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¿Qué piensas que predomina más en tu vida, los buenos hábitos o los malos?

Todos
tenemos un poco de ambos, aunque muchas veces no somos demasiado conscientes de
ello. 

Los hábitos que desarrollamos tienen una influencia enorme en nuestra vida, porque nos
predisponen a realizar acciones sin casi esfuerzo. Por ejemplo: lavarse los dientes no es
una actividad particularmente interesante, pero si te has acostumbrado a lavártelos
después de cada comida, seguramente se habrá convertido en algo instintivo para ti; de
hecho, lo echarás de menos si en alguna ocasión no puedes lavártelos. 
El profeta Daniel, por ejemplo, tenía el hábito de apartar 3 veces al día un tiempo
especial dedicado a orar (Daniel 6:10). Esto, sin duda, fue una de las claves en su vida
para mantener una relación cercana con el Señor. 
¿Puedes imaginarte cómo crecería tu vida espiritual si desarrollases algunos hábitos, tales
como orar más a menudo, leer la Biblia de manera constante, o ser más agradecido? De eso
quiero hablar contigo a lo largo de esta semana.
Y para ello, quiero empezar analizando un primer hábito: el de ser totalmente sincero/a
contigo mismo/a. No hay nada peor que cuando tratamos de engañarnos a nosotros
mismos, ocultando lo que en el fondo sabemos que es verdad. Esto nos impide ser sanados
y prosperar.
La Biblia dice: “examinaos a vosotros mismos para ver si estáis en la fe; probaos a vosotros
mismos” (2 Corintios 13:5, RVR95). 
A lo largo de mi vida, una de las grandes constantes ha sido y es precisamente el estar
siempre atento a lo que hay en mi corazón, y exponer todos mis sentimientos, pensamientos
y fallos a Dios de una manera totalmente honesta. Esa sinceridad me ha hecho crecer en mi
relación con Él, y experimentar Su guía en innumerables ocasiones. 
Querido/a amigo/a, haz de esta relación sincera con Dios un hábito en tu día a día. Que
siempre que te acerques a Él en oración, tus palabras sean reales. No tengas miedo de
exponerle tus puntos débiles: Él desea fortalecerlos con Su amor. 
Disfruta de este día en Su Presencia
¡Eres un Milagro!
Christian Misch
¿Qué es lo primero que haces cuando abres los ojos por la mañana, después de una
noche de descanso? 

Para muchas personas, su primer reflejo es consultar el email en el teléfono, o


hacer scrolling en las redes sociales. Si eres una de esas personas, tengo que pedirte
un favor: ¡no lo hagas! =) Los primeros minutos después de despertarnos son
momentos clave para enfocar y marcar la dinámica de nuestro día. ¿De verdad
quieres llenarlo de distracciones y preocupaciones?
Yo he cometido ese error demasiadas veces en el pasado, y es por eso que al final
decidí cambiar ese hábito por otro que me ha dado infinitamente mejores resultados:
el de centrarme en Dios desde primera hora de la mañana. 
Eso es lo que hacía Jesús. La Biblia dice que, “levantándose muy de mañana, siendo
aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba” (Marcos 1:35). Jesús
estaba acostumbrado a levantarse muy temprano para pasar tiempo con el Padre. 
En mi caso, lo primero que hago al despertarme es levantarme e ir en silencio al salón.
Ahí empiezo a leer la Biblia, a anotar cosas en mi cuaderno de oración, y a orar. Le
abro mi corazón a Dios y estoy atento para escuchar Su voz, mientras paseo por el
salón y le doy gracias con la música de alabanza que pongo siempre de fondo. 
Suelo dedicar una hora y media de media a este tiempo con Dios, lo cual me fuerza a
levantarme bastante temprano. Pero, ¡merece tanto la pena! Este hábito ha
transformado mi vida, y se ha convertido en mi momento favorito del día.
Querido/a amigo/a, te animo a que empieces cada día junto a Dios. Levántate
unos minutos antes, y aprovecha para derramar tu corazón ante Él.  
Te dejo con un último consejo: apaga las notificaciones del teléfono. No solo
quitarás la tentación de verlas en la mañana, sino que podrás enfocarte mejor en las
cosas que tienes que hacer durante el día, sin tantas distracciones. 
¡Eres un Milagro!

