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EL MARTÍN PESCADOR GRANDE (Megaceryle torquata) Y UNA HISTORIA DE

CORSARIOS

“Cuando el martín pescador vuela bajo la incidencia de los rayos del sol, es
un extraño meteoro, todo el cual rebrilla, centellea, enviando chispas como
si el hermoso pájaro se encendiera en el espacio, repitiendo, en una visión
ilusoria, la mentira del fabuloso Fénix”.
Eurico Santos (1938)

Las historias de corsarios siempre tienen su atractivo por sus


dosis de coraje, ilegalidad, romanticismo y violencia. Extrañamente,
el martín pescador, protagonista de nuestra nota, se vincula a un
hábil corsario francés. Pacificados los mares del mundo tras la
Guerra de los Nueve Años que enfrentó a las principales potencias
de Europa a fines del siglo XVII, los comerciantes de Saint Malo
(Francia) se lanzaron a la búsqueda de oportunidades en el Nuevo
Continente. Especialmente se interesaron en la costa sudamericana
del Pacífico, con la mira puesta en las minas de oro y plata del
Perú. La entonces recientemente constituida Compagnie de la Mer
du Sud (Compañía del Mar del Sur) despacho una pequeña
expedición de cuatro buques con la misión de relevar el Estrecho
de Magallanes y las mencionadas costas. Como jefe de la
expedición, eligieron a un conciudadano y conocido corsario de la
época, el capitán Jacques Gouin de Beauchêne, quien al mando
de diversos buques y con la patente de corsario había participado
en la captura de numerosos buques enemigos de Francia. En esta
ocasión le toco capitanear al «Phelypeaux», y como ingeniero de
a bordo lo acompañaba Jacques Duplessis, novato en aventuras
marinas, quien estaba a cargo de registrar en un diario toda la
información posible que sirviera a las futuras expediciones
comerciales. No sólo se contentó con anotar datos de la
navegación, geografía, flora, fauna, y habitantes originarios, sino
que además produjo acuarelas muy bellamente coloreadas sobre
estos motivos. En una de ellas dibujó de una manera magistral a
nuestro martín pescador grande.

La expedición había partido de Francia a fines de 1698 y,


tras cruzar el Atlántico y tocar las costas de Brasil y de la
Patagonia argentina, se internó en el estrecho de Magallanes. En
el sector occidental del mismo, en la primavera de 1699, según el
relato de otro tripulante, el señor de Villefort (de Brosses, 1756),
recalaron en la Bahía Isabel o Elizabeth: “Hacia la punta este de
la bahía Elizabeth hay un fondo bajo, de dos brazas y media,
cubierto de grandes hierbas. Pero el pasaje es bueno entre esta
bahía y la tierra, la permanencia es buena, y el abrigo seguro
dentro de la bahía, aunque la corriente sea fuerte en el estrecho.
Los salvajes de la tierra de Fuego, hombres y mujeres vinieron
aquí muchas veces a visitarnos”. La bahía tiene playa de arena
con un riachuelo que desagua en ella (Chacon y Pery, 1874). En
ese ambiente, la necesidad de alimentos frescos les hizo cazar un
martín pescador grande y según relata en su diario Duplessis
(1701): “Esta ave está dibujada a tamaño natural, se parece a
nuestro arrendajo de Francia [Garrulus glandarius] tanto por la
proporción como por el pico, las plumas y las patas. La matamos
cerca de la bahía Elizabeth, en el estrecho de Magallanes, donde
no son comunes. Son gordas y de muy buen gusto”.

