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Ayudas para pensar para

un cerebro perezoso
¿PARECE resistirse su cerebro en lo que respecta al pensar cotidiano y a
tomar decisiones? Tal vez usted razone que los “pensadores” son siempre los
eruditos o los genios. Bueno, eso no es cierto. La mayoría de los pensadores
verdaderos son gente corriente que saben cómo hacer frente a la infinita
multitud de desafíos a los que se enfrentan día tras día. ¿Qué puede ayudarlo
a desarrollar la misma habilidad?

¿Mantiene todas sus metas en vista?


Como se explicó en el artículo previo, la ayuda fundamental para pensar mejor
es mantener siempre presente su propósito total en la vida. Cuando se pierde
de vista la meta principal, el pensar se hace incierto.

También importantes para aguzar sus procesos de pensar, son lo que se


podrían llamar metas secundarias. Algunos problemas cotidianos nunca llegan
a resolverse porque la gente piensa solo en las metas de largo alcance, las
principales, pasando por alto las metas menores que no obstante son
importantes.
Podemos volver a ilustrar por medio de un viaje la manera en que las metas
secundarias pueden ayudar a pensar. La persona que viaja de Madrid, España,
a Berlín, Alemania, sabe cuál es su meta principal. Sin embargo, quizás desee
fraccionar el viaje en tapas más pequeñas, tal vez haciendo paradas en
Toulouse y París, Francia. El viaje total entonces parece ser más corto y tiene
una meta inmediata hacia la cual dirigir su pensar.

Es lo mismo con nuestras vidas. Una persona quizás sepa su meta principal en
la vida. Manteniéndola en primer lugar debe, después de pesar
cuidadosamente sus propias circunstancias, decidir en cuanto a ciertas metas
secundarias. El trabajar hacia éstas hace que la meta principal parezca llegar
más fácil.

Así, aunque el cristiano tiene la meta principal de recibir la aprobación de Dios


a fin de obtener la vida eterna, sabiamente decide en cuanto a las metas
secundarias de su vida. Un misionero condiciona su pensar enfocándolo hacia
la meta de asirse a su privilegio de enseñar a la gente en un país extranjero.
Pero, él también podría establecer metas de aprender mejor su nuevo idioma o
las costumbres de la gente. O, un padre cristiano, aunque tiene la misma meta
primaria que el misionero, puede establecer la meta de edificar a su familia
espiritualmente haciendo arreglos para un estudio regular de la Biblia. Por otra
parte, su meta podría ser equilibrar el programa de estudio con esparcimiento
para la familia.

De ahí en adelante cuando cualquiera de estos hombres considera una


decisión, no solo debe pensar en, ‘¿cómo afectará esto mi meta principal en la
vida?’ sino preguntarse: ‘¿Cómo afectará esto cualesquier de mis metas
secundarias?’

De hecho, la gente puede ayudar grandemente su pensar por medio de fijar


una meta para cada día. El saber que a usted le gustaría realizar ciertas tareas
dentro del día a menudo puede servirle de estímulo para considerar cómo
hacer todas las cosas de la manera más eficaz. Por supuesto, esto significa
que hay que planear cada día.
Algunas personas hallan tiempo para planear su día de trabajo levantándose
un poco más temprano por la mañana o por medio de permanecer despierto un
poco más tarde la noche anterior. Otros recuperan tiempo que de otra manera
se perdería mirando la televisión para este propósito. Algunos toman solo unos
pocos minutos antes de dejar su trabajo cada día para programar sus
actividades para el día siguiente.
¿Piensa usted sistemáticamente?
Otra ayuda para mover a un cerebro perezoso es aprender a pensar de
manera sistemática. Esto requiere que uno vea el asunto en todos sus
aspectos. Para aprender cómo hacer esto, algunos han sugerido enfocar los
problemas como si jugaran el juego de “Las veinte preguntas.” En este juego a
un equipo o grupo de peritos se le da veinte oportunidades de arrancar un tema
secretamente enterrado en la mente del árbitro. La idea es eliminar tantas
probabilidades como sea posible con cada pregunta, con el fin de reducir
progresivamente el campo hasta dar con una respuesta lógica.

Este juego abarca un modelo de pensar productivo, es decir los principios de la


investigación científica, a saber, el hacer una serie de preguntas para eliminar
las probabilidades hasta poder señalar una respuesta.

Este proceso de pensar ordenado puede ilustrarse con una familia que,
habiendo decidido mudarse a otra localidad, establece una lista de requisitos
con relación al nuevo hogar que tiene que encontrar: Por ejemplo:
(1) ¿Queremos una casa o un apartamento? (2) ¿Una casa nueva o más
antigua? (3) ¿Uno o dos pisos? (4) ¿Con cierto precio como límite? (5) ¿En la
ciudad o en un suburbio? (6) ¿A qué distancia máxima del lugar de empleo?
(7) ¿A qué distancia de las escuelas? (8) ¿A qué distancia del centro comercial
y de otros lugares de conveniencia, etc.?