Christian Misch
Si tuvieras que definir el nivel de estrés que sueles experimentar en tu día a día, de 0
al 10, ¿qué puntuación le darías?
Recuerdo una publicidad que había cuando era pequeño sobre una marca de
chocolatinas. Los actores en el anuncio decidían “hacer un Kitkat”, lo cual significaba
que aprovechaban para hacer un parón para descansar, abriendo un paréntesis en
medio de su estresante realidad para disfrutar de una sabrosa chocolatina. 
A veces la realidad que nos rodea es estresante, pero en cualquier momento podemos
hacer una  pausa para enfocarnos de nuevo en Dios y en Sus promesas. A mí me ha
pasado mil veces: estar en una situación complicada o estresante, y, en medio del
fuego de la prueba, parar y empezar a dar gracias a Dios porque Él estaba conmigo. 
Siempre que tomo la decisión de hacer un paréntesis, todo cambia: en lugar de
seguir estresado, en tensión, enfadado…, el hecho de centrarme de nuevo en Dios me
ayuda a recuperar la perspectiva, la calma, el gozo, la visión…, y, sobre todo, a
disfrutar de Su Presencia.
Es en esta nueva dimensión de fe en la que podemos confirmar lo que dice la
Biblia: “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien…” (Romanos 8:28).
Sí, el enemigo quiere estorbarte a lo largo del camino, pero cuando vives en ese amor
constante de Dios, ¡el Señor te ayuda a transformar esos ataques en oportunidades
para crecer y para ser bendecido/a!
Querido/a amigo/a, ¡no dudes en parar y en volver a enfocarte en Dios cuando lo
necesites! Vamos demasiadas veces por la vida con el piloto automático encendido, y
eso no nos hace ningún bien. Te animo a que desarrolles el hábito de parar cuando
notes que no te encuentras bien, y de empezar a disfrutar de nuevo de la Presencia
de Dios. ¡Eso te hará tanto bien! “Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará
tus veredas” (Proverbios 3:6).

¡Eres un Milagro!
Christian Misch
Las personas agradecidas son las que más suelen disfrutar de la vida, ¿no crees?
Hace unos años se llevó a cabo un experimento entre estudiantes universitarios con altos
niveles de estrés. A algunos de ellos se les pidió que cada día escribiesen en un diario las
cosas negativas que les había ocurrido, a otros que escribiesen en él cualquier cosa que
quisiesen, y a otros que escribiesen solo las cosas que habían despertado en ellos un
sentimiento de gratitud. 
¿Te imaginas cuál fue el resultado? Aquellos que habían seguido el diario de gratitud
redujeron considerablemente sus niveles de estrés y ansiedad.
La gratitud nos hace más felices porque nos hace más conscientes de los regalos que
Dios nos ha dado. Es más: la gratitud nos permite revivir varias veces la felicidad
que experimentamos en un principio con cada cosa. 
Estas últimas semanas, de hecho, he sido muy intencional a la hora de dedicar un tiempo
cada día para dar gracias a Dios por cosas específicas: por la casa en la que estamos,
por mi esposa y mi hija, por los viajes que hemos podido hacer… ¡hasta por cosas tan
pequeñas como la lámpara de Ikea que pude comprar el otro día para mi habitación! =)
La Biblia dice: “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con
vosotros en Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses 5:18) 
¡Sí, querido/a amigo/a, la perfecta voluntad de Dios para ti y para mí es que seamos
agradecidos EN TODO! La gratitud tiene un efecto multiplicador: cuanto más das las
gracias a Dios y a las personas, más disfrutas de cada momento de la vida, y más crece
el gozo, la paz y la bendición de Dios en tu vida. 
Te invito a que dediques cada día 2 minutos para pensar en las cosas buenas que han
ocurrido en tu vida el día anterior, y también en las del pasado. Este sencillo hábito
impulsará tremendamente tu vida espiritual.
Las personas agradecidas son las que más suelen disfrutar de la vida, ¿no crees?
Hace unos años se llevó a cabo un experimento entre estudiantes universitarios con altos
niveles de estrés. A algunos de ellos se les pidió que cada día escribiesen en un diario las
cosas negativas que les había ocurrido, a otros que escribiesen en él cualquier cosa que
quisiesen, y a otros que escribiesen solo las cosas que habían despertado en ellos un
sentimiento de gratitud. 
¿Te has encontrado a veces con personas que parece que no te escuchan cuando
hablas? 

