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Una música nacida del pueblo

Origen y modalidades
de la rumba

En sus Inicios, la rumba lue columbia. Baile y toque de carácter pro/eno, l/pico de las zonas ru rales donde el negro unll vez libre se estableció
como jornalero, es sólo para hombres. Una de las principales mennaslatlons, de la rumba seria el gUBguanco, en el que la lumbadora-conga
(Instrumento que vemos locer en la 1010) da el sonido grave.

Raúl Martínez Rodríguez y Pedro de la Hoz

ARA los m.oradores ricos de la villa


P
ladores se ponía a lona con lo más nove-
de San Carlos y San. Severino de doso del pensamiento occidental), cuna de
Matanzas, provincia occidental nobles hacendados españoles (no importa
de Cuba, nada más espantoso que esa mú- que algunos, como Zulueta, hubieran al-
sica salida como del mismísimo infierno ca,nado la primacía en los siniestros tratos
que -noche tras noche-llegaba en diapa- negreros), Alenas de Cuba --en (in- para
són profuso a los más abisales confines la clase enriquecida por el sistema de plal1-
de la ciudad de los puentes, otrora visitada lación llegado a estas tierras en las postri-
por el Duque de Orleans y su hermano el merías del sigloXVIlI, cuando la isla dejó
conde Beaujolois, asentamiento de la mag- de ser estación de paso de la flota y se con-
nífica escuela para hijos ilustres «La Em- virtió en solícita productora de azúcar y
presa» (donde la descendencia de los plan- café para el mercado mundial europeo.
100
ccEn 1890 $ 5 (cinco) pesos de multa a don
entonces que instalarse en la villa de San Car-
Pedro Pérez, vecino de la calle Jovellanos,
Ias y San Severino de Matanzas y ofrecerse en
n .O72, por haber ofrecido en su morada una los muelles del naciente puerto como cargado-
fiesta de tambor y canto acompañada de
res.
gran escándalo y quejas de los vecinos» (1 ).
Una vez en las calles de la ciudad de los puen-
Era lesivo para sus oídos el ritmo de los tam- tes,en los barrios de Simpson y La Marina--el
bores y la repetición de los cantos ancestrales; primero, crecido alrededor de la estancia de
tanto, que regularon la vida en los barracones un norteamericano (de ahí el nombre); el se-
de los numerosos esclavos indispensables gundo, zona de al macenes y comerciantes que,
para el Dorecimiento de la industria azucare- después de un incendio gigantesco acaecido en
ra, de manera que las prácticas rituales fueron el último cuarto del siglo pasado, se convirtió
permitidas durante los días festivos solamen- en núcleo urbano de población negra mayori-
te . Es curioso observar cómo este maridaje taria-, los músicos, con cajones, parches e
constituyó uno de los factores principales que instrumentos elementales, diéronse a inter-
influyeron en la intercomunicación de la cul- pretar las rormas nacidas de la fusión de lo
tura africana y la española; cómo de la música africano y Jo español. Entre ellas, la rumba,
litúrgica se fue pasando, en el caso de los es- formada por las siguientes manifestaciones:
clavos, a formas de un carácter distinto, mu- columbia, bandos, yambú y guaguancó.
cho más diferenciadas y peculiares a medida
que los hombres traídos del otro lado del ANTES DEL GUAGUANCO:
Atlántico hacian, suya esta tielTa y daban lu- COLUMBIA...
gar a generaciones de cubanos. En sus inicios, la rumba fue columbia. Baile y
y entonces, en su música, los cantos de proce- loque de carácter profano, típico de las ron as
siones, seguidillas, peteneras, jotas, soleares, rurales donde el negro una vez libre se esta·
folías, malagueñas y romances de origen es- bleció como jomalero, es sólo para hombres.
pañol -símbolos de la cultura dominante, Se advierten en sus raíces acentos de la música
impuesta, trasplantada- fueron asimi lados de origen congo y gangá, toda vez que gran
por el hombre utilizado como mano de obra
fundamentaJ en la estructura económica de la
colonia.
ccEn 1893 son detenidos en el solar de la
calle Manzano n.o 251 , después de salir
sin autorización tocando cajones y bai-
lando rumbas ñáñlgas por las calles , un
grupo de pardos y morenos de ambos se-
xos» (2).
No hubo de pasar mucho tiempo para que la
nueva música saltara de los campos e inva-
diera la ciudad. En la segunda mitad de l siglo
XIX -tras la guerra de 1868-, el sistema de
plantación daba muestras de caducidad; las
relaciones de producción erigidas sobl'e el
trabajo esclavo entorpecían las exigencias de
los tiempos y era necesario sustituidas por el
trabajo asalariado.
En medio de ese marco, los antiguos esclavos
tomaron rumbos diversos: unos, siguieron
atados a la tierra como cortadores; otros, in-
crementaron el número de artesanos en las
ciudades; los menos, pudieron integrarse a la
nueva vida como pequeños propietarios. La
mayoría no tenía otro camino que vender su
ruerza de trabajo en p lazas donde la técnica no
fuese un punto fundamental. Y nada mejor
El guaguaneó ha aufrldo una gran e",oludon en Mal.nn.: lo. lo-
que. presantan hoy tal ",arledad que los musleÓlogo. no s.ben
(1) y (2) Legajos de actas y expedientes de la policía de tod.",I. muy bien cómo cl •• llle •• lo. Sobre e.ta. IIne ••, un mo·
Malanzas. mento de l. elec:uclón -rltmlca. vibrante- del guaguanc:6.

