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de-otiechestvennie-zapiski/Marx y la comuna rural rusa/  
Cartas de Marx a Vera Zasúlich y al director de Otiechéstvennie Zapiski
Queridas amigas, si repasamos las vicisitudes y críticas que ha recibido la obra de K.
Marx, una de las más recurrentes ha sido la de determinismo en el desarrollo y cambio
histórico (una especie de teleologismo histórico). Desde luego a ello ayudó el
propio Marx con su manera de escribir “a lo hegeliano” y también se debe -y bastante-
a los intérpretes posteriores -especialmente los soviéticos- y la canonización del
marxismo de Lenin.
Pero nada más lejos de la realidad, y así mismo lo dejó dicho el propio Marx en su
correspondencia. Compartimos la Carta de Marx a Vera Zasúlich (con una pequeña
introducción de su hallazgo y publicación) y Carta de Marx al director de
“Otiechéstvennie Zapiski”. Leedlas y hablamos más adelante
Salud. Olivé

Carta de Karl Marx a Vera Zasúlich 


8 de marzo de 1881

41, Maitland Park Road, Londres, N. W.

Querida ciudadana: una enfermedad nerviosa que me viene aquejando periódicamente


en los diez últimos años me ha impedido responder antes a su carta del 16 de febrero.
Siento no poder darle un estudio sucinto y destinado a la publicidad de la cuestión que
usted me ha hecho el honor de plantearme. Hace meses que tengo prometido un trabajo
sobre el mismo asunto al Comité de san Petersburgo. Espero sin embargo que unas
cuantas líneas basten para no dejarle ninguna duda acerca del mal entendimiento de mi
supuesta teoría.
Analizando la génesis de la producción capitalista digo:

en el fondo del sistema capitalista está, pues, la separación radical entre productor y
medios de producción […] la base de toda esta evolución es la expropiación de los
campesinos. Todavía no se ha realizado de una manera radical más que en Inglaterra
[…] Pero todos los demás países de Europa occidental van por el mismo camino. (El
capital, edición francesa, p. 316). La «fatalidad histórica» de este movimiento está,
pues, expresamente restringida a los países de Europa occidental. El porqué de esta
restricción está indicado en este pasaje del capítulo XXXII:
La propiedad privada, fundada en el trabajo personal… va a ser suplantada por
la propiedad capitalista fundada en la explotación del trabajo de otros, en el sistema
asalariado (ob. cit., p. 340). En este movimiento occidental se trata, pues, de
la transformación de una forma de propiedad privada en otra forma de propiedad
privada. Entre los campesinos rusos, por el contrario, habría que transformar
su  propiedad común en propiedad privada.
El análisis presentado en El capital no da, pues, razones, en pro ni en contra de la
vitalidad de la comuna rural, pero el estudio especial que de ella he hecho, y cuyos
materiales he buscado en las fuentes originales, me ha convencido de que esta comuna
es el punto de apoyo de la regeneración social en Rusia, mas para que pueda funcionar
como tal será preciso eliminar primeramente las influencias deletéreas que la acosan por
todas partes y a continuación asegurarle las condiciones normales para un desarrollo
espontáneo.
Tengo el honor, querida ciudadana, de ser su afectísimo y ss.

Karl Marx

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K. Marx (1877): Carta al director de “Otiechéstvennie Zapiski”[1]


[Fines de 1877]

