Está en la página 1de 14
Tntroduccién CESAR FERNANDEZ MORENO. Por consiguiente, América es el pais del porvenir. En tiempos futuros se mostrard su importancia histdrica, acaso en Ia lu- cha entre América del Norte y América del Sur... Es un pais de nostalgia para todos los que estan hastiados del mu- seo hist6rico de la Vieja Europa... Lo que hasta ahora acon- tece aqui no es mds que el eco del Viejo Mundo y el reflejo de ajena vida. Mas como pajs del porvenir, América no nos interesa, pues el filsofo no hace profecfas. G. W. F, HEGEL? ¢OQUE ES LA AMERICA LATINA? Y bien: ha pasado siglo y medio desde que Hegel hizo su profecia sobre Amé- rica, mientras estaba diciendo que se negaba a hacerla. Lo que para él era porvenir ya es presente para América; el continente que para él era natura- leza es historia ya. El hablaba de América del Norte y América del Sur: en la del norte se implanta actualmente la nacién mas fuerte del mundo; la del sur, bajo su nombre actualizado de América Latina, representa una de las ideas més dinémicas del mundo actual. Una serie de factores la han promo- vido al primer plano de la expectacién publica: el primero, la explosién de- mografica, aceptando esa etiqueta tecnolégica aplicada al hecho de nacer; su crecimiento continental es el mayor del mundo: 2.9% anual. Actualmente, cuenta con mas de 270 millones de habitantes, irregularmente distribuidos en 21 millones de kilémetros cuadrados. Esta explosién, que se produce en el contexto econdémico Ilamado subdesarrollo, amenaza transformarse, a su vez, en explosién politica. Pero lo que ahora nos interesa especificamente es que a partir de esta cadena de explosiones, o explosién en cadena, América Latina va anticipando otra: la cultural. Y, sin embargo, la expresién América Latina sigue siendo notoriamente imprecisa. ¢Qué es la América Latina? En primer término, ¢por qué latina? Toda la latinidad comenz6 en el Lacio, pequeiio territorio adyacente a la cju- dad de Roma, y fue creciendo en circulos concéntricos a lo ancho de la h toria: primero hasta abarcar el conjunto de Italia, amplidndose luego a la parte de Europa colonizada por el Imperio romano, restringiéndose después 1 Lecciones sobre la filosofia de ta historia universal, traduccion por J. Gaos, t. 1, Madrid, 1928, Revista de Occidente. cs) 6 INTRODUCCION a los paises y zonas que hablaron lenguas derivadas del latin, y transportan- dose por fin al continente americano qué esos europeos habjan descubierto y colonizado. De este modo, América Latina resultaria ser el cuarto anillo de esa prodigiosa expansién. Entre las naciones que realizaron el descubrimiento, conquista y coloniza- cién del nuevo continente, tres eran lingiiisticamente latinas: Espafia, Portu- gal y Francia. La mds vasta concepcién histérica de la regién, por lo tanto, deberia englobar todas las tierras del nuevo continente que hubieran sido po- bladas por esas potencias, opuestas en bloque a la América anglosajona, con- centrada en el norte “Ya en los finales del xix —dice Estuardo Nufiez— empieza a diferenciarse entre lo norteamericano y Io latinoamericano, a raiz de haberse producido el fenémeno politico de la independencia del norte. Empiezan a usarse entre los escritores franceses sobre todo (y acaso entre to- dos los europeos) denominaciones nuevas para las cosas de América no sa- jona: états latins d’Amérique que luce ya en un libro de 1882, peuptes latino- américains, démocraties latines de VAmérique...”* Estas nuevas expresiones remiten a un concepto que es a la vez racial, cultural y politico. Pero ocurre, como lo hace notar el mismo Niiiez, que vienen a sustituir a otras que tenfan un contenido meramente geografico: Amérique méridionale, Amérique septen- trionale, Amérique du Sud, Amérique australe. Se crea asi el primer equivoco sobre la latinidad de esta América: en el concepto geografico, la expresion queda reservada al subcontinente meridional, basicamente iberoamericano (es- pafiol y portugués); en el nuevo, caben también los franceses radicados en América del Norte. Con respecto a la composicién actual de la América Latina, José Luis Mar- tinez puntualiza que “es algo mds compleja que el simple esquema que sub- sistia hasta mediados del siglo. El conjunto original de veintitin pafses subsiste (Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, Reptiblica Do- minicana, Ecuador, Guatemala, Haiti, Honduras, México, Nicaragua, Panama, Paraguay, Pert, Puerto Rico, El Salvador, Uruguay y Venezuela). Sin embargo, Puerto Rico es un Estado Libre Asociado a los Estados Unidos y los puerto- rriqueiios tienen la ciudadania estadounidense. Después de 1960 se han creado cuatro nuevos paises: Jamaica, Barbados, Trinidad y Tobago y Guyana, de lengua inglesa predominante, que forman parte del British Commonwealth of Nations”. Como se ve, el balance a que nos lleva la idea de la latinidad desborda esa misma idea. Si ensayamos ahora restituirnos a la originaria posicién del hom- bre americano, el adjetivo de América Latina se diluye en la contingencia his- t6rica y nos encontramos sumergidos en la sustancia humana propia del sus- 2 Es curioso recordar que esta divisién basica se da también en cl orden geolégico: América del Norte y América de! Sur no estuvieron unidas en su nacimiento, La primera integré el continente Namado Laurentia, junto con Groenlandia y parte de las islas bri nicas (islas donde muy luego tomard origen lo anglosajén en América); mientras que Amé- rica del Sur integré el Gondwana, con Africa, Australia, parte de Asia y la Antartida (reivin- dicada hoy por los estados australes de América Latina). * Lo latinoanrericano en otras literaturas, cap. v de la primera parte de este libro. 