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Inventario de Sexismo Ambivalente: Invarianza factorial entre

géneros y relación con la violencia de pareja


Ambivalent Sexism Inventory: Factorial invariance by gender and
relation with intimate partner violence
Karin Arbach*, Marcelo Vaiman**, Antonella Bobbio***,
Jorge Bruera**** y Agostina Lumello******

* Doctora en Psicología Clínica. Investigadora adjunta en el Instituto de Investigaciones Psicológicas del


Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) - Universidad Nacional de Córdoba
(UNC). Profesora titular de Criminología Clínica de la Facultad de Psicología, Universidad Nacional de
Córdoba. E-mail: k_arbach@hotmail.com
** Licenciado en Psicología. Profesor asistente de Psicoestadística y Técnicas Psicométricas de la Facultad de
Psicología, Universidad Nacional de Córdoba.
*** Licenciada en Psicología. Becaria doctoral en el Instituto de Investigaciones Psicológicas del Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET - UNC). Adscripta a la cátedra de Criminología
Clínica de la Facultad de Psicología, Universidad Nacional de Córdoba.
**** Licenciado en Psicología. Adscripto a la cátedra de Criminología Clínica de la Facultad de Psicología,
Universidad Nacional de Córdoba.
***** Licenciada en Psicología. Técnica en la Secretaría de Prevención y Asistencia de las Adicciones de la
Provincia de Córdoba. Adscripta a la cátedra de Criminología Clínica de la Facultad de Psicología,
Universidad Nacional de Córdoba.

Instituto de Investigaciones Psicológicas, UNC - CONICET. Córdoba, Argentina.

Resumen nazas vs. violencia física) y el género del miem-


bro de la pareja. Las puntuaciones en Sexismo
La Teoría del Sexismo Ambivalente propone Hostil fueron mayores en las mujeres que ejer-
que el sexismo es un constructo multidimensio- cieron violencia física comparadas con otras
nal compuesto por dos tipos de creencias sexis- mujeres, pero no en los hombres. También fue-
tas, unas de carácter hostil y otras de tipo bene- ron superiores en quienes sufrieron esta con-
volente. El objetivo principal de este estudio ducta, tanto hombres como mujeres. Se discuten
fue analizar la estructura factorial del instru- las implicancias de estos resultados a la luz de
mento derivado de esta teoría, su invarianza fac- estudios previos que emplean el ISA, principal-
torial entre géneros y su relación con la violen- mente en población de habla hispana.
cia de pareja. Mediante un formulario en in-
ternet, 745 participantes de ambos sexos de po- Palabras clave: Sexismo ambivalente; Invarianza
blación general de Argentina, con edades com- factorial; Validez concurrente; Violencia de pa-
prendidas entre 18 y 45 años, respondieron el In- reja; Estudio instrumental.
ventario de Sexismo Ambivalente (ISA) (Glick
& Fiske, 1996). El ISA demostró puntuaciones
y una estructura factorial invariantes entre hom- Abstract
bres y mujeres. La relación entre las puntuacio-
nes en el ISA y la violencia de pareja varió en The Ambivalent Sexism Theory proposes
función del tipo de violencia considerado (ame- that sexism is a multidimensional construct com-

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posed of two types of sexist beliefs, on the one Our results support the idea that ambivalent
hand, hostile and, on the other hand, benevolent. sexism is an invariable transcultural construct
The first refers to negative attitudes towards between men and women, and that the ISA is a
women as weak and inferior to men, and the se- valid and reliable measure in the Argentine po-
cond refers to the set of sexist attitudes towards pulation. The limitations of results are discussed
women considering them stereotyped and limi- and the implications are analyses in light of pre-
ted to certain roles (i.e. mother, wife, and hou- vious studies using the ASI, mainly in Spanish-
sewife). speaking population.
The main objective of this study was to
analyse the factor structure and factorial inva- Key words: Ambivalent sexism; Factorial inva-
riance by gender of the instrument derived from riance; Concurrent validity; Intimate partner vio-
this theory and its concurrent validity with a lence; Instrumental study.
measure of intimate partner physical violence.
Another objective of the study was to establish
comparisons in ISA scores by gender and cross- Introducción
culturally.
The Ambivalent Sexism Inventory (ASI) Tradicionalmente, el sexismo ha sido de-
(Glick & Fiske, 1996) was answered through an finido como un tipo particular de prejuicio
online form by 745 participants of both sexes hacia las mujeres caracterizado por una ac-
from an Argentinean general population sample titud negativa y antipatía hacia ellas (All-
aged between 18 and 45 years old. By means of port, 1954; Expósito, Moya, & Glick,
a confirmatory maximum likelihood factor 1998). En la década de los años 90 un nuevo
analysis the data in this sample showed a good modelo teórico planteaba al sexismo no sólo
adjustment to the ASI structure proposed by its como una actitud de rechazo hacia las mu-
authors, this is a one-dimensional factor (SH) jeres, sino también como atribuciones de
and three subfactors (protective paternalism, rasgos positivos que son propios de los es-
complementary gender differentiation and hete- tereotipos vinculados a las mujeres (Glick
rosexual intimacy) that make up the second-or- & Fiske, 2011). Así, el sexismo sería un
der factor SB. This factorial structure remained constructo integrado por dos componentes
invariant when discriminating between men and diferenciados aunque interrelacionados: el
women. The correlation between both factors sexismo hostil (SH) y el sexismo benévolo
was robust and significant (r= .68) both in the (SB) (Glick & Fiske, 1997). El primero se
general sample, and differentiating by gender. refiere a las actitudes negativas hacia las
The reliability of the factors and subfactors was mujeres estimándolas como débiles e infe-
between a moderate and high level (α= .62 to
riores respecto a los hombres, concepción
.91). No significant differences were found bet-
ween men and women in the mean scores of the
que se asemeja a la clásica definición de
ASI factors and subfactors. Approximately 1 in prejuicio (Allport, 1954). El segundo alude
3 subjects reported having perpetrated or suffe- al conjunto de actitudes sexistas hacia las
red intimate partner physical violence. In gene- mujeres considerándolas de forma estereo-
ral terms, those who have perpetrated or have tipada y limitadas a ciertos roles (madre, es-
suffered violence had higher scores in SH and posa, ama de casa). Son actitudes que, si
SB that those who did not, but this effect was bien llevan un tono afectivo positivo, enfa-
only significant in the case of women. The rela- tizan su debilidad y necesidad de protección
tionships found between ASI scores and inti- por parte de los hombres. Tanto el SH como
mate partner physical violence varied by gender el SB se originarían en la concepción social
and violence directionality (suffered or perpe- de las condiciones biológicas, así como las
trated). The ASI scores were lower in countries condicionantes sociales comunes en los gru-
close to Argentina probably due to a sample pos humanos, a saber: el patriarcado, la di-
mainly composed by young women with a high ferenciación de los géneros y la reproduc-
education level. ción sexual (Glick et al., 2000).