Hasta que se arraigue en uno el hábito de considerar todos los problemas


sistemáticamente, no se sienta avergonzado de utilizar una lista escrita de
verificación similar a ésta. Naturalmente, este modo de pensar se puede
aprender usándolo en relación con todas sus tareas diarias, no solo con las
acciones importantes.
Por ejemplo, ¿es usted un ama de casa pensadora? En vez de envidiar
secretamente a las mujeres “talentosas,” ¿por qué no usar los mismos métodos
mentales que ellas tienen que emplear para poder hacer su trabajo? Samm
S. Baker en su libro Your Key to Creative Thinking (1962) muestra las maneras
de hacer esto:
“Un prominente profesor de psicología declaró: ‘La capacidad para
crear . . . no está limitada a la persona de gran talento, sino que es el
derecho de nacimiento de cada persona de talento de término medio.’ . . .
Si usted es un ama de casa, hay muchos desafíos creativos a su
alrededor que están esperando que se les resuelva para la conveniencia
y el disfrute de su familia. Considere algo tan simple como el guardarropa.
Usted puede dejar que se desarrolle una situación desordenada, como
sucede en muchos hogares . . . O, puede planear creativamente a fin de
que cada cosa tenga un lugar limpio y ordenado en el guardarropa,
ahorrando tiempo y nervios para cada miembro de la familia, y ganándose
alabanza para sí misma.”—Páginas 1, 17.

Puede decirse lo mismo de su habilidad para cocinar. Un famoso psicólogo


dijo: “Hay más actividad creativa en cocinar una sopa de primera categoría que
en pintarrajear un cuadro de segunda categoría.”

O, como un padre que se propone unas vacaciones para su familia, ¿se


detiene realmente para pensar acerca de todos los detalles del viaje?
¿Considera usted todos los problemas que posiblemente pudieran surgir en
cuanto a su auto? ¿Ropa para un clima diferente? ¿Esparcimiento para los
niños mientras usted está conduciendo, y así por el estilo?

O, ¿le es difícil llevarse bien con cierta clase de personas? ¿Ha pensado usted
en cuanto a qué pasos definidos tomar a fin de poder resolver la situación?

En todo campo de la vida, el pensar sistemática y cabalmente en cualquier


cosa a lo que se enfrente, en conformidad con sus metas en la vida, es de un
valor inconmensurable para poner en acción a un cerebro satisfecho de sí
mismo.
¿Rehúsa usted tomar decisiones?
Otra ayuda para aguijonear el pensar vacilante es recordar que los problemas
“no se desaparecen” simplemente como resultado de postergarlos o de rehusar
tomar una decisión. El no tomar ninguna decisión, de hecho, es en sí mismo
tomar una decisión. Muchas personas que rehúsan tomar decisiones cuando
deben hacerlo, hallan que más tarde éstas son más difíciles de tomar. ¿Por
qué tienen muchos esta tendencia?

Algunos temen consecuencias imaginarias. Otros recuerdan decisiones


pasadas, y, debido a que les pesa la manera en que resultaron las cosas,
vacilan en tomar nuevas decisiones. Pero suponga que ellos hubieran decidido
de otra manera en sus decisiones pasadas... ¿quién realmente podría decir
que el resultado hubiera sido mucho mejor?

Por otra parte, es posible que usted haya hecho decisiones erróneas en el
pasado. ¿Debería ahora el orgullo hacerlo sentirse frustrado y evitar que haga
decisiones en el futuro? Nada menos que un pensador como Alberto Einstein
dijo con respecto a las conclusiones que él sacaba de su estudio: “Yo pienso y
pienso, por meses, por años, y noventa y nueve veces la conclusión es falsa.
La centésima vez acierto.” Afortunadamente, en las decisiones personales el
promedio es mucho más alto.

No obstante, como una ayuda para hacer decisiones que sean apropiadas y
prontas, pregúntese: ‘¿Estoy dispuesto a considerar las opiniones de otras
personas, especialmente si éstas están de alguna manera implicadas en mi
decisión?’ Un superintendente o cabeza de familia prudente aprecia que él
no es el único que sabe cómo pensar. Sí, aun en el nivel familiar, cada
miembro puede tener algo que contribuir. Señala Rudolph Flesch:

“Si quiere combinar rápidamente las opiniones de personas de diversas


edades y sexos, quédese en su propio hogar. La base del pensar
claro . . . es el darse cuenta de que la experiencia nos ayuda a pensar. La
familia . . . es el lugar para aprender esto de una vez por todas. . . . Es
corriente en la familia el pensar como un grupo cuando hay que tomar
grandes decisiones, como el comprar una nueva casa. Es entonces
cuando el esposo, la esposa y los hijos mayores se reúnen para
considerar el problema, pesando los pros y los contras de las posibles
soluciones, haciendo planes con papel y lápiz, y revisando la información
disponible al caso.”—The Art of Clear Thinking (1951), páginas 160, 163.
Por supuesto, no solo en los proyectos más importantes, sino también en los
de menos importancia es una buena idea el consultar con otras personas. Es
cierto el principio bíblico de que “en la multitud de consejeros hay logro.” (Pro.
15:22) El considerar los consejos de otras personas también impide que uno
haga decisiones apresuradas o “del momento.” Como nos recuerda otro
proverbio, “todo el que es apresurado seguramente se encamina a la
carencia.”—Pro. 21:5.

Otra fuente de información basada en la experiencia, es el material de lectura.


En ésta uno se puede beneficiar de la experiencia del autor, tal vez una
persona que se ha dedicado por años al campo que abarca su libro o artículo.
No obstante, si usted lee para conseguir información antes de tomar una
decisión, asegúrese de hacer una buena selección.

Una vez que usted ha reunido una cantidad razonable de hechos por medio de
la lectura y la consideración, y ha dedicado tiempo a la meditación, entonces
tome su decisión. Finalmente, a menos que más tarde se presente abrumadora
evidencia en contra, apéguese a lo que ha decidido.—Sant. 1:5-8.

A manera de resumen, para aprender a pensar claramente es necesario fijar su


mente en su principal meta en la vida, así como establecer metas secundarias
en la vida. Entonces a medida que uno trate con los problemas cotidianos,
planee su trabajo, piense sistemáticamente y tome decisiones de una manera
consistente con sus metas.

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