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Unidad 4
Unidad 4
Sin embargo, desde hace años escritores o maestros espirituales han impulsado desde
diversos ámbitos sus enseñanzas. Tal es el caso del autor Eckhart Tolle en su ensayo El
Poder del Ahora donde enfatiza la importancia de ser consciente en el momento
presente para no perderse en los pensamientos. Ya que, para este autor, el presente es la
puerta de acceso a una elevada sensación de paz. Afirma que "Ser Ahora" conlleva una
conciencia que está más allá de la mente, una conciencia que ayuda a trascender el
"cuerpo-dolor" que es creado por la identificación con la mente y el ego.
Esta unidad tiene como objetivo comprender las tradiciones de ciertas expresiones
consideradas formas de conocer y las diferentes formas de relacionarse del ser humano
con la naturaleza, con la vida, etcétera; es por eso, que este módulo se denomina: las
formas de expresiones epistemológicas.
Comenzaremos con la “Religión, magia y ciencia” que tiene como objetivo identificar y
entender los elementos principales que se han dado entre el debate de la religión, la
magia y la ciencia, es decir, cómo han sido considerados dichos saberes de la religión
por la ciencia positivista.
De este modo, para llevar a cabo este trabajo de agricultura se guían por un
conocimiento del tiempo y las estaciones, las plantas y las enfermedades, el suelo y los
tubérculos. Como nos podemos dar cuenta en este procedimiento no se encuentra la
magia; sin embargo, dentro de todas estas actividades para los nativos de ciertos pueblos
se encuentra la magia, es decir, una serie de ritos que realizan cada año en los huertos.
En este sentido, parecería que el conocimiento racional y el místico están mezclados y
que difícilmente se podrían separar y distinguir sus efectos.
Malinowski 1 (1948), autor que ha estudiado pueblos nativos, menciona que estas
personas no atribuyen ni todo lo bueno o malo de una cosecha. Ya que este describe que
los nativos saben por las observaciones que hacen y que existen condiciones y causas
naturales, siendo capaz de controlar esas fuerzas naturales por medio del esfuerzo físico
y mental.
No obstante, gran parte de los epistemólogos no estarían satisfechos con esta definición
de ciencia, ya que, también es válida para un oficio. Por consiguiente, argumentarán que
es importante que las leyes de la ciencia se formulen de manera explícita y que es
necesario que se mantengan abiertas a control por el experimento y a crítica por la
razón. De modo que, sean leyes teóricas del conocimiento y no sólo leyes de conducta
práctica, sino leyes teóricas del conocimiento.
Pero, como Malinowski (1948) lo menciona, se puede aceptar que muchos de los
principios del conocimiento salvaje sean científicos en tal sentido. Aunque, el nativo no
sepa de conocimientos teóricos, si tiene el conocimiento de un modo práctico. En otras
palabras, la ciencia no se separada del oficio, y aunque, ésta sea rudimentaria, cuenta
con una matriz que se considera han de haber brotado los progresos superiores.
Por lo que, se puede concluir que en esa época el ser humano salvaje tenía un dominio
de la realidad, pero con el tiempo esa forma de actuar que fue desarrollando se
transforma hasta lograr que la ciencia fuera el único principio rector en el desarrollo de
la humanidad. No obstante, no existen pueblos, por primitivos que sean, que carezcan
de religión o magia. Tampoco existen pueblos que desconozcan la actitud científica. Sin
embargo, al habituarse el hombre con su entorno y permitirle el uso de las fuerzas de la
naturaleza, lo coloca por encima del resto de la creación; es decir, se plasma el
desarrollo de la ciencia.
[1] Bronislaw Malinowski: antropólogo y etnólogo inglés de origen polaco (Cracovia, 1884 - New Haven, Conneticut, 1942). Se
constituyó en uno de los representantes de la teoría funcionalista en antropología. Entre sus principales escritos, podemos
mencionar a Crimen y costumbres en la sociedad salvaje (1926); La familia entre los indígenas australianos (1913); Los
argonautas del Pacífico occidental (1922); Sexo y represión en la sociedad salvaje (1927); Magia, ciencia y religión (1948);
Estudios de psicología primitiva: el complejo de Edipo (1949).
