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ESCUELA CONVERGENCIA

de teología y vida cristiana

HISTORIA DE
LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

Monte Mor/SP
2018
Esta guía de estudio fue escrita a partir de las video clases impartidas en
la Escuela Convergencia de Teología y Vida Cristiana EAD (Educación a
Distancia) y otros materiales de enseñanza relacionados, cuyas
referencias se incluyen en el cuerpo de la misma.

Copyright© 2018 por la Escuela Convergencia
Todos los derechos reservados

Autor:
Carolina Sotero Bazzo
Rafeliana de Alencar Carvalho

Compilación y elaboración de texto:


Rafeliana de Alencar Carvalho
Revisión teológica:
Harlindo de Souza
Revisión Final:
Maria de Fátima Barboza
Diagramación:
Daniel Sousa
Traducción e revisión:
Andrés Leví Alarcón
Maheli Dono

Esta guía de estudio o cualquier parte de ella no puede ser
reproducida o utilizada de ninguna manera sin el permiso expreso de
la Escuela Convergencia, excepto para el uso de citas breves siempre y
cuando se mencione la fuente, con direcciones postales y electrónicas.

ESCUELA CONVERGENCIA
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resumen
1 Lección
¿Por qué debemos estudiar la historia de la Iglesia? . . . . . . . . . 5

2 Lección
El Panorama de la historia de la Iglesia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15

3 Lección
El mundo dónde nació el cristianismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26

4 Lección
El libro de los Hechos de los Apóstoles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38

5 Lección
La predicación y el Evangelio en la Iglesia Apostólica . . . . . . . . 51

6 Lección
Gobierno, misión y martirio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67

7 Lección
Los primeros cambios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80

8 Lección
La Iglesia Imperial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
1 Leccion
´

v.1.0.0

¿POR QUÉ NECESITAMOS


ESTUDIAR LA HISTORIA
DE LA IGLESIA?
INTRODUCCIÓN

Muchos cristianos de hoy sufren de "amnesia histórica". Para la mayoría de los que
pertenecen a la iglesia contemporánea, el tiempo que transcurre entre los apóstoles y
su propia época es un gran espacio en blanco. Shelley dice que, como consecuencia de
esta ignorancia, muchos cristianos se han vuelto vulnerables a los atractivos de las sec-
tas, y ciertas distorsiones del cristianismo se han confundido a menudo con la realidad.
Es evidente que el desconocimiento de la historia del cristianismo genera carencias
en la formación de la identidad cristiana, dejando al creyente a merced de cualquier
cambio doctrinal y ético. Este es uno de los grandes problemas del cristianismo en
la época contemporánea, ya que, al romper su vínculo con el pasado, acabó aleján-
dose de los movimientos relativistas y antropocentristas.

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HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

El estudio de la Historia de la Iglesia es, sin duda, indispensable para todos los que
forman parte de ella y desean crecer en el conocimiento de sus orígenes, para que
su fe se fortalezca y su pasión aumente.

Tres conceptos erróneos sobre el estudio de la Historia de la Iglesia


En general, la mayoría de los cristianos no se interesan e ignoran el estudio de la
Historia de la Iglesia por tres razones principales:

1. Pensar que el estudio de la historia de la Iglesia es


sólo para los teólogos

Es un error pensar que el estudio de la historia de la Iglesia es algo innecesario


para un cristiano común. Pensar que este estudio es importante sólo para teólogos,
pastores y profesores no es correcto. Todo cristiano necesita conocer la historia y la
trayectoria de su propia fe. Conocer la historia de la Iglesia, desde su origen hasta
nuestros días, es fundamental no sólo para los teólogos, pastores y maestros, sino
para todo cristiano que desee que su fe se sostenga sobre los sólidos cimientos que
se han construido a lo largo de más de dos mil años de historia.

2. Pensar que el estudio de la historia de la Iglesia es


demasiado complicado puede confundir la mente de
un cristiano simple

Otro error que impide que muchos cristianos estudien la historia de la Iglesia es
pensar que es una historia de pensadores profesionales en una torre de marfil, que
inventan complicadas doctrinas inaccesibles para el cristiano simple.
Este pensamiento es, en cierto sentido, incluso comprensible, ya que la mayoría
de los libros que tratan este tema tienen un lenguaje más denso. Pero esto no debe
verse como un obstáculo, sino como un incentivo para el desarrollo intelectual de
cada cristiano. Todos estamos llamados a desarrollar nuestras facultades mentales
y a crecer en el conocimiento de las verdades de Dios y de su acción en la historia.

3. Pensar que sólo hay enemigos en la historia

Por último, otro error muy común que impide a los cristianos interesarse por el
estudio de la historia de la Iglesia es el hecho de pensar que en el pasado sólo
existían villanos. Muchos viven bajo la ilusión de que durante toda la historia de la
iglesia sólo hubo apostasía y que los "héroes" sólo aparecieron en la historia cuando
se originó su iglesia particular. Sin embargo, esta falta de aceptación del otro nos
lleva al aislamiento, que a su vez genera estancamiento, prejuicios y parálisis del

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HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

crecimiento. El estudio de la historia de la Iglesia nos permite ver con mayor cla-
ridad la acción de Dios en diferentes líneas del Cuerpo de Cristo, y no sólo en
aquella de la que formamos parte.

¿Qué es la "iglesia"?
Alderi de Souza Matos, en su libro "La trayectoria cristiana en la historia", dice que,
al estudiar la historia del cristianismo, es importante reflexionar en primer lugar
sobre qué es la iglesia cristiana, cuál es su significado, su naturaleza y sus límites.¹
El Nuevo Testamento griego utiliza la palabra "ekklesia" en singular y en plural,
es decir, tanto para referirse a una comunidad cristiana concreta, es decir, a una
iglesia local, como a un grupo de estas comunidades, generalmente ubicadas en
una determinada región. Es más intrigante, y ciertamente más complejo, el uso
del término en singular, pero con un significado colectivo, es decir, con referencia
a una realidad más amplia y profunda, como es el caso del clásico texto de Mateo
16.18 ("sobre esta roca edificaré mi iglesia"). Pero ¿qué es "la iglesia" en este sentido
más amplio y profundo?
Alderi continúa argumentando en su libro que el Nuevo Testamento parece dar
una doble respuesta a esta pregunta. Dice que, por un lado, es una realidad espi-
ritual y mística, el cuerpo de Cristo, y como tal es invisible a los ojos humanos. Es
el cuerpo de los verdaderos creyentes, pasados, presentes y futuros, los que perte-
necen a Cristo y lo reconocen explícitamente como Salvador y Señor, dondequiera
que estén. Por otra parte, en un sentido más concreto y tangible, este cuerpo es el
conjunto visible de quienes profesan la fe cristiana y se reúnen en comunidades.
En este segundo sentido, el Nuevo Testamento utiliza otras figuras para designar a
la Iglesia: pueblo de Dios, familia, edificio, rebaño, granja de Dios, etc. En ninguno
de estos dos aspectos del Nuevo Testamento el término "iglesia" se refiere a una es-
tructura, a una organización, sino que es siempre una realidad invisible, el cuerpo
místico, o visible, el conjunto de los fieles.
Por lo tanto, cuando hablamos del término "iglesia" nos referimos en términos
generales al concepto no sólo de la "iglesia local", sino principalmente al concepto
de la "iglesia invisible y universal", la iglesia como institución de Dios en todas las
generaciones y en el mundo entero.

1. MATOS, Alderi de Souza, La jornada cristiana en la historia: La Biblia, la iglesia, la sociedad


hoy y siempre, Viçosa, Minas Gerais, Ultimato, 2005, P. 17.

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HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

Historia de la Iglesia y Teología Histórica


El término "historia" proviene de la palabra griega historie, que tiene como con-
cepto la idea de "investigación", es decir, de la comprensión que llega a través de la
indagación. A través del estudio histórico se obtiene un conjunto de información
sobre procesos y hechos ocurridos en el pasado que contribuyen a la comprensión
del presente. En los círculos cristianos, es común confundir la "Historia de la Igle-
sia" con la "Teología Histórica". Aunque estas dos disciplinas están estrechamente
relacionadas, no son lo mismo.
La Historia de la Iglesia es el estudio de la trayectoria y el desarrollo de la Iglesia
a través del tiempo. Se trata de la investigación de los hechos generales de la nar-
rativa del pueblo de Dios a lo largo de los siglos, abordando el relato del origen, la
trayectoria, el desarrollo, los desvíos y los impactos del cristianismo en la sociedad
en cada etapa. Tiene una labor más descriptiva de los hechos pasados que fueron
importantes en esta trayectoria. El historiador Earle E. Cairns define la historia de
la Iglesia como "el relato interpretado del origen, progreso e impacto del cristianis-
mo en la sociedad humana, basado en datos organizados y recogidos por el método
científico a partir de fuentes arqueológicas, documentales o vivas²".
A su vez, la Teología Histórica se centra en el estudio de la historia de la doctrina
cristiana, es decir, el desarrollo histórico de la teología. Guretzki y Nordling la des-
criben como "La división de la disciplina teológica que busca entender y delinear
cómo la iglesia ha interpretado la Escritura y desarrollado la doctrina a lo largo de
su historia, desde el tiempo de los apóstoles hasta el presente³. La doble función
de la teología histórica es mostrar el origen y el desarrollo de las creencias actuales
y ayudar a los cristianos contemporáneos a identificar los errores teológicos del
pasado que deben evitarse en la actualidad.
La Teología Histórica y la Historia de la Iglesia son dos materias diferentes, pero estre-
chamente relacionadas e importantes. Sería difícil, sino imposible, entender la historia
de la iglesia sin entender también la historia de la doctrina que a menudo ha llevado a
diferentes divisiones y movimientos dentro de la historia de la iglesia. Sin embargo, a
pesar de esta diferencia, el estudio de la historia de la Iglesia acaba siendo inevitable-
mente un emprendimiento teológico, ya que los hechos históricos del cristianismo
están intrínsecamente ligados al desarrollo de la teología y las doctrinas cristianas.

2. CAIRNS, Earle E., El cristianismo a través de los siglos: una historia de la Iglesia cristiana,
São Paulo, Vida Nova, 2008, P. 14.
3. GRENZ, Guretzki, and Nordling, Pocket Dictionary of Theological Terms, Downers Grove,
IL: InterVarsity Press, 1999, P. 59.

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HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

SIETE RAZONES POR LAS QUE DEBEMOS


ESTUDIAR LA HISTORIA DE LA IGLESIA

1. Para conocer la historia del pueblo de Dios, del que


yo mismo formo parte.

La historia de la Iglesia es la narración del pueblo de Dios en la historia. Y como


formamos parte del pueblo de Dios, también es mi historia y la tuya. Necesitamos
conocer este relato porque ha formado y sigue formando nuestra identidad como
cristianos. Como dice González, es en cierto modo, una autobiografía. Sin embar-
go, en lugar de empezar con nuestro nacimiento, comienza siglos antes, y relata
toda una serie de acontecimientos que, al final, serían decisivos en nuestras vidas.
En su libro "Historia ilustrada del cristianismo" escribe:
"Sin los siglos pasados, mi nacimiento y toda mi vida parecieran flotar en el vacío. Pero
más que una autobiografía individual, esta historia es la biografía de ese pueblo de Dios
llamado iglesia, donde se formó y alimentó mi fe. Sin entenderlo, no me entiendo a mí
mismo. Y sin conocer su historia, no lo entiendo. Por lo tanto, no se trata del interés de un
anticuario por épocas pasadas que nunca volverán, sino de una necesidad urgente de co-
nocer esos tiempos pasados que todavía están presentes entre nosotros, limitando nuestras
opciones, determinando nuestras perspectivas y señalando el camino hacia el futuro4”.
Estudiar la historia de la Iglesia es importante, en primer lugar, porque tiene que
ver con quiénes somos y cómo hemos llegado hasta aquí como pueblo de Dios. Se
trata de comprender nuestros propios orígenes y todo lo que se ha construido y
acumulado para nosotros a lo largo de los siglos. Esos hombres y mujeres piadosos
que vivieron en el pasado son nuestros padres, madres, hermanos y hermanas en
Cristo. Podemos enriquecernos y fortalecernos aprendiendo de esta "gran nube de
testigos" que luchó antes que nosotros el "buen combate de la fe". No es un estudio
que nos sea indiferente, al contrario, se trata de lo que somos y del legado que lle-
vamos como pueblo de Dios en la historia.

2. Conocer al Dios que actúa en la historia

Siempre que observamos la narración bíblica vemos a Dios actuando en la vida de


su pueblo. Lo vemos siempre mostrando gracia y misericordia al sostenerlos en los
momentos difíciles y no abandonarlos nunca cuando tropiezan y caen en el error.

4. GONZALES, Justo L. Una historia ilustrada del cristianismo, Sao Paulo, Vida Nova, 1995, Prefacio.

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HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

Lo mismo ocurre cuando miramos la historia de la iglesia. Dios nunca ha cambiado


ni cambiará en relación con su pueblo. Nunca ha dejado de actuar en la historia, ni
siquiera en los momentos más oscuros. La existencia del cristianismo incluso hoy,
después de más de dos mil años desde su origen, es un testimonio de la acción mi-
sericordiosa de Dios en la historia.
La historia de la Iglesia no es sólo la historia de los hombres que vivieron en el pasa-
do, sino la historia de la interacción entre Dios y su pueblo. Mirar la historia desde
esta perspectiva marca la diferencia en la forma de ver la iglesia: ¡es y siempre ha sido
el pueblo de Dios en este mundo! Estudiar esa historia es estudiar el relato de lo que
Dios ha hecho para guiar, proteger y preservar a su pueblo en cada etapa. Basta con
mirar los relatos históricos para ver claramente la mano de Dios actuando, preservan-
do, cuidando y fortaleciendo a su pueblo de generación en generación.
Estudiar una historia tan magnífica no consiste en llenarse de información sobre
personas, fechas, lugares y ciertos acontecimientos aislados, sino sobre todo en
arder el corazón y bautizar la mente en la seguridad de que Dios sigue actuando en
el mundo por amor a su pueblo, para convertirlo en una novia santa y pura para él.

3. Descubrir las contribuciones positivas y negativas que


influyen en la iglesia a lo largo de su trayectoria.

Estudiar la historia del pueblo de Dios, saber cómo empezó todo y cómo se de-
sarrolló en cada época, nos lleva a darnos cuenta de los errores y aciertos de la
iglesia en su largo recorrido. Poder mirar atrás y acceder a más de dos mil años de
historia es un privilegio único de nuestra generación. Descubrir las contribuciones
positivas y negativas que han influido en la trayectoria de la iglesia es la razón más
importante para estudiar la historia de la iglesia.
Cuando aprendemos de los errores y aciertos de los cristianos que vivieron antes
que nosotros, crecemos en madurez y nos hacemos más sabios. Lamentablemen-
te, muchos han tropezado dentro de la iglesia simplemente porque no sabían que
las personas antes de ellos habían caminado por el mismo camino y caído en el
mismo error. O bien, muchos no han tenido éxito en su jornada cristiana porque
simplemente desconocen los caminos más elevados por los que han caminado los
cristianos sabios de las generaciones pasadas.
Es muy importante mirar al pasado y tratar de entender cómo nos han influenciado
positiva o negativamente estos hombres y mujeres de siglos anteriores. La sabi-
duría acumulada a lo largo de los siglos tiene un enorme beneficio para la iglesia
contemporánea. Conocer lo que fue negativo en cada fase o en cada personaje, nos
ayuda a darnos cuenta de nuestros propios errores como individuos y como iglesia.

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HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

Esto debería llevarnos al arrepentimiento y a la búsqueda de respuestas. Por otro lado,


saber lo que fue positivo y lo que cada persona hizo bien, nos llena de gratitud y espe-
ranza. Podemos ser despertados y animados a ir más allá en nuestra jornada con Dios.

4. Para preservar las bases esenciales de la fe cristiana

Una de las cosas que queda clara cuando estudiamos la historia de la iglesia es que
todos los procesos por los que ha pasado hasta el día de hoy tienen que ver con una
batalla por la preservación de la verdad, la sana doctrina y los fundamentos esencia-
les de la fe. Es muy interesante observar la victoria del evangelio frente a todos los
desafíos que la iglesia ha enfrentado desde su nacimiento. A pesar de la aparición
ininterrumpida de herejías, falsos maestros, persecuciones, la seducción de la cul-
tura y el deterioro del tiempo, podemos alegrarnos de que las verdades esenciales
del Evangelio se hayan conservado a lo largo de la historia.
Es impresionante ver cómo, a pesar de todos estos enormes desafíos, las doctrinas
esenciales de la fe cristiana no sólo se han conservado, sino que se han desarrollado
y consolidado. Esta lucha por preservar los fundamentos esenciales de la fe cristia-
na se ve claramente en los concilios, credos, reformas y confesiones de la Iglesia.
Cuando estudiamos la Historia de la Iglesia no sólo aprendemos cómo se conservaron
y desarrollaron las doctrinas en cada etapa, sino que, sobre todo, aprendemos a valorar
todo el trabajo que se hizo en el pasado para que las bases esenciales de la fe cristiana
permanecieran hasta nuestros días. Esto es algo que debería fortalecernos y llenarnos
de ánimo para seguir luchando por la sana doctrina en una época cada vez más secular.
Estudiar la Historia de la Iglesia es participar conscientemente en una lucha que co-
menzó en el tiempo de los apóstoles y que sigue resonando en la actualidad.5

5. Es una gran forma de estudiar teología


La historia de la Iglesia es un estudio que, en cierto modo, engloba todos los demás
estudios teológicos. Cuando se estudia la historia de la Iglesia se acaba estudiando
conjuntamente la teología bíblica, exegética, sistemática y filosófica. Esto se debe a
que el desarrollo de todas estas teologías tuvo lugar en un contexto histórico.
Cuando estudiamos la historia de la formación de estas teologías nos beneficiamos
de innumerables maneras. Este estudio nos ayuda, en definitiva, a distinguir entre
ortodoxia y herejía, además de proporcionarnos sólidas interpretaciones bíblicas y

5. ALLISON, Gregg R., Teología histórica: una introducción al desarrollo de la doctrina cristiana, São Paulo,
Vida nova, 2017, P. 31

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formulaciones teológicas, sin olvidar los numerosos ejemplos de hombres y mujeres pia-
dosos que nos inspiran a desarrollar una espiritualidad más apasionada, viva y radiante.
Estudiar la Historia de la Iglesia es también estudiar el desarrollo del pensamiento
cristiano, es decir, el modo en que cada teólogo piensa e interpreta la Escritura.
Esto es genial porque, además de llevarnos a un estudio más exhaustivo de lo que
creemos, es una excelente manera de profundizar en la doctrina cristiana. Gregg
R. Allison dice que, en algunos casos, el inmenso esfuerzo y el cuidadoso estudio
que la iglesia ha emprendido en el pasado ha dado lugar a una comprensión bíblica
y teológica tan excelente que constituye la mayor parte de los fundamentos sobre
los que la iglesia lleva a cabo los estudios teológicos en la actualidad.

6. Tener una espiritualidad alimentada por el testimonio


de grandes hombres y mujeres que han servido a Dios
en el pasado.

Cuando conocemos la historia de lo que hicieron nuestros hermanos en el pasa-


do, podemos tener un testimonio real que nos inspire hoy. Por ejemplo: William
Carey, misionero inglés, conocido como el "padre de las misiones modernas", sólo
hizo misiones porque leyó el diario de David Brainerd. Agustín, gran filósofo, es-
critor, obispo y uno de los más importantes teólogos cristianos, sólo experimentó
la angustia que le llevó a la conversión tras conocer la historia de unos jóvenes ricos
que lo abandonaron todo por el Evangelio y siguieron la vida como monjes. John
Wesley, el gran evangelista británico del siglo XVIII y fundador del movimiento
metodista, se convirtió tras escuchar el prefacio de Lutero sobre el libro de Ro-
manos. Y, muchos de los avivamientos en América sólo se produjeron gracias a la
lectura de los periódicos o diarios que llevaban relatos de avivamientos anteriores.
Todos estos ejemplos nos muestran que los testimonios son contagiosos. Es im-
posible estudiar la historia de los grandes hombres y mujeres que sirvieron a Dios
en el pasado y no sentirse impulsado a entregarse más a Dios, a llevar una vida de
devoción más profunda y una espiritualidad más viva. No es de extrañar que el
salmista diga: "una generación contará a otra la grandeza de tus obras" (Slm 145:5).
Todo cristiano necesita tener comunión con la familia de la fe, y esta familia incluye
no sólo a los que están vivos hoy, sino también a los que ya partieron y dejaron su
testimonio en la historia. Eran personas como nosotros, limitadas y sujetas a las
mismas debilidades, pero aún así nos dejaron un legado. Aprender de ellos requiere
humildad, una actitud de reconocer que no queremos empezar algo desde cero,
que necesitamos posicionarnos sobre los hombros de estos "gigantes" y caminar
por una senda que ya ha sido abierta y recorrida por ellos.

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HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

7. Obtener una comprensión general sobre la iglesia y


el propósito eterno de Dios.

Dios tiene un plan cósmico que está llevando a cabo desde el principio, la Biblia
es el relato de ello. La historia de la Iglesia es la continuación del desarrollo de ese
plan. Por eso, después de la lectura de la Biblia, el estudio de la Historia de la Igle-
sia es lo más importante para entender hacia dónde conduce Dios a su pueblo. El
estudio de esta historia nos aporta una comprensión global y completa del plan que
Dios está llevando a cabo a lo largo de los siglos. Aunque el destino de la historia ya
está definido en las Escrituras, concretamente en el libro del Apocalipsis, cuando
estudiamos la Historia de la Iglesia vemos el camino del pueblo de Dios hacia ese
destino. Hoy somos nosotros los que estamos en ese camino, todos somos parte
del proceso de lo que Dios está haciendo en la historia. Sobre esta perspectiva La-
tourette escribió:

"La historia del cristianismo no sólo es antigua: también es nueva. En


cada época hay que volver a contarlo. No sólo porque en cada época se
añade un capítulo por la acción continuada de los acontecimientos. Tam-
bién porque en cada etapa de la trayectoria de la humanidad se adquiere
una nueva perspectiva. Cada generación de historiadores puede decir de
sus predecesores: Sin nosotros no pueden perfeccionarse6”.

Estudiar cómo ha crecido y se ha desarrollado la Iglesia a lo largo de su historia


es, sin duda, esencial para todo cristiano, precisamente porque es una continua-
ción del desarrollo del plan de Dios en la historia, que comienza en las Escrituras
y continúa hasta el día de hoy. El gran mensaje de la Escritura, y Abraham es una
excelente figura de ello, es que estamos en una jornada que aún no ha terminado.
Dios sigue actuando en la historia y si queremos estar en sintonía con lo que está
haciendo hoy, no hay nada más sabio que tomar conciencia de lo que ya ha hecho
en años pasados.

La parcialidad en los informes históricos


Cuando contamos una historia siempre lo hacemos desde nuestra propia perspec-
tiva. Esta perspectiva, a su vez, es fruto de nuestros propios presupuestos. Es como
si lleváramos unos lentes que nos permiten leer y entender la historia de una mane-
ra específica. Esto no cambia la realidad de los hechos, sólo influye en la forma de
interpretarlos. Cuando nos ponemos unas gafas de sol, por ejemplo, no cambiamos

6. LATOURETTE, Kenneth Scott, Historia del Cristianismo - vol. 1: Hasta 1500 d.C., São Paulo, Hagnos,
2006, Prefacio.

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HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

la realidad que nos rodea, sólo cambiamos nuestra percepción de la realidad. Vemos
todo desde la escala de color y el grado de las gafas. Del mismo modo, cada autor o his-
toriador tiene sus propias gafas, aunque pretenda trabajar con hechos e imparcialidad.
La imparcialidad total es imposible porque cada autor siempre interpretará la his-
toria según la visión que tenga. Un mismo acontecimiento, por ejemplo, puede ser
considerado positivo para el desarrollo de la Iglesia por un historiador y negativo
por otro. Un claro ejemplo de esto es la reforma, si usted lee a un historiador ca-
tólico romano informando sobre la reforma, percibirá una visión más negativa en
comparación con el relato del mismo evento descrito por un historiador protestan-
te. No podemos esperar una interpretación libre de presupuestos. Eso no existe.
Lo que se espera es una interpretación honesta, comprometida con la búsqueda
de la verdad. Lo mejor es analizar las diferentes perspectivas y buscar la forma más
segura de interpretar estos hechos.

Nuestros presupuestos teológicos


Para no caer en ningún extremo en el estudio de la historia de la Iglesia nos basa-
mos en dos presupuestos fundamentales:

1. Catolicidad

La palabra "católica" significa "universal", lo que significa que no tenemos una vi-
sión sectaria de la Iglesia. Uno de nuestros presupuestos al estudiar la historia de
la Iglesia es la valorización de la universalidad, de la experiencia cristiana, y la bús-
queda de la unidad del cuerpo de Cristo en medio de la diversidad histórica, y de
las diferentes confesiones cristianas. Aunque tenemos nuestra propia confesión,
estamos abiertos a observar todo el bien que Dios ha hecho en el pasado y está
haciendo hoy en las diferentes líneas o ramas del cuerpo de Cristo a lo largo de su
historia en todo el mundo.

2. La progresión continua de la iglesia

Algunos historiadores tienen una visión muy negativa de la iglesia después del pri-
mer siglo, adoptando una perspectiva de declive en lugar de progreso. Viendo to-
dos los eventos posteriores como negativos. Sin embargo, nosotros admitimos que
forma parte de nuestros presupuestos teológicos ver la iglesia como un desarrollo
progresivo del pueblo de Dios en la historia. Creemos que Dios siempre ha soste-
nido a su pueblo en todas las épocas, y que la Iglesia siempre ha dado testimonio
de la verdad en cada generación, incluso en los períodos más oscuros y difíciles por
los que ha pasado.

14
2 Leccion
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v.1.0.0

UNA VISIÓN
PANORÁMICA DE LA
HISTORIA DE LA IGLESIA
INTRODUCCIÓN

Alguien escribió que "para entender el presente hay que conocer el pasado". Para
nosotros, los cristianos, esta verdad es aún más importante. El conocimiento de
la historia de la Iglesia es una herramienta eficaz para todos los que desean com-
prender su herencia espiritual y desarrollar así un sentido de continuidad con el
pasado. La historia no es un conjunto de acontecimientos aleatorios y sin rumbo.
Por el contrario, nos revela, detrás de acontecimientos a menudo confusos y apa-
rentemente desconexos, el propósito providencial de Dios. El estudio de la historia
cristiana nos ayuda a ser más conscientes de nuestra identidad y misión en el
mundo como Iglesia de Cristo.

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HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

LA HISTORIA DIVIDIDA EN PERIODOS

Para estudiar la historia de la Iglesia de forma más didáctica, es habitual dividirla en


períodos. Esta clasificación es útil, porque nos ayuda a entender los cambios entre
un periodo y otro, facilitando la comprensión de un tema tan amplio y complejo.
Sin embargo, es importante entender que estas divisiones son algo artificiales y,
por lo tanto, es posible dividir la misma historia de varias maneras, variando según
el criterio de los distintos estudiosos.

Un breve resumen de las fases de la iglesia

1. Iglesia Apostólica | Desde la ascensión de Cristo (30


d.C.) hasta la muerte de Juan (100 d.C.)

