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LA HISTORIA DE ABRAHAM

NARRADOR: Abraham camina por el campo un día.


La voz de Dios: “Abraham, quiero que me hagas una cosita.”

Abraham contesta: “A Sus órdenes, Señor mío.”


Dios: “Quiero que me ofrezcas a tu hijo único, el que te prometí, y esperaste 25
años para recibir. Ofrézcalo en un monte especial lejos de aquí como una ofrenda
totalmente quemada en el fuego.”

Abraham cae de espaldas y dice: “Qué…qué…qué dijiste? No oí bien.”

Dios: “Sí, me oíste bien. Quiero que me ofrezcas a tu único hijo y heredero de
todas tus promesas y esperanzas como un sacrificio quemado sobre un altar en
un lugar lejos que yo te mostraré. Nada más.”

Abraham: “Pero, Dios, esto es lo que hacen los paganos a sus ídolos. Nunca
pediste algo así a ninguno de mis padres. No puede ser.”

Dios: “Pero así es, mi amigo. Mi orden es que lo hagas para mí.”

Abraham duerme muy molesto. Se levanta temprano y sale con su hijo Isaac,
llevando leña en burros. Caminan tres días. Dios le muestra el monte. Abraham
deja los burros, carga la leña en la espalda de Isaac, toma su cuchillo y el fuego, y
suben al monte.

Isaac pregunta: “Papi, aquí tienes leña, fuego y cuchillo, pero ¿dónde está el
animal para el sacrificio?”

Abraham: “Dios va a proveer Su sacrificio, mi hijo.”

Caminan hasta la cumbre, hacen un altar de piedras, y Abraham amarra a Isaac


con sogas y lo acuesta sobre el altar. Llorando, Abraham levanta el cuchillo y está
a punto de matar a Isaac cuando–
El Angel del Señor dice: “No lo hagas, Abraham. Ahora sé que me amas porque
no me has negado tu propio hijo. No entiendes lo que acabas de hacer, pero algún
día lo entenderás. Tú pasaste la gran prueba de la obediencia. Ahora, desamarra
a tu hijo Isaac y ofrece el cordero que está enredado en aquel matorral.”

Abraham desamarra a Isaac y lo abraza, diciendo: “Gracias, Dios. Dos veces me


lo has dado y todas tus promesas van a ser cumplidas por medio de él y sus
hijos.”

JONAS
Narrador: Nínive era una ciudad en la que sus habitantes eran extremadamente crueles y
violentos. Estos pecados llegaron a la presencia de Dios, por eso Dios llamó a Jonás para
indicarle:

Jehová: Jonás, Jonás levántate, necesito que vayas a Nínive.

Jonás: ¿Para qué quieres que vaya a Nínive, Señor?

Jehová: Quiero que les digas que su maldad ha llegado delante de mí. Predícales que se
arrepientan du sus maldades.

Escena II
Narrador: Pero Jonás en lugar de obedecer el mandato se subió en un barco rumbo a la
ciudad de Tarsis para escapar de la presencia de Dios.

Pero Dios viéndole dentro del barco sopló un viento recio sobre el mar y levantó una gran
tormenta que movía el barco como si fuera un simple juguetito.

Las olas zarandeaban el barco de aquí para allá y de allá para acá, y los marineros tuvieron
tanto miedo que empezaron a gritar a sus dioses:

Marineros: dios del sol, dios de la luna, dios del viento ayúdanos por favor, no queremos
morir en esta tempestad.

Marinero 1: ¿Qué podemos hacer? ¡Este barco se hunde!

Marinero 2: Tiremos parte de nuestro cargamento al mar para que el barco no se hunda.

Narrador: Todos los marineros luchaban juntos intentando mantener el barco a flote, pero


el patrón del barco al percatarse de que Jonás no estaba en el grupo decidió bajar al interior
del barco y para su sorpresa encontró a Jonás profundamente dormido.