4 Unidad y diversidad, capitulo w de 1a primera parte de la presente obra. INTRODUCCION 1 tantivo, obviamente previa y ajena a lo europeo. Y enfrentamos asi las grandes culturas anteriores al descubrimiento, sobre todo la mesoamericana y la andina, La conquista del siglo xvr aniquilé practicamente a esas grandes culturas, pero, al mismo tiempo, les dio nueva vida dialéctica en cuanto las transformé en el terminus ante quem de un proceso de occidentalizacién. Este proceso también afecté a los restantes pobladores de América, que detentaban en aquel momento grados inferiores de evolucién: los que genéricamente eran Iama- dos indios por los descubridores, inducidos por el gigantesco error geografico que los Ievaba a creer que habjan Iegado a Asia. En el interior de la actual América Latina debe destacarse ademéas la pre- sencia de otro mundo radicalmente no latino: el africano. Quiere la teoria llamada “de los continentes a la deriva” que América, en un remoto tiempo geolégico, haya formado una unidad fisica con Africa y que, desgajada luego por las fuerzas pluténicas de nuestro planeta, haya asumido su individualidad como continente. En esa fabulosa aventura, sélo la fauna y la flora de Africa habrian sido arrastradas por el continente americano, pero no sus hombres. Por lo tanto, los africanos vinieron mas tarde a América. Incontablemente mas tarde, en los tiempos ya histéricos. En el Caribe verde y transparente, en ese mar que deja ver décilmente su intimidad, en esas islas que en él se in- crustan con doble y lujosa orla de musgo y arena, tuvo lugar durante los si- glos xvi y xvit el despiadado fenédmeno de la trata: la instrumentalizacién de jos hombres de un color por les hombres de otro color. Cicn milloncs fucron “cazados” y trasladados de Africa; sélo una tercera parte de ellos habrian Negado a su destino americano. Sin embargo, este proceso tuvo el sorpren- dente resultado que ahora podemos ver: que los esclavos retribuyeron a sus amos trasmitiéndoles todo lo que pudieron conservar de su cultura, ensefidn- doles muchas cosas: desde cantar y bailar hasta luchar por su libertad. Lo que América Latina tiene de africano resulta ser, a la vez, su trait d'union con la América anglosajona: son esa raza y su cultura las que se en- cargan de soldar los dos enormes subcontinentes que constituyen las Amé- ricas. Las islas del Caribe y la América Central constituyen una transicion entre América del Sur, ejemplarmente latina, y América del Norte, ejemplar- mente anglosajona. En esta zona ni siquiera es siempre precisa la correlativa y basica delimitacién entre esas dos culturas colonizadoras, ya que ambas han coexistido en ella y coexisten atin. Esta América africana se hace sentir fuertemente, no sélo en esta zona media, sino en sus fronteras con las otras, 0 sea, el norte de América del Sur y el sur de América del Norte. De tal modo, esta interposicién constituye a la vez una barrera y un camino, y en todos los casos un enriquecimiento del es- quema clasico del que surgié el concepto mismo de América Latina: las dos Américas divergentes convergen en una tercera cultura hasta formar, en con- junto, una sola Afroamérica, un muelle que tiende a unificar culturalmente las tres Américas geograficas. 8 INTRODUCCION AL SUR DE UN RIO Dentro de tal complejo de tensiones en América Latina, son casi infinitas las posibilidades de acciones y reacciones y, correlativamente, la tentacién intelec- tual de subsumir sus problemas en otros préximos 0 andlogos. El gran ensa- yista argentino Martinez Estrada, por ejemplo, tiende a asimilar los problemas latinoamericanos con los africanos, y subraya los “factores de la vida nacional pertenccientes a un tipo de historia al que no convienen los patrones que ha- biamos tomado antes del modelo, y si los de los paises africanos donde la es- clavitud y la servidumbre le presentan al observador perspicaz, con similitudes universales y tipicas, formas de vivir comunes a los pueblos que aparente- mente ejercen su soberania”.’ La idea de la regién se nos vuelve asi mas problematica a medida que intentamos adentrarnos en ella. El socidlogo Gino Germani sefiala dos con- cepciones polares, “diametralmente opuestas entre si, pero coincidentes en acordar una existencia real a América Latina”. La primera “insiste sobre el carécter latino, 0 griego romano, cristiano, hispanico o ibérico del subconti- nente americano”. En la segunda, “América Latina es vista como una unidad no solamente en términos culturales y sociales, sino también —y sobre todo— en términos politicos... el factor unificante se origina en un objeto externo, antagénico y amenazante”. Si bien en la primera de estas hipdtesis el factor central parece ser cultural y en la segunda politico, debe observarse que am- bas estén limitadas por otro que es geogrifico: en la primera se habla del “subcontinente americano”, en la segunda de un “objeto externo”.