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EL NIÑO Y EL DELFIN

En una ciudad muy acogedora y llena de lugares bonitos, que era muy conocida
por muchas personas, habían mercados, restaurantes, librerías, juegos y
parques y un bello mar como ninguno. Esta ciudad se llamaba Pisco, entre sus
pobladores había un niño pequeño de ojos vivos y con una curiosidad inigualable
preguntón como ninguno, llamado Qhispikay, es un niño bien portado, orgullo de
sus padres, le gusta el mar porque su papá es un pescador y desde muy pequeño
ha sido como su segundo hogar.
Un día su papá lo lleva a navegar en un barco, Qhispikay quería ver a los peces
que nadaban en el mar y se preguntaba ¿Cómo pueden respiran en el mar? al
acercarse al mal escucha un susurro…
- Nosotros respiramos por nuestras branquias y así vivimos.
- ¡No ¡pueden hablar – Dice Quispikay
- Si- Dicen los peces
- No es cierto- Habla Quispikay
- Si es cierto- Dicen los peces
- Tranquilo niño, no te queremos asustar, somos inofensivos y queremos
que nos ayuden.
- En qué puedo ayudar – Dice Quispikay
- Tenemos un amigo es un Delfín, que fue cazado por los humanos, donde
lo van a vender - Dicen los peces
- ¡No! Debe ser liberado por mí, es injusto que un delfín sea capturado,
podría ser lastimado, maltratado y alejado por su familia- Responde
enojado Quispikay
Mientras tanto su papá empieza a buscarlo porque a simple a vista no lo podía
encontrar.
- ¿Dónde estás Quispikay? Dice su papá preocupado.
Quispikay va corriendo hacia su papá.
- ¡Ups! Casi me ve mi papá hablando con ustedes, yo sé que a mi papá le
gusta pescar es su trabajo – Dice Quispikay
- ¡Qué! No puede ser eso, si nos ve seremos atún. - Dijeron los peces.
- No, tranquilos, no dejaré que los vean o hagan atún- Dice Quispikay
A la mañana siguiente llegando a tierra, Quispikay fue en busca del amigo de los
peces, esperaba un dato para saber exactamente donde está el delfín. Se
preguntaba: ¿Cómo podía ayudar? ¿Dónde estará?
Caminando encontró una publicidad que decía ¡Atención¡¡Atención! Por única
vez se exhibe a un delfín en la plaza de la ciudad.
Quispikay, se emocionó al encontrarlo, se sintió muy feliz y fue en busca del
valioso delfín.
Llegó a la plaza y ahí dentro de unos vidrios lleno de agua lo vio, ¡Qué hermosa
criatura que resplandece con su piel, es una especie divina que nunca he visto!
El delfín lo miró fijamente y vio que la mirada de ese niño era dulce y cautivadora,
- Ayúdame, ayúdame me llamo Yllary – Dijo el delfín
- Vine a sacarte de aquí – Dice Quispikay
Un guardia se acerca a Quispikay, ya que lo ve muy junto al delfín y se extraña
de su comportamiento.
El carro que llevaba al delfín se va de la plaza y llega a un almacén muy cerca al
mar.
Quispikay va corriendo atrás del auto logra ver dónde se estaciona, se esconde
y muy escurridizo entra al almacén, presiona el botón de incendio y aprovecha
en sacar a Yllary .
- Súbete encima de mí, salta rápido, ya llegaremos al mar – Dice Quispikay
Así corrió tan rápido para llegar al mar, vio que lo estaban persiguiendo y él
también tuvo que lanzarse al agua.
El delfín lo protegió para que no se ahogue.
Los vecinos y sus padres salieron a ver lo que sucedía encontraron a un
emocionado Qusipikay trepado del delfín que brillaba a lo lejos, dando
piruetas.
¡Nunca fui tan feliz! - Dijo Quispikay
Gracias por salvarme, eres mi héroe tus ojos no mentían eres un niño bueno,
sé que el Mar y los peces estarán agradecidos de vida por tenerte como
amigo.

Paso el tiempo y Quispikay creció yendo cada día a la ribera del mar muchas
veces acompañando a su padre y si logras ver a lo lejos lo acompaña un
luminoso delfín.

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