[2] Los métodos de indicar los puntos principales del círculo, los agrupamientos de estrellas en constelaciones, la coordinación de
éstas con las estaciones, los nombres de las lunas en el año, los nombres de los cuartos de la luna: todos estos logros son propiedad
de los salvajes más simples. También saben dibujar mapas diagramáticos en la arena o el polvo, indicar convenios mediante
piedras, conchas o bastones colocados en la tierra, y planear expediciones o ataques sobre tales rudimentarios mapas. Coordinando
espacio y tiempo son capaces de organizar grandes concentraciones tribales y combinar los movimientos de la tribu sobre extensas
áreas.
https://www.youtube.com/watch?v=UfHLqTDnO9w
En los escritos de James Frazer (2011), en sus diferentes obras, establece los tres
problemas madres que, en lo relativo a la religión primitiva, y que, en la actualidad se
ocupa de su estudio la antropología: la magia y su relación con la religión y la ciencia,
el totemismo y el aspecto sociológico del credo salvaje; los cultos de la fertilidad y la
vegetación.
Parafraseando a Malinowski (1948), quien explica que cuando el ser humano primitivo
se tropieza con las restricciones del poder de su magia, necesita dirigirse hacia seres
superiores, ya sea, con miedo o con esperanza, en súplica o en desafío. Es en esta
distinción entre, por una parte, control directo y, por la otra, propiciación de poderes
superiores que Frazer (2011) hace diferencia entre los conceptos de magia y religión.
Por otra parte, la magia tienes una atracción, ya que, en ella esperamos encontrar los
anhelos y la sabiduría del hombre primitivo. Pero, también pareciera que la magia
despierta en cada ser humano fuerzas mentales escondidas, rescoldos de esperanza en lo
milagroso, creencias adormecidas en las misteriosas posibilidades.
La magia, para Malinowski (1948), es un arte sobrio, prosaico e incluso tosco, cuyo
consenso obedece a razones duramente prácticas, carente de profundidad y que se lleva
a efecto con una técnica simple y monótona. Por otra parte, la describe como un corpus
de actos puramente prácticos que son celebrados como un medio para un fin. También
es extremadamente monótona y aburrida, y está limitada de modo estricto en sus medios
de acción, circunscrita a sus creencias y paralizada en sus presunciones fundamentales.
Basta con seguir un rito o con estudiar un hechizo determinado, con aprender los
principios de la creencia mágica.
La magia nunca fue creada o inventada. Simplemente, desde un principio toda magia
era un aditamento esencial de todas aquellas cosas y procesos que de una manera vital
interesan al hombre y que, eluden los esfuerzos normales de su razón. El hechizo, el rito
y el objeto que ambos gobiernan son los tres coevos.
En toda tradición, en toda mitología, la magia es siempre posesión del hombre y ello es
así merced al conocimiento de éste o de un ser semejante a él. Por consiguiente, la
magia es parte de la dotación original de la humanidad primigenia[1] que sólo puede
conocerse mediante la tradición, y que afirma el poder autónomo del hombre para crear
los fines deseados.
Así, no sólo es la magia una posesión esencialmente humana, que está inscrita en el
hombre y puede pasarse de un individuo a otro de acuerdo con las rigidísimas reglas
mágicas de la filiación, iniciación e instrucción; por consiguiente, surge la idea que
entre el objeto y su magia hay un nexo esencial. La magia es cualidad de la cosa, o
mejor, de la relación entre la cosa y el hombre. Aunque, si bien ésta no es producto
suyo, ha sido hecha por él.
Por lo que, la relación, que existe entre la magia y la ciencia es que, la magia es similar
a la ciencia en que siempre cuenta con una meta definida y con resultados prácticos, que
está íntimamente relacionada con los instintos, las necesidades o afanes humanos. Otra
característica que comparten tanto la magia como la ciencia es que ambas siguen una
teoría, por principios que guían la manera en que el acto ha de celebrarse para que sea
efectivo. Asimismo, tanto la magia como la ciencia desarrollan una técnica especial. De
manera, como lo indica Frazer (2011), la magia es una pseudo-ciencia.
De manera que, las teorías del conocimiento son dictadas por la lógica, las de la magia
por la asociación de ideas bajo la influencia del deseo. Es un hecho empírico que el
corpus del conocimiento racional y el corpus de los saberes mágicos están incorporados
en tradiciones diferentes, en un escenario social diferente y en un tipo diferente de
actividad, Una de ellas constituye el dominio de lo profano; la otra, limitada por
ceremonias, misterios y tabúes, constituye la mitad del dominio de lo sacro.
[1] De esta manera, toda la magia de Australia central existía ya y ha sido heredada de
los tiempos Alcheringa, cuando nació con todas las demás cosas. En Melanesia toda la
magia proviene de un tiempo en el que la humanidad vivía bajo la tierra y en que ya era
patrimonio del hombre ancestral.
