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Introducción

El presente proyecto “Controlamos la diabetes con la infusión de hoja de mango” es una


propuesta de bebida saludable, ya que contiene acetato de etilo y takarserol 3beta, los cuales
ayudan a reducir los niveles de glucosa en la sangre. Además, pocos sabemos que la hoja de
mango también es una fuente de fibra y insulina natural, gracias a estos también puede
ayudar a reducir los niveles de colesterol.
Para poder indagar a profundidad sobre nuestro proyecto elegido decidimos plantearnos la
siguiente pregunta: ¿Cómo la infusión de hoja de mango ayuda a controlar la diabetes? Y su
hipótesis: “Si consumimos la infusión de hoja de mango entonces podremos controlar la
diabetes".
Se utilizo el enfoque de indagación científica que nos permitió seguir una serie de procesos
como es la averiguación de las personas con diabetes en nuestro país (cerca de un millón y
medio de personas mayores de 155 años), los componentes de la hoja de mango que
ayudaban a reducir la glucosa en la sangre y la cantidad de fallecidos diabéticos durante la
pandemia (20.71% del total). A partir de esta problemática se busco posibles soluciones,
hasta llegar a una propuesta de bebida saludable, fácil de preparar que pueda ayudar en el
control de la diabetes.
 El objetivo de esta investigación fue elaborar una infusión a base de la hoja de mango
que pueda ayudar a reducir los niveles de azúcar o glucosa en la sangre. Esta bebida
funcionaria como un aporte nutritivo y reductor de grasas, además que promoveríamos
el consumo de esta ya que solo el 0.03% de la población conoce sobre su capacidad
medicinal.
 Los ingredientes utilizados para la elaboración de esta bebida son 100% naturales como
la hoja de mango, esta planta contiene fibra, taninos, antocianinas, tarakserol 3beta,
acetato de etilo, etc. Se utilizó este ingrediente por la profunda indagación que
realizamos, ya que la hoja de mango es un productor natural de insulina gracias a los
componentes que tiene, además que ayuda a reducir el colesterol y quemar las grasas.
También sabe os que gracias a la presencia de taninos en esta planta se puede atrapar
la mayor cantidad de radicales libre los cuales pueden llegar a causar enfermedades
degenerativas como lo es el cáncer y la diabetes. Además de contener vitamina C que
aporta muchos beneficios a nuestra salud como los es la reparación y crecimiento de
nuevos tejidos en todas las partes del cuerpo.
 Esta investigación se realizo con un equipo de trabajo en el cual iniciamos búsquedas
sobre el funcionamiento de la hoja de mango para controlar la diabetes y cual era su
mejor forma de preparación, teniendo como resultado ala infusión, es por ello que
decidimos hacer distintas pruebas sobre cual era el tiempo estimado que se tenia que
hervir la hoja de mango en el agua y su secado.
Resumen
El presente proyecto de investigación tiene sus bases en pruebas que hemos realizado a un paciente de 70
años que padece la enfermedad de diabetes más de 40 años, a consecuencia de esta enfermedad había
estado presentando mareos, dolores de cabeza, infecciones seguidas y memoria a corto plazo, lo cual nos
hace pensar que los niveles de glucosa de su cuerpo han sobrepasado de lo normal para un diabético, esto
se contrasto con el reporte de sus niveles de glucosa donde marcaba que tenía 360 causándole todos
estos efectos.
Estos efectos nos llevaron a buscar algunas alternativas de solución al problema de los altos niveles de
glucosa y colesterol en personas diabéticas mayores de 15 años. En este sentido, se plantea una
propuesta de bebida de elaboración de una infusión a base de la hoja de mango, una alternativa que es de
sabor neutro y que todas las personas puedan consumirlo, ya que esta hoja es poco conocida por las
personas que padecen de diabetes, ya sea por la poca comercialización de este producto o por la
suposición certera de que el mango es malo para las personas diabéticas, pero sus hojas no.
Reconociendo en la misma que es un productor natural de insulina que ayuda a reducir los niveles de
glucosa en la diabetes y también a prevenir esta enfermedad.
Este proyecto tiene mucha importancia a nivel local, regional y también nacional, ya que cerca de medio
millón de personas mayores de 15 años sufren de la enfermedad de diabetes o otras enfermedades
relacionadas con la alimentación como la obesidad, o también que tienen altos niveles de colesterol.
Este proyecto tiene un enfoque de tipo indagatorio, donde identificamos el problema, formulamos una
hipótesis y trabajamos con un plan de acción tipo experimental, haciendo pruebas sobre su preparación y
midiendo los niveles de glucosa del paciente a tratar bajo un control estricto del consumos de esta bebida,
practicamos muchas veces en la elaboración de esta infusión para poder hacer un producto de sabor
neutro que sea apetecible para todas las personas, calculamos la cantidad de hojas, el tiempo que se debe
de poner a hervir y reposar y cuantas veces como máximo se debe tomar al día, para así poder tener un
resultado favorecedor que pueda cumplir con nuestro propósito de ayudar a controlar los niveles de
glucosa de aquellas personas que sufren de la enfermedad de diabetes.
Finalmente, se plantean las conclusiones de tipo descriptivo, dejando campo abierta para la aplicación de
esta propuesta de consumo saludable para aquellas personas que padecen de la enfermedad de diabetes,
ya que en nuestra ilusión al elaborar esta propuesta es que se pueda hacer un medicamento medicinal a
base de esta hoja para poder controlar los niveles de glucosa, o en todo caso puedan mejorar esta
propuesta y llegar a encontrar la cura de la diabetes a base de productos naturales que no dañe al hígado
como lo es la hoja de mango al ser un productor natural de insulina.
Planteamiento del problema
El presente proyecto de investigación realizado tiene como situación problemática a resolver el estado de
salud de el familiar de una compañera del equipo de investigación. Este paciente padece de diabetes ace
mas de 40 años, debido a esta enfermedad empezó a tener dificultades en recordar las cosas, infecciones
frecuentes, heridas que tardan en cicatrizar y mareos. Esta situación nos hizo poner alerta, ya que no es la
única persona que padece de la enfermedad de diabetes.
Al llegar el año 2020 donde se inició la pandemia, los ancianos y diabéticos fueron uno de los grupos más
vulnerables, entre ellos este paciente, al tener doble riesgo de fallecer y también teniendo en cuenta que
no era la uncia persona con este riesgo, decidimos indagar sobre las cantidades de fallecidos por COVID y
sobre cuáles eran sus factores. En toda la investigación que hicimos descubrimos que los fallecidos por
COVID en un 20.71% eran personas que padecían de la enfermedad de diabetes.
Desde ese momento decidimos adentrarnos más en el tema y buscar algunas consecuencias que la
diabetes podría tener y entre ellas encontramos la perdida de memoria y la demencia, al ver tales
problemas, con mi equipo de investigación decidimos indagar sobre algunas fuentes de insulina natural
para controlar la diabetes, ya que el uso de muchos medicamentos podría llegar a afectar el hígado. Entre
tantas investigaciones averiguamos que los componentes de la hoja de mango tenían propiedades que
podían ayudar a reducir los niveles de glucosa en la sangre, entre ellos encontramos el tarakserol- 3 beta,
el cual se extrae y sinergiza con GLUT 4 para activar la síntesis de glucógeno, además de contener taninos
llamados antocianinas que pueden ayudar a controlar la diabetes.
A partir de este momento empezamos a buscar formas de preparación a base de esta hoja y encontramos
que la más efectiva era la preparación de una infusión o té llamado más coloquialmente. Comenzamos con
las pruebas de preparación de esta bebida haciendo hervir las hojas de mango después de haberlas
lavado (aproximadamente 15 hojas), una vez hervidas debemos dejarlas reposar al sereno toda la noche y
por último debemos tomarla como aguda de tiempo 3 veces al día. Esta forma de preparación es opcional
ya que también se puede consumir en forma de polvito.
Decidimos hacer las pruebas para comprobar nuestra hipótesis sobre de que la infusión de hoja de mango
ayudaba a reducir los niveles de glucosa en el familiar de nuestra compañera. Le tomamos la glucosa sin
haberle dado la infusión de hoja de mango y marcaba 36, un resultado alarmante, después de eso le dimos
la bebida y le indicamos la forma de su consumo, su glucosa bajo a 260 un día después de la primera
prueba, así fue yendo paulatinamente, le tomábamos la medida de su glucosa cada dos días por 15 días
de prueba, dando así el ultimo día de prueba 100 de glucosa un resultado realmente impresionantes que
comprueba y demuestra la efectividad de nuestra investigación sobre las propiedades de la hoja de mango
que ayudan a reducir los niveles de glucosa en la sangre.
Realizamos investigaciones sobre los remedios naturales más conocidos para controlar la diabetes y no
dimos con la sorpresa que la hoja de mango tenía solo un 0.03 % de comercialización. Desde entonces
decidimos hacer este proyecto para controlar la diabetes y hacer conocido este remedio.
Pregunta de indagación:
¿Cómo la infusión de hoja de mango puede ayudar a controlar la diabetes?
Nos planteamos esta pregunta para poder indagar que propiedades tiene la hoja de mango que ayudan a
reducir los niveles de glucosa en la sangre y cuales serian los efectos en nuestro cuerpo al consumir esta
infusión.
Variable Independiente:
Infusión Hoja de Mango
Esta planta fue la protagonista de nuestra investigación, ya que averiguamos todo sobre ella, su
composición, sus propiedades, su sabor, que preparaciones podría tener, etc. Todo aquello para que al
elaborar nuestra infusión tenga el mejor sabor y apariencia y así pueda ser consumido por todas las
personas que quieran controla su diabetes o distintas enfermedades relacionadas con la alimentación.
Variable Dependiente:
Control de la Diabetes
Al consumir la infusión de hoja de mango podremos controlar la diabetes ya que gracias a las propiedades
y componentes que tiene como el TARAKSEROL-3 beta, los taninos y antocianinas, podemos lograr
controlar la enfermedad de diabetes que afecta la salud de muchos peruanos hoy en día.
Variables Intervinientes:
Cantidad de veces de consumo
Es recomendable consumir la infusión de hoja de mango máximo 3 veces al día ya que pasado este limite
podría llegar a afectar nuestra salud haciendo que nos desvanezcamos.
Tiempo que hay que hervir
El tiempo ideal para hacer hervir la hoja de mango es de aproximadamente 20 minutos, para así poder
eliminar algunas impurezas que puedan tener la hoja.
Cantidad de hojas
La cantidad de hojas que debemos utilizar para la elaboración de hojas de mango es de 15 a 20 hojas
máximo ya que un exceso de estas puede causar muchas cantidades de insulina provocando que nuestro
cuerpo pueda tener desvanecimientos.
Forma de consumo
Cualquier forma es efectiva, pero se ha comprobado que la elaboración más efectiva para controlar la
diabetes es la infusión ya que tiene un contacto directo con nuestro organismo haciendo que su efectividad
sea más rápida.
Hipótesis:
Si consumimos la infusión de hoja de mango entonces lograremos controlar la diabetes.
Objetivos de investigación:
 Elaborar una bebida de hoja de mango que sirva para aquellas personas que quieran controlara la
diabetes y prevenirla también.
 Promover el consumo de infusión de hoja de mango como medicina natural, ya que solo 0.03% de la
población conoce sobre sus propiedades.
 Que las personas que padezcan de diabetes puedan controlarla.
 Reducir la cantidad de diabéticos en el Perú.
 Aminorar la cantidad de diabéticos fallecidos por COVID.

