La soprano María Felicia García Sitches, es considerada la máxima
exponente del bel canto. Nació en París en 1808 dentro de una familia de artistas. Su padre era el renombrado tenor y compositor español Manuel del Pópulo Vicente García y su madre la soprano Joaquina Briones. Sus hermanos también se dedicaron al canto. Su hermana menor, Pauline García Viardot fue otra gran diva de la ópera. En 1811, María emigra con su familia a Nápoles donde realiza su temprano debut a los seis años. En ese momento comienza su carrera bajo la estricta y a veces tiránica formación de su padre, adquiriendo una técnica vocal perfecta. Huyendo de las enfermedades que arreciaban Europa, la familia volvió a movilizarse hacia París y Luego a Londres, donde María es internada en un colegio–convento que le proporcionó una gran educación. A los dieciséis años ya hablaba cinco idiomas. Con diecisiete años, María debuta en el Royal Theatre en el rol protagónico en El Barbero de Sevilla de Rossini. En 1825, la familia viaja a Estados Unidos y se establece en New York. En esta ciudad, los García se convierten en un foco de atención cultural, ya que son los primeros en representar ópera en Estados Unidos. María contrae matrimonio con el banquero francés Eugene Malibrán cuyo apellido sería con el cual la soprano alcanzaría fama internacional. La relación fracasó y María volvió a Europa. En París llegaría su consagración definitiva. Su figura, talento y personalidad hicieron de la artista una celebridad y referente cultural. En 1829 regresa a Londres y refrenda su éxito en el rol de Desdemona en la ópera Otelo. Ese mismo año retorna a París donde continúa deslumbrando, pero el cenit de su carrera se produce en Italia donde se declaró la llamada “malibrán-manía” y fue investida con el título de “Diva”. Sus presentaciones convocaban a multitudes y había una verdadera devoción por la cantante. En 1832 nace en París su único hijo, fruto de la relación con el violinista belga Charles Béirot. Retorna a Inglaterra para realizar una temporada de cuatro meses y posteriormente se presenta con un estruendoso éxito en la Scala de Milán. Las crónicas de la época reflejan la recepción devocional y la convocatoria multitudinaria. En 1833 regresa a Inglaterra y sufre un accidente cayendo de un caballo en una cacería que deterioró su físico y como consecuencia, su salud general y su estado de ánimo. En un ensayo que supuso un esfuerzo por encima de sus posibilidades físicas sufrió un desmayo y una recaída de la que jamás se recuperó. Falleció a la edad de 28 años. Sus funerales convocaron una multitud. Su voz, naturalmente contralto, alcanzó el registro de soprano gracias a la sólida formación que le impartió su padre. Sus recursos técnicos completaban dotes que la ubican en lo más alto de la historia del canto. Fue fuente de inspiración para compositores de la época que escribieron especialmente para ella.