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Así, el SH y el SB se plantearon como sando aquellos rasgos que estos carecen.


actitudes complementarias, persistentes en- Finalmente, la intimidad heterosexual be-
tre las culturas, que justifican el someti- nevolente refleja la creencia de la necesidad
miento y la dependencia de las mujeres que de una relación heterosexual para que los
promueve el patriarcado (Glick et al., 2000). hombres y mujeres puedan ser realmente
Para evaluar estas actitudes se ha diseñado felices (Glick & Fiske, 1996).
el Inventario de Sexismo Ambivalente La primera versión del ISA en español
(ISA) (Glick & Fiske, 1996). El objetivo de fue traducida en España de la escala origi-
este estudio fue examinar las propiedades nal con la diferencia de que presentaba to-
psicométricas de este instrumento en po- dos los enunciados en el mismo sentido, es
blación general de Córdoba (Argentina). decir, los ítems expresaban una afirmación
Los objetivos específicos fueron: analizar la con juicios sexistas de modo tal que, a ma-
estructura factorial del ISA y el grado en yor acuerdo con tales afirmaciones, mayor
que ésta varía entre sexos, en otras palabras, sexismo (la versión original del ISA tenía 6
su invarianza factorial, comparar las pun- ítems invertidos). Para su validación, el in-
tuaciones entre sexos y con otros estudios ventario se administró a dos muestras inde-
regionales, y analizar el valor predictivo de pendientes, una de 298 universitarios (72%
las dimensiones del ISA en relación a una mujeres) y otra de 1110 varones adultos de
medida de violencia física hacia la pareja. población general de España (Expósito et
al., 1998). Se encontraron buenas propie-
El Inventario de Sexismo Ambivalente dades psicométricas y el análisis factorial
confirmatorio concluyó que el modelo com-
El Inventario de Sexismo Ambivalente puesto por dos factores (el SH y SB) y tres
(ISA) fue diseñado originalmente por los subfactores del SB era el que mejor se ajus-
psicólogos sociales estadounidenses Peter taba a los datos (Expósito et al., 1998). Esta
Glick de la lawrence University y Susan versión demostró buenos índices de fiabili-
Fiske de la princeton University para ex- dad en un estudio posterior con una mues-
plorar estas actitudes (Glick & Fiske, 1996). tra comunitaria de Galicia conformada por
Se compone de dos subescalas, sexismo cerca de 1000 personas (51% mujeres) con
hostil (SH) y sexismo benevolente (SB), una media de edad de 39 años (Glick, La-
cada una conformada por 11 ítems. Aunque meiras, & Castro, 2002). Un estudio re-
inicialmente se propuso que las tres condi- ciente en el País Vasco, en el que se admi-
ciones (patriarcado, diferenciación de gé- nistró el ISA a 1378 universitarios (66%
nero y reproducción o intimidad) estuvieran mujeres, con una media de edad de 20
presentes tanto en el SH como en el SB, los años), incluyó entre los modelos de con-
análisis factoriales y sus contrastes trans- traste un modelo bifactorial y uno de cuatro
nacionales han mostrado al SH como un factores de primer orden, obteniéndose un
constructo unifactorial, mientras que aque- mejor ajuste en el modelo tetrafactorial que
llos subcomponentes solo se comprobaron contempla, en el mismo nivel, el sexismo
para el SB (Glick et al., 2000; Glick & hostil y las tres formas de sexismo benevo-
Fiske, 1996). El primer subcomponente del lente. En otro estudio, con una muestra de
SB, denominado paternalismo protector, su- 145 chicos y 375 chicas estudiantes de una
pone la creencia de que las mujeres deben universidad pública catalana, con una media
ser protegidas y cuidadas por los hombres de edad de 21 años, se encontró que la so-
debido a su estado de dependencia y debi- lución bifactorial presentó el mejor ajuste al
lidad. El segundo subcomponente, la dife- compararla con un modelo unifactorial
renciación de género complementario, se (León-Ramírez & Ferrando, 2014).
refiere a la creencia de que las mujeres tie- Posteriormente, la versión española fue
nen muchos aspectos positivos que com- adaptada para un estudio en Chile donde se
plementan a los de los hombres, compen- administró el inventario modificado a una