* Estas peticiones de principio son casi inevitables en toda conceptualiza- cién de América Latina. Tampoco serviria un criterio meramente racial, que opusiera los latinos a los anglosajones. Y esto no sélo por la presencia de los indios, de los africanos y de los variados inmigrantes ulteriores, sino también por la inescindible mezcla de todas esas razas que se da ejemplarmente en muchas islas de las Antillas, donde se confunden bajo la amplisima denomina- cién de latina las sangres indigena, hispanica y africana (un caso detonante es Haiti, pais de mayoria negra y donde se habla francés). Y asimismo por la indudable penetracion racial y social de los latinos en la zona sur de los Estados Unidos; en este caso, la América Latina va invadiendo desde abajo a la anglosajona, merced a una especie de capilaridad demografica que sube a través de Puerto Rico, México, Cuba, y pareceria que tiende a.compensar, a base de fertilidad, los territorios latinos que fueron perdidos durante el periodo formativo de las nacionalidades. Tampoco seria aceptable una concepcién puramente lingiiistica que predi- cara como América Latina la que forman aquellos paises que hablan espaiiol 0 portugués. José Luis Martinez recuerda que “de los 254.4 millones de habi- tantes que forman la poblacién de América Latina (1968), 164.2 millones, o 5 Ezequiel Martinez Estrada, Prdlogo fmitil a su Antologia, México, 1964, Fondo de Cul- tura Econdmica. 6 Gino Germani, América Latina existe y si no habria que inventarla, en revista Mundo Nuevo, ntim. 36, Pari INTRODUCCION 9 sea cl 64.5%, hablan espajiol; 85.6 millones hablan ei portugués en Brasil, 9 sea el 33.4 %, y el resto el francés y el inglés”. El residual 2.1%, en efecto, habla francés 0 inglés y aun holandés (Curazao, Surinam). Y no sélo se opone a toda simplificacién esta pluralidad de lenguas occidentales, sino también la supervivencia de las lenguas precolombinas (hay un pais que es bilingiie: el Paraguay). Por andlogas razones, deberia rechazarse también una concepcién religiosa que opusiera el catolicismo de América Latina al protestantismo de las colonias anglosajonas (aproximadamente la cuarta parte de Estados Uni- dos es catélica). A pesar de esta intrincacién conceptual, el mundo contempordneo redes- cubre con nuevo deslumbramiento este complejo que insiste en Iamarse América Latina, entidad todavia no definida, pero que presenta a simple vista la consisiencia de lo real. Si profundizaramos en busca de las rafces de esta ostensible unidad, su historia suministra esta primera nota: sucesiva depen- dencia del conjunto respecto de una potencia exterior. Primero, de las monar- quias ibéricas; cuando ellas caen, los ingleses y luego los norteamericanos erigiran a expensas de América Latina sus imperios sucesores, no ya en lo politico, pero si en lo econémico. Esta nota de dependencia seria, acaso, la primera a considerar para deter- minar el fugitivo concepto de América Latina. Y, la segunda, su inmersion en la mas fuerte polaridad histérica de la actualidad: el abismo que se abre entre los paises ricos y los pobres; oposicién mas vasta que la anterior, pero no contradictoria con ella, ya que se ilustra en el conjunto de las Américas, donde Ia anglosajona es la rica y la latina es la pobre. Estos dos criterios se complementan y confirman por un tercero mas elemental: el geogrdifico, en que se apoyan, expresa o tdcitamente, todos los que hasta ahora hemos com- pulsado. América Latina seria toda aquella tierra americana que queda al sur del rio Grande o Bravo (que marca el limite de Estados Unidos con México). La habitualidad de esta expresion (al sur del rio Grande, 0 Bravo) seria prueba de su veracidad: al sur de este rio existe cierta homogeneidad cultural, poli- tica, social, lingitistica, religiosa. DEL ASOMBRO AL ARTE Se han sefialado repetidamente los tres incentivos que llevaron a los espaiioles a colonizar América: el impulso guerrero adquirido al reconquistar su propio territorio de manos arabes; el misticismo misional catélico; la codicia (de oro, de esclavos, de mujeres). Entre estos méviles, cada historiador, cada ensayista, destaca el que mas impresiona a su sensibilidad, pero no hay duda que el conjunto de los tres factores aducidos es el que determina ese proceso que habria de integrar el mundo, practicamente, con la mitad que de él] faltaba. % Capitulo citado. 10 INTRODUCCION Cristébal Colén era, en cierto modo, un mistico; pero ello no le impide adoptar toda una estrategia para seducir a los reyes catdlicos con el oro del nuevo continente. “El oro es excelentisimo —escribe—, de oro se hace tesoro, y con él, quien lo tiene hace cuanto quiere en el mundo y llega a que echa las animas al Parafso.”