En sociedades superiores la magia se deriva, a menudo, de espíritus y demonios, pero,
como regla general, incluso éstos la recibieron y no la inventaron. Así, la creencia en la
naturaleza primigenia de la magia es universal. Paralela suya va la convicción de, que
tan sólo mediante una transmisión inmaculada y absolutamente inmodificada conserva
la magia su efectividad
Además, tanto la magia como la religión presentan soluciones ante dichas situaciones y,
ofrecen salir bien de la situación a través del dominio de lo sobrenatural. Otra
característica, es que tanto la magia como la religión se basan en la mitología y ambas
existen en la atmósfera de lo milagroso. También, ambas trabajan desde los tabúes y las
ceremonias.
Sin embargo, lo que las distingue, es que la magia se encuentra dentro del dominio de lo
sacro, como un arte práctico compuesto de actos, que se consideran medios para un fin
definido. Por el contrario, la religión es un corpus de actos autocontenidos que son en sí
mismo la finalidad. Esta diferenciación tiene una implicación. La magia es práctica, con
una técnica limitada y circunscrita al hechizo, al rito y el estado en que los celebra
(trinidad). La religión, por otra parte, cuenta con aspectos y propósitos más complejos.
Su unidad se ve en la función que cumple y en el valor de su credo y ritual.
La práctica en la magia es simple, es decir, es la afirmación del poder del hombre sobre
algo para causar un efecto definido a través de conjuros y/o ritos también específicos.
Por el contrario, en la religión se basa en la fe. De manera que, la mitología religiosa es
más compleja, variada, y creativa. Por otra parte, la magia es una posesión del hombre y
legada de generación en generación de forma directa. A diferencia de la religión que es
un asunto de todos, en donde, cada uno forma parte de manera activa y equivalente. Ya
que, como sabemos todos los miembros de una religión pasan por una ceremonia de
iniciación, etc. La fe religiosa establece, fija e intensifica todas las actitudes mentales
dotadas de valor, en la lucha contra las dificultades. También, la fe revela la verdad, y
da sentido al ser humano.
En conclusión, para obtener una visión clara de religión, magia y ciencia, es que cada
una tiene la función cultural.
de: https://www.youtube.com/watch?v=ra7KrsBYNRM
El mito (del griego mythos, fábula) proviene de la tradición alegórica que tiene por base
un hecho real, histórico o filosófico. El mito es un relato fantástico, en el cual los dioses
y los héroes, lo mismo que los animales y las fuerzas físicas de la naturaleza, presentan
propiedades humanas. El mito nace, por lo tanto, en el momento en que las
concepciones fenoménico-religiosas del pasado, en un principio accidentales y
dispersas, se consolidan en formas concretas, personificadas, adquiriendo así
peculiaridades humanas.
Los mitos, al igual que las fábulas y leyendas, fueron llevados por los pueblos
primitivos en sus procesos migratorios y transmitidos de generación en generación. El
mito no sólo enseña las costumbres de los ancestros, sino también representa la escala
de valores existentes en una cultura. El mito, a diferencia de la leyenda cuyos
personajes existieron en algún momento pretérito de la historia, no tiene un tiempo
definido ni un personaje que existió en la vida real. De ahí que el mito,
tradicionalmente, está vinculado a la religión y el culto[1], pues sus personajes,
admirados y adorados, son seres divinos. De modo que, el mito, aunque, tiene un tono
religioso y sagrado. Esta connotación religiosa hace que puedan resultar verdaderos para
la persona que cree en ellos, aunque estos sean inverosímiles. Los personajes suelen ser
dioses o héroes que sobrepasan el carácter de lo humano, y se enfrentan a situaciones
sobrehumanas.
De ahí que, en casi todas las culturas se confunde el mito con la realidad, y se cree que
los mitos de creación del universo son verdaderos. Permiten al hombre situarse en el
tiempo, unirse al pasado y al futuro. Por lo que, los mitos juegan un papel importante en
la vida cotidiana de sus habitantes. Los mitos, en cierto modo, son la esencia de una
mentalidad proclive a las supersticiones y responden a las interrogantes sobre el origen
del hombre y el universo. Este tipo de mito se le conoce con el nombre de
cosmogónicos.
