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Entrega Final (Seminario)
Entrega Final (Seminario)
11 de junio de 2023
como la imaginación
Charly García
vestíbulo de mármol de mi edificio y subía por la calle y doblaba la esquina donde había un
1 Batalla de boxeo esto no será. Más bien una pelea de lucha libre, con invitados y sillas y apariciones especiales
que, por momentos, se robarán el foco. Es que mi manera de tener razón, en esto soy como muchos otros, es
recibiendo el fuego de pequeños prometeos; los autores que me alumbran. Invito a la lectora y al lector, si es
que hay tales, en este pie de página, a llenarse de paciencia. Este es mi único intento de captatio benevolentiae.
O bueno, puesto que conozco mi torpeza argumentativa, el otro intento será el de ser todo lo claro que mis
capacidades y disposición anímica permitan (pero eso está por verse). Eso sí, sin dejar de ser digresivo y en
cierta medida polifónico. Este es el ensayo de un poseído, de un entusiasta, de un… bueno, hasta ahí. No solo
las chicas son las más crueles consigo mismas, protesto al verso de Carson. [Acostúmbrense, por favor, al
nombre de esa autora, es personaje recurrente.]
colmado que no cerraba nunca. Me pedía dos cafés grandes con leche y seis de azúcar cada
segundo, despacio, mientras veía películas y comía galletitas saladas con formas de animales
y tomaba trazodona y zolpidem y Nembutal hasta que volvía a dormirme. Así perdía la noción
del tiempo. Pasaban los días. Las semanas. Unos cuantos meses. Cuando me acordaba, pedía
confirmando citas que había reservado mientras estaba dormida. Llamaba siempre para
(Moshfegh, 11)
vértigo leerlo, cada vez. A continuación, intentaré una sinopsis, cuidando de no arruinar por
completo la posible lectura de la novela, sobre todo para la lectora/el lector temeroso del
spoiler.
Una chica de clase alta espera que después de un año de sueño consiga tener fuerzas
para vivir. Habla en primera persona, pero no se trata de un diario o de una confesión. Nunca
conocemos su nombre. Su vida es un espectáculo. Sabemos que es rubia, alta, está a mitad
de los veintes a comienzos del 2000. Es hermosa. Dejó de utilizar bragas, pues las que tiene
le recuerdan a Trevor, un ejecutivo frío y despreciable; su amante recurrente por varios años.
Una especie de ‘evil Mr. Big’. La chica cuenta con suficiente dinero para no hacer nada y sin
embargo estar al día con el impuesto anual de la propiedad antigua de sus padres muertos y
del apartamento en que vive en Nueva York. De una psiquiatra inquietante, a un tiempo
perversa e ingenua, la doctora Tuttle, recibe complicadas recetas e incluso frascos con
pastillas que no pasaron las pruebas del laboratorio. Anestésicos utilizados en endoscopias,
barbitúricos, antipsicóticos, jarabes para la tos, fármacos hipnóticos. Riesgosas
combinaciones; corrupta posología. Al ritmo de cafés y películas, y de las visitas de una única
amiga, Reva. A Reva la examina con desdén por escandalosa, bulímica, ridícula, falta de
gusto, envidiosa. Sin embargo, a ella está dedicada la imagen más bella de la novela. La
Presenta escenas de episodios de manera sintética, esto provoca en el lector el deseo de ver
más, saber más. Queremos entrar en el episodio del que salió cada pedacito de clip al que se
nos ha permitido asomarnos. Para conocer lo que ya vimos debemos avanzar, como en una
Si hago la asociación entre novela y serie de televisión es, en parte, porque me parece
divertido entender una cosa como si fuera otra. Después de todo, podría establecer un vínculo
entre el procedimiento con que abre la novela y otros textos literarios. Las categorías
genéricas son un tipo de prisma. Cuando clasificamos una obra, según cierto género, lo que
construcción de personajes, en la obra que leemos, con otras en obras que hemos leído antes
—o no leído, pero conocido de oídas, como dicen en el Quijote—. Las impresiones se
repasan, se repiten.