La primera fase de la historia de la Iglesia es la fase apostólica. Comienza con el mi-


nisterio de Jesús en Judea hasta la muerte de Juan, el último apóstol de Cristo, a fi-
nales del siglo I. Tras la ascensión de Cristo al cielo y el derramamiento del Espíritu
Santo sobre sus discípulos en Jerusalén, el mensaje sobre el Evangelio comenzó
a ser proclamado, especialmente por los apóstoles. En esta etapa se fundaron las
primeras comunidades cristianas, comenzando en Jerusalén, en toda Judea, en
Samaria y finalmente en toda la región de Asia Menor, conocida hoy como Turquía.
La mayoría de las comunidades cristianas estaban formadas por judíos y gentiles
convertidos al judaísmo, que confesaban su fe en Jesucristo como Mesías. Una de

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HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

las primeras tareas del cristianismo, y quizá una de las más importantes, fue definir
su propia naturaleza en contraste con el judaísmo del que surgió. La destrucción
de Jerusalén en el año 70 D.C fue un factor decisivo en la emancipación definitiva
de la Iglesia del judaísmo.
Durante unos quince años, la iglesia de Jerusalén ocupó el liderazgo del nuevo
movimiento. Más tarde, la comunidad de Antioquía de Siria asumió ese papel. En
Antioquía, por primera vez, se predicó deliberadamente el Evangelio a los gentiles,
y por primera vez, los discípulos de Cristo fueron llamados "cristianos". En poco
tiempo, esta ciudad se convirtió en el centro de un poderoso esfuerzo misione-
ro transcultural que llevó el mensaje cristiano a muchas regiones importantes del
Imperio Romano. Una figura central en este esfuerzo fue el apóstol Pablo.
Desde sus inicios, la Iglesia se enfrentó a la intolerancia y la persecución. Las
primeras persecuciones vinieron del Sanedrín y de los Herodes, y tuvieron como
primeros mártires a Esteban y a Santiago, el hermano de Juan. Más tarde, a medida
que la fe cristiana se extendía por todo el Imperio Romano, los discípulos siguie-
ron sufriendo la oposición también de los gentiles, que se sentían ofendidos al ver
que sus dioses paganos eran negados por los cristianos, y de los emperadores, que
los veían como una amenaza para el imperio y la sociedad. El cristianismo surgió
en un mundo que ya tenía sus propias religiones, culturas y estructuras políticas y
sociales. En este contexto, la nueva fe abrió caminos y, al mismo tiempo, se definió
a sí misma.
Diez hechos importantes que caracterizan este periodo:
1. El derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés.
2. La iglesia bajo el liderazgo de los primeros apóstoles.
3. El cristianismo se centralizó primero en Jerusalén y luego en Antioquía.
4. La Iglesia se enfrenta al reto de no convertirse en una secta judía.
5. Esteban es asesinado como el primer mártir cristiano.
6. Los gentiles son añadidos a la iglesia.
7. Los viajes misioneros de Pablo y la expansión del evangelio en el Imperio
Romano.
8. La redacción del Nuevo Testamento.
9. La destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C.
10. Muerte de Juan, el último apóstol, en el año 100

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HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

2. Iglesia Perseguida | Desde la muerte de Juan (100 d.C.)


hasta Edicto de Milán (313 d.C)

En este periodo el cristianismo se extendió por todo el Imperio Romano y la Iglesia


experimentó importantes cambios, tanto teológicos como institucionales. Estos
cambios se debieron a sus crecientes desafíos, tanto internos (como el aumento
de la diversidad teológica y la aparición de nuevas herejías) como externos (como
las acusaciones y la intensificación de las persecuciones imperiales). Todos estos
desafíos produjeron grandes mártires de la fe cristiana, que sellaron la defensa de
su fe con su propia sangre. Fue en respuesta a ellos que la iglesia sintió la necesidad
de definir más claramente su identidad institucional y teológica, para lograr una
mayor unidad estructural y uniformidad doctrinal.
De este proceso surgió la Iglesia "católica", cuyo término se encuentra por primera
vez en una carta escrita por el obispo Ignacio de Antioquía, hacia el año 110. A partir
del siglo II, la expresión se utilizó para designar a la Iglesia verdadera, apostólica
y ortodoxa, en oposición a los movimientos disidentes. La Iglesia católica se
caracterizó por sus elementos de unidad e identidad, como: el nombramiento de un
obispo monárquico; la creación de una regla de fe, cuyas verdades fundamenta-
les de la fe cristiana llegaron a expresarse claramente en forma de credos "trinita-
rios"; y una iniciativa para formar el canon del Nuevo Testamento. De este modo, la
iglesia se organizó más y se centralizó administrativamente.
En esta época comenzaron a producirse las primeras obras teológicas del cristia-
nismo. Primero fueron los "padres apostólicos" como Clemente de Roma, Igna-
cio de Antioquía, Policarpo, Papías y otros, cuyos escritos contenían declaraciones
sencillas, piadosas y prácticas de las verdades fundamentales de la fe, motivadas
principalmente por un interés pastoral. Luego, ya en la segunda mitad del siglo
II, aparecieron los apologistas, cuyos escritos estaban destinados a defender la fe
cristiana ante las autoridades, los judíos y los intelectuales paganos. El más notable
de ellos fue Justino Mártir. Por último, hacia finales del siglo II y principios del
III, aparecieron los teólogos polemistas que, en general, tenían mayor talla inte-
lectual que los apologistas y eran más agresivos que ellos en sus escritos. Los más
importantes fueron Ireneo de Lyon, Tertuliano, Cipriano, Clemente de Alejandría
y Orígenes. Algunas se dirigían contra los intelectuales paganos, pero la mayoría se
dirigían contra las falsas enseñanzas dentro de la propia iglesia. Este periodo termi-
na con la "conversión" del emperador Constantino, que mediante el famoso Edicto
de Milán legalizó el cristianismo, poniendo fin a las persecuciones.

18
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

Diez hechos importantes que caracterizan este periodo:


1. El gran crecimiento de la población cristiana.
2. La iglesia se enfrenta a una fuerte persecución por parte de los emperadores
romanos.
3. La iglesia se enfrenta a nuevas sectas y herejías.
4. Desarrollo de la organización eclesiástica.
5. Desarrollo de las doctrinas cristianas.
6. Enseñanza unificada en la iglesia.
7. Creación de una regla de fe.
8. Surgimiento de los primeros padres de la iglesia.
9. Primeros escritos post-apostólicos.
10. La supuesta conversión del emperador Constantino pone fin a la persecución.

3. La Iglesia Imperial | Desde el Edicto de Milán (313 d.C.)


hasta la caída de Roma (476 d.C.)

Con la "conversión" del emperador Constantino, el curso del cristianismo cambió


radicalmente. La Iglesia, que hasta entonces había sido perseguida, pasó a ser
tolerada y poco después se convirtió en la religión oficial del Imperio Romano.
Comenzó a recibir de los emperadores generosas donaciones de propiedades,
exención de impuestos y otros privilegios. A cambio de los beneficios concedidos
a la Iglesia, Constantino y sus sucesivos emperadores se sintieron autorizados a
intervenir en los asuntos eclesiásticos de la Iglesia. Así comenzó la compleja
relación entre la Iglesia y el Estado.
Este cambio en relación con el estatus de la iglesia no fue fácil, y hubo cristianos
que reaccionaron de muy diversas maneras. Algunos lo ven como una gran victoria
para el cristianismo y están tan agradecidos por la nueva situación que les resulta
difícil adoptar cualquier actitud crítica hacia el gobierno o la iglesia. Otros huyeron
al desierto y a lugares aislados porque creían que la cultura secular estaba captan-
do la esencia de la fe cristiana. Dicha práctica influyó en el surgimiento de una
institución que iba a ser inmensamente importante en la historia posterior de la
Iglesia: el monasticismo. Otros, sin embargo, como los líderes más destacados del
cristianismo de la época, adoptaron una postura intermedia: siguieron viviendo en
las ciudades y participando en la vida común de la sociedad, pero con un espíritu

19
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

crítico. Estos se convirtieron en algunos de los más grandes teólogos de la Iglesia,


lo que supuso el florecimiento de la "era patrística".
En este periodo se escribieron los grandes tratados teológicos, así como importan-
tes obras de espiritualidad y la primera historia de la Iglesia. Los primeros gran-
des defensores de la fe en este periodo fueron Atanasio de Alejandría, Basilio de
Cesarea, Gregorio de Nacianzo y Gregorio de Nisa, que combatieron la contro-
versia arriana. Luego, a finales del siglo IV y principios del V, vivieron otros cuatro
importantes líderes y escritores como Ambrosio, Juan Crisóstomo, Jerónimo
y Agustín, que combatieron herejías como el donatismo y el pelagianismo. Este
periodo terminó con la caída del Imperio Romano de Occidente debido a las inva-
siones de los bárbaros, que se instalaron en sus territorios.
Diez hechos importantes que caracterizan este periodo:
1. El emperador Constantino benefició al clero eclesiástico y construyó los
primeros templos cristianos.
2. Se celebra el Concilio de Nicea, el primer concilio universal de la Iglesia.
Inicio del movimiento monástico.
3. Mayor organización eclesiástica a través de los obispos.
4. Mayor organización eclesiástica a través de los obispos.
5. Cierre del canon del Nuevo Testamento.
6. Formación del credo apostólico.
7. Fundación de una "Nueva Roma" por Constantino, con capital en Oriente:
Bizancio (Constantinopla).
8. En el año 373 el cristianismo se convierte en la religión oficial del Imperio.
9. Florecimiento de los "padres de la iglesia" y desarrollo de la teología.
10. Debilitamiento del Imperio Romano de Occidente y crecimiento de las
invasiones bárbaras hasta la caída del Imperio en 476.

4. La Iglesia Medieval | Desde la caída de Roma (476 d.C.)


hasta la caída de Constantinopla (1453 d.C.)

Con la caída de Roma, la parte occidental del Imperio Romano fue ocupada por los
pueblos germánicos. La inestabilidad política de este periodo trajo consigo mucho
caos y desorden. La Iglesia fue la única institución que conservó cierto orden y
cultura, lo que la hizo cada vez más fuerte e influyente hasta convertirse en el
principal poder político de la Edad Media. En este periodo surgió una nueva

20
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

amenaza para el cristianismo: el Islam, que en poco tiempo conquistó vastos


territorios y ciudades que hasta entonces habían sido importantes en la vida de la
Iglesia, como Jerusalén, cuna del cristianismo. Esto condujo a las Cruzadas, por
razones político-religiosas, que contribuyeron en parte a un gran impulso del
comercio y dieron lugar a una nueva clase social: los burgueses. Con el paso
del tiempo, el papado romano se corrompió cada vez más por razones políticas,
experimentando la mayor decadencia de su historia, aunque experimentó algunos
ajustes internos y vivió su apogeo.
A lo largo de este largo periodo, surgieron varias órdenes monásticas nuevas, que
llevaron a cabo una admirable labor en el ámbito de las misiones, la espiritualidad,
la cultura y la caridad. Como extensión de los colegios episcopales, surgieron las
universidades, donde se estudiaba filosofía, derecho, medicina y teología. Como
consecuencia, surgió la escolástica, un movimiento intelectual formado por la
unión de la teología con la filosofía aristotélica, cuyo máximo representante
fue Tomás de Aquino. La teología escolástica contribuyó al Renacimiento, que
posteriormente influyó en los primeros pensamientos de la reforma protestante.
Mientras tanto, en la parte oriental del Imperio Romano, también conocida como
el Imperio Bizantino, la iglesia sufrió debido a sus estrechos vínculos con el
Imperio. Como el Estado era más poderoso que la Iglesia, los emperadores solían
imponer su voluntad. Con el tiempo, la iglesia se debilitó por las luchas teológicas,
los cismas y las invasiones musulmanas. Tras varias disputas, la Iglesia de Oriente
se separó finalmente de la Iglesia de Occidente porque no aceptaba la autoridad
universal del Papa romano, y pasó a llamarse Iglesia Ortodoxa. Este periodo
llegó a su fin con la caída de Constantinopla, capital del Imperio Bizantino, que fue
tomada por el Imperio Otomano en 1453.
Diez hechos importantes que caracterizan este periodo:
1. El fin del antiguo imperio romano.
2. La Cristalización de los pueblos bárbaros.
3. Crecimiento de la iglesia tanto en número como en poder y autoridad.
4. Comienzo del Sacro Imperio Romano.
5. Cisma de las Iglesias Romana (Occidente) y Ortodoxa Griega (Oriente) en 1054.
6. Apogeo del papado romano.
7. Período de la Inquisición de la Iglesia Católica contra los herejes.
8. Período de las Cruzadas.

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HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

9. Surgimiento de las universidades y desarrollo de la teología, la educación, las


artes, la filosofía y la tecnología.
10. Surgimiento de líderes de la pre-reforma y movimientos disidentes en la Iglesia.

5. La Iglesia Reformada | Desde la caída de


Constantinopla (1453) hasta el final de la Guerra de
los Treinta Años (1648)

En los siglos XIV y XV habían surgido en el seno de la Iglesia algunos movimien-


tos de protesta contra ciertas enseñanzas y prácticas de la Iglesia medieval, enca-
bezados por hombres como Juan Wycliff, Juan Hus y Jerónimo Savonarola. Pero
no fue hasta 1517 cuando se produjo oficialmente la Reforma Protestante, cuando
Martín Lutero colocó sus famosas noventa y cinco tesis en la puerta de la iglesia de
Wittenberg, en Alemania. Tras ser excomulgado de la Iglesia católica, Lutero
originó la iglesia "luterana".
No pasó mucho tiempo y empezaron a aparecer otros reformadores en varios paí-
ses europeos, debido al descontento que muchas personas ya tenían con la iglesia
por sus desviaciones eclesiásticas y doctrinales. En Zúrich, Suiza, tuvo lugar un
movimiento llamado "segunda reforma", liderado por Zwinglio, que dio lugar a las
llamadas iglesias "reformadas". También aparecieron allí los "anabaptistas", de los
que surgieron las iglesias "menonitas". En la ciudad de Ginebra se produjo una
importante reforma con Juan Calvino, cuyas enseñanzas se convirtieron en el más
complejo sistema teológico protestante, basado en la soberanía de Dios y sus im-
plicaciones soteriológicas. De él surgieron las iglesias "presbiterianas". Más tarde,
por razones políticas, se inició una reforma en Inglaterra, de la que surgieron las
iglesias "anglicana" y "episcopal". Algunas personas sintieron la necesidad de una
reforma un poco más radical, e iniciaron un movimiento llamado "puritanismo",
del que posteriormente surgió el famoso Catecismo de Westminster. El protestan-
tismo se impuso en muchos otros países de Europa, como Escocia, Francia y los
Países Bajos.
La reacción de la Iglesia católica romana ante el protestantismo tuvo dos
aspectos: la "reforma católica" y la "contrarreforma". En la Reforma católica, la
Iglesia se preocupó por corregir ciertos problemas internos del catolicismo, en
respuesta a las críticas de los protestantes y otros grupos. En la contrarreforma,
la Iglesia se reorganizó para combatir el protestantismo, tanto dogmática como
políticamente. La Contrarreforma fue la causa directa de una de las guerras más
destructivas de la historia, la Guerra de los Treinta Años, que implicó a medio

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HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

continente europeo. Esta guerra terminó con la Paz de Westfalia, que fijó definiti-
vamente las fronteras político-religiosas de Europa y marcó el fin de este periodo.

Diez hechos importantes que caracterizan este periodo:


1. El Renacimiento y el nacimiento de las naciones modernas.
2. Decadencia del papado romano.
3. Inicio de la Reforma Protestante con Martín Lutero y el comienzo de la Iglesia
Luterana.
4. La Reforma con Zwinglio en Suiza es el inicio de la Iglesia Reformada.
5. La Reforma con Calvino en Ginebra es el inicio de la Iglesia Presbiteriana.
6. La Reforma en Inglaterra y el inicio de las iglesias "anglicana" y "episcopal".
7. La Iglesia Católica Romana lleva a cabo la "contrarreforma".
8. Inicio del movimiento puritano en Inglaterra.
9. El descubrimiento de las Américas y la expansión del cristianismo.
10. La "Guerra de los Treinta Años" por razones político-religiosas.

6. Iglesia moderna | Desde el final de la Guerra de los


Treinta Años (1648) hasta el final del siglo XIX

Con el fin de la guerra entre católicos y protestantes, se inició un nuevo período en


la historia de la Iglesia. Las convulsiones políticas allanaron el camino a los ideales
de democracia e independencia, tanto política como religiosa. Como reacción al
apogeo de la Iglesia y al teocentrismo, este periodo se caracterizó por un poderoso
fenómeno basado en la razón llamado "Ilustración", cuyos principales énfasis son la
libertad y la dignidad humana, la investigación científica, el cuestionamiento de la
autoridad y el escepticismo.
Todo esto supuso un gran reto para el cristianismo. Algunos cristianos se adhirie-
ron al racionalismo y llegaron a pensar que sólo una fe estrictamente racional era
compatible con el mundo moderno. Esto llevó a muchos a caer en el deísmo, el
"liberalismo teológico" y, al final, a la negación de la propia fe. Sin embargo, otros
cristianos se enfrentaron a este reto con experiencias de renacimiento espiritual.
Un ejemplo de ello fue el movimiento llamado "pietismo", que ponía gran énfasis
en la necesidad de conversión y devoción personal, en la experiencia, en los sen-
timientos, así como en el sacerdocio universal de los creyentes, el estudio de las
Escrituras y un cristianismo práctico, caracterizado por la caridad y la misión de

23
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

evangelización. El pietismo influyó en los predicadores más destacados de la época,


como John Wesley, George Whitefield y Jonathan Edwards.
Este periodo fue testigo de una intensa actividad misionera transcultural, tanto
por parte de la Iglesia católica como de la protestante. Con el descubrimiento
de las Américas en el periodo anterior, todas las iglesias llegaron a representarse
en las nuevas colonias. La fe cristiana alcanzó tal expansión geográfica que, por
primera vez, se hizo verdaderamente universal. Los católicos fueron los pione-
ros de la misión en América Latina, mientras que los protestantes lo fueron en
las trece colonias norteamericanas, que luego se convirtieron en Estados Unidos.
Uno de los mayores fenómenos religiosos de este periodo fueron los dos "Grandes
Despertares" (1.770 y 1.800), tanto en Inglaterra como en las colonias norteame-
ricanas. Además de miles de nuevas conversiones y la aparición de numerosas
iglesias y denominaciones nuevas, las contribuciones resultantes de estos
despertares fueron la aparición de campamentos de evangelización, sociedades de
voluntarios en las áreas de abolicionismo, educación y misiones.
Diez hechos importantes que caracterizan este periodo:
1. Período del racionalismo y la ilustración.
2. Desarrollo de la ciencia moderna.
3. La iglesia y la teología se ven afectadas por el racionalismo.
4. Crisis de fe a causa del racionalismo y la aparición del liberalismo teológico.
5. Surge el pietismo, un movimiento de renovación de la fe que hace hincapié en
la experiencia.
6. Surgen predicadores del avivamiento, como John Wesley, George Whitefield y
Jonathan Edwards.
7. Grandes despertares en Inglaterra y Estados Unidos.
8. Surgen varias denominaciones nuevas en la iglesia.
9. Surge el movimiento místico y espiritualista, con George Fox y los Quakers..
10. El nacimiento de las misiones modernas.

7. Iglesia contemporánea | Del siglo XX a la actualidad

El comienzo del siglo XX fue testigo de dos guerras mundiales y las décadas
siguientes estuvieron marcadas por un periodo constante de tensión entre Oriente
y Occidente. Para analizar el impacto de estos acontecimientos en la vida de la
Iglesia, lo más sencillo es seguir el curso de las tres principales ramas del cristianis-
mo: la católica, la oriental y la protestante.

24
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

En la Iglesia católica, el Estado Vaticano se creó mediante la firma del Tratado de


Letrán entre el Papa Pío XI y el dictador Mussolini. Cuando Juan XXIII subió al
trono papal, la Iglesia comenzó a abrirse al mundo moderno. Un acontecimiento
importante fue el Concilio Vaticano II, donde se adoptaron importantes medidas
de renovación litúrgica y de acercamiento a otros grupos cristianos. De ese consejo
surgieron dos movimientos opuestos: La renovación carismática en Estados Unidos
y la teología de la liberación en América Latina. Uno de los personajes más famosos
de ese siglo fue la Madre Teresa de Calcuta, fundadora de la orden de las Misione-
ras de la Caridad. En el Este, la Iglesia rusa fue el blanco de la furia de la revolución
comunista. Pero con la caída del Muro de Berlín y el fin de la Unión Soviética, los
países empezaron a gozar de libertad religiosa, lo que llevó a la revitalización de la
Iglesia Ortodoxa. En el protestantismo, buena parte de los "cristianos alemanes"
apoyaron el nazismo, aunque la "iglesia confesional" se opuso al régimen. El líder
más destacado de esta oposición fue el teólogo y pastor luterano Dietrich Bonho-
effer, que participó en el complot para asesinar a Hitler y fue ejecutado poco antes
del final de la guerra. Otros dos destacados teólogos de la época fueron el suizo
Karl Barth, creador de la neo-ortodoxia, y el apologista europeo S. C. Lewis. A
pesar de las dificultades, el movimiento misionero siguió desarrollándose y se creó la
Conferencia Misionera Mundial, de la que surgió el Movimiento Ecuménico.
En todo el mundo se empezó a estudiar la persona del Espíritu Santo y se produ-
jeron grandes renacimientos en China, África y Corea. En Estados Unidos surgió
el "pentecostalismo", cuyos pioneros fueron Charles Parham y William Seymour,
líder del avivamiento de la calle Azusa, de donde surgió la Iglesia "Asamblea de
Dios". Poco después, los miembros de las iglesias históricas y algunos católicos
comenzaron a tener experiencias con el bautismo en el Espíritu Santo, dando
así origen al Movimiento Carismático. En los últimos cien años ha habido más
conversiones que en ninguna otra época.
Diez hechos importantes que caracterizan este periodo:
1. Creación del Vaticano.
2. Revitalización de la Iglesia Ortodoxa.
3. Desarrollo del movimiento teológico liberal.
4. Grandes teólogos como Karl Barth, Dietrich Bonhoeffer y S. C. Lewis.
5. Surgimiento del movimiento ecuménico.
6. Avivamiento en varias partes del mundo, como China, África y Corea.
7. El avivamiento en Azusa y el nacimiento del Movimiento Pentecostal.
8. Surgimiento del Movimiento de Sanidad Divina.
9. Surgimiento del movimiento carismático.10. El siglo XX es llamado por algunos
teólogos "El siglo del Espíritu Santo".

25
3 Leccion
´

v.1.0.0

EL MUNDO
EN EL QUE NACIÓ
EL CRISTIANISMO
El cristianismo no surgió en el vacío, sino en un contexto histórico y cultural es-
pecífico. Nació en un mundo que ya tenía sus propias religiones, culturas y estruc-
turas políticas y sociales. En este contexto, la nueva fe abrió camino, al tiempo que
se definía a sí misma. La revelación de Dios y su obra redentora tiene un impre-
sionante carácter histórico. Las Escrituras nos hablan de un Dios que no sólo es
trascendente, sino también inmanente, personal. Siempre se está comunicando
y relacionando con los seres humanos, entrando y actuando en nuestra historia.
Toda la Escritura da testimonio de esta verdad. El acontecimiento máximo de esta
manifestación de Dios en la historia fue la encarnación de su Hijo, Jesús. Por eso,
para nosotros, los cristianos, la historia tiene un sentido dado por Dios mismo. Es
lineal, tiene un principio y un final, bajo la dirección providencial y soberana de
nuestro Dios, el Señor de la historia.

26
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

La plenitud de los tiempos y la encarnación del Hijo de Dios


González, historiador y teólogo cristiano, dice que desde el principio el cristianis-
mo existió como el mensaje del "Dios que amó tanto al mundo" que se convirtió
en parte de él. En su libro Historia del pensamiento cristiano, dice que el cristia-
nismo no es una doctrina etérea y eterna sobre la naturaleza de Dios, sino que es
la presencia de Dios en el mundo en la persona de Jesucristo¹. De esta manera, el
cristianismo es encarnación, existe en lo concreto e histórico, siendo inconcebible
al margen del mundo. Por ello, al informar sobre el inicio del cristianismo debemos
empezar por describir, aunque sea brevemente, el mundo en el que nació y dio
sus primeros pasos esta fe cristiana. La Biblia nos dice que Dios envió a su Hijo al
mundo en el cumplimiento del tiempo, ( Gal 4.4). El término "el cumplimiento del
tiempo," significa un tiempo que está listo, lleno, completo. Jesús vino al mundo en el
momento oportuno para su encarnación, vida y muerte como para el florecimiento
de la iglesia. Esto no significa que fuera una época fácil, sino que la forma en que
estaba organizado el mundo facilitó el avance de la nueva fe al mismo tiempo que la
desafió. González dice que la "plenitud de los tiempos" no significa que el mundo
estuviera preparado para convertirse en cristiano, como un fruto maduro a punto
de caer del árbol, sino que en el inescrutable designio de Dios había llegado el mo-
mento de enviar a su Hijo al mundo para que sufriera la muerte en una cruz, y de
esparcir a sus discípulos por ese mismo mundo, para que ellos también dieran un
valioso testimonio de su fe por el crucificado.²

Los antecedentes inmediatos del cristianismo: las culturas griega, romana y judía
Históricamente, la época del nacimiento de Jesús y del inicio de la Iglesia se deno-
mina "Antigüedad clásica", que abarca el periodo comprendido entre el siglo VIII
a.C. y el siglo V d.C., caracterizado por el apogeo del Imperio grecorromano. En
este periodo, en la región del mar Mediterráneo donde nació Cristo, había tres cul-
turas destacadas que fueron la cuna del cristianismo: la griega, la romana y la judía.

1. La cultura griega

Los griegos eran el pueblo más desarrollado intelectualmente de todos los pueblos
de la tierra. Con las conquistas de Alejandro Magno en el siglo IV a.C., se produ-
jo una amplia difusión de la lengua y la cultura griega por toda la región del mar

1. GONZÁLEZ, Justo L,. Historia del pensamiento cristiano: desde los orígenes hasta el
Concilio de Calcedonia - Vol. 1, São Paulo, Cultura Cristã, Pg. 28.
2. GONZÁLEZ, Justo L,.Uma História Ilustrada do Cristianismo - Vol. 1, São Paulo, Vida Nova,
1995, Pg. 30.

27
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

Mediterráneo. Sus conquistas tenían una base ideológica muy fuerte. El objetivo
de Alejandro no era simplemente conquistar el mundo, sino unirlo bajo una sola
civilización, con una tonalidad claramente griega. El resultado fue el "helenismo",
que añadió elementos griegos a los distintos pueblos conquistados. En términos
generales, esta ideología tenía como objetivo la unidad, que servía, en primer lugar,
para fortalecer y expandir el Imperio Romano y, posteriormente, para predicar y
difundir el Evangelio por todo el territorio perteneciente al Imperio.

Las principales contribuciones intelectuales de los griegos


• Lengua universal: El comercio, la navegación, las emigraciones y las colonias
griegas dieron a la lengua griega una difusión universal. Se convirtió en una es-
pecie de lengua internacional hablada por los distintos pueblos que estaban bajo
la dominación greco-romana. Cuando el griego se convirtió en la lengua común,
muchos judíos que vivían en la diáspora vieron la necesidad de traducir el Antiguo
Testamento hebreo al griego, una traducción que se llamó la Septuaginta (LXX). El
Nuevo Testamento, en cambio, se escribió directamente en koiné, el dialecto grie-
go común entre los pueblos. Disponer de una lengua común en todo aquel vasto
territorio fue providencial para la difusión del evangelio, que pronto se extendió
más allá de las fronteras de Judea.
• Reflexión filosófica: Además de su aporte lingüístico, los griegos también dejaron
al mundo antiguo su rica reflexión filosófica. Profundizaron en ideas relacionadas
con las grandes preguntas de la vida, como: el origen y el sentido del mundo, la
existencia de Dios y del hombre, así como la existencia del bien y del mal, y mu-
chas otras interrogantes. Las principales corrientes filosóficas fueron las de Platón,
Aristóteles, los estoicos y los epicúreos. Todo esto estaba presente en el mundo he-
lenístico hacia el que pronto se dirigió el cristianismo. El interés por la novedad y la
búsqueda certera de lo desconocido hicieron que el mensaje cristiano fuera objeto
de atención de los griegos desde el principio (Juan 12,20 y Hechos 17,21). Aunque
el cristianismo no es una filosofía, utilizó muchos elementos filosóficos para racio-
nalizar, sistematizar y difundir su doctrina. Gran parte del lenguaje, los conceptos y
las estructuras del pensamiento filosófico se ven en los propios escritos del Nuevo
Testamento, como por ejemplo cuando Juan utiliza la palabra "logos", que era un
concepto filosófico, para referirse a la persona de Jesucristo en el prólogo de su
Evangelio (Juan 1.1).
• Vacío espiritual: Aunque la filosofía griega no aportó las respuestas correctas a
las preguntas esenciales de la vida, hizo que la gente se cuestionara sus propias
creencias y buscara algo que le diera sentido. Debido a la creciente inteligencia, se
empezó a cuestionar las historias sobre los dioses. Muchos de ellos eran tan incre-

28
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

íbles para la mente culta como ofensivos para los moralmente sensibles. Aunque
seguían existiendo muchos cultos paganos, varios se mantenían por razones de
costumbre, superstición, comercio u orgullo cívico. Las conquistas romanas tam-
bién contribuyeron a que muchos pueblos se vieran empujados a la falta de fe en
sus dioses, al no poder protegerlos. Todo esto condujo a un vacío espiritual que, en
consecuencia, sirvió de apertura para la aceptación de la nueva fe en Cristo.

