Está en la página 1de 18
Pret ted ya dios Lackasatecisniels 03 (oeeeeO eee Wee Serene eta (emer tco ay capiruLe ees eerie) beer eee Tiempos posmodernos: Cee orc roce: i i Heenan etn procesos de ajuste y Salud Mental weer ae Coat Oneyy eee Poe CLs Poe eo toed occ er eee) bee ec Health Policies. Miembro fe la Coordinacién EO eet Be ee) Ee En la pelicula Tiempos modernos, Chaplin sintetiza en imagenes una época. En las vicisitudes de una historia individual desfilan los prin- cipios del fordismo rigiendo la produccién, los tiempos y las vidas; la Gran Crisis que rompe la ilusién del mercado autorregulado y pre- cipita rupturas en los destinos colectivos y personales, y las fuerzas institucionales (en este caso, la policia y le Psiquiatria) que tratan de controlar las disfuncionalidades provocadas. Sabemos cémo siguié la historia. Guerra de por medio y en un mundo bi- polat, el capitalisiny abiié una etapa. Cl keynesianismo, como principio de relacion del Estado con la Economia, el Estado benefactor en funcio- nes de redistribucién de la riqueza v de regulacién de las tensiones entre el capital y el trabajo y, para los paises atrasados, el suenio del desarrollo por via de la industrializacién y la sustitucién de importaciones. Este proceso encontré su disrupcién en la crisis de los afios setenta, que algunos definen como “crisis del fordismo”, a la que se incorpora poco después la bancarrota del socialismo real. Nos detendremos en ella porque parece haber inaugurado la época de los “pos”: posfordis~ mo, posindustrial, posmoderno, etcétera. Refiriéndose a los paises centrales, dice al respect un autor italiano: La crisis es un intermedio dentro de cuyos limites el presente se desco- noce a si mismo. Las fronteras entre posible e imposible se vuelven inse- sguras ylos paradigmas que permitian fijar objetivos, instrumentos y com- portemientos para el conjunto de las fuerzas sociales dejan de operar con la fuerza acostumbrada, El desarrollo sin cambios estructurales profundos est ois + pia a0IKINer cou lecidas y que siembra un camino de ios Dente eae 0 de todo: estancamiento con ii flacin, creci evs cotuaies P iolar, baja en el nivel de vida de mil aa Ya ena oe ete le es aeoee La “mundializacién” is cién” de la crisis condujo a la aplicacién de politicas les para su superacio cadoa, Ie de e superaci6n. La apert Cados, la desestatizacion de la economia 2a apertura de los mer- forman hasta hoy el y la flexibilizacién laboral ta (Altamira, 1995), tripode organizador de la respuesta eapitalis ag ee Capitulo 03 » Tiempos posmodernes... Hablar de marginacién, en nuestro caso, es hablar de los excluidos en sociedades que, a su vez, son periféricas y marginales en términos de poder y economia, Esta misma diferencia vale para las formas politicas y las transforma- ciones del Estado. La mundializacién de la economfa, as{ como la veloci- dad simultaneidad de la informacién, no implican que, en ese sisterna Unico, los lugares sean equivalentes o similares, sino complementa- rigs o alternos. Incluso cuando un modelo o propuesta sea similar —tal el ejemplo de la propuesta neoliberal- sus objetivos distan de ser los :mismos en todos los paises. La restriccién del gasto pablico en nuestro subcontinente, por ejemplo, tiene como objetivo predominante cumplir con los compromisos de pago de la deuda externa, antes que ser parte de una estrategia de modernizacién global del aparato productivo. or otra parte, en lo que hace al Estado benefactor, cabe preguntarse si ‘entre nosotros llegé a ser algo més que una tendencia. Asevera Marshall: EI modelo propuesto por el régimen liberal en este émbito no represen t6 una inflexién de las tendencias histéricas anteriores, puesto que en el pasado bajo la apariencia de un Estado ~protector-. la dinémica de finan- clamiento del gasto pilblico en general y del de la seguridad social en pa~ ticular ya hacia recaer sobre los trabajadores una fraccién importante del costo de las prestaciones colectivas (Marshall, 1988), Un analisis detallado del gasto del Estado las décadas de 1980 y 1990 de- jaria en claro que su aspecto més grueso estuvo directamente traspas do a sectores privados que construyeron masas importantes de capital y poder a través de él (créditos impagos, subsidios, exenciones impositivas, tetcétera), Se trata de un capitalismo de alta ineficiencia, acostumbrado a ganancias financieras coyunturales e improductivas. Esto, sin contar las formas corruptas de apropiacién, en patses donde es dificil discernir la frontera entre la legalidad y la ilegalidad de la actividad financiera, tra diferencia importante es que la implementaci6n de las politicas neoliberales en los paises centrales se hizo desde el inicio en formas democrdticas de gobierno y con un margen de consenso importante. En América Latina, que alcanz6 en la década de 1970 altos niveles de evn “sot uuato en Salud Mental «Alicia Stolkiner conflictividad ; Y lucha social, | uve, en la ma S0ciah la implementacién de estas poli aie deinen tera ea ere Eros deta, rrorismo de as de resistencia atoriales, Estado, Hubo, es cierto algunas excepcione rel te 5, como México, ¥ contradictorio de préct lode pricticas sociales. Cabe mencionsr aus eee? ue estas pric- y res también efectos de est se hallan sometidos y los engloba. 