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muestra de 220 universitarios (48% muje- relativamente estables en relación a la es-


res) con una media de edad de 20 años (Cár- tructura bifactorial del instrumento. Otra
denas, Lay, González, Calderón, & Alegría, diferencia transcultural esperable está en
2010). En la adaptación, los ítems fueron relación a las puntuaciones medias en el
simplificados en su redacción (por ej. el ISA. Se ha propuesto que países con mayor
ítem 1 original, “Aun cuando un hombre lo- desigualdad de oportunidades entre hom-
gre muchas cosas en su vida, nunca podrá bres y mujeres presentarían índices de se-
sentirse verdaderamente completo a menos xismo más altos (Glick et al., 2000). El Ín-
que tenga el amor de una mujer”, fue reem- dice de Desarrollo Humano relativo al
plazado por “Un hombre no está verdade- Género (IDG) (en inglés: GDI, Gender De-
ramente completo sin el amor de una mu- velopment Index) es un índice más global
jer”). En el análisis factorial confirmatorio de desarrollo humano de las Naciones Uni-
probaron tres modelos, uno de un solo fac- das que permite comparaciones entre géne-
tor (sexismo), otro de dos factores (SH y ros en relación a expectativa de vida, edu-
SB) y un último modelo de cuatro factores cación y calidad de vida. En el estudio
de primer orden que fue el que mejor ajuste trasnacional con el ISA se encontró que
logró (Cárdenas et al., 2010). tanto el SH como el SB fueron predictores
La versión española también se empleó de la desigualdad de género (Glick et al.,
en una muestra de 238 cadetes en formación 2000). Entre los países de habla hispana
militar en Argentina (23% mujeres), con que han publicado resultados con el ISA,
una media de edad de 22 años (Zubieta, Be- España se ubica en el puesto 27 (de 188) del
ramendi, Sosa, & Torres, 2011). Aunque no IDG. Bastante más atrás se ubican Chile
analizaron la dimensionalidad del inventa- (puesto 38) y Argentina (puesto 45) (United
rio, las puntuaciones medias que reportan nations development programme, 2016).
empleando las categorías de respuesta ori- Teniendo en cuenta estos datos, una hipóte-
ginalmente propuestas (de 0 a 5) resultan de sis a contrastar en este estudio fue que la
utilidad a los fines de la comparación. Años muestra de Argentina presentaría puntua-
más tarde se probaría, en este país, una ver- ciones más altas que las registradas en es-
sión adaptada del ISA que partió de un aná- tudios de España.
lisis conceptual y de una adecuación idio-
mática de la versión original del ISA (Glick El sexismo ambivalente y la violencia
et al., 2000). Posteriormente fue adminis- de pareja
trado a una muestra mixta de universitarios
y empleados compuesta por 345 sujetos También el sexismo ambivalente se ha
(47% mujeres) con una edad promedio de encontrado asociado a la violencia de pareja
28 años. El instrumento alcanzó niveles sa- en estudios con agresores de pareja y con
tisfactorios de fiabilidad (α= .87), el análi- muestras comunitarias (Allen, Swan, &
sis factorial confirmatorio (AFC) ratificó Raghavan, 2009; León-Ramírez & Fe-
la estructura original bifactorial con tres rrando, 2014; Lila, Oliver, Catalá-Miñana,
factores de segundo orden para el sexismo & Conchell, 2014; Pérez Ramírez & Martí-
benevolente (Vaamonde & Omar, 2012). nez García, 2010; Yamawaki, Ostenson, &
Brown, 2009) y en estudios metanalíticos
Comparaciones regionales en sexismo (Capaldi, Knoble, Shortt, & Kim, 2012;
ambivalente Stith, Smith, Penn, Ward, & Tritt, 2004). No
obstante, la evidencia hasta la fecha no es
Entre las diferencias de las versiones en concluyente principalmente en cuanto a la
español del ISA se encuentran la formula- magnitud de su efecto (Allen et al., 2009),
ción de los ítems y la variación en las cate- pues hay estudios en que se han encontrado
gorías de respuesta. No obstante estas dife- solo débiles asociaciones entre las varia-
rencias, los resultados entre los países son bles (Ibabe, Arnoso, & Elgorriaga, 2016;

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Stith et al., 2004). Una variable que parece mayoría había completado la educación uni-
mediar la fuerza de tal asociación la consti- versitaria (66.6%), un 13.2% tenía un nivel
tuyen las creencias que justifican la violen- educativo terciario y un 19.2% había com-
cia hacia la pareja (Glick, Sakalli-Ugurlu, pletado la formación secundaria. Menos del
Ferreira, & Souza, 2002). Un estudio previo 1% de los participantes carecían de nivel
en Córdoba (Argentina), en el contexto de la educativo completo. El 40.8% de los parti-
presente investigación, encontró en un cipantes vivía en localidades de más de 500
grupo de 103 estudiantes de ambos sexos de mil habitantes, un 22.4% vivía en localida-
nivel secundario, una correlación positiva y des de entre 100 mil y 500 mil habitantes,
significativa entre las creencias sexistas (en un 26.2% en localidades entre 10 mil y 100
el sentido de sexismo tradicional) y las cre- mil habitantes y 7.5% en localidades con
encias sobre la violencia de pareja, pero no menos de 10 mil habitantes. El 87.5% de los
así entre las primeras y la violencia de pa- participantes residían en la región pampeana
reja (Furlani & Salas, 2015). que incluye las tres ciudades más pobladas
del país (es decir, Buenos Aires, Córdoba y
El presente estudio Santa Fe), seguidos de un 3.4% de partici-
pantes de la región patagónica, y el resto re-
En función de los antecedentes expuestos sidía en otras regiones del país. Un 5.9% de
previamente, se derivan las siguientes hi- los participantes no indicaron su provincia
pótesis que serán contrastadas a fin de dar de residencia.
respuesta a los objetivos planteados inicial-
mente: a) el modelo factorial de segundo or- Variables e instrumentos
den del ISA presenta un mejor ajuste que el
modelo de dos factores; b) la estructura fac- Variables sociodemográficas.
torial es invariante entre mujeres y varones;
c) los hombres presentarán mayores pun- Mediante preguntas directas se recogió
tuaciones de sexismo ambivalente, d) las información sobre género (masculino, fe-
puntuaciones en la muestra en estudio serán menino), edad, nivel educativo máximo al-
similares a las de países cercanos geográfica canzado (primario, secundario, terciario,
o culturalmente, y por último, d) las actitu- universitario), país y provincia de residen-
des sexistas se asociarán a una mayor pro- cia, y número de habitantes en la ciudad de
babilidad de ejercer violencia de pareja y residencia (<10.000, 10mil-100mil, 100mil-
una menor probabilidad de sufrirla tanto en 500mil, >500mil).
hombres como en mujeres.
Sexismo ambivalente.

