a lo largo de la liturgia.
168. El portador del libro tiene un papel importante en todas las celebraciones,
particularmente en la sede presidencial o en la cátedra de los obispos.
El misal o cualquier otro libro se llevará con ambas manos, descansan-
do en el pecho de forma plana. Cuando un libro se sujete abierto se
ajustará el nivel de la inclinación para ayudar al celebrante a leer el
texto 15.
169. Otros ayudantes pueden actuar en una Misa solemne como portadores de
los hachones durante la Plegaria eucarística. Los ayudantes sin un papel
específico resultan superfluos. En las Misas de los domingos y otras oca-
siones importantes, deberán ayudar al menos dos o tres, dividiendo o
combinando sus papeles el turiferario, el portador de los cirios, el del
libro, y ayudando todos en la credencia. En una Misa de diario resulta
adecuado un ayudante experto que actúe como portador del libro en
la sede y ayudando en la credencia. Sin embargo, otros pueden realizar
funciones de cruciferario, portador del libro y ceroferario, de acuerdo
con la naturaleza de la ocasión.
64
LOS MINISTERIOS
El maestro de ceremonias
171. No solamente cada diócesis, sino cada parroquia debería contar con un
maestro de ceremonias que debe conocer las leyes, los detalles del cere-
monial, la historia y las tradiciones del Rito Romano. Debería estudiar
las fuentes y estar, por tanto, familiarizado con los textos litúrgicos. Pero
también tendría que estar versado en la ciencia pastoral para planificar así
las celebraciones de modo que anime a la participación provechosa del pueblo
y mejore también la belleza de los ritos 16.
172. El sacerdote, diácono o seglar que realice este oficio deberá ganarse la
confianza del clero, el cual, entonces, recibirá con agrado sus servicios
y aceptará sus consejos en las celebraciones. Trabajará en estrecha
unión con todos aquellos que participan vivamente en la celebración, y
en especial con los sacristanes. En una ceremonia complicada, pueden
ser útiles dos o más maestros de ceremonias. Por tanto, es preciso tener
ayudantes bien preparados 17.
174. Debe saber lo que cada uno debe hacer y dónde debe colocarse en todo
momento de la liturgia. Por tanto, gran parte de su acierto dependerá
de su capacidad de anticipación:
—debe cuidar las variaciones del ceremonial o del texto de una cele-
bración particular, y
—debe conocer exactamente lo que ocurre después, anticipándose
a los movimientos de los ayudantes de forma que estos tengan prepara-
dos el libro, el incienso, etc.
Debería ser una persona con buena memoria, para recordar detalles
pequeños, al tiempo que es consciente de la «forma» y unidad de la
celebración litúrgica.
65
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
El lector
176. Los hombres y mujeres que lean en la Misa 20 estarán entrenados para
proclamar la palabra de forma clara y nítida. El lector puede leer todas
las lecturas a excepción del Evangelio y puede anunciar las peticiones
de la oración de los fieles. Cuando no haya diácono, el lector puede
llevar el Evangelio en la procesión. Como complemento, un comenta-
dor puede introducir la liturgia, pero sólo cuando sea estrictamente
necesario 21. El comentador no usará el ambón y hablará desde otro
lugar.
El acólito
177. El ministerio del acólito ha sido establecido en algunas diócesis. Por ins-
titución, está autorizado para servir en el altar, asistiendo al diácono y
al sacerdote, especialmente en la preparación del altar y de los vasos
sagrados. Puede distribuir la Sagrada Comunión, teniendo preferencia
sobre otros ministros extraordinarios de la Eucaristía 22. Tiene también
precedencia sobre otros ayudantes como el cruciferario, el turiferario,
etc. 23. En una Misa solemne, su papel es similar al del subdiácono de la
antigua liturgia. El jefe de los ayudantes puede ser un acólito instituido.
El acólito lleva alba, pero si actúa como maestro de ceremonias, es pre-
ferible que vista con la indumentaria coral.
19. (a) De acuerdo con CO, n. 36, el diácono que actúa como maestro de ceremo-
nias puede llevar una dalmática. Esto puede no parecer apropiado, porque actuar como
maestro de ceremonias no parece ser un papel que pertenezca al orden de los diáco-
nos en su sentido sacramental visible. Además, un concelebrante revestido nunca debe-
ría actuar como maestro de ceremonias. (b) Puede ser costumbre que el maestro de
ceremonias diocesano lleve una sotana púrpura y faja, cuando ayuda al obispo. Si no es
un prelado, los botones y ribetes también son púrpuras.
20. Vid. Inaestimabile donum, n. 18, ampliando IGMR, n. 66.
21. Esto es pocas veces necesario. Una buena liturgia no necesita de un comenta-
dor improvisado. Las palabras del comentador deberían ser cuidadosamente prepara-
das y sucintas, IGMR, n. 68a.
22. Cf. CO, nn. 27-29; IGMR, n. 65. Vid. apéndice 1, Ministros extraordinarios de la
Eucaristía, nn. 777-787.
23. Cf. IGMR, nn. 142-143.
66
LOS MINISTERIOS
El diácono
178. El diácono, a través del sacramento del Orden, desempeña un papel
importante en la celebración del sacrificio del Señor. Su principal
deber es ayudar al obispo (con el que está estrechamente relacionado)
o al sacerdote celebrante. Leerá el Evangelio y predicará cuando se le
pida. Su ministerio lo realiza en el altar y distribuye el Cuerpo y la
Sangre del Señor. Guía la asamblea y anuncia las peticiones de la ora-
ción de los fieles 24. Cuando el diácono ayuda, el celebrante nunca debe
sustituirle en sus funciones, ni siquiera un sacerdote concelebrante.
180. Los diáconos, permanentes o no, deberán seguir los mismos principios
del ceremonial que el celebrante principal. Y nunca se extralimitarán
de las materias que les competen por ley universal, o por las facultades
que les son otorgadas por el obispo diocesano.
El presbítero
181. Ordenado para el sacrificio eucarístico, el sacerdote realiza en el altar, en
el ambón y en la sede su ministerio de ofrecer, enseñar y presidir, en la
persona de Cristo. Él está configurado con Cristo por la consagración del
carácter sacerdotal. Por medio de la palabra y la acción, debería luchar
por enseñar a fondo a los fieles a ofrecer a Dios Padre la Víctima divina en el
sacrifico de la Misa y a hacer, juntamente con ella, oblación de su propia vida 26.
El sacerdote es también consciente de que, por el sacerdocio, compar-
te con sus hermanos sacerdotes las Misas concelebradas, al menos en
ocasiones apropiadas como el Jueves Santo 27. Sin embargo, siempre
celebra en unión con su obispo como delegado del mismo 28. A través
67
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
El obispo
184. La plenitud del sacerdocio se manifiesta cuando el obispo celebra el
sacrificio eucarístico con sus sacerdotes y diáconos alrededor concele-
brando y ayudando. La unidad de comunión episcopal en «un altar»
fue proclamada por san Ignacio de Antioquía: Tened cuidado, entonces, de
la división de la Eucaristía, porque una es la Carne de nuestro Señor, y una es
la copa de su Sangre, y sólo hay un altar, como sólo hay un obispo ayudado por
sus presbíteros y diáconos, compañeros fieles. Así realizaréis todas las acciones
según voluntad de Dios 31. Ésta es la forma suprema y normal de la cele-
bración del sacrificio del Señor. Es el momento en el cual la Iglesia par-
ticular consigue su pleno culto potencial en Cristo, Sacerdote Eterno.
La liturgia del obispo se describirá en el capítulo 8.
68
LOS MINISTERIOS
185. Ejercen en primer término la función de santificar los obispos, que al tener la ple-
nitud del sacerdocio, son los principales dispensadores de los misterios de Dios, y
en la iglesia a ellos encomendada, los moderadores, promotores y custodios de
toda la vida litúrgica 32. Como parte de su enseñanza y oficio de gobier-
no, el obispo mantiene las tradiciones y prácticas de nuestro rito, forta-
leciendo la comunión de la Iglesia particular con la Iglesia de Roma. Al
mismo tiempo, es el supremo liturgista de su diócesis y establece las
normas litúrgicas dentro de su competencia 33. Por tanto, tiene la tarea
de promover y preservar las mejores normas de un culto noble y pia-
doso, un ceremonial reverente y una buena música y arte litúrgicos.
69
4. Las acciones ceremoniales
Las manos
188. Todos los gestos litúrgicos que se hacen con las manos son significativos.
En un saludo como «El Señor esté con vosotros», las manos, que esta-
ban unidas, se abren. El gesto debería ser suave y transmitir una sensa-
ción de reverencia y control, por el contrario, no debería ser brusco,
mecánico o demasiado efusivo. Tal movimiento de manos nunca distrae
al pueblo y es una expresión de paz e invitación a la oración y al reco-
gimiento.
189. Las manos se juntan, palma con palma, con todos los dedos unidos, y el
pulgar derecho cruzado sobre el izquierdo 2. No es necesario presionar
1. Los sacerdotes enfermos o ancianos, que no son capaces de estar de pie, pueden
celebrar o concelebrar sentados el sacrificio eucarístico, pero si es con asistencia de
pueblo requieren licencia del Ordinario del lugar, cf. CIC, canon 930 §1.
2. Cf. CO, n. 107, nt. 80, citando el viejo Caeremoniale.
71
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
las palmas como en tensión. Este modo reverente de tener las manos
juntas sólo parece artificial si produce la sensación de ser algo forzado.
El sacerdote, el diácono y los ayudantes deben observar la disciplina
de «las manos juntas» mientras están en el presbiterio y en las proce-
siones.
192. En ningún caso puede haber dudas acerca de la posición de las manos.
En concreto:
—cuando se lleva un objeto con una mano, la otra siempre descan-
sa plana en el pecho con los dedos juntos con naturalidad 5,
—cuando el celebrante, el diácono y los ayudantes se sientan, las
manos —con los dedos juntos— descansan sobre las rodillas, y los codos
están doblados de un modo relajado 6.
Dentro de una lógica moderación, el celebrante puede mover las
manos como desee en la homilía y cuando lee avisos. Pero no debe aña-
dir gestos propios en otros momentos.
72
LAS ACCIONES CEREMONIALES
La señal de la cruz
193. El celebrante debe hacer la señal de la cruz claramente y sin prisa, del
siguiente modo: se inicia con las manos unidas; después la mano dere-
cha va —con los dedos juntos— desde la frente hasta el pecho —justo
encima de donde descansa la mano izquierda— («En el nombre del
Padre y del Hijo»); después, la mano derecha va del hombro izquierdo
al hombro derecho («y del Espíritu Santo»); y vuelve a unir sus manos
inmediatamente.
194. Antes del Evangelio, el diácono o el sacerdote traza una clara señal de
la cruz en la frente, otra en los labios y otra más en el pecho, con la
parte exterior del dedo pulgar derecho, poniendo el resto de los dedos
juntos señalando a la izquierda, mientras que su mano izquierda des-
cansa sobre el pecho 7. Todos los que asisten a la liturgia deberían hacer
esta señal del mismo modo con reverencia y claridad.
Bendiciones
196. Cuando hace la señal de la cruz sobre las ofrendas durante la Plegaria
eucarística, el celebrante mueve su mano derecha del mismo modo
que para la bendición del pueblo pero dirigiendo el gesto a los vasos
sagrados colocados sobre el corporal; y la mano izquierda descansa
sobre el altar 9. Este gesto debería ser elegante, claro y pausado.
Cuando el sacerdote o diácono bendice un objeto, hace el signo de la
cruz sobre éste, y, mientras, la mano izquierda descansa, plana, sobre
el pecho.
73
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Genuflexiones
200. Sin embargo, los ayudantes cuando llevan el incensario, la cruz, las
velas, etc., o el diácono que lleva el Evangeliario, no hacen genuflexión
o inclinación cuando pasan delante del sagrario o cuando llegan o
dejan el presbiterio 13. No se hace genuflexión 14 aunque la procesión
pase por delante de una capilla, o altar lateral donde está reservado el
Santísimo Sacramento.
74
LAS ACCIONES CEREMONIALES
Inclinaciones
Postración
75
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Beso litúrgico
205. El diácono(s), los concelebrantes y el celebrante besan el altar al inicio
de la Misa, porque es el signo permanente de Jesucristo entre su pue-
blo. Al final de la Misa, el celebrante y el diácono(s) lo vuelven a besar,
y los concelebrantes, en ese momento, hacen una inclinación hacia el
altar. El celebrante y el diácono(s) que le asiste besan el altar al princi-
pio y al final del rezo de Laudes y Vísperas 19.
206. El diácono o el sacerdote que lee el Evangelio besa el Evangeliario abier-
to al final de la lectura del mismo, y por costumbre al comenzar a leer el
texto 20. Si el que celebra la Misa (o el que preside otro rito donde se lee
el Evangelio) es un obispo, el sacerdote o diácono que ha leído debería
llevar el libro abierto a la cátedra del obispo para que éste lo besara 21.
207. La cruz que se venera el Viernes Santo puede besarse por el celebran-
te, los clérigos, los ayudantes y, al menos, parte de los laicos, si se obser-
va la forma tradicional de veneración 22.
208. En la práctica, el beso litúrgico de algunos objetos sagrados es sólo un
ligero contacto con los labios. No obstante, en culturas en las que besar
no se considera una forma de reverencia, la Conferencia Episcopal, con
la aprobación de la Santa Sede, puede reemplazar el beso litúrgico por
otro signo de reverencia 23.
La voz
209. La voz tiene una notable importancia dentro del marco de la predica-
ción. Es necesario desarrollar más el arte, sutil, del uso de la voz en el
76
LAS ACCIONES CEREMONIALES
210. El celebrante y el diácono utilizan dos tonos de voz: uno claro, normal,
para las oraciones principales, y otro más bajo para las oraciones priva-
das, virtualmente un cuchicheo o susurro 25. Pero, en la práctica, se sue-
len hacer variaciones con voz clara atendiendo a la índole del respecti-
vo texto según se trate de lecturas, advertencias o aclamaciones, sobre
todo si el sacerdote que celebra lo hace en lengua vernácula 26. Las varia-
ciones sutiles y adicionales de la voz también serán aconsejables a lo
largo de la celebración de la Misa. Los concelebrantes deberían pro-
nunciar con voz muy baja cuando se unen al celebrante principal en las
partes correspondientes de la Plegaria eucarística, de modo que se oiga
claramente la voz del celebrante principal 27.
Los ojos
211. Excepto antes de la consagración en la Plegaria eucarística I, no hay
indicaciones que orienten al celebrante acerca de donde debe mirar;
esto es un problema práctico sobre todo cuando se celebra la Misa de
cara al pueblo. El modo más lógico de resolverlo es el siguiente: el cele-
brante debería mirar al pueblo cuando le saluda o se dirige a él. Pero
cuando lee un texto debería fijarse en el libro. Cuando recita oraciones
que conoce bien, podría mantener el recogimiento con sus ojos ligere-
mente caídos y mirando, quizá, hacia los vasos sagrados. En la descrip-
ción de la celebración de la Misa se sugieren otras posibilidades.
Memorización
212. El celebrante debe saberse de memoria las palabras de la consagración.
También debería conocer las siguientes oraciones que dice en voz
baja:
24. Cf. IGMR, nn. 18 y 19. Ello supone una especie de ofrenda natural.
25. Cf. IGMR, nn. 12, 13. El pueblo no debería oír las oraciones privadas del cele-
brante o del diácono; estas oraciones se dicen en secreto.
26. Cf. IGMR, n. 18.
27. Cf. IGMR, n. 170.
77
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Incensación
214. El incienso es uno de los signos litúrgicos más ricos de los ritos de
Oriente y de Occidente y significa oración, sacrificio y reverencia hacia
el pueblo y los objetos sagrados. En el Rito Romano, el incienso puede
utilizarse en cualquier Misa 28, aunque parece más apropiado usar el
incienso cuando hay algún canto o música que acompañe a la incensa-
ción del altar o del pueblo, etc. El incienso se utiliza:
—durante la procesión de entrada,
—al comienzo de la Misa, para incensar el altar,
—para la procesión y proclamación del Evangelio,
—para incensar las ofrendas, el altar, el sacerdote y el pueblo,
—en la elevación del pan sagrado y del cáliz después de la consagra-
ción 29.
215. El incienso también se utiliza en la dedicación de una iglesia o altar, en
la Misa Crismal, cuando se usa la custodia para la exposición Eucarística
así como en los funerales. Asimismo, el incienso debería utilizarse en la
procesiones de la Presentación del Señor, del Domingo de Ramos, la
Misa de la Cena del Señor, la Vigilia Pascual, Corpus Christi y el trasla-
do solemne de reliquias así como cualquier otra procesión solemne. El
28. Cf. IGMR, n. 235. Por ejemplo: el incienso añade una nota de bienvenida y de
festividad a la forma simple de la Misa que se celebra en una iglesia más humilde o en
una capilla de misión, en la Navidad y en Pascua.
29. Cf. IGMR, n. 235; CO, n. 86. Excepto en la Misa Crismal, el incienso no se uti-
liza al final de la procesión, salvo que la procesión enlace con otro rito en el que va a
ser necesario.
78
LAS ACCIONES CEREMONIALES
218. Las normas que regulan las diferentes formas de incensación son las
siguientes:
—tres movimientos dobles se hacen para incensar el Santísimo
Sacramento, una reliquia de la Cruz, las imágenes de nuestro Señor
que se exponen a la veneración, las ofrendas sobre el altar, la Cruz del
altar, el evangeliario, el cirio pascual, el celebrante (obispo o sacerdo-
te), representante oficial de la autoridad civil presente en la celebra-
ción, el coro, el pueblo y el cuerpo de una persona difunta;
—dos movimientos se hacen para incensar las reliquias o imágenes
de nuestra Señora y de los santos expuestos para la veneración 32.
—El altar se inciensa con movimientos simples.
79
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Agua bendita
221. Cuando se asperge una persona o un objeto con agua bendita, el cele-
brante sostiene el acetre con su mano izquierda, y el hisopo con su
mano derecha; o si parece más conveniente, un ayudante sostiene el
acetre y el celebrante asperge con la mano derecha, mientras su mano
izquierda descansa sobre su pecho. El primer procedimiento es más útil
si debe desplazarse mientras asperge. Según es costumbre, el que es
rociado con agua bendita hace la señal de la cruz. El rito de bendición
y aspersión del agua bendita antes de la Misa (Asperges) se describe en
los nn. 361-66. Cuando entran en la iglesia para cualquier celebración,
el clero y los ayudantes deberían tomar agua bendita y hacer la señal de
la cruz para recordar la gracia del bautismo 34.
Decoro y experiencia
33. Cf. CO, n. 91. Como se ha indicado arriba, en la práctica, ésta no es una incli-
nación profunda.
34. Cf. CO, n. 110.
80
LAS ACCIONES CEREMONIALES
81
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
82
5. La celebración de la Misa dominical
226. Se describe en este capítulo una Misa típica de domingo, celebrada por
un sacerdote, asistido por ayudantes y un lector. La descripción se centra
en el sacerdote. El papel del diácono se presentará de modo más com-
pleto en el próximo capítulo, Misa solemne. Aunque la distinción entre
forma simple y solemne es más flexible que en el pasado, ésta es toda-
vía una manera conveniente de describir la variedad de niveles en la
celebración eucarística. En la práctica, la normativa expuesta en este
capítulo se simplifica en días ordinarios, y se anticipan algunas de las
variaciones para preparar la forma más solemne.
Preparativos
83
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
233. La iglesia debe estar abierta antes de la liturgia para que quien lo desee
pueda rezar en privado. El silencio es la mejor preparación de la litur-
84
LA CELEBRACIÓN DE LA MISA DOMINICAL
234. Se debe animar al pueblo a que traiga sus propios misales para que pue-
dan seguir las lecturas y oraciones. Los textos se pueden facilitar tam-
bién en el boletín parroquial, en un misal pequeño o en un programa
para una Misa especial. Asimismo, se pueden facilitar cantorales apro-
bados por el obispo. No obstante, el uso de una pantalla para proyectar
textos o letras de canciones parece contrario al espíritu de la liturgia,
porque la pantalla se convierte en el centro de atención, en vez del
altar, el ambón, o la sede. La tecnología audiovisual puede tener algún
uso en la iglesia, pero proyectar durante la Misa películas o diapositivas
sugerentes reduce la piedad a la mera cultura televisiva. Por otro lado,
se permite poner música religiosa discreta, de buena calidad, antes o
después de la Misa, pero no durante la liturgia, en la que la comunidad
debe ofrecer a Dios sus propios regalos de alabanza musical.
Preparación inmediata
85
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
excepto la cruz, los candeleros y las flores (si éstas se colocan aquí). Un
antipendio o frontal del color adecuado se puede poner en el altar, y el
micrófono.
237. La sede: se colocan cerca el misal, o libro de la sede, y los libros para la
oración de los fieles, los avisos y el micrófono.
240. Mesa de las ofrendas: donde comienza la procesión de las ofrendas se pre-
para una mesa apropiada y segura cubierta con un paño, sobre la que
se colocarán: una(s) patena(s) grande y/o un copón con formas; las
vinajeras con agua y vino; las ofrendas para los pobres de acuerdo con
las costumbres locales. Aquí no debe haber velas encendidas 8. Los
encargados de recibir a los fieles, si los hay, vigilarán esta mesa.
7. Es preferible que estos cálices no contengan aun el vino. Esto puede originar pro-
blemas y es posible que el vino adquiera un sabor como a metal, si se deja en un cáliz
durante mucho tiempo. Sin embargo, en las grandes celebraciones, los cálices deben
prepararse antes de la Misa, para ganar tiempo en la preparación de las ofrendas.
8. Esto no es un altar o un santuario, y las velas no se llevan en la procesión de las
ofrendas. La mesa debe estar hecha también «a prueba de niños», esto es, alta y pesa-
da, con el paño firmemente asegurado.