Más de un siglo antes de estos hechos Francisco Hernández


de Toledo (1651) recogía en México información sobre la misma
especie que denominó Achalalactli o “Devoradora de peces”, la
“que otros llaman Michalalactli, es un ave del tamaño de la
paloma, y de forma similar; pico agudo y negro, de tres dedos de
largo, grueso y proporcional al cuerpo, la cabeza adornada con
una cresta de color azul tendiendo a negro y larga, vientre
cubierto con plumas blancas y un collar en el cuello se caracteriza
por un color blanco brillante. Las alas internamente blancas, pero
en las partes posteriores se ven oscuras y distintas manchas
blancas; arriba azul verdadero, por así decirlo, y el resto del
cuerpo en sus partes extremas salpicado con manchas blancas y
negras, por todos lados. La cola en parte negra, y en parte es de
color azul oscuro, pero también variada en su superficie con
manchas blancas, las piernas son rojas, los pies divididos en
dedos, con agudas uñas negras, ojos negros, el iris, sin embargo,
de un blanco brillante. Es un ave extraña en la región de los
mexicanos, y se halla en las fuentes y arroyos, se alimenta de
pececillos y otros animalitos acuáticos; por otra parte, es
comestible, con el sabor y valor nutritivo de las aves de las
marismas”.

En base a esta descripción y, especialmente a la presencia


de la cresta y el collar blanco, Brisson (1760) denominó a la
especie Ispida mexicana cristata o Martin-pêcheur huppé de
Méxique (Martín pescador con copete de México). Y Linné (1766)
le dio el nombre científico Alcedo torquata según su sistema
binomial, donde torquata significa “con collar” y Alcedo es el
nombre genérico latino donde el sabio sueco ubicó a los martín
pescadores, nombre que proviene del griego halcyon que, como
veremos en una próxima nota, tiene una interesante historia.

Buffon (1770–1785) que abrevió el nombre mexicano a Alatli


señalaba que “esta ave es viajera; llega en cierta época de año a
las provincias septentrionales de México, a donde aparentemente
viene de regiones más cálidas, ya que se lo ve en las Antillas, y
nos ha sido enviado de la Martinica”. En Brasil Wied (1832)
obtuvo más información: “Nos encontramos con estas aves con
mayor frecuencia en las orillas del hermoso e interesante Parahiba,
donde un buen número de ellas fueron encontradas en un
pequeño sector y cazadas sin gran dificultad; por otro lado, en
otros ríos no vimos a estas aves en absoluto, y a veces no
disparábamos a ninguna de ellas durante mucho tiempo. Son
aves hermosas y grandes, y tienen la forma de vida y el
comportamiento de nuestros martín pescadores alemanes. Se
posan en una rama por encima de la orilla y mueven la cola y, a
veces, incluso cuando están nerviosos, levantan las plumas de la
coronilla. Comen pescado, cuyos restos se encuentran en el
estómago; rápidamente se zambullen detrás de ellos. Nunca he
encontrado lagartos en sus estómagos, pero es posible que un
pájaro tan fuerte y voraz a veces los ataque. Solo encontré el nido
de nuestra ave una sola vez. Estaba a más de mil pasos de la
orilla del río Aldeia Velha, en una alta pared de una barranca de
arcilla, donde vimos a los pájaros volar alto y rápido con peces en
el pico. Cuando los vi meterse en la tierra, subimos la ladera del
cerro, y allí encontramos un agujero circular y profundo perforado
en la capa de arcilla, o arenisca, en el que metimos largas varas,
y pronto sentimos que los pichones se aferraban a ellas
mordiéndolas, y los sacamos un cierto trecho, pero no los pudimos
extraer completamente a la luz . . . Los brasileños me dijeron que
estas aves ponen dos huevos blancos. Por lo general, anidan,
como nuestros martines pescadores europeos y el resto de los
parientes del género, en un hoyo de un barranco liso, redondo, de
cinco a seis y más pies de profundidad, directamente sobre el
agua. Los pichones son muy voraces, por lo que inmediatamente
mordieron las varas con voces codiciosas”.