Método Para este estudio se empleó la versión


chilena del ISA (Cárdenas et al., 2010) por
Participantes dos motivos principales. El primero es que
esta versión presenta una redacción más
Una encuesta en internet fue respondida breve y directa de los ítems comparada con
de manera voluntaria y anónima por 745 otras versiones en español, lo que la hace
personas (74.5% mujeres) con edades com- más comprensible y más rápida en su ad-
prendidas entre 18 y 45 años, con una me- ministración. En segundo lugar, esta versión
dia de 25.8 años (ds= 6.2) y sin diferencias del ISA está basada en la versión facilitada
significativas en la edad entre mujeres y por los autores, lo que indica un reflejo más
varones. Tampoco hubo diferencias signifi- fiel de la versión original (Cárdenas et al.,
cativas entre géneros respecto al máximo 2010) que fue construida siguiendo un cri-
nivel educativo alcanzado o la cantidad de terio pragmático para una administración y
habitantes de la localidad donde residían. La puntuación simple y breve. En la versión

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original (Glick & Fiske, 1996) algunos si la conducta ha sido ejercida o sufrida por
ítems tenían codificación inversa (3, 6, 7, quien responde; por ejemplo, mientras un
13,18 y 21) y fueron reformulados en la si- ítem dice “Le he dado una paliza a mi pa-
guiente versión para su codificación directa reja”, su contraparte dice “Mi pareja me ha
(Glick et al., 2000). En las adaptaciones a dado una paliza”. Cada ítem se responde en
diferentes culturas, algunos autores encon- una escala tipo Likert de cinco niveles
traron que las traducciones de los ítems in- (nunca, rara vez, algunas veces, a menudo,
vertidos del ISA, expresados como enun- muy a menudo). La fiabilidad interna de la
ciados negativos, no se ajustaban bien. Si subescala en esta muestra fue de α= .74
bien en el estudio transnacional estos ítems para la escala de violencia ejercida y α=
fueron eliminados de los análisis, los auto- .80 para la de violencia sufrida. Dada la
res recomendaron utilizar la escala com- baja prevalencia de estas conductas (en los
pleta con los enunciados redactados de ma- tres ítems de violencia física grave fue in-
nera afirmativa en estudios posteriores ferior al 1%) y la amplia dispersión en la
(Glick et al., 2000). Los 11 ítems que con- distribución de frecuencias, las puntuacio-
forman cada subescala son de respuesta tipo nes totales en la escala fueron dicotomiza-
Likert de seis alternativas que van de 0 das para el análisis de datos de manera que
(muy en desacuerdo) a 5 (muy de acuerdo). se codificó con 0 cuando ninguna de las
El ISA está diseñado como un instrumento conductas sucedió y con 1 cuando sucedió,
de autoinforme, es decir que cada sujeto cualquiera de las conductas, al menos una
lee y responde a los ítems sin necesidad de vez. Esta agrupación de las respuestas per-
que éstos sean explorados mediante una en- mite conocer la proporción de casos que
trevista. han ejercido o sufrido violencia física al
menos una vez en el contexto de un con-
Conducta violenta. flicto de pareja (Straus, Hamby, Boney-
McCoy, & Sugarman, 1996). Sesenta suje-
Para identificar la presencia de conduc- tos que reportaron nunca haber tenido una
tas violentas hacia la pareja, se empleó la pareja fueron eliminados de los análisis que
subescala de violencia física de la versión incluían esta variable.
en español de la Escala Modificada de Tác-
ticas de Conflicto (M-CTS) (Muñoz-Rivas, Procedimiento
Rodríguez, Gómez, O’Leary, & Del Pilar
González, 2007). La M-CTS está compuesta Los sujetos fueron invitados a completar
por tres subescalas, una de argumentación o la encuesta en internet mediante anuncios en
negociación, otra de violencia psicológica y las redes sociales (principalmente Facebook)
una de violencia física, que es la que se uti- y en correos electrónicos publicados por un
lizó en este estudio. Esta subescala está con- grupo de 10 estudiantes universitarios que
formada por nueve pares de ítems que hacen colaboraron en la recolección de datos y por
referencia a conductas de violencia física los autores de este trabajo. La invitación a
que se pueden haber ejercido y/o sufrido en participar aclaraba los objetivos y aspectos
el contexto de un conflicto de pareja. Seis metodológicos del estudio, así como el ca-
pares de ítems se refieren a indicadores de rácter anónimo y confidencial de las res-
violencia física leve (amenazar con tirar puestas. La cuenta de correo electrónico de
algo o golpear a la pareja, zamarrearla, ti- la investigadora principal fue facilitada para
rarle algo, golpearla o patearla, abofetearla, aclarar dudas con respecto al estudio. Los
morderla) y tres pares se refieren a conduc- datos aquí procesados refieren a respuestas
tas de violencia física grave (intentar ahor- recibidas durante dos semanas del mes de
carla o estrangularla, darle una paliza y octubre de 2016. El período de tiempo para
amenazarla con un cuchillo o arma). Cada la recolección de datos fue preestablecido en
par de ítems se ha diseñado para identificar base a la evidencia que indica que la mayor