lectura que frecuento2. El mecanismo consiste en: tomar cierta tendencia aislada o cierto
momento específico en un texto. Prestarle atención. Verlo con detenimiento hasta que
acaba por revelar que difícilmente hay algo verdaderamente aislado en un cuerpo (en el caso
del deseo de legibilidad, de la ampliación deliberada del objeto de esta capacidad humana
que es la lectura. Por la tradición filosófica y literaria sabemos que de la reflexión del deseo
surge el pensamiento, y que el pensamiento sobre el deseo, a su vez, produce esa experiencia
Una serie de televisión es tan legible como una novela. Sí, por un lado, menos
vertiginoso, porque las series están escritas. Ser espectador de una serie es, incluso más que
en el teatro, «casi como oír leer»4. En el teatro apremia la acción; un buen actor de teatro
2 Parcialmente es consecuencia de leer después de que uno se encuentra con autoras como Anne Carson. Y esto
no tiene que ver exclusivamente con sus obras, sino que también se extiende a la actitud lectora que está tras
estas. Ejemplo: Autobiografía de rojo, una novela en verso publicada en 1998, que cuenta la relación amorosa
entre Gerión y Heracles. Carson dice que se le ocurrió poner en una historia de amor homosexual a estos
personajes míticos, uno monstruo y el otro héroe, en parte, porque la acción en el relato de los trabajos de
Heracles le parecía muy gay. El contacto corporal, la penetración con objetos punzantes, etc. En la obra de
Carson, en general, hay gestos que se repiten: la recontextualización y apropiación de los clásicos, son dos de
tres. El otro viene de una singular habilidad combinatoria, que complementa, licuefacciona, los otros dos, y
completa el proceso de fundición con que logra una forma nueva. La de una obra nueva y novedosa, como es
la de Carson.
3
Arriba insinúo que el conjunto de obras humanas, artísticas, pero también de otro tipo, conforman un
entramado. No coherente, por supuesto. Toda obra humana, a partir de la tecnología de la escritura, es
comprensible bajo el orden de composición, tejido, texto.
4 Observación de Carolina Sanín en El ojo de la casa.
puede, y casi que debe, alejarse de la concreción material del texto (que comporta entre otras
características ritmo, pathos, semántica), sin por ello romper estructuralmente la obra. Antes
debe hacerlo en favor de que la obra funcione. El actor de televisión, por la no-sincronía,
tiene tiempo a disposición para aprehender el texto en que tiene base su actuación (guion).
diferente actitud respecto del texto, diríamos: el actor de teatro tiene la obligación de
revitalización de la lectura, vuelven a hacerse presentes, esta vez en la imaginación del lector
por un remplazoremplazo del texto. Lo que se oye y se ve, como fenómeno real, como
sensación inmediata, sustituye elremplaza al texto escrito. El texto tiene una naturaleza
extraña que le permite ser concreto, pero virtualmente siempre permanece abierto, o
entrecerrado. El texto es discreto. La televisión en cambio es cínica, lo dice así Anne Carson:
TV is inherently cynical. It speaks to the eye, but the mind has no eye.
[La televisión es inherentemente cínica. Habla para el ojo, pero la mente no tiene ojos.]
que copio, es evidente. La afirmación, que tiene consistencia de imagen, pero es abstracción,
se desglosa en el período que le sigue, que sí es imagen y sin embargo, funciona como
comentario a la afirmación. Se relacionan los periodos que componen el verso elipsis
mediante. Intentemos entender a nivel semántico: la televisión miente sin mentir, pues no le
importa la verdad. Importa la sensación («It speaks to the eye»); las sensaciones anteceden
la moral. Cuando la moral se refleja, entonces viene el juicio. Si el juicio no sucede hablamos
situación como amoral. Eso es lo que la televisión es, en principio: amoral. Es espectáculo:
Retomaré el hilo que he empezado a desmadejar más adelante. Pero primero: hay
capítulos que no son de relleno, pues importan, muchísimo, pero tienen valor de poética o de
teórica5. Expresan los fundamentos geométricos de una perspectiva. Así concibo los apartes
de masas. Quizá en disputa con la música, la serie de televisión es el tipo de objeto artístico,
es la forma de arte que más efectivamente puede llegar a moldear la sensibilidad popular. Por
pura contigüidad: las series y la publicidad —la afirmación puede sonar a blasfemia o
pleonasmo según quien la oiga— son el único tipo de obra artística con que muchas personas
5
Referencia al capítulo 3 de la temporada 4 de Seinfeld (1989-1998). Famoso por la conversación entre Jerry y
George sobre presentar una idea para sitcom: hacer un «show about nothing». Enlace al clip:
https://youtu.be/tSEEInFN_bY.