2. La cultura romana

El Imperio Romano surgió justo antes de la era cristiana, cuando Octavio fue acla-
mado como César Augusto, convirtiéndose en el primer emperador de los romanos
(27 a.C. - 14 d.C.). Si la contribución de los griegos fue en el ámbito lingüístico, cul-
tural y filosófico, los romanos hicieron una notable aportación al mundo en el que
surgió el cristianismo en los aspectos políticos, jurídicos y administrativos. A pesar
de la helenización del Imperio, los romanos tenían el dominio militar, mantenían
el orden y hacían las leyes.

Las principales contribuciones políticas de los romanos


• Paz romana: Bajo un único gobierno, los pueblos que componían la región perte-
neciente al Imperio Romano ya no necesitaban estar en guerra entre sí. Gracias a su
avanzada legislación, su ejército y sus instituciones, los romanos crearon un entor-
no de orden y seguridad como nunca se había visto en las tierras del Mediterráneo.
La paz interna, el orden y la prosperidad conseguidos se mantuvieron, con inter-
rupciones ocasionales, durante unos dos siglos. Esta relativa paz favoreció en gran
medida los viajes misioneros y la predicación del Evangelio en todo el Imperio.
• El papel del ejército romano: Como el Imperio Romano se había extendido por
una amplia región, que históricamente tenía una tradición de guerras entre pue-
blos vecinos y de dominio de otros grandes imperios, para que la relativa paz fuera
posible el ejército romano desempeñaba un papel importante. El hecho de que los
pueblos conquistados tuvieran lenguas, valores y culturas muy diferentes, sumado
al hecho de estar bajo el yugo de otro pueblo, convirtió al Imperio Romano en una
caldera de posibilidades de innumerables tensiones y rebeliones. Para promover la
tranquilidad, la seguridad y el orden, la estratagema romana adoptó diversas formas.
A medida que los ejércitos avanzaban y se asentaban en las ciudades, se producía la
transmisión de sus elementos culturales, económicos, sociales y políticos, dándo-
les el aire de la forma de ser y vivir de los romanos, lo que contribuía a una relativa
aceptación de la soberanía romana o al menos de los beneficios de su dominio. La
presencia física del ejército también imponía en las regiones el clima de seguridad,
estabilidad y paz, frente a las posibilidades siempre inminentes de revueltas o inva-

29
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

siones de pueblos extranjeros. Así, el Imperio protegía y gobernaba las provincias,


permitiendo a cada una de ellas elaborar y administrar sus propias leyes y estatutos,
a la luz del derecho romano y aprobados por el Emperador, a cambio de aceptar la
supervisión romana y su control militar. La presencia del ejército permitió que los
viajes, tanto por mar como por tierra, fueran más seguros, lo que sin duda facilitó
la difusión del cristianismo.
• Gran sistema de carreteras: Con la paz romana también creció el comercio y,
por tanto, la construcción de carreteras. Los romanos construyeron innumerables
carreteras que conectaban un lugar con otro y varias autopistas de cemento que
atravesaban todo el Imperio. Esto posibilitó que los viajes fueran cada vez más lar-
gos, ya que las ciudades estaban situadas estratégicamente en las orillas de estos
caminos. Cómo Palestina, donde nació el cristianismo, era una importante vía de
comunicación que unía por tierra los continentes de Asia y África con Europa, se
favoreció el contacto y la difusión de la fe cristiana. El óptimo sistema de carreteras
y el tráfico comercial fueron una importante ayuda para la misión de Pablo y otros
apóstoles en todo el Imperio.

Desafíos de la cultura greco-romana para el inicio del cristianismo


Varias condiciones fueron beneficiosas para la difusión del cristianismo en el mun-
do greco-romano. Pero también hubo otros aspectos que sirvieron de desafío a
los primeros cristianos. Dado que la intención del Imperio Romano era lograr la
unidad política entre sus súbditos de diversas culturas, parte de su política era fo-
mentar la mayor unidad religiosa posible sin una excesiva violencia. González dice
que esto se hizo a través del sincretismo religioso y el culto al Emperador.³
• Sincretismo religioso: Los romanos fomentaron el sincretismo religioso añadien-
do o asociando al panteón de sus dioses, los dioses de los diversos pueblos. Era
conveniente para la unidad del Imperio que sus distintos súbditos pensaran que,
aunque sus dioses tuvieran nombres y atributos diferentes, eran todos los mismos
dioses. A pesar del sincretismo entre los dioses, los romanos persiguieron y trata-
ron de exterminar cualquier religión que supusiera una amenaza para la unidad y
el orden del Imperio. El monoteísmo judeocristiano contrastaba claramente con
el politeísmo y la idolatría de los romanos. Dado que el judaísmo estaba contenido
en un único grupo étnico, con sólo unos pocos prosélitos, no suponía una ame-
naza significativa para el Imperio Romano. Por otra parte, el cristianismo, sobre
todo cuando empezó a extenderse por el Imperio, fue percibido por las autoridades

3. GONZÁLEZ, Justo L,. Una historia ilustrada del cristianismo - Vol. 1, São Paulo, Vida Nova,
1995, p. 25.

30
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

como una influencia intrínsecamente desestabilizadora y amenazante para el orden


romano, lo que provocó la oposición y la persecución
• El culto al emperador: Un desafío aún mayor para el cristianismo fue la práctica
del culto al emperador. Tras la muerte de un emperador considerado digno de ho-
nor, podía convertirse en una deidad del Estado romano mediante una ceremonia
de apoteosis concedida por el Senado. Todos los súbditos deben reconocerlo como
una deidad y adorarlo. Este era uno de los medios que utilizaba Roma para fomen-
tar la unidad y la lealtad de los súbditos hacia el Imperio. Negarse a adorarle se con-
sideraba un signo de deslealtad e incluso de traición. La negativa de los cristianos a
participar en las celebraciones públicas de culto a los dioses romanos o al empera-
dor hizo que se les mirara con desconfianza y hostilidad. El culto al emperador fue
sin duda el punto primordial que desencadenó la persecución imperial en los tres
primeros siglos de la Iglesia.

3. La cultura judía

Puede que el cristianismo se haya desarrollado dentro del sistema político roma-
no y haya encontrado un entorno intelectual favorable generado por la influencia
griega, pero, sin duda, su matriz principal fue el judaísmo. Latourette, dice que la
fe judía es el tronco del cual brotó y floreció el cristianismo. De hecho, al principio
el cristianismo parecía ser sólo una de las diversas sectas del judaísmo. Fue entre
judíos y como judío que Jesucristo vivió y murió. Todas sus enseñanzas fueron con-
cebidas dentro de la cosmovisión judía y todos sus primeros discípulos eran judíos.
El cristianismo, como movimiento que surgió dentro del judaísmo, recibió del mis-
mo muchas cosas importantes.

Las principales contribuciones religiosas de los judíos


• Las Escrituras Veterotestamentarias: El pueblo judío dejó un legado al cristianis-
mo la formación de las Escrituras Veterotestamentarias y, en consecuencia, toda
su cosmovisión. El cristianismo siempre se ha basado en las Sagradas Escrituras,
que al principio consistían sólo en el Antiguo Testamento. Jesús mismo dijo que
no había venido a anular nada de lo que estaba escrito en la ley y en los profetas,
al contrario, su venida era precisamente para confirmarlos y cumplirlos. Todo lo
que hicieron y enseñaron Jesús y los apóstoles se basó en las Escrituras Veterotes-
tamentarias. Vemos el uso explícito del Antiguo Testamento en la explicación de
los hechos y acontecimientos ocurridos con Jesús y en la predicación del Nuevo
Testamento con expresiones como: "según las Escrituras", "como dice la Escritura",
"esto sucedió para que se cumpliera la Escritura". La finalidad de estas expresiones
es indicar la actualidad de una palabra pronunciada en el pasado, reconociendo

31
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

su eficacia permanente. También vemos el uso implícito de conceptos teológicos


tomados del Antiguo Testamento. La Iglesia no ha creado un nuevo lenguaje teo-
lógico, sino que se ha apropiado del ya conocido lenguaje veterotestamentario y lo
ha ampliado.
• Monoteísmo: Los judíos recibieron una revelación personal de Dios y fueron ele-
gidos para ser su pueblo peculiar entre todos los pueblos de la tierra. Consideraban
a su Dios, Yahvé, como el Dios del universo, el Creador y gobernador del cielo y la
tierra. Otros pueblos tenían sus dioses, pero Yahvé era considerado mucho más po-
deroso que ellos. Estos eran dioses falsos o estaban completamente subordinados a
él. Para el judío, el centro de su fe y su principal mandamiento estaba presente en
la siguiente afirmación: "Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es un solo Señor;
y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus
fuerzas" (Dt 4,6). Muchas veces, a lo largo de su historia, el pueblo judío se alejó
del Señor y fue seducido por los dioses de otros pueblos y cayó en la idolatría. Pero
nunca más, tras su regreso del cautiverio babilónico, volvieron a caer en el polite-
ísmo y la idolatría. Los cristianos creen en el mismo Dios que los judíos, pero es a
través de la fe en Jesús que otros pueblos, antes separados de Dios, forman parte
de su pueblo elegido.
• Sistema ético: Además de las Escrituras y la fe en el único Dios verdadero, los
cristianos heredaron del pueblo judío su sistema ético. Dios dio la ley a su pueblo
para mostrarle el modelo de cómo debían vivir (aspectos morales) y cómo debían
acercarse a él (aspectos ceremoniales). Cada mandamiento se basaba en el propio
carácter santo de Dios, por lo que encontramos en las escrituras veterotestamenta-
rias, una y otra vez, la expresión: "Sed santos, porque yo, el SEÑOR vuestro Dios,
soy santo". Jesús vivió según la ética dada por Dios al pueblo judío. De hecho, fue
el único hombre que nunca transgredió ninguno de los mandamientos de la ley de
Dios revelados en las Escrituras. Vino a mostrar, con su vida, cómo es la ley en su
esencia y en su forma. Jesús no sólo obedeció y reafirmó la ley del Antiguo Testa-
mento, sino que nos reveló su pleno significado, mostrando su verdadera intención
y profundidad. Así pues, la ética cristiana se basa completamente en la ética judía.
Por Cristo y a través de él, los cristianos están capacitados para vivir según la ética
del pueblo de Dios.
• Esperanza mesiánica: La creencia en la futura venida de un Mesías era promi-
nente en la fe judía. La esperanza mesiánica constituye, sin duda, uno de los di-
namismos definitorios del judaísmo. Esta esperanza se refiere fundamentalmente
al desarrollo de la promesa de Dios a su pueblo a lo largo de la historia. El título
"Mesías" en hebreo es el mismo que el término "Cristo" en griego, que significa
"ungido". Este título expresa la autoridad divina concedida a alguien del linaje del

32
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

rey David, que es elegido y ungido por Dios como su representante entre el pueblo
para defenderlo de sus enemigos, administrar correctamente la justicia y garantizar
la paz y la prosperidad. En los períodos de sometimiento a los gobernantes extran-
jeros, se esperaba al Mesías como el liberador de estos poderes y como el que estab-
lecería el reino ideal en el que se cumpliría perfectamente la voluntad de Dios. Los
cristianos creen que Jesús es este mesías salvador, mientras que los judíos siguen
esperando su llegada.

El judaísmo en la época de Jesús y el comienzo de la Iglesia


Desde el cautiverio en Babilonia, los judíos nunca han sido los mismos. Esta ex-
periencia colectiva tuvo efectos muy importantes en su religión y cultura, como la
aparición de las sinagogas, el estudio de la Torá y el desarrollo de la tradición oral.
Luego, con la influencia helénica y la dominación romana, tenemos, a partir de
estos procesos históricos, una nueva religiosidad judía, que estaba compuesta por
grupos que apoyaban y grupos que resistían estos procesos. Bruce Shelley habla de
varias facciones que surgieron entre los judíos, cada una de las cuales interpretó y
trató la crisis de manera diferente.4

PRINCIPALES INSTITUCIONES Y GRUPOS


RELIGIOSOS DEL JUDAÍSMO DEL SIGLO I
Surgió con los judíos de la dispersión durante el exilio babilóni-
co. Dondequiera que hubieran diez familias judías, debían unirse y
fundar una sinagoga. Se convirtió en un lugar de encuentro para la
oración y el estudio de las escrituras y en el centro de la vida judía
tras la destrucción del Templo en el año 586 a.C. En la época de
Jesús, la sinagoga tenía cuatro funciones básicas: 1. una escuela para
SINAGOGA
niños, donde se enseñaba la Ley y las tradiciones religiosas de los
judíos; 2. un lugar de enseñanza e instrucción, donde se leían las
Escrituras, se exponían y se oraba; 3. un consejo comunitario, don-
de se decidían asuntos civiles y religiosos; 4. un lugar de interacci-
ón social, donde se celebraban diversos tipos de reuniones.

4. SHELLEY, Bruce L., Historia del Cristianismo: una obra completa y actual sobre la trayec-
toria de la iglesia cristiana desde sus orígenes hasta el siglo XX, Río de Janeiro, Thomas
Nelson 2018, P. 19

33
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

Su origen es incierto, ya que la primera referencia documentada


proviene del Período helenístico. Era el tribunal supremo de los
judíos. Sólo los judíos de nacimiento podían formar parte de ella.
Sus 71 miembros eran vitalicios. Estaba precedido por el sumo sa-
cerdote, que, en tiempos de Jesús, era nombrado por el goberna-
SINEDRÍN
dor romano. La jurisdicción del Sanedrín se limitaba a Judea. Tenía
la última palabra en materia de interpretación de la Ley. Tomaba
decisiones en materia penal, sujetas a la aprobación del gobierno
romano. El Señor Jesús fue llevado ante el Sanedrín (Marcos 14.53-
55), al igual que los apóstoles (Hechos 4.15-18; 22.30).
No constituían un partido político, sino que eran miembros de una
“corporación profesional”. Fueron, en primer lugar, los copistas
de la Ley. Al principio, los escribas eran sacerdotes. Considerados
como autoridades en las Sagradas Escrituras, ejercían una función
docente. Su línea de pensamiento era similar a la de los fariseos,
con quienes se les asocia a menudo en las páginas del Nuevo Tes-
ESCRIBAS tamento. El valor de su trabajo reside en la conservación de las
escrituras divinas, así como en la defensa de los principios de la
Ley. Por otra parte, cuando empezaron a defender la ley oral, los
escribas se atribuyeron una triple misión: 1) definir y perfeccionar
los principios jurídicos derivados de la Torá. 2) enseñar no sólo la
ley escrita, sino también la ley oral o “tradición de los ancianos”
mediante la memorización y la repetición. 3) realizar la aplicación
de la justicia aplicando los principios del derecho oral.
Como partido, surgieron en el siglo II a.C. y fueron una reacción
conservadora a la influencia griega. Por ello, desarrollaron una teo-
logía de separación étnica y ritual. Ponían un énfasis excesivo en el
cumplimiento de los mandamientos, la tradición de los ancianos y
la purificación ritual. Era el grupo más popular e importante en la
época de Cristo. Sostenían la doctrina de la inmortalidad del alma,
la resurrección del cuerpo, la existencia del espíritu y de los ángeles.
FARISEOS
Esperaban la llegada de un Mesías y creían en las recompensas y
castigos de la vida futura. Sin embargo, sostenían que la gracia divina
se derramaba sólo sobre aquellos que hacían lo que la Ley manda.
Algunos de ellos apoyaron a Jesús y se convirtieron en cristianos (Jn.
3:1-9 | 7:50 | 19:39 | Hechos 5:34-39 | Hechos 15:5); pero la mayoría
de ellos fueron amonestados por Cristo a causa de su profunda hipo-
cresía y su sentido de superioridad moral ( Mt. 23 | Lucas 12:1).

34
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

Este partido surgió en la época de la invasión griega. Estaba com-


puesto por los principales sacerdotes y los aristócratas ricos. Se
mostró abierta a las influencias extranjeras, tratando de reconciliar
el judaísmo con el helenismo. Consideraban el dominio romano
como una ventaja para sus intereses. Aunque eran impopulares en-
tre la gente común, controlaban la administración del Templo y
el Sanedrín. Sólo aceptaban como inspirada la Torá, miraban con
SADUCEOS
recelo cualquier revelación posterior a la Ley de Moisés, negaban
los escritos de los profetas y la tradición judía. No creían en los án-
geles, en los demonios, en la resurrección, en la vida futura, en la
predestinación y casi no tenían esperanzas mesiánicas. Desprecia-
ban las pasiones nacionalistas y el entusiasmo religioso. Lo único
que tenían en común con los escribas y fariseos era su hostilidad
hacia la persona de Jesús y su persecución de los cristianos.
No se mencionan en la Biblia, pero, al igual que los fariseos, deben
haber aparecido en el período macabeo. Probablemente fueron una
reacción ascética al externalismo de los fariseos y a la mundanidad
de los saduceos. Se retiraron de la sociedad y vivieron en ascetismo
y celibato en el desierto de Judea. Vivían con extrema sencillez y
bajo una severa disciplina. Vestían de blanco, evitaban el comercio
y no sacrificaban en el templo, tenían sus posesiones en común,
amaban a los de dentro, pero odiaban a los de fuera. Estudiaban
las Escrituras y otros libros religiosos. Tenían su propio calendario
ESENIOS religioso y reglas rituales de purificación; tomaban baños rituales
de inmersión a diario. Esperaban la llegada del Mesías y se con-
sideraban el único Israel verdadero para el que vendría. Estaban
convencidos de que todas las profecías del Antiguo Testamento se
estaban cumpliendo en sus días, por lo que esperaban el inminente
fin de los tiempos. Se consideraban “hijos de la luz” y los demás
“hijos de las tinieblas”. Esperaban el día de la batalla final, cuando
obtendrían la victoria sobre los hijos de las tinieblas. Desaparecie-
ron hacia el año 73, cuando la fortaleza de Masada fue conquistada
por los romanos.
Creían que la sumisión a Roma era una traición a Dios. Eran
patriotas judíos militantes que creían que la violencia era justi-
ficable si liberaba a la nación de los opresores extranjeros. Sur-
ZELOTES gieron durante el gobierno de Quirino (alrededor, o en la misma
época del nacimiento de Jesús) como un partido clandestino,
que se oponía a Roma.

35
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

También se les conocía como sicarios, porque llevaban una daga


oculta con la que atacaban a sus enemigos. Respetaron el Tem-
plo y la Ley. Se oponían al pago de impuestos a Roma y al uso de
la lengua griega. Creían en el Mesías que, según ellos, debía ser
un líder político que liberaría a Israel de la ocupación romana.
Al menos uno de ellos se convirtió en discípulo, “Simón el Ze-
lote” (Mateo 10:4; Lucas 6:15; Hechos 1:13). En su extremismo,
acabaron provocando y dirigiendo la guerra contra Roma en el
66, que culminó con la destrucción total de Jerusalén en el 70, la
disolución del “estado” judío y la dispersión de su pueblo.
Samaria formaba parte de la región que constituía el Reino del Nor-
te, también llamado Israel, tras la división de la nación en tiempos de
Roboam, y que fue tomada por los asirios en el 722 a.C. Durante un
tiempo, rindieron culto en un templo erigido en el monte Gerizim,
basando su religión en su propia traducción del Pentateuco (2 Re 17).
SAMARITANO Los samaritanos eran los descendientes de la unión de los colonos
traídos a Palestina por Sargón, con los judíos pobres que se queda-
ron tras la caída del Reino del Norte. Eran monoteístas, observaban
la Ley, celebraban las fiestas judías y esperaban un Mesías. Los judíos
no se llevaban bien con los samaritanos (Neh. 4:1,2; Juan 4:8).

Partido político formado por judíos (funcionarios y soldados de la


corte herodiana, algunos propietarios de tierras y algunos comer-
ciantes) que creían que lo mejor para el judaísmo era la cooperación
con los romanos. Su nombre fue tomado de Herodes el Grande, que
HERODIANOS
en su día intentó romanizar Palestina. Mostraron una fuerte hostili-
dad hacia el Señor Jesús (Mateo 22:16; Marcos 3:6). Al igual que los
saduceos, no creían en la resurrección.

Este fue el contexto histórico, cultural y religioso en el que nació el cristianismo.


En aquella época no faltaban voces en Palestina que exigían lealtad, pero Jesús no
era una más de esas voces, era la mismísima Palabra de Dios encarnada en el mun-
do. Jesús eligió a discípulos improbables y comenzó su ministerio con sencillez. Al
principio parecía ser otra secta judía poco prometedora, sin embargo, el cristianis-
mo se mantiene hasta hoy, está presente en todas las partes del mundo y ha sido,
posiblemente, el mayor influenciador del mundo occidental.

36
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

Judaísmo y cristianismo
La Biblia, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, cuenta una sola historia: la de Dios
con su pueblo. El Antiguo Testamento cuenta el comienzo de esa historia con la
elección y formación del pueblo de Israel y el Nuevo Testamento continúa esa mis-
ma historia mostrando cómo Dios, a través de Cristo Jesús, incluyó a los gentiles
como parte de su pueblo. Es importante saber que nuestra historia, como pueblo
de Dios, no parte de la nada. Nuestras raíces están en Israel, la iglesia es el cumpli-
miento de las promesas hechas en el Antiguo Testamento. Sin embargo, a pesar de
esta continuidad histórica, el judaísmo y el cristianismo no son lo mismo. Aunque
estamos conectados con las raíces judías, debemos estar atentos a la verdad de que
la comprensión de Jesús como Mesías, Hijo de Dios, es necesaria y no se puede
negociar.

37
4 Leccion
´

v.1.0.0

EL LIBRO DE
LOS HECHOS
DE LOS APÓSTOLES
JESÚS Y EL SURGIMIENTO DE LA IGLESIA

Muchos historiadores ven a Jesús simplemente como un judío carismático y pers-


picaz que acabó siendo asesinado por ello y que posteriormente fue divinizado por
sus seguidores. Para nosotros, los cristianos, es el mismísimo Hijo de Dios, que
vino al mundo enviado por el Padre con el propósito expreso de reconciliar a los
seres humanos con Dios. Los Evangelios nos hablan de las circunstancias de su
nacimiento y dicen poco sobre su infancia y juventud. La atención se centra en su
ministerio de tres años, que comenzó cuando tenía treinta años (Lc 3:23). Su labor
era triple: proclamar el reino de Dios, enseñar y curar a los enfermos. El reino que
anunciaba tenía como eje central su propia persona y sus enseñanzas, y en particu-
lar su muerte y resurrección. No dejó ninguna organización básica, ningún sistema
doctrinal bien definido ni libros sagrados. Sólo reunió en torno a sí a un grupo de

38
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

seguidores, especialmente a doce hombres a los que formó y envió a predicar, nom-
brándolos continuadores de su misión (Juan 20.21).
Según Efesios 3:1-13 la iglesia, que antes era un "Misterio oculto en Dios", ahora se
revela en Cristo, dando a conocer a los hombres el "secreto de Dios". La expresión
"oculta en Dios" indica que la iglesia siempre estuvo presente en el plan de Dios,
pero que sólo se dio a conocer después del ministerio terrenal de su Hijo. Jesús es
el fundamento y no el fundador de la iglesia. Esto es evidente por el uso del término
futuro que se menciona en Mateo 16.18: "Sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las
puertas del infierno no prevalecerán contra ella", refiriéndose a la declaración de Pedro
que dijo: "Tú eres el Cristo, el hijo del Dios vivo". Jesús es el fundamento sobre el que
se está construyendo su iglesia, y esto implica un trabajo continuo de Cristo en la
iglesia, que hace a través de su Espíritu. Esta edificación de la Iglesia por medio del
Espíritu Santo es, sin duda, el eje principal del libro de los Hechos.

El libro de Hechos de los Apostoles: nuestro punto de partida


Algunos cursos de Historia de la Iglesia no comienzan con el libro de los Hechos.
Debido a que es un libro bíblico algunos tratan su enseñanza en Teología Bíblica o
Teología del Nuevo Testamento. Sin embargo, decidimos comenzar con este libro
para tener una comprensión más global del plan de Dios y una base más concreta
para entender la Historia de la Iglesia en su conjunto. En otras fases de la Historia
de la Iglesia utilizamos libros históricos de diversos autores, que se basan en inves-
tigaciones arqueológicas, documentos históricos, pero con el libro de los Hechos
es un poco diferente, porque no estamos analizando cualquier libro, es la palabra de
Dios, estamos ante un relato histórico pero también la palabra inspirada por Dios.
Entonces, ¿qué es el libro de los Hechos y por qué empezar con él?
1. Es el primer registro histórico que describe la comunidad cristiana, en este libro
observamos la vida de los primeros cristianos en Jerusalén.
2. Es un relato biográfico.
La mayoría de los estudiosos atribuyen la autoría del libro a Lucas y utilizan dos
pasajes bíblicos como argumento:

"Muchos han intentado hacer un relato de las cosas que se han cumpli-
do[a] entre nosotros, tal y como nos las transmitieron los que desde el
principio fueron testigos presenciales y servidores de la palabra. Por lo
tanto, yo también, excelentísimo Teófilo, habiendo investigado todo esto
con esmero desde su origen, he decidido escribírtelo ordenadamente, para
que llegues a tener plena seguridad de lo que te enseñaron." (Lc 1.1-4)

39
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

"Estimado Teófilo, en mi primer libro me referí a todo lo que Jesús co-


menzó a hacer y enseñar". (Hechos 1.1)
Los dos textos anteriores apuntan a un mismo destinatario (Teófilo) y a una conti-
nuidad temática, es decir, a lo que Jesús empezó a hacer y a enseñar a sus discípu-
los, y /estos también continuaron.

"Los Hechos nos ofrecen una narración del surgimiento del cristianismo
tras la resurrección y la ascensión de Cristo, así como su expansión hacia
el oeste desde Palestina hasta Roma, que comprende un período de apro-
ximadamente treinta años después de la crucifixión."

¿Cuáles son los temas del libro de los Hechos? Algunos historiadores y teólogos su-
gieren que el mejor título no debería ser Hechos de los Apóstoles, porque no todos
los apóstoles tienen sus historias contadas en el libro. Hay dos temas principales
que rigen el libro:
La vida de la iglesia o la vida de los primeros cristianos;
La obra de la iglesia o la misión de los apóstoles, con énfasis en los relatos de Pedro
y Pablo.
Otros teólogos también sugieren que el mejor título para este libro debería ser
"Hechos del Espíritu Santo", porque es en este libro donde más aparece la persona
del Espíritu Santo en toda la Biblia; se presenta de diversas formas y matices que
veremos más adelante.
Aunque el autor cuenta la historia del cristianismo primitivo, no lo escribió todo.
Aunque su relato es histórico y preciso, no pretende narrar todos los hechos im-
portantes del cristianismo en el siglo I. Como historiador, el autor seleccionó
documentos y relatos personales que no involucraban a todos los apóstoles. Por
ejemplo, no nos dice nada sobre las iglesias de Galilea (Hechos 9.31) ni sobre la
evangelización de Egipto o Roma. Su historia no recoge los hechos de todos los
apóstoles, pues sólo aparecen en su relato tres de los doce: Pedro, Santiago y Juan;
los dos últimos sólo son mencionados. Además, Pedro prácticamente desaparece
de la historia después de la conversión de Cornelio. El autor tampoco da ninguna
explicación sobre el origen de los ancianos de la iglesia (Hechos 11.30), sobre cómo
llegó Santiago al lugar de liderazgo en la iglesia de Jerusalén (Hechos 15.13), sobre
lo que hizo Pablo en Tarso después de su conversión (Hechos 9.30,11.25) y muchos
otros asuntos no se explican en su relato. Por ello, el autor narra una historia que
contiene los rasgos principales de la expansión de la iglesia desde Jerusalén hasta

40
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

Roma pasando por Samaria, Antioquía, Asia y Europa; historias que protagonizan
Pedro y Pablo. El autor describe relatos históricos de personajes concretos que con-
tribuyeron a la expansión del evangelio en el mundo de la época. Pedro, el apóstol
de los gentiles (Hechos 15.7), le predica a Cornelio, dando el primer paso hacia los
gentiles, y Pablo es quien llega a Roma y predica el evangelio en la capital del mun-
do de entonces.

