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un cerebro perezoso
¿PARECE resistirse su cerebro en lo que respecta al pensar cotidiano y a
tomar decisiones? Tal vez usted razone que los “pensadores” son siempre los
eruditos o los genios. Bueno, eso no es cierto. La mayoría de los pensadores
verdaderos son gente corriente que saben cómo hacer frente a la infinita
multitud de desafíos a los que se enfrentan día tras día. ¿Qué puede ayudarlo
a desarrollar la misma habilidad?
Es lo mismo con nuestras vidas. Una persona quizás sepa su meta principal en
la vida. Manteniéndola en primer lugar debe, después de pesar
cuidadosamente sus propias circunstancias, decidir en cuanto a ciertas metas
secundarias. El trabajar hacia éstas hace que la meta principal parezca llegar
más fácil.
Este proceso de pensar ordenado puede ilustrarse con una familia que,
habiendo decidido mudarse a otra localidad, establece una lista de requisitos
con relación al nuevo hogar que tiene que encontrar: Por ejemplo:
(1) ¿Queremos una casa o un apartamento? (2) ¿Una casa nueva o más
antigua? (3) ¿Uno o dos pisos? (4) ¿Con cierto precio como límite? (5) ¿En la
ciudad o en un suburbio? (6) ¿A qué distancia máxima del lugar de empleo?
(7) ¿A qué distancia de las escuelas? (8) ¿A qué distancia del centro comercial
y de otros lugares de conveniencia, etc.?
O, ¿le es difícil llevarse bien con cierta clase de personas? ¿Ha pensado usted
en cuanto a qué pasos definidos tomar a fin de poder resolver la situación?
Por otra parte, es posible que usted haya hecho decisiones erróneas en el
pasado. ¿Debería ahora el orgullo hacerlo sentirse frustrado y evitar que haga
decisiones en el futuro? Nada menos que un pensador como Alberto Einstein
dijo con respecto a las conclusiones que él sacaba de su estudio: “Yo pienso y
pienso, por meses, por años, y noventa y nueve veces la conclusión es falsa.
La centésima vez acierto.” Afortunadamente, en las decisiones personales el
promedio es mucho más alto.
No obstante, como una ayuda para hacer decisiones que sean apropiadas y
prontas, pregúntese: ‘¿Estoy dispuesto a considerar las opiniones de otras
personas, especialmente si éstas están de alguna manera implicadas en mi
decisión?’ Un superintendente o cabeza de familia prudente aprecia que él
no es el único que sabe cómo pensar. Sí, aun en el nivel familiar, cada
miembro puede tener algo que contribuir. Señala Rudolph Flesch:
Una vez que usted ha reunido una cantidad razonable de hechos por medio de
la lectura y la consideración, y ha dedicado tiempo a la meditación, entonces
tome su decisión. Finalmente, a menos que más tarde se presente abrumadora
evidencia en contra, apéguese a lo que ha decidido.—Sant. 1:5-8.