6
El cine, ese arte al que las series de televisión deben su existencia, como formato (se entiende), en buena
medida se ha ajustado a las formas de producción y distribución antes exclusivas de las series de televisión. Las
series no mataron al padre, pero se lo tragaron pues.
En el ensayo Una cultura y la nueva sensibilidad7 (1965), Sontag resuelve ir contra
modernidad. Ante los epitafios anticipados que el sentido común y algunos artistas y/o
intelectuales le han colgado al cuello de las artes, Sontag señala las semejanzas del arte
contemporáneo con la cultura científica. Además, anota Sontag, ya Marshall McLuhan «ha
capacidad humana». La discusión recogida en el ensayo es actual hoy como hace sesenta
años. Hace falta ver las polémicas alrededor de tecnologías, como el ChatGPT, o las páginas
web con inteligencias artificiales que generan imágenes en pocos minutos —para usuarios
que solo deben cliquear links, escribir dos o más palabras y esperar—.
Sontag dice: «Lo que ahora tenemos delante no es la muerte del arte, sino la
transformación de la función del arte». La transformación de la función del arte, en los años
humana además afectan «nuestros modos de pensar, sentir y valorar». Por supuesto, hay una
problematicidad moral en nuestra relación con la tecnología. Es una pérdida, una falta de
valentía o de atención, que una obra de arte que se encarga de cuestiones morales (es decir
una situación temporal y espacial actual, pues alcanzar a responder con formas a lo actual,
7
Leí este ensayo en formato epub, es un despropósito dar paginación para las citas y parafraseos.
Cuando se consigue una forma artística actual, el logro de la obra se convierte en
expansión del entendimiento (de la conciencia). Suena a mambo místico, pero bueno, qué va.
Si alguna utilidad tiene el arte en nuestro tiempo es ayudarnos a ver más, tal vez, sí, con
panorama más amplio, pero más específicamente me refiero a con mayor detalle y precisión.
Se dice que cada generación tiene una manera particular de aproximarse a los
clásicos. No sé si cada generación, pero seguro, cada cierto tiempo, sí se hegemoniza una
manera particular de lectura e interpretación. En nuestro tiempo, por supuesto que la hay.
Esta se explica en cierta relación entre obra y espectador común. Después de la muerte del
autor, preconizada por Barthes, pareciera que la única biografía que importa para leer es la
Una obra no interesa más en cuanto abarca más. Interesa más en cuanto más me dice.
Lo anterior en al menos dos sentidos: 1) se dirige directamente a mí; 2) se refiere a mí, mis
epistolar (pues en alguna medida lo es). El lector del siglo XXI es, en ese orden de ideas, la
repetición farsáica y perezosa del lector del siglo XX: obsesionado con el autoanálisis aún,
línea, ha inspirado grandes obras: cartografías del cielo y templos, por ejemplo. Sin embargo,
la manifestación actual que me importa, de ese deseo antiguo es concreta: las obras menores8.
8
¿Y qué es una obra menor? Ahora una prótesis conceptual. En narrativa una obra menor es aquella que parece
superar el paradigma quijotesco del desajuste irónico entre el héroe y su mundo. Parece superarlo, pues renuncia
a enfrentarlo. Además: el héroe, que ya no es héroe, sino simple protagonista, es un sujeto no-arquetípico. Si
los arquetipos son caminos espirituales, digamos, entonces el protagonista o la protagonista de una buena obra
Pues que el nuestro es tiempo de necesidad y consagración de ‘obras menores’ es un lugar
compañía para las situaciones vitales que surgen en nuestro tiempo. Y no solo como
bien y del mal, de la aparición de lo moral; es la pulsión encarnada en Adán y Eva justo antes
de ser expulsados del paraíso. La aparición de lo moral surge entonces, como pulsión interior,
que anticipa la salida del interior del paraíso (lugar en que todo era pura superficie, todo
apariencia y unidad): la expulsión a la que en Adán y Eva fuimos todos sus sucesivos
descendientes condenados.
subjetividad, cualidad necesaria para la invención del juicio). La vergüenza es algo que se
menor no puede ser ningún camino. Debe ir como una araña caminando por los hilos de la trama que forma la
imagen de su persona.