- JUSTIFICACIÓN —
Aproximadamente cerca de un millón y medio de personas mayores a la edad de 14 años, presentan la
enfermedad de lo diabetes en el Perú, esta cifra como tal esta motivando a la población a cuidar de su
salud estableciendo una dieta de alimentos saludables. Por este motivo se está realizando este proyecto.
Queremos hacer posible la idea de ayudar a mejorar la calidad de vida de todas esas personas peruanos y
peruanas que padecen de diabetes.
Nuestra justificación para este proyecto es:
 La hoja de mango se puede encontrar en diferentes partes del Perú, el 90% de la hoja de mango es
sacada de Paita, en Piura, donde precisamente se produce el 75% del mango peruano y por lo tanto
también la hoja de mango. El resto se encuentra en Lambayeque (15%) y en Ancash (10%).
 El sabor de la infusión de hoja de mango es neutro, por lo tanto, las personas que padecen de esta
enfermedad de la diabetes y las personas que no, pueden beber esta infusión de manera normal, ya
que no tendrá un mal sabor.
 El Ministerio de Salud (MINSA) a través del Centro Nacional de Epidemiologia, Prevención y Control
de Enfermedades (CDC Perú) notifico 9586 casos de diabetes en el primer semestre de los 2022 y
32085 casos de esta enfermedad desde e inicio de la pandemia por el COVID 19.
 La hoja de mango es simple, sin estipulas, alternas, con pecioles de 1-12 centímetros de largo. Su
forma y tamaño es variable, generalmente oblongas, con extremidades redondas o acumilada. La
forma es diferente entre sus variedades, pero es más constante dentro de una variedad. Sin
embargo, su tamaño varía en el árbol. Las hojas maduras son verde oscuro con una superficie
superior brillante y una superficie inferior de verde más claro.
Marco Teórico
Historia de la diabetes:
La diabetes era ya conocida antes de la era cristiana. En el manuscrito descubierto por Ebers en Egipto, en
el siglo XV AC, se describen síntomas que parecen corresponder a la Diabetes.
Al final del siglo I y principios del siglo II Ateneo de Atalia funda en Roma la Escuela de los pneumáticos. El
concepto griego de pneuma (aire, aliento vital) se remonta a la filosofía de entonces. El neuma se obtiene a
través de la respiración y las enfermedades se deben a algún obstáculo que se presente en el proceso.
ARETEO DE CAPADOCIA, un médico griego que posiblemente estudió en Alejandría y residente en Roma
describe las enfermedades clásicas como la tuberculosis, la difteria y la epilepsia; para él a Diabetes es
una enfermedad fría y húmeda en a que la carne y os músculos se funden para convertirse en orina. Fue él
quien le dio el nombre de Diabetes que en griego significa Sifón, refiriéndose e síntoma más llamativo por
la exagerada emisión de orina. E quería decir que el agua entraba y salía sin quedarse en el individuo.
En el siglo II Galeno también se refirió a la diabetes.

