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aprobado por el Excmo. Sr. Director Supremo y mandado publicar por el Tribunal del
Consulado de esta capital Buenos Aires, Imprenta del Sol, 1816.
Nada hay más útil, nada más digno del hombre que el estudio de las matemáticas: ellas dan solidez al
juicio, extensión y profundidad al entendimiento, y la costumbre preciosísima de admitir únicamente lo
demostrable, abandonando las hipótesis, y los sistemas especiosos, fundados ya en tradiciones vagas, ya
en suposiciones brillantes. Preguntad a qué deben las naciones cultas el haberse curado de los delirios
tan antiguos como funestos, y os responderá el hombre observador que al estudio de las ciencias
exactas. Y si preguntáis aún ¿a qué clase de conocimientos deben los asombrosos adelantamientos en la
navegación, en la arquitectura naval, en la invención y perfección de las máquinas?... Os responderá la
voz unánime de todos los hombres, que todo es debido a haberse adelantado prodigiosamente los
varios ramos de las Matemáticas, la Astronomía, Geografía, maquinaria etc., etc. Convencido de esta
verdad, y animado de los sentimientos más patrióticos y filantrópicos el Tribunal del Consulado, sin
embargo de sus urgencias por las circunstancias actuales, estableció la enseñaza de la ciencia del cálculo
y demostración, confiándola a la dirección de dos profesores hábiles y acreditados. Mas la instrucción
ha de ser elemental para ser útil, y es necesario que el vasto edificio de las ciencias exactas se eleve sobre
los fundamentos aritméticos. Ellos por otra parte aún considerados separadamente, son de un uso
necesario y frecuente en todas las profesiones de la vida, y pues que su utilidad no puede ocultarse,
preciso es que los padres cooperen por su parte, enviando a sus hijos a la Academia, en donde reciban
los conocimientos; que algún día los harán útiles para la patria y para sí mismos. En esto creo el
Consulado abrir una fuente más para la educación pública, y en donde los padres tengan la proporción
de hacer a sus hijos un beneficio, cuya memoria siempre es la más dulce y la más tierna. Nuestra
juventud es inclinada naturalmente al saber, y así vemos que se reúnen las noches con todo orden en la
Academia de dibujo más de 80 niños a recibir instrucciones en este útil establecimiento; por lo que es
de esperar que con la misma asiduidad se dediquen a esta ciencia tan útil. Para cuya dirección el cuerpo
consular de acuerdo con el Excmo. Sr. Director, manda publicar el reglamento siguiente presentado por
el primer Director de la Academia.
Reglamento
ARTICULO I. El curso de esta Academia durará dos años. En el primero se enseñarán los elementos
de Aritmética, Álgebra, Geometría, Geometría descriptiva, y las dos Trigonometrías plana y esférica
con sus aplicaciones al modo de levantar los planos y a la nivelación. En el segundo año se darán
algunos principios del cálculo diferencial o integral, de Mecánica, de Astronomía, y de Navegación.
II. El Director dará a estos ramos de enseñanza toda la extensión que permita el tiempo y las
circunstancias, agregando, si fuese posible, otros conocimientos análogos al objeto de este
establecimiento.
III. El curso empezará todos los años el primero de Marzo y concluirá el último de Diciembre.
IV. Todos los días, no feriados de rigor, se juntarán los jóvenes en la Academia a las nueve de la
mañana, estudiarán hasta las diez, de diez a once los ejercitará el director en los objetos ya estudiados y
particularmente en la lección última; entre once y doce profesará.
V. Los lunes, miércoles y viernes; asistirán igualmente a una de las piezas de la Academia las que siguen
el curso del segundo año, para estudiar, repasar, trazar planos, y efectuar las operaciones que el director
les haya encargado; todo bajo la inspección de uno de los jóvenes más adelantados de la clase,
nombrado Repetidor por el director en premio de su aplicación, buena conducta y aprovechamiento.
VI. En caso de no llenar el Repetidor sus funciones a satisfacción del director nombrará éste otro en su
lugar.
VII. Lo mismo en los otros días, respecto a los que siguen el otro curso.
VIII. El director aprovechará el tiempo que juzgue más oportuno para ejercitar a los jóvenes en la
práctica de sus estudios, ya sea levantando planos, haciendo nivelaciones, etc.
IX. Mientras la falta de libros obligue a los jóvenes a copiar las lecciones, se juntarán por la tarde en la
Academia, para copiar lo que se haya dado el mismo día.
X. No podrán ser admitidos a seguir los cursos de la Academia sino los jóvenes de edad de 12 años a la
de 16. Deberán saber leer, escribir y al menos las cuatro primeras reglas de Aritmética.
XI. Los padres, los parientes, o las personas encargadas por éstos en esta ciudad del cuidado del joven
que desea ser admitido a seguir los cursos de la Academia, dirigirán su solicitud al Consulado, antes del
primero de Febrero, con los documentos que acrediten la edad del joven. El Consulado dispondrá el
examen correspondiente, y tomará los informes que crea convenientes y si resuelve la admisión, lo hará
saber al interesado y prevendrá el director de la Academia.
XII. Los que sean admitidos deberán proveerse de un estuche de matemática, y demás que sea
necesario para trazar planos, máquinas, etc., etc.
XIII. A últimos de Diciembre o principios de Enero habrá exámenes públicos, a los que el Consulado
convidará todas las personas que guste. Los que hayan seguido el curso del primer año, y no se hallen
en estado de poder pasar a los del segundo, volverán a empezar el primero; pero si al cabo del segundo
año, no se les juzgase aun capaces, se retirarán, y lo mismo se extenderá a los del segundo curso.
XIV. El director podrá suspender la entrada de la Academia por uno, dos y tres días a cuantos turben el
buen orden o den motivo para ello, pero si creyese necesario mayor rigor, informará de ello
inmediatamente al Consulado, que tomará las disposiciones que crea más convenientes.
XV. La incapacidad absoluta o la falta constante de aplicación representada por el director al
Consulado, serán reputadas causas suficientes para la exclusión de la Academia.
Exámenes públicos de Matemáticas a que asisten el Supremo Director del Estado, Tribunales,
Jefes Militares y demás corporaciones de esta capital; y han de tener lugar el 21 de enero de
1818 a las 10 del día, en el salón donde tiene su residencia el Consulado, protector de este
establecimiento
Tomada de: Gutiérrez Juan María. Orígenes y desarrollo de la enseñanza pública superior en Buenos Aires. La
Cultura Argentina, Buenos Aires, 1915.