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parte de los esclavos provenían de dichas na~ sociedades para el mutuo socorro y los dias de
cionalidades africanas. fiesta estructurados en un principio sobre de·
El hombre casi siempre se arma de cuchillos; nominadores comunes étnicos, daban r iend a
hace alarde de su virilidad, lanza golpes a suelta a sus estados anímicos.
diestra y siniestra; efectúa movimientos verti~ Ya en el siglo pasado, la costumbrista cuban a
cales y horizontales bruscos, buscando el Dolores María de Ximeno escribía:
apoyo del toque del tambor quinto -muchas «El cabildo salía por las calles tocando y bai·
veces un cajón de perfiles regulares-; y, al lando al pie de las venlanas de las casas donde
final, teje un círculo d~ pasos rápidos en la vivíatl gentes ricas. Los bailes eran en parejas, la
tierra. mujer con fa/da recogida COl'l ambas manos efec·
La música -reminiscencias de las armonías waba carreras, sallaS y fugas. eLlando uno u
acompañantes de la yuca y el palo: rituales otro se encontraban, persiguiéndose en una por·
congos- puede venir en diferentes moldes fía, haciendo un inocente reloz.o, efectuando
rítmicos, según el formato y la disposición de ruedos y varias volterelas, culminando en una
los cajones, tambores y demás instrumentos desenfren.ada danz.a de brincos y cabriolas o ca·
percutivos, entre los que 'se encuentran hojas yendo ell una desenfrenada danza de brincos y
de guatacas, cencerros, arados, y donde pre~ cabriolas o cayel1do al otro extremo en una mo·
domina un aire rápido. Los cantos del «gallo» Hotonía enervadora. En una parte del baile, re·
-así se nombra al cantor- están impregna~ cuerdo el paso lento y majeswoso sobre todo el'l
dos de palabras africanas y su construcción es la mujer, con su fremeelevada y erguida actitud,
simple. con la cola de la falda suelta.»
Unión de Reyes, al sudoeste de Cuba, se consi~ A este tipo de baile se le denomina rumba ()
dera la plaza más fuerte de la columbia. Allí bando de calle. Dentro de l espanto produ cido
habita el mito del mejor bailador de rumba de por esta invasión de música negra, la clase
todos los tiempos, José Rosario Oviedo, cono~ dirigente trató de tachar de ma n ifestac io n es
cido por«Malanga., y noes raro escuchara los delictivas a los bandos y urdió cuentos de ni·
hombres de mayor edad alabar, con una nos· ñoscomidos por los ñáñigos, actos de brujería,
talgia infinita, las filigranas del rumbero; y supercherías paganas y propósitos criminales.
mezclar en su figura historias inventadas en No obstante las trabas de la infamia, cab il dos
tomo a su misteriosa desaparición. de la fama y gloria del «Bando Azul» irrum-
pían a toda voz:
lA CALL E E STA T OMADA «Yo soy azul y seré
A medida que los negros se trasladaron a las de este bando no me iré
ciudades, se comenzaba a escuchar el sonido y contigo mad re mía
de los tamboreros que, reunidos en cabi ldos, yo siempre est aré.»