En los siglos posteriores no se encuentran en los escritos médicos referencias a esta enfermedad hasta
que, en e siglo XI, Avicena habla con clara precisión de esta afección en su famoso Canon de la Medicina.
Tras un largo intervalo fue Tomás Willis quien, en 1679, hizo una descripción magistral de la diabetes,
quedando desde entonces reconocida por su sintomatología como entidad clima. Fue él quien, refiriéndose
al sabor du ce de la orina, le dio el nombre de diabetes mellitus (sabor a miel).
RENACIMIENTO Y SIGLO XVI
A partir del siglo XVI comiénzala sucederse descubrimientos médicos, principalmente en Europa. Para
Celso (1491-1541) escribió que la orina de los diabéticos contenla una sustancia anormal que quedaba
como residuo de color blanco al evaporar la orina, creyendo que se trataba de sal y atribuyendo la diabetes
a una deposición de ésta sobre los riñones causando la poliuria y a sed de estos enfermos.
Sin embargo, la primera referencia en la literatura occidental de una "orina dulce" en la diabetes se debe a
Tomas Willis (1621-1675) autor de "Cerebri anatome", el mejor tratado de anatomía de cerebro realizado
hasta la fecha. De esta manera, aparece en la medicina occidental un hecho ya conocido por la medicina
oriental más de 1000 años antes. W'llis escribió que "antiguamente esta enfermedad era bastante rara
pero en nuestros días, la buena vida y la afición por el vino hacen que encontremos casos a menudo..
La figura más sobresaliente de a medicina clínica del siglo fue Tomas Syderham (1624-1689), doctorado
en Cambridge quien hizo que la Medicina volviera a regirse por los principios hipocráticos. Sydenham
especuló que la diabetes era una enfermedad sistémica de a sangre que aparecía por una digestión
defectuosa que hacía que parte del alimento tuviera que ser excretado en la orina. SIGLO XVI
Unos 100 años más tarde, Mathew Dobson (17251784) médico inglés de Liverpool hizo por primera vez
estudios en grupos de pacientes. Después de tratar un pequeño grupo de pacientes Dobson informó que
estos pacientes tenían azúcar en la sangre y en la orina y describió los síntomas de la diabetes. Dobson
pensaba que el azúcar se formaba en la sangre por algún defecto de la digestión limitándose los riñones a
eliminar el exceso de azúcar.
En 1775 Dobson identificó la presencia de glucosa
en la orina. La primera observación en un diabético fue realizada por Cawley y publicada en el "London
Medical Journal" en 1788. Casi en la misma época et inglés Rollo consiguió mejorías notables con un
régimen rico en proteínas y grasas y limitado en hidratos de carbono. Los primeros trabajos experimentales
relacionados con el metabolismo de los glúcidos fueron realizados por Claude Bernard quien descubrió en
1848, el glucógeno hepático y provocó la aparición de glucosa en la orina excitando los centros bu bares
mediante pinchaduras.
Algunos años más tarde otro médico inglés, John Rollo publicó sus observaciones sobre dos casos
diabéticos describiendo muchos de los síntomas y olor a acetona (que confundió con olor a manzana) y
proponiendo una dieta pobre en hidratos de carbono y rica en carne, con complementos a base de
antimonio, opio y digital. Con esta dieta anorética Rollo observó que se reducía el azúcar en la sangre y
consiguió una mejora de la sintomatología en algunos casos. Fue el primero en acuñar el término de
diabetes mellitus para diferenciar la enfermedad de otras formas de poliuria. También es de esta época a
observación de Thomas Cawley en 1788 de que la diabetes mellitus tenía su origen en el páncreas, "por
ejemplo por la formación de un cálculo ' SIGLO XIX
En la segunda mitad del siglo XIX el gran clínico francés Bouchardat señaló la importancia de la obesidad y
de la vida sedentaria en el origen de la diabetes y marco las normas para el tratamiento dietético,
basándolo en la restricción de los g ácidos y en el bajo valor calórico de la dieta. Los trabajos clínicos
anatomopatológicos adquirieron gran importancia a fines del siglo pasado, en manos de Frerichs, Cantani,
Naunyn, Lanceraux, etc. Y culminaron con las experiencias de pancreatectomía en el perro, realizadas por
Mering y Minskowski en 1889.
La búsqueda de la presunta hormona producida, por las células descritas en el páncreas, en 1869, por
Langerhans, se inició de inmediato.
Hedon, Gley, Laguesse y Sabolev estuvieron muy cerca del ansiado triunfo, pero éste correspondió, en
1921, a los jóvenes canadienses Banting y Best, quienes consiguieron aislar la insulina y demostrar su
efecto hipoglucemiante. Este descubrimiento significó una de las más grandes conquistas médicas del
siglo XX, porque transformó el porvenir y la vida de los diabéticos y abrió amplios horizontes en el
campo experimental y biológico para el estudio de la diabetes y del metabolismo de los glúcidos.
La era de la racionalidad que se inició en Francia con la revolución francesa y continuó a lo largo del
siglo XIX, con el comienzo de una ciencia experimental, permitió que se consiguieran más avances en
medicina de os que se habían conseguido en todos los siglos anteriores.
Una de las mayores figuras fue el fisiólogo francés Claude Bernard (1813-1878) que realizó importantes
descubrimientos incluyendo la observación de que el azúcar que aparece en la orina de los diabéticos
había estado almacenado en el hígado en forma de glucógeno. También demostró que el sistema
nervioso central estaba implicado en el control de la glucosa al inducir una glucemia transitoria en el
conejo consciente estimulando la médula. También realizó numerosos experimentos con el páncreas
desarrollando el modelo de ligadura del conducto pancreático y aunque él no llegó a atribuir a este
órgano un papel endocrino, permitió a otros demostrar que con esta técnica se inducía la degeneración
del páncreas exocrino manteniendo intacta la función endocrina.
Las funciones del páncreas como glándula capaz de reducir los niveles de glucosa en sangre
comenzaron a aclararse en la segunda mitad del siglo XIX. En 1889, Oskar Minskowski y Josef von
Mering, tratando de averiguar si el páncreas era necesario para la vida, pancreatectomizaron un perro.
Después de la operación ambos investigadores observaron que el perro mostraba todos los síntomas
de una severa diabetes, con poliuria, sed insaciable e hipofagia. Minskowski observó, asimismo,
hiperglucemia y glucosuria. De esta manera quedó demostrado que el páncreas era necesario para
regular los niveles de glucosa y estimuló a muchos investigadores a tratar de aislar del páncreas un
principio activo como un posible e tratamiento de la enfermedad.
Por otra parte, ya en 1869 un joven médico berlinés, Paul Langerhans mientras trabajaba en su tesis
doctoral, había observado unos racimos de células pancreáticas bien diferenciadas de las demás y que
podían ser separadas de los tejidos de los alrededores. Langerhans, que entonces tenía 22 años, se
limitó a describir estas células sin entrar a tratar de averiguar cuál era su función.

Hubo que esperar hasta 1893, fecha en la que un médico belga, Edouard Laguesse, sugirió que estos
racimos de células, que él había llamado, "islotes de Langerhans" constituían la parte exocrina del
páncreas. Sus ideas fueron continuadas por Jean de Meyer quien denominó "insulina" a la sustancia
procedente de los Islotes (en latín islote se denomina "insulina") que debía poseer una actividad
hipoglucemiante pero que todavía era hipotética.

En los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX, se realizaron grandes esfuerzos para aislar la
insulina. Uno de los pr' meros investigadores en obtener resultados fue el alemán Georg Zuleger quién
obtuvo una serie de extractos pancreáticos que eran capaces de reducir los síntomas de diabetes en un
perro previamente pancreatectomizado. Zuelger pubicó sus resultados en 1907 e incluso patentó su
extracto ("Acomatol"). Sin embargo, los graves efectos tóxicos que producía hicieron que renunciase a
seguir sus experimentaciones.
El médico rumano Nicolas Paulesco también preparó un extracto a partir de páncreas congelados de perro
y buey y demostró que los mismos eran capaces de revertir la hiperglucemia. De hecho, uno de los
extractos preparados por Paulesco era tan potente, que uno de los perros tratados murió debido a la
hipoglucemia. Debido a la primera Guerra Mundial, las observaciones de Paulesco sobre los efectos de su
"pancreatina" no fueron publicadas hasta 1921. lo mismo que en el caso de Zuelger, los efectos tóxicos de
los extraídos excluían cualquier posibilidad de administración terapéutica.
En el año 1909 los doctores Pi Suñer y Ramón Turró publicaron los primeros trabajos experimentales de
diabetes que no difieren uno del otro de las investigaciones que en el momento se hacían sobre la
enfermedad; el trabajo se refiere a dos escritos: "La diabetes experimental" y "La dieta de los diabéticos"
que aparecen en el año 1909 en Isa revistas de Ciencias Médicas de Cata uña. los autores ponen de
manifiesto los mecanismos de regulación de la glicemia, que, en determinadas condiciones, el simpático y
las catecolaminas de la médula suprarrenal entran en juego. Según los autores, la elevación de la glicemia
se debe a la actuación de las hormonas de la médula suprarrenal y a la ejercida por las catecolaminas de
la termina sináptica.
A pesar de que teóricamente estaba próximo a resolver el problema de la diabetes, la verdad es que hasta
la década de los 20, los diabéticos tenían pocas posibilidades de sobrevivir. Las dietas

