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PLANTEAMIENTO DE PROBLEMA:

Durante las famosas “mañaneras” que se realizan diariamente, el presidente de


los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel López Obrador ha reiterado en
diversas ocasiones que durante su sexenio la violencia ha disminuido, pero ¿en
realidad podemos confiar en esas
cifras?
De acuerdo con la organización
independiente Articulo 19, en su
reporte del día 24 de mayo de 2022
se contabilizaban 12
decesos de periodistas en el
presente año en curso, siendo uno
de los años más inseguros para los
Grafica por El Financiero con datos de Articulo 19
comunicadores del país
acompañado de 2017 (Ojendi: 2022). Esta cifra
se modificó en una de las notas de CNN En Español, en donde hasta el día 23
de agosto ya se tenían registradas las muertes de 15 periodistas en nuestro país
sumando el asesinato de Fredid Román en Chilpancingo (Suárez, David
Inclusive a inicio de año en los meses de enero y febrero, las movilizaciones a lo
largo de la nación se hicieron presentes por los asesinatos de los periodistas
Alfonso Margarito Martínez Esquivel y Lourdes Maldonado López en Tijuana,
precedidas por la muerte de José Luis Gamboa en la costa de Veracruz el día 10
de enero (López: 2022).
Y aunque se piense que es una
cifra relativamente baja, este
pensamiento cambia al conocer los
homicidios a periodistas durante los
sexenios de los últimos presidentes
de la república mexicana, en donde
Andrés Manuel se lleva el tercer
lugar con 37 homicidios registrados
en lo que lleva como gobernado y
restando dos años para la
finalización de su mandato. Grafica por El Financiero con datos de Articulo 19

Pero pese a la existencia de estas recopilaciones de datos y muchas otras más,


AMLO sigue negando la violencia extrema durante su sexenio en la historia de
México, respondiendo “No coincido contigo” (López Obrador, 2022) al momento
de ser cuestionado por Jorge Ramos con cifras sacadas de un informe del actual
presidente (El Universal: 2022).
El asesinato de periodistas y comunicadores mexicanos siempre ha sido uno de
los problemas más presentes en el país, pero presidente tras presidente deciden
ignorar los hechos fatídicos que suceden diariamente para presentar una visión
de un México “transformado”.
JUSTIFICACIÓN:
La importancia de visibilizar los asesinatos, las desapariciones forzadas y los
actos de violencia dirigidos a los periodistas y comunicadores mexicanos recae
en demostrar la culpabilidad del gobierno en conjunto con los grupos criminales
que habitan en el territorio mexicano sobre estos eventos. Y es que no es un
secreto a voces que el Estado mexicano ha quebrantado los derechos humanos
de su población en múltiples ocasiones, sin tener ni una mínima muestra de
empatía, como en el movimiento estudiantil de 1968, en donde hubo una
masacre en la Plaza De Las Tres Culturas, o en los sucesos recientemente
aclarados sobre la desaparición y calcinación de restos de los 43 normalistas de
Ayotzinapa, cuyo resultado arrojo la intervención extraordinaria del ejército militar
preveniente del mismo gobierno. De igual forma es inevitable pensar en las
muertes de inocentes provocadas por los fuegos cruzados entre los grupos de
delincuencia organizada.
Al final, de manera implícita e inconsciente se nos planta la sensación de temor
que nos impide hacer uso de nuestra libertad de expresión, ese miedo que obliga
a la sociedad mexicana a seguir aguantado la mala administración económica y
política del país por parte de los altos mandos y el abuso generado por los grupos
criminales.
Son pocos los que deciden actuar en defensa del pueblo, pero en vez de crear
un cambio verdadero pagan las consecuencias, recibiendo amenazas que cada
vez se convierten en más y más hostigadoras, que avanzan a la agresión física
que poco a poco se transforma en una cifra más de la violencia extrema de un
país que ignora lo que pasa en su nación.
El estudiar este tema nos permite entender más al respecto de las injusticas que
vivimos día a día, nos ayuda a tratar de quitarle la venda de los ojos a los millones
de mexicanos que confían plenamente en un gobierno que no protege a su
pueblo, para intentar alzar la voz colectivamente y buscar un beneficio en común
para que las generaciones futuras no cometan los mismos errores que hemos
repetido desde el inicio de nuestra historia como país.