Propósitos del libro


Propósito informativo: Lucas quería informar a Teófilo de cómo se extendió el
evangelio desde Jerusalén hasta Roma. Su objetivo era ofrecer una explicación más
precisa de la historia temprana del cristianismo, desde el nacimiento de Juan el
Bautista (el comienzo del Evangelio de Lucas) hasta el final de los dos años de pri-
sión de Pablo en Roma (el final de los Hechos).
Propósito apologético: El libro muestra cómo se extendió el evangelio a los gen-
tiles. El Antiguo Testamento es la historia de la relación de Dios con su pueblo,
la nación de Israel, que desde el principio tuvo la función de bendecir a otras na-
ciones. Es en el libro de los Hechos donde el pueblo de Dios deja de ser sólo una
cuestión nacional y adquiere un significado universal. En el libro queda claro que
el cristianismo, a pesar de sus profundas raíces en el judaísmo, no es una rama he-
rética de éste.
Propósito político: Lucas pretendía mostrar a las autoridades que el cristianismo
no debía ser temido y perseguido como una amenaza para el estado romano. Teófilo
era probablemente un ciudadano romano con un cargo administrativo, como su-
giere el título de "excelentísimo" (Hechos 1.3). En el libro, Lucas siempre presenta
a los funcionarios romanos como ordinariamente favorables a los cristianos.
Propósito legal: Algunos estudiosos suponen que el propósito de Lucas era utilizar
el relato de los Hechos para ser leído como un resumen de argumentos para la de-
fensa en el juicio de su amigo, el apóstol Pablo.
Propósito pastoral: La iglesia estaba experimentando varios conflictos tanto con
los judíos como con los romanos, cuya expresión extrema llevaría a la persecuci-
ón. También hubo conflictos de cultura y valores. El estilo de vida que proponían
y seguían los cristianos no era el del conjunto de la sociedad. Por todo ello, los
cristianos, que habían comenzado su misión llenos de audacia, corrían ahora el
peligro de sentirse extremadamente desanimados. En esta situación, se necesitaba
un guía que les orientara en su comportamiento y en su fe durante estos tiempos
difíciles. En medio del conflicto con Roma, con el judaísmo y con la propia civili-
zación, ¿qué debemos hacer? ¿Cuál debe ser nuestra actitud? ¿Por qué tener valor?
Lucas responde a estas preguntas mostrando que desde el principio la iglesia sufrió

41
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

oposición. Por eso Lucas dedica tiempo a contarnos los enfrentamientos entre los
primeros discípulos y el Sanedrín, el martirio de Esteban, las repetidas compare-
cencias de Pablo ante las autoridades judías y romanas, el episodio del Areópago de
Atenas y el modo en que los ilustrados de su época se burlaban de Pablo a pesar de
su erudición. Los cristianos de la época de Lucas tuvieron experiencias similares, y
el libro de los Hechos pretende fortalecerlos y guiarlos a través de estos conflictos.

Momentos significativos del Libro de los Hechos


1. El derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés (Hechos 2:1-41);
2. La vida de la primera comunidad cristiana (Hechos 2.42-47);
3. La predicación y muerte de Esteban, el primer mártir cristiano (Hechos 7.1-60);
4. La conversión de Pablo (Hechos 9.1-22);
5. La visión de Pedro y la apertura del evangelio a los gentiles (Hechos 10.1-48);
6. El concilio de Jerusalén (Hechos 15, 1-20);
7. Los viajes de Pablo y sus compañeros (Hechos 13, 16, 19).
8. El arresto de Pablo y su marcha a Roma (Hechos 21).

Principales temas de los Hechos

1. Establecimiento de la Iglesia | Hechos 1 y 2

El libro de los Hechos comienza en el punto en el que terminó el Evangelio de


Lucas, con el Señor resucitado y apareciéndose a sus discípulos en 40 días. En ese
momento ordenó a sus discípulos que esperaran en Jerusalén hasta que recibieran
el poder celestial para luego actuar como sus testigos en esa ciudad, en Judea, en
Samaria y hasta los confines de la tierra. Esta triple indicación geográfica constituye
una especie de índice de los Hechos, ya que este es el orden en que Lucas describe
la difusión del Evangelio. En su Evangelio, Lucas se propuso relatar "todo lo que
Jesús empezó a hacer y a enseñar", y en el libro de los Hechos relata lo que Jesús
siguió haciendo y enseñando a través de su Espíritu en la vida de los discípulos.
Antes de ascender al cielo, Jesús ordenó a sus discípulos que permanecieran en
Jerusalén hasta que el Espíritu Santo viniera sobre ellos para que pudieran recibir
el poder de lo alto y convertirse en sus testigos. Con el descenso del Espíritu Santo
en el día de Pentecostés, ocurrió algo sobrenatural en el que los judíos de otras
nacionalidades, que estaban presentes en la fiesta, oyeron a los discípulos hablar en

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HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

sus propias lenguas, lo que atrajo la atención de una multitud de personas al lugar
donde estaban reunidos. Con valentía, Pedro comenzó un discurso explicando el
motivo del evento y casi tres mil personas se convirtieron a Cristo, formando así la
primera comunidad cristiana.

2. Cómo vivía la primera comunidad cristiana | Hechos


2.42-47

La primera comunidad cristiana de Jerusalén se reunía a diario. Se dice que han


perseverado en la enseñanza de los apóstoles, en la fracción del pan, en la comuni-
ón y en la oración. Perseverar en la enseñanza de los apóstoles no sólo significa que
no se desviaron de las doctrinas de los apóstoles o que se mantuvieron ortodoxos.
También significa que perseveraron en la práctica de aprender de los apóstoles.
Esta enseñanza apostólica no se limitaba a la instrucción verbal, sino también a
la forma de vivir. Cuando se dice que perseveraban en la comunión no se refiere
sólo a un buen sentimiento o comunión entre amigos. También tenía el sentido de
"corporación", "empresa común" o "compañía", de forma similar a como podríamos
decir hoy que somos socios de una corporación. Sin duda, este compañerismo es
también solidaridad y compartir sentimientos, bienes y obras. Diariamente adora-
ban juntos en el templo, se reunían en sus casas para comer y partían el pan con
gran alegría y generosidad, alabando siempre a Dios y gozando de la simpatía de
todo el pueblo. Los milagros, que antes eran realizados por Jesús en persona, con-
tinuaron siendo realizados por él, ahora a través de sus discípulos, por el poder del
Espíritu. Y cada día el Señor les añadía los que se salvaban.

3. Las primeras persecuciones y el inicio de la


expansión de la fe cristiana | Hechos 3-9

La sanidad de un hombre que había nacido cojo y que pedía limosna en la puerta del
Templo llevó a la detención de Pedro y Juan, que fueron llevados ante el Sanedrín.
Reprendidos por las autoridades judías para que no predicaran más en el nombre
de Jesús, los dos apóstoles respondieron que estaban haciendo la voluntad de Dios
y no de los hombres. En el libro de los Hechos se producen nuevos arrestos de los
apóstoles, porque el crecimiento de la iglesia molestó al sumo sacerdote y a la sec-
ta de los saduceos. Sin embargo, con el consejo del rabino Gamaliel, el Sanedrín
decidió liberar a Pedro y a los demás, después de castigarlos con azotes. Con el
crecimiento del número de discípulos, se instituye el cargo de diácono para ayudar
en las actividades de la iglesia, entre los que se encontraban Esteban y Felipe, muy
destacados en sus ministerios. Pero Esteban es arrestado, llevado al Sanedrín y
condenado a muerte por predicar sobre Cristo. Después de la lapidación de Este-

43
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

ban, Saulo de Tarso emprendió una gran persecución de la iglesia en Jerusalén, que
dispersó a varios discípulos por Judea y Samaria, y el evangelio llegó también a Fe-
nicia, Chipre y Antioquía. En los Hechos se narran algunos trabajos del evangelista
Felipe, entre ellos su paso por Samaria y la conversión de un eunuco etíope en la
ruta comercial de Gaza. Saulo de Tarso, tratando de emprender nuevas persecucio-
nes, se convierte mientras viaja a Damasco y tiene una visión de Jesús, quedando
ciego durante tres días, hasta que se sana al encontrarse con Ananías. Después
de estos acontecimientos, la iglesia pasa por un período de paz. Dos destacados
milagros narrados en esta época son la sanación del paralítico Eneas en Lida y la
resurrección de Dorcas en la ciudad de Jope.

4. El evangelio llega a los gentiles | Hechos 10

Pedro, estando en Jope, recibe una visión en la que Dios le ordena alimentarse de
varios animales considerados impuros o no aptos para el consumo, según la ley
mosaica. Pedro comprende entonces su verdadero significado. La visión no cam-
biaba la ley en lo que respecta a la carne de los animales inmundos, sino que Dios
le indicaba que no discriminara, pues el evangelio debía ser predicado a todos sin
importar su origen, judío o gentil. Comprendiendo esto, Pedro aceptó la invitaci-
ón y predicó el evangelio en la casa de un centurión romano de Cesarea llamado
Cornelio, quien se convirtió junto con todos los que escucharon el discurso del
apóstol, siendo bautizado en el Espíritu Santo. El relato de la conversión de Cor-
nelio muestra lo fuerte que era la resistencia de los judíos a recibir a los gentiles en
la iglesia (Hechos 10). Este problema fue tratado y resuelto satisfactoriamente en el
llamado Concilio de Jerusalén, descrito en Hechos 15. A los gentiles les bastaba con
creer en el Señor Jesús, y al mismo tiempo debían evitar ciertas prácticas para tener
comunión con sus hermanos judíos, que eran escrupulosos en cuanto a la comida
y otros asuntos. Esta decisión abrió la puerta para que el cristianismo dejara de ser
una simple secta judía y se convirtiera en un movimiento más amplio, abierto a
personas de todas las razas y culturas.

5. Actividades misioneras de Pablo | Hechos 13 - 28

1º Viaje: En su primer viaje (45-48/49), Pablo, acompañado de Bernabé y Juan Mar-


cos, embarcó en Antioquía de Siria, con destino a Chipre. En Pafos, la capital de
Chipre, convirtieron al procónsul, Sergio Paulo, un romano de raza. Desde allí par-
tieron hacia Asia Menor, dónde llegaron a Perga. Después de que Marcos los deja-
ra, se dirigieron a Antioquía de Pisidia, dónde predicaron dos veces: a los judíos en
la sinagoga, logrando convertir a algunos, aunque con la oposición de otros, y a los
gentiles. Después fueron a Iconio, Listra y Derbe, donde predicaron el evangelio.

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HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

En Listra, Pablo y Bernabé fueron confundidos con los dioses romanos, Júpiter y
Mercurio, tras la sanidad de un cojo, y entonces fueron apedreados por los judíos.
En el viaje de vuelta, Pablo y Bernabé pasaron por las mismas ciudades para forta-
lecer las comunidades recién fundadas y terminaron su viaje en Antioquía (Hechos
14).

2º Viaje: En su segundo viaje (49-52), Pablo, acompañado de Silas, regresó a Asia


Menor. Por tierra atravesó Siria y Cilicia, pasando por Derbe, Listra, donde se le
unió Timoteo, Iconio y Antioquía de Pisidia. Luego evangelizó Frigia y el norte
de Galacia, donde cayó enfermo. Tras su recuperación, continuó su viaje a Tro-
as. Entonces tuvo una visión y se dirigió a Macedonia por mar, acompañado de
su médico, Lucas. Después de evangelizar Filipos (en Grecia), fueron azotados y
encarcelados por haber liberado de un espíritu impuro a una esclava que daba mu-
chos beneficios a sus amos con sus adivinaciones. Tras un milagroso terremoto,
las puertas de la prisión se abrieron y los dos pudieron escapar. Luego se dirigen
a Tesalónica y Berea. Sin embargo, los judíos le obligaron a marcharse, dejando
sólo a Silas y Timoteo. Pablo partió hacia Atenas, donde predicó a los judíos en la
sinagoga y a los gentiles en el Areópago, donde se convirtió Dionisio el Areopagita.
Desde Atenas partió hacia Corinto, dónde permaneció cerca de un año y medio y

45
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

fundó uno de los centros más importantes del cristianismo. Allí se reencontró con
Timoteo y Silas y conoció a Priscila y Aquila, que se convirtieron en fieles creyentes
y le ayudaron en sus viajes misioneros. La pareja siguió a Pablo y sus compañeros
a Éfeso y el grupo permaneció allí para iniciar uno de los centros más importantes
del cristianismo a partir del año 50. En el año 52, partió hacia Cesarea Marítima,
pasó por Jerusalén y finalmente llegó a Antioquía de Siria.

3º Viaje: Pablo inició su tercer viaje misionero, recorriendo toda la región de Ga-
lacia y Frigia para reforzar la fe y enseñar a los fieles, así como para reprender a los
que estaban en el error. Permaneció unos dos años en Éfeso, donde predicó en los
principales centros romanos de Asia Menor, ayudado por sus discípulos. Pablo tuvo
que dejar la sinagoga porque los judíos seguían persiguiéndolo mientras sus mila-
gros se multiplicaban. Después de causar revuelo en la ciudad por su fe cristiana, el
apóstol se dirigió a Macedonia, pasando de nuevo por Corinto, donde permaneció
tres meses. Sin embargo, como los judíos no dejaban de perseguirle, Pablo tuvo que
volver a Macedonia y desde allí se dirigió a Troas, donde educó al joven Eutiquio.
Desde allí emprendió el regreso por mar, haciendo escala en varios puertos, como
Mileto, Patara y Tiro, hasta llegar a Tolemaida, desde donde zarpó por tierra hacia

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HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

Cesarea, donde visitó a Felipe el Evangelista. Desde allí llegó a Jerusalén, donde se
reunió con Santiago en su casa, después de que le aconsejaron que realizara una
ceremonia de purificación en el Templo para acallar a los que le acusaban de ser un
temible opositor a la Ley Mosaica.

4º Viaje: El cuarto viaje (58-63) no puede considerarse un viaje misionero, sino el


viaje que Pablo hizo a Roma como prisionero. En Jerusalén, tras el revuelo en el
Templo contra Pablo, los romanos tuvieron que arrestarlo, evitando así que fuera
linchado por la multitud, y posteriormente se presentó ante el Sanedrín. Esa mis-
ma noche se le apareció Jesús y le anunció que iba a Roma a dar testimonio de Cris-
to. Los romanos lo enviaron a Cesarea, donde se presentó ante el gobernador Félix.
Tras la brillante defensa de Pablo, el gobernador no lo condenó, aunque lo mantuvo
en prisión. Después de dos años, el gobernador fue sustituido por Festo y el caso
de Pablo fue reabierto. Fue trasladado a Roma tras apelar al César, un derecho que
tenía como ciudadano romano, cuando se dio cuenta de que no recibiría un juicio
justo por parte de su pueblo. Antes de partir con Lucas y Aristarco habló con el
nieto de Herodes, Agripa II. A causa de una tormenta, tuvieron que desembarcar
en Malta, donde permanecieron algún tiempo. Desde Malta partieron hacia Sira-
cusa y la región, llegando finalmente a Roma, donde Pablo permaneció dos años y
habló a los judíos. Fue en esta época cuando escribió las cartas a los Colosenses, a

47
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

los Efesios, a Filemón y a los Filipenses. Al terminar esta misión, Pablo fue juzgado
y liberado, y poco después fue martirizado.

Hechos del Espíritu Santo


Aunque Pedro y Pablo desempeñaron papeles destacados en el cristianismo pri-
mitivo, el personaje principal del libro de los Hechos no son los apóstoles, sino
el Espíritu Santo. Como observamos a continuación, desde el principio del libro,
Lucas afirma muy claramente que pretende hablar de la forma en que Jesús siguió
actuando en la iglesia a través de su Espíritu.
Hechos 1:2 "después de haber dado los mandamientos por medio del Espíritu San-
to...".
Hechos 1:5 Seréis bautizados con el Espíritu Santo poco después de estos días.
Hechos 1:8: Recibiréis poder cuando el Espíritu Santo haya venido sobre vosotros.
Hechos 1:16: "Era necesario que se cumpliera la Escritura que el Espíritu Santo había
dicho.
Hechos 2:4: Todos estaban llenos del Espíritu Santo y hablaban en otras lenguas.
Hechos 2:4 - " según el Espíritu les daba la palabra".
Hechos 2:17 - "Y sucederá en los últimos días que derramaré mi Espíritu...".
Hechos 2:33 - "habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, derramó
esto que veis...".

48
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

Hechos 2.38 - "y recibiréis el don del Espíritu Santo".


Hechos 4:8 - "Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo...".
Hechos 4:25 - "que dijiste por el Espíritu Santo por boca de David...".
Hechos 4:31: "Todos estaban llenos del Espíritu Santo y hablaban con valentía.
Hechos 5:3 - "Satanás llenó tu corazón para mentir al Espíritu Santo...".
Hechos 5:32 - "el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que le obedecen.
Hechos 6:3 - "hombres llenos del Espíritu, a quiénes pondremos a cargo de este
servicio".
Hechos 6:5, "eligieron a Esteban, un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo
Hechos 7:51: "siempre resisten al Espíritu Santo
Hechos 7:55 - "Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, miró al cielo...".
Hechos 8.15 - "oraron por ellos para que recibieran el Espíritu Santo".
Hechos 8:17 - "Entonces les impusieron las manos, y recibieron el Espíritu Santo.
Hechos 8:29 - "Entonces el Espíritu dijo a Felipe: "Acércate al carruaje...".
Hechos 8:39 - "el Espíritu del Señor se apoderó de Felipe...".
Hechos 9.17 - "para que recuperéis la vista y seáis llenos del Espíritu Santo".
Hechos 9.31 - "La iglesia, con el consuelo del Espíritu Santo, crecía en número".
Hechos 10:19 - "Mientras Pedro meditaba en la visión, el Espíritu le dijo...".
Hechos 10:38 - "como Dios ungió a Jesús con el Espíritu Santo y con poder...".
Hechos 10:44: El Espíritu Santo cayó sobre todos los que escuchaban la palabra.
Hechos 10:45 - "sobre los gentiles se derramó el don del Espíritu Santo".
Hechos 11:16 - "seréis bautizados con el Espíritu Santo".
Hechos 11:24 - "Porque era un hombre bueno, lleno del Espíritu Santo y de fe...".
Hechos 11:28 - "por el Espíritu supo que venía una gran hambruna...".
Hechos 13:2 - "...el Espíritu Santo dijo: 'Ahora separadme a Bernabé y a Saulo
parwa la obra...".
Hechos 13:4: "Enviados por el Espíritu Santo, bajaron a Seleucia.
Hechos 13:9 - "Pablo, lleno del Espíritu Santo, lo miró fijamente y dijo...".
Hechos 13:52 - "Pero los discípulos estaban llenos de alegría y del Espíritu Santo.
Hechos 15:8 - "Les dio testimonio, dándoles el Espíritu Santo...".
Hechos 15:28: "Al Espíritu Santo y a nosotros nos pareció bien no imponeros
ninguna carga mayor
49
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

Hechos 16:6: "El Espíritu Santo les impidió predicar la palabra en Asia.
Hechos 19:2 "Cuando creísteis, ¿recibisteis el Espíritu Santo?
Hechos 19:6 - "El Espíritu Santo vino sobre ellos, y ambos hablaban en lenguas
y profetizaban.
Hechos 20:23: "El Espíritu Santo me asegura que me esperan cadenas y tribula-
ciones.
Hechos 20:28 - "el rebaño en el que el Espíritu Santo os ha puesto como super-
visores...".
Hechos 21.4 - "ellos, movidos por el Espíritu, aconsejaron a Pablo que no fuera a
Jerusalén".
Hechos 21:11: "Esto es lo que dice el Espíritu Santo...".
Hechos 28:25: "¿Bien habló el Espíritu Santo a vuestros padres por medio del pro-
feta Isaías?

50
5 Leccion
´

v.1.0.0

PREDICACIÓN Y
EVANGELIO EN LA
IGLESIA APOSTÓLICA
IGLESIA APOSTÓLICA:
ESPONTÁNEA X ORGANIZADA

Se tiende a mirar a la iglesia en su fase inicial y a interpretarla sólo como una iglesia
orgánica, espontánea, sin una estructura organizativa y sin una teología consisten-
te. Gran parte de este pensamiento pretende llegar a la conclusión de que el mode-
lo correcto de iglesia debe ser una iglesia sin ningún tipo de estructura o liderazgo
humano. Y bajo este pretexto se defiende que era una iglesia simplemente “dirigida
por el Espíritu Santo”, por lo que no era necesaria la intervención humana, al mis-
mo tiempo que era la “iglesia perfecta”. No podemos negar que cuando leemos el
libro de los Hechos vemos una iglesia inspiradora, llena de cualidades, de vitalidad
y espontaneidad, frutos de una poderosa acción del Espíritu Santo. Sin embargo,
debemos tener cuidado de no hacer una lectura ingenua y descuidada.

51
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

A pesar de todas las maravillas relatadas en los Hechos, veremos que hubo desafíos
y problemas en la iglesia primitiva, como, por ejemplo, el caso de Ananías y Safira.
Esto, en cierto modo, nos consuela y nos enseña. Pensamos: si la iglesia primitiva
tuvo problemas y aun así avanzó, los problemas que tenemos en nuestras iglesias
no nos impedirán avanzar, y los superaremos con la provisión del Señor.
Otro punto importante en este momento es comprender que estamos ante una
iglesia que comienza. Cada fase de la historia presentará nuevos retos y necesi-
dades para la Iglesia de Cristo. Cuando se dice que en Hechos la iglesia no era
compleja en su teología, que no tenía liderazgo eclesiástico y que ese es el modelo
correcto de hacer iglesia, nos damos cuenta de que además de ser una lectura su-
perficial, también es fruto de una interpretación parcial que no percibió el contexto
en el que vivía esa iglesia. Si estamos frente a una iglesia que está comenzando,
entonces, tal vez no tenía una teología tan definida y compleja, porque el momento
no lo exigía ni lo permitía. Si por un lado no es posible que adoptemos el libro de
los Hechos como un manual sistemático de cómo hacer iglesia, por otro lado no
podemos despreciarlo, porque forma parte de las Sagradas Escrituras, y según 2
Timoteo 3.16,17: “Toda la Escritura es de inspiración divina y útil para enseñar, para
reprender, para corregir, para instruir en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea
capaz y esté completamente equipado para realizar toda buena obra”. Grandes hom-
bres de Dios en la historia han sido impactados y transformados por la lectura de
los Hechos. Evidentemente, porque, además de inspirarnos con las historias de lo
que hicieron los primeros cristianos, nos revela principios y definiciones divinas
sobre la vida cristiana y la vida de la iglesia.

Predicación apostólica
En los Hechos vemos a la primera iglesia avanzando a través de la predicación del
evangelio. Las distintas cartas del Nuevo Testamento presentan el conjunto de en-
señanzas de los apóstoles, pero sólo el libro de los Hechos recoge su predicación.
Cuando hablaban en público, los apóstoles dirigían su mensaje a los inconversos
presentándoles el evangelio de Jesucristo. Los apóstoles se reservaron las instruc-
ciones doctrinales y éticas para la iglesia. Aunque la predicación era sencilla, no era
simplista y mucho menos incoherente. Fue profundo, concreto, contextualizado,
objetivo y lleno del poder del Espíritu. En los Hechos tenemos relatos más largos
sólo de la predicación de Pedro, Esteban y Pablo, pero llevan el concepto de pre-
dicación apostólica en términos generales. C.H.Dodd ha resumido la predicación
primitiva en los siguientes apartados:

52
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

“En primer lugar, la era del cumplimiento comenzó a manifestarse. “En


realidad lo que pasa es lo que anunció el profeta Joel:” (Hechos 2.16).
“Pero de este modo Dios cumplió lo que de antemano había anuncia-
do por medio de todos los profetas: que su Mesías tenía que padecer.”
(Hechos 3.18). »En efecto, a partir de Samuel todos los profetas han
anunciado estos días.” (Hechos 3.24). Los apóstoles declararon que la
era mesiánica había aparecido en el horizonte. En segundo lugar, esta
aparición de la era mesiánica se produjo a través del ministerio, la muer-
te y la resurrección de Jesús, sobre la que hay un breve resumen, con
evidencia de las Escrituras, de que “Este fue entregado según el determi-
nado propósito y el previo conocimiento de Dios; y, por medio de gente
malvada, ustedes lo mataron, clavándolo en la cruz. (Hechos 2.23). En
tercer lugar, debido a su resurrección, Jesús fue exaltado a la diestra de
Dios, como cabeza mesiánica del nuevo Israel (Hechos 2.33-36; 3.13).
En cuarto lugar, el Espíritu Santo en la Iglesia es el signo de que el poder
y la gloria de Cristo están presentes. “Exaltado por el poder de Dios, y
habiendo recibido del Padre el Espíritu Santo prometido, ha derramado
esto que ustedes ahora ven y oyen.” (Hechos 2.33). En quinto lugar, la
era mesiánica alcanzará rápidamente su consumación con el regreso de
Cristo. “Enviándoles el Mesías que ya había sido preparado para uste-
des, el cual es Jesús. Es necesario que él permanezca en el cielo hasta que
llegue el tiempo de la restauración de todas las cosas, como Dios lo ha
anunciado desde hace siglos por medio de sus santos profetas.” (Hechos
3.20-21). Por último, el Kerigma termina siempre con una llamada al
arrepentimiento, con la oferta del perdón y del Espíritu Santo, y con la
promesa de la salvación, es decir, de la vida en el siglo venidero para los
que entren en la comunidad de los elegidos. “—Arrepiéntase y bautícese
cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pe-
cados —les contestó Pedro—, y recibirán el don del Espíritu Santo. En
efecto, la promesa es para ustedes, para sus hijos y para todos los extran-
jeros, es decir, para todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios quiera
llamar.” (Hechos 2.38,39).

En términos más sencillos, podemos resumir la estructura de la predicación


apostólica de la siguiente manera:
1. Narración del ministerio público y los sufrimientos de Jesús.
2. Atestación divina del ministerio mesiánico de Jesús por la resurrección.
3. Testimonio del Antiguo Testamento que demuestra que Jesús es el Mesías.

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HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

4. Exhortación al arrepentimiento y a la fe.

Sermones de Pedro
Pedro predicó cinco grandes sermones en los Hechos:

1. Predicación de Pedro el día de Pentecostés - (Hechos 2.2-14)

La primera predicación apostólica tuvo lugar inmediatamente después de la efusi-


ón del Espíritu Santo, el día de Pentecostés, y a causa de este acontecimiento. Esta
fiesta judía tiene su origen en el pacto que Dios hizo con su pueblo en el monte
Sinaí, cuando les dio su ley tras liberarlos de la esclavitud en Egipto. Celebraba la
cosecha de los primeros granos al comienzo del verano, donde el pueblo judío ofre-
cía pan amasado con el primer trigo cosechado, en agradecimiento por la cosecha
que se avecinaba. La venida del Espíritu Santo acompaña la idea de las primicias.
La resurrección de Cristo es la promesa de la resurrección de los creyentes y la
efusión del Espíritu es la garantía de ello. Los hechos de pentecostés también se
hicieron eco de otras imágenes del Antiguo Testamento: las lenguas de fuego y el
sonido de un viento impetuoso fueron famosos signos de la presencia de Dios,
especialmente vinculados al monte Sinaí (Éx 19) y el milagro de la comunicación
en muchas lenguas fue una inversión de la maldición de la torre de Babel (Gen 11).
Pentecostés significa que a partir de ese momento el evangelio llegaría a todo el
mundo, por el poder del Espíritu. Todos los judíos de diversas partes del Imperio
Romano que estaban en Jerusalén ese día se asombraron de este fenómeno: ¿Cómo
es que estos galileos hablaban en sus lenguas maternas? Mientras se preguntaban
cómo era posible, dieron a los apóstoles la oportunidad de compartir el evangelio.
Pedro aprovechó la ocasión para ponerse de pie con los demás apóstoles y dirigir
la palabra a todos los que estaban al alcance de su voz. Este sermón de Pedro es el
primero de muchos sermones y discursos en los Hechos. Sus palabras muestran el
patrón adoptado regularmente en la mayoría de las predicaciones apostólicas des-
critas en el Nuevo Testamento:

“Entonces Pedro, con los once, se puso de pie y dijo a voz en cuello:
«Compatriotas judíos y todos ustedes que están en Jerusalén, déjenme
explicarles lo que sucede; presten atención a lo que les voy a decir. Es-
tos no están borrachos, como suponen ustedes. ¡Apenas son las nueve de
la mañana! En realidad lo que pasa es lo que anunció el profeta Joel:
“Sucederá que en los últimos días —dice Dios— derramaré mi Espíritu
sobre todo el género humano. Los hijos y las hijas de ustedes profetiza-
rán, tendrán visiones los jóvenes y sueños los ancianos. En esos días der-

54
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

ramaré mi Espíritu aun sobre mis siervos y mis siervas, y profetizarán.