anoréxicas promovidas por el diabetólogo bostoniano Frederick M. Allen, solo conseguían prolongar pocos
meses de vida. Los tratamientos existentes en poco diferían de los propuestos por Arateus, casi 200 años
antes.
Otros descubrimientos relacionados con la diabetes también tuvieron lugar en la mitad del siglo XIX.
William Prout (1785-1859), asoció el coma a la diabetes; el oftalmólogo americano H.D. Noyes, observó
que los diabéticos padecían de una forma de retinitis y Kussrnaul (1822-1902), descubrió la cetoacidosis.
Sanger utilizó tres herramientas para conseguir armar el rompecabezas: la utilización de un marcador
especial que se une a los grupos NH2 libres, la hidrólisis fraccionada y la cromatografía en capa fina. El
marcador empleado por Sanger fue el DNP (dinitrofenol) que se une al NH2 terminal y resiste la hidrólisis.
De esta manera, fraccionando la molécula de insulina en diferentes péptidos, marcando estos con DNP y
produciendo la hidrólisis fraccionado y total de estos péptidos para identificar los aminoácidos.
En primer lugar, Sanger consiguió fraccionar la molécula de insulina en sus dos cadenas. Para ello,
aprovechó el hecho de que los puentes desulfuro entre las mismas se pueden romper selectivamente por
oxidación con ácido perfórmto. Después Sanger separó ambas cadenas por electroforesis. Demostró que
una cadena se iniciaba con glicocola, mientras que la segunda se iniciaba por fenila lanina.
Sanger se concentró inicialmente sobre la cadena de glicocola. Sometiendo la cadena a hidrólisis parcial,
marcando los fragmentos peptídicos con DNP, separando los mismos y analizándolos en busca de
secuencia iguales en los diferentes fragmentos, Sanger y sus ayudantes demostraron que la secuencia
inicial de la cadena de g cocola era: Glicocola-isoleucina-valina-ácido glutámico-ácido glutámico
Procediendo de esta manera, Sanger llegó a conocer las secuencias completas de la cadena de glicocola.
La cadena de fenilanina, con 30 aminoácidos era, con gran diferencia, el polipéptido más completo cuyo
análisis no se había intentado jamás. Sanger abordó el problema empleando la misma técnica que la
utilizaba para la cadena de glicocola, pero, además, empleó enzimas proteolíticas que cortan los
polipéptidos de forma selectiva. En un año de trabajo, Sanger consiguió identificar y situar los aminoácidos
de la cadena de fenilalanina. Tampoco fue fácil averiguar cómo se situaban los puentes desulfuro entre las
dos cadenas.
Sin embargo, Sanger y sus colaboradores encontraron la forma de hidrolizar las cadenas manteniendo
intactos estos puentes. El análisis de los
aminoácidos unidos a los puentes permitió, en último término llegar a la estructura de la insulina. Por esta
magnífica proeza, Sanger recibió el premio Nobel de medicina en 1955. Se necesitaron 12 años más para
descubrir que la insulina se excreta y se almacena como proinsulina, inactiva, que se escinde a insulina
activa con sus cadenas y a un resto llamado péptido C y hasta la década de los 70 no se conoció con
exactitud su estructura tridimensional.
Simultáneamente a los avances obtenidos en la dilucidación de la estructura 3 D de la insulina y de su
biosíntesis en los mamíferos, los biólogos moleculares aislaban los genes responsables de la producción
de la proinsulina (Villa Komaroff, L. Y col. 1978) y pronto la industria farmacéutica vislumbró la posibilidad
de obtener insulina humana por clonación de genes en bacterias.
La insulina humana ha sido el primer producto comercial de la clonación de genes y su éxito ha sido debido
al pequeño tamaño de la molécula que hizo posible la síntesis de un gen.
La estrategia seguida para la producción de insulina humana recombinante fue la siguiente: En primer
lugar, se sintetizaron químicamente las cadenas de ADN con las secuencias correspondientes a las
cadenas de glicocola y fenilalanina, siendo necesarios 63 nucleótidos para la primera y 90 para la segunda
más un triplete para señalar el fin de la traducción. Además, para facilitar la separación de los productos
sintetizados, se añadió a cada gen el triplete correspondiente a la metionina.
Los genes sintéticos A y B se insertaron por separado en el gen bacteriano responsable de la
13galactosidasa y presente en un plásmido. LOS plásmidos recombinantes se introdujeron en ecoli donde
se multiplicaron, fabricando un ARNm que tradujo una proteína quimérica, en la que una parte de la
secuencia de la b-galactosidasa estaba unida por una metionina a la cadena de glicocola o de fenilalanina
de la insulina. Como ninguna de las cadenas de insulina contiene metionina, esto se aprovechó para
separar las cadenas de la insulina del resto de proteína quimérica rompiéndola con bromuro de cianógeno
que destruye la metionina. Después de purificadas, las cadenas se unieron mediante una reacción que
forma puentes desulfuro.
DESCUBRIMIENTO DE LA INSULINA
La insulina fue descubierta en el verano 1921 por Sir Frederick Grant Banting como consecuencia de una
serie de experimentos realizados en la cátedra del Prof. Jhon J. R. MacLeod, profesor de fisiología de la
Universidad de Toronto.
Banting había mostrado ya mucho interés por la diabetes y había seguido de cerca los trabajos de
Sahfer y otros, quienes habían observado que la diabetes estaba ocasionada por la carencia de una
proteína originada en las células de los islotes de Langerhans y que habían denominado insulina.
Shafer suponía que la insulina controlaba el metabolismo del azúcar en la sangre y su eliminación por
la orina, de tal forma que su carencia ocasionaba una excreción urinaria aumentada. Sin embargo, sus
intentos por suplir esta deficiencia de insulina administrando a los pacientes diabéticos extractos de
páncreas habían fracasado, probablemente debido a la presencia de enzimas proteolíticas en los
extractos pancreáticos.
Dándole vueltas al problema, en 1921, Banting leyó una publicación de un tal Moses Barón en la que
se demostraba que la ligadura del conducto pancreático ocasionaba la degeneración de las células
productoras de la tripsina, mientras que los islotes de Langerhans permanecían intactos.
Banting consiguió convencer a MacLeod para que, durante las vacaciones de éste le asignara un
ayudante y le permitiera utilizar sus laboratorios. Charles Best, estudiante de Química fue el encargado
de aislar la presunta proteína.
En tan solo 9 semanas, luchando contra reloj, Banting y Best ligaron el conducto pancreático de varios
perros y obtuvieron un extracto de páncreas libre de tripsina. Después, provocaron una diabetes
experimental en otros perros, y, una vez desarrollada la enfermedad, comprobaron que la
administración del extracto de páncreas de los primeros reducía o anulaba la glucosuria de los
segundos. Habían descubierto la insulina.
Como consecuencia de este descubrimiento, MacLeod y Banting recibieron en 1923 el Premio Nobel de
Mediana, Banting protestó porque MacCeod compartiera el premio en lugar de Best, y repartió con este
último su parte del Nobe
LA ESTRUCTURA DE LA INSULINA
El siguiente hito en la historia de la insulina fue la dilucidación de su estructura, proeza realizada en 1954
por Frederick Sanger y sus colaboradores de la Universidad de Cambridge. Sanger estaba Interesado por
la estructura de las proteínas, eligiendo la insulina por ser una de las pocas que podía ser conseguida en
estado razonablemente puro, por conocerse ya su composición química y peso molecular y porque la
actividad de la misma debía estar ligada a algún componente estructural.
La insulina es una molécula muy pequeña: sólo contiene 254 átomos de carbono, 337 de hidrógeno, 65 de
nitrógeno, 75 de oxígeno y 6 de azufre. Además, desde os trabajos de Fisher se sabía que, de los 24
aminoácidos posibles, 17 están presentes en la insulina.
El trabajo realizado por Sanger consistió en dilucidar no solo a estructura total de la molécula de insulina,
sino también el orden en el que se alinean las distintas subunidades de aminoácidos. Esta secuencia es
crucial: un solo cambio en la posición de un aminoácido dentro de la molécula puede hacer cambiar la
funcionalidad de la proteína.
Para conseguir esto, Sanger utilizó el método tradicional empleado por los químicos para estudiar las
grandes moléculas romperlas en fragmentos y colocarlas nuevamente juntas como las piezas de un
rompecabezas. La rotura de la molécula sirve para identificar los aminoácidos, pero no dice nada acerca
de cómo están ordenados.

DESARROLLO DEL CERDO TRANSGÉNICO CON PÁNCREAS BIOCOMPATIBLES

Los desarrollos de la ingeniería genética hacen posible la obtención de cerdos transgénicos en los que se
ha insertado a información genética necesaria para crear un páncreas biocompatible. Ca técnico es la
siguiente:

• Aislamiento de los genes que codifican los tejidos pancreáticos y sus productos de secreción.
• Corrección de errores genéticos
• Inserción de los genes corregidos en un óocito de cerdo. • Implantación del oocito en el útero de una
cerda gestante
• Sacrificio del cerdo transgénico al año del nacimiento
• Trasplante de páncreas.
DESARROLLO DE CULTIVOS AUTO-LOGOS DE ÓRGANOS
Los factores de diferenciación y crecimiento que regulan la organogénesis son conocidos en su totalidad.
Se desarrollan medios y técnicas de cultivo de órganos en laboratorios situados en órbitas para conseguir
gravedad 0. La técnica seguida es la siguiente: después de corregir los errores genéticos del diabético, su
DNA es Insertado en un ovocito humano. Mediante la adición de factores específicos de diferenciación y
crecimiento, el oocito evoluciona a un páncreas que es posteriormente trasplantado.
Alternativamente, el páncreas completo puede ser sustituido de islotes puros procedentes de cultivos de
células pancreáticas manipuladas para corregir los errores. El trasplante se lleva a cabo según la técnica
seguida por Shapiro y col en 2000 sin la necesidad de tratar los pacientes trasplantados con
inmunosupresores.

La Insulina

Paul Langerhans (1847-1888) –siendo estudiante– descubrió los islotes pancreáticos, que describió
como “montoncitos de células” en su tesis de grado. Langerhans fue un médico berlinés, que tuvo como
profesores a Haeckel, Conheim y Virchow. Entre el verano de 1867 y el otoño de 1868 realizó
investigaciones sobre la estructura del páncreas, tema de su tesis de doctorado. En su experimentación
utilizó, sobre todo, conejos a los que inyectaba un colorante (azul de Prusia) en el conducto pancreático
para visualizar las ramificaciones y la estructura del sistema excretor. Así descubrió las células glandulares
que secretan las enzimas digestivas pancreáticas. Distinguió varios tipos celulares, entre estos
unas células pequeñas, poligonales, sin gránulos, que tenían el aspecto de manchas diseminadas en el
interior del parénquima. Las describió como células pequeñas, de contenido prácticamente homogéneo y
de forma poligonal, con núcleo redondeado sin nucleolo y unidas siempre de dos en dos o formando
pequeños grupos. El patólogo admitió que ignoraba la función de estas células. En 1893, el francés
Gustave-Édouard Laguesse afirmó que quizá fabricaran algún producto de secreción interna y las
denominó islotes de Langerhans (8).

