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Apunte 7: El estudiante como categoría social.

Las personas pasan por una serie de etapas a lo largo de su vida que les determina como tales, que
les aportan características y aspectos determinantes y diferenciadores de los demás, habiendo de
una persona única e inigualable.

A medida que el desarrollo de la persona aumenta, la edad y el entorno evolucionan al mismo


tiempo, de manera que los cambios producidos en la sociedad intervienen e influyen en el
desarrollo de la persona. De igual forma, los cambios que se producen en la persona en desarrollo
intervienen e influyen en igual medida en la evolución de la sociedad.

Por tanto, se puede decir que el desarrollo de la persona y la evolución de la sociedad mantienen
una relación bidireccional. Además, la consideración de infancia, adolescencia y adultez no
siempre han tenido las mismas características que en la actualidad.

El primer intento de conceptualización de infancia tal y como se conoce ahora surgió con la
expansión del capitalismo. En la formación de los Estados Modernos surge la necesidad de
regularizar la situación de los/as menores de edad, destacando la importancia de los buenos
modales y la moldeabilidad de los/as menores en relación al desempeño de los mismos en un
futuro puesto laboral.

Locke señala la importancia de la razón en la educación de los/as niños/as, afirmando que


mediante el empleo de una lógica adulta podrían entender cómo funciona la sociedad en todos sus
aspectos, y con ello, formarlos dentro del sistema, para que así consiga el avance de la sociedad y
la mejoría de las circunstancias.

Sin embargo, Rousseau rebate la teoría de Locke, y apuesta por separar al menor del
razonamiento. Según la teoría de Rousseau, el razonamiento es el principal elemento o facultad
que pervierte al adulto, y por tanto, separar al/la menor del razonamiento es la clave para permitir
el avance de la sociedad hacia un mundo mejor. Resalta la importancia de “Privar al/la menor de su
propia libertad” en aras de un futuro más centrado y realista.

De esta manera, se pueden diferenciar dos etapas fundamentales en la persona: niñez y adultez.
Rousseau aboga por una etapa intermedia de mayor cambio que prevalece ante las necesidades
del menor, lo que se ha considerado históricamente hablando como el segundo nacimiento de la
persona o etapa de adolescencia.

A partir de reconoces la potencialidad del menor a partir de determinada edad (sobre los 9 – 12
años), Marx afirma que se puede combinar la educación con el trabajo, de manera que el/la menor
comience a aportar productividad desde que adquiere la capacidad de razonamiento.
Teniendo en consideración la época, la Revolución Industrial aporta gran cantidad de puestos
laborales que deben ser cubiertos en aras de una gran productividad. Por tanto, la educación de
los/as menores pertenecientes a la clase obrera comenzaría su inicio en el mundo laboral, mientras
que los/as pertenecientes a clases dominantes recibirán el privilegio de una educación intelectual.

Por tanto, el trabajo aportaría a los/as menores de clase obrera liberación de conocimiento útil
para la producción, mientras que la clase dominante aportaría la formación intelectual que
organizase el trabajo productivo.

Sin embargo, su teoría no tuvo mucha aceptación, puesto que los teóricos de la época trataban la
teoría marxista de explotadora y clasista. No obstante, la idea principal de la reducción de la edad
infantil permitió considerar al/la menor como una nueva etapa de diferenciación entre niñez y
adultez dando paso a la conocida adolescencia, considerada una etapa de transición entre la
infancia y el mundo adulto.

El capitalismo reconoce las cualidades del/la menor a partir de determinada edad (11-12 años) y
se plantea la posibilidad de la formación especializada para su posterior inclusión en el mundo
laboral. Es decir, a partir de la edad en la que se considera al/la menor como ser racional, se puede
comenzar a implantar un programa de enseñanza especializada que posteriormente le permitirá
desarrollar su trabajo en la sociedad de forma precisa y productiva.

Hasta entonces, parte de la población infantil y juvenil estaba contratada en las fábricas, mientras
que otra parte no tenía oficio ni tareas en las que ocupar el tiempo, considerándose como
población desempleada.

A partir del s. XX se comienza a considerar como obligatoria la educación, con los que se obtienen
numerosos beneficios, entre los cuales destaca la ocupación de/la menor desempleado/a, la
liberación de las familias de cargas y especialización para un posterior desempeño laboral.

Por tanto, la adolescencia va tomando protagonismo en la sociedad, adquiriendo posición, estilos y


música propios, que la diferencia de la etapa adulta en la mayoría de los aspectos sociales.
Musgrove afirma que el/la adolescente, por esta identificación como un nuevo grupo social,
comienza a adquirir un modo de vida en el que no intervienen las responsabilidades ni el estatus
dentro de la sociedad pero que depende de la clase adulta para sobrevivir.

La teoría de Cohen se basa en que el sistema educativo establecido para infancia y adolescencia
solo cubre las necesidades de la clase dominante y no atiende a la clase obrera. Por tanto, el
sistema educativo se muestra falto de interés para el alumnado de clase obrera, que tiende a
interesarse más por actividades de ocio donde se encuentran cómodos y realizados.

A partir de ahí, se habla del surgimiento de bandas y delincuentes callejeros que buscan un modo
de sobrevivir en sociedad apartados de costumbres y hábitos adultos, que no admiten
responsabilidades ni autoridad adulta y solo aceptan una diversión inmediata.
Por tanto, el/la menos adolescente se encuentra en un triángulo social en el que no sabe
orientarse:

✓ En uno de los ángulos, se encuentra la cultura de la clase obrera, con sus principios
trabajadores y productos.
✓ En otro de los ángulos, se encuentra la cultura de la educación, que no se ajusta a las
necesidades que tienen jóvenes ni a la clase social a la que pertenecen.
✓ El último ángulo implica la cultura juvenil, donde la música, la ropa y las actividades de
ocio resultan atractivas y productivas al ser el ambiente donde se encuentra con iguales
que se encuentran en la misma situación.

En este sentido, Hall conceptualiza la adolescencia como el momento en que la razón aporta el
acceso al idealismo y se les permite tomar decisiones en unas áreas pero no en otras.

Esta falta de libertad provoca la rebelión contra la autoridad, y de ahí la inestabilidad de este grupo
de edad. Solo a partir de una nueva etapa de desarrollo permite al/la alumno/a realizar una
transición a la vida adulta más calmada y con mayores soluciones a sus necesidades.

A partir de los 18 – 20 años, con la consideración de la mayoría de edad, se atribuyen a la persona


ciertos derechos y deberes que puede desempeñar de forma autónoma y con libertad de decisión.

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