Arriba en el cielo y abajo en la tierra mostraré prodigios, sangre, fuego
y nubes de humo. El sol se convertirá en tinieblas y la luna en sangre
antes que llegue el día del Señor, día grande y esplendoroso. Y todo el que
invoque el nombre del Señor será salvo”. Pueblo de Israel, escuchen esto:
Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado por Dios ante ustedes con
milagros, señales y prodigios, los cuales realizó Dios entre ustedes por
medio de él, como bien lo saben. Este fue entregado según el determinado
propósito y el previo conocimiento de Dios; y, por medio de gente mal-
vada, ustedes lo mataron, clavándolo en la cruz. Sin embargo, Dios lo
resucitó, librándolo de las angustias de la muerte, porque era imposible
que la muerte lo mantuviera bajo su dominio. En efecto, David dijo de
él: “Veía yo al Señor siempre delante de mí, porque él está a mi derecha
para que no caiga. Por eso mi corazón se alegra, y canta con gozo mi
lengua; mi cuerpo también vivirá en esperanza. No dejarás que mi vida
termine en el sepulcro; no permitirás que tu santo sufra corrupción. Me
has dado a conocer los caminos de la vida, me llenarás de alegría en tu
presencia”. Hermanos, permítanme hablarles con franqueza acerca del
patriarca David, que murió y fue sepultado, y cuyo sepulcro está entre
nosotros hasta el día de hoy. Era profeta y sabía que Dios le había pro-
metido bajo juramento poner en el trono a uno de sus descendientes. Fue
así como previó lo que iba a suceder. Refiriéndose a la resurrección del
Mesías, afirmó que Dios no dejaría que su vida terminara en el sepulcro,
ni que su fin fuera la corrupción. A este Jesús, Dios lo resucitó, y de ello
todos nosotros somos testigos. Exaltado por el poder de Dios, y habiendo
recibido del Padre el Espíritu Santo prometido, ha derramado esto que
ustedes ahora ven y oyen. David no subió al cielo, y sin embargo declaró:
“Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus
enemigos por estrado de tus pies”.Por tanto, sépalo bien todo Israel que
a este Jesús, a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Me-
sías. Cuando oyeron esto, todos se sintieron profundamente conmovidos
y les dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: —Hermanos, ¿qué debemos
hacer? —Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de
Jesucristo para perdón de sus pecados —les contestó Pedro—, y reci-
birán el don del Espíritu Santo. En efecto, la promesa es para ustedes,
para sus hijos y para todos los extranjeros, es decir, para todos aquellos a
quienes el Señor nuestro Dios quiera llamar. Y con muchas otras razones
les exhortaba insistentemente: —¡Sálvense de esta generación perversa

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HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

Así, pues, los que recibieron su mensaje fueron bautizados, y aquel día se
unieron a la iglesia unas tres mil personas.” (Hechos 2:14-41)

2. El sermón de Pedro después de sanar a un paralítico


en la puerta del Templo (Hechos 3.11-26)

La segunda predicación apostólica descrita en el libro de los Hechos también está


precedida por un acontecimiento sobrenatural. Pedro y Juan, como de costumbre,
iban al Templo a orar y se les acercó un hombre lisiado que les pidió limosna. La
respuesta de Pedro es un clásico del cristianismo: “No tengo plata ni oro, pero lo
que tengo te lo doy”. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y camina.
El hombre que fue sanado llevaba mucho tiempo mendigando en ese lugar y era
conocido por todos. Cuando se curó, entró en el Templo saltando y alabando a Dios
en voz alta, lo que asombró a todos y atrajo a una gran multitud. Pedro aprovechó la
atención de los oyentes y volvió a anunciarles a Jesucristo:

“Al ver esto, Pedro les dijo: «Pueblo de Israel, ¿por qué les sorprende lo
que ha pasado? ¿Por qué nos miran como si, por nuestro propio poder o
virtud, hubiéramos hecho caminar a este hombre? El Dios de Abraham,
de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros antepasados, ha glorificado a su
siervo Jesús. Ustedes lo entregaron y lo rechazaron ante Pilato, aunque
este había decidido soltarlo. Rechazaron al Santo y Justo, y pidieron
que se indultara a un asesino. Mataron al autor de la vida, pero Dios lo
levantó de entre los muertos, y de eso nosotros somos testigos. Por la fe en
el nombre de Jesús, él ha restablecido a este hombre a quien ustedes ven y
conocen. Esta fe que viene por medio de Jesús lo ha sanado por completo,
como les consta a ustedes. Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes y sus
dirigentes actuaron así por ignorancia. Pero de este modo Dios cumplió
lo que de antemano había anunciado por medio de todos los profetas:
que su Mesías tenía que padecer. Por tanto, para que sean borrados sus
pecados, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, a fin de que vengan tiempos
de descanso de parte del Señor, enviándoles el Mesías que ya había sido
preparado para ustedes, el cual es Jesús. Es necesario que él permanezca
en el cielo hasta que llegue el tiempo de la restauración de todas las cosas,
como Dios lo ha anunciado desde hace siglos por medio de sus santos
profetas. dijo: “El Señor su Dios hará surgir para ustedes, de entre sus
propios hermanos, a un profeta como yo; presten atención a todo lo que
les diga. Porque quien no le haga caso será eliminado del pueblo”. En

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HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

efecto, a partir de Samuel todos los profetas han anunciado estos días.
Ustedes, pues, son herederos de los profetas y del pacto que Dios esta-
bleció con nuestros antepasados al decirle a Abraham: “Todos los pue-
blos del mundo serán bendecidos por medio de tu descendencia”. Cuando
Dios resucitó a su siervo, lo envió primero a ustedes para darles la ben-
dición de que cada uno se convierta de sus maldades.” (Hechos 3:12-26)

3. Predicación de Pedro ante las autoridades y los


ancianos del pueblo (Hechos 4.8-12)

Pedro y Juan fueron convocados para justificar sus acciones ante el Sanedrín. Pedro
respondió que el poder por el que el paralítico fue sanado era el de Jesús. No sólo
eso, Pedro acusó al Sanedrín de ser responsable de la condena y muerte de Jesús y
mencionó el poder de Dios para resucitarlo.

“Pedro, lleno del Espíritu Santo, les respondió: —Gobernantes del pue-
blo y ancianos: Hoy se nos procesa por haber favorecido a un inválido,
¡y se nos pregunta cómo fue sanado! Sepan, pues, todos ustedes y todo el
pueblo de Israel que este hombre está aquí delante de ustedes, sano gra-
cias al nombre de Jesucristo de Nazaret, crucificado por ustedes, pero
resucitado por Dios. Jesucristo es “la piedra que desecharon ustedes los
constructores, y que ha llegado a ser la piedra angular”. De hecho, en
ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado
a los hombres mediante el cual podamos ser salvos.” (Hechos 4:8-12)

4. El sermón de Pedro ante el Sanedrín (Hechos 5:29-32)

Aunque el Sanedrín se lo prohibió, los apóstoles siguieron predicando y sanando


en nombre de Jesús, lo que les llevó a otro arresto. En su defensa, Pedro volvió a
acusar a los líderes judíos de asesinar a Jesús y proclamó la resurrección

“Los condujeron ante el Consejo, y el sumo sacerdote les reclamó: —Ter-


minantemente les hemos prohibido enseñar en ese nombre. Sin embargo,
ustedes han llenado a Jerusalén con sus enseñanzas, y se han propuesto
echarnos la culpa a nosotros de la muerte[a] de ese hombre. —¡Es necesa-
rio obedecer a Dios antes que a los hombres! —respondieron Pedro y los
demás apóstoles—. El Dios de nuestros antepasados resucitó a Jesús, a
quien ustedes mataron colgándolo de un madero. Por su poder,] Dios lo
exaltó como Príncipe y Salvador, para que diera a Israel arrepentimiento

57
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

y perdón de pecados. Nosotros somos testigos de estos acontecimientos, y


también lo es el Espíritu Santo que Dios ha dado a quienes le obedecen.”
(Hechos 5:27-32)

5. El sermón de Pedro ante Cornelio y sus invitados


(Hechos 10:34-43)

Debido a la visión que había tenido anteriormente, Pedro estaba dispuesto a trans-
mitir el mensaje del Evangelio incluso a los gentiles. Este sermón de Pedro es si-
milar a los de Hechos 2 y 5, aunque contiene más información sobre la vida y las
enseñanzas de Jesús que los dirigidos a los oyentes judíos de Jerusalén:

“Así que inmediatamente mandé a llamarte, y tú has tenido la bondad


de venir. Ahora estamos todos aquí, en la presencia de Dios, para es-
cuchar todo lo que el Señor te ha encomendado que nos digas. Pedro tomó
la palabra, y dijo: —Ahora comprendo que en realidad para Dios no
hay favoritismos, sino que en toda nación él ve con agrado a los que le
temen y actúan con justicia. Dios envió su mensaje al pueblo de Israel,
anunciando las buenas nuevas de la paz por medio de Jesucristo, que es
el Señor de todos. Ustedes conocen este mensaje que se difundió por toda
Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que predicó
Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret: cómo lo ungió Dios con el Espíritu
Santo y con poder, y cómo anduvo haciendo el bien y sanando a todos los
que estaban oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. Nosotros
somos testigos de todo lo que hizo en la tierra de los judíos y en Jerusalén.
Lo mataron, colgándolo de un madero, pero Dios lo resucitó al tercer día
y dispuso que se apareciera, no a todo el pueblo, sino a nosotros, testigos
previamente escogidos por Dios, que comimos y bebimos con él después
de su resurrección. Él nos mandó a predicar al pueblo y a dar solem-
ne testimonio de que ha sido nombrado por Dios como juez de vivos y
muertos. De él dan testimonio todos los profetas, que todo el que cree en él
recibe, por medio de su nombre, el perdón de los pecados. Mientras Pedro
estaba todavía hablando, el Espíritu Santo descendió sobre todos los que
escuchaban el mensaje.” (Hechos 10:33-44

Sermón sobre Esteban

58
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

Algunos hombres de la sinagoga se molestaron por la predicación y el ministerio


de Esteban, que lo acusaron de conspiración y perjurio. El juicio sirvió de ocasión
para la exposición de uno de los sermones más impresionantes registrados en el
Nuevo Testamento. El discurso de Esteban sirvió de base teológica para el avance
del evangelio hacia el mundo de los gentiles. David S. Dockery dice que Stephen
aborda tres cuestiones principales: La primera es la exagerada reverencia de los
judíos por la tierra santa, de la que imaginaban que era el único lugar donde Dios
vivía y actuaba. Esteban relata la historia de los patriarcas mostrando que Dios ac-
tuó en sus vidas mucho más fuera de la tierra prometida que dentro de ella. En
segundo lugar, Esteban demostró que Moisés, a quien los judíos veneraban tanto
como dador de la ley, había sido constantemente desobedecido por los israelitas.
Por último, Esteban señaló que Dios permitió a Salomón construir el templo a
pesar de que estaba conforme con el tabernáculo. El discurso de Esteban culminó
con fuertes palabras contra los judíos, llamándolos testarudos y acusándolos de
rechazar a los profetas, al Mesías y al propio Espíritu de Dios:

“Él contestó: —Hermanos y padres, ¡escúchenme! El Dios de la gloria se


apareció a nuestro padre Abraham cuando este aún vivía en Mesopota-
mia, antes de radicarse en Jarán. “Deja tu tierra y a tus parientes —le
dijo Dios—, y ve a la tierra que yo te mostraré”. Entonces salió de la tier-
ra de los caldeos y se estableció en Jarán. Desde allí, después de la muer-
te de su padre, Dios lo trasladó a esta tierra donde ustedes viven ahora.
No le dio herencia alguna en ella, ni siquiera dónde plantar el pie, pero le
prometió dársela en posesión a él y a su descendencia, aunque Abraham
no tenía ni un solo hijo todavía. Dios le dijo así: “Tus descendientes vi-
virán como extranjeros en tierra extraña, donde serán esclavizados y
maltratados durante cuatrocientos años. Pero, sea cual sea la nación que
los esclavice, yo la castigaré, y luego tus descendientes saldrán de esa
tierra y me adorarán en este lugar”. Hizo con Abraham el pacto que tenía
por señal la circuncisión. Así, cuando Abraham tuvo a su hijo Isaac, lo
circuncidó a los ocho días de nacido, e Isaac a Jacob, y Jacob a los doce
patriarcas. Por envidia los patriarcas vendieron a José como esclavo,
quien fue llevado a Egipto; pero Dios estaba con él y lo libró de todas
sus desgracias. Le dio sabiduría para ganarse el favor del faraón, rey
de Egipto, que lo nombró gobernador del país y del palacio real. Hubo
entonces un hambre que azotó a todo Egipto y a Canaán, causando mu-
cho sufrimiento, y nuestros antepasados no encontraban alimentos. Al
enterarse Jacob de que había comida en Egipto, mandó allá a nuestros
antepasados en una primera visita. En la segunda, José se dio a co-

59
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

nocer a sus hermanos, y el faraón supo del origen de José. Después de


esto, José mandó llamar a su padre Jacob y a toda su familia, setenta
y cinco personas en total. Bajó entonces Jacob a Egipto, y allí murieron
él y nuestros antepasados. Sus restos fueron llevados a Siquén y puestos
en el sepulcro que a buen precio Abraham había comprado a los hijos de
Jamor en Siquén. Cuando ya se acercaba el tiempo de que se cumpliera
la promesa que Dios le había hecho a Abraham, el pueblo crecía y se
multiplicaba en Egipto. Por aquel entonces subió al trono de Egipto un
nuevo rey que no sabía nada de José. Este rey usó de artimañas con
nuestro pueblo y oprimió a nuestros antepasados, obligándolos a dejar
abandonados a sus hijos recién nacidos para que murieran. En aquel
tiempo nació Moisés, y fue agradable a los ojos de Dios. Por tres meses se
crió en la casa de su padre y, al quedar abandonado, la hija del faraón lo
adoptó y lo crió como a su propio hijo. Así Moisés fue instruido en toda
la sabiduría de los egipcios, y era poderoso en palabra y en obra. Cuando
cumplió cuarenta años, Moisés tuvo el deseo de allegarse a sus hermanos
israelitas. Al ver que un egipcio maltrataba a uno de ellos, acudió en su
defensa y lo vengó matando al egipcio. Moisés suponía que sus hermanos
reconocerían que Dios iba a liberarlos por medio de él, pero ellos no lo
comprendieron así. Al día siguiente, Moisés sorprendió a dos israelitas
que estaban peleando. Trató de reconciliarlos, diciéndoles: “Señores, us-
tedes son hermanos; ¿por qué quieren hacerse daño?” Pero el que estaba
maltratando al otro empujó a Moisés y le dijo: “¿Y quién te nombró a ti
gobernante y juez sobre nosotros? ¿Acaso quieres matarme a mí, como
mataste ayer al egipcio?” Al oír esto, Moisés huyó a Madián; allí vivió
como extranjero y tuvo dos hijos. Pasados cuarenta años, se le apareció
un ángel en el desierto cercano al monte Sinaí, en las llamas de una zar-
za que ardía. Moisés se asombró de lo que veía. Al acercarse para obser-
var, oyó la voz del Señor: “Yo soy el Dios de tus antepasados, el Dios de
Abraham, de Isaac y de Jacob”. Moisés se puso a temblar de miedo, y no
se atrevía a mirar. Le dijo el Señor: “Quítate las sandalias, porque estás
pisando tierra santa. Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pue-
blo en Egipto. Los he escuchado quejarse, así que he descendido para li-
brarlos. Ahora ven y te enviaré de vuelta a Egipto”. A este mismo Moisés,
a quien habían rechazado diciéndole: “¿Y quién te nombró gobernante y
juez?”, Dios lo envió para ser gobernante y libertador, mediante el poder
del ángel que se le apareció en la zarza. Él los sacó de Egipto haciendo
prodigios y señales milagrosas tanto en la tierra de Egipto como en el
Mar Rojo, y en el desierto durante cuarenta años. Este Moisés les dijo a

60
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

los israelitas: “Dios hará surgir para ustedes, de entre sus propios her-
manos, un profeta como yo”. Este mismo Moisés estuvo en la asamblea
en el desierto, con el ángel que le habló en el monte Sinaí, y con nuestros
antepasados. Fue también él quien recibió palabras de vida para comu-
nicárnoslas a nosotros. Nuestros antepasados no quisieron obedecerlo a
él, sino que lo rechazaron. Lo que realmente deseaban era volver a Egip-
to, por lo cual le dijeron a Aarón: “Tienes que hacernos dioses que vayan
delante de nosotros, porque a ese Moisés que nos sacó de Egipto, ¡no sa-
bemos qué pudo haberle pasado!” Entonces se hicieron un ídolo en forma
de becerro. Le ofrecieron sacrificios y tuvieron fiesta en honor de la obra
de sus manos. Pero Dios les volvió la espalda y los entregó a que rindie-
ran culto a los astros. Así está escrito en el libro de los profetas: “Casa
de Israel, ¿acaso me ofrecieron ustedes sacrificios y ofrendas durante los
cuarenta años en el desierto? Por el contrario, ustedes se hicieron cargo
del tabernáculo de Moloc, de la estrella del dios Refán, y de las imágenes
que hicieron para adorarlas. Por lo tanto, los mandaré al exilio más allá
de Babilonia. Nuestros antepasados tenían en el desierto el tabernáculo
del testimonio, hecho como Dios le había ordenado a Moisés, según el
modelo que este había visto. Después de haber recibido el tabernáculo, lo
trajeron consigo bajo el mando de Josué, cuando conquistaron la tierra
de las naciones que Dios expulsó de la presencia de ellos. Allí permaneció
hasta el tiempo de David, quien disfrutó del favor de Dios y pidió que
le permitiera proveer una morada para el Dios de Jacob. Pero fue Salo-
món quien construyó la casa. Sin embargo, el Altísimo no habita en casas
construidas por manos humanas. Como dice “El cielo es mi trono, y la
tierra, el estrado de mis pies. ¿Qué clase de casa me construirán? —dice
el Señor—. ¿O qué lugar de descanso? ¿No es mi mano la que ha hecho
todas estas cosas?” ¡Tercos, duros de corazón y torpes de oídos! Ustedes
son iguales que sus antepasados: ¡Siempre resisten al Espíritu Santo! ¿A
cuál de los profetas no persiguieron sus antepasados? Ellos mataron a los
que de antemano anunciaron la venida del Justo, y ahora a este lo han
traicionado y asesinado ustedes, que recibieron la ley promulgada por
medio de ángeles y no la han obedecido.” (Hechos 7:2-53)

Sermones de Pablo
Pablo pronunció varios sermones en los Hechos, pero sólo se dan dos en forma
sustancial. Dondequiera que fuera Pablo, siempre comenzaba su ministerio pre-
dicando en la sinagoga. Muchos judíos quedaron impresionados por el mensaje

61
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

que predicaba y querían escuchar más. Los líderes judíos, celosos e irritados por
el éxito de Pablo, incitaron a las masas a rechazarlo, no dejándole otra alternativa
que presentar el evangelio a los gentiles, aparte de los judíos que querían aceptarlo.
Por lo general, esto dio lugar a la persecución y a la necesidad de ir a otro lugar de
ministerio, donde se repitió el cuadro.

1. Sermón de Pablo en Antioquía de Pisidia (Hechos 13, 16-41)

El discurso de Pablo en la sinagoga de Antioquía de Pisidia sirve como ejemplo del


evangelio anunciado por Pablo. Su presentación del mensaje es muy similar a la de
Pedro y a la de Esteban. En todos los casos el mensaje se dirigía a demostrar que
Jesús era el Mesías prometido en el Antiguo Testamento, que resucitó después de
ser crucificado y que los que creían en Jesús tenían acceso al perdón de los pecados
y a la reconciliación con Dios:

“Al terminar la lectura de la ley y los profetas, los jefes de la sinagoga


mandaron a decirles: Hermanos, si tienen algún mensaje de aliento para
el pueblo, hablen. Pablo se puso en pie, hizo una señal con la mano y
dijo: Escúchenme, israelitas, y ustedes, los gentiles temerosos de Dios: El
Dios de este pueblo de Israel escogió a nuestros antepasados y engran-
deció al pueblo mientras vivían como extranjeros en Egipto. Con gran
poder los sacó de aquella tierra y soportó su mal proceder en el desierto
unos cuarenta años. Luego de destruir siete naciones en Canaán, dio a
su pueblo la tierra de ellas en herencia. Todo esto duró unos cuatrocien-
tos cincuenta años. Después de esto, Dios les asignó jueces hasta los días
del profeta Samuel. Entonces pidieron un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo
de Quis, de la tribu de Benjamín, que gobernó por cuarenta años. Tras
destituir a Saúl, les puso por rey a David, de quien dio este testimonio:
“He encontrado en David, hijo de Isaí, un hombre conforme a mi co-
razón; él realizará todo lo que yo quiero”. De los descendientes de este,
conforme a la promesa, Dios ha provisto a Israel un Salvador, que es
Jesús. Antes de la venida de Jesús, Juan predicó un bautismo de arre-
pentimiento a todo el pueblo de Israel. Cuando estaba completando su
carrera, Juan decía: “¿Quién suponen ustedes que soy? No soy aquel.
Miren, después de mí viene uno a quien no soy digno ni siquiera de de-
satarle las sandalias”. Hermanos, descendientes de Abraham, y ustedes,
los gentiles temerosos de Dios: a nosotros se nos ha enviado este mensaje
de salvación. Los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes no recono-
cieron a Jesús. Por tanto, al condenarlo, cumplieron las palabras de los

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HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

profetas que se leen todos los sábados. Aunque no encontraron ninguna


causa digna de muerte, le pidieron a Pilato que lo mandara a ejecutar.
Después de llevar a cabo todas las cosas que estaban escritas acerca de
él, lo bajaron del madero y lo sepultaron. Pero Dios lo levantó de en-
tre los muertos. Durante muchos días lo vieron los que habían subido
con él de Galilea a Jerusalén, y ellos son ahora sus testigos ante el pue-
blo. Nosotros les anunciamos a ustedes las buenas nuevas respecto a la
promesa hecha a nuestros antepasados. Dios nos la ha cumplido plena-
mente a nosotros, los descendientes de ellos, al resucitar a Jesús. Como
está escrito en el segundo salmo: “Tú eres mi hijo; hoy mismo te he en-
gendrado”. Dios lo resucitó para que no volviera jamás a la corrupción.
Así se cumplieron estas palabras: “Yo les daré las bendiciones santas y
seguras prometidas a David”. Por eso dice en otro pasaje: “No permiti-
rás que el fin de tu santo sea la corrupción”. Ciertamente David, después
de servir a su propia generación conforme al propósito de Dios, murió,
fue sepultado con sus antepasados, y su cuerpo sufrió la corrupción. Pero
aquel a quien Dios resucitó no sufrió la corrupción de su cuerpo. Por
tanto, hermanos, sepan que por medio de Jesús se les anuncia a ustedes
el perdón de los pecados. Ustedes no pudieron ser justificados de esos pe-
cados por la ley de Moisés, pero todo el que cree es justificado por medio
de Jesús. Tengan cuidado, no sea que les suceda lo que han dicho los pro-
fetas: “¡Miren, burlones! ¡Asómbrense y desaparezcan! Estoy por hacer
en estos días una obra que ustedes nunca creerán, aunque alguien se la
explique”. (Hechos 13:15-41)

2. La predicación de Pablo en Atenas (Hechos 17:22-31)

Atenas era un centro de estudios y filosofía griega. El discurso de Pablo en el Areó-


pago fue un intento de presentar el evangelio en un contexto diferente al que Lucas
había descrito anteriormente en el libro de los Hechos. Este discurso es una obra
maestra de la retórica helenística. Aquí Pablo no empezó con el Antiguo Testamen-
to, ya que se dirigía a filósofos que no conocían la cultura judía, su punto de partida
fue la filosofía y la literatura griega. Pablo presentó el evangelio incluso en medio
del intelectualismo cínico. Nos damos cuenta de que Pablo, si bien contextualiza
el mensaje del evangelio, de ninguna manera le quita su esencia y poder, ya que
algunos fueron llevados a la salvación por su predicación:

“Es que todos los atenienses y los extranjeros que vivían allí se pasaban
el tiempo sin hacer otra cosa más que escuchar y comentar las últimas no-

63
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

vedades. Pablo se puso en medio del Areópago y tomó la palabra: —¡Ciu-


dadanos atenienses! Observo que ustedes son sumamente religiosos en
todo lo que hacen. Al pasar y fijarme en sus lugares sagrados, encontré
incluso un altar con esta inscripción: A un dios desconocido. Pues bien,
eso que ustedes adoran como algo desconocido es lo que yo les anuncio.
El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él es Señor del cielo y de
la tierra. No vive en templos construidos por hombres, ni se deja servir
por manos humanas, como si necesitara de algo. Por el contrario, él es
quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas. De un solo hombre
hizo todas las naciones para que habitaran toda la tierra; y determinó los
períodos de su historia y las fronteras de sus territorios. Esto lo hizo Dios
para que todos lo busquen y, aunque sea a tientas, lo encuentren. En ver-
dad, él no está lejos de ninguno de nosotros, “puesto que en él vivimos,
nos movemos y existimos”. Como algunos de sus propios poetas griegos
han dicho: “De él somos descendientes”. Por tanto, siendo descendientes
de Dios, no debemos pensar que la divinidad sea como el oro, la plata o
la piedra: escultura hecha como resultado del ingenio y de la destreza del
ser humano. Pues bien, Dios pasó por alto aquellos tiempos de tal igno-
rancia, pero ahora manda a todos, en todas partes, que se arrepientan.
Él ha fijado un día en que juzgará al mundo con justicia, por medio del
hombre que ha designado. De ello ha dado pruebas a todos al levantarlo
de entre los muertos.” (Hechos 17.21-31)

Las cartas del Nuevo Testamento


La enseñanza apostólica no sólo se realizaba a través de la predicación, sino también
por medio de cartas. El Nuevo Testamento está compuesto en su mayoría por cartas
escritas por los apóstoles para fortalecer a la iglesia en la verdad del evangelio. Al es-
cribir, los apóstoles se preocuparon de que los creyentes no olvidaran el verdadero
evangelio y sus implicaciones en la vida práctica. Muchos falsos maestros se habían
introducido en la iglesia y estaban modificando el mensaje del evangelio mezclán-
dolo con herejías. Por lo tanto, los apóstoles se ocuparon de defender el verdadero
evangelio. Pedro escribió: “Pero también hubo falsos profetas entre el pueblo, así
como habrá falsos maestros entre vosotros. En secreto introducirán herejías destruc-
tivas, negando incluso al Señor que los rescató, y trayendo sobre sí una destrucción
repentina.” (2 Pe 2.1). Hubo una batalla por el evangelio. Los apóstoles luchaban por
mantener vivo el mensaje del Evangelio incluso en medio de la persecución, porque
entendían que una iglesia sana proviene de un Evangelio sano.