* Del oro al paraiso: asi podria llamarse una biografia de Colén. Como buen espafiol, Lope de Vega hereda esta seduccién en su crepuscular Dorotea, y suefia que don Bela, su rival precisamente indiano, lega desde las Indias y por mar jhasta Madrid! Va arrojando a su paso barras de plata y tejos de oro; su ayo le explica que “el oro es como-las mujeres, que todos dicen mal de ellas y todos las desean”. Ademas de la alquimia, ade- més de la milagrerfa filoséfica que manejaba los metales como principio y fin de todas las cosas, esta inundacién aurffera de América a Espafia es quiza la que llevé a designar como “siglo de oro” los 180 afios de hegemonia que en todos los érdenes Espajfia ejerce durante el siglo xvr y parte del xvrt. Quisiéramos agregar ahora un cuarto factor que es consecuencia de aque- llos tres: el primer sentimiento que inund6 el corazén de los descubridores y conquistadores, 0 sea, el asombro. El de Colén ante América linda frecuen- temente con el delirio: cuando se acerca a la desembocadura del Orinoco piensa que ha descubierto uno de los rfos que provienen del paraiso; sin em- bargo, una misteriosa enfermedad que lo enceguece temporalmente le impide pisar cl continente que estaba incorporando a la historia. Nunca pudo llegar a México, puesto que se qued6 enredado en la gigantesca telarafia de las An- tillas; pero previé con toda Iucidez que del otro lado de América central habia otro mar. Sin embargo, agrega que a diez jornadas de ese mar —el Pa- cifico— “es el rio del Ganges”. Quiz4 Colon es, simultaneamente, el mayor licido y el mayor loco de la historia. Este asombro continta en cada uno de los espafioles que lo siguieron. Los indios que fuman, por ejemplo, son descritos por los conquistadores como “hombres y mujeres que pasean fumigdndose con un tizén encendido”® Un ambiente de novela de caballeria ilumina la conquista de México. La ciudad de Tenochtitlan —México—, dice el conquistador y cronista Diaz del Castillo, “parecia a las cosas de encantamiento que cuentan en el libro de Amadis”. El mismo Cortés descubre mas al norte las costas que llama de California, nombre éste que proviene de una novela de caballerfas. Nadie podia creer lo que le estaba pasando: nadie era duefio de su destino. Magallanes y Elcano dan la vuelta al mundo contra su voluntad: el proyecto era volver a México, pero los vientos los obligaron a doblar, de regreso, el cabo de Buena Esperanza. Los indios, por su parte, no entendian ese animal centdéurico compuesto de hombre y caballo; se maravillaban cuando un conquistador bajaba de su cabal- gadura: jun ser que se divide en dos! Los incas crefan que los caballos co- mian metal (cl freno que evaban en la boca); cuando los espafioles les piden pienso para sus animales jJes ofrecen oro! Este asombro de los que estaban 8 Citado por F. A. Calpe Argentina. ® Ibid. irpatrick, Los conquistadores espaitoles, Buenos Aires, 1940, Espasa: INTRODUCCION u contintiia contempordneamente, ya a nivel culto. Jorge Luis Borges se pre- gunta: é¥ fue por este rio de suefiera y barro que las proas vinieron a fundarme la patria?2° Pues bien: este asombro reciproco es el huevo de donde saldra la cultura Jatinoamericana, todo su arte creativo. El arte, en general, no es otra cosa que la expresién del asombro, asombro que genera el impulso de participar con los demas lo que el artista ha visto de extraordinario. En el caso de Amé- rica, éste es el impulso que hace inesperados escritores de los mismos con- quistadores, hasta de modestos soldados casi analfabetos: simple pero mara- villosamente, cllos cuentan la sorprendente verdad que vieron o que imagi- naron ver. Las grandes civilizaciones precolombinas eran ricas en arquitectura, en es- cultura, en musica (esta ultima ha llegado casi intacta a nuestros dias). La cultura europea aporté principalmente el lenguaje, la religion, técnicas alli desconocidas. Pero a medida que sucedia la historia, el acervo cultural de América Latina iba polarizéndose y ofreciéndose como una estéril opcién que repetia la situacién del conquistador y el conquistado: ser europeo, ser ame- ricano. O sea: @) por una parte, las supervivencias culturales de las grandes civilizacio- nes que preexistian al descubrimiento y conquista, tales como las que tienen su asiento en las actuales reptiblicas de México y Pert; b) por otra, la cultura europea transportada por el descubridor y el con- quistador como un producto mas de la expansién occidental que ellos repre- sentaban; o sea, como una actividad especificamente europea, aunque cum- plida por los colonizadores en la nueva regién incorporada a sus dominios. Esta dicotomfa provoca una oposicién que durante mucho tiempo falseara las relaciones de Ja cultura latinoamericana con la europea, presentando como lo unico auténtico y original de América Latina aquellas subsistencias de las civilizaciones que no hubieran sido afectadas por el impacto de la conquista y colonizacién. En esta concepcion, por lo tanto, se rechazaba la cultura euro- pea como una manifestacién colonialista y puramente mimética. En efecto, al ser vencidos militarmente, los primitivos habitantes de Amé- rica —es decir, los verdaderos americanos— fueron despojados de sus impe- rios y posesiones, recibiendo en cambio los beneficios, muy discutibles desde su propio punto de vista, de la cultura occidental en expansién. Pero si bien fueron rechazados hacia las marcas de los imperios y transformados en pro- letariados externos, ello no sucedié hasta el punto de que se borraran sin dejar huellas. Estuvieron presentes siempre, y lo estén todavia, no ya como influencia, sino como real componente de este nuevo mundo occidental en formacién: han volcado en él muchos de los caracteres de sus distintas civ lizaciones, caracteres que cuentan hoy mismo entre los factores mas salicntes de la originalidad de América Latina. 