188 Oe Capitule 03 « Tiempos posmodernes.. cionales, lo cotidiano Lo econémico, las formas in: a ongustia producida por Ja infiacién fs algo parecido @ un dolor ogude, founque més prolorgada. Es totalmente ‘obsorbente, equiere une otencién com pleco mientras uray se ignorao se ol tie cuando ha terminado. ‘Adam Ferguson Nunce quisimos mas al arte en Austria (que en esos afes cactices, porque la {raicién del dinero nos hize sentir que ‘solo lo imperecediero dentro de nosotros era lo realmente esable, stefan Zweig! Hemos comenzado este punto con dos citas que tienen que ver con con~ tradictorias sensaciones producidas en el seno de episodios hiperinfla~ ionarios, Para muchos, esto puede parecer parte del pasado; asombra recordar que se trata de uno abrumadoramente reciente, cuyos efectos todavia perduran. S} bien la seuisacién es de remotidad, sus efectos se ‘manifiestan, por ejemplo, en la valoracién colectiva de las situaciones de estabilidad monetaria, independientemente de sus costos. Sueede que, en los periodos de “enloquecimiento de la moneda’, se transparenta, al cesar en su funcién, aquello que en Jos lapsos de es- tabilidad se invisibiliza: el lugar del dinero como equivalente general, significante de relaciones entre los hombres, imbricado en todos los aspectos de la vida social. La investigacion de Adam Ferguson (1989) tiene el valor de no ser ~€1 se encarga de afirmarlo- un estudio econdmico en el sentido estricto. Es asi que se documenta en datos econémicos, politicos ys ala vez, en historias de vida, en fragmentos de testimonios de personas particu- ten microepisodios sociales. En una descripcién minuciosa, que bal, muestra la articulacién entre vidas particulares. lares, carece de voluntad explicativa glot las vicisitudes econdmicas, fenémenos sociales ¥ ‘Todo esto en el particular contexto de lz Alemania de los aos veinte, 89 | == “wus mental « Alicia Stolkiner Pensamos qui fe una probleméti maticidad de ‘ca como la actual, i Proponemos introdect a Taner ser abordade ae cued i 5 res deli manei cul imitaciones i a, iacn de sujeto/sociedad: lo econémico las foe ees art co, las Conviene, sin sin embargo, eludi los fenémenos y deveree na, némico” es un recor rte, en todo cas li Pode gran complejdad, Afirma agit 9 oe? dentro de un cam- coarse oes scales qu de te nen ger nue licas simulténeamente. (Aglietta, 1979), Pm miniscule a 2 inseparable de lo mnasculastramas dea cotianided en ee ead tod Le, 1987) Por To tates preciso chee 9 £eME- dad. No se trata de algo que “i io ee on ue te ea en el texto de su configuracia imbrica nfigui £1 las eepresentaciones sociales en ns oe n las formas ins- Politico, sino también de las telacién ideols logico-cultural 7 ‘iempes de produccién y reproduceion on 'gres0 y de evolucién, el capitalismo he 0 Pe Capitulo 03 « Tiempos posmodernos. producido ritmos en aceleracién creciente, obsolescencias cada vex ‘més veloces, cuantificaciones termporales cada vez mas estrictas. Pue- de afirmarse, sin exagerar, que los paradigmas en que se fundaron el taylorismo y el fordismo marcaron los ritmos no solo de trabajo sino de descanso, recreacién e incluso del amor de generaciones enteras. Que conste que, al hablar de este entramado de la subjetividad no nos referimos especificamente a las “mentes”, porque también estén allf implicados los cuerpos. Un investigador sueco afirma: Luego de 1979, la mortalidad por cardiopatia coronaria ha ido decreciendo fen Suecia (.) el ascenso y caida del taylorismo en la industria sueca pare~ ce estar seguido de una ascenso y caida de enfermedades cardiovasculares centre trabsjadores industriales del sexo masculino (Diderinchsen, 1990), Es obvio que no puede pensarse en una determinacién lineal que vaya desde les formas hegeménicas de produccién de la industria a los corazones y las arterias de los hombres; este ejemplo (como rauchos otros) nos enfrenta al desafio tedrico de pensar una problematica que se 1esisle « una explicacién unidiseiplinaria y couealista. Con respecto a las formas institucionales (entendidas como forma de produccién y reproduccién de las relaciones sociales), sus procesos de crisis aparentan diferenciarse del “estallido” del que se hablaba en la décadas del sesenta y setenta. En algunos casos, parecen implosio- nar sin que haya, al menos de manera evidente, un “instituyente” de nueva indole. Se rigidifican en rituales o gestos mientras, simulténea- mente, se vacian de significacién, Son atravesadas por la tendencia a la desagregacion y a la fragmentacién, y lo instituyente en ellas no siempre pude ser considerado “mejor” que lo instituido, desde el pun- to de vista de la realizacién humana. oun ee Concentracién vs, fragmentacién 00% i rece ef nimero de depron crave 0 puede arecer aye 2 le fregmentacin ce fs Gomtoe co que ive el prima ed PH Julia Kristeva ao duit de la sociedad en su Conjunto desplz ners ¥promucren onsen ® na cultura el oe pe manera grosera, podria ae mn altisimos niveles d Bion le consumo a extendas eieads te ‘Tantiene en mdrgenes de intogracky aaeoe Lert mise Cal ane ial ao ne distintas, pero nanang ee : : fi a a SU vez se produce ecu Siac "en efectos en su ir face hse a interaccién, Es imp to de sus sujetos en condicic 2 de aie 2a aoe a cen ; iones de implique al funcionamiento social en ot Precat formas inorgénicas de violencia pa irse que queda un sector Capitulo 03 « Tiempos posmodernos... ‘en la familia y en las formas no laborales de relacién. A esto se agre- gan los desplazamientos migratorios masivos. Estos procesos también se manifiestan en las formas particulares de malestar 0 padecimiento subjetivo, asi como en los perfiles epidemio- légicos de la poblacién. Por ende, las practicas en Salud Mental deben poder resignificarse a partir de as demandas potenciales o efectivas que se les dirigen y por la operatoria que estos procesos tienen en ellas. Nos detendremos momenténeamente en algunos de ellos; pese a pun- tuarlos por separado, recordamos que no suceden en forma desarticu- lada, sino como distintas facetas de un proceso. Nuevas formas laborales/precarizacién del empleo Enel capitalismo, la existencia del desempleo es un problema que se agu- diza ciclicamente. Los estudios sobre sus efectos en la salud adquieren re- levancia en la erisis del treinta y se retoman a partir de Ins afing secenta Brenner (1973) investigé la correlacién existente en Nueva York desde 1987 a 1967 entre recesiones econémicas y aumento de internaciones psiquitricas, mostrando que inclusive pequefias recesiones se asocia~ ban con un incremento de los indices de hospitalizacién. Sin embar- 0, se trata de otro tipo de crisis que implica, ademas del desempleo, transformaciones productivas drésticas. Se modifican las formas y relaciones de trabajo, desaparecen industrias tradicionales y se desarrollan otras, se “flexibilizan” (0 precarizan) las condiciones de contratacién. Se incorporan formas diferenciales de ago que fragmentan estructuras sindicales preexistentes. Los “em- pleados” se dividen en dos grupos: el de los estables (que tiende a ser minoritario) y la masa flotante de trabajadores precarios, ya sea por contrato temporario, trabajo a domicilio o trabajo de tiempo parcial (Altamira, 1993). Se podria afirmar que una gran parte de la poblacién oscila entre el temor a la pérdida del empleo y el desempleo. Aun los empleados estables tienen que afrontar los incrementos de producti at Entre sus ¢ ‘Sus conclusiones, consi tuna rama en expansiGn, aumenea one, on el STUPO de ales, porestursay ete consulta por acces eee @grupan en el, mn. En cambio, los “prob entes labo. _ los trastornos aro. Problemas psicolégicas* ticas) tiende Psiquiatricos y enferme 'gicos cnlos dese, En las entrevi bajadonee rts Pealizadas como parte de a investigacién, 1 mn como un factor de su igacién, los trax relacior Padecimiento ei “enr: nae Fonts Personales dentro de las ae rare eS Con objet ce aa de prosttcén, falta , Sehidlan fe vos COmunes, etcétera. En el eae dene érdida de identidad social"? *° 195 La precarizacié; ron aacion alcanza a los sectores “med, hes : ios” onsideradas clasicamente “liberates” Hon, lus a profesio- ‘ot poner un ejemplo que a8) que ce ) ae contratan en blogue la prestacion nal para la misi ma. Al tratarse de ganancia, de le empresas regi : 'e, de la cual una parte importante dacuees Pot 2 logica de la 194 Ce Capitulo 03 « Tiempos posmodernes.. alta tecnologia, el gasto en salarios y contratacién de personal se res~ tringe a limites extremos. Incorporemos una conceptualizacién mds general. El fenémeno de la precarizacién desarticula mitos caros al soporte y construccién de tuna perspectiva de futuro: el del progreso por el trabajo, el de sentar las bases para que los hijos tengan una condicién superadora de la de los padres, el de la previsibilidad 0 planificacién de la vida (labrarse su propio destino). Promueve una temporalidad inmediata (“vivimos in presente continuo", seftala un joven entrevistado recientemente). Pero no se trata de un gozoso “vivir el presente” sabiendo que el futu- ro sera dado. Es més bien la aspera afirmacién que titula una pelicula documental mexicana: La neta: No hay futuro.” La neta” es algo equi- valente a “la justa” en la jerga de los jévenes marginales de Ciudad Netzahualcoyotl, un asentamiento irregular de millones de personas ‘que produce, incluso, su lenguaje. Desarticulacién comunitaria: El pueblo blanco a) que esto terra est enferma y no es pres mariana lo que note ei ayer, que ro hoy neda que hacer. Joan Manuel Serrat Un ejemplo claro de los efectos comunitarios de la reconversién estu- vo dado, en Argentina, a partir los cambios en el proceso de produc- cidn de la aceria Acindar, principal fuente de ingresos de la poblacién de Villa Constituci6n, una comunidad con altos niveles de organiza- cidn y una identidad definida, Durante los despidos masivos causados por el proceso de reconversién, se constaté un aumento altamente significativo del consumo de psicoférmacos. Para muchos de sus habi: tantes, la nérdida no abarcaba solo el empleo o la fuente de ingresos. ‘También afectaba sus proyectos vitales, sus referencias de amistad o vecindad, obligandolos posiblemente a una migracién forzosa. En ese mismo proceso, los niveles de organizacién y solidaridad de la comu- nidad permitieron poner algiin freno a las medidas més salvaies y, de alguna manera, constituyeron un soporte subjetivo importante pare sus actores (Piccinini, Bouvier y Valle, 1991). 95) Capitulo 03 « Tiempos posmodernos. s familias y los grupos sociales de contener 0 no un enfermo en su 10, mas que con la incidencia de cuadros psiquidtricos individuales. Elandlisis que Sclar aplica a las pequefias comunidades en muchos sen- ‘tidos podria aplicarse a naciones enteras que ven cada vez més distan- ‘es y andnimos los resortes del poder en que se deciden sus destinos. Este efecto en las pequefias comunidades se agrava en nuestros pai- ses, por las caracteristicas particularmente “salvajes” de los procesos de ajuste, Por mencionar un ejemplo, en Argentina, la suspensién lisa yllana de los servicios de ferrocarriles anulé la via fundamental de comunicacién e intercambio de una serie poblaciones del interior del pais, condenadas a una extincién rapida. Habria que agregar en este andlisis la tendencia a la “urbanizacién” creciente que, en los paises periféricos, no deja de acentuarse. México es, hoy, la ciudad més poblada del mundo y la Argentina concentra el 30 % de su poblacién total en la ciudad de Buenos Aires y su periferia. Concentracién que coincide con menor nivel de vinculacién entre sus hahitantes y menor posibilidad, por parte de los mismos, de tener in- jerencia en las decisiones que les atafien. muestra cémo un te de un complejo jetivo de “pérdida idad de personali- Los sectores integrados, los que mantienen su inclusién con costos vitales crecientes, se ven afectados por la soledad relacional. Los vinculos barriales y de vecindad, los lazos familiares extensos, asf como los gremiales y de participacién politica se labilizan. Simulté- heamente, sucede una tendencia al abroguelamiento, dado que los espacios puiblicos se restringen y amplias reas de la ciudad son vivi- das como peligrosas. Fs en ellos que pesa la sustitucién de relaciones interpersonales por relaciones con méquinas y objetos. Y es a ellos a quienes se dirige fundamentalmente la propuesta del neoindividua- uestionable. Dev cremento de la demanda eae Psicopatologia Teer la demanda en = levaria a la hipot Partir de su oferta, Reve La inmensa concentracién de recursos y poder “despersonalizados” Cuando se trata d revalencia de entero) °° de esta faz del capitalismo le da un caracter de apariencia a las formas ae de vinculos comune politicas y plantea una abismal distancia entre los sujetos y los resor- Parece estar lad de internaciones psiguidig tes de resolucién de sus vidas. Por otra parte la produccién en gran es- cala implica la generacién de un consumo en masa que “requiere que 196 la poblacidn aprenda a expresar sus deseos a través de las unidades om estandarizadas en que cualidades de singularidad? Scan