La preocupación de los Apóstoles por Preservar el Mensaje del Evangelio

64
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

Si observamos los escritos apostólicos del Nuevo Testamento, queda claro el celo
de los apóstoles por preservar el mensaje evangélico:

“Pero, aun si alguno de nosotros o un ángel del cielo les predicara un evan-
gelio distinto del que les hemos predicado, ¡que caiga bajo maldición!” (Gal
1.8)

“Pero me temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, los
pensamientos de ustedes sean desviados de un compromiso puro y sincero
con Cristo. Si alguien llega a ustedes predicando a un Jesús diferente del
que les hemos predicado nosotros, o si reciben un espíritu o un evangelio
diferentes de los que ya recibieron, a ese lo aguantan con facilidad.” (2 Co
11.3,4)

“Al partir para Macedonia, te encargué que permanecieras en Éfeso y les


ordenaras a algunos supuestos maestros que dejen de enseñar doctrinas
falsas.” (1 Tim 1.3)

“Si alguien enseña falsas doctrinas, apartándose de la sana enseñanza


de nuestro Señor Jesucristo y de la doctrina que se ciñe a la verdadera
religión...” (1 Tim 6.3)

“Con fe y amor en Cristo Jesús, sigue el ejemplo de la sana doctrina que


de mí aprendiste. Con el poder del Espíritu Santo que vive en nosotros,
cuida la preciosa enseñanza que se te ha confiado.” (2 Tim 1.13,14)

“Lo que me has oído decir en presencia de muchos testigos, encomiéndalo


a creyentes dignos de confianza, que a su vez estén capacitados para en-
señar a otros.” (2 Tim 2.2)

“Pero tú permanece firme en lo que has aprendido y de lo cual estás con-


vencido, pues sabes de quiénes lo aprendiste.” (2 Tim 3.14)

“No pierdan la cabeza ni se alarmen por ciertas profecías, ni por mensa-


jes orales o escritos supuestamente nuestros, que digan: «¡Ya llegó el día
del Señor!” (2 Ts 2.2)

65
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

“Así que, hermanos, sigan firmes y manténganse fieles a las enseñanzas


que, oralmente o por carta, les hemos transmitido.” (2 Ts 2.15)

“Hermanos, en el nombre del Señor Jesucristo les ordenamos que se


aparten de todo hermano que esté viviendo como un vago y no según las
enseñanzas recibidas de nosotros.” (2 Ts 3.6)

“Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo


sacerdote que ha atravesado los cielos, aferrémonos a la fe que profesa-
mos.” (Heb 4.14)

“Cuídense de no echar a perder el fruto de nuestro trabajo; procuren


más bien recibir la recompensa completa. Todo el que se descarría y no
permanece en la enseñanza de Cristo no tiene a Dios; el que permanece
en la enseñanza sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguien los visita y no lleva
esta enseñanza, no lo reciban en casa ni le den la bienvenida.” (2 Juan
1.8-10)

“En el pueblo judío hubo falsos profetas, y también entre ustedes habrá
falsos maestros que encubiertamente introducirán herejías destructivas,
al extremo de negar al mismo Señor que los rescató. Esto les traerá una
pronta destrucción.” (2 Pe 2.1)

“Debe apegarse a la palabra fiel, según la enseñanza que recibió, de


modo que también pueda exhortar a otros con la sana doctrina y refutar
a los que se opongan. Y es que hay muchos rebeldes, charlatanes y en-
gañadores, especialmente los partidarios de la circuncisión. A esos hay
que taparles la boca, ya que están arruinando familias enteras al enseñar
lo que no se debe; y lo hacen para obtener ganancias mal habidas. Fue
precisamente uno de sus propios profetas el que dijo: Los cretenses son
siempre mentirosos, malas bestias, glotones perezosos. ¡Y es la verdad!
Por eso, repréndelos con severidad a fin de que sean sanos en la fe y no
hagan caso de leyendas judías ni de lo que exigen esos que rechazan la
verdad.” (Tito1.9-14)

“Tú, en cambio, predica lo que está de acuerdo con la sana doctrina (...)
No deben robarles, sino demostrar que son dignos de toda confianza, para
que en todo hagan honor a la enseñanza de Dios nuestro Salvador.” (Tito
2.1,10)

66
6 Leccion
´

v.1.0.0

GOBIERNO, MISIÓN Y
MARTIRIO EN LA IGLESIA
APOSTÓLICA
1. Gobierno

El gobierno en la Iglesia Apostólica


Vemos en la iglesia apostólica espontaneidad y apertura a la acción del Espíritu
Santo, al mismo tiempo que percibimos una estructura organizada, también mar-
cada por Dios. En este punto, no debemos poner la acción del Espíritu como algo
espontáneo y la acción humana como algo estructurado. Vemos en las Escrituras,
especialmente en el Antiguo Testamento, que Dios mismo ha estructurado accio-
nes que implican organización. Por lo tanto, no sería contradictorio entender la
organización y el liderazgo en Hechos como una acción divina. Sin embargo, el
tema del “gobierno” no es un asunto sencillo en la historia de la iglesia. Vemos en el
curso de la historia cristiana que este fue uno de los principales temas responsables
de cambiar el rostro de la iglesia. En la iglesia primitiva había una clara pluralidad
en la práctica ministerial. El liderazgo de la iglesia apostólica estaba formado por los
apóstoles, obispos, presbíteros y diáconos.

67
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

Los Apóstoles: La palabra “apóstol” viene del griego “ ”, y significa un


enviado o delegado, alguien enviado con órdenes, un mensajero. Este era el tér-
mino aplicado específicamente a los doce apóstoles de Cristo y a la concepción
misionera de Pablo. Eran testigos presenciales y, por tanto, tenían el encargo de
transmitir lo que habían visto. El trabajo de los apóstoles consistía en la procla-
mación del evangelio, la instrucción y el fortalecimiento de las iglesias, la relación
entre las iglesias y la expansión del evangelio. La tarea de los apóstoles era predicar
el evangelio y edificar la iglesia de Cristo. Con el fin de la era apostólica, ya no hay
apóstoles en sentido estricto, pero la tarea apostólica, es decir, la expansión, debe
continuar. Corresponderá a los ministros, por tanto, la tarea de ampliar y conservar
la tradición recibida.
Obispos y presbíteros: Obispos y presbíteros se corresponden: “presbítero” signifi-
ca “anciano” y es un término pastoral utilizado en las iglesias de identidad judeocris-
tiana. El anciano no tiene que ser necesariamente de edad avanzada, sino que debe
ser de buena reputación - y eso es sobre la base de su buen conocimiento de la Pala-
bra. Obispo es también un término pastoral. Significa “supervisor”, porque supervisa
y cuida de la iglesia. La diferencia con “anciano” es que “obispo” se utiliza en las igle-
sias formadas por gentiles. Pero, ambos son “pastores” de la iglesia de Cristo. Estos
dos términos se utilizaron indistintamente hasta mediados del siglo II, cuando surgió
la distinción entre obispo (supervisor de varias congregaciones) y presbítero (líder de
una comunidad local). El liderazgo de la iglesia apostólica era plural, lo vemos en las
cartas que generalmente se enviaban “a los ancianos” de la iglesia.
Los Diáconos: El término “diácono” viene del griego antiguo “ διάς”, y
significa “ministro”, “servidor”, “ayudante” - puede dar la idea de servidor de los
recursos, servidor del ágape, de la eucaristía e incluso de la Palabra. El diaconado
fue creado por los apóstoles para que los presbíteros pudieran concentrarse en lo
esencial de sus funciones ministeriales (la oración y el anuncio de la Palabra). Mien-
tras tanto, los diáconos debían asumir la dirección de las funciones administrativas
y caritativas de la Iglesia. El cargo surgió en Jerusalén en Hechos 6 con motivo del
problema con las viudas de los griegos. Las condiciones exigidas por los apóstoles
eran que los elegidos fueran de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de
sabiduría. La buena reputación era indispensable para que esos hombres fueran
justos en la distribución diaria de los alimentos, y el estar llenos del Espíritu Santo
y de sabiduría indicaba la dependencia de la primera iglesia de la dirección de Dios.

El modelo de liderazgo en 1 Timoteo 3:1-14


En su primera carta a Timoteo, Pablo da algunas instrucciones sobre cómo debe ser
el modelo de liderazgo de la iglesia. Pablo comienza diciendo que dirigir una iglesia
es una tarea noble. Su primer cuidado es estipular una consideración adecuada para

68
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

la tarea de liderazgo en el servicio ministerial, y luego pasa a decir que el corres-


pondiente reconocimiento de los que lo van a desempeñar deben ser hombres de
conducta intachable.

“Se dice, y es verdad, que, si alguno desea ser obispo, a noble función
aspira. Así que el obispo debe ser intachable, esposo de una sola mujer,
moderado, sensato, respetable, hospitalario, capaz de enseñar; no debe
ser borracho ni pendenciero, ni amigo del dinero, sino amable y apacible.
Debe gobernar bien su casa y hacer que sus hijos le obedezcan con el debi-
do respeto; porque el que no sabe gobernar su propia familia, ¿cómo po-
drá cuidar de la iglesia de Dios? No debe ser un recién convertido, no sea
que se vuelva presuntuoso y caiga en la misma condenación en que cayó
el diablo. Se requiere además que hablen bien de él los que no pertenecen
a la iglesia, para que no caiga en descrédito y en la trampa del diablo.
Los diáconos, igualmente, deben ser honorables, sinceros, no amigos del
mucho vino ni codiciosos de las ganancias mal habidas. Deben guardar,
con una conciencia limpia, las grandes verdades de la fe. Que primero
sean puestos a prueba, y después, si no hay nada que reprocharles, que
sirvan como diáconos. Así mismo, las esposas de los diáconos deben ser
honorables, no calumniadoras, sino moderadas y dignas de toda con-
fianza. El diácono debe ser esposo de una sola mujer y gobernar bien a
sus hijos y su propia casa. Los que ejercen bien el diaconado se ganan
un lugar de honor y adquieren mayor confianza para hablar de su fe en
Cristo Jesús. Aunque espero ir pronto a verte, escribo estas instrucciones
para que, si me retraso, sepas cómo hay que portarse en la casa de Dios,
que es la iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad.”
(1 Tim 3.1-14).

Exhortación de los apóstoles sobre la sumisión a la autoridad


Sin duda, la sumisión a la autoridad eclesiástica es uno de los temas más desafian-
tes en la iglesia actual. Por un lado, hay un tipo de liderazgo totalitario, líderes que
pretenden tener la última palabra, y se presentan como si fueran Dios. Por otro
lado, muchos creyentes no están dispuestos a obedecer el liderazgo pastoral, como
reflejo de nuestra sociedad posmoderna, que se rebela contra cualquier tipo de au-
toridad. Sin embargo, la sumisión a los líderes de la iglesia es un principio bíblico
establecido por Dios en las Escrituras. En todo el Nuevo Testamento vemos la re-
comendación apostólica a la iglesia primitiva de someterse a sus pastores y líderes:

69
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

“Bien saben que los de la familia de Estéfanas fueron los primeros con-
vertidos de Acaya y que se han dedicado a servir a los creyentes. Les
recomiendo, hermanos, que se pongan a disposición de aquellos y de todo
el que colabore en este arduo trabajo.” (1 Corintios 16.15,16).

“Hermanos, les pedimos que sean considerados con los que trabajan ar-
duamente entre ustedes, y los guían y amonestan en el Señor. Ténganlos
en alta estima, y ámenlos por el trabajo que hacen. Vivan en paz unos
con otros.” (1 Ts 5.12,13).

“Acuérdense de sus dirigentes, que les comunicaron la palabra de Dios.


Consideren cuál fue el resultado de su estilo de vida, e imiten su fe..” (Heb
13.7).

“Obedezcan a sus dirigentes y sométanse a ellos, pues cuidan de ustedes


como quienes tienen que rendir cuentas. Obedézcanlos a fin de que ellos
cumplan su tarea con alegría y sin quejarse, pues el quejarse no les trae
ningún provecho..” (Heb 13.17)

“ Así que, mis queridos hermanos, como han obedecido siempre —no solo
en mi presencia, sino mucho más ahora en mi ausencia— lleven a cabo
su salvación con temor y temblor, pues Dios es quien produce en ustedes
tanto el querer como el hacer para que se cumpla su buena voluntad. Há-
ganlo todo sin quejas ni contiendas, para que sean intachables y puros,
hijos de Dios sin culpa en medio de una generación torcida y depravada.
En ella ustedes brillan como estrellas en el firmamento, manteniendo en
alto la palabra de vida. Así en el día de Cristo me sentiré satisfecho de no
haber corrido ni trabajado en vano. Y aunque mi vida fuera derramada
sobre el sacrificio y servicio que proceden de su fe, me alegro y comparto
con todos ustedes mi alegría. Así también ustedes, alégrense y compartan
su alegría conmigo. Espero en el Señor Jesús enviarles pronto a Timoteo,
para que también yo cobre ánimo al recibir noticias de ustedes. Nadie
como él se preocupa de veras por el bienestar de ustedes, pues todos los
demás buscan sus propios intereses y no los de Jesucristo. Pero ustedes
conocen bien la entereza de carácter de Timoteo, que ha servido conmigo
en la obra del evangelio, como un hijo junto a su padre. Así que espero

70
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

enviárselo tan pronto como se aclaren mis asuntos. Y confío en el Señor


que yo mismo iré pronto.” (Filp 2.12-24).

“Si alguno no obedece las instrucciones que les damos en esta carta, denún-
cienlo públicamente y no se relacionen con él, para que se avergüence.” (2 Ts
3.14).

“Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo.” (Ef 5.21).

“Así mismo, jóvenes, sométanse a los ancianos. Revístanse todos de hu-


mildad en su trato mutuo, porque «Dios se opone a los orgullosos, pero
da gracia a los humildes».” (1 Pedro 5.5).

La sumisión eclesiástica debe ser “en el temor de Cristo”. La sumisión no equivale


a la obediencia incondicional. Tampoco significa que debamos estar bajo una “co-
bertura espiritual”. Significa que vamos a ser sumisos al líder espiritual, cuando
él: 1) nos da alguna orientación basada en la Palabra de Dios; 2) con amor, corrige
alguna postura nuestra a la luz de la Palabra de Dios. Por lo tanto, obedecer es creer
la orientación pastoral, dejarse persuadir por ella y seguirla con prontitud. Sí estoy
convencido de que la orientación pastoral es verdadera, es decir, basada en la Pala-
bra de Dios, entonces debo seguirla. Sobre esta orientación bíblica Calvino explica:

“...Aquellos que no poseen más que un título, y aún aquellos que abu-
san del título de pastor para la destrucción de la iglesia, merecen muy
poca reverencia y aún menos confianza... No diré más para describirlos,
pero por el momento haré este único comentario: que cuando se nos or-
dena obedecer a nuestros pastores, distingamos cuidadosa y sabiamente
a aquellos que son líderes genuinos y fieles, porque si honramos indiscri-
minadamente a cualquiera a nuestro gusto, podemos estar perjudicando
a los buenos…¹”

2. Misión

Sin duda, Hechos es uno de los mejores manuales de misión que se han escrito. En
ella encontramos la razón de ser de la labor misionera: llevar a los hombres perdi-
dos a la salvación en Cristo Jesús. La iglesia de la fase apostólica era esencialmente

1. CALVINO, John. Hebreos. 1. Ed. São Paulo: Ediciones Paracletos, 1997, p. 396

71
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

ESBOZO DE LOS HECHOS

El poder de Misiones Misiones Misiones en el


dar testimonio lugares: nacionales: extranjero:
Testimonio en Testimonio en Dar testimonio
Jerusalén. Judea y Samaria. hasta los con-
fines de la tierra

Hechos 1 e 2 Hechos 3 a 8.3 Hechos 8.4 a Hechos 13 a 28


12.25

una iglesia misionera. Vemos en los Hechos que el evangelio avanza a través de la
misión de la iglesia con un celo incontenible y una valentía inquebrantable. Vemos
cumplido lo que Jesús habló antes de su ascensión: “... y seréis mis testigos en Jeru-
salén, en Judea y en Samaria y hasta los confines de la tierra” (Hechos 1.8). Este es
exactamente el esquema del libro de los Hechos:

Tres grandes centros de la misión


Se eligieron tres grandes centros como base desde dónde se podría irradiar la in-
fluencia del trabajo de los discípulos de manera a que se pudiera alcanzar los luga-
res vecinos:
• Iglesia en Jerusalén (Hechos 2:41,42 / Hechos 6:7 / Hechos 8:1)
- Fue el fruto de Pentecostés y de la predicación de Pedro y Juan;
- Fue la base del ministerio de Pedro y Juan;
- La mayoría de los creyentes eran judíos;
- La persecución del Sanedrín fue un poco más fuerte porque Jerusalén era el cen-
tro del judaísmo;
- Es en Jerusalén donde los primeros conversos recibieron el nombre, o apodo, de
“nazarenos”;
- Su reto era enfrentarse al énfasis legalista judaizante.
• Iglesia en Antioquía (Hechos 11:19-22,26)
- Fue el fruto de la predicación de creyentes comunes, que huían de la persecución
en Jerusalén;
- Fue la base del ministerio de Pablo, en el que lo inicia;

72
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

- La mayoría de los creyentes eran gentiles;


- Donde los creyentes eran apodados “cristianos” por el pueblo;
- Su reto era enfrentarse a la cultura pagana y libertina.
• Iglesia en Éfeso (Hechos 19:1,10)
- Fue el fruto de la predicación y los viajes de Pablo (y Apolos);
- Tuvo mucho apoyo de Priscila y Aquila;
- Al ser una ciudad bien situada (en la cuenca del Mediterráneo) y un centro cultu-
ral, en Éfeso había creyentes griegos y judíos;
- Pablo dedicó tres años de su ministerio a Éfeso;
- Fue la base para el nacimiento de varias otras iglesias (incluyendo las siete iglesias
de Asia, mencionadas en el Apocalipsis).

La familia en la estrategia de la misión


La iglesia apostólica era una iglesia doméstica, formada por familias y reunida en
los hogares. La hospitalidad familiar fue un factor esencial en la labor misionera,
especialmente en la de Pablo. Fíjate en los siguientes saludos de Pablo en algunas
de sus cartas:

“Las iglesias de la provincia de Asia les mandan saludos. Aquila y Pris-


cila los saludan cordialmente en el Señor, como también la iglesia que se
reúne en la casa de ellos.” (1 Co 16.19 ).

“ Saluden a Priscila y a Aquila, mis compañeros de trabajo en Cristo


Jesús. Por salvarme la vida, ellos arriesgaron la suya. Tanto yo como
todas las iglesias de los gentiles les estamos agradecidos. Saluden igual-
mente a la iglesia que se reúne en la casa de ellos. Saluden a mi querido
hermano Epeneto, el primer convertido a Cristo en la provincia de Asia.”
(Rm 16.3-5).

“Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús, a todos los santos en Cristo


Jesús que están en Filipos, junto con los obispos y diáconos: Que Dios
nuestro Padre y el Señor Jesucristo les concedan gracia y paz.” (Filip
1.1,2).

73
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

“Saluden a los hermanos que están en Laodicea, como también a Ninfas


y a la iglesia que se reúne en su casa”. (Colosenses 4:15).

Vincent Branick dice que estos cuatro saludos son ejemplos en los que Pablo ha-
bla explícitamente de las iglesias domésticas: asambleas de cristianos que se for-
maban en y alrededor de familias particulares. Para ellos, el hogar con su entorno
familiar era la iglesia². Las viviendas privadas funcionaban para la iglesia en dos
niveles: constituían el escenario de las iglesias propiamente dichas, reuniendo a los
cristianos en torno a una familia en su casa; en un segundo nivel más amplio, las
viviendas privadas constituían el escenario de las reuniones de la iglesia local, la
asamblea de todas las familias e individuos cristianos de una ciudad. Para estos
grupos, el edificio seguía siendo el hogar de la familia de acogida. Dicha estructura
proporcionaba una plataforma para el trabajo misionero. La conversión de una
familia y la consiguiente formación de una iglesia doméstica constituyeron el ele-
mento clave del plan estratégico de Pablo para extender el evangelio por el mundo.
Cuando miramos los Hechos vemos que Pablo tuvo poco éxito predicando en las
sinagogas. Su método debía ser reorientado para establecerse con una familia pro-
minente, y así crear su base de operaciones en una ciudad particular (Hechos 16.13-
34; 17.2-9; 18.1-11). Dado que el trabajo de Pablo se caracterizaba por la movilidad
y los viajes, la hospitalidad era clave para la misión. Para llevar a cabo su misión,
dependía de una amplia red de relaciones sociales centrada en la familia.
Branick continúa diciendo que esta misma conexión puede encontrarse en los re-
latos evangélicos de las instrucciones de Jesús a los apóstoles cuando los envió a
predicar: “Dondequiera que entréis en una casa, quedaos en ella hasta que salgáis
del lugar” (Mrc 6,10). La interpretación de Lucas de esta instrucción es aún más
explícita: “En cualquier ciudad en la que entres y te reciban, come lo que te sirvan;
cura a los enfermos” (Lc 10,8-9). Esta instrucción implica la plena incorporación de
la familia. La familia formaba la base de operaciones. La clave de la misión era ser
aceptado por una familia.
Como sostiene Branick, el esfuerzo misionero descrito en los Evangelios, implica
dos formas de seguir a Jesús. Una forma es explícita: “No tomes para tu viaje ni
bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni tengas dos túnicas. En cualquier casa en la
que entréis, quedaos allí hasta que salgáis del lugar” (Lc 9,3) “No os preocupéis

2. BRANICK Vincent, La Iglesia doméstica en los escritos de Pablo, Editorial Paulos, 2009, p. 11.

74
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

diciendo: ¿Qué vamos a comer? ¿Qué vamos a beber? ¿Qué nos ponemos? Buscad
primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mt
6,31-33). Es el estilo de vida de un misionero itinerante e indigente que seguía a
Jesús y que no tenía dónde reclinar la cabeza (Mt 8,20; Lc 9,58). La segunda forma
de seguir a Jesús no se describe tan claramente en los Evangelios como la primera,
pero se exige claramente como presupuesto para el primer estilo de vida. Así era
el anfitrión de la casa donde se alojaba el misionero. Este era el estilo de vida de
aquellos que proporcionaban hogares con hermanos, hermanas, madres, hijos y
campos, donde los seguidores, desprovistos de propiedades, recibían “ahora en
este momento” (Mc 10,30). El hogar era, pues, algo que los seguidores de Jesús
dejaban o ampliaban para el uso del evangelio³.

3. Persecución y martirio en la Iglesia Apostólica

Las últimas palabras de Jesús a sus discípulos, fundaron la identidad de la iglesia en


los primeros siglos “...recibiréis la fuerza del Espíritu Santo y seréis mis testigos...”.
Inicialmente el concepto de testigo tenía, tanto en griego como en hebreo, sólo el
sentido de alguien que cuenta lo que ha visto para que sirva de prueba o evidencia
de un hecho ante un juicio. Sin embargo, debido al hecho de que el testimonio
cristiano a lo largo del tiempo tuvo como consecuencia más frecuente el encarce-
lamiento y la latigazos (Mateo 10.18; Marcos 13.9), el exilio o la muerte (Hechos
22.20; Apocalipsis 1.9; Apocalipsis 2.13; Apocalipsis 17.6), la palabra comenzó a te-
ner el sentido de mártir.
Las primeras manifestaciones de intolerancia contra los cristianos se produjeron
en Palestina, por parte del Sanedrín y los Herodes. Entre los primeros mártires
Esteban y Santiago, el hermano de Juan (ver Hechos 7.58,59 y 12.1-2). Más tarde,
cuando la fe cristiana se extendió por todo el Imperio Romano, los discípulos si-
guieron sufriendo la oposición de los judíos y ahora de los gentiles, cuyos dioses
eran negados por los cristianos. Pero la primera persecución romana “oficial” con-
tra los cristianos no se produjo hasta el reinado de Nerón, hacia el año 64. Esta per-
secución estuvo relacionada con un gran incendio que destruyó buena parte de la
ciudad de Roma. Nerón acusó a los cristianos de haber quemado la ciudad, pero, en
realidad, fue él mismo quien quiso reconstruir una nueva ciudad. Muchos cristia-
nos fueron crucificados y otros fueron quemados vivos y colocados como antorchas
en los jardines del palacio de Nerón. Todavía en el siglo I (c. 95), otro emperador,
Domiciano, persiguió a los cristianos de Asia Menor por su oposición a participar

3. BRANICK Vincent, La Iglesia doméstica en los escritos de Pablo, Editorial Paulos, 2009, pp 11- 19.

75
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

en el culto imperial. Esta persecución es el trasfondo del exilio de Juan en la isla de


Patmos y de la redacción del libro del Apocalipsis. Después de su muerte en el año
100 d.C., la era apostólica de la iglesia terminó.

El fin de la era apostólica


La década de los 60 fue especialmente importante para la iglesia primitiva. En esta
década murieron los últimos apóstoles originales de Cristo, a excepción de Juan,
que no murió hasta el año 100. Según la tradición prácticamente unánime de la
Iglesia antigua, fue en esta época cuando fueron martirizados los dos apóstoles más
destacados, Pedro y Pablo. Estas muertes se habrían producido en el contexto de la
persecución promovida por Nerón en la ciudad de Roma.
Otro acontecimiento de gran magnitud fue el declive del cristianismo judío debido
al asedio y la eventual destrucción de Jerusalén, que contribuyó decisivamente a la
emancipación definitiva de la Iglesia del judaísmo. En las primeras décadas, mucha
gente todavía podía pensar en los cristianos como un grupo o secta dentro del juda-
ísmo. Esta identificación a veces ayudaba y a veces perjudicaba a los cristianos. Tras
la revuelta de los judíos y el consiguiente castigo de los romanos, cada vez quedó
más claro que el judaísmo y el cristianismo eran religiones muy distintas.
A finales del siglo I, el cristianismo se había extendido ampliamente en muchas
partes de Oriente Medio y Europa. Los primeros cristianos causaron un gran im-
pacto en la sociedad grecorromana gracias a su amor mutuo, su valor y sus elevadas
normas éticas. Se separaron firmemente de las prácticas paganas (idolatría, inmora-
lidad), pero al mismo tiempo insistieron en tener una participación constructiva en
la sociedad, esforzándose por cumplir sus deberes cívicos y ser buenos ciudadanos.

LA IGLESIA PERSEGUIDA (100 - 312 D.C.)

Principales persecuciones imperiales en los siglos II y III


En los siglos II y III se produjo un agravamiento de las persecuciones por parte del
Imperio Romano. Sin embargo, como escribe Alderi Matos, hay que señalar que,
salvo algunas excepciones, estas persecuciones no fueron continuas ni generaliza-
das y que sus causas iban desde las habituales acusaciones de incesto (por el énfasis
en el amor fraternal), canibalismo (por la Cena del Señor) y ateísmo (por la negación
de los dioses), hasta acusaciones más específicamente políticas de subversión, falta

4. MATOS, Alderi de Souza, referencia retirada de: https://pt.slideshare.net/RobrioPereiraLima/


alderi-souza-de-matos-panorama-da-histria-da-igreja

76
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

de patriotismo y deslealtad al imperio, principalmente por la negativa de los cristia-


nos a participar en el culto imperial4. En los reinados de Marco Aurelio y Séptimo
Severo se produjeron dos persecuciones intensas pero localizadas. El primero golpeó
las iglesias de Lyon y Viena, en la Galia, en el año 177; el segundo golpeó Egipto y
Cartago en el 202-206. Mucho más grave fue la persecución general lanzada por el
emperador Decio en 250-251. Decidido a imponer el culto imperial en todas las re-
giones, Decio exigió que todos tuvieran un certificado de sacrificio (libellus). Muchos
cristianos fueron martirizados y otros lograron sobrevivir al maltrato (los confesores).
Muchos otros renegaron de la fe: algunos se limitaron a ofrecer el sacrificio y fueron
conocidos como sacrificati; otros, los libellatici, compraron certificados falsos. Des-
pués de la persecución, muchos de estos reincidentes trataron de reincorporarse a la
iglesia, creando un grave problema pastoral para los obispos. En dos largos períodos
de paz en el siglo III (206-250 y 260-303), la iglesia experimentó un crecimiento sin
precedentes. Finalmente, a principios del siglo IV, se produjo la última y mayor de
todas las persecuciones, bajo los emperadores Diocleciano y Galerio (303-311). Se
promulgaron edictos que ordenaron la destrucción de las iglesias y los ejemplares
de las Escrituras en todas partes. Los cristianos que entregaron estas copias fueron
conocidos como traditores (traidores). El cisma donatista en el norte de África duró
más de un siglo, creando una iglesia paralela a la católica.
PERSECUCIÓN ROMANA A LOS CRISTIANOS

IMPERADOR NATURALEZA Y GRADO MÁRTIRES


DE PERSECUCIÓN DESTACADOS
FECHA

Sólo tuvo lugar en Roma y sus alrededores; los


NERO cristianos fueron utilizados como chivo expia- Paulo
64 D.C torio para el incendio de Roma; entre las medi- Pedro
das sádicas estaba quemar vivos a los cristianos
para iluminar los jardines de Nerón.

