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Charles Baudelaire, 1855.

Fotografía: Félix Nadar

d
e lasestac
estaciones

Baudelaire,
segundo centenario

Audomaro Hidalgo

de las estaciones | 29
El pasado abril se cumplió el segundo centenario del nacimiento de
Charles Baudelaire (1821-1867). La muerte, ocurrida a sus cuarenta y seis
años, no interrumpió su obra porque ya estaba prácticamente realizada en
lo esencial, como visión del mundo y como pensamiento cuyas aristas con-
vergen en su poesía como en su prosa.
La bibliografía sobre Baudelaire es más numerosa que su obra, escasa,
breve, pero cuya influencia llega aún hasta nosotros. Muchas de sus ideas, no
así sus versos, siguen siendo un estímulo. En vida pocos lo estimaron (quizá
con justa razón: Baudelaire era un hombre realmente insufrible) pero tras
su muerte, como ocurre con frecuencia, los elogios no se hicieron esperar:
Paul Verlaine escribe un artículo elocuente; Arthur Rimbaud, en una carta,
lo reconoce como “le premier voyant, roi des poètes, un vrai Dieu” (el primer vi-
dente, rey de los poetas, un verdadero Dios); Stéphane Mallarmé escribe un
“tombeau” en su memoria y Auguste Rodin le erige una escultura.
Charles Baudelaire es un iniciador, un Adán sin inocencia que abre y se-
ñala nuevos caminos. No es casual que Marcel Raymond y Suzanne Bernard
lo tomen como punto de partida de sus respectivos trabajos. El 5 de marzo
de 1866, diez días antes de su final caída en la iglesia (¡Oh simetrías y arabes-
cos del Destino!) de Saint-Loup, Baudelaire escribe a su madre: “je ne connais
rien de plus compromettant que les imitateurs et je n’aime rien tant que d’être seul.
Mais ce n’est pas possible; et il paraît que l’école Baudelaire existe” (no conoz-
co nada más comprometedor que los imitadores, y nada amo más que estar
solo. Pero eso no es posible; y parece que la escuela Baudelaire existe). Sí, esa
escuela sigue abierta y en sus aulas aún podemos aprender.
La crítica literaria francesa tiende a señalar que Charles Baudelaire es
el autor de un solo libro: Les Fleurs du Mal. Este punto de vista, además de

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parcial, es miope. Baudelaire es el creador de un com- Eliot observa que Baudelaire entregó a la poesía fran-
plejo sistema de pensamiento poético en el que todo se cesa mucho de lo que tomó leyendo a poetas ingleses y
enlaza. En varios pasajes de Les Paradis Artificiels permea norteamericanos. Sin embargo, y esto creo resulta evi-
su teoría de las correspondencias; sus reflexiones sobre dente al leer Les Fleurs, Baudelaire no se propuso hacer
lo Bello y la Belleza aparecen condensadas en muchos una reforma métrica, su novedad viene de su punto de
poemas; gran parte de las anotaciones y observaciones vista sobre la realidad y el mundo.
de sus cuadernos aparecen desarrolladas en sus libros; Balzac dio con el término “Modernité”, Baudelaire
la dilatada traducción que hace de Edgar Poe le sirve lo recoge y lo profundiza. No será la crítica literaria sino
para ganar unos cuantos francos pero también es un la reflexión sobre el estado de las artes visuales, en es-
re-conocimiento de sí mismo, en tanto hombre y en pecial de la pintura, lo que lleva a Baudelaire a pensar
tanto escritor. la modernidad. En un artículo dice: “la modernité, c’est
Baudelaire se estableció un programa y se propu- le transitoire, le fugitif, le contingent, la moitié de l’art, dont
so construir una obra. Poseía lucidez y una voluntad l’autre moitié est l’éternel et l’immuable” (la modernidad
inquebrantable. Ya en uno de sus escritos de juventud es lo transitorio, lo fugitivo, lo contingente, la mitad del
afirma que la única inspiración es el trabajo continuado. arte, cuya otra mitad es lo eterno y lo inmutable). Esta
Nunca dio concesiones a la sociedad ni al medio lite- dicotomía entre modernidad y antigüedad, presente en
rario parisino de su época. Estaba convencido, lo dice toda la poética baudeleriana, podría ejemplificarse con
en una carta, que sus versos competirían con los me- el título de dos libros que él conoció: los Poèmes anti-
jores de Victor Hugo. También escribió que Les Fleurs ques (1852), de Leconte de Lisle, y los Chants modernes
du Mal comenzaría a ser comprendido pasados los (1855), de Maxime Du Camp, a quien Baudelaire dedica
años... Ese centenar de poemas condensan la antigüe- uno de sus poemas más largos y más citados.
dad —“la cendre latine et la poussière grecque” (la ceniza Charles Baudelaire escribió los poemas de Les
latina y el polvo griego)— y anuncian otro tiempo. Pa- Fleurs du Mal durante poco más de diez años. Trabajó
recería que nada sobra y nada falta en ese libro, a pesar en ellos con ahínco, perseverancia y paciencia. Incluso
de que hoy nos puedan resultar un poco ridículos esos después de la primera edición y su célebre proceso ju-
acentos maléficos, sus misas negras y demonios. En su dicial, siguió escribiendo poemas que agregaría en la
momento, Verlaine escribió sobre Les Fleurs...: “ce livre segunda edición, corrigió los ya publicados y reestruc-
qui est la quintessence et comme la concentration extrême turó el volumen. Dos años antes de la publicación del
de tout un élément de ce siècle” (este libro que es la quin- libro de Baudelaire, aparece en Estados Unidos Leaves
taesencia y como la concentración extrema de todo un of Graves (1855), de Walter Whitman. ¿Lo leyó Baude-
elemento de este siglo). En efecto, es como si Baudelaire laire? ¿Escuchó hablar de ese libro y de su autor? En su
recogiese no solo el romanticismo que lo antecede, sino obra no hay ninguna alusión al poeta norteamericano,
el pasado de la poesía francesa y aún la esencia de la lo cual resulta un poco extraño puesto que Baudelaire
cultura grecolatina. estaba al tanto, vía los diarios londinenses que circu-
Fue un maestro de la forma, en el sentido en que laban en París, de las novedades editoriales en lengua
lo fueron Dante, Quevedo y Milton. Baudelaire acudía inglesa. Leaves of Graves y Les Fleurs du Mal son libros
con destreza y soltura a todos los metros. Sabía qué for- de toda una vida. Sus autores se consagraron a ellos.
ma y cuál medida correspondía a las ideas y emociones Walt Whitman y Charles Baudelaire pertenecen a
que quería trasmitir. El despliegue retórico que hace en tradiciones espirituales diferentes. Whitman escribe con
Les Fleurs du Mal es virtuoso, quizá por eso su obstina- la Biblia detrás y su voz se confunde con el aliento del
do afán de perfección nos cansa y nos aburre un poco. versículo; Baudelaire es un poeta clásico en sus versos,