En Paraguay, Félix de Azara (1802) enunció las principales


características comunes a las especies de martín pescadores que
allí habitan:

“Van solos y rara vez a pares: se posan con preferencia en


ramas secas o de pocas hojas inmediatas al agua, y mejor si se
avanzan sobre ella. Desde allí atisban los pescadillos, y se dexan
caer como cuerpos abandonados cabeza abaxo, levantándose al
punto con el chasco o con la presa, que tragan entera volando o
sobre algún árbol. No se suelen equivocar en la profundidad a que
pueden verificar su lance, y jamás persiguen al pescado que evitó
el primer golpe. Las especies mayores y medianas se dexan caer
de mayor altura hasta de veinte varas, y se detienen con
freqüencia en el ayre un rato; batiendo las alas sin mudar de sitio,
esperando que la presa se ponga a tiro, y la están mirando con
fixeza, conservando el cuerpo inmóvil, y su parte posterior
inclinada para abaxo, manifestando en esto, no sólo el vigor de
sus alas, sino también que las baten en otro sentido que el
común de los páxaros, y según dixe de los Picaflores”.

“Se posan al acecho en busca de lances, en los arbustos o


en las ramas de los árboles que crecen junto al río, elevándose
sobre el agua, y tan pronto como ven un pez pequeño, caen a la
velocidad del rayo en el agua, la que a menudo salpica alto.
Agarran a los peces con su gran pico, luego vuelan con la presa
a la rama más cercana para devorarlos allí. Pero, como a veces
son demasiado grandes para el ancho de su garganta, a menudo
se los ve atormentándose con todo su esfuerzo para tragarlos.
Durante nuestros viajes por el río, a menudo conducíamos a los
pájaros durante horas frente a nosotros en la orilla. Sólo vuelan
por trechos con sus fuertes gritos y luego se vuelven a sentar en
los arbustos directamente en la orilla, solo para volar de nuevo
con sus gritos rasposos tan pronto como los alcanzamos
nuevamente, hasta que finalmente parecieron cansados de este
ajetreo y cruzaron el río, o volaron sobre nosotros. Como nuestra
urraca, siempre mueven su colita hacia arriba y hacia abajo
cuando se posan” (Schomburgk, 1922-1923, en Guyana Británica).
En el norte peruano junto al río Tumbes este martín
pescador recibe el nombre de matraca "bien aplicado, porque su
voz se parece mucho al ruido de ese instrumento. Tiene sus
posaderos predilectos que visita todos los días a ciertas horas a
los que se aproxima desde una altura considerable, produciendo
esa voz. A veces posado en una rama se remueve haciendo
temblar su cola erguida, lo que le da una pose ridícula"
(Konstanty Jelski, en Taczanowski, 1886).

Estos movimientos de la cola también los verificó el


norteamericano Friedman (1927), en Bovril (Entre Ríos, Argentina):
“Una cosa curiosa de esta especie es que siempre mueve la cola
verticalmente tres veces antes de volar. Invariablemente, cuando
me acercaba a uno, movía la cola una vez, luego, cuando me
acercaba más, lo hacía por segunda vez y, finalmente, justo antes
de volar, lo hacía por tercera vez. Noté esto en un gran número
de individuos y nunca supe que variara”.

Jan Stolzmann lo halló en el valle del Marañón (Perú)


"donde no es numeroso; tiene el nombre de pato anzuelero. Se
cree que esta ave al pasar sobre el agua golpea las alas dejando
caer sus excrementos, atrae a los peces, y se lanza súbitamente a
capturar su presa" (Taczanowski, 1886). Este comportamiento
también fue referido en Brasil por Oscar Monte (citado en Santos,
1938): "Interesante es la artimaña que emplea esta ave, para
atraer a los peces. Un día estuve durante mucho tiempo
disfrutando de su muy ingenioso sistema. Posada sobre un cable
de telégrafo, que pasaba sobre una laguna, el ave se zambullía de
vez en cuando y traía un pequeño pez en su pico. Para atraer al
pez, el Martín pescador hacía cierta necesidad, que, cayendo al
agua, pronto era motivo de reunión de peces, que entonces eran
pescados. Y esto por varias veces”.