El experimento más connotado de cirugía experimental en el estudio de un trastorno metabólico fue el que
realizó el cirujano Oscar Minkowski (1858-1931) –con la colaboración del farmaceuta Josef von Mering– en
1889. Este último estaba interesado en los procesos de la digestión de las grasas y en el papel del
páncreas, por lo que ligó el conducto de este órgano para observar sus efectos, aunque la ligadura dio
efectos parciales. Tal vez basado en una afirmación de Claude Bernard unos años antes, creyó que los
animales con los que experimentaba morirían si les hacía una pancreatectomía total, en la cual no era
tampoco experto. En un encuentro casual con Minkowski discutió su hipótesis sobre la importancia del
desdoblamiento de las grasas en ácidos grasos libres para la emulsión y absorción de una comida rica en
grasas. Para ver si existía dicha participación pancreática en la digestión, procedieron a la pancreatectomía
de unos perros en el laboratorio de Naunyn, experto en diabetes. Aunque en el momento de la
experimentación los dos alemanes desconocían la literatura sobre resultados de pancreatectomías, ambos
eran personas interesadas en el estudio del metabolismo de los carbohidratos. Cuando semanas después
tuvieron anotadas todas las observaciones, hicieron una corta publicación sobre los resultados de la
operación. Los animales mostraban una sed insaciable, una elevada producción de orina, pérdida de peso
a pesar de buena ingesta y un gran apetito; curiosamente, estos eran los síntomas de la diabetes. Fue
Minkowski –por ausencia de Von Mering– quien detectó la glicosuria en la orina de estos perros,
sorprendido ante el hecho de que el animal entrenado orinaba por todo el laboratorio. La glicosuria persistió
a pesar de un ayuno de dos días o una dieta hecha solo a base de carnes. Se presentó también cetonuria
y el glicógeno desapareció de los tejidos donde habitualmente se encuentra, hígado y músculo. La diabetes
experimental les hizo deducir que el páncreas contenía alguna sustancia crucial para el metabolismo de la
glucosa, por lo que Von Mering consideró que el páncreas realizaba dos funciones, una externa –la
producción del jugo pancreático para la digestión de los alimentos– y otra interna, que producía una
sustancia reguladora de la glucemia (algo parecido a las conclusiones de Claude Bernard sobre las
funciones del hígado). Minkowski intentó disminuir la glucemia con extractos pancreáticos, pero sin
resultados.

Aquellos fueron los tiempos de la guerra franco-prusiana, que según Rachmiel Levine aportó algunas
cosas al conocimiento de la diabetes, una de las cuales fue la mejoría de la enfermedad en los enfermos
sometidos a la hambruna que causó el sitio de París; la otra, el hecho de que al quedarse con la región de
Alsacia-Lorena, los alemanes invirtieron en el desarrollo de la Universidad de Estrasburgo, donde fue
nombrado Bernard Naunyn –el principal internista y diabetólogo europeo– director de Medicina. Entre las
personas que se llevó a trabajar estaban, además de los dos investigadores que hemos mencionado, el
famoso farmacólogo Schmiedeberg –con quien Naunyn editó una prestigiosa revista– y otros como Ernst
Stadelmann y Adolf Magnus-Levy, quienes –con Minkowski– demostraron la acidosis diabética por el ácido
beta-hidroxibutírico. Todos estos trabajos contaron con el apoyo y supervisión de Naunyn, así como con la
producción de una diabetes experimental floriczínica por Von Mering y luego la producida por
pancreatectomía por Mering y Minkowski (8).
Con estos antecedentes, ya se pensaba que en el páncreas debía haber una sustancia u hormona, que
Meyer, en 1909, había denominado insulina, en caso de que existiese. Después de los experimentos de
Oscar Minkowski, que comprobaron la diabetes experimental, Opie y Sobolev, de manera independiente,
habían afirmado que los islotes pancreáticos eran necesarios para el control metabólico de los
carbohidratos y que la patología de estas células era la responsable de la diabetes (9).
El internista Georg Ludwig Zuelzer había preparado un extracto pancreático que había administrado en
perros con glicosuria causada por epinefrina –e incluso a algunos pacientes– y observó algunos efectos
hipoglicemiantes, pero dicho extracto resultó tóxico por ser a base de alcohol. El rumano Nicolae Paulesco
había obtenido observaciones parecidas, pero no había podido continuar sus experimentos debido a la
Gran Guerra. El fisiólogo Marcel Eugène Gley había depositado una carta sellada en la Sociedad de
Biología de París, para abrirla hasta que él lo ordenara. En la carta titulada afirmaba que había preparado
un extracto a base de los restos atróficos de páncreas de conducto ligado, que había disminuido la
glicosuria de un perro pancreatectomizado. Hay quienes dicen que este francés tenía poca confianza en
sus investigaciones. También trabajaron en el tema los norteamericanos Israel Kleiner, Ernest Scott y John
Murlin y Benjamin Kramer (10-12).

El caso del fisiólogo Paulesco –de Bucarest– es, al parecer, más injusto. Los rumanos protestaron
fuertemente por la adjudicación del Nobel de la insulina a los canadienses, pues consideraban que su
compatriota fue el primero que había hecho el descubrimiento. En 1916, él tuvo éxito en el desarrollo de un
extracto pancreático acuoso que normalizaba la glicemia en los perros diabéticos, pero no pudo continuar
sus experimentos debido a la primera gran conflagración europea. Sin embargo, al finalizar la guerra,
continuó con sus experimentos y aisló la pancreína, su versión de la insulina. Dicen sus defensores que
entre abril y junio de 1921, Paulesco presentó cuatro trabajos ante la sección rumana de la Sociedad de
Biología de París (que resumían sus investigaciones) y luego logró publicar en el número de agosto de
1921 de la revista belga Archives Internationelles de Physiologíe un extenso artículo sobre el papel del
páncreas en la asimilación de los alimentos. En abril de 1922 consiguió una patente del gobierno rumano
para la fabricación de la pancreína, pero estos hechos fueron ignorados por la comunidad internacional.
Intentos posteriores de dar crédito a los trabajos del rumano se frenaron por razones políticas, ya que el
fisiólogo consideraba que había un complot judeo-masónico contra la nación rumana. En todo caso, los
canadienses fueron más eficientes y rápidos; trabajaron duro, en condiciones difíciles (13, 14).
Con estos antecedentes, ya se pensaba que en el páncreas debía haber una sustancia u hormona, que
Meyer, en 1909, había denominado insulina, en caso de que existiese. Después de los experimentos de
Oscar Minkowski, que comprobaron la diabetes experimental, Opie y Sobolev, de manera independiente,
habían afirmado que los islotes pancreáticos eran necesarios para el control metabólico de los
carbohidratos y que la patología de estas células era la responsable de la diabetes (9).

El internista Georg Ludwig Zuelzer había preparado un extracto pancreático que había administrado en
perros con glicosuria causada por epinefrina –e incluso a algunos pacientes– y observó algunos efectos
hipoglicemiantes, pero dicho extracto resultó tóxico por ser a base de alcohol. El rumano Nicolae Paulesco
había obtenido observaciones parecidas, pero no había podido continuar sus experimentos debido a la
Gran Guerra. El fisiólogo Marcel Eugène Gley había depositado una carta sellada en la Sociedad de
Biología de París, para abrirla hasta que él lo ordenara. En la carta titulada afirmaba que había preparado
un extracto a base de los restos atróficos de páncreas de conducto ligado, que había disminuido la
glicosuria de un perro pancreatectomizado. Hay quienes dicen que este francés tenía poca confianza en
sus investigaciones. También trabajaron en el tema los norteamericanos Israel Kleiner, Ernest Scott y John
Murlin y Benjamin Kramer (10-12).

El caso del fisiólogo Paulesco –de Bucarest– es, al parecer, más injusto. Los rumanos protestaron
fuertemente por la adjudicación del Nobel de la insulina a los canadienses, pues consideraban que su
compatriota fue el primero que había hecho el descubrimiento. En 1916, él tuvo éxito en el desarrollo de un
extracto pancreático acuoso que normalizaba la glicemia en los perros diabéticos, pero no pudo continuar
sus experimentos debido a la primera gran conflagración europea. Sin embargo, al finalizar la guerra,
continuó con sus experimentos y aisló la pancreína, su versión de la insulina. Dicen sus defensores que
entre abril y junio de 1921, Paulesco presentó cuatro trabajos ante la sección rumana de la Sociedad de
Biología de París (que resumían sus investigaciones) y luego logró publicar en el número de agosto de
1921 de la revista belga Archives Internationelles de Physiologíe un extenso artículo sobre el papel del
páncreas en la asimilación de los alimentos. En abril de 1922 consiguió una patente del gobierno rumano
para la fabricación de la pancreína, pero estos hechos fueron ignorados por la comunidad internacional.
Intentos posteriores de dar crédito a los trabajos del rumano se frenaron por razones políticas, ya que el
fisiólogo consideraba que había un complot judeo-masónico contra la nación rumana. En todo caso, los
canadienses fueron más eficientes y rápidos; trabajaron duro, en condiciones difíciles (13, 14).
Banting se propuso aclarar el asunto, pero al no encontrar ayuda en su facultad, le recomendaron que
acudiera al profesor John James Rickard Macleod, jefe de fisiología de la Universidad de Toronto, para
exponerle su idea simplista y pedirle ayuda.

