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Lo que nos enseña la resurrección

S. Juan 11:25 “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”
La resurrección de Jesucristo a la vida eterna fue en un cuerpo glorificado (Filipenses 3:21), de la
misma sustancia que la del Padre (Hebreos 1:3) Sin embargo, después de resucitado, Cristo se
apareció de diferentes maneras. En los evangelios podemos ver que nadie lo reconocía hasta que él
lo permitía.
La primera persona que vio a Jesús después de su resurrección fue María Magdalena. En el
Evangelio de Juan leemos que ella fue al sepulcro en la mañana, cuando aún estaba oscuro, y se dio
cuenta de que éste estaba vacío. Obviamente se alarmó al pensar que el cadáver de Cristo había
sido robado (Juan 20:1-2).
Cuatro puntos donde podemos ver lo que nos enseña la resurrección:
1- La resurrección de Cristo Jesús demuestra que Él venció la muerte: La muerte es el enemigo
de la humanidad y el castigo justo por los pecados de cada uno de nosotros (Ro. 6:23).
2- La resurrección de Cristo Jesús significa que los creyentes están unidos con Cristo: (2 Co.
4:14). Cuando creemos en Cristo, somos unidos con Él por la fe. La unión con Cristo significa
que cuando Dios nos mira, Él no ve nuestra pecaminosidad, sino la justicia de Cristo. Significa
que hemos muerto con Él y vivimos con Él (Ro. 6:8). Esta unión solo es posible a través de la
resurrección de Cristo.
3- La resurrección de Cristo Jesús prueba que el evangelio es verdadero (1 Co. 15:1-4).
4- La resurrección de Cristo Jesús confirma la verdad de las Escrituras: Isaías 53:10-12. Salmos
16:10-11. Esto nos confirma que él no es mentiroso.
Conclusión:
La resurrección de Cristo Jesús nos da una esperanza viva: ¡No hay una noticia mejor!
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien, según Su gran misericordia, nos ha
hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los
muertos, para obtener una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se marchitará, reservada
en los cielos para ustedes…”, 1 Pedro 1:3-4.

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