Otros temas que aparecen en los mitos son: Teogonía (nacimiento de los dioses),
Escatología (referidos al fin del mundo o a la muerte). Así que, los mitos tienen un
carácter ritual y simbólico y por lo general son dramáticos. De esto resulta que, el
mundo de los mitos no obedece a reglas fijas. Por ejemplo, las cosas, los animales,
cualquier ser pueden estar animado, pueden realizarse todas las metamorfosis; un solo
ser, una sola cosa puede revestir múltiples formas. También pueden aparecer seres
sobrenaturales como sirenas, centauros, cíclopes, etc. Los mitos clásicos (griegos y
latinos) tienen un fuerte carácter antropomórfico lo que significa que los dioses y otras
criaturas manifiestan sentimientos y actitudes humanas.
Los mitos llegan hasta nosotros como se mencionó de las narraciones orales de
generación en generación. Puede ser que primero haya sido a través de canciones y
poemas. Después, en escritos en diferentes géneros. También en nuestra cultura
podemos observar estos mitos en la escultura, pintura, literatura y música.
[1] Entre las divinidades aztecas encontramos a Huitzilopochtli, que era el dios de la guerra;
Tezcatlipoca (espejo humeante), dios del sol; Quetzalcoalt (la serpiente pájaro), dios del
viento, creador y civilizador; Tlaloc, dios de las montañas, de la lluvia y los manantiales. El mito
azteca de los cuatro soles refiere que los dioses crearon sucesivamente cuatro mundos; lluvias
excesivas destruyeron el primero, lluvias de fuego el segundo, terremotos el tercero; los
hombres del cuarto fueron convertidos en monos. Poseían una tradición del diluvio, del que se
salvaron un hombre, Coxcoxtli, y una mujer, Xochiquetzal, quienes repoblaron el mundo. Entre
los mayas Itzamna, asociado al sol, era el dios civilizador, Kukulcán (la serpiente emplumada)
enseñó la agricultura y estableció leyes justas. En la creación intervinieron los dioses Hunahpú,
Kukulcán y Hurakán. Tras varios intentos fracasados hicieron al hombre maíz. El fuego lo
recibieron los hombres de Hurakán, también llamado Tohil, en Guatemala.
Cierre de la unidad
Desde esta visión, tanto la magia como la religión son consideradas como creadores de
conocimientos ilógicos. No obstante, hay que entender que la magia, la ciencia y la
religión corresponden a sistemas de conocimiento con existencia independiente, y que
deben ser analizados de forma separada; ya que los tres sistemas mencionados son
fuentes de conocimiento y de explicación de la conducta humana y social.
Conclusión
Del análisis de este tema se arriba a dos conclusiones generales; por un lado, la magia,
la religión y la ciencia son formas de conocimientos, en donde, cada una sigue sus
propios fines y establecen sus propias reglas. Por el otro, los tres conceptos pertenecen a
la cultura de las sociedades.
Malinowski a partir de las observaciones realizadas a los nativos de las islas del Pacífico
señaló que cuando salían a pescar a alta mar efectuaban ritos religiosos tanto de
ofrendas como súplicas; esto se debía a que no podían dominar el mar; por ese motivo,
cuando pescaban en lagos interiores no llevaban a cabo dichos ritos. Por lo cual, afirma
que no es la actividad la que determina su acción, sino es la comprensión que se tiene de
su entorno. Entonces, sólo era necesario acudir a la divinidad cuando lo circundante
excedía a sus poderes y competencias. Los pueblos primitivos adquirieron un fuerte
sentido de lo práctico para asir la realidad a través de sus actividades como navegantes,
como pescadores, etc., lo cual puede ser denominado conocimiento científico básico.
Acudiendo a la divinidad cuando las circunstancias no podían ser manejadas o bien eran
temidas. No obstante, además de los ritos religiosos los nativos realizaban prácticas
esotéricas, que Malinowski subscribió como prácticas mágicas que se diferenciaban de
la religión.
Por último, también, es importante rescatar el rol que tiene el mito en la historia del ser
humano y de las culturas, ya que, son registros de la realidad, de una constatación de los
hechos sociales que son trasmitidos de manera oral de generación en generación.
Cecilia Eyssartier, Ana Haydee Ladio y Mariana Lozada. Uso de plantas
medicinales cultivadas en una comunidad semi-rural de la estepa
patagónica. https://www.redalyc.org/pdf/856/85611769004.pdf Págs.
77-85
Introducción a la unidad
En las sociedades de clases, la lucha antagónica entre éstas conduce a que las clases
dominantes, a pesar del alto desarrollo de las fuerzas productivas, pretendan mantener
las caducas relaciones de producción, bombardeando con ideología la conciencia de las
comunidades.