Podrán objetarme de la prótesis conceptual que es muy escueta. Seguramente sí. E incluso, alguien podría decir
que, sacada la parte teológica, el mismo relato de los evangelios podría ser considerado una obra menor. ¿O de
qué va la vida de Jesús, si no de Jesús recorriendo los hilos de la trama que es su propia persona? El asunto de
Cristo es llegar a ser quien es (a diferencia de Dios padre, que no necesita de desarrollo para decir: ‘Yo soy el
que soy’). Cristo, como el resto de nosotros, solo puede ser quien los otros le permiten ser. Por ello, para que le
permitamos ser el ‘Hijo de Dios’, debe demostrarlo con su vida, muerte y resurrección. Tiene que hacer de su
vida un relato, justificador de la identidad con que desea ser reconocido.
Antes dije que el protagonista —del tipo de obra que intento precisar aquí— no es un arquetipo, un camino
espiritual. Sin embargo traza un camino, pero uno personal. Solo vale para sí. Y por más ejemplar que parezca,
es inimitable. Quizá con tergiversaciones similares es que escritores como Saramago han logrado convertir la
vida de Jesús en material novelístico. Además, cabe recordar que ese mismo material es rechazado por el
Paraíso perdido. En el intento de épica cristiana de Milton, el personaje de Cristo resulta harto inadecuado,
fallido como épico, más cuando se compara con el Satán de la misma obra.
9
Balanza y péndulo tienen tendencias al movimiento similares, para quien sufra de serio cartesianismo. Así
puede imaginar –sin temor al desvelo– el movimiento, entre arte y vida, o literatura y vida, como uno pendular.
Oscilando entre dimensiones paralelas e independientes de la realidad se balancea el lector.
enciende adentro; está hecha de luz. Es precisamente una luz encendida al interior, menos
como fuego que como una bombilla de lámpara, con pantalla o caperuza. El temor del
avergonzado es que la luz encendida revele lo que se encuentra en el espacio entre la fuente
luego irónico, son, muchas veces, diferentes fases de desarrollo de un mismo carácter.
La ironía es una respuesta consecuente con una actitud pudorosa. Actitud de quien
intenta ocultar su dolor, o en sentido más amplio, sus emociones. En cierto modo su huella
vital auténtica, por temor a la exposición (vulnerabilidad). Aunque dándole vueltas, la ironía
es producto de una contradicción. Un doblez. Si quisiera nada más ocultar, callaría. El decir
irónico es un chispazo. Algo que se enciende cuando las palabras casi se encuentran con el
silencio. Después de copiar este poema de Sara Torres, apenas tengo una cosa más por
apuntar:
muerte de la potencia
y espera10
10
El poema continúa y termina con mis versos favoritos: «resguárdate amiga/ en la segunda». En: El ritual
del baño de Sara Torres (2021, La Bella Varsovia).
Una de las formas que toma la tristeza plegada sobre sí es la ironía. La ironía es el
impulso de risa que brota de alguien que va en una trayectoria vertical de descenso; la risa,
si sucede, por un momento logra cambiar la orientación del plano. Rodeada de basura y
¿Antes de la risa qué hay? Una actitud vital que expresa apatía (casi) total respecto de
sí y de todo alrededor. Si no, difícilmente alguien podría llegar a reírse ante tal experiencia
de vacío. Seguramente deberíamos recomendarle a alguien así algún tipo de tratamiento, una
experiencia terapéutica.
de la RAE, la indicación sobre el uso de la palabra («tratamiento»), «de los textos», dice:
de escrituras, ninguna de ellas original, se mezclan y colisionan» (ctd. en G. Allen, 13). Dudo
que exista texto literario sin intertextualidad. Como nota Fernando Vallejo en Logoi, incluso
los poemas homéricos, antes que el principio de una tradición, parecen el culmen, o la
compartida con las otras obras literarias que sobrevivieron hasta los tiempos modernos. «No
sabemos a ciencia cierta qué puede quedar de Homero en cada verso de la Ilíada o de la
El primer personaje que forma Vallejo, como escritor, primero de una gramática del
lenguaje literario y luego de otros géneros, es Homero. Y este Homero de Vallejo, condensa
la figura de todo autor posterior a él. (O al menos de eso intento persuadirlos aquí). Todo
humana12.