Asimismo, el indagar en los asesinatos de periodistas hace que los nombres de
aquellas víctimas del silenciamiento no se olviden y estén presentes,
enalteciendo su existencia y agradeciendo su muerte.
Desde sus inicios y hasta el presente siglo XXI, México ha tenido como base en
su forma de mandato la represión, dejando en la obscuridad secretos de Estado
que demuestran su ineficiencia, corrupción y acciones atroces, que, según la
Constitución, deberíamos conocer por la democracia establecida, sin embargo,
se asesina a sangre fría a aquellos individuos que traten de sacar a la luz esos
secretos.
HIPOTESIS:
Los homicidios, desapariciones y actos de violencia a periodistas en el país son
a causa de un silenciamiento ejercido por el gobierno y el narcotráfico mexicano.
CUERPO:
El ser periodista en México representa uno de los miedos más grandes que un
humano pueda llegar a sentir. El miedo se presenta en el hogar, en el amor, en
el trabajo, en la calle, en todos sitios. No se pueden expresar libremente los
sometimientos ejercidos por los encapuchados o los mandatarios, pues en
México el peor error es ser un comunicador activo sin nexos con estos grupos
(Cárdenas: 2016).
Estas sensaciones de temor que parecen sacadas de un libro de ficción irreal
son las que presenciaba en su entorno el periodista Javier Valdez Cárdenas, uno
de los grandes periodistas que cubría el narcotráfico en nuestro país,
galardonado con múltiples premios por su realismo al redactar en sus obras con
lujo de detalle las extorsiones que sufría día con día por su profesión, eso hasta
que el día 15 de mayo de 2017 fue brutalmente asesinado a tiros a pocas cuadras
del semanario que fundó, en donde anteriormente en el año 2009 se le había
arrojado una granada a su oficina (Paullier: 2017).
Años más tarde se esclarecería la situación al conocerse la declaración oficial de
la fiscalía, que argumentaba que el responsable de su asesinato era Damaso
López Serrano, alias el MiniLic, pues se encontraba molesto por una columna
escrita por Valdez en la que se expresaba de el cómo mediocre e infuncional
para ser líder de un cartel. En la actualidad se conoce parte de la historia por una
de las personas mas involucradas con el periodista, Griselda Triana, su esposa,
la cual después de estar en este proceso declaró en una entrevista a el famoso
periódico El País. “Es increíble la indiferencia del gobierno de México ante lo que
ocurre. Es como si su trabajo no sirviera para visibilizar un problema. Como si lo
que hacen no sirviera para nada”. (Triana, 2022). En septiembre de 2022
Griselda recibió la triste noticia de que el responsable de la muerte de su esposo
estaba a punto de salir de una cárcel en California por “cooperar lo suficiente”
después de la poca intervención del Estado mexicano (Jacobo García, 2022).
Pero los periodistas no son los únicos que sufren de estas trasgresiones por parte
del narcotráfico mexicano, pues las empresas encargadas de promover la
información a la población mexicana deciden habitarse en entornos más
seguros, mudándose a otro país en donde no reciban amenazas constantes por
dos distintos flancos, que se unen en una motivación mórbida, dejando a los
periodistas contra la espada y la pared. Aquella situación en la que su libre
albedrio se ve violentado y negado al recibir ordenes exactas de lo que se debe
publicar, las imágenes que deben ser borradas por captar un momento de
relación entre un líder del narcotráfico y un presidente municipal (Cárdenas:
2016).
Desafortunadamente la problemática de asesinato a los periodistas no un
conflicto reciente, ya que, en 1984, el periodista mas influyente de la segunda
mitad del siglo XX, Manuel Buendía Tellezgirón fue asesinado a tiros en la capital
del país al salir de su oficina. Buendía solía escribir sobre los distintos problemas
sociales y urbanos, criticando al sistema político mexicano y a su toma de
decisiones de manera humorística y fulminante, siendo por esto censurado en
varias ocasiones incrementando sus deseos por continuar escribiendo. Su
atacante, un hombre con características semejantes a las de un militar, que en
un futuro se le reconocería como Rafael Moro Ávila, un agente de la Dirección
de Seguridad Federal quien detalló que simplemente seguía ordenes de su jefe:
José Antonio Zorilla Pérez, persona investigada por Buendía por sus vínculos
con el narcotráfico. Tanto Zorrilla como Moro fueron detenidos 5 años después
de la muerte del periodista siendo el primero el que recibió un mayor número de
condena en el Reclusorio Norte, sin embargo, como es costumbre con los
imputados de los asesinatos de periodistas en 2009 se le otorgó la libertad
cumpliendo solamente 19 de los 35 años de condena impuesta. Al igual que el
caso Valdez Cárdenas años después de su fallecimiento su hermano Ángel
expresó abiertamente que la causa de su asesinato fue por el conocimiento de
los nexos que unían al narcotráfico con figuras de poder estadounidenses y
mexicanas (CNDH México).
