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Objetivo: Valorar la espiritualidad de comunión, mediante nuestra participación, para sentirnos miembros de
la Verdadera Iglesia.
Ver con los ojos del Padre (Efesios 4,32)
Efe. 4, 32 Sed benignos unos para con otros, compasivos, perdonándoos mutuamente de la misma manera
que Dios os ha perdonado a vosotros en Cristo. Nota: aquí está sintetizado el Evangelio, desde el Sermón de la
Montaña (Mat 5) hasta el Mandamiento Nuevo de Jesús (Juan 13, 34)
Mat 5
EL SERMÓN DE LA MONTAÑA. LAS OCHO BIENAVENTURANZAS1 Al ver estas multitudes, subió a la montaña, y
habiéndose sentado, se le acercaron sus discípulos.2 Entonces, abrió su boca, y se puso a enseñarles así:
3 "Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque a ellos pertenece el reino de los cielos. Nota: como lo
observa Santo Tomas citando a San Agustín no solamente los que no se apegan a las riquezas (aunque sean
materialmente ricos), sino principalmente los humildes y pequeños que no confían en sus propias fuerzas y
que están, como dice San Crisóstomo, en actitud de un mendigo que constantemente implora a Dios la
limosna de la gracia. En este sentido dice el Magníficat: “A los hambrientos llenó de bienes y a los ricos dejó
vacíos” (Luc 1, 53)
4 Bienaventurados los afligidos, porque serán consolados.
5 Bienaventurados los mansos, porque heredarán la tierra.
6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque serán hartados.
7 Bienaventurados los que tienen misericordia, porque para ellos habrá misericordia.
8 Bienaventurados los de corazón puro, porque verán a Dios.
9 Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados hijos de Dios.
10 Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque a ellos pertenece el reino de los cielos.
11 Dichosos seréis cuando os insultaren, cuando os persiguieren, cuando dijeren mintiendo todo mal contra
vosotros, por causa mía.
12 Gozaos y alegraos, porque vuestra recompensa es grande en los cielos, pues así persiguieron a los profetas
que fueron antes de vosotros".
Del 13-16 Vosotros sois la sal de la tierra
Del 17-48 Jesús perfecciona la Antigua Ley
Jesús, en el Sermón de la Montaña, a además de las ocho Bienaventuranzas, dijo también estas terribles
palabras:
“¡Ay de vosotros los ricos, porque tenéis vuestro consuelo!
¡Ay de vosotros, los que estáis hartos, porque tendréis hambre!
¡Ay de vosotros, los que ahora reís, porque después lloraréis!”.
Jesucristo nos anunció las Bienaventuranzas, para que detestemos las máximas del mundo, y nos
estimulemos a amar y practicar las máximas del Evangelio.
El mundo llama bienaventurados a los que abundan en riquezas y honores; a los que viven regocijadamente
y no tienen ocasión alguna de padecer.
El deseo de satisfacer las pasiones desordenadas es lo que hace condenar a los hombres.
Las riquezas son el medio más oportuno para poder satisfacer todas las pasiones.
Por esto Jesús empieza llamando bienaventurados a los pobres de espíritu.
Los pobres de espíritu, según el Evangelio, son los que no tienen el corazón puesto en las riquezas; hacen
buen uso de ellas, si las poseen; no las buscan con demasiada solicitud, si no las tienen; y sufren con
resignación la pérdida de ellas.
Se puede ser pobre de espíritu y poseer muchas riquezas; y se puede no poseer nada y no ser pobre de
espíritu.
Mansos son los que tratan al prójimo con dulzura, y sufren con paciencia los defectos y agravios que reciben,
sin quejas, resentimientos o venganzas.
Los que lloran (Afligidos) son los que sufren con resignación las tribulaciones, y se afligen por los pecados
cometidos, por los males y escándalos que se ven en el mundo, por verse lejos del Cielo y por el peligro de
perderlo.
Los que tienen hambre y sed de justicia son los que desean ardientemente crecer de continuo en la divina
gracia y en el ejercicio de las obras buenas.
Misericordiosos son los que por amor de Dios aman al prójimo, se compadecen de sus miserias, así
espirituales como corporales, y procuran aliviarlas en lo que pueden.
Limpios de corazón son los que tienen gran horror al pecado y procuran no cometerlo jamás.
Pacíficos son los que conservan la paz con el prójimo y consigo mismos, y procuran poner en paz a los
enemistados.
Padecen persecución por la justicia los que sufren con paciencia las burlas, improperios y persecuciones, por
causa de la Fe y Ley de Jesucristo.
Los premios que promete Jesucristo en las Bienaventuranzas significan todos, aunque con diversos
nombres, la gloria eterna del Cielo.
Las Bienaventuranzas no sólo nos procuran la gloria eterna del Paraíso, sino también los medios de llevar
una vida feliz, en cuanto es posible, en este mundo.
Los que siguen las Bienaventuranzas, reciben ya alguna recompensa, aun en esta vida; porque gozan de una
paz y contentamiento interior que es principio, aunque imperfecto, de la eterna felicidad.
La tranquilidad de conciencia es la satisfacción más grande y más pura que se puede gozar aquí en la tierra.
Los que siguen las máximas del mundo no son felices, porque no tienen la verdadera paz del alma y corren
gran peligro de condenarse.
Juan 13, 34 Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros: para que, así como Yo os he amado,
vosotros también os améis unos a otros. 34.]El mandamiento es "nuevo" en cuanto propone a los hombres la
imitación de la caridad de Cristo: amor que se anticipa a las manifestaciones de amistad; amor compasivo que
perdona y soporta; amor desinteresado y sin medida (Rom. 13, 10; I Cor. 13, 4-7).Rom. 13, 10 10 El amor no
hace mal al prójimo. Por donde el amor es la plenitud de la Ley. Nota: Es está una lección fundamental de
doctrina y espiritualidad, el que tiene amor tiene todas las virtudes; si le falta el amor, no tiene ninguna que
merezca tal nombre en el orden sobrenatural. (Vease 1ª Corintios 13,1 ss; Mat. 22, 39, Gal 5, 14) Cor. 13, 1-13
1 Corintios 13TRATADO DE LA CARIDAD1 Aunque yo hable la lengua de los hombres y de los ángeles, si no
tengo amor, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe.2 Y aunque tenga (don de) profecía, y sepa
todos los misterios, y toda la ciencia, y tenga toda la fe en forma que traslade montañas, si no tengo amor,
nada soy.3 Y si repartiese mi hacienda toda, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, mas no tengo
caridad, nada me aprovecha.4 El amor es paciente; el amor es benigno, sin envidia; el amor no es jactancioso,
no se engríe;5 no hace nada que no sea conveniente, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa mal;6 no se
regocija en la injusticia, antes se regocija con la verdad;7 todo lo sobrelleva, todo lo cree, todo lo espera, todo
lo soporta.8 El amor nunca se acaba; en cambio, las profecías terminarán, las lenguas cesarán, la ciencia
tendrá su fin.9 Porque (sólo) en parte conocemos, y en parte profetizamos;10 mas cuando llegue lo perfecto,
entonces lo parcial se acabará.11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba
como niño; mas cuando llegué a ser hombre, me deshice de las cosas de niño.12 Porque ahora miramos en un
enigma, a través de un espejo; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte, entonces conoceré
plenamente de la manera en que también fui conocido.13 Al presente permanecen la fe, la esperanza y la
caridad, estas tres; mas la mayor de ellas es la caridad.