Convencer a Macleod no fue fácil, pues él –aunque era conocedor del metabolismo de los carbohidratos–
tenía la idea prevalente en Europa de que el control de la glicemia tenía lugar en algún centro del sistema
nervioso central. Es de anotar que sería de gran ayuda la tecnología reciente, que permitía medir la
glicemia con un volumen de sangre cien veces menor, más exacto y rápido (16, 17). Con eso y todo,
McLeod exigió que se midiera la relación glicemia/nitrógeno ureico, que se consideraba más representativa
del estado metabólico. Un desinformado Banting tenía la idea de que el problema de la diabetes era la
glicosuria, parámetro que pensaba medir en sus futuros experimentos.

Este joven inexperto no podía lograr mejores resultados que los fisiólogos y los verdaderos investigadores
que fallaron en el intento, pensaba el profesor. En la época, había un axioma que decía: “Lo que el jefe
dice siempre es correcto”. Pero eso no iba con Banting, que era insistente y en tres visitas seguidas logró
su objetivo. En el verano de 1921, Macleod le prestó, con displicencia, su laboratorio y 10 perros, y como
un proyecto de verano le asignó como asistente a Charles Best, un futuro estudiante de Medicina que tenía
ya un grado de baccalaureate en Fisiología y Bioquímica (1). El otro candidato para investigar era su
compañero Edward Clark Noble –quien perdió su opción tras el lanzamiento de una moneda– y fue
asignado a un proyecto en otra institución (4). No fue mucho lo que se les dio a estos ilusos, pero así se
gestó el descubrimiento de la insulina. En un comienzo, Macleod estuvo allí, y su idea era, guardada las
proporciones, la de trasplantar el tejido remanente posligadura, pero pronto viajó a Escocia de vacaciones.

Solos ya –aunque en comunicación con Macleod– los canadienses fracasaron en el intento de atrofiar
totalmente el páncreas mediante la ligación del conducto de Wirsung; hubo recanalización, se presentaron
infecciones y en poco tiempo murieron 7 de los 10 perros. Sin perder su entusiasmo, salieron a comprar
perros callejeros económicos, en un momento en el que había gran activismo entre los protectores de
animales. El dinero para esto provino de la venta de un carro marca Ford que Banting tenía. Pronto
encontraron que no era necesaria la ligadura del conducto e idearon una técnica para retirar todo el
páncreas y buscar la atrofia. Luego lograron hacer un extracto del páncreas remanente; tajadas de este
fueron colocadas en solución de Ringer, enfriadas y maceradas en mortero y luego filtradas. Una hora
después de inyectada la solución a un terrier diabético en coma, este se levantó y movió la cola. Su
glicemia descendió para volver a subir después de pasar azúcar por una sonda nasogástrica, aunque ni la
hiperglicemia ni la glicosuria fueron tan marcadas como sucedió con un perro pancreatectomizado, al que
no se le dio el extracto (4, 5). Los dos investigadores habían hecho un descubrimiento extraordinario.
Banting se propuso aclarar el asunto, pero al no encontrar ayuda en su facultad, le recomendaron que
acudiera al profesor John James Rickard Macleod, jefe de fisiología de la Universidad de Toronto, para
exponerle su idea simplista y pedirle ayuda.

Convencer a Macleod no fue fácil, pues él –aunque era conocedor del metabolismo de los carbohidratos–
tenía la idea prevalente en Europa de que el control de la glicemia tenía lugar en algún centro del sistema
nervioso central. Es de anotar que sería de gran ayuda la tecnología reciente, que permitía medir la
glicemia con un volumen de sangre cien veces menor, más exacto y rápido (16, 17). Con eso y todo,
McLeod exigió que se midiera la relación glicemia/nitrógeno ureico, que se consideraba más representativa
del estado metabólico. Un desinformado Banting tenía la idea de que el problema de la diabetes era la
glicosuria, parámetro que pensaba medir en sus futuros experimentos.
Este joven inexperto no podía lograr mejores resultados que los fisiólogos y los verdaderos investigadores
que fallaron en el intento, pensaba el profesor. En la época, había un axioma que decía: “Lo que el jefe
dice siempre es correcto”. Pero eso no iba con Banting, que era insistente y en tres visitas seguidas logró
su objetivo. En el verano de 1921, Macleod le prestó, con displicencia, su laboratorio y 10 perros, y como
un proyecto de verano le asignó como asistente a Charles Best, un futuro estudiante de Medicina que tenía
ya un grado de baccalaureate en Fisiología y Bioquímica (1). El otro candidato para investigar era su
compañero Edward Clark Noble –quien perdió su opción tras el lanzamiento de una moneda– y fue
asignado a un proyecto en otra institución (4). No fue mucho lo que se les dio a estos ilusos, pero así se
gestó el descubrimiento de la insulina. En un comienzo, Macleod estuvo allí, y su idea era, guardada las
proporciones, la de trasplantar el tejido remanente posligadura, pero pronto viajó a Escocia de vacaciones.

Solos ya –aunque en comunicación con Macleod– los canadienses fracasaron en el intento de atrofiar
totalmente el páncreas mediante la ligación del conducto de Wirsung; hubo recanalización, se presentaron
infecciones y en poco tiempo murieron 7 de los 10 perros. Sin perder su entusiasmo, salieron a comprar
perros callejeros económicos, en un momento en el que había gran activismo entre los protectores de
animales. El dinero para esto provino de la venta de un carro marca Ford que Banting tenía. Pronto
encontraron que no era necesaria la ligadura del conducto e idearon una técnica para retirar todo el
páncreas y buscar la atrofia. Luego lograron hacer un extracto del páncreas remanente; tajadas de este
fueron colocadas en solución de Ringer, enfriadas y maceradas en mortero y luego filtradas. Una hora
después de inyectada la solución a un terrier diabético en coma, este se levantó y movió la cola. Su
glicemia descendió para volver a subir después de pasar azúcar por una sonda nasogástrica, aunque ni la
hiperglicemia ni la glicosuria fueron tan marcadas como sucedió con un perro pancreatectomizado, al que
no se le dio el extracto (4, 5). Los dos investigadores habían hecho un descubrimiento extraordinario.

Banting y Best visitaron mataderos y carnicerías para conseguir páncreas de ganado vacuno. También
supieron por la literatura que los páncreas fetales tenían más islotes y menos ácinos y empezaron a
usarlos. Asimismo, utilizaron páncreas de cerdo para obtener “isletina” en cantidades pequeñas. Al regreso
de Macleod, Banting y Best tenían debidamente documentados los resultados sobre 72 perros hechos
diabéticos. A pesar de esto, Macleod ordenó repetir los experimentos, lo que hicieron (18-20). En los
experimentos también se había usado la secretina para dejar exhausto el páncreas de su jugo. En opinión
de Michael Bliss, el historiador más importante de lo ocurrido en Toronto, “La investigación realizada por
Banting y Best fue tan mal hecha, que sin la ayuda posterior de Macleod y de Collip […] el destino de los 2
jóvenes canadienses hubiera sido el de desaparecer en la historia de la medicina” (1, 2). Con todo,
Macleod ordenó que la totalidad del esfuerzo del departamento se dedicara a la investigación de la
insulina.

A Banting no le caía bien el escocés y sus suspicacias y exigencias le producían más escozor. Estuvo a
punto de dejar todo, pero Best –con quien había desarrollado una excelente relación– lo convenció de no
hacerlo. En una presentación inicial ante un grupo de fisiólogos (posteriormente publicada), el manejo que
le dio Macleod a la presentación hizo pensar que él y su grupo habían descubierto la insulina (21). Al año
siguiente, sus investigaciones fueron publicadas en el Canadian Medical Association Journal (22). Fue un
informe preliminar, seguido de otro más detallado (23). Más tarde, se sumaría el bioquímico James B.
Collip al grupo, para hacer importantes contribuciones en la purificación del extracto insulínico, lo que
permitió su uso en una buena cantidad de pacientes que empezaron a llegar ante la dispersión de la
noticia, de que una nueva droga podía salvarlos. Eli Lilly & Co., (Novo) Nordisk, a través de Krohl, y
Wellcome colaboraron en la comercialización de la insulina (1-5, 24).
Un médico de la Universidad de Toronto y bacteriólogo del Instituto Pasteur, John G. Fitzgerald, estableció
un laboratorio para producir antitoxina diftérica en una finca de caballos, herencia de su mujer. Al
trasladarse a una finca más grande, la empresa adoptó el nombre de Connaught Antitoxin Laboratories
and University Farm, por el duque de Connaught, que era el gobernador general de Canadá en la época de
la Primera Guerra Mundial. Aunque este laboratorio siempre ha estado dedicado a la investigación y
producción de vacunas, fue uno de los receptores del descubrimiento de la insulina (por su conexión con la
Universidad de Toronto) y Charles Best fue su presidente. Este hecho impulsó el rápido crecimiento y el
desarrollo de métodos de producción de la insulina a gran escala. Álvaro Morales Gómez, un urólogo
colombiano egresado de la Universidad Javeriana de Bogotá –y compañero de clase de quien esto
escribe– hizo allí parte de su entrenamiento, investigó y fue conferencista de esta institución, aunque su
fuerte es la andrología y la urología oncológica. De paso hay que anotar que también hizo parte de sus
estudios en la Universidad de Aberdeen, Escocia, donde estudio Macleod. Connaught hace parte ahora de
Sanofi-Pasteur, la rama de Sanofi-Aventis dedicada a las vacunas.

