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David Luque Palomo Ensayo acerca de la definición de vida

QUÉ ES LA VIDA. INDAGACIONES FILOSÓFICAS


ACERCA DE LA DEFINICIÓN DE VIDA Y SUS
REPERCUSIONES SOCIOCULTURALES.

PARTE I

1. En busca de la definición de vida

No son pocos los intentos, tanto de biólogos como de filósofos, de esclarecer una
definición de qué es la vida, o, si se quiere expresar de otra forma, de cuáles son las
características universales que debe poseer un organismo si este ha de llamarse vivo. En
la biología nos encontramos–tras otros muchos rasgos de lo vivo que han ido perdiendo
rigor1–dos enfoques fundamentales para delimitar lo vivo y lo no vivo, esto es, para
definir la vida.
Dichos enfoques son, a su vez, poseer un metabolismo y tener la capacidad de
autoreplicarse genéticamente.

a) Primer enfoque: el metabolismo


El metabolismo es la actividad encargada de automantener el medio interno del
viviente estable, idéntico a sí mismo y regulado mediante procesos homeostásicos. Sin
este metabolismo, la unidad que supone el viviente no se conforma como tal, ya que este
no se mantiene estable sin estos procesos metabólicos. Dicho lo cual, pareciese que el
rasgo de poseer un metabolismo no solo es fundamental para la vida, sino que es lo
esencial para definirla, pero esto no es del todo así.
Bajo esta tesis, surge la siguiente dificultad: cómo surge un organismo con este
rasgo espontáneamente, poseyendo moléculas y material genético que puede dar lugar a
un heredero similar. (Diéguez, 2012, p.36) Cómo es posible que un organismo surja de la
nada y contenga el material suficiente para dar de sí a otro miembro de su especie
genéticamente similar. Parece que, dicho organismo, necesita también de la capacidad de
autoreplicar la información genética que le es propia para que se constituya como ser vivo
y no de manera espontánea, sino mediante la replicación de cadenas de ADN y ARN.

b) Segundo enfoque: la capacidad de autoreplicarse

1
Para más información, véase Diéguez, A. (2012). La búsqueda de una definición de vida. La vida bajo
escrutinio (pp 23-43). España: Biblioteca Buridán.

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Este rasgo es el que defiende que lo primordial en el origen de la vida, si es que


queremos encontrar una definición de esta, es la replicación de la información genética
que hay contenida en las células, constituyendo así a un organismo vivo al cual se le añade
posteriormente el enfoque anterior: el metabolismo. Pero, si decíamos que el metabolismo
es lo que constituye la unidad del ser vivo, dándole a este la regulación y la mismidad
para con las distintas partes heterogéneas que lo conforman, cómo puede darse esta
autoreplicación si no es en una unidad estable, en un organismo. Es cierto que una
molécula de ARN se puede autoreplicar fuera de una célula si se le proporciona las
enzimas necesarias, pero no se ha demostrado empíricamente que esto ocurra sin un
ambiente químico como el que aporta el ciclo metabólico, Cf. Pross (2004) y Anet (2004).
Tenemos entonces el antiquísimo problema de qué fue antes el huevo o la gallina
traspasado al plano de la filosofía de la biología, y es que, tanto biólogos como químicos,
no se ponen de acuerdo en la pregunta por cúal es el rasgo principial y constituyente de
un ser vivo.

c) Síntesis entre ambos enfoques: el problema de la unidad


Esta dicotomía entre un enfoque u otro, se podría salvar si llegamos a una síntesis
entre ambos. Esta tarea es objeto de estudio de Freeman Dyson (1999), J. Peretó y A.
Moreno (2004) entre otros. Estos autores conciben la definición de vida como una unión
simbiótica entre unos procesos metabólicos y una replicación genética desde un primer
momento, siendo ambos rasgos necesarios para la conformación de la vida.
Esta definición de vida no deja indiferente a nadie, ya que logra salvar el problema
de la unidad que presentaba el hecho de darle prioridad a la capacidad autoreplicadora.
No obstante, su pretensión de universalidad le acarrea el problema de que, al ser tan
extensa y abarcadora, bien se podría incluir entonces como seres vivos a un ordenador o
cualquier otra máquina que sea capaz de replicar información a otros sistemas y mantener
una relación de energía en su medio interno para mantenerse, si se me permite la
expresión, “en on”, como si de un sistema metabólico se tratase.