Patrón del barco: ¿No te das cuenta de que nos estamos hundiendo? Levántate dormilón y
clama a tu Dios a ver si tiene misericordia de nosotros y no nos hundimos.
Narrador: Jonás rápidamente se levantó y escuchó a los marineros preguntándose por
quién les había sobrevenido esa gran tempestad.

Marineros: Echemos suerte para saber por quién de nosotros se ha levantado esta gran
tormenta.

Narrador: Los marineros cogieron una moneda, Jonás veía cómo la moneda iba
descartando a los demás hasta que finalmente esta le señaló a él como el culpable de haber
desobedecido a Dios. Entonces los marineros mirando fijamente a Jonás le preguntaron:

Marinero 1: ¿Dinos por qué nos ha venido esta tormenta? ¿De dónde eres?

Jonás: Soy hebreo, y temo a Jehová, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra.

Marinero 2: ¡Por desobedecer a Dios nos has puesto a todos en peligro! ¿Por qué has
intentado huir de su presencia?

Narrador: Mientras los marineros continuaban interrogando a Jonás el mar se iba


embraveciendo más y más….

Marinero 3: ¿Qué podemos hacer contigo para que el mar se tranquilice? ¡No quereos
morir!

Jonás: Tomadme y echadme al mar, y el mar se os aquietará; porque yo sé que por mi


causa ha venido esta gran tempestad sobre vosotros.

Marineros: ¡No podemos hacerte esto Jonás, morirás al instante! ¡Volvamos a tierra!

Narrador: Pero mientras intentaban volver a tierra el viento soplaba tan fuerte que el
choque de las olas hacían crujir hasta el último rincón del barco. Y los marineros tuvieron
tanto miedo que clamaron a gran voz:

Marineros: Te rogamos ahora, Jehová, que no perezcamos nosotros por la vida de este
hombre, ni pongas sobre nosotros la sangre inocente; porque tú, Jehová, has hecho como
has querido.
Narrador: Dicho esto, tomaron a Jonás y lo lanzaron al mar y en ese mismo instante se
calmó la tempestad.

Escena III
Narrador: Jonás dentro del mar intentaba nadar para mantenerse a flote, pero Dios en su
misericordia envió a  un gran pez que se lo tragó de un bocado.

Dentro de las entrañas del pez unas algas marinas rodearon la cabeza de Jonás. Tenía
miedo, todo allí era oscuro. Pero podía respirar y también podía hablar.

Ahí dentro, en medio del miedo y la oscuridad Jonás se acordó  de que había desobedecido
a Dios y muy arrepentido empezó a orar:
Jonás: “Desde mi angustia clamé a Jehová y él procedió a responderme. Desde el vientre
del Seol grité por ayuda. Oíste mi voz.

Narrador: Pasaron tres días y tres noches y el pez vomitó a Jonás en tierra seca,
exactamente en Nínive, la ciudad donde Jehová le había mandado ir a predicar.

Escena IV
Narrador: Comenzó Jonás a caminar por la ciudad y pregonaba diciendo:

Jonás: De aquí a cuarenta días Nínive será destruida si no se arrepienten de sus maldades.

Narrador: El mensaje de Jonás llegó hasta el rey de Nínive que creyó en el mensaje de
Jonás y decretó lo siguiente:

Rey: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna, no se les dé alimento, ni


beban agua. Clamemos a Dios fuertemente y arrepiéntanse cada uno de sus maldades. Para
ver si Dios tiene misericordia de nosotros y no nos destruye.

Narrador: Y vio Dios que se convirtieron de su mal camino y decidió no destruir a


Nínive. 

Reflexión: Finalmente Jonás aprendió que cuando obedecemos a Dios nos va mejor en la
vida, porque él nos guarda del mal y nos cuida. Jesucristo es el mejor modelo de la
obediencia, la biblia dice:

Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su
 

obra. (Juan 4:34)

También Jonás comprendió que cuando nos arrepentimos de nuestros pecados Dios nos
perdona.

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y


limpiarnos de toda maldad. (1 Juan 1:9)

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