Macleod consideraba que había dado suficiente crédito a los investigadores originales, tanto, que declinó el
ofrecimiento de poner su nombre en la lista de autores del artículo sobre la insulina. La relación entre
Banting y Macleod empeoró cuando ambos ganaron el Nobel de Medicina en 1923; el ortopedista entonces
compartió su premio con Best; el escocés hizo lo propio con Collip. Banting denigraba a Macleod por un
conflicto de personalidades. Los argumentos de Best en cuanto al Nobel se debieron a su sed de
reconocimiento.

El preparado de Collip empezó a usarse en pacientes jóvenes gravemente descompensados, entre los que
se encontraban Leonard Thompson, de 14 años, Elizabeth Hughes (hija del secretario de estado de los
Estados Unidos) y varios enfermos más (25). Macleod luego estuvo extrayendo insulina de ciertos peces
ricos en ella, con la idea de ayudar en la producción, pero la idea se desechó (26).

Banting fue nombrado profesor en la universidad, pero al incorporase nuevamente al ejército, perdió la vida
en un accidente aéreo en el tiempo de la Segunda Guerra Mundial, a los cuarenta y nueve años. En sus
últimos tiempos se había dedicado a estudiar la fisiología pulmonar (18). Macleod fue médico de la
Universidad de Aberdeen –en su país natal–, luego estudió en Leipzig, fue demostrador de fisiología en la
facultad de Medicina de Londres, donde también dictó conferencias de bioquímica, hasta el momento una
ciencia en ciernes. Posteriormente, se trasladó a Cleveland (Universidad Case Western Reserve) y
finalmente fue elegido profesor de Fisiología en la Universidad de Toronto. Allí se dedicó a trabajar en el
metabolismo de los carbohidratos. Escribió once libros (1).

La decisión sobre quién descubrió la insulina fue de la Comisión del Nobel de Medicina, después de la
visita de uno de ellos a las instalaciones de Toronto. Sigue siendo una decisión polémica un siglo después,
ya que los otros investigadores citados (Zuelzer, Paulesco y Scott) también inyectaron un extracto
pancreático con alto grado de impureza, que igualmente redujo los niveles de glucemia, y esto lo hicieron
antes que los canadienses (27). No hay duda de que el emprendedor fue Banting, ni de que el fisiólogo
Best le ayudó en la investigación, pero sin la repetición de los defectuosos experimentos ordenada y
guiada por McLeod, sin las técnicas de purificación que aportó Collip y sin la entrada en escena de la casa
americana Lilly para la fabricación industrial, el hecho no habría pasado de ser anecdótico. Existen
bastantes argumentos a favor de los otros científicos, pero aparte de las discusiones académicas de los
historiadores, el recuerdo continuará ligado a los que ganaron el Premio Nobel.

La era postinsulina
El gran clínico americano Elliot P. Joslin se dio cuenta, sin embargo, de que solucionar el problema
diabético no era así de simple; por supuesto que antes de Banting, Best y Macleod, dos de cada tres
diabéticos con cetoacidosis morían y para evitarlo acudían a las dietas emanciantes de Allen; con la
insulina, la mortalidad por esta complicación aguda se redujo a su mínima expresión. Al prolongarse la vida
del diabético, pasaron entonces las complicaciones crónicas a constituirse en el problema real (1).

Frederick Sanger dilucidó la estructura proteica de la hormona. Más tarde, Steiner descubrió el precursor
proinsulina. En la década de los 30, Abel, y luego Scott, lograron cristalizar la hormona y hacer
preparaciones puras de esta. Para esta época, en Copenhague, el grupo formado por Hans Christian
Hagedorn y Birger N. Jensen, con algunas luces del nobel Khrogh, interesado también en la insulina,
presentaron en 1936 una insulina de absorción lenta, que resultó de la unión de la hormona con la
protamina, una proteína básica. Con esta molécula se lograron preparados comerciales de insulina, como
la protamina zinc y otras. La estructura cristalina de la insulina en estado sólido fue determinada por
Dorothy Hodgkin.

Cuenta el endocrinólogo colombiano Efraim Otero que, en 1958, cuando era residente de endocrinología
del Presbyterian Hospital, Universidad de Columbia en Nueva York, tuvo la oportunidad de conocer
personalmente al señor Colt, uno de los primeros pacientes del profesor Palmer, jefe de medicina interna
de Columbia. Este enfermo era un diabético juvenil tratado veinticinco años atrás con los primeros
extractos impuros procedentes de Toronto, que le salvaron la vida y le permitieron sobrevivir todo ese
tiempo. Los cálculos hechos en ese entonces mostraron que las dosis salvadoras, en términos modernos,
probablemente no habrían excedido la cantidad de una a dos unidades internacionales diarias (8).
Marco conceptual
Diabetes:

La diabetes es una enfermedad metabólica crónica caracterizada par niveles elevados de glucosa
en sangre (o azúcar en sangre), que con el tiempo conduce a danos graves en el corazón, los
vasos sanguíneos, los ojos, los riñones y los nervios. La más común es la diabetes tipo 2,
generalmente en adultos, que ocurre cuando el cuerpo se vuelve resistente a la insulina o no
produce suficiente insulina. En las últimas tres décadas, la prevalencia de la diabetes tipo 2 ha
aumentado drásticamente en países de todos los niveles de ingresos. La diabetes tipo 1, una vez
conocida coma diabetes juvenil o diabetes insulinodependiente, es una afección crónica en la que
el páncreas produce poca o ninguna insulina para sí mismo. Para las personas que viven con
diabetes, el acceso a un tratamiento asequible, incluida la insulina, es fundamental para su
supervivencia. Existe un objetivo acordado a nivel mundial para detener el aumento de la diabetes
y la obesidad para 2025.
Aproximadamente 62 millones de personas en las Américas (422 millones de personas en todo el
mundo) tienen diabetes, la mayoría vive en países de ingresos bajos y medianos, y 244 084
muertes (1.5 millones en todo el mundo) se atribuyen directamente a la diabetes cada ano. Tanto
el número de casos coma la prevalencia de diabetes han aumentado constantemente durante las
últimas décadas.

Glucosa:
Es posible que conozcas la glucosa con otro nombre: azúcar en la sangre. La glucosa es la clave
para mantener los mecanismos del cuerpo funcionando de manera óptima. Cuando tus niveles
de glucosa son óptimos, con frecuencia no lo notas. Sin embargo, cuando se desvían de los
Imites recomendados, notaras el efecto no saludable que tiene en el funcionamiento normal del
cuerpo.

Entonces, que es la glucosa, ¿exactamente? Es el más simple de los carbohidratos, lo que lo


hace un monosacárido. Esto significa que tiene un azúcar. Pero, no es el único. Otros
monosacáridos incluyen la fructosa, la galactosa y la ribosa.
Junta con la grasa, la glucosa es una de las fuentes de combustible preferidas del cuerpo en
forma de carbohidratos. Las personas obtienen la glucosa del pan, frutas, vegetales y productos
lácteos. Necesitas los alimentos para crear la energía que te ayuda a mantenerte vivo.

Aunque la glucosa es importante, coma muchas otras


cosas, es mejor consumirla de manera moderada. Los niveles de glucosa que no son saludables
o están fuera de control pueden tener efectos permanentes y graves.

Nuestro cuerpo procesa la glucosa varias veces al día, idealmente.

Cuando comemos, comienza a trabajar de inmediato para procesar la glucosa. Las enzimas
empiezan el proceso de descomposici6n con la ayuda del páncreas. El páncreas, que produce
hormonas coma la insulina, es una parte integral de c6mo nuestro cuerpo trata la glucosa. Cuando
comemos, el cuerpo le avisa al páncreas que necesita liberar insulina para tratar el incremento del
nivel de azúcar en la sangre.

Sin embargo, algunas personas no pueden confiar en que su


páncreas aparece para hacer el trabajo que se supone debe hacer.

Una forma en la que ocurre la diabetes es cuando el páncreas no produce insulina de la manera
adecuada. En este caso, las personas necesitan ayuda externa (inyecciones de insulina) para
procesar y regular la glucosa en el cuerpo. Otra causa de diabetes es la resistencia a la insulina, en
donde el hígado no reconoce la insulina que está en el cuerpo y continúa produciendo cantidades
inadecuadas de glucosa. El hígado es un órgano importante para el control del azúcar, ya que
ayuda con el almacenamiento de la glucosa y produce glucosa cuando es necesario.

Si el cuerpo no produce suficiente insulina, puede ocasionar la


liberaci6n de ácidos grasos libres de las reservas de grasa. Esto puede ocasionar una condici6n
llamada cetoacidosis. Las cetonas (residuos creados cuando el hígado descompone la grasa)
pueden ser t6xicas en grandes cantidades.

