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Estamos en el tiempo de la restauración de todas las cosas que Dios
prometió a través de sus apóstoles y profetas (Hechos 3:21). Esa
restauración consiste en que Dios traerá de nuevo a la iglesia al orden
original. Así corregirá todo lo que está deficiente (Tito 1:5); edificará
las ruinas antiguas, y levantará los cimientos, de generación y
generación (Isaías 58:12). Él está enviando sus mensajeros para que le
preparen el camino, porque su gloria se manifestará en esta
generación como nunca antes. Hay un mensaje que es necesario dar a
voces a la iglesia y es que «… su tiempo es YA CUMPLIDO…» (Isaías
40:2). El Señor está enderezando todo lo que está torcido en su
pueblo; está bajando los montes y subiendo los valles, y, sobre todo,
está secando la flor de la hierba que es la gloria del hombre (Isaías
40:4-8). Todo lo que obstruye el paso de su gloria e impide que se vea
su manifestación será quitado y destruido. El pueblo entendido
conocerá el tiempo de su visitación y colaborará con Dios.
Llegó el tiempo del pleno entendimiento. Ha llegado la hora de
comprender a plenitud la esperanza a la cual hemos sido llamados y
las riquezas de la gloria de nuestra herencia (Efesios 1:18). El Espíritu
anuncia que llegó el momento en que todo lo que es «en parte» será
quitado. Se terminó el tiempo de recibir las bendiciones «por
medidas». Ya no estaremos más como el paralítico de Betesda,
esperando «el movimiento del agua» (Juan 5:3-4), porque Dios rompe
hoy todos los estanques que no mueven sus aguas. Los ríos de Dios
correrán sin impedimento. Preparémonos para disfrutar del torrente
de sus delicias (Salmos 36:8). Del interior de cada creyente brotará la
fuente de agua que salta para vida eterna (Juan 4:14). Del trono de
Dios fluirá el manantial de la vida y «del río sus corrientes alegran la
ciudad de Dios, el santuario de las moradas del Altísimo» (Salmos
46:4). El Espíritu proclama:
Tierra, no temas; alégrate y gózate, porque Jehová
hará grandes cosas. Animales del campo, no temáis;
porque los pastos del desierto reverdecerán, porque
los árboles llevarán su fruto, la higuera y la vid
darán sus frutos. Vosotros también, hijos de Sion,
alegraos y gozaos en Jehová vuestro Dios; porque os
ha dado la primera LLUVIA a su TIEMPO, y hará
descender sobre vosotros LLUVIA TEMPRANA Y
TARDÍA como al principio. Las eras se llenarán de
trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite. Y os
restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el
revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié
contra vosotros. Comeréis hasta saciaros, y
alabaréis el nombre de Jehová vuestro Dios, el cual
hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi
pueblo avergonzado (Joel 2:21-26).
Produce gozo inefable oír que hemos entrado ya a ese tiempo, pero
es de trascendental importancia estar preparados para administrar
estas riquezas. Egipto pudo disfrutar de los siete años de abundancia y
no sufrió los de hambre, gracias a la sabiduría que Dios dio a José para
administrar esos bienes. Los apóstoles también supieron administrar
la gran cantidad de frutos que produjo la lluvia temprana. Dios
requiere lo mismo de nosotros hoy, para poder hacer un buen uso de
lo que producirá la lluvia tardía.
Si me preguntaras el por qué los apóstoles pudieron administrar con
efectividad todas aquellas riquezas de gloria que produjo la lluvia
temprana, mi respuesta sería: porque ellos supieron vivir y andar
según el Espíritu. Sólo hay una manera en que la iglesia de hoy puede
administrar la gloria postrera y es haciendo lo mismo que hicieron los
apóstoles del Cordero. Dios le dio una vida a la iglesia y es la vida del
Espíritu. El Señor le asignó un guía a la iglesia: el Espíritu Santo. El
pecado de Israel fue contra el Hijo y el de la iglesia es contra el
Espíritu. La restauración de Israel es volverse a Cristo y la
restauración de la iglesia es volver a vivir según el Espíritu. Aclaro que
no todo Israel rechazó al Señor Jesús, como no toda la iglesia ha
rechazado la conducción del Espíritu.
