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Fibonacci y la proporción áurea: ¿Geometría divina?

“Dios algunas veces geometriza”, Platón (427-347 a. C.).

Phi (Φ,φ) -el número áureo, de oro o de Fibonacci- es un concepto de sobra


conocido y estudiado por matemáticos de todos los tiempos, pero que a su vez,
tampoco es del todo ajeno para los amantes del arte, la biología, la arquitectura, la
música, la botánica o las finanzas, por ejemplo. No es difícil que se hayan tropezado
con él en cualquiera de estas disciplinas. ¿Significa esto que es posible entonces
encontrar una traducción numérica para todo lo que vemos, oímos o construimos
a nuestro alrededor?

La sucesión que descubrió el matemático pisano (0,1,1,2,3,5,8,13…) entraría dentro del


campo de la aritmética (estudia los números y las operaciones elementales que se
pueden realizar con ellos). De esta sucesión deriva el número áureo, representado
con la letra griega Phi (Φ,φ) y que sirve para expresar la relación entre dos segmentos
de una recta. 

El número Phi no deja de sorprender con sus propiedades y, al ser descubierto como


relación o proporción, ha dado lugar a un amplio análisis de diferentes formas, objetos,
representaciones gráficas o incluso patrones de movimiento que tienen lugar en
nuestro mundo y que teóricamente están más o menos directamente relacionados con
esta proporción, la proporción áurea o divina proporción. El rectángulo áureo o la
espiral de Fibonacci, son los ejemplos descritos en este artículo, pero también es
posible identificar triángulos áureos o pentágonos áureos. Cualquiera de estas
formas se define por tener una propiedad común: respeta la proporción áurea.

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