86
LA CELEBRACIÓN DE LA MISA DOMINICAL
242. La sacristía: los ornamentos están dispuestos como está establecido (vid.
apéndice 3, Disposición de los ornamentos, nn. 807-815). Si se usa, se pre-
para el evangeliario. Si se usa incienso, se encenderá el carbón en el
incensario diez minutos antes de la Misa 9. Si antes de la Misa se va a
bendecir el agua bendita, se prepara el acetre con el hisopo. El rito de
la bendición y aspersión del agua bendita se describe al final de este
capítulo.
Revestirse
244. Si se usa, coge el amito por las esquinas donde se atan las cintas y se lo
coloca alrededor del cuello, cruzando las cintas sobre el pecho, pasán-
dolas por debajo de los brazos, y dando la vuelta hasta delante donde se
atan. Luego, se mete un poco el amito por el cuello para ocultarlo. Si
hay un ornamento unido al amito, pone el amito junto con el orna-
mento sobre la cabeza mientras ata las cintas y se pone el alba y los otros
ornamentos. Sólo después lo dejará caer con esmero y naturalidad
sobre los ornamentos. Se seguirá el mismo procedimiento cuando, los
que estén autorizados, vistan un hábito monástico.
245. Se pone el alba dejándola caer en orden por todo el cuerpo, y estiran-
do las mangas hasta las muñecas. No es necesario hacer pliegues en la
9. Al igual que los sacristanes, los ayudantes deben saber dónde se guarda el pan,
el vino, los lienzos, el incienso, el carbón, las velas, etc., para que, si es necesario, se pue-
dan reponer durante la liturgia.
10. El restablecimiento de algunas formas de estas oraciones puede ayudar a man-
tener el recogimiento antes de la Misa. Vid. apéndice 10, Oraciones en el momento de reves-
tirse, n. 892.
87
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Procesión de entrada
248. En la procesión se reúne: al turiferario o portador de incensario, al cruci-
ferario o portador de la cruz, a los ceroferarios o portadores de los ciria-
les, al portador del libro, y al lector o diácono (llevando el evangeliario).
Si se utiliza incienso, el turiferario se acerca al celebrante que lo pone en
el incensario abierto y lo bendice en silencio con la señal de la cruz.
Después de hacer reverencia ante el crucifijo o imagen de la sacristía,
todos se dirigen hacia el presbiterio con paso firme y pausado, mientras
se canta la antífona de entrada o el himno 12. Se toma agua bendita de la
puerta de la sacristía o de la puerta de la iglesia. En la procesión todos
miran hacia adelante, y los ayudantes y los clérigos están espaciados
como corresponde. Los que no llevan nada mantienen las manos juntas.
249. Al llegar ante el altar, los que no llevan nada hacen una inclinación pro-
funda (o una genuflexión si el sagrario está en el presbiterio). Si el lec-
tor lleva el evangeliario, lo coloca en el altar con reverencia. El cele-
brante se dirige hacia el altar y lo besa en el centro, colocando ambas
manos en la superficie y juntándolas después cuando se incorpora. Es
preferible besar el altar por el lado donde se celebrará. (El diácono
también besa el altar, después de colocar el evangeliario en él).
250. Si se usa incienso, al llegar al presbiterio, un ayudante puede compro-
bar si es necesario echar un poco más, y evitar que el celebrante rompa
11. Por costumbre, puede besar la cruz que hay en el centro de la estola.
12. Por una parte, los avisos de un comentador, raramente necesarios, no deben
acompañar la procesión de entrada. Un comentador dando la bienvenida al pueblo es
mejor que se reserve para una ocasión especial cuando hay visitas, de otra manera la
bienvenida parecería ridícula, ya que no se da la bienvenida a una persona cuando está
en su propia casa. El saludo litúrgico del celebrante es la verdadera bienvenida de la
celebración y unas palabras de introducción son generalmente suficientes para intro-
ducir el rito. Por otra, un «rito de reunión» ruidoso y artificial no procede en nuestra
liturgia.
88
LA CELEBRACIÓN DE LA MISA DOMINICAL
Ritos iniciales
89
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
254. Con las manos juntas 17 el celebrante incoa o dice las primeras palabras
del Gloria, cuando la liturgia del día así lo prescribe, a saber: todos los
domingos, excepto en Adviento y Cuaresma, las solemnidades y fiestas
y en las celebraciones locales solemnes. Si es necesario, un solista o can-
tor puede incoar el Gloria. Se canta o recita todos juntos o alternando.
Dos veces durante el Gloria el celebrante inclina la cabeza cuando se
dice «Jesucristo». Durante el Gloria todos permanecen de pie 18.
Liturgia de la palabra
90
LA CELEBRACIÓN DE LA MISA DOMINICAL
Lecturas
El Evangelio
91
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
263. Al terminar la lectura, canta o dice «Palabra del Señor» 26. Toma el libro
con ambas manos y besa el texto: «Las palabras del Evangelio borren
nuestros pecados». El leccionario puede colocarse en una balda debajo
del ambón, o se dará al ayudante para que lo lleve a la credencia, a no
ser que el predicador lo quiera utilizar durante la homilía.
La homilía
92
LA CELEBRACIÓN DE LA MISA DOMINICAL
La profesión de fe
266. Con las manos juntas, el sacerdote introduce a la oración de los fieles. El
ayudante le sostiene el libro. El diácono, el cantor, el lector u otra(s) per-
sona(s) idónea(s) lee las intenciones desde el ambón. Todos contestan
a cada intención con la misma respuesta breve, cantada o recitada; tam-
bién pueden orar en silencio. Al final, el celebrante separa las manos y
canta o recita la oración conclusiva, y junta las manos, como siempre, al
acabar. Quién haya leído las intenciones se vuelve hacia el celebrante
durante esta oración y después del «Amén» abandona el ambón.
Liturgia eucarística
93
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
269. Los tres pasos del «rito de las ofrendas» indican la primera etapa de la
liturgia eucarística, empezando con la sencilla señal de la preparación
del altar. En este momento se alcanza el punto central o cumbre de la
celebración hasta después de la Comunión.
271. Los que van a llevar las ofrendas se reúnen junto a la mesa de las ofren-
das y reciben los vasos sagrados y las vinajeras. Los ayudantes o un ayu-
dante (que no lleve cirio) les acompañan desde la mesa de las ofrendas
hasta el altar. El pan va en una patena o en un copón, y las vinajeras,
con el agua y el vino. También pueden traer las ofrendas para los
pobres. No llevarán los cálices y otros vasos vacíos. En ciertas ocasiones
pueden llevar objetos simbólicos, en particular muestras de trabajo, si
94
LA CELEBRACIÓN DE LA MISA DOMINICAL
274. Durante esta oración levanta sólo un vaso sagrado que contenga pan.
Dice la oración en secreto si se está cantando en este momento o, si no
se canta, el sacerdote dice en voz alta la oración, y entonces el pueblo
aclama: «Bendito seas por siempre, Señor». Si esta oración la dice en
voz alta, no deja la patena en el corporal hasta que el pueblo haya res-
pondido. Cuando no hay canto, el celebrante puede optar también por
decir las oraciones en secreto 34. Parece más conveniente colocar la pate-
na principal en el centro de la parte delantera del corporal. El copón y
otras patenas se habrán colocado en la parte posterior del corporal, o
si hay muchos vasos, en otras partes del altar 35.
95
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
36. Una cantidad muy pequeña de agua; pero es preferible prescindir de la cucha-
rilla.
37. Cf. IGMR, n. 234 b. Como la inclinación no es muy profunda, el celebrante no
necesita apoyar las manos juntas en el borde del altar.
96
LA CELEBRACIÓN DE LA MISA DOMINICAL
278. Extiende las manos y dice: «Orad, hermanos, para que este sacrificio,
mío y vuestro, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso» 38 y junta las
manos. Debe mirar al pueblo mientras dice estas palabras, invitándoles
a participar en la ofrenda fructuosa del sacrifico del Señor. En vez de
«hermanos» puede decir «hermanos y hermanas», «amigos», «ama-
dos», etc. Si está celebrando de espaldas al pueblo, se vuelve hacia él
por la derecha y dice «Orad, hermanos,...», y luego se vuelve por la
izquierda, completando el círculo, pero sólo después de que el pueblo
haya respondido.
279. Luego, el sacerdote, con las manos extendidas, dice la oración sobre las
ofrendas. La recita o canta en voz alta, y una vez acabada junta las
manos. Antes de comenzar la Plegaria eucarística, sería apropiado
hacer una breve pausa.
Plegaria eucarística
38. Estas palabras son obligatorias ya que expresan el carácter de toda la liturgia eucarística
y la plenitud de su contenido divino y eclesial. Juan Pablo II, Dominicae cenae, n. 9. Adviértase
que la traducción adecuada es «sacrificio mío y vuestro».
39. IGMR, n. 54, y vid. CEC, n. 1352.
40. Demostraría no haber entendido la gran acción de gracias volverse hacia las
páginas del prefacio y mirar al libro mientras se dice: «El Señor esté con vosotros»,
«Levantemos el corazón»...
41. En el Misal de Pablo VI, no hay indicaciones de que se deba volver, como exis-
te en otros momentos del rito. Por tanto, la práctica anterior se mantiene, lo cual res-
peta el hecho de que la Plegaria eucarística empieza en este momento, y no en «Te igi-
tur» («Padre misericordioso, te pedimos...»).
97
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Junta las manos en las últimas palabras del prefacio y, con el pueblo,
canta o recita el Sanctus. Puede bajar los ojos de forma recogida duran-
te esta aclamación, pero no se inclina durante el Sanctus.
283. Mientras el pueblo, si es costumbre, se arrodilla después del Sanctus, el
celebrante debe hacer una pausa breve; esto introduce una atmósfera
de silencio y respeto que es apropiada para el centro de la acción sagra-
da. Luego, extiende sus manos y continúa la Plegaria eucarística, que
recita en voz alta o canta de acuerdo con lo que disponga cada canon 42.
284. Para las cuatro Plegarias eucarísticas principales, hay que tener en cuen-
ta las siguientes variaciones textuales y ceremoniales 43.
42. Un celebrante que cante bien puede cantar la Plegaria eucarística, además del
prefacio, pero sólo en ocasiones importantes, teniendo presente la necesidad de cate-
quizar al pueblo respecto a esta bonita práctica.
43. Para los cambios en las otras Plegarias eucarísticas autorizadas, vid. apéndice 5.
44. Cf. IGMR, n. 322. Sin embargo, no debe utilizarse exclusivamente cuando se
celebra con el pueblo, como si esto supusiera un rechazo de la reforma litúrgica que,
incluso, podría sugerir una falta de aprecio del valor doctrinal y pastoral de las otras
Plegarias eucarísticas.
98
LA CELEBRACIÓN DE LA MISA DOMINICAL
Plegaria eucarística II
290. Después de extender sus manos en «Santo eres en verdad, Señor, fuen-
te de toda santidad», el celebrante junta las manos y, manteniéndolas
extendidas con las palmas hacia abajo sobre las ofrendas, en la epícle-
sis, dice: «por eso te pedimos que santifiques estos dones con la efusión
de tu Espíritu». Las junta nuevamente y traza la señal de la cruz, una
vez, sobre las ofrendas en «Cuerpo y Sangre de Jesucristo, nuestro
Señor». Junta las manos y se inclina en el santo nombre. La Consagra-
ción se describe más adelante.
99
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
292. Después de extender las manos dice «Santo eres en verdad, Padre...
desde donde sale el sol hasta el ocaso». Luego, junta las manos y, man-
teniéndolas extendidas con las palmas hacia abajo, sobre las ofrendas,
en la epíclesis, dice «Por eso, Padre, te suplicamos,...». Después, junta
las manos, y traza la señal de la cruz, una vez, sobre las ofrendas en
«Cuerpo y Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro», y vuelve a
juntar las manos inclinándose en el santo nombre. La Consagración se
describe más adelante.
Plegaria eucarística IV
293. Este canon majestuoso, adaptado del texto más largo de la gran anáfo-
ra de san Basilio, es mejor reservarlo para ocasiones solemnes o para
una comunidad que tenga un gran conocimiento de la Escritura. Al
proclamar y ofrecer alabanzas toda la historia de la salvación, se utiliza
siempre como un todo con su propio prefacio. Por tanto, no se usa
cuando una Misa tiene prefacio propio 51.
294. Mantiene las manos extendidas desde «Te alabamos, Padre santo, por-
que eres grande...» hasta «llevando a plenitud su obra en el mundo».
Luego, junta las manos y, manteniéndolas extendidas con las palmas
hacia abajo, sobre las ofrendas, en la epíclesis, dice «Por eso, Padre, te
rogamos que este mismo Espíritu santifique estas ofrendas». Junta las
manos y traza el signo de la cruz sobre las ofrendas en «Cuerpo y Sangre
de Jesucristo, nuestro Señor», vuelve a juntar las manos inclinándose en
el santo nombre. Mantiene sus manos juntas justo hasta después de «Y,
mientras cenaba con sus discípulos». La Consagración se describe más
adelante.
La epíclesis
100
LA CELEBRACIÓN DE LA MISA DOMINICAL
pan y del vino 52. Como ya se ha indicado en las cuatro Plegarias euca-
rísticas más importantes, el celebrante mantiene las manos extendidas
sobre las ofrendas, sin tocarlas, con las palmas hacia abajo. Durante la
epíclesis se aconseja bajar la voz y disminuir el ritmo de las palabras,
para llevar al pueblo al momento de la Consagración. La campanilla
debe sonar brevemente antes de que comience la epíclesis 53.
101
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
102
LA CELEBRACIÓN DE LA MISA DOMINICAL
Variaciones
307. Se deben tener en cuenta los siguientes cambios ceremoniales y tex-
tuales para las cuatro Plegarias eucarísticas más importantes 67.
63. Si, por descuido, el cáliz está lleno, esta acción debe ser más cuidadosa y mode-
rada para evitar posibles percances.
64. Cf. IGMR, n. 109. En las basílicas de Roma, suena una vez en cada elevación y
otra vez, de manera prologada, cuando el celebrante hace la genuflexión después de la
elevación del cáliz.
65. El diácono ni canta ni dice «Éste es el Misterio de la fe», pues esta invitación se
reserva a quien preside la celebración de los Misterios de nuestra Redención.
66. En algunos lugares, en las cuatro opciones relacionadas con sus respectivas ple-
garias, el sacerdote puede decir o cantar (o el coro en su caso) las primeras palabras y
todos le siguen.
67. Para las variaciones en las otras Plegarias eucarísticas autorizadas, vid. apéndice
5, Otras Plegarias eucarísticas, nn. 825-47.
103
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Plegaria eucarística I
308. El celebrante extiende las manos en la anámnesis: «Por eso, Padre, noso-
tros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la
muerte gloriosa...», y después de «tu sumo sacerdote Melquisedec»
junta las manos, da un paso hacia atrás y se inclina profundamente 68,
mientras dice «Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que
esta ofrenda sea llevada...». Se endereza y se signa sin prisa en «seamos
colmados de gracia y bendición...» juntando sus manos brevemente
antes de extenderlas para continuar la conmemoración de la muerte.
Puede omitir «Por Cristo, nuestro Señor. Amén». Todas estas oraciones
deben fluir con calma.
Plegaria eucarística II
68. Cf. IGMR, n. 234 b. Ya que está leyendo el texto, en la práctica esta inclinación
es más moderada, a no ser que conozca el texto de memoria.
104
LA CELEBRACIÓN DE LA MISA DOMINICAL
312. La intención particular por los difuntos «Recuerda a tu hijo (hija) N...»
sólo se añade en los funerales y en las Misas por los difuntos. El nom-
bre del santo del día nunca se inserta en este texto. Junta las manos en
«y cantar tus alabanzas», introduciendo la gran doxología que se des-
cribe más adelante.
Plegaria eucarística IV
105
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Rito de la Comunión
106
LA CELEBRACIÓN DE LA MISA DOMINICAL
321. De nuevo extiende las manos para cantar o recitar «Señor Jesucristo,
que dijiste a tus apóstoles...» inclinándose en el nombre sagrado. Ya que
las palabras de esta oración están dirigidas a Jesucristo, sería apropiado
dirigir la mirada hacia la Hostia. Luego, mirando al pueblo, canta o
recita: «La paz del Señor esté siempre con vosotros» extendiendo y jun-
tando las manos. (Cuando se celebra de espaldas al pueblo, se vuelve
hacia él por su derecha para el saludo, y se gira hacia el altar también
por su derecha, después de haber dado el signo de la paz).
El signo de la paz
322. Con las manos juntas y vuelto hacia el pueblo el celebrante (o el diáco-
no) invita al pueblo a darse fraternalmente la paz, según la costumbre
local 72. La invitación es una fórmula corta y no una pequeña homilía, si
bien el celebrante (o el diácono) puede decir más palabras, inspirán-
dose, tal vez, en las lecturas del día. En el rito de la paz el celebrante no
abandona el altar, así que el diácono y algunos ayudantes se dirigen a él
para recibir la paz. El signo de la paz se lo dan entre sí los que están más
cerca. Los ayudantes no deben deambular por el presbiterio ni van por
la iglesia dando la paz a todo el mundo. Puede utilizarse la fórmula «La
paz del Señor esté siempre con vosotros», a la que se suele responder
«Y con tu espíritu», u otras palabras de acuerdo con la costumbre
local 73.
La fracción
72. No se canta ningún himno durante este rito, de todas maneras, con buenas
razones algunos han pedido que el rito de la paz sea antes de la procesión de las ofren-
das, según la práctica Ambrosiana (Cf. Mt. 5, 23-24).
73. Cf. CO, n. 103.
107
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
La inmixtión
Comunión
328. La acción final de las cuatro que hizo Jesucristo en la Última Cena es
dar el Cuerpo y la Sangre de Cristo en la Sagrada Comunión.
74. Cf. IGMR, n. 56 c, y vid. CEC. n. 1396. La cita de Corintios está tomada de la
segunda edición de Sagrada Biblia. Tomo VII. Facultad de Teología. Universidad de
Navarra. EUNSA, Pamplona, 1995.
75. Cf. IGMR, n. 56 e.
76. Cf. IGMR, n. 113, la vieja función práctica de la patena.
77. Cf. IGMR, n.113. Como es habitual, se inclina en el santo nombre.
78. Cf. IGMR, n. 237.
108
LA CELEBRACIÓN DE LA MISA DOMINICAL
329. Los fieles rezan en silencio, a no ser que estén todavía cantando el
Agnus Dei; mientras, el sacerdote dice en secreto cualquiera de las ora-
ciones de preparación de la Comunión «Señor Jesucristo, Hijo de Dios
vivo...» o «Señor Jesucristo, la Comunión de tu Cuerpo...». Durante
estas oraciones, junta las manos y se inclina hacia el nombre santo. Ya
que las oraciones se dirigen a Jesucristo en la Eucaristía, debe mirar con
reverencia a la Hostia, pero ni se inclina hacia adelante, ni necesita des-
cansar sus manos juntas en el altar. En algunos países, todos se arrodi-
llan después del Agnus Dei.
331. El celebrante, para sumir los fragmentos de la Hostia, coloca uno sobre
el otro —o sume sólo un fragmento—. Y dice en secreto «El Cuerpo de
Cristo me guarde para la vida eterna». Luego, sin prisa, recibe el
Cuerpo del Señor, manteniendo la mano izquierda en el corporal.
Mientras sume de pie, es natural inclinarse ligeramente hacia adelante,
si bien no se debe inclinar profundamente. Junta las manos y hace una
pausa para sumir la Eucaristía con reverencia, preferiblemente sin mas-
ticar de manera ostensible y, si quiere, cerrando los ojos en oración. Si
se adhieren fragmentos de la Hostia a los dedos, frota entre sí los dedos
índice y pulgar hasta limpiarlos; siempre sobre la patena y no sobre el
cáliz 80.
109
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
333. Otra solución es: el celebrante puede tomar el cáliz con ambas manos,
diciendo en secreto «La Sangre de Cristo me guarde...». Luego, con
reverencia y sin prisa, bebe la Sangre del Señor. Pone el cáliz en el cor-
poral, toma el purificador con la mano derecha y cuidadosamente lim-
pia el borde, manteniendo la mano izquierda en el nudo o en la base,
a fin de evitar que se derrame la Preciosísima Sangre si el cáliz está
lleno.
335. Los fieles pueden recibir la Eucaristía de rodillas o de pie 81. Se dirigen
al celebrante o a otro ministro de la Eucaristía, en fila de uno en uno,
de dos en dos, para recibirla de pie. Pueden colocarse a lo largo de la
grada o alrededor de los límites del presbiterio, si es posible acercarse
por varios lados, mientras que el celebrante u otros ministros adminis-
tran la Eucaristía. La Eucaristía también se administra de esta manera
cuando existe la costumbre de arrodillarse en el comulgatorio.
336. Cuando los fieles comulgan de rodillas no se exige de ellos otro signo de reveren-
cia para con el Santísimo Sacramento, porque la misma genuflexión expresa ado-
ración. Pero cuando se comulga de pie se recomienda encarecidamente que los que
81. Cf. Inaestimabile donum, n. 11. El sentido pastoral aconseja no forzar a los que se
niegan a seguir la costumbre local de estar de pie o de arrodillarse. Es deseable la uni-
formidad como signo de unidad, pero no debe imponerse nunca. Negarse a dar la
Eucaristía a una persona por su postura seguramente sería ilícito.
110
LA CELEBRACIÓN DE LA MISA DOMINICAL
111
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
341. «Es muy de desear que los fieles participen del Cuerpo del Señor con
Pan Consagrado en esa misma Misa y, en los casos previstos, participen
del cáliz, de modo que aparezca mejor, por los signos exteriores, que la
Comunión es una participación en el sacrificio que entonces mismo se
celebra» 88.