El debate acerca de la Vida Artificial está despuntando gracias a los avances tecno-
biológicos y supone todo un desafío para cualquiera que quiera defender la unicidad de
la vida natural y su clara superioridad respecto de la “vida artificial”, concepto que parece
incluso paradójico.

2. Un tercer enfoque: la entropía

La entropía es el fundamento básico de la Segunda Ley de la Termodinámica, la


cual versa sobre el hecho de que todo sistema aislado evoluciona al estado más probable,
esto es, al estado de mayor entropía, coincidiendo este a su vez con la mayor pérdida de

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información. Al aumentar la probabilidad de un cierto estado de una cierta materia,


aumenta la información que dicho sistema pierde en el camino hacia la máxima entropía.
Este hecho se ve muy simplemente con un ejemplo superfluo, pero, para lo que
atañe, muy útil: cuando lanzamos un dado, la probabilidad de que salga cualquier número
es la misma, siendo un dado de seis caras, la probabilidad sería de un sexto. Si, en lugar
de un dado lanzamos dos, la probabilidad de que salga cualquier número sigue siendo la
misma, pero no es así en el caso de la suma de los resultados, en dicho caso, la suma de
número más probable de obtener con dos dados es el siete, pues es el que más
combinaciones y casos específicos tiene. Cuando nos dispongamos a lanzar mil dados, la
suma más probable responderá a muchas más combinaciones, teniendo más información
acerca de cuál es la suma más probable en un sistema de dos dados que en uno donde se
lancen mil, por lo que, a medida que el sistema evoluciona, aumenta la entropía–que
hemos dicho que era el estado al que tiende un sistema a medida que este avanza–y
disminuye la información que tenemos acerca de dicho sistema.
En el universo, este estado de máxima entropía se ejemplifica con la muerte, lo
inerte y lo inorgánico, ya que son sistemas que carecen de información, tanto genética
como de cualquier otro tipo.
Excelentes científicos como Schrödinger, definen la vida a partir de este concepto
clave: la entropía. Un sistema vivo es aquel que lleva a cabo actividades vitales para
disminuir su entropía y mantener su información genética salvaguardada en su organismo,
alimentándose así de “entropía negativa” cuando el viviente se nutre.
El enfoque entrópico parece que responda más a un principio, y más que principio,
ley, de lo inorgánico que de lo orgánico, objetivo que se viene aquí buscando. Pero salta
a la vista que la entropía es un concepto clave para dislumbrar qué podemos entender por
vida y por un sistema vivo.

3. Vida como actividad

Teniendo en cuenta el concepto de entropía, la vida parece ser una propiedad que
poseen los seres que desarrollan actividades que luchan contra el estado más probable al
que todo sistema tiende: la pérdida máxima de información, en el caso de un ser vivo,
esto se traduce en la muerte. Parece ser similar a la capacidad de poseer un metabolismo
que autoregule el medio interno del viviente frente a la entropía del mundo inorgánico,
pero, como bien hemos señalado aquí, no puede haber metabolismo que surja de la nada,
sin una replicación genética previa, por lo que, aceptando la síntesis entre metabolismo y
autoreplicación, y, añadiendo a esta, el concepto de entropía y la necesidad que tiene la
vida de ser actividad ante tal pérdida de información, podríamos definir esta tal como
sigue:
La vida es la propiedad de un ser que posee por igual un metabolismo que
autoregula su medio interno manteniéndolo idéntico a sí mismo y una capacidad de

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autoreplicación de información genética, y que desarrolla la actividad por la cual retrasa


el estado de máxima entropía al que necesariamente llegará.

Es la entelequia2 primera del vivir, así como el ver es la entelequia primera del
ojo, y, efectivamente, este debe definirse de acuerdo a esta actividad, lo es el vivir
respecto de la vida. (Aristóteles, 1978, p.70) Valga aquí la interpretación aristotélica de
entender alma y vida, prácticamente, como sinónimos. Tomando como ejemplo al ser
humano, que, espero, nadie dude de catalogar como ser vivo, vemos que este es una
sustancia hilemórfica compuesta de una cierta materia, esto es, de átomos de carbono,
hidrógeno, oxígeno y nitrógeno, y de una determinada forma que lo define como ser
universal que, a su vez, posee un acto paciente3, que sería la vida. La vida no es tal sin
dicha actividad, no es vida sin el acto de vivir.