seo eet san ena desvalorizando las 1omos " con senses pers medion de conten, c los a i cio bites de los grupos de poder, U™HAS Gellejo omnipresentes, recario de los h: oportunidades que oftece: hedo. en serie, ery Wao isme de sensualidad y corporeidad Pautada por consumos definidos. Sostiene al respecto Galende: TOS. De este modo se debilita el des 6 £0 ¥ Ia accién, incrementandose el ash se el aislamiento y et senti- Imiento de vacio (Galende, 1992). La familia: La m uerte del padre (precarizacién del padre) Tave un Edipo imp gure de mi padre {or Fronciso jose rt sae op faba lace empor Marie Langer 19g ee Capitulo 03 « Tiempos posmodernos. familia es, quizés, una de las formas institucionales que muestra forma mas transparente su crisis. En América Latina el creciente ‘rifocalismo” (Menéndez, 1992) es un dato importante de trans macidn. En los sectores del conurbano bonaerense con necesidades "pasicas insatisfechas (NBI), casi el 45 % de las familias tienen por ca- ‘pera y soporte a una mujer. Con respecto a los sectores medios, pare- tera que esta tendencia también se repite, aunque no contamos con datos estadisticos. Podria afirmarse que se tiende a una configuracién familiar que tiene a ‘una mujer como cabeza y principal (aunque no tinico, por el trabajo in- fantil) soporte econémico, en la que el varén ocupa un lugar periférico 0 circunstancial. En grupos domésticos populares, se produce una preca- rizacién mayor en la medida en que las mujeres reciben salarios menores ' prioritariamente son ocupadas en trabajos informales (Massiah, 1984). Es muy complejo el entramado en que este fenémeno se produce. Ar- ticula con la inestabilidad laboral masculina, con el peso de la baja del vyalur del L.abajo, con la migracién temporaria por razones de empleo ‘yon transformaciones de las representaciones de género. Hemos an- tecedido este punto con la cita de Mare Langer porque da cuenta, con profunda sencillez, de la articulacién entre el Estado y el Padre, una Tinea que habria que profundizar actualmente. Con respecto a las familias “tipicas”, su sostén requiere de més traba~ jo. El salario medio de un trabajador industrial argentino cubre ape- nas el 40 % de los gastos de una familia tipo (fuente: UADE, 1995) de manera que dificilmente puedan mantenerse las condiciones de sub- sistencia con un solo trabajador por grupo doméstico, independien- temente de que sea varon y tenga condiciones laborales favorables (obrero industrial). Es asi que se producen cambios “de hecho" que no articulan con las representaciones hegeménicas en las que sostienen su identidad y sus précticas los protagonistas. Un ejemplo es el au- mento del trabajo extradoméstico de la mujer, sin que se produzcan redistribuciones consecuentes en el trabajo doméstico y la crisis de la jdentidad masculina en la medida en que tiene, como uno de sus pun- tales, el lugar de “sostén de familia”. 991 ares ev atau Mental Alicia Stolkiner El aumento slobal de hor qepsuento global de horas dedicades por sus rape UHR el intrcambio dentro de rope dorset te 3 debilita(guarderias, seri aos® exter rg tamtien (Guarderfas, servicios de salud, etcéters) Gel ope , clar, 1980), ¥ quizés como su su aspecto ms i ! in ens Se tendenca a a tabalizacin de a, ant tas) ganhunto(particularmente, en los grandes conglons ea) due se manifesta en a pérdida de contivencie ners Dros ms frdgiles: los nifios, los ancianos y los apf ree fo es una novedad de a decade (le masivided y la forma abrumadora e mas sociales de asistencia lo que | tiene tugar tura familiar lerados urba- 08 los enfermos, Si Be eet ae hubo desamparados), es siy eau desboréa ls deterioradas ‘un nuevo perfil, pe trata de un proceso cuya complejidad de andl sis excede este tra 80 cUys lejidad de andlisi bajo, pero ©, pero que no i subjetivos. Puede dejar de sefialarse por sus posibles ef efectos daria la impresién de que el nera sus les familias que, a suv Iiembros més frgiles o dependientes 7 Pueaen conte 100 hii. ss Capitulo 03 « Tiempos posmodernos.. Los reagrupamientos y nuevos vinculos Alfio un monte ders dela baju. césar Vallejo parte de lo que muchos autores 0 pro Los fenémenos descriptos son jonan como “ruptura de los lazos soli- gramas sociales actuales menci darios” 0 "desarticulacién de vinculos sociales”. Habria que sefialar que junto con ello suceden (aunque en forma pre- catia y embrionaria) nuevas formas de reagrupamiento. Estas nuevas formas son poco estudiadas o, a veces, no reconocidas como tales. Robert Castel plantea ubicar las situaciones marginales al final de un doble proceso: de desenganche en relacién al trabajo y en relacién a la insercién relacional; en este punto define la situacién de “desafil es de marginalidad: una “libre”, cién’, Distingue dos formas principal caracterizada por st distancia en cuanto al trabajo pero también en. Telacion con lis formas organizadas de proteceién pritxima, represen- tadas por la asistencia, y una marginalidad que es institucionalizada por la asistencia estatal (dentro de ella se encuentran los pacientes psiquidtricos) (Castel, 1991). En su andlisis, la centralidad asignada a la asistencia estatal es con- secuente con él hecho de que se refiere a un pais central, en el que el Estado social tuvo (y tiene) un funcionamiento significativo. Este modelo solo parcialmente puede aplicarse a la marginalidad de nuestros paises, cuya asistencia, de existir, es mucho menor, mas cir- ‘cunstancial y precaria. Los procesos de desafiliacién en los paises pe- rifericos suceden sobre grupos sociales completos. Por ende, resulta mnds visible que se producen formas organizativas en y de la margina- lidad, afiliaciones particulares con sus propias normativas. Su funcién es la sobrevivencia. Una investigadora mexicana plantea que las redes sociales de asistencia mutua de estos grupos representan parte de un sistema econémico informal, paralelo a la economia de mercado, ca- Tacterizado por el aprovechamiento de recursos sociales y que opera on base al intercambio reciproco entre iguales (Lommit2, 1985), 1011 wey mental « Alicia Stolkiner “Comparten uy oa cologias econ te 4° Caractersticasecolgicas, cultura