342. Sin embargo, cuando el sagrario también se utiliza como lugar para
dejar suplementariamente las Hostias consagradas, el celebrante se diri-
ge allí después de sumir la Preciosa Sangre, lo abre, hace una genufle-
xión y saca el vaso(s) sagrado(s), cierra la puerta, y lo(s) traslada al
altar. Otra solución sería que, durante el Padrenuestro o cuando el cele-
brante se prepara para la Comunión, el diácono, el acólito u otro minis-
tro extraordinario puede trasladar la Eucaristía desde el sagrario al
altar. Inmediatamente después de la Comunión de los fieles, el cele-
brante (u otro ministro) vuelve al altar y coloca todas las partículas en
uno o varios copones. Luego, coloca la Eucaristía en el sagrario y hace
la genuflexión antes de cerrar la puerta. La llave debe llevarse al altar y
guardarla con el cáliz, a no ser que se requiera en otra Misa o función
litúrgica.
86. Como en IGMR, n. 247 a. Las patenas que encajan alrededor del borde del cáliz
son adecuadas pero feas.
87. En las ocasiones en que están presentes no católicos, puede ocurrir en zonas de
veraneo, antes de la Comunión el celebrante puede decir algo matizado y positivo
como: «los católicos que estén debidamente preparados pueden venir a recibir la
Eucaristía».
88. IGMR, n. 56 h.
112
LA CELEBRACIÓN DE LA MISA DOMINICAL
Purificaciones
347. Si hay varios copones para purificar, puede no ser fácil limpiarlos «en
seco» con el purificador. Por tanto, se puede echar agua en un copón
(sobre los dedos), seca los dedos y echa la ablución en el siguiente, y así
sucesivamente, hasta que al final lo vierte en el cáliz y lo bebe.
113
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Después de la Comunión
351. Después de la purificación de los vasos sagrados (o mientras el diácono
o acólito se los llevan), el celebrante va a la sede y se sienta. Después de
la Sagrada Comunión hay un momento de silencio, o se canta un salmo,
o un canto de alabanza. Incluso después de que se haya cantado un
himno o motete, debe haber una pausa definida para rezar en silencio.
Si se canta un himno durante o después de la Comunión, no se recita
la antífona de Comunión 93.
114
LA CELEBRACIÓN DE LA MISA DOMINICAL
353. Los avisos deben comunicarse en este momento. Deben ser breves 94. Si
los avisos son un poco largos, el celebrante o el diácono invita al pue-
blo a sentarse.
Rito de conclusión
354. De cara al pueblo, el celebrante extiende las manos y canta o dice: «El
Señor esté con vosotros». Si se utiliza la forma simple de bendición, de
cara al pueblo, con las manos juntas 95, canta o recita: «La bendición
de Dios todopoderoso...» 96. Luego hace la señal de la cruz, una vez, de
forma clara y sin prisa sobre el pueblo, mientras dice: «Padre, Hijo y
Espíritu Santo». Todos responden cantando o recitando: «Amén».
356. Si se usa una de las oraciones sobre el pueblo, se sigue el mismo proce-
dimiento que en una bendición solemne. Extendiendo las manos sobre
el pueblo, las junta al final de la oración antes de que todos respondan
94. En la mayoría de los casos bastará con referirse al Boletín diocesano, o parro-
quial. En algunas parroquias se sientan los fieles y un comentador comunica los avisos.
95. Algunos sacerdotes todavía hacen el gesto reverente de extender y alzar las
manos, con los ojos mirando hacia arriba un momento, la cabeza inclinada ligeramen-
tee antes de la bendición, pero esto no se menciona ni en el IGMR, ni en el CO.
96. La bendición del sacerdote se da directamente al pueblo. Por tanto, se dirige al
pueblo con «vosotros», y nunca con la fórmula laical «nos bendiga», o «descienda sobre
nosotros».
115
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
116
LA CELEBRACIÓN DE LA MISA DOMINICAL
100. Cf. IGMR, n. 29, descrito en CO, n. 133. El celebrante no lleva la capa para este
rito.
101. Es bueno utilizar sal, además del respeto por la continuidad en nuestra tradi-
ción. También conserva el agua pura y libre de algas.
117
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Colectas y estipendios
102. Nótese que en el nuevo texto latino del Misal de Pablo VI se utiliza «Asperge
me», en vez de «Asperges me».
118
LA CELEBRACIÓN DE LA MISA DOMINICAL
368. A causa del vínculo que existe entre la palabra proclamada y la predi-
cación, es preferible no tener la colecta entre el Evangelio y la homilía,
si es posible. Se pueden realizar las colectas:
—después de la homilía, y
—después de la oración de los fieles.
Una «colecta especial» se puede realizar a la puerta de la iglesia
mientras los fieles se marchan. Sin embargo, una colecta nunca debe
realizarse después de la Comunión, o durante una lectura u oración.
370. c) Missa pro populo: El canon 534 exige al párroco aplicar la Misa por su
pueblo los domingos y días de precepto, pero puede recibir un esti-
pendio por una segunda Misa.
103. Cf. IGMR, n. 101. En la mayoría de las parroquias se lleva a la sacaristía para
contarlo y colocarlo a buen recaudo.
104. Vid. CIC, cánones 945-58 y apéndice 8, Estipendios de la Misa, n. 864. tratan de
la cuestión «intenciones colectivas».
119
6. Misa solemne
1. Las tareas del diácono descritas en este capítulo se derivan de IGMR, nn. 127-
147.
121
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Preparativos
374. Altar: se encienden cuatro o seis velas sobre el altar o cerca de él.
Procesión de entrada
377. Al llegar delante del altar, los que no llevan nada en las manos hacen
una inclinación profunda (o genuflexión si el sagrario se encuentra en
el presbiterio). Si no hay muchos ayudantes, todos pueden hacer la
reverencia al unísono, pero parece preferible hacerla de dos en dos.
2. En algunas iglesias, durante la procesión, se toca el órgano y, sólo cuando los clé-
rigos y ayudantes entran en el presbiterio, se entona la antífona de entrada o himno.
3. Derivado del IGMR, n. 236 a; CO, n. 93.
122
MISA SOLEMNE
123
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
381. Una vez que el celebrante ha vuelto al centro del altar, entrega el incen-
sario al diácono (que se lo da al turiferario); luego, se dirige hacia la
sede con el diácono(s). El himno de entrada debería acompañar estas
acciones, pero si ha finalizado, el organista o los músicos podrían tocar
una música apropiada hasta que se complete la incensación y el cele-
brante y el diácono(s) estén junto a la sede.
Ritos introductorios
Liturgia de la palabra
124
MISA SOLEMNE
Evangelio
388. Los ceroferarios permanecen en pie a cada lado del ambón y afronta-
dos 8. El turiferario se sitúa a la derecha del diácono. El maestro de cere-
monias puede ponerse a su izquierda. El diácono deja el evangeliario
sobre el ambón y lo abre por el lugar señalado. Entonces, con las manos
juntas, saluda al pueblo cantando «El Señor esté con vosotros» 9. En
«Lectura del...», hace el signo de la cruz claramente y sin prisa, prime-
ro sobre el texto, después en su frente, boca y pecho. Junta las manos y
coge el incensario que está en manos del turiferario o del maestro de
ceremonias. Hace una inclinación ante el evangeliario y lo inciensa con
tres incensaciones dobles: en el medio, a su izquierda y a su derecha. Se
inclina de nuevo y entrega el incensario al turiferario o al maestro de
ceremonias. Después canta o lee el Evangelio con las manos juntas.
Durante la lectura, el celebrante y todos los que están en el presbiterio
se vuelven hacia el ambón. El turiferario balancea el incensario con la
mano derecha moderadamente pero en toda su longitud. (Vid.
Apéndice 11, Diagrama 3).
125
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
389. Después de cantar «Palabra del Señor», alza el libro abierto y besa el
texto diciendo en voz baja «Por las palabras del Evangelio...» 10. Es cos-
tumbre que en algunos lugares el diácono sostenga el libro en alto
mientras dice «...Palabra del Señor» y en la aclamación. Después del
Evangelio, los ceroferarios vuelven por el camino más corto al lugar
que ocupaban cerca de la credencia y dejan los cirios en su sitio (sin
apagarlos). El turiferario regresa a la sacristía o al lugar acostumbra-
do 11.
Homilía
390. A menos que se requiera el evangeliario para la homilía, uno de los ayu-
dantes lo lleva con reverencia a la credencia. Si el celebrante predica en
el ambón, el diácono regresa a su sitio a la derecha de la sede. Si el diá-
cono predica, permanece en el ambón. Si predica un concelebrante o
un sacerdote o un diácono con hábito coral, no recibe la bendición del
celebrante.
Profesión de fe
391. El Credo debería ser cantado. En la sede, el celebrante incoa las pala-
bras iniciales 12. Todos hacen una inclinación profunda en el «por obra
del Espíritu Santo... se hizo hombre».
126
MISA SOLEMNE
Liturgia eucarística
394. El celebrante recibe las ofrendas de los fieles del modo que se describió
en el capítulo anterior. Está asistido por el diácono que se sitúa a su
derecha. El diácono(s) y los ayudantes llevan las patenas y demás obje-
tos al altar donde los colocan ordenadamente. El celebrante se dirige al
altar. Un himno o música acompañará la procesión de ofrendas y puede
continuar durante la preparación de las ofrendas.
13. El diácono puede traer los cálices ya preparados desde la credencia. Pero si no
ha habido procesión de ofrendas, puede preparar los cálices en el altar, después de que
los ayudantes traigan los vasos sagrados; mientras, el celebrante permanece en la sede.
127
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
128
MISA SOLEMNE
Plegaria eucarística
129
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
19. Cf. CO, n. 155. No obstante, parece preferible que los copones permanezcan
destapados, excepto en Misas al aire libre.
20. Pero a la luz de CO, n. 155, se prefieren las dos primeras opciones. En el Rito
Romano, el diácono inciensa a la asamblea después de la incensación de las ofrendas y
del altar. Esto debería hacerse extensible a la incensación de la Eucaristía.
21. Cf. IGMR, n. 109; puede ser costumbre tocar las campanas de la iglesia en cada
incensación.
130
MISA SOLEMNE
Rito de la Comunión
Comunión
131
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Purificaciones
Después de la Comunión
Rito de conclusión
132
MISA SOLEMNE
133
7. Concelebración
414. La ceremonia de una Misa concelebrada expresa «la unidad del sacer-
docio y del sacrificio, y de todo el pueblo de Dios» 1. Aunque la conce-
lebración se establece como una forma normal de celebrar la liturgia,
el obispo diocesano tiene el derecho de ordenar la disciplina de la con-
celebración en todas las iglesias y oratorios 2 de su propia diócesis.
1. IGMR, n. 153.
2. Cf. Concilio Vaticano II, SC, n. 57; IGRM, n. 155. Esta autoridad también se
extiende a los otros Ordinarios, tales como los superiores mayores que tienen el dere-
cho de juzgar la conveniencia y de dar permiso para la concelebración en sus iglesias u
oratorios.
3. Cf. IGMR, nn. 157, 158.
4. Cf. Concilio Vaticano II, SC. n. 57, 2.
5. Esta descripción de la concelebración se deriva de IGMR, nn. 153-208 y CO, nn.
128-70.
135
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
136
CONCELEBRACIÓN
Preparativos
421. El maestro de ceremonias y el sacristán supervisan los preparativos en
la sacristía o, en su caso, sala de revestirse. Dependiendo del nivel de
solemnidad y de la ocasión, todo se prepara para la Misa tal y como se
ha establecido en los capítulos precedentes pero con las siguientes
variaciones.
422. Credencia: vino suficiente para los concelebrantes, cáliz(ces) apropia-
do(s); patena(s), preferentemente con una gran forma o formas que
puedan ser partidas en pedazos y compartidas; una provisión adecuada
de purificadores (salvo que cada sacerdote traiga el suyo propio); folle-
tos o tarjetas que contengan el texto de la Plegaria eucarística, prepa-
radas para la concelebración (al menos para los concelebrantes que tie-
nen una parte hablada en la Plegaria). Si hay procesión de las ofrendas,
el pan y el vino se colocan en la mesa de las ofrendas.
423. Sacristía o, en su caso, sala de revestirse: casullas, estolas y albas se dejan
preparadas para los concelebrantes, preferiblemente marcadas de
acuerdo con la talla.
424. En la sacristía, se ha de mantener un ambiente recogido de silencio
antes de la concelebración. Sin embargo, antes de que la procesión deje
la sacristía, deberían clarificarse los siguientes puntos:
—dónde se van a sentar los concelebrantes;
—si tienen que inclinarse o hacer la genuflexión en grupos de dos;
—dónde besan el altar;
—si uno de ellos tiene que leer el Evangelio;
—quién predica la homilía;
137
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Ritos introductorios
427. La Misa se sigue como de costumbre. Uno de los concelebrantes puede
dirigir las invocaciones del rito penitencial si se escoge la opción (c).
Un concelebrante puede entonar el Gloria, si es necesario 9.
138
CONCELEBRACIÓN
Liturgia de la palabra
Evangelio
Homilía
431. El Credo se canta o dice cuando la liturgia del día lo prescribe. Igual
que en el Gloria un concelebrante puede entonar el Credo. En la ora-
ción de los fieles se pide tal y como se ha descrito en los capítulos pre-
cedentes. Si no hay un diácono ni un lector o un laico disponible, un
concelebrante lee las intenciones.
Liturgia eucarística
139
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
140
CONCELEBRACIÓN
Plegaria eucarística
437. El celebrante principal no comienza el diálogo del prefacio hasta que los
concelebrantes estén en sus lugares respectivos. Si los concelebrantes
designados van a recitar o cantar partes específicas de la Plegaria euca-
rística, observarán las directrices establecidas para cada Plegaria 13. El
orden de precedencia es el siguiente: el primer concelebrante está de
pie a la derecha del concelebrante principal, extiende sus manos y dice
la primera parte de la Plegaria correspondiente a un concelebrante; el
segundo concelebrante, que está de pie a la izquierda del celebrante
principal, extiende sus manos y dice la segunda parte de la Plegaria, y así
sucesivamente. Sin embargo, el celebrante principal puede escoger
decir la Plegaria entera. Para evitar confusiones, antes de la Misa debe-
ría indicarse esta decisión a los concelebrantes (vid. n. 424).
439. Sólo la voz del celebrante principal debería predominar cuando los con-
celebrantes se unan a él diciendo partes de la Plegaria eucarística 15. Por
tanto, los concelebrantes han de decir al unísono: la epíclesis, las pala-
bras de la Consagración y de cualquier otra parte de la plegaria, con voz
suave, preferiblemente un murmullo, para evitar el sonido pesado de un
conjunto de voces masculinas 16. Si la Consagración es cantada, el cele-
13. Ver IGMR, nn. 171- 91, indicado en los folletos de los concelebrantes publica-
dos por las autoridades competentes.
14. Como en IGMR, n. 174 c.
15. Cf. IGMR, n. 170.
16. El clero no acostumbrado a la concelebración necesita que se le recuerde esto.
Pero concelebrar «mentalmente», en total silencio, es contrario a la práctica del Rito
Romano. En 1956, anticipándose a la restauración de la concelebración, el papa Pío XII
decidió que nuestro Rito seguiría la práctica rusa por la cual todos los concelebrantes
articulan las palabras de la epíclesis y la Consagración junto con el celebrante princi-
pal. Cf. Papa Pío XII, Discurso al Congreso Internacional sobre Liturgia Pastoral sobre el
Movimiento Litúrgico, 22 de septiembre de 1956, II. I, «Acción de Cristo».
141
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Rito de la Comunión
442. Durante el Padrenuestro el celebrante principal y los concelebrantes
mantienen sus manos extendidas 18. Sólo el celebrante principal dice
«Líbranos de todos los males...» y «Señor Jesucristo, que dijiste a los
apóstoles...». Si no hay un diácono presente, el primer concelebrante
invita al pueblo a darse la paz, que se da de acuerdo con la costumbre
local. En una concelebración, la manera Romana de impartir y recibir
el signo de la paz siempre parece preferible. Si es necesario, los conce-
lebrantes ayudan al celebrante principal a fraccionar las Hostias mien-
tras se dice o canta el Agnus Dei. El celebrante principal dice en silencio
la oración antes de la Comunión, y los concelebrantes pueden decirla
mentalmente con él.
17. En algunos lugares, patenas y cálices se pasan a lo largo del altar y luego son ele-
vados por los concelebrantes en la doxología. No hay justificación para este enredo
litúrgico. Sólo han de ser elevados una patena y un cáliz.
18. Aunque no está de acuerdo con una interpretación de los gestos comunes, esta
práctica ha sido añadida en CO, n. 159, zanjando así la disputa sobre este punto menor
en favor de la costumbre que prevalece.
142
CONCELEBRACIÓN
447. Hay varios procedimientos posibles para que los concelebrantes reci-
ban del cáliz la Preciosa Sangre, después del celebrante principal.
143
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
449. b) Los concelebrantes esperan en sus lugares hasta que otros concele-
brantes les traigan el cáliz y el purificador. Un concelebrante está de pie
delante de cada sacerdote y le pasa el cáliz, sin decir nada. Antes de
sumir la Sangre del Señor, el concelebrante dice en secreto «La Sangre
de Cristo...». El concelebrante que administra limpia el cáliz y pasa al
siguiente concelebrante. Sin embargo, excepto cuando los concele-
brantes están obligados a sentarse en filas, lo que dificultaría el acceso
de terceros, el cáliz y el purificador no debería pasar directamente de
sacerdote a sacerdote. En esto, se debería tener consideración con los
sacerdotes ancianos y enfermos.
21. Cf. CO, n. 164, si bien el número 16 indica las otras opciones en IGMR, nn.
201-6, para recibir la Comunión bajo ambas especies. Puede no parecer apropiado
para un diácono ayudar con el cáliz a los concelebrantes, aunque de todas maneras,
en este momento del rito, los diáconos deberían estar ayudando en la Comunión de
los fieles.
22. En las grandes concelebraciones, los altares laterales no deberían utilizarse
como lugares donde los concelebrantes reciben la Eucaristía, porque esto destruye el
signo importante de un «único altar».
144
CONCELEBRACIÓN
Purificaciones
23. Ésta es la práctica corriente en la Misa Crismal del Papa el Jueves Santo en la
basílica de San Pedro. Los muchos diáconos que ayudan en este rito llevan la Eucaristía
a los sacerdotes concelebrantes.
24. Cf. IGMR, n. 206. Sin embargo, el valor de signo de la concelebración parece-
ría disminuir cuando la intinción es practicada por todos los concelebrantes.
25. Después de la Comunión, lo que permanece en un cáliz no se consume en el
lugar donde se distribuyó la Comunión o, lo que es peor, mientras se regresa al altar o
a la credencia.
145
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
den dejarse en un corporal cubiertos con un velo, de tal manera que las
purificaciones puedan llevarse a cabo después de la Misa, en la creden-
cia o en el altar lateral, pero no en la sacristía. En la credencia o cerca
del sagrario, debería proveerse para la purificación de las manos de los
que han distribuido la Sagrada Comunión. Un ayudante puede aproxi-
marse al celebrante principal y ofrecerle un «piscis» o vaso con agua y
un purificador para este propósito 26.
Después de la Comunión
Rito de conclusión
146
CONCELEBRACIÓN
28. Se espera incluir todos los detalles de los ritos funerarios en una próxima obra
describiendo las ceremonias de los sacramentos y los tiempos litúrgicos.
29. El espectáculo de una multitud de sacerdotes mirando hacia abajo desde la
parte superior del presbiterio a la asamblea es inaceptable. Menoscaba la sencillez y la
naturaleza «ordenada» de la liturgia Romana.
147
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
«Yo les he dado la gloria que tú me diste, a fin de que sean uno,
como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí, para que sean per-
fectamente uno y conozca el mundo que tú me enviaste y amaste a
éstos como me amaste a mí».
Nuestro Señor Jesucristo
Gran Oración Sacerdotal
Juan 17, 22-23
148
8. El obispo celebra la Misa
149
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
466. De acuerdo con la tradición antigua que asocia estrechamente a los diá-
conos con el obispo, el papel del diácono es importante, de modo par-
ticular, en esta forma solemne de la Misa. Ayudan, por lo menos, tres
diáconos revestidos con (amito), alba, (cíngulo), estola y dalmática. El
primero actúa como diácono de la Misa, leyendo el Evangelio y aten-
diendo el altar; los otros dos son los ayudantes inmediatos del obispo y,
normalmente, se sientan a ambos lados de éste. Si hay cuatro diáconos,
los dos primeros pueden compartir el ministerio del diácono de la
Misa, como «diácono de la Palabra» y «diácono de la Eucaristía», reali-
zando la mayoría de las funciones sugeridas en el Capítulo 6. Los otros
dos diáconos serían los ayudantes inmediatos del obispo. Para clarificar
lo descrito en el Ceremonial de Obispos, en adelante hablaremos de estos
dos diáconos como primer y segundo diácono ayudante.
469. Un maestro de ceremonias dirige los ritos. Pero en días de espcial relie-
ve, tales como las Ordenaciones, pueden ser útiles dos o más. Aparte de
los ayudantes que se requieren para la Misa solemne, según se estable-
ció en el Capítulo 6, habrá un ayudante para la mitra y otro para el
báculo. Sobre el alba o sobrepelliz llevan humerales, lienzos ligeros de
seda blanca o de un tejido similar con los que cubren sus manos cuan-
150
EL OBISPO CELEBRA LA MISA
Pontificalia
470. De acuerdo con las enseñanzas del Concilio Vaticano II sobre la cole-
gialidad, las distinciones litúrgicas entre obispos Ordinarios y auxilia-
res, y retirados, se han reducido. No obstante, el obispo diocesano
conserva el derecho (a) a usar la «pontificalia» completa, en concre-
to, el uso del báculo, y (b) a presidir en la cátedra. Puede conceder
estos privilegios a otros obispos 5. Sin embargo, en las Confirmaciones,
en las Ordenaciones, en la dedicación de una iglesia y en otras oca-
siones, todos los obispos tienen derecho a usar báculo, que llevan en
la mano izquierda con la parte curva superior orientada hacia el pue-
blo 6.