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Inventario de sexismo ambivalente

cantidad de respuestas ocurren en los días .01 (Cheung & Rensvold, 2002).
inmediatamente siguientes a la recepción de A los fines de evaluar diferencias entre
la invitación (Van Mol, 2017). géneros en las distintas modalidades de se-
xismo y de obtener evidencias de validez
Análisis de datos concurrente, se realizaron pruebas de dife-
rencias de medias mediante el estadístico t
Con el propósito de evaluar si el modelo de Student y se calcularon los tamaños del
teórico subyacente al ISA se ajustaba ade- efecto a través del coeficiente d de Cohen.
cuadamente a la muestra de Argentina, se Se tomaron como tamaños robustos, mode-
llevó a cabo un AFC empleando el método rados o débiles, índices (d) de .80, .50 y .20,
de estimación de máximas probabilidades a respectivamente (Cohen, 1992). Las corre-
través del programa AMOS 21 (Arbuckle, laciones entre los factores del ISA se cal-
2013). Para evaluar el ajuste de los modelos cularon mediante el estadístico r de Pear-
se emplearon los siguientes indicadores: ra- son.
zón de chi-cuadrado sobre grados de liber-
tad (CMIN/DF), índice de ajuste compara-
tivo (CFI), índice de bondad del ajuste Resultados
(GFI), índice Tucker-Lewis (TLI), error cua-
drático medio de aproximación (RMSEA). Estructura factorial del ISA
Se consideraron como aceptables para el
CMIN/DF valores inferiores a 3 (Kline, Se pusieron a prueba dos modelos; en el
2016) y para CFI, GFI y TLI, valores supe- primero se delimitaron dos factores de pri-
riores a .90, para el RMSEA valores infe- mer orden (SH y SB) (Figura 1) y en el se-
riores a .05 se consideran óptimos, mientras gundo modelo se propuso un factor unidi-
que entre .05 y .08 serían aceptables (Hu & mensional (SH) y tres subfactores (pater-
Bentler, 1995). Se consideraron adecuados, nalismo protector, diferenciación de género
pesos estandarizados de regresión superio- complementario e intimidad heterosexual)
res a .30. que conforman el factor de segundo orden
a posteriori se realizó un estudio de in- SB (Figura 2).
varianza factorial con el propósito de eva- La Tabla 1 muestra los índices de ajuste
luar si el modelo teórico del ISA se ajusta de de los modelos. El modelo 1 de dos factores
de primer orden no presentó un ajuste ade-
manera adecuada a los datos, tanto del cuado en los datos de esta muestra en nin-
grupo de hombres como de mujeres, es de- guno de los índices evaluados. Por su parte,
cir si la escala resulta válida para medir es- el modelo 2, que contrasta la existencia de
tos constructos en ambos sexos. Para ello, factores de segundo orden, mostró índices
se propuso el modelo que mejor ajuste hu- de ajuste satisfactorios, con excepción del
biera presentado en el análisis factorial glo- valor de CMIN/DF que resultó ligeramente
bal y otros dos modelos, uno que restringe superior a lo esperado. Dado que algunos
los pesos factoriales y otro que, a las res- autores sugieren aceptar valores de CMIN/
tricciones anteriores, le añade restricciones DF menores a 5 cuando los otros índices
en las varianzas y covarianzas de los facto- son satisfactorios (Schumacker & Lomax,
res. Para evaluar los resultados de inva- 2004), los análisis a continuación se basan
rianza factorial se tuvieron en cuenta las en este modelo.
diferencias entre el modelo de base y los Todos los parámetros estimados estan-
modelos restringidos en el CMIN/DF y en darizados resultaron significativos a un ni-
el CFI. Para que la estructura factorial re- vel de p < .001 y oscilaron entre .38 y .95,
sulte invariante, las diferencias en CMIN/ indicando un adecuado peso factorial de los
DF no deberían ser estadísticamente signi- ítems en los factores correspondientes (Ta-
ficativas, mientras que las diferencias en bla 2).
CFI no deberían ser iguales o superiores a

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Invarianza factorial del modelo tuaciones medias de los factores y subfac-


tores del ISA (Tabla 5).
No se observaron diferencias significati-
vas en el índice CMIN/DF entre el modelo Validez concurrente
libre y los dos modelos con restricciones.
No se registraron diferencias mínimas entre El 28.6% de la muestra afirmó haber
los CFI de los tres modelos (Tabla 3). Esto ejercido violencia física hacia su pareja al
indica que la estructura factorial de la escala menos una vez, mientras que un 31.7%
se mantiene constante cuando se discrimina afirmó haber sufrido estas conductas por
entre géneros. En la tercera y cuarta co- parte de su pareja. En ningún caso se regis-
lumna de la Tabla 2 se observa que, al igual traron diferencias significativas entre gé-
que en la muestra general, los pesos de re- neros en la distribución de la violencia ejer-
gresión son adecuados cuando se analiza la cida o sufrida.
muestra según el género. En términos generales, quienes ejercie-
ron o sufrieron violencia presentaron pun-
Fiabilidad de las puntuaciones brutas tuaciones más altas en SH y SB, con la sola
excepción de una media menor en SH en los
La escala SH unidimensional, con α= hombres que ejercieron violencia, compa-
.91, probó (como en otras muestras de di- rados con aquellos que no lo hicieron (Ta-
versos países) ser más consistente interna- bla 6). No obstante, las diferencias no fue-
mente que la escala multidimensional SB, ron significativas en todos los casos. Las
para la cual el alfa fue de .85. También se creencias sexistas parecen tener una aso-
examinó la fiabilidad de cada dimensión ciación con la violencia de pareja que varía
del SB; los valores fueron .62 para el pa- en función del género y la direccionalidad
ternalismo protector, .75 para la diferencia- de la violencia. En la primera y segunda fi-
ción de género complementario y .78 para la las de la Tabla 6, se observa que las muje-
intimidad heterosexual. Los índices de dis- res que ejercieron violencia al menos una
criminación por ítem (correlaciones ítem-to- vez presentaron mayores puntuaciones de
tal corregidas) estuvieron por encima de SH y SB, comparadas con las mujeres que
.30, los más bajos fueron para el ítem 3 nunca ejercieron esta conducta. No obs-
(.33) y para el ítem 6 (.36). tante, el tamaño del efecto de las diferencias
fue débil. En el caso de las mujeres que su-
Correlaciones entre SH y SB frieron violencia, aunque éstas mostraron
una media superior en SB comparadas con
Las subescalas SH y SB mostraron una aquellas que no sufrieron esta conducta, la
estrecha correlación entre sí (r= .68 en la diferencia fue débil. En las puntuaciones
muestra total), soportando la noción que, de SH la diferencia no resultó significativa.
aunque son diferentes dimensiones del Por su parte, en la tercera y cuarta fila de la
constructo sexismo (como lo demostraron Tabla 6 se observa que las puntuaciones en
los análisis factoriales), ambas son formas SH y SB no se diferenciaron significativa-
asociadas de sexismo. Este resultado fue mente entre aquellos varones que habían
similar entre géneros (Tabla 4). ejercido o sufrido violencia.
Puntuaciones medias en SH y SB
Discusión
A pesar de que los postulados teóricos
predicen mayores puntuaciones de sexismo Para cumplir con los objetivos de este es-
ambivalente en los hombres, no se encon- tudio, relacionados al análisis de las pro-
traron en este estudio diferencias significa- piedades psicométricas del ISA en pobla-
tivas entre hombres y mujeres en las pun- ción argentina, se analizaron las respuestas