(Flórez, s/f, P. 4)
El conocimiento en América Latina desde la Colonia hasta la actualidad ha sido campo
de lucha y de tensión. Esta situación ha sido consecuencia porque dentro del
conocimiento se encuentran las diferentes representaciones y versiones de la verdad y
de la realidad. Ya que, los saberes que configuran estas verdades y la validez se
interseccionan con asuntos de poder.
Pero, el problema radica en lo que está producido dentro y desde el mismo Sur y que
parte del colonialismo interno. Y, eso provoca una serie de interrogantes sobre el
concepto, el uso y las políticas del conocimiento mismo: ¿qué es/son el/los
conocimiento(s)? ¿Conocimiento de quién? ¿Conocimiento para qué? y, ¿conocimiento
para quiénes?
Por lo tanto, se puede afirmar que lo que produce al conocimiento científico y otro al
conocimiento popular es la forma de observación.
Subjetivo
Pues es el propio sujeto quien organiza sus experiencias y conocimientos, tanto los
adquiridos por vivencia propia como los que "escuchó decir"
Asistemático
Pues esta organización de las experiencias no pretende una sistematización de las ideas,
ni en la forma de adquirirlas ni en el intento de validarlas
Acrítico
Por lo cual, es importante que podamos diferenciar el conocimiento popular del
conocimiento científico. De modo que, el conocimiento popular es aquel que tiene las
siguientes características: valorativo, reflexivo, asistemático, verificable, inexacto,
falible. A diferencia, del conocimiento científico que es real (objetivo), contingente,
sistemático, verificable, falible, aproximadamente exacto
Para, Gabriela Mistral[1] el folklore es tan rico en colorido que la hizo concluir que la
poesía infantil válida, o la única válida, era la popular y propiamente el folklore que
cada pueblo tiene a mano. En otras palabras, en cada pueblo se encuentra todo lo que el
niño necesita. Por ejemplo, el alimento, o, el espíritu del niño. En efecto, para Mistral,
es suficiente para los niños con oír las historias de su entorno en boca de diestros
cuenteros, que a uno lo mantienen en vilo y lo ponen en trance de encanto, sin más
recursos que las inflexiones de la voz, los gestos del rostro y los movimientos de las
manos y el cuerpo.
Se considera desde hace tiempo que los hombres han usado la ficción como defensa de
las virtudes y criticar los defectos. Pero, sobre todo, para cuestionar los poderes de
dominación. Ya que, la fábula como la trova se podría considerar como la venganza del
esclavo. Lo cual se ejemplifica en la fábula del zorro y del conejo que en ella se
representas la astucia y la picardía. Considerados dos personajes que se encuentran en la
mayoría de las fábulas latinoamericanas. En Perú y Bolivia, por ejemplo, se los conoce
con el nombre genérico de Cumpa Conejo y Atój Antoño. En Colombia y Ecuador
como Tío Conejo y Tía Zorra y en la Argentina como Don Juan el Zorro y el Conejo.
Se explicita que:
Los personajes de las fábulas representan casi siempre figuras arquetípicas que
simbolizan las virtudes y los defectos humanos, y dentro de una peculiar estructura, el
malo es perfectamente malo y el bueno es inconfundiblemente bueno, y el anhelo de
justicia, tan fuerte entre los niños como entre los desposeídos, desenlaza en el premio y
el castigo correspondientes; más todavía, para que la moraleja y la nobleza de los
diálogos adquieran mayor efecto, se ha recurrido al género de la fábula, cuyos
personajes, aparte de ser los héroes de los niños latinoamericanos, no tienen nada que
enviar a los de Occidente y a los dibujos animados de Walt Disney. En la actualidad, las
fábulas de la tradición oral, que representan la lucha del débil contra el fuerte o la
simple realización de una travesura.
(Montoya, 2003. P.104-105).
Por otra parte, la tradición oral cumple una función socializadora [2], también es una
fuente de información histórica. De esta manera, tanto el mito como el refrán cumplen
un papel fundamental en el proceso de socialización, pues en ellos se ponen en escena
las aspiraciones, sentimientos, normas e ideales de una sociedad. Así lo identifica Vega
(1988) afirmando que el mito es pedagogía.
Muchos relatos rurales hablan de las brujas, que, para Galindo, et. al. (1989) tienen un
fondo moralizador, ya que, estas mujeres que son consideradas malas se les aparecen y
atormentan a los hombres vagos y enamorados para asustarlos, darles una lección y
hacerlos cambiar de actitud.