471. El obispo lleva la cruz pectoral con el cordón de seda verde y dorada
sobre el alba y la estola. Viste la dalmática episcopal bajo la casulla. Esta
dalmática ligera es del color de los ornamentos o blanca. Si es el metro-
politano, llevará el palio prendido sobre la casulla 7. Sobre el solideo
lleva la mitra ornamentada. Pero usará una mitra de lino sencilla en los
funerales y Misas por los difuntos, en el día de los fieles difuntos, en el
Miércoles de Ceniza, durante las celebraciones cuaresmales, en el rito
de inscripción de nombres, en el Viernes Santo y en la celebración
solemne de la Penitencia 8.
4. La antigua costumbre de cubrirse las manos con un velo para coger un objeto
litúrgico, no es sólo práctica, sino también simbólica; muestra la reverencia por los sig-
nos sagrados como puede verse en los mosaicos de Rávena. El uso de guantes en lugar
de los velos es contrario a esta buena tradición.
5. Cf. CO, nn. 47, 59, 174.
6. Cf. CO, n. 59; suprimiendo la costumbre según la cual un obispo que no es
Ordinario orientaría la parte curva hacia sí mismo, indicando así la carencia de juris-
dicción.
7. Cf. CO, n. 62. El palio se lleva en la Misa solemne, en las Ordenaciones, en la
bendición de un abad o abadesa, en las consagraciones a la vida de celibato y en la dedi-
cación de una iglesia o de un altar.
8. Cf. CO, nn. 400, 402, 255, 261, 419, 315 a, 622. De acuerdo con las costumbres y
tradiciones de la Iglesia local, se puede reservar una mitra y un anillo especialmente
nobles para las ocasiones festivas.
151
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Preparativos
Preparación inmediata
473. Se prepara todo lo necesario para una Misa solemne concelebrada, con
las siguientes variaciones:
474. Altar: Preparado como de costumbre para la Misa solemne, pero enci-
ma o alrededor del mismo se encienden cuatro, seis o siete velas (si
celebra el obispo diocesano), a menos que se lleven en procesión.
475. Cátedra: Se preparan asientos para los diáconos asistentes y para los tres
ayudantes del obispo. (En otras iglesias la sede presidencial puede colo-
carse en un lugar más destacado).
476. Credencia: El aguamanil episcopal con su jofaina y una toalla, junto con
los vasos eucarísticos.
478. Los detalles específicos de la Misa del obispo, que se establecen más
abajo, deben integrarse cuidadosamente en el ceremonial de la forma
solemne de la Misa ya descrita en el Capítulo 6.
152
EL OBISPO CELEBRA LA MISA
pondientes territorios. Dicha capa debería llevarse sólo «en las fiestas
más solemnes» 10. Mientras se acerca a la iglesia, puede ir escoltado por
los canónigos y otros clérigos en hábito coral, que le siguen en fila de
a dos; o bien puede llegar de un modo menos formal y ser recibido por
los clérigos en la puerta principal. Un acólito o ayudante llevará la cruz
metropolitana delante de un arzobispo (que haya recibido el palio)
dentro de su provincia. En las procesiones, la imagen de la cruz da la
cara al frente.
480. Mientras el obispo llega seguido por los clérigos, el deán o administra-
dor de la catedral, el canónigo de más antigüedad o el párroco de la
iglesia, espera en la puerta con un ayudante que lleva el acetre de agua
bendita y el hisopo. Se inclina ante el obispo, coge el hisopo y se lo
entrega. El obispo se quita la birreta y/o solideo y se asperge a sí mismo
y a los que le rodean. (Esto se omite si la bendición y aspersión de agua
bendita es parte de la Misa). Después, los clérigos le escoltan hasta el
lugar donde se reserva el Santísimo Sacramento. El obispo se quita
el solideo, hace una genuflexión y reza por breve tiempo arrodillado en
un reclinatorio. Se levanta, vuelve a hacer una genuflexión y se pone el
solideo. Entonces es escoltado hasta la sacristía (o capilla, como es cos-
tumbre en algunas catedrales), donde los diáconos y los ayudantes (que
ya deben estar revestidos) le ayudan a revestirse.
En la sacristía
10. Cf. CO, n. 64. Es costumbre que quien lleve la cola de la capa vista sólo la sota-
na, porque hace las veces de «empleado de hogar».
11. Adoptado en climas calurosos cuando el alba sustituye a la sotana.
153
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Procesión de entrada
485. El obispo y los diáconos besan el altar. Luego se inciensa el altar como
de costumbre. El primer diácono ayudante toma el incensario y lo
entrega al obispo. Una vez acabada la incensación, el obispo entrega el
incensario al diácono que, a su vez, lo da al turiferario. Los diáconos
ayudantes (o los concelebrantes) avanzan a ambos lados del obispo
154
EL OBISPO CELEBRA LA MISA
Ritos introductorios
486. Los diáconos ayudantes (o los dos concelebrantes) ocupan los asientos
situados a ambos lados de la cátedra del obispo. Al diácono (o diáco-
nos) de la Misa se le asigna un lugar distinto, pero nunca entre los con-
celebrantes. La Misa solemne continúa como de costumbre. El obispo
puede entonar como saludo: «La paz esté con vosotros». En los domin-
gos, la bendición y la aspersión del agua bendita puede sustituir al rito
penitencial. (Vid. Apéndice 11, Diagrama 6).
Liturgia de la palabra
155
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
490. En la homilía, el obispo puede predicar desde la cátedra —de pie o sen-
tado— o desde el ambón. En una Misa solemne llevará la mitra y, si es
conveniente, puede sostener el báculo con la mano izquierda. Si sus
notas para la homilía no están ya en el ambón o en la cátedra, el maes-
tro de ceremonias se las entrega.
Liturgia de la Eucaristía
494. Los dos diáconos ayudantes se sitúan en sus lugares detrás del altar, a
una cierta distancia del mismo. Si la Misa se celebra de cara al altar, se
sitúan al pie de la grada, alineados con las esquinas del altar.
Permanecen en estos lugares hasta que reciban la Sagrada Comunión.
Sin embargo, en el altar, el diácono de la Misa realiza sus funciones,
como es normal, a la derecha del obispo. Si este ministerio es compar-
tido por un diácono de la Eucaristía y un diácono de la Palabra, ambos
permanecen cerca del altar a derecha e izquierda, respectivamente, del
156
EL OBISPO CELEBRA LA MISA
obispo, unos pasos por detrás para dejar espacio suficiente a los conce-
lebrantes que estén en el altar.
497. Si concelebran otros obispos, ellos mismos llevan sus solideos a los
asientos que ocupan. Deberían permanecer junto al altar o cerca del
mismo según el orden de rango o antigüedad. Entre los presbíteros
concelebrantes, el vicario general y el deán en su catedral ocupan los
primeros lugares después del obispo. No obstante, considerando el
papel de los diáconos en esta liturgia, se debería cuidar que no haya
muchas personas alrededor del altar.
Plegaria eucarística
498. Todo procede como para una Misa solemne concelebrada. Sin embar-
go, si el mismo obispo lee la Plegaria eucarística, al llegar a la interce-
sión por el obispo diocesano, dice: «y a mí, indigno siervo tuyo». Todos
los diáconos se arrodillan durante la epíclesis y la Consagración. Los
diáconos, el turiferario y los ceroferarios ayudan según lo descrito en el
Capítulo 6.
16. El diácono que sirve en el altar debería ayudar en la incensación de las ofren-
das. Por tanto, parece mejor que los diáconos ayudantes permanezcan donde están
para resaltar el papel del diácono(s) principal de la Misa.
157
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Rito de la Comunión
499. Todo procede como para una Misa solemne concelebrada. El diácono
de la Misa (el diácono de la Palabra o el primer concelebrante) invita a
la asamblea a darse el signo de la paz. El obispo lo da, al menos, a los
dos concelebrantes más próximos y, después, al diácono de la Misa (o a
los dos diáconos que comparten este ministerio). Parece preferible que
los concelebrantes y los diáconos se acerquen al obispo para recibirlo
salvo que haya obispos concelebrando, en cuyo caso es mejor que sea él
quien se acerque a ellos.
Comunión
500. Mientras se canta el Agnus Dei, los concelebrantes pueden ayudar al obis-
po a fraccionar la Hostia(s). Como se señaló en el capítulo 7, nn. 443-454,
acerca de la concelebración, hay un modo apropiado para que los con-
celebrantes reciban la Eucaristía cuando el obispo celebra Misa. Después
de la fracción, cada concelebrante se acerca al obispo, quien sostiene la
patena; hace una genuflexión, toma una porción de la Hostia y vuelve a
su lugar, donde sume la Eucaristía al mismo tiempo que el obispo 17.
502. El Obispo, acompañado por los diáconos ayudantes (si no están ocupa-
dos en otras tareas), va a la cátedra y se sienta. Los ayudantes traen el
aguamanil y la jofaina episcopal, y una toalla. Hacen, como de costum-
bre, una inclinación y le lavan las manos (pero no se arrodillan). Luego
hacen una nueva inclinación y vuelven a la credencia. Un ayudante trae
el solideo desde la credencia, y el segundo diácono ayudante o el maes-
tro de ceremonias lo pone sobre la cabeza del obispo.
17. Esta misma práctica se realiza cuando el Papa, como cabeza del Colegio Epis-
copal, concelebra con obispos. Sin embargo, cuando un obispo o un arzobispo conce-
lebra con hermanos obispos, puede preferir distribuir la Eucaristía en una de las otras
formas para subrayar la relación colegial con ellos.
18. Un obispo mayor puede distribuir la Comunión sólo a unas pocas personas.
158
EL OBISPO CELEBRA LA MISA
503. Los diáconos (y/o los concelebrantes y los acólitos instituidos) hacen
las purificaciones en la credencia(s). Después del tiempo de oración en
silencio o del himno o motete que sigue a la Comunión, el obispo se
levanta. Cuando toda la asamblea se ha puesto en pie canta —asistido
por el portador de los libros— «Oremos» y la oración de después de la
Comunión (como alternativa, puede decir esta oración y dar la bendi-
ción de despedida desde el altar). Antes de cantar «El Señor esté con
vosotros», que precede a la bendición, recibe la mitra del segundo diá-
cono ayudante, o recibe la mitra y permanece sentado mientras se dan
algunos avisos antes de la bendición.
Rito de conclusión
505. Sólo para una de las bendiciones solemnes con oración sobre el pueblo,
el obispo recibe el báculo, que se lo entrega el segundo diácono ayu-
dante justo antes de la fórmula de bendición, porque debe extender sus
manos sobre el pueblo para la invocación(es). En la forma más simple,
el obispo recibe el báculo después de cantar «El Señor esté con voso-
tros». Durante la fórmula trinitaria de bendición, hace la señal de la
cruz con claridad tres veces, empezando desde su izquierda. Durante la
bendición puede orientarse con naturalidad hacia el pueblo según esté
congregado alrededor o delante del altar. Después, el diácono de la
Misa canta la despedida como siempre.
19. Establecida en CO, nn. 1122-1126. El Ordinario puede seleccionar cada año
tres fiestas solemnes para impartir la bendición papal con indulgencia plenaria. Esta
bendición modifica:
—el rito Penitencial,
—la oración de los fieles y
—la introducción a una de las bendiciones solemnes y la fórmula de ésta.
159
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
dirige al centro del presbiterio donde, a una señal del maestro de cere-
monias, hace la reverencia acostumbrada. La procesión abandona la
nave en el mismo orden en el que entró, excepto el turiferario, que
sigue a la cruz y a los ciriales.
508. Debería ponerse todo el empeño para vivir la liturgia con el mayor
esmero cuando el obispo va a una parroquia. La forma solemne arriba
explicada puede modificarse de acuerdo con la ocasión 20. El obispo
estará directamente asistido por uno o dos diáconos, o bien por un con-
celebrante o por un presbítero revestido con alba y estola. Pueden con-
celebrar otros presbíteros. Habrá un número conveniente de ayudan-
tes, y puede emplearse incienso. Si la Misa se celebra durante la visita
pastoral de un obispo, éste debe ser recibido formalmente a la entrada.
510. El obispo puede saludar diciendo: «La paz esté con vosotros» al comien-
zo de la Misa. No sólo el diácono sino también un concelebrante u otro
sacerdote que vaya a proclamar el Evangelio se acercan a recibir la ben-
dición del obispo, y deberían presentarle el evangeliario para que lo
bese después de haber sido leído. Como de costumbre, en el lavatorio,
pueden emplearse un aguamanil y una jofaina metálicos. El diácono, el
maestro de ceremonias o un sacerdote le quitará el solideo después de
160
EL OBISPO CELEBRA LA MISA
511. Cuando el obispo celebra la forma sencilla de la Misa, por ejemplo: cuan-
do celebra con pueblo un día corriente o hace una suplencia en una
parroquia, no lleva mitra ni báculo. Sin embargo, sí lleva el anillo, la cruz
pectoral y el solideo. Puede saludar diciendo: «La paz esté con vosotros»
al comienzo de la Misa, y usar aguamanil y jofaina metálicos de acuerdo
con la costumbre. En la Plegaria eucarística, el obispo hace la referencia
acostumbrada a su persona. Impartirá la bendición final como obispo.
512. En su capilla, el obispo puede celebrar la «Misa sin pueblo» del mismo
modo que un presbítero. No obstante, siempre llevará el anillo. Puede
optar por llevar o no la cruz pectoral y el solideo. Asimismo, puede
decir el saludo «La paz esté con vosotros» al comienzo de la Misa, y usar
un aguamanil y jofaina metálicos. En la Plegaria eucarística hará, como
es usual, una referencia a sí mismo. Dará la bendición como obispo.
513. Hay situaciones pastorales en las que es conveniente que el obispo pre-
sida pero que no sea el celebrante principal de la Eucaristía. El funeral
por el padre o la madre de un sacerdote y una Misa para celebrar el ani-
versario de un presbítero son situaciones en las que esta forma de la
liturgia resuelve cuestiones prácticas de etiqueta y de sentido común pas-
toral. Para estas ocasiones, el Ceremonial de Obispos proporciona la forma
antiguamente llamada «Misa en presencia de un prelado mayor» 21. El
presbítero, pero nunca otro obispo, celebra la liturgia de la Eucaristía, y
el obispo preside la liturgia de la palabra y da la bendición final.
514. El obispo lleva una casulla del color de la Misa (blanca, si no se dispo-
ne del color que corresponde) sobre un alba, (cíngulo), estola y cruz
pectoral. Lleva también el anillo y la mitra, y puede usar el báculo si es
el Ordinario o se le ha concedido ese derecho. Estará asistido por uno
o dos diáconos con alba, estola y dalmática. Si no hay diáconos, debería
161
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
ser asistido por dos presbíteros con alba, estola y casulla 22. Las funcio-
nes de estos asistentes son virtualmente las mismas que las de los diá-
conos ayudantes en la Misa pontifical solemne, y pueden compartirlas
del mismo modo. Según la ocasión, además del celebrante de la litur-
gia de la Eucaristía, puede haber concelebrantes.
517. Si se usa incienso, el obispo inciensa el altar, flanqueado por los diáco-
nos o presbíteros asistentes. Después, se dirige a la cátedra o a la sede
presidencial y preside la liturgia de la palabra. Si es conveniente, puede
predicar la homilía. Después de la oración de los fieles, o del rito sacra-
mental o rito de la bendición dentro de la Misa, se sienta y recibe la
mitra de manos de uno de los diáconos o presbíteros asistentes.
162
EL OBISPO CELEBRA LA MISA
24. CO, n. 183, da a entender que el obispo debe coger la Hostia y el cáliz del altar
y no recibirlos de manos del celebrante.
25. Los diáconos o presbíteros ayudantes no besan el altar en esta forma de la Misa.
26. Cf. CO, n.186. La sotana no sirve como hábito coral episcopal aunque se lleve
bajo el roquete.
163
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
524. En la procesión puede ir asistido por dos canónigos con hábito coral o
por presbíteros o diáconos con sotana y sobrepelliz 27. Si el celebrante
principal es un presbítero, el obispo irá en el último lugar en la proce-
sión. Sin embargo, cuando el celebrante principal es un obispo, o el
obispo preside la liturgia de la palabra, caben dos modos de resolver la
colocación de los obispos con hábito coral dentro de la procesión:
—antes de que tenga lugar la procesión de entrada, el obispo o los
obispos con hábito coral van al presbiterio conducidos por los clérigos
que no concelebran, o por el maestro de ceremonias o los ayudantes,
pero nunca por el cruciferario. Después de la reverencia apropiada y
antes de que entre la procesión principal, los obispos son conducidos a
los asientos que han de ocupar;
—que los obispos sigan al celebrante al final de la procesión.
164
9. Otras formas
de celebraciones eucarísticas
527. El misal describe la «Misa privada» como una Misa sine populo, literal-
mente «sin pueblo». Un rito particular de esta forma de liturgia se
puede encontrar en el Misal de Pablo VI 1. Todos los sacerdotes pueden
celebrar esta forma de Misa cuando no tengan la obligación de cele-
brarla con pueblo. Un sacerdote podrá elegir entre celebrar o conce-
lebrar la Misa con pueblo o sin él, por ejemplo: en retiros o en con-
gresos. No se debe celebrar la Misa sin pueblo, si al mismo tiempo se
está concelebrando en el altar principal de la misma iglesia u orato-
rio 2.
1. Para las rúbricas, vid. IGMR, nn. 209-301, donde se hace una descripción más
detallada.
2. Cf. canon 902, se pueden celebrar varias Misas privadas al mismo tiempo.
165
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Preparativos
529. El misal se pone en el lado izquierdo del altar, paralelo al borde del
mismo y abierto en el versículo de entrada. El leccionario estará abier-
to en el ambón o, cerrado y marcado, cerca del misal del altar. El cáliz
estará cubierto con un velo y en la patena habrá una forma grande (si
es el caso, con una más pequeña para el ayudante). El cáliz se pone a la
derecha del altar o en la credencia. Si no hubiera ninguna credencia, o
si el celebrante no tiene ayudante alguno, la jofaina, el aguamanil, las
vinajeras y la toalla se colocan en el altar cerca del cáliz. Se encienden
dos velas y se coloca un crucifijo sobre o cerca del altar.
El rito de la Misa
3. En una iglesia donde estas Misas son diarias, el ayudante puede llevar las vinaje-
ras, y el celebrante, el cáliz y la patena del siguiente modo: con la mano izquierda coge
el cáliz y la mano derecha posada sobre el cubrecáliz o la carpeta de corporales.
166
OTRAS FORMAS DE CELEBRACIONES EUCARÍSTICAS
534. El ayudante sitúa el misal hacia el centro girándolo para que haya un
ángulo adecuado. Quita el velo del cáliz, lo dobla, y lo pone ordenada-
mente en el altar. Toma el corporal y lo extiende (Vid. apéndice 4, El
corporal, nn. 816-824). El velo puede colocarlo cuidadosamente dobla-
do en la credencia. El celebrante deja la sede, hace la inclinación acos-
tumbrada y va al centro del altar. Recibe la patena del ayudante y pro-
cede a la preparación de las ofrendas. Si el altar está situado de forma
que el sacerdote da la espalda al ayudante, el celebrante se gira a su
derecha y dice: «Orad, hermanos, para que este sacrificio....», y com-
pletando el círculo, se vuelve hacia el misal, después de que el ayudan-
te haya respondido: «El Señor reciba de tus manos...».
167
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
538. Cuando un sacerdote celebra la Misa solo, hay que disponer los libros y
vasos sagrados en el altar. El ceremonial que se ha señalado arriba se
conserva, aunque omitiendo la aclamación tras la Consagración e inclu-
so los saludos y bendición al final de la Misa 5.
540. El Misal Romano establece las Misas rituales durante las cuales es posi-
ble celebrar todos los sacramentos, excepto la Penitencia. Estas Misas
rituales se pueden celebrar los domingos del Tiempo Ordinario, los
domingos de Navidad y en todas las fiestas, memorias y ferias 9. Sin
embargo, si los sacramentos se celebran en los domingos apropiados y
en las solemnidades de clase superior a estos días, entonces las oracio-
168
OTRAS FORMAS DE CELEBRACIONES EUCARÍSTICAS
nes, las lecturas y el color de los ornamentos son los del día. No se men-
cionan los detalles de las celebraciones de estos ritos sacramentales,
porque una descripción muy detallada puede resultar excesivamente
larga para este trabajo, sobre todo el Rito de la iniciación cristiana para
adultos y el orden sacerdotal. Lo que sigue es una descripción de cómo
estos sacramentos se introducen en la celebración eucarística.
El bautismo de adultos
El bautismo de niños
543. Los padres y padrinos pueden sentarse cerca del presbiterio en compa-
ñía de los niños que van a ser bautizados. Después de la procesión de
entrada, el celebrante besa el altar y va a la parte frontal del presbiterio.
Los padres y padrinos se adelantan con los niños. El rito de recepción
de estos consiste en el saludo y el rito penitencial 11. Al celebrante le asis-
te un portador del libro. Ambos van a la sede para el rezo del Gloria y/o
la colecta. Lo más conveniente es que este rito pueda realizarse en la
puerta de la iglesia o en otro lugar fuera del presbiterio, en cuyo caso
el celebrante y los ayudantes conducen a los familiares al interior.
10. Cf. RR, Rito de la iniciación cristiana para adultos, nn. 213-14.
11. Cf. RR, Ritual del Bautismo para niños, nn. 33-43.
12. Cf. CB, n. 434, Apéndice 2, Días litúrgicos y otras celebraciones, nn. 793-94.
169
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Confirmación
13. Cf. RR, Ritual del Bautismo para niños, nn. 49-66.
14. Cf. CO, n. 445.
15. Cf. CO, n. 446.
16. Cf. CO, n. 447, y ver RR, Ritual del Bautismo para niños, nn. 70, 247-49.
170
OTRAS FORMAS DE CELEBRACIONES EUCARÍSTICAS
549. Después del Evangelio, los ayudantes llevan una sede frente al altar. Se
preparan otras sedes para los sacerdotes que asisten al obispo. Salvo que
permanezca en la cátedra o sede principal, el obispo vendrá a esta sede
llevando la mitra. Es atendido por un diácono y/o sacerdotes, portado-
res del libro, mitra y báculo. Cuando el obispo se sienta, el párroco o
un sacerdote, un diácono o un catequista presenta a los candidatos por
su nombre, si no son muchos, o como grupo. Hablará en el ambón o
en otro sitio apropiado. Los candidatos van hacia la parte frontal del
presbiterio o están de pie en sus lugares hasta que se les llama. Si son
niños, van acompañados de su padrino o madrina 20. Tanto desde el
ambón como desde la cátedra el obispo pronuncia la homilía de la
Confirmación, durante la cual se sientan los candidatos.