II
contemporáneas respecto a la terapia. Y al mismo tiempo, es, como objeto textual, una forma
pues logra darle forma al material que trata. Además, es en sí misma, una obra terapéutica,
lo ha sido para mí. Pero como le decía un acupunturista chino a una tía mía: por partes, vamos
por partes.
Sueño, fármacos, películas. La fantasía de dormir hasta que los problemas pasen es un meme
de internet. ¿Cómo hacer de esa fantasía una novela? Probaremos una respuesta para esa
11
«Más de tres siglos pasaron entre Homero y los diascevastes de Atenas [que reunieron fragmentos dispersos
cantados por los rapsodas y agregaron transiciones para unificar los dos poemas definitivos] y otros tantos
entre éstos y los escoliastas de Alejandría [que depuraron los poemas de numerosas interpolaciones y
dividieron cada epopeya en veinticuatro cantos]», (Vallejo, 10).
12
Tanto de la experiencia humana asimilada (a través de formas, que no son exclusivamente artísticas) como
de la experiencia humana bruta, de la vivencia en sí misma pues.
pregunta después, ahora nos ocuparemos de cómo está presente la fantasía en Mi año de
sueño. Me resultaba sencillo ignorar lo que no me incumbía. Los trabajadores del metro iban
a la huelga. Un huracán iba y venía. Daba igual. Si nos hubiesen invadido los extraterrestres
(Moshfegh, 13)
virtualmente vacío, pues todo tiene el mismo nivel de realidad, por tanto, todo es desierto.
Aunque, por supuesto, la primera persona es proclive al engaño, pues también dice esto la
narradora:
Me gustaba llamar a Reva justo cuando empezaba a hacerme efecto la pastilla de zolpidem o
de fenobarbital o lo que fuera. Según ella, yo solo quería hablar de Harrison Ford o de Whoopi
(Moshfegh, 15)
la narración dice que no puede ver noticias o series, no las soporta. En cambio, repite
compulsivamente varias películas, en VHS, una tecnología que ya empezaba a estar obsoleta
a principios del nuevo milenio. Las películas se cruzan, como si se tratase de un continuo, en
una especie de efecto Doppler, y los personajes de algunas desaparecen para ir de película en
película. Ocurre la sustitución de la identidad de los personajes, por la identidad de los actores
que los interpretan. Así, Whoopi Goldberg, en cada película, es el personaje Whoopi
La presencia del personaje Whoopi Goldberg, por supuesto, va más allá de lo que
puede ver la narradora en la televisión. Cuando el material de las pantallas de televisión era
vidrio, el espectador, aún con el televisor prendido, podía adivinar su reflejo distorsionado
superpuesto a la imagen de lo que veía más allá, en la proyección lumínica emitida por el
de disolución de los límites de las distintas continuidades, y resalta los límites. Este doble
efecto lo expresa la protagonista cerca del final de la novela, en una escena hilarante:
cocaína por las encías en un coche a toda velocidad y bailaría en un club nocturno como una
largo pasillo de un hospital, a una enfermera con uniforme azul y muslos anchos que se
acercaba a mí con prisa pero serena. «Lo siento tanto, tanto», me diría, y yo me daría la vuelta.
Me imaginé a Whoopi Goldberg en Star Trek con la túnica morada delante del panel a través
del que se veía el espacio exterior extendiéndose como un misterio infinito. Me miraba y
decía: «¿A que es bonito?». Aquella sonrisa suya. «Ay, Whoopi, es precioso.» Avancé hacia
el cristal. Las sábanas se me arrugaban en los pies. No estaba del todo despierta, pero tampoco
podía cruzar la frontera del sueño. «Vamos. Sigue. El abismo está justo ahí. Solo faltan unos
evita la tentación de vacío, a partir de suspender las consecuencias lógicas del pensamiento
y recurrir a una narrativización del mismo. La obsesión con la televisión es una metáfora: el
aparato es un solo ojo: visión sin perspectiva. Volver a repetir lo demás que he dicho antes
sería ociosidad. Sin embargo, cabe señalar: la trama de la novela hace de la intertextualidad,
metatextual, pienso.