Caprichosa, esporádica y centrada en Roma y Clemente de Roma


DOMICIANO Asia Menor; los cristianos fueron perseguidos João na ilha de
90-96 D.C por negarse a ofrecer incienso en honor a la in-
Patmos
teligencia del emperador.

Persecución esporádica; los cristianos eran con- Inácio


TRAJANO fundidos con otros grupos, cuyo patriotismo se Simeão
98-117 D.C consideraba sospechoso; los cristianos debían Zózimo
ser ejecutados siempre que fueran encontrados, Rufo
sin necesidad de ser buscados.

77
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

w w
Persecución esporádica; Continuación de la Telésforo
ADRIANO política de Trajano; Cualquiera que levantara
117-138 D.C falso testimonio contra los cristianos debía
ser castigado.

Justino Mártir
MARCO El emperador era estoico y se oponía al cris- Potino
AURÉLIO tianismo por motivos filosóficos; para él, los Blandina
161-180 D.C cristianos eran responsables de las calamida-
des naturales.

Leônidas
SEPTÍMIO Irineu
SEVERO Se prohíbe la conversión al cristianismo Perpétua
202-211 D.C

Se ordenó la ejecución de clérigos cristianos; Úrsula


MAXIMINO, los cristianos se oponían por haber apoyado al Hipólito
o trácio. predecesor del emperador, al que había ase-
235-236 D.C sinado.

La primera persecución que se extendió por Fabiano


DÉCIO todo el imperio; La quema de incienso en ho- Alexandre de
249-251 D.C nor a la inteligencia del emperador era obli- Jerusalém
gatoria; El retorno entusiasta al paganismo
exigía el exterminio total del cristianismo.

Orígenes
VALERIANO Se confiscaron las propiedades de los cristia- Cipriano
257-260 D.C nos y se les prohibió reunirse. Sisto II

Fue la peor persecución de todas; se destruye- Maurício


DIOCLECIANO ron iglesias y se quemaron biblias; se suspen- Albano
GALERIO dieron todos los derechos civiles de los cris-
303-311 tianos; se exigió el sacrificio a los dioses.

78
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

Según el “Libro de los Mártires” de John Foxe, los cristianos fueron atados con
pieles de animales salvajes y arrojados a los perros para ser despedazados; muchos
fueron crucificados en el monte, coronados con espinas y atravesados con lanzas;
algunos fueron obligados a pasar, con los pies ya heridos, sobre espinas, clavos y
conchas afiladas; Otros fueron azotados hasta dejar al descubierto sus tendones y
venas; algunos mártires murieron presionados con pesos y otros fueron descere-
brados con tenedores; las mujeres fueron desnudadas y arrojadas a un baño de agua
hirviendo, otras expuestas a un toro salvaje en anfiteatros; otras fueron introduci-
das en bolsas de cuero con serpientes y escorpiones y arrojadas al mar. A pesar de
todos los sufrimientos causados por la persecución, esta experiencia generó entre
los primeros cristianos una verdadera glorificación del martirio como una expe-
riencia altamente honorable para un fiel seguidor de Cristo.

79
7 Leccion
´

v.1.0.0

LOS PRIMEROS CAMBIOS


Y LOS ESCRITOS
POST-APOSTÓLICOS
En esta lección examinaremos los nuevos rumbos de la historia de la Iglesia, que
ha entrado en una fase de transición, dejando atrás el período apostólico. La iglesia
se enfrenta ahora al reto de permanecer conectada a las enseñanzas de la primera
generación de apóstoles, al tiempo que sobrevive a la persecución y a las nuevas
herejías. La iglesia cristiana experimentó importantes cambios en las últimas déca-
das del primer siglo. Estos cambios fueron tanto teológicos como institucionales.
Un hecho significativo es que tenemos poca información sobre este período de
transición (70-95). No ha llegado hasta nosotros ningún documento importante de
esta época. Cuando los documentos reaparecen a partir del año 95, encontramos
una iglesia más organizada y centralizada administrativamente, así como con én-
fasis teológicos algo diferentes a los del Nuevo Testamento. Estos son los inicios
del surgimiento de la “iglesia católica”, otro nombre utilizado para identificar a la
iglesia en esta segunda fase.

80
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

La Iglesia “Católica”
En el siglo II, ante los crecientes desafíos externos (acusaciones y persecuciones
imperiales) y los problemas internos (el aumento de las herejías y la diversidad te-
ológica), la Iglesia sintió la necesidad de definir con mayor claridad su identidad
institucional y teológica. Había una preocupación por organizar la iglesia, haciendo
una mayor estructura en torno a los obispos, en un intento de proteger a la igle-
sia de las falsas acusaciones y de las herejías que estaban apareciendo en su seno.
El objetivo era obtener una mayor unidad estructural y uniformidad doctrinal. Así
surgió la “iglesia católica”. La expresión “iglesia católica” se encuentra por primera
vez en una carta escrita por el obispo Ignacio de Antioquía a la Iglesia de Esmirna,
hacia el año 110. La palabra viene del griego katholikos y significa general, universal
(de kata = “de acuerdo con” + holos = “el todo”). A partir del siglo II, la expresión
se utilizó para designar a la Iglesia verdadera, apostólica y ortodoxa, en oposición a
los movimientos disidentes y a los grupos heterodoxos o heréticos.

Desafíos enfrentados por la Iglesia

1. Desafíos externos

La iglesia, desde sus inicios, se enfrentó a falsas acusaciones y a una terrible per-
secución por parte del estado romano. Al gobierno imperial le molestaba el cre-
cimiento del cristianismo y los “misterios” que rodeaban a los cristianos, que se
negaban a participar en las ceremonias religiosas realizadas por los romanos, así
como a aceptar que el emperador fuera adorado como un dios. Este fue, sin duda,
el principal motivo de las persecuciones. Otro desafío externo al que se enfrentó
la Iglesia en esta fase fueron los ataques de ilustres intelectuales paganos como
Luciano de Samosata, Galeno y Celso en la segunda mitad del siglo II, y Porfirio
en el siglo III. En una época en la que el cristianismo crecía a pasos agigantados y
molestaba seriamente al paganismo, estos ilustrados escribieron influyentes obras
en las que se acusaba a los cristianos de ser ignorantes, supersticiosos y enemigos
de la cultura y el conocimiento.

2. Desafíos internos

Los principales desafíos internos de los siglos II y III fueron algunas interpretaciones
de la fe cristiana consideradas heréticas por el grupo mayoritario. Estos movimien-
tos que se analizarán fueron calificados de “herejes” por ir más allá de los límites de
la ortodoxia católica. Hay que recordar que el cristianismo absorbió a sus conver-
sos de tres grandes fuentes (judíos, griegos y romanos) y de ellas surgieron tipos de

81
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

cristianismo antagónicos, ya que los conversos traían consigo elementos de mentali-


dad ajenos a la fe cristiana. Las principales herejías de este período fueron:

• Ebionismo: Desde el principio hubo una secta judaizante que quería im-
poner las leyes ceremoniales del judaísmo a los gentiles convertidos al cris-
tianismo. Se originó en Palestina a finales del siglo I y posteriormente se
extendió a Asia Menor. Enseñaba la universalidad de la ley mosaica como
necesaria para la salvación. Abogaron por la oposición a Pablo. Creían que
Jesús era el Mesías, pero que no era divino por naturaleza, sólo era un hom-
bre sobre el que descendió el Espíritu Santo en el momento del bautismo.
Esperaban el inminente milenio y eran ascéticos.
• Gnosticismo: Fue una filosofía religiosa de carácter altamente especulativo
que surgió en el siglo I, pero que se convirtió en una importante amenaza para
el cristianismo mayoritario a partir de mediados del siglo II (c. 130-160). Par-
tiendo de una concepción dualista sobre el mundo (espíritu vs. materia), pro-
puso una reinterpretación radical de la fe cristiana, negando doctrinas como
la creación divina, la encarnación de Cristo y la resurrección del cuerpo. La
salvación venía a través del conocimiento (gnosis) sobre el verdadero origen
y destino del alma. Este conocimiento más profundo sólo se transmitía a los
iniciados. González dice que de todas las interpretaciones del cristianismo
que aparecieron en el siglo II, ninguna fue tan peligrosa, o estuvo tan cerca
de triunfar, como el gnosticismo1. Los gnósticos creían que todo lo que era
materia era esencialmente malo y que el espíritu era bueno por naturaleza,
por lo que algunos creían que debían castigar al cuerpo para debilitar su poder
sobre el espíritu (ascetismo), otros creían que, puesto que el espíritu es lo que
importa, debíamos dar total libertad al cuerpo y sus pasiones (libertinaje).
• Docetismo: Era el entendimiento de que Jesucristo no había asumido de
hecho una naturaleza humana, corpórea. En cambio, sólo tenía una apariencia
de humanidad (de ahí el docetismo, del griego dokéo = parecer), siendo una
especie de fantasma o aparición. Esta posición ya está condenada en las epís-
tolas juaninas (véase 1 Juan 4.2; 2 Juan 7). Las cartas de Ignacio de Antioquía
contienen muchas condenas al docetismo.
• Marcionismo: Marción era un cristiano del Ponto, Asia Menor, que llegó a
Roma hacia el año 144. Compartiendo la cosmovisión gnóstica, proponía una
discontinuidad radical entre el Antiguo y el Nuevo Testamento (el cristianis-

1. GONZÁLEZ, Justo L., Y hasta los confines de la Tierra: una historia ilustrada del Cristianismo - Vol. 1 La
era de los Mártires, São Paulo, Vida Nova, 1995, Pg. 96.

82
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

mo no tenía nada en común con el judaísmo, siendo una religión completa-


mente nueva). Por lo tanto, rechazó completamente el Antiguo Testamento
y su Dios, Jehová, como una divinidad inferior, creadora de la materia. En
contraste con Jehová (un ser justo y vengativo), el verdadero Dios, el Padre de
Jesucristo, es un Dios plenamente amoroso y perdonador que no condena a
nadie. Por lo tanto, al final todos se salvarán. Marción fue el primer individuo
en la historia de la Iglesia que elaboró una lista de escritos cristianos norma-
tivos. Su canon sólo contenía el evangelio de Lucas y las cartas de Pablo a
las iglesias (sin las pastorales), habiéndose excluido sus referencias al Antiguo
Testamento. El canon marcionista obligó a la Iglesia a elaborar su propia lista
de libros autorizados, es decir, el Nuevo Testamento.
• Montanismo: Este antiguo movimiento de carácter entusiasta o carismá-
tico, autodenominado “nuevo profetismo”, surgió en Frigia, Asia Menor, en
la década de 170. Fue iniciada por un cristiano llamado Montanus, que iba
acompañado de dos profetisas, Priscila y Maximila. Montanus se consideraba
el instrumento especial del Paráclito (el Espíritu Santo) y anunciaban el inmi-
nente fin del mundo y el descenso de la Nueva Jerusalén en su región, Frigia.
El montanismo era una protesta contra la creciente mundanidad de la iglesia,
abogaban por el ascetismo, se consideraban espirituales y otros carnales, se
oponían a cualquier tipo de arte y sus seguidores buscaban el martirio.
• Monarquianismo: En el siglo II hubo una intensa reflexión sobre la teolo-
gía del Logos (Cristo como Palabra) y sus implicaciones. Varios pensadores
cristianos, en su afán por defender la convicción básica del monoteísmo o la
unidad del Ser Divino (de ahí lo de “monarquía”, es decir, gobierno de uno),
acabaron negando la divinidad o personalidad diferenciada del Hijo y del
Espíritu Santo. Hubo dos manifestaciones básicas:
a) Monarquismo dinámico: afirmaba que Jesús era un hombre corriente que
fue adoptado por Dios en el momento de su bautismo, siendo revestido de po-
der divino (de ahí, “dinámico”, de dynamis = poder). Esta posición, defendida
por los ebionitas y por Pablo de Samosata, se llama también adopcionismo.
b) Monarquianismo Modalista: afirmó que el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo son tres modos o manifestaciones sucesivas (no simultáneas) del úni-
co Dios. También se conoce como sabelianismo, por uno de sus defensores
(Sabelio). Una variante de esta posición es el patripasianismo, la noción de
que el Padre mismo sufrió en la cruz (defendida por Práxeas y Noeto).

83
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

La defensa de la fe cristiana y los Padres de la Iglesia


Con la muerte de los apóstoles, la iglesia estaba ahora en manos de nuevos líderes
que tenían la tarea de preservar la sana doctrina, desarrollar el pensamiento cristiano
y definir la vida litúrgica de la iglesia. Ante las acusaciones externas y las numerosas
herejías que atacaban a la iglesia, se hizo necesario ofrecer argumentos sólidos que
respondieron a las objeciones y pensamientos erróneos que se presentaban en rela-
ción con la fe cristiana. En este período postapostólico, los responsables de guiar a
la iglesia en la ortodoxia pasaron a ser conocidos como “Padres de la Iglesia”. Esta
expresión se refiere al escritor, pastor o teólogo de la antigüedad cristiana conside-
rado por la tradición como testigo autorizado de la fe. Había tres requisitos para que
alguien fuera considerado Padre de la Iglesia: ortodoxia doctrinal, santidad de vida
y antigüedad. El estudio de los padres de la Iglesia se designa generalmente con dos
términos relacionados: patrística y patrología. La patrística se refiere al estudio del
pensamiento de los padres, su teología, y la patrología es el estudio histórico de los
propios personajes y su obra. Podemos dividir a los padres de la Iglesia en tres gran-
des grupos: los padres apostólicos, los apologistas y los polemistas.2

Los Padres Apostólicos


El conjunto de los primeros escritos cristianos posteriores al Nuevo Testamento
se conoce con el nombre de “padres apostólicos”3. Se denominan “apostólicas”
porque aparecieron poco después de los apóstoles y revelan una cierta relación con
ellos. Los padres apostólicos fueron teólogos cristianos fundamentales para la Igle-
sia que vivieron en los siglos I y II d.C., que se cree que conocieron personalmente
a algunos de los Doce Apóstoles o que recibieron una influencia significativa de
ellos. Es importante señalar que el término “padres apostólicos” designa no sólo
a individuos, sino también a documentos anónimos. El período aproximado en el
que se produjeron oscila entre el 95 y el 150 d.C. Los escritos de los padres apostóli-
cos no contienen ninguna teología elaborada, sino que son más bien declaraciones
sencillas y piadosas de las verdades fundamentales de la fe, dictadas principalmente
por un interés pastoral dirigido a la edificación de la iglesia.
Las principales características de estos autores y documentos son las siguientes:
• Ausencia de elaboraciones filosóficas.
• Gran reverencia por el Antiguo Testamento.
• Interpretación tipológica y alegórica de las Escrituras.
• Familiaridad con las formas literarias del Nuevo Testamento.

2. En este primer módulo estudiaremos más a fondo sólo el primer grupo, ya que seguiremos tratando la
época patrística en el siguiente módulo.
3. Los alumnos que deseen leer integralmente, en portugués, estos importantes escritos, podrán encon-
trarlos en la Colección Patrística (São Paulo: Paulus Editora), Vols. 1 y 2.

84
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

• Preocupación pastoral y práctica: exhortación a la paz, la unidad y la pureza de


iglesia; énfasis en el episcopado; celebración del martirio.

A pesar de algunos matices que difieren de lo dicho por los apóstoles, especialmen-
te en relación con la conversión del cristianismo en un conjunto de normas mo-
rales, vemos que sigue existiendo una unidad teológica en estos escritos. Aunque
vemos una cierta distancia entre los escritos de los padres apostólicos y el evangelio
de la teología del Nuevo Testamento, no podemos desestimar la importancia que
tuvieron en el pasado y que siguen teniendo para nosotros hoy. Sobre esto, Roger
Olson, escribe:

“Las referencias a Pablo y a los demás apóstoles son frecuentes, pero a pesar
de ello, la nueva fe se convierte cada vez más en una nueva ley y la doc-
trina de la justificación por gracia de Dios se convierte en una doctrina de
la gracia que nos ayuda a vivir con rectitud. Obviamente, este cambio fue
sutil y no radical. En los escritos cristianos del siglo II se produjo un suave
pero notable cambio hacia el legalismo o lo que podría clasificarse mejor
como “moralismo cristiano”. Aunque los padres apostólicos citaron más a
Pablo que a Santiago, fue el espíritu de este último el que habló más fuerte.
Quizás debido a la visible indolencia y degradación moral y espiritual entre
los cristianos, enfatizaron más la necesidad de evitar el pecado, obedecer a
los líderes y esforzarse por agradar a Dios, que la necesidad de ser libres
de la esclavitud de la ley. A pesar de este sutil cambio que los protestantes
solían destacar y deplorar especialmente, los padres apostólicos son dignos
de admiración y de elogio por su vigorosa defensa de la encarnación de Dios
en Jesucristo contra las negaciones de los gnósticos. Algunos murieron como
mártires a manos de las autoridades romanas y, por lo tanto, deben ser muy
respetados por confesar, con riesgo de muerte, la creencia en Cristo y en el
Evangelio, incluso bajo la persecución. Sin duda su gran relevancia aquí es
que fueron los primeros teólogos del cristianismo”.4

Conociendo un poco de los escritos de los Padres Apostólicos

1. Primera Carta de Clemente de Roma (30-100 d.C)

Clemente fue uno de los primeros obispos de la iglesia de Roma. Durante la última
parte de su vida, escribió una carta a la iglesia de Corinto alrededor del año 95 d.C.
La epístola fue motivada por una disputa en Corinto, que condujo así a la caída

4. OLSON, Roger, Historia de la Teología Cristiana, Editora Vida, São Paulo, 2003, pg 40. Paulo, 2003, pg 40.

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HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

de varios presbíteros. Dado que ninguno de ellos fue acusado de delitos morales,
Clemente argumenta que su destitución fue un castigo muy pesado e injustifica-
ble. La carta es muy larga - el doble de “Hebreos” - e incluye varias referencias al
Antiguo y al Nuevo Testamento. Esta carta se conoció como “1 Clemente”, es una
carta práctica contra la división y a favor de la unidad en la iglesia. En ella hace un
llamamiento a la unidad, la paz y la justicia en la iglesia de Cristo, instando a los
creyentes a ser sumisos a sus ancianos. Le dice a la congregación que la vida cris-
tiana debe ser conducida con temor reverente ante el Señor. Sus instrucciones se
basan en las Escrituras y presentan una sana doctrina.

2. Siete cartas de Ignacio de Antioquía (35-107 d.C)

Ignacio fue obispo en Antioquía de Siria, donde fue arrestado y condenado a ser
devorado por las fieras en Roma durante la persecución del emperador Trajano, por
haberse negado a negar a Cristo y adorar a los dioses romanos. Todo lo que sabemos
de su vida es a través de sus siete cartas escritas de camino al martirio. Sus cartas
fueron dirigidas a las iglesias de Éfeso, Magnesia, Trales, Roma, Filadelfia, Esmirna
y a su colega Policarpo. En sus cartas habla del martirio y pide que nadie intente
frenar su obligación de dar testimonio de Cristo “luchando con bestias en Roma”.
Su mayor preocupación era el bienestar de la iglesia de Cristo, por lo que el enfo-
que de sus escritos era sobre la unidad de la iglesia para que pudiera ser fortalecida
contra los movimientos heréticos y cismáticos que estaban surgiendo en su seno.
Sus cartas hablan de la división en la iglesia, contra el docetismo, haciendo gran
hincapié en la necesidad de que el obispo cuide y dirija la iglesia. En ellas, vemos
por primera vez la mención de un obispo local, lo que marcó una transición del
gobierno de la iglesia. Antes veíamos un liderazgo más plural y carismático. Ahora
asistimos al nacimiento de una organización cada vez más jerarquizada. En estas
cartas también vemos, por primera vez, el uso del término “católico” para referirse
a la iglesia. Algunos autores sostienen que cuando Ignacio utiliza este término, no
está hablando todavía de la universalidad (la iglesia universal, en el mundo), sino
del sentido de la unidad, es decir, “entera” y “unida”, que es claramente un con-
traste con las sectas y facciones, frutos de las herejías. Su deseo era preservar los
fundamentos esenciales del cristianismo.

3. Carta de Policarpo a los Filipenses (70-155 d.C)

Policarpo, obispo de Esmirna, escribió una carta a los filipenses hacia el año 110, con
exhortaciones prácticas. La epístola de Policarpo es una respuesta a una petición
procedente de los propios filipenses, en la que le piden que les envíe unas palabras
de exhortación a la fe, que remita una carta a la Iglesia de Antioquía y que les envíe

86
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

también las epístolas de Ignacio que pudiera tener. En esta carta, Policarpo destaca
la humanidad de Cristo y la salvación. Habla de la fe en Cristo, y del desarrollo de la
misma a través del trabajo para Cristo en la vida diaria. También alude a la Epístola
de Pablo a los Filipenses y utiliza citas directas e indirectas del Antiguo y del Nuevo
Testamento, atestiguando que son canónicas. Policarpo exhorta a los filipenses a la
vida virtuosa, a las buenas obras y a la constancia, incluso al precio de la muerte si
fuera necesario, ya que habían sido salvados por la fe en Cristo. A diferencia de Ig-
nacio de Antioquía, Policarpo no se interesó por la administración eclesiástica, sino
por el fortalecimiento de la vida cotidiana práctica de los cristianos. Policarpo fue
martirizado en el reinado del emperador Antonino Pío. En uno de los escritos que
llevan su nombre se nos ofrece el relato de su muerte por parte de testigos presen-
ciales. Debido a su avanzada edad durante la persecución se le ofreció la libertad si
maldecía a Cristo, a lo que respondió: “He servido a Cristo durante ochenta y seis
años y nunca me ha hecho nada malo. ¿Cómo puedo blasfemar contra mi Rey que
me ha salvado?” Cuando lo pusieron en el fuego, este no lo quemó, por lo que sus
enemigos lo mataron a puñaladas y luego lo quemaron.

4. Exposición de los dichos del Señor por Papías de


Hierápolis (60-130 d.C)

Papías fue obispo de Hierápolis, en Frigia, del que sólo conocemos algo a través
de los escritos de Eusebio e Ireneo. Era un hombre curioso que tenía la costumbre
de indagar sobre los orígenes del cristianismo. Papías escribió, hacia el año 130,
una obra en cinco volúmenes, titulada: Explicaciones de las sentencias del Señor.
Basado principalmente en la tradición oral de los discípulos y apóstoles, Papías pre-
senta una colección de dichos, frases y hechos de Jesús y sus discípulos. También
aborda el origen de los evangelios de Mateo y Marcos. De estos cinco volúmenes,
sólo quedan 13 pequeños fragmentos, conservados en las obras de Ireneo de Lyon
y Eusebio de Cesarea. Estos fragmentos restantes tienen un valor inestimable por-
que ponen al lector actual en contacto con la enseñanza oral de los discípulos de
los apóstoles. Además, es la primera obra de exégesis del Nuevo Testamento. Pa-
pías fue el primero en aplicar la palabra clásica “exégesis”, que desde hace tiempo
significa interpretación o comentario. En sus escritos aparece con mucha fuerza el
concepto de milenio.

5. El pastor, de Hermas (c. 150)

Esta obra fue escrita a mediados del siglo II y, a pesar de recibir el título de “pastor”,
Hermas fue escrito por un profeta de la iglesia de Roma con ese nombre. El tema de
esta obra (que es la mayor de todas) es el arrepentimiento de los cristianos ya bauti-

87
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

zados, es decir, de los cristianos que pecan. Se trata de una obra legalista, ya que el
autor aborda el cristianismo únicamente como un conjunto de normas que hay que
seguir. Pero a pesar de ello, fue uno de los escritos más considerados de la antigüedad
cristiana. Es una obra larga, con 114 capítulos divididos en tres partes: 5 visiones, 12
mandamientos y 10 parábolas. La preocupación central de Hermas no era doctrinal
o dogmática, sino moral. Sus escritos se basaban en el Apocalipsis y estaban orienta-
dos a la moral práctica, haciendo hincapié en el arrepentimiento y la vida de santidad.
Su principal argumento es la necesidad de la penitencia para satisfacer la misericordia
divina. El lector notará que el concepto de penitencia, es decir, de medios de santifi-
cación del hombre, corresponde a los sacramentos de la iglesia. Así, la eclesiología en
Hermas, domina la idea de que la Iglesia es una institución necesaria para la salvación.

6. Didaché (La enseñanza de los Doce Apóstoles) (60-90 d.C)


El Didaché, también llamado “la doctrina de los doce apóstoles”, es un catecismo
cristiano escrito entre el 60 y el 90 d.C., probablemente en Palestina o Siria. Es quizá
el documento más importante de la época post-apostólica, ya que es la fuente más
antigua de legislación eclesiástica que poseemos. Es un manual de instrucción para
la iglesia, que aborda las enseñanzas éticas, las normas litúrgicas, los funcionarios de
la iglesia y las cuestiones disciplinarias. Al parecer, es el fruto de la unión de varias
fuentes orales y escritas y retrata bien la tradición de las primeras comunidades cris-
tianas. Los dieciséis capítulos se dividen en tres partes. La primera parte contiene
enseñanzas sobre los “dos caminos”, uno que lleva a la vida y otro a la muerte. Resu-
me la vida cristiana y, al parecer, estaba destinado a los catecúmenos, es decir, a las
personas que se preparan para el bautismo. La segunda parte (6-14) es un manual de
instrucciones sobre el orden y la práctica de la iglesia. Contiene advertencias sobre
los falsos maestros e instrucciones sobre el bautismo, el ayuno y las oraciones para
las comidas comunitarias. La tercera parte (15-16) es un manual de instrucciones so-
bre los oficios y cargos de los líderes de la iglesia. Termina con un llamamiento a la
vigilancia y a la preparación para el regreso del Señor. De forma más práctica, entre
los temas tratados, podemos destacar: la repetición de las palabras de Mateo 5:26,
que contribuyó a la definición de la doctrina sobre el purgatorio; la prohibición del
aborto y del esoterismo y la astrología; la exhortación a la unidad de los cristianos;
los sacramentos del bautismo, la confesión de los pecados y la eucaristía; el bautismo
administrado por inmersión o infusión y en forma trinitaria; la eucaristía vista como
alimento espiritual para el cristiano y tal vez como sacrificio; el cuidado que hay que
tener contra los falsos profetas y maestros; la celebración eucarística celebrada los
domingos; y la existencia de obispos y diáconos que sustituyen o tienen la misma
dignidad que los profetas y maestros.

88
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

7. Epístola de Bernabé

No se sabe con certeza quien es el autor de esta epístola. Algunos lo atribuyen a


Bernabé, mencionado en los Hechos de los Apóstoles, aunque algunos autores lo
atribuyen a otro padre apostólico del mismo nombre, “Bernabé de Alejandría”, o
incluso a un maestro cristiano anónimo. A pesar del nombre, la epístola no debe
confundirse con el “Evangelio de Bernabé”, un libro pseudepigráfico que presenta
una falsificación islámica del evangelio. Aunque la obra no es gnóstica en el sentido
teológico, el autor, que se considera un maestro para el público no identificado
para el que escribe, pretende transmitir a sus lectores una gnosis perfecta (un co-
nocimiento especial) para que se den cuenta de que los cristianos son los únicos
herederos de la verdadera alianza, y que los judíos nunca habrían tenido una ver-
dadera alianza con Dios. Su polémica se dirige, sobre todo, contra los cristianos
judaizantes. Se opone a fondo al legalismo judío, aunque no llega a ser antinomista.
La epístola consta de 21 capítulos y se divide en dos partes: la primera tiene un
carácter más doctrinal, presentando una interpretación del Antiguo Testamento de
forma alegórica, utilizando diversos textos para referirse a figuras de Jesús. La se-
gunda parte es más práctica y presenta una especie de compilación del Didaché. En
materia doctrinal, Bernabé parece bastante ortodoxo cuando, por ejemplo, habla
del concepto cristiano de expiación, de la eternidad y de la encarnación de Jesús.
Algo interesante es que cree que Jesús volverá cuando el mundo cumpla seis mil
años, haciendo una conexión de la segunda venida con los días de la creación.