30 Jorge Luis Borges, Obra poética: 1923-1964, Buenos Aires, 1964, Emecé Editores. 12 INTRODUCCION Del hecho mismo del descubrimiento habia nacido ipso facto una cul- tura mestiza, no sdlo por la amplia simbiosis de razas a que obligé la ausen- cia de mujeres en las expediciones espafiolas, sino por la interpenetracion mental que la comprensién reciproca exigia. Los espafioles debian explicar a los americanos qué era Europa, y qué era América a los curopeos. Los indios primero y los mestizos después debieron modificar la conciencia que de s{ mismos tenian como americanos. La solucién a aquella falsa opcién en- tre lo americano y lo europeo consistié en ser ambas cosas, en ser mestizo, real o metaféricamente: es decir, el hombre europeo modificado por América y viceversa. Triunfa asi en la cultura superior latinoamericana una concep- cién sintética de si misma, donde se reconocen no sdlo los aportes de las culturas autéctonas, sino también los de las culturas europeas descubridoras, la fundamental aportacién africana que llega a América a través de la escla- vitud, y por tiltimo el refrescamiento de las fuentes universales implicitas en los movimientos inmigratorios del siglo xix. “El Nuevo Mundo —dice Paul Rivet— ha sido, desde la época prehistérica, un centro de convergencia de razas y pueblos... Es en verdad curioso que el periodo histérico de la evolucién americana no sea sino repeticién de los sucesos étnicos que condicionaron su poblamiento. Desde que fue descubier- ta, América ha seguido siendo un foco de atraccién para los pueblos y razas més diversos, igual que lo fue durante su larga poblacién precolombina.” 2 De esta manera, la posible ascendencia asiatica y oceanica de todos los pueblos americanos, y la posible integracién geografica inmemorial de América con Africa, son datos que vendrian a encuadrar en su campo maximo la universa- lidad de América: algo asi como un anticipo del mundo futuro, donde, mas allé de las razas y las culturas, el hombre sera uno. EL ESTUDIO DE LA UNESCO Y bien: este mundo totalmente humano es precisamente el que una organiza- cion como la Unesco se empefia en suscitar. En el caso particular de Amé- rica Latina, es evidente el impacto actual de esta gran region cultural sobre la cultura universal, asf como la indeterminacién concreta de los factores que la configuran como tal. La Unesco no ha podido menos que registrar esta paradoja, y le esta prestando atencién, tratando de captarla, para definirla y hacerla conocer. El prefacio que acaba de leerse muestra ¢l proceso que ha puesto en mar- cha el estudio gencral de nuestra region, el cual, segun las directivas de la reunién de Lima, se caracteriza por dos enfoques fundamentales: a) considerar a América Latina como un todo, integrado por las actuales for- maciones politicas nacionales. Esta exigencia ha Ievado a los colaborado- 11 Paul Rivet, Los origenes del hombre americano, México, 1960, Fondo de Cultura Eco- némica. INTRODUCCION 13 res del proyecto a sentir y expresar su regién como una unidad cultural, lo que ha favorecido en ellos el proceso de autoconciencia que el proyecto entiende estimular, ya que sélo los intelectuales latinoamericanos son Ila- mados a participar en él; b) considerar la regién a partir de su contemporaneidad, remontandose en el pasado, eso si, cuanto sea necesario para comprender el presente. Este recaudo ha obligado a los colaboradores a enfrentar las ardientes cuestio- nes de la actualidad, en cuanto suceden en la regién o tienen repercusién en ella. Si algiin inconveniente se deriva de estos criterios, serfa meramente la contrapartida de sus ventajas. El cardcter de autorreconocimiento que el es- tudio asume, lo priva de la visién acaso mas objetiva que podrian aportar los criticos exteriores a la regién. La consideracién de América Latina como un todo obliga a dejar de lado o por lo menos a disminuir la atencién sobre las caracteristicas mas localizadas. El enfoque preferente sobre lo contempordneo Meva quizd a olvidar otros valores realizados en la regién a lo largo de su historia. Dentro de estos parametros, arribamos asi a la presentacion de este libro, el primero de la serie América Latina en su cultura. Es aqui donde debemos sefialar el acierto que significa la adopcién de dicho titulo, cuya estructura se repetira en todas las obras de la serie, a partir de la presente Armérica La- tina en su literatura. Por cierto que lo