Dormí sin morir. En Mi año de descanso, la dialéctica entre sueño y vigilia, parece sustituir
a la dialéctica entre amor y muerte, a la que nos tiene acostumbrados la literatura amorosa.
Aunque quizá la dialéctica se forme más bien entre muerte y sueño. Esto dice un fragmento
de la novela:
Me sentía tan aliviada como irritada cuando aparecía Reva, como si alguien me
contrario al suicidio. Mi hibernación era cuestión de supervivencia. Creía que me iba a salvar
la vida.
(Moshfegh, 15)
dicotomías. Primordialmente hay dos caminos semánticos: bien y mal, vida y muerte. Es
plausible que asociemos sueño con el camino de la muerte; la experiencia del primer término
es, digamos, un anticipo, una prefiguración del segundo. Por eso una relación dialéctica entre
copié. Dos triangulaciones, de hecho. La primera consiste de: alivio, irritación, suicidio. La
segunda tiene por vectores muerte, sueño, vida. La segunda nos interesa. Especulemos: entre
sueño y muerte hay una relación que parece empujar inercialmente a su unión. ¿Qué impide
singularmente tensa. Dormir nos da cierta distancia de la vida, pero nos da a cambio el sueño.
Lo que aparece en la pantalla del que duerme, el sueño, es ilusión de vigilia. El verbo latino
del que viene vigilia, vigilare, se asocia con una raíz indoeuropea que expresa vigor y
dormir por un año, Reva responde al diálogo de su amiga así: «Bueno, me alegro de que
tengas un proyecto vital» (57). Después Reva le pregunta a la chica, con envidia, si no le
preocupa los kilos que ha perdido por la medicación y los kilos que perderá en el tiempo que
impresionar a la otra. Reva adivina cuánto peso a perdido, intenta aconsejar pobremente, dice
estar preocupada. Las repuestas de la chica son perezosas en el diálogo, las pastillas empiezan
a hacer efecto. Como narradora cambia pereza por crueldad: «Cuando Reva te daba consejos,
parecía que estuviera leyendo un guion de una peli mala de la tele» (58), «Tenía una pinta
En Eros, Anne Carson dice que críticos de la novela (el género literario) «consideran
que la paradoja “es un principio del género”». Las dicotomías, de las que hablaba al inicio
de este fragmento, se revelan como paradojas, cuando se hace imposible avanzar más sobre
ellas. Las paradojas, dice Carson, son un tipo de pensamiento que no consigue llegar a su fin.
vez de continuar la discusión dialógica entre la protagonista y Reva, Moshfegh hace que la
narradora se vaya quedando dormida y su amiga realice ejercicio, en un acto que carece de
cualquier noción de adecuación, justo antes de agarrar una botella de vino rosado y salir del
Se ha creído que el desprecio del ego es una actitud frente al ego. Por tanto, no
comporta acciones. No obliga a separarse de la sociedad y sus convenciones, pues sin tener
efectos morales y espirituales, solo comporta algo así como un prescreptivismo psicológico.
Un oficinista, digamos, puede caminar la senda de anulación del ego, sin cumplir sus
Mi año de descanso ha dejado su empleo. Sin embargo, consigue no salir del sistema,
mediante los productos y servicios que adquiere, en su estado automático, empastillada, como
en sus compras rutinarias cuando está despierta. El trabajo no es necesario para hacer parte
Pero bueno, la cuestión del ego. Del mal entendido del desprecio del ego como simple
actitud, tiene por resultado que, en vez de que se lleve a cabo una práctica, dolorosa pero
[D]ecidí que me pondría a prueba para ver qué quedaba de mis sentimientos, en qué
estado me encontraba después de tanto dormir. Mi esperanza era haberme curado lo bastante
después de más de medio año de hibernación, haberme vuelto inmune a los recuerdos
dolorosos, así que volví a pensar en la muerte de mi padre. Me afectó mucho cuando pasó,
me imaginé que si me quedaba alguna lágrima por llorar, sería por él.