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Inventario de sexismo ambivalente

de 745 sujetos que respondieron de manera equivalencia de la estructura factorial del


anónima y voluntaria el ISA y una encuesta ISA entre hombres y mujeres. Los resulta-
en internet sobre violencia de pareja. En dos indicaron que la estructura mencionada
términos generales, los resultados aportan ajustó adecuadamente y de manera inva-
evidencia al hallazgo del ISA como un ins- riante en ambos grupos; esto es consistente
trumento válido y fiable para la medición con los hallazgos reportados en el artículo
del sexismo ambivalente en contextos cul- de Glick et al. (2000) para nueve países
turales diferentes a aquel en el que fue cre- participantes del estudio para su validación
ado. En este estudio el ISA mostró buena transnacional. Dos ideas relacionadas se de-
fiabilidad en las subescalas. Al igual que en rivan de los resultados; por un lado, que las
estudios previos, el SH mostró mayores ín- actitudes que mantienen el estereotipo de la
dices de fiabilidad que el SB (Allen et al., mujer débil y dependiente no son exclusivas
2009; Expósito et al., 1998). Esto es espe- de los hombres y, por el otro, que se con-
rable dado que el análisis factorial indica forman de manera similar en hombres y
que el sexismo hostil es un constructo uni- mujeres. Este hallazgo implicaría que los
dimensional, mientras que el sexismo am- esfuerzos para reducir las creencias sexistas
bivalente estaría compuesto por tres sub- deberían estar orientados a personas de am-
factores (Glick et al., 2000). Este modelo de bos sexos, especialmente en períodos evo-
segundo orden demostró superioridad al ser lutivos tempranos cuando estas actitudes
comparado con uno unidimensional y otro comienzan a conformarse.
bidimensional de primer orden, en conso- Un tercer objetivo del estudio se orien-
nancia con estudios anteriores que emplean taba a comparar las puntuaciones en SH y
versiones en español (Expósito et al., 1998; SB entre sexos. Dado que el sexismo se
Glick et al., 2000). Estos datos son consis- basa en el mantenimiento del poder y de una
tentes con la teoría que propone que, ade- identidad distintiva y positiva por parte de
más de la clásica concepción del sexismo los hombres respecto a las mujeres, junto a
como un prejuicio que define a las mujeres deseos ambivalentes de intimidad y domi-
como inferiores, éste se compone de actitu- nación sexual, se esperaba que los hombres
des positivas hacia ellas basadas en la ne- obtuvieran en sexismo puntuaciones supe-
cesidad y dependencia que los varones tie- riores a las de las mujeres, especialmente en
nen de las mujeres y que siguen lmitándolas SH (Expósito et al., 1998; Glick et al., 2000;
a ciertos roles (madres y esposas) (Expósito Glick, Lameiras, et al., 2002; León-Ramírez
et al., 1998). Por otra parte, tal como la Te- & Ferrando, 2014). No obstante, no se en-
oría del Sexismo Ambivalente predice, el contraron en este estudio diferencias signi-
SH y SB mostraron fuertes correlaciones ficativas en las medias de hombres y muje-
entre ellas y con la puntuación total del in- res. Por lo tanto, la idea de que trans-
ventario, tanto en hombres como en muje- culturalmente las mujeres (en comparación
res. Estas correlaciones fueron levemente con los hombres) rechazan el SH pero acep-
superiores a las reportadas en el artículo de tan frecuentemente el SB (Glick et al.,
Glick et al. (2000). La magnitud de estas co- 2000), no se vería sostenida por nuestros da-
rrelaciones soporta la idea de que el SH y el tos. Otros estudios que también cuestionan
SB actúan como formas complementarias esta hipótesis han reportado puntuaciones
de sexismo en ambos géneros. Es decir, que similares entre hombres y mujeres en SB
ambas escalas fueron diseñadas para medir (Expósito et al., 1998; Glick et al., 2000) o
diferentes aspectos de un mismo constructo, incluso superiores en las mujeres (Glick et
las creencias sexistas. y de este modo, de- al., 2000; Glick, Lameiras, et al., 2002). La
berían estar correlacionadas moderada- composición de la muestra podría explicar
mente (Glick, Lameiras, et al., 2002). estos resultados al incluir un mayor número
Otro objetivo del presente estudio fue de mujeres. Aunque debe tenerse en cuenta
analizar la invarianza factorial, es decir la que hombres y mujeres en este estudio no se