“Esta ave es bastante común en Chile: frecuenta siempre los


ríos y se ve continuamente parada sobre las ramas secas, y con
especialidad sobre las más avanzadas, esperando con la mayor
paciencia e inmóvil que pasen algunos peces para embestirlos con
la rapidez del rayo; rara vez come [directamente] la presa, y la
traga al salir del agua; pero si es demasiado grande, se para
sobre un árbol cercano para despedazarla y devorarla a picotazos;
como de carácter triste y melancólico, se encuentra siempre sola,
y cuando vuela se la oye pronunciar el grito penetrante de keti,
keti repetido por largo tiempo; este es también el nombre que la
dan los araucanos y los campesinos. La hembra hace su nido en
los agujeros de las riberas, y pone tres o cuatro huevos
blanquizos” (Gay, 1847).

Sobre su técnica de pesca también relató Emilio Wagner (en


Ménégaux, 1925) lo siguiente en Santiago del Estero (Argentina):
“Siempre ocupado pescando a lo largo del Río Salado o en las
grandes lagunas boscosas. Su vuelo es muy rápido y su llamada
es exactamente la de una matraca. A menudo se lo ve que
permanece inmóvil en el aire, batiendo sus alas como un picaflor;
luego cae pesadamente al agua e inmediatamente sale con un pez
en el pico. Nos sorprende ver el tamaño del pez que se puede
tragar. Las plumas no se le mojan muy fácilmente. Loes cazadores
del país afirman que anida en los barrancos del Rio Salado
aprovechando las madrigueras de las nutrias o de las ratas de
agua”.

Mis encuentros con esta ave casi siempre han sido en la


margen de algún río que ella recorría en vuelo, pasando de largo
rápidamente y emitiendo a veces su matraqueo. "Una gran
extensión de territorio puede ser cubierta por cada individuo, ya
que parecen tener rutas regulares a lo largo de las riberas de
lagos y ríos, con perchas de observación a intervalos de unos
pocos centenares de metros" (Dickey & van Rossem, 1938).

"Durante los viajes en canoa por el río Belice y el río Dulce


las aves de esta especie rara vez se dejaban de ver, volando
delante del bote y posándose de vez en cuando para empezar de
nuevo a medida que nos aproximábamos, hasta que al final,
siendo alejados de sus lugares habituales, se lanzaban de vuelta
en la dirección opuesta" (Salvin & Godman, 1888-1904).

Richmond (1893) fue testigo en Nicaragua de lo que podría


interpretarse como un despliegue de apareamiento. “Una mañana
una pareja de estas aves realizó una curiosa performance. Primero
llamaron la atención por su fuerte matraqueo, que se mantuvo casi
constantemente mientras daban vueltas y giraban sobre el agua,
ocasionalmente cayendo en ella, no zambulléndose sino
hundiéndose por un momento bajo la superficie. Esta maniobra
duró algunos minutos, tras los cuales ambas aves volaron río
arriba profiriendo su nota habitual . . . Dos o tres individuos tenían
por habito pasar la noche en algún punto del arroyo por detrás de
la plantación I.P. [International Planting Company, Río Escondido,
Zelaya] y volvían al anochecer. Los registré durante varios meses
y me sorprendió la regularidad de su llegada y el recorrido tomado
por cada uno en su viaje al dormidero . . . Una de las aves
invariablemente pasaba cerca del rincón de los dormitorios de los
trabajadores, aunque a considerable altura, y la otra cerca de un
roble de sabana [Tabebuia rosea] a cierta distancia. La tercera ave
era sólo un visitante ocasional”.

La adaptabilidad del martín pescador grande a los diferentes


ambientes queda de manifiesto en su extensa distribución
geográfica y así, en las costas del extremo sur de Chile
“frecuenta casi exclusivamente las bahías retiradas y los canales
del mar que cruzan la costa; y vive de organismos marinos. Abrí
el estómago de uno y lo encontré lleno de restos de crustáceos y
un trozo de un pez pequeño” (Darwin, 1838)