171
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
mial que se coloca sobre sus rodillas y se sujeta a la sede. El diácono (en
su ausencia el párroco) lleva el crisma al obispo. Si otro sacerdote va a
confirmar con el obispo, el diácono o párroco lleva los receptáculos del
crisma al obispo, que entonces los entrega a cada sacerdote 22. El padri-
no coloca, según costumbre, su mano derecha en el hombro derecho
del candidato durante la unción. Después de las unciones los ayudantes
limpian las manos del obispo usando el aguamanil, la jofaina, toalla,
jabón y/o limón, y quitan el paño gremial. Si también han confirmado
sacerdotes, estos pueden ir a la credencia a lavarse las manos. El obis-
po, entonces, va a la sede presidencial o cátedra. Los ayudantes quitan
el facistol o sede y las otras sillas colocadas para los sacerdotes enfrente
del altar.
Ordenaciones
552. Para las Órdenes mayores la celebración eucarística toma la forma pon-
tifical solemne de una Misa estacional, como se detalla en el capítulo
anterior. Se hacen los preparativos necesarios para la Misa, y se dispo-
nen también el crisma, los vasos sagrados, los ornamentos, etc. requeri-
dos por el Orden que se va a conferir.
172
OTRAS FORMAS DE CELEBRACIONES EUCARÍSTICAS
Matrimonio
173
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
cara hacia el novio y la novia, al otro lado del altar, lee la plegaria del
misal. Si no están enfrente del altar, el sacerdote puede ir a un lugar
más adecuado, ayudado por el portador del libro que llevará el misal o
el libro del ritual 30. Si celebra la Misa en un altar donde la novia y el
novio están detrás de él, se vuelve a su derecha hacia los novios, y el por-
tador del libro sostiene el misal o libro del ritual delante de él a su
izquierda, mientras canta o dice la bendición.
557. El rito de la Misa continúa con el «Señor Jesucristo, tú que dijiste a tus
apóstoles...». En el signo de la paz, los novios pueden expresar su amor
del uno por el otro de un modo «apropiado» 31. La pareja recién casada
(o el cónyuge católico en un matrimonio mixto) puede recibir la
Eucaristía bajo ambas especies. Al final de la Misa, se hace la bendición
solemne. El celebrante no toma parte en la procesión de salida de la
iglesia, pero espera a que comience y, entonces, vuelve a la sacristía pre-
cedido por sus ayudantes.
Unción de enfermos
174
OTRAS FORMAS DE CELEBRACIONES EUCARÍSTICAS
33. Cf. RR, Cuidado pastoral de los enfermos, Unción en la Misa, n. 92.
34. Cf. RR, Cuidado pastoral de los enfermos, Unción en la Misa n. 81. Apéndice 2, Días
litúrgicos y otras celebraciones, nn. 793-794.
35. Vid. CO, n. 652.
36. Cf. CO, n. 654.
37. Cf. CO, n. 656. Ya no se acostumbra a quitar con un paño el óleo después de las
unciones.
175
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
38. Cf. RR, Cuidado pastoral de los enfermos, Unción en la Misa, n. 81. Pero esta forma
de bendición no se utiliza en el caso poco probable de que este sacramento pueda cele-
brarse durante la Misa en las solemnidades de precepto.
39. Cf. CIC, canon 932 §1. Relativo a un «lugar sagrado», vid. cánones 1205 al 1213.
El canon 933 prevé la celebración de la Misa en iglesias no católicas por justa causa con
el permiso del Ordinario y siempre que no lleve a escándalo.
40. CIC, canon 932 §2.
41. Congregación para el culto divino. Liturgicae instaurationes, 5 de septiembre de
1970, n. 9.
176
OTRAS FORMAS DE CELEBRACIONES EUCARÍSTICAS
569. Los requerimientos básicos para la Misa son: lienzos dignos para el
altar, vasos para el vino y el agua, un cuenco para lavar las manos del
sacerdote, una toalla de mano y, en o cerca del altar, un crucifijo y velas.
El sacerdote normalmente lleva el pan y el vino, un cáliz, patena, el cor-
poral, el purificador, los ornamentos: alba, estola y casulla 43, el misal y
el leccionario. Estos objetos necesarios pueden incluirse en un «estuche
de Misa», pero solamente deberán incluirse en estos estuches objetos
sagrados y artículos de buena calidad.
571. Cuando la Misa se celebra al aire libre, las siguientes precauciones evi-
tan los efectos del polvo, el viento o el clima:
—colocar o coser pesos en los lienzos del altar,
—cubrir el cáliz con un paño recio,
—la patena deberá tener una cubierta o se podrá colocar un disco
metálico sobre la Hostia durante la celebración,
—el copón deberá tener una cubierta segura, o podrá taparse con
una cubierta plana de plástico durante la distribución de la Comunión,
—poner cristales protectores en los cirios,
—los micrófonos deberán protegerse contra los efectos del viento.
177
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
572. Una de las adaptaciones más útiles de la liturgia es la Misa para niños.
Estas Misas están previstas sólo para niños «que no han alcanzado la
edad de la preadolescencia y para los mentalmente disminuidos» 44. No
obstante, no debería llamarse «Misa de niños» porque hay que evitar
bajar el rango de la liturgia al de los niños. Estos deberán darse cuenta
de que la liturgia es un acto adulto, en el que van a ser gradualmente
incorporados, por tanto, tener ornamentos o vasos «especiales» para el
culto de los niños es un desatino. El celebrante deberá también evitar
una actitud artificial, por ejemplo: usar un lenguaje infantil, ya que
rebajaría su dignidad. Los niños aceptan prontamente su papel y espe-
ran que el celebrante se comporte de forma distinta en el altar, porque
saben que se espera que ellos mismos se comporten de forma distinta
en la iglesia.
574. La celebración deberá tomar, por supuesto, una forma más simple con
niños más pequeños, pero los signos y símbolos de la liturgia no debe-
rán ser demasiado simples para niños mayores. Estos deberán estar
familiarizados con los signos ceremoniales y los gestos, velas procesio-
nales, incienso, etc. Esto último tiene una importancia pastoral en el
44. Directorio para la Misa con niños, 1 de noviembre de 1973. Congregación del culto
divino, n. 6.
45. Cf. Directorio para la Misa con niños, n. 23.
46. Una vez el autor tuvo el privilegio de celebrar la Misa durante siete semanas en
los diversos grados de una escuela elemental, en edades comprendidos entre los 5 y los
11 años.
178
OTRAS FORMAS DE CELEBRACIONES EUCARÍSTICAS
Preparación de la liturgia
576. Deberá exhortarse a los niños a participar en las preparaciones 50. Los
ayudantes y los lectores de la Misa son elegidos normalmente entre el
grupo de niños, si esto fuera posible, pero deberán ser entrenados y
preparados para sus obligaciones. No deberá existir ninguna confusión
concerniente a los textos de las lecturas ni a la oración de los fieles. Si
se llega a usar la Plegaria eucarística para niños, los catequistas deberán
familiarizar a los niños con esta plegaria antes de la liturgia.
Detalles prácticos
47. Vid. Directorio para la Misa con niños, nn. 8 y 54, que se explican más adelante.
48. Algunas de las formas simples de Misas podrían tomarse de las Misas en honor
de la Virgen María.
49. Pero no en días paganos como en carnavales.
50. Cf. Directorio para la Misa con niños, nn. 22-29.
51. Los niños prefieren el culto en un lugar sagrado «especial», los adultos imagi-
nan que ellos prefieren celebrar la Misa en una clase.
179
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
579. a) Si los niños permanecen sentados antes de la Misa, con el fin de evi-
tar problemas, la experiencia enseña que:
—los niños no deberán sentarse juntos unos a otros,
—tampoco deberían ser encarados de forma que se miren directa-
mente unos a otros,
—no deberán sentarse en el presbiterio ni ser agrupados alrededor
del altar —para mantener la psicología de reverencia hacia un lugar
sagrado y hacia las funciones del celebrante y sus ayudantes—.
Los encargados de los niños deberán guiarlos en las oraciones y
quizá permitir un momento de oración en silencio antes de la celebra-
ción. En estas celebraciones, cuando menos, habrá un adulto presente,
para que el celebrante no se distraiga en la liturgia al tener que vigilar
la disciplina.
Desarrollo de la celebración
582. El celebrante puede omitir elementos en los ritos de entrada 53. Después
de la bienvenida, explica brevemente la liturgia. Si se utiliza la tercera
opción para el rito penitencial, al ser una alabanza triple de Jesucristo,
no podrá ser nunca «por las veces que hemos sido egoístas, Señor, ten
52. Si lo permite el obispo, puede utilizarse música grabada. Pero esto puede ser
una manera de rendirse ante la «cultura de la televisión y del video», es como música
trivial «litúrgica» de niños.
53. Cf. Directorio para la Misa con niños, n. 40.
180
OTRAS FORMAS DE CELEBRACIONES EUCARÍSTICAS
583. Durante la liturgia de la palabra, los niños deberán actuar como lecto-
res. Puede usarse un leccionario aprobado para niños. El Evangelio
siempre se lee por un diácono o el celebrante, pero los niños pueden
alternar las partes dialogadas como la lectura de la Pasión 54. La homilía
deberá ser corta, adaptada a la capacidad según la edad del grupo y
puede incluir preguntas 55. El Credo de los Apóstoles puede reemplazar
al Credo Niceno 56. Es mejor que las intenciones de la oración de los fie-
les estén preparadas y sean leídas por los niños.
584. En la procesión de las ofrendas, los niños llevan al altar el pan y el vino
y quizá flores y velas, pero en cuanto a llevar juguetes al altar deberá
reservarse para aquellas ocasiones en las que no se les devolverán, ya
que se destinarán a niños pobres; por ejemplo, antes de Navidad. Para
evitar la distracción en la Eucaristía, estas ofrendas se colocan cerca del
altar, pero no en él. La posibilidad de que un niño lleve el cáliz vacío al
altar en esta procesión no es compatible en la liturgia de adultos. Los
niños pequeños pueden ser exhortados a elevar sus manos como un
signo de ofrenda durante las oraciones «Bendito seas Señor Dios del
universo...».
585. Los niños deben ser capaces de ver toda la acción de la Misa. Sin embar-
go, parece preferible que no estén de pie alrededor del altar durante la
liturgia eucarística, no sólo porque puede originar problemas de disci-
plina, sino también porque rebaja el sentido del espacio sagrado y las
funciones sagradas de los ministros.
586. Antes del prefacio, el celebrante puede añadir motivos para dar gracias.
Puede cantarse una adaptación aprobada del Sanctus 57. Cuando se usa
alguna de las Plegarias eucarísticas para niños, los niños mayores po-
drían tener el texto delante de sí. Si se escoge la segunda o tercera ple-
garia, cuando los niños hayan de hacer las aclamaciones, deberán tener
delante el texto o saberse las aclamaciones de memoria. Estas aclama-
ciones deberían ser cantadas, no sólo para hacerlas más efectivas, sino
para evitar también una repetición trivial. El ceremonial del celebrante
para las Plegarias eucarísticas de Misas con niños está incluido en el
Apéndice 5, Otras Plegarias eucarísticas, nn. 826-839. Con el fin de man-
tener el vínculo con el culto familiar algunos sacerdotes prefieren usar
54. Cf. Directorio para la Misa con niños, n. 47, esto se aplica a todas las lecturas.
55. Cf. Directorio para la Misa con niños, nn. 22, 48.
56. Cf. Directorio para la Misa con niños, n. 49.
57. Cf. Directorio para la Misa con niños, n. 31, pero esto parece innecesario.
181
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
587. Incluso los niños más pequeños pueden ser animados a participar en el
canto o a rezar el Padrenuestro. Aunque la unión de manos de unos
con otros no está en consonancia con la liturgia de adultos, el alzarlas
como el sacerdote puede ser un gesto apropiado, además, los niños
pequeños lo hacen espontáneamente 58. El celebrante puede simplificar
el rito de la Comunión, pero sin omitir el Padrenuestro, la fracción y la
presentación de la Hostia y la invitación a la Comunión 59. Puede can-
tarse una adaptación aprobada del Agnus Dei 60.
588. De que se deba dar o no el signo de la paz dependerá del consejo de los
catequistas. Puede efectuarse con reverencia por los más pequeños,
pero puede volverse caótico en niños mayores o con más conciencia de
sí. En algún caso, convendrá omitirlo para evitar que se rompa el clima
de preparación interior antes de la Comunión.
58. Esta costumbre está extendiéndose entre los adultos en algunos países. Dados
sus antiguos precedentes, algún día podría reconocerse como un gesto laico en la Misa.
59. Cf. Directorio para la Misa con niños, n. 53.
60. Cf. Directorio para la Misa con niños, n. 31, esto también parece innecesario.
61. El celebrante y los catequistas deberán respetar el derecho de los padres, que
pueden tener algunas razones para ver cómo recibe la Eucaristía su hijo.
62. Cf. Directorio para la Misa con niños, n. 54.
182
OTRAS FORMAS DE CELEBRACIONES EUCARÍSTICAS
592. Para desarrollar una vida litúrgica más profunda y amplia en los niños
y fortalecer su catequesis eucarística, los padres, clérigos, maestros o
catequistas deberán llevarlos a la iglesia para hacer visitas al Santísimo
Sacramento. Como parte de su formación, deberán familiarizarse con
las celebraciones de adoración pública tales como una bendición con el
Santísimo.
183
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
598. Después de la oración de los fieles, que deberán incluir al menos una
referencia a los donantes, los ayudantes, los representantes de la comu-
nidad o los mismos donantes presentan los vasos sagrados llevándolos
al altar. Los colocan en el centro del altar. Mientras tanto, puede can-
tarse la antífona «Yo tomaré el Cáliz de salvación...» o algún otro himno
apropiado. Quienes llevaron los vasos sagrados pueden volver a sus
65. Cf. PR, Dedicación de una iglesia y de un altar, cap. 7, Bendición de cáliz y patena, nn.
1-3, y anteriormente, cap. 2, n. 93.
66. Vid. Apéndice 2, Días litúrgicos y otras celebraciones, nn. 788-802; y PR, Bendición de
cáliz y patena, nn. 5-8.
184
OTRAS FORMAS DE CELEBRACIONES EUCARÍSTICAS
lugares o permanecer delante del altar sin estorbar a la vista del pueblo
la bendición.
600. Sólo a partir de este momento los ayudantes llevan el corporal, el (los)
purificador(es), (otros vasos), y el misal, y permanecen de pie en el
altar. Un ayudante desplaza los nuevos vasos sagrados a la derecha del
altar antes de desplegar el corporal. El celebrante, entonces, se dirige
al centro del presbiterio con el diácono y los ayudantes para recibir las
ofrendas. En el altar, las formas se colocan inmediatamente en cual-
quier patena nueva, y el diácono o celebrante prepara el vino en el(los)
nuevo(s) cáliz(ces). Durante la preparación del altar y de las ofrendas
puede cantarse la antífona «Yo tomaré el Cáliz de salvación» o algún
otro himno apropiado. Las ofrendas pueden y deben ser incensadas en
esta Misa. También es apropiado, si las circunstancias lo permiten, que
los fieles reciban la Sangre de Cristo del (de los) nuevo(s) cáliz(ces)
bendecido(s) 67.
601. Está previsto un rito más sencillo para las situaciones en las que sea pre-
ferible bendecir vasos sagrados fuera de la Misa 68. Esta celebración es
aconsejable justamente antes o después de la Ordenación de un sacer-
dote, para que dichos vasos sagrados queden bendecidos antes de su
Misa de acción de gracias. Durante la oración bendicional, el celebran-
te hace el signo de la cruz sobre los vasos sagrados. Hay establecido un
texto para la oración de los fieles; se concluye con el Padrenuestro y
una oración final seguida de la bendición y la despedida.
185
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
186
10. El sacramento de la Eucaristía
1. Vid. La Instrucción relativa a los casos donde otros cristianos pueden ser admitidos a la
Comunión eucarística en la Iglesia Católica, Secretariado para la promoción de la Unidad
de los Cristianos, 1 de junio de 1972.
2. Cf. CIC, canon 910 §1.
3. Cf. canon 910 §2.
187
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
604. Por tanto, para describir los ritos de la Misa que tienen relación con los
ministros de la Eucaristía se ha previsto lo siguiente:
—algunos detalles sobre la manera de distribuir la Sagrada Comu-
nión, además de los que ya se han recogido en el capítulo 5;
—la Comunión de los enfermos;
—el Viático;
—la Sagrada Comunión fuera de la Misa;
—la celebración dominical en ausencia de un sacerdote.
Administración de la Eucaristía
188
EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA
Intinción
608. No hace falta empapar del todo las formas en la Preciosa Sangre. Un
modo que parece adecuado es introducir sólo un tercio de la Hostia en
el cáliz. Para evitar que caigan gotas, se puede sacudir ligeramente
sobre el cáliz antes de decir: «El Cuerpo y la Sangre de Cristo». El acó-
lito u otra persona debe sostener la patena debajo de la barbilla del
comulgante cuando la Eucaristía se administra de este modo 10. El
comulgante no debe tomar la Hostia y empaparla en el cáliz que sos-
tiene un ministro o que se ha dejado sobre el altar o una mesa. Esta
práctica disminuiría el símbolo y significado de la comunión y, fácil-
mente, sería causa de accidentes.
189
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
610. Los que administran la Eucaristía nunca deben tener prisa, que, con
frecuencia, lleva a accidentes e implica una falta de reverencia a la
Eucaristía y una falta de respeto a los que reciben al Señor. El ministro
debe decir claramente: «El Cuerpo de Cristo», para que el comulgante
oiga las palabras y pueda responder, aunque no es necesario que le
oigan otros. Tampoco es deseable que se oiga a varios ministros decir a
la vez: «El Cuerpo de Cristo», cuando, simultáneamente se distribuye la
Sagrada Comunión. Si el número de Hostias no es suficiente para todos
los comulgantes, el ministro debe ir al altar o a otro lugar y fraccionar
discretamente las sagradas formas para que puedan comulgar todos los
que se acercan al altar. Sin embargo, no es decoroso ni conveniente
intentar romper las partículas mientras se está distribuyendo la Sagrada
Comunión. Como ya se ha hecho notar, sólo un sacerdote puede ayu-
dar al celebrante a fragmentar las Hostias.
Comunión de enfermos
190
EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA
614. En la habitación del enfermo, sobre una mesa o una silla próxima a la
cama, se debe preparar lo siguiente: un mantel (un crucifijo, si es posi-
ble), una vela (o velas), un vaso de agua (un acetre de agua bendita y
un hisopo para asperger si el sacerdote o diácono no traen agua ben-
dita) 12. Se pueden poner flores frescas encima de la mesa. Estas prepa-
raciones se pueden modificar en caso de emergencia, o de condiciones
difíciles. El enfermo debe saber exactamente cuándo va a llegar el
sacerdote o diácono. Los enfermos están exentos del ayuno eucarístico
de una hora 13.
12. Cf. RR, Rito de la Unción de enfermos y pastoral del cuidado del enfermo, nn. 46-48, 95.
13. Cf. RR, Sagrada Comunión y culto eucarístico fuera de la Misa, n. 24.
191
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
617. Después sigue una breve liturgia de la palabra. El celebrante u otra per-
sona lee algunos versos sugeridos por el ritual. A continuación hay un
momento de silencio; luego, el celebrante puede explicar brevemente
las lecturas, comentando la aplicación que tienen a las necesidades del
enfermo y de los que le cuidan 15. Si el celebrante tiene que visitar a
varios enfermos, esta parte del ritual se puede reducir a recitar con
reverencia un verso eucarístico de la Sagrada Escritura.
14. Esto parece indicarse en RR, Rito de la Unción de enfermos y pastoral del cuidado del
enfermo, n. 49.
15. Cf. RR, Rito de la Unción de enfermos y pastoral del cuidado del enfermo, n. 53.
192
EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA
622. El celebrante recita una antífona eucarística, por ejemplo: O sacrum con-
vivium, en la iglesia o capilla adjunta a la institución, o en la primera
habitación que va a visitar. Después se dirige al recinto donde están los
enfermos esperando la Eucaristía. Estos y quienes los atienden deben
saber exactamente cuándo el sacerdote o el diácono les llevará la
Eucaristía. Alguien, llevando una vela, podría y debería acompañar al
ministro de habitación en habitación. En una institución católica, el
sacerdote o el diácono pueden vestir el alba o sotana y sobrepelliz y
estola blanca.
623. Se omite la aspersión con agua bendita. Si hay una mesa preparada en
cada habitación, el celebrante deposita la píxide sobre ella y hace una
genuflexión. A continuación se adora en silencio. Se puede hacer una
breve lectura de la Sagrada Escritura, y recitar la oración del Señor.
Luego, el celebrante muestra la Hostia al enfermo y le da la Comunión
como se ha indicado anteriormente, teniendo en cuenta que también
otras personas pueden querer recibir la Comunión (parientes, amigos,
16. Cf. RR, Rito de la Unción de enfermos y pastoral del cuidado del enfermo, nn. 79, 237,
238.
17. Cf. RR, Rito de la Unción de enfermos y pastoral del cuidado del enfermo, n. 59.
193
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
625. Se debe prestar especial atención a las personas con dificultad para tra-
gar. Algunas posibles soluciones son las siguientes:
—dar al comulgante sólo un pequeño fragmento de la Hostia,
—darle agua después de la Comunión,
—darle un poco de la Preciosa Sangre cuando no puedan tragar sus-
tancias sólidas.