Insulina:

La insulina es una hormona que se produce en el páncreas, una glándula ubicada detrás del
estómago. Permite que tu cuerpo utilice la glucosa para obtener energía. La glucosa es un tipo
de azúcar que se encuentra en muchos carbohidratos.

después de una comida o bocadillo, el tracto digestivo descompone los carbohidratos y las
transforma en glucosa. Luego, la glucosa entra en el torrente sanguíneo a través del
revestimiento del intestino delgado. Una vez que la glucosa está en el torrente sanguíneo, la
insulina hace que las células de todo el cuerpo absorban el azúcar y lo utilicen para obtener
energía.

La insulina también ayuda a equilibrar tus niveles de


glucosa en la sangre. Cuando hay demasiada glucosa en el torrente sanguíneo, la insulina
indica al cuerpo que almacene el exceso en el hígado. La glucosa almacenada no se libera
hasta que tus niveles de glucosa en sangre disminuyen, por ejemplo, entre comidas o cuando
tu cuerpo esta estresado o necesita un aumento adicional de energía.

Las inyecciones de insulina pueden ayudar a tratar


ambos tipos de diabetes. La insulina inyectada actúa coma un sustituto o suplemento de la
insulina de tu cuerpo. Las personas con diabetes tipo 1 no pueden producir insulina, para lo que
deben inyectarse insulina para controlar sus niveles de glucosa en la sangre.

Taninos:

Los taninos son sustancias naturales que se encuentran en el mundo vegetal: en la madera,
la corteza, rizomas, raíces y frutas. Son parte de la familia de los polifenoles, un término del
cual, a lo mejor, ya has oído hablar.

Los polifenoles son sustancias antioxidantes que se encuentran en las frutas, en las verduras y
alimentos de origen vegetal, que ayudan a preservar los tejidos ya combatir el envejecimiento
celular.

Como consecuencia, el tanino es 100% natural.


La «familia» incluye moléculas diferentes. ¿Es par este motivo que se pregunta «que son
los taninos?» La diferencia está en la estructura química y el origen botánico.

No obstante, ciertas diferencias entre polifenoles, todos ellos tienen características comunes
que les han permitido convertirse en compañeros silenciosos del viaje de la civilización humana:
desde la antigüedad hasta la actualidad

las arboles más utilizados para la extracci6n del tanino son: el Castaño, el Quebracho, la
Taray las Nueces de Agallas.

El castaño se extiende en el sur de Europa y parte de Oriente Media.

El quebracho crece en el norte de Argentina y en el sur de Paraguay. Par su parte, la Tara


crece en Perú. Las nueces de agallas crecen principalmente en Turquía y China.

Antocianinas:

Las antocianinas son sustancias presentes en las pieles de las uvas y que, además de aportar
el color característico del vino tinto, son responsables de importantes beneficios para la salud.
El termino antocianinas proviene del griego (anthos 'flor' + kyaneos 'azul'). El termino
antocianina fue propuesto en 1927 por el farmacéutico alemán Adolf T. Lewandoski (1804-
1881) para describir el pigmento azul de la col lombarda (Brassica oleracea).
Se trata de pigmentos hidrosolubles que se hallan en las vacuolas de las células vegetales y que
otorgan color rojo, purpura o azul a hojas, flores y frutos.
Desde el punto de vista química, las antocianinas pertenecen al grupo de los flavonoides y son
gluc6sidos de las antocianinas, es decir, están unidas a moléculas de azúcar por media de un
enlace glucosídico. Sus funciones en las plantas son múltiples, desde la de protección de la
radiación ultravioleta hasta la de atracci6n de insectos polinizadores.
Estas sustancias son interesantes desde el punto de vista de la salud porque múltiples
estudios han descubierto que aportan importantes beneficios al organismo. Así, el interés por
los pigmentos antocianicos se ha intensificado recientemente debido a sus propiedades
farmacol6gicas y terapéuticas.
Por tanto, además de su función coma colorantes
alimenticios naturales, las antocianinas ofrecen potenciales beneficios para la salud.
GLUT4:

GLUT4 es una proteína transportadora de glucosa regulada par la insulina, que se localiza en
los adipocitos, el muscula esquelética y el miocardio.

En situaciones basales, el 90-95% de GLUT4 se encuentra en el citoplasma, compactada en


pequeñas vesículas.

Los GLUT4 se encuentran principalmente en los tejidos sensibles a la insulina, coma el


musculo y los adipocitos, y son la única isoforma regulada, además de la insulina, para la
contracción muscular. Es el mayor responsable de la captaci6n de glucosa en el musculo
esquelético, responsable de hasta un 80% de ella

Este GLUT transporta glucosa y fructosa. Se expresa en tejido hepático, corazón,


testículos, intestino, tejido adiposo, cerebral.

Hoja de mango:

Sin embargo, pocos conocen los beneficios que la hoja de mango trae y que incluso
puede llegar a ser más beneficiosa para la salud que la misma fruta. De acuerdo con el
portal Clínicas Cuídate, la hoja de mango es rica en antioxidantes, vitaminas, flavonoides
y fenoles. Dichas propiedades son perfectas para tratar malestares comunes. además, de
acuerdo con investigaciones de la Universidad de Agricultura Arida Pir Mehr Ali Shah, en
Pakistán, se asegura que las hojas de mango también tienen componentes que actúan
coma antiinflamatorios, antifúngicos y antiparasitarios.

Estas hojas representan la mejor medicina natural para la diabetes y permiten mejorar de
forma considerable la calidad de vida de las personas que padecen esta enfermedad. El
extracto de las hojas de mango se caracteriza par sus beneficios para mejorar la circulación
sanguínea y así fortalecer los vasos sanguíneo.

Metodología
La investigación de este proyecto se desarrolló a partir de la pregunta de indagación ¿Cómo la infusión de
hoja de mango puede controlar la diabetes?, a partir de esto realizamos búsquedas en internet con las
terminaciones. edu y .org para tener a nuestro alcance información confiable, primero investigamos la
composición y propiedades de la hoja de mango, luego sobre qué efectos tenían estos sobre las personas
con diabetes.
Al tener toda la información necesaria empezamos a hacer las pruebas de preparación y de su eficacia en
el paciente Luis Matos Carhuapoma de 70 años el cual ha padecido de esta enfermedad por más de 40
años.
Este tratamiento es efectivo ya que contiene acetato de etilo y tarkaserol 3 beta que se extrae y sinergiza
con GLUT 4 para activar la síntesis de glucógeno.
Preparación de la infusión:
1. Dejar secar al sol 15 hojas de mango.
2. Poner a hervir las hojas de mango a fuego lento por 20 minutos máximo.
3. Dejar reposar la infusión toda la noche en el sereno.
4. Envasar en botellas o en jarras.
5. Consumir como agua de tiempo 3 veces al día.
Para comprobar su eficacia hicimos pruebas de control del consumo de esta bebida en este
paciente, que consumió la infusión de hoja de mango por 20 día, al paciente se le tomaba la glucosa
cada dos día y consumía la infusión 3 veces al día durante el periodo de prueba.

Se puede observar el proceso por el que el paciente paso en este cuadro desde el primer día con 360 y el
ultimo día con 100 un resultado impresionante que comprueba la eficacia de nuestro proyecto.
Resultado y discución
Esta bebida es apata para el consmo humano, con sabor, olor y apariencia agradable para el gusto. Servirá
como un aporte a el consumo de bebidas diario de muchas personas, por tener como componentes a los
taninos, antocianinas, tarakserol 3 beta, etc, los cuales ayudan a reducir los niveles de glucosa en la
sangre.
El producto elaboradp queda como propuesta de investigación de tipo cuasi experimental, para que en un
futuro podamos saber como influyó el consumo de esta bebida y su relación con la disminución de la
glucosa en las personas que padecen de diabetes.

CONCLUSIONES
-La infusión de hoja de mango ayuda a reducir los niveles de azúcar.
-La diabetes puede ser controlada con una buena alimentación complementada con el uso de la de infusión
de la hoja de mango.
-La diabetes se debe a la falta de secreción de insulina.
-En la primera semana la glucosa baja de 360 mg/dL a 200 mg/dL
-El nivel de la glucosa se rebaja de 360 mg/dL a 100 mg/dL En 14 días (34 tazas tomadas)
-La hoja de mango solo se puede tomar 3 veces al día.
-La hoja de mango contiene propiedades anti-inflamatorias.
REFERENCIAS
https://cybertesis.unmsm.edu.pe/bitstream/handle/20.500.12672/15476/Paz_ij.pdf?
sequence=1&isAllowed=y
https://www.soloejemplos.com/informe-para-feria-de-cienciasmanjar-de-lenteja-de-palo/
http://www.scielo.org.bo/pdf/gmb/v30n2/a16.pdf

Anexos:

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