8. Epístola a Diogneto (c. 130 d.C)

Esta epístola fue escrita por un cristiano anónimo al que se atribuye el nombre de Ma-
thetes (discípulo). A diferencia de los demás padres apostólicos, que dirigían sus escri-
tos a otros cristianos, la epístola a Diogneto iba dirigida a un erudito pagano. Se trata de
una exhortación escrita hacia el año 130 d.C., en respuesta a la pregunta de un pagano
que pretendía comprender mejor la nueva religión llamada “cristianismo”, que revolu-
cionó los valores de la época y se extendió muy rápidamente por todo el Imperio Ro-
mano. Lo que llamó la atención del académico fue la valentía con la que los cristianos
afrontaban las pruebas de una vida de persecución y el intenso amor con el que amaban
a Dios y a los demás. En la carta, el autor describe quienes eran los cristianos y como vi-
vían en los primeros siglos. Se considera la “joya más preciosa de la literatura cristiana
primitiva”, ya que es el ejemplo más antiguo de la apologética cristiana. Por tener un ca-
rácter apologético (defensa racional del cristianismo) es incluido por algunos teólogos
entre los padres apologéticos. La Epístola a Diogneto contiene doce capítulos y trata
de la vanidad de los ídolos; la superstición y los rituales observados por los judíos; los
modos de vida de los cristianos y su relación con el mundo; la manifestación de Cristo;

89
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

el estado miserable de la humanidad antes de la venida de Cristo y por qué fue enviado
tan tarde; las bendiciones que se derivan de la fe; lo que es válido conocer y creer y la
importancia del Conocimiento para la verdadera vida espiritual.

La vida de la Iglesia a principios del siglo IV


El culto cristiano estaba más formalizado y dotado de una elaborada liturgia, espe-
cialmente en lo que respecta a la celebración de los sacramentos. El bautismo iba
precedido de una larga preparación, el catecumenado, y generalmente tenía lugar
en Pascua o en Pentecostés. Podía ser administrado por inmersión o aspersión. Ya
se había extendido la convicción de que este rito purificaba literalmente los peca-
dos del bautizado. La Santa Cena o Eucaristía se había convertido en la principal
celebración cristiana, y se entendía como un sacrificio. Por lo tanto, sus oficiantes
eran vistos como sacerdotes distintos de los demás cristianos, los laicos. La organi-
zación de la iglesia se había vuelto fuertemente jerárquica, bajo la firme dirección
de los obispos. Hacia el final de este período, los cristianos también comenzaron
a construir sus primeros templos. En Roma, los cristianos se reunían en las cata-
cumbas, donde también enterraban a sus muertos. A principios del siglo IV, el cris-
tianismo estaba firmemente establecido en varias regiones del norte de África, así
como en Siria, Armenia, Mesopotamia, toda Asia Menor, la península griega, Italia,
el sur de la Galia y el sur de España. La fe cristiana había llegado ya a casi todas las
regiones del vasto Imperio Romano y en Oriente traspasó sus fronteras. No hubo
misioneros famosos en este período: la fe fue difundida por los cristianos comunes
en sus contactos con otras personas y pueblos. La iglesia estaba compuesta por in-
dividuos de todas las clases sociales, desde los esclavos hasta los nobles.
En su estudio panorámico de la historia de la Iglesia, Alderi afirma que este fue un
período heroico de la Iglesia primitiva, en el que los cristianos trataron de vivir la
vida cristiana y dar testimonio de su fe en medio de circunstancias a menudo ad-
versas. Su valentía y coherencia en medio de las persecuciones y perplejidades de
su tiempo nos inspiran y motivan a “vivir dignamente del evangelio” y a “luchar
juntos por la fe evangélica” (Filipenses 1.27) en la actualidad5. Los esfuerzos tanto
de los grandes intelectuales cristianos como de los creyentes comunes de los pri-
meros siglos por comunicar sus convicciones a sus contemporáneos y por hacer
una contribución constructiva a su sociedad nos despiertan a las grandes oportuni-
dades y responsabilidades que tenemos en nuestra generación.

5. MATOS, Alderi de Souza, referencia retirada de: https://pt.slideshare.net/RobrioPereiraLima/alderi-souza-de-


-matos-panorama-da-histria-da-igreja.

90
8 Leccion
´

v.1.0.0

LA IGLESIA
IMPERIAL LA GRAN TRANSICIÓN

A principios del siglo IV la iglesia entró en una fase totalmente nueva: la fase de
la iglesia imperial. Esta gran transición se produjo gracias al apoyo del emperador
Constantino al cristianismo. Constantino fue el primer emperador romano que
profesó el cristianismo, tras su victoria sobre Majencio en la batalla del Puente
Silvio, cerca de Roma, en el año 312. Atribuyó su victoria al Dios cristiano, pues la
noche anterior a la batalla soñó con una cruz, formada por las dos primeras letras
del nombre de Cristo en griego ( = chi-rho) y escuchó en latín: “In hoc signo vin-
ces”, que significa “Con este signo vencerás”. Por la mañana, justo antes de la ba-
talla, hizo pintar una cruz en los escudos de los soldados y consiguió una aplastante
victoria sobre el enemigo. Poco después de su victoria, en el año 313, Constantino
promulgó el famoso Edicto de Milán. Se trata de un documento de proclamación

91
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

en el que se determinó que el Imperio Romano sería neutral con respecto al credo
religioso, poniendo fin oficialmente a todas las persecuciones sancionadas oficial-
mente, especialmente a los cristianos. Este acto otorgó al cristianismo, y a todas
las demás religiones, un estatus de legitimidad comparable al del paganismo y, de
hecho, desestimó el paganismo como religión oficial del Imperio Romano. Este
documento, publicado en forma de carta, transcribe el acuerdo entre los tetrarcas
Constantino (emperador de Occidente) y Licinio (emperador de Oriente). Además
de la libertad religiosa, la aplicación del Edicto devolvió los lugares de culto y las
propiedades que habían sido confiscadas a los cristianos durante el período de per-
secución. Con el tiempo, Constantino comenzó a favorecer al cristianismo hacien-
do generosas concesiones a la iglesia y a sus líderes en términos de donaciones de
propiedades, exención de impuestos y otros privilegios.

La conversión de Constantino
Hay mucha controversia en cuanto a si Constantino se convirtió realmente al cris-
tianismo. Muchos historiadores opinan que el hecho de que Constantino favoreció
a la Iglesia fue un acto de su voluntad y no su “conversión”. Para Constantino, el
Dios de los cristianos era un ser extremadamente poderoso que estaba dispuesto a
ayudarle siempre que favoreciera a los fieles. Retrasó el acto de su bautismo hasta
la víspera de su muerte, juzgando que el acto del bautismo lavaba todos los pecados
previamente cometidos, idea que prevalecía entre los cristianos de la época. Jesse
Lyman dice que si Constantino no fue un gran cristiano, fue sin duda un gran
político, pues tuvo la idea de unirse al movimiento que dominaría el futuro de su
imperio1. Es probable que Constantino adoptara el cristianismo porque la iglesia
podía servir como un nuevo centro de unidad y salvar así la cultura clásica y el Im-
perio Romano.

Impactos positivos y negativos en la iglesia después de Constantino y la ofi-


cialización del cristianismo
Con la “conversión” del emperador Constantino, el curso del cristianismo cambió radical-
mente. La iglesia, que hasta entonces había sido perseguida, comenzó a respirar nuevos aires
de libertad. Sin duda, el mayor impacto positivo de Constantino en la historia de la Iglesia fue
el fin de las persecuciones. Sin embargo, a cambio de los beneficios concedidos a la iglesia,
Constantino se sintió con derecho a intervenir en los asuntos eclesiásticos, comenzando así la
compleja y a veces tumultuosa relación entre la iglesia y el estado, que dura de una u otra mane-
ra hasta nuestros días. Dos décadas después del Edicto de Milán, en el año 380, el emperador

1. LYMAN, Jesse Hurlbut, La Historia de la Iglesia Cristiana, Editora Vida, São Paulo, 2007. Pg 85

92
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

Teodosio promulgó el Edicto de Tesalónica en el que reconocía al cristianismo como reli-


gión oficial del Imperio. A este Edicto le siguieron otros, siempre reforzando el primero,
condenando el paganismo y las herejías e incluso castigando con la pérdida de derechos
civiles a quienes no profesaban el cristianismo. Jesse Lyman dice que si el fin de la perse-
cución fue una bendición, la oficialización del cristianismo como religión del Estado fue,
sin duda, una maldición2. Si antes confesar el nombre de Cristo era motivo de muerte, aho-
ra significaba proyección y seguridad. Esta, sin duda, fue una de las principales razones de
la extraordinaria expansión del cristianismo en esta etapa. Sin embargo, la oficialización del
cristianismo y su nueva relación con el Estado trajo algunas consecuencias negativas para
la iglesia. Muchos hombres impíos, incluso sin una verdadera conversión, deseaban pues-
tos en la iglesia, para obtener influencia social y política. De este modo, el nivel moral del
cristianismo en el poder era cada vez más bajo que el que distinguía a los cristianos en los
tiempos de la persecución. Aunque los servicios de culto aumentaban en esplendor, eran
menos espirituales y menos sinceros que en el pasado. Las costumbres y ceremonias del
paganismo se fueron infiltrando en los servicios de culto. Algunas de las antiguas fiestas pa-
ganas, por ejemplo, fueron aceptadas en la iglesia bajo diferentes nombres, y las imágenes
de los santos y mártires comenzaron a aparecer en los templos, al principio como objetos
de reverencia, y más tarde como objetos de culto y servicio.

Las acciones generales de Constantino y su impacto en la Iglesia


• Creó leyes que eximían al clero de los cargos públicos;
• Prohibió de trabajar los domingos;
• Prohibió los sacrificios paganos en casas particulares;
• Hizo grandes donaciones al clero;
• Patrocinó la construcción de grandes iglesias en Roma, Jerusalén, etc.
• Con el apoyo del emperador, la iglesia gana más espacio social;
• La madre de Constantino emprende un viaje a Jerusalén para
intentar traer reliquias sagradas;
• Una asimilación del cristianismo con las prácticas paganas romanas;
• Mayor organización y jerarquía en la iglesia;
• Desafío de la relación: iglesia y Estado.

2. LYMAN, Jesse Hurlbut, La Historia de la Iglesia Cristiana, Editora Vida, São Paulo, 2007. Pg 90

93
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

Impacto positivo Impacto negativo

• Fin de la crucifixión; • Paganización en las


• Represión del infan- prácticas internas de
ticidio; la iglesia;
• Fin de los juegos de • Desvalorización de
gladiadores; la experiencia de con-
• Una mayor organi- versión (cristianismo
zación permitió con- social);
servar y desarrollar las • Alejamiento de las
bases de la fe cristiana bases de la fe cristiana
(cuerpo doctrinal de- a cambio de la organi-
finido y Escrituras). zación política/social
y del poder.

Como reaccionó la Iglesia ante esta nueva etapa


Estos cambios en relación al estatus de la iglesia no fueron fáciles, y los cristianos
reaccionaron de muy diversas maneras. Algunos consideraron que se trataba de
una gran victoria para el cristianismo y estaban tan agradecidos por la nueva si-
tuación que les resultaba difícil adoptar cualquier actitud crítica, ya fuera hacia el
gobierno o hacia la iglesia. Este fue el caso de Eusebio de Cesarea, el primer histo-
riador del cristianismo. Otros tuvieron una actitud totalmente opuesta, huyeron al
desierto y a lugares aislados porque creían que la cultura secular estaba captando la
esencia de la fe cristiana. Los Padres del Desierto ejercieron una enorme influencia
en el desarrollo del cristianismo primitivo y escribieron grandes obras de espiri-
tualidad. Las comunidades monásticas del desierto que crecieron gracias a estas
reuniones informales de monjes ermitaños se convirtieron en el modelo del mona-
cato cristiano. Otros cristianos, sin embargo, como los líderes más destacados del
cristianismo de la época, adoptaron una postura intermedia: siguieron viviendo en
las ciudades y participando en la vida común de la sociedad, pero con un espíritu
crítico. Estos se convirtieron en algunos de los más grandes teólogos de la Iglesia,
lo que supuso el florecimiento de la “era patrística”.

Cinco grandes cambios de la iglesia en la fase imperial


Desde el principio de su historia, la iglesia se ha preocupado por sobrevivir a los
desafíos, permaneciendo en la pureza del evangelio. Después de la muerte de los

94
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

apóstoles, vemos que la iglesia reacciona, tratando de establecer una estructura para
preservar la fe. Esto trajo puntos positivos y negativos, como todo en la historia de
la iglesia. A continuación veremos los cinco principales cambios en la iglesia en esta
nueva etapa. Muchos de estos cambios ya habían sido concebidos y formulados desde
la fase anterior, y se caracterizaban por elementos esenciales de unidad y estabilidad,
como la aceptación de un conjunto de libros considerados como inspiración divina
(las Escrituras hebreas y el canon del Nuevo Testamento), la declaración formal de
los puntos centrales de la fe cristiana (el credo, generalmente en forma trinitaria), la
concentración de la autoridad en manos de un obispo monárquico, la supremacía del
obispo de Roma y el florecimiento del desarrollo teológico.

1. Formación del credo apostólico

Una de las mejores maneras de mantener la pureza del evangelio era mantener la
doctrina de los apóstoles que se transmitía tanto a través de sus escritos como de
sus discípulos. Esta transmisión de la fe apostólica dió origen a los primeros credos
de la Iglesia. La expresión “credo” procede del latín, que tiene la misma grafía y
cuyo significado es “creo”, la expresión inicial del credo apostólico, probablemen-
te el más antiguo y conocido de todos los credos. Esta expresión, “credo de los
apóstoles”, vino a significar una referencia a la declaración de fe, que sintetiza los
puntos principales de la fe cristiana, que son compartidos por todos los cristianos.
Consta de las siguientes 12 afirmaciones:
1. Creo en Dios Padre, todopoderoso, creador del cielo y de la tierra;
2. Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
3. Que fue concebido por el poder del Espíritu Santo, nacido de la Virgen María
4. Que sufrió bajo Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y enterrado;
5. Descendió al reino de los muertos y resucitó al tercer día;
6. Subió al cielo, está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso,
7. Desde donde vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos.
8. Creo en el Espíritu Santo,
9. En la Santa Iglesia Católica, en la comunión de los santos,
10. En la remisión de los pecados,
11. En la resurrección de la carne
12. En la vida eterna.
Amén.

95
HISTORIA DE LA IGLESIA I
La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

Aunque no fue escrito por los apóstoles, se basa en la fe de los apóstoles. El estí-
mulo para su desarrollo fue la necesidad de proporcionar una síntesis adecuada
de la fe cristiana, apta para su uso en ocasiones públicas, entre las cuales, la más
importante era el bautismo. La Iglesia primitiva solía bautizar a sus conversos el
día de Pascua, utilizando el período de Cuaresma como un tiempo de preparación
e instrucción orientado a este momento de profesión pública de fe y compromiso.
Cada converso, que deseaba ser bautizado, debía declarar públicamente su fe, por
lo que los credos comenzaron a destacarse como una declaración de fe homogénea,
que los conversos podían utilizar en estas ocasiones. Cairns habla de que el credo
apostólico es claramente trinitario, presta atención a la persona y obra de cada una
de las tres personas de la Trinidad. Destaca el carácter universal de la Iglesia y, tras
fundamentar la salvación en Cristo, presenta una escatología explícita centrada en
la resurrección de los creyentes y sus objetivos de vida eterna. Estas declaraciones
de fe tenían fines didácticos, catequéticos, confesionales, litúrgicos y apologéticos.3

2. Formación del canon del Nuevo Testamento


Desde el principio, los cristianos honraron las Escrituras del Antiguo Testamento,
viendo en ellas la preparación para Cristo, y las leyeron en sus servicios. Poco a
poco, por uso y consentimiento común, algunos libros de autoría cristiana fueron
también aceptados por las iglesias. Desde el principio, varias de las cartas de Pablo y
algunos de los Evangelios se leían en las asambleas de cristianos y tenían una acep-
tación general en la mayor parte de la iglesia cristiana. Sin embargo, con el tiempo
hubieron muchos escritos heréticos que circularon entre las iglesias para llevar a la
gente al error. Ante esta creciente enseñanza herética, la iglesia vio la necesidad de
recopilar una lista de libros sagrados. Esta lista no se hizo formalmente, no hubo
ninguna reunión ni consejo para determinarla. Poco a poco se fue formando un
consenso dentro de la iglesia. Algunos libros que habían sido utilizados por algunas
iglesias locales cayeron en desuso y no fueron incluidos en el Nuevo Testamento.
Otros pronto fueron aceptados por todos. Y otros fueron discutidos durante algún
tiempo antes de ser aceptados de manera general. Al principio se reunieron los
cuatro Evangelios y las epístolas paulinas, y luego el libro de los Hechos de los
Apóstoles sirvió de enlace entre ambas colecciones. Finalmente, se añadieron las
epístolas generales (de Hebreos a Judas) y el Apocalipsis. Los diversos concilios que
se pronunciaron sobre el problema del canon del Nuevo Testamento sólo hicieron
públicos los libros del Nuevo Testamento, que ya estaban ampliamente recono-
cidos por la Iglesia. En este proceso gradual de fijación del canon, se observaron
ciertos criterios:

3. CAIRNS, ‫׳‬Earle E. El cristianismo a través de los siglos : una historia de la Iglesia cristiana, São Paulo,
Vida Nova, 1995. Pág. 95.

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La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

• Apostolicidad: Para que un libro fuera aceptado debía ser escrito por un
apóstol o por alguien estrechamente relacionado con uno de ellos. Esta
cuestión tenía especial importancia con respecto a los libros de Marcos y
Lucas, que aunque no eran apóstoles eran discípulos cercanos de Pedro y
Pablo. Franklin Ferreira dice que si no se probaba que un libro era de au-
toría de un apóstol, o al menos respaldado por la autoridad de un apóstol,
era técnicamente rechazado, por muy edificante o popular que fuera entre
los fieles.Hubieron ciertos libros que durante mucho tiempo estuvieron a
punto de ser incluidos en el canon, pero al final dejaron de ser admitidos,
generalmente porque les faltaba esta marca indispensable. Entre ellos, la
“Didaché” y el “Pastor de Hermas”4. La apostolicidad, sin embargo, no po-
día ser el único criterio a utilizar, ya que muchos escritos heréticos conoci-
dos como “pseudoepígrafos”, tenían su autoría atribuida indebidamente a
algún apóstol.
• Precisión doctrinal: Un libro sólo podía ser aceptado si su contenido era
doctrinalmente correcto. Se rechazaba cualquier libro que contuviera here-
jías o cualquier pensamiento contrario a los libros canónicos ya aceptados.
• Uso general: Otro criterio importante para admitir un libro como canóni-
co era si dicho libro tenía una autoridad universalmente reconocida en las
iglesias, siendo leído en los servicios públicos y ampliamente citado por los
padres de la iglesia. Franklin Ferreira afirma que algunos de los libros que
se incluyeron posteriormente tuvieron que esperar un tiempo considerable
antes de obtener el reconocimiento universal. Durante mucho tiempo la
Epístola a los Hebreos estuvo bajo sospecha en Occidente, y generalmente
en los siglos IV y V el libro del Apocalipsis fue excluido del canon en varias
localidades. La Iglesia occidental mantuvo un silencio absoluto sobre San-
tiago hasta la segunda mitad del siglo IV; y en ciertos círculos las epístolas
de 2 de Pedro, 2 y 3 de Juan, y Judas, estuvieron ausentes de casi todas las
listas primitivas, y siguieron siendo tratadas como dudosas durante algún
tiempo5. El retraso en la inclusión de estos libros se debe principalmente a la
incertidumbre sobre su autoría. El primer documento oficial que prescribió
como canónicos los libros del actual Nuevo Testamento fue la Carta Pascual
escrita por Atanasio en 367 a las iglesias bajo su jurisdicción como obispo
de Alejandría. Los concilios posteriores, como los de Hipona Regio (393),
Cartago (397) y Calcedonia (451), sólo aprobaron y dieron una expresión
uniforme a lo que ya había sido aceptado como hecho por las iglesias desde
hacía tiempo.

4. FERREIRA, Franklin, La Iglesia Cristiana en la Historia: de las orígenes a los días actuales, São Paulo
Vida Nova, 2013, pag. 47
5. Id. Ibid.

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La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

3. El obispo monárquico

Debido a los desafíos que enfrentaron, tanto internos como externos, los obispos
se convirtieron en una especie de guardianes de la unidad y la ortodoxia de la igle-
sia. Esto elevó a de la exaltación de la posición del obispo en cada iglesia, hasta el
punto de que la gente lo reconocía como superior a los demás presbíteros. A dife-
rencia del siglo I, cuando cada iglesia tenía varios obispos o presbíteros, a partir del
siglo II la iglesia comenzó a diferenciar estos dos términos y a establecer un único
obispo en una determinada ciudad o región. Si una ciudad tenía más de un obispo,
los otros, además de ese, eran sus ayudantes. El singular obispo era más que un
administrador. También era responsable del culto y de la supervisión de toda la vida
eclesiástica dentro de su jurisdicción. El conjunto de todos los obispos constituía la
iglesia en el sentido más amplio. Quien estaba en comunión con los obispos estaba
en la iglesia, y quien no lo estaba, estaba fuera de ella. A partir de entonces, la iden-
tificación de la iglesia con la jerarquía eclesiástica se hizo más y más pronunciada.

4. Liderazgo centralizado en Roma


Junto con la idea de la sucesión apostólica, en esta nueva fase, llegó a existir una
similitud entre la iglesia y el imperio, que reforzó aún más la tendencia a nombrar
un único líder en la iglesia. En un estado gobernado por un emperador con poderes
absolutos, era natural que la iglesia, igualmente, fuera gobernada por una sola cabeza.
En todas las partes del imperio los obispos gobernaban las iglesias bajo su jurisdic-
ción, pero constantemente surgía esta pregunta: ¿Quién gobernará a los obispos?
¿Qué obispo debe ejercer en la iglesia la autoridad que el emperador ejerce en el
imperio? Primero los obispos de las capitales de provincia se llamaron metropoli-
tanos (arzobispos). Entonces, los obispos de las iglesias más importantes y antiguas
- Roma, Constantinopla, Alejandría, Antioquía y Jerusalén - recibieron el título de
patriarcas. Entre los cinco patriarcados mencionados, hubo frecuentes y fuertes dis-
putas por la supremacía. Más tarde, esa disputa se convirtió sólo en una disputa entre
el patriarca de Constantinopla y el papa de Roma, sobre cual de los dos sería la cabeza
de la iglesia. El obispo de Roma tomó el título de “padre”, que más tarde se cambió
por el de papa. Roma reclamaba la autoridad apostólica. Los principales factores que
contribuyeron al surgimiento del papado romano fueron: la insistencia en la prima-
cía de Pedro, de quien se dice que fue el primer obispo de Roma, y la afirmación de
que esta autoridad se transmitió a sus sucesores; el supuesto martirio de Pedro y
Pablo en Roma; la importancia de la ciudad y la iglesia de Roma; las declaraciones
de los gobernantes en apoyo de las reivindicaciones papales; la rápida aceptación de
esta autoridad en el Occidente, debido a la falta de competidores; la decadencia del
imperio occidental, que convirtió a la iglesia en la institución más importante de la
sociedad; la capacidad de muchos obispos de Roma como teólogos, administradores

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La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

y promotores de la labor misionera. Estas reivindicaciones encontraron una fuerte


resistencia en el Oriente, siendo uno de los factores de la futura separación entre las
iglesias orientales (ortodoxas) y occidentales (católicas).

5. Desarrollo teológico
Jesse Lyman dice que mientras la iglesia luchaba por su propia sobrevivencia contra
la persecución, permaneció unida, a pesar de los rumores de disensiones doctri-
narias. Aunque, cuando la iglesia se vió a salvo y en el poder, surgieron acalorados
debates sobre sus doctrinas, y tan fuertes se mostraban, que le sacudieron los fun-
damentos6. Ese período vio un gran florecimiento y desarrollo de la teología, fue en
ese período que se establecieron los principales dogmas de la iglesia cristiana. Los
dogmas o doctrinas formuladas en este período fueron el resultado de una larga re-
flexión e investigación de los cristianos en su afán por interpretar correctamente el
sentido de la Biblia en cuestiones controvertidas y evitar las opiniones erróneas de
los filósofos de su época. Cairns dice que un fuerte celo por la doctrina puede llevar
involuntariamente a una persona o a una iglesia al error si no se hace un estudio
equilibrado de la Biblia7. Como Sabelio, que, por ejemplo, llegó a negar la Trinidad
esencial para tratar de salvaguardar la unidad de Dios, o como Arrio, que se des-
vió hacia una interpretación no bíblica de la relación de Cristo con el Padre en un
intento de evitar lo que consideraba el peligro del politeísmo. Estas controversias
sobre problemas teológicos se produjeron relativamente tarde en la historia de la
Iglesia, probablemente debido a que en los tiempos de persecución, la sumisión a
Cristo y a la Biblia era más importante que el significado de ciertas doctrinas. Sin
embargo, una vez que la iglesia tuvo libertad, pudo dedicarse a cuestiones teoló-
gicas más profundas. Otra razón, destacada por Cairns, es el hecho de que en el
intento de Constantino de unificar el Imperio para salvar la civilización clásica, esto
significaba que la iglesia necesitaría tener un cuerpo de doctrinas unificado si que-
ría ser el cemento capaz de mantener unido el cuerpo político. Para ello, el Imperio
necesita un dogma8. ¿Cómo definir entonces este dogma? El método adoptado por
la Iglesia para resolver las diferencias fundamentales de interpretación sobre el sig-
nificado de la Biblia y sus implicaciones teológicas fue la celebración de concilios
ecuménicos o universales, generalmente convocados y presididos por el empera-
dor romano. Hubo siete concilios que representaban a toda la Iglesia cristiana9.

6. LYMAN, Jesse Hurlbut, La Historia de la Iglesia Cristiana, Editora Vida, São Paulo, 2007. Pág. 98.
7. CAIRNS, ‫׳‬Earle E. El cristianismo a través de los siglos : una historia de la Iglesia cristiana, São Paulo,
Vida Nova, 1995. Pág. 103.
8. CAIRNS, ‫׳‬Earle E. El cristianismo a través de los siglos : una historia de la Iglesia cristiana, São Pau-
lo, Vida Nova, 1995. Pág. 104.
9. Estos concilios se tratarán en el módulo 2.

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La Iglesia apostólica y el inicio del cristianismo

CONCLUSIÓN

Comenzamos nuestro curso estudiando por qué estudiar la historia de la iglesia,


vimos el comienzo de la iglesia, como nació con todo su dinamismo, pero también
con todos sus desafíos. A lo largo de su historia, desde su origen hasta hoy, la iglesia
es desafiada precisamente porque está en el mundo. En sus primeros quinientos
años, la iglesia fue desafiada a sobrevivir a la persecución de los judíos y los empe-
radores romanos; a mantener la pureza del evangelio en medio de las enseñanzas
de los falsos maestros; luego, con la nueva relación con el Estado, la iglesia fue
desafiada a permanecer correcta frente a la tentación de una posición de autoridad
y privilegio. Al estudiar este período, podemos quedarnos perplejos ante el sur-
gimiento de creencias y prácticas que no nos parecen correctas. Nos quedamos
preguntando por qué Dios permitió que las cosas fueran en ciertas direcciones.
La historia de la iglesia es importante porque muestra los éxitos y los errores de la
iglesia en su camino en el mundo. También cometemos errores y tenemos nuestras
propias diferencias teológicas. Necesitamos al menos entender como sucedieron
ciertas cosas, aunque no estemos de acuerdo con ellas. Por otra parte, sería un error
concentrarse en las desviaciones y olvidar las cosas positivas.

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