18. Cf. RR, Rito de la Unción de enfermos y pastoral del cuidado del enfermo, n. 95.
194
EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA
Viático
195
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
633. La Misa ritual del Viático se puede celebrar en, o cerca de la habitación
del enfermo. Se debe preparar todo igual que en la Misa fuera de un
lugar sagrado, tal y como se detalla en el capítulo anterior. El altar ha
de prepararse de tal modo que el enfermo pueda participar, al menos
con la vista, de los misterios salvadores. Toda la celebración se caracte-
rizará por la paz y el silencio.
23. Cf. RR, Rito de la Unción de enfermos y pastoral del cuidado del enfermo, nn. 138-50.
24. Cf. CIC, canon 913 §2.
25. Cf. CIC, canon 1005.
26. Cf. RR, Iniciación cristiana de adultos, nn. 278-94.
27. Vid. Apéndice 2, Días litúrgicos y otras celebraciones, nn. 788-802.
28. Cf. RR, Rito de la Unción de enfermos y pastoral del cuidado del enfermo, n. 97, y para
los textos vid. nn. 247-58.
196
EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA
29. Establecido en RR, Comunión y culto eucarístico fuera de la Misa, nn. 54-78
30. Cf. RR, Comunión y culto eucarístico fuera de la Misa, n. 13.
197
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
641. Junto al sagrario se dejan la llave y las velas encendidas si la capilla está
separada del mismo.
642. En la credencia se deja un vaso de agua y una toalla para lavar los dedos,
a no ser que esté cerca del sagrario; una vinajera con agua si la píxide
o copón se va a purificar.
Rito breve
198
EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA
una genuflexión. Después, con las manos juntas, inicia la oración del
Señor, y las extiende mientras reza. Hace una genuflexión, toma la
Hostia, la muestra al pueblo y, con la Hostia encima del copón, dice:
«Éste es el Cordero de Dios...». Todos responden «Señor, no soy
digno...». Si el rito se celebra cara al altar, el celebrante se da la vuelta
por el lado derecho al decir «Éste es el Cordero de Dios...». Si el cele-
brante comulga dice en secreto: «El Cuerpo de Cristo me guarde para la
vida eterna». A continuación, distribuye la Comunión de acuerdo con el
uso habitual. Se puede cantar un salmo o un himno durante o después
de la Comunión. Asimismo, se puede guardar un tiempo de silencio.
647. De pie, al lado del altar, con sus manos juntas, el celebrante dice:
«Oremos». Si no hubo un tiempo de reflexión en silencio, se hace,
ahora, una pausa y después extiende sus manos para la oración final del
rito. Luego, dice, girándose si es necesario: «El Señor esté con voso-
tros», imparte la bendición final y dice la despedida. Se dirige al centro
del sagrario, hace la reverencia habitual y regresa a la sacristía.
648. Se usa el rito más largo cuando es imposible celebrar la Misa diaria y un
diácono preside «la liturgia de la Comunión». Comienza del mismo
modo que el rito breve. El diácono se dirige a la sede para el saludo y
el rito penitencial. Después celebra la liturgia de la palabra. Si el rito
ocupa el lugar de la Misa, la lectura se toma de la Misa del día, o de la
Misa votiva de la Sagrada Eucaristía, o de la Preciosa Sangre o del
Sagrado Corazón, dependiendo del día y las circunstancias 33. Un lector
puede leer las lecturas y el diácono predica una breve homilía. Con la
oración de los fieles concluye la liturgia de la palabra.
199
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
200
EL SACRAMENTO DE LA EUCARISTÍA
ción que ejerce, o la vestimenta prescrita por el obispo 35. Donde sea una
costumbre, los ministros extraordinarios o los catequistas con licencia
pueden llevar algún símbolo o distintivo de su ministerio. Los religiosos
usan su hábito.Todas estas personas serán a continuación designadas
como: «directores».
656. b) Durante el rito, el director «actúa como igual entre sus iguales» 37. No
usa saludos propios del sacerdote como por ejemplo: «El Señor esté con
vosotros», y se omiten los ritos relacionados con la Misa, en especial,
con la «Plegaria eucarística» u oración similar. Por tanto, se usa una
forma de saludo diferente al comienzo del rito, y en el momento de la
conclusión se usa una bendición de tipo laical, es decir, el director se
persigna o hace la señal de la santa cruz sobre sí mismo.
35. Cf. Directorio para las celebraciones dominicales en ausencia de presbítero, n. 40.
36. Cf. Directorio para las celebraciones dominicales en ausencia de presbítero, n. 40.
37. Cf. Directorio para las celebraciones dominicales en ausencia de presbítero, n. 40.
38. Cf. Directorio para las celebraciones dominicales en ausencia de presbítero, n. 43.
39. Cf. Directorio para las celebraciones dominicales en ausencia de presbítero, n. 44.
201
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
660. f) Siempre que sea posible, se consumirá pan consagrado ese mismo
domingo 43. No suele ser factible cumplir esta condición debido, preci-
samente, a las circunstancias que concurren para que se haya autoriza-
do este tipo de celebraciones. De todos modos, cuando la Eucaristía
esté reservada para estas celebraciones, se debe hacer todo lo posible
para asegurar que las especies consagradas sean recientes.
661. Los textos de los ritos que se utilizan para estas ocasiones deben ser pre-
parados por las Conferencias Episcopales, en colaboración con la Santa
Sede. El obispo diocesano establecerá otras directivas relacionadas con
el papel que desempeñan los laicos que dirigen estos actos de culto
eucarístico.
40. Cf. Directorio para las celebraciones dominicales en ausencia de presbítero, n. 45.
41. Cf. Directorio para las celebraciones dominicales en ausencia de presbítero, n. 45.2
42. Cf. Directorio para las celebraciones dominicales en ausencia de presbítero, n. 48.
43. Cf. Directorio para las celebraciones dominicales en ausencia de presbítero, n. 47.
202
11. Adoración eucarística
203
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
204
ADORACIÓN EUCARÍSTICA
670. Gradas del altar: Se pueden dejar el libro del Rito de la Bendición, la
naveta para el incienso y la campanilla. El paño humeral se dobla de
modo decoroso preferiblemente sobre soporte propio.
673. Sacristía: Incensario y hachones para los acólitos, así como capa pluvial
y estola para el celebrante (dalmática y estola para los diáconos), y albas
o sobrepellices.
674. Uno o dos diáconos con dalmática (o la capa pluvial si van a rezarse las
Vísperas inmediatamente antes de la bendición) pueden ayudar al
sacerdote. Un sacerdote puede ayudar al celebrante revestido con alba
o sotana y sobrepelliz y estola: actúa del mismo modo que el diácono.
Debe haber al menos dos acólitos o ayudantes, uno de maestro de cere-
monias y otro como turiferario. De forma habitual pueden ayudar hasta
seis personas, con los hachones. Sin embargo, en caso de necesidad y
cuando haya un soporte para el incensario y la naveta, un ayudante bien
entrenado es suficiente.
205
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Exposición
9. Cf. CO, cap. 22, n. 1108. En algunos lugares, primero todos se dirigen a la capi-
lla del Santísimo Sacramento y luego van al presbiterio.
206
ADORACIÓN EUCARÍSTICA
El tiempo de adoración
681. Antes de la bendición con el Santísimo Sacramento expuesto, se puede
celebrar la Liturgia de las Horas, especialmente Laudes o Vísperas 12. En
este caso, el celebrante va al asiento para comenzar la liturgia, descrita
en el capítulo 12. Durante la incensación del altar, el celebrante y el diá-
cono (o los diáconos) hacen la genuflexión al mismo tiempo, siempre
que pasen delante de la custodia. Las capas pluviales, las dalmáticas y
estolas deben ser del color litúrgico del día, o del tiempo litúrgico, pero
el paño humeral es siempre blanco.
682. Otras posibilidades durante este tiempo de adoración son: lectura espi-
ritual (desde el ambón u otro sitio), homilía relacionada con la Euca-
ristía, himnos apropiados, música que favorezca la meditación, letanías,
intercesiones, una novena o devociones populares en armonía con el
tiempo litúrgico 13. Siempre se debe prever un buen espacio de tiempo
para la oración en silencio delante del Señor.
683. Durante el tiempo de la exposición, se deben tener en cuenta los
siguientes principios:
—siempre se mantiene silencio;
—nadie se sienta o se pone de pie de espaldas a la custodia;
—con las dos rodillas, cuando está prescrito, se hace siempre la ge-
nuflexión al pasar delante de la custodia o al entrar o alejarse del pres-
biterio, aun estando en el mismo lado;
207
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Bendición
684. A no ser que ya estén allí reunidos en oración, el celebrante y los ayu-
dantes hacen una genuflexión cuando llegan delante del altar. Todos se
arrodillan al comienzo de la exposición y se canta un himno apropiado,
por ejemplo Tantum ergo 14. Antes del verso final del himno, en un
momento conveniente, se prepara el incienso como se hizo al comien-
zo de la exposición y se inciensa el Santísimo Sacramento.
685. El celebrante sólo se pone de pie para cantar «Oremos» y rezar una de
las siete colectas previstas en el rito 15. Durante la oración colecta, el
celebrante puede sostener el libro con sus manos, aunque preferible-
mente puede sostenerlo un diácono, de pie, a su lado derecho, para
que pueda entonar la oración colecta con las manos juntas. Hacia el
final de la oración, el maestro de ceremonias o el ayudante trae el paño
humeral y espera a un lado, cogiéndolo, con ambas manos, de los bro-
ches metálicos o de las cintas. Tan pronto como el celebrante se arro-
dilla, el ayudante se acerca por detrás, se arrodilla y le pone el paño
sobre los hombros. El celebrante lo sujeta por delante con los broches
de metal o con las cintas. Recubre sus manos con el paño y las une. Se
pone de pie, y va hacia el altar, al lugar, delante o detrás del altar, desde
el cual va a bendecir a la asamblea 16.
686. El sacerdote, con ambas manos apoyadas sobre el altar, hace la genu-
flexión y después toma la custodia con las manos cubiertas. Girándose
a la derecha (si es necesario) y sin decir nada 17, hace lentamente la
señal de la cruz sobre la asamblea mientras mantiene sus ojos fijos en la
Sagrada Hostia a lo largo de esta acción. Primero levanta la custodia, de
modo que la Hostia esté bien por encima del nivel de los ojos, después,
14. Es habitual que todos hagan una reverencia durante la segunda línea del
Tantum ergo cuando se dicen las palabras veneremur cernui.
15. El versículo panem de caelo... no está en el rito moderno, pero de acuerdo con
la costumbre todavía se usa con frecuencia. Ello indica que es muy deseable que esto se
vuelva a incluir, tal vez con otras opciones.
16. Desde un punto de vista estético, parece preferible impartir la bendición desde
la parte delantera del altar.
17. Nihil dicens, RR, Sagrada Comunión y el culto a la Eucaristía fuera de la Misa, n. 99;
CO, n. 1114. La traducción literal que equivale a «en silencio», daría a entender que
ahora están prohibidas costumbres como tocar la campana o una música suave con el
órgano, cosa que no es cierta. (N. del E.).
208
ADORACIÓN EUCARÍSTICA
con lentitud, la baja, y con la Hostia un tanto elevada por encima de los
ojos, la lleva hacia la izquierda y luego hacia la derecha 18. Después, la
custodia vuelve al centro y la baja lentamente. Girándose hacia el altar
por su lado izquierdo (si es necesario), deposita la custodia sobre el
altar, de modo que la parte anterior de la custodia mire hacia la asam-
blea. Debe hacerlo con cuidado, para que la base de la custodia no se
enrede con el paño humeral. Después suelta el paño, dejando las
manos libres, de modo que el paño cuelgue naturalmente, y hace una
genuflexión apoyando las manos sobre el altar. Regresa a su lugar. Se
arrodilla. Desengancha el broche metálico o desata las cintas y el maes-
tro de ceremonias o el ayudante, por detrás, se lleva el paño humeral.
687. Si ayuda un diácono o sacerdote, éste se dirige hacia el altar con el cele-
brante y hace la genuflexión con él. El celebrante se queda de pie a
poca distancia del altar, mientras que quien ayuda toma la custodia y la
pone sobre el altar con sus manos cubiertas, de tal modo que la parte
anterior de la custodia mire hacia adelante. Después, el diácono o el
sacerdote ayudante se arrodilla a la derecha del celebrante, en la grada
más próxima al altar. Durante la bendición, el diácono o el sacerdote
ayudante pueden sostener la capa pluvial al celebrante. Si ayudan dos
diáconos, ambos se acercan hacia el altar, se arrodillan durante la ben-
dición, y sostienen la capa pluvial echándola hacia atrás. Luego, el diá-
cono toma la custodia del celebrante y la pone en su sitio sobre el altar.
Ambos hacen la genuflexión antes de regresar a sus respectivos lugares
en el centro del presbiterio.
18. Los que redactaron las anteriores rúbricas limitaron los puntos de movimiento.
En iglesias modernas, esto resulta demasiado restrictivo, pues la situación del altar con-
lleva que haya fieles a su alrededor.
19. No parece necesario que, en estos tiempos en los que la gran mayoría de las per-
sonas sabe leer, el pueblo vaya repitiendo línea tras línea después del celebrante
209
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
La reserva
210
ADORACIÓN EUCARÍSTICA
211
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
212
ADORACIÓN EUCARÍSTICA
La Misa
213
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
La procesión
214
ADORACIÓN EUCARÍSTICA
704. El celebrante camina debajo del palio portando la Eucaristía con devo-
ción, al nivel de los ojos, el diácono va a su lado, pero ligeramente retra-
sado, para sostenerle la capa si fuera necesario. Nadie más camina deba-
jo del palio, los que llevan los hachones o las lámparas se sitúan a ambos
lados del palio. De acuerdo con la costumbre local, también pueden
rodear el palio: una escolta de las fuerzas armadas, de la policía, etc.,
los cuales deben ir apartados de los que llevan los hachones y distribui-
dos de modo que no impidan la vista del celebrante que lleva la
Eucaristía. (Vid. Apéndice 11, Gráfico 7).
705. Dirigidos por los encargados del orden, las personas que van en la pro-
cesión siguen al palio y participan en los himnos y aclamaciones. El
coro y el cantor dirigen los cantos caminando en medio de las personas
o cantando desde un punto fijo con una amplificación apropiada. La
procesión se debe mover a un paso lento y reverente. En un procesión
numerosa, debe haber personas autorizadas que controlen las filas para
que no se produzca desorden. Los que no lleven nada en la procesión
pueden portar una vela en la mano. Los niños que van a esparcir flores
pueden estar distribuidos según la costumbre local, pero no se deben
mezclar con los sacerdotes o los ayudantes.
706. Si el obispo lleva la custodia, es rodeado por dos diáconos vestidos con
dalmáticas (o, si faltan diáconos, por concelebrantes) y caminan a su
lado, ligeramente retrasados, sosteniéndole la capa. Hay algunas varia-
ciones en el orden de la procesión. Los sacerdotes van en primer lugar
con hábito coral, seguidos por el diácono de la Misa y después los canó-
nigos de la catedral, y los otros sacerdotes revestidos con capa. A estos
les siguen los obispos visitantes, revestidos con capa pero con la cabeza
descubierta. Todos ellos caminan inmediatamente delante de los turi-
ferarios. Los de mayor rango caminan más cerca del Santísimo Sacra-
mento 33, otros obispos visitantes llevan hábito coral y van, con la cabe-
215
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
707. Si el obispo no lleva la custodia, irá él solo delante del palio, con la
cabeza descubierta y llevando el báculo, pero sin bendecir al pueblo 35.
Si fuera a celebrar Misa, llevará los ornamentos apropiados, en caso
contrario bastará la capa blanca. Un obispo con hábito coral irá inme-
diatamente después del palio.
708. Cuando la procesión recorra las calles, los fieles que presencian su paso
deben arrodillarse cuando la Sagrada Eucaristía llegue a su altura.
Como se ha dicho antes, la procesión puede hacer una parada en «alta-
res» decorados adecuadamente para la bendición.
216
ADORACIÓN EUCARÍSTICA
713. No obstante, con permiso del obispo, algunos sagrarios pueden usarse
para la exposición; bien con una segunda puerta interna en forma de
custodia, o bien con un sagrario que, al abrirse o al girarse, muestra la
custodia guardada en su interior. La puerta exterior de un sagrario no
debe ser nunca transparente, pues sería una forma ilícita de exposición
permanente 37.
36. El hecho de dejar, sobre un altar o una mesa, una patena con Sagradas Formas
o un cáliz o vaso sagrado que contenga la Sangre del Señor no constituye una exposi-
ción de acuerdo con el sentir de la Iglesia.
37. Vid. capítulo 1, El sagrario, n. 73.
217
12. La Liturgia de las Horas
717. El ceremonial para la Liturgia de las Horas está divido en seis secciones:
—Vísperas solemnes,
—Vísperas y adoración eucarística,
—el obispo preside en las Vísperas,
—una forma más simple de Vísperas,
1. Cf. Concilio Vaticano II, SC, n. 83; vid. CEC, nn. 1174-78, 2585-89, 2746-51.
2. SC, n. 100. Vid. también CEC, n. 2698.
3. Con demasiada frecuencia se ha celebrado la Misa como parte de «celebraciones
especiales»: noches de graduación en la escuela, acontecimientos cívicos, incluso con
fines ecuménicos.
219
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Vísperas solemnes
718. El Oficio de Vísperas, u Oración vespertina, se toma también como
modelo para la celebración de Laudes, u Oración matutina. Las peque-
ñas variaciones que existen entre estas Horas se indicarán una vez que
hayan sido descritas las Vísperas solemnes.
719. El celebrante de Vísperas solemnes es asistido por un diácono o dos diá-
conos, y (si no hay diáconos disponibles) por dos sacerdotes. El cele-
brante lleva el (amito,) alba, (cíngulo,) estola y capa pluvial. (Si un diá-
cono no asiste con la dalmática, el celebrante puede llevar sotana,
sobrepelliz, estola y capa pluvial). Los diáconos llevan alba, estola y dal-
mática o capa pluvial. Los sacerdotes asistentes llevan capa pluvial 5.
Además, en fiestas mayores, los clérigos presentes (sacerdotes, diáco-
nos, o canónigos en el coro) pueden llevar también estos ornamentos,
o el hábito coral apropiado 6. Los ayudantes necesarios para esta cere-
monia son: un portador de la cruz (o cruciferario), dos portadores de
cirios (o ceroferarios), un turiferario y un portador de libro. Un maes-
tro de ceremonias dirige el acto.
720. El canto de los salmos, antífonas, responsorios, etc., es dirigido por un
cantor (o cantores) y un coro preparado. En especial, en las iglesias
mayores donde existe un coro formalmente constituido, se puede man-
tener como costumbre local que los cantores lleven capa 7. Se debería
proporcionar al pueblo y a los ayudantes los libros del Oficio, de tal
manera que puedan participar plenamente en la celebración 8.
Preparativos inmediatos
721. El altar: se quita el cubremantel; se encienden preferiblemente cuatro
o seis velas (antipendio o frontal del color apropiado).
220
LA LITURGIA DE LAS HORAS
724. La sacristía: las capas pluviales, estolas, dalmáticas, albas, etc., para el
celebrante y el ayudante(s); cruz procesional y ciriales; se prepara el
incensario; y el evangeliario cuando la lectura del Evangelio sustituye a
la lectura.
Procesión de entrada
726. A la llegada ante el altar, los que no llevan nada se inclinan (o hacen la
genuflexión si el sagrario está en el presbiterio). Los clérigos del coro
y/o el coro con el hábito adecuado, que han de sentarse en las gradas
anteriores o posteriores al altar, se inclinan o hacen la genuflexión de
dos en dos y van a sus respectivos lugares 9. Una vez que han hecho la
reverencia acostumbrada, el celebrante y los diáconos o sacerdotes ayu-
dantes suben hacia el altar y lo besan. Luego van hacia la sede princi-
pal. Los portadores de los cirios colocan los ciriales en la credencia o en
el pavimento de un escalón más bajo, por delante o a cada lado del
altar. Luego van a sus asientos cerca de la credencia. Si la cruz proce-
sional cumple la función de cruz del altar es preferible que se coloque
cerca del mismo, o si no, se coloca fuera de la vista hacia un lado. (Si la
lectura del Evangelio reemplaza la de la Escritura señalada, un diácono
puede llevar el evangeliario en la procesión y colocarlo en el altar como
es usual).
9. Es costumbre entre ellos inclinarse el uno hacia el otro, después de hacer una
inclinación al altar o de hacer la genuflexión ante el sagrario antes de ir a sus luga-
res.
221
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
La salmodia
728. Hay tres salmos en las Vísperas —de hecho son: dos salmos o fragmen-
tos de salmo y un cántico del Nuevo Testamento, que se dicen con sus
respectivas antífonas—. Todos permanecen de pie mientras el can-
tor(es), el coro o el celebrante entona la primera antífona. Luego,
todos se sientan a la vez. El cantor(es) o el coro entona la primera línea
del primer salmo hasta el asterisco. Todos se inclinan en «Gloria al
Padre... al Espíritu Santo», al final de cada salmo o cántico. Puede ser
usual que todos permanezcan de pie durante la antífona final de cada
cántico. En algunas iglesias todos permanecen de pie durante los sal-
mos. Los extremos del coro cantan alternativamente los versos de los
salmos, y la asamblea se une. El lado derecho de la iglesia, mirando
hacia al altar, normalmente canta el primer verso del salmo, pero esto
puede adaptarse de acuerdo con la costumbre local o la disposición del
edificio.
729. Si las «oraciones del salmo» se dicen o cantan después de cada salmo,
todos se ponen de pie después de la antífona. El celebrante canta o dice
«Oremos». Después de una pausa para la oración en silencio, extiende
las manos y canta o dice la oración; todos responden «Amén» y se sien-
tan para el canto de la antífona del siguiente salmo o cántico 10.