Yo sí, en varias ocasiones. La conversación para ellas, al final, se convierte en una


excusa para expresar lo que piensan: a penas empiezas a hablar, ya están pensando
en lo que van a contestar, sin prestar realmente atención a lo que estás diciendo. ¡Qué
mal sienta eso! ¿Verdad?
Por el contrario, ¡sienta tan bien mantener una conversación con personas que te
escuchan con atención! Como seres humanos necesitamos sentirnos escuchados,
pero a menudo ponemos más nuestra atención en hablar que en escuchar. 
De hecho, no sé tú, pero yo he sentido varias veces a lo largo de mi vida que, como
cristiano, tenía que ser capaz de dar una respuesta a cualquier pregunta que me
hiciesen acerca de la fe. Es cierto que en nuestro corazón tenemos que prepararnos
para hablar a las personas que nos rodean acerca de Dios (1 Pedro 3:15), pero habrá
a veces preguntas para que las que no tengamos una respuesta clara. ¡Y no pasa
nada! 
He aprendido a lo largo de los años que, en esos casos, lo mejor que puedo hacer es
ser sincero y expresar con humildad que no sé la respuesta, que aún estoy creciendo
en mi caminar con Dios. ¡Esa humildad crea una conexión muy especial!
La Biblia dice: “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír,
tardo para hablar, tardo para airarse” (Santiago 1:19).
Querido/a amigo/a, las personas que te rodean no necesitan que tengas una
respuesta para todo: necesitan que las escuches con atención, y que seas
auténtico, genuino en tus respuestas. El hábito de escuchar atentamente a las
personas y de hablar con humildad, te ayudará a crecer en sabiduría, y hará que seas
de gran bendición para los que te rodean. 
Hoy abre tus oídos, y deja que el Señor hable a través de ti
¡Eres un Milagro!
Christian Misch

¿Te has encontrado a veces con personas que parece que no te escuchan cuando
hablas? 

Yo sí, en varias ocasiones. La conversación para ellas, al final, se convierte en una


excusa para expresar lo que piensan: a penas empiezas a hablar, ya están pensando en
lo que van a contestar, sin prestar realmente atención a lo que estás diciendo. ¡Qué mal
sienta eso! ¿Verdad?

Por el contrario, ¡sienta tan bien mantener una conversación con personas que te
escuchan con atención! Todos, como seres humanos, necesitamos sentirnos
escuchados, pero a menudo ponemos más nuestra atención en hablar que en escuchar. 

De hecho, no sé tú, pero yo he sentido varias veces a lo largo de mi vida que, como
cristiano, tenía que ser capaz de dar una respuesta a cualquier pregunta que me hiciesen
acerca de la fe. Es cierto que en nuestro corazón tenemos que prepararnos para hablar a
las personas que nos rodean acerca de Dios,
(1 Pedro 3:15) RVR1960
sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para
presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de
la esperanza que hay en vosotros;

1 Pedro 3:15 DDHH Dios Habla Hoy


sino honren a Cristo como Señor en sus corazones. Estén siempre preparados a
responder a todo el que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen,

1 Pedro 3:15 Traducción en lenguaje actual


 
Honren a Cristo como Señor, y estén siempre dispuestos a explicarle a la gente por
qué ustedes confían en Cristo y en sus promesas.

, pero habrá a veces preguntas para que las que no tengamos una respuesta clara. ¡Y no
pasa nada! 

He aprendido a lo largo de los años que, en esos casos, lo mejor que puedo hacer es ser
sincero y expresar con humildad que no sé la respuesta, que aún estoy creciendo en mi
caminar con Dios. ¡Esa humildad crea una conexión muy especial!

La Biblia dice: “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo
para hablar, tardo para airarse” (Santiago 1:19) RVR1960

Oscar A. Fermín O., las personas que te rodean no necesitan que tengas una
respuesta para todo: necesitan que las escuches con atención, y que seas auténtico,
genuino en tus respuestas. El hábito de escuchar atentamente a las personas y de hablar
con humildad, te ayudará a crecer en sabiduría, y hará que seas de gran bendición para
los que te rodean. 