El imponente pico del martín pescador es un arma tanto


para pescar como para la defensa tal como lo experimentó
Barrows (1883) “Uno herido en el ala que cayó al agua y fue
recogido descuidadamente mientras pasaba el bote, cerró su
poderoso pico en mis dedos y dejó que le rompiera la mandíbula
inferior antes de soltarme”. En la misma tierra entrerriana, en los
arroyos Grande y Sauce, en Santa Elena, así opinaba Aplin
(1894): “Generalmente es un ave desconfiada y cautelosa,
alarmándose fácilmente y volando a una distancia considerable;
cuando el río es pequeño y los montes no son continuos, se eleva
alto en el aire al pasar de una laguna a otra; otras veces vuela
bajo en medio del río. Pero una o dos veces lo he visto posado a
plena vista a corta distancia. El vuelo es fuerte y sostenido, con
bastantes batidas intermitentes de las alas. Este modo de vuelo es
común a las tres especies de Ceryle que conocí, y estas aves
vuelan más lentamente que nuestro martín pescador inglés; pero
C.[hloroceryle] amazona bate sus alas más rápido que la especie
que nos ocupa, y C.[hloroceryle] americana aún más rápido. La
actitud de las aves cuando están posadas en una rama y algo
alarmadas es similar en las tres especies. El cuerpo se sostiene
en un ángulo de 45°, o tal vez un poco más erguido, la cabeza
formando algo más que un ángulo recto con el cuerpo; la cola
horizontal, la cresta erguida, las alas están un poco caídas y la
cola es nerviosamente sacudida al mismo tiempo. En reposo o al
estar pendientes de los peces, se posan muy parecido a nuestra
ave; pero la cola larga les da una apariencia diferente. La voz de
alarma es un fuerte grito áspero y estrepitoso”.

Para terminar nuestro viaje por las tierras del martín


pescador grande justamente donde lo comenzamos, volvemos el
extremo sur, donde para Richard Coppinger (1899) es la más
hermosa ave de la región del estrecho de Magallanes: “Es común
verlo posado en algunas ramas secas que sobresalen del agua,
donde permanece acurrucado en actitud de dormir, con la cabeza
vuelta hacia el costado, pero con la mirada fija todo el tiempo en
el agua que hay debajo, hasta que divisa un pez, entonces cae
como una piedra, cortando el agua con un chapoteo corto y
agudo, y un momento después emerge con un impulso
ascendente, que lo saca del agua y le permite volar de inmediato
sin ninguna sacudida o aleteo previos. Es un ave sumamente
confiada e intrépida, y cuando se posa en su lugar de
observación, a menudo permitirá que uno se acerque en un bote
al alcance de la mano. Las matas de musgo que cuelgan hacia
abajo sobre los acantilados del mar son sus lugares habituales de
anidación, y allí excava un túnel a través del musgo blando y el
suelo de turba, y a una distancia de más de dos pies de la
abertura, hace su nido".

En nuestra próxima nota trataremos los aspectos culturales


de esta notable ave.

Alex Mouchard

ALGUNOS NOMBRES DEL MARTIN PESCADOR GRANDE

El nombre matraca parece generalizado en los países de Sudamérica


de habla española (P. ej. : Perú, Argentina) y en Brasil, y hace
referencia a su grito. Igualmente martín pescador, con la forma
martim pescador en portugués, y también pescador a secas (Salta,
Argentina; Chile).
Este nombre es muy antiguo y sería originariamente francés y más
tarde pasó al español y al portugués. El primero en escribirlo así fue
el naturalista francés Pierre Belon que en 1553 escribió sobre las
aves de Grecia: “Alción, al que nosotros los franceses llamamos
martinet pescheur”. Poco después en 1573 ya se escribía en Francia
martin-pêcheur. Se le daba el nombre de martinet pescheur, que
se registra desde el siglo XIV, para diferenciarlo del martinet a secas
que es el vencejo (Apus), aunque también se aplicaba a la garza
bruja (Nycticorax). Se llamaba así al vencejo porque comenzaba su
migración el 11 de noviembre, día de San Martín de Tours en el
santoral cristiano. Pero Salerne (1767) afirma que en Normandía al
martín pescador se le decía oiseau de Saint Martin (ave de San
Martín) “porque les gustaba poner nombres de santos a los
animales”. Y agrega que los marineros del Loire lo llamaban virevent
(molinillo de viento) porque creían que se daba vuelta con el viento
como ese ingenio, ya que según la imaginación popular una de estas
aves colgadas de su pico dentro de una habitación giraba siempre su
pecho al viento.