222
LA LITURGIA DE LAS HORAS
731. Sin embargo, por razones pastorales, se puede escoger una lectura más
larga 11. Si se escoge la lectura de los Evangelios, se sigue el ceremonial
solemne. El turiferario trae el incensario y la naveta de la sacristía
durante el tercer salmo, el incienso se prepara después de la antífona
final. El diácono pide la bendición: luego, el diácono (o el sacerdote
asistente, si no hay diácono) lleva el evangeliario desde el altar al
ambón en procesión, conducido por los ceroferarios. Una música de
órgano apropiada debería acompañar los preparativos de la lectura del
Evangelio.
El Magníficat
11. Vid. Ordenación general de la Liturgia de las Horas, nn. 46, 248, 249, 251.
12. Dada la naturaleza de las Vísperas, puede ser una buena ocasión para que un
predicador visitante predique una homilía extensa.
13. En lugar de un canto responsorial o responsorio recogidos en el breviario, la
Conferencia Episcopal puede aprobar otros himnos responsoriales similares, cf.
Ordenación general de la Liturgia de las Horas, n. 49.
223
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
736. El portador del libro va a la sede y sostiene el libro del Oficio abierto
delante del celebrante que introduce las intercesiones o preces finales.
Luego, el diácono, un cantor o el lector lee o canta las intercesiones, y
la asamblea, guiada por el coro, canta las respuestas señaladas. Se pue-
den añadir intenciones locales a las previstas para ese día. El celebran-
te puede introducir el Padrenuestro usando una de las opciones que
ofrece el breviario. Junta las manos mientras se canta el Padrenuestro.
Luego canta la oración conclusiva, con las manos extendidas hasta el
final trinitario 15.
737. El celebrante canta «El Señor esté con vosotros», extendiendo y jun-
tando las manos como de costumbre y volviéndose hacia el pueblo si es
necesario. Si se imparte una de las bendiciones solemnes, el diácono (o
sacerdote ayudante) invita a la asamblea a inclinarse para la bendición.
El celebrante extiende sus manos para las oraciones, antes de impartir
la bendición como es usual. También la puede impartir de acuerdo con
la forma simple de la Misa. El diácono (o un sacerdote asistente cuan-
do no hay diácono) canta la despedida, utilizando la fórmula «Podéis ir
en paz» y todos responden: «Demos gracias a Dios».
14. (a) Si más de dos clérigos asisten con capas pluviales en una ocasión solemne,
deberían ser incensados por el ayudante inmediato, como si fuesen un grupo, para evi-
tar confusión. (b) De acuerdo con el capítulo 7, n. 10, un sacerdote asistente no debe-
ría incensar al pueblo, sino que debería encomendar este deber al turiferario. (c) Antes
de la incensación del clero es costumbre, en algunas iglesias, incensar también el altar
dedicado al santo del día. En este altar se encienden las velas y se quita el cubremantel.
El turiferario y los ceroferarios conducen al celebrante y al diácono(s) al altar lateral;
el mismo procedimiento se sigue para la incensación del altar principal.
15. El CO no hace ninguna referencia a la antigua praxis de los ceroferarios o «acó-
litos» que están de pie a los lados del celebrante durante las oraciones finales.
224
LA LITURGIA DE LAS HORAS
740. Hay tres salmos en Laudes: un salmo matutino, un cántico del Antiguo
Testamento y un salmo de alabanza, que se dicen con sus respectivas
antífonas.
225
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
746. Cuando el obispo preside en las Vísperas solemnes hay que tener en
cuenta las siguientes variaciones 18:
747. El obispo preside desde la cátedra. Es ayudado por dos diáconos con
dalmáticas o capas pluviales (o dos sacerdotes con capas pluviales, si no
hay diáconos). Es asistido por los que se encargan de la mitra, del bácu-
lo y por los portadores de libros. Además del amito, alba (cíngulo),
estola y capa, lleva el anillo, la cruz pectoral colgando de una cadena,
el solideo y la mitra. Si es el Ordinario o ha sido debidamente autori-
zado, lleva el báculo. Durante la procesión de entrada, los diáconos
pueden sostener hacia atrás los lados de la capa pluvial del celebrante.
17. Se ha sugerido que, cuando las Vísperas comiencen al inicio de una exposición,
el celebrante pueda iniciar el Oficio estando de pie frente al altar y se arrodille para el
himno del Oficio, durante el cual podrá incensar la Eucaristía. Luego podrá ir a la sede
para la salmodia. Esto no será posible si el himno fuera inapropiado, por ejemplo: cuan-
do en el Oficio se celebra a un santo.
18. Vid. CO, nn. 191-208.
226
LA LITURGIA DE LAS HORAS
227
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
755. En una forma de Vísperas aún más sencilla, el celebrante preside desde
la sede con alba y estola, o sotana, sobrepelliz y estola. Un ayudante asis-
te como portador del libro. El incienso no se suele utilizar, y la mayor
parte del Oficio es recitada.
756. El ceremonial para las otras Horas es mucho más sencillo que el pres-
crito para los dos grandes «goznes» de la Liturgia de las Horas. No obs-
tante, cuando estas Horas se celebran en comunidad o como culto
público, se debería incluir alguna ceremonia distendida.
El Oficio de lectura
758. Los lectores van al ambón para las lecturas de la Escritura y de la patrís-
tica (no se dice: «Palabra del Señor» en la segunda lectura). En domin-
gos, solemnidades y fiestas, todos permanecen de pie cuando se canta
el Te Deum y, después, cuando el celebrante canta o dice la oración
colecta, ayudado por el portador del libro. A no ser que la Misa siga a
la Hora, se pueden dar la bendición y despedida finales.
228
LA LITURGIA DE LAS HORAS
La Hora intermedia
Completas
229
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
764. Todos permanecen de pie para la oración final. Luego, el que preside
dice: «El Señor todopoderoso nos conceda...». No se utiliza ninguna
otra fórmula, ni hay una despedida, por la naturaleza de la oración noc-
turna: encomendar el reposo cristiano al cuidado misericordioso de
Dios. Luego, todos permanecen de pie para cantar la antífona de nues-
tra Señora 22. En el Rito Moderno no hay versículo ni oración asociados
a la antífona mariana.
22. Otras antífonas marianas se pueden añadir a las opciones previstas en el bre-
viario, de acuerdo con las indicaciones señaladas por la Conferencia Episcopal (cf.
Ordenación general de la Liturgia de las Horas, n. 92) o de acuerdo con las costumbres de
una Orden o Congregación particular.
23. Cf. Ordenación general de la Liturgia de las Horas, n. 96.
230
LA LITURGIA DE LAS HORAS
reemplazan el rito penitencial y el Kyrie 24. Si está señalado para ese día,
se canta o dice el Gloria, seguido de la oración colecta, tomada del
misal. La liturgia de la palabra sigue como de costumbre.
771. También es posible añadir una de las Horas al final del rito de la Misa.
Esta opción parece menos satisfactoria, pero puede ser apropiada para
la Hora intermedia, por ejemplo: cuando una de las tres Horas meno-
res coincide con la «hora» en la que se celebra la Misa. En este caso, la
Misa sigue como de costumbre hasta después de la oración para después
de la Comunión, que se dice o canta la salmodia de la Hora. El cele-
brante preside desde la sede. La invocación inicial de la Hora, el himno
de Oficio y la lectura breve se omiten. Después de los salmos, el cele-
brante permanece de pie y canta o dice la oración de la Hora. La ben-
dición y la despedida como en la Misa 26.
231
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
232
Epílogo
774. ¡Viva el misterio que ha sido puesto en tus manos! Ésta es la invitación y admo-
nición que la Iglesia dirige al sacerdote en el Rito de Ordenación, cuando se
ponen en sus manos las ofrendas para el sacrificio eucarístico. El «misterio» del
cual el sacerdote es un «administrador» (cf. 1 Cor 4, 1) es definitivamente Jesu-
cristo mismo, que a través del Espíritu es la fuente de la santidad y la llamada
a la santificación. Para que esto sea así, hay necesidad de gran vigilancia y con-
ciencia viva. Una vez más el Rito de la Ordenación introduce estas palabras con
esta recomendación: «Sed conscientes de lo que estáis haciendo». Del mismo modo
que Pablo amonesta a Timoteo: «No descuides el don que posees» (1 Tim 4, 14;
2 Tim 1, 6) 1.
776. Que ese mismo espíritu de servicio a la Eucaristía informe las acciones
de todos los que asisten en el altar: diáconos, acólitos y ayudantes, lec-
tores y ministros extraordinarios, organistas, músicos, cantores y coris-
tas, porteros y sacristanes. Acuérdate también del hermano que te ofre-
233
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
2. SC, n. 8.
234
Apéndices
1. Ministros extraordinarios de la Eucaristía
778. Hay varios modos sencillos en los que la utilidad de su ministerio puede
presentarse como verdadera: como un privilegio, un servicio e incluso
como una provisión «extraordinaria».
1. Vid. CIC, cánones 230 §3, 910 §2; Sagrada Congregación para la disciplina de los
Sacramentos, Immensae caritatis, «Instrucción para facilitar la Comunión», 29 de junio
de 1973. No deben ser llamados «ministros de la Eucaristía» ni «ministros especiales».
237
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
238
MINISTROS EXTRAORDINARIOS DE LA EUCARISTÍA
786. Sólo las personas adultas piadosas de la comunidad deberían ser elegi-
das para este ministerio. Los niños, los adolescentes y los ayudantes no
son candidatos aptos. No debería limitarse este ministerio a las mujeres,
por el espectáculo a que puede dar lugar un sacerdote asistido sólo por
ellas.
787. Este ministerio auxiliar, tan útil, no debería trivializarse haciendo uso
del mismo en Misas donde comulgan pocos fieles. Debería limitarse a
las situaciones de necesidad real. La prolija multiplicación de los minis-
tros extraordinarios puede obedecer a un deseo sincero de «implicar al
laicado», pero, por lo general, refleja una teología confusa del laicado
y del ministerio, e incluso la falsa idea de que es derecho del laico el
administrar la Eucaristía. Además, la proliferación de los ministros
extraordinarios tiende a desarrollarse allí donde el ministerio litúrgico
específico del acólito seglar nunca ha sido descubierto, entendido o
apreciado. Por tanto, el establecimiento del acólito instituido, junto a
otros ministros extraordinarios, puede ser un paso adelante hacia una
resolución equilibrada de este problema.
239
2. Días litúrgicos y otras celebraciones
1. Cf. Normas universales sobre el Año Litúrgico y sobre el calendario, nn. 4-7, publicadas
en el Misal Romano, después del IGMR; para un orden preciso de precedencia, vid. CO,
apéndice 2, pp. 334-35.
2. Normas universales sobre el Año Litúrgico y sobre el calendario, nn. 11 y 12.
3. Esto no excluye el rezo del Credo en una fiesta cuando puede tener valor pasto-
ral la profesión de fe.
240
DÍAS LITÚRGICOS Y OTRAS CELEBRACIONES
790. En las ferias, el sacerdote puede celebrar la Misa de acuerdo con la feria
(como un signo del Tiempo de Adviento, Cuaresma y Semana Santa) o,
en el Tiempo Ordinario, usando las oraciones del domingo anterior, o
bien puede elegir una Misa para una necesidad particular, o para difun-
tos, o una Misa votiva, observando lo que establece el misal y el leccio-
nario. En los sábados del Tiempo Ordinario, el sacerdote puede cele-
brar la Misa de nuestra Señora y el Oficio del Sábado de nuestra Señora
en la Liturgia de las Horas.
792. El celebrante debería estar atento a las opciones que le ofrece el misal
y el leccionario, puesto que en el Ordo no se pueden establecer clara-
mente todas las posibilidades para cada día. Además, el celebrante, con
el fin de respetar los niveles de celebración y el calendario, debería
estar familiarizado con las normas actuales, que reflejan la insistencia
del Concilio Vaticano II sobre la importancia y la integridad de los
domingos, solemnidades y tiempos litúrgicos 4. Las normas actuales pro-
ponen seis niveles distintos para la elección de una celebración 5.
241
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
795. 3. En los domingos del Tiempo de Navidad, en los del Tiempo Ordi-
nario, y en las fiestas, las Misas rituales para sacramentos (por ejemplo:
Matrimonios y Ordenaciones) y las Misas de funeral son permitidas. En
estos días, se pueden celebrar Misas para varias necesidades y ocasiones
y Misas votivas, en el caso de una necesidad seria o de una convenien-
cia pastoral, pero sólo a la discreción del Ordinario local o con su per-
miso 7. Todas las demás celebraciones están prohibidas.
242
DÍAS LITÚRGICOS Y OTRAS CELEBRACIONES
799. La celebración de todos los días feriales que gocen de la libertad del
número 6, con ornamentos verdes y los textos del domingo, es la
«opción asequible» de una liturgia mínima. Sin embargo, la preocupa-
ción pastoral por los fieles debería motivar un enfoque más imaginati-
vo y generoso.
801. Otra opción posible para las ferias es la Misa votiva. La elección de las
Misas votivas puede también estar influida por la devoción popular, que
asigna un significado especial a un día de la semana. El jueves se asocia
con la Eucaristía y el sacerdocio de Cristo; el viernes, con la Cruz y la
pasión de nuestro Señor. Los primeros viernes y primeros sábados de
mes son universalmente reconocidos como días de devoción pública y
privada al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María,
respectivamente. De acuerdo con las costumbres de las distintas cultu-
ras y regiones, otros días se pueden reservar a san José, las ánimas ben-
ditas del purgatorio, los ángeles, etc. Aunque es muy importante inte-
grar las devociones populares en la liturgia, no deben nunca infringir
las normas de precedencia del calendario por motivos de devoción
popular. Por ejemplo: en un primer viernes, no se podría dejar de lado
una fiesta o una memoria obligatoria en favor de una Misa del Sagrado
Corazón. En tal día, aparte de hacer alguna referencia de paso o cone-
xión apropiada, no se debería mezclar la celebración del santo con
dicha devoción.
243
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Binación
805. Según el canon 905 §1, Exceptuados aquellos casos en que, según el derecho,
se puede celebrar o concelebrar más de una vez la Eucaristía en el mismo día, no
es lícito que el sacerdote celebre más de una vez al día. Esta norma se refiere
a las disposiciones del misal para Navidad, Jueves Santo y Domingo de
Resurrección. Además, se proporcionan los textos de tres Misas para el
día de los fieles difuntos, porque las disposiciones de la Constitución
244
DÍAS LITÚRGICOS Y OTRAS CELEBRACIONES
806. Según el canon 905 §2, Si hay escasez de sacerdotes, el Ordinario del lugar
puede conceder que, con causa justa, celebren dos veces al día, e incluso, cuan-
do lo exige una necesidad pastoral, tres veces los domingos y fiestas de precepto.
En condiciones pastorales corrientes, este canon se suele interpretar
ampliamente.
245
3. Preparación de los ornamentos
807. Los ornamentos se preparan de modo que los clérigos puedan revestir-
se con facilidad. Lógicamente, se disponen en orden inverso al que se
sigue al revestirse, de modo que el primer ornamento que se coloca
sobre la mesa es el último con el que se reviste el obispo, presbítero o
diácono.
812. e) Si se usa amito, se dispone sobre todos los ornamentos, con la parte
de las cintas alejada del borde de la mesa.
246
PREPARACIÓN DE LOS ORNAMENTOS
814. Cuando se preparan los ornamentos para los concelebrantes, puede ser
útil colocar tarjetas sobre cada grupo de ornamentos, bien anotando
los nombres de los clérigos, si se conocen, o las tallas de las albas:
pequeña, mediana, grande. Si concelebran muchos sacerdotes, las albas
y casullas deberían prepararse en perchas, con indicación de las tallas.
247
4. El corporal
821. Si el corporal tiene una cruz bordada en uno de los cuadrados exterio-
res centrales, se gira de modo que la cruz quede lo más cerca posible
del celebrante.
823. Para doblar un corporal se siguen los mismos pasos, pero a la inversa:
se doblan los tres cuadrados más próximos al celebrante hacia dentro;
248
EL CORPORAL
a.
b.
1. 2.
c.
4. 4.
d.
4. 4.
249
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
después, los tres más lejanos hacia sí, y, finalmente, los cuadrados dere-
cho e izquierdo hacia el central.
250
5. Otras Plegarias eucarísticas
Plegaria eucarística 1
827. El prefacio de esta plegaria —que es la más sencilla de las tres adapta-
das para niños— es invariable, e incluye las peticiones por la Iglesia.
Con una preparación adecuada, el Sanctus y el Benedictus se pueden can-
tar o decir por separado bien dentro del texto o, como es usual, al final
del prefacio 1. Después de extender las manos para decir «Padre Santo,
para mostrarte nuestro agradecimiento...», el celebrante las junta; las
mantiene extendidas, con las palmas hacia abajo, sobre las ofrendas, en
la epíclesis, «Haz que, por la fuerza de tu Espíritu,...». Después, breve-
mente, junta las manos y hace el signo de la cruz, una vez, sobre las
1. Cf. Instrucción sobre las Plegarias eucarísticas para niños en la Misa. Textus precis eucha-
risticae, Congregación para el culto divino, 1 de noviembre de 1974, n. 23.
251
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Plegaria eucarística 2
830. Para conseguir una mayor participación en estas plegarias, sería conve-
niente enseñar a los niños las aclamaciones, que deberían ser cantadas.
El Sanctus, la fórmula «Jesús ha dado su vida por nosotros» durante la
Consagración y la aclamación después de la anámnesis son obligatorios,
las otras son opcionales 2.
831. El prefacio es invariable, pero en tres ocasiones se intercala la aclama-
ción: «¡Gloria a ti, Señor, porque nos amas!». El celebrante presenta
estas aclamaciones juntando las manos y diciendo «Por eso te aclama-
mos:...». El Sanctus y el Benedictus se dicen o se cantan, según la forma
habitual, al final del prefacio. Después, con las manos extendidas, dice
«Bendito sea Jesús, tu enviado,...». Luego, puede cantar o decir:
«Bendito el que viene en nombre del Señor,...» y las junta al terminar
de decir «Hosanna en el cielo». En la epíclesis, el celebrante extiende
las manos, con las palmas hacia abajo, sobre las ofrendas, mientras dice
«A ti, Dios y Padre nuestro, te pedimos...». Las junta, hace una pausa, y
2. Cf. Instrucción sobre las Plegarias eucarísticas para niños en la Misa, n. 24.
252
OTRAS PLEGARIAS EUCARÍSTICAS
253
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Plegaria eucarística 3
3. Cf. Instrucción sobre las Plegarias eucarísticas para niños en la Misa, n. 25.
254
OTRAS PLEGARIAS EUCARÍSTICAS
255
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
256
6. Accidentes
848. Cuando algo sale mal durante la liturgia, debería prevalecer la tran-
quilidad y el sentido común. En ningún caso se debería perturbar,
innecesariamente, a los fieles por un percance en el presbiterio. Los
ayudantes deberían ser entrenados para responder con calma a cual-
quier contratiempo. Los problemas que conciernen directamente al
clero se pueden presentar en cuatro preguntas:
849. Esto puede ocurrir, por equivocación, cuando se utiliza para la Misa un
tipo claro de vino blanco o cuando una vinajera de metal, señalada con
«vino», de hecho contiene agua. Según el IGMR n. 286, dejando ésta en
un vaso pondrá vino y agua en el cáliz, y lo consagrará, repitiendo la parte de
la narración que corresponde a la consagración del cáliz, sin que por eso se con-
sidere obligado a repetir la consagración del pan. Debería llevar a cabo este
procedimiento con rapidez y discreción, asistido por un ayudante.
257
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
852. Las siguientes medidas son un desarrollo práctico del IGMR n. 239:
Si se derrama algo de la Sangre del Señor, el sitio en que cae lávese con agua y
luego échese este agua en el sacrarium.
855. En todas las iglesias se deberían cuidar con respeto los manteles del
altar. Antes de lavarse, los corporales y los purificadores, primero debe-
rían aclararse, y con el agua debería disponerse como ya se ha descrito,
en el sacrarium, etc. Después se lavan. Por razones prácticas obvias, los
purificadores nunca deberían hacerse de material sintético no absor-
bente. A diferencia del corporal, no deberían almidonarse.
258
ACCIDENTES
259
7. Velas y lámparas
859. Para encender las velas del altar, se sugiere el siguiente procedimiento:
—Encender el cirio en la sacristía y traerlo al presbiterio. Se hace
una inclinación al altar, o una genuflexión si el Santísimo Sacramento
está reservado detrás o encima de él.
—Encender las velas desde el lado que sea más conveniente, de
modo que no tenga que estirarse sobre el altar o sobre una vela que ya
está encendida.
—Comenzar primero por el extremo derecho, después ir al extremo
izquierdo, haciendo la reverencia acostumbrada en el centro.
—Si hay que encender cuatro o seis velas, empezar encendiendo la
vela interior de la derecha; para los candelabros se haría del mismo
modo si se utilizan para la adoración eucarística.
—Si hay cuatro o seis velas preparadas a cada lado del altar, encen-
der primero la vela de la parte de atrás, siguiendo hacia adelante.
—Finalmente, hacer la reverencia acostumbrada, volver a la sacristía
y, sólo entonces, apagar el cirio.
260
VELAS Y LÁMPARAS
860. Para apagar las velas, conviene usar siempre un apagavelas apropiado,
que debe limpiarse regularmente. Se hace exactamente igual que para
el encendido de las velas, excepto:
—al apagarlas empezando por el lado izquierdo del altar, y
—si hay cuatro o seis velas que apagar, comenzar apagando la vela
exterior. No forzar el apagavelas hacia abajo sobre la cera caliente. Las
velas se apagan mejor cuando se mantiene el apagavelas sobre la llama,
pues así se consume el aire que hay dentro y la llama se apaga. Nunca se
debe dejar una mecha ardiendo sin llama, porque puede deshacerse.