Hoy abre tus oídos, y deja que el Señor hable a través de ti

¡Eres un Milagro!
Romanos 10:17 RVR1960
17 
Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.

Romanos 10:17 DHH94PC
17Así pues, la fe nace al oír el mensaje, y el mensaje viene de la palabra de Cristo.
¿Habías pensado alguna vez que la mayoría de milagros que aparecen en la Biblia
suelen manifestarse a través de la acción?

Uno de los ejemplos más conocidos es el del cojo del Templo de Jerusalén, al que
Pedro sanó. Este pobre hombre se sentaba cada día a mendigar en una de las
puertas del Templo, y al rogarle a Pedro y a Juan por una limosna, “Pedro dijo: No
tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret,
levántate y anda” (Hechos 3:6).
La Biblia dice que cuando se levantó con la ayuda de Pedro es cuando sus pies se
afirmaron, y cuando el milagro ocurrió, al punto de que fue capaz de andar e incluso
saltar.
La clave está en la acción: “Levántate y anda”. De hecho, Jesús es el primero que
empleó esta expresión:

 Cuando sanó al paralítico, dijo: “A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu


casa” (Lucas 5:24)
 Cuando resucitó a la hija de Jairo, dijo: “Niña, a ti te digo, levántate” (Marcos
5:41)
 Cuando sanó al hombre con la mano seca, dijo: “Levántate, y ponte en medio
[…] Extiende tu mano” (Lucas 6:8,10)

Es muy interesante que, en todos estos milagros, el primer paso era siempre
levantarse. Sí, nuestra fe se activa por el movimiento. Podemos creer algo con
nuestra mente, pero es solo cuando damos pasos de fe que podemos experimentar la
obra y los milagros de Dios en nuestra vida. 
Querido/a amigo/a, ¡levántate y anda! Deja a un lado todas las dudas que te quieren
hacer tropezar, así como todas las cargas que te oprimen, y sencillamente da un paso
de fe. Dios tiene promesas increíbles para tu vida, y si empiezas a caminar en ellas,
¡verás Sus milagros en acción!
¡Dios te ama tanto!
¡Eres un Milagro!

Christian Misch
Recuerdo que, siendo muy joven, me ofrecieron la responsabilidad de dirigir un grupo
de oración en la iglesia. En aquellos tiempos tenía muchos problemas, y aún me
faltaba mucho por madurar en la fe. 

Sí, es verdad que mi situación no era la más idónea, pero quería ser de bendición para
esas personas que formaban parte del grupo de oración. Me di cuenta sobre la
marcha de que, si quería realmente bendecirles, tenía que cambiar mi actitud. Es
entonces cuando me propuse hacer algo: cada día, antes de llegar a la reunión, iba a
dejar a un lado mis problemas, e iba a centrarme exclusivamente en ser de bendición
para cada una de las personas que iban a asistir. Iba a animarles, a compartir lo que
sabía de la Palabra de Dios, y a orar por ellos. 
Sin darme cuenta, acababa de tomar una decisión crucial: la de levantarme y brillar
con la luz de Dios. Eso es, de hecho, a lo que nos anima este pasaje: “Levántate,
resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti” (Isaías
60:1). ¡Wow, qué pasaje más precioso! ¿Qué te viene a la mente cuando lo lees?
Es cierto que no podemos dar lo que no tenemos, pero la buena noticia es que
tienes en ti más de lo que imaginas. Dios vive en ti, y tus expresiones de amor, tus
experiencias, los versículos de la Biblia que conoces, tu testimonio, tus palabras
cariñosas… pueden crear una diferencia enorme en la vida de las personas que te
rodean.
Mi querido/a amigo/a, Dios te llama a ser una luz en este mundo, y para eso
tienes que levantarte y brillar con Su luz, con Su gloria. Deja a un lado tus complejos,
miedos e inseguridades, y empieza a bendecir con lo que tengas a todos los que se
crucen por tu camino. ¡Serás extremadamente feliz cuando lo hagas, y eso te ayudará
a crecer enormemente en tu relación con Dios!
Levántate, y deja que Dios resplandezca en ti y a través de ti
¡Eres un Milagro!
Christian Misch