legales y hasta biolégicas, que deters ales yh ; erm comunidad de procesos que Fepronceny le marginados’, afirma Castellance Afr saagat Ue &5%08 grupos tienen sus Tos aes, implica desconocer los n er tanscurre su existencia, Una cas ae tra eS Febresiva y puede sere los escuadrones de extermini Propias formas organizativas iveles de violencia creciente en arte de esta violencia es inter. statal o paraestatal, como es e] lo de nifios de a calle’en Brasil, Por otro lad, , sus formas orgenizath malate rganizativas son precar vida peti en -gestadas en la marginacion Pea i yvulnerables en Ja Mente, son for aes Argentina). Como lo afrmabero os Que Solo de noes destinadas fundamentalmente a le whe tee Clreunstancialadquierensignificacion eerie eno icaci6n politica formal Resulta mai as dill visual Sectoresintestases eoualizar las nuevas f integrados asalari formas organizat srados (asalariados estables v medios) Eseneline jee ).Esen ellos en don le part del nec epercuten o eoindividuali se efectivizan la: smo inherentes al propuesta social heen goes sgeménica, Capitulo 03 « Tiempos posmodernos. ‘sin embargo, no se trata de una tendencia unidireccional y, even- fualmente, aparecen formas atipicas 0 no tradicionales de reagrupa~ niento y de manifestacién, alrededor de aspectos sociales puntuales (edueacién, necesidades comunitarias, salud, corrupcién), alli donde se hace notable la desercién del Estado. ‘Ye sea de caracter defensivo o de sobrevivencia, estas formas preca~ riase incipientes, fécilmente absorbibles por las hegeménicas, pueden ser prefiguraciones de lo que surge en el espacio que van dejando va~ cio algunas formas anteriores (por ejemplo, las sindicales clasicas 0 Jas corporativas), Un ejemplo, pese a la circunstancia excepcional en que se dio, seria To sucedido en México luego del sismo de 1985. Hubo una respuesta inmediata solidaria y organizada de la poblacién, frente a un vacio de liderazgo oficial gubernamental. Segtin Campuzano (1987),"la di- ndmica social de la situacién se caracteriz6 por una expansion de la sociedad civil y una redefinicién de sus espacios que fue oficializada ms tarde por el Estado, en un intento de recuperar liderazgo formal y operativo”. Los efectos en el imaginario social de una respuesta que la poblaclén “uy esperaba de si misma” tuvieron perdurabilidad mAs alla de la inmediatez de la catdstrofe. No puede pensarse un polo de disgregacién sin plantear, por lo me- nos, le hipétesis de un polo de reagrupamiento. Quizés atravesamos tun momento de transicion en la configuracién de los actores sociales y sus movimientos, cuyas nuevas formas (desde la familia hasta los sparecer en forma evidente. devenires comunitarios) no terminan de 2 Los padecimientos de la época Todos legaron o vcr a iy de fo pes temas efor coonta mas mesior. Mi Uno arte nosovros tere games se” timentas, ero odes expermentaban Sencnientos mondtones(.)e! habe dela desesperaion e peor aue lade esperacin misma Albert Camus 1038 Que brindaran acistencia a mente en la esfera de lo int ico. Quizds las modificacioy fete Problema y se lo ubicaba imo, no trascendiendo del espaci Independiente emente de cre nte de que su tasa 'mentarse en términos absolutos y su sr Y su existe tos nivele 5 de viol au Sideractn tambign a Se YCoidiana en au Gon estaistias condense Sues Sobre ls que ne conan, tan cubiert les (en particular, contamos 05 Por las altas tasas de mortalidadper ween eos & lad por accidentes). su magnitud debe in- 'ncla es coherente con Capitulo 03 « Tiempos posmodernos. ‘empleo. También se observa, segtin algunos estudios, su aumento e los jovenes y las mujeres. $n 1989, en provincia de Buenos Aires, por citar datos, el 20 % de los {ngresos al sistema de salud por trastornos mentales fueron por Sin- drome de Dependencia al Alcohol. Sobre 410 muertes por “trastornos mentales", 210 tuvieron como causa el cuadro mencionado, con un tango de edad que parte de los quince afios. También el 8 % de la po- blacién atendida en clinica médica ingresé con sintomas asociados al alcoholismo (Sanchez, 1992). Lo mismo puede afirmarse de la circulacién de drogas ilegales y, en algunos sectores, del consumo abusivo de psicoférmacos (el Lexotanil hha llegado a ocupar en la Argentina el segundo luger en venta de me- dicamentos).. Drogas, psicofirmacos y alcohol articulan en su produccién con inte reses econdmicos de gran magnitud y su consumo es incentivado ac- tivamente de diferentes maneras. Desde el lado de los consumidores, su vulnerabilidad frente a esta oferta creciente quizas proviene de la sme vulnerabilidad selacional en que se decenvuelven sus vidas y de la imposibilidad de construlr proyectos que permitan soportar las situaciones vitales. La carencia de posibilidades de construccién de una perspectiva de futuro y de espacios claros de participacién social parece asociarse (particularmente en poblaciones jévenes) con la bisqueda de circuitos sustitutivos. En un estudio epidemiol6gico realizado en México, Matrajt encuentra relacién entre la carencia o derrumbe del proyecto existencial y las depresiones (neurdticas y psicdticas) asi como el consumo de psicofér- macos, alcohol o drogas. “Desde una éptica deleuziana diriamos que son Jos sujetos en los que mas nocivamente ha penetrado la produc- cién de carencia” (Matrajt, 1987). En su opinién, en el Tercer Mun- do, la ausencia o derrumbe del proyecto existencial est indisoluble- mente ligada a la falta de posibilidades sociales de realizarlo, por la marginacién social en general y del mercado de trabajo en particular. Las excepciones por inhibiciones personales no tendrian relevancia 1051 Investigacion citada de Ma pane fencionéramos, los cuadros psiquidtricos érdida di Concluye que, mic el empleo esté presente los sujtos tended de 2 “reprimir” las Hoe ae Capitulo 03 « Tiempos posmodernos. Investigaciones de esta indole desafian tanto las conceptualizaciones piologistas como aquellas que, desde una lectura estructuralista, su~ primen la historicidad de las producciones sintométicas. Quizés uno Ge los efectos de la crisis sea transparentar situaciones, desinvisibili- ‘ar