InterdIscIplInarIa, 2019, 36, 1, 59-76 67


arbach, Vaiman, Bobbio, Bruera y lumello

diferenciaron significativamente en el nivel viduales es aun mayor ante la percepción de


educativo alcanzado, sería una hipótesis a una situación de crisis (Flood & Pease,
contrastar la influencia diferencial del nivel 2006). Sería posible hipotetizar que una
educativo en hombres y mujeres, disminu- percepción así se genere en países con altas
yendo los niveles de SH y SB en los prime- tasas de femicidio y carentes de registros
ros, a la vez que los incrementa en las últi- oficiales como es Argentina (Lichiziner,
mas, equilibrando finalmente los niveles de 2016).
sexismo entre los grupos. Estas ideas son al- Finalmente, era un objetivo del estudio
tamente especulativas, dada las limitaciones analizar la validez concurrente del ISA con
de los datos disponibles, y serían mejor exa- una medida de violencia física en la pareja.
minadas en futuros estudios que incluyan Un indicador de validez de una escala es su
otras posibles variables explicativas en sus relación con variables con las que, ya sea
modelos, por ejemplo variables de perso- por razones teóricas o empíricas, se le su-
nalidad o religiosas (Glick, Lameiras, et al., pone una asociación. La medida empleada
2002). Mientras los estudios sigan apor- mostró índices de fiabilidad interna que se
tando resultados variables, e incluso opues- ubican en el rango de moderado a alto (Ge-
tos, en cuanto a las diferencias en SH y SB orges & Mallery, 2001). A pesar de que es-
entre hombres y mujeres, las conclusiones tudios previos encuentran relación entre es-
deberán mantener un carácter provisional y tas variables (Allen et al., 2009; León-
acotado a la población en estudio. Ramírez & Ferrando, 2014), en conjunto,
Un cuarto objetivo se dirigía a realizar los hallazgos del presente estudio cuestio-
comparaciones entre los niveles de sexismo nan el rol de las actitudes sexistas como
aquí reportados y los de estudios cultural o predictoras directas y por excelencia de la
geográficamente cercanos. Los datos aquí violencia de pareja. En este sentido, otros
descriptos cuestionan la idea de que los pa- estudios habían reportado solo débiles aso-
íses con menores índices de igualdad ten- ciaciones entre las variables (Capaldi et al.,
drán mayores niveles de sexismo en su co- 2012; Furlani & Salas, 2015; Ibabe et al.,
munidad (Glick & Fiske, 1996). Los niveles 2016; Stith et al., 2004). Los resultados aquí
de sexismo hallados en esta muestra de Ar- presentados indican que la asociación pa-
gentina son menores a los reportados en pa- rece variar cuando aspectos más específi-
íses cercanos geográfica y culturalmente, cos, como la direccionalidad y la modalidad
como Chile (por ej., Cárdenas et al., 2010), de la violencia son considerados. La Tabla
pero también menores a los reportados en 6 indica que las creencias sexistas mostra-
España, que es un país con mayores indica- ron un efecto en la violencia ejercida y su-
dores de igualdad de género (Garaigordobil, frida por las mujeres, pero no en los hom-
2013). El elevado nivel educativo y el ma- bres. En el caso de las mujeres, las creencias
yor número de mujeres jóvenes en la mues- sexistas resultaron más elevadas, no sólo
tra utilizada en este estudio, podría explicar en aquellas que ejercieron violencia contra
los niveles de sexismo más bajos. Otra ex- su pareja, sino también en las víctimas. En
plicación, aunque no sea posible de con- consecuencia, la hipótesis que propone que
trastar en el presente estudio, podría estar las mujeres que se adhieren más al SB ten-
relacionada con el impacto en la respuesta drían un efecto protector para la violencia
de una masiva marcha nacional convocada sufrida, no es aplicable en este caso, sino
por la organización feminista “Ni una me- más bien lo opuesto. En esta muestra, las
nos” en contra de la violencia hacia la mu- mujeres que reportaron haber sido víctimas
jer en una fecha coincidente con el período de violencia física por parte de una pareja
de recolección de datos (Giacometti, 2016). presentaron niveles más altos de SB. Una
Estudios previos del ámbito de la Psicología posible explicación sería exactamente
Social han descripto que el impacto de los opuesta a la hipótesis recién mencionada. Es
movimientos sociales en las creencias indi- decir, mantener creencias que soportan el

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Inventario de sexismo ambivalente