El folklo re euba no
ofr ece une gran riqu e za
en loda! IU. face la •.
Le mezcla de dlye r. a .
cultu ra. --des de la
o rigi naria a la eolonlal
espai'iola, pa.and o
por la neg ra a porta da
por lo s e.elayo_
ha fruelllca do en
un e. plendldo eonJ unto
de Clntel y bailes.

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o decía, como el bando «El Flamboyán., con
nota social en los labios:
.Plácldo dijo camino a la ejecución
que el úlUrno voto era
por la paz y la libertad de Cuba .•
Juntadas en torno a las fritangas, los mondon-
gos cocidos, los chilindrones dispuestos a de-
jarse hincar por el diente, la yuca sazonada
con picantes especias y coronadas por ramitas
de perejil, las agrupaciones esperaban el año
nuevo o celebraban el aniversario de su funda-
ción con los tambores incendiados de sinco-
padas melodías: bombos, redoblantes, tam-
bores de duelo o tumbadoras; o salían a correr
sus cantos por el vecindario en villancicos
como éste de .El Flamboyán., que reza:
.Canta en mi arpa
canta en la loma
así se me asoma
la luna de enero.IJ
O en coros de comparsa en muchas ocasiones
reprimidos por un orden que, para aceptarlos,
impuso la adición del cornetín «para que la
música no fuere sólo de tambores africanos».
Pero aun más amable que el recorrido calleje-
en clblldol,
ro, la reunión en las casas propiciaba el uso de I • IUI ell.dol Er.n 101 prlmlrol
los instrumentos primigenios, y entonces las p •• OI de un. mUllc:a nlclda '1 Irralglda en .1 pueblo.
dos cucharas hacían prodigios increíbles so- cuando terminan --el hombre coloca un brazo
bre la caja de tabacos, los cubiertos sacaban sobre los hombros de la mujer-, invitan a
fulgores metálicos en sus golpear continuo, y otra pareja para que sigan la ruta de la sensua-
el quintador practicaba hábiles recursos en la lidad moderada, la persecución majestuosa
percusión del cajón. Entre los bandos que ma- del macho y la huída silenciosa de la hembra,
yor reconocimiento obtuvieron en los prime- que sostiene la falda cerca de su sexo en medio
ros años del presente siglo, se cuen tan «El de los tocadores que han sacado de sus cuartos
Bando Rosado», .EI Lirio Blanco», «La Rose- cajones, escaparates, herramientas, y los can-
dá., además de los mencionados .El Flambo- tadores, con sus melodías cortas, entonadas en
yán» y .Bando Azul». el registro central.
Todavía por Matanzas, si usted pregunta, le
saldrán al paso algunos de los participan tes de _QUE SE ROMPAN LOS CUEROS:
aquellos bandos, Estanislá Luna, Venando ESTE ES EL GUAGUANCO.
Portilla y Pedro Calle. «Cuando comenzó la nanba antiguamente, el
ritmo se mantenía con dos cucharas. Donde
.PERMITAME USTED UNA primero yo vi W1 par de claves fue en los coros de
PIEZA DE YAMBU. claves, y pasó a los grupos de guaguancó más
Perdido en el tiempo de la llegada de Jos pri- tarde. En el guaguancó nosotros hemos hecho
meros negros libres a las ciudades, el yambú algunas innovaciones: yo creo que el guguancó
presenta credencial como uno de los bailes es el complemerllo directo del yambú.»
más antiguos integrantes de la rumba. No Florencia Calle Peraza es uno de los viejos
hace falta la escenografía pomposa; simple- matanceros que nacieron con la rumba. Vio el
mente, en una cuarteria, cualquier noche, un apogeo de la vertiente del popular y folklórico
hombre y una mujer, como esos dos viejitos sonido de tambores y cajas que todo el mundo
-Salomé Hernández y Estanislá Luna- que conoce por guaguancó y contunde con la rum-
les dicen a los periodistas: «Les vamos a ense- ba, sin saber que el primero es el último desgaja-
ñar los secretos de los pasos, fíjense bien porque miento de la segunda. ¿Después del yambú, el
cualquier día de estos no se baila más yambtÍ», guaguancó? Otro viejo tocador, Esteban Lan-
desplazan sus extremidades cadenciosas. sin trí, coincide con la opinión de Florencia: «A mí
gestos excesivos, las rodiUas Oexionadas. Y me han dicho grandes /tomhres que el gua-
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J ... nlo l .... origen pt ... rlc ... lI ... ral, e ..... condición verdaderamenle lolklórlca y-por 'anlo- pop ... lar la q ... e earaelerl:.z. de manera e.enclala l.
mu"ea y danza euban ••. Gr ... po. cama ella compar.a de .. Negro. Curro.~. manllenen .ctu.lmenle lal c.rllic'er de autenticIdad y Iradleión.