procesos y desafiar a revisiones tebricas a fin de ajustar las herra~ rmientas a las problematicas. Probablemente haya que pensar nuevas categorizaciones en funcién de las novedosas formas de produccién de padecimiento. En ellas no puede quedar afuera, tampoco, el malestar difuso (y eventualmente asintomético) de la crisis de las instituciones. Contextuacion de las practicas en Salud Mental En el contexto de los cambios actuales, las politicas sociales y entre ellas las de Salud se ven severamente transformadas en la redefinicién de las funciones del Estado. Las practicas en Salud Mental son, obvi mente, atravesadas por esto. En un trabajo anterior (Stolkaner, 1991) planteautus yue si bien la eri- tica al sistema asilar-manicomial nacia con el siglo XX, la generacion de propuestas asistenciales diversas de esta comienza en los afios cin- ‘cuenta, ligada por un lado a la instauracién del Estado Social en los paises centrales y por ot70, posteriormente, a los movimientos socia les tendientes a cuestionar érdenes reinantes. La redistribucién operada por las politicas sociales en esa época ten- dia, por una parte, a proveer margenes de salud y bienestar @ la po- blacién y, por la otra, a mantener los limites de los conflictos sociales dentro del dominio del saber técnico-administrativo. La mayoria de las transformaciones en Salud Mental se englobaron en reformas sanitarias mas extensas. Tal el caso de la psiquiatria comu- nitaria inglesa, la reforma psiquiatrica italiana, etcétera. Salvo en la experiencia italiana, todas ellas terminan coexistiendo con los manicomios y, en algunos casos, viendo reaparecer los supuestos 1078 cece objetivantes y se regati : Sbietivantes y segregativos en el interior de prt S tebricamente En América Latin: is ua 1a, el sistema custodi ones Latin jal manicomial sguis Soot Ussencees cag pots den. 7 es en is aiat eco forma propia en algunas propuestas, "es encontraron Ena Argentina hasta el gop militar de 1976, Perfodo de gran movilizacion social, se periencias tanto de asiste att Je Salud Mental. + ¥ en combinacién con arrollaron diversas e ex: ncia como de agremiacién de trabajadores de Desde el retorno a las formas democrat Y propuestas de modernizacién de los « Gisminucién de las internaciones en hi istintos lugares se evidencian intent nes hacia modelos mas abiertos y co forma psiquidtrica de le provincis Puntuales que no se instituyen juridi vicisitudes politicas y presupuestaria: tices de gobierno hubo planes servicios, y una tendencia a la ‘spicios. En forma puntual y en tos de reconducir las prestacio- mmunitarios. Salvo en el caso de ia de Rio Negro, son experiencias icamente. Todas son sometidas a ' que limitan su desarrolio. En Brasil, algunas alealdi lcaldias y es ; formaclones dean cellas yestados también han emprendido trans- Las politic i ie ean Salad oe beter hacia el concepto de mercado de |: aie le un lugar de garante de dere Salud ere tos) ended rade lt prestactnes lesa de n gran concentracién de capitales y cor igurect ‘ ‘si monopélicos en el sector. La restacion gubernamental s. e reserva para accor Eidos tls ceceoes at Para aclones de corte asstencialsta dr La seguridad soci fel scored fil se resquebraa ante ta disminucion de emple ie , a lo suma una administracié ef Gel salar a iministracién por lo meno: clea tendenci al pag ycntatacin per cp en din ve el sesgo >prestacin inherente al pago por acto médica, has veces de un control yauditorla adecundos erect 5, umenta SItiesgo de subprestaci6n. Esto puede ser particularmente ries a 7 ibprestacién. ser particularm sgoso en Hog Capitulo 03 + Tiempos posmou yas acciones de Salud Mental cuyas caracteristicas no se prestan féell mente a ser normatizadas. En el sector privado, prestador por contrato de la seguridad social, la Fferta tiende a diversificarse. Proliferan los hospitales de dfa, la ater oer domiciliari la prestacion psicoterapéutica, etcétera. Se trata de ‘ana oferta mas aceptable para entrar en la competencia y sus costos uae menores. Son modernizaciones parciales tendientes a diversif- son a oferta y racionalizat los costos, en un mercado restringido, Ob- cir mente, estas practicas son desarticuladas con cualquier actividad spre los process que mencionamos comunitaria tendiente a operar sot con anterioridad. ia ganancia impone limites a esa cober~ tura Por mencionar un ejemplo: los seguros prepagos no cubren tra famientos de sida por considerarla una enfermedad de “adquisicion Voluntaria” y tampoco atienden adicciones, patologias mentales pre- existentes 0 discapacidades. Por otro lado el principio de I crisis de recursos y esta atravesado puestas que pueden sintetizarse en ‘descentralizacién y El sector puiblico se debate en la por diferentes (y congruentes) pro privatizaciones © subsidiarizaciones puntuales, recorte ale gratuidad. el aspecto que més contradieciones tencierra en si mismo. Desde cierta éptica, tiende a poner més cerca de las poblaciones los canales de decisién sobre sus recursos en S3- ud y puede, hipotéticemente, tender a una mayor adecuaci6n a los re- querimientos y a un funcionamiento menos burocratico. Sin embargo ita no es, de ninguna manera, una consecuencia lineal y necesaria Dopende de la asignacién y redistribuein de recursos y de los reales recortes de participacidn que se produzcan. De hecho, puede favorecer Gl desentendimiento del Estado y promover una mayor inequidad. Si hho se opera una redistribucién global, las comunidades pobres ten- dran servicios pobres y las ricas, servicios ricos. La descentralizacién es, quizés, Wvo excepeiones, de claro corte verti- es, en el mal sentido del término, y jen episodios como que el Estado Los planes asistenciales son, sal cal y clientelista. Son benefactor siempre resultan insuficientes, Suced 1081 ‘revues 211 bala Mental licia Stolkiner ague a precios exorb exorbitantes lech tribuida en poblaci leche no apta par Suma mllonara cones marginals, o que ns eine os $uma milonaria en juguetes inesstente, para ninos necesoene Abdio pecan en 1989 y 199), Hay que recon Clone, es melo erg contexte democrtic, ain con regimenes dictatoriales, Gin ent ns cts 6m Salud Mental que los taciones fa Sin embargo, la tendencia re los igmentarias y puntuales, existiendo une de iicer eclinacidn de las ineipier ntes propuesta: la democracia. 