Para este punto es innegable las conexiones que tienen muchos de los
asesinatos de periodistas con el narcotráfico. Inclusive durante el transcurso de
este año el asesinato de Lourdes Maldonado y Margarito Martínez fueron
relacionados con un grupo criminal remanente del Cartel de Los Arellanos Félix
por la fiscalía, argumentando que sus escritos de acción social habían finalizado
en una represalia. Por parte de Maldonado se puede decir que existen al menos
3 sentenciados y en el caso de Martínez se tienen alrededor de 10 detenidos
(Suárez: 2022).
No obstante, es importante resaltar que al presidente de la republica mexicana,
Andrés Manuel López Obrador, ya se le había informado sobre el miedo de la
comunicadora Lourdes Maldonado, cuando en plena mañanera del 26 de marzo
de 2019 argumentó “Temo por mi vida” (Maldonado, 2019) explicando que
mantenía desde hace 9 años un proceso legal con la empresa PSN por un
despido injustificado y deuda de nóminas, señalando inclusive al actual Senador
del Congreso de la Unión de México, Jaime Bonilla. El presidente anunció que
se tomaría en cuenta su caso, pero desafortunadamente podemos conocer el
triste desenlace en el que termino su historia (El Universal: 2022).
Hasta este punto de la investigación es innegable que dentro del sistema político
mexicano existen ciertas correspondencias con el narcotráfico, pero se sigue
teniendo el cuestionamiento de que tan profundos son estos nexos y como
afectan a los periodistas al momento de ejercer su profesión.
Jorge Chabat ha definido a la relación entre el narco y el Estado como “Un
matrimonio por conveniencia”. De igual forma se entiende que el benéfico que
deja el narco no solo es propio de sus Carteles, sino que fuge como una
economía que genera empleos y ofrece servicios que el gobierno no llega a
otorgar a su pueblo. De hecho, es complejo describir todas las características
internas del narcotráfico, pero a pesar de ello se puede estructurar como una
organización delictiva sin fundamentos ideológicos, pero basada en la violencia,
el soborno y la extorsión con una clara jerarquía. Dichas características le han
permitido crear lazos con el Estado en tres fundamentales aspectos: la
confrontación, en la que se desafía a los lideres gubernamentales, los cuales
tienen la oportunidad de actuar con una convicción firme para detenerlos o caso
contrario, cuando son lo suficientemente corruptibles para colaborar con ellos,
se manipulan por una generosa cantidad de dinero. Si se toma partido por la
segunda acción se aprecia el segundo aspecto, la corrupción, en donde se
ofrecen remuneraciones económicas a las autoridades para hacerse la vista
gorda, conseguir información crucial o protección. La tercera forma en la que se
entrelazan es la coexistencia pacífica, aquella en la que el gobierno por decisión
o por aceptación no combate a el narco de ninguna manera posible. Sea cual
sea la razón por que se relacionen estas “instituciones” es indiscutible que el
narcotráfico no busca la desaparición total del Estado. En realidad, el narco
prefiere que en el país tenga un gobierno efectivo y eficiente, que brinde a su
gente lo necesario, para que así puedan pasar desapercibidas sus acciones
corruptas, pues si se sabe con certeza que el gobierno participa activamente con
los Carteles, la sociedad y la opinión pública se centraría en ellos, haciendo que
sus actividades ilícitas sean puestas en la mira. Para que no se destapen estos
nexos supuestamente invisibles, los lideres del narcotráfico otorgan recursos
económicos para las campañas políticas, seleccionando a sus candidatos que
en un futuro serán electos, ganando así el privilegio de operar libremente a lo
largo del territorio. Chabat también menciona que “El narcotráfico debe, en la
relación con el Estado, moderar sus impulsos naturales a la corrupción
desmedida, a la violencia desmedida, a apoderarse del Estado. Si el narco cae
en la tentación y se vuelve conspicuo, al final el negocio se viene abajo” (Chabat,
2005) misma lógica que aplica en las 3 formas en las que se relacionan el Estado
y el narcotráfico (Chabat: 2005).