Seguro que si te hablo de Moisés, una de las primeras cosas que viene a tu mente es
la separación de las aguas del Mar Rojo, ¿verdad?
Moisés es uno de los llamados “héroes de la fe”, y jugó un papel clave en la historia
del pueblo de Israel, hasta convertirse en uno de los mayores profetas que ha habido. 
Sería fácil pensar que Moisés debió ser alguien casi perfecto para poder ser usado por
Dios de una manera tan poderosa, pero nada más lejos de la realidad: empezó
cometiendo un error garrafal, se escondió por 40 años en el desierto, no tenía facilidad
de palabra… Definitivamente, no parecía tener el perfil para convertirse en el libertador
del pueblo de Israel; pero Dios conocía Su corazón, y no le preocupaban tanto los
errores que había cometido en el pasado. 
Querido/a amigo/a, para ser usado por Dios no necesitas ser perfecto/a, solo
necesitas tener un corazón abierto. Dios te conoce en lo más profundo, y Él sabe
cómo trabajar en tu vida para convertirla en un vaso de Su Gloria.
La Biblia dice, de hecho, que Dios “es poderoso para hacer todas las cosas mucho
más abundantemente de lo que pedimos o entendemos” (Efesios 3:20). Moisés es un
gran ejemplo de ello: Dios le llevó a hacer cosas que jamás hubiese podido ni siquiera
imaginar, y que impactaron el mundo entero hasta el día de hoy. 
Es por ello que durante estos días vamos a profundizar en algunos detalles de su vida
que son tremendamente inspiradores, y que creo que te ayudarán a impulsar tu propia
vida espiritual. ¿Estás listo/a?
“Señor, quiero ser usado por Ti para impactar la historia, y para bendecir a cada
persona que se cruce en mi camino. Obra en mi vida, y cambia todo lo que sea
necesario corregir, Señor, porque quiero realmente servirte y darte toda la gloria.
¡Gracias por todo! En el Nombre de Jesús. ¡Amén!”
Dios tiene cosas preciosas preparadas para ti. 
¡Eres un Milagro!
Christian Misch

Un buen amigo mío siempre usa este proverbio de la Biblia cuando tenemos que
discutir acerca de un tema: “Como el hierro se afila con hierro, así un amigo se afila
con su amigo” (Proverbios 27:17, NTV). ¿Lo conoces?

¡Es verdad! A veces entre amigos perdemos la paciencia y saltan chispas al expresar
diferentes opiniones o puntos de vista. Hablar al respecto y tratar de comprender el
punto de vista del otro es lo que al final “nos afila”, nos permite ver las cosas de una
manera más clara. 
Sí, es verdad, incluso nuestras mejores relaciones con otras personas pueden ser en
ocasiones complicadas. Si hay un área de nuestra vida en la que necesitemos
especialmente paciencia, esa es precisamente en la de las relaciones. De hecho, la
Biblia nos anima a “soportarnos con paciencia los unos a los otros en amor” (Efesios
4:2). ¡Me encanta el verbo que emplea: “soportar”! Es verdad, a veces nos toca
soportar con paciencia cosas que no nos gustan de los demás, pero, ¿alguna vez
habías pensado que “soportar” implica también apoyar? Cuando tienes paciencia con
los demás y les das lo mejor de ti, les estás apoyando, les estás valorando, y les estás
bendiciendo. 
Querido/a amigo/a, ¡la paciencia te hace bien a ti, y le hace bien a los
demás! Que el amor de Dios te impulse a reflejar y a vivir en esa bendita “ciencia de
la paz” que es la paciencia.
“Señor, ayúdame a siempre ser de bendición a las personas que están a mi alrededor
y a darte gloria en todas las circunstancias. En el Nombre de Jesús. ¡Amén!”
Que la paz del Señor te inunde, 
¡Eres un Milagro!
Christian Misch

¿Jugarías un partido de football americano sin protección? No sé tú, pero yo seguro que no,
sobre todo al ver a los jugadores del equipo contrario =)

En la “buena batalla de la fe”, tenemos una equipación especial para protegernos frente a los
envistes del enemigo: la armadura de Dios. Ya hemos hablado de ella en el pasado, incluso
le dedicamos una serie, pero hoy me gustaría enfatizar el papel que esta armadura juega en
nuestra buena batalla. 
La Biblia dice: “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las
asechanzas del diablo” (Efesios 6:11). El enemigo, en su intento por neutralizarnos, intenta
arrojar todo tipo de ataques contra nosotros:

 Nos ataca con mentiras. Por eso necesitamos el cinturón de la verdad, que nos
mantiene firmes.
 Intenta hacernos sentir que no somos dignos. Por eso necesitamos la coraza de
justicia, para saber que hemos sido justificados.
 Trata de paralizarnos. Por eso necesitamos el calzado del evangelio, que nos lleva a
caminar cada día en las Buenas Nuevas del Señor, y a compartirlas con los demás.
 Nos pone malos pensamientos. Por eso necesitamos el casco de la esperanza de la
salvación, para centrar nuestros pensamientos en lo que realmente importa. 
 Trata de ponernos dudas. Por eso necesitamos agarrar con fuerza el escudo de la fe,
y parar con él todas las flechas que nos lanza.
 Procura engañarnos. Por eso necesitamos usar la espada de la Palabra, para repeler
sus ataques y mentiras con la Palabra de Dios. 

Mi querido/a amigo/a, toma hoy toda la armadura que Dios te da, y ¡pelea con ella la
“buena batalla de la fe”! Tienes esta promesa en las Escrituras: “Ninguna arma forjada
contra ti prosperará…” (Isaías 54:17). ¡Amén!
Eres un/a hijo/a precioso/a de Dios. 
¡Eres un Milagro!
Christian Misch

¡ASÍ PELEO MIS BATALLAS!

¿Te sientes rodeado de problemas?


Una de las historias que más me tocan en la Biblia es la de Eliseo, cuando estaba
rodeado por los ejércitos sirios. El rey de Siria pensaba que había un espía entre sus
hombres, porque siempre que planeaba un ataque contra Israel, los israelitas estaban
preparados, como si conociesen el plan de antemano. Al descubrir que era el profeta
Eliseo el que recibía revelación de Dios sobre dichos ataques, el rey sirio mandó un
gran ejército para capturarle.
Los ejércitos habían rodeado a Eliseo. Desde un punto de vista humano no había
escapatoria; de hecho, el criado de Eliseo estaba desesperado. Sin embargo, Eliseo
estaba tranquilo. Dice la Biblia que él oró por su criado, “y dijo: Te ruego, oh Jehová,
que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y
he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego
alrededor de Eliseo” (2 Reyes 6:17).
Querido/a amigo/a, hoy quiero animarte a poner los ojos, no en tus problemas,
sino en el Cielo. Puedes sentirte quizá rodeado por las tinieblas, por problemas de
todo tipo, por amenazas, por inseguridades… pero la verdad es que Dios es el que
está contigo, y con Él estás en mayoría. 
Recuerda: estás peleando la “buena batalla de la fe”, y la clave de tu victoria se
encuentra precisamente en tu fe. Por ello, levanta hoy tus manos al Cielo y dale
gloria a Dios en medio de tus problemas, porque Él es mayor que todos ellos, y tu
victoria se encuentra en Él. Que puedas proclamar con el salmista “Aunque un ejército
acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo
estaré confiado” (Salmo 27:3).
Levántate y resplandece.
¡Eres un Milagro!
Christian Misch

LA PROSPERIDAD LLAMA A TU PUERTA…

“¡Feliz Navidad, y Próspero Año Nuevo!” es lo que siempre nos solemos decir cuando
hay un nuevo año que se acerca.
En lo más profundo de nuestro ser hay un anhelo de prosperar, de progresar, de
avanzar… ¿No es cierto? Deseamos mejorar económicamente, ser mejores padres,
aprender quizá nuevos idiomas, bajar unos cuantos kilitos (sobre todo después de
Navidad… =)  y, por supuesto, potenciar nuestra relación con Dios. 
Puedo ver esto incluso en mi pequeña Eva Grace. Con sus 6 mesecitos, cada día nos
sorprende con cosas nuevas: nuevos sonidos, nuevos movimientos, nuevas
expresiones… ¡Se frustra cuando no consigue hacer algo! Tiene en su ADN ese deseo
de crecer y de desarrollarse.
Querido/a amigo/a, Dios desea tu prosperidad. Él no quiere que te quedes
bloqueado en el camino, aplastado por los problemas de la vida, sin salida. ¡No! Él
quiere darte nuevos comienzos, abrirte caminos, verte levantar el vuelo y que puedas
alcanzar todas las metas que Él pone en tu corazón, en cada área de tu vida. ¿Acaso
no es precioso? 
Él es tu Padre, y se alegra en tu bien. Así lo expresa el apóstol Juan: “Amado, yo
deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como
prospera tu alma” (3 Juan 2). Sí, eres un/a Amado/a de Dios, y Él desea que seas
prosperado/a:

 En todas las cosas que hagas


 En tu salud
 En tu vida espiritual

Tu vida espiritual es el motor de todo: si prosperas en tu relación con Dios, verás cómo
todo se pone en orden en tu vida, y la prosperidad en el resto de áreas se empezará a
manifestar de manera progresiva. 
Querido/a amigo/a, Dios quiere prosperar tu espíritu, y con él tu vida entera. Esta
es la primera de 7 claves que voy a compartir esta semana contigo acerca de la
auténtica prosperidad que Dios ha preparado para ti. Que buscar a Dios se convierta
en tu máxima prioridad, y que a través de ello puedas experimentar Sus bendiciones
en todo lo que hagas. ¿Estás listo/a?
“Señor, gracias porque deseas mi bien, y porque tengo la libertad de presentarme
delante de Ti en cada momento, porque puedo tener comunión contigo a cada
instante. Ayúdame a prosperar espiritualmente y en todas las áreas de mi vida. Que
mi corazón arda en Tu Fuego Santo. En el Nombre de Jesús. ¡Amén!” 
Ponte en acción: 

 ¿Cuáles son las áreas en las que más te gustaría prosperar espiritualmente en
los próximos meses? Dedica 2 minutos a pensar en ello, mientras haces una
lista
 ¿Piensas que tu vida espiritual (tu comunión con Dios) es el motor para que
seas prosperado en el resto de áreas de tu vida? ¿Por qué?
 ¿Qué acciones concretas podrías realizar a partir de hoy mismo para prosperar
más a nivel espiritual? Dedica unos minutos a pedirle sabiduría al Señor,
mientras dejas que Él te muestre cosas concretas que podrías empezar a
hacer. 

¡Eres un Milagro!
Christian Misch
TIENES COSAS QUE CELEBRAR…
¿Cuándo fue la última vez que alguien consiguió ponerte de los nervios? No sé si te
habrá pasado a ti, pero a veces me he encontrado con personas que me han parecido
sencillamente inaguantables. 
A la hora de proseguir adelante hacia la meta, hay muchos obstáculos que se nos
presentan en el camino. Unos de los más comunes y de los más importantes, tiene
que ver con nuestra forma de relacionarnos con los demás. Nuestra naturaleza
humana caída tiende a juzgar, a menospreciar, a etiquetar, a discutir, a enfadarse…
pero el Espíritu de Dios en nosotros nos lleva a ver a todas las personas desde una
perspectiva diferente. 
Sí, esa persona que te pone de los nervios es preciosa para Dios. Es verdad que
puede tener defectos, incluso quizá problemas graves, pero lo que es cierto es que
necesita ayuda para salir de ahí, y Dios quiere ofrecérsela a través de ti. ¡Sí, de ti! =)  
Piensa en esto por un momento: ¿Por qué no celebrar las cosas buenas que tiene esa
persona, en lugar de fijarte solo en las malas? ¿Por qué no dar gracias a Dios por la
oportunidad de tenerla en tu vida, en lugar de menospreciarla?
La Biblia nos dice: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al
Señor” (Hebreos 12:14). Todo lo que viene de Dios es santo, puro y rebosa de paz.
Cuando trasladamos estos principios a nuestras relaciones, podremos ver cada
interacción con los demás como una oportunidad para disfrutar de paz, de bendición, y
de incluso poder ver la obra del Señor en la vida de la otra persona a través de
nosotros. ¡Esto cambia las reglas del juego!
Querido/a amigo/a, aparta de ti las malas actitudes, y ¡deja que la paz inunde
cada una de tus relaciones! Eso te evitará caer en las zanjas del camino, y te
ayudará a seguir avanzando hacia la meta raudo y veloz, dejando bendición a tu paso.
¡Sé que puedes hacerlo!
¡Eres un Milagro!
Christian Misch