's comunitarias que nacieron con la vuelta vueltaa El personal de eles institu oe iones padece las vicisi ls que describiamos como de sectoresintognene ne racos aun cos- to creciente, Por | Por lo tanto, se $0 dades de participacion ” * “°E°CUPAY ve recortadas sus posibili- Los entramadc 6 los tedricos de actic Honea Sp is también son atr: ae eno eae He ange Se suelen deslizar ape ie faces », con una declam: ticulae fede econ Senta ae = denise lefinicién de las enfermedades mentales, zadas (el auge d , deriv . ede rac , Y centradas en Is orn eees cerebral, curas eee ee Con ida ezmaeegia, que no contemplan el rosueri, etc.) indo sus determinaciones subjetives y socialen vas y sociales. Ino Capitulo 03 « Tiempos posmodernos. gel fin de las instituciones totales ‘como institucién total? os eyes te hacen sufi porque ees cu poble, poraue puedes sere, porque 0 tuiero que lo seas. Manicomios: olasociedad lmodelo neoliberal no carece de propuestas “riticas” al manicomio a'base de su cuestionamiento es el alto costo y la “baja eficacia” de Tas establecimientos. Esto es congruente son una cierta tendencia @ tmodificar la instancia de las instituciones totales. Recuérdese la Pro esta de privatizacion de los sistemas carcelarios en Inglaterra, és Pitientemente, una de alta tecnologia, que consiste en mantener a 10s procesados en sus domicilios,colocéndoles un dispositive electr nico tue limitarfa su desplazamiento solo al interior de su vivienda Lo au Asse decia, al plantear las bondades de este sistema dirigido a evitar Te superpoblacion carcelaria actual es quign sostendria 2 ese hombre preso en su domicilio e incapacitado de trabajar. En un trabajo ya citado (Stolkiner, 1991) msenciondbamos un editorial de Acta Psiquidtrica y Psicol6gica de América Latina (Vidal, 1986) en. due se criticaba simulténeamente a los manicomios y alas prestacio- we estatales y servicios comunitarios, A los primeros, por cronifican- tes onerosos,a las segundas por ineficaces y “restrictivas de la liber ted de election”, para eoncluir que los manicomios desaparecerian st el Estado decidiera venderlos a empresarios audaces que “sepan © plotar la parte sana del enfermo psiquico crénico”. En Ja actualidad puede darse desde la propuesta neoliberal hegeménica una tendencia ala disminucién y i> ve hacién de los establecimientos manicomiales, Pero esto no es coin Cidente con tna politica de desmanicomializacién o sea de desarticu- Teclon de los supuestos de segregacién y aislamiento de los “locos” Plantearemos una hipétesis. esta afirmacién. La generacion del consen- de reconversiGn requiere de un ideario so- racion sean vistas como “naturales” ‘Trataremos de fundamentar so necesario para el proceso cial en el que la exclusion y la margin: mt sues en dalud Mental « Alicia Stolkiner . Se trata de legitis imar la margi tamiento entre ioe ]esecores dela sociedad los infogradeas knee ls extuidos, Afirma Habermas que “| fi que “la politica ne bilidad de imponerse si encuentra base ’ ‘onservadora tiene cierta posi- ‘os segmentos que, al mismo tiempo, en una sociedad dividid Dropugna® Habermas, 1988), zona rica i m ¢ industri ma pobre yracialmente diferenciada Saale ca een, invisibiliza que en los mism¢ nee part sacrificé al norte a expensas del dex ae i i lance sees Se Se trata del refe Q reforzamiento de las actit sen ee ie las actitudes individualistas, breviven en el sistema, y la l linice via para el desarrollo, een Ia visuali- 10 enemigos potenciales de los que so- egitimacion del suftimiento social como Algunos episodios, de esta tendencia a consi funcién de re recordar a | ala locura, la di os negate, la diversidad y a marginalidad; i Ginés elementales derechos 28 me reat paro de la institucién psiquidtriea permitio fo la sociedad que habia un lu igar de contencién imé la negacién de Capitulo 03 » Tiempos posmodernos, se las consideraba aplicadas “por el bien del paciente”), puede decirse on Ilaneza que los asentamientos humanos irregulares son los may ‘tomios de la época. El lugar de los marginados, de los excluidos. Alli, ¥ al desamparo de las calles, seran devueltos los internos. ‘Yanoes suficiente, ni siquiera necesario, un establecimiento espacial mente definido cuando la marginalidad ha desbordado buena parte del espacio urbano. Se configuran formas institucionales diseminadas fen el conjunto social que conjugan las acciones directamente represi vvas con las consensuales, a fin de limitar los sintomas de la desagre- gacidn social y mantenerlos en los limites de “barreras urbanisticas” definidas. Para los integrados, quedard la proteccién de los espacios privatizados, de los barrios cerrados, de los recorridos preservados ‘todo esto con resultados parciales), de la defensa policial y de su au- todefensa. Para los excluidos, el abandono de los espacios publicos, los lugares olvidados del cuerpo urbano y la represién. Los locos son una “especie” més dentro de ellos. Muchos de los programas tendientes a disminuir el nimero de ca- mas de los hnspitales psiquidtricos entran en esta linea, aunque no lo expliciten. ¥ aunque, quizés, sus actores no lo sepan. Sucede que tienden a externar el paciente buscando soporte en comunidades precarizadas y familias con escasa capacidad de continencia. Orien- tados a disminuir costos, no crean los recursos necesarios para una real externacién, que tenga en cuenta las condiciones actuales. En un reciente recorrido por una ciudad del interior donde fue aplicada una politica de externacién, pudimos observar expacientes psiquidtricos cen situaciones de vagabundeo y sin hoger definido. ‘Volvamos a Habermas (1988): “Un desmantelamiento decidido del Es~ tado social tiene que dejar tras de si lagunas funcionales que solo pue- den rellenarse mediante la represién o el desamparo”. El dispositivo manicomial quizés se independiza de su establecimien- toy se traslada al conjunto de la sociedad, con respuestas técnico-dis- ciplinarias y represivas. nan Sv Sony