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Políticas de energías

renovables en Japón
En el marco del 6º Plan Estratégico de
Energía de 2021, Japón se propone
alcanzar la neutralidad de carbono en
2050. Prevé que las energías
renovables representen alrededor del
37% de su combinación de energías en
2030, y que la nuclear sea responsable
del 21% aproximadamente. Sin
embargo, el hecho de ser un
archipiélago sísmicamente activo
limita sus opciones energéticas. En
2020, los combustibles fósiles
representaban más del 75% de la
combinación energética nipona y
depende de las importaciones
para el 99% de su petróleo, el 98% de su gas y el casi el 100% de su carbón.

Uno de los principales desafíos en el sector energético es garantizar la seguridad de


la electricidad para combatir las limitaciones y cortes de la red , incluida la mejora de
la conectividad entre sus redes regionales a nivel nacional . Esto es especialmente
cierto para un país como GNL ( gas natural licuado ) que tiene espacio de
almacenamiento limitado y depende en gran medida de las importaciones de GNL .
históricamente enfrentó desafíos fundamentales para su seguridad energética como
una nación insular sin gasoductos internacionales , pocas conexiones domésticas y
solo su propia producción de energía . Esto ha sido especialmente cierto desde la
Desastre de Fukushima en 2011 que cerró casi todos sus reactores nucleares.
En la última década, al poner en práctica su visión guiada por los principios de la
seguridad energética, se lograron avances sustanciales en materia de seguridad,
sostenibilidad medioambiental y eficiencia económica. Sin embargo, en los últimos
años, una serie de catástrofes naturales han provocado largos apagones a gran
escala en sus principales ciudades, incluso en Tokio, lo que puso de manifiesto las
vulnerabilidades del sistema actual. Unas vulnerabilidades que ha padecido
históricamente.
Japón ha diversificado con éxito sus fuentes de importación de gas natural licuado
(GNL), mientras que las importaciones de petróleo siguen muy concentradas en un
pequeño número de proveedores de Oriente Medio. Lo que hace que el país se vea
fácilmente afectado por las grandes crisis mundiales y los riesgos geopolíticos, a los
que el gobierno nipón está continuamente expuesto debido a su localización
geográfica y política, siendo vecino de Rusia, China y Corea y con Estados Unidos
como socio principal.
Más que ningún otro gran país, la política energética japonesa ha tratado durante
más de un siglo de compensar sus escasos recursos energéticos. Sus acciones se han
centrado en lo que llaman las “3E” –en inglés: Energy security, Environmental
protection y Economic efficiency–, es decir, los tres pilares principales de la política
energética de Japón.
Estos son:
1) asegurar el crecimiento económico nacional reduciendo el riesgo
2) garantizar la seguridad en el campo de la energía y salvaguardar un suministro
ininterrumpido
3) impulsar la protección del medio ambiente, en particular, respondiendo al
calentamiento global.
Teniendo en cuenta la posición geográfica de
Japón, la construcción de una comunidad
energética y medioambiental en el conjunto de
Asia se convertirá probablemente en una
cuestión a largo plazo.
En el ámbito nacional, el gran ganador de la
actual crisis podría ser la energía nuclear.
Japón se plantea volver a la energía nuclear
más de una década después del desastre de
Fukushima. Hasta a ahora, la reanudación de las centrales ha resultado difícil debido
a la importante resistencia de la opinión pública japonesa. Sin embargo, es necesario
expresar cómo la crisis de Ucrania y el aumento de los costes de la energía han
forzado un cambio, tanto en la opinión pública como en la formulación de políticas
hacia la energía nuclear.
El gobierno está estudiando ahora la posibilidad de ampliar la vida útil de los
reactores existentes más allá del límite legal, excluyendo el periodo que han
permanecido apagados a la hora de calcular su tiempo de funcionamiento.
Tokio cree que necesita la energía nuclear para evitar nuevas crisis energéticas, ya
que su red no está conectada a los países vecinos ni puede aumentar la producción
de combustibles fósiles nacionales. Sin embargo, esto ha hecho que los activistas
medioambientales se preocupen, una vez más, por el destino de la transición
energética renovable japonesa y por posibles incidentes futuros.

La visión japonesa de una sociedad con 0 emisiones recogida en la Estrategia de


Crecimiento Verde en línea con la Neutralidad del Carbono en 2050 requerirá que el
país acelere sustancialmente el despliegue de tecnologías de baja emisión de
carbono. La ya elevada dependencia de Japón de Oriente Medio en materia de
combustibles fósiles es también una fuente de vulnerabilidad. Cualquier interrupción
del flujo de petróleo devastaría la economía y la seguridad del país.

"Es probable que la energía renovable represente cerca de la mitad de la


mezcla de fuentes de energía de Japón en 2030, dijo el miércoles un alto
legislador del partido gobernante, en medio de la incertidumbre sobre la
reanudación de las plantas de energía nuclear después del desastre de
Fukushima de 2011"

Los combustibles no fósiles, tales como la energía renovable y la energía nuclear,


deberían representar el 50% o más de la mezcla de fuentes de energía de Japón en
2030, dijo un grupo de legisladores del partido gobernante en una propuesta
realizada este miércoles.

La política energética básica del gobierno estableció en 2018 objetivos para que los
combustibles fósiles como el carbón y el gas contribuyan con el 56% de la energía
total en 2030, mientras que para el caso de las energías renovables, su contribución
en el mix energético de Japón se ubica entre el 22 - 24% para 2030.
El comentario del legislador Masahiko Shibayama se produjo después de que el
Primer Ministro Yoshihide Suga dijera en octubre que Japón se propondría reducir las
emisiones de gases de efecto invernadero a cero neto para 2050, un cambio
importante para la tercera economía más grande del mundo, que depende en gran
medida de los combustibles fósiles importados

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