A Dios hay que aceptarlo y creerlo como él se ha revelado, y no como
nosotros lo concebimos o lo interpretamos. Por ejemplo, si Dios
siempre se relacionó con su pueblo a través de un pacto, entonces es
necesario entender esta conducta divina para poder caminar bien con
él. Muchas veces erramos y nos confundimos porque no servimos al
Señor de acuerdo a lo que él establece, sino a lo que nosotros
pensamos. Somos tardos para entender y renuentes a seguir
instrucciones. Tenemos una seria incapacidad para seguir direcciones
y por eso se nos dificulta caminar con Dios.
Es necesario conocer los caminos y el propósito de Dios para
seguirle, como es imperativo conocer la naturaleza de las cosas divinas
para poder entenderlas. En la dispensación de la gracia, todo es por el
Espíritu y en el Espíritu. En la vida del Señor Jesús todo fue por el
Espíritu. Él nació por el Espíritu, creció por el Espíritu, fue bautizado
por el Espíritu, fue guiado por el Espíritu, también por el Espíritu
entregó su vida, y por el Espíritu resucitó. Pedro dijo: «... cómo Dios
ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo
éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el
diablo, porque Dios estaba con él» (Hechos 10:38). Nosotros también,
igual que el Señor Jesús, todo lo que somos y hacemos es por el
Espíritu. Fuimos engendrados por el Espíritu, nacemos por el Espíritu,
crecemos por el Espíritu, somos bautizados con el Espíritu, fuimos
ungidos por el Espíritu, tenemos el fruto del Espíritu, y los dones del
Espíritu. El ministerio de esta dispensación es el del Espíritu. Ahora
adoramos en Espíritu, servimos a Dios en Espíritu, vivimos por el
Espíritu y somos guiados por el Espíritu.
¿Te has preguntado alguna vez, por qué en este tiempo todo es por el
Espíritu y en el Espíritu? La respuesta es sencilla: Dios es Espíritu
(Juan 4:24), y él reservó este tiempo para hacernos participar de todo
lo que él es. Él es Espíritu y su naturaleza es espiritual, por eso nos
hizo participantes de su naturaleza divina, para que fuésemos un
espíritu con él (1 Corintios 6:17). Es necesario nacer del Espíritu para
conocer al Dios Espíritu. Es preciso adorarlo en espíritu, porque él es
Espíritu (Juan 4:24). El reino de los cielos ha llegado a nosotros
(Mateo 12:28); y está entre nosotros (Lucas 17:21).
En el cielo todo se hace en el Espíritu, porque Dios es Espíritu y su
reino es espiritual. En este tiempo Dios nos hace, no sólo conocerlo,
sino participar de todo lo que él es. Ahora podemos hacer todas las
cosas como se hacen en el cielo (Mateo 6:10). No sólo podemos hacer
como Dios, sino ser como Dios. Esa es la gloria del nuevo pacto y la
bienaventuranza de este tiempo. Esto fue lo que Jesús dijo que
muchos profetas y reyes quisieron ver y no vieron (Mateo 13:17), y que
Pablo destaca y enfatiza, cuando dice:
PREGUNTAS
Según lo escuchado en el audio responda brevemente con
sus propias palabras.
Gloria Postrera: La gloria de Dios es la manifestación de la
grandeza y el esplendor divino. Su gloria define el poder, la majestad
y la santidad de Dios. Esta gloria se manifestó en los tiempos
antiguos y en este tiempo (postrera) es mayor que la primera,. Jesús
prometió a sus discípulos que ellos harían obras mayores que las que
hizo él: “Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras
que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre. Y todo lo
que ustedes pidan en mi Nombre yo lo haré, para que el Padre sea
glorificado en el Hijo.” Juan 14:12
1. ¿Cómo la iglesia de hoy puede administrar la gloria postrera?
2. ¿Diferencia entre la restauración de Israel y la restauración de la
iglesia?
3. ¿Qué hay que hacer para caminar con Dios?
4. ¿Qué significa el ministerio de la dispensación del espíritu?
5. ¿Porque es necesario nacer del Espíritu?
6. ¿Cómo puedo conocer, entender y adorar a Dios? En el Espíritu,
porque Dios es Espíritu
7. Explique brevemente lo que le quedó de haber escuchado este
audio.
8. ¿Qué fue lo que más le llamo la atención de este primer audio?
Explique.