El autor[2] del artículo Karl Marx ante el Tribunal del señor Zhukovsky, es


evidentemente una persona inteligente y si, en mi exposición sobre la acumulación
primitiva, hubiese encontrado un sólo pasaje en apoyo de sus conclusiones, lo hubiese
citado. En ausencia de tal pasaje, se encuentra obligado a recurrir a un hors d’oeuvre, a
una especie de polémica contra un “escritor” ruso[3] publicada en el apéndice a la
primera edición alemana de El Capital. ¿Cuál es mi queja en ese lugar contra ese
escritor? Que descubrió la comuna rusa, no en Rusia, sino en el libro escrito
por Haxthausen, Consejo de Estado prusiano, y que en sus manos la comuna rusa sólo
sirve de argumento para probar que la vieja y podrida Europa será regenerada por la
victoria del paneslavismo. Mi juicio acerca de ese escritor puede ser correcto o falso,
pero de modo alguno puede constituir una clave de mis opiniones sobre los esfuerzos
“de los rusos para hallar para su país una vía de desarrollo que será diferente de la
que transitó y sigue transitando la Europa Occidental”, etc.[4].
En el apéndice a la segunda edición alemana de El Capital -la que conoce el autor del
artículo sobre el señor Zhukovsky puesto que la cita- hablo de “un gran crítico y
estudioso ruso” con la alta consideración que merece. En sus notables artículos, este
escritor ha tratado la cuestión de si Rusia, como lo sostienen sus economistas liberales,
debe empezar por destruir la commune rurale para pasar al régimen capitalista o si, por
el contrario, puede –sin experimentar las torturas de este régimen- apropiarse de todos
sus frutos dando desarrollo a sus propias condiciones históricas. Dicho escritor se
pronuncia en favor de esta última solución. y mi honorable crítico tendría por lo menos
tanta razón para inferir de la consideración que le profeso a este “gran crítico y
estudioso ruso” que participo de sus opiniones sobre el tema, como para concluir de mi
polémica contra el “escritor” y paneslavista[5] que las rechazo.
Para terminar, puesto que no me gusta dejar nada que deba adivinarse, iré derecho al
grano. Para poder estar autorizado a estimar el desarrollo económico actual de Rusia,
estudié el ruso y luego estudié durante muchos años las publicaciones oficiales y otras
vinculadas a este asunto. Llegué a esta conclusión: si Rusia sigue por el camino que ha
seguido desde 1861, perderá la mejor oportunidad[6] que le haya ofrecido jamás la
historia a una nación, y sufrirá todas las fatales vicisitudes del régimen capitalista.
El capítulo sobre la acumulación primitiva no pretende más que trazar el camino por el
cual surgió el orden económico capitalista, en Europa Occidental, del seno del régimen
económico feudal. Por ello describe el movimiento histórico que, al divorciar a los
productores de sus medios de producción, los convierte en asalariados (en proletarios,
en el sentido moderno de la palabra), al tiempo que convierte en capitalistas a quienes
poseen los medios de producción. En esa historia hacen época todas las revoluciones
que sirven de palanca al avance de la clase capitalista en formación; y sobre todo las
que, después de despojar a grandes masas de hombres de sus medios tradicionales de
producción y subsistencia, las arroja súbitamente al mercado del trabajo. Pero la base de
todo este desarrollo es la expropiación de los cultivadores.