glla1JCÓ tiene mucho del negro traído de Africa y gua (pedazo de caña brava percut iva por dos
yo les digo que /la. Que lile digan a mí de qué baquetas) y el güiro.
toque africano nace el guaguancó, porque ese Las letras (estructuradas en cuartetas, sexte-
tipo de rumba se empezó a tocar el1 Cuba COI' tas y hasta décimas, con un estribillo dicho a
cajones y cucharas, naciendo del yambú». coro que a veces no dice nada sino que emite
El guaguancó en Matanzas ha sufddo una un sonido rajado y agudo) tradicionalmente
gran evolución; los toques presentan tal varie- han contado sucesos trágicos, amores engaño-
dad que los musicólogos aún no han decidido sos, pasiones conyugales, loas a personajes y
dónde meterlo. 1.0 que todos los informantes leyendas, a casas. calles y ciudades; y temas
parecen asegurares que las formas más defini- sociales, pOI-que en el canto se puso énfasis a la
tivas de la man ifestación se establecen en el ironía nacida de las circunstancias de podre-
segundo cuarto del siglo XX. dumbre política de la seudorrepública; o se
recordaba a los grandes hombres de la patria
En la parte de danza el elemento distintivo en profundos lamentos. Hasta lo intrascen-
consiste en el «vacunao ... El hombre baila ex- dente, como el atropellamiento d .. la5. gentes
trovertidamente, busca la pclbis de la compa- en 19!O cuando el cometa Hallcy exhibía su
ñera hasta culminar, representativamente, el tremebunda co la sobre la Tierra, es cantado
gesto sensual de la posesión. Mientras tanto, la por el guaguancó. La exclusividad de su tex-
mujer contrae sus musculos: su misión es evi- tura narrativa hace pensar en la posibilidad
tarque la «vacunen .. ; si lo logra, IQs asistentes de considerarle como una expresión épica, tal
al baile dirán que ella es mejor que el hombre; vez la única de raigambre y personalidad en -
si rápidamente el hombre la posee, e l critedo teramente cubanas.
del publico se invierte. Hay que apuntar cómo el guaguancó en Ma-
Sin embargo, más que el baile, lo que da pres- tanzas mantuvo su perfil en las décadas de los
tancia a esta forma es el canto y el conjunto 40 y 50, cuando en La Habana la fiebre turís-
acompañante. En lugar de los cajones, se in- tica de los norteamericanos confinó este tipo
trodu<.:en tambores de duela de diferente afi- de rumba a los tugurios levantados con prisa
nación y tamaño. Actualmente, el formato se en las zonas de tolerancia oficial y deformó
basa en una tumbadora-conga (sonido cen- muchas de sus raíces. En los días en que Elvis
tml), ("1 quinto-I'equinto (sonido agudo). ade- Presley, Nal King Cale y otros eran lanzado~
más de un pt'queño cajón requintador (confec- con el . fox» y el .rock .. , en un bar de la calle
cionado de ced l-o), marugas de metal, el gua- Velalue, en el corazón de L'l Marina, Florencia
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Calle y Esteban Lantri, más conocido como Pablo Milanés suma el soplo tírico al ritmo