PARTE II

1. La promiscuidad del concepto de vida en el ámbito


socio-cultural

En la esfera social, el término de vida se usa, en ocasiones, como arma arrojadiza


política para defender según qué ideologías y creencias de fe, pero pocos son los que se
preocupan por una investigación sesgada concerniente al concepto. Es un ejemplo más de
los múltiples ejemplos de términos que han sido banalizados y prestados a un uso
promiscuo, que no descuida en utilizar el lenguaje como un mero instrumento del interés
personal y no como un esclavo atado gustosamente bajo las cadenas de la verdad.
Recuperar un sentido de vida alejado lo más posible de ideologías y de intereses
que no sean la búsqueda de la verdad es el trabajo del filósofo, y como tal–al menos en
potencia– me debo a esta empresa. Se analizará un ámbito en particular donde el concepto
de vida está tomándose a la ligera bajo el punto de vista meramente biológico y, si cabe,
filosófico.

2
Actividad definitoria y esencial de una determinada sustancia. Para más información, véase Aristóteles.
(1978). Acerca del alma. España: Gredos.
3
Que se posee pero no se ejercita

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a) El feto: un ser humano y no humano a la vez


Como si del famoso gato de Schrodinger se tratase, el feto humano en el periodo
de las primeras catorce semanas parece ser humano para unos y no humano para otros,
dependiendo del interés de una determinada ideología o de una confesionalidad religiosa.
Claramente, si hemos dicho que vida se considera a cualquier organismo que tenga un
metabolismo y se autoreplique y bajo esta premisa una célula está considerada como la
unidad fisiológica de la vida, nadie debe dudar de que un feto compuesto por tejidos y
células es un ser vivo. Pero ese no es el debate, el principal problema está en si se
considera un ser humano de pleno derecho o no.
Cuando se aborta, surge la pregunta de si se está matando a un ser humano, o
simplemente se está matando a una vida humana pero que aún no goza de los derechos
inherentes a su naturaleza. El feto humano pertenece a la especie homo sapiens sapiens,
su naturaleza es humana, pero ¿es un ser humano jurídicamente hablando, gozando así de
pleno derecho a vivir? Para responder a esto, se debe analizar la cuestión de cuándo se
obtiene la naturaleza humana a la que inherentemente, sin saber muy bien el porqué, le
dotamos de ciertos derechos, entre ellos, el derecho a vivir. Entiendo por naturaleza
aquello que precede a lo artificial, a todo aquello hecho por la mano del hombre, como
son en este caso las leyes jurídicas. Estando de acuerdo en que el feto humano es un ser
natural, su esencia humana precede temporalmente a cualquier ley, solo obedece a la ley
de la naturaleza, en particular, a la reproducción, y es que, cuando un espermatozoide
humano fecunda un óvulo humano, podemos hablar de un ser humano.
Para esclarecer este razonamiento, se parte de la base de que “la expresión ‘algo
que es’ se dice en muchos sentidos”4 en particular, el feto es un ser humano en potencia,
y esta a su vez es algo que lo constituye sustancialmente, que sea algún tipo de ser, esto
es, humano, no es un atributo accidental a la sustancia, sino que es la forma5 de un ser
que en potencia es humano, tanto cognitiva como jurídicamente. Del hecho de que el feto
humano esté, en acto, privado de ciertas capacidades cognitivas y de derechos jurídicos,
no se sigue que esta privación se de absolutamente, pues tiene la potencialidad de alcanzar
el hecho de ser un ser humano. Por ello, se debe tratar la realidad que supone su ser de
manera que se vea en él a un humano de pleno derecho en potencia.
Advierto que lo que aquí se ha pretendido es aclarar en qué sentidos se puede
hablar de ser un ser humano y no de la legitimidad moral del aborto, cuestión que nos
llevaría a otro debate que pertenece a la esfera de la ética aplicada. No se viene aquí a
defender el aborto o su ilegalización, sino a mostrar que podemos hablar de un ser humano
refiriéndonos al feto, al menos de cierta manera, esto es, en potencia.

4
Aristóteles. Metafísica IV, 2, 1003a34. Trad. Calvo 2011)
5
Realidad universalizante de una sustancia

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFÍCAS:

• Diéguez, A. (2012). La vida bajo escrutinio. España: Biblioteca Buridán


• Schrödinger, E. (2015). ¿Qué es la vida?. España: Tusquets Editores S.A
• Aristóteles. (1978). Acerca del alma. España: Gredos
• Aristóteles. (2014). Metafísica. España: Gredos

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