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Paciencia es una virtud consistente en soportar con resignación

infortunios, trabajos, ofensas, etcétera, sin lamentarse.


La palabra paciencia es de origen latín, proviene del verbo “pati” que
significa “sufrir”, por lo tanto, la paciencia se ve reflejada cuando una
persona soporta en silencio situaciones desagradables.

Según el filósofo y científico, Aristóteles, la paciencia es aquella que


permite al individuo sobreponer a las emociones fuertes generadas por
las desgracias o aflicciones.

En virtud de ello, se puede decir que la paciencia está ligada con la


personalidad madura y educada de un ser humano. Lo faculta a ser
atento, saber escuchar, hablar y ser cuidadoso en cada una de las
acciones y decisiones a tomar.

Sin embargo, no es fácil desarrollar la paciencia en todas las ocasiones.


En la actualidad el individuo se encuentra fatigado de deberes y
quehaceres, estresado por el tráfico, el caos económico, político y
social, entre otras causas.

Por ello, es de suma importancia que el ser humano desarrolle la


paciencia como la capacidad para enfrentar las adversidades con
tenacidad y sin lamentaciones.

Paciencia en la Biblia
El acto de ser paciente es considerado como una de las virtudes del
Espíritu Santo en el cristianismo. En el Nuevo Testamento se puede
observar como los escritores incluyen la paciencia como una de las
virtudes cristianas, no obstante, en el Antiguo Testamento aparece 2
veces el vocablo paciencia.

En el ámbito religioso, la palabra paciencia significa creer en Dios y,


comprender su fe. Asimismo, es fundamental para recibir las promesas
de Dios.

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