«5aldiguera», se pusieron de acuerdo con An~ sincopado:
gel Pelladito, Pedro Luis Alfonso, alias« ViIuli- .Los caminos, los caminos. los caminos viejos
lIalO, Goyito Díaz, Esteban «ChachálO Bacallao, son desechos. son desechos de viejos destinos,
Juan y «PapilO Mesa, para dar a conocer «lo no crucemos, no crucemos por esos caminos
bueno del guaguanc6». Surgieron entonces porque sólo. porque sólo son caminos muertos,lO
«Los Muñequitos», conjunto mayor de la El grupo «Manguaré» incorpora esta forma
rumba matancera considerado hoy pOI' hoy musical para narrar la historia del amorentre
como uno de los más fieles exponen tes del las vacas y los toros del plan .Niña Bonita», y
folklore cubano, Para apreciar la calidad del los estudiantes del Preuniversitario «Carlos
grupo basta asomarse a las manos de «Cha- Marx» adaptan a él la «Canción de Cuna para
chá, diminutas sobre el quinto, maniobradas despertar a un negrito», de Nicolás Guillén, y
hasta lo indecible en la profusión del toque, y el grupo «Moneada» hace la «Elegía a los caí-
oír el constante y equilibrado sonar del gua- dos el 26 de julio de 195310 en este ritmo. Ano-
gua de Pelladito «ante el cual hay que quitarse temos también su influencia en toda una zona
el sombrero». de la joven canción, especialmente en Silvio
Rodríguez. Nada más hermoso, porsu sencilla
c;ORDENE Y MANDE, poesía, que cuando el cantante afirma:
PRESENTE ESTAMOS!.
«Yo digo que no hay quien crezca
La actualidad del guaguanc6 no hay que cir- más allá de lo que vale
cunscribirla a Matanzas. Si bien allí el folklore y el tonto que no lo sabe
se hace vivo y cobra vigor en las jóvenes gene- es el que en zancos se arresta .»
raciones --en Matanzas el movimiento de afi- Pero tal vez una de las muestras más fehacien-
cionados da calor a conjuntos de la importan- tes de cómo el guaguancó se ha hecho dueño de
cia del "Grupo de Rumba de los Gastronómi- la nueva realidad, pudo obtenerse en la clau-
COSlO, «Grupo Afro-CubalO, «Grupo de los Mue- sura del [V Festival de Aficionados de la Uni-
lles de Cárdenas», «Columbianos de Unión de ve¡'sidad de La Habana, cuando en el Teatro
Reyes 10-, resulta alentador oír los nuevos Lázaro Peña la multitud seguía las voces de los
contenidos que inundan el guaguancó de los del «Moneada » pronunciando en alto, sobre el
estudiantes de la Isla, quienes lo han puesto a repiqueteo del ¡'equinto:
sonar con lemas de hoy, «¡Ordene y mande, presente estamos!
La inserción del guaguncó en la «Nueva Trova ¡Ordene y mande, comandante,
Cubana» presupone ya un rumbo cierto. Aquí, presente estaaaamos! • • R,M.R. Y P. de la H.

La Inserción de. guaguancó en la ,.Nueva Trova Cubana .. presu,


pone un rumbo cierto para el lutu,o deL género : Pablo MUanés
(sobre estas linee.) lo culllva ya con su fueru Ilrlca. También SlIvio
RocInguer(derecha) ha vlato Inlluencledo sulrabajo musIcal por el
guaguanc6. qua .sl es Integraclo e le }ovan cancIón cubane

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