mental «Alicia Stolkiner Las propuestas contrahegeménicas Sin embargo, no se trata de una Siembarzo, Propuesta que cristalice acriticamen- ' preexistentes de prestacién estatal, La tendencia positiv: a @ enunciada Ci6n y el rol protagénico de sus Salud atina los interes ‘or. Profundizar esto im Primero se basa en la horizontaliza- actores. La defensa di < fel dere de os usuarios y dels wabsisdeee ny a i" rae Be Fae Zevisién critica de los modelos que han fundado sus précticas y que hen nn, ‘ovido la creaciéon de barre. s ‘cas ue han promovido la cr clon de barre- os une (8S comunidades. La ruptura de las barrerse de accesibilidad tae a r2 el cumplimi Sobrevivencia Esta horizomtalizacion cues eS ‘ica, el tecnocratrismo y autoritarismo de '0s modelos hegeménicos, atri arismo a La tendencia negativa, enunciad, ido lugar, consiste en gativa, enca neat la en segundo lugar, consiste en una inate i ci y ritualizacién de s acti eradacionceciente de sus instucones, Pt: fo con Ing eee Capftulo 03 + Tiempos posmadernos, (canto Teme posmedeon. La encrucijada de esta doble tendencia (degradacién o defensa y trans- ‘formacién) es particularmente notable en el caso de las practicas de Salud Mental. En cuanto campo de practicas sociales, no es homogé- neo ni univoco. En él antagonizan diversas tendencias y cuerpos con- ceptuales, asi como se articulan otros. El proceso de medicalizacién Ge la vida ha hecho su ingreso en lo intimo, proveyendo de normati- zaciones disciplinarias para la cotidianidad, Pero también en su seno se ha anticipado la critica a los modelos medicalizantes, confluyendo con las corrientes criticas en el campo de la Salud en general. En este espacio se transparenta particularmente que la defensa del cardcter piiblico y solidario de la asistencia en Salud no puede hacerse sin pro- fundizar el cuestionamiento y transformacién de sus instituciones. La reivindicacién del hospital paiblico no puede levarnos al absurdo de defender el hospicio. Se trata de profundizar su critica y promover las formas sociales, politicas y juridicas de su desarticulacién, no con- fundiéndola con el desamparo mencionado en el punto anterior. Por otra parte, no es pensable una accionar de esta indole sin acercar Jae précticas en Salud Mental a las prirticas en Salud. La tendencia a incorporar las primeras en las segundas debe profundizarse tendien- do, simultaneamente, a que este proceso opere en forma transforma~ dora en ambas. Los programas preventivos y comunitarios deben reconocer y promo- ver las formas espontneas de reafiliacin de los grupos sociales. No hacerlo repetiria una experiencia ya realizada en la época de la Alian- za para el Progreso: los programas preventivos desarticulaban los li- derazgos y formas organizativas comunitarias, imponiendo otros que cesaban al acabar la financiacién a los mismos. Su riesgo es transformarse en acciones marginales y subordinadas, que se harfan portadoras de una tendencia inherente al modelo neoli- beral: delegar en las comunidades el cuidado de su salud, una tenden- cia que no se propone un mayor protagonismo, sino un mayor desam- paro a favor de la concentracién de ganancias. La diferencia se asienta en la cuestién distributiva: mientras la financiaci6n estatal tiende @ ser fundamentalmente regresiva (se sostiene en impuestos al consumo que pesan sobre sectores populares y medios), esto no se devuelve en ust Elprotagonismo mnismo que devuelve a | su lugar de las comunidades y a : Facet de actores sociales no se dirige a bance qos roesionales '88 actuantes y operativas, rar demandas, sino a En todo caso, e] trabaj , 1j0 en Salud Mental crn Siniicacones, de generacon de spree ee BO : cisions oy tHv0, de soporte a 7 le particularidade favorecer | les. Y esta es la via c “teartieulacion de redes sociales y acciones sone "el lata Aun los actores es profesionales del hoy, buena $ del sector Salud deb tablecer ace’ “® su Sobrevivencia depende de su soso ee acciones solidarias, 5u posibilidad de es- Se trata, enti » entonces, de construir las précti las précticas con prefiguraci iguraciones mi- nimas. Lo alternativ le las formas o por los estab femativo no se define por las formas tab los ec: Imientos, sino SiNO por las bas en Gue se asienta, *S etic, ideolégicas y conceptusles en las ine ee Capitulo 03 + Tiempos posmodernos. Ta crisis, como deciamos antes, tiende a disgregar y destruir, pero también devela y abre espacios de transformacién. Produce confusion, ‘pero esta puede conducir tanto ala pardlisis como a la construccién de uevos referentes conceptuales a partir de la cafda de los anteriores. Elesfuerzo de elaboracién conceptual en las practicas debe ser maxi- mo. Todo vinculo de intercambio entre los trabajadores del sector, las redes y formas organizativas que se den, la preservacion de los espa- cios de reflexién y elaboracién, es una necesidad ineludible para la construccién de las propuestas, Forma parte de ellas. Notas 1. Estacita de Ef mundo de ayer de Stefan Zweig (1953) ha sido tomada de un trabajo de Santiago Dubcovsky (1979): La inflaci6n. Algunas consecuencias de las criss tecondmices sobre la practica psicoanalitiea, En Revista Argentina de Psicoogta, ABIX, N® 25, Buenos Aires, octubre. 2, Entre el 16 de mayo yel 9 de julio de 1989, durante la hiperinflacién, en dstintos puntos de Argentine se produjeron una serie de manifestaciones y casi setecien~ tos saqueos de supermercados. Esta situacin ya se modificé, pues el texto es anterior a la reform de la Obras Sociales que establecié el Progtema Médico Obligatorio (PMO) yale Ley de Mar- ‘co Regulatorio de las Empresas de Medicina Prepage N° 26682/2011 y su Decreto Reglamentario 1995/2011 4. Un hombre (de apellido Santos) maté a dos jévenes que intentaban llevarse et pesecasete de su auto. Estos hechos sucedieron el 16 de junio de 1980; el perio- dista Bernardo Neustadt, en su programa de television “Tiempo Nuevo", calificé al asesino como "justiciero”. ACERCA DE ESTE CAPITULO ‘Texto publicado originalmente en Politicas en Salud Mental. Compiladores: Osvaldo Sai dn y Pablo Troianavsky (1984). Lugar Editorial.

También podría gustarte