més significativo de esta construccién no radica en los sustantivos que la integran, sino en la preposicién “en”. Ella significa claramente que el objeto de este autoestudio no es la cultura en si, los estilos y su evolucién, el inventario de las obras realizadas, sino, precisa- mente, América Latina misma en 0 a través de esas manifestaciones culturales. Como prioridad inicial para el estudio de la cultura latinoamericana, la reunién de Lima fijé la literatura, considerando que ésta no es mas que una forma intensa del lenguaje, que es a su vez el medio comunicativo mas directo y profundo de que el hombre dispone. El rumbo no podia ser mas acertado: los escritores de esta region, por asi decirlo, no tienen mas remedio que ex- presar el mundo que los circunda y se les impone, creciente y bullente, mundo de contradicciones y desgarramientos, de contemplacién y accion aniquila- doras. Este fendmeno no es, acaso, mds que la manifestacién de otro més general, descrito por el antropdlogo brasilefio Darcy Ribeiro: sucede en nuestros dias, tal como ha sucedido en todos los momentos de grandes cambios histéricos (en el Renacimiento 0 en los procesos de emancipacién del siglo xIx), que “una nueva ola de creatividad intelectual y de conciencia posible se expresa criticamente en el mundo de los pueblos desheredados”!* De esta manera, el multiforme lenguaje de América Latina deviene una literatura cada vez mas critica, mas potente, mas universal. En 1957, sin embargo, el escritor argentino Enrique Anderson Imbert en- juiciaba asi la critica literaria de la regién: “Naturalmente, lo que abunda es 32 Darcy Ribeiro, Las Américas y la civilizacién, t. 1: La civilizacién occidental y noso- tros. Los pueblos testimonio, Buenos Aires, 1969, Centro Editor de América Latina. 4 INTRODUCCION la irresponsabilidad. Por lo general se lanzan opiniones que no estan respal- dadas ni por una concepcién del mundo ni por una tabla de valores. En el mejor de los casos, de esas opciones caprichosas se pueden extraer los rudi- mentos de una posicién critica muy superficial: dogmatica, hedonista, impre- sionista’.15 Esta descripcién puede considerarse como la sintesis de todo un pensa- miento pesimista sobre la critica latinoamericana, fundada en la desesperanza general sobre una situacién cultural que se presupone periférica. Pero cl tiempo ha pasado a través de muchas inteligencias de la regién, y es Guiller- mo Sucre quien ahora comprueba: “La vision de la literatura como un mundo auténomo, con sus propias leyes y estructuras, de la obra como simbolo y encarnacion imaginaria de lo real, es lo que ha dado un nuevo tono a la cri- tica latinoamericana’”4 Como prueba de ello, la solucion a este problema preliminar se encontré en el mismo sitio donde habia sido planteado: el nicleo inicial de excelentes criticos que ahora colaboran en esta obra fue dado precisamente por la reu- nion interdisciplinaria de Lima, 1967, realizada bajo la presidencia del inol- vidable escritor peruano José Maria Arguedas. A esta reunién concurrieron ademas los siguientes expertos: Enrique Anderson Imbert, Gustavo Beyhaut, Sergio Buarque de Holanda, Eduardo Caballero Calderon, George Robert Coulthard, Argeliers Leén, Guillermo Lohmann Villena, Laura Lopez Campo, Afonso Arinos de Melo-Franco, Mario Monteforte Toledo, Angel Rama, Fryda Schultz de Mantovani y Leopoldo Zea. El representante en ella del Director General de la Unesco fue el gran escritor francés Roger Caillois, constante propulsor de la cultura latinoamericana tanto a través de sus funciones en Ja Unesco como personalmente, inspirado siempre por un profundo fervor hacia América Latina, donde residio parte de su vida. En 1968 se constituy6 la comisién literaria que se reunid en San José de Costa Rica en agosto de ese mismo afio,’* a la que asisticron los siguientes cri- ticos, donde el avisado lector reconocera a muchos de los principales de Amé- rica Latina: el ecuatoriano Jorge Enrique Adoum, el chileno Fernando Alegria, el brasilefio Sergio Buarque de Holanda, George Robert Coulthard (inglés ra- dicado en Jamaica), los argentinos Noé Jitrik y Luis Emilio Soto, el mexicano José Luis Martinez, los peruanos Julio Ortega y Augusto Tamayo Vargas, el cu- 48 Citado por Guillermo Sucre, El cuestionamiento, cap. 1 de la tercera parte de este libro. 14 Ibid. 15 En Ia reunién de Lima, juntamente con Alfredo Picasso de Oyagiie, tuve el honor de colaborar con Roger Caillois; en la de San José tuve la responsabilidad de re- presentar al Director General de Ia Unesco. En cuanto a mis tareas de “editing”, no me hubieran sido posibles sin el constante apoyo de las autoridades competentes en el sector respectivo de la Unesco, y muy especialmente el de N. Bammate, director de la Division de Estudio de las Culturas. También conté con Ia valiosisima cooperacién del relator de la obra Julio Ortega y del revisor Héctor L. Arena, y con la paciente colaboracién de los autores de cada capitulo de la obra. A Io largo de ella, deberdin disculparse algunas men- ciones a mi obra literaria personal, que algunos de los coautores no han crefdo del caso omitir, ni