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Tiempo en la casa 70, septiembre-octubre de 2021

“Chantal Akerman: el silencio que está por explotar”, de Gabriel Trujillo Muñoz

“Se podría decir que toda la obra cinematográfica de Chantal Akerman [...]
son ensayos visuales, testimonios de primera mano donde su mirada nos
ofrecía, en sus escenarios reales y ficticios, lo que aprendía captando
a los seres humanos, explorando el mundo en su dualidad de tumulto
y soledad, de muchedumbre e individuo.”

romántico en su aliento, moderno en su conciencia; los contrarios complementarios es muy vieja. En Occi-
Whitman se toma por profeta de su tiempo; Baudelaire dente viene desde Heráclito y alcanza un punto radical
es un escéptico; Whitman cree en el futuro, lo canta en Hegel. La filosofía china habla de las dos energías que
y lo celebra; Baudelaire, inmerso en el presente, nos ponen en movimiento al mundo: el ying y el yang, el
advierte de las trampas e ilusiones de la modernidad principio masculino y el principio femenino de la rea-
naciente, busca “tirer l’éternel du transitoire” (sacar lo lidad; el pensamiento azteca postuló al agua y al fuego
eterno de lo transitorio); en ambos escritores el cuerpo (en la metáfora doble de la lluvia y la sangre) como los
ocupa un lugar importante, pero la imagen es dife- agentes de manutención del universo. La doble postu-
rente. Para Whitman, el cuerpo es sobre todo fuente lación de Baudelaire no es un maniqueísmo, aunque en
de placer, un universo de sensaciones; el cuerpo, para él sea de evidente inspiración cristiana: hacia Dios (espi-
Baudelaire, es la encarnación del mal, la huella mani- ritualidad, el Bien) y hacia Satán (animalidad, el Mal).
fiesta del pecado. No hay contradicciones en Whitman Tampoco corresponde a la dialéctica hegeliana porque
porque él se sabe portavoz de una nación que amanece, estos dos postulados no se resuelven en una síntesis. No
de una nueva raza de hombres; Baudelaire tiene con- se trata de una afirmación o de una negación, es un Sí y
ciencia del momento histórico en el que vive, ve en el un No al mismo tiempo. Son dos energías opuestas en un
progreso una degradación espiritual y en la burguesía solo movimiento, dos manos que tensan una cuerda. Su
la condensación de una moral degradada. Baudelaire verdadero nombre es Deseo, esa fuerza que nos saca de
no teme a la contradicción porque es un espíritu des- nosotros mismos y nos lleva a la búsqueda incansable
garrado por los opuestos, por ese eje de pensamiento de ese otro desconocido que somos, sin que nunca lo
que él llamó “les deux postulations simultanées” (las dos alcancemos. Baudelaire no buscó ni quiso resolver esa
postulaciones simultáneas). tensión, porque de ese choque es de donde tomaba su
Esta doble postulación es uno de los fundamen- fuerza poética en el más amplio sentido del término.
tos de la poética de Baudelaire. Atraviesa su poesía y su Charles Baudelaire no ha dejado de inspirar cen-
prosa. Incluso en los actos más baladíes de la existen- tenares de estudios y ensayos penetrantes, pero tam-
cia, como lo leemos a menudo en su correspondencia, bién ha sido sujeto de muchos malos libros aparecidos
Baudelaire recurre a este postulado binario. Los títulos con motivo del bicentenario de su nacimiento y que
de sus libros lo ejemplifican: las flores son malignas; han colmado las mesas de las novedades efímeras. No
todo paraíso es artificial; el spleen inglés es también es difícil ser un escritor en Francia. Lo difícil es re-
francés: l’ennui. Por otro lado, el canto es reflexión; el sistir a todas esas estrategias del mercado editorial que
poeta ha perdido la inocencia porque es no tanto un tienen por único fin promover autores ramplones y
pecador como un pensador. A la salida del Paraíso no ligeros libros de paso. O sea, todo eso que Baudelaire
nos espera el tiempo sino el pensamiento. La idea de detestó en su hora.

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