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¿Te consideras una persona diligente? 
La Biblia dice que “los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la
abundancia” (Proverbios 21:5). Sí, las personas diligentes tienen una forma de pensar y
de trabajar que les permite prosperar tanto económica como espiritualmente (Proverbios
10:4, Proverbios 13:4).
La pregunta que seguramente te estarás haciendo ahora es: ¿cómo puedo conseguir ser
más diligente en mi día a día? La respuesta se encuentra en los hábitos. 
Vamos a poner un ejemplo: imagínate que tienes el propósito de empezar a leer la Biblia
diariamente, pero tras varios días leyendo de forma irregular (unos días 5 minutos, otros
30, otros nada) finalmente te desanimas, y abandonas con el sentimiento de que no eres
suficientemente disciplinado/a. ¿Cuál es la solución? Conviértelo en un hábito.
Escoge un momento del día que te vaya bien, y especifica qué vas a hacer y cómo. Por
ejemplo: “Cada día antes del desayuno voy a invertir unos 10 minutos a leer un pasaje de
la Biblia, hasta donde llegue, subrayando los versículos que más me llamen la atención, y
reflexionando en ellos”. Sencillo, ¿verdad? 
Ahora solo necesitas acostumbrarte a tener esos 10 minutos antes del desayuno. Al
principio será un poco nuevo, pero al cabo de unos días te habrás acostumbrado a ese
ritmo de lectura, y al cabo de unas semanas, si un día no puedes tener tu tiempo con la
Biblia, ¡lo echarás en falta!
La mejor parte es que esos 10 minutos al día, al cabo de un año, suponen más de 60
horas de lectura de la Biblia sin darte casi cuenta. ¡No está mal! ;) 
Este principio es válido para cualquier área de la vida: de hecho, yo ahora acabo de
desarrollar el hábito de correr durante 10 o 15 minutos al día, ¡y es maravilloso para mi
salud!

Querido/a amigo/a, crea hábitos que te ayuden a ser diligente. Piensa hoy en qué
áreas te gustaría crecer más, y crea un hábito que te ayude a trabajar en ese área. Con el
tiempo, verás un crecimiento exponencial en tu vida.
¡Eres un Milagro!

Cuestión de hábitos
07/09/2021 | 1 Comment
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¿Te consideras una persona diligente? 


La Biblia dice que “los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la
abundancia” (Proverbios 21:5). Sí, las personas diligentes tienen una forma de pensar y
de trabajar que les permite prosperar tanto económica como espiritualmente (Proverbios
10:4, Proverbios 13:4).
La pregunta que seguramente te estarás haciendo ahora es: ¿cómo puedo conseguir ser
más diligente en mi día a día? La respuesta se encuentra en los hábitos. 
Vamos a poner un ejemplo: imagínate que tienes el propósito de empezar a leer la Biblia
diariamente, pero tras varios días leyendo de forma irregular (unos días 5 minutos, otros
30, otros nada) finalmente te desanimas, y abandonas con el sentimiento de que no eres
suficientemente disciplinado/a. ¿Cuál es la solución? Conviértelo en un hábito.
Escoge un momento del día que te vaya bien, y especifica qué vas a hacer y cómo. Por
ejemplo: “Cada día antes del desayuno voy a invertir unos 10 minutos a leer un pasaje de
la Biblia, hasta donde llegue, subrayando los versículos que más me llamen la atención, y
reflexionando en ellos”. Sencillo, ¿verdad? 
Ahora solo necesitas acostumbrarte a tener esos 10 minutos antes del desayuno. Al
principio será un poco nuevo, pero al cabo de unos días te habrás acostumbrado a ese
ritmo de lectura, y al cabo de unas semanas, si un día no puedes tener tu tiempo con la
Biblia, ¡lo echarás en falta!
La mejor parte es que esos 10 minutos al día, al cabo de un año, suponen más de 60
horas de lectura de la Biblia sin darte casi cuenta. ¡No está mal! ;) 
Este principio es válido para cualquier área de la vida: de hecho, yo ahora acabo de
desarrollar el hábito de correr durante 10 o 15 minutos al día, ¡y es maravilloso para mi
salud!

Querido/a amigo/a, crea hábitos que te ayuden a ser diligente. Piensa hoy en qué
áreas te gustaría crecer más, y crea un hábito que te ayude a trabajar en ese área. Con el
tiempo, verás un crecimiento exponencial en tu vida.
¡Eres un Milagro!

https://es.jesus.net/cuestion-de-habitos/

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