las auioridades de la Unesco eliminar. INTRODUCCION 15 bano José Antonio Portuondo, los uruguayos Angel Rama y Emir Rodriguez Monegal. A partir de las recomendaciones de esta reunién de criticos, se constituyé, a su vez, la actual lista de autores, en la que, ademas de un sostenido criterio cualitativo, se ha procurado respetar la divisién regional sugerida por Ia reu- nion de Lima. Doce nacionalidades de América Latina estan asi representadas por los autores de esta obra: en tal forma, los autores han resultado equili- bradamente distribuidos como para ofrecer los puntos de vista y concepcio- nes propios de cada una de sus zonas, aunque siempre aplicadas al conjunto de América Latina. La globalidad de la visién regional se obtiene, en ultima instancia, por com- pensacién: puesto que no es posible exigir su preexistencia en cada escritor elegido, la delimitacién fijada por la reunién de Lima acttia a manera de camara compensadora; la vision metédicamente total de cada escritor se des- compensara de hecho hacia su subregién tanto como en los otros hacia las suyas. El resultado final de esta azarosa operacién podra ser, esperamos, esa vision global sin la que este libro perderia parte de su sentido. Sin buscarlo, y como simple resultado de las decantaciones descritas, se ha Hegado también a una cierta unidad generacional. Predominan entre los autores dos grupos, nacidos respectivamente en torno al afio 1920 el primero y en torno al afio 1930 el segundo, cuyos representantes integran lo que en algunos paises de la regién han sido lamadas, sin excesiva precision pero con cierta veracidad, generaciones de 1940 y 1950. Sean ejemplo de la primera: Alegria, Candido y Martinez, nacidos en 1918, Benedetti en 1920, Rodriguez Monegal en 1921; y de la segunda: Jitrik y Prieto nacidos en 1928, Bareiro Saguier y Fernandez Retamar en 1930, de Campo en 1931 y Sucre en 1933. Es- tos dos grupos basicos se apoyan en algunos maestros de mds edad y se pro- yectan hacia el futuro en algunos escritores mas jévenes. Las partes y capitulos en que los expertos sugirieron dividir la obra —con las modificaciones y adiciones que fueron dispuestas por la Secretaria— son, finalmente, las que siguen: 1. Una literatura en el mundo. Sus seis capitulos muestran la irrupcién o “mayoria de edad” de la literatura Jatinoamericana en el panorama mun- dial: se analizan los encuentros de culturas en la regién, su pluralidad lin- giiistica, su impacto en otras literaturas. ut. Rupturas de la tradicién. Se precisan los puntos en que la literatura latinoamericana comienza a renovarse mediante la reelaboracion de las acti- tudes tradicionales o la invencién de otras nuevas: recreacién del barroco, crisis y nuevas formas del realismo. mt. La literatttra como experimentacion. Con un criterio mas especializado que en la segunda parte, los capitulos de esta tercera sefialan los aspectos donde la nueva literatura latinoamericana se lanza a experimentar, cuestionan- do las estructuras vigentes, y entre ellas las de la propia literatura. wv. El lenguaje de la literatura. Estudia el ensanchamiento del concepto del lenguaje literario, la entrada de nuevos lenguajes en la literatura, y la de ella en otros lenguajes, y finalmente, la mayor intercomunicacién de que go- 16 INTRODUCCION zan las distintas zonas de América Latina como consecuencia de esta accién literaria. v, Literatura y sociedad. Se sefialan aqui las relaciones fundamentales de la literatura con su medio: literatura y subdesarrollo, situacién del escritor. vi. Funcién social de la literatura. Esta Ultima parte de la obra pone en mas detallada conexién los conceptos de literatura y sociedad planteados por la anterior: la influencia de Ja literatura, los conflictos generacionales. Un capitulo final expone la imagen general que de América Latina se puede ex- traer, a través de su literatura. En su conjunto, este plan constituye una tentativa de aprehensién, que acaso podria llamarse existencial, de América Latina a través de su expresién literaria. El proceso de esta expresién es considerado a lo largo de todas sus etapas: a) el escritor, su situacién en la sociedad, las actividades paraliterarias y extraliterarias a que debe dedicarse por vocacién o por necesidad de sub- sistencia ; b) el medio social donde vive este escritor, y de donde extrae los mate- riales para su elaboraci6n literaria; ¢) la obra literaria en si, con un criterio estético, filotégico y estructural ; d) la repercusién de esta obra en sus destinatarios: los hombres en par- ticular y la sociedad en general, analizdndose todas las implicaciones socio- econémico-politicas de esta ultima parte del proceso. Correlativamente, todos los métodes criticos han sido admitidos: los que fijan su atencién en el escritor y su medio, en la obra misma o en sus desti- natarios. Pero esencialmente, la via ensayistica, con lo que el ensayo tiene de poético —esto es, de intuitivo, de adivinatorio— nos ha parecido el mas ade- cuado para encarar esta realidad fluida, mévil, que es hoy la América Latina No se espere, pues, un rigor cientifico, una precision sociolégica o estética, una