“Esto sólo se ha cumplido radicalmente en Inglaterra…pero todos los países del


Occidente Europeo están yendo por el mismo camino”, etc. (El Capital, edición
francesa, 1879, p. 315). Al final del capítulo se resume de esta manera la tendencia
histórica de la producción: que ella misma engendra su propia negación con la
inexorabilidad que preside las metamorfosis de la naturaleza; que ella misma ha creado
los elementos de un nuevo orden económico al darle de inmediato el mayor impulso a
las fuerzas de producción del trabajo social y al desenvolvimiento integral de cada uno
de los productores; que la propiedad capitalista, al fundarse como ya lo hace en realidad,
sobre una forma de la producción colectiva, no puede hacer otra cosa que transformarse
en propiedad social. En este punto no he aportado ninguna prueba, por la simple razón
de que esta afirmación no es más que el breve resumen de largos desarrollos dados
anteriormente en los capítulos que tratan de la producción capitalista.
Ahora bien, ¿qué aplicación a Rusia puede hacer mi crítico de este bosquejo histórico?
Unicamente esta: si Rusia tiende a transformarse en una nación capitalista a ejemplo de
los países de la Europa Occidental -y por cierto que en los últimos años ha estado muy
agitada por seguir esta dirección- no lo logrará sin transformar primero en proletarios a
una buena parte de sus campesinos; y en consecuencia, una vez llegada al corazón del
régimen capitalista, experimentará sus despiadadas leyes, como las experimentaron
otros pueblos profanos. Eso es todo. Pero no lo es para mi crítico. Se siente obligado a
metamorfosear mi esbozo histórico de la génesis del capitalismo en el Occidente
europeo en una teoría histórico-filosófica de la marcha general que el destino le impone
a todo pueblo, cualesquiera sean las circunstancias históricas en que se encuentre, a fin
de que pueda terminar por llegar a la forma de la economía que le asegure, junto con la
mayor expansión de las potencias productivas del trabajo social, el desarrollo más
completo del hombre. Pero le pido a mi crítico que me dispense. (Me honra y me
avergüenza a la vez demasiado). Tomemos un ejemplo.

En diversos pasajes de El Capital aludo al destino que les cupo a los plebeyos de la
antigua Roma. En su origen habían sido campesinos libres, cultivando cada cual su
propia fracción de tierra. En el curso de la historia romana fueron expropiados. El
mismo movimiento que los divorció de sus medios de producción y subsistencia trajo
consigo la formación, no sólo de la gran propiedad fundiaria, sino también del gran
capital financiero. Y así fue que una linda mañana se encontraron con que, por una
parte, había hombres libres despojados de todo a excepción de su fuerza de trabajo, y
por la otra, para que explotasen este trabajo, quienes poseían toda la riqueza adquirida.
¿Qué ocurrió?. Los proletarios romanos se transformaron, no en trabajadores
asalariados, sino en una chusma de desocupados más abyectos que los “pobres blancos”
que hubo en el Sur de los Estados Unidos, y junto con ello se desarrolló un modo de
producción que no era capitalista sino que dependía de la esclavitud. Así, pues, sucesos
notablemente análogos pero que tienen lugar en medios históricos diferentes conducen a
resultados totalmente distintos. Estudiando por separado cada una de estas formas de
evolución y comparándolas luego, se puede encontrar fácilmente la clave de este
fenómeno, pero nunca se llegará a ello mediante el pasaporte universal de una teoría
histórico-filosófica general cuya suprema virtud consiste en ser suprahistórica.
NOTAS
[1] Otiechéstvennie Zapiski: “El Memorial de la Patria “.
[2] N. K. Mijailovsky, prominente teórico del partido socialista revolucionario
pequeñoburgués de los Narodniki (populista).
[3] Herzen.
[4] Citado en ruso.
[5] Chernishevsky.
[6] La mejor oportunidad de evitar el desarrollo capitalista, (N. Ed. Ingl.).
“Marx escribió la carta a la redacción de la revista Otechestvennie Sapiski poco
después de la aparición del artículo del ideólogo de los populistas N. K.
Mijailovski “Karl Marx ante el tribunal del señor J. Shukovski” (publicado en el nº 10
de O. S. [Anales de la Patria]. de octubre de 1877). Marx no envió la carta. Engels la
encontró, a la muerte de Marx, entre los papeles de éste, hizo copias y mandó una de
ellas, con una carta de 6 de marzo de 1884, a Vera Ivanovna Sasúlich, que pertenecía
al grupo Liberación del Trabajo.
Traducida al ruso, la carta se publicó en el nº 5 del Vestnik Naordnoi Voli y en octubre
de 1888 en el Yuridicheski Vestnik. Una traducción alemana apareció en
el Sozialdemokrat del 3 de junio de 1887 en Zurich. Extractos de la carta
publicó Engels en traducción alemana en su epílogo a “Soziales aus Russland (…)”.
Nota MEW a la carta de Otechestvennie Sapiski. MEW 19, 558
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