estereotipo de la mujer sumisa y condes- las personas con menores niveles educativos
cendiente podría ser un factor de riesgo para y que residen en comunidades pequeñas o
la violencia en el seno de la pareja. conservadoras presentan mayores niveles
Entre las principales fortalezas de este de creencias sexistas que aquellos con ni-
estudio se encuentran los análisis de las veles educativos altos y residentes en gran-
propiedades psicométricas considerando el des ciudades (Flood & Pease, 2006; Garai-
género de los participantes, el análisis de su gordobil, 2013; Glick, Lameiras, et al.,
validez concurrente con medidas de violen- 2002). Por lo tanto, un prometedor tema de
cia y el esfuerzo en la comparación de re- investigación futura es el referido a las pro-
sultados con aquellos de otros entornos cul- piedades de esta herramienta en poblaciones
turales, a pesar de que la modificación en con aquellas características, así como con
las categorías de respuesta dificultan la bajos niveles lectocomprensivos, dado que
comparabilidad de resultados. la complejidad de algunos ítems podría al-
La cantidad de sujetos en la muestra gene- terar la calidad de las respuestas. La versión
ral y en la muestra de mujeres resultó ade- simplificada que aquí se emplea está pen-
cuada en relación a la cantidad de paráme- sada para formar parte de un protocolo de
tros estimados en el análisis factorial con- evaluación de agresores de pareja y, como
firmatorio. La cantidad de sujetos en el tal, su simplicidad y brevedad son caracte-
grupo de varones resultó cercana a los 200 rísticas deseables.
casos necesarios. La modalidad en línea Futuros estudios serían beneficiosos al
permitió tener respuestas de diversas pro- profundizar en el análisis de la relación
vincias, lo que podría favorecer la variabi- identificada entre las experiencias de victi-
lidad en las respuestas al provenir de ámbi- mización en la pareja y las creencias sexis-
tos culturales diversos. tas. Una posible línea de trabajo sería ana-
A pesar de las fortalezas mencionadas, lizar estas relaciones en el marco de los
este estudio adolece de algunas limitaciones tipos diádicos (Straus, 2014), pues es posi-
que afectan la generalización de los resul- ble que en el grupo de víctimas haya quie-
tados. En primer lugar, la presentación en nes lo son como consecuencia de haber
internet de los inventarios puede haber ses- agredido a su pareja quien tomó una repre-
gado los datos a aquellas personas con ac- salia (violencia bidireccional) o como víc-
ceso a internet, que en este país son, en su tima pura (no agredió a la pareja). El análi-
mayoría, residentes en zonas urbanas (In- sis de los tipos diádicos ha demostrado
ternational Union Telecommunication, utilidad en la diferenciación entre parejas
2015). Por otro lado, la difusión de los in- con alta conflictividad donde la violencia
ventarios por medios electrónicos gestio- bidireccional es frecuente y los casos de
nados mayoritariamente por estudiantes uni- violencia de género propiamente dicha,
versitarias del último año de licenciatura donde el hombre ejerce el poder y control
en Psicología, puede explicar la sobre-re- de su pareja mujer a través del miedo y el
presentación de participantes mujeres jóve- dominio de su víctima (Straus & Gozjolko,
nes con un nivel educativo y económico 2014). Estudios locales han demostrado que
medio o alto. De qué manera este sesgo, aproximadamente en una quinta parte de
junto con el generado por la menor repre- las parejas donde la violencia ocurre, ésta
sentación de personas que no disponen o no corresponde a esa última categoría (Arbach,
están habituados al uso de internet afectaría Nguyen, & Bobbio, 2015). Por otra parte,
los hallazgos, es una pregunta empírica a las actitudes sexistas podrían inhibir la res-
explorar en investigaciones que empleen puesta ante la violencia sufrida y, de este
otro tipo de procedimiento para la recogida modo, evitar que cese. Además, esta rela-
de datos, así como un muestreo probabilís- ción podría estar mediada por otros factores
tico que permita la generalización de los no explorados en este estudio, aunque revi-
resultados. Estudios previos reportan que sados en otras investigaciones, como por

InterdIscIplInarIa, 2019, 36, 1, 59-76 69


arbach, Vaiman, Bobbio, Bruera y lumello

ejemplo, pero no solamente, las creencias como el patriarcado, la diferenciación de


que justifican la violencia contra la pareja géneros y la reproducción sexual, las cuales
(Glick, Sakalli-Ugurlu, et al., 2002; Ibabe et representan una comunalidad en los grupos
al., 2016). humanos (Glick & Fiske, 1996); otro prác-
Contar con herramientas válidas y fiables tico, pues destaca la importancia de contar
es un requisito ineludible en el campo apli- con versiones validadas localmente a la vez
cado de la Psicología (APA Presidential que sugiere que cualquier esfuerzo por com-
Task Force on Evidence-Based Practice, batir las actitudes sexistas debería orien-
2006). Estos resultados apoyan la idea que tarse tanto a hombres como a mujeres en
el sexismo ambivalente es un constructo cualquier momento vital. Finalmente, las
transcultural invariable entre hombres y mu- repercusiones en la investigación, pues se
jeres y que el ISA es una medida válida y han propuesto interrogantes diversos que
fiable en población argentina. Este hallazgo aún se encuentran en debate en la literatura
tiene repercusiones en distintos niveles: uno internacional y quedan por explorar en fu-
teórico, pues soporta la hipótesis de su ori- turos estudios.
gen en condiciones biológicas y sociales

Figura 1. Modelo bifactorial del Inventario de Sexismo Ambivalente.

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Inventario de sexismo ambivalente

Figura 2. Modelo factorial de segundo orden del Inventario de Sexismo Ambivalente.

Tabla1
Indicadores de ajuste de los dos modelos analizados

Nota:
c²: Razón de chi cuadrado
Df: grados de libertad
CMIN/DF: chi cuadrado sobre grados de libertad
GFI: Índice de Bondad del Ajuste
CFI: índice de Ajuste Comparativo
TLI: Índice Tucker-Lewis
RMSEA: Error cuadrático medio de aproximación

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arbach, Vaiman, Bobbio, Bruera y lumello

Tabla 2
pesos estandarizados de regresión del modelo factorial de segundo orden

Nota:
Los valores en negrita representan el peso factorial de los tres subfactores en el factor SB.

72 InterdIscIplInarIa, 2019, 36, 1, 59-76


Inventario de sexismo ambivalente

Tabla 3
Indicadores de invarianza factorial del modelo de segundo orden para hombres y mujeres

Nota:
c²: Razón de chicuadrado; Dif. c²: Diferencias en la razón de chi cuadrado; p: Significación de la diferencia; CFI:
Índice de Ajuste Comparativo; Dif. CFI: Diferencias en el Índice de Ajuste Comparativo.

Tabla 4
correlaciones entre puntuaciones del Isa según género

Nota:
En el cuadrante superior están las correlaciones del grupo de mujeres (n= 555) y en el cuadrante inferior están las
correlaciones del grupo de varones (n= 190).
SH: Sexismo hostil; SB: Sexismo benevolente; SB(P): Paternalismo protector; SB(G): Diferenciación por género;
SB(I): Intimidad heterosexual.
Todas las correlaciones fueron significativas al nivel de p < 0.01.
Tabla 5
puntuaciones medias en el Isa en la muestra total y diferenciando por género

InterdIscIplInarIa, 2019, 36, 1, 59-76 73


arbach, Vaiman, Bobbio, Bruera y lumello

Tabla 6
comparación de medias de sH y sB en mujeres y hombres en relación a si ha perpetrado o
sufrido violencia física

*p < .05
**p < .01

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