Además, en los relatos orales está de manera implícita el control por el cumplimiento de
las normas sociales. Estos relatos también son un modo de justificar sus creencias y sus
formas de actuar, pues ponen en escena las normas y valores de la comunidad (Vega,
1988).
A partir, de estos estos relatos se explica y aprende lo que es bueno, lo que es malo, lo
que la sociedad acepta y lo que la sociedad rechaza. En consecuencia, mitos y refranes
son herramientas claras del proceso de socialización. Sin embargo, como Vansina
(1967) plantea la tradición oral sufre transformaciones al verse afectada por la cultura,
la sociedad y los individuos narradores.
En palabras de Vansina:
El testimonio es sólo un espejismo de la realidad de la que da cuenta. En la tradición
oral el primer testigo deforma la realidad voluntaria o involuntariamente, ya que no
recibe más de una parte de ella y atribuye un significado a lo que aprecia. Su testimonio
lleva la huella de su personalidad, va coloreado por sus intereses y está encuadrado por
referencia a valores culturales. Los testigos de la cadena, hasta el último de ellos, alteran
y deforman el primer testimonio bajo la influencia de los mismos factores: sus intereses
y los de la sociedad, los valores culturales y su propia personalidad
(Vansina, 1967, P. 93).
Este autor concluye que la tradición oral es una fuente histórica y que merece
credibilidad. Para los pueblos usuarios de la tradición oral, ésta es una forma de
reconstruir y mantener vivos los hechos del pasado en la memoria (Vansina, 1967: 13).
Lagarde señala que la sororidad es una alianza universal entre mujeres, que denota un
pacto entre pares y una agenda común que debe recrearse a fin de luchar con la
situación de opresión, la flagelación, la mutilación, la desigualdad.
En el concepto de sororidad se halla el principio de reciprocidad con el cual se potencia
la diversidad; que comprendería el realizar tareas, acciones, etc. en forma compartida,
ya que se reconoce la igualdad de la condición humana.
En síntesis, la tradición oral nos permite conocer, los valores, conducta y creencias
de un pueblo. También nos permite adentrarnos en la memoria histórica de una
ciudad, o de una comunidad. Estas transmisiones orales, como lo explica Morales
(1992), constituyen la información que permite la construcción histórica, que
representa un proceso de construcción del pasado de la localidad, paralelo al de la
historia documental de carácter científico y académico.
Fals Borda, menciona que la ciencia del pueblo común, es decir, el conocimiento
práctico, empírico que le ha permitido sobrevivir, interpretar, crear, producir y trabajar
tiene su propia racionalidad y estructura de causalidad. De manera que, es importante y
conveniente empezar a entender aquella racionalidad y estructura que tienen en lo
propio. En esta misma línea, Gramsci (1976) señaló que en las clases trabajadoras existe
una filosofía espontánea que se encuentra en el lenguaje (conjunto de conocimientos y
conceptos), en el sentido común y en el sistema de creencia, que, aunque, se consideren
dispersos si tiene valor para articular la práctica diaria.
En efecto, el saber popular y la cultura popular han hecho por la civilización, lo cual va
desde la agricultura indígena hasta las prácticas empíricas de salud, o, aportes artísticos.
Por ejemplo, dramaturgos como Shakespeare y sus tragedias se constituían en un linaje
popular. También, podemos nombrar los filmes de Cantinflas o la música de The
Beatles que sus raíces se encuentran en el mundo de la gente común. En estos ejemplos,
se ilustra lo que Foucault (1970) denomina en una dimensión popular los elementos
suficientes para una historia viva. En esta misma línea, se encuentra el pensamiento de
Lévi-Strauss al referirse al pensamiento salvaje. También, muchos antropólogos
admiten que “no hay mejores colectores de datos que los propios naticos” y que
solamente el científico debería de anotarlos y editarlos (Radin, 1933, P. 70-71).
La tradición oral determina, por un lado, las enseñanzas de los valores y los modelos de
vida que deben ser cumplidos por un grupo específico. Por otro, se constituyen en
fuentes de hechos históricos plausibles de ser recopilados y analizados en profundidad.
Por último, estos relatos son principios de identidad y personalidad colectiva (Vega,
1988), así como principios que fortalecen el orgullo nacional, además, promueven la
unión y el sentimiento de lo propio para los grupos de poder y para el pueblo. De allí la
importancia de su conocimiento y su difusión.
Conocimiento tradicional
En este video presenta los conocimientos tradicionales.