ordenacién histérica, sino el nervioso saltar del pensamiento sobre una realidad que también se desplaza imprevisiblemente, como un potro sin domar. De acuerdo con una actualizada concepcién de la critica literaria que la obra misma procura no sélo explicar sino ejemplificar, se ha buscado ademas que los autores elegidos unieran la capacidad creativa a sus conocimientos criticos. Por estos caminos, la Unesco ha logrado, quiz, hacer una obra de critica literaria que es, a la vez, una obra literaria. CONCLUSION Y COMIENZO Frente a este primer volumen de la serie América Latina en su cultura, con- viene retomar nuestra aspiracién mas general: el conocimiento adquirido so- bre la literatura debe servirnos para replantear, a su través, nuestro problema inicial: ¢qué es la América Latina? Quiz deberiamos saberlo ya, dado que la expresién integra el nombre del proyecto, Y, sin embargo, no lo sabemos todavia. Tenemos diversos conceptos sobre ella: juridicos, culturales, politi- INTRODUCCION VW cos, histéricos. Pero todavia no esta redondeado, no esta claramente definido un concepto general que englobe a todos los particulares. La unidad de América Latina parece indudable a partir de toda su historia, pero durante el proceso de formacién de las nacionalidades operado en el siglo xix, se perdié de vista en funcidén de las circunstancias politicas, econd- micas y culturales que dominaron ese proceso. Todo esto va dicho con un sentido no dogmatico, sino precisamente critico. Es decir, que tampoco da- mos por demostrada ab initio esa unidad de América Latina: se trata, mds bien, de una hipétesis de trabajo de la cual partimos y que sera comprobada © no a lo largo de Ia obra. Es por eso que hemos solicitado a todos los que colaboran en el proyecto que traten de encarar sus trabajos a partir de ese concepto de unidad. Satis- facer tal pedido ha presentado, es claro, serias dificultades, dada la tradicio- nal falta de comunicacién que ha habido entre los paises de América Latina, sobre todo en lo que se refiere a sus dos regiones lingiiisticas: hay en América Latina una enorme zona, casi un continente de por si, que habla portugués, y que no siempre tiene una vision completa de lo que se produce en la zona que habla espajfiol, y viceversa. Los especialistas que han de trabajar en todas las etapas del proyecto lle- garan a totalizar unos doscientos, contados entre los mas importantes de la intelectualidad latinoamericana. Creo que el solo hecho de que a estos inte- lectuales se les pida, como punto de partida, una concepcién de América don- de deben pensar, a la vez, en esa zona que habla portugués y esa zona que habla espafiol, constituye de por si una enorme ventaja para la cultura crea- dora de América Latina. Y que servira para llegar, si no a la forzosa afirma- cién de aquella supuesta unidad, sf a su mas clara conciencia en cuanto exista © pueda ser comprobada. De esta peticién de principio partimos intentando superarla: lo que el pro- yecto trata de aprehender es el concepto mismo de América Latina, a través de sus manifestaciones culturales, restablecidas en su unidad historica y geo- grafica. En forma un tanto familiar, podriamos decir que a una persona se Ia conoce por sus hechos. Pues bien, se trata de conocer a este enorme con- glomerado cultural precisamente por sus hechos culturales, por sus creacio- nes literarias, plasticas, arquitecténicas, musicales; enterarnos de quién es esa regién a través de los espectaculos que produce, a través de las ideas que emite. Los colaboradores del proyecto estén trabajando a la manera del radiélogo o del psicoanalista, en el seno de las ms intensas manifestaciones del incons- ciente latinoamericano: sus productos artisticos y literarios, Sobre ellos tra- zan luego las debidas coordenadas racionales: sociolégicas, econdmicas, ideo- légicas. Es asi como la Unesco espera obtener la precisién intelectual de esta idea provisionalmente denominada América Latina. En cl momento actual, el mundo entero y no solamente América Latina, se “achican” en funcién de la tecnologia, y parece urgente favorecer esa toma de conciencia Por ahora, slo tenemos una clara intuicién de esta regién que va impo- ndo en el mundo sus productos culturales, sus hombres, sus mitos. El 18 INTRODUCCION objetivo de este proyecto de la Unesco en general, y de este libro en particu- lar, no es otro que transformar esta presente intuicidn en ese ausente con- cepto. Los beneficiarios de tal conocimiento seran, primero, los propios in- telectuales latinoamericanos que colaboran en el proyecto, y, luego, el publico del radio mayor que sea posible alcanzar. Esta obra colectiva ayudara a la toma de conciencia de los latinoamericanos sobre la real originalidad y posible unidad de la regién que integran, finalidades que se sittan justamente en el eje mismo de este proyecto. Se trata de una empresa que, como todas las que importan a los hombres, parte de una ignorancia esperanzada y se dirige hacia un conocimiento anhela- do. Qué es América Latina? Lo tinico seguro que de ella sabemos, por ahora, es que es nuestra.

También podría gustarte