863. Los sacristanes deberían untar ligeramente con aceite la copa del can-
delero o la bandeja de metal que suele haber debajo de las lámparas
votivas, para que las gotas de cera se puedan quitar con facilidad. La
mayor parte de la cera de los manteles del altar o de los ornamentos se
quita aplicando una plancha caliente sobre papel para embalar.
261
8. Estipendios de la Misa
Artículo 1
§1. De acuerdo con el canon 948, Se ha de aplicar una Misa distinta por
cada intención para la que ha sido ofrecido y se ha aceptado un estipendio, aun-
que sea pequeño. Por eso, el sacerdote que acepta el estipendio para la
celebración de una santa Misa por una intención particular, está obliga-
do ex iustitia a cumplir personalmente la obligación asumida (cf. canon
949) o a encomendar a otro sacerdote el cumplimiento de la obligación,
conforme a lo que prescribe el derecho (cf. cánones 954-955).
§2. Violan, por tanto, esta norma, y deben responder de ello en con-
ciencia, los sacerdotes que recogen indistintamente estipendios para la cele-
bración de Misas de acuerdo con intenciones particulares y, acumulándolas sin
que los oferentes lo sepan, las cumplen con una única santa Misa celebrada
según una intención llamada «colectiva».
Artículo 2
§1. En el caso de que los oferentes, previa y explícitamente advertidos, estén
de acuerdo libremente en que sus estipendios sean acumulados junto con otros
para la celebración de una sola Misa, será lícito satisfacer esas intenciones con
una única Misa, aplicada por la intención «colectiva».
262
ESTIPENDIOS DE LA MISA
Artículo 3
§1. En el caso al que se refiere el artículo 2 §1, al celebrante sólo le será
lícito guardar el estipendio fijado en la diócesis (cf. canon 950)
§2. La suma que exceda ha de ser entregada al Ordinario, conforme el
canon 951§ 1, que la destinará a los fines establecidos por derecho (cf.
canon 946).
Artículo 4
Sobre todo en santuarios y lugares de peregrinación, a los que llegan
diariamente numerosas ofrendas para la celebración de Misas, los rec-
tores tienen el deber en conciencia de vigilar, con suma atención, a fin
de que se apliquen cuidadosamente las normas de la ley universal en
esta materia (cf. en especial los cánones 954-956) y las de este decreto.
Artículo 5
§1. Los sacerdotes que reciban un gran número de ofrendas para inten-
ciones particulares de santas Misas, por ejemplo: con ocasión de la con-
memoración de los fieles difuntos, o en otras circunstancias, y no pue-
dan cumplirlas personalmente dentro del año (cf. canon 953), en lugar
de rechazarlas, frustrando así la piadosa voluntad de los oferentes y
apartándolos de su buen propósito, deben pasarlas a otros sacerdotes
(cf. canon 955) o al Ordinario (Cf. canon 956).
§2. Si en esas o similares circunstancias se da el caso descrito en el ar-
tículo 2 §1, de este decreto, los sacerdotes deben atenerse a las disposi-
ciones del artículo 3.
Artículo 6
A los obispos diocesanos, principalmente, incumbe el deber de dar a
conocer con prontitud y claridad estas normas a los sacerdotes tanto del
clero secular como del religioso, pues para todos son obligatorias, y de
preocuparse de que sean observadas.
263
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Artículo 7
Es menester que los fieles sean también instruidos en esta materia
mediante una catequesis específica, cuyos puntos esenciales han de ser:
el elevado significado teológico de la ofrenda dada al sacerdote para la
celebración del sacrificio eucarístico, a fin de evitar el escándalo que
supondría dar la apariencia de estar comerciando con cosas sagradas; la
importancia ascética de la limosna en la vida cristiana, enseñada por
Jesús, una de cuyas formas excelentes es precisamente el estipendio que
se ofrece para la celebración de Misas; y la repartición de los bienes, por
la que los fieles, mediante la ofrenda para la celebración de Misas, coo-
peran al sustento de los ministros sagrados y a la realización de las acti-
vidades apostólicas de la Iglesia.
264
9. El lugar del sagrario
865. Hay una continua discrepancia acerca de la ubicación del sagrario. Sin
embargo, todas las instrucciones oficiales que se han dado durante y
después del Concilio Vaticano II deben ser interpretadas a la luz del
canon 938 §2 del Código de Derecho Canónico de 1983: El sagrario en
el que se reserva la Santísima Eucaristía ha de estar colocado en un lugar de la
iglesia u oratorio verdaderamente noble, destacado, convenientemente adornado,
y apropiado para la oración. Las directrices importantes que condujeron
a este canon fueron las siguientes:
265
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
868. c) 1969: Ordenación General del Misal Romano n. 276: Es muy de recomendar
que el lugar destinado para la reserva de la santísima Eucaristía sea una capi-
lla adecuada para la adoración y la oración privada de los fieles. Si esto no
puede hacerse, el Santísimo Sacramento se pondrá según la estructura de cada
iglesia y las legítimas costumbres de cada lugar, o en algún altar o fuera del altar
en una parte más noble de la iglesia, bien ornamentada (citando Inter Oecu-
menici, n. 95)
266
EL LUGAR DEL SAGRARIO
La capilla eucarística
872. En una perspectiva más amplia del canon 938 §2, queda claro que no
se precisa una capilla para el Santísimo Sacramento en todas las iglesias.
A diferencia de IGMR, n. 276, el Código no establece ninguna prefe-
rencia sobre el lugar específico para la reserva. No obstante, como se
indica en Eucharisticum mysterium, n. 53, y en su adaptación en el docu-
mento Sagrada Comunión y culto de la Eucaristía fuera de la Misa de 1973,
hay situaciones en las que la capilla del Santísimo Sacramento es ade-
cuada, por ejemplo: en una catedral o en una iglesia mayor frecuenta-
da por muchos turistas o peregrinos, como sucede en las basílicas roma-
nas, o allí donde se requiere un lugar seguro para la adoración perma-
nente. La capilla también es conveniente en el caso, poco frecuente, de
iglesias donde el sagrario parezca muy distante e inaccesible si está
situado al fondo de un presbiterio. Además, el Ceremonial de los Obispos,
n. 49, citando una tradición muy antigua, recomienda una capilla para las
catedrales.
873. Cuando nos referimos a una iglesia parroquial, nos encontramos con
que un racionalismo litúrgico académico ha intentado imponer una
capilla separada, o una zona aparte del presbiterio, como el único lugar
«correcto» para el sagrario. Donde esto no es posible, se considera ade-
cuado colocar el sagrario a un lado del altar principal. En algunas igle-
sias, el sagrario está situado a un lado del altar de la capilla eucarís-
tica. Existen también capillas eucarísticas sin altar. Algunos de los ar-
gumentos a favor de tales opciones deberían considerarse cuidadosa-
mente.
874. Se dice que el sagrario puede distraer al pueblo durante las celebracio-
nes litúrgicas y, por tanto, la zona para la celebración debe estar sepa-
rada de la de la reserva 1. Este extremismo ha hecho gran daño, como
se deduce de la queja: «ahora nuestra iglesia parece vacía». Un daño
mayor se aprecia en el hecho de que, al no requerirse la genuflexión,
la mayor parte de los fieles no se molesta siquiera en inclinarse ante el
altar. Por eso, en algunos sitios ha surgido una generación que no es
consciente de la presencia eucarística de Cristo en el sagrario, y de aquí
267
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
se deriva una menor conciencia del altar y del lugar sagrado de la litur-
gia 2. Esto es un problema, particularmente, para los que sólo van a la
iglesia a la liturgia dominical, y más aún para la fe y la completa cate-
quesis de nuestros niños.
879. Dejando a un lado la confusión de los signos (en las parroquias nadie
presta demasiada atención a la sede, fuera del tiempo de la Misa), la
sede no debe desplazar el sagrario de su posición central. Así, un lugar
268
EL LUGAR DEL SAGRARIO
880. Otro problema surge cuando el lugar de reserva queda oculto al pue-
blo, aunque en los planos del arquitecto parezca estar en lugar desta-
cado. En una iglesia sucedió que los fieles de mayor edad intentaron
mantener la devoción eucarística, por la cual esta iglesia había destaca-
do. No querían ir hasta la nueva e inadecuada capilla eucarística, escon-
dida tras un muro en la parte trasera del presbiterio. Lo cierto es que
continuaron arrodillándose en la nave y haciendo sus visitas al Señor,
escondido tras el muro que, fácilmente, se podía haber abierto para ver
el sagrario.
882. Hay algunas iglesias con una planta irregular, donde las líneas de visión
impiden que el lugar «distinguido» y «visible» coincida justo detrás del
altar principal. Pero, en la mayoría de las parroquias no ocurre así, y la
mejor ubicación sería el centro del presbiterio. En las capillas de comu-
nidades religiosas u otras, que normalmente consisten en una habita-
ción, el «lugar distinguido» es, obviamente, el situado justo detrás del
altar.
El altar y el sagrario
269
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
884. En 1956, el papa Pío XII, consciente de las adaptaciones que se estaban
haciendo, intervino en contra de la tendencia a separar el sagrario del
altar 4. A la luz de la reforma litúrgica posconciliar, se puede percibir el
problema que ya Pío XII atisbó, especialmente al considerar la existen-
cia de capillas eucarísticas en las que no hay altar. En éstas, la Eucaristía
se puede convertir en una especie de «cosa santa» disociada de la
acción litúrgica, que a su vez está asociada al altar —signo permanente
de Cristo— donde el pueblo de Dios celebra la Eucaristía. Pero en la
reserva del Cuerpo del Señor, no estamos tratando con una «cosa
santa», una especie de símbolo o reliquia encerrada en un lugar santo.
Estamos cara a cara con la persona de Jesucristo, el Sacerdote y la
Víctima de nuestra liturgia que está realmente presente entre nosotros
bajo la apariencia de pan.
885. Por lo tanto, parece que lo mejor es mantener de algún modo un vín-
culo visible entre el altar y el sagrario, entre la celebración y la adora-
ción, entre la acción y la reserva. Esto puede lograrse:
—volviendo a colocar el sagrario detrás del altar,
—poniendo un altar nuevo en una capilla eucarística que carezca de
él (creándose, además, un espacio para celebraciones menos numero-
sas) o
—reservando la Eucaristía en un altar lateral noble y visible.
270
EL LUGAR DEL SAGRARIO
Conclusión
271
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
272
10. Oraciones en el momento de revestirse
Oraciones
273
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
274
11. Diagramas
Diagrama 1: Abreviaturas
Diagrama 2: Misa solemne: Procesión de entrada
Diagrama 3: Misa solemne: El Evangelio
Diagrama 4: Misa solemne: Plegaria eucarística
Diagrama 5: Misa pontifical solemne: Procesión de entrada
Diagrama 6: Misa pontifical solemne: Rito introductorio
Diagrama 7: Procesión eucarística
1.
ABREVIATURAS
O Obispo cr Cruciferario
C Celebrante pv Portador de velas
Cc Concelebrante pl Portador del libro
D Diácono tf Turiferario
Da Diácono ayudante pn Portador de la naveta
Ac Acólito cf Ceroferario
Lc Lector pm Portador de la mitra
Mc Maestro de Ceremonias pb Portador del báculo
275
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
2.
(376) MISA SOLEMNE
Procesión de entrada
(Ac) Cc Cc Cc Lc cf cf cf pv (pn)
C D1 clero Mc pl cr tf
D2 Cc Cc Cc Lc cf cf cf pv
3.
(388) MISA SOLEMNE
El Evangelio
tf Mc
D
pv
pv
AMBÓN
4.
(402, 403) MISA SOLEMNE
Plegaria eucarística
cr
pl
c Cc Cc Cc Cc
pv
cC C
C
cC
Cc
credencia D2 Mc
c
C
pv
ALTAR
D1 tf
cf cf cf cf cf cf
276
DIAGRAMAS
5.
(482) MISA PONTIFICAL SOLEMNE
Procesión de entrada
pb Da1 Mc Cc Cc Cc Lc cf cf cf pv (pn)
pl O D1 canónigos clero Mc cr tf
pm Da2 Cc Cc Cc Lc cf cf cf pv
6.
(486) MISA PONTIFICAL SOLEMNE
Rito introductorio
pm pb
(pn) Mc Da Da Cc C
c
tf C cC O cC cf
Cc pl Mc
c
cr cf
Cc
pv Cc cf
Cc
D Cc
credencia 1 credencia 2
pv ALTAR cf
cf
cf
7.
(704) PROCESIÓN EUCARÍSTICA
cf cf cf pl
tf2 Cc pv
D2
pueblo C clero religiosos cofradías cr
D1 tf1 Cc pv
Mc
cf cf cf pn
277
Bibliografía
FUENTES PRINCIPALES
Fuentes litúrgicas
Roman Missal. General Instruction of the Roman Missal. Traducción del
I.C.E.L.
The Ceremonial of Bishops. International Commission on English in the
Liturgy. Collegeville, Minnesota: The Liturgical Press, 1989.
Missale Romanum, Variationes et Textus Inserendi, Libreria Editrice Vaticana,
1991.
Variationes in Libros Liturgicos ad Normam Codicis Iuris Canonici Nuper
Promulgati Introducendæ. Typis Polyglottis Vaticanis, 1983.
Las traducciones al inglés del I.C.E.L. de los ritos del Roman Ritual y del
Roman Pontifical se recogen en The Rites: vol. I, New York: Pueblo, 1990;
vol. 2, Collegeville, Minnesota: The Liturgical Press, 1991.
Documentos litúrgicos
Vatican Council II, The Conciliar and Postconciliar Documents. Editado por
Austin Flannery, O.P. New York: Dominican Publications, Dublin y Costello,
1975.
Vatican Council II, More Postconciliar Documents. Editado por Austin
Flannery, O.P. New York: Dominican Publications, Dublin y Costello, 1982.
Official Catholic Teachings, Worship and Liturgy. Editado por James J.
McGivern. Wilmington, Carolina del Norte: Consortium Books, 1978.
This Holy and Living Sacrifice, Directory for the Celebration and Reception of
Communio under Both Kinds. National Conference of Catholic Bishops, Was-
hington: U.S.C.C., 1985.
279
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Derecho canónico
The Code of Canon Law, la traducción inglesa. London: Collins; Grand
Rapids, Michigan: William B. Eerdmans, 1983.
AUTORIDADES SECUNDARIAS
Brook, John. The School of Prayer: An Introduction to the Divine Office for All
Christians. London: Harper Collins, 1992. Una guía excelente para rezar la
Liturgia de las Horas.
Croegaert, Augustin. Les rites et les prières du S. Sacrifice de la Messe, 3 volú-
menes. Averbode: Bonne Presse; Paris: Maison Casterman, 1938. Sigue sien-
do una completa guía de la Liturgia Romana de los primeros años del movi-
miento litúrgico.
Elliott, Peter J., ed. Ministry at the Altar: Sydney: E.J. Dwyer, 1980. “Un
manual para ayudantes, acólitos, clérigos, sacristanes, profesores, maestros
de ceremonias y todo aquel que participe en las Ceremonias de la Iglesia.
Fortescue, Adrian, y J. B. O’Connell. The Ceremonies of the Roman Rite
Described. London: Burns Oates & Washbourne, 1962; London, St. Austin
Press, 1996. La clásica fuente sobre los rasgos de los ritos preconciliares.
Hileman, Louis G., T.O.R. The Celebration of Holy Mass. Texas: Lumen
Christi Press, 1974. Este pequeño libro de Hileman fue una inestimable guía
durante la fase de transición. Algunas de sus interpretaciones necesitan ser
revisadas, teniendo en cuenta la época en la que fueron escritas, e.g., p. 127,
concerniente a las elevaciones.
Ratzinger, Joseph Cardinal. Feast of Faith: Approaches to a Theology of the
Liturgy. San Francisco: Ignatius Press, 1986. Magistral discernimiento sobre
el culto cristiano en la actualidad.
Swayne, Sean, ed. The Sacraments, Pastoral Directory of the Irish Episcopal
Conference. Dublin: Veritas, 1976; Sydney: E.J. Dwyer, 1977. Sigue siendo una
guía útil sobre los ritos.
280
Índice de materias
281
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
282
ÍNDICE DE MATERIAS
283
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
284
ÍNDICE DE MATERIAS
de la Eucaristía Epifanía
en la Misa pontifical solemne, 465- luces «extra», 72
68, 492-95, 501-3 Espíritu Santo
en la Misa solemne, 371, 393-97, papel en la liturgia, 26
400-13 Esplendor de la liturgia, 37-39
de la Misa Estaciones del Via Crucis, 49
en la Misa pontifical solemne, 466- Estandartes
67, 481-82, 485-86, 488-89, 492- diseño de los, 577
95, 499, 502-3, 505 limitaciones de los, en las procesio-
de la palabra nes eucarísticas, 697
en la Misa pontifical solemne, 466- para solemnidades, 72
67, 481-82, 488-89, 491, 499, Estipendios, 235n, 369-70, 864
504 Estola,
en la Misa solemne, 371, 376-77, cuando no hay sacerdote, 655
385-90, 392, 405, 411-12 de «bolsillo», 613, 615
el Evangelio leído por el, 257, 386-89 de los diáconos, 124, 246, 809
hábito coral del, 138 del presbítero, 124, 246, 809
limitaciones del, 180, 325 en la predicación, 124
papel del, en la Comunión de una en Misas concelebradas, 420
Misa concelebrada, 450 «escapulario», 126n
papel del, en la Misa concelebrada, revestirse con la, 246, 892
425, 429-32, 434, 436, 441, 455, Eucaristía
457 cuidado de la, cuando está reservada,
posición del, 179, 402, 436, 438 149, 152
posición de las manos del, 189 sacramento de la, 602-61
recibe la Comunión en una Misa Vid. también: Comunión, Santísimo
solemne, 406-7 Sacramento
responsabilidades del, 178-80 Evangeliario
Sagrada Comunión fuera de la Misa, como objeto sagrado, 101-2
648-49, 651 promoción y entronización del, 102
Día de los fieles difuntos Evangelio
colores litúrgicos para el, 133, 135 en la Misa concelebrada, 429
no se usan flores en el altar el, 70 en la Misa dominical, 257, 261-63
Días feriales en la Misa pontifical, 488-89, 510
color litúrgico para los, 133 en la Misa solemne, 384-89
opciones para la Misa los, 790, 798-99 Evangelios
litúrgicos, 788-802 uso en la Liturgia de las Horas, 731,
Dios, como centro de la liturgia, 5-8 748, 759
Domingos, 788-89, 792-95. Vid. también: Evangelización, 37
Misa dominical Exequias, Misa de. Vid. Funeral, Misa de
Dorado de los vasos sagrados, 94 Exorcismo, oración en el rito del
Dosel, para la Misa fuera de la iglesia, Bautismo, 545
571, Exposición, 34, 662-714.
Doxología de la Plegaria eucaristía, 310, Vid. también: Adoración eucarística y,
317-18, 404, 441 Bendición
285
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
286
ÍNDICE DE MATERIAS
287
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
288
ÍNDICE DE MATERIAS
289
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
Penitencial, rito para la Misa con niños, Privada, Misa.Vid. también: Misa sin pue-
582 blo
Pentecostés, color litúrgico para, 131 Procesión
Píxide de entrada.
colgando, 887 dejando el altar, 358, 412, 458-59,
grande, 99 522, 546
materiales apropiados para la, 95 de las ofrendas, 271-72, 394, 433, 488
ministro extraordinario, uso de la, en la Misa concelebrada, 425
785 en la Misa con niños, 578, 581, 584
para la Comunión de los enfermos, en la Misa del obispo, 482-85
613, 615, 618-20, 623, 630 en la Misa dominical, 248-50
para llevar la Eucaristía a los enfer- en la Misa pontificial solemne, 469
mos, 98 en la Misa solemne, 86, 376-77
uso para la adoración eucarística, eucarística, 129, 695-711
692-93 lugar de reunión para la, 86
Plegarias eucarísticas nupcial, 554
I, 285-88, 308-10, 440 Procesional, cruz
II, 289-90, 311-12 diseño de la, 110
III, 291-92, 313-14 Profesión de fe
IV, 293-94, 315-16 en la Misa concelebrada, 431
adicional, 825-47 en la Misa con niños, 583
de reconciliación, 841-46 en la Misa del obispo, 491
en la Misa solemne, 401-4 en la Misa dominical, 265
en la Misa pontifical, 498, 510
en la Misa solemne, 391
oración de acción de gracias, 280
cuando se omite la, 544, 551
para las Misas con niños, 826-39
Pueblo
Plenaria, indulgencia, 628, 635
participación en las celebraciones
Pontifical, Misa. Vid. también: Misa pon-
tifical solemne litúrgicas, 40, 157-58
Pontificalia, 140, 470-72 reunido para la Misa, 232-34
Postración, 204 Puertas, 85
Preciosa Sangre Purificaciones, 93n, 94
accidentes, 850-56 después de distribuir la Sagrada
llevarla al enfermo, 626 Comunión, 106, 343
modo de reservarse para llevarla al después de la Comunión, 344-49,
enfermo, 152 409, 455, 536
Prefacio, 281-82, 401 de un vaso sagrado utilizado por una
Preparación persona contagiosa, 626
del altar, 270, 393, 432, 488 en la Misa del obispo, 503
de las ofrendas, 273-79, 395, 434, Purificador, 116, 239
495, 534 cerca del sagrario, 106
Preparativos para la Misa cuidado del, 850, 855
concelebrada, 421-24 material del, 855
con obispo, 473-78
domincal, 227-47 Reclinatorio, 555
solemne, 373-75 utilización por el obispo, 480, 515,
Presbiterio 519-20, 523
asientos en el, 50, 54-55 Religioso, hábito, 137
comportamiento adecuado en el, Reliquias, en el altar, 60
173, 187, 222-25 Reserva del Santísimo Sacramento, 690-
definido, 50 91
en las catedrales, 50n Reservados, asientos, 159
separación del baptisterio, 41 Responsorial, salmo, 259-60, 383, 428
290
ÍNDICE DE MATERIAS
291
GUÍA PRÁCTICA DE LITURGIA
292