En Argentina y Venezuela también se usa martín ávila.


En el creole de Guayana Francesa deriva en marten-péchò. También
gad-layvye y martin-crabier (martín cangrejero), porque come
cangrejos en los manglares. En Guadalupe: cloche, cracra y pie. En
karipuna (Amapá, Brasil; Guayana), mato-pexo.
En Brasil (Minas Geraes y litoral atlántico): martim cachá, que deriva
seguramente de caracaxá, un instrumento parecido a un sonajero.
Por deformación dio martim cachaça. También se usa directamente
caracaxá y cracaxá.
Otros nombres brasileños del ave son martim grande, martim-
pescador-grande, martim-pescador-matraca, pica peixe, papa peixe,
flecha-peixe, y rei-pescador. Este último parece tener influencia del
inglés kingfisher (rey pescador).
En Perú se le llama también camaronero y en la zona amazónica (rio
Marañón), pato anzuelero.
En Chile y zonas vecinas de Argentina se le da el curioso nombre de
pensamiento.
En La Rioja (Argentina), carpintero del agua.

La ornitonimia aborigen es muy rica y en su mayor parte


onomatopéyica:

Achuar (Ecuador): charákat


Warrau (Venezuela, Guyana): hapitataka
Caribe (Venezuela, Guayanas): sakasaka
Yekuana (Venezuela, alto Orinoco): sakasakari
Aukan (Surinam): ambaki
Wayana (Surinam): atula
Arawak (Guyana): sakasakâli
Macushi (Guyana; Roraima, Brasil): sackaiaka
Wayampi (Amapá y Pará, Brasil): yawasi
Palikúr (Amapá, Brasil): tapalá
Tupí-Guaraní: jaguacatiguaçu, yaguá-kaití-guasú, jaguatiguaçu (Río
Verde, Goiás); javatî guasú, jaguacatyguassu (Rio de Janeiro a
Maranhão); uarirama, ariramba grande (Amazonas)
Umutina (Mato Grosso, Brasil): katama
Nivaklé (Chaco Boreal, Argentina y Paraguay): tsjot'a
Chorote (río Pilcomayo): pe'tiojwatiok
Qom (Chaco central): sallicnaxanaq, nacnaxanaq, sacnaxanaq,
saicnaxanaq, 'haikinaga'naq
Wichi: kajtet
Mapundungún: chalwafe üñüm, quetequeté, kitekite, kekereke,
kerekere, queto, quete, queschecan, kedküchan, quechuquin
Yagán: chéketej, chakatej, ségetex

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IMÁGENES
01 – Martín pescador grande – Dibujo de Jacques Duplessis (1701) - Manuscrito
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https://www.watercolourworld.org/painting/ringed-kingfisher-megaceryle-torquata-tww0043b0.
02 - Ceryle torquata – Lámina de John Gerrard Keulemans - (Sharpe, 1868-71)
03 - Martin-pêcheur huppé de Méxique – Dibujo de Francois-Nicolas Martinet (Brisson,
1760)
04 - Megaceryle torquata (Reichenbach, 1836, T. CCCXI).
05 – Alcedo stellata. Lámina de Christian Leopold Müller (Meyen, 1834)
06 - Martim pescador (Ceryle torquata) (Goeldi, 1900-1906).
07 – Escena fueguina con tripulantes de la «Phelypeaux» e indígenas fueginos. Dibujo de
Jacques Duplessis (1701). Manuscript SH 223. Service Historique de la
Marine, Vincènnes, France. http://woodsrunnersdiary.blogspot.com/2012/12/duplessis-1690-
1725-1700ad-painting.html
08 - Martin-pêcheur huppé de Méxique – Dibujo de Francois-Nicolas Martinet
(Daubenton, 1765-1783?)

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