Este pensamiento nos facilita la visión de como los vínculos estrechos entre el
narco y el gobierno mexicano se mantienen activos en la actualidad,
correlacionados en una labor especifica centrada en el silenciamiento doloso de
aquellas personas que buscan demostrar los defectos del gobierno, las acciones
ilícitas del narco y sus ilaciones obscuras.
Pero pese a estos nexos, el gobierno trata de hacer una verdadera diferencia
con estatutos que permiten crear un proceso en caso de sufrir de extorciones o
amenazas, el cual está en el olvido y es poco ejercido en los casos que suceden
en la actualidad.
La historia de este mecanismo se remonta al año 2010, cuando se fundó un
departamento especial de la fiscalía para denunciar actos que atentaran contra
el libre albedrio, denominado Fiscalía Especial para la Atención de Delitos
cometidos contra la Libertad de Expresión, y dicho apartado tiene como objetivo
investigar las agresiones denunciadas, pero tristemente Articulo 19 sostiene que
desde su creación hasta 2017 solo se habían resuelto 3 casos de homicidio a
periodistas. Alrededor del año 2012, nace el Mecanismo de Protección de
Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, a cargo de la
Secretaria de Gobernación, cuya misión es ayudar a los periodistas en
situaciones de riesgo dependiendo del nivel de inseguridad, siendo el soporte
más básico un simple botón de ayuda que se activa desde una aplicación
descargada en el celular y el soporte más denso el traslado a casas de
seguridad. Jan-Albert Hooster al opinar sobre este método argumentó “El
Mecanismo desde un principio ha tenido problemas de presupuesto, de falta de
personal y protocolos de seguridad" (Hooster, 2017). Inclusive una de las
responsables de este programa, Patricia Colchero, llegó a comentar que al inicio
del proyecto se tenían ciertos problemas, pues ninguno de los integrantes sabía
perfectamente como realizar un análisis de riesgo sumado a que los periodistas
desconfiaban por sus resultados casi nulos. Para fortuna del gobierno en 2017
la dependencia ya contaba con un 244 periodistas protegidos aunque ahora el
actual problema que enfrentan es el de la falta de recursos económicos no
otorgados ni por Secretaria de Hacienda ni por el Congreso contando con
únicamente 180 millones de pesos, de los cuales se argumenta que gastan 17
millones de pesos al mes. Posterior a esto se le solicitó a la Secretaría de
Gobierno recursos adicionales, los cuales incluso después de ser otorgados no
se presentan resultados efectivos (Najar: 2017).
A pleno año 2022 la existencia de esta dependencia es casi desconocida o nula,
siendo complicado que los periodistas en situaciones de peligro en México
encuentren un aliado que les ayude a generar un poco de paz en el entorno
violento al que se enfrentan día con día.