Silvano P. Biondi Frangi - CESU-UMSS Invitado: Roberto Vides Almonacid Ph. D. - Fundación para la Conservación del Bosque Chiquitano Fecha de Emisión:
Cierre de la unidad
Puede ser visto también como una herramienta de entendimiento mutuo ente los
miembros de una sociedad, ya que, al compartir el mismo conocimiento sobre diferentes
fenómenos, los individuos pueden relacionarse de una mejor manera.
Conclusión
Se destaca que Giddens (2000) argumentó que, en un mundo reflexivo, todos somos
productores de conocimiento. No obstante, la subjetividad característica de la región
latinoamericana, como también, las relaciones en torno y dentro de la cual enmascaran
la producción, en especial, de los saberes populares. Pues, éstos siguen siendo
estudiados e investigados por los científicos, y, que en esporádicas ocasiones son
considerados tanto los saberes como las culturas populares como sujetos y productores
de conocimiento. Por lo que, considerar teóricamente válido y útil el pensamiento
generado por las culturas populares nos llevaría a comprender la situación histórica,
social y política del país y de la región desde una mirada descolonizante. Además, al
pensar que los nuevos marcos epistemológicos deberían ser de todos, apoya a la
transformación y deviene en la interculturalización crítica de qué entendemos y qué
(re)producimos como conocimiento.
Bibliografía
Catherine Walsh. Las geopolíticas del conocimiento y la colonialidad
poder. Entrevista a Walter Mingolo. Recuperado el 22 de febrero de 2019,
de: https://www.oei.es/historico/salactsi/walsh.htm Entrevista
completa
Meyer, J. (1984) “La tradición oral y su valor para la historia de países
como México”. Unesco. Historia y diversidad de las culturas. Ediciones
del Serbal, Barcelona, P. 78 – 82. Recuperado el 20-02-2019
de http://ru.ffyl.unam.mx/bitstream/handle/10391/3407/Meyer_Eugenia
_La_Historia_Oral_en_Latinoamerica_y_el_Caribe_139-
144.pdf;sequence=1 Págs. 78 – 82
Introducción a la unidad
Sin embargo, fueron dos psicólogos cercanos a Jung quienes continuaron calificando de
transpersonal, en términos psicológicos, a lo que era compartido por los individuos.
Erich Neumann publicó en 1954 el primer bosquejo de una teoría transpersonal de la
evolución de la consciencia, fundamentado sobre estadios arquetípicos del desarrollo.
Neumann emplea dicha palabra para designar a los determinantes “factores psíquicos
[...] que son colectivos, sobre- y extrapersonales, […] como elementos estructurales
internos” (P. 10).
Las religiosas se basan, antes que nada, en la fe que los adeptos profesan respecto de
una determinada visión de la realidad. A diferencia de esta vertiente, las corrientes
místicas no descansan sobre las creencias de ciertas doctrinas, sino sobre las
experiencias directas y personales de las realidades espirituales que las diferentes
tradiciones proclaman y que los adeptos siguen a través de prácticas diseñadas con ese
propósito específico. La psicología transpersonal se ha visto influida, de forma más
decisiva y generalizada, por los acercamientos experienciales de las vertientes místicas.
El segundo
el ojo de la razón, mediante el cual se alcanza el conocimiento de la filosofía, la lógica
y la mente misma.
El tercero
el ojo de la contemplación, por obra del cual nos elevamos a un conocimiento de las
realidades trascendentes
Cada ojo es válido y útil en su propio campo, pero comete una falacia cuando intenta, él
solo, una captación cabal de los ámbitos superiores o inferiores. Es decir, cuando un ojo
intenta usurpar el papel de cualquiera de los otros, se produce un error categorial, es
decir, cuando un ojo intenta ver por cualquiera de los otros, el resultado es un
empobrecimiento de la visión.
Sin embargo, con el tiempo la filosofía como sistema racional también quedó diezmada
por el nuevo empirismo científico. Por lo que, el conocimiento humano se reduce
exclusivamente al ojo de la carne. De ese modo, el ojo contemplativo había
desaparecido, el ojo mental había desaparecido y la humanidad restringió sus medios de
conocimiento válido al ojo de la carne.
Por lo tanto, la ciencia habla en nombre del ojo de la carne, del ojo de la mente y del ojo
de la contemplación. Al hacerlo, fue presa precisamente del mismo error categorial que
se mencionó líneas arriba. Ya que, los científicos obligaron al ojo de la carne a hacer el
trabajo de los tres ojos dentro de la ciencia. Así se construyó el único criterio de verdad
de la ciencia.