(Moshfegh, 128)
Escudriñar entre los escombros de su vida, torturarse en busca de una lágrima. Esperar
la apatía total. Y a eso acude como prueba. Cifra en la expectativa de no sentir, la esperanza
de su curación. En el deseo por comprobar los resultados del tratamiento, la narración accede
al recuerdo de la muerte del padre. Durante el funeral, la madre, que sobrevive a su esposo
—Se creen especiales porque conocen a alguien que ha muerto —elevó una rápida
mirada al techo con los ojos enrojecidos—. Así se dan importancia. Ególatras.
(Moshfegh, 132)
siente, en cierta medida, interpelado. No hay necesidad de que Moshfegh nos diga, como
redundante.
Imaginación vs. Fantasía. Menciono a Baudelaire, luego injerto «fantasía», pero eludo la
como imagen con consistencia de lugar común. Rígida, arbitraria, impensada. Fantasía como
Ver cómo arruinaba todo lo profundo y real y doloroso expresándolo de una forma tan banal
me daba razones para pensar que Reva era idiota y que por tanto podía despreciar su dolor y,
con él, el mío. Reva era como las pastillas que me tomaba: transformaba todo, hasta el odio,
hasta el amor, en borra que se podía descartar. Y eso era justo lo que quería, que mis
sentimientos pasaran como luces que brillan delicadas a través de la ventana, que me
(Moshfegh, 152)
que los problemas pasen. Ya lo habíamos dicho, antes, arriba, rodeando la pregunta de cómo
nada nuevo. Así como en el sueño lo que se sueña es la vigilia, la imaginación es quietud y
13
«La fantasía descompone toda creación; y con los materiales recogidos y dispuestos según leyes cuyo
origen sólo puede encontrarse en lo más profundo del alma, crea un mundo nuevo» (ctd. en Friedrich, 82).
hecho, la imaginación se sirve, muchas veces, de la rigidez de la fantasía, para generar
estremecimientos de belleza.
cosas». La entrada se sostiene sobre esta idea: las cosas no son como son, simplemente. Esta
imaginación.
La acción de Mi año de descanso va de mitad de junio del 2000 hasta tiempo después
del ataque a las torres gemelas. ¿Por qué no tematizar la actualidad, si la paradoja de la novela
es una plenamente actual? ¿Por qué en cambio escoger ese momento, de extrema importancia
histórica, para situar una novela en la que el exterior es continuamente rechazado por la
A modo de epílogo
Después de un año de sueño para quién puede ser grave su propia biografía. Mi año
en la ciudad donde la protagonista/narradora vive, pero que ni por un segundo puso en riesgo
juicios sobre el mundo, cuando deja de afirmarse a sí misma quién es y qué piensa y qué
desea, podemos ver que el material de que está hecho el relato es sacado de la mina oscura
de la culpa. Refulge con especial brillo el relato, pues a medida que toma forma en la
narración, la experiencia, como vivencia fosilizada, se encuentra por primera vez con la
claridad. Si la culpa no se suspende nunca, es imposible sacar provecho de los resultados del
concebir sin la vergüenza. La pulsión que es la vergüenza, tiene un lugar central en nuestro
sistema moral. Espero que estemos de acuerdo si digo que la moral es una descripción
sistemática de la acción. Si la moral resulta prescriptiva de la acción es, pues, porque no se
imagen que se crea con el entramado de relaciones, algunos, audaces, se proponen fijar
reglas.
La vergüenza, que como dije hace muchas páginas, nace del deseo de ocultar la
apariencia desnuda, es necesaria para dar forma a la experiencia. Sin ella, ningún relato
distancia de los hechos. Es un tiempo pasado que se actualiza. Es la experiencia del recuerdo.
La narradora/protagonista nunca revela su identidad, pues no importa quién es. En otro tipo
momentos muy divertidos, sí, muchos, y una sutileza irónica admirable, pero disfrute de
lectura ingenua no hay. No me parece que lo haya. La novela requiere de lecturas de tipo
alegórico, fabulístico, filosófico. El texto mismo requiere del lector distancia. Y el lector,
este es el caso, siente la narración cercana como un cuchillo que lo hace sangrar. Antes de
Carson, A. (1986). Eros: dulce y amargo. (trd. Inmaculada Pérez, 2020). Lumen.
Alfaguara.