Sin dudar en los últimos años, la problemática de los asesinatos a
comunicadores de país ha aumentado, si rescatamos los recuentos del año 2021
podemos apreciar que se contabilizo la muerte de 9 periodistas, situando a
México como el país más mortífero del mundo para esta profesión según el
Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ por sus siglas en inglés), de
los cuales solo 3 de estos fallecimientos se han vinculado a proceso. Y es que
en los últimos 30 años solo se han sentenciado 40% de los casos, dejando al
60% restante con “elementos insuficientes”. Jan-Albert Hooster, representante
del CPJ sentenció en un artículo para El País “Esto nos dice muchísimo sobre el
estado de justicia en México: es incapaz de resolver los crímenes e incapaz de
clarificar los hechos. Un estado de justicia que no aclara por que ocurrieron los
asesinatos pone una semilla de impunidad” (Hooster, 2022). También la CPJ
identifica a México como el país con un numero exageradamente elevado de
casos de impunidad de las muertes de los periodistas desde 1992 que llevan
realizando esta recolección de datos, y lo clasifica como el sexto con más
crímenes sin resolver, siendo el único de este conteo que no se encuentra en
guerra. Aunque claro está que estos datos se modifican de acuerdo a las fuentes,
pues Articulo 19 declara cifras de hasta 145 muertes de periodistas desde el año
2000. En este mismo articulo se nos presentan las historias de estos periodistas,
como la de Benjamin Morales, que poco después de finalizar una transmisión en
vivo en su página de Facebook apareció muerto, no sin antes señalizar al
presidente de Sonoyta Enrique Váldez como posible responsable de dichas
amenazas. O la de Gustavo Sánchez Cabrera que tuvo que pasar desde el
allanamiento de su casa hasta un disparo el 13 de julio de 2020, para terminar
siendo asesinado por unos sicarios el 17 de junio de 2021 después de señalar
como responsables al agente Esteban de la Cruz, contra quien ya se tiene una
orden de aprensión, y a la alcaldesa de Santo Domingo Tehuantepec, Vilma
Martínez. Otro caso es el de Saul Tijerina de tan solo 25 años de edad,
encontrado en la cajuela al interior de su automóvil, muerto y con el mensaje
“Esto le va a pasar a todos los panochones del Estado o que colaboren con el
Estado” firmado por nada más y nada menos que el Cartel del Noreste. Además
de sus aportes, Hooster también se posicionó sobre la dirección del país por el
actual presidente López Obrador “La conclusión después de tres años de
Gobierno de López Obrador es que no solo no ha podido resolver las decenas
de asesinatos de periodistas, defensores y activistas, sino que ha hecho muy
poco para prevenirlos” (Hooster, 2022). (Guillén: 2022).
Pero pese a la gran ineficiencia de nuestro gobierno actual, López Obrador, líder
de este gobierno, se posiciona sobre la muerte del periodista Fredid Roman
diciendo “Es un lamentable caso de este periodista. Primero mi abrazo, mi
tristeza a este crimen. Mi abrazo a sus familiares, sus amigos, ya estamos
trabajando” (López Obrador, 2022). Sin embargo, las palabras de calma por
parte de la presidente de la republica no son lo suficientemente fuertes como
para contrarrestar los datos dados por el periódico The San Diego Union Tribune
México que asegura que en el transcurso de la gubernatura de Andrés Manuel
se han contabilizado alrededor de 2000 agresiones contra los integrantes de la
prensa en el país, incluyendo 40 asesinatos, de los cuales 15 eran del año 2022.
Igualmente, estos datos están precedidos por la declaración del representante
adjunto en México de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas
para los Derechos humanos, que alarmadamente expresó “El número de
asesinatos a periodistas que se registra en México es motivo de preocupación”
(Desconocido, 2022). (EFE: 2022).
Lamentablemente la problemática de asesinatos a periodistas sigue y seguirá
vigente en nuestro país por muchos años más, a menos que se tomen medidas
por parte del gobierno, las cuales puede que nunca lleguen, pues después de la
investigación es sencillo reconocer las múltiples conexiones que tienen el Estado
mexicano y el narcotráfico para tener una de las cosas más anheladas por el
hombre, el control y poder absoluto sobre un pueblo desinformado que es
fácilmente manipulable.
CONTRASTACIÓN DE HIPÓTESIS:
En esta investigación mi hipótesis fue:
“Los homicidios, desapariciones y actos de violencia a periodistas en el país son
a causa de un silenciamiento ejercido por el gobierno y el narcotráfico mexicano.”
Por lo que al finalizar la investigación y con la información recabada puedo
demostrar que mi hipótesis resultó verdadera. Y es que, a lo largo del cuerpo de
la investigación, es apreciable de manera explícita en los variados casos de
asesinato a periodistas que presento que los principales sospechosos o
responsables de las muertes de dichos periodistas son los narcotraficantes y
políticos mexicanos, además de que el delito se cometiera en un momento critico
en la carrera del periodista en donde es conocedor de información relevante para
colocar en la mira a estos grupos o poco después de haberles señalizado como
los autores de actos de extorsión, amenazas y ataques violentos.
También pude exponer de una forma sencilla la relación que mantiene el narco
con el Estado, como sus vínculos tienen un fin meramente de conveniencia y su
objetivo en común para silenciar a todo aquel que busqué afectar sus intereses,
acompañado de las medidas absurdas y poco realistas que propone el gobierno,
las cuales solo ayudan a respaldar mi hipótesis sobre que estos se unen para
atentar en contra de los comunicadores mexicanos.

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