El ojo de la carne se atrevió a decir que lo que él no ve, no existe, y lo que debería haber
dicho es que lo que él no ve, no lo ve
(Wilber, 1980, P. 339).
El método científico debe seguir siendo básicamente lo que ha sido siempre: el mejor
método hasta ahora ideado para descubrir los hechos del ámbito del ojo de la carne. De
modo que, la investigación empírica guiada por el ojo de la carne es siempre un
agregado importante a la psicología transpersonal, pero nunca podrá formar su núcleo,
que es objeto solamente del ojo de la contemplación.
De modo que, son las alas básicas de cualquier tipo de conocimiento lo que lo hace
verdadero, sea cual fuere el ojo de que se valga. Pues, el conocimiento se complica
efectivamente más cuando un ojo intenta equiparar su conocimiento con el de un ojo
superior o inferior. En otras palabras, la exigencia imperativa estipula que cualquiera
que sea el tipo de conocimiento, el ojo apropiado debe ser adiestrado hasta que pueda
ser adecuado a su iluminación. Esto es válido en el arte, en la ciencia, en la filosofía, en
la contemplación. Lo es, de hecho, en todas las formas válidas de conocimiento.
De modo que, si una persona se niega a adiestrar uno u otro de los ojos (de la carne,
mental, contemplativo) equivale a negarse a mirar. Por consiguiente, por ejemplo, no se
puede permitir que alguien que se niega a aprender geometría emita su voto sobre la
verdad del teorema de Pitágoras. O bien, y a alguien que se niega a aprender
contemplación no se le puede permitir que vote sobre la verdad de la naturaleza búdica.
De manera que, para la psicología transpersonal, según Wilber, (1980) se debe evitar
hacer los errores categoriales, es decir, confundir el ojo de la carne con el ojo de la
mente y con el ojo de la contemplación. De ahí que, el psicólogo/investigador
transpersonal no debe presentar las intuiciones trascendentes como si fueran hechos
científicos empíricos, porque esos hechos no pueden ser científicamente verificados, y
por consiguiente el campo en su totalidad no tardará en ganar fama de estar lleno de
enunciados sin sentido. En otras palabras, al cometer estos errores, se corre el riesgo de
que el campo de la psicología trascendental se convierta en pseudociencia y en
pseudofilosofía, de modo que los verdaderos científicos y los verdaderos filósofos lo
destruyen; y con toda razón.
2019 de: https://www.youtube.com/watch?
v=JigzLGQmrDU&list=PL8g74qe73fi42eMKj_qAn6hIzKIYN7kGA&index=7
Cierre de la unidad
Como lo define Wilbert (1980)
La psicología transpersonal apunta, por ende, a la expansión del campo de la
investigación psicológica para incluir dimensiones de la experiencia y del
comportamiento humanos que se asocian con la salud y el bienestar llevados al
extremo. Para conseguirlo se nutre tanto de la ciencia occidental como de la sabiduría
oriental, en un intento de integrar los conocimientos provenientes de ambas tradiciones
en lo que se refiere a la realización de los potenciales humanos
(13-14)
El término transpersonal hace referencia a los informes de personas que practican
diversas disciplinas que afectan específicamente a la conciencia y que hablan de
experiencias de una extensión de la identidad que va más allá de la individualidad y de
la personalidad. De tal modo, no se puede decir que la psicología transpersonal sea
estrictamente un modelo de la personalidad, es, más bien, una indagación sobre la
naturaleza esencial del ser (Wilbert, 1980).
Conclusión
Siguiendo la opinión de Wilber (2001) la labor de la comunidad transpersonal en su
totalidad se concentra, en primera instancia, alrededor de la sanación y trascendencia de
sus propias escisiones internas. La psicología integral, promovida por Wilber y otros,
representa una primera tentativa de movilizar, de la mejor manera posible, los recursos
actualmente disponibles para encauzar este proceso. Sin embargo, las críticas respecto
de las distintas perspectivas transpersonales que Wilber ha introducido en el ambiente
no dejan de poner al descubierto actitudes que efectivamente parecen haber alejado a la
psicología transpersonal del contacto enriquecedor con otras aproximaciones más
convencionales situando al área en un lugar desde el cual sólo con muchas dificultades
puede demostrar que el trabajo que lleva a cabo es valioso y que sus contribuciones
deben ser tomadas en cuenta por parte de todos los profesionales que se desenvuelven
en el campo de la salud mental.
Bibliografía
de lectura obligatoria
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